Aires de cambio en el mercado laboral madrileño. El Ensanche Este de Madrid a la altura de 1900

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Descripción

Aires de cambio en el mercado laboral madrileño El Ensanche Este de Madrid a la altura de 1900* Introducción La ciudad de Madrid se transformó por completo durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del XX. La capital española, que sólo aparecía en los mapas del reino por el azar de haber sido elegida sede de la Monarquía tres siglos antes, mantuvo durante la primera mitad de la centuria decimonónica un semblante pueblerino y una economía timorata. Incapaz de crecer demográficamente debido a una alta mortalidad que echaba por tierra los contingentes migratorios que absorbía, y presa de las sombras que generaban las cercas que la rodeaban, Madrid se conformaba con subsistir, sin más anhelo que garantizar el suministro del pan para evitar cualquier mecha revolucionaria. Sin embargo, la derrota del absolutismo, la construcción de un Estado liberal centralizado, la adopción del liberalismo económico, la llegada de la industrialización y el inicio de la modernización del sistema productivo español y de su sistema de transportes y comunicaciones, transformaron la faz de la ciudad. Madrid recibió un nuevo aura de legitimidad política al erigirse no sólo en sede de la Monarquía sino también en capital del nuevo Estado liberal en ciernes. Esta decisión política otorgó a Madrid una ventaja cualitativa sobre el resto de las ciudades españolas y creó los cimientos sobre los que se sustentó gran parte de su desarrollo económico posterior. No obstante, Madrid no formó parte del proceso industrializador hasta bien entrado el siglo XX, quedando fuera durante el siglo XIX de los circuitos industriales en los que sí participaron, en cambio, Barcelona y Bilbao y sus respectivas zonas de influencia. Sin embargo, Madrid creció durante la segunda mitad del siglo XIX como nunca antes lo había hecho y se erigió en el principal polo de atracción de inmigrantes de todo el país1.

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Este texto ha sido posible gracias a la concesión de una beca FPU por parte del Ministerio de Ciencia e Investigación, así como por las discusiones mantenidas por el grupo de investigación UCM al que pertenezco: Historia de Madrid en la edad contemporánea, nº ref.: 941149, compuesto por Luis Enrique Otero Carvajal, Gutmaro Gómez Bravo, José María López Sánchez, Rubén Pallol Trigueros, Rafael Simón Arce, Fernando Vicente Albarrán, Borja Carballo Barral, Nuria Rodríguez Martín, Javier San Andrés Corral y Daniel González Palacios. 1 Una exposición detallada de los ritmos de crecimiento demográfico de la capital durante el siglo XIX en: FERNÁNDEZ GARCÍA, A.: “La población madrileña entre 1876 y 1931. El cambio de modelo demográfico” en BAHAMONDE MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L. E. (Eds.): La sociedad

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El tren del crecimiento madrileño no tuvo como locomotora los humos de las fábricas que ya teñían los cielos de la Ciudad Condal o de la ría de Bilbao Fueron otros los pilares sobre los se sustentó la primera fase de la modernización económica, demográfica y social de Madrid. Si la capital pasó el corte de mera ciudad para convertirse en metrópoli en el primer tercio del siglo XX fue gracias a la tríada de ferrocarril, agua y Ensanche2. Los tres elementos conformaron una suerte de banco de tres patas sobre el que se inició la modernización, siendo cada una de ellas indispensable por sí misma pero requisitoria a su vez de las otras dos. A la altura de 1880, el impulso de estos tres factores sobre la economía de la capital ya se había producido, pero por sí mismos no explican la radical transformación de la fachada madrileña. Cincuenta años después, en 1930, Madrid podía mirar a los ojos de las demás metrópolis europeas sin avergonzarse. No encabezaba el pelotón urbano europeo, liderado por Londres y París, pero ya no se encontraba en el furgón de cola. ¿Qué había ocurrido en la capital para que se produjera tal cambio? ¿Cuáles fueron los factores que lo generaron y a qué ritmo se desarrollaron? A estas cuestiones pretende responder el presente texto mediante el análisis del mercado laboral madrileño a la altura de 1900 y los cambios que se estaban gestando en su estructura. Para ello, se ha focalizado la atención en el Ensanche Este de la ciudad, zona privilegiada de análisis ya que en ella se vislumbraron los primeros signos de cambio dada su cercanía al nuevo eje comercial, económico, social y cultural de la ciudad: el eje Prado-Recoletos-Castellana. Los datos puestos a colación en esta comunicación proceden de la recogida e informatización sistemática de las hojas declaratorias del padrón municipal de Madrid relativas a los años 1880 y 1905 3. Los padrones municipales nos ofrecen, entre otras muchas variables temáticas, innumerables

madrileña durante la Restauración (1876-1931) Vol. 1. Alfoz-Comunidad de Madrid-UCM, Madrid, 1989, Págs. 29-76 y FERNÁNDEZ GARCÍA, A. y BAHAMONDE MAGRO, A.: “La sociedad madrileña en el siglo XIX”, FERNÁNDEZ GARCÍA, A. (Ed.) Historia de Madrid, UCM, 1994, Madrid págs. 481-487. 2 Una explicación pormenorizada de las posibilidades y transformaciones que trajeron a Madrid el Ensanche, el ferrocarril y la traída de las aguas en: CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid. Historia de una capital. Editorial Complutense, Madrid, 2008. 3 El estudio del Ensanche madrileño entre 1860 y 1930 se lleva a cabo por un grupo de investigación formado por: Rubén Pallol Trigueros (que analiza el Ensanche Norte), Fernando Vicente Albarrán (el Ensanche Sur) y Borja Carballo Barral (el Ensanche Este). Se han recopilado datos de un total de 10.500 habitantes para 1860 (el 3,5% de la población total), 55.000 habitantes para 1880 (el 14%) y 130.000 (el 25%) para el año de 1905. La estimación para 1930 supera los 300.000 individuos (el 31%).

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elementos de análisis útiles para el estudio de la evolución de los mercados laborales urbanos4. Las hojas de empadronamiento de la capital, rellenadas por sus propios habitantes, alberga un enorme volumen de información sociolaboral de gran interés: la profesión y la categoría laboral de cada individuo, su salario (diario, mensual o anual), su lugar de trabajo y la cuantía de la contribución a pagar (territorial e industrial), en caso de que tener que hacerlo. La informatización sistemática de estos datos relativos a todos los habitantes residentes en el Ensanche de Madrid, y su cruce con el resto de la información que proporciona el padrón (nombre, apellidos, edad, sexo, lugar de nacimiento, año de llegada a la capital, lugar de residencia, alquiler requerido y tipo de familia), nos proporciona la posibilidad de abordar desde múltiples enfoques la profunda transformación que sufrió la ciudad de Madrid durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX5.

La evolución del mercado de trabajo madrileño en la segunda mitad del siglo XIX En sólo cincuenta años, la población de Madrid se cuadruplicó y rebasó definitivamente el umbral de los 200.000 habitantes, llegando a sobrepasar el medio millón de habitantes al finalizar la centuria6. El origen de tan descomunal incremento demográfico ha de buscarse, al igual que en las restantes ciudades españolas y europeas, en la inmigración. La ciudad de Madrid se vio desbordada por las continuas riadas de inmigrantes que se agolpaban a las puertas de la capital, estando representados los acentos de todos los rincones de la península7. Ésta fue la causa principal del derrumbe 4

Los estudios sobre los mercados laborales urbano a partir de los padrones municipales han ofrecido hasta la fecha excelentes resultados. CARBALLO BARRAL, Borja, PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid..., pps. 381-448; CAMPS I CURÁ, Enriqueta: La formación del mercado de trabajo industrial en la Cataluña del siglo XIX, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1995; OTERO CARVAJAL, Luis Enrique, CARMONA PASCUAL, Pablo y GÓMEZ BRAVO, Gutmaro: La ciudad oculta. Alcalá de Henares 1753-1868. El nacimiento de la ciudad burguesa, Alcalá de Henares, Fundación Colegio del Rey, 2003; OYÓN, José Luis: La quiebra de la ciudad popular. Espacio urbano, inmigración y anarquismo en la Barcelona de entreguerras, 1914-1936, Barcelona, Ediciones del Serbal, 2008. 5 El abanico temático al que se puede acceder desde el análisis de los padrones municipales incluye, además de los mercados laborales, la demografía histórica, los procesos de segregación urbanos, la historia de la familia, los movimientos migratorios, la sociología política o la beneficencia. 6 FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio y BAHAMONDE MAGRO, Ángel “La sociedad madrileña en el siglo XIX”, FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio (ed.) Historia de Madrid..., pág. 479. 7 Un estudio pormenorizado de cómo afectó el fenómeno migratorio al crecimiento demográfico de Madrid y su Ensanche consultar: CARBALLO BARRAL, Borja, PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid..., pps. 283-326.

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de las tapias de la capital y el despegue definitivo de su ampliación urbana siguiendo la hoja de ruta del proyecto de Ensanche de Castro8. Paradójicamente, Madrid, que había sido un polo de atracción constante de población desde la edad moderna, no sufrió durante la primera mitad del siglo XIX ninguna variación en su tejido productivo y, por ende, en su mercado laboral, que explicase tal auge del caudal inmigratorio. La capital no formaba parta de la selecta lista de ciudades españolas que habían recibido la llamada de la industrialización y que, siguiendo la estela manchesteriana, demandaban con mayor brío abundante mano de obra. Es más, el orden fue a la inversa. La llegada de tal cantidad de inmigrantes trastocó de tal manera la realidad madrileña que acabó transformando su fisonomía, su mercado de trabajo, su estructura demográfica y, en definitiva, su tejido productivo. El origen de la potenciación de esos movimientos migratorios se encuentran en el profundo cambio del sistema económico, legislativo y judicial del país a raíz del nacimiento del Estado liberal. La defensa a ultranza de la propiedad privada y del laissez faire convirtió a las ciudades en grandes oportunidades de promoción inmobiliaria y especulación. Sin embargo, fue en el campo donde los cambios fueron más dramáticos. La expropiación de los bienes propios y baldíos y la desamortización de los bienes eclesiásticos y comunales, transformaron para siempre la forma de vida de los habitantes del mundo rural. Miles de personas se vieron obligadas a emigrar desde las dos Castillas hacia otros lugares para subsistir, y muchos percibieron la capital como uno de los destinos más asequibles. Allí esperaban contactar con familiares o paisanos que les ofrecieran cobijo y/o trabajo, y donde nunca era tarde para ampararse en la asistencia benéfica que la administración pública presente en la ciudad (estatal, provincial y municipal), o la de carácter privado, les pudieran ofrecer9. Eran trabajadores descualificados procedentes de un mundo rural que dejaban atrás a cambio de la esperanza de mejorar su nivel de vida en la capital, con la intención de incorporarse rápidamente al mercado de trabajo de la ciudad. Sin embargo, si tal 88

BONET CORREA, A. (Ed.): Plan Castro, COAM, Madrid, 1978. Para conocer más a fondo el sistema benéfico público de Madrid vigente durante la segunda parte del siglo XIX consultar: PALLOL TRIGUEROS, R.: “De la caridad entre vecinos a la asistencia social de las masas urbanas: avances y límites en la modernización del sistema benéfico madrileño, 1850-1910”, Congreso Internacional: Modernizar España 1898-1914 (20-22 de Abril, Departamento de Historia Contemporánea, UCM); CARBALLO BARRAL, B.: “La Beneficencia Municipal de Madrid en el cambio de siglo: el funcionamiento de las casas de socorro”, Congreso Internacional: Modernizar España 1898-1914...; VICENTE ALBARRÁN, F.: “Pauperismo, pobres y asistencia domiciliaria en el Ensanche Sur de Madrid” (1878-1910) Congreso Internacional: Modernizar España 1898-1914... 9

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muchedumbre de jóvenes manos eran absorbidas por las fábricas siderúrgicas y las minas en la ría de Bilbao, o por las industrias manufactureras en Barcelona, no ocurría lo mismo en el caso de Madrid, en donde no existía ningún sector productivo a la altura de 1850 que pudieran absorber semejante magnitud de mano de obra. Los más afortunados lograban ser elegidos como aprendices en algún taller familiar, como dependientes de comercio en alguna tienda de barrio o como porteros en los portales que jalonaban las barriadas más lujosas del Ensanche10, situaciones en los que los nuevos madrileños se ahorraban, como mínimo, el pago de un alquiler mensual. Al contrario que en otros puntos de la geografía española, en el caso de Madrid fue la desmesurada inmigración y el subsiguiente exceso de mano de obra los factores que, unidos a la necesidad de expandir la ciudad, acabaron propiciando el despegue de uno de los sectores cardinales de la economía de la ciudad: el sector inmobiliario y la construcción. El auge de la promoción inmobiliaria y la conversión del suelo urbano en un bien escaso, caro y de alto valor especulativo tuvo su origen en las sucesivas desamortizaciones liberales y en los distintos proyectos de reforma interior que se sucedieron hasta mediados de siglo11. Y recibió como agua de mayo las colosales obras relacionadas con la traída de aguas del Lozoya, la llegada del ferrocarril y la ampliación de la ciudad gracias a la ratificación del proyecto de Ensanche de Castro en 1860. Con semejante caldo de cultivo, era lógico que el sector de la construcción adquiriera un peso económico fundamental para la ciudad. El enorme negocio generado por el parqué inmobiliario madrileño, formado tanto por edificios como por solares, atrajo a este sector no sólo a grandes inversores y productores de ciudad como José de Salamanca o Miguel de Indo, sino que también auspició la modernización del mercado inmobiliario madrileño12. Fue en este sector donde se refugiaron, por un módico jornal diario que a duras penas superaban las 2 pesetas, cientos de aquellos inmigrantes que 10

Sólo 10 de cada 100 porteros del Ensanche Este había nacido en la capital, con lo que se percibe que era un trabajo reservado para los inmigrantes. 11 MÁS HERNÁNDEZ, R.: “La propiedad urbana en Madrid en la primera mitad del siglo XIX” en BAHAMONDE MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L. E. (Eds.): Madrid en la sociedad del siglo XIX, 2 Vols., Alfoz-CAM-UCM, Madrid, 1986, Vol. 1, pps. 23-87; BAHAMONDE MAGRO, A. y MARTÍNEZ MARTÍN, J. A.: “La desamortización y el mercado inmueble madrileño (1836-1868)” en AAVV: Urbanismo e historia urbana en el mundo hispano, Universidad Complutense, Madrid, 1982, Vol. II, pps. 939-956; SIMÓN SEGURA, F.: “La desamortización de Mendizábal en Madrid” en Información Comercial Española, febrero, 1967, Mterio. de Economía y Hacienda, Madrid, pps. 69-79. 12 RODRÍGUEZ CHUMILLAS, I.: “La modernización del sistema inmobiliario madrileño: vías de cambio y novedades en la promoción urbana del siglo XIX”, en BEASCOECHEA GANGOITI, J. Mª., GONZÁLEZ PORTILLA, M. y NOVO LÓPEZ, P. A. (Eds.): La ciudad contemporánea, espacio y sociedad, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2006, pps. 507-528.

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inundaban la urbe13. Decenas de cuadrillas de peones salpicaban las calles de la creciente ciudad derribando edificios, abriendo plazuelas, acondicionando nuevas calles, erigiendo nuevas barriadas... Lo único que tenían en común estos trabajadores era su condición inmigrante, una nula cualificación laboral, un salario a jornal y la inseguridad de no saber si trabajarían y dónde al día siguiente14. Había hecho acto de aparición la figura del jornalero, que un día cargaba fardos en la estación de Atocha, otro levantaba andamios en las obras del Ensanche, y al siguiente hacía de repartidor en alguna panadería de la ciudad. Todo por un mísero jornal de 2 pesetas diarias cuyo incremento quedaba vedado de raíz ante la abundante mano de obra excedente. El que no estuviera dispuesto a deslomarse por tan bajo sueldo era relegado en un santiamén por otro más necesitado. El proceso de jornalerización del mercado laboral madrileño se gestó durante el último tercio del siglo XIX y llegó a su máximo apogeo en la primera década del siglo XX, llegando a significar más del 40% de la población activa masculina15. Este proceso de exacerbada jornalerización coincidió en el tiempo con la desintegración del mundo gremial y la consiguiente corrosión de los oficios y del artesanado madrileño, que vio degradarse su relevancia en el sector productivo de la ciudad mientras que perdía parte de su autonomía16. A su vez, el avance de la red viaria y del ferrocarril consolidó un mercado nacional integrado, permitiendo que manufacturas producidas a cientos de kilómetros de la capital llegasen a la urbe en menos tiempo y a menor coste, lo que generó una competitividad sin precedentes al artesanado madrileño que le obligó a sucumbir ante los vientos de modernidad. 13

A la altura de 1867, las cuadrillas de jornaleros de las obras de vía pública de la división exterior de la capital estaban formadas por uno o dos sobrestantes (cuyo jornal era de 1,4 escudos), tres capataces (0,9 escudos), un escribiente (0,8), cuatro camineros (0,8 escudos), un auxiliar (0,7), un guardia (0,7), un ordenanza (0,7), un arreglador (0,8) y 110 peones (que cobraba desde 0,7 a 0,5 escudos el día). Había un total de 4 secciones o cuadrillas para las obras de la división exterior a la cerca con esta composición. Además, había una sección de aceras formada por un sobrestante, un capataz, 3 canteros (1,3 o 1,2 escudos) y 20 peones. AVM, Contaduría: 2-917-2. 14 Durante el sexenio se produjo una situación de pleno empleo que pronto se esfumó. En: BAHAMONDE MAGRO, A.: “El mercado de mano de obra madrileño (1850-1874)” en Estudios de Historia Social, nº 15 (1980), pps. 143-146 y 156-163. 15 Una explicación pormenorizada del proceso de jornalerización del mercado laboral madrileño acaecido durante la segunda mitad del siglo XIX en: CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid...; Los resultados desprendidos de la investigación realizada por Rubén Pallol Trigueros relativos al Ensanche Norte de Madrid sugieren que dicha jornalerización alcanzó su punto álgido en la primera mitad del siglo XX, siendo sustituida su importancia de forma paulatina por el incremento del sector servicios. PALLOL TRIGUEROS, Rubén: El Madrid Moderno. Chamberí (el Ensanche Norte), símbolo del nacimiento de una moderna capital, 18601931, Tesis Doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 2009. 16 CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid. Historia de una capital, Editorial Complutense...

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Evolución de la estructura profesional masculina del Ensanche de Madrid (1880-1905) 17 Categorías profesionales

1880

%

1905

%

Jornaleros y trabajadores sin cualificar

7.881

40,18

17.858

41,40

Artesanos, oficios y trabajo cualificado Empleados y dependientes de comercio Sin determinar / Sus labores Pequeño comercio Iglesia y Ejército Sin oficio (estudiantes, impedidos, enfermos) Servicio doméstico Profesiones liberales/Titulados Propietarios y rentistas Pensionistas, jubilados y retirados Grandes industriales

3.197 2.209 1.743 1.081 806 701 685 546 341 210 139

16,3 11,26 8,89 5,51 4,11 3,57 3,49 2,79 1,74 1,07 0,71

4.819 6.008 3.313 2.038 1.539 2.270 1.398 1.865 692 952 313

11,17 13,93 7,68 4,72 3,57 5,26 3,24 4,32 1,60 2,21 0,73

Labores agropecuarias

72

0,37

71

0,16

[CARBALLO BARRAL, Borja, PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando. Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, años de 1878, 1880 y 1905.]

El vuelco de la economía madrileña hacia la construcción, la enorme presión ejercida por las masas jornaleras, el aumento de la competencia de productos elaborados fuera de la ciudad y traídos cada vez más baratos gracias al ferrocarril, y la apertura de modestas fábricas y talleres en la capital (Soldevilla, Sandford, Meneses, Bonaplata, etc.), esquilmaron parte de la autonomía que los trabajadores cualificados y artesanos de la ciudad habían atesorado hasta entonces, de ahí que su peso en la estructura profesional del Ensanche descendiera un 5% en estos años18. La única sombra estable sobre la que se cobijaban se encontraba en el sector de la construcción, en los talleres y fábricas estatales como la Casa de la Moneda o la Fábrica de Tapices, en la demanda derivada del ferrocarril y en pequeñas fábricas como las platerías de Leoncio Meneses Meneses y Luis Espuñes19. 17

La clasificación socioprofesional utilizada para analizar la evolución social madrileña no es una creación original del autor. Ha sido elaborada en consenso por los miembros del grupo de investigación UCM Historia de Madrid en la edad contemporánea que dirige el profesor Luis Enrique Otero Carvajal. 18 La evolución de los principales oficios de los trabajadores cualificados del Ensanche de Madrid entre 1880 y 1905 en: PALLOL TRIGUEROS, Rubén; VICENTE ALBARRÁN, Fernando y CARBALLO BARRAL, Borja: “Jornaleros, criadas, artesanos, obreros y trabajadores de cuello blanco: la formación del mercado de trabajo de la ciudad de Madrid en la Restauración”, Coloquio sobre la Modernización Urbana en la España Contemporánea, Cádiz, 2009. 19 Para un acercamiento al mundo de los trabajadores de la construcción en el Madrid de la Restauración DÍEZ DE BALDEÓN, Clementina: Arquitectura y clases sociales en el Madrid del siglo XIX, Madrid, Siglo XXI, 1986, SÁNCHEZ PÉREZ, F.: La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923. Madrid, Cinca, 2005.

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TRABAJADORES CUALIFICADOS DE LA PLATERÍA MENESES RESIDENTES EN EL ENSANCHE ESTE (1905) Nombre

Edad

Puesto

Sueldo

Nombre

Edad

Puesto

Sueldo

Venancio Barbadillo Sagrado

62

platero

No indica

Veneredo Calahorra Nieto

16

broncista

2 ptas. día

Luis Pueyo Campos

23

metalúrgico No indica

Francisco Sánchez Gómez

27

broncista

2,50 ptas. día

Aniceto Pueyo Pérez

47

metalúrgico No indica

Mateo Marín Gómez

17

broncista

No indica

Felipe Peña Martí

38

grabador

No indica

Isidoro Marín Gómez

20

broncista

No indica

Vicente Calahorra Díaz

46

fundidor

7 ptas. día

Julián Marín Larrosa

53

broncista

No indica

Ángel Calahorra Nieto

21

fundidor

4 ptas. día

José Ruiz Lozano

15

broncista

7 ptas. día

Zacarías Laguna Pascual

34

estampador 4 ptas. día Francisco Montesinos López

15

broncista

No indica

Pedro Salvador Martínez Ramón Castellanos Lorena

50 55

dorador cincelador

35 32

broncista broncista

3,50 ptas. día No indica

No indica No indica

Higinio Olivas Godoy Bonifacio Hernández Gil

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

Gran parte del artesanado madrileño se vio sometido a los nuevos tiempos, en que los horarios quedaban marcados, los talleres reducidos a la distribución y a la realización de remiendos o pequeños encargos y sus trabajadores obligados a realizar otras labores complementarias para subsistir20. Sin embargo, los aires de cambio que dejaron atrás la ciudad de tipo preindustrial con la que la Villa y Corte saludó el comienzo del siglo XIX no trajeron sólo oleadas de inmigrantes, la jornalerización del mercado laboral madrileño y la corrosión del trabajo cualificado21.

Aires modernos: el Ensanche Este y su especificidad dentro del mercado de trabajo de Madrid. La construcción del Estado liberal también trajo a Madrid aires más modernos que los anteriormente citados. A la altura de 1905, el segmento laboral de los empleados y dependientes de comercio (cerca de un 14%) ya había rebasado la preeminencia del 20

Valga como ejemplo el testimonio de Largo Carballero quien, a pesar de ser estuquista, tuvo que dedicarse como jornalero al acondicionamiento de los caminos de las afueras de Madrid. LARGO CABALLERO, Francisco: Mis recuerdos. Cartas a un amigo, México D.F., Ediciones Unidas, 1976. Un perfil profesional de Largo Caballero en el Madrid de finales de siglo en CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: El Ensanche de Madrid... 21 En esta comunicación se ha optado por no tener en cuenta la estructura profesional femenina del Ensanche de Madrid debido a su escaso reflejo de la realidad fruto del endémico subregistro del trabajo asalariado femenino en las estadísticas de la época. De hecho, algo más del 70% de las mujeres mayores de 15 años del Ensanche rellenaron el padrón municipal dejando esta casilla vacía o con fórmulas del tipo “sus labores” o “su sexo”. La única profesión que no sufre tal ocultación del trabajo femenino es el servicio doméstico, que ocupaba a más del 17%. La estructura profesional femenina del Ensanche de Madrid en: PALLOL TRIGUEROS, Rubén, VICENTE ALBARRÁN, Fernando y CARBALLO BARRAL, Borja: “Jornaleros, criadas, artesanos, obreros y trabajadores de cuello blanco...

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artesanado y los trabajadores cualificados en el Ensanche de Madrid (poco más de un 11%). La sociedad industrial y el Estado contemporáneo generaron una red de centros urbanos encabezadas por las capitales, que articularon los espacios económicos nacionales, sirvieron de nudo de comunicaciones, acogieron el sector servicios tanto público como privado y aglutinaron las funciones de centro de toma de las decisiones. La City londinense fue el acompañante imprescindible de las fábricas de Manchester; París, de las cuencas mineras del noreste francés; Berlín, de las regiones industriales del Sarre y del Ruhr; y Madrid, de las industriales Barcelona y Bilbao22. Madrid era un gran foco de demanda de productos alimenticios, materiales de construcción, bienes manufacturados y materias primas. De ahí que los destinos de Madrid y las zonas más industrializadas del país como Cataluña o el País Vasco estuvieran ligados, toda vez que la primera era un mercado suculento donde colocar la producción de las segundas. De esta forma, Madrid empezó a edificar durante la segunda mitad del siglo XIX los cimientos de la metrópoli en la que se convertiría en el primer tercio del siglo siguiente. Gracias a su condición política de capital, Madrid se erigió en centro redistribuidor de recursos23

y personas

a escala nacional24, en nudo de

comunicaciones25, en sede de las principales sociedades mercantiles y financieras del país26 y en aglutinante de la maquinaria burocrática del Estado. Dichos procesos transformaron la fisonomía y el tejido productivo de la ciudad durante el primer tercio del siglo XX, si bien su influencia ya se hacía notar en el cambio de siglo. Uno de los espacios de la capital donde más rápido y con mayor vigor resoplaron esos aires de modernidad fue en su Ensanche Este.

22

CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: “Madrid a las puertas de la Modernidad”, IX Congreso de la AHC, Murcia, 2008. 23 GÓMEZ MENDOZA, A.: “Ferrocarril, abastecimientos y mercado nacional: Madrid, 1875-1931”, en BAHAMONDE MAGRO, A. y OTERO CARVAJAL, L. E. (Eds.): La sociedad madrileña durante la Restauración (1876-1931)..., Vol. 1, pps. 351-375. 24 Para un análisis de las relaciones migratorias y laborales entre Madrid y Guadalajara consultar: CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén; SAN ANDRÉS CORRAL, Javier y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: “Madrid y su hinterland: redes sociales, capital humano y modernización urbana (1860-1905)” “Al calor del moderno Madrid. La capital y su hinterland, hacia la recomposición de la red urbana del interior (1860-1885)”, Coloquio sobre la Modernización Urbana en la España Contemporánea, 2009. 25 Otero Carvajal, Luís Enrique: “Las telecomunicaciones en la España contemporánea, 1885-2000”, Cuadernos de Historia Contemporánea, 29 (2007) pp. 119-152. 26 En: GARCÍA DELGADO, J. L. y CARRERA TROYANO, M.: “Madrid, capital económica” en GERMÁN, L., LLOPIS, E., MALUQUER, J. y ZAPATA, S. (Eds.) Hª Económica regional de España. Siglos XIX y XX, Crítica, Barcelona, 2001, pps. 209-237.

9

A medida que los márgenes de la ciudad se dilataron, se fue colmatando el fenómeno de la segregación socioeconómica del Ensanche27. Así, a la altura de 1905 el Ensanche Este de Madrid, dada su privilegiada ubicación y el carácter específicamente burgués de gran parte de sus barriadas, atrajo instituciones estatales, embajadas, casas de comercio, sedes de entidades financieras y una buena parte de la nueva notabilidad madrileña compuesta de altos cargos de la Administración y del Ejército, profesionales liberales, grandes industriales y empleados de alta cualificación28. Por ello, su específica estructura profesional nos deja entrever de forma palpable hacia dónde se encaminaba el horizonte económico de la capital de las primeras décadas del siglo XX29. 45,00

41,40

40,00

Similitudes y diferencias en la estructura profesional del Ensanche Este (1905)

35,00 30,00

Ensanche Este

27,10

Total Ensanche

25,00 20,00

17,24

15,00 10,00

13,93

11,17

8,03

7,44

4,32

5,00

4,22 2,35

0,00

Jornaleros/Trabajadores Artesanos, oficios y sin cualificar trabajo cualificado

Empleados y dependientes de comercio

Profesiones liberales/Titulados

Propietarios y grandes industriales

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905. En las columnas relativas al total del Ensanche se incluyen los datos cedidos por Fernando Vicente Albarrán y Rubén Pallol Trigueros pertenecientes al Ensanche Sur y Norte respectivamente.]

Si bien los rasgos generales seguían la misma tónica (un predominio claro de la figura del jornalero, la caída del peso del artesanado y el ascenso del sector servicios), 27

VICENTE ALBARRÁN, F., CARBALLO BARRAL, B. y PALLOL TRIGUEROS, R.: “Entre palacetes y corralas. Procesos de segregación socioespacial en el nuevo Madrid (1860-1905)”, IX Congreso de la AHC, Murcia, 2008. 28 Para conocer al detalle el grado de segregación socioeconómica del Ensanche de Madrid y la dispar estructura profesional de los barrios que lo componen consultar: VICENTE ALBARRÁN, Fernando; CARBALLO BARRAL, Borja y PALLOL TRIGUEROS, Rubén: “Luces y sombras en la gran ciudad”, Coloquio sobre la Modernización Urbana en la España Contemporánea, 2009. 29 La tesis de que la estructura profesional del Ensanche Este ofrece rasgos más modernos en relación a las otras dos zonas de Ensanche parece confirmada por la investigación llevada a cabo por Rubén Pallol Trigueros en el Ensanche Norte y que llega hasta 1930. PALLOL TRIGUEROS, Rubén: El Madrid Moderno. Chamberí (el Ensanche Norte), símbolo del nacimiento de una moderna capital, 1860-1931, Tesis Doctoral inédita, Madrid, Universidad Complutense, 2009.

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las piezas no encajaban a la perfección. La centralización administrativa liberal generó centenares de empleos públicos repartidos entre los distintos tribunales, ministerios, instituciones estatales, direcciones generales y secretarías del Ayuntamiento, el Gobierno o la Diputación. En el Ensanche Este la preponderancia del Estado se hizo notar con fuerza desde los primeros compases de su desarrollo. En él se encontraban, entre otros, el Instituto Geográfico, la Biblioteca Nacional, la Casa de la Moneda, la Real Fábrica de Tapices, el Observatorio Astronómico, el Ministerio de Fomento (ahora de Agricultura), el Museo del Prado, la Escuela de ingenieros de Caminos o los hospitales del Niño Jesús y de San Juan de Dios. El sector público, de la mano de iniciativas privadas como la del marqués de Salamanca30, fue uno de los mayores adalides del crecimiento de Madrid por su limes oriental. Evolución de los empleados residentes en el Ensanche Este por sectores (1880-1905) 40,00

1878

33,71

35,00 30,00

25,44

25,31

25,00

21,40 15,11

13,25

15,00 10,00

20,41

18,26

20,00

1905

8,92

7,26

5,00

6,54

4,39

0,00

Sector privado

Servicios públicos

Transportes y comunicaciones

Guardias, porteros y jardineros

Comercio

Sin especificar, cesantes y meritorios

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

Las propias características urbanísticas del Ensanche Este y su especial ubicación en la ciudad también influyeron en otros ámbitos de la oferta laboral del sector servicios. Los inmigrantes más afortunados consiguieron empleos en el Ensanche Este como porteros en los barrios burgueses, cuidando los jardines del Retiro o como guardias de seguridad en las numerosas obras en construcción (sólo el 10% de las personas empleadas en esta categoría habían nacido en la capital). Empleos caracterizados por una baja remuneración sí, pero estables, una seguridad que era recibida con los brazos abiertos en una época donde la mayor preocupación del jornalero era buscar trabajo día sí y otro también. Uno de estos afortunados fue 30

MÁS HERNÁNDEZ, R.: “La actividad inmobiliaria del Marqués de Salamanca en Madrid (18621875)”, Ciudad y Territorio, nº 3, Instituto Estadístico de Admón. Local, Madrid, 1978, págs. 47-70

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Gregorio Flores García, de 40 años, quien en compañía de su esposa Martina Antón Canfranc, de 36 años, y procedentes del partido judicial de Molina en la provincia de Guadalajara, arribaron a la capital en febrero de 1905. En la fecha en que rellenaron el padrón municipal, esta pareja residía en la portería del número 14 de la calle Lista, en el barrio de Salamanca, trabajo por el que Gregorio percibía 2,5 pesetas diarias además de ahorrarse un alquiler. Era una magnífica oportunidad para unos recién llegados como ellos ya que la portería era un trabajo relativamente estable que podía ser cubierto por la propia Martina mientras que Gregorio podía intentar ganar otros emolumentos extra ora como jornalero ora como recadero31. Por otro lado, la pionera puesta en comunicación del barrio de Salamanca con el centro de la capital mediante el tranvía32, y sobre todo, la cercanía a la estación ferroviaria de Atocha, recientemente reformada por Antonio Palacios y convertida en una de las mayores estaciones de Europa33, consolidaron un sólido núcleo de oferta laboral en torno a los transportes y las comunicaciones. Aunque el impacto del ferrocarril en el mercado laboral del Ensanche Este no llegó en ningún caso al volumen y extensión con el que lo hizo en el sector meridional34, lo cierto es que a la altura de 1905 su influencia era más que notoria con cerca de 400 trabajadores directos sólo en el Ensanche oriental de la ciudad. Mozos de estación, conductores de tren, cobradores del tranvía, oficinistas, carpinteros, ingenieros, interventores estatales y mecánicos. Todos ellos tenían cabida en uno de los motores económicos más sólidos de la ciudad. Las dependencias, talleres y oficinas de las distintas empresas ferroviarias del país (MZA, NORTE, MCP, etc.), además de la estación Atocha y secundarias (Arganda, Imperial, Delicias), demandaban un amplio abanico de trabajadores de distinto rango y cualificación35. De esta forma, el joven Francisco Galán Soria, hijo de 21 años de un anciano portero viudo y que 31

Los datos sobre la vida y ocupación de Gregorio y Martina proceden del padrón municipal del Ensanche Este de Madrid de 1905, Archivo de Villa de Madrid, sección de Estadística. 32 El marqués de Salamanca creó en 1871 con ayuda de capital británico, el primer tranvía de Madrid, que unía el Barrio de Salamanca con el de Pozas a través de la Puerta del Sol. 33 AGUILAR, Inmaculada; NAVASCUÉS PALACIO, Pedro, y HUMANES BUSTAMANTE, Alberto: las estaciones ferroviarias de Madrid. Su arquitectura e incidencia en el desarrollo de la ciudad. Colegio Oficial de Arquitectos, Madrid, 1980. 34 VICENTE ALBARRÁN, Fernando: “Los barrios de hierro en la gran capital: trabajadores del ferrocarril y espacio urbano en los padrones municipales de Madrid (1860-1905), IX Jornadas de CastillaLa Mancha sobre investigación en archivos, El trabajo y la memoria obrera, Guadalajara, 2009. 35 Los trabajadores asociados al ferrocarril y al tranvía residentes en el Ensanche Este tenían la siguiente cualificación: el 52% eran empleados, el 29% jornaleros, el 9% profesionales liberales y el 7% artesanos.

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declaraba ser mozo de estación; el herrero Juan Antonio Romero Fernández, natural de Chinchilla (Albacete) y ganador de un jornal de 5 pesetas; Diego Tinant López, nacido en Almodóvar (Cuenca), oficinista en los alrededores de Atocha a cambio de un sueldo anual nada desdeñable de 2.375 pesetas; y el ingeniero de caminos madrileño Ramón Peironcely Elósegui, cuyo salario anual alcanzaba la astronómica cifra de las 22.000 pesetas, tenían algo en común: el dinero con el que pagaban su comida, su alojamiento, su ropa, etc. procedía de la misma mano: la compañía de ferrocarril MZA. Seguramente no se conocían de nada, pero formaban parte del mismo entramado económico y de la misma empresa36. Distribución de los trabajadores residentes en el Ensanche Este en 1905 asociados al ferrocarril y al tranvía 6

Compañía M.C.P.

15

Vinculados al Estado Compañía Electrica Madrileña de Tracción

18

Ferrocarriles del Norte

20 29

Sin especificar

45

Otras compañías ferroviarias

54

Estación de Atocha y otras

73

Tranvías de Madrid

126

Compañía M.Z.A. 0

20

40

60

80

100

120

140

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

Llegados a este punto es necesario recapitular. El sector servicios del Ensanche Este de Madrid se caracterizaba, a la altura de 1905, por tener una fuerte presencia del Estado, del ferrocarril y los transportes urbanos, y de un heterogéneo conjunto de guardias de seguridad y auxiliares (porteros, ordenanzas y jardineros). Sin embargo, la evolución sufrida en el sector servicios desde 1880 nos hace indispensable remarcar el ascenso de otras dos categorías en detrimento de las anteriores: una ligada al comercio y la otra al despertar del sector privado. El espectacular boom del dependiente de comercio en el Ensanche Este durante el cambio de siglo fue la consecuencia lógica de la integración efectiva de dicha ampliación urbana al casco histórico de la capital. El que las nuevas calles fueran allanadas y adoquinadas y sus respectivas manzanas 36

Los datos sobre la vida y ocupación de estos trabajadores se han obtenido del padrón municipal del Ensanche Este de Madrid de 1905, Archivo de Villa de Madrid, sección de Estadística.

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erigidas y pobladas no significaba ipso facto el desembarco de la comercialización. Las tiendas de comer, beber y arder (carnicerías, estancos, carbonerías, ultramarinos, vaquerías, etc.) fueron las primeras que hicieron su acto de presencia en el Ensanche Este y las únicas presentes a la altura de 1878, siguiendo la demanda generada por los nuevos inquilinos de la capital. Sin embargo, a principios del siglo XX, el comercio madrileño ya había extendido sus tentáculos por el Ensanche y su representación en sus calles y avenidas era cada vez más abundante y heterogénea37. Con todo, una buena parte del magno incremento porcentual del número de empleados en el comercio fue consecuencia del efecto estadístico producido por el desfase mencionado entre el ritmo de crecimiento demográfico y el comercio. La figura del dependiente de comercio todavía se asemejaba al del sirviente u hortera del siglo XIX, protagonizado por jóvenes varones inmigrantes (cerca del 80% de los dependientes de comercio del Ensanche Este lo eran) recién llegados a la capital (más de la mitad no llevaban ni un lustro en la ciudad) y que residían en la misma tienda o en el domicilio del dueño. Distribución de los dependientes de comercio del Ensanche Este según su lugar de trabajo (1905) tiendas de ultramarinos

116

vaquerías

28

sin datos

93

carnicerías

25

Tiendas fuera de la lógica de comer, beber y arder

91

panaderías y reparto de pan

14

tiendas sin especificar

58

cafés y confiterías

13

tiendas de comestibles

52

despachos de leche

12

tiendas de sedas y tejidos

35

carbonerías

10

tiendas de vinos y tabernas

34

Total dependientes de comercio

581

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

Sus labores solían reducirse a la limpieza y ordenación del establecimiento y al despacho de los clientes a cambio de un catre donde dormir, ropa, comida caliente, un reducido jornal y la esperanza de aprender el oficio de comerciante para desempeñarlo en el futuro. Estas condiciones fueron reflejadas magníficamente por Arturo Barea en La forja cuando su madre apalabra con un comerciante de bisutería la adopción de su hijo como mozo de tienda, el cual pone las condiciones: “Trabajar hay que trabajar, pero el chico comerá como un príncipe... Tendrá la comida, ropa limpia y la cama. 37

NIELFA CRISTÓBAL, Gloria: Los sectores mercantiles en Madrid en el primer tercio del siglo XX, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1985.

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Diez pesetas al mes y las propinas”38. Todavía era un mercado de trabajo que se movía a través de los contactos directos entre conocidos, vecinos, paisanos y familiares. El comerciante aún prefería colocar a una persona de relativa confianza en un puesto en el que el dinero de la caja quedaba muy a mano que a un completo desconocido. Pero el principal foco de atención debe recaer en otro ámbito. El auténtico factor de transformación que el recién estrenado siglo XX trajo al sector servicios de Madrid en general y al del Ensanche Este en particular, fue el aumento ininterrumpido de un sector privado formado cada vez más por grandes sociedades nacionales y extranjeras, compañías que disfrutaban de algún monopolio concedido por el Estado, empresas asociadas a nuevos vectores productivos como el suministro de energía o los transportes, entidades de crédito y seguros y sociedades financieras de ámbito regional, nacional e internacional. El desastre del 98, tan negativo para las conciencias españolas, generó sin embargo una ola de crecimiento económico sin parangón en España fruto de la repatriación masiva de capitales españoles procedentes no sólo de Cuba y Puerto Rico, sino de todos los países americanos con pasado colonial español39. Tan formidable volumen de recursos financieros invertidos de nuevo en el país (equivalió a algo más de un cuarto de la renta nacional anual) hizo surgir la gran empresa moderna en España. Y, como no podía ser de otro modo en un Estado centralizado cuya capital aglutinaba el poder político y el control del sector financiero nacional, albergaba el Banco de España, la Bolsa, y era el epicentro del entramado de telecomunicaciones del país, estas empresas y sociedades de nuevo cuño ubicaron sus sedes centrales en Madrid como abejas van a la miel, y cuando no, se aseguraban de tener una importante legación que defendiera sus intereses ante el Estado y ante terceros. De esta forma hallamos empleados en el Ensanche Este que trabajaban para empresas como Unión Española de Explosivos, la Sociedad General Azucarera de España, la Compañía Arrendataria de Tabacos, la Sociedad Hidráulica Santillana o la Unión Resinera Española. A su vez, los primeros años del siglo XX se convirtieron en uno de los momentos estelares de la historia bancaria española, siendo el germen de gran parte de

38

BAREA, Arturo: La forja, Capítulo 1. CARRERAS, Albert y TAFUNELL, Xavier: Historia económica de la España Contemporánea, Crítica, Barcelona, 2007, pps. 200-208. 39

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la banca contemporánea del país40. En semejante tablero financiero, la pieza de Madrid se convirtió en primordial desde que se fundara el Banco de España y, sobre todo, desde que éste obtuviera la concesión del monopolio de emisión de billetes en 1874 e iniciara la senda hacia su consolidación como Banco central del Estado41. El papel financiero de Madrid dentro del conjunto de España subió como la espuma durante las primeras décadas del siglo XX, convirtiéndose en la capital del capital español42. A unos escasos centenares de metros se encontraban el Ministerio de Hacienda, el Banco de España y la Bolsa de comercio de Madrid, un triángulo financiero que ya en 1905 empezaba a captar adeptos a su alrededor.

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

El Ensanche Este, cercano al mencionado triángulo financiero de la capital, albergaba a numerosos empleados, profesiones liberales, agentes de bolsa y banqueros asociados al sector bancario. Agencias de bolsa como la situada en un entresuelo de la calle Alcalá nº 59 regentada por Restituto de la Torre Fernández, empleados de casas de banca como las de Aldama, Bauer, Benard, G. Rolland o García Calamarte, de entidades 40

GARCÍA DELGADO, J. L.: La modernización económica en la España de Alfonso XIII, España Calpe, Madrid, 2002. 41 TORTELLA, Gabriel: “El Banco de España entre 1829 y 1929. La formación de un Banco Central, en VV. AA.: El Banco de España. Una historia económica, Ariel-Banco de España, Barcelona, 1970. 42 SANZ GARCÍA, J. Mª: Madrid, ¿Capital del capital español?: contribución a la geografía urbana y a las funciones geoeconómicas de la Villa y Corte, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1975.

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de ahorro como el Monte Pío y de Piedad y de bancos de talla regional, nacional e internacional como el Urquijo, el Español de Crédito, el Hipotecario, el Hispano Americano, el Crédit Lyonnais, el Espíritu Santo y el Río de la Plata, además del omnipresente Banco de España. A principios del siglo XX, el mercado laboral madrileño sufría la fase más aguda del proceso de jornalerización y corrosión del artesanado iniciado en la segunda mitad del siglo anterior. Sin embargo, vientos modernos resoplaban en lontananza. Ya hemos visto cómo el sector servicios escalaba posiciones dentro de la estructura socioprofesional del Ensanche Este de Madrid apoyado en la oferta laboral el ferrocarril, la administración del Estado y el ámbito bancario generaban. Aquel poblachón manchego de la primera mitad del siglo XIX, que había entrado en la pubertad gracias a la unción recibida como capital del Estado liberal, ganaría su mayoría de edad durante las dos décadas siguientes hasta convertirse en una moderna metrópoli europea en tiempos de la Segunda República43. Una parte de la población madrileña se adentraba en la sociedad de consumos, para cuyo despegue fue imprescindible la existencia de un segmento social amplio cuyos ingresos fueran estables y lo suficientemente holgados para que una parte de éstos se dedicaran a la compra de servicios y bienes de consumo o al disfrute de las nuevas formas de ocio urbano. La terciarización del mercado laboral madrileño (en 1905 era la segunda categoría con más trabajadores del Ensanche de la capital sólo por detrás de los jornaleros) generalizó el uso del salario anual, fomentó la estabilidad económica de una clase media en expansión y convirtió a Madrid en un suculento mercado en el que distribuir mercancías y servicios con una cierta posibilidad de éxito. No obstante, el auge de la categoría laboral de los empleados no fue el elemento diferencial de la estructura profesional de esta zona en relación con el resto del Ensanche. Ese honor lo ostenta la etiqueta de los profesionales liberales y titulados, quienes representaban al 8% de los varones mayores de 15 años residentes en el Ensanche Este (algo más del 10% en el caso de contar sólo los cabezas de familia), casi el doble que la media del Ensanche de la capital (4,34%). 43

Un somero análisis sobre cómo se produjo dicha transformación en: RODRÍGUEZ MARTÍN, Nuria; CARBALLO BARRAL, Borja; PALLOL TRIGUEROS, Rubén y VICENTE ALBARRÁN, Fernando: De aduar marroquí a metrópoli europea: Madrid entre dos siglos: 1860-1936. Coloquio sobre la Modernización Urbana en la España Contemporánea, 2009.

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[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

La colmatación y posterior desarrollo del corpus legislativo liberal y el proceso de modernización acometido en los transportes y comunicaciones a escala nacional coparon la demanda, tanto de índole estatal como privada, de profesionales de la abogacía, magistrados, procuradores, fiscales e ingenieros de todo tipo y condición (de telecomunicaciones, caminos, minas y montes, ingenieros industriales, etc.). El disponer de una titulación era una de las mejores oportunidades para subir peldaños en el escalafón social, al poseer unos abultados ingresos anuales (el sueldo medio de los profesionales liberales residentes en el Ensanche Este de Madrid era de 5.766 pesetas, más del doble de los empleados) y un prestigio público notorio. Obtener tal cualificación profesional era un fin en sí mismo, el sendero por el que llegar a disfrutar de una situación económica acomodada. Éste era el caso del gaditano Félix De Llanos Torriglia, que vivía junto a su esposa Antonia y su hijo recién nacido Luis en un principal del número 4 de la calle Goya en 1905. Félix había logrado la cuadratura del círculo al disponer, como abogado, de dos empleos: uno en el Ministerio de Hacienda por el que ganaba 4.000 pesetas, y otro en el Banco Hipotecario, por el que recibía 3.000, en total un sueldo de 7.000 pesetas que le permitía residir en una de las mejoras zonas del nuevo Madrid y tener a su cargo a una doncella, una cocinera y una nodriza. Pero para algunos, la titulación sólo era una medalla más que lucir en su esmoquin de gala. Ejemplo de ello lo encontramos en la figura de Javier Gil 18

Becerril, propietario segoviano que supo jugar bien sus cartas y convertirse en apoderado del marqués de Comillas en Madrid gracias a su enlace con Isabel Biedma44. De esta forma, a la altura de 1905, además de declarar ser propietario y senador electo por la provincia de Segovia, estaba contratado como abogado por la Compañía Transatlántica Española, fundada por Antonio López, primer marqués de Comillas, de la que recibía el sueldo más alto de todo el Ensanche Este: 36.000 pesetas anuales45.

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

Si el ámbito de la justica y la legislación estuvo dominado por un capital humano de origen preponderantemente nacional, en el caso de la modernización de las comunicaciones, los transportes y el suministro de energía se produjo una cierta tutela de los ingenieros extranjeros sobre los españoles. La alta participación en estos sectores económicos de sociedades y capital extranjero, la falta de iniciativa empresarial endógena46, la carencia española en la formación de profesionales de alta cualificación y el retraso tecnológico del país en relación a otros países europeos, propiciaron la contratación de profesionales extranjeros con experiencia para que dirigieran y 44

RODRIGO ALHARILLA, M.: "Vínculos personales, relaciones horizontales y decisiones verticales en el Grupo Empresarial Comillas", VIII Congreso de la Asociación Española de Historia Económica, Santiago de Compostela, 2005. 45 Los datos sobre la vida y ocupación de estas personas se han obtenido del padrón municipal del Ensanche Este de Madrid de 1905, Archivo de Villa de Madrid, sección de Estadística. 46 MALUQUER DE MOTES, Jordi: “Crisis y recuperación económica en la Restauración (1882-1912)”, COMÍN, Fco.; HERNÁNDEZ, Mauro y LLOPIS, Enrique (eds.): Historia económica de España. Siglos X-XX, Crítica, Barcelona, 2005, pps. 243-284.

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enseñaran a los cargos medios españoles. De ahí que, entre los ingenieros del Ensanche Este que mayor sueldo poseían en 1905, hubiera una buena representación de profesionales británicos, franceses, alemanes, belgas o rusos. Lista de los ingenieros mejor pagados residentes en el Ensanche Este en 1905 (en pesetas) Sueldo Nombre Edad Lugar de nacimiento Lugar de trabajo anual Antonio González Echarte John Frederick Allan Luis De la Peña Braña Carlos Eimes Hoeppener Ramón Peironcely Elósegui Leopold Fernand Camilo Joinard Collin Gerard Ernst Oudeken Luis James Stradera Marcelo Servet Comín

41 46 37 42 43 38 41 48 47 66

Madrid Gran Bretaña Madrid Moscú (Rusia) Madrid Nantes (Francia) Los Vosgos (Francia) Bélgica San Mamet (Francia) Valencia

30.000 Hidráulica Santillana 25.000 Productos Químicos de Huelva S.A. 25.000 Servicio de gasificación 25.000 Sociedad General Azucarera de España 22.000 Compañía de ferrocarril del MZA 20.000 Compañía madrileña de electricidad 15.000 Ferrocarriles NORTE 15.000 Sociedad General Industria y Comercio 14.000 Compañía de ferrocarril del MZA 12.500 Compañía nacional de tabacos

[Elaboración propia a partir de Archivo de Villa de Madrid (AVM), Estadística, padrón del Ensanche, año de 1905]

A la sombra de la abogacía y la ingeniería, ejes del incremento de las profesiones liberales en el mercado laboral madrileño, también emergieron otras profesiones como las relativas a la industria editorial (escritores, periodistas, publicistas y editores), la medicina (favorecida por el salto a la palestra pública de la preocupación por la higiene y la mortalidad urbana), la Ciencia (con la concentración de organismos científicos en la capital como la Universidad, la Escuela de Caminos o el Instituto Ramón y Cajal), el mundo del arte y el espectáculo (gracias al aumento del tiempo libre) o a la construcción (arquitectos, aparejadores y delineantes no daban abasto ante una ciudad que estaba en plena expansión y remodelación). A principios del siglo XX, el mercado de trabajo madrileño estaba sacudido por una profunda jornalerización de las capas populares y por la corrosión de los oficios y del artesanado. Sin embargo, en el horizonte se vislumbraban nuevos aires que transformarían la economía de la capital hasta convertirla en una moderna metrópoli europea. Esos segmentos de modernización fueron el sector servicios, en especial el sector bancario y financiero, la administración pública, el transporte urbano y el ferrocarril, y las profesiones liberales, con la abogacía y la ingeniería al frente. El Ensanche Este madrileño, dada su especial ubicación y fisonomía, fue el espacio urbano que antes percibió tales cambios. 20

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