A la sombra del \'lumpen proletariat\'

August 10, 2017 | Autor: J. Santiago-Lucerna | Categoría: Sociology, Puerto Rico, Discipline, Economic Crisis, Austerity Measures
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Descripción

A LA SOMBRA DEL LUMPEN PROLETARIAT* Javier Santiago-Lucerna Universidad Politécnica de Puerto Rico When there’s no future How can there be sin We’re the flowers in the dustbin We’re the poison in your human machine We’re the future Your future God Save the Queen The Sex Pistols

I Dos dispositivos paralelos se desplazan a la hora de producir y reproducir la crisis presente y concurrente. De una parte, se desterritorializa el bien público; el mismo pasa a manos privadas (fondos de cobertura buitres a la cabeza) con la asistencia más que entusiasta de funcionarios gubernamentales. De la otra, se instalan nuevas tecnologías de yo que promulgan y propulsan formas de ser acordes con las maneras nacientes de ejercer el mando. Crisis y miseria pudieran muy bien caracterizar la primera; el “muévete Puerto Rico” y el “motivan2” de Zion y Lennox muy bien pueden distinguir la segunda. Si por momentos se insiste en que en palabras del ‘independentista-devenido-comediante-paraluego-convertirse-en-humortivador “no somos chatarra” (dando a entender que un dispositivo es consecuencia del otro). lo cierto es que ambos elementos no dejan de ser caras de una misma moneda. Son maneras en que la crisis se despliega a través del territorio. Cada boquete en la carretera, promesa de reformar lo irreformable, o alza en las tarifas de las corporaciones públicas, permite hilvanar una narrativa proactiva de la crisis. Esto es: la queja “ciudadana” asiente acciones en serie dirigidas a desmantelar el Estado y hacer de la “cosa pública” un valor de cambio más. Porque en última instancia, se trata de reducir el monto del capital público en virtud de acrecentar la tenencia privada de bienes. Mengua así el “bien común,” en la medida en que es mercantilizado y cae en manos del mejor postor (que casi siempre es también un impostor). *

Publicado originalmente en la edición electrónica de la Revista Cruce, en su edición del 16 de febrero de 2015. http://revistacruce.com/politica-sociedad/a-la-sombra-del-lumpen-proletariat.html

No se trata de que la queja ciudadana sea de por sí una amenaza; sin predicado, no hay sujeto. Es que ésta afianza la integración del sujeto a redes de significado impuestas por otros. Así, el clamor migra rauda y velozmente de su confinamiento en las páginas dedicadas a las “cartas del lector” hasta la portada y la primera plana de los rotativos locales. Se hace acompañar ahora por la “voz experta,” quien canaliza el reclamo dentro de su estreñido mundo de soluciones. Así termina inclinándose la balanza del lado de las “reestructuraciones,” de “valores éticos” como la eficiencia, y el obligado mantra de las “privatizaciones” (cuya raíz se cruza, muy peligrosamente, con aquello que habla de las privaciones). Todos ellos despojos necesario a la hora de librar la “crisis nuestra de cada día.” En la integración del sujeto a las redes de significados impuestas no solo se confabula una serie de “pasos” a seguir; también se reproduce la dinámica de quién es el bueno y quién es malo. No importa cuan desgastada esté la retórica del salvador, la clase política la sigue empleando a gusto y gana. De igual forma, el sector obrerista se convierte en blanco de ataques por parte del Estado-venido-a-menos. Pero ello solo constituye parte de una estrategia mucho más amplia: la guerra de todos contra todos. Aquí la clase media y su imaginario profesional gerencial aparece amenazada bajo un despiadado asalto multisectorial: ésta queda comprometida tanto por la abultada nómina gubernamental, como por los “jugosos” beneficios gestionados por las uniones obreras en nombre de trabajadores “con cuarto año” de escuela superior. A ello se le suma las piscinas en los residenciales públicos y una tasa de participación laboral por debajo del 41% (lo que hace suponer a muchos que casi el 60% de la población vive del “mantengo”). De este modo, se constituye un poderoso nexo entre crisis y culpa, canalizando así los ataques fuera del ámbito de lo político y/o productivo. Esta guerra de “todos contra todos” permite, por un lado, desplazar el foco de atención que por momentos se posa sobre la clase política (quienes, después de todo, gestionan la crisis), mientras que del otro proporciona mecanismos específicos para continuar el saqueo sistemático del bien común. De este modo, se les rebaja en un 10% de su salario a los empleados de las agencias, pero no así a los jefes de las mismas. Las promesas del “legislador ciudadano” se hacen sal y agua en menos de 24 horas, y los

políticos derrotados continúan gestionando su vivir sobre las bases del capital político acumulado. No hay duda de que existe una crisis. Pero no es de todos, ni es para todos.

II La economía solidaria identifica la pobreza como una oportunidad, así que en vez de resolver con estrategias de beneficencia se debe reforzar la autogestión. Eduardo Quijano Rivera1

Gestionar la guerra del “todos contra todos” despliega un segundo dispositivo, que toma forma en la reterritorialización en los “excedentes” que el sistema produce, gestionando maneras específicas de explotación. Si la crisis es producto de la redistribución de la riqueza, donde el capital privado reinventa formas de apropiarse del bien común, tarde o temprano surge la necesidad de disponer del residuo que genera tal acción. Se revela así la intención ulterior del desvalijamiento presente: producir un sujeto cuya existencia esté determinada por la precariedad total. O sea, el no tener se convierte en el grado cero de la subjetividad, en negación absoluta del ser. Y es ante tamaño abismo, que el sujeto termina por aceptar un nuevo “contrato social.” Cuando se insiste en reincorporar “a la fuerza productiva a gente que está excluida del modelo individualista actual”2 dentro del paradigma de la “economía solidaria,” las buenas intenciones se echan a un lado y la naturaleza disciplinadora del discurso brota a flor de piel. Bajo criterios como la “libertad, ética, justicia y solidaridad”3 se subsumen los residuales producidos por capitalismo líquido bajo una reformulación de la ética del trabajo weberiana, donde miseria y precariedad regresan como rasgos distintivos de amplios sectores desposeídos. Ello sucede en tanto y en cuanto la origen de la crisis se sitúa en el “gobierno nuestro de cada día.” Para el economista Elías Gutiérrez, el estancamiento económico se produce en la medida en que los ahorros del sector productivo se encuentran hoy día “secuestrados por el sector público”. El mismo “los extrae de la economía explotando los sectores productivos.”4 Ocurre aquí un extraño bucle que permite desdibujar la naturaleza

de la apropiación del bien común: los explotadores… ¡ahora son explotados! Gutiérrez hábilmente camufla la naturaleza salvaje del capitalismo líquido, y le coloca como víctima de un aparato estatal depredador. Existen discursos menos ordinarios sobre la crisis. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: la reducción del Estado. Si bien Marxauch admite que parte de la crisis surge por los “caprichos infantiles de los alcaldes,” este propone un examen cuidadoso de “las funciones de todas las agencias” para “determinar cuáles son esenciales y cuáles no.” Solo a partir de ello (continúa el propio Marxauch) se sabrá “cuáles se pueden consolidar, privatizar o eliminar en su totalidad.”5 De modo tal que, aunque en un tono más civil pero no más conciliatorio, su propuesta sigue el mismo curso. Surge, de esta manera, un nuevo norte a la hora de examinar la gestión gubernamental. Un renombrado ex funcionario reclama la necesidad de “impartir un carácter gerencial” al Estado, ya que (para éste) resulta más que evidente que más que una crisis, lo que existe es la incapacidad de pagar por el “gobierno que tenemos.”6 De aquí asoma la necesidad de hacer más “eficiente” el aparato gubernamental, reduciendo “los gastos en la prestación de servicios.”7 Gutiérrez reclama que cualquier reforma del aparato gubernamental debe tener como objetivo “la expansión de la producción” y no el “sostener al gobierno”8; pero este no precisa a qué se refiere con “sector productivo.” Allí donde el economista es impreciso, el actual Secretario de Hacienda es cándido: hablando de la venidera reforma contributiva advierte que “se espera un alivio a la base productiva del país ya que los costos de producción de las empresas se reducirán”9. Entonces se desarticula la red de prestaciones sociales (despojando de recursos al bien común) al tiempo que se reducen considerablemente las capacidades y cualidades productivas de los individuos. Si la reducción de servicios y las privatizaciones (los himnos de alabanzas del neoliberalismo de los años 90) regresan, es porque la apropiación del bien común se constituye como única salida al espiral de la crisis. Ello ocurre mientras las victimas aparecen como viles villanos. Lo que resulta extraño (por no decir insólito) de este proceso es como las narrativas catastróficas se acoplan a aquellas que pretenden ofrecer una salida viable del

abismo. Así “economía solidaria” y la “guerra del todos contra todos” se revelan como dos caras de un mismo Jano.

III La producción masificada de miseria y su desigual redistribución puede comprometer por momentos la estabilidad de un sistema que aún no posee una estructura de mando capaz de regular su “crecimiento.” O sea: el exceso de residuos puede menoscabar la estabilidad de cualquier cosa que en estos momentos desee presentarse como una estructura viable. De aquí el “capitalismo inclusivo” que profesan algunos personas vinculados al Partido Demócrata estadounidense, entre otros.10 En palabras de uno de sus precursores, Alan Mendoza, director ejecutivo de la Henry Jackson Society (un think tank de tendencias neoconservadoras y xenofóbicas, según Nafeez Ahmed): “… sentíamos que tal era el disgusto del público en general con el sistema, que existía el peligro de que los políticos intentaran remediar la situación creando legislación que sacara al capitalismo fuera del panorama.”11

De esta manera, la idea de crear un sistema económico más “equitativo, más sustentable y más inclusivo” responde a la posibilidad de una revuelta de escala global. Ahmed argumenta que los grandes movimientos sociales del siglo XXI son manifestaciones acordes al recrudecimiento de la crisis inherente al presente desarrollo del capital. La primavera árabe, Occupy Wall Street, fueron solo el comienzo. Las protestas en contra de la FIFA y la celebración del Mundial en Brasil; en Turquía en contra de los planes de “desarrollo urbano” del Estado; la escalada de la guerra civil en Siria: el surgir del Estados Islámico; la indiferencia de occidente a la crisis del ébola en África occidental; todos estos hechos apuntan a una progresiva intensificación de las tensiones en el mundo global. Para Ahmed ello es evidencia de la difícil transición entre un capitalismo constituido a partir de la quema de combustibles fósiles a uno basado en fuentes de energía renovables. 12 Pero es casi inevitable observar cómo cada una de estas instancias habla también de la cada vez más abismal brecha entre ricos y pobres a una escala de dimensiones globales. Por lo tanto, resulta un tanto extraño pero por sobre todo perturbador que ante un horizonte de posibilidades poco alentadoras, sectores vinculados a la intelligentsia

económica local sigan pregonando a los cuatro vientos prudencia, cordura y hasta discernimiento. Quizás lo único que se tenga en este momento sean, precisamente, esos “discursos trillados y panfleteros —tanto de izquierda como de derecha” que tanto desdeña Marxauch. 13 Posiblemente requiera una buena dosis de “tonto idealismo”; y no por ello deje de ser “controversial y contencioso.” Pues hace apenas unas semanas, una camada de tontos idealistas armados de discursos trillados y panfleteros (tanto de izquierda como de derecha) lograron retar la hegemonía que hasta ese momento había disfrutado el capital financiero y las políticas de austeridad en la vieja Europa. Syriza, en palabras de Owen Jones, le propino una contundente cachetada al orden económico que ha prevalecido por los últimos 30 años.14 Ha mostrado además, de que sí hay alternativas al evangelio de la austeridad y sus políticas depredadoras del bien común. 1

Citado en Caquías Cruz, S. (2005, 18 de enero). Afinan un plan económico. El Nuevo Día, p. 22. Tellado Domenech, R.N. (12 de enero de 2015). Pasos boricuas hacia la economía solidaria. El Nuevo Día, p. 20. 3 Luis Razeto, citado en Alvarado León, G.E. (2015, 13 de enero). Impulsan la economía solidaria en Puerto Rico. El Nuevo Día, p. 20. 4 Gutiérrez, E.R. (2015, 18 de enero). Reestructuración. El Nuevo Día, p. 18. 5 Marxauch, S. (2015, 3 de febrero). Crónica del endeudamiento. El Nuevo Día, p. 19. 6 José M. Izquierdo, citado en González, J. (4 de febrero de 2015). Carrera contra el tiempo. El Nuevo Día, p. 4-5. 7 Juan Zaragoza, Secretario de Hacienda, citado en Cortes Chico, R. (2015, 4 de febrero). 8 Gutiérrez, E.R. ibid. 9 Cortes Chico, ibid. 10 Edsall, T.B. (2015, 20 de enero) Can capitalists save capitalism? The New York Times. Tomado de http://mobile.nytimes.com/2015/01/21/opinion/can-capitalists-save-capitalism.html?smid=fbshare&_r=1&referrer= 11 Citado en Ahmen, R. (2014, 28 may). Inclusive capitalism initiative is Trojan horse to quell coming global revolt. The Guardian. Tomado de http://www.theguardian.com/environment/earthinsight/2014/may/28/inclusive-capitalism-trojan-horse-global-revolt-henry-jackson-society-pr-growth. Traducción del autor. 12 Ahmen, N. (2014, 28 febraury). Global riot epidemic due to demise of cheap fossil fuels. The Guardian. Tomado de: http://www.theguardian.com/environment/earth-insight/2014/feb/28/global-riots-protests-endcheap-fossil-fuels-ukraine-venezuela. 13 Marxauch, S. (2015, 1 de febrero). Discernimiento. El Nuevo Día, p. 7, suplemento de Negocios. 14 Jones, O. (2015, 26 of January). Syriza’s victory: this is what the politics of hope looks like. The Guardian. Tomado de: http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/jan/26/syriza-victory-liftedgreek-politics-cynicism-hope. 2

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