ALEJANDRO MAGNO Y LA FUNDACIÓN DEL PERÍODO HELENÍSTICO. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS.

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Descripción

Facultad de Educación y Humanidades. Departamento de Ciencias Sociales. Programa de Magíster en Historia de Occidente.

ALEJANDRO MAGNO Y LA FUNDACIÓN DEL PERÍODO HELENÍSTICO. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS.1

Autor: Rolando César Chaparro Gehren. Alejandro Magno (Macedonia, 356 – Babilonia, 323 a.C) es un referente en el estudio de la Historia Universal, por sus hazañas de conquista, su genio militar y lo complejo de su personalidad. Su legado ha sido manifiesto y paradigmático en muchos gobernantes y generales sucesores; una fuente de estudio y admiración inagotable sobre capacidad de estrategia, liderazgo político y un espíritu osado de aventurarse hacia lo desconocido. Un hombre que fue capaz de liderar ejércitos sobre pueblos y territorios más grandes y poderosos que el suyo; pero sobre todo, que dejó su gloria y fama en lugares del mundo nunca antes conocidos por los europeos. Pero Alejandro Magno no solo fue hazañas militares y sometimiento de pueblos. Alejandro fue, ante todo, el difusor de una cultura consagrada, la Grecia Clásica; y un hombre idealista, integrador entre Occidente, Oriente y sus distintas cosmovisiones, un hombre con una visión comunitaria del mundo; el pionero en la construcción de un imperio universal. Luego de la Grecia Clásica, las dimensiones culturales sobre las que se construye nuestra sociedad occidental: El Imperio Romano-y su difusión cultural conocida como Romanización, y el Cristianismo, recorrieron el camino que preparó el Imperio de Alejandro Magno: Un camino dotado de una lengua común -el griego helenístico, o koiné-, una red de comunicaciones culturales y comerciales amplia e interconectada, y un entramado urbanístico lo suficientemente desarrollado para que Roma y los primeros predicadores cristianos hallaran eco entre una población mucho más culta y tolerante que antes. 1

El texto en presentación es un resumen y reseña bibliográfica sobre tres artículos publicados que analizan el tema: BANCALARI MOLINA, ALEJANDRO. “La empresa Alejandrina como entidad globalizadora: Propuesta de Enfoque”. Revista de Estudios Clásicos, Universidad de Cuyo, Mendoza. Argentina. Edición Nº 2. 2004. Pp. 11 – 29; MOSSÉ, CLAUDE. “Alejandro Magno. El Destino de un Mito.”. Traducción de Margarita Sáenz. Editorial Espasa, Madrid, España. 2004. HAMMOND, NICHOLAS. “Alejandro Magno. Rey, General y Estadista”. Alianza Editorial, Madrid, España. 1980.

Una primera mirada sobre la visión globalizadora de Alejandro y sus conquistas la aporta el profesor Alejandro Bancalari (2004); quien intenta explicar y demostrar cómo esta empresa, liderada por un hombre genial, generales eficientes y leales, pero sobre todo con una carga y cosmovisión helénica a sus espaldas, se constituyó en el primer y serio intento globalizador. Ahora bien, en el contexto histórico de este período conocido como Helenismo -323, muerte de Alejandro, al 31, batalla de Actium y caída del último bastión helenístico, Cleopatra y la dinastía Tolemaica en Egipto- debe entenderse “Globalización” como un conjunto de acciones y procesos que tienden a una integridad de pueblos diversos. Aquí algunos puntos que resumen, grosso modo, la relación entre macedonios-griegos y persas, concebidas según una visión holística y globalizadora. 1. UN IMPERIO MUNDIAL: Por la magnitud del imperio alejandrino, desde la península arábiga hasta la India, podemos hablar de la primera “unidad universal” que encontramos en la historia. Enarbolado por la causa de “liberar” a las poleis griegas de la “tiranía” persa, Alejandro derrota a Darío III en la batalla de Gaugamela en 331 a.C y se proclama rey del imperio persa y las poleis “liberadas” entraron a formar parte de su imperio. Esto solo era el inicio de una empresa aún más ambiciosa: Circunnavegar el sur de Araba y encontrar otra ruta marina a Egipto. Esta empresa debía constituir el punto de partida para su gran expedición al occidente. El objetivo final era, sin duda, Roma. Este proyecto fue comentado por los biógrafos posteriores Arriano y Plutarco, quienes se basaron en la obra contemporánea de Tolomeo, uno de sus generales. 2. EL PRINCIPIO DE LA HOMONOIA: Para Alejandro, la igualdad y la esperanza de fundir las razas en una especie de fraternidad humana, estaba por encima de los nacionalismos. Alejandro traspasó las fronteras nacionales y concibió una hermandad del hombre: No hablar más de griegos, macedonios y persas, sino de una unidad; un estado ideal. “Humanidad” proviene de la diosa griega “homonoia”, diosa de la concordia y la unidad. 3. UN AMPLIO DESARROLLO DEL COMERCIO MUNDIAL. Sólo la conquista del imperio por Alejandro creó las premisas para la formación de un sistema de comunicaciones y un comercio mundiales, que el mundo antiguo no había conocido nunca antes en esta medida y en esta intensidad. Todo el espacio desde el Estrecho de Gibraltar hasta el Indo se aglutinó paulatinamente en época posterior hasta convertirse en un único círculo económico, que luego se transformaría en la Ruta de la Seda y un anhelo de meta geográfica que inspiró, casi 2 mil años después, los descubrimientos geográficos del siglo XVI.

4. ECUMENICIDAD CULTURAL: El koiné (griego helenístico) se hace universal, ocupando el lugar del arameo. Las costumbres, la cultura y las creencias griegas encontraron eco en las fundaciones de nuevas ciudades y entre los mismos persas. 5. GRANDEZA POLÍTICA: El espacio helenístico, desde Alejandro hasta la crisis y fragmentación del imperio gobernado por sus generales y dinastías, preparó el camino al cristianismo, la vía al impero romano, y conformó un primer esbozo de entidad globalizada. El mito de su persona y como militar, su política integracionista y el vasto imperio universal de Alejandro pasó casi íntegramente a Roma, donde fue constantemente emulado en sus acciones y propósitos: La imitatio Alexandri, que en una dimensión política, administrativa y legal emularía el emperador romano Caracalla en 212 d.C, con su Constitutio Civitate Con este edicto, se consolidó un imperio unido política y jurídicamente a través de la ciudadanía romana. Una mirada más extensiva hacia el legado económico, urbanístico y cultural nos aporta el historiador Claude Mossé (El Destino de un Mito, 2004). Primero, Mossé hace cita de la tesis del historiador económico Mihail Rostovtzeff, quien en su obra “The Social and Economic History of the Hellenistic World, 1941), plantea que la ampliación del espacio geográfico conocido se tradujo en una extensión de los intercambios comerciales y una traslación de los ejes de interés económico y cultural hacia Oriente, específicamente Egipto (principal abastecedor de cereal y salida para los productos del océano Índico, la península Arábiga y el interior de África), y la ciudad de Alejandría; centro principal del pensamiento filosófico y de recopilación bibliográfica de la Antigüedad. En un segundo término, Mossé hace referencia al importante desarrollo urbano que vivió el Mediterráneo y el Cercano Oriente en esta época. El desarrollo de las ciudades fue la característica principal del “nuevo mundo” nacido de la conquista. El mundo griego, en esencia, era un mundo urbanizado. La ciudad era el centro de la vida política y religiosa. Los sucesores de Alejandro, principalmente el Imperio Seleucida, fueron quienes continuaron la política de urbanización iniciada por Alejandro. Seleuco y Antíoco, fundador de la ciudad oriental de Antioquía, futuro epicentro de la difusión cristiana. Sin duda, el corazón de la civilización helenística fue la ciudad de Alejandría en Egipto. Fue la sucesora de Atenas como epicentro del pensamiento filosófico y científico; y esta importancia se mantuvo hasta la irrupción de la Roma imperial. Solo en una ciudad próspera, estable y cosmopolita como Alejandría pudieron haber surgido mentes brillantes del pensamiento científico como Eratóstenes, Euclides, y escuela Arquímedes, Galeno y Tolomeo. En Alejandría, incluso, dentro de esta cosmovisión de la ecúmene, se tradujeron textos bíblicos del arameo, el persa y el egipcio.

Como conclusión, hago cita final de la obra del historiador Nicholas Hammond (Alejandro Magno. General y Estadista, 1980), quien hace un análisis de las fuentes históricas que hoy nos sirven de base para una construcción biográfica de Alejandro Magno. Las fuentes más citadas, y ejes de referencia sobre la vida de Alejandro, son las obras de Arriano (86 – 175 d.C), con su Anábasis, y de Plutarco (50 – 120 d.C), ambos historiadores griegos y que vivieron durante el Imperio Romano. Plutarco ha pasado a la posteridad por su obra monumental “Vidas Paralelas”, donde establece “paralelismos” biográficos entre grandes personajes griegos y romanos; siendo en el caso de Alejandro una comparación con Julio César. Ambos biógrafos realizaron viajes por todas las costas Mediterráneas, principalmente Alejandría y Oriente ,donde recopilaron tradiciones orales, leyendas y, sobre todo, tomaron como fuente las memorias de Ptolomeo I (367 – 283 a.C), general y amigo de la infancia de Alejandro, fundador de la dinastía Ptolemaica en Egipto. Esta obra se ha perdido y solo se conservan citas de sus escritos y pensamientos. Hammond hace hincapié en su análisis sobre la veracidad de las fuentes que sobreviven sobre la vida de Alejandro, teniendo en cuenta que fueron redactada siglos después de la muerte de este y, en especial, sobre la veracidad de los proyectos expansionistas que tenía el macedonio antes de su muerte repentina. Hammond sostiene que la evidencia de sus conquistas y la cosmovisión de su contexto helénico constituyen fundamentos suficientes para pensar que sus proyectos de establecer una ecúmene, globalizada y universal, eran tan ciertas como inequívoco es el interés que despierta la vida de este personaje hasta nuestros días.

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