Algunos aspectos sobre la encíclica Rerum Novarum de León XIII

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UNIVERSIDAD DE LA REPÚBLICA. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Ciencias Históricas. Departamento de Historiología TÉCNICAS DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA. Profesor Titular Dante Turcatti. SEMINARIO, 2012.

ENCÍCLICA RERUM NOVARUM Victoria Meneghetti [email protected] 1.-Establecimiento de los grandes temas a los que la Encíclica alude: a) Sobre la cuestión social como consecuencia de la Revolución Industrial. La Rerum Novarum se puede dividir, para su estudio, en tres partes. La introducción en primer lugar, en la que describe la situación social grave de su tiempo, que presenta como una consecuencia del desarrollo del capitalismo y de la segunda Revolución Industrial. Puede apreciarse en ella un resumen de todo el texto. El resto del contenido de la Encíclica puede dividirse en dos partes. La primera consiste en una crítica de la solución a los problemas obreros propuesta por los socialistas y la segunda una exposición positiva en la que presenta la solución de la Iglesia. En la denominada introducción, ubicada en el primer párrafo de la Encíclica, realiza un diagnóstico de la situación de su tiempo. A primera vista puede considerarse un marco histórico, que de hecho lo es. Aunque de un modo genérico, León XIII contextualiza a la Encíclica en su tiempo. Pero a la vez define el porqué de la misma. El Papa establece que se propone estudiar la cuestión por entero a fin de que resplandezcan los principios con que poder dirimir la contienda conforme lo piden la verdad y la justicia. Dentro del análisis realiza una fuerte crítica al capitalismo y a su exponencial crecimiento. Motivado por el único interés de obtener lucro, el crecimiento de los más fuertes se ha dado en virtud de los más débiles. La riqueza comenzó a acumularse en las manos de pocos y las relaciones entre patrón y obrero cambiaron de rumbo. El liberalismo elevado a su máxima exponencia determinó la salida de las leyes morales del terreno de la economía, librando su juicio y determinación a la mano invisible. Ella es la que rige el mercado. Todo esto sumado con la usura y los préstamos a interés, que la Iglesia condena ya desde el siglo XV, significó un aumento de poder económico y político de unos pocos y ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios.

Por todo aquello considera que el avance del capitalismo y el consecuente desarrollo de las Revoluciones Industriales, en este caso la segunda, ha sido pernicioso para los obreros. La Revolución Industrial determinó el crecimiento indeterminado de ciertas industrias y llevó a la concentración de capitales. La mano de obra del asalariado es la que hizo posible este despliegue. El tema obrero fue que con el incremento de las ganancias de los patronos no incrementó la de ellos. Las pésimas condiciones de trabajo de los asalariados determinaron una situación miserable y calamitosa. León XIII afirma que, como consecuencia de todo lo anteriormente desarrollado, se ha planteado una contienda. Ha estallado el problema obrero y establece es un tema atañe de cierta manera a todos. En cuanto al papel que se adjudica la Iglesia en las transformaciones sociales puede establecerse lo siguiente. A b) El diagnóstico de la situación. Un elemento importante que considera León XIII en la Rerum Novarum es la evolución del liberalismo económico hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX. Se trata de la fase del capitalismo financiero. Resulta ampliamente novedosa esta condena al capitalismo por parte de la Iglesia. Con el desarrollo del capitalismo, se desarrollaron una serie de problemas sociales. En tiempos de la segunda Revolución Industrial el obrero comienza a necesitar respuestas inmediatas. Al ver que no las tiene comienzan una serie de movimientos obreros como los ludistas y los cartistas por ejemplo. En ellos hay una toma de riendas de la solución por parte de ellos y una búsqueda de justicia con sus propias manos. Además León XIII ve que no existen clases medias; que trabajan mujeres y niños 12 horas al día; y no menor, la ausencia de un Estado que vele por los derechos de los desfavorecidos. Aquí la crítica al liberalismo político es muy fuerte pues cuestiona fuertemente al Estado juez y gendarme. P Frente a la crítica situación, el socialismo utópico ofrece una respuesta a los obreros que es por muchos considerado, la única vía posible. La Rerum Novarum es la solución que propone a la Iglesia, no sólo al problema obrero, sino a la ambición del empresario, al excedente de capital y a la sociedad en general. El Papa considera que, ante la crítica situación, es deber de la Iglesia intervenir, a favor del Bien Común y para que el principio de Verdadera Justicia vuelva a reinar en las sociedades. Todo esto anulando la lucha de clases como camino sino proponiendo la caridad como máxima y los principios evangélicos como guía.

c) Los pronunciamientos acerca de las “pretendidas soluciones” del “Socialismo”. El primer tema contra el cual se manifiesta fuertemente León XIII es la lucha de clases que el socialismo propugna. Más allá del interés o foco en los sectores obreros, el socialismo los encauza hacia una lucha de clases atizando el odio de los indigentes contra los ricos. De este modo la lucha de clases se consolida como un motor para un nuevo orden. La Iglesia, en esta Encíclica condena fuertemente este medio de lograr el objetivo de solucionar la condición obrera. La Iglesia se pronuncia también vigorosamente en contra de la eliminación de la propiedad privada que propone el socialismo. Este, cree encontrar en la eliminación de los bienes privados y en la redistribución de la riqueza, la solución al problema social. Todo esto es fuertemente condenado por León XIII pues establece que en la eliminación de la propiedad no se halla una solución más por el contrario, una medida inadecuada (…) que incluso llega a perjudicar a las clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones. De este modo realiza una fuerte crítica a esta pretendida solución socialista que no sólo considera incorrecta, sino que se considera atenta fuertemente contra derechos naturales de las personas. Injusta también, pues viola el derecho de posesión de bienes que a su vez son fruto de trabajo realizado para obtenerlos. De este modo, afirma que se termina por desfavorecer a quienes se trata de subsidiar. Los obreros ofrendan su fuerza de trabajo para obtener un salario. Si de este pueden ahorrar y luego adquirir bienes, son absolutamente libres de usufructuarlos y disfrutarlos. Quitarles el derecho a la propiedad privada, les quita el motor por el cual trabajan largas horas. …y de ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su domino como el salario ganado con su trabajo. Apela, justificando su no aceptación de la eliminación de la propiedad privada, también a la naturaleza del hombre, dotado de inteligencia, que a diferencia de los animales, tiene no sólo el uso de los bienes, (…), sino también el poseerlos con derecho estable y permanente, y tanto los bienes que se consumen con el uso cuanto los que, pese al uso que se hace de ellos, perduran. Aquí se alude a esa capacidad del hombre, que lo distingue de los demás animales, que es la inteligencia. Esta capacidad es la que le permite establecerse y permanecer y esto se da a través de la adquisición y conservación de los bienes materiales. La naturaleza tiene que haber dotado al hombre de algo estable y perpetuamente duradero, de que pueda esperar la continuidad del socorro. d) Los derechos de los obreros. Apoyándose en la Ley natural y en la Ley divina León XIII comienza la defensa del obrero desde la esencia de la persona humana.

Así establece que el hombre nace con derechos, que son anteriores a todo pacto social y consecuente sociedad. Aclara que las instituciones fueron creadas justamente para la salvaguardia de esos derechos. Por tanto, no deben aquellas expropiar esos derechos sino velar por su cumplimiento. En caso de ser violados sí intervenir con toda la fuerza de la ley. Además hace referencia a la Ley divina que hace a todo ser humano Hijo de Dios a través de la persona de Jesucristo. Luego del derecho a la vida y la mención a una necesidad de valorar al obrero y dignificarlo, dedica centralmente su atención en el derecho a la propiedad privada. León XIII, aquí impartiendo una condena fuerte a este principio del socialismo utópico, califica como esencial y natural el derecho a la propiedad privada. Establece que todo obrero, si ofrece lo que tiene, su fuerza de trabajo es para obtener un salario a cambio. Si este desea ahorrar, es para procurarse cierta propiedad, aunque mínima. Y esta tiene el mismo valor que el trabajo mismo del obrero por tanto quitarles el derecho a esto afirma, es ejercer violencia contra los legítimos poseedores. Y llega de este modo, a perjudicar a quienes se pretende ayudar, los obreros. Otros derechos mencionados son el justo salario, que implica en parte ese derecho a ahorrar; la ley de las ocho horas, es decir, que los obreros tengan un descanso para el cuerpo incluso para el alma en días festivos y domingos; respecto a su dignidad como personas puesto que es noble trabajar y humillante es robarles y abusar de ellos por la mera ambición. La Iglesia propone aquí una vuelta a lo natural, al equilibrio de la naturaleza dispuesto por el Creador. Basándose en el Evangelio, afirma que no se trata de proponer soluciones que no tienen alcance en la realidad, que mienten. Propone en cambio, una búsqueda de la verdad. Esta implica la aceptación de las diferencias existentes entre las personas, que antes que negativas, son positivas. Son dispuestas por Dios y crean la complementariedad para que la sociedad crezca. Además establece que la vida sin sufrimiento es una mentira. El sufrimiento es parte de la vida. Por tanto afirma que todo aquel que proponga caminos que exoneren del sufrimiento les está mintiendo. Aclara que el mismo Cristo sufrió, pues allí radica uno de los grandes aportes. No se trata de una ausencia de dolor, sino una nueva visión del mismo. Ahora es incluso, unido a Cristo, diría San Pablo, considerable para la remisión de los pecados del mundo. De acuerdo con los principios evangélicos, el pobre es bienaventurado (cf. Mt 5, 3-11). Además menciona la pobreza en la que nació, vivió y murió la persona de Jesús, elevando espiritual y humanamente dicha condición. Al rico

no lo condena, sino que lo invita a donar de aquello que le sobre y colaborar con el que no tiene, siendo parte así de la llamada Providencia divina. De este modo, partiendo de la base de la fraternidad del ser humano por medio de Jesús frente a los ojos del Padre, propone que cada uno asume y ame lo que tiene, posee y es. Así nadie odiará a nadie por lo que tiene. Asumidas esas premisas, la idea central es la CARIDAD, que es para la doctrina católica una virtud teologal, esencial. Así, dando cada uno lo mejor de sí, considera el Papa la sociedad cambiará. Esto apela a la conciencia de todos, los que se consideran creyentes y no; los empresarios, los trabajadores, todos los que cumplen un rol en la sociedad. Es novedoso lo que destaca como la importancia de lo que cada uno tiene para aportar para la sociedad, por eso las capacidades distintas. e) El justo salario. El justo salario es aquel que responde a una real recompensa del trabajo hecho. No sólo implica subsistencia sino a su vez, una cierta capacidad de ahorro. Para determinarlo deberá haber acuerdo de parte del obrero y el patrón. Aquí León XIII introduce como complemento y salvaguarda de este derecho la Asociación de trabajadores. f) El derecho de propiedad. Analizado en d). Un derecho esencial, natural y dado por Dios mismo a los hombres. Procurar quitarle al hombre este derecho es ir contra su propia naturaleza y las disposiciones divinas. g) El valor de la Familia. León XIII considera a la familia como la institución más importante que constituye en sí a la sociedad. Defiende en virtud de la familia, el derecho al trabajo y a la propiedad. El trabajo no sólo es un elemento esencial sino constitutivo del género humano. El hombre es el que en realidad debiera trabajar, y la mujer velar por los hijos y el cuidado del hogar establece: el fundamento de ello se encuentra en el Génesis cuando Dios le dice al hombre Te ganarás el pan con el sudor de tu frente (cf. Gn.3, 19). De este modo, partiendo de la Ley divina, el Papa refiere al Pecado Original y sus consecuencias. La conformación de la familia humana es posterior a aquél por ende comparte la carga que por Adán fue obtenida. Así defiende a la familia, sus derechos y su necesidad de sustento. Esta debe ser provista por la recompensa del trabajo realizado que es de lo que todo hombre está dotado. Los derechos de la familia, como los individuales, establece son innatos al ser humano. Son anteriores a la sociedad por tanto son inalienables. De este modo justifica solamente la intervención de la sociedad, de la Ley, incluso del Estado, cuando una situación crítica lo amerite. Pero aclara, no se trata de

tomar sus derechos, sino de administrarlos en su beneficio si alguna circunstancia no lo permite. Pero el dueño de los derechos es el hombre y en este caso, la familia. h) Las asociaciones obreras. Se trata de asociaciones de socorros mutuos. En ellas, retomando ideas medievales, el Papa ve la salvaguardia de los derechos de los trabajadores e incluso empresarios. Imbuidas de los valores del Evangelio han de motivar a los trabajadores para dar lo mejor de sí y tomar las consecuentes medidas en caso de violación de derechos. 2.-Fragmentos a modo de ejemplo: en relación con los temas analizados.

a) Sobre la cuestión social como consecuencia de la Revolución Industrial: Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía. En efecto, los adelantos de la industria y de las artes, que caminan por nuevos derroteros; el cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral, han determinado el planteamiento de la contienda. b) El diagnóstico de la situación: El asunto es difícil de tratar y no exento de peligros. Es difícil realmente determinar los derechos y deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo. Es discusión peligrosa, porque de ella se sirven con frecuencia hombres turbulentos y astutos para torcer el juicio de la verdad y para incitar sediciosamente a las turbas. Sea de ello, sin embargo, lo que quiera, vemos claramente, cosa en que todos convienen, que es urgente proveer de la manera oportuna al bien de las gentes de condición humilde, pues es mayoría la que se debate indecorosamente en una situación miserable y calamitosa, ya que, disueltos en el pasado siglo los antiguos gremios de artesanos, sin ningún apoyo que viniera a llenar su vacío, desentendiéndose las instituciones públicas y las leyes de la religión de nuestros antepasados, el tiempo fue insensiblemente entregando a los obreros, aislados e indefensos, a la inhumanidad de los empresarios y a la desenfrenada codicia de los competidores. Hizo aumentar el mal la voraz usura, que, reiteradamente condenada por la autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y avaros bajo una apariencia distinta. Añádase a esto que no sólo la contratación del trabajo, sino también las relaciones comerciales de

toda índole, se hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre infinita de proletarios. c) Los pronunciamientos acerca de las “pretendidas soluciones” del “Socialismo”: Para solucionar este mal, los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación. Creen que con este traslado de los bienes de los particulares a la comunidad, distribuyendo por igual las riquezas y el bienestar entre todos los ciudadanos, se podría curar el mal presente. Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones d) Los derechos de los obreros: Ahora bien: para acabar con la lucha y cortar hasta sus mismas raíces, es admirable y varia la fuerza de las doctrinas cristianas De esos deberes, los que corresponden a los proletarios y obreros son: cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo; no dañar en modo alguno al capital; no ofender a la persona de los patronos; abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones; no mezclarse con hombres depravados, que alientan pretensiones inmoderadas y se prometen artificiosamente grandes cosas, lo que Ileva consigo arrepentimientos estériles y las consiguientes pérdidas de fortuna. Y éstos, los deberes de los ricos y patronos: no considerar a los obreros como esclavos; respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano. Que los trabajos remunerados, si se atiende a la naturaleza y a la filosofa cristiana, no son vergonzosos para el hombre, sino de mucha honra, en cuanto dan honesta posibilidad de ganarse la vida. Que lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí. E igualmente se manda que se tengan en cuenta las exigencias de la religión y los bienes de las almas de los proletarios. Por lo cual es obligación de los patronos disponer que el obrero tenga un espacio de tiempo idóneo para atender a la piedad, no exponer al hombre a los halagos de la corrupción y a las ocasiones de pecar y no apartarlo en modo alguno de sus atenciones domésticas y de

la afición al ahorro. Tampoco debe imponérseles más trabajo del que puedan soportar sus fuerzas, ni de una clase que no esté conforme con su edad y su sexo. Pero entre los primordiales deberes de los patronos se destaca el de dar a cada uno lo que sea justo. e) El justo salario: Atacamos aquí un asunto de la mayor importancia, y que debe ser entendido rectamente para que no se peque por ninguna de las partes. A saber: que es establecida la cuantía del salario por libre consentimiento, y, según eso, pagado el salario convenido, parece que el patrono ha cumplido por su parte y que nada más debe. Que procede injustamente el patrono sólo cuando se niega a pagar el sueldo pactado, y el obrero sólo cuando no rinde el trabajo que se estipuló; que en estos casos es justo que intervenga el poder político, pero nada más que para poner a salvo el derecho de cada uno. Un juez equitativo que atienda a la realidad de las cosas no asentirá fácilmente ni en su totalidad a esta argumentación, pues no es completa en todas sus partes; le falta algo de verdadera importancia. f) Derecho de propiedad desde el punto de vista del obrero: …la razón misma del trabajo que aportan los que se ocupan en algún oficio lucrativo y el fin primordial que busca el obrero es procurarse algo para sí y poseer con propio derecho una cosa como suya. Luego si, reduciendo sus gastos, ahorra algo e invierte el fruto de sus ahorros en una finca, con lo que puede asegurarse más su manutención, esta finca realmente no es otra cosa que el mismo salario revestido de otra apariencia, y de ahí que la finca adquirida por el obrero de esta forma debe ser tan de su dominio como el salario ganado con su trabajo. Derecho de propiedad desde el punto de vista del ser humano en general: Pero, lo que todavía es más grave, proponen un remedio en pugna abierta contra la justicia, en cuanto que el poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza. Lo que se acusa y sobresale en nosotros, lo que da al hombre el que lo sea y se distinga de las bestias, es la razón o inteligencia. Y por esta causa de que es el único animal dotado de razón, es de necesidad conceder al hombre no sólo el uso de los bienes, cosa común a todos los animales, sino también el poseerlos con derecho estable y permanente, y tanto los bienes que se consumen con el uso cuanto los que, pese al uso que se hace de ellos, perduran. Derecho de propiedad desde el punto de vista de la naturaleza intelectual del hombre:

Pues el hombre, abarcando con su razón cosas innumerables, enlazando y relacionando las cosas futuras con las presentes y siendo dueño de sus actos, se gobierna a sí mismo con la previsión de su inteligencia, sometido además a la ley eterna y bajo el poder de Dios; por lo cual tiene en su mano elegir las cosas que estime más convenientes para su bienestar, no sólo en cuanto al presente, sino también para el futuro. g) El valor de la Familia: Ahora bien: esos derechos de los individuos se estima que tienen más fuerza cuando se hallan ligados y relacionados con los deberes del hombre en la sociedad doméstica. He aquí, pues, la familia o sociedad doméstica, bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cualquiera otra, la cual es de absoluta necesidad que tenga unos derechos y unos deberes propios, totalmente independientes de la potestad civil. Por tanto, es necesario que ese derecho de dominio atribuido por la naturaleza a cada persona, según hemos demostrado, sea transferido al hombre en cuanto cabeza de la familia; más aún, ese derecho es tanto más firme cuanto la persona abarca más en la sociedad doméstica. h) Las asociaciones obreras: Puesto el fundamento de las leyes sociales en la religión, el camino queda expedito para establecer las mutuas relaciones entre los asociados, para llegar a sociedades pacíficas y a un floreciente bienestar. Los cargos en las asociaciones se otorgarán en conformidad con los intereses comunes, de tal modo que la disparidad de criterios no reste unanimidad a las resoluciones. Interesa mucho para este fin distribuir las cargas con prudencia y determinarlas con claridad para no quebrantar derechos de nadie. Lo común debe administrarse con toda integridad, de modo que la cuantía del socorro esté determinada por la necesidad de cada uno; que los derechos y deberes de los patronos se conjuguen armónicamente con los derechos y deberes de los obreros.

Montevideo, 16 de Mayo de 2012.

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