Acerca de la confrontación entre Teoría Crítica y Positivismo

May 23, 2017 | Autor: Paula Garcia Cherep | Categoría: Positivismo, Teoría Crítica
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Acerca de la confrontación entre Teoría Crítica y Positivismo
Paula García Cherep (UNL-CONICET)
[email protected]

Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de la Sociedad
Filosófica del Uruguay, Montevideo, octubre de 2016

En el presente trabajo nos proponemos revisar el aparente antagonismo que
en materia de epistemología existen entre el Positivismo y el Institut für
Sozialforschung (Instituto de Investigación Social, también conocido como
Escuela de Frankfurt). La visión dicotómica, cuya insuficiencia queremos
señalar, se ve favorecida por un lado por algunas visiones canónicas y
reduccionistas del Positivismo Lógico –Alfred Ayer, Frederick Suppe-, que
entienden a la ciencia como un sistema deductivo de proposiciones
contrastables, es decir, que puedan ser validadas en la investigación
empírica –esta manera de entender a la ciencia deja de lado todo tipo de
proposiciones denominadas "metafísicas", es decir, aquellas que no se
refieren a fenómenos directamente observables. Por otro lado, algunos
pasajes dentro de los textos del corpus de la Teoría Crítica podrían
reforzar esa visión en la medida en que reivindican el pensamiento
dialéctico y la necesidad de la ciencia por valerse de conceptos que no
necesariamente se correspondan con objetos directamente observables. Dentro
de la Escuela de Frankfurt seleccionamos dos figuras relevantes: Max
Horkheimer y Theodor Adorno. Ambos autores coinciden en sostener que,
mientras el Positivismo se presentó de la mano de la racionalidad
instrumental como un proyecto orientado a los fines de consolidar el
dominio del hombre sobre la naturaleza, terminó por someter a los hombres
mismos y anular su capacidad crítica. En contraposición a un plan
semejante, los intelectuales frankfurtianos desarrollan una teoría social
orientada a lograr que los sujetos tomen consciencia de su propia situación
de opresión social y favorecer así una práctica de emancipación.
Este trabajo sostiene que la simple oposición irreconciliable entre estas
dos maneras de comprender la teoría científica resulta insuficiente si se
atiende tanto a los textos de juventud de Horkheimer, donde se delinean los
fundamentos de la teoría interdisciplinaria de la sociedad, como a los
escritos en colaboración con Adorno a partir de la década de 1940. Estos
textos tienen en común la comprensión de la investigación empírica como uno
de los pilares fundamentales de la teoría científica. Teniendo esto en
cuenta, la gran diferencia entre ambas concepciones no sería un desacuerdo
radical respecto de lo métodos empleados, sino más precisamente, que los
frankfurtianos buscan integrar la investigación empírica y las deducciones
lógicas en en un proyecto más abarcativo.


Motivos para el antagonismo:

La visión antagónica entre estas dos maneras de comprender la metodología
en la investigación científica tiene su antecedente más importante en la
obra Filosofía de las ciencias humanas y sociales de Mardones y Ursúa,
donde se enfatiza en la distinta relevancia que la concepción positivista
de las ciencias y la Teoría Crítica le asignan a la consideración de los
datos empíricos en la investigación social. Si bien este trabajo se propone
señalar la insuficiencia de esa visión, entendemos que también hay
argumentos relevantes a favor de ella que provienen de la visión que los
frankfurtianos tienen de la ciencia y el Positivismo, así como también, de
algunas teorías positivistas reduccionistas. Entre estas encontramos las
visiones de Alfred Ayer y Frederick Suppe, quienes entienden a la ciencia
como meros sistemas deductivos donde hay un determinado número de
proposiciones de contenido empírico y carácter hipotético que se relacionan
entre sí por reglas lógicas. El objetivo de tales teorías es la formulación
de un saber predictivo respecto de los fenómenos del mundo en vistas a
elaborar mecanismos que permitan controlarlos. Este reduccionismo contrasta
con la manera en que la teoría científica era entendida en el Manifiesto
del Círculo de Viena. Si bien el positivismo del Círculo de Viena comparte
con las visiones de Ayer y Suppe el anhelo por predecir y controlar los
fenómenos, la aversión hacia la metafísica y la exigencia de unificar el
lenguaje en que se expresa la totalidad del conocimiento científico,
también existen diferencias importantes entre ambas. A pesar de esas
coincidencias, Neurath considera que la ciencia no puede pensarse en forma
aislada respecto de las relaciones entre los hombres; la unidad de la
ciencia no depende de condiciones epistemológicas, sino que se logra a
través del consenso, la cooperación y la negociación entre los
investigadores.

Continúo exponiendo muy sintéticamente la manera en que Adorno y Horkheimer
se refieren al Positivismo.

Crítica de Horkheimer y Adorno al Positivismo

En el marco de la crítica a la constitución y devenir del modelo ilustrado
que realizan los filósofos frankfurtianos, proponemos dos ángulos de
reconstrucción filosófica diversos pero complementarios; el Positivismo
interpretado como coronación del proyecto de la Ilustración y la denominada
"concepción positivista de la ciencia".

El Positivismo como coronación del proyecto de la Ilustración

Horkheimer y Adorno trazan una línea de continuidad desde el empirismo de
Francis Bacon hasta el Positivismo Lógico, pasando por el Iluminismo del
siglo XVIII y el positivismo de August Comte. Es por esto que podemos
decir, que desde este eje de análisis, podemos denominar a la visión que
los intelectuales frankfurtianos tienen del Positivismo como "Positivismo
en sentido amplio". El empirismo de Bacon y el pensamiento de la
Ilustración son entendidos por los frankfurtianos como la manifestación en
el ámbito intelectual de la lucha de la sociedad burguesa, que busca
emanciparse del absolutismo y del feudalismo. Es por esto que en muchas
ocasiones Horkheimer y Adorno utilizan los términos "burguesía",
"Ilustración" y "Positivismo" como si fueran sinónimos. La ciencia y la
política modernas así entendidas son intentos por realizar la posibilidad
de una auto-determinación a través del desarrollo de las herramientas
necesarias para controlar la naturaleza.

Así, tanto la ciencia como la política modernas se desarrollan en vistas a
un ideal emancipador. Ambas rompen tanto con la tradición heredada de los
antiguos como con el dogma de la Iglesia y devienen herramientas; la
primera orientada hacia control de los fenómenos naturales y la segunda
hacia el control de la vida en sociedad. Sin embargo, tras la consolidación
de la burguesía como clase dominante, su filosofía pierde el elemento
transformador que la había caracterizado para volverse conservadora. En
tanto que la Ilustración necesitó en ese momento de un centralismo
gubernamental para preservar los privilegios obtenidos, el absolutismo que
la burguesía había combatido en sus orígenes es el resultado necesario de
la Ilustración en el plano político.

Concepción positivista de la ciencia

Desde el otro eje mencionaremos varias características que los
frankfurtianos entienden como propias de la concepción positivista de la
ciencia. Así, veremos que el ideal de ciencia positivista se orienta en la
búsqueda de un conocimiento objetivo libre de error. En la medida en que se
entiende a la objetividad como lo opuesto a la subjetividad del
investigador, y se considera a la naturaleza humana como fuente de errores,
el conocimiento objetivo y certero que quiere alcanzar el Positivismo podrá
lograrse sólo a partir de un procedimiento independiente de la
racionalidad. El razonamiento positivista busca apoyarse sobre un método
puro, es decir, externo a la razón, logrando así una reificación del
pensamiento: se convierte en pura cosa –método, instrumento- empleado en
vistas a un fin. Al separarse el pensamiento científico de su fundamento
racional, se opera también una división entre ciencia y filosofía;
Horkheimer y Adorno caracterizan al Positivismo como una práctica que se
autodenomina científica y busca diferenciarse de la filosofía, en la que el
pensamiento tiene una fuerte carga subjetiva. Sin embargo, señalan los
autores de la Dialéctica de la Ilustración, lo que desde el Positivismo se
combate -a saber, los supuestos filosóficos contenidos en el conocimiento
vigente, y el elemento subjetivo de las investigaciones, al que entienden
como fuente de errores-, no deja de estar presente en la base misma del
planteo positivista; los frankfurtianos señalan que el reclamo de atenerse
a los hechos y el empleo de la lógica para establecer relaciones entre las
proposiciones del sistema científico, lejos de ser instrumentos objetivos,
tienen su raíz en la filosofía. Esto conduce a que el mismo Positivismo
reproduzca algunos de los errores que denuncia como propios de la tradición
filosófica.

Desde el aspecto epistemológico de la crítica que los frankfurtianos
dirigen al Positivismo, la desvalorización de la filosofía, y
especialmente, de la metafísica conduce a contradicciones dentro de la
teoría científica positivista, puesto que aunque lo desee, ella no puede
deshacerse de valoraciones del tipo filosófico.

Concepciones reduccionistas y no tanto

Horkheimer y su valoración del Positivismo en vistas a la fundación de una
Teoría Crítica interdisciplinaria de la sociedad

En la ceremonia de su asunción como director del Instituto en 1931,
Horkheimer dio una conferencia llamada "Las condiciones actuales de la
filosofía social y la tarea de un instituto de investigación social", en la
cual se aprecia un tono nada hostil con respecto a los métodos positivistas
de las ciencias particulares. La conferencia comienza con un diagnóstico de
la investigación social en Alemania en ese momento.

La situación de la filosofía europea de principios del siglo XX se
caracteriza, de acuerdo a Horkheimer, por la disolución de la concepción
hegeliana con motivo del prestigio ganado por el positivismo: la metafísica
del espíritu objetivo fue reemplazada, en una sociedad optimista e
individualista, por la creencia inmediata en la armonía preestablecida de
los intereses individuales.[1] Horkheimer entiende que en Hegel, el
idealismo se transforma en filosofía social. En el contexto de la filosofía
hegeliana, la estructura del espíritu objetivo (la esencia del hombre en
tanto miembro de la sociedad y de la historia) resulta de la dialéctica
universal y no de un análisis del sujeto. Con el debilitamiento del
idealismo y el protagonismo que alcanza el positivismo, la investigación
social permanece en el nivel de los acontecimientos empíricos comprobables,
con lo cual, la historia y el Estado surgen a partir de una masa de hechos
arbitrarios[2].

Frente a esta situación, Horkheimer nos dice que en los últimos años hubo
cantidad de esfuerzos por volver a fundar una filosofía que, a diferencia
del positivismo, muestre la existencia de un ámbito más elevado en el cual
los seres humanos tomen parte.

El escenario de la filosofía social contemporánea en 1931 era entonces el
de dos maneras contrapuestas de concebir a la investigación. La pregunta
que surge es ¿cuál debemos preferir? Según Horkheimer no hay razones
objetivas para preferir una de estas concepciones por sobre la otra[3], de
manera que sólo podemos inclinarnos por una de ellas realizando un acto de
fe, lo cual carece totalmente de cientificidad. Ahora bien: el aparente
antagonismo entre estas posturas desaparece tan pronto como examinamos más
detenidamente al objeto. Citando a Horkheimer:

Por cierto, la simultánea existencia y validez de varios conceptos de
realidad es un índice de la situación intelectual contemporánea en general;
pero esta diversidad se refiere en cada caso a diferentes áreas del
conocimiento y esferas de la vida, y no atañe a uno y el mismo dominio de
objetos. (…) no existe tal tendencia a desarrollar conceptos
irreconciliables de la realidad, sino que lo contrario es el caso. Aquí el
correctivo lo constituye la investigación concreta en el objeto.[4]

Y más adelante:

Esta situación sólo puede ser superada en la medida en que la filosofía
–como empeño teorético orientado hacia lo general, lo "esencial"– sea capaz
de dar impulsos vitales a los estudios particulares, y al mismo tiempo esté
lo suficientemente abierta como para dejarse influenciar y transformar por
el desarrollo de estos estudios concretos.[5]

Es decir, que la visión que Horkheimer tiene de los métodos positivistas de
investigación al momento de asumir como director del Institut en 1931 es la
de una metodología que puede ser entendida como complementaria de una
investigación social del tipo especulativa, ya que ambas se dirigen hacia
distintos aspectos (una el esencial y otra el particular, fáctico) del
mismo objeto (la naturaleza del hombre como inescindible de la vida en
sociedad). Es por esto que el autor propondrá hacia el final de la
conferencia que los estudios filosóficos sean suplementados con la
validación a partir de encuestas, estadísticas y cuestionarios. También
sostiene Horkheimer que ningún individuo aislado es capaz de llevar a cabo
tal integración, sino que será imprescindible la confluencia de varios
científicos provenientes de distintas áreas.

Apropiación de los métodos positivistas por parte de la Teoría Crítica

Ciencia natural – ciencia social

Adorno y Horkheimer reconocen los logros alcanzados por la investigación
científica positivista en el terreno de la ciencia natural, pero encuentran
problemático el hecho de que, basándose en el éxito de esas
investigaciones, se busque aplicar ese mismo método al estudio de la
sociedad, ya que en las ciencias sociales el objeto de la investigación es
conmensurable con el investigador, y tanto uno como otro son sujetos vivos
irreductibles. La dificultad para llevar a cabo el traslado del método
desde la ciencia natural a la ciencia social radica, según los
frankfurtianos, en la estructura social misma.

En tanto que los métodos de la ciencia natural se limitan a lo meramente
observable, conllevan a un reduccionismo que deja de lado el sustrato de la
comprensión. De esta manera, la sociología positivista se limita a la
observación y descripción del comportamiento humano haciendo que el sentido
del mismo quede oculto; en otras palabras, lo que se hace es tomar el
fenómeno por la cosa misma. La teoría dialéctica de la sociedad desconfía
de que la ciencia pueda proceder en relación al entramado social con la
misma indiferencia con que lo hacen las ciencias en el ámbito de la
naturaleza. En el caso de la investigación social será necesario adaptar el
aparato teórico al objeto de estudio para evitar derivar en una visión
sesgada de la sociedad –en otras palabras, existe una única manera de
llevar adelante una investigación que tiene por objeto a la sociedad.

La sociedad es entendida así como un concepto esencialmente dinámico, en el
cual están involucrados no sólo las instituciones que la conforman, sino
también la tensión entre ellas y los individuos, y la relación entre los
hombres y la naturaleza. Es por esto que la sociología no puede conformarse
con descripciones de elementos simples, que se atienen a las reglas de la
lógica formal, sino que debe dar cuenta de la complejidad y las
contradicciones propias de la constitución de lo social. Una teoría social
que descuide el todo y se atenga a la descripción de una de las partes se
concentra en una faceta de la realidad excluyendo otras y fetichizando, por
lo tanto, a su objeto de estudio. Lo que se logra de esa forma es –en el
mejor de los casos- una descripción cosificadora de instituciones y
procesos sociales, la cual en la medida en que oculta la verdadera esencia
de lo social, efectúa una mitologización y favorece la reproducción de los
mecanismos de dominación vigentes. Adorno y Horkheimer, en cambio, se
proponen llevar a cabo una sociología que, en tanto teoría crítica, tiene
como meta la transformación de la sociedad.

Método empírico y reflexión especulativa

La aplicación de métodos empíricos a la investigación social no constituye
en sí misma un problema desde el punto de vista de los filósofos
frankfurtianos, quienes a la vez, consideran que una aproximación meramente
especulativa no es suficiente[6]. En este sentido, sostienen que concebir a
la sociología en tanto ciencia del espíritu conlleva a un reduccionismo tal
como lo hace pensar a la sociedad como mero cúmulo de hechos observables.
La aversión a una investigación puramente especulativa encuentra su razón
de ser en el hecho de que las cuestiones de las que se ocupa la sociología
no están puramente referidas a la conciencia ni al espíritu, entendido como
la constitución interna de los individuos que componen la sociedad. Para
poner de manifiesto la objetividad de la estructura social, se debe atender
a cuestiones como las formas objetivas de socialización y la confrontación
entre hombre y naturaleza, lo cual hace que la sociología sea irreductible
a una ciencia del espíritu.

Conclusión: Necesidad de llevar más allá los métodos positivistas

Parece que puede haber una interpretación de la relación entre positivismo
y TC como si se tratara de un antagonismo irreconciliable por todo lo que
vimos en la primera parte.

Por otra parte, hay también desde la Teoría Crítica un cuestionamiento
respecto de la exigencia positivista de proceder de acuerdo a un método
objetivo y riguroso.

Si la objetividad del método empleado es una exigencia dentro de la
concepción positiva de la ciencia, ello se debe a que, para ella, la
recopilación de datos empíricos en vistas a la formulación de hipótesis
constituye la tarea científica por excelencia. La elaboración de
pronósticos que puedan ser ulteriormente confirmados es el objetivo último
de toda investigación. La precisión de los resultados está garantizada,
según el Positivismo, por la objetividad del método científico empleado. Y,
en tanto se entiende a la objetividad del método no como idoneidad del
mismo respecto de su objeto de estudio, sino más bien, por contraposición a
la subjetividad del investigador, se desplaza de la investigación todo lo
que en ella pueda haber de subjetivo, por considerarlo trivial,
contradictorio y complejo.

El problema de una concepción tal es, desde el punto de vista de Adorno y
Horkheimer, que se incurre en una valoración extrema del método por sobre
el objeto, a la vez que se olvida el poder que el método tiene en relación
a la predeterminación de los resultados: si el método empleado es riguroso,
objetivo y exacto, los resultados alcanzados también lo serán, sin que eso
signifique que el objeto de estudio es igualmente calculable. Sólo algunos
aspectos del objeto lo son, y pueden ser relevados a través de la
aplicación de un método semejante, pero siempre a costa de olvidar o dejar
de lado otras características del objeto, igualmente relevantes pero no
subsumibles a este tipo de descripciones. Las valoraciones del método
terminan por desplazarse al objeto investigado para fetichizarlo; en nombre
de la no contradicción y la solubilidad de los problemas, el método
empírico Positivista presenta un objeto de comportamiento previsible y sin
contradicciones, cuando en realidad la sociedad no carece de ambigüedades
ni se comportará siempre de acuerdo a los pronósticos que la ciencia
realiza. Es decir, las valoraciones del método se transfieren a los
resultados que se obtienen por medio de su empleo, lo cual, en el caso del
método Positivista, produce la presentación de una estructura de lo social
que no se corresponde con la realidad social misma.

Es por este motivo, es decir, porque reconocen que la investigación según
los métodos aceptados por la concepción positivista de la ciencia puede dar
cuenta de aspectos relevantes de la realidad, que los filósofos
frankfurtianos se pronuncian a favor de que la ciencia se valga de los
mismos. Sin embargo, los consideran insuficientes por no explicar las
contradicciones que residen en las relaciones profundas entre los fenómenos
observables, y es por ese motivo que la Teoría Crítica propone dar un paso
más. De esta manera, la especulación, la indagación filosófica y la
constante revisión y reformulación de los métodos empleados se convierten
en parte de la labor investigativa.

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[1] HORKHEIMER Max, "La situación actual de la Filosofía Social y las
tareas de un Instituto de investigación social", p. 5
[2] HORKHEIMER Max, "La situación actual de la Filosofía Social y las
tareas de un Instituto de investigación social", p. 4
[3] HORKHEIMER Max, "La situación actual de la Filosofía Social y las
tareas de un Instituto de investigación social", p. 7
[4] HORKHEIMER Max, "La situación actual de la Filosofía Social y las
tareas de un Instituto de investigación social", p. 8
[5] HORKHEIMER Max, "La situación actual de la Filosofía Social y las
tareas de un Instituto de investigación social", p. 9
[6] "Esta ruinosa situación de la sociología alemana entendida como ciencia
del espíritu necesita urgentemente del antídoto que son los métodos
empíricos. El auténtico sentido de éstos es su impulso crítico." ADORNO
Theodor, "Sobre la situación actual de la investigación social empírica en
Alemania", en ADORNO Theodor, Epistemología y ciencias sociales, pp. 48-49
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