ACERCA DE UN MAPA DEL ISOSO DE 1790

June 6, 2017 | Autor: Isabelle Combès | Categoría: Ethnohistory, Etnohistoria, Chiriguanos, Gran Chaco, Mapas, Chanés
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Anuario de Estudios Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos, n°21, 581-594, Sucre, 2015 ISSN: 1819-7981

ACERCA DE UN MAPA DEL ISOSO DE 1790 ABOUT A ISOSO MAP OF 1790

Isabelle COMBÈS

RESUMEN: En 1790 el padre franciscano Pedro de Santiago visitó el Isoso (actual provincia Cordillera, Santa Cruz) y dibujó un croquis de la región. Este mapa y la carta que lo acompaña constituyen las primeras noticias directas sobre el Isoso en la época colonial. El artículo pone los documentos en contexto y reproduce tanto la carta como el mapa. PALABRAS CLAVE: Isoso; Camino a Chiquitos; Pedro León de Santiago ABSTRACT. In 1790, the Franciscan priest Pedro de Santiago visited Isoso (current Cordillera province, Santa Cruz) and draw a map of the region. This map and the letter that goes with it constitute the first notices of Isoso in Colonial times. Here we put the documents in context and reproduce the map and the letter. KEYWORDS: Isoso; road to Chiquitos; Pedro León de Santiago

En el volumen 27 de la colección “Mojos y Chiquitos” compilada por Gabriel René Moreno y conservada en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, se encuentra, bajo el número XXXVI, un expediente relativo al estado del camino entre la provincia de Chiquitos y la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, y a las tentativas por abrir una vía nueva más directa entre ambos puntos (Moreno, 1973 [1888]: 362-363). Al final de este expediente figura una carta dirigida por Fray Pedro de Santiago al gobernador cruceño, don Antonio Seoane de los Santos, en 20 de abril de 1790. En ésta, el religioso informa de su vista a “los pueblos de Izozog1” y la posibilidad de abrir el nuevo camino pasando por esta región. Adjunta un mapa, o tal vez mejor dicho un croquis, para ilustrar sus propósitos. 1

Los escritos coloniales rezan Izozog o Izozo; el nombre se pronuncia simplemente “Isoso” en español, y ésa es la ortografía admitida hoy.

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Misionero del colegio franciscano de Tarija, en aquel entonces a cargo de varias misiones entre los chiriguanos del piedemonte andino, Fray Pedro de Santiago de León es más conocido hoy por sus escritos que por su labor evangelizadora2. Es, de hecho, el autor del primer Diccionario breve chirguane3 [sic], de un corto texto titulado “Que los chiriguanes tienen ventajosas proporciones respeto de otras muchas naciones bárbaras para revivir el Evangelio”4, y de un mapa de la “cordillera chiriguana”5. En 1790, fecha de la carta y del croquis que aquí nos interesan, Fray Pedro se encontraba dirigiendo la misión de Abapó, a orillas del río Grande. La carta enviada por el franciscano al gobernador de Santa Cruz es uno de los pocos documentos de la época colonial sobre la región del Isoso en la actual provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz, Bolivia. Es, en todo caso, el único escrito de visu, por alguien que estuvo en la zona y no simplemente escribió de oídas. El Isoso de finales del siglo XVIII es poco menos que terra incognita para los colonos, militares y religiosos españoles o criollos. Se sabe desde el siglo XVI que esta región está bañada por el río Parapetí, que “sale a los llanos, se derrama y se embebe en los arenales y tierras sueltas por donde corre pero cuando viene avenida, pasa adelante por grandes herbazales” (Relación verdadera, 2008 [1571]: 213) –de hecho i oso oso significa, en guaraní “el agua que se insume”. En verano, la fuerza del agua permite al río retomar su curso hasta los bañados y de ahí volver a surgir en la actual Chiquitania. La primera mención conocida del nombre del “Içoço” proviene, pues, de la antigua ciudad de Santa Cruz y se aplica a la quebrada de Quimome, un rebalse de los bañados del Parapetí poco al oeste de la ciudad6. Desde el siglo XVI también, el Isoso está identificado como una región poblada por indígenas chanés –son los “llanos de los Chaneses” mencionados por Lizárraga por ejemplo (1968 [c. 1600]: 83), el lugar inhóspito adonde se refugiaron

2

Sobre la vida de Pedro de Santiago de León, remito a Calzavarini, 1998: I-III, y a Saignes, 1985:

222-224. 3

AFT, MS 11. Este diccionario fue publicado en 1998, modernizando la escritura del guaraní (Santiago de León, 1998 [1791]). Es de notar que contiene modismos isoseños (por ej. en el artículo “Petî: tabaco”, f. 72r.), recogidos sin duda en ocasión de la visita de Fray Pedro a la zona en 1790. 4 AFT, M 82. Este texto está conocido también bajo el nombre de Apología chiriguana. Fue traducido al francés y publicado por Saignes (1985: 225-231). 5 Este mapa se encuentra en la Lilly Library de la universidad de Bloomington en Indiana, Estados Unidos (Saignes, 1985: 222). Está reproducido en Giannecchini y Mascio, 1995 [1898]: 139 y en Giannecchini, 1996 [1898]: 222. 6 Testimonio de Juan Rodríguez de Heredia, 11-05-1585, citado por García Recio, 1988: 359.

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los chanés, esclavizados y acosados por los chiriguanos del piedemonte7. Aunque hayan adoptado con matices la lengua guaraní de sus ex amos chiriguanos, los habitantes del Isoso siguen identificados como chanés en los siglos siguientes, hasta tiempos muy recientes. En 1758, una lista del padre franciscano Manuel Mingo de la Concepción, también del colegio de Tarija, coloca a “Izozo, pueblo chané”, o “Zozo”, en una lista de los pueblos infieles de la Cordillera chiriguana8. Poco más tarde, en 1771, Cosme Bueno también habla de “algunos pueblos de indios Chanaes, su territorio se llama Isoso”9. Un mapa de “descripción geográfica de la nación chiriguana”, elaborado en 1793, muestra el “Yzozoo” con la mención: “Chanees” (en Minutolo de Orsi, 1986: 204), y lo propio hace el mapa de 1794 elaborado por el mismo Pedro Santiago de León. Las referencias podrían multiplicarse hasta Nordenskiöld quien, a inicios del siglo XX, sigue hablando de los chanés isoseños (2002 [1912]). Y esto es todo o prácticamente todo sobre el Isoso colonial. Lo demás son noticias aisladas, en general “de oídas”, o datos que se puede deducir de parcos informes o vagas descripciones. Es probable que la región del Isoso fuera afectada en gran medida por las correrías de esclavos organizadas por Andrés Manso y sus aliados chiriguanos desde Santo Domingo de la Nueva Rioja, fundada en 1559 a orillas del Parapetí. Esta ciudad era el punto de avanzada de la colonización de Charcas. Se edificó en parte para contener los ataques chiriguanos, pero también para responder a un proyecto geopolítico formalizado muy tempranamente por la Audiencia de Charcas: “descubrir un puerto por estas partes a la mar del norte [el Atlántico]”, para evitar las vueltas y peligros pasando por Panamá (Matienzo, 1922 [1566]). Sea lo que fuere, la Nueva Rioja no prosperó y fue asaltada en 1564 por un nutrido grupo de chiriguanos que quemó el pueblo y mató a su fundador. Es probable que los “indios de los llanos”, a saber los isoseños, hayan participado de este ataque. En efecto, según Matienzo, los chiriguanos ejecutaron al español “después de haber hecho el capitán Manso juntamente con ellos un gran castigo en los indios de los llanos por haberse alzado” (1922 [1566]: 169). Las noticias siguen parcas en las décadas y siglos posteriores. En los años 1630, los isoseños habrían pedido el establecimiento de una misión a los jesuitas:

7

Combès, 2005: cap. 2. AFT, M 188; Mingo de la Concepción, 1981 [1791]: 464. 9 Descripción de las provincias pertenecientes al Obispado de Santa Cruz de la Sierra. AHSIC, MI 05, p. 8

255.

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“los indios Tapuyas [tapii] […] se quieren venir acá, y no hay quien vaya por ellos”10. Sin embargo, la solicitud no prosperó. A fin de siglo, en 1690, los padres jesuitas Arze y Zea posiblemente pasaron por el Isoso, o cerca. Al relatar su viaje, Lozano indica que al pie de los cerros de Charagua vive “la mayor parte de los chanés”, en una zona donde existen muchos problemas para conseguir agua (1733: 282v). Esta descripción corresponde, casi con seguridad, a los arenales del Isoso. Treinta años después, otro jesuita pasó tal vez por el Isoso: se trata del padre Herbas, quien logró viajar en 1722 desde las misiones de Chiquitos hasta Tarija, pasando por Charagua y tal vez por el Isoso (Saignes, 1974: 172; 1975: 221). Poco después, en 1740, se señala la presencia de grupos de bandeirantes (cazadores de esclavos) portugueses en la zona de Chiquitos11. Los mismos, u otros, habrían llegado incluso hasta el Isoso: es en todo caso la información proporcionada por el gobernador de Santa Cruz, Francisco de Argamosa12. Se habrían encontrado en los arenales isoseños huellas de zapatos, cuchillos, flechas de etnias desconocidas, collares, todo esto en un campamento establecido en un “nuevo camino” abierto desde (o hacia) Paraguay y atribuido a los bandeirantes. La misma escasez de datos muestra que el Isoso, en tiempos coloniales, es una zona apartada de la colonización española. Pero las noticias convergen también en un punto importante: el Isoso en sí interesa poco o nada a los españoles o incluso a los portugueses de Brasil. Sea en los planes de Matienzo, sea en el viaje de Herbas, sea finalmente en el caso de los bandeirantes, el Isoso importaba como zona de paso, como un camino posible. Éste será, pues, tanto el interés de Pedro Santiago de León en 1790 como, mucho más tarde, el interés de los cruceños en la época republicana, que sellará el destino de la región. A finales del siglo XVIII empieza a resquebrajarse, paulatinamente, el aislamiento del Isoso. Tras de la expulsión de los jesuitas en 1767, florecen en territorio chiriguano las misiones franciscanas, a cargo del colegio de Tarija. Entre 1786 y 1798 se establecen las reducciones de Parapiti (actual San Antonio), Obaí (cerca de Charagua), Pirití, Igüirapukuti, Takuarembó (o Takuaremboti), Tapitá, Saypurú, Takurú, Igmirí y Mazavi en la “cordillera chiriguana”, al oeste del Isoso. En 1788, el gobernador de Santa Cruz, Francisco de Viedma, edifica el fuerte 10 Carta anua 1632-1634, ARSI Peruana 15: fs. 38-38v. Tapii (tapui, tapuya) era el nombre dado por los chiriguanos a sus “esclavos”. El Diccionario de Pedro de Santiago reza: “Tapui: llaman los chiriguanos a los que no son de su nación, como palabra vil, aquí los chanees: cobae tapui yaguamba pochi, ‘estos perros son malos indios’ (se lo oí a Maruama en Izozog)” (AFT, MS 11, f. 96; subrayado mío). 11 ABNB, CACh 1389, 1740. 12 Argamosa, 1948a [1740], 1948b [1740]; Saignes, 1974: 287; 1975: 225.

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militar de San Carlos en Saypurú. El cerco colonial se estrecha, y el Isoso debe pensar su relación con él. Existen al parecer opiniones encontradas entre los indígenas, que se ven reflejadas en el episodio de 1790. Algunos isoseños parecen estar a favor del establecimiento de una misión franciscana en su territorio, probablemente como medio para frenar la colonización por parte de hacendados o militares. En todo caso, ya en 1781 el pueblo de los “ozozós” pide sacerdote (Mujía, 1914 t. 2: 665). Poco después en 1790, dos padres franciscanos, Nicolás Álvaro y Pedro Santiago de León, salen desde Abapó hacia el Isoso, “movidos de cierto aviso y noticia que tenían de que los indios chanees gentiles del famoso valle de Izozog deseaban [...] que se les concediese y fundase misión en su tierra para hacerse cristianos” (Mingo de la Concepción, 1981 [1791]: 427). Los padres van acompañados por el capitán chiriguano de Saypurú, Maruama, un personaje bastante conflictivo conocido por su actitud cambiante para con los españoles. Según la crónica de Mingo, la “pampa muy nombrada y poco frecuentada de Izozog” alberga siete comunidades –eso se refleja claramente en el mapa elaborado por Pedro Santiago de León. Mingo indica que en toda la zona vivían más de 1.000 personas. A pesar de la predisposición isoseña que motivó el viaje de los padres, éstos fueron bastante mal recibidos y amenazados con arcos y flechas. Aparentemente debieron su salvación a la presencia de Maruama, pero tuvieron que regresar a Saypurú sin haber logrado nada. Sin embargo, la historia no acaba ahí: cuatro capitanes isoseños, montados a caballo, alcanzaron los padres en Saypurú “a dar excusas de su desatención” y pidiéndoles que regresaran. Los religiosos mandaron así de vuelta a Maruama al Isoso, con el encargo de llevar hasta Abapó a los capitanes isoseños para ponerse de acuerdo con los frailes y clarificar la situación: Finalmente, habiendo el capitán Maruama ejecutado el orden y encargo que le dio el citado Fray Pedro, vinieron con él los capitanes de Izozog y, como hubiesen entrado primeramente en el pueblo de Zaipurú, no quisieron pasar ni llegar al pueblo de Abapó, temerosos de lo que allí les dijeron los soldados y era que los padres de Abapó estaban muy enojados. En este estado se quedó por entonces este negocio (Mingo de la Concepción, 1981 [1791]: 429430).

Al año siguiente, los isoseños enviaron más solicitudes al fraile Francisco del Pilar, para el establecimiento de una misión. Llegaron incluso a prometerle que, si no le gustaba el Isoso, se mudarían a otro lugar (Mingo de la Concepción, 1981 [1791]: 430). Sobrecargado de trabajo en las demás misiones, del Pilar no llegó a responder a su pedido.

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La carta de Pedro Santiago de León contenida en el expediente de la serie Mojos y Chiquitos sobre el camino hasta Chiquitos es una visión en directo de estos acontecimientos. La trascribo aquí en su integralidad: [30] Señor Don Antonio: saludo a Vuestra Merced con el afecto que le profeso. Supuesto que mi compañero Fr. Fernando le avisó a Vuestra Merced de la disposición y orden de mi viaje, ahorro yo repetir esto, y sólo digo cómo, habiendo llegado al primer pueblo de Izozog que se llama Iñacâgue, formé di [sic: mi] derrota e hice mis apuntuaciones [sic]. Según que Vuestra Merced lo puede ver, ellas no están con aquella perfección geográfica, por faltarme todos los requisitos, pero me parece una suficiente instrucción para que Vuestra Merced se pueda valer de ella para sus proyectos. El camino por Guanacos, en mi estimación, está tan fácil para San José que según las reflexiones y observaciones que he hecho, no hay dificultad ni leve, ni que romper monte fuerte, porque el que noté de Iñacague hasta el cerro redondo, todo era ralo y demostraba aquella tierra no tener más que lo que parecía. Una sola dificultad hay que vencer para que las cosas se hagan con todo acierto, y es que los de Izozog hagan paces con nosotros. Para su inteligencia referiré el caso: luego que llegamos a Iñacague, sea por los influjos que fueron, ello es que nos quisieron matar a todos y aprovecharse de las muchas cosas que en su juicio llevá[30v]bamos. Pero en la realidad llevábamos solamente nuestras petacas de carne y algunas cosillas que yo pude de esta misión, con que nos fue forzoso al día siguiente, que fue Lunes Santo, con algunos engaños diciendo que íbamos a pastear las mulas, retirarnos como una legua del pueblo a la tardecita, con que luego que tuvimos la ocasión tomamos la vuelta. Anduvimos toda la noche y al día siguiente para las 10, estábamos ya 15 a 16 leguas de Iñacague y al paso del Parapiti. He tenido noticia y estoy ahora esperando algunas de la disposición de los de Izozog por habernos hecho esta acción sin causa. Algunos me han dicho que han salido los de Izozog con caballos para recompensar el daño y para que no vayan a castigarlos los españoles, otros dicen que han avisado que volvamos allá, otros que entre sí han renido [sic: reñido] por esta acción. De todas estas cosas estoy esperando confirmación por medio de varios indios que me acompa[ña]ron y entre otros el capitán Maruama, que los estoy esperando de día en día; pues si hallo noticias favorables paso otra vez a Izozog por Guanacos, que según mi computo a los primeros pueblos de Izozog hay de aquí 20 leguas a lo más; todos ellos están juntos y de Toro romba e Iñacague, hago a lo más 8 a 10 leguas [entre líneas: a San José], con que de aquí a San Josef, a todo tirar y abultando leguas sin causa, hay 30 a 40 leguas. Es cuanto ocurre, mi Señor Don Antonio, y podrá Vuestra Merced mandar con toda satisfacción a quien servirle desea, que es Fr. Pedro de Santiago Fr. Fernando se encomienda a Vuestra Merced como siempre Somos en Abapo a 20 de abril de 179013.

Esta carta es interesante por varios motivos. Primero, evidencia que las discusiones debían estar al orden del día entre los isoseños sobre la actitud que 13

ABNB, MyCh GRM, vol. 27 nº XXXVI, fs. 30-30v. Modernizo aquí la ortografía, a excepción de la de los topónimos.

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adoptar hacia los españoles en general y los padres en particular. Segundo, demuestra –una vez más– que la empresa misionera es indisociable de la obra colonizadora. Si bien los franciscanos viajaron para responder a un pedido de misión por parte de los isoseños, también partieron con un encargo preciso: averiguar las posibilidades de abrir un camino a San José de Chiquitos por el Isoso. Esta idea, defendida por Pedro de Santiago en su carta, no es por cierto nueva. El jesuita Herbas o los bandeirantes portugueses pasaron pues por el Isoso desde la Chiquitania. Es incluso posible que un camino prehispánico haya existido a través de los bañados del Isoso o rodeándolos, entre la zona del Parapetí y la región donde se fundaría luego la primera Santa Cruz de la Sierra, a escasos pasos de San José. De hecho Vásquez Machicado sospechó ya la existencia de esta senda en su estudio pionero sobre los caminos coloniales14. Se trata más que probablemente del camino que siguiera Francisco Ortiz de Vergara en 156515, desde Santa Cruz la Vieja. No por casualidad se conocía, como vimos, a la actual quebrada Quimome, rebalse de los bañados del Parapetí cerca de la primera Santa Cruz, con el nombre de “Içoço”. Ni el pedido de misión ni el camino a San José prosperan en este fin de siglo. Pero el Isoso está cada vez más conocido, cada vez menos aislado. Los isoseños parecen inclinarse resueltamente por la lucha armada contra los colonizadores, y toman parte activa en las rebeliones generales de finales de siglo. En 1793, el Isoso participa de la gran asamblea convocada por el capitán chané Guaricaya como preludio a una sublevación general16. El mismo año, “los indios bárbaros del Izozo” son llamados por el capitán chiriguano Ñaguájai para atacar las misiones17. Según Comajuncosa, en esta ocasión “no quisieron meterse en este negocio” (Comajuncosa, 1884 [1810]: 237). Tres años después, convocado al parecer por Maruama, el Isoso es uno de los pueblos aliados contra los españoles18. En la rebelión final de 1799 y 1800, el Isoso también figura entre los alzados19 y su gente se enfrenta, al lado de los chiriguanos de Charagua, al ejército comandado por Antonio Seoane de los Santos, el 2 de febrero de 1800 (Comajuncosa, 1884 [1810]: 260). Un año después, el padre Comajuncosa pide el traslado del fuerte de San Carlos de Saypurú a la misión del Parapiti, “que es lo último que por aquella parte

14

Vázquez Machicado, 1992 [1952]: 96. Viaje del Río de la Plata al Perú de Francisco Ortiz de Vergara, 1565 (AGI, Pat. 29, R. 19). 16 ABNB, Rück 121, fs. 19r-v. 17 Testimonio del padre de Tapita, 1799, ABNB, EC 1801/8, f. 114r; mismo texto en AFT, M 141. 18 ABNB, EC 1801/8, fs. 21r, 28v; AFT, M 141. 19 ABNB, EC 1801/8, f. 123v. 15

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se ha conquistado, donde es preciso atajar a los Bárbaros de Yzoozo que frecuentemente vienen a perturbar a los que se hallan reducidos”20. Sin embargo, las hostilidades no impiden un avance más solapado de la colonización en la región. Después de la guerra de 1799 y 1800, se señalan esporádicas entradas de comerciantes blancos a la zona, para comprar caballos (Rivero Egüez, 1978 [c. 1900] t. 1: 13). Tadeo Haenke, escribiendo un informe para el gobernador Viedma, cita al Isoso e indica que consiguió sus informaciones “por algunos españoles que por el comercio lucrativo se arrojaron de entrar a los pueblos de estas naciones bárbaras” (1966 [c. 1800]: 103). Esta situación indecisa perdurará hasta la República, más exactamente hasta 1844: en ese año el subprefecto de la provincia Cordillera, Marceliano Montero, entra a la región para abrir, una vez más, un camino hacia Chiquitos –más precisamente hasta las salinas al sur de San José. A pesar de múltiples tentativas en toda la segunda mitad del siglo XIX21, el fatal camino nunca se concretó a través de los arenales isoseños: pero su obstinada búsqueda fue la que permitió esta vez la entrada de ganado y colonos al Isoso, sellando su colonización y su integración definitiva al mundo boliviano. Croquis del Isoso y áreas vecinas por Pedro de Santiago, 1790 (ABNB, MyCh GRM, vol. 27 nº XXXVI, f. 31) COMENTARIOS AL MAPA El mapa está orientado al sur, desde la perspectiva de la misión de Abapó desde donde partió Pedro de Santiago. Muestra siete aldeas en el curso inferior del río Parapetí, aunque solamente una está identificada con nombre: Iñacägue (iñäca: arroyo, quebrada). No aparece en el croquis el “Toro romba” mencionado en la carta que lo acompaña. Este nombre está explicado en el diccionario chiriguano del mismo Pedro de Santiago de León: “y tororomba: despeñadero de agua; yg tororomba: agua que toda se despeña”22. Como se aprecia, en esta época las aldeas indígenas estaban asentadas más al norte que en la actualidad, muy cerca de los bañados mismos y río abajo de los arenales. A inicios del siglo XIX, Comajuncosa también indica que el río Parapetí que “los pueblos de Izozog” están situados río abajo después de los arenales (Comajuncosa, 1836 [1800]: 22; Comajuncosa, 1884

20

ABNB, EC 1801/8, f. 112v. Un recuento de estas tentativas, todas fracasadas, en Combès, 2005: 169-173 y 240-241. 22 AFT, MS 11, f. 111. “Y” es “agua” (actualmente escrito i). 21

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[1810]: 235). Indicada en mapa de Pedro de Santiago, la aldea de Ipau23, río más arriba que Iñacägue, pertenecía en el siglo XIX a la región del Alto Isoso (Combès, 2005: 337). De la misma manera, las aldeas estaban asentadas en la orilla derecha del Parapetí, cuando en la actualidad la mayoría está ubicada en la orilla izquierda. Esta ubicación está confirmada por ejemplo por el testimonio ya citado de Cosme Bueno que habla de los “chanaes” al otro lado del Parapiti, u otro contemporáneo: “a la parte del Sudeste y al otro lado de este río, en un territorio llamado Isoso, existen varios pueblos de indios chanaes” (Fragmentos…, 1914 [1780]: 585). En 1794 el mapa del mismo Pedro de Santiago ubica a los “pueblos de Yzoozog” en la orilla derecha del río y una Descripción geográfica de las misiones da en 1800 la misma ubicación24. De hecho, la situación seguía siendo la misma hasta la guerra del Chaco en 1932 (Combès, 2005). El camino indicado en el mapa entre Abapó y “los pueblos de Izozog” corresponde aproximadamente al camino abierto en los años 1970 por el proyecto de desarrollo “Abapó-Izozog”. Pasa por los arenales de Guanacos, mencionados por Pedro de Santiago en su carta, y conocidos bajo este nombre desde la Colonia temprana (Alcaya, 2011 [1636]: 241). El “cerro redondo” ubicado al este del río Parapetí podría corresponder, por su forma, al actual “Cerro Bola” situado a unos 20 kilómetros del río, a la altura de la comunidad San Silvestre –la distancia en línea recta hasta San José es sin embargo mucho mayor a las 10 leguas calculadas por Pedro de Santiago: casi 240 kilómetros, es decir 48 leguas25. Pedro de Santiago no vio este cerro, e indica su posición en el mapa “según las noticias que de él dan los que han andado por San José de Chiquitos”: posiblemente se trate de otro cerro, más cerca de San José que del Isoso. Al sur (arriba en el mapa), “Itica” es el nombre guaraní del río Pilcomayo. Los “pueblos de chanees” ubicados entre los ríos Parapetí y Pilcomayo deben corresponder a los del valle de Caipependi (a no confundir con el otro Caipependi más cerca de Camiri), identificados en esta época como “sólo de chanees” por Mingo de la Concepción26.

23 Ipaug: “un pescado muy semejante al bagre, muy espinoso” (AFT, MS 11, artículo “pescado” (sin numeración de folio). 24 ABNB, Rück 157. 25 Me baso para estas hipótesis y cálculos en el mapa base del Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Kaa-Iya del Gran Chaco” (Proyecto Kaa-Iya et al., 2001). 26 AFT, M 188.

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ACERCA DE UN MAPA DEL ISOSO DE 1790

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