Abdera y Baria. Dos ciudades fenicias en el Sureste de la Península Ibérica”, en López Castro, J.L. (ed.), Las ciudades fenicio-púnicas en el Mediterráneo Occidental, Almería, Centro de Estudios Fenicios y Púnicos-Editorial Universidad de Almería, 2007, pp. 157-186.

June 29, 2017 | Autor: J. López Castro | Categoría: Phoenicians, Phoenician Punic Archaeology
Share Embed


Descripción

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA José Luis López Castro

RESUMEN:

Se presenta una síntesis de los conocimientos arqueológicos del periodo fenicio urbano (siglos VI-III a.C.) en las ciudades fenicias de Abdera y Baria. El trabajo se dirige a mostrar la continuidad de las estratificaciones de materiales arqueológicos en ambas ciudades en relación a las fases y restos constructivos documentados en la historia de la investigación, con especial atención a las investigaciones arqueológicas más recientes, en parte inéditas, efectuadas bajo la dirección del autor. PALABRAS CLAVE:

Fenicios occidentales, arqueología, restos urbanos.

ABSTRACT:

In the paper is presented a synthesis of the archaeological knowledgment on the urban Phoencian period (6th to 3rd centuries BC) in the Phoenician cities of Abdera and Baria. The work is focused to show the stratification of archaeological materials related to building pashes recorded along the research in both towns, paying special attention to recent excavations conducted by the author and partially unpublished. KEY WORDS:

Western Phoenician cities, archaeology, building remains.

[159]

Abdera y Baria son dos ciudades fenicias situadas en el ángulo Sureste de la Península Ibérica, en el actual litoral mediterráneo andaluz, ambas en la provincia de Almería. La primera se localiza al Oeste y la segunda al Este del Cabo de Gata, hito geográfico que determina el hito geográfico extremo que separa el Sur y el Levante ibéricos (fig. 1: a). Situadas lejos del área malagueña y gaditana que han concentrado la moderna investigación en los estudios fenicios, y aunque no han sido poco investigadas, Abdera y Baria han pasado quizás un poco desapercibidas ante la espectacularidad de los hallazgos arqueológicos de las áreas litorales más conocidas. A pesar de ello se beneficiaron de investigaciones pioneras: los trabajos de Siret entre 1890 y 1910 en Villaricos y los de Fernández-Miranda y Caballero en Adra en 1970 y 1971 pusieron de manifiesto la entidad y la riqueza de ambas ciudades antiguas. En esta contribución nos centraremos en las fases fenicias urbanas documentadas en ambos yacimientos tanto en aquellos trabajos, como en las intervenciones arqueológicas emprendidas por quien suscribe estas líneas desde 1986 en Abdera y desde 1987 en Baria. Nuestro objetivo es el de profundizar en el conocimiento de las fases más desconocidas, destacando la continuidad del poblamiento fenicio occidental, así como resaltar la importancia de ambas ciudades fenicias occidentales en contraste con los papeles que tradicionalmente le había asignado la historiografía española, y que todavía hoy vemos de cuando en cuando reproducidos en manuales y obras de divulgación, e incluso en trabajos especializados. En efecto, la consideración de Villaricos-Baria como el paradigma de la presencia “púnica” o la interpretación de Abdera como una colonia griega, a causa de su homonimia con la Abdera tracia ejemplifican bien algunos de los problemas historiográficos que aquejan nuestra tarea de conocer el Extremo Occidente en el I milenio a.C. En el caso concreto de Baria su atribución cartaginesa a partir del siglo VI a.C. a partir de los resultados preliminares publicados por Siret y Astruc de una necrópolis que, paradójicamente sigue todavía inédita en su práctica totalidad, vino a contribuir durante decenios a la sustentación del paradigma iniciado por Schulten2, de considerar

Este artículo se ha realizado dentro del proyecto de I+D del Ministerio de Ciencia y Tecnología BHA20001348 Abdera: Investigación y puesta en valor de una ciudad antigua del Sureste peninsular. 2 Para esta problemática remito a mis trabajos J.L. LÓPEZ CASTRO, “Cartago y la Península Ibérica en la historiografía española. Aportaciones recientes y ultimas tendencias (1980-1992)”, Hispania Antiqua, XVIII, 1994, págs. 519-532 y más recientemente “Las ciudades fenicias occidentales y Cartago (c. 650-348 a.C.)”, Os Punicos no Extremo Ocidente, Actas do Colóquio Internacional (Lisboa, 27 e 28 de Outubro de 2000), Lisboa, 2001, págs. 57-68. 1

[161]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

INTRODUCCIÓN1

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

la existencia de una ruptura o crisis entre la etapa colonial fenicia3 y el periodo que se abre entre los siglos VI y III a.C., dominado por una supuesta conquista cartaginesa del Sur peninsular. Alternativamente, desde hace años consideramos la sociedad fenicia occidental en el Extremo Occidente del Mediterráneo como un objeto de estudio dotado de unidad y coherencia históricas, rechazando dicha conquista sin perder de vista la existencia de una creciente influencia de Cartago. Por ello, y por razones historiográficas ya expuestas en otros trabajos no nos parece acertado mantener los esquemas teóricos anteriores y desestimamos el uso del término “púnico”, utilizado por las fuentes romanas con un alto contenido despectivo para referirse a fenicios y cartagineses en el Mediterráneo occidental, y empleamos el más apropiado de “fenicios occidentales”, quienes fueron además conscientes de su propia identidad diferenciada4. Desde el punto de vista de la periodización de la presencia fenicia creemos necesario superar la utilización de denominaciones distintas para cada fase histórica, como “fenicio” para la más antigua, “púnico” para la comprendida entre los siglos VI y III a.C. y “romano republicano” para el el periodo comprendido entre los siglos II y I a.C. Ello genera una enorme confusión y no se corresponde con la realidad histórica. Proponemos pues una alternativa a la periodización tradicional, consistente en distinguir un periodo fenicio colonial, entre los siglos IX y VII a.C., un periodo fenicio urbano entre los siglos VI y III a.C. y un periodo tardofenicio tras la fase bárquida y la conquista romana entre el sigo II a.C. y época julio-claudia. El periodo que antes denominábamos “púnico” proponemos que se denomine periodo urbano por ser la organización social y política de la ciudad-estado la que adoptaron los fenicios occidentales desde finales del siglo VII a.C. y comienzos del siglo VI tras un largo y complejo proceso socioeconómico y político que desembocaría en la constitución de ciudades-estado en las principales fundaciones coloniales fenicias, como modelo alternativo al de la crisis del siglo VI a.C. para explicar los cambios que se observan en el registro arqueológico fenicio occidental desde el siglo VI a.C. en adelante. Un proceso cuyas causas se sitúan en el incremento de la población, el despliegue de estrategias económicas y el desarrollo del artesanado y el comercio mediterráneo, 3 Sobre esta “crisis” cf. los artículos de S. FRANKENSTEIN, “The Phoenicians in the Far West: a Function of Neo-Assyrian Imperialism”, en M. Larsen (ed.), Power and Propaganda = Mesopotamia, 7, 1979, págs. 263-294; M.E. AUBET, “La necrópolis de Villaricos en el ámbito del mundo púnico peninsular”, Actas del Homenaje a Luis Siret. Cuevas del Almanzora 1984, Sevilla, 1986, págs. 612-623; “From Trading Post to town in the Phoenician-Punic World”, B. Cunliffe y S. Keay (eds.), Social Complexity and the Development of Towns in Iberia. From the Copper Age to the Second Century AD, London, = Proceedings of the British Academy 86, 1995, págs. 47-65. 4 J.L. LÓPEZ CASTRO, “La identidad étnica de los fenicios occidentales”, en G. CRUZ ANDREOTTI Y B. MORA SERRANO (coords.), Identidades étnicas- Identidades políticas en el mundo prerromano hispano, Málaga, 2004, págs. 147167.

[162]

con el desarrollo de una clase de individuos libres en centros urbanos abiertos a los navegantes mediterráneos, enucleados por templos de Melqart y Astarté, protectores del artesanado y del intercambio, que contribuyeron a la consolidación de las ciudades como elementos de cohesión ideológica, en un contexto de conflicitividad con las poblaciones autóctonas, que a partir del siglo VII comienzan a estructurarse en los primeros estados iberos, y bajo fenómenos como la piratería de gentes de otras zonas del Mediterráneo5.

Ambas ciudades fueron mencionadas por los antiguos geógrafos e historiadores griegos y latinos. Para Estrabón (III, 4, 3) la Abdera extremo occidental es una phoiníkon ktísma, es decir, una fundación fenicia, mientras que Artemidoro, por su parte, sitúa a Abdera en relación con la ciudad de los gaditanos (apud. St. Byz. s.v. Abdera). Otras fuentes como Plinio (III, 8), Ptolomeo (II, 4, 7) o Mela (II, 94) mencionan Abdera6, topónimo que ha generado controversias por su homonimia con otras ciudades del mismo nombre, como la Abdera tracia, dando lugar a una identificación griega o no fenicia del mismo7. Sin embargo, el nombre Abdera tiene a nuestro juicio un significado en lengua fenicia como nombre personal derivado de abaddir, bajo las formas abdera o abdira, del fenicio ‘bn’dr, que podría significar “gran piedra” o bien “piedra fuerte”8. Esta hipótesis podría ponerse en relación con la fisonomía que podrían ofrecer al navegante desde el mar las vecinas alturas de la Sierra de Gádor, bajo las cuales se sitúa Abdera, como hito en la navegación de altura (lám.1). El origen fenicio de Baria no está tan explícitamente puesto de manifiesto en las fuentes clásicas que, además de constatar su situación como hacen Plinio (III, 4, 19) y Ptolomeo (II, 4, 6-9), nos transmiten episodios relativos a su conquista por Escipión Africano (Val. Máx. III, 7, 1; Aulo Gelio VI, 1, 7-11; Plut. Apoth. Scip. Mai. 3) o por Sexto Pompeyo durante las guerras civiles romanas (Cic. .Ad At., XVI, 4, 2).

J.L. LÓPEZ CASTRO, Hispania Poena, Barcelona, 1995, pág. 55 ss.; “La formación de las ciudades fenicias occidentales”, Byrsa. Revista di arte, cultura e archeologia del Mediterráneo punico, 2, 2003, págs. 69-120. 6 E. HÜBNER, s.v. en Realencyclopedie der Altertumwissenschaft I, 1, 23; A. Tovar, Iberische Landeskunde, Band I. Baetica, Baden-Baden, 1974, págs. 83-84 7 J. SANMARTÍN, “Toponimia y antroponimia. Fuentes para el estudio de la cultura púnica en España”, en A. González Blanco, J. L. CUNCHILLOS Y M. MOLINA (Coords.), El mundo púnico. Historia, sociedad y cultura, Coloquios de Cartagena, I, Cartagena 1990, Murcia, 1994, pág. 231; D. PLÁCIDO, “ Nota sobre la duplicidad del nombre Abdera”, en J. MANGAS Y J. ALVAR (eds.), Homenaje a J. Mª Bázquez, Madrid, 1994, vol. II, págs. 396-397. 8 F. VATTIONI, “Per una ricerca sull’antroponimia fenicio-punica”, Studi Magrebini, XI, 1979, pág. 44; K. JONGELINg, North African Names from Latin Sources, Leiden, 1994, pág. 1. 5

[163]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN EN ABDERA Y BARIA

La localización de las ruinas de las antiguas Abdera y Baria es conocida desde el siglo XVII en Adra9, mientras que no fue hasta la primera mitad del siglo XIX cuando se registró la localización del solar de Baria en Villaricos, cuyo topónimo moderno alude a las ruinas antiguas o villares, donde algún erudito local o extranjero recogió piezas arqueológicas e inscripciones10. Aunque en Adra hubo investigaciones pioneras en el siglo XVIII11, la investigación moderna en el Cerro de Montecristo abderitano se inició en 1970 y 197112 con dos campañas de excavación dirigidas por Fernández-Miranda y Caballero que no tuvieron continuidad. Por el contrario, las investigaciones arqueológicas en Baria se iniciaron tempranamente con las excavaciones que, entre 1890 y 1910, llevó a cabo el ingeniero belga Luis Siret y Cells en la necrópolis y otras áreas del yacimiento13, ofreciendo una primera interpretación topográfica. Posteriormente, la arqueóloga francesa Miriam Astruc, al objeto de contextualizar los numerosos huevos de avestruz hallados por Siret en las tumbas de Villaricos publicó en 1951 un estudio preliminar de conjunto de las excavaciones en la necrópolis que durante muchos años, y todavía hoy día, constituye casi la única referencia de los ajuares funerarios14, pues a pesar de algún intento de estudio sistemático de los ajuares conservados en el Museo Arqueológico Nacional15, éstos continúan inéditos. Más modernamente, tras decenios de desinterés en el yacimiento, continuaron las excavaciones en la necrópolis bajo la dirección de Mª José Almagro en los años 7016 y desde mediados de los 80 se emprendieron investigaciones en el Cerro de Montroy, lugar donde se emplazó la Baria tardoantigua17. G. PASCUAL Y ORBANEJA, Vida de San Indalecio, y Almería ilustrada en su antigüedad, origen y grandeza, Almería, 1699, pág. 27 (ed. facscímil Almería, 1975). Cf. J. SÁNCHEZ REAL, “La sacralización del espacio en la villa de Adra (siglos XVI-XVIII)”, Actas de las I Jornadas de Religiosidad Popular, Almería, 1996, Almería, 1997, pág. 56, n. 19. P. MADOZ, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, Madrid, t. II., 1848, (3ª ed.), pág. 89. 10 P. MADOZ, op. cit., P. Quirós, Hallazgos de Baria, Madrid, 1898; G. DUBOIS, “Inscriptions latines d’Espagne”, Bulletin Hispanique, III, 1901, págs. 209-205. 11 L. CARA BARRIONUEVO Y J. SÁNCHEZ REAL, “La visita arqueológica de un ilustrado: Francisco Pérez Bayer en Adra (1782)”, Farua, Extra I, 2006, págs. 253-280. 12 M. FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. Y L. CABALLERO ZOREDA, Abdera. Excavaciones en el Cerro de Montecristo. Excavaciones Arqueológicas en España 85, Madrid, 1975. 13 L. SIRET, Villaricos y Herrerías. Antigüedades púnicas, romanas, visigóticas y árabes, Madrid, 1908. Sobre la vida y la aportación científica de Siret vid. J.L. LÓPEZ CASTRO, “Luis Siret y los inicios de la Arqueología en el Sureste de España”, Mus-A 4, 2004, págs. 168-175. 14 M. ASTRUC, La necrópolis de Villaricos, Madrid, 1951, Informes y Memorias nº 10 15 A. RODERO et. al, “La necrópolis de Villaricos, Almería”, Homenaje a Manuel Fernández-Miranda = Complutum Extra 6, I, (1996), págs. 373-383. P. CASTAÑOS UGARTE, “Estudio de la fauna de la necrópolis de Villaricos (Almería)”, Archaeofauna, 3, 1994, págs. 1-12. 16 Mª J. ALMAGRO GORBEA, La necrópolis de Baria (Almería). Campañas de 1975-1978, Madrid, 1984, Excavaciones Arqueológicas en España, nº 129. 17 L. OLMO Y M. MENASANCH, “Cerro de Montroy (Villaricos, Cuevas del Almanzora). Campaña de excavación de 1991”, Anuario Arqueológico de Andalucía 1991, vol. II, págs. 28-35; “Proyecto: El poblamiento tardorromano y altomedieval en la cuanca baja del río Almanzora (Almería), Investigaciones arqueológicas en Andalucía, 1985.-1992. Proyectos. Huelva, 1993, págs. 675-680.

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

9

[164]

A. SUÁREZ et. al., “Abdera: una colonia fenicia en el Sureste de la Península Ibérica”, Madrider Mitteilungen, 30, (1989), págs. 135-150; J.L. LÓPEZ CASTRO et. al., “La colonización fenicia en Abdera: nuevas aportaciones”, Atti del II Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Roma 1987, Roma, 1991, vol. III, págs. 982-989. 19 F. ALCARAZ HERNÁNDEZ, “Excavación arqueológica de urgencia en Villaricos, Cuevas del Almanzora, Almería. 1988”, AAA, 1988, vol. III, págs. 26-29; “Excavación arqueológica de urgencia en Villaricos, Cuevas del Almanzora, Almería. 1989”, AAA, 1989, vol. III, págs. 30-32; J.L. LÓPEZ CASTRO, “Villaricos: 100 años de excavaciones arqueológicas”, Axarquía 5, 2000, págs. 27-38. J.L. LÓPEZ CASTRO, T. ESCORIZA, y F. ALCARAZ, “Excavación arqueológica de urgencia en Villaricos (Cuevas del Almanzora, Almería). 1987”, AAA, 2001, vol III., pág. 19-26; J.L. LÓPEZ CASTRO y F. ALCARAZ, “Informe sobre la excavación de urgencia efectuada en el solar situado en la calle ‘La Central’ de Villaricos (Cuevas del Almanzora)”, AAA, 1997, vol. III, , págs. 14-19; J.L. LÓPEZ CASTRO, et. al., “Informe sobre la excavación de urgencia efectuada en 2003 en el solar de la calle ‘La Central de Villaricos (Cuevas del Almanzora)”, AAA, 2003, (en prensa). 20 P. SALMERÓN, F. SALMERÓN, y J.L. LÓPEZ CASTRO, Plan Especial de Villaricos. Memoria de la Fase I. Información y diagnóstico, Consejería de Cultura, 1991 (ejemplar policopiado); Plan Especial de Villaricos. Documento de Avance. Consejería de Cultura, 1995, (ejemplar policopiado). 21 P. CASTRO et. al, “Demography and Settlement”, en P.V. CASTRO et. al (eds.), Aguas Project. Paleoclimatic reconstruction and the dynamics of human settlement and land use in the area of the middle Aguas (Almería) in the south-east of the Iberian Peninsula, Luxembourg, 1998, págs. 68-72; J.L. LÓPEZ CASTRO, “Fenicios e iberos en la Depresión de Vera: territorio y recursos”, en A. González Prats (ed.), Fenicios y territorio, Alicante, 2000, págs. 99-119. 18

[165]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Tanto el Cerro de Montecristo como Villaricos han sufrido notables destrucciones y alteraciones a causa de los aterrazamientos para cultivos, y más modernamente los invernaderos, la actividad minera en el caso de Baria, o desde los años 60 y 70 la expansión urbana en ambos yacimientos. Ello motivó la adopción de medidas de protección por parte de las administraciones públicas, procediéndose a la declaración de Monumento en el caso de Villaricos en 1983 y a la posterior redacción de un Plan Especial de Protección en 1995 a instancias de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, concluyendo finalmente las medidas de protección con la Inscripción Específica de Villaricos como Bien Cultural en el Catálogo Andaluz del Patrimonio en 2004. En el caso de Adra, la Inscripción Específica del Cerro de Montecristo como Bien Cultural tuvo lugar en 1993. Ha sido esta tarea de protección la que dio origen a nuestros trabajos arqueológicos en Abdera y Baria que se iniciaron en los años 80. En 1986 efectuamos una excavación de urgencia en Abdera con interesantes y prometedores resultados18 que motivaron una nueva intervención arqueológica puntual, efectuada en 2004 a fin de completar los datos obtenidos en 1986 y ampliar nuestros conocimientos del yacimiento para preparar un nuevo proyecto de investigación actualmente en curso. En 1987 se iniciaron nuestros trabajos en el área urbana de la antigua Baria, con una excavación de urgencia que nos ofreció una primera lectura del potencial estratigráfico de la ciudad fenicia. En los años posteriores se sucedieron excavaciones de urgencia, prospecciones superficiales y prospecciones geofísicas como consecuencia de tareas de prevención ante iniciativas urbanísticas privadas19, de los trabajos de información efectuados para la redacción del Plan Especial de Villaricos20, o dentro de los proyectos europeos Archaeomedes y Aguas en los que tomamos parte21.

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

EL PERIODO COLONIAL EN EL EXTREMO SURESTE PENINSULAR

En el ángulo Sureste de la Península Ibérica el poblamiento fenicio se articula en torno a las desembocaduras de los principales cursos de agua al igual que en otras áreas hispanas. El poblamiento colonial se ha localizado en la desembocadura del río de Adra en torno a una ensenada hoy desaparecida22 bordeada de colinas en uno de las cuales se estableció Abdera (fig. 1: b). Las elevaciones de la vecina Sierra de Gádor eran ricas en minerales de hierro y plomo, muestras de cuyos restos y escorias de fundición hemos podido recoger en las excavaciones en Abdera23 al tiempo que proporcionaban madera al asentamiento, según muestran los restos de pinos y encinas que se han distinguido en el análisis antracológico efectuado24, y que hasta entrado el siglo XIX cubrieron la sierra25. Los sondeos de la excavación de urgencia de 1986 documentaron parcialmente fases constructivas de los siglos VIII y VII a.C. en la ladera Este del Cerro de Montecristo26, mientras que la intervención puntual de 2004 ha confirmado estas fechas con dos dataciones radiocarbónicas efectuadas sobre semillas. La más antigua ha dado un resultado de 770+30 cal BC, como extremo del intervalo al 90,1% de probabilidad y la más reciente 700+25 cal BC, como extremo del intervalo al 71,20% de probabilidad, marcando ambas el periodo de uso de un horno situado en una terraza de habitación27. La segunda área donde se ha documentado poblamiento colonial en el litoral almeriense se sitúa al otro lado del Cabo de Gata, en la Depresión de Vera, en torno a las desembocaduras de los ríos Aguas, Antas y Almanzora que vertían sus aguas a una costa que a comienzos del I milenio a.C. era muy distinta a la actual. Así, el río Antas desembocaba en un área lagunar cerrada al mar por una isla que ocuparía la actual población de Garrucha, al tiempo que el río Almanzora formaba un amplio estuario (fig. 2) que penetraba al interior28. Este importante curso de agua constituyó en la Antigüedad uno de los principales J. SERMET, “La vega de Adra”, Estudios Geográficos, 9, (1950), págs. 695-710; G. HOFFMANN, Holozänstratigraphie und Küstenlinienverlagerung in der andalusischen Mittelmeerküste, Bremen, 1988, págs. 45 ss. 23 Actualmente en curso mediante Difracción de RX en la Universidad de Almería. Sobre la minería en esta zona vid. M.A. PÉREZ DE PERCEVAL, Fundidores, mineros y comerciantes. La metalurgia de Sierra de Gádor, 1820-1850, Almería, 1985. 24 Mª O. RODRÍGUEZ ARIZA, “Análisis antracológico del Cerro de Montecristo de Adra, (Almería)” (informe policopiado inédito). 25 Cf. A. SÁNCHEZ PICÓN, “La presión humana sobre el monte en Almería durante el siglo XIX”, A. SÁNCHEZ PICÓN (ed.), Historia y medio ambiente en el territorio almeriense, Almería, 1993, págs. 169-202. 26 SUÁREZ et. al, “Memoria...”, pág 16; “Abdera...”, págs. 138, 140 ss. 27 Las dataciones absolutas (KIA-2141 y KIA-2142) han sido efectuadas por M. VAN STRYDONCK (Laboratorio de C14 del IRPA, Bruselas). 28 O. ARTEAGA et. al., ‘Geologisch-archäologische Forschungen zum Verlauf der andalusischen Mittelmeerküste’ Forchungen zur Archäologie und Geologie im Raum von Torre del Mar 1983/84, Madrider Beiträge, 14, Mainz, 1988; G. HOFFMANN, op. cit., págs. 29 ss., 37 ss. 22

[166]

EL PERIODO FENICIO URBANO EN ABDERA

La excavación de 1986 en el Cerro de Montecristo y la intervención puntual de 2004 han aportado datos muy reveladores, aunque limitados, sobre este periodo, que junto a los resultados de las campañas de 1970 y 1971 nos permiten seguir la secuencia fenicia en Abdera. El descubrimiento en el corte 3 de estructuras de habitación datadas en el siglo

J.L. LÓPEZ CASTRO, “Baria y la agricultura fenicia en el Extremo Occidente (Villaricos)”, en C. GÓMEZ BELLARD (ed.), Ecohistoria del paisaje agrario. La agricultura fenicio-púnica en el Mediterráneo, valencia, 2003, págs. 93-110. 30 M. OSUNA Y J. REMESAL, “La necrópolis de Boliche (Villaricos, Almería)”, Archivo de Prehistoria Levantina XVI, 1981, págs.373-41. 31 J.L. LÓPEZ CASTRO, C. SAN MARTÍN MONTILLA Y T. ESCORIZA MATEU, “La colonización fenicia en el estuario del Almanzora. El asentamiento fenicio de Cabecico de Parra”, Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 12-13, 1987-88, págs. 157-169. 32 J.L. LÓPEZ CASTRO, “El territorio de la ciudad de Baria (Almería, España)” en A. ARRUDA, P. VAN DOMMELEN y C. GÓMEZ BELLARD (eds.), Paisajes rurales en el muindo púnico, Actas do VI Congresso Internacional de Estudos Fenicios e Punicos, Lisboa 2005, (en prensa). 29

[167]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

ejes de comunicación del sureste peninsular, conectando las altiplanicies granadinas y la Alta Andalucía con la costa que se encuadra en las rutas de navegación que recorrían la fachada oriental de la Península Ibérica hacia las islas del Mediterráneo Occidental y la costa norteafricana. Además de las posibilidades agrícolas en las tierras aluviales de la Depresión de Vera aprovechadas por los colonos fenicios29, se localizan en Las Herrerías, Sierra Almagrera y Sierra de Bédar mineralizaciones de plomo, hierro y plata que también fueron explotadas. Aunque se conocen materiales importados del siglo VIII a.C. en la necrópolis autóctona de la Loma del Boliche30, los asentamientos excavados o conocidos superficialmente no remontan por ahora más allá del siglo VII a.C., como es el caso de Cañada del Palmar, en la desembocadura del río de Aguas, o Cabecicos Negros, recientemente excavado en la desembocadura del Antas. Igual sucede en la desembocadura del Almanzora, donde tenemos Villaricos como asentamiento colonial a finales del VII a.C. y aguas arriba el asentamiento de Cabecico de Parra de Almizaraque, de mediados del mismo siglo31 (fig. 2). El análisis del poblamiento fenicio de la Depresión de Vera y las investigaciones arqueológicas efectuadas avalan la existencia de una clara continuidad fenicia entre la etapa colonial y el nuevo periodo urbano, apreciable en las estrategias de explotación de los recursos y en la conformación de un territorio político que se mantuvo hasta la conquista romana, articulado a partir del siglo VI a.C. desde un centro urbano como Baria32.

a.C. sobre una primera fase de finales del siglo VII a.C.33 ponía de relieve la continuidad de la ocupación de la Abdera colonial y el crecimiento del área ocupada hacia el Sur lo que tal vez podría interpretarse, con cierta cautela, como crecimiento urbano. Las estructuras exhumadas corresponden a los restos de la habitación de una casa, formados por dos muros de piedras trabadas con barro dispuestos ángulo recto que revestían el corte artificial efectuado en la roca para obtener así un aterrazamiento (lámina 2) utilizado a lo largo del siglo VI a.C. y quizás hasta el V, en una sucesión de pavimentos y hoyos de poste hasta su derrumbe final (fig. 3). El material cerámico asociado a esta habitación contenía fragmentos cerámicas de cocina a mano (fig. 4: e, f), asas de ánfora de tipología fenicia (fig. 4: , m) y fragmentos de cerámicas de almacenaje decoradas a bandas rojas y negras (fig. 4: d). Entre la cerámica de mesa existe una alta representación de piezas decoradas con bandas rojas y negras y círculos concéntricos (fig. 4: l, n) y cerámicas grises (fig. 4: h, i) y un fragmento amorfo de una pieza griega de barniz negro posiblemente ática (fig. 4: ñ). Asimismo se documentaron en 1986 dos vasos griegos importados: un kilyx de cerámica gris y un aryballos tardocorintio decorado con un desfile de hoplitas (lámina 3), que permite fechar la construcción en la primera mitad del siglo VI a.C.34. Las excavaciones efectuadas en Abdera no han documentado por el momento construcciones del siglo V a. C., aunque algunas cerámicas griegas procedentes de hallazgos casuales en el Cerro de Montecristo y datadas en este periodo testimonian la continuidad de la ciudad fenicia. En concreto se trata de un pie de crátera de figuras rojas de finales del siglo V a.C., así como fragmentos de kylikes de barniz negro con fondos decorados con palmetas y similar datación35. El siglo IV a.C. está mejor documentado tanto en las excavaciones de 1970-1971 como en las de 1986 y 2004. En las campañas más antiguas se excavaron construcciones correspondientes a viviendas en varios cortes. En el primero de ellos, situado en la denominada “Zona 1” (fig. 5) del Cerro de Montecristo, en la parte más alta del mismo sobre la ladera Este, se pudieron documentar parcialmente dos habitaciones con suelos de tierra apisonada, separadas por un muro de mampostería edificado en dirección SE-NW, que se apoyaba en un estrato estéril depositado sobre el sustrato geológico arcilloso. La situada más al Este presentaba fragmentos de un ánfora que introducida en el pavimento, servía para

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

VI

SUÁREZ et. al, “Memoria...”, pág. 17; “Abdera...”, pág. 141 ss.; J.L. LÓPEZ CASTRO, F. ALCARAZ, y A. SANTOS, “Nuevas investigaciones en Abdera (Almería). Primeros resultados”, Actas do VI Congresso Internacional de Estudos Fenicios e Punicos, Lisboa 2005, (en prensa). 34 H. PAYNE, Necrocorintia. A study of Corinthian art in the Archaic period, Oxford, 1931, pág. 320. 35 G. TRÍAS, La cerámica griega en la Península Ibérica, Valencia, 1967-1968, pág. 448. 33

[168]

FERNÁNDEZ-MIRANDA Y CABALLERO, Abdera..., págs. 69 ss. FERNÁNDEZ-MIRANDA Y CABALLERO, Abdera..., págs. 117-118; A. M. NIVEAU DE VILLEDARY, “La producción de cerámicas rojas de tradición griega en la zona de Cádiz. Las cerámicas de tipo ‘Kuass’: una nueva perspectiva”, Madrider Mitteilungen, 41, 2000, págs. 178-196; A. ADROHER AUROUX Y A. LÓPEZ MARCOS, “Informe del estudio de cerámicas de barniz negro en el Museo Provincial de Almería”, Anuario Arqueológico de Andalucía, 1989, II, págs. 382-389. 38 FERNÁNDEZ-MIRANDA Y CABALLERO, Abdera..., págs. 120 ss. 39 FERNÁNDEZ-MIRANDA Y CABALLERO, Abdera..., págs. 145 ss.; A. ADROHER Y A. LÓPEZ, “Informe...”, págs. 384 ss. 40 FERNÁNDEZ-MIRANDA Y CABALLERO, Abdera..., págs. 137 ss. 36 37

[169]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

almacenar agua o grano, y próxima a ella se disponía un posible hogar36. La habitación fue destruida en parte por construcciones de una fase posterior, y debió estar en uso desde un momento avanzado del siglo IV a.C. hasta comienzos del II, a juzgar por los materiales arqueológicos publicados, entre los que cabe destacar un fragmento de bolsal y un cuenco áticos de barniz negro, platos, y fragmentos de cuencos y ánforas, y un fragmento de cuenco de cerámica de barniz rojo gaditano con fondo de palmetas unidas37. En el corte denominado “Zona 2” (fig. 4) de las excavaciones de 1970-1971, situado en la zona centro oriental del Cerro de Montecristo, cerca de la ladera Este, se registró una habitación de planta rectangular hecha con muros de mampostería38, construida en una terraza sobre la roca. Los niveles estratigráficos IV y V, asociados a la utilización de la habitación, pueden datarse en el siglo IV a.C. Contienen cerámicas fenicias decoradas con pintura en bandas, fragmentos de ánforas de salazón de pescado, así como de urnas, platos, cuencos y copitas, destacando las cerámicas griegas de barniz negro, en particular algunos fragmentos de bolsales y boles, así como de kylikes de figuras rojas39. La excavación de 1986 registró en el corte 3 un muro de mampostería con ripios (lám. 4), así como su fosa de cimentación con materiales datados en el siglo IV a.C., en particular un fragmento de bolsal y otro de copita áticos de barniz negro, además de estratos de esa fase que contenían fragmentos de ánforas de salazón y cerámicas fenicias de cocina (fig. 4: o), decoradas con bandas rojas y negras (fig. 4: p, q) y cerámica ática de barniz negro estampillado (fig. 4: r). En cualquier caso, los resultados de las investigaciones muestran la continuidad del poblamiento en áreas ya ocupadas y la extensión de otras nuevas desde el núcleo habitado original de la ladera Este hasta llegar al siglo III a.C., también documentado en las excavaciones efectuadas en el Cerro de Montecristo: además de algunas unidades estratigráficas del corte 3, la habitación cuadrangular del corte “Zona 2” excavada en los años 70 (fig. 5: b), se reutiliza en este siglo como muestra la continuidad estratigráfica y parecen indicar los materiales del nivel estratigráfico III asociados a esta fase40, aunque intrusiones de periodos más recientes desdibujan la homogeneidad del conjunto.

Dado que hasta el momento sólo se han excavado sondeos de pequeña extensión en el Cerro de Montecristo, no tenemos una gran información urbanística de la antigua Abdera. Sin embargo cabe afirmar en primer lugar la continuidad entre los siglos VII y III a.C. en la ocupación de la ciudad, así como la perduración del empleo de una técnica de disposición del hábitat en terrazas excavadas en la roca, lo que implicaba la orientación de las viviendas siguiendo longitudinalmente las líneas de cota en las laderas, a fin de aprovechar el espacio en un relieve desigual. Las prospecciones geofísicas efectuadas en 2003 en la ladera Este apuntan a la existencia de restos de edificaciones que esperamos documentar en extensión en futuras investigaciones arqueológicas. EL PERIODO FENICIO URBANO EN BARIA

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Los trabajos efectuados por nosotros desde 1987 en el yacimiento junto a los datos aportados por las antiguas investigaciones permiten reconstruir en líneas generales la topografía de la ciudad fenicia de Baria (fig. 6). En los años finales del siglo VII a.C. el perímetro urbano se localizó junto al mar, limitando al Suroeste con una rambla o arroyo hoy día parcialmente desaparecido, mientras que al Noreste el área urbana se extendía bajo el actual casco urbano de Villaricos (fig. 6). En las excavaciones de urgencia efectuadas hemos podido comprobar una intensa y continua superposición de sedimentos arqueológicos, que con una potencia que en ocasiones supera los dos metros, abarca desde finales del siglo VII a.C. hasta el II a.C, (fig. 7). En el análisis de los resultados41 obtenidos hemos distinguido tres grandes fases arqueológicas en Villaricos-Baria: VILLARICOS I FASE FENICIA URBANA INICIAL (FINALES VII Y SIGLO VI A.C.) VILLARICOS II. FASE FENICIA URBANA PLENA (SIGLOS V-III A.C.) VILLARICOS III. FASE FENICIA TARDIA (SIGLOS II-I A.C.)

En áreas distintas hemos podido localizar en 1992, 1997 y 200342 estructuras de habitación directamente construidas sobre el sustrato geológico, que podían relacionarse con la fundación de la ciudad, en la fase Villaricos I. Dada la escasa extensión de la superficie excavada, las estructuras descubiertas (lámina 4) eran de pequeña longitud, seguían una orientación Norte-Sur y consistían en muros de mampostería de unos 60 cm. de anchura, efectuados con piedras del esquisto natural de la zona, que conservaban sólo la primera hilada, teniendo asociados, en algún caso, hoyos de poste practicados sobre la roca. 41 J.L. LÓPEZ CASTRO, “La ciudad fenicia de Baria. Investigaciones 1987-2003”, Actas de las Jornadas sobre la Zona Arqueológica de Villaricos, Almería 2005, Sevilla, (en prensa). 42 Cf. la bibliografía citada en nota 19.

[170]

43

LÓPEZ CASTRO, “La ciudad fenicia de Baria…”, figura 4, 26585/5; 26222/2, o áticas, como un ánfora figura 4, 26039/4).

SOS:

[171]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Posiblemente de carácter doméstico, las estructuras fundacionales tienen asociados materiales arqueológicos que constituyen un conjunto bastante homogéneo (fig. 8) que podemos fechar en el último decenio del siglo VII a.C. o casi ya a comienzos del VI a.C. Se caracteriza por la presencia materiales propios de la fase colonial fenicia: cerámicas de tradición del Bronce Final, como ollas de fondo plano (fig. 8: a, b, c), grandes vasos de almacenamiento con decoración pintada monócroma o bícroma, con motivos de bandas y ajedrezados, tipo pithos (fig. 8: d-h), cerámicas grises (fig. 8: h-m), urnas de borde exvasado (fig. 8: n), ánforas Ramón T 10 (fig. 8: o, p) que en algún caso anuncian ya la evolución a las ánforas Ramón T 1.2.1.3 o similares, propias de Villaricos (fig. 8: q) y cerámicas de barniz rojo (fig. 8: r). Como material importado se documenta un asa de ánfora etrusca tipo Py 3 AB (fig. 8: ñ). En la primera mitad del siglo VI a.C. se documenta una segunda fase constructiva de envergadura (lámina 5) apoyada en la roca mediante fosas de cimentación, formada por una habitación rectangular de la que se registraron dos muros con un alzado de 1,30 metros cada uno, los cuales siguen una orientación Sureste-Noreste, algo divergente de la que observábamos en las construcciones más antiguas. Los muros están construidos en mampostería de lajas de pizarra muy bien trabadas con argamasa y en su interior se registraron varios pavimentos de adobes superpuestos sobre capas de relleno y sucesivamente en uso a lo largo de la mayor parte del siglo VI a.C. La secuencia de este siglo VI a.C. está bien representada estratigráficamente con un registro material evolucionado respecto al ya descrito, con rasgos que atestiguan una perduración formal, como la presencia de algún fragmento residual de cerámica de barniz rojo (fig. 9: f) o las cerámicas grises (fig. 9: c), vasos de almacenamiento con decoración pintada (fig. 9: a), ánforas tipo Ramón T 10 (fig. 9: g-h). Aparecen ahora cuencos simples de borde engrosado (fig. 9: b), las fuentes con decoración interior (fig. 9: d) y las urnas de borde exvasado (fig. 9: e) y se definen las ánforas tipo Villaricos o Ramón T.1.2.1.3. (fig. 9: r) que perdurarán con evoluciones formales a lo largo de toda la secuencia fenicia del yacimiento. Entre las importaciones registradas hay cerámicas griegas del Este o áticas, como un ánfora SOS43 y continúan las ánforas etruscas importadas, en concreto un asa del tipo Py 3C (fig. 9: i). Asociadas a esta fase inicial bariense a caballo entre los siglos VII y VI a.C. se documentan dos de los rasgos arqueológicos que a nuestro juicio marcan la constitución de la ciudad: la necrópolis, como lugar sagrado urbano donde se entierran los ciudadanos y el templo, donde se rinde culto a la divinidad tutelar de la ciudad. A este periodo pertenecen algunas tumbas de incineración del grupo “A” de la necrópolis bariense, que

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

contenían ajuares que podrían fecharse también en los años finales del siglo VII a.C. o los primeros del VI a.C.44 Gracias a los datos publicados por Luis Siret de sus excavaciones y al análisis topográfico del yacimiento hemos podido identificar un posible santuario que estaría situado en una pequeña elevación, hoy desaparecida, que se emplazaba junto al antiguo cauce del río Almanzora, al Noroeste de la ciudad fenicia y al Oeste de la necrópolis (fig. 6, 7). Por la tipología y la iconografía de los fragmentos de estelas y esculturas procedentes de esa colina, interpretados tradicionalmente como monumentos funerarios, podemos aventurarnos a identificarlos como elementos de un santuario que muy posiblemente estaría dedicado al culto a Astarté, la más importante divinidad femenina fenicia, aunque bajo una advocación en la que están presentes los atributos de Isis. Los rasgos estilísticos y formales de estos materiales que publicó inicialmente Siret, permiten datar el posible santuario hacia finales del siglo VII o ya a comienzos del VI a.C. La fase Villaricos II abarca el periodo central de la vida de la ciudad y ha sido documentada en las distintas excavaciones de urgencia. En los inicios de la fase a principios del siglo V a.C., se siguen utilizando las edificaciones anteriores, así como otros complejos constructivos de los que hemos registrado pavimentos de mortero de cal horadados por hoyos de postes para sostener las techumbres, que se superponen a lo largo de este siglo y a comienzos del IV a.C., sin que por el momento hayamos podido documentar las estructuras murarias asociadas. Entre los materiales cerámicos de comienzos o la primera mitad del siglo V a.C., documentados en la excavación del corte 26 en 2003, perduran aún las cerámicas de cocina a mano (fig. 10: a, b), así como los platos de cerámica gris (fig. 11: f, g), estando presentes los grandes vasos y urnas con decoración pintada a bandas (fig. 10: c, ch). Son característicos los platos de borde recto y pocillo central sin decoración (fig. 10: e), los vasos y cuencos hondos de borde simple (fig. 11: i, j) así como las grandes fuentes de borde exvasado y moldurado con una banda de pintura en el borde (fig. 10: d) y están presentes páteras sin o con decoración en bandas concéntricas al interior en el borde (fig. 10: k, l). Las ánforas asociadas a esta fase son del tipo Ramón T 1.2.1.3 (fig. 10: ll), así como un borde de ánfora etrusca posiblemente del tipo Py 3B (fig. 10: m), a la que hay que añadir como importación un fragmento de copa ática posiblemente de tipo C (fig. 10: n). Hacia finales del siglo V o comienzos del IV a.C. la ciudad traspasó sus límites suroccidentales extendiéndose al otro lado de la pequeña rambla o arroyo que hacía de límite por el frente litoral en dirección a la desembocadura del río Almanzora como parecen indicar las recientes M. ASTRUC, La necrópolis, págs. 10 ss., A. RODERO et. al, “Las más antiguas manifestaciones funerarias del yacimiento de Villaricos (Almería)”, en J. CUNCHILLOS et. al (eds.), Actas del Congreso “El Mediterráneo en la Antigüedad : Oriente y Occidente”, Sapanu. Publicaciones en Internet II (1998) [http://www.labherm.filol.csic.es]. 44

[172]

45

LÓPEZ CASTRO, “La ciudad fenicia de Baria...”, figura 6: 8080, 8006/1. [173]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

excavaciones de urgencia en el denominado Sector 8 de Villaricos, las cuales han registrado bajo varias fases de estructuras romanas la existencia de una fase fenicia anterior (fig. 6, 2). De acuerdo con los datos del corte 26, a comienzos o en la primera mitad del siglo IV a.C. aun se documentaría residualmente cerámica de cocina a mano (fig. 10: ñ) y una pátera gris (fig. 10: q). Están presentes los platos de borde recto o curvo y exvasado (fig. 10: o, r), cuencos hondos de borde simple o ligeramente apuntado (fig. 10: rr, s, t), cuencos de borde exvasado fig. 10: u) y urnas de borde vuelto o exvasado (fig. 10: w, x). Entre las ánforas se registran las Ramón T. 11 y las T 1.2.1.3 de salazones de pescado y entre las importaciones destacan cerámicas griegas áticas de barniz negro como copas Cástulo, copas y pies de bolsal (fig. 10: aa, ab). En el corte 26 se documentó una importante fase constructiva definida por un imponente muro dispuesto en dirección Noroeste-Sureste que sigue el alineamiento de las estructuras de fases anteriores (lámina 6). Para su construcción se practicó una gran fosa de cimentación de 1,5 metros de profundidad y 1,40 de anchura máxima en su cara meridional, rompiendo los muros y pavimentos de las fases anteriores hasta alcanzar la roca base. Conservaba al Sur un alzado de 1,90 metros desde la roca y una anchura de unos 90 centímetros y fue construido en mampostería utilizando piedras de gran tamaño bien careadas y calzadas entre sí mediante piedras más pequeñas, rellenándose los huecos con ripios. Es difícil definir con seguridad su funcionalidad, dada su parcial documentación, aunque en principio podríamos ponerla en relación con los sistemas de aterrazamiento urbano. Se fecha en un momento avanzado del siglo IV a.C., coincidiendo en parte con la ampliación del espacio habitado de la ciudad. Los materiales cerámicos de mediados del siglo IV a.C. son cuencos hondos de gran tamaño con bordes simples o engrosados y ligeramente exvasados (fig. 11: a, b), o bien ligeramente entrantes (fig. 11: g); grandes fuentes o vasos de almacenaje con bordes exvasados y moldurados (fig. 11: c, d) y los característicos platos de pocillo central y borde recto o simple (fig. 11: e, f), mientras que el material decorado se reduce a un fondo de cuenco con bandas al exterior y concéntricas al interior (fig. 11: m). El material anfórico se compone de ánforas Ramón T 1.2.2.1 (fig. 11: h), ánforas Ramón T. 12.1.1.1. (fig. 11: i, j), un fragmento de una posible Ramón T 12 (fig. 11: k), así como ánforas de importación griegas de tipo posiblemente corintio (fig. 11: l), así como massaliotas y magnogrecas45. El capítulo de importaciones se completa con las cerámicas de barniz negro áticas como boles (fig. 11: n, ñ, o) y fragmentos de bolsal (fig. 11: p, q). La topografía de Baria experimentó también una modificación con el abandono del santuario de la primera fase y su traslado a la cima de la colina que Siret denominó “acrópolis” (figura 6, 4). Aunque desmontes mecánicos efectuados en 1970 la destruyeron, el

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

análisis de las fuentes clásicas sobre la conquista de Baria en 209 a.C., que mencionan un templo de Afrodita, es decir, de Astarté, que dominaba la ciudad, así como el análisis de los materiales arqueológicos publicados por Siret, procedentes de la mencionada colina en el interior de unas dependencias y una cisterna, hacen posible que podamos identificar estos hallazgos con un posible templo de Astarté con rasgos de Isis que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo I a.C., momento en que fue abandonado definitivamente46. Esta fase de crecimiento urbano se corresponde con un mayor número de tumbas de la necrópolis datables en los siglos V a III a.C., muy superior a las escasas tumbas que podrían datarse a muy a finales del siglo VII a.C. o en el VI a.C. , al tiempo que, paralelamente a estos cambios, en las proximidades de Villaricos se localizan en esta fase nuevos asentamientos de pequeño tamaño que se sitúan fuera del recinto urbano, y en la Depresión de Vera se produce una reestructuración del poblamiento fenicio con la fundación del asentamiento del Cerro del Pajarraco, a orillas del río Antas47. En la excavación de 2003 del corte 26 se documentó una nueva estructura localizada en el vértice Este del mismo perteneciente a una fase constructiva posterior, consistente en un muro de mampostería que podría datarse en el siglo III a.C Los materiales de la primera mitad del siglo III a.C. que se asocian a esta fase constructiva introducen formas como los morteros de gran tamaño (fig. 12: a), cuencos de borde simple de tamaño mediano (fig. 12: b, f), o con acanaladura interior para colocar la tapadera (fig. 12: d), platos con pocillo central y borde vuelto (fig. 12: c) y ánforas de Villaricos Ramón T 1.2.1.3. (fig. 12: e). A un momento más avanzado del siglo III a.C. pertenece un conjunto estratigráfico formado por cerámicas de cocina como morteros gruesos de paredes rectas (fig. 12: g) y cazuelas con borde acanalado para tapadera (fig. 12: ll), además de urnas con cuello estrechado y borde exvasado (fig. 12: m). Entre la vajilla de mesa tenemos platos de pocillo central con bordes vueltos o simples (fig. 12: h, i), cuencos de borde simple ligeramente engrosado al extremo (fig. 12: l) y de paredes finas con bordes ligeramente apuntados (fig. 12: j, k). El material anfórico está constituido por ánforas iberas (fig. 12: n), ánforas Ramón T 8.2.1.1. de fábrica gaditana (fig. 12: ñ, o), y ánforas importadas como las cartaginesas Ramón T. 4.2.1.5 (fig. 12: p) que hacen pensar en la etapa bárquida. A finales de la fase Villaricos II se construyó un santuario extramuros de la ciudad, ya en el territorio rural de Baria. Siret descubrió en la estribación más occidental del Cerro de 46 J.L. LÓPEZ CASTRO, “Astarté en Baria. Templo y producción entre los fenicios occidentales”, Archivo Español, de Arqueología, 78, 2005, págs. 5-21. 47 M. E. CHÁVEZ et. al, “El yacimiento de El Pajarraco y la problemática del poblamiento púnico en la depresión de Vera”, en M.E. AUBET Y M. BARTHELEMY (eds.), Actas del IV Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Púnicos, Cádiz 1995, Cádiz 2000, vol. III, págs. 1497-1509.

[174]

Montroy, muy cerca del cauce del río Almanzora (fig. 13), una favissa con decenas de piezas en terracota del tipo de pebeteros de cabeza femenina en una explanación efectuada en la roca que antecedía una pequeña cueva artificial excavada también en la roca. La revisión de las notas de Siret y la localización sobre el terreno del área del hallazgo permitió la identificación del primer santuario de estas características que se documenta en la Península Ibérica, que podemos datar hacia finales del siglo IV a.C. o más bien ya en el III a.C. con una posible perduración en el siglo siguiente48.

Aunque es mucho más lo que conocemos ahora sobre el periodo urbano en Abdera y Baria que hace dos decenios, el periodo en cuestión sigue siendo bastante desconocido y falta mucho por investigar, en particular cuando la información obtenida proviene casi exclusivamente de sondeos de poca extensión efectuados en muchas ocasiones en función de los avatares de las intervenciones arqueológicas preventivas y de urgencia. El primer dato que parece concluyente es la existencia de continuidad entre el periodo fenicio colonial y el periodo urbano, tanto territorial como secuencialmente. La segunda constatación importante es la gran calidad del registro arqueológico cuando se ha conservado, especialmente en Villaricos. Las construcciones documentadas son de entidad técnica y destaca también la riqueza de las producciones cerámicas, que adquieren rasgos propios en una evolución que requiere de una sistematización tipológica. Desde el punto de vista urbanístico Baria parece experimentar un crecimiento sostenido en la fase que hemos denominado Villaricos II y al igual que Abdera, parece revelarse cualitativamente como un importante centro urbano del Sureste peninsular. En ambas ciudades se va documentando un rico conjunto de importaciones mediterráneas, que refuerzan la idea del papel histórico que como puertos de comercio de la Península Ibérica jugaron las ciudades fenicias occidentales.

J.L. LÓPEZ CASTRO, “Un santuario rural en Baria (Villaricos, Almería)”, Estudios Orientales, 5-6, (20012002), [2004], págs. 77-89.

48

[175]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

ALGUNAS CONCLUSIONES

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Fig. 1a Situación de Abdera y Baria

Fig. 1b Antigua línea de costa en Abdera

[176]

[177]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Fig. 2 Antigua línea de costa en Baria y poblamiento fenicio-púnico

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Fig. 4 Materiales arqueológicos del corte 3 del Cerro de Montecristo (Adra) (excavación de 2004).

[178]

Fig. 5b Planta de la Zona 2 de las excavaciones de 1970 en el Cerro de Montecristo (Adra).

[179]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Fig. 5a Planta de la Zona 1 de las excavaciones de 1970 en el Cerro de Montecristo (Adra).

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Fig. 8 Materiales de la fase Villaricos Ia . Excavación urbana de 2003 en Villaricos. [180]

[181]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Fig. 9 Materiales de la fase Villaricos Ib. Excavación urbana de 2003 en Villaricos.

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Fig.10 Materiales de la fase Villaricos IIa. Excavación urbana de 2003 en Villaricos

[182]

[183]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Fig. 11 Materiales de la fase Villaricos IIb. Excavación urbana de 2003 en Villaricos

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [157-186]

Fig. 12 Materiales de la fase Villaricos IIc. Excavación urbana de 2003 en Villaricos

[184]

[185]

ABDERA Y BARIA. DOS CIUDADES FENICIAS EN EL EXTREMO SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Fig. 13 Planta del santuario rural de Baria. 1. Cueva. 2 Área exterior.

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [4545-592]

JOSÉ LUIS LÓPEZ CASTRO

Fig. 3 Sección estratigráfica Norte del corte 3 del Cerro de Montecristo, (Adra), (excavación de 2004).

[568]

Fig. 6 Topografía de la antigua Baria. 1. Área desde c. 600 a.C. 2. Expansión desde c. 400 a.C. 3. Expansión desde 200 a.C. 4. Santuario de Astarté. 5. Hipogeos. 6. Necrópolis. 7. Posible emplazamiento inicial del santuario. 8. Santuario rural. Las flechas indican restos de un foso.

[569]

ILUSTRACIONES

Fig. 7 Perfil estratigráfico Suroeste del corte 26. Excavación urbana de 2003 en Villaricos.

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [4545-592]

Lámina 1. La Sierra de Gádor, sobre Abdera, desde el Mar de Alborán.

Lámina 2. Construcciones fenicias del siglo VI a.C. del Cerro de Montecristo (Adra) (Excavación de 1986).

[570]

Lámina 4. Muro de la fase Ia de Villaricos (s. VII a.C.). Corte 26. Excavación urbana de 2003 en Villaricos.

[571]

ILUSTRACIONES

Lámina 3. Cerámicas griegas de los siglos VII y VI a.C. del Cerro de Montecristo (Adra) (Excavación de 1986).

LAS CIUDADES FENICIO-PÚNICAS EN EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL [4545-592]

Lámina 5. Habitación de la fase Ib de Villaricos (s. VI a.C.). Corte 26. Excavación urbana de 2003 en Villaricos.

Lámina 6. Muro de la fase IIb de Villaricos. (s. IV a.C.) Corte 26. Excavación urbana de 2003 en Villaricos.

[572]

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.