Adolfo Posada; interlocutor del liberalismo reformista entre España y Argentina

July 4, 2017 | Autor: M. Garcia Sebastiani | Categoría: History of Ideas, Argentina History, Contemporary History of Spain, Historia Contemporánea de España
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Descripción

Adolfo Posada; interlocutor del liberalismo reformista entre España y Argentina Marcela Garcia Sebastiani (UCM)1

Introducción En los comienzos del siglo XX, un puñado de intelectuales y elites políticas con diverso grado de vinculación al poder hicieron lecturas y vertieron opiniones públicas sobre un reconsiderado legado de España en la Argentina. Y es que por aquellos tiempos se buscaban elementos de identidad para joven nacionalismo amenazado por el veloz proceso de modernización y de tránsito hacia una sociedad de masas, fenómeno asociado con la inmigración y con la necesidad de incorporar esos colectivos a la vida nacional2. Aquellos discursos encajaban a la perfección para las interpretaciones, numerosas, dispersas y reincidentes de un hispanoamericanismo entendido en clave de una variante de regeneración nacional española posterior al 98 y que acabaría decantándose en más o menos afortunados, más o menos justificados fines políticos, ensayos de aproximación cultural e institucional entre ambos países a lo largo del siglo XX. Pero, resumir aquellos tiempos de vínculos y relaciones culturales como manifestaciones visibles y tempranas de un hispanoamericanismo es ofrecer a la comunidad académica y a la sociedad una versión parcial y distorsionada de un especial clima de afinidad que tuvo múltiples facetas, perfiles y actores como, por ejemplo, los

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Paper presentado en el Simposio: “Elites, intelectuales y expertos: Argentina y España en perspectiva comparada (1870-1970)”, 52 congreso Internacional de Americanistas, Sevilla, julio de 2006. Parte de la información y argumentos, incorporados en: Marcela GARCIA SEBASTIANI, “Interlocutores y escenarios del liberalismo reformista español en la Argentina” en M. GARCIA SEBASTIANI y Fernando DEL REY REGUILLO, Los desafíos de la libertad. Transformación y crisis del liberalismo en Europa y América Latina, Biblioteca Nueva, Madrid, 2008, pp. 340-370. 2 Para diferentes lecturas de ese proceso, Carlos ALTAMIRANO y Beatriz SARLO, “La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos”. Ensayos argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia, CEAL, Buenos Aires, 1983. También, Oscar TERÁN, “El pensamiento finisecular (1880-1916)”, en Mirta Z. LOBATO, El progreso, la modernización y sus límites (1880-1916), Sudamericana, Buenos Aires, 2000; Fernando DEVOTO, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, cap. 2; Carl SOLBERG, Inmigration and Nationalism. Argentina and Chile, 1890-1914, Texas University Press, 1970; y José Carlos MOYA, Cousins and Strangers. Spanish Immigrants in Buenos Aires, 1850-1930, University of California Press, Berkeley, 1998, cap. 7.

entablados entre los incipientes científicos sociales españoles y argentinos3. Entre estos últimos, a Adolfo Posada. Fue Posada uno de los primeros científico sociales españoles que pensó, proyectó y difundió con su pluma y su palabra desde la cátedra universitaria, el periódico, la asesoría política y la redacción de proyectos legislativos y de gobierno en cómo hacer conciliar los principios del liberalismo que habían configurado las relaciones entre el Estado y la sociedad civil a lo largo del siglo XIX con la necesidad de intervención pública que había surgido en prácticamente todos los escenarios occidentales como resultado de la progresiva trasformación de sociedades de masas en las primeras décadas del sigo XX4. Su nombre está asociado a las menciones ilustrativas sobre las iniciales experiencias de intercambio científico entre España y América Latina emprendidas por los gobiernos liberales de los tiempos de la Restauración española y plasmadas con la creación, en 1907, de la Junta de Ampliación de Estudios; el intento más serio de renovación científica y educativa hasta entonces emprendido por el Estado. Efectivamente, tras el primer viaje que hiciera exitosamente Rafael Altamira a América en 1909 y en el marco de las actividades académicas impulsadas por la Universidad de Oviedo con el otro lado del Atlántico, fue Adolfo Posada quien siguió su estela en 1910. De hecho, durante la segunda mitad de aquel año Posada, acompañado de un hijo suyo, visitó Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina. Fue en este último país donde desplegó sus enseñanzas y conocimientos profesionales en conferencias, cursos universitarios y 3

Para el hispanoamericanismo en clave regeneracionista, Federic PIKE, Hispanismo 1898-1936. Spanish Conservaties and Liberals and Their Relations with Spanish America, University of Notre Dame Press, London, 1971; José Carlos MAINER, “Un capítulo regeneracionista: el hispanoamericanismo, 1898-1923”, en La doma de la quimera (ensayos sobre nacionalismo y cultura en España), Universitat Autónoma de Barcelona, Bellaterra, 1988, Antonio NIÑO, “Hispanoamericanismo, regeneración y defensa del prestigio nacional (1898-1931)”, en Pedro PÉREZ HERRERO y Nuria TABANERA, (coords), España/América Latina: un siglo de políticas culturales, Madrid, 1993; Isidro SEPÚLVEDA MUÑOZ, Comunidad cultural e hispanoamericanismo, 1885-1936, UNED, Madrid, 1994; y Eduardo REY TRISTÁN, “El contexto histórico de la Biblioteca América: Regeneracionismo y Hispanoamericanismo”, en Pilar CAGIAO VILA, Cien años de la Biblioteca América, Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 2004, pp. 13-36. 4 La mejor obra de síntesis sobre Adolfo Posada sigue siendo, a pesar de estar escrita hace 30 años, la de Francisco LAPORTA, Adolfo Posada: política y sociología en la crisis del liberalismo español, Cuadernos para el diálogo, Madrid, 1974.

asesorías para la administración pública. Las prolijas memorias elaboradas por el propio Posada tras su viaje facilitaron las alusiones de los historiadores para dar cuenta de unas ponderadas relaciones culturales entre Argentina y España en los comienzos del siglo XX. Volvería a Argentina en 1922 a iniciativa de la Institución Cultural Española que crearon y sostuvieron económicamente los emigrantes españoles. Pero éstos eran tiempos diferentes a los de entonces.

La I Guerra Mundial había impactado

especialmente a quienes pensaban el Estado, la política y la sociedad contemporáneos; había despertado nuevos registros sobre lo que era mejor para las naciones. No quisiera hacer de este paper una descripción revisada de los pormenores y resultados de esos intercambios académico-culturales entre España y Argentina. Ni tampoco un análisis sobre las líneas de pensamiento de un intelectual académico y un experto que emitió opinión y aconsejó a gobiernos sin saber hacer política entre 1890 y 1935. Más bien, procuro atender al desempeño de Adolfo Posada como interlocutor de los iniciales tramos del diálogo entablado entre los científicos sociales argentinos y españoles en los comienzos del siglo XX; o sea, en los momentos que comenzaban a formar parte del diálogo trasatlántico los razonamientos resultantes de las modernas Ciencias Sociales atendidos por quienes gestionaban los Estados occidentales. Pero no sólo haciendo mención a los viajes de Posada a Buenos Aires que fueron motivo de conferencias y cursos, y a los ambientes y a las redes de relaciones profesionales y académicas que generaron unas coyunturas únicas de recepción (especialmente el de 1910). El diálogo reformista entre los científicos sociales de España y la Argentina de aquellos tiempos sugiere ampliar el espectro de atención y profundizar el análisis en torno a las vías de transferencia y a los lugares de encuentro que acabaron en la generación de una red de expertos profesionales de las Ciencias Sociales entre contextos de sintonía cultural; cuestión que -a veces sospecho- se transita con mucha ligereza y con estereotipos que

habría que cuestionar. Puede que registros de análisis en esa dirección ayuden a sopesar hasta qué punto las propuestas y los ensayos reformistas llevados a cabo en España en los comienzos del siglo XX sirvieron como referencia y se proyectaron en diferentes experimentos políticos diseñados por unos intelectuales y académicos para la Argentina liberal que necesitaba acompasar jurídicamente aceleradas transformaciones sociales.

Pensamiento científico social y reformismo liberal

En los tiempos de tránsito del siglo XIX al XX, en la mayoría de los países europeos, en América y en otros territorios más alejados geográficamente se habían agotado los discursos del liberalismo de laissez-faire; se cuestionaban las concepciones liberales clásicas en torno a la supremacía de los derechos individuales para plantear las relaciones con el Estado. Aunque con variaciones, en casi todos los sitios, entre 1890 y la I Guerra Mundial, los debates se desplegaron en torno a las posibilidades de intervención de los Estados en asuntos de las sociedades civiles que antes escapaban de sus controles. Los problemas de la vida pública de aquello que se estaba transformando en sociedades de masas comenzaron a pensarse científicamente5. Al calor del nacimiento de la Sociología y de nuevas corrientes provenientes del Derecho, conocidas entonces como las Ciencias del Estado (la prehistoria de las Ciencias Políticas tomando prestada una observación de Carlos Altamirano6), se tendió a evaluar y a medir el mejor grado de injerencia estatal bajo una percepción generalizada de que las reformas debían hacerse “desde arriba” como un deliberado

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A manera de panorama general, sigue vigente el trabajo de Michael BIDDISS, The Age of the Masses. Ideas and Society in Europe since 1870, Harmondsworth, Penguin, 1977. También, D. REUSHEMEYER y T. SKOCPOL (edts.), States, Social Knowledge, and the Origins of Modern Social Policies, Princeton University Press, Princeton, 1996. 6 Carlos ALTAMIRANO, “Entre el naturalismo y la psicología: el comienzo de la “ciencia social” en la Argentina, en F. NEIBURG y M. PLOTKIN, Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina, Paidós, Buenos Aires, 2004.

intento de evitar cambios revolucionarios y contener reacciones de nuevas fuerzas cívicas que iban ganando gradualmente espacios de participación político institucional. Un diálogo científico intercontinental (trasatlántico para algunos) para reconocer y acercarse a los problemas sociales fue posible por la mejora de las comunicaciones y de los

viajes

que facilitaron el

intercambio. Pero también, resultado de la

profesionalización académica de un grupo de expertos al servicio de los poderes públicos y del despliegue de las infraestructuras científicas construidas para ese fin: cátedras en universidades, institutos y agencias gubernamentales7. Aquel proceso de tránsito hacia un liberalismo más intervencionista en los problemas de la sociedad civil vino acompañado de otro que es necesario leerlo en términos de transferencia de ideas, modelos, instituciones, fórmulas entre y de diferentes lugares sobre lo que había resultado exitoso en otros entornos para adaptarlo a las condiciones locales. En ese sentido era fundamental el acceso a la información y el ejemplo de las experiencias punteras para equiparar naciones en la modernidad. Piezas fundamentales para valorar el impacto de las ideas en otros contextos, la intelligentsia vinculada al poder estudiaba los entornos de referencia, las propuestas y los debates a través de viajes de introspección y de estudio, del intercambio de revistas científicas o de la información suministrada por varios interlocutores para más tarde aconsejar a los políticos sobre los resultados de su aprendizaje8. De cómo habían llegado y cuajado las ideas de esos expertos y de sus posiciones de intermediación con 7

Los ejemplos podrían ser muchos. Como ejemplo del reconocimiento internacional de los científicos sociales argentinos en el campo de la criminología, Julia RODRÍGUEZ, “South Atlantic Crossing: Finguerprints, Science and the State in Turn-of-Century Argentina”, American Historial Review, 109/2 (abril 2004). Para otros aportes al tema, Eduardo ZIMMERMANN, Los liberales reformistas. La cuestión social en la Argentina, 1890-1916, Sudamericana, Buenos Aires, 1995. Para cuestiones generales para la ciencia argentina en el período, José BABINI, Historia de la ciencia en Argentina, Solar, Buenos Aires, 1986; Hugo BIAGINI, El movimiento positivista argentina, Legasa, Buenos Aires, 1985; Marcelo MONTSERRAT (ed.), La ciencia en la Argentina de tentre siglos, Manantial, Buenos Aires, 2000; Oscar TERÁN, Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880–1910): Derivas de la "cultura científica", FCE, Buenos Aires, 2000. Para España, Leoncio LÓPEZ OCÓN, Breve historia de ciencia española, Alianza, Madrid, 2003. 8 Al respecto, Juan MARSAL, “Pensadores, ideólogos y expertos (Notas para una sociología de los intelectuales) y Torcuato DI TELLA, “La función política de la intelligentsia latinoamericana”; ambos en J. MARSAL, Los intelectuales políticos, Nueva Visión, Buenos Aires, 1971, pp. 177-191 y 313-341.

la política dependían la capacidad de persuasión de las nuevas ideas, su conexión con las existentes, la generación de otras, y los efectos de emulación. Las versiones legales de aquel liberalismo reformista, al menos en materia social, habían comenzado en Alemania antes que en el resto de los países del entorno y sirvieron como precedente para el resto de los estados occidentales9. A lo largo de la década de 1880, el Estado alemán piloteado por Bismarck había logrado que el Parlamento aprobase una serie de leyes que permanecerían con pequeños ajustes hasta tiempos antes de la I guerra mundial sentando las bases del estado de bienestar que se desplegaría tras la segunda posguerra: seguros por accidentes laborales, jubilaciones, regulación de contratos de trabajo; todas acciones protectoras del Estado sancionadas por temor a la eclosión social10. El modelo alemán fue objeto de atención para todos los reformistas de las naciones occidentales entre 1880 y 1914 y acabó repercutiendo en el mundo entero. Los principios y las corrientes de ideas que inspiraban las reformas sociales, las instituciones a ellas vinculadas y la experiencia política de su implementación fueron percibidos fronteras afuera como modelos de políticas públicas. Pronto, las reformas se expandieron a las naciones cercanas culturalmente a Alemania como Austria o los países escandinavos, con un pasado más o menos común o con unas elites educadas en ámbitos culturales germanos. Pero, también, el experimento de intervención estatal acabó influyendo en las reformas sociales pensadas en Francia durante la Tercera República, en las soluciones ofrecidas por los gobiernos liberales y conservadores de Gran Bretaña- entre ellos el de David Lloyd George- y en las emprendidas en España de la Restauración, en la Italia giolittiana o, incluso, en las

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Peter FLORA and Arnold HEIDEENHEIMER (edts.), The Development of Welfare States in Europe and America, New Brunswick, New York, 1981, pp. 60-63. 10 G. A. RITTER, Social Welfare in Germany and Britain, Leamington Spa, 1986.

regiones más alejadas geográficamente pero que estaban bajo la órbita del pensamiento occidental como Canadá, Nueva Zelanda o Australia11. Los reformistas argentinos también buscaron recetas de diversas fuentes. Académicos, expertos y políticos, con una clara voluntad de no quedarse al margen del “clima de ideas”, traerían para la discusión en el país muchas modas del viejo continente. En ese universo de lo posible, confluirían experiencias inéditas, años antes extrañas y descartadas; poco visibles o simplemente impronunciables. Europa ofrecía un clima de debate sin igual para los argentinos, tan receptivos a todo lo que venía de afuera y que les conduciría por los vaivenes del eclecticismo. En los diferentes pasos que había dado hacia la conformación nacional, la sociedad argentina había demostrado una alta receptividad de los desarrollos políticos e intelectuales de Europa y de otras naciones (fundamentalmente de los Estados Unidos). Tenían en mente los ejemplos de Canadá, Australia y Nueva Zelanda, países con modelos de desarrollo económico y social similares a la Argentina. El proceso de transferencia de ideas, modelos, instituciones, fórmulas procedentes de diferentes lugares implicó también a España y a su universo reformista. Y sus resultados se plasmaron en unas cuantas iniciativas académicas y

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No es fácil encontrar trabajos que desplieguen razonamientos en torno a la circulación e influencia de las ideas, iniciativas, soluciones y ensayos que repercutiesen en las políticas diseñadas por otros Estados contemporáneos. Con todo, un puñado de estudios ha mostrado los resultados de la interacción y aplicación de ideas que ayudaron a la conformación de las políticas y su traducción legislativa en diversos contextos europeos y en los Estados Unidos como parte de un diálogo trasatlántico de las Ciencias Sociales entre naciones modernas. A manera de ejemplo, Daniel ROTGERS, Atlantic Crossings: Social Politics in a Progressive Age. Cambridge, Mass., 1998; James KLOPPENBERG, Uncertain Victory: Social Democracy and Progressivism in European and American Thought, 1870–1920, New York, 1986; y Alex SCHAFER, American Progressives and German Social Reform, 1875–1920: Social Ethics, Moral Control, and the Regulatory State in a Transatlantic Context, Stuttgart, 2000. Para el influjo del modelo alemán en Francia, Allan MITCHELL, The German Influence on Social Reform in France after 1870 y Paul DUTTON, Origins of the French Welfare State. The Struggle for Social Reform in France 1914-1947, Cambridge University Press, 2002. Y, en el Reino Unidos, E. P. HENNOCK, British Social Reform and German precedents. The Case of Social Insurance, 1880-1914, Clarendon Press, Oxford, 1987. Para Italia, Marie S. QUINE, Italy´s Social Revolution. Charity and Welfare from Liberalism to Fascism, University of London-Palgrave, New York, 2000. Para España, Salvador FORNER, Canalejas y el Partido Liberal Democrático, Cátedra, Madrid, 1993. Para otros escenarios, PLATT, D.C.M., Social Welfare, 1850-1950. Australia, Argentina y Canadá Compared, Macmillan Press, London, 1989. Casi nunca se considera a América Latina como parte de ese diálogo científico y trasatlántico, con la excepción de algunos trabajos que han contribuido a descifrar cómo ciertas ideas y políticas económicas impactaron con fuerza y eficacia entre diferentes naciones a lo largo del siglo XX, Peter HALL, The Political Power of Economic Ideas: Keynesianism across Nations, Princeton University Press, New Yersey, 1989 y Kathryn SIKKINK, Ideas and Institutions. Developmentalism in Brazil and Argentina. Cornell University Press, Ithaca and London, 1991.

proyectos legislativos correctores de las relaciones entre el Estado y la sociedad argentina. Con todo, los procesos de transferencias indican circulación de ideas, un terreno de muchas interposiciones y/o deformaciones. Pero, al día de hoy, han quedado desfasados los análisis eurocentristas que tendían a concebir la producción latinoamericana en materia de ideas como un mero proceso de recepción y de réplica de ideas europeas o pensadas en otros escenarios occidentales. Las actuales lecturas sobre la circulación de ideas en el pasado tienden a pensar los préstamos en términos de cómo se acomodan las piezas del puzzle más que en definir sus piezas y no como un simplificado devenir imitativo de un centro a una periferia. Especialmente difícil es trazar caminos unidireccionales y de trazos únicos en los registros de influencias ideológicas y culturales. En todo caso, ese complejo proceso de cruces, de transferencias a través del Atlántico sugiere un espacio disponible para nuevos fluidos en la que tengan cabida trayectorias que se mueven en múltiples direcciones y que adquieren importancia en la medida que facilitan el diálogo y el intercambio entre los interlocutores. El entablado entre los científicos sociales españoles y argentinos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX se fue tejiendo en la medida que facilitaron la circulación del saber al participar en redes comunes y flexibles de comunicación a través de viajes de estudios de profesores y comisionados, de traducciones, de un incipiente comercio editorial, de los transplantados de un país debido a experiencias migratorias, de las revistas científicas. Todas huellas de un diálogo científico intercontinental que se decantarían en vías concretas de conexión y modos de recepción, de transferencias de conceptos, ideas, experiencias, proyectos y concretas realizaciones que no siempre suponen emulación pero sí ayudan a componer los modos en que se produjo la

asimilación12. En las páginas que siguen se mostrarán aquellas dejadas tanto por las traducciones al español y su comercio en el mercado de libros argentino como por las revistas científicas especializadas en el Derecho y Ciencias Sociales.

Las traducciones y el mercado de libros españoles en la Argentina.

No es mucho lo que se sabe sobre qué leían y de qué forma los estudiantes y profesionales del Derecho y de las nuevas disciplinas científicas sobre temas sociales en la Argentina a lo largo del siglo XIX y gran parte del XX. Son escasos, y en ocasiones inexistentes, los inventarios de bibliotecas personales que pudieran ofrecer informaciones bibliográficas. Poco es también lo que se conoce acerca del comercio y la circulación de libros, revistas científicas o culturales, y de periódicos13. ¿Qué, cómo y cuántas publicaciones europeas se vendían? Puede que el extendido conocimiento del francés entre la gente culta argentina facilitase las lecturas de las traducciones francesas del pensamiento social contemporáneo o de una literatura menos específica pero que facilitaba un rápido conocimiento de la vida intelectual europea. Las páginas de la Revue des deux mondes ofrecían al público culto argentino, y en general al latinoamericano, información sobre las principales figuras francesas y europeas de la filosofía, las letras, la política y la ciencia en plena eclosión del pensamiento positivista y del darwinismo social. Con todo, no se trata sólo de conocer cómo y cuándo llegaron

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Para reflexiones sobre transferencias político- culturales y científicas, véase los trabajos reunidos por Michael ESPAGNE y Michael WERNER, Transferts. Les relations interculturelles dans l´espace franco-allemand (XVIII et XIX siècle), Ed. Recherche sur les Civilisations, París, 1988, especialmente pp. 11-34. 13 Algunos trabajos comienzan a cubrir importantes lagunas, especialmente sobre periódicos y revistas culturales para abordar el mundo político e intelectual argentino y latinoamericano para el siglo XIX y XX. Véase, a manera de ejemplo, los estudios reunidos en Noemí GIRBAL-BLACHA y Diana QUATROCCHI-WOISSON, Cuando opinar es actuar. Revistas argentinas del siglo XIX, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1999; Iván JAKSIC (comp.), The Political Power of the World. Press and Oratory in Ninettenth Century Latin America, ILAS, Londres, 2002; Paula ALONSO (comp.), Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920, FCE, Buenos Aires, 2003 y Luis Miguel GLAVE (coord.), Del pliego al periódico. Prensa, espacios públicos y construcción nacional en Iberoamérica, Debate y Perspectivas. Cuadernos de Historia y Ciencias Sociales de la Fundación Mapfre Tavera, 3 (diciembre de 2003).

las obras de los pensadores europeos a América, sino también de cómo esas ideas se utilizaron e intentaron adaptarse a las circunstancias locales14. Las traducciones al español de las obras más emblemáticas de las corrientes jurídicas y sociológicas de aquella época la hicieron un puñado de académicos vinculados a las Facultades de Derecho de Madrid y de Oviedo, y a la Institución de Libre Enseñanza – un ensayo perdurable de una educación superior democrática y liberal apoyada por el Estado en los tiempos de la Restauración15. Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate, Adolfo Buylla y, especialmente, Adolfo Posada fueron los grandes traductores al español del pensamiento y de las ideas científico-sociales y jurídicas de las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del XX. Las traducciones completaban unos sueldos bajos de catedráticos de provincia o de desplazados de sus cargos por unos decretos con claros fines políticos que, durante los primeros tiempos de la Restauración habían afectado al mundo universitario. Libreros y editores como Lázaro Galdenao, de Historia Moderna,

José Reus –de la Revista de Legislación y Jurisprudencia-,

Victoriano Suárez y Daniel Jorro por entonces – y antes de que la prensa lograse recuperar tras los tiempos canovistas la libertad de informar y de incorporar en sus columnas opiniones de intelectuales remunerados que fundamentaban actitudes políticas-

corrieron el riesgo de publicar unas contribuciones de un grupo de

intelectuales vinculados a una apuesta novedosa y diferente en la Universidad española. Las contribuciones de Posada fueron, en ese sentido, aportes fundamentales para los intelectuales, profesores y estudiantes de las carreras de Derecho y de las nuevas

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Sobre la importancia de la circulación de la revista francesa en los medios intelectuales argentinos a finales del siglo XIX, Marcelo MONTSERRAT, “La mentalidad evolucionista en la Argentina: una ideología de progreso”, Documento de Trabajo del Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés. También, TERÁN, Vida intelectual ... , p. 143. Para los medios intelectuales mexicanos y como indagación histórica pionera sobre la circulación de ideas políticas francesas y españolas a finales del siglo XIX y su adaptación a las circunstancias nacionales, Charles HALE, The Transformation of Liberalism in Late Nineteenth-Century México, Princeton University Press, New Jersey, 1989. 15 Sobre la Institución de Libre Enseñanza, Vicente CACHO VIU, La Institución Libre de Enseñanza, Rialp, Madrid, 1962.

asignaturas de Sociología de las Universidades españolas y de las principales de América Latina, entre ellas la Nacional de Buenos Aires y la de La Plata; los dos centros emblemáticos del reformismo argentino16. Desde siempre, las traducciones al español de la literatura jurídica europea hecha por los profesionales de la enseñanza del derecho en las universidades españolas habían acercado las producciones francesa y anglosajona a las aulas de Derecho de las universidades argentinas y latinoamericanas; entre ellas la gran Enciclopedia Jurídica, en la que habían colaborado los más ilustres especialistas de las diversas ramas de la ciencia del derecho17. Y, las emprendidas por aquel grupo de expertos españoles del Derecho y de las Ciencias del Estado que se movían en las cátedras krauso-institucionistas de las Universidades de Oviedo, Madrid y la Institución de Libre Enseñanza, al tiempo que ofrecieron un poso de lecturas, información e interpretación que volcarían primero en las aulas y, más tarde, en tareas de servicio público, sirvieron como correas de trasmisión de los conocimientos más actualizados sobre modernas disciplinas de las Ciencias Sociales, especialmente de la Sociología y de los estudios sobre la política para las modernas naciones americanas que compartían la lengua española. Por entonces, llegarían a América Latina y a la Argentina, con unos intelectuales altamente receptivos a lo que venía de afuera, las traducciones que hiciera Adolfo Posada de los escritos de los sociólogos norteamericanos considerados entonces como inspiradores de programas de intervención del Estado a favor de reformas sociales como Albion W. Small y Lester F. Ward18. La traducción al español de la obra de este último, apreciado por el catedrático

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Sobre la necesidad de completar los sueldos de catedráticos de provincia con traducciones y otros trabajos académicos o de periodismo, Adolfo POSADA, Fragmentos de mis memorias, Universidad de Oviedo, Oviedo, 1983, pp. 182-183. Sobre la apertura del periodismo hacia finales del siglo XIX, Manuel SUÁREZ CORTINA, “Libertad de prensa, elites republicanas y periodismo”, en: El gorro frigio. Liberalismo, Democracia y Republicanismo en la Restauración, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, pp. 61-89. 17 Para una panorámica de las ideas jurídicas en la Argentina, Víctor TAU ANZOÁTEGUI, Las ideas jurídicas en la Argentina (siglo XIX y XX), Editorial Perrot, Buenos Aires, 1977. Sobre la importancia de la Enciclopedia Jurídica, A. POSADA, Fragmentos …, p. 245. 18 Outlines of Sociology, obra de Lester Ward, profesor de la Universidad de Brown Providence (Rhode Island) fue acordada traducir como Compendio de Sociología por la librería de Francisco Beltrán en 1897. Unían a Posada y

español como uno de los padres de la Sociología y una de las cabezas más lúcidas del discurso científico que había reaccionado contra las corrientes spencerianas, recibiría en 1907 entusiastas comentarios en la revista de Archivos de Psiquiatría y Criminología que se editaba en Buenos Aires bajo la dirección de José Ingenieros, un científico social con funciones públicas y un pasado político vinculado al Partido Socialista19. También arribarían a Buenos Aires tanto sus traducciones del positivista Herbert Spencer como de las nuevas teorías jurídicas en torno a la Sociología y las entonces Ciencias del Estado procedentes de los ámbitos científicos y universitarios reformistas franceses que conjugaban laicismo, reformismo, radicalismo y solidaridad social como las de Gabriel Tarde, León Duguit, de Boisson o Alfredo Fouillée20. La pluma de Posada también tradujo al español los trabajos de Jorge Jelinek, del juriconsulto alemán Rodolfo von Ihering, de Walter Bagehot, de C. F. Gabba –uno de los grandes pensadores del momento sobre la opinión pública-, del profesor de la Universidad de Viena Antón Merger y del entonces profesor norteamericano de la Universidad de Princeton, Woodrow Wilson, cuando no tenía el relieve político que alcanzaría más tarde 21. En colaboración con Gumersindo de Azcárate y Adolfo Buylla, Adolfo Posada tradujo a los

Ward una cordial amistad epistolar basada en la coincidencia de preocupaciones sociológicas y en el intercambio de ideas. Años más tarde, en 1909, se conocerían en un Congreso Internacional de Sociología celebrado en Berna mientras ocurrían los sangrientos sucesos de la Semana Trágica de Barcelona que le habían obligado a Posada a pronunciarse entre sus colegas sobre un “caso Ferrer” que no creía que debía merecer tanto panegírico y exaltación como se le había dado en el exterior. A. POSADA, Fragmentos ..., pp. 336-337. Para el encuentro personal de Posada con Ward, nota 21 (publicaciones del EDE) 19 ZIMMERMANN, Los liberales reformistas..., p. 83. José Ingenieros fue director, entre 1904 y 1911 del Servicio de Observación de Alineados de la Policía de Buenos Aires, y entre 1902 y 1913 de los Archivos de Criminología, Medicina Legal y Psiquiatría, anexos a la penitenciaría nacional. Para más información y análisis sobre José Ingenieros, Oscar TERÁN, “José Ingenieros o la voluntad del saber”, En búsqueda de la ideología argentina, Catálogos Editora, Buenos Aires 1986, pp. 51-83. 20 La traducción de obra de Alfredo Foulliée condensaba en español las doctrinas contrapuestas y/o complementarias aplicadas a la Sociología y al Derecho procedentes de las lecturas idealistas y positivistas que no acababan de convencer a su traductor más comprometido con las versiones pospositivistas. Ver, Alfredo FOUILLÉE, La ciencia social contemporánea, Traducción, prólogo y notas de Adolfo Posada, La España Moderna, Madrid, 1894. De Buissson tradujo para La España Moderna, La educación de los adultos en Inglaterra. A. POSADA, Fragmentos …, p. 283. 21 La traducción del libro de Merger, El Derecho y la cuestión social ofrecía en español en un estudio crítico y profundo sobre el proyecto de Código Civil alemán. Por su parte la traducción hecha de la obra de Wilson fue a sugerencia del sociólogo Sales y Ferré de la Universidad de Sevilla tras un encuentro en la Librería Victoriano Suárez. A. POSADA, Fragmentos …, p. 279. Como referencia de las traducciones de Adolfo Posada de A. Merger (El derecho al producto íntegro del trabajo) y de W. Wilson (El Estado), ZIMMERMANN, Los liberales reformistas..., p. 96.

pensadores más representativos del Socialismo de Cátedra alemán. Con el primero, volcaría al español los pensamientos de Franz von Holtzendorff, cuyos escritos aparecidos en alemán en 1862 y 1872, ya habían sido traducidos al francés, el italiano, el griego y el portugués (publicados en Brasil) y sólo se conocían en español una serie de monografías que había escrito para la Enciclopedia Jurídica22. Con el segundo, a Alberto Schäffle. En este último encontrarían los reformistas españoles todo un arsenal teórico sobre cómo pensar la función administrativa de un Estado para el desarrollo de una sociedad armónica y, por tanto, cómo responder a los problemas de la sociedad civil de aquella época sin provocar conflictos y ofreciendo protección pública y fórmulas para la representación política. Todas estas traducciones que llegarían a la Argentina se sumarían otros ensayos, comentarios en la prensa y compilaciones en español hechos por profesores e intelectuales vinculados a la enseñanza del Derecho, la Sociología y las Ciencias del Estado que recogían tanto el pensamiento más prolijo y actualizado como las fórmulas legislativas acordes con las nuevas teorías sociales y filosóficas que contemplaban las reformas políticas y sociales para aquellos tiempos de embate al liberalismo en referencia a las materias que atendían23. Así, por ejemplo, podían leerse al otro lado del Atlántico los comentarios científicos que hiciera Adolfo Posada en los periódicos porteños o en el de la colectividad española en la Argentina. O sus primeros trabajos ensayos Derecho Político y Administrativo que publicara en la España Moderna, la Biblioteca Jurídica de Autores Españoles de la editorial Reus, o por su librero paisano Victoriano Suárez. También La España Moderna fue base de difusión de sus traducciones.

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A. POSADA, Fragmentos …, p. 245. Como ejemplo de sus comentarios científicos para la prensa de la colectividad española en la Argentina, Adolfo POSADA, “Sociología. Gabriel Tarde”, El Diario Español (en adelante, EDE), 20 de noviembre de 1909. También, en referencia a su encuentro personal con los “sabios sociólogos norteamericanos” Ward y Baldwin, en uno de los congresos internacionales de Sociología celebrados en Berna, “Congreso de Sociología. La labor de un Instituto”. EDE, 25 de septiembre de 1909 y “Sociología. Figuras de un Congreso”, EDE, 24 de octubre de1909. Para su primer ensayo de Derecho Administrativo, A. Posada se inspiraría en los trabajos traducidos de Meyer, y en las obras de L. Stein (Die Verwaltungslehre y Handbuch der Verwaltungslehre) y en la de de Orlando (Principi di Diritto administrativo), A. POSADA, Fragmentos …, p. 272. 23

Desde sus páginas tradujo “La Justicia” de H. Spencer “La criminalidad comparada” de Guillermo Tarde24. Unas traducciones al español y otros ensayos y colaboraciones de profesores universitarios españoles que llegaban a un público especializado debido a unos más o menos fluidos contactos profesionales que facilitaban el “comercio intelectual” entre académicos de las Ciencias Sociales y Jurídicas españoles e hispanoamericanos, pero que no se conseguían tan fácilmente por otras vías de distribución. En Buenos Aires no era fácil encontrar libros españoles en las librerías porteñas o de españoles emigrantes debido a los elevados costes de importación25 . Con todo, la escasa circulación de las novedades impresas en España por tierras americanas se podía llenar con libros en español impresos en Londres, París y New York que colmaban buena parte de las lecturas sobre autores o traductores españoles en América; unos libros descargados de las obligaciones por la propiedad intelectual y con unas ediciones económicas que dejaban poco margen de competencia para los editores españoles26. Algunas editoriales españolas que publicaban las traducciones al español de las obras más señeras del pensamiento científico social contemporáneo habían comenzado a incursionar en el mercado argentino y latinoamericano desde comienzos del siglo XX. Entre ellas se encontraban varias editoriales valencianas: la Editorial Prometeo, en cuyo catálogo de aquella época figuraban autores de la corriente positivista como Charles Darwin, Herbert Spencer, Luis Büchner, Ernst Haeckel o Hipólito Taine. O la Editorial de Victoriano Suárez que promocionaba la Biblioteca de Derecho y Ciencias Sociales, una colección de títulos y traducciones por entonces más modernas del pensamiento jurídico y social de la 24

Véase como ejemplo índice bibliográfico de la tesis de Justo L. De Gomara y Lugones, “La asistencia pública (Bases para su organización en la República). Universidad Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires, Imprenta de El Diario Español, 1909, P. 154. 25 Rafael ALTAMIRA, “Los medios conducentes a estrechar las relaciones intelectuales entre España y las Repúblicas Hispano-Americanas”, Unión IberoAmericana, abril de 1910, pp. 13-23 y José María SALAVERRÍA, “Nuestros libros en América”, ABC, 4 de mayo de 1910. Cf. Isidro SEPÚLVEDA, Comunidad Cultural ..., p. 295. 26 Carlos RAMA, Historia de las relaciones culturales entre España y la América Latina. Siglo XIX, FCE, México, 1982, p. 248.

época en las que trabajaron los profesionales españoles vinculados a la enseñanza universitaria y que, como traductores al español, fueron los trasmisores de las corrientes científicas entonces en boga en el panorama internacional: Giner de los Ríos, Azcárate, Sales y Ferré, Adolfo Buylla, Leopoldo Alas, Adolfo Salillas, Fernández Prida, Rafael Altamira, Joaquín Costa, Gascón y Marín, Martín Hinojosa, Bernardo de Quirós, Ángel Ganivet, Bolilla San Martín. También, uno de los mejores amigos y asesores del librero: Adolfo Posada. El Tratado de Derecho Político -obra capital del profesor de Oviedo- se había vendido había sido un éxito de ventas en América Latina al punto que se hizo dado que había llegado a ser el libro de texto de una universidad y había logrado ser traducido al italiano y al alemán27. Otra empresa española que contribuiría a difundir en la Argentina las obras científico-sociales traducidas al español fue la del Editor Soler que tenía su sede en Barcelona y una sucursal en Buenos Aires para toda América Latina. La colección estrella de la editorial eran los Manuales Soler, destinados a la difusión popular de la cultura y de las ciencias modernas. En ella Adolfo Posada había publicado El Sufragio, obra donde el asturiano había expuesto las más recientes doctrinas y bibliografías de la época sobre las lecturas en torno al sufragio y su relación con el Derecho que por entonces se debatían en Francia, Alemania e Italia. Y, Joaquín Costa, una de las voces más conocidas del regeneracionismo español por aquellas tierras, un trabajo titulado El problema de la ignorancia del Derecho, cuyo contenido había ayudado a descifrar la razón de ser del Derecho estableciendo brechas entre la normativa y la realidad. La colección, en 1908, había superado el millón de volúmenes vendidos, de los cuales cerca del 20% se habían facturado en Buenos Aires28. Finalmente, otros muestrarios de obras y traducciones al español del pensamiento científico contemporáneo que circulaban por Argentina lo 27

Asimismo, la Librería Victoriano Suárez publicó trabajos de algunos latinoamericanos como la del chileno Letelier, el argentino Agustín Álvarez y las traducciones de Herbert Spencer, Woodrow Wilson, Lombroso, Kidd, Ihering, Flora, Merger y las Obras Completas de Concepción Arenal y de Menéndez Pelayo. Pp. 27628 Víctor TAU ANZOÁTEGUI, “Pensamiento jurídico y acción legislativa”, La Argentina del Siglo XX, Academia Nacional de la Historia, Tomo 8, Planeta, Buenos Aires, 2001, p. 426.

ofrecían la Biblioteca Sociológica Internacional de Barcelona, la Nueva Biblioteca de Ciencias Sociológicas y las publicadas en Madrid por la Biblioteca Jurídica de Autores españoles de Revista General de Legislación y Jurisprudencia del Colegio de Abogados de Madrid

y la España Moderna de José Lazaro Galdiano; colecciones todas que

introducirían a los lectores en español a los pensadores científico sociales punteros en el panorama internacional y de España29.

Las Revistas científicas

Los expertos y profesionales de las Ciencias Jurídicas y Sociales constituyeron una comunidad científica preocupada por insertarse en las redes profesionales. No siempre lograban ser grupos cohesionados pero existían entre ellos algunas coincidencias; la principal: la de conocer las soluciones legales elaboradas desde la academia para la política para contrapesar sin grandes conflictos los efectos del veloz proceso de transformación social y el acelerado tránsito hacia sociedades de masas. Estaban conectados con Europa a través conferencias, estudios y viajes al exterior, y por publicaciones científicas en diferentes idiomas que circulaban por suscripción y que podían localizarse fácilmente en las bibliotecas nacionales y en las de sociedades

29 En esta última colección, por ejemplo, se había publicado la obra de Spencer traducida por Unamuno. Para una referencia bibliográfica de las traducciones españolas de obras sociológicas publicadas entre 1870 y 1915, Jesús TOBIO, “Bibliografía de traducciones españolas de obras sociológicas y sociales publicadas de 1870 a 1915”, Revista de Estudios Políticos, 92 (marzo-abril de 1957), pp. 347-364. La editorial de España Moderna también publicaría algunas obras de científicos sociales argentinos. Como ejemplo, la segunda edición, en 1901, de la obra, La Educación de Carlos O. BUNGE, CÁRDENAS y PAYÁ, La Argentina de los hermanos Bunge ..., p. 110. Asimismo, Lázaro Galdeano intentó con la ayuda de A. Posada la publicación de una “Revista de Derecho y Sociología” que contaba con el apoyo de algunos escritores latinoamericanos pero que no llegó a prosperar. En la Biblioteca Jurídica de Autores españoles publicaría, por ejemplo, Adolfo Posada sus primeros trabajos con el consejo de su maestro Giner: El Derecho Natural y Positivo (1881), su tesis doctoral, y Programa de elementos de Derecho Político y Administrativo (1883), que presentara para sus oposiciones. Asimismo, la Biblioteca acogería otras obras señeras del pensamiento científico social y político de aquellos tiempos de reforma: Historia de la propiedad de Gumersindo de Azcárate, Historia del Derecho Romano (2 tomos) de Hinojosa y Teoría del Hecho Jurídico de Joaquín Costa. Al respecto, A. POSADA, Fragmentos …, pp. 227-228 y 272-273

científicas y organismos profesionales. Especialistas y estudiosos que controlaban el francés, el inglés y el italiano, aunque no desatendían el conocimiento científico social puntero a nivel internacional en español. Las revistas nacionales especializadas en los estudios jurídicos y sociales se esforzaban por ofrecer traducciones, notas, críticas y análisis de las novedades extranjeras. El intercambio de las revistas científicas aceitaba las redes profesionales y la novedad del conocimiento en la materia. Manuales de juristas y estudiosos del Derecho, y todo un abanico de revistas jurídicas, publicados en España fueron materiales de trabajo y de reflexión para estudiantes universitarios y profesionales del Derecho en la Argentina desde mediados del siglo XIX y, especialmente, a las puertas del siglo XX cuando las Ciencias Sociales ejercieron un hondo influjo en la evolución de las disciplinas jurídicas. Difundían en español lo que se estaba pensando y legislando en el mundo y acabaron teniendo un lugar central en la formación del pensamiento jurídico argentino no menos que el de otras publicaciones científicas extranjeras del área30. Todo un campo para abordar y revisar los problemas relacionados con la internacionalización del pensamiento científico-cultural en una época de especial densidad de relaciones entre diferentes actores de España y la Argentina. Sirva como ejemplo, la Revista General de Legislación y Jurisprudencia. Publicación estrella del Colegio de Abogados de Madrid, la Revista General de Legislación y Jurisprudencia comenzó su andadura junto con un Boletín de periodicidad semanal en 1852. Su mentor había sido el Dr. José Reus y García, y José María Manresa Navarro y Eduardo Dato serían sus directores en una época posterior. Su aparición había sido signo de la profesionalización de unas clases medias que habían apostado por las carreras de Derecho como una vía de ascenso social y de participación en la vida política, aun en bandos opuestos. Con una prolongada existencia hasta los

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Sobre la importancia de las revistas científicas de diferentes áreas del campo jurídico como una de las vías de circulación de ideas, TAU ANZOÁTEGUI, “Pensamiento jurídico ...”.

tiempos de la Guerra Civil, se convertiría en una de las publicaciones señeras del área a través de cuyas páginas tendrían cita las plumas más sobresalientes del mundo académico, institucionista, de las corrientes del pensamiento jurídico y de su entronque con el progresivo desarrollo de las Ciencias Sociales. Las novedades de las diferentes corrientes del Derecho tenían cabida junto a un amplio apartado reservado para la Bibliografía Jurídica donde se reseñaban en español tanto los artículos aparecidos en las revistas extranjeras como las obras más significativas en el ámbito internacional. Los artículos de análisis, de opinión y comentarios hacían de ella una herramienta útil de estudio de derecho comparado, la Sociología y de las entonces Ciencias del Estado31. Muchos de ellos serían las primeras versiones de posteriores trabajos que se tornarían en referencias del clima ideológico de toda una época no sólo para España sino también para los intelectuales, académicos y profesionales del Derecho de las naciones latinoamericanas. Por ejemplo, allí publicaría Adolfo Buylla en sucesivos capítulos desde 1892 un panorama general y detallado de la legislación social sancionada en los diferentes entornos occidentales: Alemania, Inglaterra, Austria, Hungría, Francia, Rusia, Rumania e Italia; también en otros más lejanos como las modernas naciones de América Latina, los Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda32. O, Adolfo Posada uno de sus más serios trabajos publicado en Oviedo en torno a las Teorías modernas acerca del

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Por ejemplo, un joven Adolfo Posada, ya catedrático de Derecho Político y de la Administración en la Universidad de Oviedo, era el encargado de reseñar las investigaciones relativas a las Ciencias del Estado que se realizaban en otros entonos: Alemania, Francia, Inglaterra, USA e Italia. De allí que no faltasen en sus crónicas informaciones sobre los problemas políticos y sociales contemporáneos, y las reflexiones científico sociales elaboradas en torno a ellos en revistas científicas de los Estados Unidos e Inglaterra (The Quarterly Political Review y Annals of the American Academy of Political and Social Science, de Alemania (Zeitzchrifft für das Staats wissenschaffen), de Francia (Annales de l´École libre de sciences politiques) y de Italia (Rivista di diritto publico y Archivio di Diritto publico). Véase, a manera de ejemplo, Revista General de Legislación y Jurisprudencia, 81 (1892/2), p. 39. 32 Adolfo BUYLLA, “La cuestión obrera y las leyes”. Revista General de Legislación y Jurisprudencia (en adelante, RGLJ), 81 (1892/2), pp. 311-343; 82 (1893/1), pp. 336-364; 83 (1893/2), pp. 23-39 y 528-556; 84 (1894/1), pp. 52-66 y 462-472; 88 (1896/1), pp. 363-376; 94 (1899), pp. 230-252; 96 (1900/1), pp. 225; 98 (1901); 105 (1904), pp. 209 y 405.

origen de la familia, de la sociedad y del Estado (1892) y que más tarde el sociólogo René Worms le ayudase a su traducción al francés33. Las páginas de la Revista de Legislación y Jurisprudencia ofrecen una excelente muestra de la evolución, desde mediados del siglo XIX y entrado el siglo XX, de las ideas políticas, sociales, y de la cultura científico-social de Europa y de España a lo largo de la historia contemporánea; desde el krausismo, el positivismo, el evolucionismo, el liberalismo reformista, la democracia, y el corporativismo como mejor manifestación de la crisis del liberalismo. Y también porciones del clima y de los debates de los foros de discusión independientes que se habían desplegado desde la segunda mitad del siglo XIX al calor de la creciente implicación de abogados y jurisconsultos en los espacios de debates públicos y tolerantes entre personas de diferente talante político en torno a cuestiones jurídicas, sociales y políticas. De allí que no faltasen en ella los discursos que se emitían anualmente tanto en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas como en la de Jurisprudencia y Legislación. Junto con otras revistas jurídicas o científico-culturales como el Boletín de la Institución de Libre Enseñanza, la Revista de España, Revista Contemporánea, La Justicia, España Moderna, La Lectura, España, el Boletín del Instituto de Reformas Sociales, la Revista General de Legislación y Jurisprudencia congregó a los exponentes del reformismo español de entre siglos34. Mediante opiniones, traducciones de libros, artículos sobre pensadores extranjeros descifraban las afinidades en materia de ideas que circulaban por el mundo y sobre las reformas legislativas y los proyectos gubernamentales que profesores y pensadores del Derecho diseñaban para los políticos que no tenían otro

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La traducción formó parte de la Bibliothèque Sociologique Internationale que publicara V. Giards et E. Brière en París en 1896. A. POSADA, Fragmentos …, p. 274. 34 Sobre los contenidos ofrecidos por el Boletín del Instituto de Reformas Sociales, María Dolores DE LA CALLE, La Comisión de Reformas Sociales, 1883-1903. Política Social y conflicto de intereses en la España de la Restauración, Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social, Madrid, 1989, pp. 316-320. Sobre los intercambios internacionales del Boletín, J. I. PALACIO MORENA, La institucionalización de la reforma social en España (1883-1924), La Comisión y el Instituto de Reformas Sociales, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1988, p. 316.

propósito que el de acompasar a España en el camino de una modernidad en sintonía con el entorno. Sin embargo, y como una característica general del universo intelectual español, en la revista de los profesionales del Derecho es fácil percibir la dependencia de la cultura científica francesa como tamiz de las influencias de las distintas corrientes ideológicas que se cocinaban en otros escenarios. Tanto una como otras constituían plataformas o tribunas más especializadas que la prensa donde los académicos de las Ciencias Jurídicas y Sociales plasmaban sus ideas y generaban conocimiento y opinión entre los lectores. Todas eran unas publicaciones con prácticamente nulas rentabilidades económicas y con muy escasa difusión fuera de los públicos especializados35. Empresas vinculadas a ellas ofrecían a los lectores en español colecciones que reunían la novedad de trabajos de científicos sociales y jurídicos españoles, del entorno europeo – especialmente italiano y francés- y norteamericano. Bajo el sello editorial de la Revista General de Legislación y Jurisprudencia y el emprendimiento de Emilio Reus –hijo de José Reus- la Biblioteca Jurídica de nació a las puertas del siglo XX bajo la dirección de Gumersindo de Azcárate, una de las máximas expresiones académicas y públicas del reformismo social de España de entre siglos con un pensamiento de aristas múltiples, con profundas raíces en el krausismo y que ayudó a traducir en propuestas jurídicas y ensayos institucionales las preocupaciones en torno a la cuestión social sobre bases de solidaridad, asociacionismo y cooperación entre el capital, el trabajo y la intervención del Estado por vías legales como alternativa al liberalismo individualista que había impregnado las mentes pensantes del siglo XIX español36.

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Gonzalo CAPELLÁN, “Intelectuales, Universidad y opinión pública, el grupo de Oviedo”, Historia y política, 8 (2002/2), pp. 9-37. 36 Otros reformistas, más abiertos a nuevas corrientes de pensamiento, lograrían conjugar krausismo con positivismo para las lecturas científico sociales. Era el caso de Urbano González Serrano o de Adolfo Posada; ambos representaban el enlace, el continuum entre krausismo y el reformismo liberal democrático de las décadas posteriores, y optaron por las lecturas del problema social no abordadas exclusivamente desde una perspectiva biológica y evolucionista, si bien en su momento se habían dejado conquistar por el pensamiento spenceriano. Azcárate era miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, profesor de Legislación Comparada en la Universidad Central de Madrid, de Derecho Constitucional Comparado en la Institución Libre de Enseñanza y ex presidente de Ateneo de Madrid. Desde 1904 estuvo al frente del Instituto de Reformas Sociales. Para un estudio completo sobre

Con todo, ¿cuáles eran las fuentes de las corrientes del reformismo español que podían percibirse de la lectura de las páginas de esas publicaciones? ¿Qué posturas del pensamiento científico jurídico social que apostaban por superar las rígidas concepciones deterministas de los positivistas sobre el devenir del individuo y por descifrar aptitudes de un Estado con mayores interferencias en la vida pública habían calado entre los pensadores y académicos españoles y llegaban a sus lectores latinoamericanos? Básicamente las que provenían del “Socialismo de Cátedra” alemán, del “Solidarisme francés”, del “New Liberalism” inglés que David Lloyd George había intentado poner en práctica en Inglaterra de principios de siglo, de las corrientes de la Criminología positivista italiana, y de las punteras de la Sociología norteamericana. Aunque con variaciones, todas posturas inspiradas en concepciones posibilistas, graduales y de cooperación solidaria que encajaban con visiones del individuo no condicionado solamente por el entorno físico, sino por circunstancias históricas, personales y del entorno social, y al que el Estado debía proveer unas condiciones necesarias para el desarrollo en condiciones de igualdad. Sabido es que, desde la década de 1880, los herederos del idealismo alemán que habían ayudado a perfilar el pensamiento socioeconómico de la administración bismarckiana habían conformado partes de las lecturas de los reformistas españoles, superponiéndose a las fórmulas organicistas, éticas, solidarias, armonizadoras del conflicto social y con la confianza en la capacidad de la educación propias de un pensamiento krausista que Francisco Giner de los Ríos se había encargado de fundir con el liberalismo haciendo escuela en las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad Central (de Madrid), primero, y en las de la Institución de Libre Enseñanza más tarde. De los científicos

Azcárate, Gonzalo CAPELLÁN DE MIGUEL, El krausimo español. Gumersindo de Azcárate, Tesis doctoral, Universidad de Cantabria, 1999. También, sobre Azcárate y la asimilación del positivismo por intelectuales formados en el krausismo, Manuel SUÁREZ CORTINA, “Reformismo laico, “cuestión social” y Nuevo Liberalismo”, El gorro frigio. Liberalismo, Democracia y Republicanismo en la Restauración, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, pp. 143-179.

sociales alemanes habían salido las críticas al liberalismo clásico y las fórmulas modernas de intervención de un Estado legislativo para atender los problemas derivados de la cuestión social sin provocar conflictos, facilitando protección, seguridad y derecho de representación. De aquellos, parece ser que los que más fomentaron la atención entre los círculos académicos españoles del Derecho fueron Gustave Schmoller y Alberto Schäfle. Los profesores reformistas de la Universidad de Oviedo, Adolfo Buylla y Adolfo Posada, en 1885, habían dado a conocer la traducción de uno de los trabajos de Schäfle titulado la Quinta esencia del socialismo. Y es que, según Giner de los Ríos, en el profesor y parlamentario alemán “podía conjugarse el pensamiento krausistapositivista, el socialismo y el antisocialismo, el conservadurismo y el reformismo radical”; una combinación poco habitual en el clima de ideas de una época donde las fuerzas políticas pugnaban por remozarlo para ofrecer soluciones a las cuestiones políticas y sociales37. Sin embargo, la dependencia del pensamiento francés era muy fuerte en los ámbitos culturales y académicos españoles a pesar de las nuevas corrientes del pensamiento liberal alemán. O, incluso, los provenientes de Inglaterra esgrimidos por Start Mill, John A. Hobson o Leonard Hobhouse. Y es que el pensamiento sociológico francés que había impregnado de valores en torno al laicismo, el reformismo, el radicalismo y la solidaridad social a los espacios universitarios de la Tercera República Francesa se había constituido también en un referente fundamental para los científicos sociales españoles de aquellos tiempos. Fueron especialmente los institucionistas quienes tradujeron y difundieron las obras de los autores más representativos de las corrientes

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Sobre A. Schäfle, Francisco GINER DE LOS RÍOS, “El socialismo de Schäfle”, RGLJ, 84,(1894/1), pp. 5-29 y 225-245 y “El nuevo libro de Schäfle”, RGLJ, 85 (1894/2), pp. 515-550. También, Adolfo POSADA, “Sociología. Alberto Schäfle”, RGLJ, 104 (1904/1), pp. 289-300. Para el influjo del historicismo alemán en A. Buylla, y sus límites, Juan VELAVERDE FUERTES, “Inicio y final de la Batalla del Método en España a través de las figuras de Adolfo Álvarez Buylla y Antonio Flores de Lemus”, José Luis GARCÍA DELGADO (ed.), Los orígenes culturales de la II República, Siglo XXI, Madrid, 1993, pp. 199-215. Para el influjo entre los institucionistas en general, SUÁREZ CORTINA, “Reformismo laico, “cuestión social” y Nuevo liberalismo”, El gorro frigio ..., pp. 160-161.

alternativas al positivismo y al liberalismo de laissez faire del pensamiento solidario y reformista francés. Entre ellos a A. Fouilleé, Fernand Bouisson, León Bourgeois, Charles Gide – promotor del mutualismo y el cooperativismo-, Emile Durkheim y León Duguit38. Y es que, las concepciones solidarias encajaban bastante bien entre los krausoinstitucionistas españoles porque entendían posible el entendimiento interclasista a partir de la educación, la ley y el compromiso ético. Asimismo, por medio de aquellos pensadores franceses de la política y la sociedad de su tiempo, los reformistas españoles recibieron de una manera indirecta el influjo de las ideas del socialismo de cátedra alemán que había impregnado de forma notable las elaboraciones de Fouilleé y de Durkheim.

Hasta tal punto el diálogo entre los reformistas españoles y franceses

parecía haber sido especialmente estrecho que los primeros confiaban en sus colegas franceses para informarse sobre las novedades y los ensayos jurídicos para regular las relaciones entre capital y trabajo en naciones modernas, pero recónditas y lejanas culturalmente, como Australia o Nueva Zelanda39. La Revista General de Legislación y Jurisprudencia era, además, una revista con proyección internacional. Podía localizarse en las librerías especializadas de París, Leipzig, Roma y Londres. Y también en otros lugares del mundo. Las mejoras de los viajes trasatlánticos y las facilidades de las comunicaciones habían permitido, desde mediados del siglo XIX la circulación y el intercambio de las revistas científicas con los centros de estudio y profesionales latinoamericanos. La Revista General de Legislación y Jurisprudencia figuraba entre las publicaciones del mundo jurídico y académico español disponible para los estudiantes, académicos y profesionales relacionados con el mundo del Derecho de las universidades de Buenos Aires o de la Plata. A tal punto 38

Para los primeros sociólogos de la Tercera República francesa hasta la I Guerra Mundial, W. LOGUE, From Philosophy to Sociology. The Evolution of French Liberalism, 1870-1914, North Illinois University Press-Dekalb, Illinois, 1983. También, Sanford ELWITT, The Tird Republic Defended. Bougeois Reform in France, 1880-1914, Louisiana State University Press, Baton Rouge, 1986. Para otras referencias del impacto del pensamiento solidario francés entre el reformismo institucionista español, SUÁREZ CORTINA, El gorro frigio ..., pp. 161-167. 39 Véase, Adolfo POSADA, “Un ensayo de legislación social”, RGLJ, 99 (1901), pp. 465-482.

contribuiría una publicación de ese tipo al diálogo de los científicos sociales argentinos y españoles que se convertiría en un modelo para un publicista de las Ciencias Sociales, Jurídicas y Políticas en la Argentina como lo fue Rodolfo Rivarola a la hora de lanzar, en 1910, la Revista Argentina de Ciencias Políticas. Las opiniones y los análisis de los artículos de la publicación que era sinónimo de reforma, liberalismo y modernidad en la Argentina escogían referencias y comentarios de los países europeos y de los Estados Unidos; en ella tenían también cabida reproducciones de trabajos previamente publicados, reseñados o escritos en aquella revista del mundo del Derecho español. Y es que las relaciones con el mundo jurídico latinoamericano no habían sido descuidadas por los editores de la Revista General de Legislación y Jurisprudencia. El lector español podía encontrar en ella referencias sobre las disposiciones legislativas, proyectos

y comentarios de los ámbitos del Derecho de algunos países

latinoamericanos; especiales eran los procedentes de la Argentina a partir de la última década del siglo XIX. Conocidos eran para los académicos españoles los nombres de los catedráticos de la Universidad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, como Norberto Piñeiro, José Nicolás Matienzo o Rodolfo Rivarola, muy vinculados todos ellos a los universos políticos de los conservadores. Se les consideraba “hombres con un extenso conocimiento de la ciencia y de la legislación del otro lado del Atlántico”, que pensaban el Derecho y las reformas políticas comparando lo sancionado en los entornos europeos, entre ellos España40. Reconocimientos que no siempre se reflejaban en encuentros y relaciones profesionales que se congraciaban con una retórica de identidad en torno a una comunidad hispanohablante que se desplegaría oportunamente con motivo de las celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América. De hecho, sólo la presencia del encargado de negocios de la legación argentina en España y

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RGLJ, 80 (1892/1), pp. 637-638.

la presidencia honorífica de Roque Saénz Peña otorgaban una representación simbólica del mundo del Derecho argentino en el Congreso Jurídico Iberoamericano que para entonces se había celebrado en Madrid bajo el patrocinio de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación41. Al calor de los discursos de reconciliación con los entornos culturales cercanos para encontrar ciertas claves de reparación de la identidad nacional herida de España tras la crisis del 98, proliferó toda una retórica hispanoamericana que reclamaba, con todo, un mejor conocimiento de regiones y pasados antes ignorados. Entre los institucionistas y reformistas del mundo académico y universitario español, fue Adolfo Posada quien mejor expuso sus estudios sobre los contornos jurídicos de la política americana desde los tiempos de la colonia hasta la conformación y consolidación como Estados Nacionales. En diversos capítulos de la Revista General de Jurisprudencia y Legislación, Posada publicó entre 1899 y 1900 una serie de estudios sobre “Las Instituciones de los pueblos iberoamericanos”, desde México hasta la Argentina42. El intercambio de las publicaciones científicas entre los ámbitos académicos y del mundo del Derecho y de las Ciencias Sociales entre España y la Argentina encontraría, a partir del nuevo siglo, a profesionales a un lado y otro del Atlántico en problemas, reflexiones y soluciones afines. Y es que los países latinoamericanos, y entre ellos Argentina, se habían convertido en unos escenarios que no debían ser desatendidos por los científicos españoles a la hora de fomentar intercambios, iniciar relaciones y proyectar los avances de las Ciencias Sociales españolas de aquellos tiempos. Si no ¿por qué desde 1907 los países latinoamericanos comenzaron a ser objeto de atención para los intercambios científicos y culturales promovidos por la Junta de Ampliación de Estudios, una suerte de programa de revitalización científica patrocinado por Estado 41

Congreso Jurídico Iberoamericano, Madrid, 1893. Sobre aspectos de ese evento, A. POSADA, “El Congreso jurídico iberoamericano”, RGLJ, 81 (1892/2), pp. 594-608. 42 RGLJ, 94 (1899), pp. 230-252; 96 (1900/1), pp. 274-295 y 502-523; (1900/2), pp. 226-467.

español? ¿O por qué, entonces, el catedrático de Oviedo, Adolfo Buylla, ya con funciones en el Instituto de Reformas Sociales de Madrid retomó su análisis sobre la legislación en materia social sancionada en los países latinoamericanos con un especial análisis sobre el malogrado proyecto de Joaquín V. Gónzález en el Parlamento argentino?43. Con todo, el diálogo entre los reformistas argentinos y españoles adquirió mayor densidad a partir del intercambio de las publicaciones científicas en los comienzos del siglo XX. No faltaron, por eso, en la revista de los abogados madrileños referencias a las publicaciones aparecidas en el ámbito de las Ciencias Jurídicas y Sociales de la Argentina, como la Revista Jurídica y de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, los Archivos de Psiquiatría y Criminología que dirigía José Ingenieros, el Bulletin argentin de droit internacional privé o la Revista de Derecho, Historia y Letras; ambas estas últimas bajo el cuidado intelectual de un elogiado –por los académicos españoles- Estanislao Zeballos, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires44. Y, finalmente, la Revista Argentina de Ciencias Políticas de Rodolfo Rivarola, un viejo conocido entre los científicos sociales españoles. El entonces Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata adelantaría para ellos uno de los capítulos de su obra Derecho Penal Argentino45. Los artículos más sobresalientes de su revista recibían detallados comentarios en la publicación madrileña. Como ejemplo, las referencias a algunos apuntes de un futuro libro sobre la Historia del Derecho Argentino de Carlos O. Bunge, entonces un joven científico del Derecho que impartía clases de Sociología y de Historia del Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata y que,

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Adolfo BUYLLA, “El Obrero y las leyes”, RGLJ, 112 (1908), pp. 79-89, pp. 347-384 y 495-499. Ver, por ejemplo, RGLJ, 101 (1902/1), p. 555; 104 (1904/1), pp. 198-205; 105 (1904/2), pp. 117-118; 108 (1906/1), pp. 651-654; 109 (1907/2), pp. 535-538; 112 (1908), p. 292; 95 (1901), 115, pp. 95-115; 116 (1910/1), 1, pp. 110-111; 118, (1911/1), pp. 137-40. 45 Rodolfo RIVAROLA, “Orígenes y formación del derecho penal argentino”, RGLJ, 115 (1909), pp. 526-557. 44

en los primeros años del siglo XX, había ya frecuentado en un viaje por España los ambientes intelectuales españoles abiertos a la renovación política y cultural46. Los viajes a la Argentina de los catedráticos vinculados en su día al grupo reformista de la Universidad de Oviedo, Rafael Altamira en 1909 y de Adolfo Posada en 1910, aceleraron las relaciones académicas y personales de los científicos sociales y jurídicos, como ha quedado reflejado en sus prolijas memorias47. Las redes personales establecidas o consolidadas, y las reflexiones compartidas por científicos sociales de una misma matriz cultural en torno a diagnósticos comunes y convergentes sobre los problemas de una época al tiempo que ofrecían soluciones en experiencias más o menos cercanas potenciaban el diálogo y el encuentro entre plataformas punteras de las Ciencias Sociales en un mismo idioma; lo fueron tanto la Revista Argentina de Ciencias Políticas como la Revista General de Legislación y Jurisprudencia. De lo que se trataba era de hacer visible en contextos culturales cercanos los avances que estaba experimentando España a la hora de pensar cómo gestionar políticamente los problemas de la vida pública. De allí la divulgación entre los máximos exponentes de la cultura científica argentina de crónicas y análisis que tendían a mostrar la predisposición reformista de los políticos y de quienes pensaban las fórmulas legales para llevar a cabo las transformaciones que debían atender a los problemas sociales y políticoinstitucionales de la España monárquica48. Los nuevos rumbos de regeneración política habían hecho posible una proyección hacia fuera positiva de los cambios que estaban

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RGLJ, 120 (1912/1), pp. 302-305; 121 (1912/2), pp. 126-135 y 501-502. Para más amplios análisis sobre Bunge y su paso por España, CÁRDENAS y PAYÁ, La Argentina de los hermanos Bunge ..., pp. 103-116; y TERÁN, Vida intelectual ... , pp. 99-171. 47 Rafael ALTAMIRA, Mi viaje por América: libro de documentos, Librería Victoriano Suárez, Madrid, 1911 y Adolfo POSADA, La República Argentina. Impresiones y comentarios, Librería Victoriano Suárez, Madrid, 1912. También, Eduardo ZIMMERMANN, “La proyección de los viajes de Adolfo Posada y Rafael Altamira en el reformismo liberal argentino”, Jorge URÍA (coord.), Institucionismo y reforma social en España. El Grupo de Oviedo, Talasa, Madrid, 2000, pp. 66-78. 48 Como actualizados estudios sobre aquellos tiempos de reforma en España, Salvador FORNER, Canalejas ..., Cátedra, Madrid, 1993; VV. AA., España a comienzos del siglo XX, Fundación BBVA, Bilbao, 2002; y María Jesús GÓNZALEZ, El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Biblioteca Nueva, Madrid, 1997.

implementado los gobiernos liberales y conservadores desde comienzos del siglo XX hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial –entre ellos el de Antonio Maura entre 1907 y 1909, y el de José Canalejas entre 1910 y 1912-, empeñados en poner a España por los carriles de un liberalismo de nuevo tipo, en sintonía con el entorno europeo. Los ensayos de descentralización administrativa, las novedades en legislación social y electoral, y los resultados de su implementación no tenían otra finalidad que hacer conocer y compartir entre los habituales lectores de las revistas científicas de disciplinas relacionadas con el Derecho las posibilidades de llevar a cabo reformas en ámbitos especialmente sensibles para la gestión política. A tal punto la regeneración política argentina podía tener como espejo al ejemplo español que en los momentos de máxima tensión en el debate político argentino por sacar adelante una ley electoral de sufragio obligatorio y secreto, conocida como la ley Saénz Peña, el catedrático español de Ciencia Política, Adolfo Posada, eligió la Revista Argentina de Ciencias Políticas para publicar su análisis sobre los resultados de participación en las elecciones de diputados a Cortes de 1910 que ponían a prueba una ley de sufragio obligatorio que tres años antes había sido sancionada en España. Toda una referencia en una coyuntura marcada por predisposiciones reformistas de unos y las negativas a los cambios de otros que ilustraba cómo las experiencias políticas pensadas por científicos sociales en otros entornos podían ser consideradas como ejemplo de emulación entre determinados círculos de intelectuales argentinos con gran peso en la vida pública. Pero no la única. Las páginas de aquella revista argentina reproducían análisis publicados previamente en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, reservaban espacios para reseñar libros de científicos sociales españoles y desplegar unas notas a cargo de L. Montón y Ocampo colaborador habitual de la publicación madrileña- empeñadas en mostrar los tiempos de modernización, reforma y progreso en términos de derechos sociales y civiles que

representaban los tiempos de gobierno liberal de José Canalejas. Es más, desde la revista dirigida por Rivarola se lanzó la propuesta de formar un partido reformista como ámbito de coincidencia entre aquellas “personas que anhela(ban) el progreso moral del país” para emprender “el proyecto reformista y el discurso (que) resulta(ban) aparatos de oratoria sin consecuencias útiles, aún cuando (hayan sido) frutos de estudios serios” y que no encontraban sitio en los partidos que pugnaban en la política argentina: radicales, socialistas y conservadores. En definitiva, un partido que reuniese a los políticos e intelectuales más comprometidos en un proyecto reformista y liberal. Apenas meses antes se había formado en España un Partido Reformista como expresión de esa sintonía y como alternativa a los resquebrajados partidos para un turno monárquico que ya poco funcionaba49.

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Para publicaciones de A. POSADA, “ El voto obligatorio”, Revista Argentina de Ciencias Políticas (en adelante RACP, II (1911), pp. 503-520 y “La noción de selfgoverment”, RACP, V (1912. Como ejemplos del interés por las reformas legales de España durante los tiempos de Canalejas, L. MONTÓN y OCAMPO, “El nuevo código penal en España”, RACP, III (1911), p. 355; “Las mancomunidades provinciales en España”, RACP, IV (1911); “Tribunales para niños en España”, RACP, V (1912); “El contrato de trabajo en España”, RACP, VII, (1913). Como ejemplo de reseñas de libros de reformistas españoles, el de A. Posada, Para América desde España, RACP, III (1911), p. 625. Como ejemplo de reproducción de trabajos de la RGLJ, “De los delitos contra el honor en la legislación de la lengua española”, RACP, III (1911), pp. Sobre la sugerencia de formar un Partido Reformista, “Necesidad de un partido reformista”, RACP, (V) 1912, pp. 728-731. Para la ley electoral española de sufragio obligatorio como modelo para la Argentina, Natalio BOTANA, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Sudamericana, Buenos Aires, 1977, pp. 278-283 y Julio MELÓN PIRRO, “La Ley Sáenz Peña de Ugarte o el éxito de la reforma conservadora en la Provincia de Buenos Aires”, Fernando DEVOTO y Marcela FERRARI (eds.), La Construcción de las democracias rioplatenses; proyectos institucionales y prácticas políticas, 1900-1930, Univ. Nac. de Mar del Plata-Biblos, Buenos Aires, 1994, pp. 107-135. Para el Partido Reformista en España, Manuel SUÁREZ CORTINA, El reformismo en España. Republicanos y reformistas bajo la monarquía de Alfonso XIII, Siglo XXI, Madrid, 1986.

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