Algunas breves consideraciones a propósito de la cita de la 1 Carta de Juan en el Proemio de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación [Dei Verbum] del Concilio Vaticano II

June 28, 2017 | Autor: C. Mendoza | Categoría: Biblical Theology
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Descripción

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Algunas breves consideraciones a propósito de la cita de la 1 Carta de Juan en el Proemio de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación [Dei Verbum] del Concilio Vaticano II

RESUMEN Tras una presentación sumaria de la historia de la redacción del Proemio a Dei Verbum −en la que se tendrán en cuenta algunas intervenciones de obispos argentinos− y la opción sostenida por encabezarlo con un texto basado en 1 Juan 1,2-3.4, se proponen unas breves consideraciones sobre el significado de dicho texto, inspiradas en diversas cuestiones surgidas del debate conciliar. Palabras clave: Concilio Vaticano II - Dei Verbum - Proemio - 1 Juan 1,2-4 - Obispos Argentinos

ABSTRACT After a brief presentation of the compostion history of the Preface to Dei Verbum −in which some Argentine Bishops interventions are taken into account− and the choice made to head it with a text based on John 1, 2-3.4, this article proposes brief considerations on the meaning of the text, inspired on various issues emerging from the conciliar debate. Key words: Second Vatican Council - Dei Verbum - Preface - 1 John 1,2-4- Argentine Bishops

La importancia vital de la Revelación para la vida creyente y para la existencia misma de la Iglesia ‒que es creada, constituida y sostenida por ella1‒ mantiene siempre abierto el interés por retornar una y otra vez a los cimientos de esa experiencia fundante y fundacional. Proponemos aquí volver a contemplar esos “cimientos”, atendiendo particularmente a la presencia de un texto “juánico” ‒texto de una corriente cristiana primitiva muy original, la que introdujo en la reflexión cristológica la categoría de Logos y Lógos-sarx‒ en el Proemio de un documento clave del Concilio Vaticano II,2 polémico, breve, de ardua gestación −pero que, finalmente, logró apuntar a lo esencial− y de referencia permanentemente actual para la consideración y la reflexión del Misterio de la Divina Revelación.

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Cf. RUIZ, 46. El mismo itinerario tan extendido y tormentoso subyacente al proceso de elaboración de esta Constitución parecía demostrar a las claras que se trataba de una cuestión esencial, clave para la autocomprensión del origen y la misión de la Iglesia en el mundo en el que le tocaba vivir. 2 “Si la Constitución Lumen gentium es el centro en torno al cual se articula la mayor parte de los documentos conciliares, la Dei Verbum es su puerta de acceso” (DE LUBAC – CATTANEO, 340).

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1. Hacia la redacción de un Proemio para la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación [Dei Verbum] del Concilio Vaticano II

La redacción de un Proemio a la Dei Verbum nació en el marco de un debate agriamente áspero y claramente determinante ‒tan áspero que estuvo a punto de terminar con ella incluso antes de haber nacido y tan determinante que implicó un giro decisivo para el futuro del Concilio, que se “adueñó de sí mismo, de su naturaleza y de su finalidad, entrando en sintonía con las intenciones de Juan

XXIII”‒.

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Teniendo en

cuenta la enorme cantidad de excelentes estudios sobre este prolongado conflicto que desembocó finalmente en la aprobación de la Dei Verbum −prácticamente en las vísperas del cierre del Concilio− sólo nos detendremos en unos pocos momentos puntuales de este itinerario, los que nos permitan intentar percibir en qué circunstancias y en que “clima” se decidió incorporar un Proemio al esquema −y a éste, la cita del comienzo de la 1 Carta de Juan−. 1.1. El “clima previo” a la discusión conciliar del esquema “De Fontibus Revelationis” redactado por la Comisión Teológica Preparatoria

El 5 de Junio de 1960, el Papa Juan

XXIII

declaraba concluido el primer tiempo

del Concilio (de preparación) y abierto el segundo (de preparación inmediata). Con el “motu proprio” Superno Dei nutu, ese día creaba una Comisión Central Preparatoria – controlada por la Secretaría de Estado− y otras diez comisiones, presididas todas por los Cardenales Prefectos o Secretarios de las Congregaciones Romanas correspondientes. A ellas se les encargaba elaborar, teniendo en cuenta las sugerencias recibidas de los Obispos, los Dicasterios de la Curia Romana, los Superiores Religiosos y las Facultades de Teología, los “esquemas” que habrían de servir de materia de discusión en el Concilio. 4 También era creado por entonces el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, presidido por el Cardenal Agustin BEA, jesuita alemán, Rector del Pontificio Instituto Bíblico de Roma durante muchos años, estrecho colaborador del Papa Juan y “alma” del movimiento ecuménico. 3

RUGGIERI, 225. La decisión del Papa Juan XXIII de realizar una consulta y de tener en cuenta las sugerencias recibidas echaba por tierra la modalidad planteada en un primer momento por la Secretaría de Estado, de enviar un cuestionario pre-confeccionado por la Curia Romana. Así, los Padres pudieron expresar sus propias opiniones en lugar de sólo responder a las demandas de la Curia (cf. BURIGANA, 40-41). 4

3

Una de las Comisiones creadas en Junio de 1960, la de mayor influencia quizás, fue la Comisión Teológica Preparatoria, presidida por el Cardenal Alfredo OTTAVIANI, Secretario del Santo Oficio, con el sacerdote jesuita holandés Sebastiaan TROMP a cargo de la Secretaría.5 Esta Comisión Teológica Preparatoria elaboró varios esquemas, entre ellos, el más que polémico De Fontibus Revelationis –uno de los siete esquemas enviados a los Padres Conciliares en el verano europeo de 1962 en vistas al Concilio− y el De Deposito Fidei Pure Custodiendo –destinado a recoger los errores doctrinales y los de “la modernidad” para condenarlos en el Concilio, esquema que no llegó a discutirse en el Aula−.6 No pretendemos describir todo el proceso que llevó desde la redacción en Septiembre de 1960 de un Schema compendiosum de trece puntos (sin un “proemio”), a ser desarrollado por una subcomisión, 7 al texto que finalmente fue enviado a los Padres Conciliares en Julio de 1962 –el De Fontibus Revelationis, de cinco capítulos (también sin “proemio”)− para su discusión en el Aula. 8 Simplemente intentamos aproximarnos a la “atmósfera” que habría rodeado esos acontecimientos.

Teniendo en cuenta que los presidentes de las Comisiones fueron los máximos responsables de las Congregaciones de la Curia Romana, era de esperar que los esquemas elaborados estuvieran ostensiblemente marcados por esa perspectiva “curial”.9 Ya el mismo nombre del esquema –Sobre las Fuentes de la Revelación− 5

El P. TROMP SJ había sido profesor de Teología Fundamental, Historia de las Religiones y Eclesiología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Para un perfil biográfico de A. OTTAVIANI y S. TROMP “más benévolo” que los habituales, cf. VON TEUFFENBACH, notas 33 y 36, 225-226 y 227 respectivamente. 6 Cf. BURIGANA, 59. En relación con la cuestión de la “condena” de los “errores de la modernidad” cabe destacar que en el último capítulo del esquema De Fontibus Revelationis enviado a los miembros de la Comisión Teológica Preparatoria para su última revisión en el marco de su Tercera Sesión Plenaria de Septiembre de 1961 antes de ser enviado a la Comisión Central Preparatoria, era citado el “Juramento Antimodernista” como criterio de evaluación la labor de los exégetas (cf. BURIGANA, 70). 7 Schema compendiosum Constitutionis de Fontibus Revelationis (texto en BURIGANA, 467-468). Este esquema fue enviado por la secretaría de la Comisión Teológica a sus miembros el 24 de Septiembre de 1960 en vista a la Primera Sesión Plenaria de dicha Comisión, prevista para los días 26 y 27 de Octubre de 1960. Se trataba de la reelaboración de un primer esbozo, redactado por Mons. Salvatore GAROFALO, presidente de la subcomisión, discutido en una restringida reunión el 20 de Julio de 1960 y revisado luego por el mismo GAROFALO y el P. Sebastiaan TROMP a fines de Julio (cf. BURIGANA, 60-65). 8 Schema Constitutionis De Fontibus Revelationis, discutido en el Aula Conciliar entre el 14 y en 21 de noviembre de 1962 −durante las congregaciones Generales XIX a XXIV− y retirado por el Papa Juan XXIII el 21 de noviembre, al inicio de la XXIV Congregación General (AS I/IIIa, 14-26 = AD II/III/1, 15-23). 9 Comenta BURIGANA, 86-87: “L'arrivo della prima serie di sette schemi determinò sorpresa e sconcerto tra i vescovi e i teologi che si erano battuti per un rinnovamento dottrinale. Infatti gli schemi non si differenziavano nella sostanza, e spesso anche nella forma, dai documenti delle congregazioni romane; coloro che avevano preso parte ai lavori della commissione centrale ebbero l'impressione dell'inutilità dei loro interventi e furono ancora più convinti della volontà romana di decidere il contenuto degli schemi a prescindere dalle osservazioni dei vescovi.”.

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indicaba una opción en favor de una escuela teológica (la “romana”) que acentuaba la distinción entre “las dos fuentes” de la Revelación −la Escritura y la Tradición− y con ello, la “insuficiencia” de la Escritura y el “mayor alcance” del contenido de la Tradición.10 Era una de las cuestiones “de fondo”, que generaría una de las discusiones más desgastantes, ásperas y de aristas más intransigentes de todo el proceso del debate conciliar sobre la Revelación.

Al comenzar a llegar a la Secretaría General del Concilio las observaciones de los Padres Conciliares hacia Agosto/Septiembre de 1962 sobre el De Fontibus, 11 se percibía en varios de ellos –por no mencionar la reacción del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, liderado por el Cardenal BEA, que merece un capítulo aparte− un “clima” de profundo descontento en relación con algunas cuestiones: (1) En lo concerniente al “estilo” del esquema, no pocos se lamentaban de que fuera apologético, manualístico, jurídico, poco pastoral, inadaptado para un Concilio, alejado del lenguaje de Juan

XXIII.

(2) En referencia a su “contenido”, las

críticas fueron todavía más feroces, por ejemplo: (2.1.) Respecto de la decisión de abrir el esquema con una declaración sobre la doctrina de las “dos fuentes” de la Revelación, se consideraba por lo menos inoportuno intervenir sobre una cuestión todavía discutida entre los teólogos e imponiendo la posición de una sola escuela a todo el mundo católico, ignorando la existencia de una pluralidad de posiciones, arriesgando peligrosamente el naciente diálogo ecuménico y poniendo fin a la reflexión sobre el significado del Concilio de Trento, donde se hablaba de “tradiciones” en plural y no de “Tradición” en singular, como hacía el De Fontibus. (2.2.) Respecto del tratamiento específico de la cuestión de la Revelación, parecía completamente inadecuado no mencionar siquiera el acontecimiento de la Revelación en sí mismo, refiriéndose sólo y 10

Para un planteo general de esta problemática cf. GROOTAERS, 355-360; RUGGIERI, 227; BURIGANA, 58.62. 11 También los esquemas comenzaron a circular entre los Teólogos, pero en forma más lenta y en el marco de diversos contextos. Algunos pudieron leerlos recién al llegar a Roma, a pocos días de la apertura del Concilio; otros los recibieron de algunos Padres Conciliares, que (¿rompiendo el secreto al que estaban ligados?) se los hicieron llegar a fin de recibir de ellos un parecer en vistas al inminente debate en el Aula Conciliar (cf. BURIGANA, 90; allí comenta: “Tra i teologi più sensibili al rinnovamento dogmatico − molti dei quali non avevano preso parte ai lavori della preparazione − la lettura dei primi sette schemi provocò malumore, sconcerto se non terrore; ai loro occhi gli schemi erano il segno della volontà di condanna […] che poteva evocare la campagna antimodernista d'inizio secolo.”). Varios de esos Teólogos fueron los responsables de la redacción de notables “esquemas alternativos” que tendrían una enorme influencia al momento de facilitar a los Padres Conciliares una lectura y una valoración más crítica de los “esquemas oficiales”, permitiéndoles consolidar algunos consensos y ofreciéndoles argumentos sólidos en vistas al delicado debate conciliar (cf. RUGGIERI, 232). La circulación de estos “esquemas alternativos” generará la furia de la “facción-OTTAVIANI”.

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en primer lugar a los medios para su transmisión; no caía bien que el texto se expresara en términos filosóficos en lugar de bíblicos; que faltara una reflexión sobre la dimensión gozosa y el designio amoroso de la “Revelación Divina”; que no fuera subrayada suficientemente su profunda unidad. 12

Pero estas críticas no deberían generar la sospecha de que la suerte del De Fontibus estaba ya echada. Se trataba de un número limitado de Padres que, con pocas excepciones, formulaban sus requerimientos para un mejoramiento del texto –por ejemplo, como habría de ser sugerido no pocas veces, incorporando una “introducción” o un “proemio” doctrinal− y no para su remoción o sustitución. Aunque las voces de disenso comenzaban a oírse, “los curiales” parecían, en principio, bastante tranquilos, confiados en concluir rápidamente el Concilio con la aprobación de los esquemas redactados en la fase preparatoria. 13 Por lo menos ese parecía ser el “clima” entre ellos hasta la víspera del inicio del debate del De Fontibus en el Aula Conciliar, el 13 de Noviembre de 1962, cuando se llevó a cabo la Primera Reunión de la recientemente creada Comisión Doctrinal −que sustituyó, desde el 6 de agosto de 1962, a la Comisión Teológica Preparatoria− presidida también por el Cardenal Alfredo OTTAVIANI y con el P. Sebastiaan TROMP como secretario, pero con muchos nuevos integrantes,14 que no se iban a alinear sin más, como pretendía OTTAVIANI, a la defensa cerrada del De Fontibus.15

12

Cf. BURIGANA, “Le osservaziono dei padri conciliari”, 88-90 y “Critiche e progetti sul De fontibus revelationis”, 108-128. Las críticas también provinieron del “otro lado”, de aquellos que consideraban que el esquema no afirmaba con suficiente contundencia el valor de la Tradición y del Magisterio en la defensa de la “verdad”, dando reglas claras para condenar los errores y detener la difusión de la exégesis “racionalista”, infiltrada de “secularismo”, “modernismo” y “protestantismo”, que amenazaba peligrosamente a la “doctrina católica”. 13 Según afirma BURIGANA (nota 133, 96) en estos términos se habría expresado a comienzos de Septiembre de 1962 el Cardenal Ernesto RUFFINI, arzobispo de Palermo, dirigiéndose al Cardenal Alfredo OTTAVIANI. 14 Sin contar al Cardenal OTTAVIANI y al P. TROMP, de los 26 miembros de la Comisión Doctrinal, sólo quedaron 7 que habían integrado la Comisión Teológica Preparatoria (cf. BURIGANA, nota 52, 128-129). 15 Cf. RUGGIERI, 236-237; BURIGANA, 128-131. Dice BURIGANA (128-129): “La riunione della commissione dottrinale si aprì con la difesa di Ottaviani del lavoro della preparazione e la denuncia della circolazione di schemi, che non avevano nessuna autorità e non potevano essere considerati delle proposte alternative, perché non era ammessa la sostituzione del lavoro della commissione teologica preparatoria, al quale avevano preso parte rappresentanti di scuole diverse e quindi non funzionava l'identificazione di questo con un'e spressione meramente curiale. In particolare lo schema, patrocinato dalle conferenze episcopali centroeuropee, era solo una delle tante pericolose·azioni della «nouvelle théologie», che continuava a seminare zizzania nella chiesa e il concilio doveva muoversi proprio contro questi attacchi.”.

6

1.2. El fracaso del De Fontibus Revelationis durante su discusión en Aula Conciliar entre los días 14 y 21 de Noviembre de 1962, en la Primera Sesión del Concilio

¿Cuáles fueron los acontecimientos principales que, contra todos los pronósticos, provocaron que el esquema De Fontibus Revelationis fuera retirado por el mismo Papa Juan XXIII, aún antes de la finalización de la semana dedicada a su discusión en el Aula Conciliar? Queda muy lejos de nuestras modestas pretensiones intentar trazar, aunque sea brevemente, esta convulsionada historia, tan rica tanto de sutiles matices como de irreconciliables contrastes, y de tan vertiginoso desenlace. Con el único objetivo de intentar “respirar la atmósfera” que rodeó a la decisión papal, sólo mencionaremos muy brevemente algunos de los episodios a nuestro entender más influyentes –amén de la sustitución de la Comisión Teológica Preparatoria por la Comisión Doctrinal− que marcaron el rumbo y el ritmo de los acontecimientos: 1.2.1. La decisión de muchos obispos (y de varias “Conferencias Episcopales”) de participar en reuniones de “aggiornamento” con teólogos de renombre Al decir de Giuseppe RUGGIERI, los obispos “tuvieron que ir a clase”. 16

Algunos obispos argentinos (no todos, por cierto) se comprometieron seriamente en su determinación de “aggiornarse”. Según indica el P. Edgard STOEFEL de Santa Fe, comentando las anotaciones del recordado Mons. Vicente Faustino ZAZPE −por entonces un joven muy activo y prácticamente recién ordenado obispo− en su Diario del Concilio: “Frente a la inactividad que manifestaba el Episcopado y a reuniones más bien pobres que desilusionaban y exasperaban, según se lee en las anotaciones del 12 de octubre de 1962, un grupo de Obispos decide la creación del Equipo de Trabajo o Coetus argentino participando del mismo –aunque no todos con la misma intensidad y perseverancia– Devoto, Iriarte, Marengo, Primatesta, Blanchoud, Aguirre, Rossi, Rau, Quarracino, Ponce de León, Kemerer y el propio Zaspe, como así también algunos peritos (Catena, Giaquinta, Mejía, Nolasco y Trusso) con el objeto de activar una mayor 16

RUGGIERI, 226. Y precisa (Ibid., 226-227): “Algunas Conferencias episcopales nacionales (estadounidense, francesa, alemana) organizaron para ello encuentros semanales, en los que a menudo o bien un teólogo de confianza o algún obispo les ponía al día en el progreso de los estudios teológicos en los campos más relacionados con los temas del orden del día.”.

7

presencia en la vida conciliar y hacer pesar los propios puntos de vista. Este grupo, también denominado Grupo de Pilar o simplemente Grupo de Devoto, como anota Zaspe, será un ámbito de encuentro, diálogo, debate y discusión, para lo cual sus miembros invitaban o asistían a las exposiciones de teólogos como H. Küng […]; Mejía […]; Y Congar […] a quien Zazpe califica de ‘magnífico, maduro, espiritual y equilibrado’; K. Rhaner quien le impresionó fuertemente; el jesuita Weiggel conocido por su influencia en la renovación de la Iglesia chilena; R. Schutz, prior de Taizé; el belga Houtart, experto en sociología y problemas de América Latina –quien también le impresionó favorablemente– y el padre M-D Chenu sobre Iglesia y mundo contemporáneo, por citar algunos.”.17 1.2.2. La alocución “Gaudet Mater ecclesia” del Papa Juan

XXIII

al inaugurar el

Concilio el 11 de Octubre de 1962 −que coronó todos sus demás discursos oficiales previos− y la discusión por la dimensión pastoral y ecuménica que pretendió imprimirle al Concilio

Como ha sido justamente notado, el gran protagonista del debate no fue el De fontibus sino la alocución papal Gaudet mater ecclesia,18 esgrimida –con mucho éxito por cierto− especialmente el primer día de debate en el Aula Conciliar, sobre todo en la intervención del Cardenal Agustin BEA,19 como el arma más eficaz contra los que defendían la impostación doctrinal de los esquemas.20 17

Texto del P. Edgar Gabriel STOFFEL [en línea]: http://historiaypastoral.blogspot.com.ar/2007/06/monszazpe-en-la-primera-etapa-del.html [consulta: 07/12/2014]. 18 AS I/Ia, 166-175. BURIGANA, 137, en referencia a una observación de Giuseppe RUGGIERI, quien, a su vez, comenta: “Se puede afirmar que durante la semana del debate sobre el De fontibus, el Concilio se apropia de su objeto en los términos en que lo había propuesto la Gaudet.” (RUGGIERI, 242). 19 AS I/IIIa, 49. Dice BIORD CASTILLO (55): “El Card. Bea hizo una intervención que se puede decir marcó la pauta de las demás intervenciones. Después de alabar el estudio y la diligencia con que la Comisión Teológica lo había preparado y compuesto, pronunció su ‘non placet’ descargando sus críticas contra el esquema por carecer de la índole pastoral que el Papa Juan XXIII había exhortado.”. Según traducción de Gregorio RUIZ (nota 13, 50), las razones del “non placet” de Agustin BEA fueron las siguientes: “El esquema, tal como está, no responde al fin del concilio, proclamado por el mismo en su mensaje a todos los hombres y por el papa en el discurso de inauguración. Y es que el esquema no posee un carácter pastoral. No tiene ante los ojos al hombre de hoy, sino más bien a escuelas teológicas con sus cuestiones y modos propios de responderlas […] Asimismo disgustan las frecuentes expresiones condenatorias, que contradicen por de pronto el discurso programático del papa.”. 20 Para la “facción-OTTAVIANI” –según afirma RUGGIERI, 240− “el verdadero enemigo a batir es la objeción sobre el carácter pastoral”, objeción que se apoyaba, nada más y nada menos, que en la toma de posición del mismo Papa. A juicio de OTTAVIANI, “esa objeción ignora que el fundamento de toda pastoral es una doctrina concisa y clara” (RUGGIERI, 240); a su vez, Mons. Salvatore GAROFALO, que había presidido la subcomisión encargada de redactar el esquema De Fontibus en la fase preparatoria, sostenía que “Nuestra Constitución es dogmática, no disciplinar”, que se debía considerar sobre todas las cosas que el Concilio debía defender y promover la doctrina católica, como había indicado el Papa Juan

8

Entre los prelados argentinos se sumó a esa posición Mons. Antonio QUARRACCINO, por entonces un joven de 39 años, recientemente nombrado obispo de Nueve de Julio, que intervino en la Congregación General XXIV del 21 de Noviembre de 1962 y que además, tras dicha Congregación General en la que el Papa retiró el esquema De Fontibus, suscribió Observaciones escritas, indicando, en sintonía con otros muchos Padres Conciliares, que el esquema no le agradaba debido, entre otras cosas, a que no concordaba con la índole pastoral propuesta por el Papa Juan XXIII.21 1.2.3. Las intervenciones categóricas de algunos Padres Conciliares –sobre todo, los respaldados por sus respectivas Conferencias Episcopales y/o por el Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos–

El mismo Papa Juan

XXIII,

al iniciarse el debate del 14 de Noviembre de 1962,

hacía referencia al valor de algunas intervenciones de ese día, anotando “con gran lucidez en su agenda: «Es previsible que haya algún contraste. Por un lado, la redacción (del esquema preparatorio) no tuvo en cuenta intenciones bien precisas del papa en sus discursos oficiales. Por otro, unos 8 cardenales apoyados en ellos desacreditaron el punto principal de la propuesta […]».22

Promediando la semana de discusión del De Fontibus en el Aula, tuvo una enorme repercusión, conmocionando –aunque de manera diversa− a propios y a ajenos, la intervención de Mons. Emiel-Josef DE SMEDT, obispo de Brujas (Bélgica), quien el en la Gaudet mater ecclesia, que no se trataba de escribir encíclicas u homilías sino de ceñirse al modelo del Vaticano I, que seguía siendo −a su juicio− el punto de referencia para la labor conciliar (RUGGIERI, 241; cf. BURIGANA, 132). 21 Esta información me fue gentilmente proporcionada por Luis O. LIBERTI svd, Investigación sobre las intervenciones orales y escritas de los obispos argentinos en el desarrollo del Concilio Vaticano II (19591965) y que confluyeron en la elaboración de los documentos de dicho concilio (1962-1965). Mapa conceptual de la participación de los Obispos de Argentina en el esquema de Las Fuentes de la Revelación durante el Concilio Vaticano II, 1-2 –de próxima publicación “on line”−; el autor indica allí que también Mons. Alberto DEVOTO, obispo de Goya suscribió Observaciones escritas tras la Congregación General del 21 de Noviembre de 1962 (AS I/IIIa, 318-319), a las que se adhirieron los obispos Manuel MARENGO (Azul), Enrique RAU (Mar del Plata), Antonio AGUIRRE (San Isidro), Carlos Horacio PONCE DE LEÓN (auxiliar de Salta), Vicente ZASPE (Rafaela), Idelfonso María SANSIERRA (auxiliar de San Juan de Cuyo); Moisés Julio BLANCHOUD (Río Cuarto) y Jorge KEMERER (Posadas). 22 RUGGIERI, 245, e indica (ibid., nota 64) que el Papa se refería a las intervenciones de los Cardenales Achille LIÉNART (Lille, Presidente de la Conferencia Episcopal de Francia), Josef FRINGS (Colonia, Alemania), Paul-Emile LÉGER (Montreal, Canadá), Franz KÖNING (Viena, Austria), Bernardus ALFRINK (Utrecht, Holanda), Leo SUENENS (Malinas-Bruselas, Bélgica), Josef RITTER (San Luis, USA) y Agustin BEA, quienes en ese primer día de debate manifestaron vigorosamente su rechazo al esquema. XXIII

9

19 de Noviembre tomó la palabra oficialmente en nombre del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en orden a explicar la importancia y el significado del “ecumenismo”, que no sería más que una variante de la dimensión pastoral pretendida por el Papa, ya que fundamentalmente consiste en un modo de expresar la doctrina de forma que esta pueda ser comprendida por “el otro” (en este caso, los hermanos separados, incluidos los de Oriente),23 ya que, por entonces y para muchos, era una cuestión extraña, desconocida, que parecía implicar en realidad una deformación de la verdad católica en orden a hacerla aceptable al “protestantismo”, rindiéndose ante él.24

1.2.4. La votación del 20 de Noviembre de 1962 durante la Congregación General XXIII a propósito de la conveniencia o no de seguir examinando el De Fontibus Revelationis

Apenas finalizada la Congregación General

XXII

del 19 de Noviembre de 1962,

el Consejo de Presidencia del Concilio tuvo una reunión en el Aula misma, para deliberar sobre la marcha del debate, que ya se percibía estancado, en “punto muerto”, repetitivo, estéril y tedioso. Al día siguiente iban a terminar las intervenciones sobre el esquema en general para dar comienzo a las discusiones sobre cada capítulo en particular. Las dificultades manifestadas masivamente en el aula “alcanzaban hasta tal punto la totalidad del esquema que hacían dudar de la conveniencia de ir discutiéndolo y

23

AS I/IIIa, 184-186; cf. BURIGANA, 144-146 y 151-152; RUGGIERI, 247-248 (con referencia al resumen entusiasta que de esta intervención hacía Ives CONGAR en su famoso Diario). 24 Tanto es así que en las respuestas de los obispos argentinos al pedido de temas y sugerencias para ser tratados en el Concilio en la etapa preparatoria, el tema del ecumenismo siquiera aparecía. Si bien en las respuesta de Mons. Manuel MARENGO (Azul) y de Mons. José BORGATTI (Viedma) se podría vislumbrar una cierta apertura a la posible consideración de esta cuestión (aunque vaya a saber en qué términos) – Mons. MARENGO pedía orientaciones sobre la variedad de problemáticas que la Iglesia moderna debía atender y Mons. BORGATTI proponía tratar la temática de las iglesias “separadas” y su “unidad” con la Iglesia Católica− el resto o no hacía referencia alguna o lo planteaban más, en la línea de la “contrareforma”, como una situación amenazante –así, Mons. Leopoldo BUTELER (de Río Cuarto) pedía tratar el tema de la acción del protestantismo proselitista y la belicosidad de las sectas protestantes que envían desde Estados Unidos gran cantidad de dinero; Mons. Jorge MAYER (Santa Rosa) advertía sobre los peligros del protestantismo debido a la ignorancia religiosa; Mons. Alejandro SCHELL (coadjuntor de Lomas de Zamora) proponía atender a la evangelización de “ateos y protestantes”− (SALVIA, “Las propuestas de los obispos argentinos”, 304-308). Muy lejos de esto están las Observaciones suscriptas por Mons. Alberto DEVOTO (mencionadas en nota 21 supra; cf. AS I/IIIa, 318-319) en la que manifiesta rechazar el De Fontibus por contradecir “el sano ecumenismo actual” dado que (a) exhibe muy pocos fundamentos bíblicos y patrísticos de la doctrina teológica que gozan de gran favor entre los hermanos separados; (b) no tiene en cuenta el gran tesoro y del modo de hablar de la teología de Oriente; (c) está demasiado atravesado por una “apologética” ya obsoleta.

10

retocándolo punto por punto.”.25 Al final de la reunión se decidió realizar un sondeo entre los Padres Conciliares a propósito de la utilidad de seguir examinando el tan controvertido esquema.

El Martes 20 de Noviembre, promediando la Congregación General

XXIII,

el

presidente de turno, Cardenal Josef FRINGS, daba la palabra, al Secretario General del Concilio, Mons. Pericle FELICI, para anunciar que se procedería a consultar a los Padres sobre la oportunidad de abandonar la discusión sobre el esquema y de enviarlo a una comisión competente en vistas a su reelaboración. No se pedía un voto en favor o en contra del esquema. Pero, dado que se debía contestar “placet” o “non placet”, el modo de formular la pregunta causó confusión en no pocos votantes. De los 2209 Padres presentes, excluidos 19 votos nulos, 822 votaron a favor de aceptar este esquema como base de la discusión –“non placet”− y 1368 votaron por rechazar este esquema como base de discusión –“placet”−. Esto significa que una mayoría del 62 % votó por rechazarlo como base de la discusión, pero sin alcanzar los dos tercios de los votos exigidos por el Reglamento del Concilio [es decir, el 66,6 %]; por eso, a continuación, se pasó al examen concreto de los capítulos, pero en un clima muy tenso y de mucha incomodidad, que probablemente se hubiera ido agravando de no haber intervenido el Papa.26

1.3. La decisión del Papa Juan XXIII de suspender la discusión del esquema De Fontibus Revelationis y confiar su reelaboración a una comisión especial

Mucho se ha especulado respecto de las razones que habrían llevado al Papa Juan a intervenir directamente, madurando personalmente una decisión por demás delicada, en un momento en extremo convulsionado, atravesado de contactos personales, de proyectos alternativos, de voces encontradas, de innumerables iniciativas de ambos bandos −que se irían intensificando durante la tarde y noche del martes 20 de Noviembre, el día de la votación− y, sobre todo, dada la elocuente contundencia del mensaje del escrutinio −aunque resultara ineficaz, dada la rigidez y la insuficiencia del Reglamento del Concilio, que, ya bajo Pablo 25

VI,

se habría de mejorar−. Comenzaba a

RUIZ, 52; cf. BURIGANA, 155. Cf. RUIZ, 52; BURIGANA, 155; RUGGIERI, 252. Durante la votación ocho Padres tomaron la palabra. Entre ellos, sólo Mons. Antonio QUARRACINO se declaró ese día contrario a De Fontibus (AS I/IIIa, 230231; cf. BURIGANA, nota 119, 158). 26

11

aparecer cada vez con mayor claridad que sólo una intervención extraordinaria del Papa podría despejar la situación, sacarla del impasse, y volver a poner en marcha el debate conciliar.27

Aunque no es posible saber con exactitud qué acontecimientos, qué personas y hasta qué punto tuvieron influencia en la decisión papal, lo cierto es que Su Santidad, superando en las horas siguientes cualquier incertidumbre, tomó la determinación de actuar. Según trascendió, la mañana del miércoles 21 de Noviembre el Secretario de Estado Amieto CICOGNANI habría intentado evitar la intervención del Pontífice expresándole su perplejidad a propósito de su conveniencia, a lo que Juan

XXIII

habría

respondido, con serena convicción, que fuera a comunicar lo decidido y que, dado que había rezado mucho y lo había pensado toda la noche, podían proceder con tranquilidad.28 Poco después, al comenzar la Misa que iniciaría la Congregación General

XXIV,

el Secretario de Estado CICOGNANI entregaba al Secretario del Concilio

FELICI, un documento con la decisión del Papa de interrumpir el debate sobre el De Fontibus y formar una comisión especial, integrada por miembros de la Comisión Doctrinal y del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos para su reelaboración. 29 Empezaba, por cierto, una nueva etapa.

27

Al concluir la Congregación General XXIII del 20 de Noviembre, el Episcopado Latinoamericano comenzó a hacer circular una petición dirigida al Papa, respaldada por más de 600 firmas de obispos contrarios al esquema, para solicitarle su intervención; desde el Episcopado Francés se propuso la redacción de un Proemio, que permitiera asumir las críticas al De Fontibus sin violar el reglamento; la Presidencia del Episcopado Italiano reafirmó su fidelidad al esquema redactado por Mons. Salvatore GAROFALO, a quien se le habrían pedido indicaciones acerca de “cómo moverse” en el debate conciliar, tras el rechazo, por una amplia mayoría, de su esquema; el Cardenal Agustin BEA, entendiendo que sólo un retiro del esquema podría desbloquear la situación, inició una serie de contactos −entre otros, con el Secretario de Estado Amieto CICOGNANI y con los Cardenales Josef FRINGS y Achille LIÉNART– en orden a encontrar una salida y proponérsela al Pontífice; el Cardenal Paul-Emile LÉGER, arzobispo de Montreal tuvo una conversación privada con el Papa al atardecer de ese mismo día −tras una audiencia concedida por éste a los obispos canadienses− en la que intentó lograr que el Pontífice actuara en favor de la mayoría que se había pronunciado en contra del De Fontibus, aunque esto significara −hablando en criollo− “puentear” el reglamento (conforme trascendió, el Cardenal LÉGER salió de este encuentro con la impresión de que Su Santidad estaba decidido a no intervenir); cf. BURIGANA, 160-161; RUGGIERI, 252. 28 “Eminenza, vada pure a comunicarlo. Ho molto pregato e ci ho pensato tutta la note. Facciamolo tranquillamente” (BURIGANA, 163; cf. RUGGIERI, nota 91, 253). 29 AS I/IIIa 259-260. Giuseppe RUGGIERI, que estaba presente, conservó un nítido recuerdo de lo ocurrido; narra que, desde su ángulo de observación, situado inmediatamente detrás de la mesa de los secretarios, pudo observar la sorpresa de Mons. FELICI, que se apartó a hablar un largo rato con Mons. CICOGNANI. La iniciativa papal causó una cierta sorpresa a todos, sobre todo al presidente de turno de la Congregación General, el Cardenal Ernesto RUFFINI, quien, al recibir la comunicación al final de la Misa, con voz entrecortada, dio la palabra a Mons. FELICI para que la leyera a la Asamblea (RUGGIERI, nota 91, 253).

12

Al finalizar la lectura del comunicado del Papa, en los rostros de los Padres se iba dibujando desilusión en unos, en otros, júbilo. El Cardenal Alfredo OTTAVIANI, ofuscado, abandonó el Aula. 30 Mons. Vicente Faustino ZAZPE celebraba gozoso la ocasión, anotando en su Diario el 21 de Noviembre: “El Papa ha resuelto que una Comisión… presente un esquema. Es una medida importante, que revela que el Papa está atento y está decidido a escuchar. Lo contrario era un absurdo”.31

2. La incorporación de un Proemio al nuevo esquema De Revelatione redactado por la así llamada Comisión Mixta −y a él (parte de) 1 Juan 1,2-4− La redacción de un Proemio al De Fontibus –e incluso, a todos los documentos dogmáticos del Concilio− fue solicitado por numerosos Padres de diversas tendencias a lo largo de todo el debate conciliar. Especialmente insistente fue el pedido el último día dedicado a la discusión del capítulo primero del esquema,32 que, tras el retiro del De Fontibus, se desarrolló de todos modos y sin mayores cambios −aunque en un clima de desinterés general− durante la Congregación General XXIV del mismo 21 de Noviembre. De su redacción se habría de encargar en principio una comisión especial creada por Juan

XXIII

para la revisión del esquema De Divina Revelatione,33 a ser presidida por

Alfredo OTTAVIANI y por Agustin BEA, conocida más comúnmente como “Comisión Mixta”.34 30

Cf. BURIGANA, 163-164. BURIGANA, nota 135, 164. 32 Mencionamos particularmente la intervención de Mons. Emilio GUANO, obispo de Livorno, egresado del Pontificio Instituto Bíblico de Roma, uno de los pocos obispos italianos que había criticado al De Fontibus en la reunión de la Conferencia Episcopal Italiana del 13 de Noviembre. Mons. GUANO entendía que era necesario anteponer al esquema un “proemio” referido al acontecimiento de la Revelación Divina que subrayara la centralidad de la Encarnación; Cristo es imagen, camino y voz del Padre, único maestro, que se dirigió a los hombres en Jesucristo, mediante toda su persona y no sólo a través de sus palabras. La Palabra de Dios no es un patrimonio exclusivo de algunos sino que ha sido transmitida a toda la familia humana. En ella se ha manifestado el proyecto salvífico de Dios, el camino de la vida y la paz, la liberación del mal y del pecado, la amistad con Dios por medio de Cristo. Los obispos y los exégetas tienen el deber de empeñarse en alimentar a todos los fieles con la Palabra de Dios, al amparo de la conducción y de la disciplina de la Iglesia (las intervenciones de ese día están publicadas en AS I/IIIa, 260-297; cf. BURIGANA, 165). 33 Así era denominado el esquema en el escrito que constituía esa comisión especial (AS V/Ia, 300). 34 Según notificación del Sábado 24 de Noviembre la Comisión Mixta quedaba constituida por todos los miembros de la Comisión Doctrinal, por los integrantes del Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos que fuesen también Padres Conciliares –a excepción del Abad Teodoro MINISCI, de la Abadía Santa Maria di Grottaferrata− y por seis miembros más, nombrados directamente por el Papa: los Cardenales LIÉNART, FRINGS y Albert MEYER (Chicago, USA) –que se habían declarado contrarios al De Fontibus y favorables a la renovación de la exégesis−, RUFFINI y Fernando QUIROGA Y PALACIOS (Santiago de Compostella, España) –que habían defendido el esquema y suscripto, con otros 19 Cardenales (entre los que se contaban los argentinos Santiago COPELLO y Antonio CAGGIANO) una carta 31

13

La primera reunión de la Comisión Mixta tuvo lugar el Domingo 25 de Noviembre de 1962. Allí se decidió la metodología de trabajo, 35 el cambio del nombre del esquema −por De Divina Revelatione o De Revelatione Divina−36 y la incorporación de un Proemio que delinease algunas ideas doctrinales sobre la Revelación.

El Cardenal Agustin BEA estaba decidido a imponer un ritmo veloz a los trabajos de la comisión –preveía tres reuniones semanales− para lograr redactar el nuevo esquema antes de la conclusión de la Primera Sesión Conciliar. Pero muy pronto su deseo se demostró irrealizable. Los trabajos se ralentizaron debido a las divisiones y a los enfrentamientos entre las distintas facciones que anidaban en la comisión y que ya se habían manifestado en el Aula, dejando a los participantes agobiados y exhaustos.37

La redacción del Proemio fue encargada a Mons. Gabriel-Marie GARRONE, arzobispo de Toulouse38. Este Proemio representaba una verdadera novedad en la labor confiada a la Comisión Mixta desde el punto de vista del contenido, ya que debía presentar la doctrina católica sobre la Revelación −como había sido requerido varias veces a lo largo del debate conciliar− y no limitarse tan sólo a revisar el De Fontibus. 39

enviada al Papa el 24 de Noviembre en orden a reafirmar la doctrina tradicional y condenar los errores presentes en la Iglesia y, sobre todo, en la exégesis− y Mons. Marcel LEFEBVRE, por entonces, un muy moderado prelado, Superior General de la Congregación del Espíritu Santo, brillante y propenso a una solución que evitara rupturas en la Iglesia (cf. RUIZ, 53; BURIGANA, 172 y 174-175; sobre una de las más importantes intervenciones de Mons. LEFEBVRE en la Comisión Mixta, cf. GROOTAERS, 358-359). 35 Cada uno de los cinco capítulo del De Fontibus debía ser revisado por una subcomisión, siguiendo los criterios indicados por el Papa (cf. MONTALDI, 280-285; BURIGANA 175-177; GROOTAERS, 355-361). 36 Este cambio de nombre “acusaba recibo” de varias intervenciones en el Aula sugiriendo tratar la cuestión de la Revelación antes de abocarse a las problemáticas particulares. Correspondía, además a la nueva denominación dada al esquema en el escrito con el que se constituía la Comisión Mixta (cf. AS V/Ia, 300 y nota 33, supra). El P. Sebastiaan TROMP comenta en su Diario que hasta marzo de 1963 existían incertidumbres sobre el título definitivo del proyecto, lo que revela las persistentes reticencias a los diversos modos de acercarse a la problemática (cf. MONTALDI, 281). 37 Cf. GROOTAERS, 356; BURIGANA 176. 38 Riccardo BURIGANA afirma que la redacción del Proemio le había sido encomendada también a Mons. Marcel LEFEBVRE, pero no hemos podido corroborar el dato (BURIGANA, 176; cf. MONTALDI, nota 16, 282-283). En la carta de presentación de la propuesta del Proemio dirigida al Secretario del Concilio Mons. Pericle FELICI el lunes 26 de Noviembre, Mons. GARRONE afirma que el Cardenal OTTAVIANI le había encargado redactar el texto el día anterior para ser discutido por los miembros de la Comisión Mixta al día siguiente (PIZZUTO, 16; cf. AS VI/Ia, 319-321). 39 BURIGANA, 176.

14

El Proemio encargado a Mons. Gabriel GARRONE fue discutido en la segunda reunión de la Comisión Mixta el Martes 27 de Noviembre.40 En esa ocasión uno de los peritos, Mons. Pietro PARENTE, asesor del Santo Oficio, criticó el texto por advertir en él la tendencia a poner en el mismo plano las palabras y las acciones de Dios en el proceso de la Revelación. Asimismo, el Cardenal John C. HEENAN, arzobispo de Westminster, lamentaba no encontrar una referencia explícita a la Iglesia, sin la que es imposible hablar de Revelación. Las observaciones enviadas a Mons. Gabriel GARRONE debían permitir la revisión del Proemio para volver a presentarlo ante la Comisión Mixta a la brevedad. 41

La tercera reunión de la Comisión Mixta del 4 de Diciembre de 1962, se abrió con la presentación del Proemio de Mons. GARRONE en sus dos formas, la original y la revisada por el prelado francés conforme a las observaciones recibidas luego de la reunión anterior. Inmediatamente tras su discusión se decidió que tres exégetas respaldaran la labor del arzobispo de Toulouse para la revisión final del Proemio antes de consignarlo a los presentes.42

La estructura del nuevo esquema redactado por la Comisión Mixta mantenía el mismo número de capítulos que el De Fontibus, pero anteponiéndoles un extenso

40

La génesis y el origen de este Proemio son poco claros. BURIGANA (nota 10, 177-178) informa que, según consta en el Diario de Yves CONGAR, el día previo a la presentación del Proemio en la segunda reunión de la Comisión Mixta, el mismo CONGAR y el prestigioso catedrático de Lovaina Gustave THILS habían encontrado a Mons. GARRONE sumido en la redacción de dicho texto. Sin embargo, según MarieJosèphe RONDEAU, teólogo de la Universidad de Caen, en la Baja Normandía, Gabriel GARRONE sólo habría reformulado un texto elaborado por Jean DANIÉLOU, el De Revelatione et Verbo Dei. El origen del Proemio a la Dei Verbum fue estudiado detenidamente por Pietro PIZZUTO, presbítero de la diócesis de Patti (Sicilia), quien, habiendo consultado material por entonces inédito y/o apenas utilizado –entre otros, los Fondos VEUILLOT, DANIÉLOU y GARRONE− concluye, coincidiendo con RONDEAU, que el mentado texto habría tenido su origen remoto en el De Revelatione et Verbo Dei, redactado por DANIÉLOU a pedido de Mons. Pierre M. J. VEUILLOT, arzobispo coadjuntor de Paris, en principio como capítulo inicial de un proemio general a todas las constituciones dogmáticas, en el contexto de las reuniones del Episcopado Francés en octubre y noviembre, previas al inicio del debate conciliar. Mons. VEUILLOT había propuesto ese texto en el Aula Conciliar el 21 de Noviembre de 1962 y tras su intervención lo consignó a la Secretaría del Concilio (AS I/IIIa, 285-287; Fondo-VEUILLOT, documento 2056; cf. PIZZUTO, 32.38-39 y nota 46). Dado que Jean DANIÉLOU había colaborado con Mons. VEUILLOT ya al menos a partir de la fase preparatoria y que la revisión de los esquemas debía ser observada por los Padres Conciliares, no es particularmente extraño que un prelado francés como Gabriel GARRONE hubiera colaborado y trabajado a partir de un texto surgido en ambientes franceses (cf. MONTALDI, 283). 41 BURIGANA, 177-178; cf. PIZZUTO, 47. 42 BURIGANA, 180-181. PIZZUTO, 50.

15

Proemio de seis números (eran siete en la “versión-Garrone”). En él, la naturaleza de la Revelación era presentada partiendo de una cita de la Primera Carta de Juan (1,2-4):43

De Revelatione Divina Proemium «…Vita manifestata est, et vidimus et testamur et annuntiamus vobis vitam aeternam, quae erat apud patrem…, ut societas nostra sit cum Patre et cum Filio eius Iesu Christo… ut gaudium vestrum sit plenum» [I Io. 1,2-4]. Quod nuntium haec Sacra Synodus denuo sollemniter declarare et ploclamare intendit.

Acerca de la divina Revelación Proemio «…La vida se ha manifestado, y vimos y atestiguamos y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre…, para que nuestra comunión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo… para que vuestro gozo sea pleno» [1 Juan 1,2-4] Este Sagrado Concilio se propone una vez más anunciar y proclamar solemnemente este anuncio.

La cita permanecerá, con algunos cambios, en todas las redacciones ulteriores del Proemio. Una vez que el texto entró en el circuito oficial de revisiones, no resulta sencillo rastrear todos sus “ajustes” (sobre todo por estas latitudes en las que el acceso a las fuentes es bastante restringido). Nos inclinamos por incorporar a este recorrido nuestra traducción de tres versiones oficiales sucesivas del comienzo del Proemio:44

43

PIZZUTO, 46.64; BURIGANA, 191; cf. BIORD CASTILLO, 73; el fragmento del Proemio redactado por Mons. Gabriel GARRONE y asumido por la Comisión Mixta que transcribimos aquí es el protocolado por la Secretaría de la Comisión Doctrinal en Enero de 1963 y fue publicado por Riccardo BURIGANA, 469. 44 Tomadas de Gregorio RUIZ, 92-95, pero asumiendo una denominación diferente; cf. BIORD CASTILLO, 72-73.85-87. El 22 de Abril de 1963 el Papa Juan XXIII autorizó enviar el esquema elaborado por la Comisión Mixta a los Padres Conciliares para ser estudiado y enviar sus observaciones a la Secretaría General del Concilio. La intención inicial había sido discutirlo en el Aula en la Segunda Sesión Conciliar. Sin embargo, no llegó a discutirse nunca. La Segunda Sesión fue completamente ocupada por la cuestión de la Iglesia. Además, fueron tantas las observaciones que llegaron a la Secretaría del Concilio que se procedió directamente a reelaborar el texto, dando origen a una nueva redacción, conocida como Textus emendatus, que sería discutido en Tercera Sesión del Concilio. Dice BIORD CASTILLO, 72: “El esquema elaborado por la comisión mixta será conocido posteriormente como textus prior porque, al ser publicado, en la nueva versión aparecían en dos columnas paralelas el esquema antiguo y el nuevo. Para distinguirlos estaba escrito en la parte superior: textus prior y textus emendatus respectivamente.” (cf. AS III/IIIa 69123). El Textus emendatus fue ulteriormente retocado conforme a las propuestas de los Padres durante su debate en el Aula (el fragmento del Proemio que nos ocupa no sufrió modificación alguna). El 20 de noviembre de 1964, víspera de la clausura de la Tercera Sesión Conciliar, el nuevo esquema ya pudo ser distribuido entre los Padres. Fue publicado, como el anterior, en dos columnas: en la de la izquierda, el esquema anterior (Textus emendatus) y en la de la derecha, este texto, el quasi definitivum o Textus denuo emendatus. El Textus denuo emendatus o quasi definitivum fue debatido en la Cuarta Sesión Conciliar entre los días 20 y 22 de Septiembre de 1965. Su aceptación fue sustancialmente unánime, aunque hubo un número muy elevado de aprobaciones con propuestas de modificación (placet iuxta modum): ¡1498! El texto, pues, quedaba sancionado, y no quedaba sino completarlo con las propuestas de modificación (modi) indicadas (cf. RUIZ, 64-76).

16

TEXTUS PRIOR De Divina Revelatione Comisión Mixta, Abril 1963

El Sacrosanto Sínodo Vaticano Segundo, proclamando solemnemente la doctrina católica sobre la sagrada Revelación, trae a la memoria las palabras de San Juan que dice: “Os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y apareció ante nosotros: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y la comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1,2-3).

TEXTUS EMENDATUS De Divina Revelatione Comisión Doctrinal, 1964 Discutido en la Tercera Sesión del Concilio, entre el 30 de Septiembre y el 06 de Octubre de 1964

TEXTO DEFINITIVO O APROBADO Dei Verbum Aprobado el 18 de Noviembre de 1965 en la Cuarta Sesión del Concilio

El Sacrosanto Sínodo

El Sacrosanto Sínodo, oyendo religiosamente y proclamando fielmente la Palabra de Dios

se adhiere a las palabras de San Juan que dice: “Os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y apareció ante nosotros: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y la comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1,2-3).

se adhiere a las palabras de San Juan que dice: “Os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y apareció ante nosotros: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y la comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1,2-3).

Por eso, en seguimiento de las huellas del Concilio Vaticano I, intenta proponer la genuina doctrina acerca de la divina Revelación y de su transmisión, para que el mundo entero oyendo crea, creyendo espere, esperando ame.

Por eso, en seguimiento de las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, intenta proponer la genuina doctrina acerca de la divina Revelación y de su transmisión, para que el mundo entero oyendo el anuncio de la salvación crea, creyendo espere, esperando ame.

La revisión del Proemio publicada en el Textus emendatus fue confiada al teólogo jesuita holandés Pieter SMULDERS.45

3. Algunas breves consideraciones sobre la cita de 1 Juan 1,2-3 en el Proemio a la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación [Dei Verbum] del Concilio Vaticano II Transcribimos en primer lugar ambos textos:46

45

BURIGANA, 258-259; PIZZUTO, 71-72.

17

DEI VERBUM 1

1 JUAN 1,1-4

El Santo Concilio, escuchando religiosamente la palabra de Dios y proclamándola confiadamente (fidenter), hace suya (obsequitur) la frase de San Juan, cuando dice (dicentis):

Aquello que existía desde el principio, aquello que hemos oído, aquello que hemos visto con nuestros ojos, aquello que contemplamos y nuestras manos tocaron acerca de la Palabra que es la Vida, 2 ‒pues la Vida se manifestó, y nosotros hemos visto y damos testimonio

“Os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión (societatem) con nosotros, y esta comunión (societas) nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn., 1,2-3).

y os anunciamos la Vida eterna, la que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó‒ 3 aquello que hemos visto y hemos oído, os lo anunciamos (también) a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión (κοινωνίαν) con nosotros, y esta comunión (κοινωνία) nuestra por cierto es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.

Por tanto siguiendo las huellas de los Concilios Tridentino y Vaticano I, se propone exponer la doctrina genuina sobre la divina revelación y sobre su transmisión para que todo el mundo, oyendo, crea el anuncio de la salvación; creyendo, espere, y esperando, ame.

4

Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo.

No presentamos un comentario detenido de ambos texto –ya hay muchos y excelentes− sino sólo algunas breves consideraciones inspiradas en lo que fue surgiendo, a nuestro modesto entender, de este apretado recorrido por la agitada génesis del Proemio y de la opción sostenida por encabezarlo con la cita de parte del prólogo de la 1 de Juan.

46

Sugerimos nuestra propia traducción de 1 Juan 1,1-4. Texto de DV 1 [en línea]: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651118_deiverbum_sp.html [consulta: 29 de agosto 2014].

18

3.1. De la cita de parte de 1 Juan 1,2-4 en la versión de Enero de 1963 del Proemio al De Divina Revelatione de la Comisión Mixta a la cita de parte de 1 Juan 1,2-3 en la versión definitiva del Proemio a la Dei Verbum47

La novedad más importante de la versión Enero 1963 del Proemio fue la inserción de una pequeña introducción, con una referencia a la tarea que el Concilio se proponía y con una cita bíblica inspirada en 1 Juan 1,2-4 en orden a presentar la “naturaleza” de la Revelación. La cita juánica será mantenida de aquí en más, pero por lo menos ya desde la reformulación del Proemio realizada por Pieter SMULDERS en 1964, el texto citado estará basado en 1 Juan 1,2-3 y así quedará en la versión definitiva, aprobada por el Concilio Vaticano II el 18 de Noviembre de 1965.

CITA JUÁNICA EN LA VERSIÓN ENERO 1963

CITA JUÁNICA EN LAS VERSIONES SMULDERS A DEFINITIVA

…La Vida se ha manifestado, y vimos y atestiguamos y os anunciamos la Vida eterna que estaba junto al Padre…,

para que nuestra comunión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo… para que vuestro gozo sea pleno (1 Juan 1,2-4)

Os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó: lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y esta comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1 Juan 1,2-3).

El punto de partida del texto bíblico elegido en la Versión-Enero 1963 es “la manifestación de la Vida”, priorizando claramente este acontecimiento decisivo, que ha ocurrido por pura iniciativa divina y ante testigos que lo vieron. Y aquello que esos testigos “vieron” de la “manifestación de la Vida” es lo que se proponen “anunciar”.

47

Según los estudios de Pietro PIZZUTO, del Proemio en cuestión se detectan tres redacciones previas a su incorporación oficial al De Divina Revelatione redactado por la Comisión Mixta: la inicial de Jean DANIÉLOU – la consignada a la Secretaría General del Concilio el 21 de Noviembre de 1962 por Mons. VEUILLOT tras su intervención en el Aula – la elaborada por Mons. GARRONE para su discusión en la Comisión Mixta del 27 de Noviembre; según afirma PIZZUTO, los tres textos son prácticamente idénticos (cf. PIZZUTO, 56).

19

En el fragmento citado posteriormente en las versiones Smulders a Definitiva −a nuestro entender, sin que este acontecimiento clave quede en un segundo plano− se destaca no sólo el hecho de “haberlo visto” sino también el de “haberlo oído”.48 En ambos casos, lo que se dice “anunciar” no es sólo un “mensaje” –y mucho menos, una “doctrina”− sino la Vida (zoé), la Vida eterna que estaba junto al Padre y que se manifestó, la Vida que es Cristo mismo y que, según la teología juánica, es la Palabra humanada, “personificada”, hecha “carne”, hecha “hombre”, que se dejó ver, oír, tocar, “experimentar”, que es portadora de Vida (zoé), que se entregó sin medida y hasta el final. ¿Y para qué se “anuncia” a los destinatarios la “Vida que se ha manifestado”? Es aquí donde, a nuestro juicio, la opción diferente de ambas versiones resulta más significativa. En el fragmento de la cita juánica elegida en la Versión-Enero 1963 se indica claramente una doble finalidad de la tarea de “anunciar la Vida que se ha manifestado”: “para que nuestra comunión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo…” (¿1 Juan 1,3? ¿O una interpretación de ese texto?)49 −es decir, se anunciaría la Vida eterna para que los que la anuncian entren en comunión con el Padre y con el Hijo− y “para que vuestro gozo sea pleno” (¿1 Juan 1,4? ¿O una interpretación de ese texto?)50 −es decir, se anuncia la Vida eterna para que los que oyen el anuncio puedan llegar al gozo pleno−. Esta lectura entonces pretendería afirmar que la tarea a cumplir de “anunciar la Vida que se ha manifestado” se realizaría en orden a lograr dos

48

Aunque sin mencionar que también fue “tocado con las manos”, como afirma en el texto juánico original. 49 Notar que en el texto juánico original no consta en forma explícita una finalidad −un “para qué”− al inicio de esta frase. El enunciado de 1 Juan 1,3b puede ser leído: (1) Como una afirmación, sea común, sea enfática: “Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (Biblia de Jerusalén) – “Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (Biblia del Pueblo de Dios) – “... y verdaderamente/en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (cf. Biblia de las Américas y Reina Valera); (2) Expresando algún tipo de nexo con la frase precedente, sea de tipo comparativo: “…para que compartáis nuestra vida, como nosotros la compartimos con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (Biblia del Peregrino) – “…para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el Padre y con su Hijo Jesucristo.” (Dios Habla Hoy); sea de tipo causal, como puede ser inferido de la lectura de la Vulgata: “…ut et vos societatem habeatis nobiscum et societas nostra sit cum Patre et cum Filio eius Iesu Christo.” [“…para que también vosotros tengáis comunión con nosotros y/para que nuestra comunión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo.”]; sea de tipo explicativo: “…para que estén en comunión con nosotros, pues nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo.” (Biblia Latinoamericana). Nuestra traducción de 1 Juan 1,3b (cf. supra, 14): “y esta comunión nuestra por cierto es con el Padre y con su Hijo Jesucristo” interpreta la frase como una afirmación enfática, no como una formulación de deseo ni como una expresión de finalidad ni como algún tipo de comparación o explicación. 50 Notar que el texto juánico original dice “nuestro gozo”, no “vuestro”: “[Os escribimos estas cosas] para que nuestro gozo sea completo” (1 Juan 1,4).

20

objetivos: generar la comunión de los testigos de su manifestación con el Padre y con su Hijo Jesucristo y conducir a los oyentes del anuncio al gozo pleno. En el fragmento de la cita de la 1 Juan incorporado a las versiones Smulders a Definitiva en cambio, no queda tan claro que se persiga una finalidad doble –y por cierto en absoluto se indica que un objetivo a lograr sea que el “gozo” de los destinatarios sea “pleno”−. La tarea a cumplir de “anunciar la Vida que se ha manifestado” se realizaría −según esta opción− en orden a lograr comunión entre los destinatarios del mensaje y los testigos que lo anunciaron, y de esta forma ¿unos y otros? ¿los destinatarios? –no resulta evidente a nuestro entender en el texto citado− podrán entrar en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.51

3.2. Algunas posiciones encontradas a propósito de la cita de la 1 Juan en el Proemio del documento sobre la divina Revelación en el marco del debate conciliar

Algunos padres conciliares no vieron muy bien la conexión entre el texto de 1 Juan que se disponía a citar la constitución en su Proemio y el fin que esta se proponía.

El Cardenal Ernesto RUFFINI, arzobispo de Palermo, en su intervención en el Aula del 30 de Septiembre de 1964 sostenía que el pasaje del apóstol Juan invocado en el Proemio recuerda su propia experiencia, las cosas que él mismo, viviendo familiarmente durante muchos años con el Señor, vio con sus ojos y oyó con sus oídos; por ello, la adhesión debida a ese testimonio no puede ser unida sino inapropiadamente –y mucho menos mediante el adverbio propterea (“por este motivo”)− a la doctrina que el Sagrado Concilio intenta proponer. Mons. Michael ARATTUKULAM, obispo de Alleppey (India) y abogado de la Rota Romana, en su intervención en el Aula del 1 de 51

Una de las posibles interpretaciones del texto juánico incorporada a las versiones Smulders a Definitiva podría ser la siguiente: los testigos de la manifestación de la Vida anuncian esa Vida a los destinatarios para que ellos −los destinatarios− entren el comunión con los testigos, y así ambos − “unos y otros”, los destinatarios del mensaje y los testigos de la manifestación de la Vida− podrán tener comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo. Pero el texto juánico referido se podría interpretar también de otra manera: los testigos de la manifestación de la Vida eterna sin lugar a dudas están en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo; la tarea de anunciar la Vida que se manifestó pretendería generar comunión entre los testigos de la manifestación y “otros” −los destinatarios de su anuncio− y así “otros” −los oyentes del anuncio− mediante su comunión con los testigos (y sólo mediante esta comunión con los testigos), podrán entrar en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. En este caso entonces, la posibilidad de una verdadera comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo pasaría a través de la comunión con “el nosotros”, los testigos de su manifestación −que por cierto están en comunión con el Padre y con su Hijo− y son portadores (e intérpretes) de este anuncio, de esta “palabra de vida” (cf. 1 Juan 1,1b: lo,goj th/j zwh/j), que también comunican como “escritura” (1 Juan 1,4).

21

octubre del mismo año afirmaba que tanto la cita de la 1 Carta de Juan como la del De Cathequizandis Rudibus de San Agustín se refieren a la predicación del Evangelio; en cambio, la intención del Concilio es proponer la doctrina genuina sobre la Revelación y su transmisión; por ello que el nexo entre la intención del Concilio y los textos citados – según entiende el prelado− no es evidente.52

Por su parte los monjes cristianos de Taizé Roger SCHUTZ y Max THURIAN, invitados por Pablo

VI

como observadores del Concilio Vaticano II, expresaron que en

la Dei Verbum, la Revelación es presentada como la Palabra viva que el Dios vivo dirige a la Iglesia viva, compuesta de miembros vivos [...] La palabra de Dios es Cristo vivo, que Dios da a los hombres para establecer entre Él y éstos, y entre éstos, la comunión del Espíritu, en la Iglesia. Esta es en efecto la idea que expresa el primer capítulo y que aparece ya en el Proemio.53

3.3. El debate por un aspecto esencial de la noción de Revelación expresado en la cita de 1 Juan del Proemio: ¿Dios revela sólo con sus “palabras” o también con sus “obras” (sus acciones, los acontecimientos salvíficos)?

Hoy parece una cuestión clara, adquirida, fuera de toda discusión, pero, en el contexto del debate conciliar y de las disputas en el seno de la Comisión Mixta, generó reiterados enfrentamientos. Para unos, extender la noción de “revelación” a las “obras salvíficas” es completamente indebido. Para otros, reducirla a sólo palabras (locutio) es “conceptualismo formal”, mero “intelectualismo verbal”.

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AS III/IIIa, 142-143 (Mons. RUFFINI). 214-215 (Mons. ARATTUKULAM); testimonios mencionados por H. DE LUBAC, 185. También Joseph RATZINGER, co-autor por entonces con Karl RAHNER de uno de los más importantes “esquemas alternativos” al De Fontibus Revelationis que circuló antes y durante la Primera Sesión del Concilio, en su emblemático comentario a la Dei Verbum expresa en tres ocasiones con mucha claridad su impresión acerca de ciertas fisuras en la lógica del discurso al elaborar un párrafo en el que el Concilio intenta describir su propia tarea remitiéndose al texto de la 1 Carta de Juan: aunque califica la inclusión de ese texto juánico como conveniente, entiende que la pretensión que reclama la cita, comparada con lo que fue el propósito real del Concilio, es demasiado alta (cf. RATZINGER, 504.505). Henry DE LUBAC, perito conciliar, en su también emblemático comentario al Preámbulo y al capítulo primero de la Dei Verbum, afirma en cambio que el texto de 1 Juan 1,2-3 guarda estrecha relación con el fin que el Concilio se proponía, que se trata de un texto “muy bien traído y perfectamente escogido”, que “nos transporta de golpe al plano de la contemplación, y contiene en embrión, quasi in nuce, todo cuanto se dice en el capítulo I, así como este capítulo, a su vez, domina el texto íntegro de la Constitución. En él se indica el objeto, modo, transmisión y finalidad de la revelación.” (DE LUBAC, 185). 53 Testimonio mencionado en DE LUBAC –CATTANEO, 340.

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En la última reunión de la Comisión Mixta de 1962 el P. Sebastiaan TROMP criticó el Proemio, exponiendo en ocho puntos sus observaciones. Se lamentaba en particular de que el Proemio introdujera una noción de Revelación extraña a la Escritura, a toda la Tradición y a los Concilios de Trento y Vaticano I. Según el teólogo jesuita holandés, la Revelación, a diferencia de lo que afirma el Proemio, es una locutio, una comunicación estrictamente verbal. A su entender el Proemio estaba proponiendo un cambio doctrinal de graves consecuencias –sobre todo, para el concepto de “fe”− y no sólo una simple reformulación “más pastoral”. Para evitar confusiones consecuentes sugería iniciar el Exordio con la cita del primer versículo de la Carta a los Hebreos. Según el P. TROMP este texto bíblico orientaría la afirmación del Proemio acerca de la Revelación “en Cristo” en la dirección correcta, en la medida en que lo presenta como un “(de)legado” divino;54 Hebreos 1,1 afirma que Dios “ha hablado” primero por medio de profetas y luego “ha hablado” definitivamente “en Cristo”. Según esta interpretación, la Revelación habría sido realizada “en Cristo” no en el sentido de que toda su persona es la plenitud de la Revelación divina sino en el sentido de que Cristo es el supremo y último “representante oficial” (“legado”) de Dios. El P. Marie-Michel LABOURDETTE OP, de Toulouse, aunque en una perspectiva más tomista y reconociendo, con San Agustín, que “facta Verbi, verba sunt” (las acciones de la Palabra, también son palabras), en cierto modo se asoció con sus observaciones a las críticas del P. TROMP, en relación con lo que, a su juicio, era una extensión indebida del término “revelación” a los acontecimientos de la historia de la salvación. 55 Como consecuencia de estos intercambios de pareceres −de los que también participó el teólogo jesuita francés Jean DANIÉLOU− desapareció de la versión del Proemio de enero de 1963 la frase que iniciaba el parágrafo cinco del mismo, que afirmaba que la Revelación de Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento se realiza simultáneamente por las palabras que Dios le dirige a los hombres y por sus obras en la 54

PIZZUTO, 50. De Christo legato divino era, por entonces, un capítulo importantísimo de los tratados de Cristología y Apologética clásica. El objetivo del capítulo era exponer y probar la cognoscibilidad, el testimonio y la credibilidad de la vida, la doctrina y la obra del Jesús histórico, Mesías, Hijo de Dios, Legado Divino, Enviado de Dios, y su significado para la credibilidad y la razonabilidad de la fe cristiana. Sus milagros y profecías y su resurrección entre los muertos respaldan la verdad objetiva y la credentidad de su testimonio. La cita que tradicionalmente culminaba y daba sentido a todo ese recorrido era la de Hebreos 1,1. La cita de 1 de Juan, para esa mentalidad más formalmente intelectual y en ese contexto, podía sonar “subjetiva”, “modernista”, “inmanentista”. Tanto el P. TROMP como Mons. Pietro PARENTE, asesor del Santo Oficio, habían escrito sendas obras que eran utilizadas por muchos estudiantes de teología y seminaristas antes del Concilio. 55 PIZZUTO, 54.

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historia de la salvación;56 se redactó un nuevo comienzo al parágrafo en el que se asumía una perspectiva “más tradicional”, reservando el término “revelación” sólo a las palabras (las palabras revelan - las obras testimonian).57

Sin embargo, no se dio lugar a la sugerencia de sustituir en el Incipit (las primeras palabras) del Proemio el texto de 1 Juan 1,2-3 –texto que, además de ofrecer en el marco de este debate una perspectiva más amplia de la noción de Revelación, incluye el aspecto de la relación con los destinatarios del anuncio− por el de Hebreos 1,1, texto fuertemente sponsorizado por el P. Sebastiaan TROMP y por el Cardenal Alfredo OTTAVIANI.58

En una etapa ulterior, tras el arribo de diversos comentarios de importantes teólogos59 y de las observaciones enviadas por escrito por los Padres Conciliares durante fines de 1963 y comienzos de 1964 (en general, bastante críticas),60 la Comisión Doctrinal constituyó el 7 de marzo de 1964 una subcomisión para la revisión del esquema De Divina Revelatione. Esta vez, la revisión del Proemio fue confiada al teólogo holandés Pieter SMULDERS, quien elaboró un texto casi totalmente nuevo, organizando, sintetizando, reestructurando la materia a partir de las sugerencias de los 56

“Revelatio Dei in Vetere et Novo Testamento efficitur simul per locutionem Dei ad homines et per eius opera in historia salutis” (cf. PIZZUTO, 59). 57 “[Proemium] 5. - Veritas Dei nobis revelatur a Deo, loquente nobis in Filio; opera autem Eius «quae dedit ei Pater ut faciat ea» [Io. 5,36] de Ipso testantur…” (BURIGANA, 470); cf. PIZZUTO, 57-58. 58 PIZZUTO, 59.62. Cf. en cambio, DE LUBAC, 185-192: según el texto citado de 1 Juan 1,2-3 es Dios mismo quien se revela a sí mismo manifestándose en la persona de Jesucristo; “En esta manifestación … las palabras que percibimos con los oídos desempeñan su papel: un papel importante y esencial, por supuesto, pero no único […] (Jesucristo) nos revela a Dios Padre con su presencia activa, con todo su ser […] Dios nos manifiesta su gloria a través de la humanidad de Jesús.” (Ibid., 186.187). 59 Mencionamos, en particular, los comentarios del benedictino Jacques DUPONT de la Abadía Saint André de Brujas (Bélgica) y los del dominico Yves CONGAR que, en relación a la cuestión que nos ocupa, se lamentaban de la reducción de la noción de Revelación a lo estrictamente “verbal” −como si lo que Cristo ha obrado nada revelara− olvidando o desconociendo que la Revelación es una acción, el acto por el que Dios se manifiesta, se da a conocer, se hace presente en nuestra historia; además –se recuerda− la noción escriturística de “palabra” es dinámica, es decir, la “palabra” no sólo “dice” sino también “hace” (cf. PIZZUTO, 65-66). 60 Algunas fueron tan críticas que proponían reescribirlo totalmente −así, los obispos de Francia Occidental− o directamente anularlo, por entender que no contribuía a resolver ninguna de las cuestiones discutidas −así los obispos italianos de la región de Abruzzo y los obispos argentinos− (cf. AS III/IIIa 901.917.894; testimonios mencionados por PIZZUTO, 67-68). En relación con la cuestión de la noción de Revelación y su relación con las “obras” divinas, también se oyeron voces encontradas: Mons. Miguel Ángel BUILES GÓMEZ, obispo de Santa Rosa de Osos (Colombia) pedía una explícita referencia a la Revelación como “locutio” en el Proemio: “Opportune ergo declarandum esset a Concilio revelationem divinam ese divinam locutionem cui correspondeat fides” (AS III/IIIa 807-809) mientras que los obispos de Indonesia en su intervención colectiva manifestaban su deseo de que se afirmara con mayor claridad que Dios se revela no sólo con sus Palabras sino también con sus “acciones”, con sus “obras” (AS III/IIIa 914; cf. PIZZUTO, 68-69).

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Padres.61 A él debemos la recuperación del valor revelador de las obras/acciones divinas, silenciado en el Textus prior, y que tan claramente es destacado en la Dei Verbum.62 4. Al final del recorrido: una imagen −que vale más que mil palabras−

Parafraseando el comienzo del Proemio de la Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, que declara solemnemente la determinación del Concilio de “oír religiosamente” (religiose audiens) la palabra de Dios (Dei verbum) para “proclamarla con confianza y fidelidad” (fidenter proclamans), concluimos este recorrido “secundando gustosamente” (obsequitur), “haciendo nuestra” −tras tantas palabras− una imagen.

Una imagen elegida por uno de los actores más importantes del Concilio Vaticano II, en un momento determinante, cuando acababa de hacerse cargo del timón del Concilio y de la Iglesia, imagen que, como el comienzo de la Dei Verbum, no ha perdido su lúcida potencia para centrarnos en lo esencial y orientarnos, como creyentes, a seguir pensando la riqueza insondable de nuestra fe, abrevando en la fuente inagotable de “la Vida que se ha manifestado”.

Su Santidad PABLO VI, en su programático discurso de apertura de la Segunda Sesión del Concilio Vaticano II del 29 de Septiembre de 1963 exclamaba con vehemencia: “¡Ojalá fuésemos capaces en esta hora de elevar a nuestro Señor Jesucristo una voz digna de Él!”, a la vez que expresaba verse representado “en el humildísimo adorador, nuestro predecesor Honorio III, que aparece en el espléndido mosaico del ábside de la basílica de San Pablo Extramuros, pequeño, casi aniquilado, besando en tierra el pie de Cristo, de enormes dimensiones, el cual, en actitud de maestro soberano, domina y bendice a la asamblea reunida en la misma basílica, es decir, a la Iglesia. Nos parece que la escena se repite aquí, pero no ya en una imagen diseñada o 61

PIZZUTO, 71; BURIGANA, 255-259. El texto redactado por Pieter SMULDERS está publicado en BURIGANA, 479-481. 62 El texto definitivo de Dei Verbum 2 dice así: “El plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio.”:

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pintada, sino más bien en una realidad histórica y humana, que reconoce en Cristo la fuente de la humanidad redimida, de su Iglesia, y en la Iglesia, como su efluvio y continuación terrena, y al mismo tiempo misteriosa. De tal manera, que parece representarse como a nuestro espíritu la visión apocalíptica del apóstol: Y me mostró el río de agua viva, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero (Apoc 22,1). Es conveniente, a nuestro juicio, que este Concilio arranque de esta visión…”.63

3. Bibliografía consultada

AS: Acta Synodalia Sacrosancti Concilii Vaticanii II, 26 voll., Città del Vaticano, 1970-1980. Discursos de Juan

XXIII

y de Pablo

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Libros y Artículos (en orden alfabético) BIORD CASTILLO, Raúl, La Resurrección de Cristo como Revelación. Análisis del tema en la teología fundamental a partir de la Dei Verbum, Roma, Tesi Gregoriana 38, 1998. BURIGANA, Riccardo, La Bibbia nel Concilio. La redazione della costituzione «Dei Verbum» del Vaticano II, Bologna, 1998. DE

LUBAC, Henri, “Comentario al preámbulo y al capítulo primero”, en: B. -D.

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LUBAC, Henri –CATTANEO, Enrico, “La constitución ‘Dei Verbum’ veinte

años después”, Selecciones de Teología 104, vol. 26, (1987), 340-345. GROOTAERS, Jan, “El Concilio se decide en el intervalo. La «segunda preparación» y sus adversarios”, en: Giuseppe ALBERIGO (dir.), Historia del Concilio Vaticano II. Volumen II. La formación de la conciencia conciliar. El primer período y 63

Concilio Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones. Documentos Pontificios complementarios, Madrid, BAC, 765.

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la primera intercesión (octubre 1962 – septiembre 1963), Leuven-Salamanca, 2002, 331-470. MONTALDI,

Gianluca,

IN

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IPSA

ESSENTIA

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COMPLETUR. Il tema della fede nell’evolversi del concilio Vaticano II: la genesi di DV 5-6 e i suoi riflessi su ulteriori ambiti conciliari, Roma, Tesi Gregoriana 126, 2005. PIZZUTO, Pietro, “Il «De revelatione et Verbo Dei di J. Daniélou»: abbozo die proemio per la Costitutione conciliare sulla revelazione divina”, en: Id., La Teologia Della Rivelazione di Jean Daniélou. Influsso su Dei Verbum e valore attuale, Roma, Tesi Gregoriana 96, 2003. RATZINGER, Joseph, “Constitutio Dogmatica de Divina Revelatione”, en: AA. VV., Lexikon für Theologie und Kirche. Das Zweite Vatikanische Konzil. Teil II, Freiburg-Basel-Wien, 1967, 497-583. RUGGIERI, Giuseppe, “El primer conflicto doctrinal”, en: Giuseppe ALBERIGO (dir.), Historia del Concilio Vaticano II. Volumen II, 225-254. RUIZ, Gregorio, “Historia de la Constitución ‘Dei Verbum’ “, en: L. ALONSO SCHÖKEL – A. ARTOLA (dir.), La Palabra de Dios en la historia de los hombres: comentario temático a la Constitución “Dei Verbum” del Vaticano II sobre la Divina Revelación, Bilbao, 1991, 45-151. SALVIA, Ernesto, “La recepción del Concilio Vaticano II en la Argentina”, Archivum XXX (2014), 299-310. VON

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Lic. Claudia MENDOZA UCA/USAL 15/02/2015

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