Adolescencia y homicidio suicidio prevención e intervención

May 23, 2017 | Autor: R. Santana Rivas | Categoría: Violencia, Adolescencia
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Descripción

Adolescencia y suicidio-homicidio prevención e intervención clínica 2 de febrero de 2017 en el Marco de la Maestría en Terapia Familiar Instituto Tzapopan

Raúl Armando Santana Rivas

Crear una pequeña flor es labor de eras William Blake

Aclaración

Presento este trabajo en consideración a la reciente noticia sobre una masacre en una escuela de Monterrey México (18/01/2017). Acontecimiento que no tiene precedentes en este país y que debe generar una atención especial. Un alumno llevó un arma de fuego a la escuela, disparó a la maestra y a algunos compañeros para después dispararse el mismo. Por tratarse de una tragedia, de algo irreversible, evitaré reproducir elementos que alimenten el goce del espectador que queda siempre sano y salvo. Por el contrario me intento sumar a una implicación intelectual, una movilización afectiva y una consecuencia ética1, que podrá recordarse con el paso del tiempo al saber si ese hecho movilizó a los NeoLeoneses de una forma decidida y nueva, o se sumó al recuento de atrocidades cotidianas en México. Lo planteo desde una psicología pesimista que retrate eso que se asomó ahí para magnificarlo (al contrario de minimizarlo, absorberlo, superarlo) situarlo (al contrario de difuminarlo, reducirlo, o digerirlo) para animar a combatirlo antes de que sus brotes

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Con la plena conciencia de que en México las armas tienen más presencia y contundencia que las palabras, las conferencias como esta tienen menos espectadores que las peleas de la UFC y las malas noticias son tantas que solamente los implicados más directos son sacudidos en su existencia por lo que ocurre, las mayorías pasan de largo hacia «noticias más amables».

terminen por impedir la vida en una escala mayor. Se trata pues de una pesadilla real, del sueño que se cumplió, de un nuevo episodio que ya se anunciaba.

Implicación intelectual. Los psicólogos en la caracterización de los homicidas y el homicidio

Todo hábito hace nuestra mano más ingeniosa y nuestro genio más torpe. Nietzsche

En psicología, la conducta criminal y autolesiva ha sido caracterizada de manera que se tiene un alcance en el terreno de la investigación de los fenómenos de muerte «no natural». En el caso particular del Colegio de Monterrey, parecen embonar bien algunos indicios para caracterizar el caso a partir de otros ocurridos en territorio americano2, caracterizar al sujeto como un efecto comprensible de varias fuerzas presentes y con recursos para hacer daño a esa escala. Como en distintos medios ha indicado Ostrosky (Aristegui, 2017), la investigación de estos casos requiere de elementos suficientes para establecer hipótesis de trabajo, identificar aspectos paralelos a otros casos y considerar los conocimientos de distintas disciplinas para su comprensión. La experta habla en los medios de manera muy sutil, con las restricciones de información que tiene sobre el caso, con una sensibilidad humana y con una orientación social. Aunque los conductores y periodistas le pregunten con cuidado y le pidan que explique desde el terreno teórico, el efecto televisivo se produce. Aquí es donde les apetece a algunos espectadores aprendices de criminal minds la tentación por explicar y la prisa por acumular evidencia que confirme la anterior evidencia de nuestro mismo saber ya sabido. Pero atención!

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El plantel lleva por nombre: Colegio Americano del Noreste

A la par de los datos y las explicaciones, podemos reconocer de forma cuidadosa lo que estamos haciendo, produciendo, nombrando y caracterizando pues quizá con bastante probabilidad: el modo en que se habla de estos hechos es muy parecido al que esos sujetos que matan y se suicidan emplean en su acerbo, que es exaltado, psicopatológico y con cantidad de datos culturales. El criminólogo puede está fascinado y el asesino nos arrastra hasta su mente dentro del mismo frasco-lenguaje «la mosca sabe cual es la entrada, pero no sabe cual es la salida». Cuando lo alcanzamos a advertir, estamos muy adentro del frasco3 . Somos los espectadores póstumos que revivirán el acontecimiento de forma escalofriante, le hallamos el gusto a ese saber. ¿No es equivocado que sepamos tanto sobre esas mentes y que ese saber no sea para producir otra cosa?. Donde parece haber una efervescencia y hasta alegría por que convivimos con tanto cadáver, con tanta nota roja, con tanto video ilustrativo real y tanto laboratorio forense a cielo abierto. Donde el abismo cabe en la pantalla del celular, se multiplica y difunde, cubre nuestra miserable expectativa de entretenimiento y negocio. El saber sobre el homicidio y el suicidio es acumulativo y demasiado expresivo, enumera y describe para dejar expuesto, como una suciedad que se deja ahí para que el público se impacte una y otra vez. Es importante que el saber psicológico sea algo distinto al freak show, que el saber criminológico avance a la par de posturas ético-políticas4 a favor de las víctimas y no en la fascinación por los criminales5 . Ese saber criminotécnico, freaki-científico es un mero proceder, una cuestión de método y acumulación pero no es un saber por encima de lo que ahí ha ocurrido, intelectualmente se iguala al hecho lo cual reporta muy poco avance, debemos superarlo, transvalorarlo y dejar de reiterarlo. El que posee conocimiento criminológico en México tiene poco que hacer contra la corrupción, ineficiencia, titubeo,

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Muchos crímenes (Manson, Gein, Arizmendi) dejan una impronta fascinante en el público, incluso en los expertos, al grado de generar una ominosa simpatía. 4

Lo menciono también por la reciente proliferación de escuelas de criminalistas y criminólogos en México, donde se inscriben sujetos que no se distinguen de los criminales ni discursivamente, ni existencialmente. 5

Sabemos los nombres de los delincuentes como si fueran conocidos, convivimos psicológica y moralmente con esas figuras de manera muy natural.

discontinuidad y complicidad por lo que muchas veces, demasiadas veces se contenta con alardear desde ese saber, siendo parte de la violenta máquina cultural6. El esfuerzo intelectual de expertos junto a casos como el del Colegio americano del noreste consiste creo yo, en advertir fuertemente sobre la fascinación y reiteración que existe en el interés del público y dentro de la misma práctica de investigación actual. En trazar líneas imaginarias como fundamento de otro orden cultural.

La precisión desde la clínica (movilización práctica) La intervención clínica en casos con riesgo de suicidio o comisión de delitos como el homicidio, se podría llamar «terapéutica forense» pues puede darse con sujetos institucionalizados, recluidos o canalizados. Como todo lo forense, presenta una serie de problemas a considerar. El científico o interventor forense es un tipo de investigador particular que requiere distanciarse emocionalmente de su objeto, volverlo cotidiano y manejable por medio de una operación técnica, una instrumentalización lingüística7 y una motivación laboral. La práctica clínica tiene características que no se limitan a lo anterior. Por eso es tan complicado trabajar con estos casos de manera integral. Yo entiendo la clínica como una práctica de atención a los heridos en la guerra de la vida, como una extensión del contrato social donde cada uno pueda permanecer con vida a pesar de estar dividido, donde se apuesta por un deseo que soporte las manchas y rupturas del retrato, sin negar o maquillar a toda prisa. Como actividad, la atención clínica de personas en riesgo de suicidio o de cometer homicidios requiere una reflexión motivacional de amplio alcance, la motivación que alguien tiene para intervenir en favor de que y de quienes desde su formación hasta el ejercicio y difusión de ese poder. Es en cierta forma sabido que nos toca lidiar con lo que la vida y la gente han hecho a los 6

Se puede advertir que empleados púbicos y privados del área de atención a la salud, seguridad pública y atención a urgencias filtran videos, publican en tiempo real fotos y datos sobre accidentados, lesionados y muertos en un afán no sabemos si de informar, lo que redunda muchas veces en una espectacularización del horror y el dolor humano en sitios como Retio, LaPoliciaca, México Rojo, etc. Además, en sitios internacionales como BESTGORE y The YNC quedan expuestos esos contenidos para usufructo y goce de los usuarios que pueden ser policías, psicólogos, criminólogos o potenciales y actuales agresores. 7

Un cadáver es una serie de indicios, una cosa con datos duros, ante lo que no conviene «conmoverse» (por eso algunos peritos filtran fotografías y videos a los medios).

pacientes, con los límites del pensamiento y de la libertad de acción, por tanto, la intervención clínica no se limita a lo técnico e informativo, es una actividad humana que puede facilitar el cambio social o extender cínicamente el estigma y la exclusión. En términos estrictos, la motivación del clínico es de la más alta disciplina y valor, no puede contener aficiones, filias y ficciones peliculescas, tiene en sus manos la materia más escasa que es la esperanza en un cuerpo que está jugueteando con la muerte, no puede echar a perder para aprender ni intentar dos veces. En México: país del aguantar vara, del hacerse el fuerte y callarse, la práctica clínica parece un laberinto y un desierto, es un deporte de altísimo riesgo. Pregunto yo primeramente si hay intervención clínica en estos casos, en qué medida y cómo es. Existe la comprensión de las mayorías y el acceso a estos servicios? No nos toca salir del claustro y llegar ahí más cerca, donde se mueven con mucho riesgo los periodistas y otros profesionales? La práctica clínica está además plagada de oportunistas, satisfechos aplicadores de técnicas, reproductores de métodos chilaquileados8 a quienes conoce la gente por anuncios y medios de comunicación, porque trabajan por así decir en instituciones por «palancas», porque se satisfacen y regodean con el aplauso y no pasan de la foto con la constancia del congreso fulanito. La intervención clínica en casos y prevención de homicidio y suicidio en México primeramente tiene que existir, en segundo lugar tener un fundamento filosófico, científico y moral; no instrumental, económico y correccional. En tercer lugar la práctica clínica tiene que demostrar una incidencia sobre su objeto, transformar sujetos y colectivos, de lo contrario se corre el riesgo de alimentar el fenómeno a manera de cultura espectacular, morbo cientificista o de resultar en un provecho personal. Por otra parte, los problemas de seguridad pública y calidad de vida se han estado medicalizando, se dice que el suicidio es un problema de salud pública, se multiplican los foros y la fascinación por el tema pero se realiza un nulo esfuerzo por cambiar los factores que lo propician, el suicidio no es un problema de salud pública comprendido ni atendido como tal, solamente se dice eso por su prevalencia y por repetir como grabadora las cosas pero, a diferencia de otros problemas de salud pública les tiembla la pluma a la hora de firmar normas, partidas presupuestales y comenzar el cambio social que se

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Lo importante es intervenir y no pensar.

requeriría para su posible disminución. Si el homicidio pasa a ser un problema también de la salud de los asesinos y/o de las víctimas dejando de ser también un problema moral, educativo y cultural podemos facilitar su banalización y atomización, su psicologización y su relativización a pesar de su magnitud sociológica. Es muy importante conocer las implicaciones de la clínica con estos casos, avanzar en la prevención y la erradicación en lugar de gestionar el desastre. El problema mayor aquí es que el homicidio y el suicidio son ahora formas comunes de morir para jóvenes mexicanos, y.. para terapeutas, psicólogos, médicos y ciudadanos en general. La muerte violenta ya no es excepcional ni está siempre asociada a perfiles patológicos aislados como los clásicos asesinos famosos. Nos encontramos en un momento de la historia en México en que tenemos tanta preocupación por resguardarnos de la violencia, que requerimos primeramente condiciones para ejercer la práctica clínica en un entorno de guerra o cero recursos. El trabajo clínico entonces requiere de una profesionalización disciplinada que pase por una reflexión filosófica y moral, además de ser parte de un proyecto cultural más amplio, quizá indisciplinado.

Problema ético-político (consecuencia ética)

Tenemos, desde hace 10 años en este país muy arraigado y muy adaptado el malestar, la convivencia con la muerte. A la generación que tuvo su adolescencia durante el sexenio del 2006 al 2012 y posterior, el narcolenguaje y la violencia extrema fueron y han sido parte de lo que se da por hecho. No conocemos el concepto cultural de muerte en esa generación, no sabemos cuales son sus límites éticos, pero sus efectos se pueden ir observando. Pensar la sociedad como algo externo, difuso y lejano nos sirve para soportar esta forma de vida, donde la violencia se ha acercado tanto que no se puede hacer mucho. Eventos coma la masacre del Colegio americano del noreste en Monterrey son brotes de una raíz de muchas conexiones donde ese tipo de cosas se pueden esperar, cada vez con más frecuencia, magnitud e insignificancia. Google México puso un moño negro por la masacre de Monterrey, el presidente Twiteó sus condolencias, pero la comunidad no se paralizó, no nos detuvimos a hablarlo, a horrorizarnos, no pasó gran

cosa más allá de la noticia, antes sirvió para hacer brotar aún más el odio, la ignorancia, indiferencia y burla por un sector importante de usuarios de redes sociales. Aquí lo que aparece es un acontecimiento que se debe tomar (como tantos crímenes en México) como la señal de algo que ya nos invadió, nos alcanzó, nos está rebasando y nos podrá matar. ¿Qué hacer al respecto?, ¿Cómo defender la vida sin pasar a la confrontación violenta extrema?, ¿Tenemos capacidades para modificar a largo plazo la cultura o seguiremos gestionando sus despojos?. Como sugerencia, enumero algunas ideas para pensar la violencia y la degradación humana que podemos combatir sin necesidad de tanta complicación: Adoptar una actitud de consideración hacia los demás y lo demás Observar los efectos de nuestros actos, así como sus causas Evitar a toda costa seguir el espiral de la violencia, sobre todo, de esas violencias pequeñas, cotidianas, no nombradas que se van sumando a la mala calidad de vida de todos. Procurar que nuestro saber tenga efectos más allá de ser un saber Combatir de forma constante la idea de que la violencia es normal o necesaria Desafiar con toda las fuerzas y valentía que tengamos el sometimiento, el abuso, la exclusión Eso sí está en nuestras manos.

Referencias Aristegui, C. Carmen Aristegui, (2017, Enero 19) Aristegui analiza el Ataque del alumno que disparó contra sus compañeros y maestra en Monterrey 2017, Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=q35kqXKZlag

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