Almansa en la Guerra de los Siete Años. Un ejemplo de sorteo de quintas.

July 26, 2017 | Autor: A. Arráez Tolosa | Categoría: Almansa, Sorteo quintas, Guerra Siete Años
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Descripción

Historia y Patrimonio

Almansa en la Guerra de los Siete Años: un ejemplo de sorteo de quintas Granadero, Regimiento de Murcia, con la fecha de su fundación. Ilustración de 1791

Como nos anuncia su nombre, este conflicto bélico discurre durante los siete años de 1756 a 1763, enfrentando a Gran Bretaña y Prusia contra Francia, Austria y Rusia. España, sabiamente, consiguió mantenerse neutral hasta sus postrimerías: el 4 de enero de 1762, a raíz de la firma del Tercer Pacto de Familia con Francia, le será declarada la guerra por Inglaterra, recelosa ante dicho acuerdo. Finalizadas las hostilidades con la firma del Tratado de París, el 10 de febrero de 1763, será Francia la gran derrotada, pues entregaba su imperio colonial americano en manos inglesas. Nuestro país salió bastante bien librado, ya que si bien cedía la Florida a Inglaterra, recibía la Luisiana de Francia a modo de compensación. Tras esta somera introducción veremos de qué manera este conflicto afectó a las vidas de los almanseños del momento, para lo cual nos basaremos en las fuen-

tes escritas, como son los Libros de Actas Capitulares, sitos en el Archivo Histórico Municipal de Almansa. Así, habremos de dirigirnos al Cabildo de 30 de noviembre de 1762, diez meses después del inicio del conflicto, en donde leemos la necesidad de celebrar un sorteo “de dos milicianos, por haber fallecido en el hospital de la ciudad de Cartajena Joseph de Campos, y Nicolas Lopez que lo eran del contingente de esta misma villa…” Estos soldados eran almanseños pertenecientes al contingente de milicias (15 soldados) que a la villa le correspondía enviar al regimiento provincial, el Regimiento de Murcia, decidiéndose los nombres a través de sorteo. Hay que recordar que el sorteo de quintas, junto al reclutamiento y la leva forzosa, era uno de los tres sistemas para abastecer de efectivos a los regimientos. Por tanto, era necesario reponer esas dos vacantes, 13

previéndose hacerlo a través del acostumbrado sorteo entre todos los mozos almanseños. Seleccionándose para ello todos los solteros y viudos sin hijos, de edad de entre 18 y 40 años, y con una estatura mínima de cinco pies (1,40 m) como marcaban las Ordenanzas Militares. Con tales características, por tanto, leemos que “se declararon por habiles para dicho sorteo diez y seis mozos…” A continuación encontramos el sistema de sorteo: “…poniéndolos en una cantarilla con sus nombres, hapellidos y los de sus padres leiendolas todas las zedulas una por una dicho señor cura, y en otra cantarilla se echaron catorze zedulas en blanco y dos que dicen soldado higualmente leidas en alta voz por dicho señor…” Es decir, que se introducían en una cantarilla o cántaro los nombres de los mozos y en otra dos cédulas o notas con la palabra soldado y el resto en blanco. Extrayéndose alternativamente una

(1) TERÁN, Manuel de. Discurso sobre los medios de que pudiera usarse para el reemplazo del exército, sin quintas ni sorteos, tanto en el Principado de Cathaluña, como en todos las demás provincias del Reyno, Barcelona, 1776.

Hospital de Cartagena hacia 1904.

cédula de cada cántaro para ser leídas por el párroco, siendo seleccionados aquellos mozos que extrajeran las notas de soldados junto a sus nombres. Un sistema sencillo y a la vista de todos. Y así, los elegidos fueron: “Miguel (hijo) de Miguel Soroa y Cathalina Nabarro” y “Juan (hijo) de Gil Yñiguez y María Bonete”. Con lo que finaliza el presente cabildo de 30 de noviembre de 1762. Avancemos ahora cinco días, al 4 de diciembre, en cuya acta capitular encontraremos las reseñas de ambos mozos, que reproducimos a continuación: “Miguel (hijo) de Miguel Soroa y Cathalina Nabarro. Natural de esta villa, hedad diez y ocho años, ojos pardos; pelo castaño claro y sin barba y estatura cinco pies”. “Juan (hijo) de Gil Yñiguez y María Bonete. Natural de esta villa, hedad veinte años ojos pardos, picado de biruelas, y buen cuerpo y estatura cinco pies, una pulgada y tres líneas”.

Destaca la baja estatura de ambos mozos (1,40 m y 1,43 m respectivamente), algo común en la población de la época, producto de la menor calidad y cantidad de la alimentación. También era común la proliferación de plagas como la peste bubónica, la viruela y el paludismo, fomentadas por las escasas medidas de higiene, que debilitaban en extremo la salud de los supervivientes. Tras este examen de los dos mozos finaliza este cabildo con el nombramiento “…por comisario para la conducción de dichos dos soldados milizianos a la ciudad de Carthagena al Señor Don Francisco Antonio Ossa y Soriano capitular de este Aiuntamiento…” para su inserción en el Regimiento de milicias de Murcia. Es apropiado recordar en estos momentos lo que significaba para los jóvenes de aquella época ser elegido como soldado de milicias. Se enfrentaban a ¡doce 14

años! de servicio a cambio de un escaso salario y en medio de una férrea disciplina, ya que “la masa de los soldados de todos los exercitos se compone del poltrón, del atrevido, del turbador de la quietud de su familia y de su pueblo y del fanático, a quienes sólo una rígida y constante disciplina puede poner en orden y hacer útiles a la sociedad”1. Disciplina en extremo necesaria ante la baja calidad de la tropa proveniente de los otros dos sistemas de alistamiento: la recluta, que atraía gente sin nada que perder en la vida, desesperados e indigentes. Y la leva forzosa, realizada directamente sobre los denominados “vagos, malentretenidos y quimeristas”, para cubrir las vacantes de los regimientos. Es fácil, por tanto, adivinar el ambiente entre la tropa. Sólo los sorteos de quintas solían mejorar la calidad de los recursos humanos del ejército: buenos y jóvenes muchachos, generalmente campesinos, como hemos visto. También existía un perjuicio para sus familias, al perder dos fuertes brazos tan necesarios para las labores del campo. Así, la incorporación a filas significaba una verdadera tragedia para cualquier mozo de la época, más aún en tiempos de guerra como los del momento. Pero sigamos con la narración, pues al leer el cabildo del día siguiente 5 de diciembre nos encontraremos con una sorpresa. Juan Yñiguez, uno de los dos nuevos soldados, “se hallaba con el dedo índice dela mano derecha cortado por la segunda coiuntura…” ¡había perdido un dedo casi por entero, hasta la segunda falange!, ¿casualidad, o no? Sigamos leyendo: “…sobre cuio echo le tenia preso y prozedia criminalmente a su averiguación, y castigo de los que resulten culpados…”

Cabildo de 30 de noviembre correspondiente al Sorteo con la inscripción como soldado de Juan Yñiguez.

Cabildo de 5 de diciembre con anotación al margen donde se lee: Sobre haverse cortado el dedo indice Juan Yñiguez

Es decir, que estaba preso mientras se estudiaban los hechos. Y qué curioso que fuera el dedo índice de la mano derecha, el más necesario para disparar un arma por ser el que oprime el gatillo. Y además, ocurre justo el día después de ser escogido para su servicio en el ejército. Qué curioso… Veamos la consiguiente investigación, a través del médico cirujano de la villa, pues se hizo un “…reconocimiento de la reciente incisión por Thomas Baello Zirujano…” para averiguar si Juan Yñiguez quedaba “…imposibilitado o puede manejar el serbizio de las armas”. Examen médico del que tenemos constancia a través de la comparecencia del doctor Thomas Baello ante los señores capitulares, para explicarles los pormenores del suceso. Así, tras prestar juramento, el doctor declara al mozo Juan Yñiguez “… por inabil para el serbizio de las armas por faltarle primero, y segundo falange del dedo indize

dela mano derecha…” quedando en libertad por falta de pruebas de que se provocara él mismo la herida. Así que con esta declaración de inhábil para las armas finalizaba la vida castrense para nuestro mozo, antes incluso de empezar. No andaremos equivocados, por tanto, al afirmar que nos hallamos ante un caso claro de autolesión con el fin de escapar de la milicia, más aún en tiempo de guerra como el que se vivía. Teoría de autolesión que se refuerza si recordamos el origen de este sorteo: el fallecimiento de los soldados almanseños Joseph de Campos y Nicolás López en el hospital de Cartagena, como ya dijimos. Muertes que seguramente se produjeron debido la enfermedad de las tercianas o paludismo, pues en aquel año de 1762 hay constancia en las fuentes de una epidemia en Cartagena. Y por curiosidad, si indagamos en las actas capitulares del año 1755 encontraremos los actos de 15

Detalle de la imagen anterior. Cabildo de 5 de diciembre

sorteo de estos dos desafortunados mozos: en el Cabildo del 23 de febrero podremos leer que fue elegido soldado Nicolás López. Respecto a Joseph de Campos, deberemos dirigirnos al Cabildo del 14 de diciembre para encontrar su sorteo y nombramiento. Llevaban por tanto siete años en el ejército, faltándoles a ambos cinco para licenciarse. Viendo estos casos trágicos, que seguramente conocía también Juan Yñiguez, se entiende mejor su decisión de auto mutilarse el dedo índice para escapar a un destino similar. Y lo que es más revelador, se nos muestra lo que significaba para la sociedad de la época la llamada a filas, pues preferían tal sacrificio a la vida castrense. Seguramente, el más sorprendido con todos estos hechos fuera el siguiente mozo elegido en el nuevo sorteo, celebrado para sustituir a nuestro amigo sin dedo. Pero esa es otra historia… Alfonso Arráez Tolosa

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