Actualidad de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro

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Descripción

Actualidad de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro Dr. Luis Valero de Bernabé y Martín de Eugenio, Marqués de Casa Real, Caballero Gran Cruz OESSJ

VI JORNADAS INTERNACIONALES DE ESTUDIO Zaragoza/Calatayud 2011

La Devoción por el Santo Sepulcro La devoción por el Santo Sepulcro ha sido la razón de ser de nuestra Orden a lo largo de los siglos. La reliquia más preciada de la cristiandad, esa tumba vacía que unas horas guardó el cuerpo martirizado de Nuestro Señor, tras su descendimiento de la cruz, y fue testigo de su gloriosa Resurrección. Durante tres siglos el cristianismo fue perseguido por los césares romanos, durante los que ésta devoción fue mantenida por los escasos cristianos que ocultamente vivían en Jerusalén, hasta que en el año 313 1

Santa Elena madre del emperador Constantino “El Magno”, instaurador el Cristianismo en el Imperio Romano como su religión oficial, llevada por su devoción al Santo Sepulcro viajo a Jerusalén en busca de su ubicación, que le sería descubierta por un piadoso judío llamado Quirino. A fin de honrarlo mandó se levantara un templo suntuoso, en honor de la Gloriosa Resurrección de Jesucristo, construido alrededor de la piedra del Gólgota y del sepulcro de Cristo. Seguidamente estableció allí un cabildo de Canónigos, llamados así por el “canon” o regla por el que Santa Elena había organizado la subsistencia y deberes de aquellos religiosos. Éstos estaban ayudados por varios hermanos seglares para custodia y conservación del Santo Sepulcro, a los que dio por insignia una cruz formada por las cinco cruces rojas en recuerdo de las cinco llagas de Nuestro Señor.1 Se inicia así la Orden Canonical del Santo Sepulcro. Durante siglos los Canónigos Sepulcristas rezaron ante el Santo Sepulcro bajo la protección del imperio, primero romano y después el bizantino. En el año 614 la ciudad fue conquistada por los persas que apresaron al patriarca Sofronio, arrasaron la ciudad y destruyeron el templo llevándose la Santa Cruz. Años después el emperador Heraclio logró vencerlos en el año 629, recuperando la sagrada reliquia y reconstruyendo el templo, en el que los canónigos sepulcristas volvieron a asentarse bajo el patriarca Sofronio, aunque para volver a definitivamente poco después vencido por los musulmanes que se adueñaron de ella en el año 636. Si bien las nuevas autoridades islámicas permitieron que se continuara con el culto cristiano y los canónigos sepulcristas pudieron reanudar sus oraciones en el interior del templo del Santo Sepulcro. Su vida pasaría por todo tipo de vicisitudes sujetos a los brotes de fundamentalismo que de tiempo en tiempo sacudían a los ocupantes islámicos. En el año 1009 el Cisma de Oriente con la separación de las Iglesias les convertiría en cismáticos y la llegada de los seldyucidas arreció la represión contra los cristianos, provocando la convocatoria en el Concilio de Clermont Ferrand de la I Cruzada en el año 1095, por el Papa Urbano II. El llamamiento pontificio serviría para unir un importante contingente de caballeros, procedentes de toda la cristiandad occidental, en una empresa en la que se mezclaban el fervor religioso, con el ansia de aventuras y el deseo de labrarse un porvenir. Supuso una orden de movilización general para todos los guerreros de Europa, logrando que miles de ellos tomaran al Papa como su señor natural y se aprestaran a marchar a Palestina como auténticos cruzados de la Iglesia.

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MANUSCRITO DE EUSEBIO. “Vita Constantini”, Libro III. Tomado del Volumen 72-D, folio 6º de los Manuscritos del Archivo de la Orden del Santo Sepulcro en la basílica de San Francisco de Madrid.

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La llegada de los cruzados a Oriente Medio desbordó las previsiones de los bizantinos, pues desde las primeras acciones bélicas se demostró que, en lugar de conformarse de ser unos simples auxiliares del ejército bizantino, los líderes cruzados deseaban construirse unos estados a cuenta de las tierras arrebatadas al Islam. La población autóctona, tanto musulmana como cristiana de rito ortodoxo, miró con gran recelo esa avalancha de guerreros extranjeros, a los que genéricamente denominaron como los “francos”, en lugar de cruzados como éstos a si mismo se llamaban. La guerra se complicó, ya no eran cristianos contra musulmanes, sino europeos contra orientales, su vez subdivididos éstos en musulmanes, chiitas y sunnitas, y ortodoxos. Es por ello que el ejército bizantino apenas cooperó a la acción de los cruzados, llegando a pactar incluso con las autoridades musulmanas, y los cristianos orientales siguieron residiendo en las ciudades bajo dominio musulmán. Tras la recuperación de Jerusalén por los cruzados, en el año 1099, Godofredo de Bouillón expulsó a los canónigos ortodoxos que habían sobrevivido, acusándolos de cismáticos2, y los substituyó por canónigos latinos fieles a Roma. Godofredo de Bouillón no creó con este acto orden canonical alguna, ésta ya existía previamente a la llegada de los cruzados, ni tampoco podía hacerlo en el caso de no haber existido. Era un guerrero y como tal no podía crear una orden canonical. Se contentó con un simple cambio de clérigos, expulsando a los de obediencia al Patriarca Ortodoxo y substituyéndolos por clérigos de obediencia al Patriarca Latino. En aquella época todas las catedrales y colegiatas europeas tenían su propio capítulo de canónigos, `por lo que el templo del Santo Sepulcro, como lo denominaron cambiándole el nombre del de la Gloriosa Resurrección con el que los cristianos orientales le llamaban, no podía ser menos. Lo significativo del acto es que siguiendo el espíritu guerrero de la época les añadió un grupo de caballeros que pasaron a constituir así una fratría sepulcrista. Godofredo aun cuán no llegó a tomar el nombre de Rey de Jerusalén, adoptado por su hermano y todos sus sucesores, como Protector del Santo Sepulcro, según se intituló, era un verdadero rey y como tal tenía el fons honoren necesario para fundar una orden de caballeros. Seguidamente, ambos elementos, el religioso y el militar, se fundieron en la práctica constituyendo una orden que en las crónicas de la época aparece bajo la común denominación de Defensores del Santo Sepulcro3; pues no solo con plegarias se protegía el tempo del Santo Sepulcro, y a la vez chocaba con los cánones religiosos el que los clérigos 2

Cuando los cruzados llegaron en 1099, el Patriarca ortodoxo Simón, temeroso por haber colaborado con los musulmanes huyó a Chipre, dejando vacante la sede de Jerusalén. En consecuencia, los cruzados instalaron a uno de sus prelados, Arnulfo, como el primer Patriarca Latino de Jerusalén. 3 TYR, Guillaume de, “Historia Rerum Transmarinum”, lib. X, Cap. XIII - Cartulaire du Saint-Sepulcre, nº 98, folio 193. Archivo de la Orden del Santo Sepulcro. Basílica de San Francisco, Madrid.

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empuñaran las armas, convirtiéndose en unos sacristanes armados, pues aunque fuera justa y lícita la guerra contra los infieles que habían ocupado Tierra Santa se prohibía absolutamente a los clérigos, bajo pena de excomunión matar a otro hombre con las armas. Siquiera fuera un musulmán y se actuara en legítima defensa.4 Durante cuatro siglos coexistirán juntos canónigos y caballeros, los unos encargados de mantener el culto divino y los otros de defender con sus armas el templo del Santo Sepulcro y por extensión las murallas de la Jerusalén cristiana. Según se establecía en los Asisses de 1099, antiguos Estatutos de la Orden Sepulcrista redactados en tiempos de Godofredo de Bouillon, se distinguía entre los Miles o guerreros que habían abrazado la milicia sepulcrista para luchas contra el infiel y que gozaban así de los privilegios concedidos (art. VI y ss.) y los Presbíteros o canónigos encargados de celebrar los oficios divinos (art, XIV y ss.). Se abre así un primer periodo heroico durante el cual los caballeros sepulcristas, armados ante el Santo Sepulcro y signados con la cruz quíntuple de gules, al servicio del Patriarca Latino de Jerusalén, actuaran guardia noble que vela con sus armas noche y día el santo Sepulcro. Protegen las murallas de Jerusalén y acompañan a sus reyes en todas sus batallas, custodiando la Sagrada Cruz. Hasta que en 1.187 se pierde Jerusalén que ha de ser abandonada tanto por los canónigos como por los caballeros sepulcristas. Unos y otros quedan sin un cometido fijo como no sea redoblar en sus esfuerzos para reconquistar la Ciudad Santa. Sueño imposible ante la potencia del musulmán ocupante5, debiéndose contentar con la toma de Ptolemaida, rebautizada como San Juan de Acre y en donde permanecerían los caballeros sepulcristas durante un siglo más, participando en la defensa de la ciudad, hasta su pérdida en el 1291.6El Patriarca Latino falleció en el asedio7 y la sede patriarcal se trasladó entonces a Chipre y en 1372 a Roma, residiendo en la basílica de San

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GARCÍA FITZ, Francisco: “La Edad Media: Guerra e Ideología, justificaciones religiosas y jurídicas”, Silez Ediciones, Madrid, 2003 5 Dos años más tarde el rey Guido decidió conquistar la importante ciudad marítima de Acre, a fin de convertirla en la nueva capital de lo que quedaba del Reino Latino de Jerusalén, proeza que consiguió al frente de cuatrocientos caballeros, en su mayoría pertenecientes a la milicia sepulcrista, y siete mil infantes. Su audacia lo logró tomar la ciudad, convirtiéndose los sitiadores en sitiados a su vez por el ejército de Saladino. Situación que se continuaría por dos años más hasta que en 1191 recibieron el auxilio de los ejércitos anglo franceses de la III Cruzada y se logró la rendición de la guarnición musulmana. Allí permanecerían los caballeros sepulcristas durante un siglo más, participando en la defensa de la ciudad, hasta el 18 de Mayo de 1291 en que fue tomada por el Sultán Kalil Ascraf 6 PASINI-FRASSONI, Conde, “Histoire de l’Ordre du Saint-Sepulcre de Jérusalem”, págs. 849 y ss.. College Heraldique, Roma, 1871. 7 El último Patriarca Latino de Jerusalén y Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro fue Fray Nicolás de Anapis (1289/1291), el cual hacía el número 48. Falleció ahogado en el puerto de San Juan de Acre, el 18 de mayo de 1291, cuando se apoderaron de esta ciudad los sarracenos, perdiéndose así el último baluarte cristiano en Tierra Santa.

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Lorenzo, si bien los que se nombraron a partir de entonces sería solo a título honorífico, Patriarca in sede transmarinus. En el ínterin los franciscanos se habían establecido en Jerusalén, cubriendo así el vacío dejado por los canónigos sepulcristas, tras las conversaciones mantenidas en 1229 por San Francisco de Asís con el sultán El Kamel en Damieta. El sultán, maravillado ante la entereza del santo, permitió que se establecieran en Jerusalén un grupo de franciscanos y que pudieran reiniciarse las peregrinaciones, aunque en grupos reducidos y desarmados, los cuales tenían que pagar un peaje para poder entrar en la ciudad. Lo que no habían conseguido por la fuerza los ejércitos europeos de las cruzadas, lo lograría la mansedumbre de los franciscanos. Éstos pronto se extendieron y llegaron a fundar doce conventos8. Si bien todos ellos tras la caída del Reino latino, con la pérdida de San Juan de Acre en 1291, fueron devastados por los musulmanes y los franciscanos degollados. Hubieron de refugiarse en Chipre, aunque años más tarde lograron regresar a Jerusalén en 1.322 reanudando los santos oficios en el Santo Sepulcro. Su actuación se vio facilitada cuando los reyes de Nápoles, Roberto de Anjou y Sancha de Aragón, compraron en el año 1323 al sultán los derechos de propiedad perpetua del templo del Santo Sepulcro por la exorbitante cifra de diecisiete millones en monedas de oro. Enviando así mismo donativos a los franciscanos para reconstruir el templo y un hospital de peregrinos9. Por aquellas mismas fechas el rey aragonés Jaime II (1267/1327), también Rey de Sicilia, Córcega y Cerdeña, en su papel de rey cristiano se interesó por los Santos Lugares, envió embajadas a los turcos y logró que el sultán le entregara la sagrada reliquia del Santo Cáliz, conservado hoy en día en la catedral de Valencia, y contribuyó con importantes sumas a la reconstrucción del Santo Sepulcro.10 Todo ello reforzaría la labor de los franciscanos en Tierra Santa, cuyo Custodio fue encargado por el papa Clemente VI, mediante la Bula Gratias Agimus (Demos Gracias), de asumir las funciones del ausente Patriarca Latino y con ello la función de investir caballeros sepulcristas11, lo que permitió reanudar los cruzamientos de caballeros que realizarían hasta el año 184712. En unos casos se recibía la caballería por primera vez, 8

Constituyeron la llamada Provincia Franciscana de Tierra Santa y fundaron conventos en Acre, Antioquia, Sidón, Trípoli, Tiro, Jerusalén, Jafa, Damieta, Nicosía, Limasol, Famagusta y Pafos. 9 Establecimientos de la Real y Pontificia Orden del Santo Sepulcro, mandados realizar por su Beatitud Luis Maria Piavi, Madrid, 1893, p. 408 10 HINOJOSA MONTALBO, José: Jaime II y el esplendor de la Corona de Aragón, San Sebastián, Editorial Nerea 2006, p. 148 11 Prerrogativa que sería confirmada por sus sucesores en el Solio Pontificio. 12 Contamos con múltiples testimonios del cruzamiento de numerosos caballeros de la Orden ante el Santo Sepulcro entre 1238 y 1496 de las más ilustres familias europeas, como Juan de Heusden en 1279, noble flamenco; Gossin Cabilau, noble flamenco, en 1309; en 1244 Godefroid de Dive, noble francés; en 1295 el Conde Jean X d’Arkel12; en 1325 Roberto de Namur, a los que cabría añadir una larga lista de

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mientras que en otros se renovaba la caballería ya recibida. El Custodio sería también el que ejercería como Gran Maestre de la Orden del Santo Sepulcro hasta que en 1496 el Papa Alejandro VI asumió en Gran Maestrazgo. Tras de su cruzamiento los nuevos caballeros sepulcristas elegían entre refugiarse el alguna de las ciudades en poder aún de los cristianos o retornar a sus lugares de origen en Europa, llevando con ellos la obligación de velar por que no se perdiera el ideal de cruzada. Sin embargo, las circunstancias del destierro hicieron que la Orden Sepulcrista hubiera perdido prácticamente su brazo militar, pues si bien seguían cruzándose caballeros entre los peregrinos que llegaban al Santo Sepulcro, éstos al regresar a sus hogares europeos carecían de un mando único que los aglutinara. Ya no había Reyes de Jerusalén en cuyos ejércitos militaran como antaño, ni Patriarcas Latinos que fueran sus Grandes Priores. Así los caballeros sepulcristas quedaron acéfalos, aislados y carentes de una organización común, como en aquellos tiempos tenían las otras grandes ordenes de templarios, sanjuanistas y teutónicos13. Los Caballeros sepulcristas errantes por Europa formaban una gran confraternidad centrada sobre siete Lenguas con sede cada una en un Gran Priorato14, prácticamente autónomos unos de otros: el de Calatayud15 (Zaragoza), en Aragón cuya influencia se extendía sobre toda la Corona Aragonesa; Santa María de Palacio16 (Logroño), en Castilla, cuya influencia se extendía además sobre Portugal y Navarra; San Lucas en

caballeros, condes y príncipes, procedentes de todas las partes del mundo cristiano, que recibían así la más preciada recompensa que un caballero cristiano podía esperar tras los peligros y privaciones sufridos en su arriesgada peregrinación 13 No obstante, muchos de sus caballeros, al retornar a Europa, prosiguieron su lucha contra el Islam en España, haciéndose conocer, lo que se comprueba con un par de documentos de mediados del siglo XIII que se conservan en el Archivo Vaticano (Registro 32). El primero de estos, del año 1265, es un informe del papa Clemente IV al Arzobispo de Sevilla por el cual le comunica que ha acordado indulgencias a quienes hiciera la cruzada contra los musulmanes en la Peninsula y en África, o dieran limosna con este fin, especialmente a los Templarios, Hospitalarios, Teutónicos o freires de la Orden del Santo Sepulcro y de Santiago. Mediante el segundo, de 1267, el Sumo Pontífice felicita al Arzobispo de Toledo por haber tomado la Cruz contra los musulmanes, y otorga otras indulgencias a quienes lo acompañaban, especialmente a los caballeros del Templo, Hospital, Santo Sepulcro, Santiago y Calatrava 14 Existe constancia de la existencia de otros Prioratos Menores en Europa, como Glogownice en Hungría, Odilienberg en los Países Bajos y La Vinadiere en Francia 15 Es el más antigua templo sepulcrista de España y el único en toda Europa que desde el siglo XII hasta la fecha ha estado la advocación del Santo Sepulcro. Fue erigido en el año 1141 por Giraldo, canónico del capítulo jerosolimitano tras la concordia del Reino de Aragón. Giraldo fue su primer Prior hasta que en 1157 eligió a su sucesor. El Prior de Calatayud era el Superior de la Oredn en Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares, pero no ejercía autoridad sobre los de Castilla que depndía del Priorato de Toro (Salamanca) 16 Fue erigido en el año 1141 por Giraldo, canónigo sepulcrista enviado por Jerusalén, poco después de la fundación de la Colegiata sepulcrista de Calatayud.. Por Bula de Urbano IV de 6.06.1262 se declaró exento de la jurisdicción ordinaria t dependientes directos del Gran Prior Sepulcrista de Jerusalén. Su Prior se titulaba Prior de la Orden en Castilla, pues dependían de su jurisdicción todos los otros prioratos sepulcristas de Castilla y Portugal. En 1489 la Bula de Inocencio VIII lo anexionó a la Orden de San Juan.

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Perusa17 (Umbría), cuya influencia se extendía por toda Italia; SaintSamsons18 (Orleáns), en Francia; Warwick19, en Inglaterra, desde donde extendían su influencia por Escocia y Gales20; San Pelayo de Denkendorf21, en Baviera, Alemania; y Miechow22 en Cracovia, en 17

Sus Priores tras la pérdida de Acre en 1291 tomaron el nombre de “Maestre General” como jefes de la Orden en todo el mundo, según pretendían. Dichos Maestres Generales de Perusa fueron elegidos siempre entre la más alta nobleza italiana, pudiendo encontrar su relación y armerías en la obra del Conde Couret a que antes nos hemos referido. Sería el Gran Priorato de Perusa el más afectado por la Bula anexión de Inocencio VIII de 1489. En aquellas fechas era Maestre General Juan Bautista Morini y como tal se vio constreñido a someterse a la Bula Papal y aceptar la autoridad de la Orden de San Juan que ya en 1490 comenzó a tomar posesión de las muchas encomiendas y demás bienes que tenía el Santo Sepulcro en Italia y a forzar el ingreso de los caballeros sepulcristas en la Orden de San Juan, encabezados por el propio Maestre General, sin embargo un cierto número de caballeros sepulcristas se negaron a seguirla rechazando ser absorbidos por sus enemigos por lo que hubieron de huir y dispersarse acogiéndose a otros reinos en donde no se aplicaba la tan controvertida bula. 18 El rey Luis VII de Francia, tras regresar de su Cruzada a Tierra Santa (1137/1180), se dio cuenta de las ventajas que supondría para la corona poder establecer la orden del Santo Sepulcro convertirse así en Protector de la Orden del Santo Sepulcro, título que añadir a la de “Rey Cristianísimo” que ostentaba, y fundar en Francia una Cofradía de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, para la que redactó en el año 1.149 unos Assises o Estatutos similares a los que esta Orden tenía desde el año 1.099. El mismo monarca se cruzó Caballero de la Orden del Santo Sepulcro y al regresar a Francia dejó un Teniente suyo en Jerusalén para que le representase ante la orden. A fin de poner en funcionamiento esta nueva orden en Francia se llevó consigo a veinte caballeros sepulcristas a quienes estableció en Saint-Samsons de Orleáns por “Lettres Patentes” de 1152, por las que se autorizaba que se estableciera en su reino el Priorato de Orleáns de la Orden del Santo Sepulcro. Seguidamente se autodenominó Gran Maestre de su filial francesa en la que entrarían los caballeros franceses que probasen su nobleza y manifestasen sus deseos de dedicarse a ayudar al sostenimiento bélico del Reino Latino de Jerusalén. Se comprometía a que cien caballeros franceses marcharían a Jerusalén mandados por un Teniente, en donde se renovarían cada dos años, a fin de ayudar con sus armas al Rey de Jerusalén. Los demás caballeros de la Orden en Francia se dedicarían a recaudar limosnas para redimir a los cautivos cristianos en poder de los musulmanes. 19 El monarca inglés Enrique II (1154/1189) se sintió impresionado por la labor que cumplían los Caballeros del Santo Sepulcro y por la fidelidad que prestaban a los reyes latinos de Jerusalén, muy por encima de las obligaciones feudales de los caballeros para con su rey, al regresar de su peregrinación a Tierra Santa en el año 1174 decidió implantarla en sus estados. Lo que sería autorizado por el Papa Inocencio III en 1199, imponiendo a sus caballeros la regla de San Basilio. Se establecieron en Warwick, desde donde se extenderían también por Escocia y Gales. Tenían conventos en Cambridge y en Northampton y sus caballeros llegaron a alcanzar gran predicamento en la Corte inglesa. En 1489 la Bula de Inocencio VIII les incorporó a la Orden de San Juan y elmonasterio fue desamortizado en 1536 a consecuencia del cisma de Enrique VIII. 20 BRUNO RIGALT, Nicolás, “Diccionario Histórico de las Ordenes de Caballería”, pág. 218. Tipografía Ramírez, Barcelona, 1858. Conrado III en 1139 les otorgó la protección del Imperio. En 1489 la Bula de Inocencio VIII les incorporó a la Orden de San Juan, 21 En el año 1129 se estableció un convento sepulcrista bajo el patrocinio de San Pelayo, en Denkendorf, al que se llevaron desde Jerusalén, por un noble alemán llamado Bertoldus que se había cruzado caballero sepulcrista, un fragmento de la Vera Cruz y las reliquias de San Pelayo. Se convirtió en un santuario al que la gente iba en peregrinación, definiéndola en los textos de la época como una pequeña Jerusalén. El Papa Honorio II le concedió la protección pontificia y la libre elección del su prior. En 1489 la Bula de Inocencio VIII expulsó de ella a los canónigos sepulcristas y años más el templo tarde caería en poder de la Iglesia Reformada de Wurttemberg. 22 El monasterio de Miechow fue fundado por el conde polaco Jaksa Gridfius a su regreso de la peregrinación que en el año 1162 efectuó a Jerusalén y en la que se cruzó como caballero del Santo Sepulcro y a su regreso se trajo al canónigo sepulcrista Francisco Martín, originario de Hispania, y le invitó a que fundara un convento bajo la advocación del Santo Sepulcro en las tierras de Targowisko, a diez leguas de Cracovia, que les cedía en propiedad. Este Convento Sepulcrista, cuyo Superior tomó el nombre de Prior General, pasó a ser la cabeza de un gran priorato entendiéndose jurisdicción a más de veinte casas levantadas en tierras de Polonia, Silesia, Moravia y Bohemia. El Gran Prior de Miechow llegó a convertirse en un personaje de gran influencia y poder sobre la vida política de Polonia, por lo que sus reyes trataron siempre de inmiscuirse en el nombramiento del prior sepulcrista, pero éste no reconocía

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Polonia. Aunque debemos destacar que la relación de los caballeros sepulcristas con los canónigos sepulcristas sería puramente circunstancial, ya que no dependían unos de otros, pues ambas Órdenes solo tenían en común su devoción por el Santo Sepulcro. Estos Grandes Prioratos reunían una considerable riqueza pues de ellos dependían otros prioratos y sus posesiones se extendían a más de dos mil casas de la orden situadas por toda Europa, lo que despertaría la avaricia de los sanjuanistas. Si bien el Gran Prior de Perusa intentaría ejercer como Maestre General de toda la Orden, convocó una asamblea general pretendiendo ser elegido como Prior General de toda la Orden, sin lograrlo por el rechazo de los demás Grandes Prioratos23, en la que se manifestó la gran riqueza y poder que tenía ésta; lo que despertaría las apetencias del Papa Inocencio VIII de disponer de sus bienes para sufragar su proyecto de Cruzada24. En dicho año 1489, el Papa Inocencio VIII ilusionado con la idea de preparar una gran cruzada contra el Islam, dirigida por D’Aubuson Gran Maestre de la Orden de San Juan decidió contribuir a la misma incorporando a los Sepulcristas con todos sus bienes a la Orden de San Juan de Rodas, a fin de reforzar a ésta para preparar una nueva Cruzada que nunca se llegaría a realizar. Mediante la Bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 18 de Marzo de 148925; lo que provocaría la protesta del rey Fernando II, el Católico, obteniendo de su sucesor el Pontífice español Alejandro VI la anulación parcial de la misma.26 Así, a instancias del rey otra autoridad que la del Soberano Pontífice, proclsmándose en 1372 Prepósito General d ela Orden y rompiendo todo lazo y dependencia con el Gran Prior de Perusa. Al producirse la Bula de Anexión de Inocencio VIII en 1489, los canónigos y caballeros de la Orden obtuvieron el apoyo del Duque de Wurtemberg que logró que el Emperador Maximiliano II interviniera en el tema y convenciera al Papa Alejandro VI para que el Priorato de Miechow no fuera anexionado por los Sanjuanistas, mediante la Bula de 4 de Noviembre de 1497. Por tal motivo la Orden del Santo Sepulcro siguió existiendo en Polonia y el Prior General de Miechow se consideró como sucesor de los Grandes Priores de Perusa, suprimidos por la Bula de Inocencio VIII. En su pretensión de ser el jefe espiritual y militar de la Orden siguió nombrando tanto a canónigos como a caballeros, en competencia estos últimos con los que nombraba el Guardián del Santo Sepulcro. Al mismo tiempo que intentaba infructuosamente someter a su jurisdicción a los Prioratos de la Orden que se habían salvado de la anexión. Preocupado por la dispersión en que se hallaban los Caballeros sepulcristas, en el año 1680, el Prior General de Miechow se dirigió a todos ellos a fin de lograr la tan ansiada reunión de los miembros de la Orden bajo la autoridad de los Priores de Miechow, aunque no lo lograría con ninguno de ellos. En el año 1726 sería intervenido por la autoridad real, siendo abandonado por los monjes, y en 1784 un decreto real impuso la transferencia de todos sus bienes a la Academia de Cracovia, desapareciendo definitivamente en Gran Priorato polaco. 23 BOURBON-PARME, Prince Xavier de: Les Chevaliers du Saint-Sépulcre, Paris, 1957, Librairie Arthème Fayard, p. 59 24 En el año 1.473 el Gran Prior de Perusa, Cataneo de Traversari, envió una convocatoria de asamblea general a todos los Priores a fin de realizar un inventario de todos los bienes que ésta tenía en Europa. La asamblea se celebró en Roma en el palacio del Cardenal Juan Batista Cibo, futuro Inocencio VIII, que la presidió y conoció así la gran riqueza de los sepulcristas, lo que le impulsaría años después a disponer de sus bienes para sufragar su proyecto de Cruzad a. 25 LA FUENTE: “España Sagrada”, Tomo L, pág. 155. 26 PASINI-FRASSONI, Conde de, “Histoire de l’Ordre du Saint-Sépulcre de Jérusalem”, pág. 16. College Heraldique, Roma, 1871.

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Fernando II “El Católico”27, el pontífice separó a los Sepulcristas hispanos de la unión con Rodas que Inocencio VIII había hecho de esta orden. Salvándose así los caballeros aragoneses reagrupados en el gran priorato de Calatayud28, asegurándose así la continuidad y supervivencia de nuestra Orden a través de los caballeros españoles bajo la protección del Soberano Pontífice29. Si bien, este estado de cosas duraría pocos años, pues el Papa el Papa León XIII, por Bula de 29 de Octubre de 1513, a instancias del emperador Maximiliano I y de los Reyes de España y Francia, considerando que los Caballeros de Malta hacían un voto solemne de castidad que no hacían los caballeros del Santo Sepulcro, anuló dicha Bula y anexionó los Caballeros Sepulcristas a la Santa Sede, ratificando así su doble carácter de Orden ecuestre y pontificia. El pontífice se declaró el mismo y sus sucesores Gran Maestre de ella30, y dio facultad al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa que era, para conferir en exclusiva la Orden a los peregrinos de Tierra Santa que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje31, se ratificaba así la antigua relación existente entre la Custodia Franciscana y la Orden Sepulcrista y se rompía la antigua vinculación entre la orden canonical32 y la orden caballeresca. Se ha conservado el Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro en el que, redactado en latín y cronológicamente por mes y año, se recogen los nombres, condición y procedencia de los caballeros de dicha Orden creados por los Guardianes del Santo Sepulcro, Custodios de Tierra Santa, de la Orden de Menores de San Francisco, desde el año 1561 á 1848, recientemente publicado en facsímil. En esta fase se observa que los caballeros sepulcristas mantienen 27

Solicitó personalmente del nuevo Papa español Alejandro VI se excluyeran de la entrega universal a la Orden de San Juan las encomiendas y prioratos aragoneses. Mientras el Papa encargó la administración del priorato al cardenal Oliverio Caraffa en tanto se resolviera el litigio. Poco después, el pontífice emitía una Bula autorizando que el Gran Priorato del Santo Sepulcro de Calatayud, con todas sus rentas, encomiendas, villas y castillos no se anexionara a la Orden de San Juan quedando bajo la real protección de la Corona. Su capítulo de canónigos sepulcristas subsistiría así pero administrado por el clero secular y sus Grandes Priores serían nombrados a propuesta de los Reyes de Aragón, entre miembros del clero secular. De esta forma la Orden del Santo Sepulcro seguiría subsistiendo en la Corona Aragonesa sin caer en manos de los hospitalarios sus prioratos y encomiendas. De lo que no se librarían los existentes en el resto de Europa, incluido el reino de Castilla, que poco a poco fueron ocupados por los sanjuanistas. 28 VELA, Carlos y QUINTANA, Manuel, Ob. Cit. Pág. 43 29 VALERO DE BERNABÉ, Luis: Circunstancias que promovieron la Bula de Inocencio VIII, V JORNADAS INTERNACIONALES de ESTUDIO DE LA ORDEN DEL SANTO SEPULCRO, Zaragoza 11 a 14 de abril 2007 30 No obstante el Maestre de la Orden Hospitalaria agregó a su título “et Militaris Ordinis S. Sepulcri 31 HERMANT, Jean, “Historia de la Orden Militar de Caballeros de Nuestro Señor Jesucristo”, 1698, reproducido en el tomo 72-E del Archivo de la Orden, folio 47 dorso. 32 Solo tres grandes prioratos sobrevivirían: Calatayud, Miechow y Orleáns, en los demás no fue posible lograr que sus antiguos bienes fueran devueltos por los hospitalarios en aquellos territorios en que los habían usurpado como Castilla, Portugal e Italia.

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un estricto espíritu nobiliario y su control es disputado por la Santa Sede33 y por los reyes de las dos más importantes monarquías europeas, España34 y Francia35, que quieren ejercer su maestrazgo. Hasta que en el año 1746 la Santa Sede decide la polémica atribuyéndose en exclusiva el control de la Orden de Caballeros del Santísimo Sepulcro de Jerusalén por Breve de Benedicto XIV, “In Supremo Militantes Ecclesiae”, de 7 de enero de 1746, potenciando los Cruzamientos del Custodio de Tierra Santa36. La Restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén Durante la primera mitad del siglo XIX, la situación del Imperio Otomano se fue deteriorando cada vez más, mostrando la debilidad de sus instituciones para mantener unidos los amplios territorios que lo formaban; los cuales se extendían desde el Irak hasta el norte de África, incluyendo los Balcanes. El otrora poderoso imperio había perdido la fuerza que antaño había atemorizado Europa e invadido sus tierras. Si bien ya nadie en Europa pensaba en una nueva Cruzada, la invasión napoleónica de Egipto en 1798 había demostrado la debilidad de su ejército para oponerse a una fuerza europea modernamente armada. Los antaño temibles jenízaros que habían rechazado toda idea de modernizar su armamento, tras ser vencidos en múltiples batallas, fueron disueltos en 1826 por el propio Sultán temeroso que le arrebataran el poder. 33

El pontífice Alejandro VI se declaró Gran Maestre de la misma para sí y sus sucesores, y concedió la facultad al Guardián del Santo Sepulcro, como Vicario Apostólico en Tierra Santa, de conferir la Orden a los peregrinos llegados a Jerusalén que diesen una ofrenda al efecto y jurasen que eran de noble linaje. 33 Diversos autores insisten en la exigencia de nobleza a los nuevos caballeros bajo solemne juramento de que lo eran en sus países de origen y tenían bienes suficientes para vivir de acuerdo con su condición, sin tener que recurrir al comercio. Además debían estar dispuestos a defender la religión cristiana e incluso morir por ella en guerra contra los infieles, perseverando siempre en defender la idea de organizar una nueva Cruzada para rescatar los Santos Lugares. 34 26 de marzo de 1558 en la Iglesia Colegial de Santa Catalina de la ciudad flamenca de Hoschtraten (Cambray), acordaron por unanimidad elegir como Gran Maestre al rey Felipe II de las Españas, que administraba ya las órdenes de caballería españolas y que se había distinguido siempre por su devoción y ayuda a los Santos Lugares. Al ser comunicada la decisión al rey Felipe II, éste la acogió con gran jubilo, y la aceptó como sucesor de los antiguos Reyes Latinos de Jerusalén para sí y para su hijo y sucesor el príncipe Don Carlos, aunque condicionada a la ratificación final de la Santa Sede. Seguidamente el Notario Público levantó nota de la aceptación real, realizada en presencia de ilustres testigos. 35 Luis XIII, ante la imposibilidad de conseguir para sí el Maestrazgo de la Orden del Santo Sepulcro, y vista la frustrada tentativa realizada por la Corona Española medio siglo antes, impulsó y favoreció en 1616 el que un noble francés, el duque Carlos de Gonzaga - Par de Francia, Príncipe de Mantua y Duque de Nevers y Cleves, descendiente de los Basileos bizantinos - pretendiera la concesión del Maestrazgo de la Orden Caballeresca del Santo Sepulcro a fin de revitalizarla con su unión a la Archicofradía Francesa del mismo nombre, haciéndose cargo de ambas como Gran Maestre bajo la protección de la Corona francesa. Luis XIV de Francia, por real edicto de 28 de Mayo de 1700, tomó bajo su protección a la Orden del Santo Sepulcro, al igual que la Real Archicofradía del mismo nombre, ordenando que en adelante ambas instituciones quedasen bajo la protección de la corona, encargada de velar por la integridad de ambas, al igual que hacían los Reyes de España con las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. Napoleón y Luis XVIII siguieron con la misma intención de hacerse con el maestrazgo de la Orden. 36 Breve de 7 de enero de 1746

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El nuevo ejército otomano mal armado y peor adiestrado era incapaz de dominar los movimientos separatistas que por doquier surgían. A las convulsiones internas provocadas por el fermento nacionalista se unía la presión de las apetencias colonialistas de las potencias europeas que trataban de repartirse sus ricos territorios. Mientras que su organización arcaica y medieval era incapaz de competir con Europa cada vez más industrializada y potente. En la que el espíritu de cruzada había sido substituido por el de colonialismo y las potencias europeas enviaron a sus cónsules a Estambul, capital del imperio, para que amparados por los cañones de sus buques de guerra se fueran injiriendo en la vida política del imperio y presionando al sultán Murad II que abatido falleció en 1839. En dicho año subió al trono otomano su hijo el joven sultán Abdulmecit (1839/1861), quien deseando modernizar su país inició una serie de reformas internas o Tanzimat por las que todos sus súbditos, independientemente de su religión, tenían los mismos derechos civiles y plena libertad religiosa.37 En aquellos tiempos Palestina formaba parte aún de dicho imperio38 y el nuevo espíritu de tolerancia otomana facilitaría las peregrinaciones a Tierra Santa. En donde acogiéndose al amparo de los cónsules europeos podían llegar a Jerusalén, sin correr los riesgos de antaño. El cónsul francés se convirtió en protector de los peregrinos católicos, al igual que el inglés de los protestantes y el rudo de los ortodoxos. Lo que incrementaría enormemente el número de peregrinos cristianos y con ello facilitaría la conversión de muchos árabes palestinos al cristianismo. Si bien las potencias europeas estaban regidas por gobiernos profundamente laicos, la cristianización del territorio se veían como un medio idóneo para incrementar su influencia en el mismo con las miras puestas en arrebatárselo a los otomanos. En el año 1841 Inglaterra y Prusia firmaron un acuerdo a fin de nombrar un obispo protestante39 que facilita la implantación de las iglesias reformadas. Éste supo atraerse también a ortodoxos y hebreos, apoyándolos en su nacionalismo anti-islámico, más 37

Edicto de Gülhane de 3 de noviembre de 1839 La región de Palestina fue parte de la Siria Otomana, bajo dominio del Imperio otomano hasta 1916. En dicha fecha, durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña conquistó la región. Al finalizar la guerra (1918), Francia e Inglaterra crearon las actuales fronteras de Siria, Líbano e Irak sobre el territorio que había administrado el Imperio otomano. En la zona que quedó sin asignar, hasta que en 1922 la Sociedad de Naciones creó el Mandato Británico de Palestina, hasta 1948, fecha en que la ONU acordó el reparto del Mandato Británico en dos Estados, uno judío y otro árabe, aproximadamente iguales en extensión. Tras la retirada británica, los judíos proclamaron la independencia del Estado de Israel en mayo de 1948, mientras que los árabes no aceptaron el reparto y declararon la guerra dos días después de la proclamación de la independencia del Estado judío. La guerra árabe-israelí de 1948, la primera de una serie de contiendas, culminó en un armisticio en 1949, que tuvo como consecuencia la ampliación del territorio de Israel y de Transjordania (que se anexionó Cisjordania). Por su parte, Egipto pasó a administrar la Franja de Gaza. 39 El primer obispo anglicano fue Salomón Michael Alexander nombrado en el año 1841 por el acuerdo anglo prusiano 38

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rechazó toda relación con la Custodia Franciscana, como representantes del Pontificado que eran. Los franciscanos, desde hacía seis siglos los únicos religiosos cristianos admitidos en Palestina, se encontraron con una competencia que los desbordaba. Incluso otras órdenes religiosas católicas que, al amparo del nuevo espíritu de tolerancia habían establecido casas de acogida de peregrinos católicos en Jerusalén tuvieron roces con los franciscanos. Incluso entre la población local cristiana surgieran vocaciones para ser sacerdotes católicos y servir a su pueblo, pero sin necesariamente tener la vocación para pertenecer a la Orden Franciscana. De esta forma la antigua situación que prácticamente reservaba el cuidado de todo lo relacionado con la sanación del alma a los franciscanos y sometía a todos a la jurisdicción del custodio ya no tenía razón de ser. No existía ya ningún motivo por el cual los católicos de Palestina no pudieran ser gobernados por una jerarquía episcopal, al igual que habían hecho los protestantes. En el año 1842 comenzaron unas largas y difíciles conversaciones entre el Cardenal Franzoni, Prefecto de Propaganda Fide40, el General de los Franciscanos, Giussepe de Alexandria, y el Gobierno francés, protector oficial del catolicismo en Oriente, sobre la conveniencia de nombrar un Vicario Apostólico en Tierra Santa. Si bien tanto los franciscanos como Francia, temiendo provocar el recelo de Inglaterra, se oponían al nombramiento y resultaría bastante difícil el convencerlos. Hasta que cinco años más tarde el Papa Pío IX, decidió firmar un Concordato con el Imperio Otomano y cambiar el patriarcado latino honorífico que se encontraba en Roma por una sede real ubicada nuevamente en Jerusalén. Mediante el Breve « Nulla Celebrior41», de 23 de julio de 1847, restableció la Silla Patriarcal del Rito Latino con categoría de arzobispado y con obligación de residencia en dicha ciudad, siendo asistido por cuatro obispos. Se clasificó como Patriarcado mayor por su origen apostólico y su jurisdicción se extendió a todos los católicos de rito residentes en los territorios de Palestina, Trasjordania y Chipre, con una extensión de unos 56.000 kms cuadrados. En dicha archidiócesis vivían entonces unos 5.900 católicos de rito latino, más otros mil católicos de rito oriental, cifra demasiado exigua para proporcionar los medios económicos necesarios para cubrir las necesidades de la nueva archidiócesis, máxime que muchos de ellos vivían en la pobreza; A diferencia de lo que sucedía en las demás diócesis, en las que las donaciones de sus propios fieles 40

Propaganda Fide es el Dicasterio (Congregación) de la Santa Sede fundado en 1622 por el Papa Gregorio XV con la doble finalidad de difundir el cristianismo en las zonas en las que aún no había llegado el anuncio cristiano y defender el patrimonio de la fe en los lugares en donde la herejía había puesto en discusión el carácter genuino de la fe. 41 Comenzaba el Breve diciendo: “Ninguna ciudad del mundo podría igualar a Jerusalén en su culto religioso….”

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subvenían a las necesidades a las necesidades de éstas. Era pues preciso encontrar una fuente externa de financiación, pues la difícil situación por la que atravesaba en aquellos tiempos la Iglesia Católica en Europa impedía que ésta mantuviera al Patriarcado Latino. Fue preconizado Monseñor Giuseppe Valerga, de gran experiencia en la zona42, como el 49 Patriarca Latino de Jerusalén, en el Consistorio del 4 de octubre de 1847 y el 10 de octubre de 1847 se le concedió además el Gran Maestrazgo de la Orden del Santo Sepulcro -“Magnis Ordinis Sancti Sepulcri Magister”43. Se le ordenó que ocupara su residencia en la Ciudad Santa y arribó a su patriarcado el 16 de enero de 1848. Ese mismo día previamente se ordenó Caballero del Santo Sepulcro, ya que quiso ser “el último en ingresar en la gloriosa lista de caballeros de la Orden nombrados por los custodios de Tierra Santa”, tomando posesión de su Sede Patriarcal dos días más tarde. Y asumiendo por tanto la facultad de ser el Patriarca Latino quien en adelante cruzaría a los nuevos caballeros, ya que a fin de evitar las controversias de jurisdicción que pudieran surgir entre el Patriarcado y la Custodia Franciscana, un mes antes, el 10 de diciembre de 1847, la Sagrada Congregación de Propagación de la Fe había aprobado la Instrucción por la que se regirían las relaciones entre el Patriarca latino y los Guardianes del Santo Sepulcro, concediéndole a éste con carácter privativo el nombramiento de nuevos caballeros44. El nuevo patriarca se encontró con muy graves problemas, todos le miraban como a un intruso. De una parte encontraba la inquina de las Iglesias Reformadas y del Patriarcado Ortodoxo de Jerusalén que veía al 42

Monseñor Valerga (1813 Génova/1872 Jerusalén). Ordenado sacerdote en 1836 entró en la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, como traductor de documentos hebreos y árabes, pus era un gran orientalista. Durante seis años (1841/47) prestó sus servicios en Siria como Vicario General de Monseñor Vilardell, Obispo de Babilonia, realizando numerosos viajes por la zona y en los que fue herido por los musulmanes en dos ocasiones. Durante los 25 años que duró su patriarcado creó el Seminario Conciliar Diocesano de Jerusalén, estableció nueve misiones en pueblos habitados por cismáticos. Organizó comunidades de religiosas en Nazaret, Kaiffa, San Juan de Acre y Cheff-Amar. Un Hospital para pobres enfermos más allá del Jordán bajo el cuidado de las Hermanas de San José. Abrió Asilos para niñas huérfanas. Si bien el Templo del Santo Sepulcro en teoría era la iglesia patriarcal, en la práctica su uso había que compartirlo con las otras comunidades cristianas, por lo que edificó una Iglesia Concatedral, así como la residencia del patriarcado y de su clero. Así como muchas más obras. A su llegada Monseñor Valerga se encontró con 5.900 católicos latinos y a su muerte ocurrida en 1872 este número se había duplicado. Fue sucedido por Monseñor Vicente Bracco. 43 ODRIZOLA Y GRIMAUD, Carlos de, “El Libro de Oro de la Sagrada Orden Militar Jerosolimitana del Santo Sepulcro”, Zaragoza, 1900, pág. 50 y 64. Archivo O.C.S.S.J. C.N.C.L. Nº 32. 44 En el artículo VII, de la mencionada instrucción, se indica, respecto a los Caballeros del Santo Sepulcro, lo siguiente: “VII.- Permanezcan igualmente en todo su vigor todas las cosas que han sido sancionadas antes acerca de los Caballeros del Santísimo Sepulcro, y que diligentísimamente se han de observar; está decretado que pertenece privativamente al Patriarca el conferir esta Orden. Pero ha de usar él de esta facultad en favor tan solo de los que brillen por la integridad de su vida, sean beneméritos de la Religión, y reúnan los demás requisitos que se exigen para poder alcanzar semejante honor. Los subsidios, que den los Caballeros, se han de depositar, como es costumbre, en el arca de las limosnas para las necesidades de Tierra Santa.”

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recién nombrado Obispo Católico como un peligroso competidor. De otra parte, el rechazo de los franciscanos que se veían privados de las funciones que desde 1342 les había concedido Clemente VI. Era preciso llegar a un entendimiento religioso entre las diversas iglesias cristianas asentadas en Jerusalén: Católicas: Latina, Melquita, Maronita, Siria, Armenia y Caldea; Ortodoxas: Ortodoxa Griega, Armenia, Copta, Siria y Etíope; Reformadas: Anglicanos, Presbiterianos y Luteranos. 45 Desde el primer momento el patriarca latino se encontró con la inquina y fuerte oposición del Patriarca Ortodoxo, enemigo acérrimo de del Pontificado. Monseñor Valerga fue tildado de intentar rehacer el Reino de los Cruzados europeos y se le negó incluso el acceso al templo del Santo Sepulcro para ejercer los oficios divinos. En consecuencia Monseñor Valerga tuvo que construir una concatedral para poder celebrar misa diariamente en la misma. Si bien en el templo de Santo Sepulcro, desde el siglo XIV, habían sido autorizados los franciscanos por las autoridades islámicas como únicos religiosos para ejercer en el mismo. Tras la caída del Imperio Bizantino en 1453, los sultanes para cohesionar su nuevo imperio necesitaron contar con la rica experiencia administrativa de la iglesia bizantina. El hecho que el entonces Patriarca de Constantinopla fuera acérrimo enemigo de la unión con Roma, le permitió alcanzar una amplia tolerancia religiosa dentro del imperio otomano y alcanzar la primacía absoluta sobre todas las comunidades cristianas, establecidas en el mismo cualquiera que fuera su rito o confesión, incluidos los franciscanos a los que trató de tutelar. Las sucesivas guerras que los sultanes tuvieron contra Europa, en los siglos siguientes le permitieron hacer pasar a los latinos como intrusos y hostiles al Sultán. El resultado fue que el clero ortodoxo logró el predominio en los Santos Lugares, haciéndose con el control de los templos cristianos. Tras innumerables forcejeos entre ambas confesiones, en el año 1753 lograría un Firman del sultán Mustafá III por el que se establecía una coparticipación en el control del Templo del Santo Sepulcro entre las diferentes confesiones cristianas y en la que los ortodoxos resultaban claramente beneficiados al ser súbditos de la Sublime Puerta. Se inicia así la llamada Cuestión de los Santos Lugares, en un complicado equilibrio de reparto del culto cuyo complejo statu quo se ha conservado hasta nuestros días46.

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Hoy en día los católicos de rito latino son fundamentalmente árabes, palestinos y jordanos. Existen además comunidades extranjeras formadas por emigrantes (en su mayoría obreros) filipinos, rumanos, africanos, etc. Algunas de estas comunidades tienen regularmente capellanes de Alemania, Francia, Polonia y Rumania. Varios cientos de católicos hebreo parlantes que son también parte de la Iglesia Católica Latina, bajo la jurisdicción del Patriarca Latino, son atendidos por la “Comunidad de San Juan” mediante la celebración de la liturgia en hebreo 46 PIERACCINI, Pier Paolo: Statu Quo de los Santos Lugares, ANNALES VIII, Roma 2003, pp. 88/92

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La Reforma de la Orden Sepulcrista Con la refundación del Patriarcado Latino de Jerusalén47 la Orden Sepulcrista tenía ya un jefe directo que pudiera ocuparse de ella, un protector inmediato bajo la autoridad de la Santa Sede. Más la Orden tenía que reformar sus Estatutos, a fin de adaptarse a los nuevos tiempos. Firmada la paz con el Imperio Otomano, tras siglos de enfrentamiento, ya no hacía falta pensar en nuevas cruzadas que realizar. Había que borrar las antiguas connotaciones bélicas de sus caballeros, sin que perdieran con ello su antiguo carácter de custodios del Santo Sepulcro. Debían constituir una milicia sin espadas, pero no por ello menos activa, como baluarte de una Iglesia que a finales del siglo XIX se veía acosada por múltiples enemigos que había arrebatado al Pontífice romano todo su poder temporal. La Iglesia Católica necesitaba contar con una milicia cristiana que protegiera a su representante en Tierra Santa, El Patriarca Latino. Al igual que antaño sus antecesores en la sede habían contado con la protección de los caballeros sepulcristas que armados con todas sus armas velaban noche y día defendiendo el sagrado Templo de la Gloriosa Resurrección en tiempos de Godofredo de Bouillón. Si bien no se trataba de rodearse de una guardia pretoriana que lo defendiera, sino de procurarse unos valiosos colaboradores que, desde sus lugares de origen, mantuvieran viva la necesidad de mantener la presencia católica en Tierra Santa y le procuraran los recursos necesarios para cubrir sus múltiples necesidades económicas. Más para ello la Orden Sepulcrista había de reformar sus estatutos adaptándolos a los nuevos tiempos y asignarlos como misión el sostenimiento del Patriarcado. Lo que se efectuaría por las Letras Apostólicas “Cum multa” de Pío IX, de 22 de enero de 1.868, abriéndose así un nuevo periodo en la historia de la Orden del que analizaremos varios aspectos de gran importancia. 1.- Reconocimiento de la antigüedad de la Orden de Caballería

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1847-1872: Patriarca Su Beatitud Giuseppe Valerga, durante su mandato cruzó 1.417 caballeros. 1873-1889 Patriarca Su Beatitud Vincenzo Bracco, cruzó 1.116 caballeros y 107 damas. 1889-1905: Patriarca Su Beatitud Luigi Piavi, OFM, cruzó 1.530 caballeros y 166 damas. 1907-1919 Patriarca Su Beatitud Filippo Camassei, obstaculizado por la I Guerra Mundial, cruzó solo 825 caballeros y 85 damas. 1920-1947 Patriarca Su Beatitud Luigi Barlassina, cruzó 3.114 caballeros y 177 damas. A su muerte la designación de caballeros y damas fue transferida al Gran Magisterio. 1949-1970: Patriarca Su Beatitud Alberto Gori, OFM 1970-1987: Patriarca Su Beatitud Giacomo Beltritti 1987-2008:Patriarca Su Beatitud Michel Sabbah 2008 al presente: Patriarca Su Beatitud Fouad Twal

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No se trata de la fundación de una orden caballeros del Santo Sepulcro, como algunos mal informados pretenden, sino que expresamente en las Letras Apostólicas se reconoce la antigüedad de su origen (art. 4º). Además en todo momento se refiere a caballeros, laicos y clérigos, y en ningún momento hace mención alguna a la orden canonical, suprimidos los canónigos sepulcristas en el siglo XV por Inocencio VIII48. Destaca el Pontífice que le consta por documentos fidedignos que ya desde el siglo XV el Custodio Franciscano de Tierra Santa49, nombraba caballeros de la misma (art. 5º) y que ya en dichas fechas tenían sus propias leyes y estatutos que fueron renovados por Benedicto XIV en 174650. 2.- Potestad exclusiva del Patriarca Latino de Jerusalén Se le atribuía el Gran Maestrazgo de la Orden, que debía administrar y dirigir en nombre del Soberano Pontífice. Recibía en exclusiva la potestad que antes había gozado el Custodio Franciscano de elegir y nombrar caballeros (art.21º), aunque no se exigía que dicha competencia tuviera que ejercerse necesariamente en Jerusalén, pues podía efectuarse por procuración. Lo que habría grandes posibilidades a la expansión de la Orden, pues aunque las peregrinaciones se habían incrementado considerablemente, por la desaparición del grave riesgo que antaño el viaje suponía para los peregrinos, el viaje seguía siendo muy costoso. Había que incrementar el número de caballeros sepulcristas y la única forma de potenciar los cruzamientos de nuevos caballeros, era que no tenían que ser necesariamente realizados, como hasta la fecha, en la propia Jerusalén. El Patriarcado podía delegar su función de cruzar nuevos caballeros mediante procurador, a fin de poder realizarlos en sus lugares de origen. Los caballeros en lugar de ser todos del mismo grado, como sucedía desde su origen, por motivos de dignidad se agruparan en tres categorías: Grandes Cruces, Comendadores y Caballeros (art. 8º), a las que posteriormente se añadiría la de Comendador Gran Oficial. A los caballeros pronto se unieron las damas, creadas por el Papa León XIII, Jefe Soberano de la Orden, con sus Letras Apostólicas “Venerabilis Frater Vincentius”, en forma de Breve el 3 de agosto de 188851.

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Mediante la Bula “Cum solerti meditatione”, de fecha 28 de Marzo de 1489 Tras la Bula de Alejandro VI de 1596 que se atribuyó para si el Maestrazgo de la Orden y concedió al Custodio Franciscano la facultad de nombrar nuevos caballeros 50 Breve de Benedicto XIV, “In Supremo Militantes Ecclesiae” de 1746 51 Monseñor Bracco, sucesor de Monseñor Valerga, haciendo uso de sus poderes de Gran Maestre, propuso a Su Santidad la creación de una rama especial de la Orden, destinada a recompensar, con el uso de insignias de la misma y el título de Damas Nobles del Santo Sepulcro, los servicios y la piedad de aquellas distinguidas señoras que consagraran su vida al culto y amor de la Sacrosanta Reliquia, y al cuidado de los intereses de Tierra Santa. 49

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La potestad de aceptar los candidatos y posteriormente investirlos caballeros o damas de la Orden, bien personalmente en Jerusalén o bien en sus lugares de origen por delegación suya, fue prerrogativa del Patriarca Latino que en los primeros cien años dieron un gran impulso a la Orden y lograron el ingreso de más de 8.500 damas y caballeros. Lograron su reconocimiento en los principales estados occidentales, en los que establecieron bailías en las que se agrupaban y dirigían los respectivos caballeros. En 1930 surgió una controversia entre la orden de Malta y la del Santo Sepulcro, al no estar de acuerdo la primera con los atributos de sagrada y militar otorgados a esta última. Para su resolución, el papa Pío XI creó una comisión de cardenales cuyas decisiones se recogieron en una Acta Apostólica Sedis, de Septiembre de 1931. En dicho documento se establece como nombre oficial el de Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén y se retira Patriarca Latino de Jerusalén el uso del título de gran maestre. A partir de entonces el patriarca pasó a denominarse rector y administrador apostólico de la orden. El Papa Pío XII, en el año 1949, mediante el Breve Quam Romani Pontífices, modifica otra vez los estatutos de la Orden que es acogida directamente por la Santa Sede, concediéndole personalidad jurídica y restableciendo la figura del gran maestre que, a partir de entonces, recae en un cardenal de la Iglesia Romana, y el Patriarca Latino pasa a ser su Gran Prior. La sede de la Orden fue transferida a Roma, estableciéndose en el Palacio de la Rovere, y Su Santidad quedó constituido en Jefe Supremo de la misma52. 3.- Pérdida del carácter de Cruzados Desde que en el siglo XIV se reanudaron los cruzamientos por el Custodio Franciscano, los nuevos caballeros asumían entre otros el compromiso de mantener vivo el espíritu de cruzada y en el caso de convocarse una nueva cruzada para la recuperación de los Santos Lugares inscribirse en ella o bien pagar a un hombre de armas para que lo substituyera, si la edad o la enfermedad le impidieran luchar personalmente. Así transcurrieron cuatro siglos de constante guerra entre la cristiandad y el islám, en la que se reafirmaron las pretensiones sepulcristas de recuperar algún día los Santo Lugares. Si bien el Papa Benedicto XIV, por su Breve In Supremo Militantes Eccesiae de 7 de enero de 1746, al aprobar los estatutos para el gobierno de Tierra Santa, corroborando la prerrogativa del Custodio Franciscano de armas caballeros y darles el 52

RUIZ-MORENO, Isidoro: Un Siglo de Cruzamientos Celebrados por el Patriarca Latino de Jerusalén (1847-1947), ANNALES VIII, Roma 2003,pp.98-99

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hábito de la Orden del Santo Sepulcro, declara que su deseo es que no se derrama más sangre por la posesión de los Santo Lugares y por ello ya no se ha de seguir exigiendo a los nuevos caballeros el compromiso de cruzada.53 En consecuencia, en la actualidad el Patriarcado Latino se esfuerza por recordar, a las autoridades hebreas y musulmanas de Palestina, que el cristianismo no está vinculado a occidente, ni a ninguna geografía, cultura, ni grupo etnico, sino que es transnacional, transétnico y transcultural. Jesús vino a salvar la mundo entero y la Iglesia Católica tiene está al servicio de todos. El desafío para los cristianos, donde quiera que estén, pero en especial en Oriente Medio, consiste en que no deben aferrarse a una indentidad occidental54. Claro ejemplo de ello lo encontramos en que los últimos patriarcas no son occidentales sino oriundos de Tierra Santa55. 4.- Requisitos para ser caballeros o damas En cumplimiento del Breve Apostólico, la Cancillería del Patriarcado latino dictó unas instrucciones, acerca de las condiciones que debían exigirse a los que aspirasen a recibir el Hábito de la Orden del Santo Sepulcro. Había que mantener la calidad de los nuevos caballeros, a fin que pudieran cumplir mejor con los compromisos que asumían, estableciendo las condiciones que los neófitos debían reunir. Fijar el procedimiento para su nombramiento y establecer quienes podían hacerlo por delegación. Una vez nombrados había que organizarlos en sus lugares de origen mediante un nuevo sistema de Bailías, ya que no existían prioratos de canónigos sepulcristas en Europa. Desde el primer momento se exigió que, a fin de dar mayor relieve e importancia a la Orden, se debía seguir con la antigua exigencia que el candidato había de ser de noble estirpe y vivir more nobilium, además de ser buen cristiano y devoto del Santo Sepulcro como condición inexcusable. Si bien hoy en día, casi dos siglos más tarde, la Orden se encuentra establecida en numerosos países en los que no existe tradición nobiliaria alguna. Es por ello que la exigencia de nobleza de sangre se ha transformado en requerir la excelencia o nobleza personal del candidato, además de contar con la posición social y económica necesaria para poder atender a las necesidades de la Orden.

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QUARESMIO, P., Terrae Sanctae Elucidatio, Venecia 1882, pp. 802/806 STERN, Monseñor Robert. L.: La Migración de los Cristianos a Tierra Santa y Fuera de Tierra Santa, Actas de la Consulta de 2008, OESSJ, pp. 59/69 55 Su Beatitud Michel Sabbah y Su Beatitud Fouad Twal 54

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No debemos olvidar que el Soberano Pontífice es el Jefe Supremo de la Orden y que como Jefe del Estado Vaticano tiene el derecho legítimo o fons honorum necesario para conceder la nobleza o dignidad a los caballeros y damas que se crucen en nuestra Orden, supliendo así las posibles diferencias existentes entre los neófitos; de ahí el tratamiento de Ilustrísimo que reciben los caballeros y damas sepulcristas. En España, país de antigua y profunda tradición caballeresca y el único en el que ha estado presente la Orden, desde su implantación en el siglo XII hasta la fecha, como anteriormente hemos expuesto. Existen hoy en día dos Capítulos Nobles de Caballeros, llamados así por qué se han mantenido sus antiguas tradiciones de nobleza de servicio. Si bien, conservando el requisito de proceder de una estirpe noble, al no existir ya en el ordenamiento jurídico español los cauces necesarios para reconocer la nueva nobleza, nos hemos abierto también a la excelencia o nobleza personal, en aplicación de las normas consuetudinarias de la nobiliaria española. En este caso el ingreso como caballero en una Orden de la Santa Sede, supone automáticamente que el fons honorum del que goza el Soberano Pontífice, como cabeza del Estado Vaticano, concede la nobleza al nuevo caballero que no gozara de ella por su linaje. Siguiendo la antigua tradición caballeresca que la investidura en el servicio de las armas ennoblecía al recipiendario. Es por ello que se puede ingresar en nuestras dos Lugartenencias por ambos conceptos, teniendo en cuenta que el fons honorum vaticano sirve para paliar las diferencias que pudieran existir entre ambos tipos de candidatos por lo que una vez investidos todos los caballeros y damas gozaran de la misma dignidad. Restauración de la Orden en España Al conocerse en España la noticia de la restauración del Patriarcado Latino de Jerusalén se produjo una general satisfacción. En España siempre se había mantenido una gran devoción por el Santo Sepulcro y durante muchos siglos fue la nación que más contribuyó a la conservación de los Santos Lugares y en la que fue más intensa la devoción por Tierra Santa, especialmente desde que recayó en el Rey de España el título de Rey de Jerusalén, siempre se había considerado a la Orden Sepulcrista como algo propio. La noticia de la restauración del Patriarcado Latino, y del reconocimiento de la suprema dignidad de éste como Gran Maestre de la Orden, fue recibida en España con inmensa alegría, pues los Caballeros Sepulcristas habían dejado de estar huérfanos, lo que incitaría a muchas personas a peregrinar a la Ciudad Santa y hacer allí sus votos de caballero

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ante el Santo Sepulcro, incrementándose notablemente los cruzamientos de españoles en Jerusalén. Las adversas circunstancias políticas por la que atravesaba el reino, tras la Revolución de 1868 y el destronamiento de Isabel II, demoraron unos años la reorganización del Capítulo de Caballeros Sepulcristas, hasta que en la Junta General convocada el 27 de mayo de 1874, se publicó un Escalafón con todos los Caballeros españoles de la Orden y se nombró una Comisión, para que procediera a la redacción de un Reglamento interior, por cuyas disposiciones hubiera de regirse la Orden en España. Finalizados los trabajos de esta Comisión el nuevo Gran Maestre de la Orden, Monseñor Luis de Piavi, aprobó los Establecimientos del Capítulo de Caballeros de la Ínclita Orden Militar del Santo Sepulcro en España, por Letra patente de 6 de abril de 1892, en la que se reconocía la existencia de un Capítulo General para toda España y se permitía la creación de Capítulos Regionales limitados a una cierta área geográfica. Al siguiente año 1893 se publicaba el II Escalafón de la Orden en España, indicándose en la cabecera del mismo que correspondía a la Lengua de España (Antiguas de Aragón y Castilla), recogiéndose a continuación, según orden de antigüedad de su toma de hábito, a todos los Caballeros residentes en España, con su domicilio habitual. Aparecía el nombre de 226 Caballeros y, por primera vez, el de tres Damas Nobles. El más antiguo se había cruzado en 1856 y el más moderno en el mes de octubre de 1893. Existía un Capítulo General de la Orden Sepulcrista en España radicado en Madrid y se crearon cuatro Capítulos Regionales, en Barcelona (1892), Manila (1894), La Habana (1894) y Valencia (1906)56. El 22 de diciembre de 1906 a petición de los Capítulos españoles el rey Don Alfonso XIII, como Rey de Jerusalén, se dignó aceptar el título de Gran Bailío Protector de la Orden en España, y presidir, en tal concepto, los Capítulos que la Orden celebrara, delegando su representación cuando no pudiera hacerlo personalmente,- como en otro tiempo lo hizo el gran monarca Felipe II57, previa la autorización del Patriarca de Jerusalén -, al mismo tiempo que se aprobó por éste una modificación de los estatutos generales declarando “Nobles” a los Capítulos españoles, y que se reconociera que para ingresar en ambos era preciso presentar pruebas de nobleza de sangre, al modo de las Órdenes Militares españolas. En 1925 fue nombrado Protector de la Orden el Infante Don Alfonso de Borbón, por 56

El 27 de noviembre de 1906 los caballeros profesos residentes en el Antiguo Reino promovieron la constitución de un Capítulo en Valencia, cuya sede radicaría en la Iglesia de San Bartolomé y San Miguel, erigida en Colegiata Honoraria del Santo Sepulcro el 15 de mayo de 1909. Cuyo Reglamento fue aprobado por el Patriarca Latino de Jerusalén el 18 de agosto de 1911. En el Anuario emitido en 1920 aparecen censados once caballeros y tres damas. Lamentablemente sus miembros serán masacrados por las hordas rojas durante la represión marxista de 1936. 57 Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Papeles de La Orden del Santo Sepulcro, Madrid.

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delegación regia, en el Capítulo Conjunto de los tres capítulos españoles celebrado en San Francisco el Grande (Madrid), el día 26 de enero de 1925, en presencia del Patriarca de Jerusalén, Monseñor Barlasina, con asistencia de toda la Real Familia.58 En el año 1871 se estableció el Brazo de Damas de la Orden, aunque la primera Dama española no ingresaría hasta el año 1907 (Doña Ana Fourrat y Vallier-Lapeyra), desde entonces ingresaron en los Capítulos españoles doce Damas hasta el año 1935, incluyendo a S.M. la Reina Doña Victoria Eugenia. Durante la represión marxista de 1936 gran número de caballeros y damas sepulcristas españoles cayeron víctimas del odio anticristiano, tanto es así que al llegar la paz en 1939 no quedó ninguno superviviente en el Capítulo de Valencia que sería suprimido como tal por el Gran Maestrazgo. Las graves circunstancias que atravesaba Europa durante la II Guerra Mundial hicieron que hasta 1.944 no se autorizaran nuevos cruzamientos. En el período 1944/2016 ingresaron en la Lugartenencia España Occidental 786 personas: 52 Eclesiásticos, 124 Damas y 610 Caballeros. Sin contar en ningún caso a la Familia Real que, siguiendo el ejemplo de Alfonso XIII, en el año 1989 se dignaron recibir el Gran Collar de la Orden Sus Majestades Don Juan Carlos I y Doña Sofía, y S.A.R. Don Juan de Borbón, Conde de Barcelona, y la Gran Cruz S.A.R. Don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias. En 1992 recibieron la Gran Cruz de la Orden S.A.R. Doña Mercedes, Condesa de Barcelona, y S.A.R. el Infante Don Carlos de Borbón Dos-Sicilias. Anteriormente el Generalísimo Franco había pertenecido también a la Orden, e incluso pagado su cuota de caballero. Hoy en día nos honra con su presencia su hija la Duquesa de Franco, asistiendo a todos nuestros actos y en especial al rastrillo benéfico en el que participa activamente. Actualidad de la Orden Nuestra Orden y la Orden Hospitalaria de San Juan o de Malta son las dos únicas órdenes de caballería que reconoce la Secretaría de Estado Vaticano. Ambas están regidas por un Cardenal Gran Maestre y ambas desempeñan una importante función asistencial. Aunque en el caso de la nuestra ésta se refiere exclusivamente a la ayuda a Tierra Santa. La antigua vinculación existente entre las órdenes de caballería constituidas en tiempo de las cruzadas con los Santos Lugares, se continúa hoy en día en nuestra orden con el glorioso cometido de custodios del 58

Establecimientos y Constitución de la Ínclita Orden Militar del Santo Sepulcro, Madrid 1934, pág. 160. Archivo O.C.S.S.J., Capítulo Noble de Castilla y León.

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Santo Sepulcro. Esta relación se articulo en dos direcciones, una espiritual y otra asistencial. A) Desde el punto de vista espiritual, según se regula en nuestros estatutos, la Orden tiene por objeto 1) Robustecer la práctica de la vida cristiana en sus miembros, con absoluta fidelidad al Sumo Pontífice y según las enseñanzas de la Iglesia59, realizándose el ejercicio de la misma en sus respectivas parroquias diocesanas. 2) Sostener los derechos de la Iglesia Católica en Tierra Santa60, ya que su renuncia significaría para toda la cristiandad perder dos mil años de historia y testimonio de la fe de los descendientes directos de quienes escucharon las palabras de Jesús y creyeron en él. Su abandono significaría perder las raíces de nuestra fe y los orígenes de la civilización occidental.61 3) Fomentar en la cristiandad la devoción por los Santos Lugares62 B) Desde el punto de vista asistencial la Orden debe sostener y ayudar a las instituciones de la Iglesia Católica en Tierra Santa63 La Orden está al servicio de las comunidades cristianas en Tierra Santa. Este es su compromiso principal y permanente dirigido al servicio del Patriarcado Latino, cometido principal en el que centra su obra dotándole de un Fondo Institucional, siguiendo el principio de subsidiariedad, según la cual la obra de la Iglesia se realiza a través de las estructuras y personal diocesano del Patriarcado64. 1) La orden sepulcrista se ocupa de sufragar las necesidades materiales del Patriarcado Latino de Jerusalén, cubriendo los estipendios de los miembros del clero diocesano y de las hermanas religiosas, los gastos médicos y las necesidades cotidianas, los sueldos del personal institucional y los gastos que produce la Casa del Patriarcado Latino, junto a los dos vicariatos de Jordania e Israel. El mantenimiento del Seminario de Beit Jala. 2) La construcción y mantenimiento de los lugares de culto y edificios para fines sociales, caritativos y de beneficencia (hospicios, orfanatos, hospitales, centros asistenciales…), con unos 150 edificios que mantener. 59

Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 1 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 4 61 Palabras del Lugarteniente General Conde Borromeo, Anales, VIII, 2003. pp.. 24/25 62 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 3 63 Estatuto de la Orden de Caballería del Santo Sepulcro, art. 2, 3 64 INFORME DE LA CONSULTA DE 2008, OESSJ, p. 15 60

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3) Mantiene una red de escuelas de educación, infantil, primaria, secundaria, técnica y de talleres de formación artesanal e industrial, en los que se educan más de 20.000 alumnos bajo el espíritu de ecumenismo y tolerancia, para que los alumnos de diferentes religiones aprendan a convivir juntos, convirtiéndose así al cristianismo como un puente de encuentro entre el mundo árabe musulmán y el judío. Así como la Universidad Católica de Belén y programas especializados de formación superior, técnica y profesional. Promueve la investigación y un sistema de becas en Tierra Santa. 4) La mayoría de las escuelas e instituciones de beneficencia del Patriarcado Latino no solo están al servicio de los cristianos de rito católico que se encuentran en Israel, Palestina y Jordania, según resaltó el cardenal Foley, Gran Maestre de la Orden, sino también de todos los cristianos y, es mas, de todos los residentes de otras religiones, musulmanes y judíos, en las áreas en las que se encuentran en Israel, Palestina y Jordania. Tenemos la viva esperanza que este servicio universal promueva no solo la causa de la unidad cristiana, sino también una mayor comprensión interreligiosa y, finalmente, la paz en esas tierras65. 5) La misión asistencial de la Orden Sepulcrista en esencia consiste en ayudar a los cristianos a sobrevivir en Tierra Santa, en un medio hostil en el que a menudo se sienten presionados y discriminados por sus creencias religiosas, como súbditos de segunda categoría sujetos a una autoridad Judía o Islámica. Esta ayuda no solo se ha de cifrar en términos económicos sino también visitándoles y recordándoles que no están solos. Es el mejor medio de frenar la emigración de cristianos que está disminuyendo drásticamente su número en Tierra Santa66. Debemos destacar que todas las aportaciones efectuadas por los caballeros y damas de la Orden, así como los donativos recibidos, se dedican en exclusiva al cumplimiento de su misión asistencial. Ningún miembro de la misma cobra por su trabajo o dedicación, incluso la gestión de la Orden en Roma, se financia con recursos propios para que todas las contribuciones de los Caballeros y Damas en todo el mundo pueda ser asignado para cubrir las necesidades de Tierra Santa. 65

FOLEY, Cardenal John P.: Discurso Introductorio con motivo de la audiencia de S.S. Benedicto XVI a los Lugartenientes y Jerarquías de la OESSJ, el 5.12.2008 66 En los último cien años la población cristiana se ha ido reduciendo drásticamente en número y en proporción, lo contrario que ocurrido con la población islámica y musulmana. Actualmente en Tierra Santa hay 7.5 mill de habitantes en el estado de Israel, de los que apenas 150.000 son cristianos de todos los ritos (2%). En Palestina, Cisjordania y Gaza, habitan 3,8 mill. de los que apenas 40.000 son cristianos (1%). En Jordania 6,0 mill con 250.000 cristianos (4%)

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Organización de la Orden La Orden es una persona jurídica de derecho canónico67, como una organización pública internacional y universal dentro de la Iglesia Católica. Goza de personalidad vaticana68, con su sede legal en el Estado Vaticano. Es una organización jerárquica de voluntarios cristianos, cuyo jefe supremo es el Soberano Pontífice que ha delegado en un Cardenal Gran Maestre. El cual para su gobierno se encuentra asistido por el Patriarca Latino de Jerusalén, como Gran Prior, y por un Prelado Asesor. Le ayudan los miembros del Gran Magisterio, integrado por el Lugarteniente General, el Gobernador General, los Vice-Gobernadores Generales, el Canciller, el Maestro de Ceremonias y por otros miembros de la Orden elegidos por él en número no superior a doce. Además tiene como órgano consultivo a la Consulta formada por todos los Lugartenientes que se reúne en Roma al menos cada cuatro años. Hoy en día la Orden se encuentra extendida por todo el mundo, organizada en Lugartenencias, cuyos Lugartenientes, designados por el Gran Maestre con el asesoramiento del Magisterio, son responsables, en sus jurisdicciones, para el logro de los objetivos principales de la Orden. Según datos al 31 de diciembre de 2016, está presente en 43 países y tiene más de 28.000 miembros, que aportan anualmente unos 14 millones de dólares, lo que supone una media de 500 dólares por caballero, si bien hay lugartenencias más ricas que superan esta media. Respecto a sus miembros más de la mitad residen en las Lugartenencias de América del Norte, principalmente EE.UU., así como en menor proporción en México y Canadá. Otro 25% reside en las Lugartenencias Italianas. El 25% restante en las de Francia, España y Alemania, así como en mucha menor proporción en el resto de las Lugartenencias que existen en el mundo. - Europa: Está presente en 29 países con 27 lugartenencias: 1 Alemania, Austria, 1 Bélgica, 1 Croacia, 1 Escocia, 1 Eslovenia, 2 España, 1 Finlandia, Francia, 1 Gibraltar, 1 Holanda, 1 Hungria, 1 Inglaterra y Gales, 1 Irlanda, Italia, 1 Luxemburgo, 1 Malta, 1 Monaco, 1 Polonia, 1 Portugal, 1 Rusia, Suecia/Dinamarca, 1 Suiza.

1 1 5 1

- Oriente Medio: La recién creada Lugartenencia de Tierra Santa (Israel, Palestina y Jordania). -

Africa: 1 Sudáfrica

- América: Presente en 8 países con 23 lugartenencias: 1 Argentina, 4 Brasil, 5 Canada, 1 Colombia, 9 Estados Unidos, 1 Mexico, 1 Puerto Rico, 1 Venezuela..

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Según las Cartas Apostólicas de S. S. Pío XII de 14.09.1949, y de S.S. Juan XIII de 8.12.1962 Según Rescripto de S.S. Juan Pablo II de 1.02.1996

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- Asia: Presente en 4 países, con 8 lugartenencias: 5 Australia, 1 Filipinas, 1 India, 1 Taiwan.

La Orden Sepulcrista en el Tercer Milenio Si bien pasaron los tiempos del Caballero de brillante armadura que acudía con su espada a defender el Santo Sepulcro, éste sigue estando allí en Jerusalén y tan amenazado como antaño. Actualmente somos caballeros pacíficos, aunque debemos añadir que el coraje y la perseverancia, requeridos para poder cumplir con nuestra misión en estos tiempos de proteger el legado cristiano en Tierra Santa, no son menores que los necesitados antaño. Los caballeros Sepulcristas hemos cambiado la fuerza de las armas por la solidaridad fraternal y se combate ahora mediante el testimonio personal, recordando y dando a conocer con nuestro empeño las dramáticas circunstancias por las que atraviesan hoy en día los Santo Lugares y los cristianos que habitan allí, así como promoviendo y financiando iniciativas de asistencia y desarrollo en la zona. Hoy en día a los novecientos años de su creación la orden Sepulcrista no es una reliquia del pasado si no una institución activa y dotada de gran vitalidad. Es una Orden Ecuménica extendida por todo el orbe católico, presente en muchos países en los que antaño no existía tradición alguna de la Orden, por lo que para ellos, a veces, es difícil comprender y valorar el rico patrimonio histórico de una Orden quasimilenaria pero de reciente implantación entre ellos. En España, desde sus inicios en el siglo XII, siempre ha estado presente la Orden Sepulcrista, concretándose esta presencia en la Colegiata de Calatayud, punto de encuentro de los Caballeros y Damas pertenecientes a las dos Lugartenencias, España Occidental y Oriental, por las que actualmente se encuentra representada la Orden en España. Pudiendo añadir que los Caballeros de ambas Lugartenencias españolas, laicos y religiosos, tenemos el privilegio que cuando nos reunimos en Capítulo, en las ceremonias religiosas de dicha Colegiata, gozamos de los honores y privilegios de los Canónicos de San Agustín, según se establece en sus Constituciones69; lo que es demuestra el doble carácter religioso-militar de nuestra Orden, aunque ésta es la única referencia canonical aplicable a los Caballeros Sepulcristas, y únicamente válida para el caso de España, lo que explica y justifica la existencia de nuestro Habito de Coro, mientras que en el resto del mundo solo tienen la capa corta. En ambas Lugartenencias españolas se conservan las antiguas tradiciones de la Orden, pues según palabras del Cardenal Furno, Gran 69

Constituciones Regalis Ecclesiae Collegialis ad Honores Sancti Sepulchri, Capítulo III, Cánones I/IV. Tipología Martínez Moreno, Calatayud (Zaragoza) 1926

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Maestre de la Orden, “España es el único país en el que las tradiciones históricas de la Orden se han conservado ininterrumpidamente hasta nuestros días”70, lo que nos hace sentirnos orgullosos de nuestra singularidad y nos compromete a continuar perseverando en nuestro compromiso. En España, por lo tanto, la Orden Sepulcrista se sostiene sobre cuatro importantes pilares, el primero esencialmente religioso, que nos compromete a practicar un catolicismo ejemplarizante; el segundo asistencial, que nos obliga a defender y proteger la presencia cristiana en Tierra Santa sosteniendo económicamente al Patriarcado Latino de Jerusalén; el tercero histórico, por el que debemos mantener nuestras antiguas tradiciones caballerescas propias de los Capítulos españoles, entre las que se encuentran nuestro especial hábito de caballero; y el cuarto fraternidad, basada en la empatía y unión entre todos sus miembros, entre los cuales no han de existir diferencias y deben compartir las actividades de la Lugartenencia asistiendo a los actos que ésta convoque. Defender estos cuatro pilares, sobre los que se sustenta nuestra singularidad, es el reto al que se nos enfrentamos los Sepulcristas españoles, pues si nos olvidamos de alguno de ellos corremos el riesgo de perder el equilibrio, y rodar por tierra como ocurre a los asientos a los que los falla uno de sus soportes, convirtiéndonos bien en una simple ONG, o en una Cofradía religiosa más, en una Corporación estrictamente nobiliaria o engrupo desunido. Solo si sabemos mantenernos firmes, en nuestra religiosidad, solidaridad con Tierra Santa, ideales y tradiciones, seguiremos siendo una Orden de Caballería, sin cerrarnos por ello a adaptarnos a las exigencias que se nos requiere para sobrevivir como tal Orden durante este III Milenio. Es por ello que, al ingresar los nuevos caballeros y damas neófitos, se les recuerda siempre que deben tener en cuenta que no van a ingresar en un simple club de elite, al que se precia uno de pertenecer y valerse de sus distintivos e importancia social, sino en una orden de caballería comprometida en la defensa de Tierra Santa: “A la Orden se viene a servir, no para ser servido. Todos somos necesarios y debemos contribuir y participar de acuerdo con nuestras circunstancias”.

“Deus lo Vult” -

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Pronunciadas con motivo del Jubileo celebrado en Roma en el año 2000.

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