ACTIVIDAD 1 Caso Clinico Delirium

Módulo: 'Síndrome Confusional Agudo o 'Delirium' ¡Ring! ¡ring! ¡ring! Suena el teléfono en una casa situada a más de 200 kilómetros del lugar de donde procede la llamada. La dueña de la casa, sobresaltada puesto que todavía es pronto y las llamadas a estas horas no suelen suministrar buenas noticias, descuelga el aparato con un temor contenido.-Diga.-Es usted la Sra. Carmen, hija de la Sra. María.-¿Qué le ha pasado algo a mi madre?-Mire, soy una vecina de su madre y como esta mañana no la he visto trastear por la casa como es habitual, me he acercado y he oído unos gemidos. Al entrar la he visto tumbada en el suelo de su habitación con muestras de dolor y con la mano derecha situada en la cadera del mismo lado señalando, de forma indirecta la posible procedencia del dolor. Tras explicarme que al intentar levantarse durante la noche para acudir la lavabo, ha tropezado y no ha podido volver a incorporarse por los dolores procedentes de la cadera derecha. Con la ayuda de mi marido hemos encaramado a la Sra. María a la cama y rápidamente he llamado al médico de cabecera que ha acudido inmediatamente. Al ver la postura de la pierna derecha ha emitido un primer diagnóstico de fractura de cuello de fémur y ha hecho los trámites necesarios para que una ambulancia la trasladara al hospital de referencia. Le llamo para que sepa que hace unos escasos minutos que su madre va para el hospital. No había transcurrido ni una hora, y la Sra. Carmen, tras proceder a solucionar de forma urgente los problemas domésticos que acarreará su ausencia de casa por un tiempo, ya estaba conduciendo por la autopista camino del hospital donde habían trasladado a su madre. Durante las dos horas del viaje se dedicó hacer un repaso de la situación médica actual por si pudiera encontrar datos que le permitieran entender lo que ha pasado. Desde la muerte de su padre, su madre vivía sola a pesar de los intentos que hizo para que se fuera a vivir a la ciudad con ella y su familia. El pueblo era su vida y no se veía viviendo en una gran ciudad. Por otra parte, a pesar de sus casi ochenta años, estaba bien de salud. Sólo tomaba pastillas para la hipertensión, y a pesar de que la dieta sin sal no la cumplía a rajatabla, siempre que iba a su médico de cabecera la encontraba bien de las cifras de tensión arterial. Por otra parte, hasta este momento ha sido capaz de mantenerse totalmente independiente en las necesidades básicas de la vida diaria. Posiblemente, en los últimos tiempos no tenia la casa con la limpieza y el orden habitual, tenía ciertas lagunas de memoria, tenía más tendencia de lo que era habitual en ella de hablar del pasado y rehuía situaciones novedosas. Asimismo, no tenía la misma prestancia en el vestir que su presumida forma de ser requería. Sin embargo, en la breve conversación telefónica con la vecina, se enteró que en las últimas semanas habían acontecido ciertos acontecimientos del todo impropios de la Sra. María. Por una parte, otra vecina le tuvo que llamar la atención al ver que salía humo por la ventana procedente del fuego que había olvidado apagar mientras estaba realizando otras actividades domésticas. Asimismo, hacía pocos días no pudo entrar en su casa puesto que la había cerrado dejando las llaves en el interior y se tuvo que llamar a un cerrajero. Tras el repaso minucioso de los últimos contactos con su madre para comprobar si se le había pasado algún dato que le pudiera haber indicado las primeras manifestaciones de algún problema médico, el resto del viaje transcurrió entre lamentaciones de no haber presionado más a su madre a que fuera a vivir con ella. Encontró a su madre en un box del servicio de urgencias del hospital. Al poco rato acudió una persona con una bata blanca que llevaba encima de un pijama profesional y se presentó como el traumatólogo de guardia. Le comunicó lo que el médico de cabecera ya había intuido y que tan pronto como fuera posible se intervendría quirúrgicamente. Durante las horas siguientes, entraron en la habitación en numerosas ocasiones personal de enfermería para realizar alguna intervención: mirar la tensión arterial, ponerle el termómetro, extraerle sangre... Finalmente entró otro miembro del personal sanitario que no había visto hasta aquel momento comunicándole que se llevaba a la paciente al quirófano y que ella podía esperarla en la habitación en que sería traslada tras la intervención. A pesar de la información profesional de que este tipo de intervenciones no solía comportar complicaciones, se sentía con cierta tensión muscular y su pensamiento se centraba en pensamientos con contenido ansiosos. Finalmente, entró el mismo médico que la atendió en el servicio de urgencias comunicándole que todo había ido bien y que en poco tiempo su madre sería trasladada a la habitación. Así fue, al poco tiempo su madre ya estaba con ella y la impresión que denotaba su cara era inmejorable. El resto del día transcurrió sin incidencias lo que aprovechó para ponerse en contacto con su marido e hijos y ponerlos al día de las últimas novedades además de darles consejos sobre la mejor