ADOPTAR EL INEVITABLE CAMBIO TRANSFORMATIVO

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Descripción

ADOPTAR EL INEVITABLE CAMBIO TRANSFORMATIVO

Conciencia colectiva creciente de las Voces a favor del Clima
(17 de diciembre 2014, Cuzco , Perú)
© John D. Liu, Director, Proyecto de Medios para la Educación Medioambiental (EEMP) - Embajador del Ecosistema, Fundación COMMONLAND – Profesor Invitado, Instituto Neerlandés de Ecología (NIOO) Real Academia de las Artes y las Ciencias (KNAW)

Hay momentos en la historia que tienen una enorme importancia para la civilización humana y existen lugares en los que suceden hechos históricos que permanecen para siempre asociados a logros fundamentales. Si los conjuntos de datos y las comprensiones cada vez mayores que aquí se reúnen logran promover elecciones políticas sabias y eficaces a escala planetaria, entonces la 20ª Reunión de los Miembros de la Convención Marco de la ONU para el Cambio Climático reunidos en Lima, en diciembre del 2014, será considerada como uno de esos momentos señalados.
Durante los últimos 20 años, he tenido el privilegio y la responsabilidad de investigar y documentar sistemas ecológicos terrestres en todo el mundo. Sé por experiencia, que un incremento de los cambios climáticos traerá consigo un mayor número de destrozos causados por eventos climáticos extremos y erráticos, el impacto real de la pérdida de biodiversidad y el hecho doloroso de la inseguridad alimentaria que conducirá al sufrimiento de millones de personas en el mundo. Me considero una persona bastante bien informada en relación a estos asuntos, y, sin embargo, Lima ha supuesto para mí un punto de inflexión en mi comprensión de ciertos temas de los que tenía una idea algo vaga y que ahora entiendo con claridad.
Esta mayor comprensión se debe al trabajo de Michael Wadleigh, un director de cine galardonado con el Oscar, físico y activista apasionado, que nos trajo representaciones gráficas de los datos del IPCC sobre las posturas negociadoras de los países en relación a los límites de sus emisiones nacionales. Michael ha demostrado que al nivel actual de emisiones globales – 11 Gigatones por año – nos queda poco más de 20 años antes de cruzar el límite de 247 Gigatones, momento en el cual, según sostiene la IPCC, el clima de la tierra se calentará 2 grados. Este hecho sugiere que la civilización humana se transformará ya sea porque conscientemente va a cambiar la sociedad y la economía o porque el ecosistema se colapsará y asistiremos al final de la civilización humana tal y como la conocemos, acompañado de perturbaciones tan extremas que simplemente resultan demasiado dolorosas de describir.
Al escuchar a Al Gore afirmar convincentemente, que las reservas de carbón y petróleo en tanto se consideren como los activos básicos de las compañías globales de energía constituyen los nuevos "préstamos hipotecarios de alto riesgo", algo me pareció escalofriantemente verdadero: es imposible hacer arder dichas reservas sin sobrepasar el ya mencionado límite de 2 grados. Cuando este hecho lo entienda correctamente una masa crítica de la población mundial, entonces la economía cambiará inevitablemente, en tanto se pierda la confianza en el actual orden económico mundial. ¡Esto significa que veremos el final de la economía del carbón en las próximas dos décadas! El tema crítico que hemos de considerar es que va a reemplazar el actual orden de cosas.
No cabe duda que una transición de la sociedad y la economía global hacía opciones más viables y justas es preferible a continuar en un curso suicida. Afortunadamente, la gente que participó en las conversaciones llamadas "Conciencia colectiva creciente de las Voces a favor del Clima" que yo presenté conjuntamente con Tiahoge Ruge de México, fueron una prueba de que muchas personas de distintas condiciones sociales y diversas culturas pueden y quieren adoptar el cambio transformativo. Son muchas las personas que entienden que no hay manera de evitar una transformación monumental de nuestro estilo de vida. Tenemos que procesar el hecho de que esto supone dar un paso hacia lo desconocido. Vamos a un lugar "donde no nadie ha estado antes". Tenemos que apelar a toda nuestra inteligencia, toda nuestra imaginación, toda nuestra compasión y toda la sabiduría acumulada por la humanidad a lo largo de la historia.
Mientras estuve en el COP20 en Lima y como consecuencia de las conversaciones que mantuve con mucha gente deseosa de incrementar la conciencia colectiva, y también de pensar y meditar, he comenzado a ver un camino que nos puede alejar del temor y llevar a abrazar el inevitable cambio con alegría. Es necesario que los cambios que van a sucederle a los sistemas naturales de la tierra nos preocupen, pero no tenemos que temer los cambios que llegarán a la sociedad humana. En realidad, pienso que tenemos que entender que se abre una oportunidad. Podemos corregir muchos errores si tenemos el valor y la previsión adecuada.
Es el momento de redefinir nuestros valores. ¿Creemos que "todos los seres humanos son iguales y tienen los mismos derechos"? ¿Reconocemos que los seres humanos aparecieron en un paraíso con aguas abundantes y transparentes, suelos fértiles y renovables, plantas y animales diversos y simbióticos? ¿Entendemos que valorar la producción y el consumo por encima de los sistemas naturales que crean aire, agua, comida y energía y que regulan naturalmente el clima, es la causa de los cambios climáticos, la pérdida de biodiversidad, la pobreza, la desigualdad, la deforestación y la contaminación de todo tipo?
¿Qué sucedería si consideráramos la historia desde una óptica completamente distinta y en lugar de admirar a los conquistadores valoráramos la sabiduría de las prácticas pacíficas y ecológicamente sólidas de las civilizaciones antiguas? ¿Qué sucedería si entendiéramos colectivamente que los ecosistemas terrestres son infinitamente más valiosos que todos los productos y servicios que se producen o puedan producirse y admitiéramos que hemos cometido un gravísimo error? Si llegáramos a este nivel de comprensión colectivamente podríamos asumir un revaloración fundamental: podríamos naturalizar la economía.
Si aceptamos la idea del valor de la naturaleza como verdad tenemos que reconocer algunos hechos controvertidos de nuestro actual sistema monetario y nuestra actual definición de lo que es riqueza. Tenemos que comprender que hemos invertido la economía al valorar como fundamento de nuestras monedas y economías derivados extraídos y modelados a partir de sistemas ecológicos funcionales. Hemos de reconocer que la única forma en que puede funcionar el sistema actual es haciendo desaparecer todas las consecuencias negativas que conlleva considerar que el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la pobreza, la desigualdad, la contaminación y la guerra son factores externos. Si no los hubiéramos eliminado de los balances contables, la economía hubiera estado por debajo de cero desde el primer día. Hemos incrustado un incentivo perverso para degradar el ecosistema en el corazón de la economía y la seguridad humana. Tenemos que reconocer que nuestro actual modelo económico no funciona porque en su esencia entraña un error fundamental.
Ahora bien, si corregimos el error y valoramos los sistemas naturales por encima de los productos y servicios derivados de éstos, encontraremos la respuesta. Con un sistema monetario basado en la funcionalidad ecológica, el crecimiento no implicaría desperdicio y contaminación y la ecología y la economía se harían consistentemente más resistentes. Podemos así tener crecimiento y funcionalidad ecológica. En lugar de crear un incentivo perverso conducente a la degradación de los ecosistemas podemos recompensar a los que conservan, protegen y restauran los sistemas ecológicos. Esto supone un cambio profundo. Si valoramos la vida por encima de lo material nos acercamos a las enseñanzas espirituales de todas las grandes religiones del mundo. Esta comprensión constituye el próximo paso evolutivo de la conciencia humana. No es simplemente una profunda comprensión filosófica, es una forma práctica de volver a equilibrar el clima, de crear empleo significativo, de distribuir equitativamente la riqueza y crear una civilización humana abundante y sostenible.
En mi opinión, los procesos y compromisos políticos no son el objetivo principal del COP20 en Lima. A mi manera de ver, la comprensión de que la civilización humana tiene que cambiar en las próximas dos décadas, abre la puerta a un futuro que todos podemos diseñar. La urgencia nos obliga a luchar por la paz y la igualdad. Este conocimiento nos insta a contemplar asombrados, a amar, celebrar y proteger los maravillosos sistemas de la tierra que hemos heredado tan tardíamente y administrado tan mal. Digo lo que siento y pienso sobre estos asuntos, pero no soy el único. La Conciencia colectiva creciente de las Voces a favor del Clima comenzó en Lima pero me imagino que será más influyente todavía en París.






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