Alquerías, cigarrales y palacios: La Quinta de Mirabel. La génesis de un espacio medieval. Los espacios irrigados andalusíes

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Descripción

SERIE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS TOLEDO

Alquerías, cigarrales y palacios La Quinta de Mirabel

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TÍTULO DEL PROYECTO

DIRECCIÓN CIENTÍFICA

ESTUDIO DEL PAISAJE CULTURAL

Jesús Carrobles Santos

EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE TOLEDO.

Cloe Cavero de Carondelet

LOS CIGARRALES

Jorge Morín de Pablos

Quinta de Mirabel ESTUDIO DEL MEDIO FÍSICO LOCALIZACIÓN

Geología, geomorfología e hidrología: Fernando Tapias

T.M. Toledo

Medio Natural: Manuel Casas

ENTIDADES PROMOTORAS

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA

REAL FUNDACIÓN DE TOLEDO CONSORCIO DE TOLEDO

Arqueólogos: Mario López Recio, Laura Benito, Rocío Víctores, Jose Manuel Illán, Jose Manuel Curado y Gonzalo Calle

COORDINACIÓN DEL PROYECTO

Estudio de Materiales: Ernesto Agustí, Laura Benito y Jose Manuel Curado

Paloma Acuña (Real Fundación Toledo) Soledad Sánchez-Chiquito (Consorcio de Toledo)

LECTURA VERTICAL DE PARAMENTOS Pablo Guerra

CONSULTORÍA ARQUEOLÓGICA Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales

ESTUDIO DE MATERIALES CONSTRUCTIVOS Pablo Guerra

AUDITORES DE ENERGÍA y MEDIO AMBIENTE, S.A. Calle Felipe Campos, 3

TOPOGRAFÍA

28002 MADRID

Carlos Sobrino

INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

CARTOGRAFÍA Y 3D

Revisión de Carta Arqueológica y Expedientes.

Francisco José López Fraile

Prospección arqueológica y toma de muestras polínicas, antracológicas y carpológicas

GIS

Lectura vertical de paramentos

Luis Rodríguez Avello DOCUMENTACIÓN Irene Criado DIRECCIÓN EDITORIAL DEL VOLÚMEN Esperanza de Coig O´Donnell DIRECCIÓN EDITORIAL DE LA SERIE Esperanza de Coig O´Donnell y Jorge Morín de Pablos

© DE LA PRESENTE EDICIÓN, LOS AUTORES EDITA: AUDEMA S.A. ISBN: 978-84-16450-14-5 Depósito Legal: M-6120-2016 Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores.

índice Introducción *ESÚS CARROBLES, CLOE CAVERO Y *ORGE MORÍN ........................................................................................................................................................ 9 I

Estudio del medio físico FERNANDO T!0)!39MANUEL CASAS ................................................................................................................................................................................ 13 II

Fuentes documentales para el estudio del territorio: suertes y traídas IRENE CRIADO ...................................................................................................................................................................................................................... 17 III

0ROSPECCIķNARQUEOLķGICA *ESÚS CARROBLES, FRANCISCO *OSÉ Lâ0%: *ORGE MORÍN Y SAGRARIO R/$2Ñ'5%: 35 IV

V

Resultados de la prospección arqueológica de la Quinta de Mirabel

*ESÚS CARROBLES, FRANCISCO *OSÉ Lâ0%: *ORGE MORÍN Y SAGRARIO R/$2Ñ'5%:39 La génesis de un paisaje medieval I: los espacios irrigados andalusíes *ESÚS CARROBLES, *ORGE MORÍN Y SAGRARIO R/$2Ñ'5%: ........................................................................................................................................ 89 VI

La génesis de un paisaje medieval II: los espacios ganaderos bajomedievales *ESÚS CARROBLES, *ORGE MORÍN Y SAGRARIO R/$2Ñ'5%: .................................................................................................................................... 115 VII

Cigarral del Cardenal Quiroga CLOE CAVERO .................................................................................................................................................................................................................. 135 VIII

3ISTEMASDEINFORMACIķNGEOGRĆlCAUNRECURSODEMODELIZACIķNUNTERRITORIO LUIS R/$2Ñ'5%:9*ORGE MORÍN ................................................................................................................................................................................. 147 IX

Lectura de paramentos y analítica de los materiales constructivos 0ABLO GUERRA Y *ORGE MORÍN ................................................................................................................................................................................. 151 X

Fotogrametría de las bóvedas de la Quinta de Quinta de Mirabel: palacio y estufa FRANCISCO *OSÉ Lâ0%:9*ORGE MORÍN ..................................................................................................................................................................... 195 XI

XII

Bibliografía ...................................................................................................................................................................................................... 201

VI

La génesis de un paisaje medieval I: los espacios irrigados andalusíes

*ESÚS CARROBLES, *ORGE MORÍN Y SAGRARIO R/$2Ñ'5%:

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1. Las infraestructuras hidráulicas en el área de La Pozuela. Historia de la investigación.

De acuerdo con lo dicho hasta ahora, los estudios realizados con anterioridad al nuestro permiten diferenciar un área cigarralera que ocupa un amplio sector del espacio montañoso de naturaleza granítica ubicado al sur del Tajo, frente a la ciudad de Toledo. En ella se documenta una importante red de caminos y diferentes infraestructuras hidráulicas que deben ser considerados como los grandes ejes articuladores del territorio por el que discurren. AmERVWLSRVGHREUDVVHFRQYLHUWHQHQKXHOODVGH¿QLGRUDVGHOPRGR en que una sociedad entiende el espacio, lo utiliza y, por lo tanto, le da forma. Su estudio debe realizarse de manera conjunta y es necesario plantearlo en relación con el resto de los elementos que WRGDYtDHVWiQSUHVHQWHVHQHOHVSDFLRTXHFRPSDUWHQFRQHO¿QGH ordenarlos e interpretar su “lógica” común de funcionamiento. Centrándonos en el tema de las obras de ingeniería hidráulica descritas en la zona objeto de estudio, tan sólo se habían descrito los restos de dos grandes canalizaciones de características muy diferentes entre sí. Los más conocidos eran los que pertenecían DOWUDPR¿QDOGHOFDQDOGHOSULQFLSDOVLVWHPDKLGUiXOLFRGHpSRFD romana en Toledo, que discurre en su práctica totalidad por lo que hoy es el campo de maniobras de la Academia de Infantería. Los otros pertenecen a un sistema hidráulico propuesto hace pocos años en la zona de Pozuela del que se tienen datos desde el siglo XVI, aunque la mayor parte de sus restos daten de momentos mucho más recientes, al pertenecer, como luego veremos, a la construcción del primer suministro de aguas con el que se Figura 1. dotó la ciudad de Toledo en el siglo XIX. el más cercano a la población, mantiene las características geLa primera de las obras citadas ha sido estudiada y descrita en diferentes ocasiones y ofrece pocos problemas de interpretación en el tramo que ahora nos interesa. Se trata de una canalización plenamente característica de la ingeniería romana que parte de la presa de La Alcantarilla en el término municipal de Mazarambroz y puede seguirse en sus cerca de 40 km de recorrido hasta el interior de la ciudad de Toledo. Como ocurre con la práctica totalidad de este tipo de conducciones urbanas datadas en su mayor parte en los siglos I y II d.C., la obra se caracteriza por la utilización de una estructura de RSXVFDHPHQWLFLXP para la construcción del muro de base y el canal. En el interior de éste, se dispuso un acabado de RSXVVLJQLQXP destinado a impermeabilizar y variar la sección del VSHFXV por el que discurren las aguas. Así, su menor o mayor espesor posibilitaba el estrechamiento de su sección y el refuerzo de la obra para contrarrestar la capacidad erosiva de las aguas en zonas de mayor pendiente o en

nerales de trazado apreciadas en el resto de la conducción. Bá-

aquéllas en las que se producen cambios bruscos de dirección. El último tramo de la obra que discurre por la zona estudiada,

esta gran obra hidráulica, plenamente característica del mundo DQWLJXR ¿J 

sicamente nos encontramos ante una canalización que presenta una cuidada adaptación a la compleja orografía existente en el WHUUHQRFRQHO¿QGHPDQWHQHUSHQGLHQWHVUHJXODUHVTXHHQOD zona objeto de estudio, se sitúan en torno a las 30 milésimas. Una inclinación alta pero dentro de los parámetros utilizados por la ingeniería romana, que es consecuencia del complicado relieve por el que discurre la obra, similar al que encontramos en el resto del sector granítico en el que se ubican los restos de la segunda canalización a la que hemos hecho referencia y que luego describiremos. Para lograrlo se recurrió al diseño de un trazado sinuoso adaptado a las curvas de nivel para evitar grandes pendientes, al cambio de sección antes descrito y a la construcción de alguna torre de pérdida de presión como es la conocida como Horno del Vidrio que, en su apariencia actual, aún muestra la monumentalidad que primó en la construcción de

La génesis de un paisaje medieval I

En todo el tramo estudiado no se documenta ningún aprovechamiento secundario relacionado con el uso agrícola o ganadero de las aguas que discurrían por la canalización, al menos hasta las inmediaciones de la población, en las que pudieron existir algunos aliviaderos en puntos muy complejos del sistema como era la entrada al gran sifón que permitía el paso de las aguas sobre el cauce del Tajo, a los que podía buscarse un aprovechamiento puntual. Al margen de esta posibilidad ocasional, no cabe la menor duda de que la totalidad del caudal que discurría por la obra iba destinado al abastecimiento de la ciudad de Toledo. La segunda de las canalizaciones descrita, la de Pozuela, muestra unas características técnicas muy distintas y, tal y como ha sido dada a conocer, plantea numerosos y evidentes problemas de LQWHUSUHWDFLyQ6XLQFRUSRUDFLyQDOGHEDWHFLHQWt¿FRKDVLGRUHciente aunque como antes decíamos, se tuviera constancia de su existencia en la documentación conservada desde el siglo XVI, que describe la creación de un sistema hidráulico para el suministro de agua al complejo de fuentes y jardines creado en la Quinta de Mirabel por el cardenal Quiroga. A él se sumaron otras obras relacionadas con diferentes proyectos para crear y acrecentar el suministro de agua para las fuentes públicas de Toledo a mediados del siglo XIX, que se han superpuesto a las anteriores y han dado lugar a un sistema muy complejo de difícil lectura.

Figura 2.

la unión de obras y elementos muy diferentes que carecen del necesario estudio de detalle y plantean, como decíamos, numerosos problemas de interpretación. El primero y más evidente tiene que ver con las escasas posibilidades que ofrece el acuífero que se aprovecha, para el que los estudios realizados en el siglo ;,; ¿MDURQ XQ FDXGDO Pi[LPR PX\ UHGXFLGR HQ UHODFLyQ FRQ los habituales en las obras hidráulicas antiguas con las que ésta de Pozuela se quiere comparar y que, además, nunca llegó a obtenerse con la regularidad esperada. De hecho, para conseguir la cantidad inicialmente prevista, fue necesario realizar nuevas obras de captación en esta misma zona de los alrededores de Toledo, que tropezaron con similares problemas por la falta de

La obra, interpretada como una nueva conducción para el abastecimiento de la ciudad de Toledo en época romana, se ha descrito a partir de una captación en galería para la que se ha propuesto una cronología antigua, en función de las características técnicas acuíferos adecuados. DSUHFLDGDVHQVXFRQVWUXFFLyQ ¿J (VWDDWULEXFLyQVHEDVDHQ su aparente relación formal con las estructuras conocidas en el En segundo lugar, la galería de captación con sus numerosos tramo inicial del acueducto de Rabo de Buey en Mérida, que es pozos de registro que la delatan al exterior, no es una mina comODREUDTXHDFW~DFRPRUHIHUHQFLDHQODOLWHUDWXUDFLHQWt¿FDSDUD parable con el ejemplo propuesto de Rabo de Buey en Mérida, HVWHWLSRGHLQIUDHVWUXFWXUDVHQOD$QWLJHGDGKLVSDQD$O¿QDO sino que es una obra aparentemente similar pero muy diferente de la galería se ha defendido la existencia de un canal que se conserva en diferentes tramos, en los que es posible apreciar sus principales características constructivas. Se trata de una obra en su mayor parte tallada en la roca que desciende por la margen izquierda del arroyo de Pozuela en dirección a Toledo, hasta su desaparición en las tapias de los primeros cigarrales que existen HQOD]RQD\TXHGL¿FXOWDQODFRQWLQXLGDGGHVXHVWXGLR'HVGH este punto concreto se han planteado diferentes hipótesis de trabajo sobre el modo en el que las aguas podrían discurrir hasta el interior de la ciudad, sin que en ningún momento existan restos o pruebas mínimamente sólidas que permitan apoyar las distinWDVD¿UPDFLRQHVUHDOL]DGDV El estudio detallado de cada uno de los elementos conservados muestra que estamos ante una propuesta elaborada a partir de

Figura 3.

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Figura 4.

HQVXHMHFXFLyQ\FRQFHSWR ¿J (QUHDOLGDGHVWDPRVDQWH una galería construida a cielo abierto en el lecho de un arroyo, GHVWLQDGDD¿OWUDUODVDJXDVVXSHU¿FLDOHV\VXEiOYHDVTXHGLVFXrren por él. No se trata por lo tanto de una canalización ni de la captación de un acuífero subterráneo como ocurre en las obras antiguas que conocemos en la Península Ibérica, sino de una REUDGHVWLQDGDDFUHDUXQPDQDQWLDODUWL¿FLDOVLJXLHQGRPRGHlos muy diferentes de los utilizados por la ingeniería romana. Además, el estudio de la galería muestra que el conducto abovedado es en realidad el resultado de obras diferentes que han LGRVXUJLHQGRHQXQSHULRGRGHWLHPSRPX\DPSOLRFRQHO¿Q de posibilitar un mejor aprovechamiento del escaso e irregular DÀRUDPLHQWRGHDJXDVDOOtH[LVWHQWH 3RU~OWLPRHOFDQDOGHVFULWRGHVGHHO¿QDOGHODJDOHUtDPXHVWUD unas características muy concretas que tampoco coinciden con las que conocemos en las canalizaciones antiguas entre las que VHODTXLHUHLQFOXLU ¿J $SHVDUGHODHYLGHQWHDSDULHQFLDGH tosquedad e incluso de antigüedad que aporta la excavación de Figura 5.

un canal en roca, su estudio muestra que estamos ante una conducción completamente lineal que se impone a la topografía por

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 5.

utilizar una tecnología que permite superar los problemas que ésta crea. En su trazado se reconocen pendientes pronunciadas

tes en los alrededores de cualquier conducto de la antigüedad, tal y como ocurre en el caso del ya citado en el campo de manio-

y tramos claramente de ascenso que hacen imposible el libre bras de la Academia de Infantería, que cuenta con la totalidad de ÀXMR GH ODV DJXDV SRU JUDYHGDG 6X IXQFLRQDPLHQWR VyOR VHUtD los elementos que aquí echamos en falta. posible por la existencia de una conducción forzada mediante tuberías dotadas de las válvulas y refuerzos destinados a evitar los problemas que planteaban las constantes variaciones de

Todo ello, unido a la falta de restos de la canalización en zonas más cercanas a la ciudad y a la inexistencia de las grandes

pendiente que, aunque eran conocidas en el mundo antiguo, no se solían aplicar a este tipo de obras menores en el medio rural, como es el caso de la que estamos estudiando. Tampoco aparece

obras de paso sobre el río para las que se han propuesto una serie de hipótesis no contrastadas, nos obliga a dar credibilidad a las planimetrías recientes en las que esta obra aparece perfectamen-

en su recorrido ningún resto de hormigón ni de otros materiales relacionados con la construcción de la canalización, ni siquiera en los puntos más sensibles como son los pasos por arroyos o

WHUHÀHMDGDHQUHODFLyQFRQORVHVIXHU]RVUHDOL]DGRVHQHOVLJOR ;,; ¿J TXHGLHURQOXJDUDWRSyQLPRVWDQHYLGHQWHVFRPR es el del cigarral de la Traída, que coincide con la tapia en la que

caminos. En la misma medida, se echan de menos los materiales utilizados para la cubrición de la obra que siempre están presen-

se pierde la canalización.

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Figura 6.

La génesis de un paisaje medieval I

del desarrollo de diferentes paisajes culturales sobre la misma realidad física. Para conseguirlo en el área de cigarrales objeto de estudio, se han realizado diferentes campañas de prospección y unas primeras excavaciones que han permitido conocer el entorno en el que surgen las estructuras hidráulicas que, hasta ahora, aparecían como elementos aislados o directamente relacionados con el núcleo urbano de Toledo sin que, desde nuestro punto de vista, hubiera PRWLYRVVX¿FLHQWHVSDUDMXVWL¿FDUHVDDWULEXFLyQ)UXWRGHHVWH trabajo ha sido la localización de otros elementos hidráulicos parecidos a los ya conocidos que, como podremos comprobar, se repiten y relacionan con yacimientos cercanos de los que indudablemente forman parte. Una realidad inmediata y lógica que es la que vamos a tratar de mostrar a partir de este momento. De forma necesariamente reducida, los elementos arqueológiFRVTXHGH¿QHQHOSDLVDMHFXOWXUDOGHOTXHIRUPDQSDUWHQXHVWUDV galerías, captaciones y canales, son:

3.1. Elementos hidráulicos en el área de cigarrales. Catalogación y nuevos planteamientos.

La principal conclusión que podemos obtener de todo lo dicho

Aunque existen elementos de naturaleza muy diferente relacionados con el uso y gestión del agua, vamos a centrarnos en ORV PiV VLJQL¿FDWLYRV TXH VRQ DTXHOORV TXH WLHQHQ XQD PD\RU LQÀXHQFLDHQODJHQHUDFLyQGHORVPRGHORVGHH[SORWDFLyQGHO territorio que nos interesa conocer.

hasta ahora es que la interpretación dada a esta conducción plantea numerosas dudas y que es necesario realizar su estudio en

3.1.1. Captaciones mediante galerías.-

Figura 7.

relación con el paisaje cultural por el que discurre y con el que necesariamente debe relacionarse. Sólo así podremos precisar su cronología y, sobre todo, comprender su funcionamiento, que no parece estar vinculado al abastecimiento público de la ciudad de

3R]XHOD.- Es la publicada como romana en los últimos años, a

Toledo, al menos y de forma fallida, hasta las fechas tardías en época contemporánea a las que nos hemos referido.

Tal y como ya hemos dicho en su momento, la obra que conoce-

2. Preopciones en La Pozuela

antiguas que, como es lógico, se disponen y sobreponen en las XELFDFLRQHVJHROyJLFDVPiVIDYRUDEOHV ¿J 

De acuerdo con el planteamiento teórico que hemos expuesto al inicio de este estudio, para conocer el contexto que nos ayude a entender el funcionamiento y la cronología de las diferentes obras y captaciones descritas hasta ahora, es necesario recurrir a metodologías de trabajo que permitan obtener una visión completa del territorio y, sobre todo, de las transformaciones y adaptaciones que éste pueda haber sufrido, como consecuencia

la que hemos hecho referencia con anterioridad.

mos es en realidad el resultado de la unión de iniciativas distintas, que poco o nada tienen que ver entre sí. Su apariencia actual se debe a los sucesivos aprovechamientos de las estructuras más

La galería inicial es la que se ubica en el lecho de un pequeño arroyo tributario del conocido como de la Pozuela. Es una obra de cierta envergadura que contó con una longitud superior a los P6XWUD]DGRSXHGHVHJXLUVHIiFLOPHQWHHQVXSHU¿FLHJUDcias a los pozos de registro de sección circular que carecen de EURFDO\DSDUHFHQGLVSXHVWRVGHIRUPDUHJXODUFDGDP ¿J 7). También, por las propias características técnicas de la cons-

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WUXFFLyQDERYHGDGDTXHVHUHÀHMDHQHOH[WHULRUJUDFLDVDODH[LVWHQFLDGHGRVSURIXQGDV]DQMDVODWHUDOHVTXHIRUPDQSDUWHGHOD obra original, aunque en el estudio realizado que venimos citando se atribuyan a las reformas realizadas en el siglo XIX destinadas DYROYHUDSRQHUHQH[SORWDFLyQODFDSWDFLyQ'HKHFKRVXYHUGDGHUD¿QDOLGDGQDGDWLHQHTXHYHUFRQODVVXSXHVWDVREUDVGHUHQRYDFLyQVLQRFRQHODXPHQWRGHODFDSDFLGDGSDUDFDQDOL]DUODVDJXDVVXSHU¿FLDOHV\IDFLOLWDUVX¿OWUDGRDOLQWHULRUGHODJDOHUtDTXH discurría a una cota inferior. En el interior, la obra consiste en una galería construida con mampuestos dispuestos en seco, sin utilización de ningún tipo de hormigón ni de materiales como el ladrillo o la piedra tallada, que suelen estar presentes en las obras antiguas. La utilización de este WLSRGHSDUDPHQWRSHUPLWtDHOGUHQDMHGHODVDJXDVVXSHU¿FLDOHV\VXEiOYHDVDVtFRPRVXSRVWHULRUFDQDOL]DFLyQVREUHODVXSHU¿FLH URFRVDHQODTXHVHOHYDQWDODWRWDOLGDGGHODFRQVWUXFFLyQTXHLPSLGHOD¿OWUDFLyQDFRWDVPiVEDMDVGHOFDXGDOREWHQLGR6XVGLmensiones son bastante regulares, unos 0,9 m de ancho y 1,5 de alto de media, salvo en un punto concreto en el que se produce un EUXVFRVDOWRFRQHO¿QGHDGDSWDUODREUDDOWHUUHQR\PDQWHQHUXQDVSHQGLHQWHVQRPX\SURQXQFLDGDVGHVWLQDGDVDHYLWDUODHURVLyQ de la estructura. /D¿QDOL]DFLyQGHODJDOHUtDFRLQFLGHFRQODGHVHPERFDGXUDGHODUUR\RHQHO\DFLWDGRGHOD3R]XHODORTXHSURYRFDXQFDPELRHQ ODFDSDFLGDGHURVLYDGHODVDJXDVVXSHU¿FLDOHV\SRUORWDQWRXQDFODUDDOWHUDFLyQGHODVFRQGLFLRQHVJHROyJLFDVTXHSRGtDQSRQHU en peligro la conservación de la obra. Este cambio propicia la aparición de nuevas galerías que cuentan con características constructivas muy diferentes, tal y como luego SRGUHPRVFRPSUREDULQGHSHQGLHQWHPHQWHGHTXHVXSULQFLSDOUHÀHMRHQHOH[WHULRUVLJDQVLHQGRSR]RVGHUHJLVWURGHDSDULHQFLD más o menos parecida. Así, su ubicación a media ladera y las características constructivas apreciadas en los brocales y cubiertas muestran que se trata de obras similares en apariencia pero técnicamente diferenciadas con respecto a la que acabamos de describir. La primera de las obras documentadas es la galería que discurre por la margen derecha del arroyo de la Pozuela, de la que sólo se FRQVHUYDXQSR]RGHUHJLVWUR/DVHJXQGDHVODTXHDSDUHFHHQHVHPLVPRSXQWRDXQTXHHQODRWUDPDUJHQGHOFXUVRÀXYLDOTXHLQcluso, podría ser un tramo reaprovechado de la primera canalización o la continuación de la conducción menor que acabamos de citar, tras atravesar el cauce de forma perpendicular y generar, de esta manera, un nuevo modelo de captación de las aguas. El estudio de los pozos conservados muestra que esta conducción parte de un punto cercano al cauce para ir alejándose paulatinamente de él \OOHYDUHODJXDDWLHUUDVDOJRDOHMDGDVGHOFXUVRÀXYLDOHQODVTXHVHORFDOL]DQUHVWRVGHGLIHUHQWHVGHSyVLWRVUHODFLRQDGRVHQDOJ~Q caso, con la construcción de los sistemas hidráulicos que permitieron el abastecimiento de la Quinta de Mirabel en el siglo XVI. 3RU~OWLPRFRLQFLGLHQGRFRQHO¿QDOGHHVWD~OWLPDFDQDOL]DFLyQHQODVLQPHGLDFLRQHVGHODGHQRPLQDGDFRPR&DVDGHO$JXDVH documentan nuevos pozos de registro realizados íntegramente en ladrillo con sección cuadrada, cubiertos con losas regulares de granito, que pertenecen a una tercera canalización distinta de las anteriores, de cronología más reciente.

Pozuela 2.HQHOOtPLWHGHODDQWLJXD'HKHVDGH3R]XHODHQXQSHTXHxRYDOOHTXHYLHUWHVXVDJXDVDXQSHTXHxRFXUVRÀXYLDOWULEXWDULRGHO arroyo en el que se localizan las estructuras que acabamos de describir, se localizan nuevos restos que pertenecen a una nueva galería de drenaje. La obra se puede seguir a lo largo de unos 30 m y es probable que pueda tener una longitud mayor que permanecería oculta en el VXEVXHORGHHVWHSHTXHxRYDOOH ¿J 'HDFXHUGRFRQORTXHLQGLFDQORVUHVWRVPiVYLVLEOHVODSDUWHFRQVHUYDGDHQVXSHU¿FLH muestra la existencia de una construcción de cierta entidad, realizada con grandes piedras, que marcan el arranque de la galería que SXHGHVHJXLUVHHQVXSHU¿FLHSRUODH[LVWHQFLDGHODVFDUDFWHUtVWLFDV]DQMDVODWHUDOHVTXHIDFLOLWDQHO¿OWUDGRGHODVDJXDV(O¿QDOGH esta estructura parece coincidir con una canalización realizada con el mismo tipo de grandes mampuestos dispuestos en seco, que dirigen las aguas a un pequeño valle cercano que fue acondicionado como campo de cultivo. Su estudio muestra la existencia de galerías similares en concepto y funcionamiento a la que hemos descrito en primer lugar, aunque con un tamaño menor en función de la capacidad de acumulación de aguas de los lugares en los que se construyen.

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 8.

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Pozuela 3.NROHMRVGHDPEDVREUDVHQRWURSHTXHxRFXUVRÀXYLDOLUUHJXODU que drena un amplio sector de la misma Dehesa de Pozuela, se localizan nuevas evidencias de captaciones que, como ocurría en el primero de los casos estudiados, pertenecen a momentos muy diferentes.

una mampostería muy regular que indica su ejecución en un moPHQWRQHFHVDULDPHQWHSUy[LPR ¿J  Aguas abajo de los últimos restos que acabamos de describir, se documentan algunas estructuras mucho menos destacadas que SUHVHQWDQXQDVFDUDFWHUtVWLFDVFRQVWUXFWLYDVPX\GLIHUHQWHV ¿J  6XLGHQWL¿FDFLyQHVSRVLEOHUHDOL]DUODSRUODH[LVWHQFLDGH

Los restos más destacados y evidentes son los que tienen que ver con un segundo intento de aprovechar las escasas aguas existentes en la zona, para reforzar el suministro hidráulico de Toledo a mediados del siglo XIX. De acuerdo con la documentación histórica conservada, podría tratarse de las obras realizadas según el proyecto de Luis Antonio Fenech datado en 1864, destinado, como decíamos, a completar los escasos caudales que llegaron a la ciudad desde la captación de la Pozuela inaugurada un año antes. A esta fase de obras pertenecen un depósito y toda una serie de pozos de dimensiones y características diferentes que jalonan el curso del arroyo. En todos ellos se aprecia el uso de

Figura 9.

algunos pequeños amontonamientos de piedras de cierto tamaxRTXHGHVWDFDQHQHOOHFKRGHODUUR\R\PDUFDQHOWUDPR¿QDO de una nueva galería, presumiblemente abovedada, similar a las descritas hasta ahora. Su pertenencia a una obra hidráulica es clara pero carece de la presencia descrita en la captación estudiada en primer lugar, al no haber sido objeto de ningún tipo de reaprovechamiento desde su construcción y encontrarse en el lecho de un arroyo que se encuentra en parte colmatado por haber perdido parte de su capacidad erosiva, como consecuencia de las PRGL¿FDFLRQHVUHDOL]DGDVHQVXFXUVRHQpSRFDVUHFLHQWHV

La génesis de un paisaje medieval I

(OHVWXGLRGHORVUHVWRVYLVLEOHVPXHVWUDODH[LVWHQFLDGHXQDJDOHUtDTXHVHSXHGHVHJXLUHQVXSHU¿FLHSRUODDSDULFLyQGHDOJXQRV restos de la cubierta realizada con piedras de mediano tamaño y por las características zanjas en los laterales que son las que permiten reconocer el trazado de la obra en un tramo próximo a los 50 m. Es probable que la galería original tuviera unas dimensiones mayores aunque no es posible precisar su alcance real, como consecuencia de las transformaciones ocasionadas por las obras realizadas en el siglo XIX y la implantación sobre su trazado de un camino que provocó un cierto movimiento de tierras y la construcción de pequeños aterrazamientos sobre el cauce. En sus inmediaciones se conservan restos de lo que parecen ser pequeñas canalizaciones y algunas obras de acondicionamiento destinadas a la creación de campos de cultivo de los que luego hablaremos, con los que podría relacionarse su construcción. Pozuela 4–Casas de Miján.- A unos 400 m del pequeño valle en el que se han descrito los restos que acabamos de estudiar, se ORFDOL]DXQDQXHYDYDJXDGDTXHSHUWHQHFHDOPLVPRVLVWHPDÀXYLDORUGHQDGRHQWRUQRDODUUR\RGH3R]XHODTXHHVWDPRVHVWXGLDQGR En ella se documentan una serie de amontonamientos de piedras de pequeño y mediano tamaño, dispuestos de forma regular cada PTXHRFXOWDQODERFDGHDOPHQRVVHLVUHJLVWURVGHSODQWDFXDGUDGD ¿J (QVXSHU¿FLHQRVHDSUHFLDQ]DQMDVSDUDOHODVQL ningún otro tipo de señales que delaten la existencia de la galería al quedar sellada por campos de cultivo que estarían vinculados con la nueva estructura. Frente al tipo de estructura descrita hasta ahora que captaba el agua y la trasladaba a un punto no coincidente con la propia obra, parece que nos encontramos ante un modelo distinto en el que la captación coincide con el lugar en el que se ubica el espacio productivo, al que abastecería a través de los pozos. En su entorno se documentan restos de diferentes inmuebles, bancales y restos de antiguos caminos, que muestran la existencia de un aprovechamiento intensivo de este espacio hasta momentos relativamente recientes.

Figura 10.

100

Quinta de Mirabel.Es el cigarral más amplio y destacado de los que se conservan en Toledo desde su construcción por el cardenal Quiroga en los años ¿QDOHVGHOVLJOR;9,3RUOD¿QFDGLVFXUUHQGLIHUHQWHVDUUR\RVRFDVLRQDOHVHQWUHORVTXHGHVWDFDXQQXHYRFXUVRTXHGHVHPERFDHQ HOWUDPR¿QDOGHODUUR\RGHOD3R]XHODTXHDSDUWLUGHHVWD]RQDFRQFUHWDUHFLEHHOQRPEUHGHDUUR\RGHOD&DEH]D(QpOHQFRQWUDPRVQXHYRVUHVWRVUHODFLRQDGRVFRQODFRQVWUXFFLyQGHLQIUDHVWUXFWXUDVSDUDSHUPLWLUHODSURYHFKDPLHQWRGHODVDJXDVVXSHU¿FLDOHV y subálveas que discurren por el subsuelo. En la zona más alta, en las inmediaciones del cerro de los Palos, se localiza un interesante conjunto de estructuras aún más visuales que las que hemos descrito en las captaciones de La Pozuela. Está formado por una galería-mina de cierta entidad, un aljibe-depóVLWR\XQDQXHYDJDOHUtDTXHSXHGHVHJXLUVHIiFLOPHQWHHQVXSHU¿FLHSRUORVSR]RVGHUHJLVWURTXHWRGDYtDVHFRQVHUYDQ)UHQWHD los brocales más o menos sencillos que hemos encontrado en la zona alta de Pozuela, éstos de Mirabel se caracterizan por contar con una cubrición prismática de gran volumen realizada íntegramente en ladrillo, que adquiere un importante protagonismo en el entorno. Todos y cada uno de ellos están en relación con pequeños bancales que forman campos de cultivo, repitiendo el modelo que hemos conocido en Pozuela 3-Casas de Miján. Junto a ellos se reconoce un área residencial de pequeño tamaño que aporta maWHULDOHVGDWDGRVHQWUHHOVLJOR;,\HO¿QDOGHOD(GDG0HGLD(QWUHHOORVGHVWDFDHOKDOOD]JRGHXQIUDJPHQWRGHFHUiPLFDGHFRUDGD FRQODWpFQLFDGHFXHUGDVHFDWRWDOTXHRIUHFHXQLQGLFLRFURQROyJLFRVREUHHORULJHQWDLIDGHHVWHDVHQWDPLHQWR ¿J  A escasa distancia de estas estructuras, aguas abajo en el mismo cauce, encontramos los restos de una nueva obra de captación. Su aspecto exterior permite reconocer otra galería excavada sobre el lecho del arroyo, que repite el modelo de las construcciones descritas hasta ahora en otras zonas del mismo valle de la Pozuela. El tramo en el que los restos son más visibles muestra, sin embargo, unas características algo diferentes a las descritas hasta este momento en el resto de los casos conocidos al estar tallado en la roca y KDEHUQHFHVLWDGRODUHDOL]DFLyQGHODH[FDYDFLyQHQiUHDGHXQDPSOLRVHFWRUGHOSHTXHxRYDOOHHQHOTXHVHHQFDMDODREUDFRQHO¿Q de aumentar su capacidad de captación. En esta zanja por la que discurre el arroyo, encontramos los restos de la bóveda de la galería que se cubrió con piedras de pequeño y mediano tamaño. A ambos lados se documentan las características zanjas lineales que, en HVWHFDVRWLHQHQPHQRVGHVDUUROORSHURFXHQWDQFRQODVX¿FLHQWHHQWLGDGFRPRSDUDIDYRUHFHUHO¿OWUDGRGHODVDJXDVFRUULHQWHV VLJXLHQGRHOPRGHORTXHKHPRVGHVFULWRHQHOUHVWRGHFDVRVFRQRFLGRV ¿J 

Figura 11.

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 12.

Esta nueva galería puede seguirse a lo largo de unos 70 m y es posible que sus dimensiones fueran algo mayores, especialmente en la zona alta en la que ha sido seccionada por la realización de obras de canalización relacionadas con el abastecimiento a poblaciones cercanas desde el depósito del Cerro de los Palos.

Figura 13.

102

Fuente del Cardenal.En las inmediaciones del lugar en el que se localiza la primera de las galerías descritas, nos encontramos con los restos del arranque de una nueva canalización que captaba el agua de la citada fuente, utilizando para ello una técnica constructiva muy diferente de la descrita hasta ahora. Frente el modelo de zanjas de drenaje hasta ahora conocido, nos encontramos en este caso con una galería construida íntegramente en ladrillo unido con mortero de cal que, a su vez, discurre por el espacio acotado entre dos muros de PDPSRVWHUtDTXHLPSLGHQODV¿OWUDFLRQHV\GDQHVWDELOLGDGDODREUD ¿J\ (QHOWUDPRGHVFXELHUWRVHGRFXPHQWDXQ~QLFR registro que tiene forma cuadrada y se cierra con una losa de granito de la misma forma, similar a las documentadas en algunos pozos documentados en las inmediaciones de la galería de Pozuela 1 a los que hemos hecho referencia. La toponimia, los datos históricos conocidos y el aspecto de algunos de los materiales utilizados, permiten suponer que estamos DQWHHOWUDPRLQLFLDOGHODFDQDOL]DFLyQTXHVLUYLySDUDOOHYDUHODJXDDOD4XLQWDGH0LUDEHOD¿QDOHVGHOVLJOR;9,\TXH\DKHPRV citado en anteriores ocasiones. Su inclusión en este estudio, aunque sea en último lugar, sirve para mostrar la variabilidad y variedad de las estructuras hidráulicas conservadas en la zona de Pozuela y la necesidad de conocer las técnicas aplicadas y el funcionamiento del territorio en cada momento.

Figura 14.

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 15.

Otros.La prospección arqueológica realizada en la zona de Pozuela y en los cigarrales objeto de estudio, ha permitido documentar numerosos restos que pueden pertenecer a otras galerías de drenaje similares a las descritas hasta ahora aunque no sea posible por ahora VXLGHQWL¿FDFLyQGH¿QLWLYDeVWDVyORSRGUiUHDOL]DUVHUHFXUULHQGRDODHMHFXFLyQGHGLIHUHQWHVLQWHUYHQFLRQHVDUTXHROyJLFDVTXH ayuden a superar las dudas que plantea la realización de importantes aterrazamientos y otras alteraciones producidas por la creación de campos de cultivo datados, en su mayor parte, en momentos recientes.

Estudio.De acuerdo con los datos que acabamos de exponer, parece claro que frente a lo publicado en los últimos años, no estamos ante una obra excepcional de cronología antigua ubicada en la antigua Dehesa de Pozuela, sino ante una galería que cuenta con numerosos paralelos cercanos que son, en su conjunto, consecuencia de la generalización de un modelo de captación destinado a permitir la explotación intensiva del territorio en el que se localizan. La realización de galerías destinadas a captar las aguas subterráneas y a permitir su conducción por gravedad a través de terrenos de orografía complicada se documenta desde fechas bastante antiguas en diferentes zonas de la Península Ibérica. Es el caso de las captaciones de época romana de Rabo de Buey en Mérida, Segóbriga, Sexi, Tiermes y Osma, por citar algunas de las más conocidas. Su construcción se basa en una tecnología costosa pero sencilla, perfectamente conocida desde entonces, aunque sólo se utilice en unas pocas obras relacionadas con el suministro hidráulico de los principales centros de población en la Antigüedad. Todos los VLVWHPDVGDWDGRVHQHVRVPRPHQWRVSUHVHQWDQXQDVFDUDFWHUtVWLFDVELHQGH¿QLGDV\XQXVRH[FOXVLYDPHQWHXUEDQRDOQRFRQWHPSODU

104

el aprovechamiento de las aguas por las explotaciones rurales que crecían junto a su trazado que, como luego veremos, debían solventar sus necesidades recurriendo a obras hidráulicas diferentes. En todos y cada uno de los casos antiguos citados en el párrafo anterior, nos encontramos ante elementos pertenecientes a importantes pero excepcionales infraestructuras, a las que siempre se dota de una clara monumentalidad por el valor propagandístico que detentaban, al utilizarse como muestra de la romanidad de las poblaciones a las que servían. Su función como referencia de la ingeniería antigua ha sido sobrevalorado por la capacidad de evocación que aún mantienen sus impresionantes restos y, también, por el evidente desinterés demostrado en el estudio de las obras más recientes, que carecen de ejemplos mínimamente conocidos. Al margen de la destacada apariencia que presentan, su funcionamiento parte de la utilización de los principios técnicos más simples, al primar la utilización de la mano de obra en vez de recurrir a una auténtica ingeniería hidráulica caracterizada por el juego de presiones y conducciones mediante sifones, que sólo se documentan en contados casos como es el del complicado acueducto toledano, coetáneo de los ejemplos que acabamos de citar. Independientemente del tipo de técnica utilizada, en todos ellos se proGXFHODFDSWXUDGHDOJXQDFRUULHQWHKtGULFDVXSHU¿FLDORVXEWHUUiQHDTXHHVODTXHJDUDQWL]DHOIXQFLRQDPLHQWRGHOVLVWHPD$HOODVH SRGtDQVXPDUDORODUJRGHVXODUJRWUD]DGRRWURVFDXGDOHVVHFXQGDULRVFRQHO¿QGHFRQVHJXLUHOLPSRUWDQWHVXPLQLVWURTXHUHTXHUtD la vida de cualquier ciudad en el siglo I d.C. El origen de este tipo de galerías es muy antiguo y algunas de sus variantes adquieren gran importancia en tierras afectadas por la aridez, como son la que existen en buena parte de Oriente Medio, en las que no es posible realizar grandes presas ni captaciones HQVXSHU¿FLH'HHVWDPDQHUDORVFRQGLFLRQDPLHQWRVFOLPiWLFRV\JHROyJLFRVH[LVWHQWHVHQFDGD]RQDGDQOXJDUDODDSDULFLyQGH obras muy diferentes que se conocen genéricamente con el nombre de qanat7RGDVHOODVVRQPLQDVRJDOHUtDVDUWL¿FLDOHVTXHWRPDQ el agua y la transportan hasta un punto elegido por el hombre, utilizando sistemas de funcionamiento muy distintos. Las principales diferencias surgen de la manera en la que se realiza la captación del acuífero que implica la utilización de técnicas constructivas muy variadas, destinadas a aprovechar la mayor cantidad posible de los escasos recursos hídricos disponibles. Básicamente, podemos encontrarnos ante dos tipos de estructuras diferentes. Por un lado con auténticos qanat construidos con técnicas mineras hasta llegar a la fuente natural, generalmente subterránea, que les sirve de inicio. Por otro, ante galerías construidas a cielo abierto en ]RQDVGRQGHQRH[LVWHQHVHWLSRGHPDQDQWLDOHVQDWXUDOHVDXQTXHH[LVWHODVX¿FLHQWHKXPHGDGFRPRSDUDSRVLELOLWDUOD¿OWUDFLyQGHO DJXDTXHHQFKDUFDHOWHUUHQR\IRUPDUXQDSHTXHxDFRUULHQWHDUWL¿FLDOGRWDGDGHFLHUWDHVWDELOLGDGHVWDFLRQDO Al primero de los tipos citados pertenece la totalidad de los conductos subterráneos de época romana que se conocen en la Península Ibérica. Al segundo lo hacen otra serie de obras dadas a conocer en las últimas décadas, que tienen menor longitud y una cronología PXFKRPiVWDUGtD7RGDVHOODVVHKDQSXHVWRHQUHODFLyQFRQODOOHJDGDDRFFLGHQWHGHJHQWHVHLQÀXHQFLDVSURFHGHQWHVGH]RQDV lejanas, dotadas de un bagaje cultural muy diferente del existente en estas zonas de Occidente. El uso de estas galerías construidas a cielo abierto que reciben por ello el nombre de cimbras o tajeas, está documentado en tierras de Palestina en los siglos IX-VIII a.C. y en fechas algo más tardías en diferentes zonas de Irán y el desierto arábigo. En la Península Ibérica se documentan en lugares tan dispares como son Bunyola en Mallorca, Cañete en Cuenca, Puerto Lumbreras en Murcia, la zona de Guadix en Granada y, sobre todo, en la comarca almeriense del Andarax, en la que se aprecia un fenómeno parecido al que empezamos a conocer en Toledo, caracterizado por la documentación de numerosos ejemplos en pequeños valles concentrados en una misma zona. En la mayor parte de los casos citados en esta orilla del Mediterráneo, estamos ante obras datadas en los siglos X-XI d.C., vinculadas a la implantación de nuevos modelos de producción agrícola que surgen en al-Andalus por la generalización de los espacios irrigados de los que luego nos ocuparemos. Su origen ha despertado el interés de numerosos investigadores que han planteado diferentes propuestas de interpretación que, en su mayor parte, acaban relacionándolas con los ejemplos orientales que hemos citado, fundamentalmente con los que se conocen en áreas de Yemen. El problema reside en conocer la vía y los agentes que permitieron su incorporación, ya que pudo darse una llegada directa desde Oriente o bien, de manera indirecta, a través de las comunidades bereberes del norte de África, que desarrollaron una ingeniería parecida y pudieron actuar de intermediarios.

La génesis de un paisaje medieval I

Las galerías toledanas que acabamos de describir pertenecen claramente a este segundo modelo “oriental”, tal y como lo indica su escasa longitud y las características técnicas con las que se construyeron. Su origen, por lo tanto, hay que buscarlo en las nuevas tradiciones agrícolas que llegaron a al-Andalus y permitieron la creación de unos modelos de explotación agrícolas intensivos, que IXHURQORVUHVSRQVDEOHVGHODFRQVROLGDFLyQGHXQPRGHORGHHVWDGRTXHDFDEyGHGH¿QLUVHHQpSRFDFDOLIDO/DFRPSDUDFLyQFRQ las grandes obras romanas conocidas en la misma área cigarralera, en especial con el canal conservado en el campo de maniobras de la Academia de Infantería, muestra que nos encontramos ante infraestructuras muy diferentes que, independientemente de que pudieran tener algún parecido puntual de carácter formal, se encuentran muy alejadas desde el punto de vista ingenieril y sobre todo conceptual. Dicho esto, sin embargo, queda por precisar la cronología de este tipo de sistemas hidráulicos. Sabemos que la tradición romana que sobrevivió en época visigoda constituye un término SRVWTXHPSDUD¿MDUGHDOJXQDPDQHUDODGDWDFLyQGHHVWDVQXHYDVWUDGLFLRQHV agrícolas, lo cual implica su llegada a la península en plena época islámica, en concreto en época califal, en la que se produce la FRQVROLGDFLyQGH¿QLWLYDGHOHVWDGRDQGDOXVt1RREVWDQWHDGHPiVGHHVWRVGRVIDFWRUHVVHxDODGRV±FRQRFLPLHQWRGHODWUDGLFLyQ oriental y establecimiento del nuevo modelo de estado– su eclosión sólo pudo venir de la suma de otros condicionantes, algunos propios del mundo islámico y otros generales a todo el occidente, que comenzaron a darse en el siglo XI. Entre estos nuevos facWRUHVKD\TXHGHVWDFDUHQSULPHUOXJDUODH[SDQVLyQGHPRJUi¿FDTXHKL]RFUHFHUODGHPDQGDLQWHUQDVREUHWRGRXUEDQDORTXH llevó a su vez a la necesidad de poner en cultivo de nuevas tierras que en principio resultaban poco aptas para la agricultura. Otro factor añadido fue el evidente desarrollo tecnológico operado en las sociedades mediterráneas a partir del año 1000, al que se suma, en el caso concreto de al-Andalus, el esplendor cultural y económico de las cortes taifas. Es posible, pues, que los inicios de estos PRGHORVGHEDQVHU¿MDGRVHQpSRFDFDOLIDOPRPHQWRHQTXHVHPXOWLSOLFDQORVFRQWDFWRVFRQHORULHQWHDEDVtSHURHVVLQGXGDHQHO periodo taifa, momento en que advertimos un extraordinario desarrollo del fenómeno urbano y de la cultura técnica, cuando dichos modelos eclosionaron hasta caracterizar el paisaje andalusí.

3.1.2. Pozos y norias.Además de las galerías, en su entorno encontramos otras muchas estructuras hidráulicas que aportan un cierto contexto a las obras que estamos estudiando. Es el caso de los pozos que constituyen el ingenio hidráulico más sencillo y universal. Sus características formales han variado poco desde la Prehistoria, en claro contraste con lo ocurrido con el diseño de la maquinara aplicada a permitir el aprovechamiento regular de sus aguas. Nos referimos a los cigüeñales, tornillos y sistemas de noria, que fueron incorporados a las explotaciones agrícolas en un momento muy concreto y forman parte destacada desde entonces de un paisaje que se ha mantenido vigente hasta hace algunas décadas. En el área de cigarrales son muchos los pozos documentados que, por la escasa variabilidad que presentan, poco o nada pueden aportar al estudio que estamos realizando. En los casos más simples, su uso quedó reservado a permitir algunas prácticas ganaderas o al suministro de las pequeñas viviendas que conocemos en la zona. Mucho más interés tienen las norias por su capacidad para generar pequeños sistemas hidráulicos que posibilitan la formación de reducidos espacios irrigados, similares a los que hemos encontrado en relación con las captaciones en galería. Su importancia radica en el éxito demostrado en la creación de unidades de explotación reducidas que, yuxtapuestas, han permitido la formación de grandes huertas que no hubiera sido posible crear de otra manera. Del total de pozos estudiados, vamos a destacar dos norias que han llegado muy transformadas hasta nuestros días, al tener una evidente relación espacial y probablemente funcional, con las explotaciones en las que hemos documentado las galerías de captación que acabamos de estudiar. En sus inmediaciones, en otros cigarrales como el de Montealegre que quedan fuera del área de estudio, se conservan otros muchos ejemplos asociados a balsas que muestran la importante difusión adquirida por estos ingenios en la zona. 3R]XHOD En las inmediaciones del arroyo de la Pozuela, en una vaguada poco pronunciada ubicada cerca de la primera de las galerías descritas, se localizan los restos de un pozo de sección rectangular que, por sus dimensiones y características constructivas, parece haber servido para la instalación de una noria de la que no se conserva ningún otro resto. En sus inmediaciones se localizan

106

Figura 16.

diferentes bancales que muestran la existencia de una explotación agrícola intensiva que hay que vincular, muy probablemente, con HOXVRGHHVWHLQJHQLR ¿J  3.1.3. Molinos.En la mayor parte de los ejemplos de campos irrigados hispanos datados en la Edad Media se citan otra serie de ingenios que posibilitaban el aprovechamiento integral del agua. Así ocurre con los molinos hidráulicos, cuyo estudio ha cobrado especial protagonismo en las últimas décadas por su presencia en distintos sistemas económicos y sociales, así como por la capacidad de cada uno de ellos de generar máquinas con principios técnicos similares, pero con usos y ubicaciones diferentes, como consecuencia de la distinta gestión y del diferente concepto del agua existente entre el mundo feudal y el andalusí. En el área cigarralera en la que estamos trabajando nos encontramos, por ahora, con los restos de un único molino que se dispone junto al cauce del arroyo de Pozuela que vertebra todo el sector. Se trata de un pequeño molino de cubo del que sólo se conservan la EDVHGHOFDQDOSRUODTXHOHOOHJDEDHODJXD\ORVUHVWRVGHOFXERSURSLDPHQWHGLFKR ¿J /DREUDGHELyVXSHUDUOLJHUDPHQWHORV 3 m de altura y presenta unas características constructivas comunes en este tipo de pequeños ingenios hidráulicos. Destaca, como decimos, el cubo cuadrado al exterior y de planta circular en el interior, en el que se alternan los paramentos de mampostería con los de ladrillo, dispuestos en este último caso en la zona destinada a estar en contacto con el agua por su mayor capacidad para lograr la necesaria impermeabilización. El aspecto de las pocas estructuras que se conservan muestra que estamos ante una obra bastante antigua, similar por lo demás a algunas de las que se conocen en otras zonas cercanas del valle del Tajo. La generalización de los molinos de agua en la Península Ibérica ha sido objeto de debate entre los historiadores, al existir diferentes propuestas sobre su origen. Una de ellas los vincula con la desaparición del modelo esclavista que había primado en la

La génesis de un paisaje medieval I

función y características en las Etimologías de San Isidoro que, conviene precisar, aprovecha fuentes muy variadas que, en muchas ocasiones, poco tienen que ver con la realidad en la que se movía el autor. Sin embargo, y a pesar de que estamos ante un tipo de ingenio que se conoce desde la Antigüedad, la mayor parte de los investigadores plantea un modelo de incorporación a las explotaciones hispanas algo más tardío, al proponer que su llegada, o por lo menos su generalización, se produciría junto a la del resto de Figura 17.

los conocimientos ingenieriles y agrarios que hemos descrito en relación al origen de la agricultura intensiva andalusí en plena

Antigüedad y, por lo tanto, con el inicio de su construcción en época visigoda. Los argumentos en los que se basa esta propuesta carecen de refrendo arqueológico más allá de la docu-

Edad Media. Su amplísima y rápida distribución se produciría gracias a la existencia de una realidad económica y social con-

mentación de alguna factoría en la Galia en época bajoimperial o de la dudosa propuesta realizada sobre los molinos de cubo documentados en las inmediaciones de la villa romana de Santa María de Abajo en Carranque (Toledo). Su defensa se basa en algunas disposiciones jurídicas incluidas en el Fuero Juzgo y, sobre todo, en la aparición de referencias a ingenios con esta

creta que encontramos en el ámbito islámico, aunque muy poco después o incluso en fechas parecidas, se produjera un fenómeno de generalización parecido en el área feudal. Esta utilización de los mismos principios tecnológicos para cubrir necesidades similares en cada uno de los ámbitos políticos y culturales existentes en la Península Ibérica dio lugar a inmue-

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bles próximos pero no exactamente iguales, al disponerse sobre el territorio de una manera muy diferente. En los molinos andalusíes predomina su inclusión en los espacios irrigados pero en una relación subordinada dentro de la posible cadena de aprovechamienWRVDOSULPDUHOXVRGHODJXDSDUD¿QHVDJUtFRODV&RQVHFXHQFLDGHWRGRHOORIXHODHGL¿FDFLyQGHPROLQRVTXHFDUHFtDQGHEDOVDR GHFXDOTXLHURWURVLVWHPDGHDOPDFHQDPLHQWRSURSLR\VXFRQVWUXFFLyQDO¿QDOGHORVHVSDFLRVLUULJDGRVGHORVTXHIRUPDQSDUWHHQ los que, en ocasiones, actúan como elemento visible de cierre. A este modelo pertenecen los molinos estudiados en lugares como el Alto Maestrazgo dentro de la provincia de Castellón y buena parte de los que se conocen en Mallorca o en zonas de Andalucía. En el caso de los molinos feudales catalanes, especialmente de los que se documentan a partir del siglo X, el ingenio deja de ser un elemento auxiliar para convertirse en la pieza básica del sistema, al servir de herramienta para la extracción de rentas que eran las que permitían el funcionamiento del sistema social imperante. Su ubicación se realizaba atendiendo a los condicionantes estricWDPHQWHWpFQLFRVHQIXQFLyQGHOPHMRUDSURYHFKDPLHQWRGHODVDJXDVDXQTXHHVRVLJQL¿FDUDODPHUPDGHODFDSDFLGDGGHULHJR del curso hidráulico sobre el que se construía. La consecuencia más visible de todo ello fue la construcción de complejos dotados GHLPSRUWDQWHVEDOVDVTXHVHDGRVDEDQDOFXERFRQHO¿QGHJDUDQWL]DUHOIXQFLRQDPLHQWRGHOPROLQRLQFOXVRHQpSRFDVGHHVFDVH] También se diferencian por su ubicación en lugares no necesariamente relacionados con las explotaciones agrícolas intensivas que, en caso de existir, quedaban reducidas a pequeños huertos destinados a satisfacer el consumo de la unidad familiar que permitía el funcionamiento de la pequeña factoría. El estudio del molino de Pozuela, muestra que estamos ante un caso similar a los que hemos descrito en relación con los espacios LUULJDGRVDQGDOXVtHVDOFDUHFHUGHFXDOTXLHUWLSRGHEDOVD\GLVSRQHUVHHQHOHVWUHFKDPLHQWRTXHPDUFDHO¿QDOGHOWUDPRDOWRGHO valle de la Pozuela en el cierre de un espacio en el que documentamos la mayor parte de las explotaciones que venimos estudiando. Su posición y características constructivas encajan perfectamente con un entorno físico y cultural en el que están presentes el resto de los elementos hidráulicos descritos hasta ahora, con los que el molino se relaciona directamente, al formar parte de un proyecto diseñado de forma íntegra desde su origen. Todo ello nos permite avanzar una cronología relativa para el mismo anterior a la llegada de los usos feudales con la conquista cristiana de 1085.

3.2. Otras evidencias arqueológicas: infraestructuras viarias, espacios productivos y poblamiento.Siguiendo el modelo de estudio que nos hemos propuesto, llega el momento de analizar otras estructuras que acompañan espacial y funcionalmente a las hidráulicas que acabamos de describir. Su documentación, aunque sea de una manera sumaria, permite completar la visión del paisaje cultural generado en un determinado momento de nuestra historia, que había quedado completamente olvidado.

3.2.1. Caminos.Son, como decíamos al principio, los ejes articuladores del territorio y uno de los elementos más evidentes de su construcción VRFLDODOUHÀHMDUORVPRGHORVGHH[SORWDFLyQ\GHSREODPLHQWRTXHORFDUDFWHUL]DQ En líneas generales, y sin entrar en la descripción de la totalidad de las evidencias documentadas, nos encontramos ante una trama GHFDPLQRVPX\FRPSOHMDTXHVHFRQVHUYDSDUFLDOPHQWHDOKDEHUVXIULGRXQLPSRUWDQWHSURFHVRGHVLPSOL¿FDFLyQHQpSRFDVUHcientes. Los datos documentales y la prospección arqueológica muestran la existencia de numerosas estructuras viarias, hoy apenas SHUFHSWLEOHV ¿J TXHFXHQWDQFRQXQDDQFKXUDUHGXFLGDSUHVHQWDQQXPHURVRVWUDPRVWDOODGRV\HQSDUWHHQFDMDGRVHQODURFD y forman una trama tupida que nada tiene que ver con los caminos vinculados a los espacios ganaderos que han primado en el valle de Pozuela desde el siglo XIV. La existencia de tanto y tan pequeño camino hay que relacionarla con la aparición de pequeñas propiedades agrícolas y residenciales que actuaron como impulsoras de la red que empezamos a conocer. Su estudio muestra la existencia de un modelo de aprovechamiento intensivo del espacio muy diferente del que conocemos en los últimos siglos, que, lógicamente, nos dirige de nuevo a un panorama próximo al que hemos podido deducir del estudio del resto de los elementos estudiados hasta ahora en época medieval.

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 18.

3.2.2. Campos de cultivos.La totalidad de las obras descritas en este estudio se relacionan, como hemos podido comprobar, con unos espacios que presentan XQDVFDUDFWHUtVWLFDVPX\FRQFUHWDV6HWUDWDGHWLHUUDVDFRWDGDV\QLYHODGDVGHIRUPDDUWL¿FLDOTXHUHJXODUL]DQODFRPSOLFDGDRURJUDItDH[LVWHQWHHQOD]RQDKDVWDFRQVHJXLUODIRUPDFLyQGHVXSHU¿FLHVPiVRPHQRVKRPRJpQHDVTXHHQDOJ~QFDVRD~QVLUYHQSDUD albergar plantaciones de olivos en lugares concretos de Pozuela y, sobre todo, en algunos de los cigarrales que hemos estudiado. La creación de estos espacios productivos está ligada a la construcción de bancales, generalmente no muy altos, que son una huella PiVGHORVPRGHORVGHH[SORWDFLyQDJUDULRVEDVDGRVHQHOULHJRTXHH[LVWLHURQHQOD]RQD ¿J  Todas y cada una de las galerías y pozos estudiados se relacionan directamente con estas estructuras y los espacios que crean, ya que obviamente ell0s eran el punto de destino de las aguas que captaban. Su presencia permite ofrecer a nuestras obras hidráulicas XQ¿QSUy[LPR\OyJLFRHQIXQFLyQGHORVHVFDVRVFDXGDOHVGLVSRQLEOHVTXHQRQHFHVLWDGHH[SOLFDFLRQHVIRU]DGDVQLGHDYHQWXUDGDV propuestas relacionadas con la construcción de largas canalizaciones que, salvo en el caso de la excepcional obra del acueducto URPDQRTXHWLHQHVXRULJHQHQ/D$OFDQWDULOODQRVHGRFXPHQWDQHQOD]RQDKDVWD¿QDOHVGHOVLJOR;9,\GHPDQHUDPXFKRPiV VLJQL¿FDWLYDDSDUWLUGHOVLJOR;,;GHDFXHUGRFRQORTXHKHPRVSRGLGRFRPSUREDUFRQDQWHULRULGDG

3.2.3. Espacios residenciales.Por último y de forma igualmente rápida, vamos a ocuparnos de los numerosos espacios residenciales documentados en la zona de estudio, que son el último de los elementos arqueológicos que vamos a valorar. Tal y como ocurría con los caminos y los campos de cultivo, la totalidad de las estructuras destinadas a la captación de agua se localizan en las inmediaciones de antiguos espacios habitados de los que tenemos alguna información arqueológica y abundante documentación histórica que luego estudiaremos. Se WUDWDGH\DFLPLHQWRVPX\GLIHUHQWHVHQWUHVtTXHUHÀHMDQODH[LVWHQFLDGHXQKiELWDWFRPSOHMRHQHOTXHHQFRQWUDPRVSHTXHxDV SREODFLRQHVFRPSDFWDVMXQWRDSHTXHxRVDVHQWDPLHQWRVDLVODGRVTXHKD\TXHUHODFLRQDUFRQVLPSOHVFDVHUtRV¿QFDVGHH[SORWDFLyQ de carácter unifamiliar o, incluso, espacios de recreo vinculados con el modo de vida urbano.

110

Figura 19.

La génesis de un paisaje medieval I

Ambas realidades forman parte habitual del modelo de poblamiento directamente relacionado con el auge de los espacios irrigados que, como venimos diciendo, tuvo lugar en el siglo X. La implantación de este sistema de explotación en amplios sectores GHDO$QGDOXVFRLQFLGLyFRQHO¿QDOGHORVPRGHORVGHSREODPLHQWREDVDGRVHQODWUDGLFLyQDOGHDQDYLVLJRGDRHQODVSULPHUDV SREODFLRQHVIRUWL¿FDGDVHPLUDOHVTXHVHGRFXPHQWDQHQGLIHUHQWHV]RQDVGHOD3HQtQVXOD/RVGDWRVSRQHQGHPDQL¿HVWRTXHVREUH esos modelos se impone otro muy distinto basado en la alquería como unidad básica de explotación del medio rural. Su creación y generalización se debe al establecimiento de nuevas relaciones de poder entre las comunidades rurales y el estado omeya, que permitió el auge producido durante el califato y su mantenimiento en los posteriores reinos de taifas. Estas alquerías presentaban unas características relativamente homogéneas salvo en el entorno de los principales núcleos urbanos, debido a la capacidad mostrada por éstos para proyectarse hacia el área rural y generar nuevas formas de propiedad y explotación. Su proximidad permitió la implantación de zonas dedicadas al aprovechamiento intensivo de la tierra, pero también a satisfacer las QHFHVLGDGHVGHRFLRGHODVFODVHVXUEDQDV5HVXOWDGRGHWRGRHOORIXHODDSDULFLyQGH¿QFDVGLIHUHQWHVTXHSRGHPRVUHODFLRQDUFRQ los EXU\ y almunias que citan las fuentes documentales en los entornos de las principales ciudades. En el área cigarralera nos encontramos ante asentamientos extensos, tipo alquería, relacionados con las captaciones y campos de cultivo existentes en la zona alta de Pozuela y en un único caso en la zona más baja, en las inmediaciones del molino que, como GHFtDPRVPDUFDEDHOFLHUUHJHRJUi¿FR\FXOWXUDOGHOHVSDFLRHVWXGLDGR'HDFXHUGRFRQORVSRFRVGDWRVTXHVHSXHGHQDSUHFLDUD simple vista, parece que estamos ante poblaciones sencillas, en algún caso con evidencias de posibles cierres, que se disponen sobre las pequeñas alturas que dominan las tierras destinadas a la agricultura irrigada. Están formadas por un número indeterminado de casas construidas con características muy similares, de las que sólo se conserva el zócalo de mampostería. Su estudio muestra la SUHVHQFLDGHXQDVDOLQHDFLRQHVEiVLFDVTXHUHÀHMDQXQDFODUDRUGHQDFLyQLQWHUQDIUXWRGHODQHFHVDULDDUWLFXODFLyQH[LVWHQWHHQWUH VXVSREODGRUHV ¿J  La atribución de esta serie de yacimientos a época andalusí se debe al estudio del modelo territorial al que pertenecen, pero, tamELpQDOKDOOD]JRGHDOJXQDVSLH]DVTXHDSRUWDQXQDFURQRORJtDDEVROXWDSDUD¿MDUHOXVRGHVXVSULQFLSDOHVHVWUXFWXUDV1RVUHIHULmos al hallazgo de una moneda de época taifa en el asentamiento ubicado a escasos metros de la gran galería de Pozuela, que sirve SDUDIHFKDUODXWLOL]DFLyQGHHVWD]RQDUHVLGHQFLDOUHODFLRQDGDGLUHFWDPHQWHFRQODJUDQREUDKLGUiXOLFD ¿J 

Figura 20.

112

No muy lejos de ella y en las inmediaciones de nuevos campos de cultivo, se documentan los restos de una nueva construcción que por lo reducido de su planta y evidente fortaleza, permiten VXSRQHUTXHQRVHQFRQWUDPRVDQWHXQDQXHYDWRUUHHGL¿FDGDVRbre un zócalo de mampostería de forma cuadrada, que sirve de EDVHDXQDFRQVWUXFFLyQGHIRUPDFLUFXODU ¿J 

Figura 21.

Junto a estas evidencias nos encontramos también con otra serie de estructuras menos evidentes que también formaron parte del mismo paisaje rural periurbano. Nos referimos a las torres o EXU\ que citan las fuentes, que son objeto de debate por parte de distintos investigadores que ven en ellas, tanto la expresión de la autonomía de las comunidades rurales, como el dominio ejercido por las gentes de la ciudad. Su presencia se describe por los geógrafos árabes hispanos del siglo XI, en el entorno de ciudades como Lérida, Sevilla, Málaga o la propia Toledo En el valle de Pozuela se reconoce el cuerpo bajo de una construc-

6LQ HPEDUJR HO FDVR PiV VLJQL¿FDWLYR SDUD LQWHUSUHWDU HVWDV IRUWL¿FDFLRQHV DLVODGDV OR WHQHPRV HQ HO FLJDUUDO GH 0HQRUHV Nos referimos a la estructura documentada recientemente en las excavaciones arqueológicas realizadas en el interior de esta propiedad, que se dispone sobre un cerro granítico desde el que se domina visual y militarmente el espacio en el que se localiza la noria de tiro y el campo de cultivo asociado, a los que hemos WDPELpQKHFKRUHIHUHQFLDFRQDQWHULRULGDG ¿J  Se trata de una estructura rectangular construida sobre una meVHWDHQEXHQDSDUWHDUWL¿FLDOTXHVLUYLyGHEDVHSDUDODFRQVWUXFción de un pequeño cigarral en el siglo XVI que, entre otras cosas, provocó la ocultación de la primitiva estructura. Su hallazgo en relación con un entorno tan concreto, permite reconocer un PRGHORGH¿QFDGHVFULWDSRUORVDJUyQRPRVDQGDOXVtHVHQVXV WUDWDGRVFDUDFWHUL]DGRSRUODH[LVWHQFLDGHXQRVHOHPHQWRV¿MRV como eran la captación de agua, la balsa, el campo de cultivo nivelado, la valla de piedra y la torre.

Esta serie de hallazgos permite reinterpretar algunos de los pocos ción de planta circular que, por sus dimensiones y características conocidos con anterioridad en la zona. Nos referimos al conjunto IRUPDOHVSXGRSHUWHQHFHUDXQDGHHVWDVSHTXHxDVIRUWL¿FDFLRQHV de estructuras y materiales localizados en las excavaciones arqueo ¿J 6HWUDWDGHXQDHGL¿FDFLyQHQSULQFLSLRDLVODGDDXQTXH lógicas realizadas en el cerro del Bu en la década de los años 80 ubicada sobre un campo de cultivo relacionado con la tercera de del pasado siglo. Destaca una amplia serie de cerámicas fechadas las captaciones en galería antes descritas, que puede ofrecer inteen su mayor parte en la primera mitad del siglo X, no tanto por su resantes datos sobre el modelo de implantación de las alquerías tipología, sino por haberse puesto en relación con unas importantoledanas y, sobre todo, sobre su probable evolución posterior en WHVHVWUXFWXUDVLGHQWL¿FDGDVFRPRIRUWL¿FDFLRQHVTXHVyORSRGtDQ relación con la presión ejercida desde la ciudad.

La génesis de un paisaje medieval I

Figura 22.

Figura 23.

Figura 24.

pertenecer a un esfuerzo notable como era el que realizó Abd alRahman III en el cerco de Toledo datado en los años 931-932.

HVWDEDFRURQDGDSRUXQDWRUUH(OUHVWRGHODVIRUWL¿FDFLRQHVDVRciadas, a pesar de su aspecto e importancia visual, son en realidad

6XLGHQWL¿FDFLyQFRQXQDIRUWL¿FDFLyQFDOLIDOVHEDVyHQODH[LVtencia de referencias documentales a la conocida como Torre de los Diablos que se encontraba en este espacio de acuerdo con lo que dice un documento fechado en el año 1156, en el que se cita la existencia de esta construcción y su estado de abandono. Sin embargo, el estudio comparado de las estructuras y materiales con

muros de aterrazamiento destinados a permitir el cultivo del majuelo que nos describen las fuentes documentales. De hecho, el estudio de todo lo encontrado, muestra que nos encontramos ante un hábitat perfectamente integrado en el territorio, que cuenta con una cronología mucho más amplia que la que habría que suponer para una fortaleza efímera. También, que se trata de un yacimiento similar a los que se conocen en la zona que no requieren de ninguna interpretación de carácter militar. Su importancia radica en la posibilidad que ofrecen de aportar una crono-

los pocos que conocemos en el resto de yacimientos que hemos localizado, así como una nueva lectura de los documentos citaGRVSHUPLWHQSODQWHDUTXHQRHVWDPRVDQWHXQHVSDFLRIRUWL¿FDGR logía precisa para el origen de estos asentamientos en el siglo X y relacionado con el esfuerzo del poder cordobés para controlar la FRQ¿UPDUVXSHUYLYHQFLDKDVWDHOPRPHQWRGHODFRQTXLVWDFULVrebeldía de Toledo, sino ante una propiedad más perteneciente a tiana en que alguno de ellos, como ocurre en este caso, sufren un algún miembro de la comunidad local que, como otras muchas,

proceso de cambios que implica el abandono de la construcción.

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