Alfonso X y la revuelta mudéjar de 1264: el control del Estrecho

Share Embed


Descripción

TRABAJO DE FIN DE GRADO

«ALFONSO X Y LA REVUELTA MUDÉJAR DE 1264: EL CONTROL DEL ESTRECHO»

Autor: LORENZO LAGE ESTRUGO

Tutor: RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

GRADO EN HISTORIA

Curso Académico 2014-2015 Fecha de presentación 26/06/2015

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

ÍNDICE: 1. RESUMEN-Pág. 2. 2. INTRODUCCIÓN-Págs. 2-6. 3. ALFONSO X Y EL LEGADO PATERNO: EL FECHO DE ALLENDE Y EL FECHO DEL IMPERIO-Págs. 7-12. 4. EL CONTROL DEL ESTRECHO-Págs. 13-20. 5. LA REVUELTA MUDÉJAR DE 1264: GUERRA CASTELLANOGRANADINA-Págs. 21-29. 6. EXILIO MUDÉJAR, CONSOLIDACIÓN DEL REINO DE GRANADA Y CREACIÓN DEL MUNDO FRONTERIZO-Págs. 30-34. 7. LA BATALLA DEL ESTRECHO: AMBICIÓN DINÁSTICA, APERTURA DEL ESCENARIO ATLÁNTICO. Págs. 35-44.

8. CONCLUSIONES. Págs. 45-46. 9. BIBLIOGRAFÍA. Págs. 47-52. 10. ANEXOS.

1

RESUMEN:

L

a revuelta mudéjar de 1264 como guerra castellano-granadina, enmarcada dentro de la lucha por el control del Estrecho de Gibraltar y englobando a muy diversos actores, con especial atención a la propia

Castilla y León y Aragón. También se hace especial hincapié en la figura de Alfonso X el Sabio, destacando su importancia dentro del Mediterráneo del momento y la relevancia de su reinado dentro de las dinámicas regionales. Se busca resaltar la existencia de una auténtica geoestrategia medieval y resaltar las relaciones entre Castilla y sus vecinos, dentro de los procesos propios del siglo XIII, auténtica bisagra de la Edad Media. Palabras clave: Alfonso X, Estrecho de Gibraltar, Geoestrategia, s. XIII, Edad Media. ABSTRACT:

T

he 1264 revolt considered as a true war between Granada and Castile, scenario of the struggle for dominion over the Gibraltar Strait, involving many different and diverse agents; with an emphasis on the

crown Castile and Leon and the Kingdom of Aragon. Furthermore, attention is paid to Alfonso X the Learned/the Wise and his remarkable influence in the Mediterranean, including his key role in the Strait’s regional dynamics. Of singular interest is exploring the existence of a true medieval geostrategy while studying the noteworthy relations between Castile and its neighbors. Everything included among the 13th century’s processes and dynamics, key in European Middle Ages. Keywords: Alfonso X, Gibraltar Strait, Geostrategy, 13th century, Middle Ages. I-INTRODUCCIÓN. 1) Justificación del tema.

E

l reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284) es uno de los períodos fundamentales de la Edad Media peninsular, y su comprensión es primordial para la estudio de las dinámicas que le sucedieron y le

precedieron cronológicamente. Además, englobado en el siglo XIII, que constituye una verdadera bisagra en los tiempos medievales y que determinó profundamente como sería lo que conocemos como Baja Edad Media. Así, reviste especial interés estudiar las 2

dinámicas y procesos que ocurrieron en tal siglo y que contribuyeron al cambio observable en Europa Occidental en dichos años, culminado en el siglo XIV. El reinado de Alfonso X se vio influido por eventos a escala europea y mediterránea, como la lucha entre güelfos y gibelinos o los cambios en el Norte de África tras el colapso de los almohades, junto con la cuestión siciliana, acentuada tras la batalla de Benevento en 1266. Dentro de las dinámicas del momento es de especial interés la lucha suscitada por el control del Estrecho, fundamentada en el avance y desarrollo de las monarquías europeas occidentales y las ciudades-república italianas a lo largo del siglo XII y la primera mitad del XIII. Además, con la lucha contra el Islam y los ideales cruzados como telón de fondo, en una constante efervescencia. Pese a que en ocasiones se ha desestimado su existencia es de particular interés la geoestrategia seguida por los monarcas del momento, sus manifestaciones y sus formas de actuar, que se manifiestan con singularidad en el reinado de Alfonso X. Durante el reinado alfonsí ello se manifiesta a una escala que superaba el ámbito tradicional castellano-leonés para enmarcarse en una perspectiva europea. Enmarcado en todo ello encontramos la tradicionalmente conocida como revuelta mudéjar de 1264, que enmascara toda una serie de luchas que inauguran la lucha por el control del Estrecho, subyaciendo intereses de toda índole, desde políticos a militares, pasando por económicos y religiosos. Los monarcas de la Europa Occidental del siglo XIII se condujeron conforme a unos intereses y a unos objetivos usualmente definidos, trazando una estrategia que definiría sus actuaciones; es en ocasiones la falta de documentación lo que impide la comprensión de sus motivaciones. No actuaron plenamente movidos por elementos como el valor, los ideales caballerescos o los cruzados, tal y como la cultura popular presenta a reyes como Fernando III o el rey inglés Ricardo Corazón de León. 2) Objetivos. Varios objetivos dominan el presente trabajo. Primero una comprensión del reinado de Alfonso X, en relación con los poderes mediterráneos circundantes y su interacción, en torno al control del Estrecho de Gibraltar y el establecimiento del poder castellano en la Baja Andalucía, con la tentativa de un proyecto más ambicioso. Segundo, indagar sobre la naturaleza de la revuelta mudéjar de 1264, su naturaleza y su papel dentro de la lucha por el control de la región, contextualizándola y no tratándola como un evento 3

aislado. Tercero, alcanzar una mayor comprensión de las relaciones entre los diversos estados peninsulares y sus monarcas reinantes; la interacción entre Castilla, Portugal, Aragón en relación con una batalla por el Estrecho. Cuarto, explorar la existencia de una verdadera geoestrategia medieval, dentro de los términos y la escala del período, buscando descubrir intereses de carácter geoestratégico dentro de la revuelta mudéjar y el control del Estrecho de Gibraltar, a parte de los consabidos intereses ideológicos. Quinto, exponer la necesidad que tenía Castilla de controlar el Estrecho, para asentar sus recientes conquistas y estabilizar su autoridad. 3) Hipótesis. La hipótesis principal se desarrolla en torno a la naturaleza de la revuelta mudéjar de 1264. Los estudios, en creciente número, como demostró el congreso habido en Arcos de la Frontera el año pasado, sobre la cuestión de la asimilación de la provincia de Cádiz y la Baja Andalucía en Castilla, reafirman con cada vez mayor seguridad la naturaleza de la “revuelta” no como una revuelta en sí misma, sino como una guerra castellano-granadina. Pero con dicha cuestión se persigue la hipótesis del presente trabajo: la inevitabilidad del conflicto de 1264 por la creciente presión y deseos por parte de los agentes confluyentes en la región por el control del Estrecho, que se convertiría en un imperativo estratégico de primer orden para la monarquía castellanoleonesa, un proyecto dinástico que sólo sería culminado con la batalla del Salado por Alfonso XI. 4) Fuentes y metodología. La abundancia de fuentes secundarias que realizan una excelente labor de análisis de la documentación existente sobre el reinado alfonsí hoy en día hace superflua una labor de archivo a la hora de realizar un trabajo como el presente. Trabajos como la magna monografía de Manuel González o el magnífico recorrido de su reinado de Joseph O’Callaghan y otros muchos autores proporcionan un análisis adecuado de las fuentes primarias del período. Además algunas de las principales fuentes primarias que tratan el reinado de Alfonso X son consideradas inexactas y un estudio usando dichas fuentes sobrepasa los objetivos y la escala del presente trabajo. Sin embargo ello no excusa la consulta de fuentes de primera mano como el Libro de los Hechos, de Jaime I el Conquistador o breves incursiones en el Diplomatario Andaluz de Alfonso X, editado por el ya mencionado Manuel González Jiménez y publicado en 1991. Las fuentes 4

secundarias existentes además cubren todos y cada uno de los puntos tratados en el presente trabajo. Se ha tratado, eso sí, realizar una exhaustiva lectura y comprensión de las fuentes consultadas, así como un proceso de contrastación de datos y hechos. Las fuentes engloban desde artículos en revistas prestigiosas como Alcanate, concebida en la cátedra de Alfonso X el Sabio, con sede en el cercano Puerto de Santa María, a tesis doctorales de diversa índole. Se ha intentado pues realizar un estudio lo más amplio posible de la bibliografía existente en aras a aportar profundidad, detalle y rigor científico al presente trabajo, dentro de la escala y posibilidades existentes. 5) Estado de la cuestión. Ciertamente el tema ha sido previamente estudiado en alguno de sus aspectos. Josep O’Callaghan ya recoge la idea de la batalla por el Estrecho de Gibraltar como un evento de un siglo1 de duración; desde la conquista de Sevilla a la batalla del Salado y la conquista de Gibraltar por Alfonso XI. El volumen de estudios sobre el reinado de Alfonso X y sus sucesores en el trono castellano hacían sumamente difícil pisar terreno inexplorado. José Manuel Rodríguez García2 presenta sin duda uno de los estudios más concretos y extensos hasta la fecha, explorando según términos geoestratégicos la voluntad expansionista castellana al otro lado del Estrecho. Manuel González Jiménez ha dejado escasos puntos de la vida y reinado de Alfonso X sin estudiar; sus obras sobre la problemática sucesión en Castilla3, el poblamiento y la frontera castellano granadina4 o las relaciones del monarca con un homólogo como el rey de Portugal5 constituyeron puntales sobre los que edificar el presente trabajo. El control del Estrecho ha sido así mismo estudiado anteriormente, así como la relevancia histórica de su apertura, como demuestra el artículo de Antonio Ortega Villoslada en el boletín de la Societat Arqueològica Lul-liana. Sin embargo escasamente se ha querido poner en la relación la política alfonsí con respecto al Estrecho de Gibraltar con los otros proyectos políticos de su reinado como el fecho del Imperio. El objetivo de realizar una visión de conjunto de la política exterior alfonsí y su influencia dentro del proceso de control del Estrecho de Gibraltar ha sido 1

O’CALLAHGAN, Joseph. La cruzada de 1309 en el contexto de la Batalla del Estrecho. RODRÍGUEZ GARCÍA, José Manuel. La marina alfonsí al asalto de África, 1240-1280. Consideraciones estratégicas e historia. 3 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. La sucesión al trono de Castilla: 1275-1304. 4 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Poblamiento y frontera en Andalucía (s.s. XIII-XV) 5 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Alfonso X y Portugal. 2

5

uno de los principales dentro del presente estudio. Queda sin desarrollar por completo una cuestión de interés que puede significarse como una futura línea de estudio: la relación entre la reclamación alfonsí de la herencia Hohenstaufen, su política en Italia en relación con alguno de sus homólogos (Carlos d’Anjou, Manfredo de Sicilia) y el control del Estrecho, así como los paralelismos existentes con la expansión catalano aragonesa. Debo, por último, señalar quién constituye mi mayor referente a hora de realizar el presente trabajo, el insigne David Abulafia, cuyas obras de Historia del Mediterráneo son una constante inspiración; incluyendo su monografía sobre los conflictos alrededor de la hegemonía sobre el Mediterráneo Occidental6 o sus trabajos sobre el comercio medieval7. Su particular enfoque, detallado pero al mismo tiempo consciente de los grandes procesos históricos, the big picture, le convierten en un referente imprescindible y omnipresente.

6

ABULAFIA, David. The Western Mediterranean Kingdoms, 1200-1500: the struggle for dominion. ABULAFIA, David (dir.), GARI, Blanca (dir.). En las Costas del Mediterráneo Occidental: las ciudades de la Península ibérica y del reino de Mallorca y el comercio mediterráneo en la Edad Media. 7

6

ALFONSO X Y EL LEGADO PATERNO: EL FECHO DE ALLENDE Y EL FECHO DEL IMPERIO. 1) Fernando III: influencia sobre los primeros años de Alfonso X

E

l 30 de Mayo de 1252 moría en Sevilla Fernando III, rey de Castilla y León. Tres días más tarde era enterrado en la catedral sevillana. Su hijo mayor, el infante Alfonso, le sucede en el trono. El difunto rey había

sido responsable de la expansión sin precedentes de las fronteras castellanas, que había culminado con la conquista de la ciudad de Sevilla en 1248. Don Fernando dejaba a su muerte un proyecto inconcluso: el fecho de allende. La conquista y control del Estrecho de Gibraltar eran una continuación lógica de la política fernandina, ya que se consideraba finalizada la Reconquista; Niebla, Murcia y Granada constaban reinos vasallos de Castilla, lo cual era perfectamente posible teniendo en cuenta que el rey castellano-leonés se consideraba el primero de los reyes peninsulares. Dentro del proyecto de conquista de las tierras en poder de los diversos reinos islámicos se había configurado un concepto singular; una vez finalizada la labor reconquistadora en suelo peninsular esta debía continuarse al otro lado del Estrecho, “redimiendo” las tierras que, antaño parte de la provincia romana de Hispania, estaban aún en manos musulmanas. Todo ello derivado de una tardía asociación de la Tingitana a la administración provincial hispánica en la Bética. La cuestión acabó enhebrándose en el ideario reconquistador, configurado en el reino castellano-leonés como legitimación de la expansión al Sur; la recuperación de las tierras que antiguamente formaban parte del Reino Visigodo de Toledo, sucesor del poder romano en la península ibérica. A ello se añaden varias cuestiones de carácter estratégico, incluyendo el cierre del Estrecho a nuevas oleadas invasoras provenientes del Norte de África8. Fernando III preparaba el Fecho o Cruzada de Allende buscando aprovecharse de la situación imperante en el Magreb en aquellos años, dividido en tres reyezuelos9 en continua competencia entre sí: el emir almohade de Marrakech, el emir benimerín de Fez y el emir hafsida de Túnez. Los tres se consideraban sucesores del antiguo Imperio 8

“La razón estratégica era más clara: el control de la costa norteafricana aseguraría la tranquilidad de los puertos andaluces y prevendría la posibilidad de futuras invasiones desde África” GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. De las conquistas fernandinas a la madurez política y cultural del reinado de Alfonso X, pág. 26. 9 Ídem.

7

Almohade (‫نودلوملا‬, Al-Muwahhidun, “los que reconocen la unidad de Dios”), que había َ entrado en una pronunciada decadencia en la primera mitad del siglo XIII, habiendo perdido ya la mitad andalusí del reino en 1230, tras el desgobierno de Al-Mamún (┼1232) y desintegrándose los restos de su autoridad gracias a una sucesión de gobernantes incapaces y guerras civiles. La situación era pues evidentemente propicia para una anexión del territorio. Fernando III ya había usado hábilmente las hostilidades entre estados islámicos rivales para facilitar la conquista de los reinos de taifas de Jaén y Sevilla. Era pues una oportunidad excelente que Fernando III no pensaba dejar escapar. Sólo su muerte frustrará el proyecto. El Fecho o Cruzada de Allende dominará la primera parte del gobierno personal del rey Alfonso. La figura paterna indudablemente influirá en las primeras decisiones del gobierno del rey castellano. Sin embargo, la dedicación de Alfonso X al Fecho de Allende es cuanto menos discutible. Nunca llegó a llevarse a cabo la expedición tal y como se concibió en el reinado de su padre, Don Fernando, y el único resultado fue una escasamente significativa expedición a Salé en el año 1260, que se saldó con el saqueo de dicho puerto marroquí, pero fallando en siquiera intentar tomar Ceuta, el que se suponía era el verdadero objetivo10. Habían tenido lugar numerosos preparativos para el Fecho de Allende, incluyendo la incorporación de la Bahía de Cádiz a la Corona de Castilla. Anexión de fecha y proceder inciertos11. La expansión territorial hacia al Estrecho respondía a las necesidades propias de lanzar una expedición de envergadura al Norte de África. Lo cual, condujo a la creación de las Atarazanas Reales de Sevilla, con el objeto de formar una flota12 que permitiese el control del Estrecho. La villa de Alcanate también sirvió a tal propósito, siendo refundada, significativamente, como Puerto de Santa María, concebida como base clave13 en la expedición naval, dentro del conjunto de la Bahía de Cádiz.

10

GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Algeciras en la encrucijada de la batalla del Estrecho (siglos XIII-XIV). Pág. 454. 11 Para una visión detallada de tal acontecimiento véase: SÁNCHEZ HERRERO, José. Cádiz, la ciudad medieval y cristiana (1260-1525). 12 No debe desdeñarse la contribución genovesa. Los genoveses contaban con presencia en Sevilla desde 1251: GONZÁLEZ GALLEGO, Ignacio. El libro de los privilegios de la nación genovesa, págs. 289-291 13 Las principales bases de la marina castellana alfonsí: Alicante, Cartagena, Cádiz y Puerto de Santa María: RODRÍGUEZ GARCÍA, José Manuel. La marina alfonsí al asalto de África, 1240-1280. Consideraciones estratégicas e historia, pág. 14.

8

La, aparentemente, escasa voluntad alfonsí de culminar el Fecho parece indicar sus objetivos difiriesen de los paternos, o la existencia de prioridades propias. Ello tiene como fundamento el surgimiento de otra cuestión, que ocuparía las atenciones del rey durante buena parte de su reinado. 2) Alfonso X y el Fecho de Allende. Divergencia de intereses. La muerte de Federico II de Hohenstaufen en 1250 y el prematuro deceso de su hijo Conrado IV, rey de romanos, en 1254, inauguraron un período de inestabilidad en el Sacro Imperio Romano Germánico, conocido como el Interregno (1254-1273). En 1256 el rey castellano recibía una embajada extraordinaria de la ciudad de Pisa, durante la cual se le ofreció públicamente el título imperial. El desencadenante, la muerte de Guillermo II de Holanda en batalla en 1256. Alfonso X era hijo de Beatriz de Suabia, a su vez hija14 de Felipe de Suabia (1177-1208), rey de romanos, y nieta de Federico I Hohenstaufen (“Barbarroja”, 11221190), lo cual lo convertía en un candidato idóneo, ya que Conrado el Joven (12521268, conocido como Conradino) era todavía incapaz de asumir el liderazgo de la facción Staufer en el Imperio y en Italia, donde el vacío de poder podría degenerar aún más la autoridad imperial. Diversos regentes ejercían el poder en su nombre en Suabia, Jerusalén (Hugo II de Lusignan) y Sicilia (Manfredo de Hohenstaufen15). Dichas transiciones eran usuales; el propio abuelo de Alfonso, Felipe de Suabia, había sido elegido rey de romanos en 1198, ante la minoría de su sobrino Federico II, nacido en 1194. El gibelinismo, pues, se encontraba en aprietos frente a un güelfismo triunfante liderado por el papa Inocencio IV primero y por Alejandro IV después. Güelfismo que perseguía extender su influencia al Reino

de Sicilia, que fue otorgado,

14

De su matrimonio con Irene Angelina, hija de Isaac II Ángelo. La conexión con el Imperio Romano de Oriente era un atractivo añadido a su candidatura. A lo cual hay que añadir las numerosas conexiones aportadas por Doña Violante con la familia Komneno a través de su abuela María de Montpellier. 15 Pronto convertido en usurpador de su sobrino, coronado como Rey de Sicilia en 1258. Manfredo será fundamental en la conversión de la península ibérica en un auténtico “bastión” del gibelinismo con el matrimonio de su hija Constanza con Pedro de Aragón, hijo de Jaime I, en 1262. Por otra parte, Mandredo será la auténtica némesis del Papa Alejandro IV, considerado como el abanderado del güelfismo. Quizás Alfonso X representase una vía intermedia. Véase: VALDEÓN BARUQUE, Julio. Alfonso X y el Imperio.

9

infructuosamente, como feudo en 1254 a Edmundo Plantagenet 16. Así, las ciudades italianas gibelinas se vieron tentadas por la posible elección del Alfonso X como rey de romanos, lo cual condujo a la embajada pisana de 1256. El rey castellano se vio pronto cautivado por el proyecto, que llegaría a conocerse como el fecho del Imperio17, consagrando sus esfuerzos hasta 1275 en la consecución del título imperial. El deseo de Alfonso X de ser coronado rey de romanos ofrece una explicación para la divergencia con respecto a los planes paternos y la escasa, aparentemente, voluntad en la consecución del fecho heredado, el de Allende, a favor del fecho propio, el del Imperio. Con el fecho de Allende Alfonso quizá no pretendiera sino revestir su candidatura de un lustre cruzado, aumentando su prestigio personal como rey18, buscando el favor papal llevando la lucha contra el infiel al otro lado del Estrecho, proporcionando un mayor capital intangible a su candidatura. Además, fue éste un período eficazmente empleado por Alfonso X para la explotación sistemática de las rentas de la iglesia castellana, percibiendo cuantiosos ingresos. Ingresos del todo necesarios para costear su candidatura, pues el prácticamente único medio de ganar apoyos (y mantener los hasta entonces obtenidos) en el imperio era simple y llanamente, el soborno. El deseo de verse coronado como rey de romanos quizás respondiese a un motivo heredado de la tradición leonesa desde Alfonso VII. Éste se había hecho coronar como Imperator totus Hispaniæ, Emperador de todas las Españas, título que esporádicamente se asoció a sus sucesores. La asociación entre un título imperial hispánico y el propio de tierras germánicas se hace temprano patente con Alfonso VIII (ejemplo a seguir para su bisnieto Alfonso X), quién persiguió un enlace entre su entonces heredera, Berenguela, y Conrado II de Suabia. Así, el título de rey de romanos no haría sino confirmar la preeminencia del rey castellano-leonés frente a sus homólogos en Portugal, Aragón y Navarra. 16

Otro Plantagenet, Ricardo de Cornualles, hermano menor de Enrique III, tío por tanto de Edmundo, fue el candidato rival a Alfonso X y coronado rey de romanos por una fracción de los electores en 1257. 17 Así lo denominó el rey en las Cortes de Toledo de 1259, donde solicitó una contribución extraordinaria para financiar su candidatura: “toviemos por bien de fazer nuestras Cortes en la noble çibdad de Toledo sobre el fecho del Imperio” en un documento de 1260 recogido por O’Callaghan en: O’CALLAGHAN, Joseph. El Rey Sabio: El reinado de Alfonso X de Castilla, págs. 252-253. 18 Alfonso X en su afán por prestigiar su persona prestigiaría la paterna. En la Estoria de Espanna, se presenta a Fernando III como el epítome del Rey Cruzado, asimilando cruzada a Reconquista. Se resaltan sus valores, sus destrezas, su piedad, quizás como preludio de una supuesta santidad. Véase, GONZÁLEZ CASANOVAS, Roberto. Fernando III como rey cruzado en la Estoria de Espanna de Alfonso X: la historiografía como mitografía en torno a la reconquista castellana.

10

En la persona de Alfonso se hacía patente tal vínculo de rey y emperador, gracias a sus conexiones dinásticas, con lo cual la persecución del título imperial germánico no podía sino redundar en su calidad de emperador de las Españas19. llo además se ve fundamentado en un elemento del poder monárquico surgido en el siglo XIII, todo rey es supremo en su reino: rex est imperator in regno suo. En palabras del propio Alfonso: “non avemos mayor sobre lo temporal”. Y citando a Odilo Engels: El soberano fortaleció el principio monárquico y adoptó los primeros rasgos absolutistas; se consideraba poseedor de todos los poderes del Estado, rindiendo cuentas únicamente ante Dios. La nobleza no se rebeló directamente contra estas ideologías monárquicas, pero utilizaba las debilidades y los fallos políticos del rey para la consecución de sus anhelos de participación20

La labor legislativa alfonsí se aunaría a los elementos ya mencionados en el esfuerzo de Alfonso por reforzar su candidatura al título de rey de romanos. Las Partidas eran pues un código legal “imperial”, aplicable a todo el reino y destinado a homogeneizarlo desde el punto de vista jurídico, redundando así en el fortalecimiento poder real. No puede desdeñarse el legado materno, el Staufer, en esta cuestión, relacionable sin duda con la labor legislativa (profundamente influida por el derecho romano) de Federico I21 y Federico II. Subyace una cuestión de gran calado. Hasta qué punto Alfonso X buscaba asumir la herencia materna. Su gran y continuado interés por los asuntos italianos, incluyendo su rivalidad con Manfredo, su primo lejano, y las negociaciones con nobles de la región como Ezzelino III da Romano o el marqués de Monferrato, Guillermo VII (a quién llegó a casar con su hija la infanta Beatriz y a nombrar vicario imperial), y el trato con ciudades-república como Pisa, o la ciudad de Marsella, apuntan a un deseo de asimilación de la herencia Staufer en Italia. Quizás con miras a un proyecto mediterráneo en el cual el control del Estrecho tendría una enorme importancia. Lo expuesto no quiere decir no desease asumir la herencia alemana, como demuestran sus frecuentes reclamaciones del ducado de Suabia, probablemente movido por razones 19

Para la idea imperial de Alfonso X véase; ITURMENDI MORALES, J. En torno a la idea de Imperio en Alfonso X el Sabio. 20 ENGELS, Odilo. Las monarquías: Europa occidental en la transición del S. XIII al S. XIV., págs. 121-122. 21 Ello queda expuesto en profundidad en: CARDINI, F., Federico Barbarroja. Vida, triunfos e ilusiones de un emperador medieval. Barcelona: Ediciones Península, 1987.

11

dinásticas en este caso, más que estratégicas, como demostró con su política italiana o andaluza. 3) Las conquistas de Fernando III en el reinado de Alfonso X: una difícil asimilación. Un elemento fundamental del legado de Fernando III a su hijo Alfonso son las consecuencias inmediatas de las amplias conquistas llevadas a cabo bajo su reinado. La rápida anexión de prácticamente toda la Baja Andalucía y el vasallaje del reino taifa de Niebla creaban una situación compleja; en la mayor parte de los casos la conquista se llevó a cabo mediante capitulaciones, lo cual condujo a la existencia de grandes grupos poblacionales andalusíes de fe musulmana, una población además cobijada bajo los acuerdos firmados en las actas de capitulación y los privilegios en ellas concedidos. Y aunque, usualmente, los musulmanes eran expulsados de las grandes ciudades éstos solían permanecer en los arrabales y la población musulmana seguía siendo esencial tanto para el abastecimiento como para la actividad económica de las ciudades tomadas. La relativa escasez de pobladores cristianos frente a los musulmanes creaba una compleja coyuntura con una mayoría mudéjar gobernada por un rey cristiano. Contexto que tenía implícitas fuertes tensiones (como la jurídica o la religiosa), tanto más cuando el rey no se aviniese precisamente a contemporizar con sus nuevos vasallos musulmanes. Lo cual se demostrará con la ruptura del contrato de vasallaje con el reino de Niebla y su total anexión en el año 1262, incumpliendo lo acordado anteriormente en 1253 por el propio Alfonso X. Aunque ello obedece a razones que expondremos en el siguiente punto.

12

EL CONTROL DEL ESTRECHO. 1) Introducción.

L

a corona castellano-leonesa se encontró con un imperativo geoestratégico, el control del Estrecho. En la región confluían muy diversos intereses (estratégicos, económicos, ideológicos, religiosos e

incluso dinásticos), en ocasiones confluyentes en ocasiones contrapuestos, lo cual no hizo sino recrudecer el conflicto. Primeramente hemos de recordar que el mar no es una barrera, sino una frontera entre dos espacios22, que permite un fácil y continuo contacto entre dos ámbitos. Esto es, el mar no es un muro insalvable entre dos puntos geográficos, sino un medio que facilita, en todo punto, el contacto. Así, el mar no sólo engloba la cuenca marina y línea costera en sí mismas, sino que también comprende el área geográfica influenciada por el mar23. Ello incluye los circuitos fluviales, que expanden la influencia del ámbito marino hacia el interior. Dicha cuestión se hace evidente en la Baja Andalucía. La vega y valle del Guadalquivir articulan la mayor parte de la zona y proporcionan un rápido acceso a la gran ciudad de la región, Sevilla. Además, articulaba buena parte de la actividad económica regional. Así el control del Estrecho supone el control del acceso a las grandes vías fluviales andaluzas. Ello permitía asegurar el dominio castellano sobre las tierras recientemente conquistadas por Fernando III y Alfonso X. Había una necesidad, además, de alejar el fantasma de una nueva invasión norteafricana. Las intervenciones procedentes del Magreb habían probado ser desastrosas para los reinos cristianos peninsulares, como demostró la llegada sucesiva de almorávides y almohades, y como probará la invasión benimerín. Era pues necesario para la seguridad del reino asegurar el Estrecho. a) Intereses ideológicos. Religión y cruzada. El control del Estrecho, desde un punto de vista ideológico, suponía la restauración de los límites del antiguo Reino de Toledo y la antigua provincia romana de Hispania. Importantes era los motivos religiosos: la expansión del cristianismo y la

22

ABULAFIA, David. El Gran Mar: Una historia humana del Mediterráneo. RODRÍGUEZ GARCÍA, José Manuel. La marina alfonsí… ob. cit., págs. 5-6.

23

13

lucha contra el infiel. Además teniendo en cuenta la enorme influencia y expansión de la ideología y pensamiento cruzados en la Europa cristiana del siglo XIII24. El Papado tenía un fuerte interés en la región, buscando proteger a los cristianos del lugar y favorecer la predicación en tierras musulmanas. Inocencio IV llegará a mandar una carta al rey de Marruecos en 1251, buscando una mayor protección por parte del monarca hacia los cristianos asentados en su reino. El fuerte interés pontificio en la región y en la expansión y protección del cristianismo explica favoreciese al rey castellano con numerosas concesiones, fundamentalmente de tipo económico, en sus campañas contra los musulmanes del Estrecho. La colaboración papal era indispensable para la Corona, en tanto en cuanto sancionaba la cesión de fondos provenientes de rentas eclesiásticas al rey, por un tiempo y con un fin determinados, y podía llegar a otorgar el carácter de cruzada a una expedición concreta25. Así mismo el carácter cruzado, de guerra santa, que el rey Alfonso X imprimió a sus expediciones militares por el Control del Estrecho, tenía en buena medida por objeto congraciarse con el pontífice, en aras a favorecer su candidatura imperial. El apoyo pontificio era fundamental, sobre todo teniendo en cuenta que buena parte de los electores eran príncipes eclesiásticos; Maguncia, Tréveris, Colonia. Así mismo era un topos recurrente la concepción que la conquista del Norte de África facilitaría la reconquista de Jerusalén26. b) Intereses económicos. Con la posesión del Estrecho subyacía un fuerte interés económico que es imposible de desdeñar. El control del estrecho proporcionaba el acceso a unos abundantes caladeros de pescado, característicos de la región. Dichos caladeros eran de utilidad para el abastecimiento en tiempos de abstinencia cárnica, como la Cuaresma.

24

Siglo de alguno de los cruzados más ilustres, contemporáneos de Alfonso X como Teobaldo I “el Trovador” (1201-1253), rey de Navarra y conde de Champaña, o el mismísimo Luis IX de Francia (12141270) 25 Alfonso X asociará determinantemente la lucha contra los musulmanes en la península y en el Estrecho a la idea de cruzada, lo cual tenía numerosas repercusiones de carácter económico, político y estratégico. 26 Afirmado por el propio Alfonso X, según recoge José Manuel Rodríguez García en La marina alfonsí… ob. cit., pág. 2

14

Además, el control del Estrecho permitía el acceso directo a las rutas del oro norteafricano. La Europa Occidental y Meridional carecía de fuentes auríferas propias durante la Edad Media; la mayor fuente conocida provenía de los reinos subsaharianos, como Malí o Ghana27. El comercio del oro estaba basado en un extenso y complejo circuito transahariano, en manos de los pueblos bereberes, que actuaban como intermediarios. Las cantidades proporcionadas por este comercio eran sin duda muy limitadas pero sin embargo eran fundamentales, tanto más con la creciente demanda de oro por la naciente clase de mercaderes en la Europa del momento. Asociado al comercio de oro encontramos el de esclavos. Así, el control de los puertos donde desembocaban estas rutas transaharianas suponía un mayor control sobre el suministro aurífero a Europa, con todo lo que ello supone. Además, el control de dichos pueblos generaba unos ingresos directos importantes, a través del cobro de tasas aduaneras y peajes. El control del Estrecho por parte un monarca cristiano facilitaría y propiciaría la labor de mercaderes europeos en la región, aseguraría el suministro de ciertas materias primas y acabaría redundando en los ingresos del propio monarca a través de las regalías de la corona, como el cobro de ciertos impuestos derivados de la actividad mercantil en la zona del Estrecho. La posesión de los territorios gaditanos y la apertura subsiguiente a un nuevo escenario, el Estrecho, justifica la creación (1247) de un nuevo título dentro de la jerarquía de cargos de la corona, el de Almirante de la Mar28, fruto del marcado interés por el control de las aguas y de regularizar la nueva situación. Dentro del proceso iniciado por el control del Estrecho destacan los esfuerzos de la Corona por levantar una

27

El Imperio de Ghana se había desintegrado c. 1230 y fue sustituido por Malí a partir de dicha fecha. El comercio del oro fue fundamental para ambos. 28 Título surgido en el Reino de Sicila, derivado de la palabra emir o amiratus, el título dado por los Roger II a Guillermo de Modica (1177), ABULAFIA, David. el Gran Mar: Una historia humana del Mediterráneo, pág. 339. Título pronto usado en Castilla o Francia. El primero de los Almirantes castellanos será Roy López de Mendoza, quién recibió la aldea de Gelves a cambio de mantener dos galeras, O’CALLAGHAN, Joseph. El rey sabio: el reinado de Alfonso X de Castilla, pág. 212.

15

flota propia29. García de Cortázar señala como fundamentales las ya mencionadas Atarazanas de Sevilla para la empresa del Estrecho: (…) su [refiriéndose a Alfonso X] atención a la preparación de las Atarazanas de Sevilla, que a fines del reinado y en los dos siguientes, permitirían a los castellanos conseguir la victoria en la decisiva lucha por el estrecho de Gibraltar 30.

c) Intereses estratégicos. El interés estratégico por el control del Estrecho se hace pronto evidente. Y los estados musulmanes no serán, ni mucho menos, una excepción. El control del Estrecho permitía una posible reconquista de territorios anteriormente en manos andalusíes y además permitía el envío constante de refuerzos a los reductos musulmanes en la península ibérica. El control musulmán del Estrecho no sólo se debía a un control directo de ambas orillas (Gibraltar, Tarifa, Ceuta, Salé, Tánger) propiamente dicho, sino que, así mismo, contaban con una flota que apoyase su dominio. Flotas, que, habían intervenido con mayor o menor éxito en importantes eventos dentro del proceso de conquista y expansión castellana al sur, como la flota tunecina-ceutí enviada en socorro de la Sevilla asediada por Fernando III31. Para el frágil reino nazarí de Granada (establecido en 1238 por Muhammad ibn Nasar, Muhammad I) era fundamental el mantenimiento de las líneas de comunicación con los diferentes reinos magrebíes, puesto que suponían una fuente irremplazable de refuerzos tanto regulares (tropas enviadas por los propios monarcas musulmanes norteafricanos) como irregulares (tropas de voluntarios en busca de la lucha contra el infiel, animados por ulemas e imanes) que permitían el sostenimiento de las fronteras granadinas frente a su expansivo y agresivo vecino castellano32. De hecho será la constante amenaza castellana y la necesidad de controlar el Estrecho lo que provoque en buena el levantamiento de 1264. No obstante, y pese a todo, los propios reinos musulmanes competirán por el control directo de la zona y el aumento de su influencia 29

21 “cómitres” o capitanes de navío recibieron tierras en el repartimento de Sevilla (1253) a cambio de mantener cada uno una galera y cien hombres para equiparla. Procedían de Italia, Francia y Cantabria, de lugares con marcada tradición naval. O’CALLAGHAN, Joseph. El rey sabio… ob. cit., pág. 208. 30 GARCÍA DE CORTÁZAR, J.A., de las conquistas fernandinas a la madurez política y cultural del reinado de Alfonso X, pág. 38. 31 RODRÍGUEZ GARCÍA, J.M. La marina alfonsí… ob. cit., pág. 4 32 Ya Fernando III había emprendido varias campañas contra el reino granadino; 1244 asediará Arjona y Granada; 1246, conquista de Jaén y su comarca. Tras esta última se establecerá el pacto de vasallaje de Granada hacia el monarca castellano, que le permitirá (a Muhammad I) estabilizar su reino.

16

en la región. Ejemplo de ello Ceuta, importante puerto marroquí, frecuente objeto de deseo, cambiando frecuentemente de dueño; los almorávides, los almohades, los azaríes, la taifa de Málaga (los hamnudíes), la taifa de Murcia (bajo los Banu Hud), los hafsíes, los benimerines e incluso, más tardíamente (1305) los propios nazaríes. En 1261 los nazaríes lanzaron la primera expedición para tomar Ceuta, que acabó en fracaso. 2) Agentes en el Estrecho. Juego de alianzas: Castilla y sus vecinos. El Norte de África y la región del Estrecho eran un cúmulo de cambiantes relaciones entre muy diversos actores, en entidad e intereses. La Cruzada de Allende de Fernando III y Alfonso X buscaba aprovecharse del juego cambiante de intereses de la región para la expansión del área de influencia de la Corona castellano-leonesa. Además era una cuestión fundamental para preservar las recientes conquistas castellanas, no sólo en la Baja Andalucía, sino también para el Reino de Murcia; la anexión comenzó con las capitulaciones de Alcaraz en 1243 y la subsiguiente expedición militar al mando del todavía infante Alfonso X, siendo la conquista culminada en 1246. El Reino de Murcia, fronterizo con el emirato nazarí, contaba con una mayoría de población musulmana, colindante además con los núcleos de población musulmana del Reino de Valencia. Lo cual es de suma importancia. a) Portugal: Portugal33, era uno de los actores implicados en la disputa por el control del Estrecho de Gibraltar. Las fronteras entre Castilla-León y Portugal eran difusas (tanto en torno a Badajoz como en la nueva frontera en Andalucía) y objeto de numerosas disputas, algunas de las cuales se remontaban a la guerra fratricida entre Sancho II Capelo y Alfonso III el Boloñés. Sancho II estaba casado con Mencía López de Haro, sobrina ilegítima de Fernando III y prima de Alfonso X, con quién mantenía buenas relaciones. Así, cuando Alfonso, conde de Boloña, reclamó el trono para sí el infante castellano acudió en auxilio de Sancho. Ello crearía tensiones entre Portugal y Castilla, sumadas a la disputa fronteriza. La victoria de Alfonso III y su matrimonio con Beatriz, hija bastarda de Alfonso X con Doña Mayor Guillén de Guzmán, no terminaron de solucionar completamente el conflicto entre ambas coronas. La cuestión se complicó con la conquista de Niebla, que tenía fuertes lazos (al menos teóricamente), con el

33

Véase: GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Alfonso X y Portugal.

17

Algarve, reino que Alfonso X reclamará como propio, por razones inciertas. Una de ellas era la conquista de Niebla y cesión de los derechos sobre el Algarve de su rey musulmán, Ibn Mahfuz. También puede alegarse se hiciese referencia al tratado de Sahagún (1158) entre Castilla y León, relativo una partición del territorio todavía en manos musulmanes, de Lisboa a Niebla. Finalmente podría deberse a una supuesta cesión del Algarve a Alfonso X por Sancho II Capelo a cambio de su ayuda cesión que, en todo caso, jamás se haría efectiva en la práctica. Así, Alfonso X añade a sus títulos el de Rey del Algarve. Portugal pues era un agente a tener en cuenta dentro del juego de poderes en la región. Alfonso III debió reconocer cierto vasallaje (cuestión espinosa) con respecto al rey castellano, por sus posesiones en el Algarve, obligado a contribuir con 50 caballeros34 en caso de necesitad, cosa que hizo en 1264, durante la revuelta mudéjar35. b) Aragón. Aragón había iniciado una política expansiva en el Mediterráneo. Jaime I se lanzó a la conquista y ampliación del área de influencia de su reino: Mallorca (12291231) y Valencia (1233-1245), ambos erigidos en reinos integrados en la Corona de Aragón. Los catalanes habían surgido paulatinamente como pujantes mercaderes, extendiendo sus intereses por todo el Mediterráneo Occidental. Intereses respaldados y apoyados por la casa gobernante, la de Barcelona36. Provenza, cuya cabeza territorial era la próspera ciudad de Marsella, el gran puerto del Sur Francés, se hallaba en manos de una rama la Casa de Barcelona hasta 1247 cuando su heredera y señora, Beatriz de Provenza, casó con Carlos d’Anjou. El señorío de Montpellier había sido anexionado a la corona en la persona de Jaime I, siendo patrimonio de su madre, María de Montpellier. La ciudad de Montpellier era otro de los puertos pujantes del Mediterráneo Occidental y de la Occitania, con una considerable flota propia.

34

RODRÍGUEZ GARCÍA, J. M. La marina alfonsí… ob. cit., pág. 9. Cita como fuente una carta del rey Alfonso X, redactada en Badajoz (1267), en la cual se agradece el apoyo portugués "en nuestra guerra, por mar e por tierra" (rebelión de 1264) 35 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Alfonso X y Portugal, pág. 29. 36 Ejemplo de ello era la conquista de Mallorca, que satisfacía las necesidades y atendía a los deseos de la pujante y creciente clase mercantil catalano-aragonesa. La importancia de Mallorca en las rutas del Mediterráneo Occidental y su pujanza mercantil queda manifiesta con el temprano asentamiento de genoveses en la isla, con anuencia del rey aragonés. ABULAFIA, David. El Gran Mar… ob. cit., pág. 354.

18

Así, Aragón no sólo contaba con importantes posesiones en el Mediterráneo Occidental sino que contaba con una poderosa flota. Sus mercaderes, apoyados por el patrocinio regio, llevaron a cabo una fuerte expansión por todo la región, entrando en competencia con las potencias regionales, las ciudades-república de Génova y Pisa. Los catalanes llegarán a expandir su comercio al Norte de África, realizando una penetración en el Magreb desde el siglo XII37, fundamentalmente buscando acceder a las ya mencionadas rutas del oro transaharianas que desembocaban en los puertos magrebíes. Oro necesario para mantener el expansivo comercio mediterráneo catalán. Túnez será la principal zona de expansión mercantil catalano-aragonesa, como queda manifiesto por los numerosos lazos habidos con el monarca hafsí, incluyendo el empleo por parte de éste de mesnadas de mercenarios aragoneses en sus conflictos con los poderes locales. Aunque Jaime I permitió a sus súbditos en 1260 alistarse en la cruzada de África, tras una entrevista en Agreda con Alfonso X, les prohibió terminantemente alzarse en armas contra el sultán hafsí. 3) Dominio del Estrecho de Gibraltar: flotas y alianzas. Para dominar el estrecho Alfonso debía derrotar las flotas musulmanas y mantener una propia. Ello se halla basado en dos preceptos geoestratégicos: dominación positiva y dominación negativa. La dominación positiva consiste en un control directo de la zona, esto es el mar y las costas que baña. La dominación negativa consiste en impedir que otra potencia domine la zona, ya sea eliminando la flota contraria o incluso mediante piratería. La estacionalidad y la naturaleza de las flotas medievales impedirán una dominación positiva. Así, Alfonso X necesitaba apoyos para mantener el control del Estrecho. Ello le hizo firmar pactos con las ciudades de Pisa38, Génova y Marsella, cuya potencia naval era esencial en el Mediterráneo Occidental, sumando a sus apoyos la flota catalanoaragonesa de Jaime I y los que pudiese proveer el yerno de Alfonso X, Alfonso III de Portugal. A éstos Alfonso unirá sendas alianzas y pactos con Noruega e Inglaterra. La alianza con Inglaterra se ganó con el matrimonio entre Leonor de Castilla (hija de Fernando III y Juana de Ponthieu) y Eduardo Plantagenet (hijo Enrique III de Inglaterra, 37

Mencionado por María Dolores López Pérez en la introducción de su artículo: La Corona de Aragón y el Norte de áfrica: Las diferentes áreas de intervención mercantil catalano-aragonesa en el Magreb a finales del siglo XIV y principios del XV, pág. 300. 38 Que apoyaba su candidatura imperial desde 1256.

19

futuro Eduardo I Longshanks) y la renuncia de los derechos de Alfonso X sobre Gascuña en el susodicho príncipe Eduardo.39 Los pactos con Noruega también se vieron confirmados con un matrimonio, en este caso el del infante Felipe de Castilla (hermano de Alfonso X, quién abandonó los hábitos y el cargo de arzobispo de Sevilla, con la anuencia del rey) y Cristina de Noruega en 1258 40. Sin embargo de ambas alianzas Alfonso X obtendrá escaso beneficio41. Pero, ¿Sí Aragón y las ciudades-república italianas ya contaban con un próspero comercio en el Norte de África que interés revestía entonces el control castellano? Mayormente, si Castilla controlaba el Estrecho y los puertos de la región posibilitaba el acceso directo de los mercaderes de dichas naciones a los mercados regionales, no dependiendo de las cambiantes relaciones con los monarcas musulmanes de la zona. Además la apertura del Estrecho deparaba una serie de nuevas posibilidades, como la definitiva conexión marítima entre el Atlántico y el Mediterráneo, hasta entonces frágil o casi inexistente. Tanto más cuando en Flandes e Inglaterra se estaba desarrollando un cada vez más próspero comercio fundamentado en la lana y la industria textil. El control del Estrecho de forma directa por un rey cristiano, como el de Castilla y León, permitiría una conexión constante y segura entre los ámbitos Atlántico-Báltico y el propio Mediterráneo, entre Flandes y las ciudades-república italianas. Pudiendo obviar así la tradicional ruta terrestre cuyo núcleo eran las Ferias de Champaña, en manos de los reyes de Navarra42. Sumando a ello los beneficios de una expansión de los mercados norteafricanos que ofrecían suficientes incentivos (ya mencionados) como el oro, los esclavos y otros productos exóticos de alto rendimiento.

39

Los reyes castellanos ostentaban tal reclamación desde el matrimonio de Leonor Plantagenet con Alfonso VIII, el de las Navas. Nuevamente Alfonso X toma como precedente la figura de su bisabuelo. Supuestamente como parte de la dote de Leonor Plantagenet venían los derechos sobre Gascuña que ya Alfonso VIII había reclamado. Véase: CERDA, J.M. La dot gasconne d’Allénor d’Anglaterra. Entre royaume de Castille, royaume de France et royaume d’Anglaterre. 40 Hija de Haakon IV el Viejo, rey de Noruega. Desafortunadamente la princesa moriría en 1262, sin descendencia. 41 De Enrique III al menos consiguió no apoyase a Enrique de Castilla, infante rebelde que había partido al exilio tras alzarse en armas contra su hermano el rey. 42 Desde que Teobaldo IV de Champaña había asumido la herencia de su madre, Blanca de Navarra, en 1234 tras la muerte sin descendencia de Sancho VII el Fuerte. Navarra permanecerá en manos de la casa de Blois hasta 1285 cuando el matrimonio entre Juana I de Navarra y Felipe IV de Francia provocará su inclusión en el reino de Francia, para dividirse nuevamente en 1328, bajo dominio de la Casa de Évreux.

20

LA REVUELTA MUDÉJAR DE 1264: GUERRA CASTELLANO-GRANADINA. 1) Antecedentes: Capitulaciones, pactos y tratados. Fernando III y Alfonso X, dos perspectivas, dos contextos.

F

ernando III, astuto y paciente, había ganado por las armas o diplomáticamente la mayor parte de Andalucía y Murcia. Gracias a multitud de pactos y alianzas había conseguido anexionar o situar bajo

el dominio castellano mediante lazos vasalláticos todo Al-Ándalus, de Niebla a Granada. Sin embargo buena parte de su éxito derivaba de su capacidad para contemporizar con los nuevos súbditos musulmanes, que en buena medida constituían una mayoría en los nuevos territorios frente a una creciente, pero menor, población cristiana a raíz del repoblamiento y repartimiento de ciudades como Sevilla. Hasta 1264 Alfonso X mantendrá una actitud intermedia, reafirmándose en su deseo de mantener los términos acordados por su padre con los mudéjares y con diferentes reyezuelos y líderes locales, como el rey de la taifa de Niebla. Ejemplo de lo cual es lo siguiente, proveniente del Bulario de la Orden de Calatrava, recogido por Ana Echevarría43: Et mando que a los moros de estos logares sobredichos, que los tengan e los guarden a los fueros e a las costumbres que han conmigo, según dicen las cartas plomadas que tiene de mi.

Dicha situación de entendimiento mutuo entre musulmanes y el monarca castellano se hace patente con las Cortes de Toledo de 1254, donde acuden, en calidad de vasallos del rey castellano, Muhammad I de Granada, Ibn Mahfut de Niebla e Ibn Hud de Murcia. 2) Inestabilidad castellana. Voluntad de reafirmar el dominio castellano por parte de Alfonso X. La inestabilidad del dominio castellano sobre la región se hace patente con los alzamientos de las villas de Jerez, Lebrija, Arcos y Medina Sidonia en 1253, villas que eran parte de los donadíos otorgados por Fernando III al infante Enrique, junto con Morón y Cote. Nuevamente, O’Callaghan ofrece un ejemplo significativo de la debilidad del dominio castellano sobre la baja Andalucía, citando a Alfonso X en

43

ECHEVARRÍA, Ana. La mayoría mudéjar en León y Castilla: Legislación Real y distribución de la población, pág. 25. En: la España medieval, ISSN 0214-3038, Nº 29, 2006, págs. 7-30.

21

relación con la repoblación de Sevilla: “muy guerreado e non segura e los pobladores de ella muy corridos de los moros muy a menudo”, situación que reitera el monarca en 1255 y 1263, habiendo incluso edificios en estado de ruina y abandono44. Así, una sublevación como la mudéjar era francamente peligrosa para la supervivencia del todavía inestable dominio castellano. Sin embargo el rey pronto cambiará su postura frente a los mudéjares y adoptará una postura crecientemente hostil frente a ellos. Lo cual probablemente se encuentre en relación con las intenciones expansionistas castellano-leonesas y la voluntad del monarca por controlar el Estrecho de Gibraltar. Frente a esto los numerosos mudéjares asentados en la Baja Andalucía suponían una amenaza, una suerte de “quinta columna” que podría amenazar el futuro del dominio castellano en la región. Así el rey, ignorando lo acordado en 1253 por él mismo con el rey de Niebla procederá a anexionarse la taifa en 1262. También se provocarán conflictos en la zona de la Bahía de Cádiz y la Baja Andalucía, con incumplimiento de las condiciones establecidas en las capitulaciones o gracias al conflicto entre los nuevos pobladores cristianos y los originarios musulmanes. Ejemplo de ello son las expulsiones forzosas de mudéjares de sus poblaciones, como la expulsión y traslado de los moros de la ciudad de Écija, que fue inmediatamente repoblada con pobladores cristianos y entregada a la reina Doña Violante. 3) Mudéjares: conflictos derivados de la existencia de una “mayoría” mudéjar.45 Paralelamente muchos mudéjares no eran proclives a aceptar fácilmente el dominio castellano; el rey cristiano, una vez anexionados territorios musulmanes y englobado en su reino a mudéjares carecía de legitimidad sobre su gobierno, a sus ojos no era más que un tirano, que con el permiso de Dios había derrotado a los musulmanes46. La autoridad de un monarca occidental del siglo XIII encontraba dificultades iniciales para gobernar sobre un núcleo numeroso de musulmanes. Sin embargo era posible como habían demostrado los Altavilla en Sicilia y Jaime I en Valencia. Dificultades inherentes era la carencia de autoridad religiosa e incluso, parcialmente, 44

O’CALLAGHAN, Joseph. El rey sabio… ob. cit., págs. 208-209. ECHEVARRÍA, Ana. La mayoría mudéjar… ob. cit. 46 Ídem; pág. 8. 45

22

jurídica sobre los nuevos súbditos de fe islámica. Además imanes y ulemas constantemente denunciarán la iniquidad de vivir bajo un monarca cristiano alentando a los fieles al exilio o a la acción contra el gobierno cristiano. Las fatāwā animaban constantemente a los fieles bajo dominio cristiano que abandonases dichas tierras, fomentando una migración constante hacia las tierras del reino de Granada. 4) Alfonso X: ideal de cruzada y explotación de las rentas eclesiásticas. Alfonso X asoció la guerra de los reinos cristianos contra los musulmanes a un concepto de guerra entre religiones, a su vez relacionado con el espíritu de cruzada, lo cual quizá tuviese como objeto, como ya se dijo anteriormente, realzar su candidatura al trono imperial47. Dicha asociación tenía diversas repercusiones, incluyendo los beneficios usuales concedidos por el papa en tiempos de cruzada. Una vez estalló la revuelta contra el rey ello se demuestra con la concesión de bulas papales (1264-65) alusivas a la cuestión: se otorga indulgencia plenaria a los participantes en acciones contra los rebeldes mudéjares de 1264. Beneficio idéntico al asociado a una cruzada, lo cual refuerza la idea de que la lucha con los musulmanes no es más que otro escenario de la lucha cruzada contra el infiel, en todo equiparable a Tierra Santa. Ello coincide en el tiempo con el progresivo debilitamiento de las posiciones cruzadas y el avance progresivo de los musulmanes en Siria y Palestina. El ideal de cruzada no sólo tenía un componente ideológico sino que también revertía en los ingresos del monarca castellano, García de Cortázar, citando a Linehan 48, comenta cómo Alfonso X explotó el ideal de cruzada a su favor para aumentar la presión fiscal sobre el clero castellano-leonés49. A lo cual se añaden las diversas concesiones papales, como la cesión de ciertas rentas eclesiásticas al monarca. Clemente IV concedió al rey castellano la “centésima”, que luego fue aumentada a la “décima”, sobre los ingresos de las rentas de la iglesia castellana. 5) La Revuelta Mudéjar de 1264: estallido. Alfonso X para el dominio del Estrecho necesitaba dos plazas en manos del rey nazarí de Granada; Tarifa y Algeciras. Ambas fueron solicitadas al nazarí en 1262 en 47

GARCÍA DE CORTÁZAR, J.A. de las conquistas fernandinas a la madurez… ob. cit., pág. 30 LINEHAN, P., La Iglesia española y el Papado en el siglo XIII, págs. 189-192 49 Alfonso X fiscalizó al clero castellano sistemáticamente, usando a su favor tanto las prebendas papales para la financiación de la cruzada como el uso y abuso de la sede vacante, según lo cual el rey administraba las rentas eclesiásticas de una diócesis hasta que fuese electo un sucesor al obispado. 48

23

una reunión entre Alfonso X y el sobredicho rey granadino en Jaén50. El nazarí, viendo amenazado su dominio (siendo él otro agente más con ambiciones en el Estrecho, como hemos visto anteriormente) comenzó a conspirar con los súbditos musulmanes de Alfonso X, acordando con ellos una revuelta, así como entabló tratos con el sultán hafsí en Ifriqiya (Túnez), ofreciéndose como vasallo, lo cual rompía los lazos feudovasalláticos que unían al nazarí con la corona castellana desde el reinado Fernando III (1238) y que lo situaban como vasallo y tributario de Alfonso X. Ello además estaba dotado de una mayor peligrosidad ya que desde 1259 el infante Enrique51, hermano de Alfonso X, servía con su mesnada52 como mercenario al sultán de Túnez, con lo cual una revuelta de mudéjares podía tornarse en una guerra fratricida, un conflicto dinástico de imprevisibles consecuencias53. A Enrique se le uniría en Túnez el infante Federico de Castilla, otro de sus hermanos, poco después. Finalmente, y como describe Jaime I en el Libro de los hechos estalla la revuelta contra el rey castellano-leonés: Ya anteriormente habíamos oído decir que el rey de Castilla tenía desavenencias con el rey de Granada y que el rey de Granada hacía tiempo que se había procurado la ayuda de los moros de ultramar 54, quienes infiltraban jinetes en su tierra; también se decía que, con el tiempo, podrían recuperar toda la tierra del rey de Castilla y todo lo que habían perdido, ante nos u otros, en toda Andalucía. El rey de Castilla, que estaba en Sevilla, cuando supo esto, desafió al rey de Granada por haber pasado un gran número de jinetes a escondidas. Mientras, el rey de Granada había convenido con todos los castillos y las villas que tenía el rey de Castilla donde hubiera moros —incluido Sevilla, donde había un gran número— que en un día determinado se levantasen todos y atacasen a los cristianos, que el rey de Castilla y su mujer fueran hechos prisioneros y se recobrasen de golpe todas las villas y castillos. Y así lo hicieron. Y si no le hubiesen 50

LADERO QUESADA, M.A., Granada, historia de un país islámico (1232-1571), pág. 103. El formidable Enrique tenía una tensa relación con su hermano Alfonso X tras este incumplir lo recogido en el testamento de Fernando III, entre otras la concesión de villa como Arcos o Lebrija. Alfonso quemaría públicamente en 1253 los documentos donde se recogían tales donaciones: GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., Alfonso X el Sabio, págs. 81-82. Alfonso X incluso desaprobaba su matrimonio con una hermana de Doña Violante, Constanza, quizás temiendo ganase el apoyo de Jaime I, cuyas relaciones con Alfonso X no eran las mejores. Además, el rey despojaría a Juana de Ponthieu, viuda de su padre y en buenas relaciones con el infante Enrique. Éste acabaría sublevándose contra su hermano y rey, partiendo al exilio a Aragón, Francia, Inglaterra y finalmente Túnez. 52 Ello era usual en el reino hafsí de Túnez, y en general en todo el Norte de África: la participación de mercenarios y hombres de armas cristianos en los conflictos locales. 53 Tanto más con el recuerdo de la guerra civil portuguesa (1246-1248) entre Sancho II Capelo y Alfonso III el Boloñés aún relativamente fresco en la memoria. 54 La ya mencionada ayuda norteafricana. Probablemente se tratase de irregulares ya que los benimerines no conseguirán establecer un estado sólido en Marruecos hasta un tiempo más tarde. 51

24

descubierto al rey de Castilla el complot de Sevilla, habrían podido perder la vida él, la mujer y los hijos. Pero, aunque se salvó Sevilla —es decir, no se levantaron allí los sarracenos, aun habiendo una gran multitud dentro—, en tres semanas perdió el rey de Castilla trescientos lugares, entre ciudades, villas grandes y castillos55.

Don Jaime hace un sumario de los inicios de la revuelta: el nazarí había conseguido infiltrar tropas en el reino y negociado con los sectores descontentos de los mudéjares castellanos iniciando una sublevación. Sublevación que iba a iniciarse mediante un secuestro del rey y su familia, lo cual podría haber tenido consecuencias imprevisibles. Lo súbito de la revuelta provocó que la respuesta castellana fuese inicialmente lenta y aunque Jaime probablemente exagere, en una tendencia típicamente medieval, las pérdidas castellanas, cifrándolas en más de “trescientos lugares”, es posible afirmar que en un inicio la revuelta se extendió con rapidez y sobre una extensión del territorio alarmante. Así, Granada había actuado como un elemento desestabilizador del reino castellano-leonés aprovechando las tensiones inherentes heredadas de las rápidas y recientes conquistas de Fernando III, con lo cual podría destruir su dominio sobre la zona, afirmando la independencia del reino nazarí y ampliando sus fronteras a costa de Castilla. La sublevación se hizo más peligrosa con el levantamiento generalizado de los mudéjares murcianos (1264-66), alentados por Alboaquiz56, agente enviado por el rey nazarí de Granada. Los murcianos contaban con razones para sublevarse. Cuando el reino fue anexionado lo hizo en calidad de un estado vasallo. Muchas villas, ciudades, colectivos e individuos recibieron concesiones y privilegios que de mantenerse imposibilitarían un refuerzo de la autoridad real en Murcia, constituyendo una usurpación de regalías, lo cual llevó al incumplimiento de pactos y capitulaciones (pleitesías y pactos57 en la documentación de la época) por parte de Alfonso X. Ello se enmarca, en parte, dentro del proceso de fortalecimiento de las prerrogativas y la autoridad regias por parte del monarca castellano, lo cual fue aplicado también en Castilla-León, donde finalmente se reaccionaría con idéntica virulencia, en palabras de Odilio Engels:

55

JAIME I, Libro de los hechos, ed. y trad. J. Butiñá Jiménez, Madrid, 2003, pp. 414-415. Al-Watiq, primo del entonces rey de Murcia, Abu Jafar. 57 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., MONTES ROMERO-CAMACHO, I., Los mudéjares andaluces (ss. XIII-XV) aproximación al estado de la cuestión y propuesta de un modelo teórico. 56

25

El rey se encontraba entre Dios y el hombre, Dios le ofreció a él [Alfonso X] los imperios, por lo cual podía esperar de sus habitantes obediencia absoluta y disposición de sacrificio hasta la muerte. No fue el fecho del imperio lo que le trajo dificultades con la nobleza, sino la legislación58.

Vinculado ello a los conceptos de “vicariato”, “naturaleza” y “mayoría”59; rey como vicario de Dios, con cualidades divinas, como las siete virtudes en grado sumo; las cualidades superiores del rey, por Gracia de Dios, le otorgaban la “mayoría”, una superioridad frente a sus súbditos; aquellos nacidos en los reinos de Alfonso X eran naturales de dichos reinaos, estaban bajo el poder natural del rey. Vicarios de Dios son los reyes de cada uno en su reino, puestos sobre las gentes para mantenerlas en justicia y en verdad en cuanto a lo temporal, bien así como el emperador en su imperio60.

Por otro lado, Granada se había convertido en un foco de sedición. Los nazaríes, cuya posición era intrínsecamente débil debieron usar todos los recursos a su alcance, incluyendo la intriga y la diplomacia61 para estabilizar su reino. A partir de 1264 será usual que los nazaríes intriguen en el seno de la corte castellana. En 1272 podemos ver un claro ejemplo de ello. Nuño González de Lara (“el Bueno”, muerto en 1275) y el infante Felipe de Castilla y de Suabia se levantaron en abierta rebelión contra el rey, desnaturalizándose y exiliándose en Granada. Así, el rey nazarí se convirtió definitivamente en un elemento desestabilizador, buscando debilitar las posiciones castellanas y su progresiva expansión. Los nobles desnaturalizados, esto es, habían renunciado a su calidad de castellanos y a la debida obediencia a Alfonso X, buscan refugio en Granada. 1264 no fue sólo una rebelión común, sino que fue una revuelta instigada por Muhammad I para debilitar al monarca castellano, enmarcada dentro de la que debe considerarse primera guerra castellano-granadina. Sin embargo, ello era una cuestión de doble filo. Los reyes castellanos, incluyendo al propio Alfonso X, también intrigarán en la corte nazarí buscando desestabilizar a su rival.

58

ENGELS, Odilo. Las monarquías: Europa occidental en la transición del S. XIII al S. XIV. AYALA, Carlos. La política eclesiástica de Alfonso X: el rey y sus obispos. 60 Ley 5 de la Segunda Partida. 61 Un ejemplo tardío: durante el ascenso de la rivalidad entre aragoneses y castellanos bajo Pedro IV el Ceremonioso los nazaríes firmarían una alianza con éste en contra de los castellanos de Pedro I el Cruel. 59

26

Los Banu Ishqiliwla, familia noble al servicio nazarí, habían sido premiados con el gobierno de Málaga, Guadix y Baza, tres ciudades de enorme importancia regional. Pero dicho linaje se sublevó contra el rey granadino en lo que vino a conocerse como “rebelión de los arraeces” en los últimos tiempos de la rebelión mudéjar, posiblemente temiendo perder su preeminencia en la hueste nazarí respecto a los refuerzos norteafricanos llegados en 126462. A partir de 1266 Alfonso X enviará ayuda a los rebeldes, desestabilizando la monarquía nazarí; mil caballeros bajo el mando de Nuño González de Lara. La alianza con los arraeces (“gobernadores”) aportará al rey castellano el control de Málaga, uno de los puertos principales del reino granadino y de la región. 6) Revuelta mudéjar: intervención aragonesa. Intereses de Jaime I. Fin del conflicto. El fin de la revuelta castellana vino precipitado por la intervención aragonesa en Murcia, donde la sublevación había alcanzado gran extensión, sólo conservándose ciertas plazas: Lorca, Orihuela, Alicante y Cartagena. a) Jaime I: política dinástica e intereses estratégicos. Jaime I interviene con su mesnada en el reino murciano, mandando en la vanguardia a Pedro de Aragón, su hijo y sucesor, que limpiaría el terreno para la exitosa campaña de su padre. El rey aragonés se había decidido finalmente por la intervención, lo cual no era ni mucho menos una garantía ya que las relaciones de Alfonso X con su suegro fueron tirantes, sobre todo tras el intento por parte de éste de repudiar a Doña Violante: “Esto es lo que ha hecho el rey de Castilla con mi hija, pues por los entuertos que ha tenido hacia mí, no se atreve a pedirme que lo ayude y hace que ella lo pruebe63”. El rey castellano había acudido a Doña Violante, quién intercedió en su nombre ante su padre Jaime I, remitiéndole una carta que llegaron a manos del rey aragonés en Grañén, cerca de Huesca. En la misiva la reina imploraba la ayuda de su padre para con su esposo, Alfonso X. La solidaridad familiar y los vínculos dinásticos se unieron a intereses estratégicos en la intervención aragonesa en Murcia. Los territorios valencianos contaban con una mayoría poblacional mudéjar, y el dominio catalano62

Probablemente irregulares o residuos de las guerras por la supremacía en Marruecos entre los diversos sucesores de los almohades. 63 JAIME I. El Libro de los Hechos. Pág. 418.

27

aragonés no estaba tampoco asentado, así los mudéjares valencianos podrían alzarse en armas, contagiados por los rebeldes murcianos, afectando la integridad de la monarquía aragonesa. El temor de Jaime I ante una extensión de las revueltas en Murcia a sus reinos viene en buena medida motivado por la rebelión de Al-Azraq en 1245, que había sacudido los cimientos del dominio aragonés en Valencia. Deben tenerse en cuenta, también las motivaciones de tipo religioso: (…) porque si el rey de Castilla perdiera su tierra mal quedaríamos Nos acá, en esta tierra nuestra, por ello, más vale defender la suya que tener que defender la nuestra64.

Y en la alocución del rey al clero catalán: ¿Qué ganareis vosotros si en las iglesias donde se adora a nuestro Señor y a su madre, si por desventura se perdiesen, fuese adorado Mahoma? Y si lo que es nuestro, de nosotros, los reyes, se pierde bien podéis entender que lo vuestro no se restaurará 65.

Jaime contó con fuerte oposición a la intervención murciana en las cortes aragonesas y catalanas, y hubo de hacer varias condiciones a cambio de la aprobación de subsidios para costear la campaña, además de apelar a los sentimientos, el honor y la lealtad de sus súbditos, poco proclives a inmiscuirse en la revuelta contra el rey castellano. Así, Jaime I interviene por una mescolanza de interés geoestratégicos, motivaciones dinásticas y motivaciones de carácter ideológico. De lo que no debe dudarse es que su intervención ayudó a terminar la rebelión. El 31 de Enero de 1266 Jaime I aceptaba en nombre de su yerno Alfonso la rendición de la ciudad de Murcia, concluyendo la campaña iniciada en otoño de 1265, rindiéndose sucesivamente plazas como Villena, Elda, Preter, Crevillente y Elche. b) Fin del conflicto. La revuelta mudéjar disfrutó de una gran expansión inicial, y sin duda no puede dejar de considerarse una guerra abierta con Granada en la cual intervinieron los poderes regionales, Aragón, Castilla, Granada, los benimerines (aunque probablemente de manera indirecta) e incluso Portugal. La dureza de la revuelta es evidente, lo cual puede observarse por varios eventos de ésta, como el duro asedio del castillo Matrera66

64

Ídem; pág. 419. Ibídem; pág. 420. 66 Defendido por un caballero de la Orden de Calatrava, Don Alemán. 65

28

o la definitiva rendición del alcázar de Jerez de 126667. El rey hubo de concentrar todos sus recursos, incluyendo los aportados por la iglesia castellana, ya mencionados, y recurriendo incluso a mesnadas concejiles de puntos tan lejanos a la frontera con Granada como Burgos. Granada en sí finalmente fue sometida, principalmente por el estallido de la rebelión de los arraeces en su frontera occidental (Málaga, Guadix, Baza) y una expedición del monarca castellano a la Vega de Granada, que arrasó concienzudamente. La paz con Granada sería firmada en Alcalá la Real entre Muhammad I y Alfonso X en 1267, renovándose la condición de feudatario del nazarí y el pago de un tributo anual de 200,000 maravedís.68

67 68

O’CALLAGHAN, Joseph. El rey sabio… ob. cit., pág. 228. Ibídem; pág. 213.

29

EXILIO MUDÉJAR, CONSOLIDACIÓN DEL REINO DE GRANADA Y CREACIÓN DEL MUNDO FRONTERIZO.

S

i la actitud de Alfonso X para con la comunidad mudéjar había sido ciertamente hostil en los años precedentes tras 1264 se ve un endurecimiento de las posturas. En el Ordenamiento69 de Jerez (que

García de Cortázar70 califica como Cortes) de 1268 vemos el cambio sustancial en el trato y consideración a los mudéjares castellanos; moros y judíos deberán vestir ropas identificativas; moros y judíos no podrán amamantar a niño cristiano. Hay una intensificación de la hostilidad con respecto a los mudéjares y a los judíos, quienes eran considerados una latente amenaza71 para la integridad del reino; postura exacerbada por la propia revuelta mudéjar, que minó la confianza del rey en sus súbditos mudéjares y le reafirmó en su política de socavamiento de las posiciones mudéjares en Castilla. Las consecuencias de la revuelta para los mudéjares serán profundas e inmediatas, no sólo el rey refuerza la legislación del reino en perjuicio de éstos, sino que también ordenó la anulación total72 de los pactos habidos con los mudéjares a causa de su traición y revuelta. Alfonso X así despojaba a los mudéjares castellanos de todos (o buena parte de) los privilegios acumulados desde la conquista de las tierras de Murcia y la Baja Andalucía a partir de las capitulaciones y pactos suscritos con el monarca castellano o su progenitor y antecesor Fernando III. Pactos, que como hemos visto, estorbaban la labor centralizadora y la política expansiva del monarca castellano-leonés y que el rey había ignorado en varias ocasiones; expulsión de los moros de Écija, 1253; conquista de Niebla, 1262. Alfonso X llegaría a derogar los acuerdos, pactos y derogaciones firmados por su suegro Jaime I en Murcia, que explicaban parcialmente la celeridad de su conquista, ya que multitud de villas se habían rendido al rey aragonés o por su mediación, como Villena, que suplicó el perdón de su señor, el infante Manuel de

69

LALINDE ABADÍA, J., Reflexiones en torno a la semblanza del rey Alfonso X, pág. 250. GARCÍA DE CORTÁZAR, J.A., de las conquistas fernandinas a la madurez política y cultural del reinado de Alfonso X, pág. 31 71 La creencia de que los súbditos musulmanes del rey eran una amenaza (la “quinta columna”) para la integridad de la corona y sus territorios persistiría con el tiempo, reforzándose con eventos como la Revuelta de las Alpujarras 1568-71 durante el reinado de Felipe II y que desembocaría en la expulsión de los moriscos de todos los territorios de la corona en 1609 de manos de Felipe III. 72 ECHEVARRÍA, Ana. La “mayoría” mudéjar… ob. cit., pág. 27. 70

30

Villena, hermano de Alfonso X y Adelantado de Murcia, o Crevillente, que se sometió al rey Jaime, ambas en 1265. La anulación de los pactos y capitulaciones firmados por los mudéjares y el reycastellano condujo a una total indefensión frente a los definitivos vencedores sobre la revuelta. Así, los mudéjares perdieron todo privilegio o protección frente a las arbitrariedades que se sucedieron: deportaciones masivas, embargo sumario de bienes, traslados forzoso de población… Ello está en relación directa con la formación definitiva de un mundo fronterizo, aquella área geográfica que se rige según los términos de una zona fronteriza. En este caso las tierras lindantes con el reino de Granada, que vivirán bajo unos términos específicos que las categorizan como pertenecientes a un mundo de frontera que definirán la vida del lugar. La anulación de los pactos, capitulaciones y demás desembocó en una aceleración del proceso repoblador, que se intensificó tras la revuelta mudéjar, quedando muchas villas en manos cristianas y necesitando el aporte demográfico de la emigración de pobladores cristianos para su mantenimiento. La población del territorio era una necesidad, para asentar definitivamente el dominio castellano sobre la zona y la construcción de una Andalucía cristiana. Dentro de la frontera la vida se regía por los intereses estratégicos de ambas partes, creando una zona de seguridad entre ambos reinos, guardada por numerosas fortificaciones que protegiesen las tierras propias de las incursiones del contrario. Así, había un poblamiento escaso, concentrado en plazas fuertes o estratégicas, buscando la protección de las guarniciones apostadas en tales plazas frente a las incursiones enemigas. La repoblación de tales zonas fue en extremo compleja ya que los enfrentamientos de baja entidad eran constantes y la inseguridad generalizada convirtió las tierras fronterizas andaluzas en destinos poco atrayentes para los repobladores cristianos. Sin embargo era una cuestión necesaria, ya que una demografía débil redundaba en una defensa débil o ineficaz del territorio frente al enemigo. En numerosas ocasiones hubo incluso un poblamiento de la zona con criminales, varias localidades recibieron el “privilegio de homicianos”, término éste (homicianos) por el que se conocía a diversos delincuentes; violadores, homicidas, ladrones, adúlteros y demás criminales, exceptuando los culpables de traición y alevosía. Estos criminales pagaban su falta pasada poblando y defendiendo el territorio fronterizo. A ello debe 31

añadirse la compleja orografía del territorio y las duras condiciones climáticas de la cordillera Subbética que recorre en buena medida la frontera castellano-granadina, que no hacía sino redundar en las ya duras condiciones de vida a las cuales tenían que hacer frente los nuevos pobladores cristianos. El objetivo principal por parte de la corona castellana es que las poblaciones de frontera fuesen capaces de defenderse por sí mismas en caso de ataque enemigo, lo cual explica el asentamiento de numerosas gentes de armas en la región, necesarios para componer mesnadas concejiles que pudiesen repeler una posible incursión nazarí en sus territorios. También fueron frecuentes las concesiones de tierras, villas y demás a las órdenes militares, a cambio de vigilar la frontera y protegerla frente a los musulmanes granadinos. Ambos bandos ejercían una presión constante sobre las tierras del contrario, sometidas de continuo a incursiones, las famosas “cabalgadas”, que se basaban en perjudicar fundamentalmente las actividades económicas del contrario en base a una rapiña continuada. El rapto o muerte de ganado y la destrucción de cultivos eran así usuales dentro del mundo fronterizo. A ello se añade la toma de cautivos en la frontera, una práctica usual pero difícil de cuantificar en tiempos de paz, aún más en tiempos tempranos de la frontera castellano-granadina, siendo un fenómeno más conocido en la segunda mitad del siglo XV. La esclavitud era una de las consecuencias de tales cautiverios, y la única manera de escapar a ello era o bien la conversión al Islam (volviéndose un “tornadizo”) o bien la redención, que era un proceso altamente complicado, pues muchas veces se carecía de medios para sufragarlo. La Bahía de Cádiz como punto clave del control del Estrecho de Gibraltar fue un punto de duros enfrentamientos entre uno y otro bando. La irrupción e invasión de los benimerines a finales del reinado de Alfonso X devastaron la región con toda una serie de destructivas campañas que afectarían al poblamiento del territorio y al crecimiento demográfico, perjudicando el proceso de asentamiento del poder castellano en la región a causa del estado de guerra continuado. Cuestión que no se resolvería hasta la consecución por parte de Castilla del dominio de la región tras la victoria en la Batalla del Estrecho bajo el reinado de Alfonso XI (1312-1350). El fin de la revuelta mudéjar, por sorprendente que pueda parecer, acabó reforzando el reino de Granada. Los mudéjares, desprovistos de sus privilegios (pactos, 32

capitulaciones, cartas de seguridad), forzosamente expulsados de sus hogares o embargados sus bienes, vieron en Granada un refugio ideal. El reino de los nazaríes se constituyó definitivamente como el último bastión del Islam en la península ibérica, tras la sumisión de los reductos mudéjares. Así, el reino nazarí se convirtió en un destino ideal para los derrotados mudéjares. Éstos acudieron en gran número. No hay que desdeñar el considerable valor intangible de la condición de Granada como último reducto del Islam español. El exilio mudéjar se convirtió en una fuente inapreciable de recursos para el reino nazarí, que vio aumentar su población, reforzando su demografía, expandiendo los recursos del reino y su base poblacional, lo cual redundaba en los ingresos del nazarí a través de una base impositiva mayor. Así mismo el aumento poblacional suponía un aumento de la hueste del reino. El exilio mudéjar pues conllevó un refuerzo generalizado del reino nazarí de Granada, consolidando su demografía, aumentando su teórico poder bélico y aumentando los ingresos percibidos por el monarca. Sin duda los refuerzos proporcionados por los exiliados mudéjares aportaron una mayor resistencia al reino granadino, provocando que o bien una guerra de conquista terminase en fracaso o fuese extremadamente costosa de llevar a cabo por la corona castellana. Además el exilio mudéjar perjudicó a Castilla, ya que las aljamas eran todavía en aquel momento parte esencial de la vida económica de la región 73 y su papel en el mundo agrario era fundamental para el abastecimiento de las ciudades. Con el exilio mudéjar Castilla veía debilitada la actividad económica de la región y sus ingresos, que debían ser compensados por los pobladores cristianos. Sin embargo la turbulencia de los últimos años de Alfonso X y las virulentas expediciones benimerines contribuirían a ralentizar o detener el proceso repoblador en Andalucía. Además, con la firma de la paz en Alcalá la Real entre Muhammad I y Alfonso X éste último renunciaba a apoyar a los arraeces y su revuelta, permitiendo que los nazaríes acabaran con la sedición interna, al menos de momento, reforzando la autoridad de la casa gobernante sobre el territorio. Además la revuelta tuvo un alto coste para Castilla, tanto económico como político-militar. Alfonso X había tenido que movilizar numerosos efectivos de su reino 73

Los mudéjares eran muy valiosos económicamente, ya que solían dedicarse a oficios y cultivos típicamente islámicos como la cerámica, el arroz, los cereales, los frutos secos y los tejidos de lujo, que proporcionaban grandes ingresos a monarcas como el aragonés, señor de ricas y prósperas aljamas como la de Valencia. ABULAFIA, David. El Gran Mar... ob. cit., pág. 356.

33

y requerir el apoyo de sus aliados, Aragón y Portugal. La guerra había dejado patente un cambio, Granada no era un mero anexo del reino castellano, sino una amenaza a tener en cuenta, tanto más considerando la enorme longitud de la frontera entre ambos reinos. La revuelta mudéjar además distrajo la atención y los recursos del rey para con el Fecho del Imperio, perjudicando en sobremanera su candidatura imperial, ya muy debilitada, sobre todo con el ascenso imparable de Carlos I d’Anjou en Italia tras a la batalla de Benevento en 1266 (en la que murió Manfredo de Sicilia) y la muerte de Ezzelino III da Romano, temible señor de la Marca de Treviso, en 1259.

34

LAS CONSECUENCIAS DE LA POLÍTICA ALFONSÍ EN LA REGIÓN: LA BATALLA DEL ESTRECHO.

L

a expulsión de los mudéjares de la Baja Andalucía, de la Bahía de Cádiz y de Murcia había finalmente estabilizado las posiciones castellanas en la región. Granada había sido nuevamente dominada, el

pacto de vasallaje y el pago de parias renovados. Alfonso X podía redirigir otra vez sus esfuerzos a la consecución del título imperial, al cual aspiraba desde 1256, lo cual le llevó a organizar “la ida al Imperio”, viaje durante el cual Alfonso X pensaba hacer efectiva su candidatura y obtener del papa la corona imperial en Roma. Durante varios años fue planeando tal proyecto (mencionado en las Cortes de Burgos de 1274), reforzada la determinación del rey por la ejecución de Conradino de Suabia en 1268 y la muerte de Ricardo de Cornualles, anti-rey de romanos, en 1272. Ni siquiera la elección de Rodolfo de Habsburgo en 1273, con aprobación papal, llevó al rey a desistir de su proyecto. Incluso considerando que el reino castellano había sido ya sacudido por una revuelta nobiliaria en 1272, provocada principalmente por la labor centralizadora de Alfonso X. En 1275 el rey se entrevistaba con Gregorio IX, pontífice romano, en Beaucaire, en el sur de Francia. Simultáneamente, Castilla era invadida. 1) Los benimeríes: una nueva amenaza. Los meriníes, benimeríes o Banu Marin, habían concluido el dominio sobre las tierras marroquíes y fijan su capital en Fez, ciudad tomada en 1244. Tras varias décadas de lucha habían conseguido consolidar su reino. Tropas irregulares, “voluntarios de la fe”, y residuos de sus conquistas habían participado activamente en la revuelta mudéjar de 1264. Pero, ahora los sultanes meriníes tenían la capacidad de intervenir directa y personalmente en los asuntos peninsulares, buscando recuperar los territorios perdidos por el Islam en las décadas precedentes y reafirmar el control del Estrecho en manos musulmanas. Muestra del permanente juego de intereses de la región es la ayuda suministrada por Jaime I a los meriníes para la conquista de Ceuta, uno de los puestos principales de la región, pensando sin duda en los expansivos intereses comerciales catalanes74 en el Norte de África, como demuestra la creciente proliferación de fondacos catalanes en el Magreb. Jaime actuó conforme a sus intereses económicos, ignorando fuese en perjuicio de la seguridad castellana, lo cual era parte de sus intereses 74

O’CALLAGHAN, Joseph. El Rey Sabio... ob. cit., pág. 281.

35

dinásticos, a causa de la alianza matrimonial entre Aragón y Castilla personificada en Doña Violante y sus hijos. Surgía nuevamente la amenaza de una invasión norteafricana en Marruecos que pudiese al reino cristiano allende el Estrecho. Dicha amenaza se hizo real en 1275, con Alfonso X en Francia. Abu Yusuf Yaqub (1259-1286) había culminado la expansión meriní, conquistando la mayor parte del Norte marroquí hacia 1268 y Marrakech en 1269, pudiendo encabezar una expedición contra Castilla, en 1275. La regencia, en manos del infante Fernando de la Cerda, fue tomada por sorpresa y poco después, en Villa Real75, moría el príncipe heredero. En rápida sucesión murió Nuño González de Lara, Adelantado Mayor de la Frontera, principal encargado de la defensa de Andalucía, en la batalla de Écija, el día 7/8 de Septiembre de 1275. Luego, Sancho de Aragón, arzobispo de Toledo e hijo de Jaime I, también murió a manos de los meriníes, dejando a la iglesia castellana descabezada; agravando el vacío de poder existente. Los meriníes pudieron avanzar a su antojo por la Baja Andalucía, protagonizando toda una serie de destructivas incursiones que devastaron la región: En Coira [sic], cabo Sevilla, foi este miragre feito no tempo que Aboíucef passou ben pelo estreito d' Algizira e a térra de Sevilla tod' a eito correu, e muitas aldeas foron dos mouros queimadas. 76

Nuevamente se hacía patente el imperativo estratégico de la corona castellana: controlar el Estrecho, evitando nuevas invasiones procedentes del Norte de África que amenazaran a Castilla, buscando evitar lo ocurrido con Tariq, los almorávides y los almohades. Sólo una rápida respuesta por parte del infante Sancho, segundo hijo de Alfonso X, que asumió la defensa del territorio en ausencia de su padre, impidió el desmoronamiento de las posiciones castellanas en la región. Además con la incursión

75

Ciudad Real en 1420 por privilegio de Juan II de Castilla como premio a su lealtad. Cantiga 323, “Ontre Todas las Virtudes”. La cantiga relata la devastación desatada por Abouíucef (Abu Yusuf) en la primera incursión meriní. 76

36

meriní se sentó un peligroso precedente sobre la estabilidad del dominio castellano y la posibilidad de éxito de una invasión. Dicho evento es fundamental para explicar la adhesión de buena parte de la nobleza al infante Sancho en su rebelión contra su padre y rey Alfonso X, puesto que se le consideraba un líder capaz frente a la cada vez más deteriorada imagen pública alfonsí. Sancho fue considerado como una alternativa viable y preferible frente a los infantes de la Cerda, que siendo menores77 dependían de una regencia y pese a que la regencia solía beneficiar a la nobleza el reino podría haber sufrido enormemente de debilitarse la Corona en un contexto de peligro con la existencia de un poder externo lo suficientemente poderoso como para resultar una amenaza evidente. Esto es, la invasión meriní proporcionó a Sancho de una reputación y unos apoyos potenciales de los que no hubiera contado de otra forma. Destaca además la importancia de controlar el Estrecho de Gibraltar, ya no como una vía de expansión al Norte de África en conjunción con la estabilidad castellana, sino como un imperativo para la seguridad y prosperidad del reino. Dicha cuestión se convertiría en un auténtico proyecto dinástico que marcaría los reinados de Sancho IV (1284-1295), Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI (1312-1350). 2) Asedio de Algeciras de 1279. Últimos años de Alfonso X (1277-1284). Alfonso X, consciente del peligro y la amenaza que suponían los meriníes organizará una expedición por el control del Estrecho en 1277, una vez retornado de Francia y asumido el control del reino nuevamente. Dicha cuestión seguía estando pendiente, aún tras la derrota de rebeldes y granadinos y la defensa del territorio por parte del infante Sancho. En 1279 Alfonso X lanzaba una expedición contra Algeciras, que junto con Tarifa y Gibraltar eran los puertos esenciales para el control del Estrecho de Gibraltar por parte de la corona castellano-leonesa. El asedio fue un absoluto fracaso, muy influido por las turbulencias y las incertidumbres surgidas tras la muerte de Fernando de la Cerda78, el infante muerto durante la incursión benimerín de 1275. La

77

“Ay dela tierra de la que el rey es niño (…)” Segunda Partida, título quinto, ley segunda. Alfonso X pone tales palabras en boca del rey Salomón, ejemplo de rey justo y sabio. 78 El infante Don Sancho hubo de enviar dinero a su madre Doña Violante para pagar sus deudas y permitir su retorno ya que la reina había huido a Aragón con su nuera Blanca de Francia, junto con sus nietos los infantes de la Cerda. El dinero hubo de provenir de los fondos destinados a la campaña de Gibraltar, no pudiendo Alfonso mantener el asedio.

37

toma de Algeciras y el Peñón serán el núcleo de las ambiciones castellanas en la región y la llave para la victoria en la ya iniciada batalla por Estrecho. El monarca castellano paulatinamente había perdido la adhesión de la mayor parte de su nobleza e incluso parte del clero castellano79, cansado de la explotación real de las rentas eclesiásticas, usadas a su antojo y abusando de cuestiones como la sede vacante. El rey además había necesitado mayores ingresos para hacer frente no sólo a la revuelta mudéjar, sino también a los gastos incurridos en el fecho del Imperio80. A lo largo de los años Don Alfonso había dedicado enormes sumas a la consecución de su proyecto, proyecto que, recordemos, estaba probablemente imbricado con el control del Estrecho dentro de una proyección mediterránea de Castilla por la reclamación de la herencia de Federico II de Hohenstaufen. La ausencia del monarca durante la primera incursión benimerín y su fracaso en el sitio de Algeciras socavarán aún más la autoridad regia. El conflicto dinástico acabaría por dominar los últimos años de Alfonso X. Blanca Capeto, hija de Felipe III el Atrevido (1270-1285), había tenido descendencia masculina con el infante Fernando de la Cerda, lo cual según las Siete Partidas81 alfonsíes los tornaba herederos de la Corona, como hijos varones del hijo primogénito, en lugar del segundogénito, como defendían las leyes tradicionales castellanas. Sin embargo el propio Alfonso X apoyará la sucesión de Sancho en las Cortes de Burgos y Segovia (1277, 1278 respectivamente), pero las discrepancias entre el rey y su heredero en torno a la política con respecto al Estrecho de Gibraltar y la decisión del rey de dejar en herencia Jaén a Alfonso de la Cerda82 para aplacar al rey de Francia83 provocaron una definitiva ruptura. El Estrecho de Gibraltar se había convertido en un polvorín, con varias incursiones meriníes y una sorprendente alianza con éstos contra Granada, en la 79

Como indica Carlos de Ayala la oposición al monarca por parte de sus obispos no será generalizada. Por ejemplo los arzobispos de Toledo y de Sevilla permanecieron fieles al rey. AYALA, Carlos. La política eclesiástica de Alfonso X: El rey y sus obispos, pág. 41. 80 Alfonso X recibió el homenaje como vasallos de señores feudales centroeuropeos como Guy I de Flandes (1251-1305), Hugo IV de Borgoña (1218-1271) y Enrique III de Brabante (1248-1261) en 1258; todos ellos recibirían un feudo de bolsa sustancioso, al igual que María de Brienne y sus tres hijos. Tal dispendio no era bien recibido en el reino. O’CALLAGHAN, Joseph. El Rey Sabio… ob. cit., pág. 251. 81 En la Segunda Partida, en la cual se detallan las características de un rey y su oficio, la naturaleza de los infantes, la educación de estos y las virtudes que debían poseen tanto rey como infantes, acorde con la nobleza de su linaje. 82 En poder de Pedro III de Aragón tras la huida de Doña Violante a la corte de su hermano en 1278. 83 Felipe III de Francia reclamaba la herencia para sus sobrinos los infantes de la Cerda, llegando a amenazar a Castilla con una invasión. La amenaza de un ataque francés permanecería en el aire en los años siguientes. O’CALLAGHAN, Joseph. El Rey Sabio... ob. cit.

38

que puede considerarse la segunda guerra castellano-granadina y que se saldó con derrotas como la desastrosa en Moclín de 1280, donde murió el Gran Maestre de la Orden de Santiago junto con la mayor parte de sus caballeros. Además la enfermedad del rey, que tornaba su temperamento en irritable había empeorado en los años anteriores, aparentemente desde su grave enfermedad en Francia en 1275 que retrasó su retorno. Las discrepancias en torno a la herencia propiciarían una actitud cada vez más paranoica del rey que encuentra su culmen con la ejecución de su hermano el infante Fadrique en 1277. Las derrotas en Algeciras, incluyendo la desastrosa destrucción de toda la flota castellana en 1279, contra los meriníes y el fracaso de las campañas contra Granada en alianza con éstos no harían sino socavar el poder del rey, visto como incapaz de gobernar, incluso loco o ausente, acelerando el estallido de la revuelta nobiliaria y la sublevación del infante Sancho en 1282. 3) Sancho IV sus sucesores y la cuestión del Estrecho (1284-1348). La triste muerte de Alfonso X, despojado de todo poder formal, en 1284, inauguraba el reinado de Don Sancho, que con el apoyo nobiliario se hizo coronar en Toledo ese mismo año. Sancho IV conocía a la perfección la amenaza que los meriníes suponían para el control del Estrecho de Gibraltar, así como para el dominio de la Baja Andalucía. Es por ello que recibe y aprueba un detallado plan para conquista de Algeciras elaborado por el almirante Juan Mathe de Luna y su compañero Ferrand Pérez de Maimón, en el año 1294, donde se manifiesta la importancia estratégica de la toma de la plaza, “el reino sería guardado de todos los enemigos de allend la mar” 84. Sancho IV ya como infante había percibido la importancia de la existencia de una flota poderosa para controlar el Estrecho; el infante dio órdenes de organizar una flota durante la desastrosa primera invasión meriní de 1275, dónde, recordemos su audacia y capacidad fueron las únicas que evitaron un desastre aún mayor. a) Aragón y Génova. Intereses compartidos. En 1291 se firmaría el tratado de Monteagudo entre Jaime II y Sancho IV, estableciéndose los límites de expansión de cada reino en el Norte de África. Sin Pedro III construyó junto con su padre los puntales del imperio catalano-aragonés será Jaime

84

GARCÍA FITZ, Francisco. ¿Hubo estrategia en la Edad Media? A propósito de las relaciones castellanomusulmanas durante la segunda mitad del siglo XIII.

39

II quién definitivamente lo configure85 infundiendo un nuevo dinamismo. El rey aragonés tenía ambiciones claras en el Magreb, como ya las tuvo su abuelo Jaime I, atraído por las cabezas de las rutas transaharianas y el potencial de los mercados del Norte de África, donde las actividades catalano-aragonesas eran numerosas86, tanto que uno de los principales ingresos de la corona aragonesa en el período eran las multas pagadas por los mercaderes catalanes por comerciar con sus homólogos musulmanes87. Túnez dependía en buena medida de las exportaciones aragonesas de trigo proveniente de Sicilia, en lo que supone otro ejemplo más de la integración comercial de los países mediterráneos desde la gran revolución del siglo XII. La expansión catalano-aragonesa por el Mediterráneo Occidental era imparable, pese a la sempiterna rivalidad de los Angevinos de Nápoles, competencia que, sin embargo, se verá irremediablemente socavada tras los conflictos dinásticos que siguieron a la muerte de Roberto I el Sabio, rey de Nápoles, en 1343. Granada y Marruecos eran dos objetivos claros de la expansión de la influencia catalano-aragonesa en el Mediterráneo occidental, y claramente, como mencionamos en el punto segundo, contaban con fuertes intereses económicos en la región. Génova, con colonias comerciales en Sevilla desde 1251 y en Mallorca desde 1229, inmediatamente después de su conquista, tenía la clara intención de explotar el próspero y rentable comercio con los países musulmanes, lo cual explica los tratados comerciales firmados con la Granada nazarí. Pero también era conveniente la apertura del Estrecho por parte del rey de Castilla, ya que con éste gozaban de abundantes privilegios comerciales, que justificaba su apoyo al monarca castellano-leonés con su flota en numerosas ocasiones contra los musulmanes y eliminaba la incertidumbre que provocaban las cambiantes relaciones entre los reyes de Castilla y sus homólogos granadinos y benimerines. b) Divergencia de la política de Sancho IV con respecto a su padre. Inestabilidad en Castilla.

85

Véase: SARASA SÁNCHEZ, Esteban. El reino de Aragón en la época de Jaime II (1291-1327) En conjunción con las repúblicas italianas los mercaderes mallorquines y catalanes se había expandido por el Magreb. Como ejemplo el perdón concedido por el sultán Túnez a Ramón Llull por causa de los influyentes mercaderes catalanes y genoveses que poblaban su corte. ABULAFIA, David. El Gran Mar... ob. cit., pág. 360 87 En 1302 las multas pagadas por comerciar con los musulmanes constituían el 50% de los ingresos de la corona aragonesa. Ibídem; pág. 361 86

40

Sin embargo, los proyectos políticos de Sancho IV ya no guardan ninguna relación con una candidatura al imperio o una política italiana como la orquestada por su padre Alfonso X, sino que se traduce en términos estratégicos. Las razones estratégicas se habían impuesto sobre las razones dinásticas y de largo alcance de Alfonso X, hay una focalización de los recursos de Castilla en una escala menor, obviando los grandes gastos que ocasionaron los grandes proyectos de Alfonso X. El imperativo estratégico de controlar el Estrecho para asegurar las conquistas de su abuelo Fernando III es asumido por Sancho IV, quedando malogrado por su temprana muerte en 1294 tras sólo diez años de reinado. Sancho IV, en su década de reinado, consiguió algo fundamental: la conquista de Tarifa, una de las plazas clave en el control del Estrecho. Sancho IV entabló renovadas relaciones diplomáticas con Portugal, cuyo monarca era Dionisio I (nieto de Alfonso X), y con Aragón, en la persona de Pedro III primero y Jaime II después. Las relaciones cordiales con los vecinos cristianos de Castilla aislaron a Granada y permitir que Don Sancho concentrara sus recursos en la conquista de Tarifa en 1292, que resistió un poderoso asedio meriní gracias a la resistencia de Alonso Pérez de Guzmán en 1295. Los hijos88 de Sancho IV con María de Molina eran considerados ilegítimos por la carencia de una dispensa papal por el alto grado de consanguineidad (tía y sobrino) de los contrayentes y la existencia de un contrato matrimonial previo de Don Sancho con Guillerma de Montcada que no había sido anulado formalmente. Lo cual llevó a Jaime II, buscando aumentar su influencia en los asuntos peninsulares, a intervenir en el reino de Castilla en defensa de los derechos del infante Alfonso de la Cerda en 1296, a cambio del reino de Murcia89. Sólo la bula papal de Bonifacio VIII en 1301 cesaría el conflicto al legitimar a los hijos de María de Molina y Sancho IV. Quizás, me atrevo a aventurar, a causa de

88

Isabel (1283-1328), Fernando (IV, 1285-1312), Alfonso (1286-1291), Enrique (1286-1299), Pedro (1290-1319), Felipe (1292-1327) y Beatriz (1293-1359). 89 Las fronteras entre el reino de Valencia y el de Murcia eran objeto de encendida disputa. Ya Jaime I había recibido de Alfonso X tierras al norte de Murcia por su ayuda durante la rebelión de 1264. Ahora, Jaime II perseguía la anexión completa del reino, que reforzaría el dominio del Mediterráneo Occidental por parte de Aragón, ya en posesión de Sicilia desde las Vísperas Sicilianas de 1282, aunque en aquel entonces su titular era Federico (III), hermano de Pedro III y tío de Jaime II de Aragón.

41

que Alfonso de la Cerda era primo hermano de Felipe IV90, enemistado con el pontífice desde 1296 con la promulgación de su bula Cleiricis Laicos, que chocaba con los intereses del rey francés. Además todo ello englobado dentro de las eternas guerras por Sicilia entre Angevinos de Nápoles y Aragoneses, en un impasse tras la paz de Agnani de 1295. La larga minoría de Fernando IV y su corto reinado (1295-1312) imposibilitaron un avance significativo en la cuestión del Estrecho, con una Castilla convulsa por problemas internos de gravedad, derivados de la sucesión a la corona91. Aunque hubo tiempo de lanzar la cruzada de 1309, que sólo puede considerarse como la antesala de la batalla del Salado y un episodio más de la eterna guerra por el control del Estrecho92. 4) Alfonso XI y la resolución del “fecho” del Estrecho Alfonso XI asumió la mayoría de edad a los catorce años, en contra de lo establecido en las Partidas; a los diecisiete. Terminando así la larga regencia en la cual había desembocado la temprana muerte de Fernando IV el Emplazado, en 1312. Regencia durante la cual se había desatado nuevamente desórdenes internos, la mayor parte disputas por la consecución de la regencia y la tutoría del rey. Cuando Alfonso XI toma el definitivo control de las riendas de la monarquía pocos esperarían su capacidad, tenacidad y ambición. No sólo consiguió estabilizar el reino, sino que eliminó poderosos rivales como Juan de Haro el “Tuerto”, y el infante Don Juan Manuel, eterno intrigante y sobrino de Alfonso X. a) Don Juan Manuel: Intrigas por el poder, Murcia, nazaríes y aragoneses. Don Juan Manuel es una de las figuras más eminentes de la literatura medieval hispánica, pero también fue un ávido conspirador, el arquetipo de noble desleal, dúplice y ambicioso. Hijo del infante Manuel de Villena, adelantado de Murcia, leal vasallo de su hermano, quién lo recompensó con creces. Lo cual condujo al inmenso patrimonio (Peñafiel, Elche, Orihuela, Villena y una largo etcétera de villas y castillos) de Don Juan Manuel, quién activamente lo aumentó. 90

Nunca hay que olvidar la influencia de los lazos de parentesco en las sociedades medievales. Menos en este caso, teniendo en cuenta que los príncipes de sangre capetiana tenían fuertes vínculos, tanto más siendo Alfonso de la Cerda nieto de Luis IX. 91 GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. La sucesión al trono de Castilla: 1275-1304. 92 O’CALLAHGAN, Joseph. La cruzada de 1309 en el contexto de la Batalla del Estrecho.

42

¿Qué relevancia ostenta Juan Manuel en la política regional que engloba del Estrecho a Murcia? Su posesión de buena parte del reino murciano y su ambiciosa personalidad le llevaron frecuentemente a conspirar contra Alfonso XI, de quién fue tutor y regente durante la minoría, incluyendo sus tratos con Jaime II y su sucesor Alfonso IV de Aragón93. Juan Manuel de Villena se convirtió así en un agente a tener en cuenta. Don Juan Manuel es un signo de época y es un ejemplo más de las cambiantes relaciones políticas y diplomáticas en la región, basado en continuos tratados, alianzas y conspiraciones. Aliado y enemigo de los nazaríes al mismo tiempo, ya que se ofrecería como vasallo al nazarí en una de sus revueltas contra el rey castellano y años más tarde comandó los ejércitos reales en la invasión de Granada de 1326, derrotando a los granadinos en Guadalhorce, en calidad de Adelantado de Andalucía. Don Juan Manuel también ofrece un ejemplo excelente de las crecientes ambiciones de Aragón, concretadas en la expansión en Murcia, y su rivalidad en aumento con Castilla, evidente desde el reinado de Jaime II. Por su estratégica proximidad con Granada y por sus títulos de Adelantado de Andalucía y de Murcia, Don Juan Manuel era una figura clave en la batalla del Estrecho, tanto más cuando su mesnada era la mayor del reino. Su apoyo u oposición tenían una enorme importancia, como se demostraría en el transcurso de las campañas de Alfonso XI en el Sur peninsular. b) La Batalla del Salado. Alfonso XI y la consecución de un proyecto dinástico. La Batalla del Salado de 1348 puso fin a más de un siglo de lucha entre Castilla y Granada por el control del Estrecho. Con la victoria castellano-leonesa se concluía el cerco sobre Granada que quedaba aislada definitivamente, impidiendo que actuase como cabeza de puente de incursiones norteafricanas como había hecho repetidamente, incluyendo en 1264, donde pudo evitarse el desmoronamiento del dominio castellano sobre la región. El aislamiento de Granada ya sí como un aislado último reducto del Islam peninsular conduciría a su lento declive, acelerado por guerras civiles94 93

Emparentó con la casa real aragonesa por matrimonio, primero por su matrimonio con Isabel de Mallorca, hija de Jaime II de Mallorca, y luego con Constanza de Aragón, hija de Jaime II de Aragón y Blanca d’Anjou. 94 Incluyendo el no resuelto conflicto con lo los Banu Asqilula y conflictos dinásticos como el habido entre Muhammad III y su hermano Nasr.

43

sobreviviendo únicamente por la incapacidad castellana de concentrar sus recursos en la conquista del reino granadino. En la batalla del Salado y la campaña que la hizo posible se ve una conjunción de todos los elementos que había caracterizado el eterno conflicto, incluyendo el fuerte espíritu cruzado, la necesidad de oponer un frente unido frente al enemigo externo y el necesario apoyo de las otras monarquías peninsulares. Alfonso XI había sometido a la nobleza, establecido sendas alianzas matrimoniales con Portugal y Aragón y emprendido la batalla del Estrecho con fervor cruzado. Todo ello contribuyó a su definitiva victoria sobre los meriníes y la conquista del resto de plazas claves de la región, como Gibraltar, durante cuyo asedio murió. Sólo la inestabilidad crónica de la monarquía tras su muerte de peste en 1350 impediría nuevos avances significativos, e incluso acabó acarreando pérdidas, como la captura por los nazaríes de Algeciras en 1369.

44

VII: CONCLUSIONES. 1264 supone un punto de inflexión, un epítome del conflicto por el control del Estrecho entre Castilla, Granada y los poderes norteafricanos, en una dinámica que definirá susodicho conflicto en las décadas siguientes y hasta la batalla del Salado. La revuelta debe pues considerarse una guerra castellano-granadina, en tanto en cuanto parece probado que Granada intervino directamente y que la guerra tuvo como escenario el reino nazarí. Así, la llamada revuelta no es más que el primer escenario de una larga guerra por el control del Estrecho, vital geoestratégicamente para ambos contendientes. El conflicto sólo encontró su final con las conquistas de Tarifa, Algeciras y Gibraltar controlando el lado castellano del Estrecho, asegurando de manera definitiva la Baja Andalucía y la Bahía de Cádiz, así como impedía la llegada de nuevas invasiones norteafricanas que pudiesen usar como puente dichas plazas. 1264

es

un

ejemplo paradigmático de todo el proceso, y señala el fin del efímero período de convivencia de los reyes musulmanes supervivientes de las conquistas del rey Fernando III y sus sucesores. La guerra, ya sea de forma abierta o velada (tensa violencia en la frontera, punto de fricción), dominará las relaciones entre Castilla y Granada, envueltas en una lucha por el control vital del Estrecho que acabará involucrando a los agentes regionales como Portugal, Fez, Aragón y potencias mediterráneas como las ciudades-república de Génova o Pisa. Ello muestra la marcada polarización de las posturas de Islam y cristianismo en Europa, frente a episodios de efímera convivencia en el siglo anterior, como Sicilia y el Levante sirio-palestino en la segunda mitad del siglo XII. Así como ejemplifica la expansión de la Europa Occidental y los intereses de los agentes implicados en el cambiante juego de relaciones que articulaban el Mediterráneo de la época. Alfonso XI se presenta como un continuador de la política de su bisabuelo Alfonso X y en cierto modo concluye la labor de éste. En 1348 en Alcalá de Henares el rey castellano-leonés se producía el Ordenamiento de Alcalá, aplicándose una ley general para todo el reino, uniformizándolo legalmente. Alfonso XI además concluye la labor iniciada por Fernando III y Alfonso X, cerrando el Estrecho definitivamente tras su victoria en el Salado y la preservación del dominio castellano sobre plazas como Tarifa. Sin embargo Alfonso XI no podrá evitar el signo de la corona castellano-leonesa 45

desde 1282, la inestabilidad interna, tras su muerte, provocando el conflicto con sus bastardos, entre los cuales se hallaba el ambicioso Enrique de Trastámara. Con el Salado se ejemplifican las condiciones necesarias para la conclusión del proyecto de control del Estrecho de Gibraltar, a saber: ofrecer un frente unido, el apoyo de poderes externos (Génova, Aragón, Portugal) y mantener una política enérgica y determinada. Cada vez que uno de estos factores faltó se produjeron desastres, como el fallido asedio de Algeciras de 1279 o el de Gibraltar de 1309. Y cada vez que convergieron acabó en éxito, como la victoria contra los rebeldes y Granada en 1264-1266 o el propio Salado en 1348.

46

BIBLIOGRAFÍA. 

ABULAFIA, David (ed.). The New Cambridge Medieval History, vol. V c. 1198-c. 1300. Cambridge: Cambridge University Press, 2000.



ABULAFIA, David. El Gran Mar: Una historia humana del Mediterráneo. Barcelona: Editorial Planeta, 2013.



ABULAFIA, David. The Western Mediterranean Kingdoms, 1200-1500: the struggle for dominion. London: Longman, 1997.



AMRÁN-TEDGHI, Rica. El papel de Ceuta en la política exterior de Jaime II de Aragón. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 465-478.



AYALA, Carlos. La política eclesiástica de Alfonso X: El rey y sus obispos. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 9, 2014-2015, págs. 41-105.



AYALA, Carlos. Relaciones de Alfonso X con Aragón y Navarra. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 4, 2004-2005, págs. 101146.



CARDINI, Franco. Federico Barbarroja. Vida, triunfos e ilusiones de un emperador medieval. Barcelona: Ediciones Península, 1987.



CERDA, J.M. La dot gasconne d’Allénor d’Anglaterra. Entre royaume de Castille, royaume de France et royaume d’Anglaterre. En: Cahiers de civilisation médiévale, ISSN 0007-9731, Vol. 54, Nº 215, 2011, págs. 225-242.



ECHEVARRÍA, Ana. La mayoría mudéjar en León y Castilla: Legislación Real y distribución de la población. En: la España medieval, ISSN 0214-3038, Nº 29, 2006, págs. 7-30



ENGELS, Odilo. Las monarquías: Europa occidental en la transición del S. XIII al S. XIV. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval. Nº 11 (1996-1997). ISSN 0212-2480, pp. 121-133



GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. De las conquistas fernandinas a la madurez política y cultural del reinado de Alfonso X. En: Alcanate: revista de estudios alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº 3, 2002-2003, págs. 19-54.



GARCÍA FITZ, Francisco. ¿Hubo estrategia en la Edad Media? A propósito de las relaciones castellano-musulmanas durante la segunda mitad del siglo XIII.

47



GARCÍA FITZ, Francisco. Alfonso X y sus relaciones con el Emirato granadino: política y guerra. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 4, 2004-2005, págs. 33-77.



GARCÍA FITZ, Francisco. Alfonso X, el Reino de Granada y los Banu Asqilula. Estrategias políticas de disolución durante la segunda mitad del siglo XIII. En: Anuario de estudios medievales, ISSN 0066-5061, Nº 27, 1, 1997, págs. 215238.



GARCÍA SANJUAN, Alejandro. La conquista de Niebla por Alfonso X. En: Historia. Instituciones. Documentos, ISSN 0210-7716, Nº 27, 2000, págs. 89111.



GONZÁLEZ ARCE, José Damián. El consulado genovés de Sevilla (siglos XIIIXV). Aspectos jurisdiccionales, comerciales y fiscales. En: Studia historica. Historia medieval, ISSN 0213-2060, Nº 28, 2010 (Ejemplar dedicado a: Representaciones culturales de la ciudad medieval), págs. 179-206.



GONZÁLEZ CASANOVAS, R. Fernando III como rey cruzado en la Estoria de Espanna de Alfonso X: la historiografía como mitografía en torno a la reconquista castellana. En: Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas 21-26 de agosto de 1995, Birmingham, Vol. 1, 1998 (Medieval y lingüística / coord. por Aengus Ward), ISBN 0-7044-1899-1, pp. 193-204



GONZÁLEZ GALLEGO, Isidoro. El libro de los privilegios de la nación genovesa. En: Historia, Instituciones, Documentos, 1 (1974), pp. 289-291.



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., MONTES ROMERO-CAMACHO, I. Los mudéjares andaluces (ss. XIII-XV) aproximación al estado de la cuestión y propuesta de un modelo teórico. En: Revista d'historia medieval, ISSN 11317612, Nº 12, 2001-2002 (Ejemplar dedicado a: Los mudéjares valencianos y peninsulares), págs. 47-78



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Alfonso X el Sabio. Barcelona: Editorial Ariel, 2004.



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Alfonso X y Portugal. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 4, 2004-2005, pp. 19-34.



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Algeciras en la encrucijada de la batalla del Estrecho (siglos XIII-XIV). Pág. 454. En: Boletín de la Real academia Sevillana 48

de Buenas Letras: Minervae Baeticae, ISSN 0214-4395, Nº 40, 2012, págs. 453464. 

GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. La sucesión al trono de Castilla: 1275-1304. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 201-212.



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Las relaciones entre Portugal y Castilla durante el siglo XIII. En: Revista da Faculdade de Letras. Historia, ISSN 0871164X, Nº. 15, 1, 1998, págs. 1-24.



GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Manuel. Sancho IV, infante.

En: Historia.

Instituciones. Documentos, ISSN 0210-7716, Nº 28, 2001, págs. 151-216. 

HERNÁNDEZ, Francisco J. Relaciones de Alfonso X con Inglaterra y Francia. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 4, 2004-2005, págs. 167-242.



ITURMENDI MORALES, J. En torno a la idea de Imperio en Alfonso X el Sabio. En: Revista de estudios políticos, ISSN 0048-7694, Nº 182, 1972, págs. 83-158



JAIME I. Libro de los hechos. Madrid: Gredos, 2003.



JONES, Michael (ed.). The New Cambridge Medieval History, vol. VI c. 1300-c. 1415. Cambridge: Cambridge University Press, 2000.



LADERO QUESADA, Miguel Ángel. Granada, historia de un país islámico (1232-1571). Madrid: Gredos, 1979.



LADERO QUESADA, Miguel Ángel. La Hacienda real castellana en el siglo XIII. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 3, 20022003, págs. 191-250.



LADERO QUESADA, Miguel Ángel. La situación política de Castilla a fines del siglo XIII. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 241-264



LADERO QUESADA, Miguel Ángel. Reconquista y definiciones de frontera. En: Revista da Faculdade de Letras. Historia, ISSN 0871-164X, Nº. 15, 1, 1998, págs. 655-692.



LALINDE ABADÍA, J., Reflexiones en torno a la semblanza del rey Alfonso X. En: Medievalia, ISSN 0211-3473, ISSN-e 2014-8410, Nº 10, 1992 (Ejemplar

49

dedicado a: Estudios dedicados al Profesor Frederic Udina i Martorell IV), págs. 237-254. 

LINEHAN, Paul. La Iglesia española y el Papado en el siglo XIII. Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1975.



LÓPEZ PÉREZ, María Dolores. La Corona de Aragón y el Norte de África: Las diferentes áreas de intervención mercantil catalano-aragonesa en el Magreb a finales del siglo XIV y principios del XV. En: Acta historica et archaeologica mediaevalia, ISSN 0212-2960, Nº 11-12, 1990-1991, págs. 299-323.



MAILLO SALGADO, Felipe. Esbozo acerca del comercio y de las relaciones internacionales en el Medievo entre la Cristiandad y el Islam. En: Anales de historia antigua y medieval, ISSN 0402-3277, Nº 28, 1995, pág. 123-130.



Maíllo Salgado, F. (2009). Relaciones de los reinos hispánicos del occidente peninsular y el Magreb en la edad media. En: El perfume de la amistad: correspondencia diplomática árabe en archivos españoles (siglos XIII-XVII) (51-66). Madrid: Subdirección General de los Archivos Estatales.



MARTÍN RODRÍGUEZ, José Luis. Reconquista y cruzada. En: Studia Zamorensia, ISSN 0214-736X, Nº. 3, 1996, págs. 215-241.



MONTERDE GARCÍA, Juan. El sueño imperial Alfonsí en "Las Siete Partidas". En: Murgetana, ISSN 0213-0939, Nº. 117, 2007, págs. 9-18.



O’CALLAGHAN, J. El Rey Sabio. El reinado de Alfonso X de Castilla. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1999.



O’CALLAGHAN, Joseph. La cruzada de 1309 en el contexto de la Batalla del Estrecho. En: Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, ISSN 1131-8155, Nº 19, 2009, págs. 243-257.



ORTEGA

VILLOSLADA,

Antonio.

Del

Mediterráneo

al

Atlántico:

Apertura/reapertura del Estrecho de Gibraltar en la Edad Media. Estado de la cuestión. En: Bolletí de la Societat Arqueològica Lul·liana: Revista d'estudis històrics, ISSN 0212-7458, Nº. 67, 2011, págs. 101-124. 

PAGANI, Gianluca. "Colonias" genovesas en el sur de la Península en el siglo XIII. En: El mundo urbano en la Castilla del siglo XIII / coord. por Manuel González Jiménez, Vol. 2, 2006, ISBN 84-8455-201-2, págs. 211-218.

50



PAGANI, Gianluca. Genova, la Península Ibérica en el Mediterraneo del siglo XIII: entre economía y política. En: Incipit. Universidade do Porto, 2015, ISBN 978 989 8648 44 0, págs. 43-51



RAZOUK, Mohammed. Observaciones acerca de la contribución meriní para la conservación de las fronteras del Reino de Granada. En: Actas del Congreso la Frontera Oriental Nazarí como Sujeto Histórico (S.XIII-XVI): Lorca-Vera, 22 a 24 de noviembre de 1994 / coord. por Pedro Segura Artero, 1997, ISBN 848108-141-8, págs. 171-180.



RODRÍGUEZ GARCÍA, José Manuel. Ideología cruzada en el siglo XIII: Una visión desde la Castilla de Alfonso X. El Puerto de Santa María: Cátedra Alfonso X el Sabio, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2014.



RODRÍGUEZ GARCÍA, José Manuel. La marina alfonsí al asalto de África, 1240-1280. Consideraciones estratégicas e historia. En: Revista de historia naval, ISSN 0212-467X, Año nº 22, Nº 85, 2004, págs. 27-56.



SALICRÚ Y LLUCH, Roser. El sultanato nazarí de Granada, Génova y la corona de Aragón en el siglo XV. Granada: Editorial Universidad de Granada, 2007.



SARASA SÁNCHEZ, Esteban. El reino de Aragón en la época de Jaime II (1291-1327). En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 301-314.



TORRES FONTES, Juan. Don Juan Manuel en la minoría de Alfonso XI. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 315-330.



TORRES FONTES, Juan. Tratados, pactos y convivencia cristiano-musulmana en el reino de Murcia (1243-1266). En: Murgetana, ISSN 0213-0939, Nº. 94, 1997, págs. 43-53.



VALDEÓN BARUQUE, J. Alfonso X y el Imperio. En: Alcanate: Revista de estudios Alfonsíes, ISSN 1579-0576, Nº. 4, 2004-2005, págs. 243-258.



VARA IZQUIERDA, Consuelo. Relaciones políticas y comerciales de Jaime II de Aragón. En: Anales de la Universidad de Alicante. Historia medieval, ISSN 0212-2480, Nº 11, 1996-1997, págs. 493-500.

51

ANEXO: APARATO GRÁFICO.

Figura 1. Miniatura de la Cantiga 181, “Pero se seja a gente”. El ejército marroquí del rey Umar alMurtada desbanda un ejército rival de marroquíes liderados por Abu Yusuf, emir benimerín, en Marrakech. En la batalla participan caballeros cristianos, muestra del cambiante juego de alianzas en la región. Singularmente un caballero porta una heráldica en todo similar a la propia de la casa de Lara, con grandes intereses en la zona. Códice Rico de San Lorenzo del Escorial.

52

Figura 2. Mapa de las principales rutas comerciales del Mediterráneo mantenidas por las grandes repúblicas mercantiles, incluyendo la ruta entre el Mediterráneo y Flandes; conexión que se volvió segura con el control del Estrecho por parte de Castilla a partir de 1348.

Figura 3. Mapa de las principales rutas terrestres y marítimas de la Europa Medieval en el siglo XIV. De singular relevancia era la conexión de las rutas africanas en el Estrecho de Gibraltar.

53

Figuras 4 y 5. Mapas con la evolución de las fronteras castellano-leonesas con el Islam peninsular, previa y posteriormente a las grandes conquistas andaluzas del rey Fernando III, incluyendo la expansión bajo el reinado de su hijo y sucesor, Alfonso X hasta la revuelta mudéjar de 1264.

54

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.