\"Alejandro de la Sota: pensar habitar construir\". TEXTOS FUNDAMENTALES DE LA ESTÉTICA DE LA ARQUITECTURA. Colección Línea de fuga. Ediciones Generales de la Construcción, Valencia. (2015)

June 9, 2017 | Autor: J. Ruiz Suaña | Categoría: Martin Heidegger, Arquitectura, Filosofía, Pensamiento, Alejandro de la Sota
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Descripción

DE LA ESTÉTICA DE LA ARQUITECTURA

Alberto Rubio Garrido (Ed.)

LÍNEA DE FUGA

Cada época impone una forma de reflexión. Cada tipo de reflexión da forma a una época. Parece que la nuestra está indisolublemente ligada al fraccionamiento, a la complejidad meteorizada del omnipresente artículo científico, punta de lanza de la amenazante especialización. LÍNEA DE FUGA espera poder reivindicar la necesidad de una alternativa, un escape a la homogeneidad. Desde un enfoque plural que enlaza la arquitectura, la filosofía o las bellas artes, propone un espacio de debate sobre la actualidad de la reflexión en su sentido más amplio en torno a estas disciplinas y su potencial transversalidad.

Dirección de la colección “Línea de fuga” Román de la Calle

Edición al cuidado de Alberto Rubio Garrido

Diseño y realización Estudio David Cercós

© de los textos: Sus autores © de las imágenes: Sus autores

Edita General de ediciones de Arquitectura Avda. Reino de Valencia, 84 - 46005 Valencia-España www.tccuadernos.com

Todos los derechos reservados ISBN: 978-84-942233-9-6 Depósito Legal: V-164-2015 Imprime: Tonos Impresión Impreso en España

ÍNDICE

4

PRÓLOGO. “Textos fundamentales de la estética de la arquitectura” Alberto Rubio Garrido

10

El urbanismo como crítica de la economía política. (Notas sobre el programa situacionista de un urbanismo unitario) Luis Arenas

30

Walter Benjamin. Alcance y actualización de su propuesta estética José Manuel Barrera

36

Wittgenstein, el guiño arquitectónico y el espíritu de una civilización. Un acercamiento al interés de Wittgenstein por la arquitectura Carla Carmona

50

INTEMPERIES. Esferas I. Burbujas. Peter Sloterdijk Fernando Espuelas

58

De la ecología en el tocador a la ecología de las pieles: (eco)sadismo y (eco)masoquismo. Bases para una geografía pornológica Uriel Fogué

120

acaecimiento: tiempo y espacio en la arquitectura actual [referencias a Heidegger, Badiou y Zumthor] y Enric Miralles Carlos Lacalle

144

Nietzsche y la arquitectura Joan B. Llinares

160

Acerca de Meditación de la técnica de J. Ortega y Gasset Alba Martínez Amorós y José Félix Baselga

176

Richard Sennett y El artesano. Otra aproximacion al hombre, la arquitectura y la técnica Alba Martínez Amorós y José Félix Baselga

184

Crítica de la razón oculocentrista: hapticidad y polisensorialidad en la teoría arquitectónica de Juhani Pallasmaa David Pérez

202 Hacia una estética de la arquitectura. Kant y la crisis del clasicismo Alberto Rubio Garrido

222 Alejandro de la Sota: Pensar habitar construir Jose Antonio Ruiz Suaña

236 El espacio del habitar (Heidegger, la filosofía y la arquitectura) Manuel E. Vázquez

Alejandro de la Sota: Pensar habitar construir Jose Antonio Ruiz Suaña

“Solo le hacía falta un sitio donde pensar”, cuentan sus hijos, José y Alejandro, precisamente en ese lugar donde pensaba su padre: un despacho con un sillón de cuero, una mesa vacía y un lucernario. Cuando le invitaron a Harvard y le enseñaron las salas de dibujo, de ordenadores o maquetas, él solo preguntaba: “Pero ¿y dónde pensáis?”.1

1

222

GOSÁLVEZ, Patricia (2011), “Un lugar donde pensar lugares”, El País, Madrid, 26 de septiembre.

T E X T O S F U N D A M E N TA L E S D E L A E S T É T I C A A R Q U I T E C T Ó N I C A

Alejandro de la Sota, tras la guerra española, termina sus estudios de Arquitectura en 1941 y, como otros de su generación, debió afrontar la reconstrucción de lo destruido y la situación cultural de la postguerra. Las dificultades heredadas por su formación y el tipo de enseñanza recibida provocó una lucha contra las enseñanzas académicas que se manifestó como una actitud de supervivencia durante toda su carrera profesional2. En el contexto de la postguerra europea y la reconstrucción alemana, se celebraron a partir de 1950 y hasta 1975 unos encuentros en Darmstadt –capital del Ducado de Hessen destruida sistemáticamente por los aliados en 1944– que, junto a otras actividades, pretendía dotar de contenido universitario a una ciudad de antigua tradición cultural, entonces prácticamente en ruinas. En 1951 se celebra un segundo Darmstädter Gespräch bajo el título “El Ser Humano y el Espacio” [Mensch und Raum]3; los participantes, en el contexto de la reconstrucción de las ciudades, debían ocuparse de temas sociales y arquitectónicos4. Las ponencias debían realizarse alternando arquitectos y pensadores. En España, dentro de una serie de Sesiones Críticas organizadas desde la Revista Nacional de Arquitectura –la primera de estas sesiones se celebra en octubre de 1950–, se reúne un grupo de arquitectos en 1952 durante unos días para meditar “sobre las bases de una nueva arquitectura española”, ocupándose de problemas de alcance histórico-críticos y estéticos. Son conscientes de estar inmersos en un cambio donde el academicismo instaurado está en crisis. El pretendido sentido que se le ha querido dar en los primeros momentos de la postguerra se ha perdido y los jóvenes arquitectos no lo comprenden. Fruto de este debate, verá la luz en enero de 1953 el Manifiesto de la Alhambra5. Alejandro de la Sota no aparece entre los firmantes del manifiesto, pero puede decirse que su generación estaba representada. De hecho, pese a que durante su carrera profesional cada autor encontrase el camino apropiado para la expresión individualizada en su arquitectura, el Manifiesto de la Alhambra marcó un cambio en la dirección de la arquitectura española6.

2

BALDELLOU, Miguel Ángel (2006), Alejandro de la Sota, Madrid: Ayuntamiento de Madrid. Área de Gobierno de Urbanismo, Vivienda e Infraestructuras, p. 15.

3

Tal como comenta H. G. Gadamer, en este segundo encuentro de Darmstadt –en el que estuvo presente– se confrontaron diferentes posiciones. La situación de caos de la inmediata postguerra generada por la reconstrucción de ciudades por parte de bancos y compañías de seguros reclamaba este debate: una posición defendía la recuperación de las enseñanzas de la Bauhaus, reivindicando los conceptos de libertad y democracia como propio de la nueva República Federal, y otra propugnaba una reconstrucción más tradicional, abiertamente crítica con la arquitectura moderna. Véase GADAMER, Hans-Georg (1986), “Storie parallele. Entrevista con V. Maganano Lampognani y G. Zohlen”, en Domus 670, Milán, p. 20.

4

Tal vez hubo más opiniones críticas a las propuestas modernas, puesto que no participaron en el congreso Aalto, Mies van der Rohe, Oud ni Water Gropius. Véase VV. AA. (1952), Mensch und Raum. Darmstädter Gespräch 1951, Otto Bartning , Darmstadt: Neue Darmstädter Verlagsanstalt, p. 52.

5

SOLANA SUÁREZ, Enrique (1994), “Granada, 1953. El Manifiesto de la Alhambra”, en Revista de Edificación 17, Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, pp. 71-73.

6

223

BALDELLOU (1975), op. cit., p. 11.

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Mientras, en España y Alemania, se producen simultáneamente debates muy parecidos – aunque desconocedores uno del otro7– acerca de cuál debe ser el modo y el lenguaje, tradicional o moderno, de la arquitectura en la reconstrucción. El 5 de agosto de 1951, Martin Heidegger imparte la conferencia “Construir habitar pensar” [Bauen Wohnen Denken]. En el contexto del encuentro de Darmstadt, Heidegger señala hacia otro lugar como el núcleo del problema: 1º ¿Qué es habitar? 2º ¿En qué medida el construir pertenece al habitar?8

Intentaremos apuntar la relación del trabajo del arquitecto Alejandro de la Sota con las ideas propuestas por Martin Heidegger en la conferencia titulada “Bauen Wohnen Denken” y cómo, en cierta manera, algunas de las reflexiones del filósofo se hallan presentes en el quehacer del arquitecto. Así pues, indicaremos la posible relación de los intereses, inquietudes teóricas y estrategias proyectuales presentes en algunos textos y obras de Alejandro de la Sota con las ideas que Heidegger propone en Darmstadt acerca del habitar. Se indicará la importancia y la relación entre el pensar, el habitar y el construir; y cómo ambos autores miran hacia el habitar cuando se plantean la pregunta por la arquitectura.

Pensar A través de la lectura de los textos de Alejandro de la Sota se deja ver una constante actitud de “pensar”, entendiendo este pensar no únicamente como el proceso mental reflexivo, racional o lógico –por otra parte, necesario– para la resolución de sus encargos profesionales, ni tampoco un “pensar” como “filosofar”. Podemos hablar, más bien, de un “pensar” como un permanente “estar atento” y “acogedor” a lo que le rodea. De una manera que no distingue entre vida y arquitectura, entre su profesión y su manera de estar en el mundo. En la relación entre arquitectura y vida en la labor del arquitecto, y en cierta manera específica de la tarea del pensar que llamaremos “pensar arquitectura”, la “memoria” y el “dejar ser” trazan algunos rasgos donde podremos ver intersecciones entre el arquitecto español y el filósofo alemán. Arquitectura y vida “Pensemos lo que somos y acertaremos al hacer nuestra arquitectura”9. Sirva esta frase para situar la intensa relación que para Alejandro de la Sota existe entre su vida –como manera de estar en el mundo– y el trabajo del arquitecto. En varias ocasiones Alejandro de la Sota alude a esta

7

Pese a que los intereses y discusiones arquitectónicas en España no estaban muy alejados de los del debate de Darmstadt no consta que tuviese repercusión alguna. A modo de ilustración, Miguel Fisac, de 38 años, estuvo en agosto de 1951 de viaje en Alemania para visitar la Constructa de Hannover y Colonia y no supo del coloquio de Darmstadt ni de la presencia de Ortega. De hecho, la participación por invitación de José Ortega y Gasset en el encuentro de Darmstadt probablemente no se debiera a la situación cultural o arquitectónica en España dado que el tema estaba centrado en las ruinas de la postguerra en Alemania. Véase la entrevista grabada de Ulrich P. W. Nagel con Miguel Fisac en Graz, mayo 2000, en NAGEL, Ulrich P. W. (2000), “El silencio de José Ortega y Gasset”, en Revista de Arquitectura 4, Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, p. 59. Sobre la visita de Colonia, véase VV. AA. (1997), Miguel Fisac. Medalla de Oro de Arquitectura 1994, Andrés Cánovas (ed.), Madrid, p. 18.

8

HEIDEGGER, Martin (2001), Conferencias y artículos, Eustaquio Barjau (trad.), Barcelona: Ediciones del Serbal, p. 140.

9

DE LA SOTA, Alejandro (2002), Escritos, conversaciones, conferencias, Editorial Gustavo Gili: Barcelona, p. 149.

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identificación entre vida y arquitectura, de tal manera que se alimentan recíprocamente. Entiende que su “arquitectura es reflejo y marco de la vida: es lo que somos y lo que queremos ser” y establece esta relación entre uno mismo y su quehacer profesional como algo propio de su carácter, al considerar que “ser arquitecto es mucho o es nada, como en todo pasa, pronto nace el sentimiento de que ser arquitecto o músico o fraile es sencilla consecuencia del otro ser”10. Esta reciprocidad entre arquitectura y vida aparece también como una postura de “estar atento” que caracteriza la manera de ser11. Una actitud de atención, escucha y acogida hacia lo que sale al encuentro, que queda de manifiesto también cuando Alejandro de la Sota valora el trabajo de Eduardo Chillida12. En el interés de Martin Heidegger y Alejandro de la Sota por la obra de Eduardo Chillida, en su trabajo sobre la materia y desde ella, y en la lección de cómo hay que entender hoy el mundo, podemos ver cierta relación con la técnica que Heidegger señala como “el nombre no sólo para el hacer y el saber hacer del obrero manual sino también para el arte, en el sentido elevado, y para las bellas artes; la técnica pertenece al traer-ahí-delante, a la poesía; es algo poiético”13. Los escritos de Alejandro de la Sota manifiestan una permanente actitud receptiva, una disposición a estar al acecho y a la “espera” de lo que quizá se debe tomar en consideración14 en su concreto quehacer arquitectónico; aunque, sin duda, esta es también su actitud vital. No obstante, esta “espera” no le paraliza, sino que, en sí misma, es el propio pensar. Es a través de sus actos cómo permanece en su intención, en su propósito y también en su palabra15. Alejandro de la Sota defiende un hacer y dejar hacer como una constante tarea de aprendizaje acerca de lo que se puede considerar esencial16, de forma que esto atraviesa su vida y su trabajo. Pensar arquitectura La identificación entre arquitectura y vida, y la manera de posicionarse en ellas, lleva a extender a los dos ámbitos –como ya se ha visto, inseparables para Alejandro de la Sota– su manera de estar en el mundo. El arquitecto parece plantearse cada trabajo como un acto fundacional de la arquitectura; porque, según señala, ésta “se nos hace vieja en nuestro pensamiento, en nuestras propias manos, antes ya de construida, tenemos que estar atentos, siempre empezando”17. No desprecia o deja de

10

Ibíd., p. 38.

11

“Tengo siempre delante de mi lugar de trabajo un proverbio hindú, auténtica oración: ‘Señor, dame valor para cambiar aquello que puede ser cambiado, serenidad para aceptar lo que no puede ser cambiado y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro.’”, ibíd., p. 64.

12

“Podría hablarse, al hacerlo de las obras de Chillida, de su gran belleza estática o dinámica, de su euritmia, de calidades... Yo prefiero darle las gracias por su lección de cómo hay que entender hoy el mundo. Si en las demás artes, en los demás quehaceres de la vida, fuéramos capaces de imitar a Chillida en sus esculturas, habríamos hecho buen arte”, ibíd., p. 34.

13

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 14.

14

“Esperarar significa aquí estar al acecho […] de lo no pensado que todavía se oculta en lo ya pensado […]. Con una espera así, pensando, estamos ya por el camino que lleva a lo por-pensar. En este caminar podríamos extraviarnos. Sin embargo seguiría siendo un caminar orientado sólo a responder a aquello que hay que tomar en consideración”, ibíd., p. 103.

15

RICOEUR, Paul (1992), “La identidad narrativa”, en Diálogo filosófico 24, p. 316.

16

“El hombre aprende en la medida en que su hacer y dejar de hacer los hace corresponder con aquello que, en cada momento, le es exhortado en lo esencial”. HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 96.

17

225

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 81.

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lado la “disciplina” arquitectónica, sino que busca las referencias más allá de ella, estando atento a todo para descubrir cuál puede ser la esencia de su obra. La arquitectura es una búsqueda constante. Uno tiene en el subconsciente referencias íntimas, recuerdos, sensaciones inseparables del pensamiento cuando aborda la idea del proyecto. La inspiración está en todo, en la vida, en la poesía, en las espigas del campo, en la forma en que se mueven las olas... Es importante mantener una actitud despierta, sensible, para poder descubrirlas. El planeamiento de un tema arquitectónico sobrepasa a la propia arquitectura. No se puede resolver sólo con arquitectura el problema. Es tan sólo un dato más de todos los que maneja.18 Esta manera de plantear su trabajo como arquitecto puede relacionarse con la propuesta de Heidegger cuando indica la importancia del “construir” no a partir de la arquitectura ni de la técnica, sino en la región que pertenece a todo aquello que es19. Este talante de atención, estar receptivo, de captar y acoger lo que nos rodea, lo que vivimos y se nos muestra, es el fundamental para encontrar, o mejor, para darse cuenta de lo digno de consideración en la labor del arquitecto. Alejandro de la Sota nos proporciona alguna clave más de su “pensar arquitectura” cuando se refiere a la arquitectura como “traidora con sus amantes y como tal debemos tratarla, cogiéndola siempre de improviso”20. Utilizando palabras de Heidegger, parece como si la arquitectura, que nos exhorta, incita, atrae; en cierta manera “traidora”, se retira, se marcha de nosotros. Pero en esto justamente tira de nosotros y, a su modo, nos atrae. En este atraernos, ya ha concedido advenimiento21. La arquitectura para Alejandro de la Sota es un “acaecimiento propio”22: “La arquitectura no nos exige recurrir a ella; aparecerá ella sola”23. Memoria En relación con el “pensar”, cabe preguntarse acerca del papel que la historia y la memoria tienen en el trabajo de Alejandro de la Sota. En primera instancia, dentro del debate entre historicismo o modernidad, toma partido por “olvidar” lo aprendido en la Escuela de Arquitectura, alejándose del tradicionalismo casticista oficial: “la cultura no es saberlo todo, sino más bien haberlo sabido, y así queremos nuestra cultura arquitectónica; estamos en momentos de olvido”24. En una segunda instancia, –menos evidente, pero más relevante– la articulación ente “memoria” y “olvido” resulta fundamental para el trabajo creador de Alejandro de la Sota: Cuando proyecto no siento nunca la menor necesidad de hacer uso de mis recuerdos históricos. Nada viene a mi memoria, el recuerdo de las viejas enseñanzas, ya olvidadas, nada tiene que ver con esos momentos de uso inmediato y real. Un capítulo semejante ¡qué necesito, con qué cuento! Puede ser ese

18

Ibíd., p. 117.

19

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 107.

20

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 81.

21

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 99.

22

Ibíd., p. 107.

23

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 77.

24

Ibíd., p. 26. Carta mecanografiada fechada el 10 de junio de 1953. Nótese que el Manifiesto de la Alhambra se publica en enero del mismo año, fruto de debates y encuentros de reflexión en la Revista Nacional de Arquitectura.

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punto cero que se pregona […]. Se siente un descanso grande cuando, ante un nuevo trabajo, no tenemos historia entre las manos. No hay mayor presencia que la ausencia.25

Prestando atención a última frase de la cita, “No hay mayor presencia que la ausencia”, podemos interpretar que no sólo deja en suspenso el supuesto “olvido de las viejas enseñanzas” sino que además reconoce a éstas como “presentes” en lo que ya han mostrado26. Al referirse a que “nada viene a su memoria”, parece aludir a la “memoria” como la facultad de la psicológica que guarda lo pasado en la representación: las viejas enseñanzas. Cuando en el texto indica que “no hay mayor presencia que la ausencia” parece señalar –en palabras de Heidegger– a una “memoria que es la coligación de la conmemoración de aquello-que-hay-que-tomar-en-consideración antes que todo lo demás. Esta coligación alberga junto a sí y oculta en sí aquello que hay que pensar siempre de antemano”27. Tal vez Alejandro de la Sota se refiere a esta noción de “memoria” como “ese punto cero” ante su trabajo creador. Es en esta memoria como conmemoración donde descansa el poetizar, según Heidegger28. Este ejercicio de la memoria, este “recordar” (que no se refiere a la representación) aparece como una actividad contraria al olvido, el olvido que no depende de la voluntad y que es más poderoso que nosotros. A partir de esta memoria parece brotar aquello-que-hay-que-tomar-enconsideración en el trabajo creativo29. Vemos pues que el “pensar arquitectura” al que se refiere Alejandro de la Sota parece realizarse contra el olvido, como “el nadar, no lo aprendemos por medio de un tratado sobre la natación […] nos lo dice el salto en el río”30. Así pues, en el trabajo del arquitecto no debe posponerse el “pensar”; este “pensar” se está llevando a cabo durante la acción y la “memoria” desvela lo que podemos considerar esencial31. Dejar ser Durante el tiempo en que Alejandro de la Sota desarrolla su ejercicio profesional es insistente su búsqueda de una arquitectura libre de prejuicios e imposiciones. Muchos de sus escritos revelan una actitud crítica hacia lo establecido porque considera que “lo establecido” impide desarrollar lo que esencialmente constituye la arquitectura. La postura de Alejandro de la Sota aparece atravesada en medio de lo podría decirse que era la arquitectura preponderante. Intenta eliminar

25

Ibíd., p. 67.

26

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 100.

27

Ibíd., p. 101.

28

Ídem.

29

“Cada uno trabajábamos de una manera muy individual y cada uno entendía las influencias exteriores, que eran como salpicaduras, a su manera. En cada viaje uno volvía transformado, con cada nuevo libro, igual, pero siempre se hacían las cosas con una aportación propia y personal”, DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 110.

30 31

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 103.

“Yo hablo desde lo que corresponde ya a mi estado, en edad y juicio, de lo que he hecho durante mi vida de arquitecto. Antes hacía las cosas y no sabía por qué las hacía, en esto insisto bastante. Ahora ya tengo suficiente camino recorrido para mirar atrás y entender un poco por qué hacía las cosas y si, efectivamente, todavía son válidas para seguir haciéndolas”, DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 187.

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la imposición de la “cultura” sobre la arquitectura para “dejar ser” a ésta32. Con su propuesta de dejar ser a la “arquitectura” parece incluso querer librar a la arquitectura hasta del nombre que la representa para poder “dejar que sea”33. Esta es una manera de “pensar arquitectura” que no sólo recorre todo su trabajo globalmente, sino que también es el modo de enfrentarse a cada uno de sus proyectos concretos, “pensar arquitectura”: “Creo más en la arquitectura pensada que en la dibujada. La arquitectura se piensa pero no se dibuja. Los dibujos son sólo para los ‘mirones’. Otra cosa son los dibujos para construir”34. Para Alejandro de la Sota es obligatoria la condición de lo que él llamaba “poner la mente en blanco”; esta actitud conlleva librarse de prejuicios, de lo que ya es sabido, aquello que, según él, supone un obstáculo para encontrar lo esencial del proyecto sobre el que se trabaja: “La experiencia sobre un nuevo problema no existe, en todo caso estás obligado a desecharla porque te priva de la no experiencia que es donde se encuentra la frescura”35.

Habitar En este punto nos proponemos abordar el tema central del que se ocupa Heidegger en su conferencia en Darmstadt; “el habitar” es la cuestión que señala para que las miradas se dirijan más ahí y menos a las discusiones estilísticas o técnicas acerca de la vivienda y la arquitectura. En el texto se cuestiona que el mero “funcionalismo” sea una garantía de que acontezca un “habitar”36. Se puede decir que Alejandro de la Sota adopta una posición “funcionalista” en su trabajo, pero digamos que se trata de un funcionalismo claramente matizado. Alejandro de la Sota considera que “la labor del arquitecto es ordenar un ambiente en el que quien lo usa se encuentre a gusto en él: que el funcionalismo, en el más amplio sentido de la palabra, sea el correcto”37, pero también matiza que “el arquitecto es el único que intenta ‘dar liebre por gato’ para mejorar la arquitectura”38. Interpretamos que con esta expresión parece defender la labor del arquitecto como alguien que debe dar más de lo meramente funcional, el funcionalismo en el más amplio sentido de la palabra. Nos atreveríamos a decir que el arquitecto debe aportar ese “algo más allá” del funcionalismo que haga acontecer un “habitar”.

32

“La aparición del hombre y la arquitectura es simultánea, sincronizada. La arquitectura, el cobijo, como el comer, es necesidad biológica, y puede resolverse tan sencillamente como el alimentarse; bastaba matar un animal para tener alimento, encontrar una cueva resolvía el cobijo. Más tarde todo se complicó bastante, sobre todo añadiendo la cultura a acciones tan elementales. Cuando dominó la cultura durante la historia de la arquitectura, la arquitectura se encontró a sí misma y se satisfizo ampliamente. Narcisismo puro”, ibíd., p. 67.

33 “Pienso en lo lejos que debería estar la enseñanza de la arquitectura de su enseñanza. El hecho tan pasado de moda de ‘partir de cero’, creo que, siendo claro, lo deberíamos llevar dentro de nosotros. Hemos hecho hincapié cantidad de veces sobre la necesidad absoluta de anular la arquitectura para realmente hacerla, tanto que si hoy no lo es, ¿valdría inventar otro nombre?”, ibíd., p. 68. 34

BAYÓN, Mariano (1974), “Conversación con Alejandro de la Sota desde su arresto domiciliario”, en Arquitecturas Bis 1, Barcelona, p. 15.

35

LÓPEZ PELÁEZ, José Manuel (2009), “Pensar el Maravillas: reflexiones sobre un dibujo”, en ÁBALOS, Iñaki, LLINÀS, Josep y PUENTE, Moisés (2009), Alejandro de la Sota, Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, p. 225. Las citas de los comentarios de Alejandro de la Sota en este artículo proceden del encuentro en su estudio con un grupo de amigos a finales de 1993.

36

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 101.

37

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 198.

38

Ibíd., p. 142.

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Según Heidegger, “ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar”39 y este es el “rasgo fundamental del ser hombre”. Y señala la limitación que supone establecer una relación de medio y fin entre construir y habitar, porque el “construir es en sí mismo ya el habitar”40. Podemos ver cierta relación de lo dicho por Heidegger en la manera que Alejandro de la Sota sitúa la aparición de la arquitectura simultánea a la del hombre, diciendo que igual que el comer es una necesidad biológica, el cobijo también lo es. El arquitecto defiende la “libertad de expresión” frente a la losa de la “cultura arquitectónica”41. Se puede quizá ver en esta “libertad de expresión” que Alejandro de la Sota reivindica una manera de “ser en el mundo” del hombre, un “habitar”. Alejandro de la Sota en su constante dedicación de búsqueda de lo esencial de la arquitectura42, para liberarse de los prejuicios y cultura que ve como limitadores, reflexiona acerca de cómo construye el hombre su casa, sobre la posibilidad de que no sea el arquitecto sino el usuario de la casa quien pueda construirla con libertad –“como construyen sus nidos la alondra y el castor”– y que, si así lo hicieran, el resultado sería perfecto respecto al uso y embellecerían el paisaje con “naturalidad”43. Según Martin Heidegger, el rasgo fundamental del habitar es “cuidar” (mirar por) en sentido positivo, es residir junto a las cosas y no adueñarse de ellas sino recibirlas. “Los que habitan” reciben las cosas: los hombres están en ellas al habitar44. De manera parecida, Alejandro de la Sota propone una arquitectura “que consiga que el hombre viva mejor, que haga ciudades alegres, humanas y abiertas al paisaje, que propicie un trabajo metódico y creador de auténtica riqueza, que así humanice el paisaje natural sin destruir sus valores, restaurando el aniquilamiento que la urbanización y la arquitectura han realizado en él, una arquitectura que consiga una humilde y sincera estética basada en la veracidad de la expresión, en contraposición al funcionalismo y el organicismo apriorísticos, falsos y fatuos”45. Espacio y lugar En su conferencia en Darmstadt, Heidegger reflexiona acerca de los conceptos de espacio y lugar, y hace tres distinciones: el espacio, los espacios, el lugar. El espacio como extensio que puede ser abstraído a relaciones analítico-algebraicas. Se trata del espacio tridimensional, abstracto, indiferenciado, infinito,... Pero este espacio extensio no es el espacio (los espacios) del hombre. Los espacios del hombre que habita son aviados (se hace espacio) por él: ser, estar y existir

39

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 109.

40

Ibíd., p. 108.

41

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 67.

42

“Un buen día dejé de trabajar y procuré pensar libremente en lo que hacía y se hacía. Ese mismo día empezaron a desprenderse tantos añadidos que a cualquier pensamiento serio sobre arquitectura se abrazaban, se pegaban como auténticas lapas, crustáceos. El resultado limpio era atractivo y pensé que también podía llamarse Arquitectura, tal vez arquitectura, y disfruté con esa a minúscula, ya que me bastaba para resolver los problemas que siempre la arquitectura tuvo que resolver: ordenación del mundo donde desarrollamos nuestra vida”, ibíd., p. 74.

43

Ibíd., p. 90.

44

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 111.

45

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 14.

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significa hacerse un lugar, y esto es habitar. Los espacios (del hombre) reciben su esencia de los lugares, no del espacio (extensio)46. Según Christian Norberg-Schulz –citando a Heidegger– “las palabras residencia, protección, paz y libertad en un origen pertenecían a conceptos unidos […] pero hemos de aprender a residir”47. Frente al espacio abstracto, el espacio de la experiencia construido y pensado; frente a un cosmos infinito, uniforme y continuo como el de la ciencia, el espacio humano y concreto48. En el imprescindible trabajo de Christian Norberg-Schulz sobre el espacio aparece el concepto de Genius loci, que hace referencia al espíritu del lugar que debe ser interpretado. Posteriormente, este concepto se recupera como un principio importante para el diseño paisajístico y, más tarde, se aplica a la adaptación de la arquitectura al contexto en que se inserta. Sin embargo, la noción de lugar para Heidegger es diferente al Genius loci: el lugar no está presente antes de una cosa construida, el lugar ocurre por haber construido.49 Esto resulta fundamental, ya que para Heidegger “construir es propiamente habitar”50. Es construir el modo en que se habita, y sólo construyendo se avía espacios. Construir es como los hombres son en la tierra. Los espacios que estamos atravesando todos los días están aviados por los lugares; la esencia de éstos tiene su fundamento en cosas del tipo de las construcciones. Si prestamos atención a estas referencias entre lugares y espacios, entre espacios y espacio, obtendremos un punto de apoyo para considerar la relación entre hombre y espacio.51

Parece de especial importancia comentar otra parte del discurso de Darmstadt en relación con el espacio que, opinamos, es interesante para el desarrollo del trabajo del arquitecto en relación con el habitar. Para Heidegger “decir el hombre y el espacio no supone que el hombre está en un lado y el espacio en otro, el espacio no es un enfrente del hombre, no es un objeto exterior ni una vivencia interior. No hay el hombre y además el espacio”52. Un hombre es “el que habita”, y la palabra “un hombre” está nombrando ya la residencia en el mundo, junto a las cosas. Y algo que consideramos muy importante: incluso cuando nos referimos a las cosas que no están cerca, al alcance de la mano, residimos junto a esas cosas mismas. Las cosas lejanas no las “representamos” en nuestra cabeza o nuestro interior como aprendemos desde pequeños, sino que pensar en un lugar lejano es estar junto a él, y no solo representacionalmente. Los espacios –formados por lugares que son aviados por construcciones– están abiertos por habérseles dejado entrar en el habitar, habitando los hombres aguantan espacios sobre su residencia junto a las cosas y lugares53. Esto, consideramos que es clave para relacionar el “habitar” de Heidegger con el trabajo

46

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 115.

47

NORBERG-SCHULZ, Christian (1980), Existencia, espacio y arquitectura, Barcelona: Blume, p. 45.

48

CALDUCH CERVERA, Juan (2001), Temas de composición arquitectónica. Espacio y lugar, Alicante: Editorial Club Universitario, p. 30.

49

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 114.

50

Ibíd., p. 106.

51

Ibíd., p. 115.

52

Ibíd., p. 116.

53

Ídem.

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del arquitecto. La cita de Alejandro de la Sota parece referirse a que “pensar en un lugar lejano es estar junto a él”: Tiene que estar todo en tu cabeza, donde van a bailar todas las aulas, todas las densidades, los colores, el tipo de alumno, los silencios... […] llegar a un momento en que hay un dominio completo de lo que se va a hacer.54

Ante esta cita cabría preguntarse si esta “arquitectura mental” –que aparece ya desde el inicio del proceso de proyecto– se puede relacionar con “cosas que no están cerca, –ni siquiera están construidas– ni al alcance de la mano, [pero] residimos junto a esas cosas mismas” o es lo mismo que Heidegger expresó en Darmstadt diciendo: “Cuando me dirijo a la salida de la sala, estoy ya en la salida, y no podría ir allí si yo no fuera de tal forma que ya estuviera allí. Yo nunca estoy solamente aquí como este cuerpo encapsulado, sino que estoy allí, es decir, aguantando ya el espacio, y sólo así puedo atravesarlo”55. Cabría preguntarse si el arquitecto, en su trabajo, en su quehacer arquitectónico ya “habita” lo que espera construir. Esto parece mostrar Alejandro de la Sota cuando relata sus intenciones proyectuales sobre un edificio que no ha “construido” todavía56.

Construir “Construir es propiamente habitar”57. Esta frase expresa la importancia que Heidegger otorga al construir en relación con el ser del hombre. Y como ya se ha dicho, el construir y el habitar no están en una relación medio y fin, porque “no habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan”58. Por ello, en el apartado anterior hemos intentado indicar el sentido de “habitar” –sin contemplar todavía el “construir”– en un intento de romper la relación fin y medio entre el habitar y el construir. Cuidar “El construir como habitar se despliega en el construir que cuida, es decir, que cuida el crecimiento […] y el construir que levanta edificios […]. Los dos modos de construir –El construir como cuidar, en latín, collere, cultura, y construir como levantar edificios, aedificare– están construidos en el propio construir, habitar”59. Recordemos que para Heidegger habitar es el rasgo fundamental del ser del hombre. Habitar quiere decir para Heidegger: haber sido llevado a la paz, permanecer a buen recaudo, apriscado en lo libre, en lo libre que cuida toda cosa llevándola a su esencia.

54

ÁBALOS, LLINÁS y PUENTE (2009), op. cit., p. 225.

55

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 116.

56

“que en cada instante la persona que usa un edificio se encuentre bien; […] que cuando se desplaza dentro del edificio se encuentre en su andadura con quien tiene que encontrarse y no con otros; que cuando le interese mezclarse con otras personas ajenas, esta mezcla sea realizada con normalidad; que si necesita paz la encuentre en sus lugares de trabajo, de pensar; funcionamiento es que el edificio sea claro de uso, y no solamente para quien lo conoce, sino también para quien lo usa por primera vez, que sea claro y hasta grato […]. Estas cosas son vulgares y pasan todos los días, y esto es arquitectura […]. La arquitectura es que uno esté bien en el ambiente que el arquitecto ha hecho”, DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 196.

57

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 109.

58

Ibíd., p. 110.

59

Ibíd., p. 109.

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A l e j a n d r o d e l a S o t a : P e n sa r H a b i t a r C o n s t r u i r

De una manera más sencilla, Alejandro de la Sota expresa algo parecido al hablar de lo que para él es importante de la arquitectura: “que la gente viva mejor”60. Pero para Heidegger, el cuidar, en sí mismo, no consiste únicamente en no hacerle nada a lo cuidado. El verdadero cuidar es algo “positivo” y acontece cuando de antemano dejamos algo en su esencia, cuando propiamente realbergamos algo en su esencia; cuando, en correspondencia con la palabra, le rodeamos de una protección, lo ponemos a buen recaudo. Y no solo se “cuida” al habitante, sino a las cosas junto a las que reside. Alejandro de la Sota proponía volver los ojos a la naturaleza con sencillez, con verdad, creyendo que puede y debe usarse de sus enseñanzas; pero hacer esto directamente, sin “petrificaciones”, sin “tematizar”, sin “intelectualizar” –sin convertir en “temas” la naturaleza y sus enseñanzas–: “¡La tierra, tierra, y la madera, madera! La lección es de veracidad, anulación de prejuicios”61. Edificar El cuidar y el erigir son el construir en sentido estricto, el construir es la esencia del habitar. Una cosa construida (una construcción) es la que “da lugar” y otorga espacios; la que erige propiamente dicho: funda, levanta, sostiene. Quisiera llevarles a que experimentasen una cosa sublime, por la cual el hombre, en el curso de los apogeos, ha manifestado su dominio; yo lo denomino el lugar de todas las proporciones. Vean ustedes: Me encuentro en Bretaña; esta línea pura es el límite del océano sobre el cielo; un vasto plano horizontal se extiende hacia mí. […] De pronto, me detengo. Entre el horizonte y mis ojos, se ha producido un hecho sensacional: una roca vertical, una piedra de granito está ahí, enhiesta, como un menhir; su vertical, forma, con el horizonte del mar, un ángulo recto. Cristalización, fijación del lugar. Esto es un lugar donde el hombre se detiene, porque hay sinfonía total, magnificencia de afinidades, nobleza. Lo vertical fija el sentido de lo horizontal. Lo uno vive a causa de lo otro. He aquí unas potencias de síntesis. [...] Entonces, dibujo con dos trazos solamente este lugar de todas las proporciones y, habiendo comparado en mi espíritu gran número de obras humanas, digo: ¡Aquí está, esto basta! ¡Qué pobreza! ¡qué miseria, qué límites sublimes! Todo está ahí, clave de los poemas de la arquitectura. Extensión, altura. Esto basta.62

Estas palabras de Le Corbusier pronunciadas en 1929, describen de una manera intensa cómo la presencia de un elemento erigido sobre la tierra funda y despliega el habitar. Frente al “dominio del hombre” que ve Le Corbusier en lo erigido, Heidegger propone el cuidar, acoger, residir junto a las cosas como esencia del construir y del habitar. Pero, tanto para Heidegger como para Le Corbusier, es por el “construir” mismo, y sólo por él, por el que surge un “lugar”63.

60

“Desde mis primeros años de profesión entendí que todo giraba en ese estar bien, entendía que tenías que albergar a gente para que estuviera bien”, DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 110. “Lo importante no son las preocupaciones arquitectónicas mayores, sino que te encuentres bien en aquello que pensaste en otro tiempo, que está allí presente. Si es así, casi siempre es seguro que lo que hiciste está bien hecho […]. Lo único importante es que la gente se encuentre mejor, que viva mejor”, ibíd., p. 123.

61

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 149.

62

Fragmento de la conferencia “Arquitectura en todo, urbanismo en todo” pronunciada por Le Corbusier en la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires el 8 de octubre de 1929, publicada en LE CORBUSIER (1999), Precisiones. Respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo, Barcelona: Ediciones Apóstrofe, p. 98.

63

232

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 114.

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Años más tarde, en agosto de 1956, Alison y Peter Smithson fueron invitados a participar en la exposición This is Tomorrow en Londres. Trabajaron sobre un habitar simbólico, Patio & Pavilion. En esta ocasión, volvemos a ver en el “construir” el acto por el que se produce el “habitar”64. Algo parecido ocurre cuando Heidegger en Darmstadt se refiere a la casa de campo en la Selva Negra como una casa que un habitar rural construyó hace siglos, y cómo la asiduidad de dejar que cielo, tierra, mortales y divinos entren simplemente en las cosas ha erigido esta casa. Pero no quiere decir que sea un ejemplo de cómo se debe construir, sino que –como proponen también los Smithson– un habitar “que ha sido” fue capaz de construir65. En las tres nociones del construir mostradas –de Le Corbusier, Alison y Peter Smithson, y Heidegger–, el habitar no es una consecuencia de erigir (construir) sino que, más bien, el habitar conduce (rige) el erigir.

Una cosa construida Hemos intentado establecer un breve recorrido, a modo de reflexión sobre algunos conceptos, sobre el quehacer del arquitecto y el “habitar” como pregunta clave –para Heidegger– en relación con el “construir”. Los escritos y reflexiones de Alejandro de la Sota nos han acompañado en un itinerario inverso –pensar habitar construir– al indicado por Heidegger para, así, de alguna forma, enfatizar la prioridad del pensar en el origen del trabajo creador del arquitecto. El trabajo del arquitecto se ocupa especilamente del habitar, que “es la manera como los mortales son en la tierra”66. Alejandro de la Sota, dirigiéndose a los recién titulados, se refería al ejercicio de su profesión como “un anonimato serio y digno, una presencia por conocimientos, nunca por tonterías, un tremendo ser útiles a los demás correspondiendo a los demás, el poder sentir la satisfacción de nuestra presencia útil”67. En esto consiste toda la importancia que debe concederse a quien se dedica a la arquitectura. En su conferencia Heidegger se pregunta sobre qué es una cosa construida68 y, como ejemplo para reflexionar sobre ello, lo ilustra con el puente de Heidelberg. A modo de conclusión, en este último apartado hablaremos de una cosa construida: el proyecto de Alejandro de la Sota de las viviendas en Alcudia, Mallorca. Paradójicamente usaremos un proyecto no construido para nuestra conclusión. Chrisitan Norberg-Schulz, citando a Heidegger, escribe que “las palabras residencia, protección, paz y libertad en un origen pertenecían a conceptos unidos […] pero hemos de aprender a residir” y Norberg-Schulz concluye: “el problema del entorno, por consiguiente, es un problema de intenciones y actitudes”69. Alejandro de la Sota expresa sus actitudes e intenciones admirablemente en la memoria y los dibujos de este proyecto de viviendas en Alcudia en 1984.70

64

En la instalación de los Smithson se plantea la relación entre patio y pabellón; aunque quizá sería más adecuado hablar de recinto. dado que plantean más bien una zona descubierta que se marca con un límite respecto del exterior. Tiene un carácter intemporal. Se trata quizá más de una reflexión sobre el alojamiento y el territorio.

65

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 119.

66

Ibíd., p. 109.

67

DE LA SOTA (2002), op. cit., p. 48.

68

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 112.

69

CALDUCH (2001), op. cit., p. 30.

70

DE LA SOTA, Alejandro (1984), “Casas en la playa de Mallorca”, Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme 160, Barcelona: Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, p. 20.

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A l e j a n d r o d e l a S o t a : P e n sa r H a b i t a r C o n s t r u i r

Como muestra Juan Mavarro Baldewg en Construir, habitar: los dibujos de Alejandro de la Sota para la urbanización de Alcudia, el texto y los dibujos del proyecto de las Casas en Alcudia son tan claros y elocuentes expresando las intenciones de Alejandro de la Sota que no cabría decir nada más. Son estas intenciones (construidas) en ellas mismas el habitar. En relación con la cosa construida que refiere Heidegger, la casa en Alcudia lleva el mar y monte a una vecindad recíproca, por ella se oponen uno a otro. La construcción prefabricada y la tapia que avía el espacio a partir del que comienza la casa están unidas por las parras, los toldos, buganvillas,... que protegen bajo ellos del sol y la lluvia a los que habitan, acoge la tierra sobre la que se asienta, el agua del mar de la pequeña piscina, la sombra y el viento bajo ella. Alejandro de la Sota parece considerar que “la arquitectura es el aire que respiramos, pero un aire cargado de olores, de sabiduría, un aire transformado por eso mismo, por la Arquitectura”71, por lo construido. Lo construido deja paso al habitar que lo ha generado. Desde la terraza, como un periscopio a la sombra, sobre la casa se unen el mar y el monte. La casa “coliga” según su manera junto a sí tierra y cielo, los divinos y los mortales72. Y así otorga (hace sitio a, espacia) un lugar. Este lugar no estaba presente antes de la casa, este lugar se da por la casa. La casa es una construcción porque otorga, erige, un lugar. Producir esta casa es construir, es una auténtica construcción que marca el habitar llevándolo a su esencia y da casa a esta esencia. La casa deja entrar simplemente la tierra y el cielo, los divinos y los mortales al lugar, instalando espacios73. La casa acaba teniendo límites difusos, va más allá de lo construido, va más allá de la tapia, conecta el horizonte del mar con el del monte, y une el brillo del sol en el agua de la piscina con el del mar. Pone en pie un mundo que se extiende a su alrededor. Este proyecto –como tantos otros de Alejandro de la Sota– surge, quizá, de considerar que el habitar y el construir es algo sobre lo que hay que preguntarse, algo que es digno de ser pensado. Por último queremos volver a señalar la coincidencia, entre el filósofo alemán y el arquitecto español, en otorgar una posición central al “habitar” entre el “pensar” y el “construir”. El “habitar” como la manera en que somos en el mundo y el “construir” como una consecuencia del “habitar”. En relación con el “pensar”, no se considera un instrumento para la consecución de una acción de “construir” sino, más bien, se trata de una tarea en la que se juega el “habitar”74: En el mundo, Juan, no hay más que teorías, la práctica es siempre teoría muerta, muerta por esa misma práctica. Vivamos.75

71

ÁBALOS, Iñaki (2001), La buena vida, Barcelona: Editorial Gustavo Gili, p. 179.

72

HEIDEGGER (2001), op. cit., p. 113.

73

Ibíd., p. 117.

74

“Lo preocupante se muestra en que todavía no pensamos. […] Pero este proceso parece exigir más bien que el hombre actúe, en lugar de estar hablando en conferencias y congresos y de estar moviéndose en el mero imaginar de lo que debería ser y el modo como debería ser hecho. En consecuencia falta acción y no falta en absoluto pensamiento. Y sin embargo… es posible que hasta nuestros días, y desde hace siglos, el hombre haya estado actuando demasiado y pensando demasiado poco”, ibíd., p. 96.

75

Fragmento de una carta que Alejandro de la Sota envió a Juan Navarro Baldeweg en 1968. Véase NAVARRO BALDEWEG, Juan (2006), “Alejandro de la Sota: construir, habitar”, en Revista Minerva 03, Madrid: Círculo de Bellas Artes, p. 123.

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