Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

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Descripción

SERIE EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS TOLEDO

Torres, cigarrales y trincheras El cigarral de Menores

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“Torres, cigarrales y trincheras: el Cigarral de Menores” %DS#IENTĥlCOS*ORGE-ORĥNDE0ABLOS*ESŊS#ARROBLES3ANTOS

TÍTULO DEL PROYECTO

ESTUDIO DEL MEDIO FÍSICO

ESTUDIO DEL PAISAJE CULTURAL

Geología, geomorfología e hidrología: Fernando Tapias

EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE TOLEDO.

Medio Natural: Carlos Fernández Calvo

LOS CIGARRALES Cigarral de Menores

PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA

LOCALIZACIÓN T.M. Toledo

Arqueólogos: Mario López Recio, Laura Benito, Rocío Víctores, Jose Manuel Illán, Jose Manuel Curado y Gonzalo Calle

ENTIDADES PROMOTORAS

Estudio de Materiales: Ernesto Agustí, Laura Benito y Jose Manuel Curado

REAL FUNDACIÓN DE TOLEDO EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA

CONSORCIO DE TOLEDO

Dirección: Jorge Morín de Pablos y Francisco José López Fraile COORDINACIÓN DEL PROYECTO Paloma Acuña (Real Fundación Toledo)

Arqueólogos: Mario López Recio, Laura Benito, Rocío Víctores, Jose Manuel Illán, Jose Manuel Curado y Gonzalo Calle

Soledad Sánchez-Chiquito (Consorcio de Toledo) ESTUDIO MATERIALES CONSULTORÍA ARQUEOLÓGICA

Cerámicos: Ernesto Agustí

Departamento de Arqueología, Paleontología y Recursos Culturales

Numismáticos: Luis González Carrasco

AUDITORES DE ENERGÍA y MEDIO AMBIENTE, S.A.

TOPOGRAFÍA

Calle Felipe Campos, 3

Carlos Sobrino

28002 MADRID CARTOGRAFÍA Y 3D INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

Francisco José López Fraile

Revisión de Carta Arqueológica y Expedientes. Prospección arqueológica y toma de muestras polínicas,

GIS

antracológicas y carpológicas

Luis Rodríguez Avello

Excavación arqueológica DOCUMENTACIÓN Irene Criado

DIRECCIÓN CIENTÍFICA Jesús Carrobles Santos

DIRECCIÓN EDITORIAL DEL VOLUMEN

Jorge Morín de Pablos

Esperanza de Coig O´Donnell DIRECCIÓN EDITORIAL DE LA SERIE Esperanza de Coig O´Donnell y Jorge Morín de Pablos

© DE LA PRESENTE EDICIÓN, LOS AUTORES EDITA: AUDEMA S.A. ISBN: 978-84-16450-16-9 Depósito Legal: M-6720-2016 Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores.

indice Introducción Histórica *ESÚS CARROBLES Y *ORGE MORÍN .................................................................................................................................................................................................. 9 I

II

Estudio del medio físico

FERNANDO T!0)!39CARLOS CALVO ................................................................................................................................................................................................ 13 III

Fuentes documentales para el estudio del Cigarral de Menores en los siglos XVI y XVII

IRENE CRIADO .................................................................................................................................................................................................................................... 21 IV

0ROSPECCIķNARQUEOLķGICA

*ESÚS CARROBLES Y *ORGE MORÍN ................................................................................................................................................................................................. 29 V

2ESULTADOSDELAPROSPECCIķNARQUEOLķGICA

*ESÚS CARROBLES Y *ORGE MORÍN ................................................................................................................................................................................................. 33 VI

Excavación del Cigarral 3

*ESÚS CARROBLES, FRANCISCO *OSÉ Lâ0%:FRAILE Y *ORGE MORÍN ........................................................................................................................................... 97 VII

Conclusiones

*ESÚS CARROBLES, FRANCISCO *OSÉ Lâ0%:FRAILE Y *ORGE MORÍN ........................................................................................................................................ 127 VIII

Estudio de materiales

ERNESTO AGUSTÍ, LUIS G/.:³,%:CARRASCO Y *ORGE MORÍN ...................................................................................................................................................145 IX

Estudio carpológico y palinológico de la excavación del Cigarral 3

MANUEL CASAS ............................................................................................................................................................................................................................... 181 X

!LQUERĥAS ALMUNIAS TORRESYATALAYASENELCIGARRALTOLEDANOANDALUSĥ

ANTONIO MALALANA ....................................................................................................................................................................................................................... 203 XI

"IBLIOGRAFĥA..................................................................................................................................................................................................................... 229

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

X

!LQUERĥAS ALMUNIAS TORRESYATALAYASENEL cigarral toledano andalusí

ANTONIO MALALANA UREÑA 5NIVERSIDAD#%53AN0ABLO Entre mediados del siglo X y el siglo XV, los escritores árabes subrayan la riqueza agrícola de Toledo, reconociendo, la mayoría de ellos, la importancia del Tajo como eje YHUWHEUDGRUGHOODFLXGDG\VXWHUULWRULR(O¿OyVRIRMXULVWDFLHQWt¿FRHKLVWRULDGRUGHOD ciencia, Said al-Andalusi, incluiría una descripción del río en su obra TabaqƗt al-Umam (Categoría de las naciones). Escrito en Toledo alrededor de 1068, el retrato a su paso por la ciudad es el siguiente: «Cuando se ensancha el río, después de dejar la angostura, la corriente va más serena hasta que llega a la ‘Puerta de Toledo’ (BƗb Tulaytula), por donde sale el sol en verano. Forma una curva al sur de la ciudad y se estrecha el cauce del río bajo ‘El Puente’ (al-Qantara), que tiene un solo arco y es de imponente fábrica. Después sigue el curso y rodea la ciudad de Toledo por toda la parte meridional hasta donde se pone el sol en invierno. De esta manera llega a rodear la ciudad en dos tercios de su circuito»1. Asimismo, varios cronísticas y geógrafos, como aO5Ɨ]Ư SULPHUDPLWDGGHOV; DO %DNUƯ V;, \,EQ*ƗOLE V;,, GHVWDFDQODSDUWLFXODULGDG de las tierra de pan, junto a la calidad del trigo y de otras especies vegetales apreciadas23RUHMHPSOR,EQণD\\ƗQ habla del «monopolio del cultivo del azafrán»3. Otros, concretamente, citan la capacidad de los sistemas irrigados, bien con la canalización del agua desde el Tajo, bien con ODFRQVWUXFFLyQGHJUDQGHVQRULDV ¿J  Por tanto, no es extraño que aO,GUƯVƯ V;,, UHVDOWDVHODIHUWLOLGDGGHORVFDPSRVHQ donde las huertas producían «en cantidad prodigiosa frutos de una belleza y una bondad extraña»4. Con todo, esta visión admirable de riqueza y de fertilidad de los campos se extendería allende la capital de la región, pues tanto aO5Ɨ]ƯFRPRDOণLP\DUƯ FDV XV), ampliarían esta mirada a las «ricas aldeas agrícolas» del contorno, cuyas tierras estaban protegidas por «solidas fortalezas»5. 1 Vallvé, J., La división territorial de la España musulmana. Madrid: CSIC, 1986, pp. 142-143. $O%DNUƯ *HRJUDItD GH (VSDxD .LWƗE DOPDVƗOLN ZDOPDPƗOLN , introducción, traducción y notas de Eliseo Vidal Beltrán. Zaragoza: Anubar, 1982, p. 25. ,EQণD\\ƗQ&UyQLFDGHO&DOLIDµ$EGDUUD‫ۊ‬PƗQ,,,DQ1Ɨ‫܈‬LUHQWUHORVDxRV\ DO0XTWDbis V), traducción, notas e índices por M.J. Viguera y F. Corriente. Zaragoza: Anubar Ediciones, IHAC, 1981, p. 239. /pYL3URYHQoDO(³/D©'HVFULSWLRQGHO¶(VSDJQHªG¶$তPDQDO5Ɨ]Ư´Al-Andalus, vol. XVIII,  S$O5Ɨ]Ư&UyQLFDGHO0RUR5DVLVYHUVLyQGH$MEƗU0XOࠉNDO$QGDOXVGH$‫ۊ‬PDGLEQ 0X‫ۊ‬DPPDGLEQ0ࠉVjDO5Ɨ]ƯURPDQFHDGDSDUDHOUH\GRQ'LRQLVGH3RUWXJDOKDFLD SRU0DKRPDGDODULIH\*LO3pUH]FOpULJRGHGRQ3HULDQHV3RUoHO, [edición multidisciSOLQDUSUHSDUDGDSRU@'&DWDOiQ\06GH$QGUpV0DGULG*UHGRVSS$O,GUƯVƯ Description de l’Afrique et de l’Espagne, traducción, notas y glosario de R. Dozy y M.J. Goeje. Leyde: E. J. Brill, 1866, pp. 178-179; Geografía de España, textos preparados por R. Dozy y M.J. *RHMH9DOHQFLD$QXEDUSS9DOOYp-³8QDGHVFULSFLyQGH(VSDxDGH,EQ*ƗOLE´ $QXDULRGH¿ORORJtD, nº. 1, (1975), pp. 376-378. $O5Ɨ]Ư Crónica del Moro Rasis, p. 66. $OণLP\DUƯ Le Péninsule Ibérique au Moyen Age,

Fig. 1a. Azudas Vega Alta. Toledo. Anton van den Wyngaerde. 1563. Biblioteca Nacional de Viena.

Fig. 1b. Azuda en la Vega Baja. Toledo. Ambrogio Brambilla. 1585. Biblioteca Nacional de España.

Fig. 1c. Azuda en la Vega Alta. Panorámica de Toledo. José Arroyo Palomeque (ca. 1720). BPET

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Esta apreciación se acentuaría tras la capitulación de Toledo en favor de Alfonso VI. Si concedemos autoridad a las palabras Ibn al.DUGDEnjVHQVXFUyQLFDKitƗb al-iktifƗ›, este recoge la iniciativa del rey castellano-leonés, quien se vio obligado a destinar 100.000 dinares, cantidad que distribuiría entre los campesinos afectados por las campañas militares, incluyendo el cerco sobre Toledo, con HO¿QGHPDQWHQHUODDFWLYLGDGDJUtFROD\SRUWDQWRDVHJXUDUVHIXWXUDVFRVHFKDV (QGH¿QLWLYDORVDXWRUHVDQWHULRUPHQWHFLWDGRVGHVWDFDUtDQGH7ROHGRGRVHOHPHQWRVVXULTXH]DDJUtFRODHQGRQGHVHUHFDOFDQODV EHOODVKXHUWDV\ODDEXQGDQFLDGHLQJHQLRVFRPRODVQRULDVMXQWRDODSUHVHQFLDGHXQDGHQVDUHGGHKiELWDWVUXUDOHV\GHIRUWL¿FDciones. Evidentemente, estos datos nos dan pie para comentar una serie de aspectos de la organización territorial, en concreto de ODVH[SORWDFLRQHVDJUtFRODV DOPXQLDV\DOTXHUtDV \GHXQDVHULHGHHOHPHQWRVIRUWL¿FDGRV DWDOD\DVWRUUHV\burǔ) en el entorno inmediato de la PDGƯQD toledana. Desde el punto de vista administrativo, durante el Califato, al-Andalus se articula en NnjUDVy PDGƯQDVfronterizas, que a su vez, se subdividen en distritos (DTƗOƯP, singular, LTOƯP). Este segundo nivel territorial tendrá como objetivo crear demarcaciones de carácter tributario. En cada LTOƯPGRPLQDEDXQDSREODFLyQIUHFXHQWHPHQWHIRUWL¿FDGDGHDKtTXHVHODVLGHQWL¿TXHFRPR‫ۊ‬L‫܈‬Q. El LTOƯP a su vez se estructura con demarcaciones tributarias menores: las alquerías. Junto al‫ۊ‬L‫܈‬Q, la defensa del territorio se completaba con la presencia de torres (EXUǔy atalayas). En bastantes ocasiones el concepto de alquería y EXUǔse fusionan, conformando la misma unidad. Igualmente, el espacio estudiado se integraba en la denominada Marca o Frontera Media, que tras la desintegración GHO&DOLIDWRGDUtDSDVRDOD7DLIDGH7ROHGRXQDGHODVGHPD\RUH[WHQVLyQWHUULWRULDOFRQXQDHQURPHLQÀXHQFLDSROtWLFDHFRQymica y cultural para el resto de al-Andalus.

1. El grupo de atalayas andalusí de los Cigarrales Toledo, como tema de estudio, ofrece enormes posibilidades. Tenemos como elementos de inspiración distintos ámbitos, como ODFLXGDGLQWUDPXURVODVYHJDVORV&LJDUUDOHVHWF6LQHPEDUJRHOSUHVHQWHWH[WRVLHQGR¿HODOWtWXORGHEHOLPLWDUVHDOHVSDFLR cigarralero. Aquí nos interesa destacar una serie de puntos, enclaves que parecen distribuirse siguiendo algún tipo de patrón, principalmente el militar y el de explotación y organización social del territorio. Consecuentemente, nos referimos a un sistema de atalayas erigido para circundar la ciudad de Toledo y a las torres asociadas a las almunias y a las alquerías. Nuestro primer análisis se centrará en el estudio de las atalayas, conjunto que tendría como destino desempeñar una doble función: proteger y controlar Toledo. Este tipo de sistema defensivo no es infrecuente en al-Andalus, pues contamos con varios sistemas de atalayas a lo largo de la Marca Media, concretamente entre Talavera (Toledo) y Medinaceli (Soria). Dichos grupos serían los de Talavera, Madrid y Medinaceli-Gormaz. &RPRSXQWRGHSDUWLGDGLVSRQHPRVGHDOJXQDVUHIHUHQFLDVGH,EQণD\\ƗQ en el Muqtabis V, cronista que aporta dos pasajes a tener en cuenta. En el primero, relacionado con la Campaña de Zaragoza del año 325 (19 noviembre 936 - 7 noviembre 937), cuenta lo VLJXLHQWHµ$EGDUUDতPƗQ,,,XQDYH]SDFL¿FDGDOD0DUFD,QIHULRUVHGLULJLyD*XDGDODMDUDFRQVXHMpUFLWRHQUXWDKDFLDODFDSLWDO de la Marca Superior. Acampado allí unos días daría las órdenes necesarias para distribuir, desde Talavera hasta Atienza, hombres, pertrechos y provisiones, «reparando y consolidando las fortalezas, torres y atalayas dañadas con excelente construcción». Al año siguiente, una vez consolidada la Marca Superior, hizo lo mismo entre Atienza y Lérida, logrando una frontera guarecida y un país apaciguado6. Este pasaje indica la presencia de un sistema estructurado para la defensa de al-Andalus, con una “frontera” dispuesta a la sombra del Sistema Central y articulada en función de una serie de rutas, principalmente aquellas que comunicaban, por ejemplo, Mérida con Zaragoza; pero también, un antiguo itinerario que circulaba a los pies de la Sierra entre Plasencia y Medinaceli. Asimismo, era transcendental la defensa de aquellos pasos vitales entre las dos Mesetas7. Precisamente, para proteger los puertos y sus caminos G¶DSUqVOH.LWƗEDU5DZR‫ڲ‬DOPLҵ‫ܒ‬ƗUIƯ‫ې‬DEDUDODۘ‫ܒ‬ƗUG¶,EQ‫ޏ‬AbdDO0XQҵLPDO‫ۉ‬LP\DUƯ7H[WHDUDEHGHVQRWLFHVUHODWLYHVjO¶(VSDJQHDX3RUtugal et au Sud-Ouest de la France, edición de E. Lévi-Provençal, Leiden, E.J. Brill, 1938, pp. 160-161; .LWDEDUUDZLGDOPLҵWDU, traducido por M.P. Maestro González, Valencia, Anúbar, 1963, p. 269. ,EQণD\\ƗQ&UyQLFDGHO&DOLIDµ$EGDUUD‫ۊ‬PƗQ,,,DQ1Ɨ‫܈‬LU, pp. 295 y 315. 7 Sáez Lara, F., Malalana Ureña, A. y Martínez Lillo, S., “Poblamiento y red viaria en la marca media. Un comienzo de aproximación (ss. VIIIX)”, en Behrmann, R. de y Bueno Ramírez, P. (eds.), II Congreso de Arqueología Peninsular. Tomo IV Arqueología Romana y Medieval. Madrid: Universidad de Alcalá, 1999, pp. 537-554. Rodríguez Morales, J.L. y Sáez Lara, F., “Las atalayas entre Talavera y Talamanca: ¿un limes de época

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

asociados, se crearon varios sistemas jerarquizados en donde las atalayas desempeñan un conjunto de funciones transcendentales para la vida de los musulmanes, pues no solo servirían de almenaras, sino que protegían y controlan las comunidades rurales circundantes, tanto con respecto a los hábitats como a la explotación de los recursos, principalmente agrícola y ganadero. Tanto la Historia Silense como Primera Crónica General, recalcan que las torres de Bordecorex fueron erigidas para salvaguardar la vida de los labradores, las labores agrícolas y al ganado8. Indiscutiblemente, por grupos, tenemos las atalayas relacionadas con los puertos del Pico y de Casillas, en la ruta que comunicaría Ávila con Talavera. Principalmente, son las atalayas del Cerro de San Vicente, Segurilla y El Casar9, cabeza de puente para la PDGƯQD talaverana y el paso del Tajo. Sin entrar a debatir otras posibilidades, ahora tenemos los dos grupos de la Sierra de Guadarrama. Un conjunto menor, formado por las atalayas del Collado de la Torrecilla y de Torrelodones, se distribuye por la Sierra del Hoyo. Ambas, están orientadas hacia los puertos centrales de la Sierra, como los de la Fuenfría, Tablada, Leones y Navacerrada y escudan la antigua vía romana que conectaba Segovia y Toledo. El conjunto mayor, constituido por las de El Berrueco, Arrebatacapas, Venturada y El Vellón, está asociado al sistema de defensa y ocupación del territorio a lo largo del curso del Jarama, con epicentro en Talamanca, y tiene en cuenta el Puerto de Somosierra, los puentes del Lozoya (Buitrago) y del Jarama (Talamanca) y varios vados, siendo la primera referencia de la vía que enlazaba las tierras allende el Duero con Toledo a través de los cauces del Lozoya, Jarama y Tajo10. Tomando como referencia los trabajos arqueológicos realizados en las de Arrebatacapas y El Vellon, L. Caballero y A. Mateo-Sagasta, dataron las cuatro atalayas a meGLDGRVGHOVLJOR;GXUDQWHHOJRELHUQRGHµ$EGDUUDতPƗQ,,,11. El último de los grupos, el más complejo y nutrido, protege uno de los puntos más desprotegido de toda la frontera, no solo porque la barrera montañosa se desvanezca, sino por encontrarse en un posición de frontera real, de ralla, entre al-Andalus y Castilla. ToPDQGRFRPRSXQWRVFODYHODLPSRQHQWHIRUWDOH]DGH*RUPD]VLWXDGDHQODPDUJHQFRQWUDULDGHO'XHURMXQWRDOSXHQWHIRUWL¿FDGR FRQVWUXLGRDVXVSLHV\ODFLXGDGDPXUDOODGDGH0HGLQDFHOLWHQHPRVXQDWXSLGDUHGGHIRUWL¿FDFLRQHVGLVWULEXLGDVDORODUJRGH los ríos Duero, Escalote, Torete y Bordecorex, que suponen, no una, sino varias rutas de acceso directas entre ambos territorios12. Dicho esto, ahora podemos incluir un nuevo grupo de atalayas, y aunque se encuentra situado a gran distancia de la Sierra, al marJHQGHODIURQWHUDGHEtDHVWDUYLQFXODGRFRQORVFRQMXQWRVGH7DODYHUD\GHO-DUDPD(IHFWLYDPHQWHODVHVWUXFWXUDVLGHQWL¿FDGDV hasta la fecha están ubicadas en la margen derecha del Tajo, emplazadas por tierras cigarraleras, manteniendo una relación directa con la ciudad de Toledo. Con toda probabilidad, formaban parte de este sistema jerárquico complejo un número aún por determinar de torres, entre las que encontraríamos, la Atalaya de las Nieves13, Pozuela 1, Pozuela 2 y una cuarta en el entorno del paraje de la Degollada. Curiosamente, algunas de ellas fueron incorporadas por El Greco en varias de sus obras paisajísticas. /DSLQWXUDGHHVWHJULHJRHVXQUHIHUHQWHLFRQRJUi¿FRSDUDLQYHVWLJDUHOSHU¿OXUEDQtVWLFRGHODFLXGDG\VXHQWRUQRD¿QDOHVGHO siglo XVI. Las pinturas a tener en cuenta, principalmente las vistas, serían Vista y plano de Toledo (ca. 1600) y Vista de Toledo andalusí?, en &RQJUHVRHVSDFLRVIRUWL¿FDGRVHQODSURYLQFLDGH7ROHGR. [Toledo]: Diputación Provincial, 2005, pp. 481-507. 8 Historia Silense, ed. de F. Santos Coco. Madrid: Sucesores de Rivadeneira, p. 78. Primera Crónica General, ed. de R. Menéndez Pidal. Madrid, 1906, p. 488. 9 Martínez Lillo, S., “Arquitectura militar de ámbito rural en la Marca Media (DOܑDJUDODZVD‫)ܒ‬. El alfoz de Talabira: antecedentes y evolución”, en Boletín de Arqueología Medieval, nº 4 (1990), pp. 135-172. 10 Caballero, L. y Mateo-Sagasta, A., “El grupo de atalayas de la sierra de Madrid”, en Madrid del siglo IX al XI. Madrid: Comunidad de Madrid, 1990, pp. 65-77. Malalana Ureña, A., Martínez Lillo, S. y Sáez Lara, F., “La ruta del Jarama y su entorno en época andalusí”, en Segura Graiño, C. (ed.), Orígenes históricos de la actual Comunidad Autónoma de Madrid. La organización social del espacio en la Edad Media. Madrid: AlMudayna, 1995, pp.139-181. Martínez Lillo, S., Sáez Lara, F, y Malalana Ureña, Antonio: “La aplicación de los SIG como planteamiento de la organización del espacio en la Marca Media andalusí: el sistema de atalayas en la Cuenca del Jarama (Madrid)”, en Baena, J., Blasco, C. y Quesada, F. (eds.): en Los S.I.G. y el análisis espacial en arqueología. Madrid: UAM, 1997, pp. 273-308. 11 Caballero, Luis y Mateo-Sagasta, Alfonso: “El grupo de atalayas de la sierra de Madrid”, pp. 66 y 77. 12 Llull, P.; Huete, M. y Molina, J., “Un itinerario musulmán de ataque a la frontera castellana en el siglo X: fortalezas, castillos y atalayas entre Medinaceli y San Esteban de Gormaz”, en Castillos de España, nº 93, (1987), pp. 3-14. Caballero, L. y Mateo-Sagasta, A., “Atalayas musulmanas en la Provincia de Soria”, en Arevacon, 14, (1988), pp. 9-15. 13 En su momento C. Delgado ya especulaba con un origen andalusí de la Atalaya de las Nieves y las comparaba con las de Madrid. Delgado Valero, C., “Torre de la Atalaya”, en Malagón del Cerrón, R., Arquitectura de Toledo. Del romano al gótico. Toledo: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1991, pp. 160-161.

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Fig. 2. Vista y plano de Toledo. El Greco (ca. 1600). Museo de El Greco (Marías, 2014: 118-119)

FD $OPDUJHQGHHVWDGRVPDJQL¿FDVREUDVHOSDLVDje toledano es un temática recurrente para dotar a los cuadros de un ambiente reconocible. El Greco repite ciertas perspectivas hasta convertir el horizonte en un tapiz, en un escenario convertido en una referencia visual para el espectador. Así, el eje formado por el Puente de Alcántara y el Alcázar puede descubrirse en varios trabajos, como en San Martín y el pobre (1597-1599), La Inmaculada Concepción Ovalle (1607-1613) y San José con el Niño (1597-1599). Finalmente, su gran vista resurge casi al completo, como fondo, en la propuesta mitológica Laoconte (ca. 1610). Un ejemplo diferenWHVLJQL¿FDWLYRSDUDQXHVWURWUDEDMRVHUiODAlegoría de la Orden Camaldulense FD SXHVHOiPELWRSDLVDMtVWLFRUHÀHMDGRHVHO cigarralero. Ahora, para abordar la problemática de las atalayas, trabajaremos con tres de las títulos citados: Vista y plano de Toledo, Laoconte y Alegoría de la Orden Camaldulense, compuestas alrededor de 1600.

Fig. 3. En la parte superior, en la vertical sobre el Puente de Alcántara, SRGHPRV GLVWLQJXLU HO SHU¿O GH XQD DWDOD\D Vista y plano de Toledo. El Greco (ca. 1600) (Marías, 2014: 118-119)

La Vista y plano de Toledo ¿J   QRV UHFXHUGD XQ WUDEDMR DQWHrior, Toledo, de 1563, pero dibujado por otra mano, la del de pinWRU$QWRQ YDQ GHQ :\QJDHUGH (O JULHJR \ HO ÀDPHQFR GHELHURQ de utilizar un emplazamiento similar para observar la ciudad. Por WDQWR GHEHPRV GH RWRUJDU HO PLVPR JUDGR GH ¿GHOLGDG D ORV GRV SHU¿OHV6LQHPEDUJR(O*UHFRKDLQFOXLGRFLHUWDVSLQFHODGDVGHO entorno de la ciudad, detalles que nos permiten avanzar en nuestro conocimiento para el periodo andalusí. Especialmente, en el ángulo superior izquierdo de la pintura, en la perpendicular del puente IRUWL¿FDGRGH$OFiQWDUD(QDTXHOOXJDUSRGHPRVUHFRQRFHUVLQGL-

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

Fig. 4. Frente de Toledo. Guerra Civil (1938-1939) Panorámica nº 30. Desde el observatorio frente a la casa de las Nieves (Colección privada)

Fig. 5. Atalaya de las Nieves en la actualidad

¿FXOWDGHOSHU¿OHVWLOL]DGRGHXQDDWDOD\D ¿J  Como hipótesis, el punto de localización de dicha estructura, dentro del área cigarralera, se situaría, en una cota de 580 m., en un paraje próximo a la ciudad. El lugar elegido deberíamos buscarlo en una de las elevaciones situadas entre los arroyos de la Degollada y de la Rosa. Razonablemente, por su posición, no tendríamos que confundir esta torre con la de Las Nieves. Aunque coincidan en ODFRWD P HVWi~OWLPDIXHHGL¿FDGDPXFKR más a la izquierda, a una distancia de 5.000 m. en línea recta desde el Puente de Alcántara, y su ¿QDOLGDGSDUHFHUHODFLRQDUODFRQHOFRQWUROGHXQ importante cruce viario. La Atalaya de las Nieves se conserva casi comSOHWDDXQTXHFRQYDULDVPRGL¿FDFLRQHVSRVWHULRUHVDVXRULJHQ\IXHLGHQWL¿FDGDHQODVRelaciones de Felipe II como la «torre de la Talaya cabe las nieves»14. Por su parte, las Descripciones del 14 Viñas, C. y Paz, R., 5HODFLRQHVKLVWyULFRJHRJUi¿FR

Fig. 6. Atalaya de las Nieves. Foto Castillos de Toledo. Cortesía de Miguel Montana

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Cardenal Lorenza, en la respuesta para Villaluegan de la Sagra, y al citar el castillo del Águila, indica que desde este se «descubren otros castillos de otras poblaciones, y Alcázar de Toledo, atalaia de las Nieves, Almonacid, Moras»15. La torre se localiza en el paraje de las Nieves, en la cota 580 m., dominando los cortados del 7DMR IUHQWH DO DFWXDO 3ROtJRQR ¿JV  D 6). El emplazamiento elegido destaca por una situación ventajosa para controlar los accesos a la PDGƯQD desde el camino de Aranjuez. Allí, se unían dos itinerarios básicos, la propia ruta del Jarama y la vía hacia Zaragoza, que junto a otros dos caminos, el de Córdoba y el de Talavera, WRGRVFRQÀXtDQHQHO3XHQWHGH$OFiQWDUD Arquitectónicamente, la planta de la torre es circula -su diámetro ca. 4.55 m.-, con un alzado cilíndrico ligeramente ataludado para la pared exterior -su altura ca. 10 m.-, y un aparejo formado por mampuesto concertado de mediano tamaño. A unos cuatro kilómetros de distancia, tenemos otras posibles atalayas, las de la Pozuela, cuyas estructuras están situadas en el valle del Arroyo de la Pozuela16.

Fig. 7. Alegoría de la Orden Camaldulense. El Greco (ca. 1600). Instituto Valencia de Don Juan (Marías, 2014: 2005)

estadísticas de los pueblos de España hechas por iniciativa de Felipe II. Reino de Toledo (Tercera parte). Madrid: CSIC, 1963, p. 520. 15 Porres de Mateo, J.; Rodríguez de Gracia, H. y Sánchez González, R., Descripciones del Cardenal Lorenzana (Archivo Diocesano de Toledo). Toledo: IPIET, 1986, p. 645. 16 Carrobles Santos, J. et al., “Raíces medievales de los paisajes culturales de Toledo: los

)LJ(QODSDUWHVXSHULRUGHOFXDGURVREUHODVFROLQDVSRGHPRVGLVWLQJXLUHOSHU¿OGHGRVDWDOD\DVAlegoría de la Orden Camaldulense. El Greco (ca. 1600). Instituto Valencia de Don Juan (Marías, 2014: 2005)

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

Fig. 9. Laoconte. El Greco (ca. 1610). National Galery of Art, Samuel H. Kress Collection. Disponible en: http://www.nga.gov/content/ngaweb/Collection/art-objectpage.33253.html

Como punto de partida, de nuevo, vamos a recurrir a la pintura de El Greco, de los tres cuadros ya señalados, visionaremos a fondo la Alegoría de la Orden Camaldulense ¿J  $¿QDOHVGHOVLJOR;9,GRVIUDLOHV italianos de la Camáldula intentaron establecer dicha religión en las cercanías de Madrid. En España encontraron el amparo de Pedro Laso de la Vega y Figueroa, quien promovería la iniciativa con la aportación espacios irrigados de origen andalusí”, en Carrobles Santos, J. y Morín de Pablos, J. (eds.), Los paisajes culturales GHODFLXGDGGH7ROHGRORVFLJDUUDOHV Dehesas, espacios irrigados, torres, cigarrales y trincheras. BAR International Series, 2638. Oxford. British Archaelogical Reports, 2014, pp. 126-127.

)LJD$OREVHUYDUODOtQHDGHOKRUL]RQWHVREUHHOSHU¿OGHODVHOHYDFLRQHVGHORV&LJDUUDOHVWDQWRDODL]TXLHUGD como a la derecha de la imagen, podemos distinguir la silueta de varias torres. Laoconte. El Greco (ca. 1610). National Galery of Art, Samuel H. Kress Collection. Disponible en: http://www.nga.gov/content/ngaweb/Collection/ art-object-page.33253.html

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Fig. 10b. Detalle de una de las torres, con acceso en altura. Laoconte. El Greco (ca. 1610). National Galery of Art, Samuel H. Kress Collection. Disponible en: http://www.nga.gov/content/ngaweb/Collection/art-object-page.33253.html

Fig. 11. Zócalo de la torre Pozuela 1

de cierto aparato propagandístico. Encargaría a El Greco la realización de dos lienzos, uno de ellos sería la Alegoría (Marías, 2014: 204-206). En esta pintura, la Camáldula es un espacio circular, cerrado, ordenado, jerarquizado, ajardinado y urbanizado. Dentro del círculo se distribuyen ordeQDGDPHQWH XQD VHULH GH HGL¿FLRV ±LQWHUSUHWDGR SRU 0DUtDV FRPR ermitas-. Salvo dos, la mayoría han sido diseñados con una arquitectura gemelar. La excepción la representan un templete, situado, mas o menos, en el centro la circunferencia, y un conjunto mayor FX\RSHU¿OHVSHUIHFWDPHQWHUHFRQRFLEOHHLGHQWL¿FDEOHFRQHOFLJDrral del Cardenal Quiroga. El resto GHORVHGL¿FLRV±ODVHUPLWDVHVWDrían inspirados en las viejas almunias o en los nuevos cigarrales que los sustituirían. Y, para completar el cuadro, el pintor dibujó un horizonte muy elevado, en donde el paisaje se cierra con una línea de FROLQDV HQ FX\R SHU¿O SRGHPRV distinguir la silueta de dos atala\DV ¿J   ,QGXGDEOHPHQWH (O Greco se inspiro en los Cigarrales para construir su Camáldula imaginaria. Como complemento volveremos a utilizar la Vista y plano de Toledo ¿J FRPSOHWDQGRODREVHUvación con el Laoconte ¿J   pues las dos son una representación similar de la ciudad.

Fig. 12. Restos de la torre Pozuela 2

Al observar la línea del horizonWHVREUHHOSHU¿OGHODVHOHYDFLRnes de los Cigarrales, podemos distinguir la silueta de varias estructuras. Al menos dos de ellas, XQDFRQPD\RUGH¿QLFLyQSDUHFH que cuentan con acceso en altura ¿J   En todos los ejemplos, SRGUtDPRV LGHQWL¿FDU HVWDV GRV estructura defensivas con los restos localizados en el paraje de la Pozuela.

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

Fig. 13. Mapa de situación de las cuatro atalayas.

Ambas, aunque muy próximas entre sí, fueron erigidas para cumplir la doble funcionalidad de almenara y de hito para el control GHOWHUULWRULRFLUFXQGDQWH/DHVWUXFWXUDGHQRPLQDGD3R]XHOD ¿J VLWXDGDHQXQHPSOD]DPLHQWRHVWUDWpJLFRHQODFRWD dominaba un amplio espacio territorial de ámbitos diferenciados. Arquitectónicamente, es de planta circular, de alzado cilíndrico y FRQDSDUHMRIRUPDGRSRUPDPSXHVWRFRQFHUWDGRGHPHGLDQRWDPDxRV6RORVHFRQVHUYDHO]yFDORTXHDGHPiVIXHPRGL¿FDGRFRQ posterioridad, durante la Guerra Civil española, seguramente para adaptarla a las necesidades republicanas en el frente de Toledo. 6HSDUDGDVSRUXQRVFXDWURFLHQWRVPHWURVWHQHPRVODVHJXQGDDWDOD\DGHOD]RQD/D3R]XHOD ¿J *UDFLDVDVXXELFDFLyQ HQXQDFRWDDOJRVXSHULRUSXHGHFRQWURODUWRGRHVWHYDOOHLQWHULRU3UiFWLFDPHQWHDUUDVDGDDQLYHOGHVXSHU¿FLHse documentan los restos de un zócalo de mampostería de planta cuadrangular que sirve de base a la estructura cilíndrica. Teniendo en cuenta el sistema de atalayas de la Sierra madrileña, en donde las torres se distribuyen estratégicamente por el territorio, en emplazamientos separados por varios kilómetros y que siempre mantendrían un contacto visual jerarquizado, creemos que, al menos, una de ellas, controlaba el acceso a Toledo desde el sudoeste, desde los Montes de Toledo. Precisamente, por aquí transita una ruta alternativa a la Cañada Segoviana, que cruzaba el Tajo por el Puente de San Martín, itinerario que conducía a los rebaños hacia los Montes. (QGH¿QLWLYDHVWDVFXDWURDWDOD\DVIXHURQHULJLGDVHQSXQWRVHVWUDWpJLFRVUHODFLRQDGRVFRQHOFRQWUROYLVXDO\GHH[SORWDFLyQGHO WHUULWRULRFLUFXQGDQWHGH7ROHGRSHURWDPELpQFRQHOREMHWLYRSROLYDOHQWHGHGHIHQGHURGHYLJLODUODFLXGDG ¿J /DIXQFLyQ GHHVWHFRQMXQWRGHDOPHQDUDVVHFRPSOHWDEDFRQXQDH¿FD]WDUHDGHREVHUYDFLyQVREUHODUHGYLDULDTXHFRQYHUJtDRSDUWtDGHOD medina, incluidos los cruces de caminos y los vados. Para comprender el valor de la red local de atalayas deberíamos de tener en cuenta cierto episodio, quizá determinante para la FRQ¿JXUDFLyQGHXQVLVWHPDGHDOHUWD\FRQWUROSDUD7ROHGRGXUDQWHHOVLJOR; Los inicios del gobierno de µ$EGDUUDতPƗQ ,,, QR IXHURQ IiFLOHV WHQLHQGR TXH KDFHU IUHQWH D YDULD UHYXHOWDV VLHQGR ODV PiV complejas las impulsadas desde las Marcas. Toledo es uno de los lugares que tendría que doblegar. La denominada Campaña de 7ROHGRFRQXQLQWHQVRFHUFRVREUHODFLXGDGVHH[WHQGHUtDHQWUHORVDxRV\&RPRSDVRSUHYLRIXHQHFHVDULRFRQ¿UPDU HOGRPLQLRHIHFWLYRVREUHOD0DUFD0HGLDIXQGDPHQWDOPHQWHVREUHDTXHOORVOXJDUHVTXHHVWDEDQEDMRODLQÀXHQFLDGHODmadƯna toledana. En los enclaves rebeldes, cuya población aún no acataba en poder de Córdoba, fueron empujadas a buscar refugio y a recluirse tras sus murallas. /DSULPHUDDFDPSDGDIXHHQ&KDOHQFDVHULJLHQGRDOOtPLVPRXQUHFLQWRLGHQWL¿FDGRHQODVIXHQWHVFRPR0DGƯQDWDOIDW‫( ۊ‬ciudad de la conquista), que terminaría por convertirse en un campamento urbanizado. $Q1Ɨ‫܈‬LU, atareado con otros asuntos de gobierno, no estuvo presente durante todo el cerco, dejando la responsabilidad a los caídes, que dispusieron de un ejército numeroso y bien pertrechado. Dicho cerco fue haciéndose insostenible para los toledanos, sobre todo al impulsar los sitiadores «construcciones y YLJLODQFLDª(QDJRVWRGHWUDVXQDVHJXQGDFDPSDxDHQFDEH]DGDSRUHOFDOLIDODFLXGDGVHUHQGLUtDµ$EGDUUDতPƗQ,,,KDFLD su entrada triunfal en Toledo, iniciando, de manera inmediata, las obras necesarias para reconstruir y mejorar las defensas de una

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ciudad que ahora estaba sometida17. Señala Ibn ণDOGnjQHQHO.LWƗE$O‫ޏ‬ibar (Libro de la evidencia), que desde entonces los “toledanos” se mantendrían en obediencia (Machado Mouret, 1967: 383-385). 'HODGHVFULSFLyQGHMDGDSRUHOFURQLVWD,EQণD\\ƗQQRVLQWHUHVDXQKHFKRORVFDtGHVHVWUHFKDURQHOFHUFRVREUH7ROHGR©FRQ construcciones y vigilancia». Quizá pudiéramos interpretarlo como un conjunto de actuaciones, entre las que se encontraría la HGL¿FDFLyQGHXQJUXSRGHDWDOD\DVFRPRVLVWHPDGHYLJLODQFLDIRUPDGRHQWUHRWUDVFRQVWUXFFLRQHVODVHULJLGDVHQORV&LJDUUDOHV Por su tipología constructiva, parece coetáneo a los grupos de Talavera y Guadarrama. Recordemos, que durante el Emirato y el &DOLIDWRODFRQ¿JXUDFLyQGHODVIURQWHUDVWLHQHQXQDGREOHIXQFLRQDOLGDGGHIHQGHUDO$QGDOXVGHORVHQHPLJRVH[WHULRUHVSHUR también de los interiores, así se constituye una ordenación militar del territorio de carácter ambivalente, que para la Marca Media, serviría, tanto para contener las ofensivas de leoneses y castellanos, como para controlar a la inestable Toledo18.

$OPXQLDV\DOTXHUtDV7RUUHUHVLGHQFLDO\EXUǔ Al-Andalus, desde el punto de vista territorial, se articula en NnjUDVy PDGƯQDVAmbas se subdividen en distritos (LTOƯP). Frecuentemente, a la cabeza del LTOƯPDSDUHFHXQDSREODFLyQHQFODYHIRUWL¿FDGRR‫ۊ‬L‫܈‬Q. El LTOƯP a su vez se subdivide en demarcaciones menores o alquerías (TDUƯD (QFRQMXQWRODVWUHVQLYHOHVVHLQWHJUDQHQODUHGGHIRUWL¿FDFLRQHVTXHGHEHSURWHJHUODVIURQWHUDV exteriores e interiores, pues tanto las capitales de las NnjUDVcomo las PDGƯQDV son ciudades amuralladas, los husûn (plural de ‫ۊ‬L‫܈‬Q) VXHOHQLGHQWL¿FDUVHFRQIRUWDOH]DVGHHQWLGDG\ODDOTXHUtDHVXQDDOGHDSURWHJLGDFRQDOJ~QWLSRGHIRUWL¿FDFLyQKDELWXDOPHQWH una fuerte torre o EXUǔ. Además de la vertiente militar, LTOƯP\DOTXHUtDVRQGHPDUFDFLRQHVGHWLSR¿VFDOSRUORTXHHQFDGDFDVR son cabeza de distritos tributarios. (QHVWHPRPHQWRQRVLQWHUHVDFRPSUHQGHUXQSRFRPiVHOVLJQL¿FDGRGHODDOTXHUtD6HWUDWDGHXQDFRPXQLGDGUXUDORDOGHD cuyos pobladores se dedicaban a la explotación agrícola y ganadera de la región. Habitualmente lo lugares elegidos para los hábitats, cercanos a cauces de arroyos y ríos, buscaban un emplazamiento en una posición, más o menos elevada, como las terrazas ÀXYLDOHVXELFDFLyQTXHSRVLELOLWDEDHOGRPLQLRYLVXDOVREUHHOWHUULWRULRFLUFXQGDQWH'HVGHHOSXQWRGHYLVWDGHODGLVWULEXFLyQ del hábitat, en ocasiones se trata de un pequeño grupo de casas, en otras, comprobamos como se ha transformado en un conjunto mayor, perfectamente urbanizado. Por otro lado, uno de los elementos distintivos, que emerge visible desde varios kilómetros a la UHGRQGD\TXHWDPELpQIXQFLRQDFRPRXQLFRQRSDUDODSURSLDFRPXQLGDGHVODFRQVWUXFFLyQGHXQDWRUUHHGL¿FDFLyQPLOLWDUTXH VHFDUDFWHUL]DSRUVXVJUDQGHVGLPHQVLRQHV,GHQWL¿FDGDWDPELpQFRPREXUǔdesempeñaba una doble función, la de refugio y la GHJUDQHURIRUWL¿FDGR(QHOODVHSURWHJHQRVRORORVH[FHGHQWHVGHODFRVHFKDWDPELpQVHFXVWRGLDODVFDQWLGDGHVVHxDODGDVFRPR impuestos en especias para la demarcación tributaria. Asimismo, los pobladores de la alquería podrían ser los integrantes de una sola familia, amplia, o varias familias, que contaban con algún tipo de vínculo que generaba fuerte lazos de parentesco. A partir del siglo X, pero sobre todo durante el siglo XI, como consecuencia del cambio del modelo de propiedad de la tierra, en perjuicio del pequeño propietario y en favor de los grandes terratenientes, algunas de las alquerías serían gobernadas desde las ciudades. P. Guichard y B. Soravia, a partir de una de las IDWZƗVGH,EQ5XãGDEXHORGH$YHUURHVYDQDGH¿QLUFLHUWDVFDUDFWHUtVWLFDVGHO mundo rural valenciano del siglo XI, modelo que podría hacerse extensivo a otras zonas de al-Andalus. Desde el punto de vista de la propiedad, partimos de un sistema con pequeños y medianos propietarios dependientes tributariamente del Estado. Sin embargo, el aumento de las exigencias tributarias de las taifas pudo romper el equilibrio, dando paso a una «apropiación abusiva» de tierras por la clase dirigente. Parece que las explotaciones agrícolas de las alquerías, principalmente en las zonas hortícolas periurbanas, pertenecerían a las clases ciudadanas acomodadas19. 8QRGHORVHMHPSORVPHMRUHVWXGLDGRVGHDOTXHUtDHVOD%R¿OOD 9DOHQFLD 20, aunque podemos encontrar modelos más próximos, en la Marca Media, como el de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara)21, cuya torre y emplazamiento, no solo domina su ,EQণD\\ƗQ&UyQLFDGHO&DOLIDµ$EGDUUD‫ۊ‬PƗQ,,,DQ1Ɨ‫܈‬LU, pp. 213-214, 216 y 238-239. 18 Manzano Moreno, E., “Madrid, en la frontera omeya de Toledo”, en Madrid del siglo IX al XI. Madrid: Comunidad de Madrid, pp. 1990, 115129: La frontera de Al-Andalus en época de los omeyas. [Madrid]: CSIC, 1991. 19 Guichard, P. y Soravia, B., Los reinos de taifas. Fragmentación política y esplendor cultural. Málaga: Editorial Sarriá, 2006, p. 175. 20 López Elum, P., /DDOTXHUtDLVOiPLFDHQ9DOHQFLD(VWXGLRDUTXHROyJLFRGH%R¿OODVLJORV;,DO;,9. Valencia, 1994. 21 García-Soto Mateos, E. y Ferrero Ros, S., “Excavaciones en el despoblado musulmán de Los Casares (Riba de Saelices, Guadalajara): campañas de 1998, 1999 y 2000)”, en E. García-Soto Mateos y M.Á. García Valero (eds.): Actas del Primer Simposio de Arqueología de Guadalajara.

Alquerías, almunias, torres y atalayas en el cigarral toledano andalusí

demarcación, también una de las encrucijadas de la red viaria andalusí. Este patrón podría aplicare a otros lugares, también en la provincia de Guadalajara, como en La Cueva Harzal en Olmedillas, con materiales fechados en el siglo XI, emplazamiento que controla un paso natural entre el valle del Henares y tierras soriana22%XMDUUDEDOOD7RUUHGHORV0RURVGH0HPEULOOHUDHGL¿FDGD HQXQHVFDUSHVREUHHOUtR%RUQRYD7RUUHVDYLxDQFRQXQSHU¿OTXHUHÀHMDXQDDPSOLRFRQWUROGHOWHUULWRULRLQFOXLGDVXDOTXHUtD23; La Gavia (Madrid); o Segóbriga, Madrigueras y Villajos en el cauce del Cigüela (Cuenca y Ciudad Real)24 son otros casos recientemente analizados. A la postre, estamos hablando de aldeas, entidades territoriales perfectamente delimitadas, con algún tipo de protección y conectaGDVDODUHGYLDULDDQGDOXVt3RURWUDSDUWHDOJ~QHVWXGLRKDLQWHQWDGRFXDQWL¿FDUVXQ~PHURSRULTOƯP, tarea compleja por disponer de datos incompletos. No obstante, creemos que su distribución dependería del ‫ۊ‬L‫܈‬Q. Además, considerando que, tanto la capital de la NnjUDy la PDGƯQD también formaban un distrito, contarían con una red propia de alquerías. Precisamente, la cercanía de la capital impulsaría un tejido más denso y concentrado de aldeas, arraigándose de forma más dispersa cuanto más se alejasen de la protección de los recintos murados. Para conocer la red de alquería de la PDGƯQD de Toledo, disponemos del estudio de A. González Palencia dedicado a los mozárabes locales25. El valor añadido de la investigación se encuentra en la trascripción y edición de 1151 documentos. Este trabajo, no solo es imprescindible para conocer numerosos aspectos de Toledo para los siglos XII y XIII, también lo es como fuente de información para indagar en la etapa anterior, concretamente para el siglo XI. En concreto, ciertos aspectos del modelo de exploración y RUJDQL]DFLyQGHOWHUULWRULRDQGDOXVtFRQODLGHQWL¿FDFLyQGHXQDVHULHGHDOTXHUtDV\DOPXQLDV6LDFHSWDPRVODWUDGXFFLyQGHORV textos y la información aportada, Toledo habría contado con una red de alquerías enorme, con una distribución muy tupida y con XQDMXULVGLFFLyQWHUULWRULDOPtQLPD'HKHFKRFUHHPRVTXHPXFKDVGHODVDOTXHUtDVLGHQWL¿FDGDVKDEUtDTXHLQWHUSUHWDUODVGHRWUD manera. Por ejemplo, en uno de los citados documentos, del año 1210, doña Teresa, esposa que fue de Don Rodrigo, hermano y heredero de Malbib, vendía a Martín Micael, hijo del alguacil don Micael Domínguez ben Otmán ben Guazlán, la parte que le pertenecía a Malbib en la alquería de Yepes. En la misma transacción se incluía la venta de «la parte de la alquería de Fontes, que es de la alquería de Yepes»26$TXtVHGHVFULEHXQKHFKRFRQWUDGLFWRULRODLGHQWL¿FDFLyQGHXQDDOTXHUtDGHQWURGHRWUDDOTXHUtD SRUWDQWR)RQWHVKDEUtDTXHLGHQWL¿FDUODFRQXQDKHUHGDGRXQDDOPXQLDORFDOL]DGDGHQWURGHODDOTXHUtDGH
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