AL MARGEN Y CALLADAS: MUJERES EN LA MODERNIDAD. Prólogo y capítulo \"Silenciar la lengua de las mujeres\"

May 23, 2017 | Autor: I. Fernández Arri... | Categoría: Women and Gender Studies, Historia De Las Mujeres, Historia Moderna
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Descripción

Colección: «Colectiva» © los autores, 2016 © De esta edición: Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 2016 c/ San Fernando, 44 - 03001 Alicante Diseño de cubierta: Carlos Minguela Ilustración de la portada: Berta Echaniz I.S.B.N.: 978-84-7784-730-4 Depósito Legal: A 618-2016 Maquetación: Marten Kwinkelenberg Impresión: QUINTA IMPRESIÓN, S.L.

ÍNDICE

PRÓLOGO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Inmaculada Fernández Arrillaga LAS MUJERES SOLAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Elvira Sanjuán Sanjuán LAS BRUJAS OLVIDADAS DE LA MODERNIDAD. PERSECUCIÓN Y FEMINICIDIO EN LA CATALUÑA DEL SIGLO XVII . . . . 33 Marta Blanco Fernández MUJERES, NEGRAS, ESCLAVAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 Lydia Delicado Moratalla LA POBREZA DESEADA DE JESUALDA LÓPEZ Y TERESA MARÍA CORTÉS: DOS ESCRITORAS DE LA GOBERNACIÓN DE ORIHUELA. . . . . 55 Antonio Jesús Puigcerver Viudes SILENCIAR LA MALA LENGUA DE LAS MUJERES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 Inmaculada Fernández Arrillaga LA COMPAÑÍA DE JESÚS Y LAS MUJERES AL FILO DEL SILENCIO. . . . . . 83 Javier Burrieza Sánchez

“CIEN MORDAZAS EN LA BOCA”: PROFETISMO FEMENINO EN EL SIGLO XVIII A TRAVÉS DE LOS JESUITAS EXPULSOS. . . . . . . . . . . . . . . 101 Lucía del Mar Pérez Pérez EL SIMBÓLICO SILENCIO DE LOS OBJETOS DEVOCIONALES . . . . . . . . . 125 José Ramón Vera Illán LAS MUJERES DE LA ESPAÑA MODERNA: HABLAR, CALLAR. . . . . . . . . 137 María Ángeles Pérez Samper

PRÓLOGO Se podría pensar que quienes somos depende de quienes fuimos, sin embargo este razonamiento, como dice Peter Burke, peca de una significativa circularidad: quienes pensamos que fuimos depende de quienes pensamos que somos1. Y nos pensamos si nos conocemos. De ahí la importancia de saber cómo éramos las mujeres en el pasado, de ahí nuestro interés por la historia completa, la que muestra ambos sexos, la que nos hace conscientes de nuestro ser. Ese empeño en visualizar una historia, en la que vayan emergiendo ellas cada vez más junto a aspectos de su devenir cotidiano, de sus emociones y espiritualidades, con el fin de acercarnos a una sociedad más completa, habitada por hombres y también por mujeres, nos ha conducido al fomento de encuentros científicos de este tipo en los que se aúnan la maestría de especialistas que llevan tiempo elaborando estos contenidos con investigaciones noveles. Esa fue la mirada con la que enfocamos dos seminarios que, bajo el genérico título de Modernas de Época, fueron continuación del que celebramos en junio de 2013 y que estudió a las mujeres alicantinas en la modernidad2. Al año siguiente, centramos el tema en el colectivo femenino más marginal de Época Moderna y escuchamos intervenciones sobre brujas, indígenas americanas, esclavas negras, presas de la Inquisición y otros aspectos en las mujeres más espirituales. Contamos también con la colaboración de dos filólogas que nos ofrecieron visiones sobre el tratamiento del sexismo lingüístico y sobre la literatura chicana3.

1. BURKE, Peter: Hablar y callar. Funciones del lenguaje a través de la historia, Gedisa Ed., Barcelona 1996, pág. 91. 2. Fruto de ese I Seminario Modernas de Época fue la edición del libro: FERNÁNDEZ ARRILLAGA, Inmaculada (coord.): Mujeres que vivieron el Alicante de la modernidad, Instituto de Cultura “Juan GilAlbert”, Alicante, 2015. 3. II Seminario Modernas de Época, “Mujeres marginadas en la modernidad”, 27 de junio de 2014, dirección: Inmaculada Fernández Arrillaga, Coordinación: Berta Echaniz Martínez. Participaron: Elena Simón Rodríguez: « ¿Aprecio o desprecio? Historia y sexismo lingüístico»; Beatriz Vitar Mukdsi: «Hiladoras, tintoreras y tejedoras. Las ocupaciones femeninas en las misiones jesuitas del Chaco (S. XVIII)»; Isabel Díaz Sánchez: «Malinches y malinchismo. La segregación femenina en la literatura Moderna»; Cayetano Mas Galvañ: «Una presa de la Inquisición»; Elvira Sanjuán Sanjuán «Las

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En junio de 2015, seguimos inmersas en esa marginalidad pero orientándola hacia el silencio, un aspecto muy valorado en las mujeres por los moralistas del Antiguo Régimen y que no siempre tuvo el seguimiento esperado. Así organizamos el III seminario titulado “Mujeres silenciadas en la modernidad” en el que estudiamos las reacciones que tuvieron las mujeres ante ese continuo callar que se les exigía, evidenciando la dicotomía existente entre el comportamiento requerido socialmente y el proceder diario de muchas de ellas4. Algunos de los trabajos que se presentaron a estos encuentros se ven recogidos en este volumen ofreciendo un mosaico muy gráfico de lo que significaron aquellas realidades. La distribución de ellos la hemos hecho siguiendo el orden de los seminarios y de las intervenciones que en ellos se llevaron a cabo. Dentro de las aportaciones que se presentaron en el entorno de la marginalidad la primera fue la de Elvira Sanjuán Sanjuán: “las mujeres solas”, un trabajo en el que nos explicó las tremendas dificultades sociales y personales que vivieron hasta bien entrada la Ilustración, cuando el cambio del modo de producción y el aumento poblacional de las ciudades trajo consigo nuevas formas de relacionarse y donde estas mujeres pudieron comenzar a superar una serie de prejuicios vinculados a su estado de solas. La autora nos recuerda en esta investigación que esas mejoras sociales, para las mujeres que no tenían un marido, un padre, un sacerdote que las protegiese o un hijo varón que las respaldase, van superándose poco a poco en “un proceso que continua, claramente, en nuestros días”. Elvira Sanjúan Sanjuán es doctoranda del Área de Historia Moderna de la Universidad de Alicante; realizando en la actualidad su tesis que versa sobre estas mujeres solas. Además, como docente, se ha especializado en la enseñanza de género en el entorno de la ESO, un campo en el que comienza ya a recoger frutos5. Marta Blanco Fernández nos adentra en la Cataluña rural del XVII a través de los procesos de brujería que se desarrollaron en las comarcas de Vic; y lo hace de manera directa, haciéndonos sentir en la piel de aquellas mujeres poco dóciles

mujeres solas»; Marta Blanco Fernández: «Las brujas olvidadas de la modernidad»; Lydia Delicado Moratalla: «Mujer, negra y esclava»; y Antonio Puigcerver Viudes: «La pobreza deseada de Jesualda López y Teresa María Cortés: dos escritoras de la gobernación de Orihuela». Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante. 4. El III Seminario Modernas de Época titulado Mujeres silenciadas en la modernidad tuvo lugar el 15 de junio de 2015 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante bajo la dirección de Inmaculada Fernández Arrillaga y coordinado por Lydia Delicado Moratalla y Natalia González Heras. Participaron: María Tausiet: «Ojo de pescado y sus siete diablos: una espiritada en la Valencia del S. XVII»; Javier Burrieza Sánchez: «La Compañía de Jesús y las mujeres al filo del Silencio»; Lucía del Mar Pérez Pérez: «Cien mordazas en la boca: profetismo femenino en el siglo XVIII a través de los jesuitas expulsos»; Gloria Franco Rubio: «Mujeres silenciadas pero no silenciosas o cómo escuchar voces femeninas en la España del XVIII»; Mónica Bolufer Peruga: «Mujeres que rompieron el silencio: voces críticas en la España ilustrada»; Francisco Pons Fuster: «El raro silencio de las beatas. Las hermanas Medina de Villena»; José Ramón Vera Illán: «El simbólico silencio de los objetos devocionales» y Mª de los Ángeles Pérez Samper: «Mujeres en la mesa: hablar, escuchar, callar». 5. SANJUÁN SANJUÁN, Elvira: « ¿Dónde está la mujer en Historia del Arte de Bachillerato?» Revista Clío, nº 41, Proyecto Clío – Revista electrónica. (http://clio.rediris.es/index.html); «E.S.O. En femenino. Cuaderno de trabajo», Revista Patrimonio Histórico andaluz, abril 2016 (revista electrónica disponible en: http://www.iaph.es/revistaph/index.php/)

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que protagonizaron un dramático ginecidio más habitual en la Europa medieval que en la Corona de Aragón del XVII. Y aunque filóloga, compagina estas inmersiones en la historia de las mujeres con su docencia como profesora de enseñanza Secundaria, con la elaboración de materiales feministas para este alumnado joven y con la realización de su tesis doctoral, centrada en un tema novedoso y poco estudiado en nuestro país: lo divino femenino en el ámbito mediterráneo. Uno de los aspectos más marginales que se trataron en el Seminario fue el de las esclavas negras, a él nos acerca Lydia Delicado Moratalla, geógrafa especialista en Técnicas de Investigación Cartográfica (TICs), conocedora en la investigación de aquella diáspora africana y en la repercusión que tuvo desde una perspectiva feminista. Realiza actualmente su doctorado sobre la trata de mujeres nigerianas con fines de explotación sexual en el Instituto Universitario de Investigación de Estudios de Género de la Universidad de Alicante. Ha realizado trabajos de geografía feminista para asociaciones españolas e instituciones ecuatorianas como partícipe en proyectos de cooperación internacional al desarrollo y organizado muestras bibliográficas en la Universidad de Alicante. Además, junto a Natalia González Heras coordinó este III Seminario de Modernas de Época con dedicación y profesionalidad, una labor que desde aquí agradecemos a ambas. Con la aportación de Antonio Puigcerver Viudes cerramos el tema de las marginadas, concretamente con su trabajo sobre dos escritoras de la antigua gobernación de Orihuela, dos mujeres que eligieron la vida de pobreza y sacrificio propia de las beatas de época moderna. El autor lleva tiempo profundizando en este tema de la beatería, de hecho, su tesis doctoral versará sobre este fenómeno, una labor de la que se están recogiendo valiosos frutos6. Al mismo tiempo que desarrolla sus investigaciones históricas trabaja como profesor de Secundaria y en la elaboración de material docente con perspectiva de género. Entramos así en la parte del libro que trata el esfuerzo por silenciar a las mujeres de época moderna y en el que analizamos si se consiguió o fue un vano intento. El primer artículo, firmado por quien escribe estas letras, trata ese empeño, analizando muy sucintamente esas tentativas de los moralistas de la época y viendo cómo, poco a poco, esos intentos de acallar las voces femeninas se van desvaneciendo, no tanto por lógica como por la imposibilidad del controlarlas. Y eso ocurre en el momento en el que nuevas maneras de relacionarse imponen justo lo contrario: el placer de la buena charla, el arte de la ironía, el disfrute del buen humor. Una nueva sociabilidad que hará del silencio algo inconcebible, y mucho más el de las mujeres. La comunicación del profesor Javier Burrieza Sánchez nos introduce en un campo de investigación para él muy familiar, el de la historia de la Compañía

6. PUIGCERVER VIUDES, Antonio J.: «Guardamar durante la Guerra de Sucesión Española (17011715)», Baluard, Anuari de l’Institut d’Estudis Guardamarencs, 3, 2013, pp. 109-131; del mismo autor: «La religiosidad en el Guardamar del XVIII», Baluard, Anuari de l’Institut d’Estudis Guardamarencs, 4, 2014; y «De visionarias a beatas. El carismático ejemplo de Guardamar» en FERNÁNDEZ ARRILLAGA, Inmaculada (coord.): Mujeres que vivieron el Alicante de la modernidad, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert, Alicante, 2015, pp. 105-120.

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de Jesús y en el que destaca como uno de los máximos especialistas7. Más concretamente, en esa relación entre los miembros de la Compañía y las mujeres en época moderna ya ha realizado el autor importantes incursiones previas8 dado su interés por la religiosidad y la espiritualidad femenina9. En esta aportación retoma el tema, resaltando el papel de algunas mujeres emblemáticas silenciadas en el empeño de seguir la Regla de San Ignacio y la estrecha relación que siempre existió en ambos colectivos, pese a no ser ellas aceptadas como jesuitas. Tras ofrecernos situaciones muy variadas demuestra lo complejo de esa relación que, como él mismo concluye, evidencia un poliedro de muchas caras. Lucía del Mar Pérez Pérez bajo el original título de “Cien mordazas en la boca”, nos ofrece una perspectiva de las mujeres que, con sus profecías, alentaron el ánimo de los jesuitas que Carlos III desterró de la monarquía hispánica. Nos lo presenta elaborando un estudio previo del profetismo femenino en el que, brevemente, muestra su evolución, la censura que sufrieron estas visionarias durante todo el XVIII y cómo, hasta los primeros años del XIX, no pudieron hablar sin “mordazas” a favor de ese jesuitismo, que con tanto fervor defendieron y que los expulsos se encargaron de divulgar profusamente. Un tema que conoce bien por ser parte de la investigación que está desarrollando para la obtención del título de doctora. Otro silencio menos conocido es el que se trasluce del valor simbólico que tenían en la modernidad algunos objetos devocionales, un atractivo tema en el que nos introduce José Ramón Vera Illán y que nos hace entender qué miedos sufrían aquellas gentes y cómo se enfrentaban a ellos por medio de amuletos de lo más variados que a veces velaban bajo sus ropas y otras eran objeto de ostentación10. Comprenderemos el importante papel que tenían las mujeres no solo en la elaboración de muchos de ellos, sino incluso en la capacidad de aportar los atributos 7. Entre los libros más destacados que, sobre este tema, ha publicado destacamos: BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier: Los milagros de la corte: Marina de Escobar y Luisa de Carvajal en la historia de Valladolid, Real Colegio de los Ingleses, Valladolid, 2002; EGIDO, Teófanes, REVUELTA, Manuel y BURRIEZA, Javier (coord.): Los jesuitas en España y en el mundo hispánico, Marcial Pons Historia, Madrid, 2004; BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier: Valladolid, tierras y caminos de jesuitas: presencia de la Compañía de Jesús en la provincia de Valladolid, 1545-1767, Diputación, Valladolid, 2007. BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier: Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto: trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América moderna, Universidad de Valladolid, 2007; COELLO de la ROSA, Alexandre, BURRIEZA SANCHEZ, Javier y MORENO, Doris (coord.): Los jesuitas en imperios de ultramar: siglos XVI-XX., Sílex, Madrid, 2012. 8. BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier: «La percepción jesuita de la mujer (XVI-XVIII)» en Investigaciones históricas. Época Moderna y Contemporánea, 25. Universidad de Valladolid, (2005), pp. 85-115; del mismo autor: «La fundación de colegios y el mundo femenino» en MARTÍNEZ MILLÁN, José, PIZARRO LLORENTE; Henar y JIMÉNEZ PABLO, Esther (coord.): Los jesuitas. Religión, política y educación, ss. XVI y XVII, Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, 2012, pp. 443-490. 9. Muchas son sus publicaciones a este respecto, mencionaremos aquí la última por ser recopilatoria de interesantes aportaciones presentadas en el Congreso Internacional que dirigió el profesor Burrieza en 2013. BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier (ed.): El alma de las mujeres: Ámbitos de espiritualidad femenina en la modernidad (siglos XVI-XVIII), Universidad de Valladolid, 2015. 10. El autor ha impartido varias conferencias en las jornadas de Tradiciones Alicantinas, entre ellas: «Vestidos por fuera, protegidos por dentro» (2014) y «“Cubrirse el cap”: Distintas formas de cubrirse la cabeza de los hombres y mujeres de Levante durante el s. XVIII» (2015).

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deseados. El autor nos recuerda que, mientras el sacerdote ejercía el culto y los ritos en el ámbito externo, eran las mujeres las encargadas de realizar esa función en el entorno doméstico. Concluye comparando aquellos temores y protectores con los miedos de la actual sociedad en la que, a pesar de la desacralización parece haber un rescoldo atávico que hace que se sigan usando aunque, en muchos, sin conciencia ni conocimiento del significado originario. El padre Vera Illán es licenciado en Teología por la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Grecia), habiéndose especializado en Teología Dogmática en la Escuela de Teología de la misma universidad en 1997 y realizado allí también la Maestría en Teología y Praxis Litúrgica un año más tarde. Tras graduarse en Historia por la Universidad de Alicante prepara diversos trabajos de investigación sobre manifestaciones espirituales en la modernidad, compaginando estos trabajos con su labor pastoral y con la traducción de textos religiosos11. Culmina este apartado referido al silencio con la aportación de una de nuestras maestras más queridas: Mª de los Ángeles Pérez Samper; en su momento fue un honor que cerrara el III Seminario de Modernas de Época con su exposición y vuelve a serlo ahora como broche final de estos trabajos en los que nos hemos acercado al devenir diario de las mujeres, un asunto que ella investiga desde hace tiempo12. Trata en esta aportación del valor que la palabra tenía en la edad Moderna y cómo se evidenciaba a través de algo tan popular como el refranero, de ahí nos acerca a las murmurantes y parleras, dependiendo de lo mucho o poco que hablaran las mujeres. Analiza también las obras más significativas de los moralistas modernistas y cuáles eran sus normas o recomendaciones edificantes tanto para las casadas como para las religiosas. Dedica un apartado de lo más relevante a un tema que conoce perfectamente y es el modo en que se debían comportar las mujeres en la mesa13, tanto las religiosas como la realeza, ofreciéndonos una panorámica interesantísima que culmina con el cambio que se opera a finales de la modernidad, cuando surge una nueva manera de relacionarse reflejada, también a la hora de comer, especialmente en los estamentos privilegiados y en la Corte14 donde, poco a poco, las mujeres comienzan a tomar la palabra. Para finalizar agradecer a todas las personas que han participado en estos seminarios, tanto las que han aportado sus escritos para esta publicación como las que

11. Entre las traducciones que ha realizado: Gran Horologion de la Iglesia Ortodoxa, Publicaciones de la Escuela de Teología San Gregorio Palamás, Barcelona, 2008; Litugicon, Publicaciones de la Escuela de Teología San Gregorio Palamás, Barcelona, 2010. 12. Por señalar solo un par de publicaciones: PÉREZ SAMPER, Mª Ángeles: La vida quotidiana a través dels segles, Barcelona, Pòrtic, 2002; Poder y seducción. Grandes damas de 1700, Temas de Hoy, Madrid, 2003; Junto a FRANCO RUBIO, GLORIA: Herederas de Clío: Mujeres que han impulsado la Historia: Homenaje a Mª Victoria López-Cordón Cortezo, Mergablum, Sevilla, 2014. 13. Algunos de sus libros más relevantes sobre este tema: PÉREZ SAMPER, Mª Ángeles: La alimentación en la España del Siglo de Oro: Domingo Hernández de Maceras “Libro del Arte de Cocina”, La Val de Onsera, Huesca, 1998; Mesas y cocinas en la España del siglo XVIII, Trea, Gijón, 2011. 14. A este respecto destacamos las biografías que ha escrito Mª Ángeles Pérez Samper de tres grandes monarcas: Carlos III, Planeta, Barcelona, 1988; Isabel de Farnesio, Plaza & Janés, Barcelona, 2003 e Isabel la Católica, Plaza & Janés, Barcelona, 2005. De la misma autora: Las monarquías del absolutismo ilustrado, Síntesis, Madrid, 1993.

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nos deleitaron con sus presentaciones. A Berta Echaniz Martínez que diseñó la cartelería y a quienes integraron los equipos de voluntariado: Rosa Tribaldos Soriano, Lucía del Mar Pérez Pérez, Laura Díaz Mejías, Sarah Pons Valero, África Quirant Vacas, Tilde Mas Congost y, muy especialmente, a Maite Ávila Martínez que además se encargó de unificar los requisitos normativos de cara a la publicación de este libro. A nivel institucional hemos contado con el apoyo del Ayuntamiento de Alicante gracias a las gestiones de Mª del Carmen Cortés Sempere y del Instituto de Cultura ‘Juan Gil-Albert’ que editó las intervenciones del I Seminario Modernas de Época además, ambas instituciones nos acompañaron en las inauguraciones de los dos seminarios alentándonos a continuar con estos estudios. La financiación corrió a cargo de ayudas recibidas de la Universidad de Alicante a través del Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras, del Centro de Estudios de la Mujer (CEM) y de nuestro Departamento de Historia Medieval, Moderna, Ciencias y Técnicas historiográficas. Agradecemos muy sinceramente a los mencionados organismos el apoyo ofrecido a estos estudios que pretenden recuperar las voces femeninas que la marginalidad y el rigor de aquella sacralizada sociedad pretendieron silenciar. Confiamos en que el conocimiento del pasado nos haga más sensibles en el presente para alcanzar un mejor futuro, de ahí la dedicatoria. San Vicente del Raspeig, 5 de febrero de 2016.

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SILENCIAR LA MALA LENGUA DE LAS MUJERES Inmaculada Fernández Arrillaga Universidad de Alicante

Recientemente se están desarrollando investigaciones históricas dentro del marco de lo que podría considerarse una historia social del lenguaje, del habla o de la comunicación a través de la palabra. Un campo que es especialmente útil, dado el peso que tenía esta forma de expresión en la vida cotidiana de las sociedades de transmisión oral. Gran parte del avance de estos estudios se ha forjado desde los estudios feministas que analizan la relación del lenguaje con otras formas de poder. Una rama incipiente que englobaría, de manera transversal los estudios enfocados hacia este objetivo desde la lingüística, la antropología y la historia1. A través del lenguaje se puede construir una identidad o puede destruirse. No solo por las capacidades que otorga poder expresarse y hacerlo con libertad, también por lo que incapacita su contrario: el silencio. Saber quién tiene posibilidad de comunicación nos dice mucho de una sociedad. Analizar cómo hablan, qué dicen y quiénes lo hacen nos ofrece un panorama digno de estudio y que puede desvelarnos datos importantes para enfocar los diferentes roles que desempeñaban hombres y mujeres en la modernidad. Sobre todo si tenemos en cuenta que entonces la mayoría de la población se comunicaba a través de la palabra ya que eran pocos, y generalmente varones, quienes leían y escribían. La lengua pasó así, como objeto clave en la trasmisión de ideas, a ser vigilada, controlada y normativizada. Para la tradición cristiana contaba con una visión cuando menos sospechosa. En su Epístola Universal, el apóstol Santiago afirmaba que “nadie ha podido domar nunca la lengua: es un azote irrefrenable, llena

1. BURKE, Peter: Hablar y callar. Funciones del lenguaje a través de la historia, Gedisa editorial, Barcelona, 1996.

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de veneno mortífero”2. Una idea que había sido aceptada por el imaginario social y que atribuía a las mujeres el peor uso de la palabra, ellas eran las que cumplían el rol de chismosas, deslenguadas, parlanchinas, murmuradoras... Jurado Revaliente nos advierte que este papel de “mal hablada” era, además, atribuido a todas las mujeres, independientemente del estamento social al que pertenecieran y que proviene de la percepción, generalizada ya en la Edad Media y transmitida sin cambio a Época Moderna, de que la inclinación hacia la maldad les venía a las mujeres de su inferioridad biológica, algo que ninguna podía evitar y que se mostraba tan natural como inmutable. No en vano femina procede de fe y minus y ya se sabe qué ocurría con las personas de poca fe o descreídas. También sería por eso que existía la noción de que todas ellas eran mentirosas por naturaleza y no solo en el lenguaje, se extendía este arquetipo a sus gestos, a cómo cuidaba su aspecto físico y a qué insinuaba con su manera de vestir, mirar, sonreír, etc., convirtiendo el mundo femenino en un oscuro y ensortijado cosmos tan recóndito como temible para el neófito. La cuestión del “mal hablar” estaba tremendamente asumida entre el clero masculino, gracias –entre otros textos– al tan difundido Malleus maleficauum, editado en 1669 y que recoge expresiones como “las palabras de las mujeres son de miel [...] es charlatana sobre todo en la iglesia [...] y dominadas frecuentemente por delirios, matan a sus hijos”3 Este Martillo de las Brujas y sus acusaciones hacia las mujeres está minuciosamente analizado por Delameau en el libro al que hemos hecho referencia y aunque aquí no nos detendremos en su análisis, indudablemente, la influencia de este texto en la sociedad moderna europea y americana tuvo tal peso y funestas consecuencias para las mujeres que no debe pasar desapercibido. Esa concepción de la “mala lengua” de las mujeres, tomó nuevos derroteros al tiempo que calaban en la sociedad hábitos de conducta inclinados al laicismo, nuevas conductas que cuestionan los angostos criterios de la Teología más vetusta y hostil a unos cambios marcados por la conquista de espacios públicos urbanos y por atrevidas pautas de comportamiento4. Entre las muchas transformaciones que vivieron las élites europeas, la que aquí nos interesa es la práctica de lo que se consideraba el arte de la conversación, un talento muy valorado por relevantes mujeres que desarrollaron un papel protagonista fomentando esta actividad en ámbitos privados. Siendo aceptadas y valoradas sus tertulias5 que contaban con filósofos como Voltaire, el gran conversador, o en sociedades que agrupaban escritoras y actrices6, pero denostadas por otros como Rousseau, Nietzsche, Schopenhauer y

2. Santiago (3-6-8) en JURADO REVALIENTE, Iván: «La ‘mala lengua’ de la mujer: blasfemias, irreverencias y proposiciones», en CANDAU CHACÓN, Mª Luisa: Las mujeres y el honor en la Europa Moderna, Universidad de Huelva, 2014, pág. 190. 3. En DELAMEAU, Jean: El miedo en occidente, Taurus, Madrid, 1989, pág. 162. 4. LÓPEZ-CORDÓN CORTEZO, Mª Victoria, «De la cortesía a la civilidad: la enseñanza de la urbanidad en la España del siglo XVIII», en RODRÍGUEZ CANCHO, Miguel (coord.), Historia y perspectivas de investigación. Estudios en memoria del profesor Ángel Rodríguez Sánchez, Mérida, 2002, pp. 359-369. 5. GERE MASON, Amelia R.: The women of the French Salons, Tredition Classics, 2013. 6. ROBINSON, Jane: Bluestonckings, Penguin books, London, 2009.

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todos los que defendieron la misoginia desde posturas naturalista o románticas encaminadas a despojar a las mujeres de su papel como ciudadanas de pleno derecho7. Y es que la lengua se hace eco de la cultura que la usa y modela la sociedad. Para cualquier persona el acento, el vocabulario que se utilice y el estilo al conversar nos está presentando a la persona que nos habla. Tener control del lenguaje, también puede implicar una mayor capacidad de disuasión e incluso de control de los demás, la sociedad contemporánea nos ofrece múltiples ejemplos a través de las estrategias de comunicación de masas. Pero quizás el mejor espejo social de esas actitudes sea el refranero popular, un ejemplar reflejo los arquetipos aceptados mayoritariamente y que cuenta con una difusión importantísima oral a la que habría que añadir el merito de convertir sus afirmaciones en algo casi incuestionable como si de palabra sabia y experta se tratara. Estos dichos, cual sentencias, nos muestran la idea que debe tenerse de las mujeres, de manera genérica o en cuanto a aspectos concretos. En el que ahora nos interesa, su lengua, es considerada temible, siendo el ideal imperante al que aspiran los educadores, moralistas e ideólogos: el silencio de las damas. A modo de muestra, si ella hablaba se decía: “Mujer parlera, ruin hilandera”; “croar de ranas y hablar de damas, ruidos sin substancia”; “La moza parlera nunca acaba la tarea”, etc. En cambio si enmudecía: “la mujer callada de todos es alabada; su palabra es como la plata, el silencio como el oro”. Con el humanismo surge la conciencia de educar a la población para mejor aprovechamiento de los recursos que necesita el nuevo Estado. Hay que fortalecer el conocimiento de la población y centrarlo en los espacios, auténticos compartimentos estanco, en los que deben vivir cada uno de los individuos para que su producción sea más rentable y para que los modelos sociales se perpetúen. De esta forma la educación de las féminas va a ir, indudablemente dirigida hacia su fin “natural”: el matrimonio. Con ese objetivo los moralistas afilarán sus plumas para instruir a las doncellas, orientar a las casadas y prevenir a las viudas. Y les enseñarán no solo a hablar, sino a lo más importante, a saber callar. Una de las obras que más influyó en la población femenina en la modernidad fue la del valenciano Juan Luis Vives, titulada Instrucción de la mujer cristiana, editada en 1523, traducida al castellano cinco años más tarde y que funciono como uno de los más acertados tratados acerca de la educación de la mujer cristiana8. Fíjense que no dice católica y no es casual, Vives pertenecía a una acomodada familia de comerciantes valencianos judío conversos que mantenían una sinagoga en su casa, allí llegó la Inquisición en 1482 descubriendo a Miguel Vives, primo de Juan Luis, ejerciendo como rabino y a la madre del humanista siguiendo la liturgia. El proceso contra la familia fue largo pero, como prevención, enviaron a su hijo a Brujas para que continuara los estudios que había comenzado en la recién estrenada Universidad de Valencia. El joven se licenció en La Soborna y de París 7. VALCÁRCEL, Amelia: La política de las mujeres, Cátedra, Universidad de Valencia e Instituto de la mujer, Madrid, 2012. 8. http://www.cervantesvirtual.com/FichaAutor.html?Ref=17617[ 18/01/2016]

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se trasladó a Brujas para doctorarse. Fue en esa ciudad donde supo que su padre había sido condenado por El Santo Oficio y quemado en 15269. Por su parte, Blanca March, madre del humanista y fallecida antes de cerrarse el proceso inquisitorial, fue desenterrada y para arrojar públicamente sus huesos a la hoguera. Tras estos impactantes acontecimientos Juan Luis Vives rechazó la oferta para trabajar en la Universidad de Alcalá, además, por entonces ya era canciller de Enrique VII de Inglaterra ejerciendo docencia en el Colegio del Corpus Christi de Wolsey. Aquí trabó amistad con Tomás Moro y estuvo cerca de los círculos de la reina Catalina de Aragón10. Hemos realizado este redundante preámbulo para recordar que no estamos hablando de un clérigo ni de una persona aferrada a criterios cerrados o caducos para la época, hablamos de un moralista de talla universal y vamos a ver qué dice en este tratado, el último que escribió, ya que falleció un año después de su edición, cuando ya era una persona curtida en este tipo de textos moralizantes y disfrutaba de un gran reconocimiento en toda Europa y parte de América. Centrándonos en el aspecto que nos interesa, la “mala lengua de las mujeres” y la necesidad de fomentar el silencio como muestra de una buena formación, Vives, ya en el primer capítulo, advierte a quien críe a la joven que no se pretenda “hacerla letrada, ni bien hablada sino buena y honesta”11 y dedica otro epígrafe entero en el XII a la “Cautela de la lengua y dulzura en el hablar”. Criticando, en el capítulo siguiente, la costumbre en algunos velatorios repetida al finalizar los actos religiosos de estar ...los caballeros hablando con las damas en la iglesia papo a papo [...] y hácese mucho caso de la mujer que está bien hablado y que no [le] faltan razones para saber preguntar y responder. Yo querría mucho saber ¿qué hablará la doncella boba, que no sabe si está viva o muerta, con el mancebo que es tan necio en el bien como sabio en el mal?, ¿Creéis por ventura que hablarán de Christo o de su madre?

Pasa el humanista a advertir que aunque sean honestas esas mujeres quedarán desprestigiadas por haber hablado en público y previene a las jóvenes de hablar “con hombre en lugar secreto aunque sean hermanos”. También advierte de las pláticas “dobladas” o que pueden llamar a malentendidos de las que las mujeres deben huir como del diablo. Resume: En fin, es muy mejor y más seguro para ti, hija mia, tener muy poquita plática con los hombres y no responderles sino muy poco, y esto a sus primeras palabras, y no muy largas razones [...] que no seas tenida por eso por menos discreta, sino más sabia [...] más quiero que parezcas a los malos poco discreta que a los buenos poco honesta

Culmina su reflexión preguntando “¿Cuántas palabras hallas que dijese Nuestra Señora Santa María Virgen en toda la historia de los cuatro Evangelios?”,

9. MOURELLE de LEMA, Manuel: Juan Luis Vives, Grugalma, Madrid, 1999. 10. FERNÁNDEZ-SANTAMARÍA, José Antonio: Juan Luis Vives: escepticismo y prudencia en el Renacimiento, Universidad de Salamanca, 1990. 11. VIVES, Juan Luis: Instrucción de la mujer cristiana, Edición Austral, Espasa Calpe, Buenos AiresMéxico, 1944, págs. 10-11 y ss. para los párrafos sangrados.

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ciertamente la madre de Dios aparece siempre como una mujer de pocas palabras, todo un referente para Vives que explica: Entra en Ella el Ángel y en pocas palabras, y estas llenas de santidad y sabiduría, le da la razón y le despide. [...] Pare al hijo de Dios, es celebrada de los ángeles, adorada de los pastores y siempre calla [...] Es adorada de los Reyes Magos que eran para ello venidos de tan lejanas tierras ¿y qué les respondió? Otra les preguntara de su tierra, de sus tratos, de su saber y Ella, como conviene a la virgen hacer) siempre callando [...]

Y así va relatando los episodios más relevantes de los Evangelios en los que aparece y, asegura Vives que solo habla cuando se pierde su hijo, le encuentra tras tres días de búsqueda y ¿qué le dice?: “Hijo ¿qué has hecho acá? Tu padre y yo tristes, te andamos buscando”. También habla la virgen en las bodas donde le advierte “Hijo, no tienen vino” y ante la cruz donde moría Jesús no dijo nada, permaneció muda... La verdad es que, vistas así las cosas, María resulta todo un referente. El agustino Luis de León, escribió en 1583 –con licencia del jesuita Francisco Portocarrero–, de los manuales que más éxito han tenido, y lo escribimos en pretérito perfecto porque en época no muy alejada de nuestra historia, el franquismo, llegó a enaltecerse y reeditarse de manera repetitiva12, por ser un texto recomendable y del que surgieron ideas defendidas por la Sección Femenina13. Este manual para el correcto comportamiento de las mujeres en época moderna, refiere todo un capítulo, el número XV, al tema que nos interesa, titulándolo: “Cuánto importa que las mujeres no hablen mucho y que sean apacibles y de condición suave”. En el que insistirá en la necesidad de que la mujer sea “apacible y dulce en el hablar” vinculando esa posible virtud a la inteligencia y asegurando que las parleras de por sí lo que denotan es estupidez ya que lo más propio de la necedad es “no conocerse y tenerse por sabia”. Pocas líneas después nos sorprende asegurando que realmente lo juste es que se callen todas, tanto ...aquellas a quien les conviene encubrir su poco saber, como aquellas que pueden sin vergüenza descubrir lo que saben, porque en todas es, no solo condición agradable, sino virtud debida, el silencio y el hablar poco.

Los motivos parecen ser dos, el primero: “porque así como la naturaleza [...] hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca”. Y la segunda motivación deriva de que ...el hablar nace del entendimiento y las palabras no son sino como imágenes o señales de lo que el ánimo concibe en sí mismo, por donde, así como a la mujer buena y honesta la naturaleza no la hizo para el estudio de las ciencias, ni para los negocios de dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico, así les limitó el entender y, por consiguiente, les tasó las palabras y las razones”14

12. LEÓN, Luis de: La perfecta casada, Ediciones Hymsa, Barcelona, 1939. Véase el capítulo dedicado a los juicios que a diversos autores ha merecido La perfecta casada, págs. 309-319. 13. VV.AA.: Economía doméstica para bachillerato y magisterio, “Sección Femenina” de la Falange Española y de las JONS, Madrid, 1958. 14. LEÓN, Luis de: La perfecta casada, op. cit., pág. 234.

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Cita Fray Luis a Plutarco refiriendo como Fidias esculpió una imagen de Venus que afirmaba sus pies sobre una tortuga, un animal mudo y que nunca desampara su concha, dando a entender que “las mujeres, por la misma manera, han de guardar siempre la casa y el silencio”. También a esta Venus de Fidias hace referencia, en 1603, el castellano Gaspar de Astete, miembro de la Compañía de Jesús, en su Tratado del gobierno de la familia y estado de las viudas y doncellas que dedicaba a doña María de Acuña, condesa de Buendia15,. Y asegura que Fidias la hizo así: ...para dar a entender que los pies de la mujer han de ser muy tardos para salir fuera de casa y que, así como la tortuga está metida y pegada en su concha, así la mujer ha de estar encerrada y pegada con las paredes de su casa16

Y entiende que, si bien parece que las costumbres se inclinan a que las doncellas salgan con los padres para acudir a fiestas y ver juegos, él recomienda que no se asomen a las ventanas y que, en caso de salir, sea solo para ir a misa. Este pequeño manual de tamaño misal, cómodo para llevar y leer, localizado en la Biblioteca Nacional de Madrid se centra en adoctrinar el comportamiento que deben tener las mujeres, en este caso solas, advirtiendo a las viudas a mantener su moral intacta, tras la pérdida del cabeza de familia. Les recomienda centrarse en la caridad y no permanecer ociosas o parleras porque pueden convertirse en “amigas de hablar lo que no conviene”. Tampoco deberán recibir en sus hogares a hombres vanos y habladores ni a mujeres lisonjeras, amigas de traer nuevas y murmurar de vidas ajenas”. En la viuda cristianase condena andar hablando con visitas no necesarias o buscar con quien parlar de casa en casa” para evitar todo esto entre las más jóvenes se les recomienda “a las viudas mozas buscar marido e imitar a la madre de la virgen, Santa Ana, que tras morir San Joaquín casó con Cleophas, eso sí sin deseo de concupiscencia”. Es este un ejemplar que pretende ser útil también para la enseñanza de sus hijas. A este respecto recomienda el jesuita: “Ninguna otra cosa aprenda tu hija a oír o hablar sino aquello que pertenece a la honra de Dios”17 Tampoco considera necesario que sepan escribir las jóvenes, si bien no le parece mal que aprendan a leer, para acercarse a las vidas ejemplares de los santos, al evangelio y por el beneficio que obtendrán en caso de entrar en clausura. Sin escribir, además, se evita que puedan redactar cartas con temas que solo ella conozca “mientras que si tiene que servirse de mano ajena sabe que hay testigos de sus ocultos secretos...”18 En este tratado, como en todos los demás, observamos esa continua desconfianza que sienten los moralistas hacia las mujeres. Estas son vistas como seres débiles ante el pecado, malas por naturaleza, como varas torcidas que hubiera que enderezar porque su inclinación natural es a lo prohibido. El mundo en sí, es un

15. ASTETE, Gaspar de: Tratado del gobierno de la familia y estado de las viudas y doncellas, Burgos, 1603. Biblioteca Nacional de España (a partir de aquí BNE), Signatura: R/11207. 16. ASTETE, Gaspar de: Tratado del gobierno…, op. cit., pág. 167. 17. Ibídem, pág. 150  18. Ibídem, pág. 171.

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territorio peligroso para las jóvenes “cuiden sus padres puertas y ventanas para que no sean la perdición de sus hijas”, “enséñenles a ser ovejas mansas que no se atrevan a salir del rebaño sopena de ser tragadas por lobos carniceros”, incluso “en las procesiones donde se va a pedir perdón a Dios, pueden cometer nuevos pecados”19 Con tantas prevenciones es comprensible que los padres intentaran cuanto antes que casaran o entraran en religión. Poco antes que viera la luz la obra comentada del jesuita Astete, Juan de la Cerda, franciscano castellano, dedicó a la infanta Margarita de Austria, enclaustrada en el madrileño monasterio de las Descalzas Reales, su libro: Vida política de todos los estados de mujeres20, estados que en aquel momento solo son concebibles cuatro: el estado de las doncellas, de las monjas, de las casadas y de las viudas. Si bien, dedica un último apartado para ofrecer consejos convenientes al común de las mujeres. En este tratado se enseña a las madres a enseñar a sus hijas en todo momento a que sean calladas, a que hablen poco y solo cuando fueran preguntadas e, insiste el franciscano, que cuando contesten no miren a nadie a la cara “haciéndolo con modestia, teniendo los ojos bajos, mirando a tierra y esto haga así aunque sea con su hermano o pariente”21. También de la Cerda insiste, como los anteriores moralistas en que las jóvenes no sean “ventaneras” y que aprendan a leer para instruirse en textos devotos pero nada de escribir ya que teme, al igual que el jesuita que la escritura “de suyo es malo, porque tienen ocasión en las manos de escribir billetes y responder a los que hombres livianos les envían”22. Para el franciscano la doncella tiene una única obligación, conservar intacta su virginidad y para ello le aconseja cinco pasos: el primero templanza en el comer y beber, segundo huir de la ociosidad, en tercer lugar vestir de manera humilde, en cuarto no ver ni oír nada malo y finalmente la modestia en las palabras porque “el alma que no sabe tener cerrada la boca, y más si es mujer, es indigna de Dios”23. Por lo que respecta a las religiosas las propias monjas deben abstenerse de hablar mucho con las novicias ya que “más persuade la maestra con el ejemplo que con palabras” y dedica todo un capítulo, el noveno, a la necesidad de guardad silencio. Las novicias no deben dirigirse a ninguna religiosa de su comunidad salvo si se les pide o en caso de necesidad apremiante, guardándose siempre de no mirarlas al rostro. “Todos los males del mundo –advierte Juan de la Cerda– vienen por falta de silencio, que la muerte y la vida, está en manos de la lengua”24. Pero si tiene necesidad de dirigirse a su superiora hay otro capítulo, el décimo, titulado “De la humildad y acatamiento con que la religiosa debe hablar con su prelada” en el que no incidiremos por no reiterar. 19. ASTETE, Gaspar de: Tratado del gobierno…, op. cit., pág. 191. 20. CERDA, Juan de la: Vida política de todos los estados de mujeres, en el cual se dan muy provechosos y cristianos documentos y avisos para criarse y conservarse debidamente las mujeres en sus estados, Alcalá de Henares, Casa de Juan Gracián, 1599 – BNE, Signatura: R. 173703. 21. CERDA, Juan de la: Vida política de…, op. cit., pág. 2. 22. Ibídem, pág. 12v. 23. Ibídem, pág. 20. 24. Ibídem, pág. 119.

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¿Cuándo y cómo debe hablar pues una religiosa? En el momento en el que debe confesar sus culpas, esto es, tres veces a la semana en el refectorio, al principio de la comida y los viernes en el capítulo. Además, claro está, de las palabras que le dirija a su confesor, sobre cómo hacerlo también dedica de la Cerda otro capítulo, el decimo octavo. Y así sigue estructurando sus palabras, en el más amplio sentido, normatizando también cómo ante seglares que vayan a visitar a la religiosa esta deberá cubrirse las manos, esconder su mirada y guardándose de reír. Otro tema que daría para otro trabajo aparte. En cuanto a los temas que deberá tratar deberán ser generales, sin críticas a nada ni a nadie y sobre todo, “sin descubrir a ninguno, por muy deudo o familiar que sea, cosas de su Orden”. Pasamos a ver, someramente, qué escribe sobre las doncellas siendo muy aclaratoria la parte inicial que dedica a la etimología de la palabra: Doncella es un vocablo latino y quiere decir tanto como damisela que es habitación [sala] y casa de Dios. Así lo dice Policarpo y otro doctor que como la doncella comúnmente está encerrada en su casa, no conviene que traiga el corazón derramado a las cosas malas del mundo25.

Ya lo ha dejado claro, lo que da identidad a la soltera y justifica su estado es permanecer recluida y fuera de todo contacto exterior. Con respecto a la casada de la Cerda muestra poca originalidad ya que recurre al manido ejemplo de la tortuga en la estatua de Fidias eso sí, la interpretación en este caso es distinta, para él que Venus la pise significa que la mujer debe andar y hablar muy poco, como hace este animal. Lo más sorprendente de este autor con respecto a las casadas está relacionado con los capítulos que dedica al comportamiento del marido, un tema en el que no vamos a profundizar por salirse de contexto pero que no nos resistimos a mencionar. Con ver el título del capítulo 24 creemos que será suficiente: “De cuan gran nobleza y cristiandad usa el hombre que deja de matar a su mujer hallándola en adulterio y de lo que en su caso debe mirar” una serie de recomendaciones que culminan advirtiéndole que al homicida su conciencia puede atormentarle todos los días de su vida. Para terminar dedica unos apartados también a las viudas, como no podría ser menos. La recomendación fundamental que no hable con extraños, que su hablar no delate interés por el mundo y que éste sea siempre mesurado, ya que en su estado, como en el de las demás mujeres, nada le favorece más que el silencio. En resumen, estos moralistas y otros muchos26, se repiten, copian y emulan hasta la saciedad, el ejemplo que hemos mencionado de la continua referencia a la estatua de Venus pisando la tortuga es solo uno de los ejemplos más obvios, en todos sus tratados el mensaje es el mismo con respecto a la palabra de las mujeres, una recomendación al silencio de ellas, estén en el estado que estén y sean del 25. Ibídem, pág. 121. 26. Por poner los ejemplos más populares y que más se extendieron en el tiempo citaremos a LUJÁN, Pedro de: Coloquios matrimoniales, Asunción Rallo Gruss (Ed.), Real Academia Española, Madrid, 1999; Mora, Juan de: Discursos morales, Casa Pedro Madrigal, Alcalá de Henares, 1589; o el conocido jesuita, gran predicador en las misiones interiores, Calatayud, Pedro de: Doctrina de la naturaleza, instrucción e indisolubilidad del matrimonio y motivos del divorcio, BNE, Mss. 5.815.

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estamento que sean, un aviso a la continua vigilancia y precaución por la maldad que parece intrínseca a la lengua femenina, Curiosamente, al mismo tiempo, ofrecen una visión de ellas de inocencia, de víctima fácil para el mal, como si de ovejas rodeada de lobos se tratara. En fin, siendo todos ellos hombres, no deja de llamar la atención la mala imagen que tenían también de sí mismos. La persecución de aquellas que usan “la mala lengua” es la misma que las que osan arriesgar su más preciado bien, casi el único, su virginidad; y es como si los hombres, en general, buscasen a las mujeres y las valorasen únicamente por eso. La reiteración cansina, en todos los moralistas, sobre esta prevención da que pensar... y parece más que necesario mentalizar a las jóvenes sobre ese “preciado bien” como si ellas no fueran lo suficientemente conscientes. Según los tratadistas por las “cortas entendederas de ellas”, si bien lo que subyace es el temor de los varones a que su estirpe no quede garantizada. Algo que, desde luego, saben en manos de las mujeres. Todo este ideario masculino deja patente ese pavor a que las mujeres desvíen la atención hacia menesteres alejados del interés procreador, el pánico a que cometan estupro, el mayor pecado que podía perpetrar una doncella: la pérdida de su virginidad fuera del matrimonio no solo era castigada por la Iglesia católica, también la sociedad sabía penalizarlo dentro y fuera del ámbito familiar. Y asegura el P. Astete que la Ley de Dios mandaba que estas jóvenes fueran “echadas a las puertas de sus padres y la apedreasen y muriesen”. Afortunadamente, ya en el XVIII, eso sí, encontramos autores de la talla de Benito Feijoo, monje benedictino, que rompen moldes con nuevos tratados como en su Teatro Crítico, el capítulo dedicado a la “Defensa de las Mujeres”27. El hecho de que encontremos tantos tratados moralistas con las mismas reiteraciones sobre el comportamiento que, a este respecto, deben tener las mujeres nos hace sospechar que gran parte de ellas mantenía una actitud que podría considerarse de desobediencia activa. Mujeres transgresoras que no acostumbraban silenciar sus lenguas e incluso había quienes presumían de decidoras. Y es que ese modelo de mujer enmudecida no dejaba de ser una quimera que poco respondía a la realidad del día a día de las mujeres en los distintos ámbitos en los que transcurrían sus vidas. Efectivamente, con el paso del tiempo estas prácticas dejaron de reprimirse no tanto por lógica como por imposibilidad de controlarlas. Las mujeres establecieron sus propias estrategias de resistencia basadas en formas de decir nuevas, en juegos orales o bromas verbales. En 1566, Juana de Austria recibió un cachorro, regalo de su tía y nuera Catalina de Portugal, al que bautizó: “asícomovos” y quien osaba preguntar el nombre del perrito provocaba las sonrisas cómplices de las damas de compañía de la jesuita28. También el cancionero popular jugó un papel importantísimo, Carlota Isabel de Orleáns aseguraba que la corte de Luis XIV se conocería –de manera real– a través de los recuerdos conservados en las coplillas de Versalles que afirmaban jocosas lo que nadie se atrevería a pronunciar sin el 27. FEIJOO, Benito J.: Defensa de la mujer: discurso XVI del Teatro Crítico, Icaria, 1997. 28. Imaginamos la escena: – ¿Cúal es el nombre del perrito, Magestad? – Asícomovos.

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tamiz musical, algo parecido a lo que ocurriría ya en el XVIII con los sainetes29. Sin olvidar los gestos que hablaban sin posibilidad de castigo y con vocabularios propios a través de objetos: abanicos, espejuelos, rosarios. Todo valía para romper ese silencio que se les pretendía imponer. Además, la palabra de las mujeres fue expresada por escritoras que si bien minoritarias cada día vamos conociendo más y mejor, hasta llegar al XVIII en el que las mujeres mostraron los cambios más significativos a este respecto, denotando lo que la profesora Margarita Ortega López llama “el gozo de vivir en sus manifestaciones privadas y públicas, superando el idearium ascético de los moralistas y pregonando la legitimidad del placer, de la comunicación festiva e intelectual y la bondad del humor y de la risa como elementos básicos del nuevo ser humano30. Algo, indudablemente, mucho más difícil de silenciar.

29. BOUZA, Fernando: Palabra e imagen en la Corte. Cultura oral y visual de la nobleza en el Siglo de Oro, Abada ed., Madrid, 2003, págs. 23-24. 30. ORTEGA LÓPEZ, Margarita: «Algunos cambios en las mentalidades de las mujeres madrileñas durante el siglo XVIII», CANTERLA GONZÁLEZ, Cinta (coord.): VII encuentro de la Ilustración al Romanticismo. Cádiz, América y Europa ante la modernidad. La mujer en los siglos XVIII y XIX, Servicio de Publicaciones, Universidad de Cádiz, 1994, pág. 302.

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