AGUSTIN DE HOROZCO: HISTORIA DE CADIZ (1598). INTRODUCCION (2000).

Share Embed


Descripción

INTRODUCCION.

1. EL AUTOR.

En su Tesoro de la lengua castellana o española, Sebastián de Covarrubias define la "corografía", como "descripción de lugar", o bien, "narrar o señalar con la pluma algún lugar o caso acontecido". Como género literario, la corografía resulta casi inseparable de la historia de las ciudades, estando muy de moda en el siglo XVI, momento en el que se convertiría en grandes compendios geográficos de la mano de cosmógrafos y geógrafos, destacando el Libro de las grandezas y cosas memorables de España de Pedro de Medina (1548) y las Antigüedades de España de Ambrosio de Morales (1575). Pero la corografía, más orientada hacia las particularidades que hacia estas grandes summas, se adecuaba mal a la propaganda regia, y por este motivo los monarcas de la casa de Austria, con la notable excepción de Felipe II, siempre prefirieron la historia, género que se adaptaba mejor a los grandes temas de estado y que ofrecía a los príncipes un campo más amplio para demostrar la importancia de sus gestas y las de sus antepasados medievales, presentando además un aspecto moralizante del que la corografía carecía.

No obstante, el género corográfico gozó por entonces de una auténtica época dorada, no gracias al apoyo de la monarquía, sino al de ciudades y municipios cuyos gobernantes lo consideraron el medio ideal para mostrar al mundo sus propias grandezas, apareciendo así obras como la Cordoba descriptio (1485), la Oratio luculenta de laudibus Valentiae de Alonso de Proaza (Valencia, 1505), las Antigüedades de la ciudad de Salamanca de Juan Remón de Thrasmiera (1520), el Epílogo de algunas cosas dignas de memoria pertenecientes a la ilustre y muy magnífica y muy noble y muy leal ciudad de Avila de Gonzalo de Ayora (Salamanca, 1519), la Historia de Sevilla de Luis de Peraza (1536), la Historia de Valencia de Pere Antoni Beuter (1538), la Descripción del reino de Galicia de Bartolomé Molina (1550) y la Historia o descripción de la ciudad imperial de Toledo de Pedro de Alcocer (1554), obra que se convirtió en

el modelo a seguir por los posteriores cultivadores del género corográfico1.

1 KAGAN, Richard L., "La Corografía en la Castilla moderna. Género, Historia, Nación", Studia Historica, XIII, Salamanca, 1995.

Es en este contexto de historiografía local donde hay que situar la figura de Agustín de Horozco. Los contemporáneos apenas tuvieron referencias sobre su persona, siendo buena muestra de ello las parvas líneas que le dedica Nicolás Antonio en su Bibliotheca Hispana Nova, donde lo despacha como "Escalonensis Gadium Civis", enumerando acto seguido dos de sus obras, el Discurso historial de la presa que del Puerto de la Mámora hizo el Armada Real de España en el año 1614 (1615), y la Historia de la gloriosa vida y martirio de los gloriosos santos mártires Servando y Germano (1619), omitiendo, por el contrario, su Historia de la ciudad de Cádiz, que no sería impresa hasta el siglo XIX. En realidad, el único estudio serio sobre el personaje sigue siendo el que hace ya un cuarto de siglo realizara Pablo Antón Solé2, al que seguimos en estas líneas.

Nuestro hombre nace en la localidad toledana de Escalona en fecha desconocida, estando al servicio de don Diego Hurtado de Mendoza hasta el fallecimiento de éste, acaecido en Madrid en 15753. Se le ha atribuido a Hurtado de Mendoza una gran influencia en la formación intelectual de Horozco, y no es de extrañar que consultara en más de una ocasión su nutrida biblioteca, aunque desconocemos los servicios concretos prestados por el escalonense, apuntando Antón Solé sus posibles actividades como secretario, contador, administrador, o, tal vez, como escribano.

2 ANTON SOLE, Pablo, "Vida y obra del historiador y almojarife gaditano Agustín de Horozco", Archivo Hispalense, 171173, Sevilla, 1973.

3 "El muy sabio y diligente en todas letras Don Diego de Mendoza (caballero del orden de Alcántara, hijo de don Iñigo López de Mendoza, marqués de Mondéjar), en cuyo servicio me hallé algún tiempo hasta que le faltó la vida estando en la villa de Madrid, corte del rey católico Don Felipe segundo, tratando de la fundación de Sevilla en la historia que escribió de la última rebelión de los moriscos del reino de Granada" (Historia, lib. I, cap. 2). "La historia del cual levantamiento (la Guerra de Granada) escribió elegantísima, verdadera y libremente el muy sabio Don Diego de Mendoza, del cual en el primer libro queda hecho mención, en cuyo servicio me hallé cuando Dios le llevó para sí" (Historia, lib. IV, cap. 2).

Una vez fallecido su mentor, se instala en Cádiz allá por el año de 1578, adquiriendo un oficio de almojarife o recaudador de la Aduana, cargo que le permitiría obtener un buen conocimiento de la situación económica y hacendística de la ciudad. Su empleo oficial lo compagina con su participación en la vida local (siendo muestra de ello sus relaciones con las monjas de Nuestra Señora de la Candelaria)4 y con sus inquietudes históricas, teniendo escrita ya hacia 1590 la primera redacción de la historia de Cádiz5, habiendo dispuesto de tiempo suficiente para recorrer toda la isla gaditana y examinar los documentos existentes en sus archivos. Se ausenta de la urbe en 1590 y, aunque volvería a la ciudad en 1594, su regreso debió ser por poco tiempo, ya que no estaba presente en el saqueo de 1596. Dos años más tarde termina la segunda redacción de la historia de Cádiz6.

En 1601 contrae matrimonio con doña María de Ribera, hija de Marcos de Ribera y doña Beatriz de Acevedo, enlace que debió procurarle descendencia, por cuanto en el libro sexto de la segunda redacción de la historia de Cádiz, que versa sobre los pueblos comarcanos, nos habla de la recuperación milagrosa de un hijo suyo de tres años, aquejado de calenturas, gracias a la intercesión de Nuestra Señora de Barrameda, sita en el convento de San Jerónimo de Sanlúcar. Su trayectoria profesional conoce un discreto progreso, por cuanto en 1614 Esteban de Bivero renunciaba a favor de Horozco de su oficio de escribano público del cabildo gaditano, y éste a su vez lo hacía en 1616 en la persona de Luis Díaz. El 3 de marzo del mismo año don Luis de Soto y Avilés propuso al cabildo la entrega a Horozco del oficio de escribano de la aduana, dejado por Luis Díaz al comprar éste la escribanía de Luis de Bivero, lo que fue aceptado por el cuerpo capitular, actuando de este modo Horozco en Sevilla en calidad de comisionado para asuntos aduaneros.

4

Vid. Historia, lib. V, cap. 10.

Publicado como Documentos inéditos para la historia de Cadiz, vol. 1. Relación de manuscritos referentes a Cádiz existentes en el Museo Británico-Londres. Discurso de la fundación y antiguedades de Cádiz por Agustín de Horozco, Cádiz, Salvador Repeto, 1929. Citado en adelante como Discurso. 5

Publicada como Historia de la ciudad de Cádiz compuesta por Agustín de Horozco, Cádiz, Imprenta de don Manuel Bosch, 1845. Citada en adelante como Historia. 6

Estos cambios de empleo no le impidieron una cierta actividad literaria: en 1615 el impresor madrileño Miguel Serrano de Vargas publicaba el Discurso Historial de la Presa que del puerto de la Mamora hizo el armada real de España en el año 1614, reimpreso por Adolfo de Castro en el volumen 36 de la Biblioteca de Autores Españoles. Al año siguiente presentaba al cabildo un memorial proponiendo la colocación de las imágenes de los santos Servando y Germán en las casas capitulares, convenciendo al regidor Francisco de Lamadrid para que los propusiera en 1617 como patronos de la ciudad, publicándose dos años más tarde por el impresor Juan de Borja la Historia de la Vida y Martirio de los gloriosos santos Servando y Germano patronos de la ciudad de cadiz, que sería reimpresa, también por Adolfo de Castro, en el siglo pasado. Esta será la última aparición localizada hasta el momento de Agustín de Horozco, que debió fallecer por los años de 1620.

2. GESTACION, CONTENIDO Y FUENTES.

Agustín de Horozco redactó al menos por dos veces su historia de Cádiz. Ya en 1591 había concluido una primera redacción, que, al quedar inédita, posibilitó que el autor siguiera acumulando materiales y noticias, que tras el saqueo de 1596 se hicieron más preciosas por la pérdida casi total de los archivos gaditanos, lo que le animaría probablemente a escribir una segunda y definitiva redacción de la Historia de la ciudad de Cádiz, más extensa que la anterior y enriquecida con la inclusión, al pie de la letra, de los privilegios, documentos y bulas que pudo recopilar antes del asalto inglés.

La versión de 1591 se titula Discurso de la fundación y antigüedades de Cadiz. Consta de 205 folios numerados, de ellos 194 de texto, en letra itálica, y comprende tres libros y un apéndice titulado Edificios públicos hechos y aumentados en Cádiz desde el año 1590 hasta el de 1594. El manuscrito se encuentra en el Museo Británico, y fue publicado en 1929 en la Imprenta de Salvador Repeto como tomo primero de los Documentos inéditos para la historia de Cádiz. Está muy relacionado, en opinión de Antón Solé, con un Compendio de la antigÜedad y población y primeros moradores de la Isla y ciudad de Cádiz fechado en 1589 y publicado por Alvaro Picardo en 1956, por cuanto esta obra presenta capítulos idénticos a la de Horozco.

De 1598 es la versión definitiva, la Historia de la ciudad de Cádiz, manuscrito de 264 hojas que se encuentra en la Biblioteca Municipal gaditana y que fue publicada en Cádiz en 1845. Está dividida en 6 libros, dedicado el primero a una descripción del sitio y forma de la isla de Cádiz, y sus primeros pobladores hasta los fenicios; el segundo a los cartagineses y romanos; el tercero a la época medieval, la invasión musulmana, su reconquista y repoblación, y el dominio de la casa de Arcos; el cuarto hace una sinopsis de la situación actual de la urbe (gobierno, hacienda, comercio, monumentos, Inquisición); el quinto se dedica al estado eclesiástico, catedral, conventos, hospitales, cofradías y ermitas; y el sexto a las villas, ciudades y ruinas que en la época antigua pertenecieron al conventus gaditanus. El proceso de confección de la obra es descrito así por Antón Solé7:

"Agustín de Horozco se instaló en Cádiz aproximadamente por el año 1578. Vivió -lo relata con muchos detalles y colorido- el ataque de Drake a Cádiz de 1587 y la defensa consiguiente...fue aquel suceso tan notorio y famoso en toda España, que sintió deseos de narrarlo. Para completar su relato estudió la geografía gaditana y las antiguas historias que traen referencias sobre la isla y ciudad de Cádiz. Así, pues, compuso una obra...con un tercio aproximadamente de su contenido dedicado a las relaciones con Inglaterra, ataques de Drake, armada invencible, y gestiones y providencias para dotar a la ciudad de defensas, murallas y guarnición militar suficientes y eficaces, en gran parte promovidas por el obispo don Antonio de Zapata...tiene tiempo, desde el momento de su ausencia de Cádiz en mayo de 1590 hasta su vuelta en agosto de 1594, de madurar en su oficio de escritor e historiador, corrigiendo su estilo, limando expresiones y suprimiendo formulismos innecesarios. Enmienda su historia, aunque no en lo esencial, distribuye mejor las partes, con más lógica. Se produce un traslado de noticias de un capítulo a otro. Comprende con la perspectiva del tiempo pasado que debe sacrificar la 2ª parte, relativa a los ataques ingleses, al título inicial de historia local, y lo que en la intención primera ha sido relleno se va convirtiendo en el contenido principal. Cuando vuelve a la ciudad en 1594, añade a la obra un apéndice sobre los edificios públicos. Todavía, sin embargo, es relativamente grande el número de páginas dedicadas al inglés, a las fortificaciones. A finales del siglo, en la redacción definitiva, prescindirá por completo de estos temas que se han convertido en vitandos, ya que la conducta de muchos, empezando por la del corregidor Girón, no era para airearla, cuando todavía estaba fresca en la memoria de todos la falta de cabeza y el poco ánimo reinantes ante el ataque y saqueo del conde de Essex en 1596"8. 7

ANTON SOLE, Pablo, op. cit., pp. 84-85.

8 No obstante, en la Historia, lib. II, cap. 5, manifiesta su intención de tratar "en lo último de esta historia, cuando se haya dicho la pérdida de esta ciudad". El momento no era el más adecuado para la narración de tan bochornoso suceso, como testimonia la negativa del cabildo a la publicación de la obra de Pedro de Abreu sobre el saqueo inglés, por lo que no resulta extraño que Horozco desistiera de su primera intención.

Horozco ofreció su historia al cabildo de la ciudad para su impresión, pero la dificultad de los tiempos provocó que quedara inédita, a lo que debió contribuir además la modestia del autor, que en algún momento se refiere a la "historia que de esta ciudad tengo desde entonces (1589) escrita, dejada al rincón y al olvido, después que ha salido a luz la de sus grandezas y antigüedades, que con tantas y conocidas ventajas, mucho estudio de muchas letras, grande erudición y estilo hizo Juan Bautista Suárez de Salazar"9. Pero su carácter inédito no impediría que otros autores posteriores como Fray Jerónimo de la Concepción la utilizaran, indicando nuestro carmelita, en cierta ocasión, "ser falso lo que Agustín de Horozco, criado de Felipe II y hombre de buenas noticias, dejó advertido en sus manuscritos acerca de esta ciudad"10.

Aunque Horozco aprovechara algunos materiales de la versión de 1591 para la redacción definitiva de 1598 (muchos pasajes son prácticamente idénticos), las divergencias entre ambas son bastante sustanciales. La primera ofrece tres núcleos claramente diferenciados: la historia pasada de la ciudad (parte I), su estado actual (parte II y capítulos 1 y 2 de la III) y los acontecimientos más recientes (parte III, capítulo 3, destacando su detallada descripción del ataque inglés de 1587, y las medidas tomadas posteriormente en orden a la mejor fortificación de la ciudad), omitidos estos últimos por completo en la versión de 1598. Pero esta omisión no es la única diferencia existente entre ambas redacciones.

Varía, ante todo, el espacio ocupado por los primeros siglos de existencia de la urbe gaditana. La versión de 1591 dedica toda su primera parte a los orígenes de la ciudad, la estancia de los fenicios, sus conflictos con los nativos, la llegada de los cartagineses, la época romana y la dominación goda y musulmana, pero la desproporción en el tratamiento de estos asuntos es notoria, por cuanto, de sus 9 capítulos, siete están dedicados al Cádiz prerromano, el octavo a la época romana, y el noveno a la estancia de godos y musulmanes. La versión de 1598, por el contrario, es mucho más equilibrada: el libro primero versa sobre los primeros pobladores de la ciudad, la llegada de los fenicios y sus conflictos con los eritreos; el segundo está dedicado 9 HOROZCO, Agustín de, Historia de la vida de los santos Servando y Germán patronos de Cádiz (1619), Madrid, M. de

Rivadeneira, 1856, pp. 54-55. 10

CONCEPCION, Gerónimo de la, Emporio del Orbe. Cádiz

Ilustrada, Amsterdam, 1690, p. 519.

íntegramente a la dominación cartaginesa y romana, incluyendo materiales de los que no hay referencia alguna en la versión de 1591: así, el capítulo tercero, sobre las "navegaciones notables que los de Cádiz hicieron con los cartagineses", o el sexto, sobre los anfiteatros y naumaquias. Por último, el capítulo 1 del libro tercero está dedicado a los godos y los musulmanes, con una larga descripción de la batalla del Guadalete de la que no hay ni rastro en la versión primera.

Por lo que se refiere a la reconquista y repoblación de la ciudad, la versión de 1591 se limita a despacharla en el capítulo primero de la segunda parte. La de 1598, por el contrario, se extiende mucho más sobre estos aspectos, tratados en el libro tercero, dedicando de este modo una serie de capítulos a la relación de los repobladores (el tercero), los términos de la ciudad (el cuarto), sus privilegios y franquicias, en muchos casos transcritos literalmente (el quinto), y el dominio de la casa de Arcos (el sexto).

Mayores son las semejanzas en lo que se refiere a su descripción de la situación actual de la urbe gaditana, de la que trata en la segunda parte y los capítulos primero y segundo de la tercera de la versión de 1591; y en los libros cuarto y quinto de la de 1598. Justicia y gobierno, Casa de la Contratación y Juzgado de Indias, Aduanas y Almojarifazgos, Vecindad de Cádiz, agua, cera, clima, carácter de sus gentes, Figuras antiguas, Torre de San Sebastián, Almadraba de Hércules, Puente Suazo, son aspectos todos tocados en ambas versiones, aunque la de 1598, evidentemente, los trate mucho más detenidamente que la de 1591. Es de señalar, no obstante, que existen otras diferencias: la versión de 1591 contiene una serie de indicaciones sobre el escudo de la ciudad, fortificaciones y milicias, ausentes por completo en la de 1598. Esta, a su vez, incluye un capítulo dedicado a la Inquisición que no figura en la de 1591, desarrollando mucho más los aspectos relativos a la historia y organización de la Iglesia gaditana, a la que dedica todo el libro quinto, asuntos todos ellos que en la versión de 1591 son despachados con rapidez en los capítulos 7 y 8 de la segunda parte.

Finalmente, el libro sexto de la versión de 1598 nos ofrece una rápida panorámica de los pueblos comarcanos a la urbe gaditana, destacando sus detalladas descripciones de Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María, y Sanlúcar de Barrameda, completamente ausentes en la versión de 1591.

El cúmulo de información manejado por Horozco es bastante considerable, y ya Antón

Solé puso de relieve la triplicidad de las fuentes (arqueológicas, documentales y bibliográficas) utilizadas por el autor. Se nos muestra como arqueólogo, recorriendo la isla gaditana y su bahía, examinando in situ los restos del anfiteatro romano de la Huerta del Hoyo, los depósitos supervivientes del acueducto romano, el puente de Suazo, las ruinas de la Caleta donde estuvieron a su entender la naumaquia y el puerto fenicio, a la vez que copia inscripciones, y describe estatuas y monumentos antiguos.

Como archivero, debió utilizar profusamente los archivos municipal y catedralicio, obteniendo de ellos los privilegios alfonsíes, las confirmaciones de las franquicias, las bulas fundacionales de la catedral, el repartimiento de los pobladores cristianos, y el privilegio de los Reyes Católicos.

Y, finalmente utiliza las fuentes bibliográficas, de un volumen conscientemente limitado (en cierto lugar afirma cómo "habrémonos de contentar en esta historia con traer para lo tocante a ella aquello que es común entre los mejores autores, aunque sin la prolijidad de citarlos y traer sus lugares a cada paso"11), lo que le impide caer en la erudición, a veces farragosa, de otros contemporáneos suyos, como Suárez de Salazar. Cita con profusión los autores clásicos (Apiano, Aristóteles, Cicerón, Cornelio Nepote, Diodoro, Eliano, Esparciano, Estrabón, Flavio Josefo, Filóstrato, Herodoto, Lucano, Marcial, Pomponio Mela, Ovidio, Píndaro, Platón, Plinio, Ptolomeo, Solino, Tito Livio, Valerio Maximo), y en menor medida medievales (Alfonso el Sabio, Isidoro de Sevilla). Por lo que se refiere a los autores contemporáneos, observamos la consulta de la Silva de varia lección de Pedro Mexía, la Flos Sanctorum de Alonso de Villegas, y los principales exponentes de la historiografía del momento, tales la Historia de Sevilla de Alonso de Morgado (1587), la Nobleza de Andalucía de Argote de Molina (1588), la Guerra de Granada de su mentor Diego Hurtado de Mendoza (siendo muy posible que éste le permitiera acceder al manuscrito original), y los grandes compendios de historia de España debidos a la pluma de Florián de Ocampo, Ambrosio de Morales y Esteban Garivay. Es de destacar la cita de un Tratado de los anfiteatros del flamenco Justo Lipsio, procedente posiblemente de sus Antiquarum lectionum libri V publicadas en Amberes en 1575. Es probable que muchos de estos libros los consultara en la biblioteca del prebendado Suárez de Salazar, bien surtido de novedades

11

Historia, lib. 1, cap. 2.

bibliográficas gracias a sus contactos con los libreros venecianos Pedro y Juan Turini12.

La técnica historiográfica de Horozco estará fuertemente condicionada por los modelos utilizados. No se observa en él el recurso a lo mítico y fantástico tan común en la Crónica General de España (1541) de Florián de Ocampo, y al que critica en alguna ocasión, señalando cómo "toda la historia de este primer libro es muy incierta y débese a Florián que fue en esto autor bien fabuloso y a la crónica"13, o "el maestro Florián de Ocampo dice que esta cercanía de la isla con Andalucía era entre el cabo Cronion, en que ahora está la villa de Rota, y entre la punta occidental de esta isla, y que cuando él lo escribía había desde Cádiz a Rota navegación de medio cuarto de legua, adonde navega la barca que llaman de Santi Petri...descuido y engaño notable"14.

12

ANTON SOLE, Pablo, "Bibliotecas y bibliófilos gaditanos",

Archivo Hispalense, 176, 1974, p. 46. 13

Descripción, I parte, cap. 1.

14

Historia, lib. I, cap. 1.

Más cercano debió sentirse de la forma de historiar de Ambrosio de Morales, continuador de la obra de Ocampo, y que se caracterizaría por su mayor rigor científico y por un concepto más amplio de la historia, incluyendo así temas tales las lenguas, el derecho, las costumbres, economía, antigüedades y la vida religiosa, aspectos todos ellos tocados con amplitud en la obra de Horozco, que en más de una ocasión pone de relieve el sentido crítico tan presente en Morales: "por solamente tratar lo que toca a esta ciudad y evitar prolijidad y por dar más claridad y mejor principio a la Historia, se ha dilatado algo lo que hasta aquí se ha referido, que ha sido acabado y tomado de las historias más generales y de autoridad que escriben las cosas de España...dejando lo fabuloso e incierto y de poca importancia"15, "dicen muchos, y escriben algunos autores, no sé con que fundamento"16, "lo que entre estos varios cuentos se tiene por más cierto"17, "doy poco o ningún crédito a que tal armada de Nabucodonosor haya llegado a esta isla ni a sus costas"18.

Sin olvidar, claro está, a su maestro, Diego Hurtado de Mendoza, uno de los grandes humanistas españoles del siglo XVI, más próximo en sus planteamientos historiográficos a Maquiavelo y Guicciardini que a Ocampo, Garivay o Zurita. Las grandes líneas de su pensamiento historiográfico están presentes en la carta dirigida al capitán Salazar, donde satiriza la historia que éste redactara sobre la derrota de la Liga de Smalkalda en 1547: así, señala que el historiador debe ser un profesional y buen conocedor de los clásicos. Deberá escribir en buena prosa. Relatará las verdades tal como son. Reportará los hechos al pie de la letra. Y escribirá en lengua llana y directa, evitando los neologismos e italianismos19.

15

Descripción, Parte I, cap. 3.

16

Historia, lib. I, cap. 1.

17

Historia, lib. I, cap. 2.

18

Historia, lib. I, cap. 3.

19 DARST, David H., "El pensamiento histórico del granadino Diego Hurtado de Mendoza", Hispania, 154, 1983.

¿Qué aspectos de este programa historiográfico podemos rastrear en la obra de Horozco? Sin lugar a dudas, su estilo, del que Adolfo de Castro señalara cómo "los amantes de la pureza y sencillez del idioma castellano tienen mucho que admirar en el elegante estilo de Agustín de Horozco, lejos de la vana hinchazón con que algunos quieren encubrir la falta de verdadera elocuencia"20...una lengua castellana que, en su opinión, "ha sido tan mejorada, grave, elocuente y galana que ninguna puede competir mejor con la latina"21, lo que permite enlazar a nuesto autor con los elogios de la lengua tan comunes en el siglo XVI. La frecuente utilización de los clásicos, puesta de relieve al señalar sus fuentes. El afán por contar la verdad (al final de la versión de 1591 indica cómo su intención ha sido "allegarme a lo más cierto y verdadero"). Y su sentido crítico, que no llega a ser empañado por sus frecuentes elogios de la ciudad y sus habitantes, algo, por otra parte, muy común en el género corográfico.

El valor de la obra de Horozco es evidente. Aunque inservible, por motivos obvios, para la historia antigua de la ciudad (si bien contiene interesantes descripciones sobre los monumentos de la Antigüedad), resulta indispensable, por el contrario, para la época medieval y para el siglo XVI. La desaparición de buena parte de la documentación anterior a 1596 convierte a la obra de Horozco en fuente de primer orden para el estudio de la reconquista, repoblación y privilegios de la ciudad (siendo muy utilizada por la mejor visión de conjunto de este período, el Cádiz, la ciudad medieval y cristiana de José Sánchez Herrero), y lo mismo sucede con el cúmulo de noticias que nos ofrece para el siglo XVI, muchas de ellas fruto de sus observaciones personales, sobre el gobierno, economía, comercio, Iglesia, monumentos y pueblos comarcanos; siendo además de sumo interés el relato que nos hace del ataque inglés de 1587 dado la relativa escasez de testimonios contemporáneos al respecto, en comparación, al menos, con el asalto de 1596.

3. IDEOLOGIA E INTENCIONALIDAD.

CASTRO, Adolfo de, Curiosidades bibliográficas, vol. 36 de la Biblioteca de Autores Españoles, Madrid, Atlas, 1951, p. XVII. 20

21

Historia, lib. III, cap. 5.

El género corográfico ofrecía un medio de demostrar las excelencias de cualquier municipio o lugar, incluyendo una descripción geográfica del mismo, retratando la abundancia y fertilidad de su paisaje, y presentando una especie de edén en el que nunca había carestía ni enfermedad22. El modelo requería asimismo una discusión etimológica acerca del nombre de la ciudad, y otra sobre sus remotos orígenes a fin de señalar su proverbial antiguedad (símbolo a su vez de nobleza)23, atribuyéndose de este modo su fundación a Tubal, Hércules o cualquier otro héroe mítico (referencias que no faltan, evidentemente, en la obra de Horozco). El modelo también incluía un capítulo sobre la importancia y los privilegios del municipio en tiempos de los romanos24, así como sobre sus monumentos, lo que vinculaba estas obras con las corrientes humanísticas del siglo XVI y permitía a los autores demostrar o fingir su sapiencia arqueológica. Seguía un capítulo sobre la conversión del municipio a la cristiandad, mostrándose poco interés por la época musulmana (nuestro autor la despacha en unas breves líneas), y la Edad Media se reduce a poco más que a la Reconquista y a un catálogo de los servicios rendidos por la ciudad a la monarquía, como vasallo siempre fiel y leal a los reyes. La ciudad se caracterizaba en todo momento por su caridad25, piedad y nobleza, subrayándose el número e importancia de sus nobles 22 "Aunque tan pocas cosas de las convenientes al sustento y utilidad de la vida humana se crían y cogen en esta ciudad y su isla es tan proveida de todas que ninguna lo es más de España o fuera de ella, pues se goza de lo mejor de los frutos de Sevilla y toda el Andalucía...la diversidad y suma de bastimentos es en tanta opulencia y grandeza que sería demasiada prolijidad resumirlas aquí...parece que lo mejor que se cría y hace en todo lo poblado se ofrece y viene a esta ciudad" (Descripción, parte II, cap. 4; e Historia, lib. IV, cap. 5).

23 "Y de ninguna otra ciudad se tiene hoy mayor certidumbre y antigüedad en España" (Historia, parte I, cap. 2).

24 "Ninguna otra ciudad en España tuvo mayor reputación del poder de los romanos" (Historia, lib. II, cap. 5). "Siendo Cádiz en aquel tiempo de los romanos ciudad tan eminente, de número tan copioso de nobles y caballeros, creible será que hubo y salieron de entre ellos muchos y muy señalados varones" (Historia, lib. II, cap. 7).

25 "Lo que me parece es que no lo haber habido debió ser por no lo haber intentado las religiones y no por falta de devoción de los vecinos y de la mucha limosna con que acuden a todas las obras pías, pues yo vi en un día sacar de limosna 600 ducados" (Descripción, parte II, cap. 8).

y dedicando varios capítulos a las casas ilustres de la ciudad, en tanto la piedad y la caridad se demostraban a traves de largas descripciones de templos, ermitas, conventos, hospitales y cofradías. El género representaba la forma de expresión de las oligarquías urbanas y defendía la autonomía e importancia de las ciudades frente a una monarquía que amenazaba sus privilegios tradicionales, aunque abogándose por una relación recíproca y provechosa entre corona y municipios26.

26

KAGAN, Richard L., art. cit.

Evidentemente, Horozco no pudo escapar de esta tendencia panegírica tan cara al género corográfico, aunque, a diferencia de Fray Jerónimo de la Concepción27 (que tomaría algunos de estos elogios), no parece que tales alabanzas estén animadas de ninguna intencionalidad política concreta. Sea como fuere, las loas a Cádiz y sus gentes, dignas del gaditanismo más acendrado28, están presentes por doquier en la obra: "las casas serán hasta mil y doscientas tan fuertes y buenas que en ningún lugar de España de las de su tamaño las hay mejores"29, "la templanza y suavidad de los tiempos del año son aventajados en esta ciudad y en ninguna parte de España de mejor suerte y calidad"30, "la gente inclinada al bien, afables, caritativos, de claros entendimientos e ingenio. Políticos y muy a lo cortesano en el hablar y vestir, de trato muy honrado y veradero...tienen perseverancia y sufrimiento en todo trabajo, destreza en las armas y tan disciplinados en ellas como los soldados de cualesquier presidio de Italia o Flandes...particularmente son muy diestros en tirar arcabucería. Las mujeres en común son todas de buen rostro y de ellas hermosas, discretas y curiosas"31, "ninguna otra agua se conserva mejor ni llega más sana a Indias"32, "siempre fue estimado por uno de los mejores puertos que se conocían en el mundo, por su gran circuito, hondura y seguridad"33, "la majestad y grandeza de 27 Vid. sobre ello RAVINA MARTIN, Manuel, "El Emporio del Orbe, ¿libro político?", Gades, 11, 1983.

28 De hecho, el gaditanismo finisecular mirará continuamente hacia el glorioso pasado de la ciudad como válvula de escape de su lamentable situación actual (MARCHENA DOMINGUEZ, José, Burgueses y caciques en el Cádiz de la Restauración, Cádiz, Universidad, 1996, pp. 329ss.).

29

Descripción, parte II, cap. 2; e Historia, lib. IV, cap.

30

Descripción, parte II, cap. 4, e Historia, lib. IV, cap.

31

Descripción, parte II, cap. 4, e Historia, lib. IV, cap.

32

Descripción, parte II, cap. 4, e Historia, lib. IV, cap.

33

Descripción, parte III, cap. 1.

5.

5.

5.

5.

sus templos y edificios que tuvo en el tiempo de la gentilidad y los que al presente tiene, el asiento, sitio y tamaño de la ciudad, isla y bahia; el gobierno eclesiástico y seglar; su trato y comercio y otros varios sucesos. Todo ello honra y blasón en que tanto estriban los mortales y pues una de las causas más principales de ella es el valor con que los hombres se ejercitan en la defensa de sus repúblicas y en el aumento de ellas por medio de las armas, en lo cual se han ocupado para el uno y otro efecto los vecinos de ella"34, "su trato y comercio es en todo el punto de la verdad y sin doblez, todos grandes, medianos y pequeños de buena y apacible comunicación y nobleza, tan afables y de amistad que entre ellos es acogido, tenido y estimado cualquier forastero con el amor y voluntad que se le debe al natural. En las cosas de peso y calidad que se han ofrecido en el Reino, han sido y se han mostrado siempre los vecinos de esta ciudad, tan leales, fieles y constantes al servicio de la Corona Real (sin haber faltado un punto, ni violado su nobleza) cuanto pueden haberlo sido las muy estimadas ciudades de España en las diversas revueltas que en ellas ha habido, con ser ciudad tan de por sí, de gente de todas naciones y suerte y así le cuadra y viene muy al justo el estimado nombre de muy noble, leal, ciudad de Cádiz"35. Varios años después Horozco llegaría a redactar un "Elogio al pueblo de Cádiz", en el que señalaría cómo "si cuanto a lo esencial, para mejores costumbres, reputación de la vivienda y habitación de los hombres, se hace estimación de la población donde nacen y se crían, de sus vicios, climas y buenas partes, tú, insigne tierra y ciudad de Cádiz, a pocas tienes que reconocer ventajas, siendo conocida en tantas, desde las primeras edades del mundo"36.

34

Descripción, parte III, cap. 3.

35

Descripción, parte II, cap. 9.

36 HOROZCO, Agustín de, Historia de la vida de los santos Servando y Germán patronos de Cádiz (1619), Madrid, M. de

Rivadeneira, 1856, p. XIII.

Dentro de este clima de exaltación optimista y eufórica, son de destacar las observaciones que Horozco realiza sobre el comportamiento de las autoridades ante el ataque inglés de 1587. Es cierto que reconoce un desconcierto inicial ("lo que más se sentia era falta de hombre y cabeza que los gobernase, rigiese o acomodase con industria y arte, con valor y ánimo, y porque no la había tal, todos lo querían ser, todos daban su traza y parecer")37, pero no lo es menos que se supo reaccionar valerosamente, por cuanto "el cabildo de la ciudad puso particular cuidado en alojarlos a todos, proveerlos de bastimentos y provisión para los caballos, repartir lanzas y otras armas a los que no las traían, tratarlos con amor y comedimiento para que entre todos se mantuviese una voluntad, paz y quietud"38. Tal comportamiento permitiría que los daños provocados por los ingleses apenas tuviesen consecuencias, ya que "no se perdió ninguna reputación por los de la ciudad, pues siempre estuvieron en orden, con recato y vigilancia...finalmente el enemigo no hizo otra cosa de más valor que haber diligentemente robado y destruido lo que halló sin resistencia"39.

No todo le merece al autor elogios y alabanzas, antes al contrario, en más de una ocasión se observan en su obra, de forma más o menos velada, algunas críticas sobre la situación gaditana, críticas más frecuentes, ciertamente, en la versión de 1598 que en la de 1591, a lo que no debió ser ajena la vergonzosa actuación de las autoridades ante el asalto inglés y la falta de medidas coherentes para fortificar y defender la ciudad. Si en la versión de 1591 todavía el autor podía señalar "la mucha importancia de esta ciudad y que para su guarda y de la bahía esté en defensa parece ha dado siempre cuidado a España. Habiéndose enterado de ello el Rey Nuestro señor luego que tomó a su cargo el gobierno de estos sus reinos mandó que se fortificasen con fortaleza tan inexpugnable que no hubiese enemigo que intentase acometerla"40, en la de 1598 denunciará que "el castillo de Suazo es de mediana compostura y fortaleza. Está cerca y enfrente del puente, para cuya guarda ha tenido alguna artillería y gente de guarda a costa del Duque, de lo

37

Descripción, Parte III, cap. 3.

38

Descripción, Parte III, cap. 3.

39

Descripción, Parte III, cap. 3.

40

Descripción, parte II, cap. 3.

cual carece hoy después que el inglés saqueó la ciudad y la isla, habiendo de ser aquella ocasión despertador para tenerle con suficiente defensa, que así va todo declinando a manifiesta perdición...gobernándose en este descuido y mala prevención al parejo e igual de lo que hay en Cádiz, ciudad que, debiendo de estar más fuerte que Malta o que Orán, la vemos con la misma remisión y ocasión que cuando se perdió, y aún peor, gastando al rey grande suma de dinero en la fortificación, fortificando lo más inútil y lo menos necesario, según el albedrío del ingeniero, a quien dan mano y gracias por irlo errando y perdiendo todo, sin que haya quien los de la ciudad ni de los obligados al servicio del rey le informen de ello con entereza y valor, no cuidando más nadie de aquello que tuviese rastro de aprovechamiento"41.

41

Historia, lib. III, cap. 6.

No es la falta de defensas de la ciudad, que no ha extraído las consecuencias oportunas del asalto inglés de 1596, el único aspecto que a Horozco le preocupa. Podemos encontrar en él una serie de observaciones sobre el gobierno municipal, con demasiadas regidurías ("número excesivo para tan corta población, y que en lugar de gobierno se padece confusión y varias parcialidades")42 y unos cargos públicos que apenas miran por los intereses del común (de los alcaldes, dirá, "eran asimismo elegidos por no mas tiempo que un año, y aún así les sería mejor a las repúblicas, según lo poco que miran por su bien")43. En más de una ocasión, Horozco señala la debilidad de quienes gobiernan la república gaditana, cuya principal manifestación es la impotencia por recuperar la Isla de León, en manos de la casa de Arcos, "aunque debiera la ciudad pedirla como cosa suya propia, y si algunas veces se ha intentado, y de proseguir la demanda que de ella tiene puesta, presto cesa la pretensión, y luego enmudecen los contradictores, o por el autoridad de los duques o por mercedes y favores que de ellos se reciben"44. Y en la raíz de este mal gobierno se halla, en lo que el autor revela un profundo sentimiento aristocrático, el hecho de que "la ciudad para la contratación y comercio ha recibido y recibe cada día tanta diversidad de gentes de varios pueblos y provincias de España y de fuera de ella, que de ellos (quedándose a vivir casando y emparentando con los naturales) se ha causado mucha confusión, y oscurecido los originarios y vecinos, yéndose unos a vivir a otras partes en enriqueciendo, y adquiriendo los bienes que no trajeron, y otros entrando con solamente el fin de adquirirlos y granjearlos, blanco y paradero a que todos atienden, y así sería un cansacio enfadoso, prolijo y sin efecto querer empadronar aquí ahora los que hoy habitan la ciudad; pareciéndome más, que por ser pueblo de esta behetría y variedad de la mezcla de los originarios con los advenedizos, ha padecido y padece Cádiz la grande quiebra y disminución de sus privilegios, franquezas, tierras y espacioso término que tenía y se le dio por su fundador, con no haber pequeña aldea adonde no haya en esto grande y particular cuidado en conservarlo, y hombres de pelo en pecho que lo sustentan y que lo acuden, de lo cual es exceso la falta que se tiene en esta ciudad, no tratando nadie más que de su particular negocio e interés, y en no se atravesando éste, o algún particular fin, todos lo dejan, mayormente si se ha de tener algún

42

Historia, lib. IV, cap. 1.

43

Historia, lib. IV, cap. 1.

44

Historia, lib. III, cap. 6.

trabajo en la negociación, o haber de salir de sus casas y de su regalo"45. El profundo sentimiento individualista ocasionado por la dedicación mercantil de los gaditanos traería, de este modo, nefastas consecuencias, aunque la crítica de Horozco no llega, ni mucho menos, a la radicalidad de la de Abreu46.

45

Historia, lib. III, cap. 3.

46 ABREU, Fray Pedro de, Historia del saqueo de Cádiz por los ingleses en 1596, ed. de Manuel Bustos Rodríguez, Cádiz,

Universidad, 1996, pp. 109ss.

Pero la principal preocupación del autor será el declive mercantil de la ciudad (no olvidemos que, en su calidad de almojarife, debía estar bastante familiarizado con los problemas comerciales de la misma) como consecuencia de las dificultades experimentadas por el tráfico con las Indias como consecuencia del auge sanluqueño, aunque dicho lugar no fuera el más idóneo para tal actividad, por cuanto, exhibiendo uno de los argumentos favoritos de los defensores de la ubicación gaditana del monopolio, señalará cómo "para salir de la barra de aquel río, sobre la misma barra, que es negocio peligrosísimo, de que se ha causado excesivas pérdidas de haciendas y de navíos con la vida de mucha gente"47. Y, sobre todo, debido a la pérdida del comercio con la Berbería a raíz del aumento de derechos e impuestos sobre dicha actividad, lo que provocaría que "se apartaron las más de las naciones que venían al trato y diéronse a ir a contratar en Berbería, enriqueciendo a los moros, proveyéndolos de mercaderías, armas, artillería, y de artífices de ellas, lo cual no se había hecho hasta aquel tiempo porque no sabían otro camino, ni curaban de otra contratación que la de esta ciudad...de manera que por esta vía y por este camino, ha decaído esta ciudad en tanta disminución que después acá se han perdido y asolado gran parte de las casas y edificios y los años han desayudado con enfermedades, faltas de bastimentos y cosecha de pan"48. Todavía en la época en que Horozco escribe la proyección americana de Cádiz no se ha consolidado definitivamente, y en muchos círculos de la ciudad las relaciones con Berbería debían parecer un terreno más provechoso y fructífero, por cuanto permitía sostener una importante actividad industrial (la cera) y ofrecía la ventaja de no chocar con el monopolio sevillano. Es posible que Horozco sintonizara con estos intereses y preocupaciones africanistas, que no debieron ser ajenas a la organización de sendas expediciones contra Larache y La Mamora (narrada ésta precisamente por Horozco) ya en el reinado de Felipe III. En cualquier caso, Berbería sigue patente en las preocupaciones de los munícipes gaditanos en los primeros años del siglo XVII, tanto en lo que se refiere a las relaciones mercantiles (en junio de 1609 el regidor Lorenzo de Herrera manifestaba cómo "por dos o tres veces ha significado a esta ciudad el mucho daño que le viene el que los ingleses negocien desde aquí a las partes de Berbería llevando y trayendo las mercadurías que los españoles podrían llevar y traer de que viene muy gran daño como dije a los vecinos de esta ciudad porque cuando iban los navíos a Berbería se acomodaban los marineros todos y los maestres y gente pobre de esta ciudad y era 47

Historia, lib. IV, cap. 2.

48

Descripción, Parte III, cap. 3.

grande aprovechamiento para el aumento de ella y derechos de Su Majestad pues después de las flotas de las Indias el mayor comercio que había era éste de Berbería y se hacía en ello gran servicio a Su Majestad porque con este comercio había españoles en aquellas partes que daban aviso a Su Majestad de cosas importantes a su real servicio y esto cesa porque los ingleses negocian y quitan este trato"49), como a la potencial amenaza que representaban los corsarios musulmanes (ese mismo año se comunicaba haber llegado a Gibraltar un tal Francisco Ortega, antiguo cautivo en Berbería, donde había visto tres navíos armados con la intención de venir a saquear la Isla de León50, en tanto el regidor Pedro de la O señalaba en 1618 "el notable peligro en que está por las continuas nuevas que vienen que los corsarios de Argel intentan de venir a saquear esta ciudad y que aunque se hacen algunas diligencias en reparar las partes por donde puede ser acometida en las orillas y márgenes de la mar es tan grande el sitio de la Isla y tan poca la gente que hay para poderlo guarnecer todo de gente que la defienda que será milagro podernos sustentar y defender hasta que nos venga el socorro"51).

49 Archivo Municipal de Cádiz, Actas Capitulares, lib. 4, fol. 280v.

50 Archivo Municipal de Cádiz, Actas Capitulares, lib. 4, fol. 264.

51 Archivo Municipal de Cádiz, Actas Capitulares, lib. 9, fol. 247.

La situación global española también le merece al autor una serie de comentarios. Hace una serie de alusiones a la política exterior filipina, justificando la guerra contra Inglaterra ("Viendo el Rey, nuestro señor, que Isabel, Reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII, enviaba sus navíos y armadas a correr los reinos y provincias de las Indias del Mar Océano, y aún a que entrasen en algunos puertos de España, acordó juntar gruesa armada"52), describiendo el clima de exaltación espiritual previo a la Armada ("El Rey nuestro señor, no fiando en el poder y fuerzas humanas...ordenó que por todos sus reinos se hiciesen procesiones y sacrificios continuos, y se hizo en general con tanto cuidado, lágrimas, ayuno, estaciones y disciplinas, cuanto jamás se ha hecho en España")53, minimizando las causas de la derrota ("por lo dicho fue necesitada a entrar en el canal de Flandes, donde por sus bajíos y bancos de arena, ser demasiado grandes y pescar mucha agua los más de los navíos, como no hechos para aquellos mares, no tener piloto ser de una y otra parte tierra de enemigos, venir el Armada inglesa en seguimiento (con quien se peleó fortísimamente y aún a canto de desbaratarla) fue maravilla, y aún milagro, que escapase algo de la armada")54, y sumándose a la explicación providencialista del desastre ("conformándose con la voluntad divina que así lo había permitido, alargaban las esperanzas confiando en el alto y poderoso Dios que pues con un soplo del viento se había desbaratado esta armada, en que parece ponían los hombres su confianza, vendrá el verdadero remedio por vías no pensadas y modos tan diversos de las fuerzas humanas, que no puedan ser comprendidos ni entendidos de los hombres cuando y como convenga a su santo servicio")55.

52

Descripción, Parte III, cap. 3.

53

Descripción, parte III, cap. 3.

54

Descripción, Parte III, cap. 3.

55

Descripción, parte III, cap. 3.

Pero Horozco no solamente se limita a relatar los acontecimientos más recientes de la historia española, sino que profundiza en algunos de los males del país, en clara sintonía con las preocupaciones de un pensamiento arbitrista que está comenzando a dar sus primeros pasos. Es sintomático que en la versión de 1591, cuando habla del comercio habido entre los fenicios y los andaluces, señale cómo "acudieron asimismo los de la comarca a ver sus trajes, sus invenciones, buhonerías y dijes, cosa que saberlo España en nmuestros dias, habiéndose dado a las delicadezas menudencias e impertinencias de reinos extraños le ha sido y es de tanta pérdida para la llaneza, puridad del trato, honestas costumbres y moderado vivir de sus naturales, que solamente atendían al valor de sus brazos, ejercicios y buena crianza de la milicia"56...sin decirlo claramente, parece estar pensando en aquellos gloriosos tiempos medievales en los cuales los españoles habían llevado vidas sobrias y de trabajo, practicando virtudes frugales y dedicándose a la religión y a la milicia. En la de 1598 será mucho más contundente: "Acudiendo luego los demás de la comarca a ver sus trajes, invenciones y buhonerías de que venían cargados; cosas que en nuestro siglo tanto han estragado la llaneza, puridad del trtato, honesta costumbre y moderado vivir de nuestros abuelos y pasados, que solamente atendían al valor de sus brazos, perdido ya con las delicadezas e impertinencias que, conociendo nuestra ociosidad, vida descuidada y haragana, nos las traen de tantas otras provincias, llevando en premio lo mejor de los frutos de España y sus increibles tesoros de oro y plata, que con haber tenido tantos aún se puede decir que de presente es de las provincias más pobres de Europa"57...lo que no deja de recordarnos el famoso "nos tratan como a indios".

56

Descripción, parte I, cap. 4.

57

Historia, lib. I, cap. 3.

La crítica no se reduce solamente a la invasión de los productos foráneos. El autor se hace eco de una cierta desidia y dejadez en los asuntos públicos ("tal es en esta era la flojedad y remisión de España en las cosas de policía y necesidad, que en lugar de aumentarse y estar mejoradas y prevenidas para cualquiera caso y mudanza de estados de paz o de guerra, a que todo está sujeto, se deja a la ventura o a la pereza, perdiéndose semejantes edificios, y, lo que es peor, otros públicos de más importancia, cuales son las murallas, las cercas, los castillos y fortalezas")58, así como de la falta de curiosidad intelectual ("porque se vea a qué estamos sujetos los ignorantes perezosos que con algún mediano estudio o diligencia se podría alcanzar el conocimiento y utilidad de muchas salutíferas yerbas que se huellan y traemos entre los pies, sujetándonos a hediondos xaropes y mal confeccionados brevajes, dados en España a peso de oro, y con el menos aseo, curiosidad y limpieza que en ninguna otra provincia")59. Y, sobre todo, dirige sus dardos contra el exceso de impuestos, derechos y gravámenes por el perjuicio que suponen para el comercio, problemática en la que debió estar sumamente familiarizado: "son hoy oficios de calidad...pero delicado cargo y de peligro por la mucha justificación que se debe tener para no agravar a ninguna de las partes, ni dar causa a sutilezas de nuevos gravámenes e imposiciones"60, "es la causa agravación de derechos e imposiciones"61, "porque se vea cuan perjudicial es dar entrada a nuevo derecho, y como se perpetúa, aunque se conceda por tiempo muy limitado y para cualquiera beneficio de la república"62.

58

Historia, lib. VI.

59

Historia, lib. III, cap. 6.

60

Historia, lib. IV, cap. 3.

61

Historia, lib. VI.

62

Historia, lib. IV, cap. 11.

No se agota aquí la personalidad de Horozco. Como buen humanista, observamos en él atisbos del culto al héroe tan típico del Renacimiento ("tanto importa el ánimo de un varón señalado pues mediante su valor y buena fortuna reciben estimación y nombre las repúblicas, las señorías, los reinos y monarquías del mundo, como al contrario se disminuyen, abaten y pierden su honor con la mala gracia y desafortunada suerte de otros capitanes"63, "Alejandro Magno, monarca prestísimo y grandemente venturoso; aunque con mayor gloria y valor, cuanto era más distancia, hizo otro tanto el animoso y excelente Hernán Cortés cuando emprendió la conquista de la Nueva España"64). Y manifiesta un profundo sentimiento providencialista, de clara raigambre cristiana: así, la acción divina permitió recuperar España del dominio musulmán ("Aunque la majestad divina tuvo por bien la pérdida tan acelerada y llena de dolor de los godos de España de quien su divina justicia estaba muy ofendida, al fin como piadosisimo padre y de infinita misericordia fue servido no se destroncase del todo la generación de esta gente...este piadoso capitán y rey...dio principio a la restauración de la patria, en cuya alta empresa fue ayudado y favorecido de la divina y poderosa mano de dios con manifiestos y claros milagros")65. Cree en la intercesión y protección directa de los santos sobre los hombres, lo que le indujo a proponer a Servando y Germán como patronos de la ciudad, lo que, de paso, ponía de relieve la grandeza y antigüedad de su iglesia, que podía remontarse al tiempo de los mártires ("a los cuales fuera mucha razón que esta ciudad hubiera tomado por abogados y patrones...pues los tiempos corren con tanta miseria de humana flaqueza, y es menester para con la majestad de Dios quien sea nuestros medianeros y protectores, en particular los tengan por patrones y abogados")66. Y, como no, acepta plenamente la muerte, haciendo gala de un profundo estoicismo: "Diónos Dios la muerte para remedio y fin de males...la muerte no se ha de temer excesivamente, porque de altos y generosos corazones es tener por vida darla a trueque de gloriosa muerte; y así es mucho de admirar el ejemplo tan notable de aquellos gentiles de esta ciudad, que carecían de la divina gracia, para los que militamos en ella en el nombre del triunfador de la muerte y dador de la vida

63

Historia, lib. I, cap. 4.

64

Historia, lib. III, cap. 1.

65

Descripción, parte II, cap. 1.

66

Historia, lib. V, cap. 7.

eterna, tan olvidados de ella y asentados en nuestras vanas y embarazosas pretensiones"67.

67

Historia, lib. I, cap. 3.

Mundus senescit...Horozco no es ajeno en modo alguno a las reflexiones, tan al uso de la época, sobre la mudabilidad de las cosas, las fortunas y los estados68: "Todas las cosas temporales tienen su límite y paradero. Sus grandes imperios y monarquías crecieron hasta llegar al punto en que parece que por la fuerza e industria de naturaleza humana podían ser sustentadas. Por la vía que crecieron, y aún con más presteza y casos adversos se disminuyeron, deshaciéndose del todo, de cuyos ejemplos están tan lleno el mundo...así pues sucedió a los poderosos romanos"69, "poco a poco, con el tiempo, como faltan todas las cosas"70, "así con dificultad se puede averiguar cuales son los que de ellos han quedado, y no es maravilla pues apenas pasan cien años cuando hay un tal trueque en las republicas que casi las vuelve y deshace, no pudiendo dar el mundo más que su inestabilidad y su flaqueza en los bienes, en la paz, en la guerra y en la salud, siendo hoy pobres y olvidados plebeyos los que antes mandaban y tenían la cumbre y la estimación"71.

Horozco participa de la crisis de conciencia castellana de fines del quinientos, cuyas plasmaciones directas, muy estrechamente relacionadas entre sí, serían el arbitrismo y el neoestoicismo de raigambre erasmista, que produjera figuras tan interesantes como Alamos de Barrientos. Sería, evidentemente, excesivo incluir a nuestro almojarife en alguna de estas corrientes intelectuales, pero no cabe duda que comparte algunas de sus preocupaciones, tales la percepción de la decadencia económica y sus causas, especialmente un exceso de tributación; y la meditación sobre el carácter contingente de imperios y linajes, y de la misma vida humana.

Si Pedro de Abreu reflexiona sobre los recientes desastres ocurridos en la vida de la ciudad, Horozco evocará un pasado glorioso en contraste con algunas incertidumbres del presente. Su ilustre contemporáneo, el racionero Suárez de Salazar, se limitará a recrear un pasado feliz, mítico y maravilloso, y no es casual que su obra fuese la única que se imprimió por 68 ELLIOTT, John H., "Introspección colectiva y decadencia en España a principios del siglo XVII", Poder y sociedad en la España de los Austrias, Barcelona, Crítica, 1982, p. 207.

69

Descripción, parte I, cap. 9.

70

Historia, lib. V, cap. 7.

71

Historia, lib. III, cap. 3.

entonces: la evocación de los recientes desastres pesaba demasiado como para querer recordarlos, máxime, en un momento, los primeros años del Seiscientos, en el que la ciudad no atravesaba una coyuntura demasiado boyante, por lo que era difícil sustraerse a la tentación de utilizar el escapismo que brindaba la ensoñación de las pasadas glorias de la ciudad. Habrá que esperar a finales de la centuria, a la obra de Jerónimo de la Concepción, para encontrar una nueva reflexión sobre el pasado (incluso de sus aspectos más oscuros, como el asalto inglés de 1596) y el presente de la ciudad. Pero Cádiz podía permitirse por entonces el lujo de mirar el futuro con total confianza: ya era el Emporio del Orbe.

NUESTRA EDICION.

Para esta edición se han utilizado las impresiones de la obra de Horozco realizadas en 1845 y 1929, si bien, ya que nuestro autor no presenta un excesivo interés desde el punto de vista filológico, se ha modernizado la ortografía de la primera (en el caso de la segunda ello es innecesario) a fin de facilitar su lectura, a la vez que se han corregido las equivocaciones que se deben claramente a errores de imprenta. Nos ha parecido de interés indicar en la edición de 1598 aquellos párrafos idénticos a la de 1591, que van señalados en cursiva. Deseamos manifestar nuestro agradecimiento a D. Rafael Sánchez Saus, director del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, por haber confiado en nuestra dudosa competencia para la realización de esta edición; así como a D. Manuel Ravina Martín, director del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, por sus valiosas orientaciones; y a Doña Esperanza Salas, directora de la Biblioteca de Temas Gaditanos, por habernos permitido la reproducción de las ediciones de 1845 y 1929. De los posibles defectos e imperfecciones de esta edición, nosotros somos los únicos responsables.

Cádiz, diciembre de 1998

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.