84. LA VERDAD DETRAS DE LAS VERDADES. CERVANTES, BORGES, MARTINEZ

June 20, 2017 | Autor: Jorge Eduardo Noro | Categoría: Jorge Luis Borges, Cervantes, Verdad, Verdades No Reveladas
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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES

OCULTAR LA VERDAD DETRÁS DE LA VERDAD COMO REVELAR Y VELAR LA VERDAD PROF. DR. JORGE EDUARDO NORO [email protected]



Aunque la verdad debe ser buscada y proclamada, en muchos casos la verdad ama ocultarse. Ese ha sido uno de los principios de la filosofía, un discurso de sus inicios: a la filosofía y al filósofo les toca el papel de desvelador. Filosofar es descubrir, retirar el velo, des-velar aquello que parece oculto. HERACLITO, en uno de sus fragmento (123) dice: “La naturaleza ama esconderse.” La verdad ama ocultarse especialmente cuando hay intereses para censurar la verdad o necesidad de dar a conocer todo lo que se pone evidencia en la verdad. No se puede decir todo, a todos y siempre. En algunos casos – y de eso queremos hablar aquí - la verdad “juega” con la exposición de la verdad, con la comunicación de la verdad.



Es decir que la verdad de los hechos se oculta detrás de la representación (palabras, representación, documentos) de la verdad: uno debe – por razones diversas - ocultar una verdad, pero al mismo tiempo juega a exponerla porque cree necesario o estratégico decirlo, y entonces la presenta como inverosímil porque la muestra , la exhibe, sin pudor a la vista de todos. La verdad se torna invisible, imperceptible, porque difícilmente alguien pueda creer que algo tan evidente, tan manifiesto, sea verdad. No podría serlo no debería serlo: si se expone tanto es precisamente porque no parece que sea verdad, sino mera simulación o juego. Desconfiamos de lo que se nos sirve ante los ojos, porque las verdades son siempre empresas difíciles, dolorosas, arduas: se buscan, se persiguen. Y muchas verdades se ocultan y otras se niegan o se contradicen hasta convertirse en mentiras.



No nos estamos manejando en el plano deontológico, que marca el deber ser, sino en plano facticos, cultural, cotidiano que maneja las palabras, los mensajes, las relaciones y la vida de las personas. No estamos diciendo que estos hechos y estos procedimientos sean buenos o malos, sino que responden a una estrategia que puede beneficiar a uno y perjudicar a otros.



Y es una constatación habitual el saber que lo que está más a la vista no logra ser percibido, sino que se pierde en la proximidad: nos acercamos a la biblioteca para buscar el libro que necesitamos, sabemos cuál es (lomo, título, color, diseño) y el libro se nos resiste, no está en el lugar que suponíamos, damos vueltas, nos alejamos y – finalmente – logramos con trabajo dar con él: allí a esta a centímetros de nuestros ojos. Buscamos un manojo de llaves, una tarjeta de crédito, una billetera, el teléfono celular; sabemos que debe estar en ese sitio (la sala, el comedor, el dormitorio, nuestro lugar de trabajo) y las cosas parecen cobrar vida y resistirse porque se nos ocultan allí, en el lugar

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES más evidente, al punto que uno extraño llega para decirnos: ¿no es esto lo que buscas? Ese es el juego de la verdad: saber que cuanto más expuesta puede ser percibida con mayor dificultad.



La literatura regala algunos ejemplos: uno es un clásico (CERVANTES), otro es un cuento de BORGES y finalmente, una novela de GUILLERMO MARTINEZ. Todas obedecen al mismo principio, aunque no lo hacen de la misma manera: ¿Dónde esconder un grano de arena? En la playa. ¿Dónde esconder una figura con espada? En un campo de batalla. ¿Y dónde esconder cualquier verdad sobre hechos diversos? En un lugar en el que abunden esos hechos y se vuelva imposible de distinguir la verdad: en un lugar lleno de verdades, de tal manera que los posibles testigos no sean capaces de distinguir o percibir los hechos, los mensajes, la realidad.

GUILLERMO MARTINEZ (2003): CRIMENES IMPERCEPTIBLES: CAPITULO 251  La novela revela una serie de CRIMENES que se van sucediendo de manera extraña y que aunque deberían ser visibles se han vuelto imperceptibles. La única manera de volverlos “perceptibles” es lograr saber cuál es la clave, cuál es la trampa: saber de qué manera el o los autores de los crímenes ocultan los crímenes del pasado y los que se seguirán produciendo. En una síntesis divulgada del texto: “Tres asesinatos de ancianos en los que una serie de símbolos ponen en jaque la inteligencia del matemático Seldom y la sagacidad del narrador hacen suponer la existencia de un cuarto crimen, que finalmente ocurre y termina con la serie, arrojando luz sobre los hechos. Una luz que encandila tanto como para ocultar a la verdadera culpable”.  La verdad está escrita en este relato en lenguaje matemático, porque se trata de encontrarle sentido a la “serie” de crímenes, a su linealidad, precisamente porque allí está la verdad revelada en la que se oculta la verdad aun no descubierta: "El peligro principal para el criminal, sostenía, no era la investigación que pudiera hacerse de los hechos hacia atrás -eso podía siempre solucionarse borrando o confundiendo rastros- sino las trampas sucesivas que podían tenderle hacia adelante. La verdad, escribió en términos casi matemáticos, es férreamente única: cualquier apartamiento de la verdad es siempre refutable" = “¿Y dónde esconder un crimen? Ya no podía ser en el pasado. La respuesta era simple pero terrible: sólo quedaba el futuro, sólo podía ocultarse en una serie de crímenes.” En la serie de crímenes, su autor y responsable quiere mostrar y ocultar su único crimen necesario. Quien descubriera la lógica de la serie, daría con el responsable. “Rehice el camino a Magdalen Street y subí las escalinatas del MUSEO [ASHMOLEAN de ORFORD] 2 Nunca había estado todavía allí. Atravesé una pequeña galería de retratos presidida por el rostro impenetrable de John Denwey y seguí las flechas que indicaban el gran friso de los asirios. Seldom era la única persona en el salón. Estaba sentado en una de las banquetas que habían dispuesto a cierta distancia de la pared central. A medida que me acercaba vi que el friso se prolongaba como un pergamino de piedra delgado y larguísimo extendido de lado a lado en la sala. Mitigué involuntariamente mis pasos al aproximarme: Seldom parecía estar sumido en un profundo recogimiento, con los ojos clavados en un detalle de la piedra, 1

BUENOS AIRES. EDITORIAL PLANETA. El museo más antiguo, o el primer museo que se conoció como tal fue el Museo Ashmolean que se encuentra en Oxford, Inglaterra. Abrió sus puertas al público el 24 de mayo de 1683. Hasta el término “Museo” era una novedad por aquel entonces en el idioma inglés. Tanto es así que recién en 1706, en el diccionario ‘New World of Words’ la palabra museo fue definida como un estudio o biblioteca, o un colegio o lugar público donde se concentran sabios y eruditos, además ponía como ejemplo al Museo Ashmolean, describiéndolo como un bello edificio de la ciudad de Oxford. 2

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES inmóviles y vaciados de expresión, como si hiciera mucho que hubiera dejado de mirar. Por un instante me pregunté si no hubiera debido esperarlo afuera. Cuando se volvió hacia mí no pareció sorprenderse de verme allí y sólo dijo, con su tono llano de siempre: -Bueno, si llegó hasta acá es porque sabe, o porque cree que sabe, ¿no es cierto? Siéntese -y me señaló la banqueta a su lado-: si quiere ver el friso entero tiene que sentarse aquí. Me senté donde me indicaba y vi la sucesión de imágenes abigarradas de lo que parecía un inmenso campo de batalla. Las figuras eran pequeñas y estaban marcadas sobre la piedra amarillenta con una precisión admirable. En la multiplicación de escenas de combate un solo guerrero parecía enfrentarse a legiones enteras de enemigos. Se lo reconocía por una larga barba y una espada que sobresalía entre todas. La repetición incansable del guerrero daba al recorrer el friso de izquierda a derecha una vivida sensación de movimiento. Al mirar por segunda vez uno advertía que las posiciones sucesivas podían ser vistas como una progresión temporal y que al final del friso eran mucho más numerosas las figuras caídas, como si el guerrero hubiera vencido por sí solo a todo el ejército.

MUSEO ASHMOLEAN DE OXFORD

– El rey Nissam, guerrero infinito -dijo Seldom, con una entonación extraña-. Ese es el nombre con el que se le presentó el friso al rey Nissam y todavía el nombre con que llegó al Museo Británico tres mil años después. Pero hay otra historia que guarda la piedra para el que tiene la paciencia de verla. Mi mujer logró reconstruirla casi por completo cuando el friso llegó aquí. Si se fija en el cartel al costado verá que la obra fue encargada a Hassiri, el escultor más importante entre los asirios, para celebrar un cumpleaños del rey. Hassiri tenía un hijo, Nemrod, a quien había enseñado su arte y trabajaba junto con él. Nemrod estaba prometido a una muchacha muy joven, Agartis. El mismo día en que el padre y el hijo alistaban la piedra para empezar los trabajos, el rey Nissam, durante una excursión de caza, encontró a la muchacha junto al río. Quiso tomaría por la fuerza y Agartis, que no reconoció al rey, trató de escapar por el bosque. El rey le dio alcance fácilmente y le cortó la cabeza con su espada después de violarla. Cuando volvió al palacio y pasó delante de los escultores, padre e hijo pudieron ver la cabeza de la muchacha colgada de la grupa con el resto de las piezas de caza. Mientras Hassiri iba a llevar la triste noticia a la madre de la muchacha, su hijo, en un arranque de desesperación, grabó sobre la piedra la figura del rey que segaba la cabeza de una mujer arrodillada. Hassiri encontró al volver a su hijo enloquecido, martillando en la piedra una

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES imagen que sería su condena a muerte. Lo apartó de la pared, lo hizo retornar a su casa y quedó a solas con su dilema. Probablemente hubiera sido fácil para él borrar de la piedra esa imagen. Pero Hassiri era un artista antiguo y creía que cada obra lleva una verdad misteriosa amparada por una mano divina, una verdad que no corresponde a los hombres destruir. Posiblemente también quería, tanto como su hijo, que los hombres de algún futuro supieran lo que había ocurrido. Durante la noche tendió un lienzo sobre la pared y pidió que se lo dejara trabajar en secreto, oculto debajo del lienzo, porque la obra que preparaba, dijo, sería de una naturaleza distinta a todos sus trabajos anteriores, una obra que sólo la mirada del rey debía inaugurar. A solas con esa primera imagen sobre la piedra, Hassiri tuvo el mismo dilema que el general de Chesterton en El signo de la espada rota: ¿cuál es el mejor lugar para esconder un grano de arena? Una playa, sí, pero ¿qué ocurre si no hay playa? ¿Cuál es el mejor lugar para esconder un soldado muerto? Un campo de batalla, sí, pero ¿qué ocurre si no hay batalla? 3Un general puede desatar una batalla y un escultor… puede imaginarla. El rey Nissam, guerrero infinito, nunca participó en una guerra: el suyo fue un período extraordinariamente pacífico, posiblemente sólo mató en su vida a mujeres desarmadas. Pero el friso, aunque el motivo bélico le resultara un tanto extraño, halagó al rey y le pareció una buena idea exponerlo en palacio para intimidar a los reyes vecinos. Nissam, y después de él generaciones y generaciones de hombres, sólo vieron lo que el artista quería que se viera: una sucesión abrumadora de imágenes de las que el ojo pronto se despega porque cree advertir la repetición, cree capturar la regla, cree que cada parte representa al todo. Ese es el señuelo en la multiplicación de la figura con la espada. Pero hay una parte mínima, una parte escondida que contradice y aniquila al resto, una parte que es en sí misma otro todo. Yo no tuve que esperar tanto tiempo como Hassiri. Quería también que alguien, al menos una persona, lo descubriera, que alguien supiera la verdad y juzgara. Supongo que tengo que alegrarme de que usted finalmente lo haya visto.

COMO OCULTAR Y COMO DESCUBRIR LA VERDAD  La denuncia del REY NISSAN asesinando injustamente a la joven mujer está presentada con toda claridad. El joven artista NEMROD, había logrado escribir en piedra el crimen cometido arbitrariamente por el Rey y que directamente lo afectaba. La verdad estaba allí clara, evidente, manifiesta. Pero lo que HASSIRI – su experimentado padre – supo, fue encontrar la manera de mantener la verdad, proponiendo una multitud de figuras en la piedra que honraran de tal manera al Rey que no lograra “ver” la verdad del crimen. El regalo de cumpleaños era un homenaje y al mismo tiempo una denuncia.  Pero no era el Rey el destinatario del mensaje; de serlo, hubiera ejecutado a los artistas escultores. Es un mensaje para la posteridad. El Rey vio en el friso una imagen de sí mismo que nunca había vivido (un rey guerrero, fuerte, triunfal) y lleno de orgullo pasó por alto la única imagen de la 3

GILBERT KEITH CHESTERTON, “LA MUESTRA DE LA ESPADA ROTA” EN EL CANDOR DEL PADRE BROWN, Buenos Aires, Losada, 1999: narra la historia de SIR ARTHUR SAINT CLARE y su inexplicable y desproporcionado ataque a las fuerzas de Oliver. En este combate, el ejército de Arthur es derrotado previsiblemente y el general muere en el campo de batalla: su imagen es inmortalizada en una estatua en la que su nombre aparece glorificado como el nombre de un héroe y su espada, dignamente quebrada por el honor y el valor de un guerrero, se levanta triunfante sobre el hombro de la estoica figura. El padre Brown le explica a Flambeau la verdadera historia de Clare quien, en verdad, desató la torpe batalla para encubrir un cadáver. El mismo Seldom relata la análoga historia del friso de Hassiri. Allí mismo advertimos la condición alegórica del intertexto de Chesterton: como Sir Arthur Clare desata una batalla para ocultar un cuerpo sin vida,

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES verdad. Puso el acento en lo que quería ver (un guerrero infinito), sin llegar a “leer” que debía ver: la denuncia contra la arbitrariedad de su proceder.  La verdad permaneció allí esperando que alguien la descubriera, en medio de las series, de las repeticiones, porque siempre hay algo – como los CRIMENES – que rompen la regularidad, que muestran algo evidente detrás de lo que parece escondido. La mirada se vuelve percepción y se entiende finalmente todo...

CERVANTES: INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA LA NOVELA DEL CURIOSO IMPERTINENTE

CAPITULO XXXIII (1) LOS DOS AMIGOS: En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman Toscana, vivían ANSELMO Y LOTARIO, dos caballeros ricos y principales, y tan amigos, que por excelencia y antonomasia de todos los que los conocían "los dos amigos" eran llamados. Eran solteros, mozos de una misma edad y de unas mismas costumbres, todo lo cual era bastante causa a que los dos con recíproca amistad se correspondiesen. Bien es verdad que el Anselmo era algo más inclinado a los pasatiempos amorosos que el Lotario, al cual llevaban tras sí los de la caza. Pero cuando se ofrecía dejaba Anselmo de acudir a sus gustos por seguir los de Lotario, y Lotario dejaba los suyos por acudir a los de Anselmo; y de esta manera andaban tan a una sus voluntades, que no había concertado reloj que así lo anduviese. (2) AMOR Y CASAMIENTO DE ANSELMO CON CAMILA Andaba Anselmo perdido de amores de una doncella principal y hermosa de la misma ciudad, hija de tan buenos padres, y tan buena ella por sí, que se determinó, con el parecer de su amigo Lotario, sin el cual ninguna cosa hacía, de pedirla por esposa a sus padres; y, así, lo puso en ejecución; y el que llevó la embajada fue Lotario, y el que concluyó el negocio tan a gusto de su amigo, que en breve tiempo se vio puesto en la posesión que deseaba, y CAMILA tan contenta de haber alcanzado a ANSELMO POR ESPOSO, que no cesaba de dar gracias al cielo y a Lotario, por cuyo medio tanto bien le había venido. (3) LOTARIO, DISCRETO, SE ALEJA DE LA CASA DE SU AMIGO PARA ASEGURAR SU HONRA Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario, como solía, la casa de su amigo Anselmo, procurando honrarle, festejarle y regocijarle con todo aquello que a él le fue posible. Pero acabadas las bodas, y sosegada ya la frecuencia de las visitas y parabienes, comenzó Lotario a descuidarse con cuidado de las idas en casa de Anselmo, por parecerle a él, como es razón que parezca a todos los que fueren discretos, que no se han de visitar ni continuar las casas de los amigos casados de la misma manera que cuando eran solteros; porque aunque la buena y verdadera amistad no puede ni debe de ser sospechosa en nada, con todo esto es tan delicada la honra del casado, que parece que se puede ofender aun de los mismos hermanos, cuanto más de los amigos. Notó Anselmo la remisión de Lotario, y formó de él quejas grandes, diciéndole que si él supiera que el casarse había de ser parte para no comunicarle como solía, que jamás lo hubiera hecho; y que si por la buena correspondencia que los dos tenían mientras él fue soltero habían alcanzado tan dulce

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES nombre como el de ser llamados "los dos amigos", que no permitiese por querer hacer del circunspecto, sin otra ocasión alguna, que tan famoso y tan agradable nombre se perdiese; y que, así, le suplicaba, si era lícito que tal término de hablar se usase entre ellos, que volviese a ser señor de su casa y a entrar y salir en ella como de antes, asegurándole que su esposa Camila no tenía otro gusto ni otra voluntad que la que él quería que tuviese; y que por haber sabido ella con cuántas veras los dos se amaban, estaba confusa de ver en él tanta esquivez. (…) Pero ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo, por cierto; sólo Lotario era éste, que con toda solicitud y advertimiento miraba por la honra de su amigo, y procuraba diezmar, frisar y acortar los días del concierto del ir a su casa, porque no pareciese mal al vulgo ocioso, y a los ojos vagabundos y maliciosos, la entrada de un mozo rico, gentilhombre y bien nacido, y de las buenas partes que él pensaba que tenía, en la casa de una mujer tan hermosa como Camila. (…) (4) PEDIDO DE ANSELMO A SU AMIGO LOTARIO PARA ASEGURAR FIDELIDAD DE SU MUJER Sucedió, pues, que uno, que los dos se andaban paseando por un prado fuera de la ciudad, Anselmo dijo a Lotario las semejantes razones: -Pensabas, amigo Lotario, que a las mercedes que Dios me ha hecho en hacerme hijo de tales padres como fueron los míos, y al darme no con mano escasa los bienes, así los que llaman de naturaleza como los de fortuna, no puedo yo corresponder con agradecimiento que llegue al bien recibido y sobre al que me hizo en darme a ti por amigo y a Camila por mujer propia, dos prendas que las estimo, si no en el grado que debo, en el que puedo. Pues con todas estas partes, que suelen ser el todo con que los hombres suelen y pueden vivir contentos, vivo yo el más despechado y el más desabrido hombre de todo el universo mundo. Porque no sé qué días a esta parte me fatiga y aprieta un deseo tan extraño y tan fuera del uso común de otros, que yo me maravillo de mí mismo, y me culpo, y me riño a solas, y procuro callarlo y encubrirlo de mis propios pensamientos, y, así, me ha sido posible salir con este secreto como si de industria procurara decirlo a todo el mundo; y pues que, en efecto, él ha de salir a plaza, quiero que sea en la del archivo de tu secreto, confiado que con él y con la diligencia que pondrás, como mi amigo verdadero, en remediarme, yo me veré presto libre de la angustia que me causa, y llegará mi alegría por tu solicitud al grado que ha llegado mi descontento por mi locura. Suspenso tenían a Lotario las razones de Anselmo, y no sabía en qué había de parar tan larga prevención o preámbulo, y aunque iba revolviendo en su imaginación qué deseo podría ser aquel que a su amigo tanto fatigaba, dio siempre muy lejos del blanco de la verdad; y por salir presto de la agonía que le causaba aquella suspensión, le dijo que hacía notorio agravio a su mucha amistad en andar buscando rodeos para decirle sus más encubiertos pensamientos, pues tenía cierto que se podía prometer de él, o ya consejos para entretenerlos, o ya remedio para cumplirlos. -Así es la verdad -respondió Anselmo- y con esa confianza te hago saber, amigo Lotario, que EL DESEO QUE ME FATIGA ES PENSAR SI CAMILA, MI ESPOSA, [ES TAN] BUENA Y TAN PERFECTA COMO YO PIENSO, Y NO PUEDO ENTERARME EN ESTA VERDAD SI NO ES PROBÁNDOLA DE MANERA QUE LA PRUEBA MANIFIESTE LOS QUILATES DE SU BONDAD, COMO EL FUEGO MUESTRA LOS DEL ORO. (…) "Y cuando esto suceda al revés de lo que pienso, con el gusto de ver que acerté en mi opinión, llevaré sin pena la que de razón podrá causarme mi tan costosa experiencia. Y presupuesto que ninguna cosa de cuantas me dijeres en contra de mi deseo ha de ser de algún provecho para dejar de ponerle por la obra, quiero, oh amigo Lotario, que te dispongas a ser el instrumento que labre aquesta obra

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES de mi gusto; que yo te daré lugar para que lo hagas, sin faltarte todo aquello que yo viere ser necesario para solicitar a una mujer honesta, honrada, recogida y desinteresada. 05. CONFIANZA ABSOLUTA EN EL AMIGO Y RESISTENCIA DE LOTARIO QUE PRESENTA SUS RAZONES "Y muéveme, entre otras cosas, a fiar de ti esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento a todo trance y rigor, sino a sólo a tener por hecho lo que se ha de hacer, por buen respeto, y, así, no quedaré yo ofendido más de con el deseo, y mi injuria quedará escondida en la virtud de tu silencio, que bien sé que en lo que me tocare ha de ser eterno como el de la muerte. Así que, si quieres que yo tenga vida que pueda decir que lo es, desde luego has de entrar en esta amorosa batalla, no tibia ni perezosamente, sino con el ahínco y diligencia que mi deseo pide y con la confianza que nuestra amistad me asegura." Estas fueron las razones que Anselmo dijo a Lotario, a todas las cuales estuvo tan atento, que, si no fueron las que quedan escritas que le dijo, no desplegó sus labios hasta que hubo acabado, y viendo que no decía más, después que le estuvo mirando un buen espacio, como si mirara otra cosa que jamás hubiera visto, que le causara admiración y espanto, le dijo: -No me puedo persuadir, oh amigo Anselmo, a que no sean burlas las cosas que me has dicho; que a pensar que de veras las decías no consintiera que tan adelante pasaras, porque con no escucharte previniera tu larga arenga. "Sin duda imagino, o que no me conoces, o que yo no te conozco. Pero no: que bien sé que eres Anselmo y tú sabes que yo soy Lotario; el daño está en que yo pienso que no eres el Anselmo que solías, y tú debes de haber pensado que tampoco yo soy el Lotario que debía ser; porque las cosas que me has dicho, ni son de aquel Anselmo mi amigo, ni las que me pides se han de pedir a aquel Lotario que tú conoces. "Porque los buenos amigos han de probar a sus amigos, y valerse de ellos, como dijo un poeta: usque ad aras; que quiso decir que no se habían de valer de su amistad en cosas que fuesen contra Dios. Pues si esto sintió un gentil de la amistad, ¿cuánto mejor es que lo sienta el cristiano que sabe que por ninguna humana ha de perder la amistad divina? Y cuando el amigo tirase tanto la barra, que pusiese aparte los respetos del cielo por acudir a los de su amigo, no ha de ser por cosas ligeras y de poco momento, sino por aquéllas en que vaya la honra y la vida de su amigo. Pues dime tú ahora, Anselmo, ¿cuál de estas dos cosas tienes en peligro, para que yo me aventure a complacerte y a hacer una cosa tan detestable como me pides? "Ninguna, por cierto; antes me pides, según yo entiendo, QUE PROCURE Y SOLICITE QUITARTE LA HONRA Y LA VIDA, y QUITÁRMELA A MÍ JUNTAMENTE. Porque si yo he de procurar quitarte la honra, claro está que te quito la vida, pues el hombre sin honra peor es que un muerto; y, siendo yo el instrumento, como tú quieres que lo sea, de tanto mal tuyo, ¿no vengo a quedar deshonrado y, por el mismo consiguiente, sin vida? Escucha, amigo Anselmo, y ten paciencia de no responderme hasta que acabe de decirte lo que se me ofreciere acerca de lo que te ha pedido tu deseo; que tiempo quedará para que tú me repliques y yo te escuche." (…) "Y porque claro lo veas, dime, Anselmo: ¿tú no me has dicho que tengo de solicitar a una retirada, persuadir a una honesta, ofrecer a una desinteresada, servir a una prudente? Sí que me lo has dicho. Pues si tú sabes que tienes mujer retirada, honesta, desinteresada y prudente, ¿qué buscas? Y si piensas que de todos mis asaltos ha de salir vencedora, como saldrá sin duda, ¿qué mejores títulos piensas darle después que los que ahora tiene?; ¿o qué será más después de lo que es ahora? O es que tú no la tienes por la que dices, o tú no sabes lo que pides. Si no la tienes por lo que dices, ¿para

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES qué quieres probarla, sino, como a mala, hacer de ella lo que más te viniere en gusto? Mas si es tan buena como crees, impertinente cosa será hacer experiencia de la misma verdad, pues después de hecha se ha de quedar con la estimación que primero tenía. Así que es razón concluyente que el intentar las cosas de las cuales antes nos puede suceder daño que provecho es de juicios sin discurso y temerarios; y más cuando quieren intentar aquéllas a que no son forzados ni compelidos, y que de muy lejos traen descubierto que el intentarlas es manifiesta locura. (…) "Dime, Anselmo: si el cielo, o la suerte buena, te hubiera hecho señor y legítimo posesor de un finísimo diamante, de cuya bondad y quilates estuviesen satisfechos cuantos lapidarios le viesen, y que todos a una voz y de común parecer dijesen que llegaba en quilates, bondad y fineza a cuanto se podía extender la naturaleza de tal piedra, y tú mismo lo creyeses así, sin saber otra cosa en contrario, ¿sería justo que te viniese en deseo de tomar aquel diamante, y ponerle entre un yunque y un martillo, y allí, a pura fuerza de golpes y brazos, probar si es tan duro y tan fino como dicen? Y más, si lo pusieses por obra; que puesto caso que la piedra hiciese resistencia a tan necia prueba, no por eso se le añadiría más valor ni más fama, y si se rompiese, cosa que podría ser, ¿no se perdía todo? Sí, por cierto, dejando a su dueño en estimación de que todos le tengan por simple. Pues haz cuenta, Anselmo amigo, que Camila es finísimo diamante, así en tu estimación como en la ajena, y que no es razón ponerla en contingencia de que se quiebre, pues aunque se quede con su entereza, no puede subir a más valor del que ahora tiene, y si faltase y no resistiese, considera desde ahora cuál quedarías sin ella, y con cuánta razón te podrías quejar de ti mismo, por haber sido causa de su perdición y la tuya. "Mira que no hay joya en el mundo que tanto valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que de ellas se tiene; y pues la de tu esposa es tal, que llega al extremo de bondad que sabes, ¿para qué quieres poner esta verdad en duda? Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitárselos y despejarle el camino de cualquier inconveniente, para que sin pesadumbre corra ligera a alcanzar la perfección que le falta, que consiste en el ser virtuosa. (…) "Cuanto hasta aquí te he dicho, oh Anselmo, ha sido por lo que a ti te toca; y ahora es bien que se oiga algo de lo que a mí me conviene; y si fuere largo, perdóname; que todo lo requiere el laberinto donde te has entrado, y de donde quieres que yo te saque. TÚ ME TIENES POR AMIGO, Y QUIERES QUITARME LA HONRA, cosa que es contra toda amistad, y aun no sólo pretendes esto, sino que procuras que yo te la quite a ti. Que me la quieres quitar a mí, está claro, pues cuando Camila vea que yo la solicito, como me pides, cierto está que me ha de tener por hombre sin honra y mal mirado, pues intento y hago una cosa tan fuera de aquello que el ser quien soy y tu amistad me obliga. De que quieres que te la quite a ti, no hay duda, porque viendo Camila que yo la solicito, ha de pensar que yo he visto en ella alguna liviandad que me dio atrevimiento a descubrirle mi mal deseo, y, teniéndose por deshonrada, te toca a ti, como a cosa suya, su misma deshonra. Y de aquí nace lo que comúnmente se platica: que el marido de la mujer adúltera, puesto que él no lo sepa ni haya dado ocasión para que su mujer no sea la que debe, ni haya sido en su mano, ni en su descuido y poco recato estorbar su desgracia, con todo le llaman y le nombran con nombre de vituperio y bajo, y en cierta manera le miran los que la maldad de su mujer saben con ojos de menosprecio, en cambio de mirarle con los de lástima, viendo que, no por su culpa, sino por el gusto de su mala compañera, está en aquella desventura. (…) "Mira, pues, oh Anselmo, al peligro que te pones en querer turbar el sosiego en que tu buena esposa vive. Mira por cuán vana e impertinente curiosidad quieres revolver los humores que ahora están sosegados en el pecho de tu casta esposa. Advierte que lo que aventuras a ganar es poco, y que lo que perderás será tanto, que lo dejaré en su punto, porque me faltan palabras para encarecerlo. Pero si todo cuanto he dicho no basta a moverte de tu mal propósito, bien puedes buscar otro

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES instrumento de tu deshonra y desventura; que yo no pienso serlo, aunque por ello pierda tu amistad, que es la mayor pérdida que imaginar puedo." (6) INSISTENCIA DE ANSELMO PARA CONVENCER A LOTARIO Calló en diciendo esto el virtuoso y prudente Lotario, y Anselmo quedó tan confuso y pensativo, que por un buen espacio no le pudo responder palabra; pero, en fin, le dijo: -Con la atención que has visto he escuchado, Lotario amigo, cuanto has querido decirme, y en tus razones, ejemplos y comparaciones he visto la mucha discreción que tienes y el extremo de la verdadera amistad que alcanzas; y asimismo veo y confieso que si no sigo tu parecer y me voy tras el mío, voy huyendo del bien y corriendo tras el mal. "Presupuesto esto, has de considerar que yo padezco ahora la enfermedad que suelen tener algunas mujeres, que se les antoja comer tierra, yeso, carbón y otras cosas peores, aun asquerosas para mirarse, cuanto más para comerse; así que es menester usar de algún artificio para que yo sane, y esto se podía hacer con facilidad sólo con que comiences, aunque tibia y fingidamente, a solicitar a Camila, la cual no ha de ser tan tierna, que a los primeros encuentros dé con su honestidad por tierra; y con sólo este principio quedaré contento, y tú habrás cumplido con lo que debes a nuestra amistad, no solamente dándome la vida, sino persuadiéndome de no verme sin honra. Y estás obligado a hacer esto por una razón sola, y es que estando yo, como estoy, determinado de poner en práctica esta prueba, no has tú de consentir que yo dé cuenta de mi desatino a otra persona, con que pondría en aventura el honor que tú procuras que no pierda; y cuando el tuyo no esté en el punto que debe en la intención de Camila en tanto que la solicitares, importa poco o nada, pues con brevedad, VIENDO [EN] ELLA LA ENTEREZA QUE ESPERAMOS, LE PODRÁS DECIR LA PURA VERDAD DE NUESTRO ARTIFICIO, con que volverá tu crédito al ser primero. Y pues tan poco aventuras y tanto contento me puedes dar aventurándote, no lo dejes de hacer, aunque más inconvenientes se te pongan delante, pues, como ya he dicho, con sólo que comiences daré por concluida la causa." (7) ACEPTACION DE LOTARIO Viendo Lotario la resoluta voluntad de Anselmo, y no sabiendo qué más ejemplos traerle, ni qué más razones mostrarle para que no la siguiese, y viendo que le amenazaba que daría a otro cuenta de su mal deseo, por evitar mayor mal, determinó de contentarle y hacer lo que le pedía, con propósito e intención de guiar aquel negocio de modo que, sin alterar los pensamientos de Camila, quedase Anselmo satisfecho; y, así, le respondió que no comunicase su pensamiento con otro alguno, que él tomaba a su cargo aquella empresa, la cual comenzaría cuando a él le diese más gusto. Abrazole Anselmo tierna y amorosamente, y agradeciole su ofrecimiento, como si alguna grande merced le hubiera hecho, y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro día siguiente se comenzase la obra; que él le daría lugar y tiempo como a sus solas pudiese hablar a Camila, y asimismo le daría dineros y joyas que darla y que ofrecerla. Aconsejole que le diese músicas, que escribiese versos en su alabanza, y que, cuando él no quisiese tomar trabajo de hacerlos, él mismo los haría. A todo se ofreció Lotario, bien con diferente intención que Anselmo pensaba. Y con este acuerdo se volvieron a casa de Anselmo, donde hallaron a Camila con ansia y cuidado, esperando a su esposo, porque aquel día tardaba en venir más de lo acostumbrado. Fuese Lotario a su casa, y Anselmo quedó en la suya, tan contento como Lotario fue pensativo, no sabiendo qué traza dar para salir bien de aquel impertinente negocio. Pero aquella noche pensó el modo que tendría para engañar a Anselmo sin ofender a Camila; y otro día vino a comer con su

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES amigo, y fue bien recibido de Camila, la cual le recibía y regalaba con mucha voluntad, por entender la buena que su esposo le tenía. (8) ANSELMO DEJA SOLA A CAMILA PARA QUE INTERVENGA LOTARIO Acabaron de comer, levantaron los manteles, y Anselmo dijo a Lotario que se quedase allí con Camila en tanto que él iba a un negocio forzoso; que dentro de hora y media volvería. Rogóle Camila que no se fuese, y Lotario se ofreció a hacerle compañía; mas nada aprovechó con Anselmo, antes importunó a Lotario que se quedase y le aguardase, porque tenía que tratar con él una cosa de mucha importancia. Dijo también a Camila que no dejase solo a Lotario, en tanto que él volviese. En efecto, él supo tan bien fingir la necesidad o necedad de su ausencia, que nadie pudiera entender que era fingida. Fuese Anselmo, y quedaron solos a la mesa Camila y Lotario, porque la demás gente de casa toda se había ido a comer. Viose Lotario puesto en la estacada que su amigo deseaba, y con el enemigo delante, que pudiera vencer, con sola su hermosura, a un escuadrón de caballeros armados; mirad si era razón que le temiera Lotario. Pero lo que hizo fue poner el codo sobre el brazo de la silla y la mano abierta en la mejilla, y pidiendo perdón a Camila del mal comedimiento, dijo que quería reposar un poco en tanto que Anselmo volvía. Camila le respondió que mejor reposaría en el estrado que en la silla, y, así, le rogó se entrase a dormir en él. No quiso Lotario, y allí se quedó dormido hasta que volvió Anselmo; el cual, como halló a Camila en su aposento y a Lotario durmiendo, creyó que, como se había tardado tanto, ya habrían tenido los dos lugar para hablar y aun para dormir, y no vio la hora en que Lotario despertase, para volverse con él fuera y preguntarle de su ventura. (9) LOTARIO CREA UN RELATO SOBRE LOS HECHOS PARA CONFORMAR A ANSELMO Todo le sucedió como él quiso; Lotario despertó, y luego salieron los dos de casa, y, así, le preguntó lo que deseaba; y le respondió Lotario que no le había parecido ser bien que la primera vez se descubriese del todo, y, así, no había hecho otra cosa que alabar a Camila de hermosa, diciéndole que en toda la ciudad no se trataba de otra cosa que de su hermosura y discreción; y que éste le había parecido buen principio para entrar ganando la voluntad y disponiéndola a que otra vez le escuchase con gusto, usando en esto del artificio que el demonio usa cuando quiere engañar a alguno que está puesto en atalaya de mirar por sí; que se transforma en ángel de luz, siéndolo el de tinieblas, y, poniéndole delante apariencias buenas, al cabo descubre quien es, y sale con su intención, si a los principios no es descubierto su engaño. Todo esto le contentó mucho a Anselmo, y dijo que cada día daría el mismo lugar, aunque no saliese de casa, porque en ella se ocuparía en cosas que Camila no pudiese venir en conocimiento de su artificio. Sucedió, pues, que se pasaron muchos días que, sin decir Lotario palabra a Camila, respondía a Anselmo que la hablaba, y jamás podía sacar de ella una pequeña muestra de venir en ninguna cosa que mala fuese, ni aun dar una señal de sombra de esperanza; antes decía que le amenazaba que si de aquel mal pensamiento no se quitaba, que lo había de decir a su esposo. -Bien está -dijo Anselmo-; hasta aquí ha resistido Camila a las palabras; es menester ver cómo resiste a las obras: yo os daré mañana dos mil escudos de oro para que se los ofrezcáis y aun se los deis, y otros tantos para que compréis joyas con que cebarla; que las mujeres suelen ser aficionadas, y más si son hermosas, por más castas que sean, a esto de traerse bien y andar galanas; y si ella resiste a esta tentación, yo quedaré satisfecho y no os daré más pesadumbre." Lotario respondió que ya que había comenzado, que él llevaría hasta el fin aquella empresa, puesto que entendía salir de ella cansado y vencido. Otro día recibió los cuatro mil escudos, y con ellos

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES cuatro mil confusiones, porque no sabía qué decirse para mentir de nuevo; pero, en efecto, determinó de decirle que Camila estaba tan entera a las dádivas y promesas como a las palabras, y que no había para qué cansarse más, porque todo el tiempo se gastaba en balde. (10) ANSELMO DESCUBRE QUE LOTARIO LO ENGAÑA Y NO TRATA DE CONQUISTAR A CAMILA Pero la suerte, que las cosas guiaba de otra manera, ordenó que, habiendo dejado Anselmo solos a Lotario y a Camila, como otras veces solía, él se encerró en un aposento, y por los agujeros de la cerradura estuvo mirando y escuchando lo que los dos trataban, y vio que en más de media hora Lotario no habló palabra a Camila, ni se la hablara si allí estuviera un siglo. Y cayó en la cuenta de que cuanto su amigo le había dicho de las respuestas de Camila todo era ficción y mentira. Y para ver si esto era así, salió del aposento, y, llamando a Lotario aparte, le preguntó qué nuevas había y de qué temple estaba Camila. Lotario le respondió que no pensaba más darle puntada en aquel negocio, porque respondía tan áspera y desabridamente, que no tendría ánimo para volver a decirle cosa alguna. -¡Ha! -dijo Anselmo- ¡Lotario, Lotario, y cuán mal correspondes a lo que me debes y a lo mucho que de ti confío! Ahora te he estado mirando por el lugar que concede la entrada de esta llave, y he visto que no has dicho palabra a Camila, por donde me doy a entender que aun las primeras le tienes por decir; y si esto es así, como sin duda lo es, ¿para qué me engañas? O ¿por qué quieres quitarme con tu industria los medios que yo podría hallar para conseguir mi deseo?" No dijo más Anselmo, pero bastó lo que había dicho para dejar corrido y confuso a Lotario. El cual, casi como tomando por punto de honra el haber sido hallado en mentira, juró a Anselmo que desde aquel momento tomaba tan a su cargo el contentarle y no mentirle, cual lo vería, si con curiosidad lo espiaba; cuanto más que no sería menester usar de ninguna diligencia, porque la que él pensaba poner en satisfacerle le quitaría de toda sospecha. (11) LOTARIO PROPONE CUMPLIR FIELMENTE CON EL PEDIDO DEL AMIGO Creyóle Anselmo, y para darle comodidad más segura y menos sobresaltada, determinó de hacer ausencia de su casa por ocho días, yéndose a la de un amigo suyo que estaba en una aldea, no lejos de la ciudad. Con el cual amigo concertó que le enviase a llamar con muchas veras, para tener ocasión con Camila de su partida. ¡Desdichado y mal advertido de ti, Anselmo! ¿Qué es lo que haces?, ¿qué es lo que trazas?, ¿qué es lo que ordenas? Mira que haces contra ti mismo, trazando tu deshonra y ordenando tu perdición. Buena es tu esposa Camila, quieta y sosegadamente la posees, nadie sobresalta tu gusto, sus pensamientos no salen de las paredes de su casa, tú eres su cielo en la tierra, el blanco de sus deseos, el cumplimiento de sus gustos y la medida por donde mide su voluntad, ajustándola en todo con la tuya y con la del cielo. Pues si la mina de su honor, hermosura, honestidad y recogimiento te da sin ningún trabajo toda la riqueza que tiene y tú puedes desear, ¿para qué quieres ahondar la tierra y buscar nuevas vetas de nuevo y nunca visto tesoro, poniéndote a peligro que toda venga abajo, pues, en fin, se sustenta sobre los débiles arrimos de su flaca naturaleza? (…) Fuese otro día Anselmo a la aldea, dejando dicho a Camila que el tiempo que él estuviese ausente vendría Lotario a mirar por su casa y a comer con ella; que tuviese cuidado de tratarle como a su misma persona. Afligióse Camila, como mujer discreta y honrada, de la orden que su marido le dejaba, y díjole que advirtiese que no estaba bien que nadie, él ausente, ocupase la silla de su mesa, y que si lo hacía por no tener confianza que ella sabría gobernar su casa, que probase por aquella vez, y vería por experiencia cómo para mayores cuidados era bastante. Anselmo le replicó que aquél

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES era su gusto y que no tenía más que hacer que bajar la cabeza y obedecerle. Camila dijo que así lo haría, aunque contra su voluntad. Partió Anselmo, y otro día vino a su casa Lotario, donde fue recibido de Camila con amoroso y honesto acogimiento. La cual jamás se puso en parte donde Lotario la viese a solas, porque siempre andaba rodeada de sus criados y criadas, especialmente de una doncella suya, llamada LEONELA, a quien ella mucho quería por haberse criado desde niñas las dos juntas en casa de los padres de Camila, y cuando se casó con Anselmo la trajo consigo. En los tres días primeros nunca Lotario le dijo nada, aunque pudiera, cuando se levantaban los manteles y la gente se iba a comer con mucha prisa, porque así se lo tenía mandado Camila. Y aun tenía orden Leonela que comiese primero que Camila, y que de su lado jamás se quitase; mas ella, que en otras cosas de su gusto tenía puesto el pensamiento y había menester aquellas horas y aquel lugar para ocuparle en sus contentos, no cumplía todas veces el mandamiento de su señora; antes los dejaba solos, como si aquello le hubieran mandado. Mas la honesta presencia de Camila, la gravedad de su rostro, la compostura de su persona era tanta, que ponía freno a la lengua de Lotario. Pero el provecho que las muchas virtudes de Camila hicieron, poniendo silencio en la lengua de Lotario, redundó más en daño de los dos, porque si la lengua callaba, el pensamiento discurría, y tenía lugar de contemplar parte por parte todos los extremos de bondad y de hermosura que Camila tenía, bastantes a enamorar una estatua de mármol, no que un corazón de carne. Mirábala Lotario en el lugar y espacio que había de hablarla, y CONSIDERABA CUÁN DIGNA ERA DE SER AMADA, y esta consideración comenzó poco a poco a dar asaltos a los respetos que a Anselmo tenía, y mil veces quiso ausentarse de la ciudad e irse donde jamás Anselmo le viese a él, ni él viese a Camila; mas ya le hacía impedimento y detenía el gusto que hallaba en mirarla. Hacíase fuerza y peleaba consigo mismo por desechar y no sentir el contento que le llevaba a mirar a Camila. Culpábase a solas de su desatino, llamábase mal amigo y aun mal cristiano. Hacía discursos y comparaciones entre él y Anselmo, y todos paraban en decir que más había sido la locura y confianza de Anselmo que su poca fidelidad. Y que si así tuviera disculpa para con Dios como para con los hombres de lo que pensaba hacer, que no temiera pena por su culpa.

(12) CAMBIO EN LOTARIO: NO OBEDECE AL AMIGO SINO QUE PRETENDE CONQUISTA A SU MUJER En efecto, LA HERMOSURA Y LA BONDAD DE CAMILA, JUNTAMENTE CON LA OCASIÓN QUE EL IGNORANTE MARIDO LE HABÍA PUESTO EN LAS MANOS, DIERON CON LA LEALTAD DE LOTARIO EN TIERRA. Y, sin mirar a otra cosa que aquélla a que su gusto le inclinaba, al cabo de tres días de la ausencia de Anselmo, en los cuales estuvo en continua batalla por resistir a sus deseos, comenzó a requebrar a Camila con tanta turbación y con tan amorosas razones, que Camila quedó suspensa, y no hizo otra cosa que levantarse de donde estaba y entrarse en su aposento sin responderle palabra alguna. Mas no por esta sequedad se desmayó en Lotario la esperanza, que siempre nace

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES juntamente con el amor; antes tuvo en más a Camila. La cual, habiendo visto en Lotario lo que jamás pensara, no sabía qué hacerse. Y, pareciéndole no ser cosa segura ni bien hecha darle ocasión ni lugar a que otra vez la hablase, determinó de enviar aquella misma noche, como lo hizo, a un criado suyo con un billete a Anselmo, donde le escribió estas razones: CAPÍTULO XXXIV (13) CAMILA RECLAMA A ANSELMO POR LAS INTENCIONES DE LOTARIO. "Así como suele decirse que parece mal el ejército sin su general y el castillo sin su castellano, digo yo que parece muy peor la mujer casada y moza sin su marido, cuando justísimas ocasiones no lo impiden. Yo me hallo tan mal sin vos, y tan imposibilitada de no poder sufrir esta ausencia, que si presto no venís me habré de ir a entretener en casa de mis padres, aunque deje sin guarda la vuestra. Porque la que me dejasteis, si es que quedó con tal título, creo que mira más por su gusto que por lo que a vos os toca, y pues sois discreto, no tengo más que deciros, ni aun es bien que más os diga." Esta carta recibió Anselmo, y entendió por ella que Lotario había ya comenzado la empresa, y que Camila debía de haber respondido como él deseaba. Y, alegre sobremanera de tales nuevas, respondió a Camila, de palabra, que no hiciese mudamiento de su casa en modo alguno, porque él volvería con mucha brevedad. Admirada quedó Camila de la respuesta de Anselmo, que la puso en más confusión que primero, porque ni se atrevía a estar en su casa, ni menos irse a la de sus padres, porque en la quedada corría peligro su honestidad, y en la ida iba contra el mandamiento de su esposo. En fin, se resolvió en lo que le estuvo peor, que fue en el quedarse, con determinación de no huir la presencia de Lotario, por no dar qué decir a sus criados; y ya le pesaba de haber escrito lo que escribió a su esposo, temerosa de que no pensase que Lotario había visto en ella alguna desenvoltura que le hubiese movido a no guardarle el decoro que debía. Pero, fiada en su bondad, se fió en Dios y en su buen pensamiento, con que pensaba resistir callando a todo aquello que Lotario decirle quisiese, sin dar más cuenta a su marido, por no ponerle en alguna pendencia y trabajo. (14) CAMILA TRATA DE RESISTIR (CON DIFICULTAD) A LOS DESEOS REALES DE LOTARIO Y aun andaba buscando manera cómo disculpar a Lotario con Anselmo, cuando le preguntase la ocasión que le había movido a escribirle aquel papel. Con estos pensamientos, más honrados que acertados ni provechosos, estuvo otro día escuchando a Lotario, el cual cargó la mano de manera, que comenzó a titubear la firmeza de Camila, y su honestidad tuvo harto que hacer en acudir a los ojos, para que no diesen muestra de alguna amorosa compasión que las lágrimas y las razones de Lotario en su pecho habían despertado. Todo esto notaba Lotario y todo le encendía. Finalmente, a él le pareció que era menester, en el espacio y lugar que daba la ausencia de Anselmo, apretar el cerco a aquella fortaleza. Y, así, acometió a su presunción con las alabanzas de su hermosura, porque no hay cosa que más presto rinda y allane las encastilladas torres de la vanidad de las hermosas que la mesma vanidad, puesta en las lenguas de la adulación. En efecto, él, con toda diligencia, minó la roca de su entereza con tales pertrechos, que, aunque Camila fuera toda de bronce, viniera al suelo. Lloró, rogó, ofreció, aduló, porfió y fingió Lotario con tantos sentimientos, con muestras de tantas veras, que dio al través con el recato de Camila y vino a triunfar de lo que menos se pensaba y más deseaba. RINDIÓSE CAMILA; CAMILA SE RINDIÓ; pero ¿qué mucho si la

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES amistad de Lotario no quedó en pie? Ejemplo claro que nos muestra que sólo se vence la pasión amorosa con huirla, y que nadie se ha de poner a brazos con tan poderoso enemigo, porque es menester fuerzas divinas para vencer las suyas humanas. Sólo SUPO LEONELA LA FLAQUEZA DE SU SEÑORA, porque no se la pudieron encubrir los dos malos amigos y nuevos amantes. NO QUISO LOTARIO DECIR A CAMILA LA PRETENSIÓN DE ANSELMO, ni que él le había dado lugar para llegar a aquel punto, porque no tuviese en menos su amor, y pensase que así, acaso y sin pensar, y no de propósito, la había solicitado. (15) ANSELMO CREE EN EL PACTO Y LA VERDAD ACORDADA, QUE AHORA ES LA VERDAD Volvió de allí a pocos días Anselmo a su casa, y no echó de ver lo que faltaba en ella, que era lo que en menos tenía y más estimaba. Fuese luego a ver a Lotario, y hallóle en su casa; abrazáronse los dos, y el uno preguntó por las nuevas de su vida o de su muerte. -Las nuevas que te podré dar, oh amigo Anselmo -dijo Lotario- son de que tienes una mujer que dignamente puede ser ejemplo y corona de todas las mujeres buenas. Las palabras que le he dicho se las ha llevado el aire; los ofrecimientos se han tenido en poco; las dádivas no se han admitido; de algunas lágrimas fingidas mías se ha hecho burla notable. En resolución: ASÍ COMO CAMILA ES CIFRA DE TODA BELLEZA, ES ARCHIVO DONDE ASISTE LA HONESTIDAD Y VIVE EL COMEDIMIENTO Y EL RECATO Y TODAS LAS VIRTUDES QUE PUEDEN HACER LOABLE Y BIEN AFORTUNADA A UNA HONRADA MUJER. Vuelve a tomar tus dineros, amigo; que aquí los tengo sin haber tenido necesidad de tocar a ellos, que la entereza de Camila no se rinde a cosas tan bajas como son dádivas ni promesas. Conténtate, Anselmo, y no quieras hacer más pruebas de las hechas. Y, pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio en suerte para que en él pasases la mar de este mundo, sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideración, y déjate estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no hay hidalguía humana que de pagarla se excuse. CONTENTÍSIMO QUEDÓ ANSELMO DE LAS RAZONES DE LOTARIO, Y ASÍ SE LAS CREYÓ COMO SI FUERAN DICHAS POR ALGÚN ORÁCULO. Pero, con todo eso, le rogó que no dejase la empresa, aunque no fuese más de por curiosidad y entretenimiento, aunque no se aprovechase de allí adelante de tan ahincadas diligencias como hasta entonces. Y que sólo quería que le escribiese algunos versos en su alabanza, debajo del nombre de Clori, porque él le daría a entender a Camila que andaba enamorado de una dama, a quien le había puesto aquel nombre, por poder celebrarla con el decoro que a su honestidad se le debía. Y que, cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los versos, que él los haría. (…) Y vuelto [Anselmo] a su casa, preguntó a Camila lo que ella ya se maravillaba que no se lo hubiese preguntado: que fue que le dijese la ocasión por que le había escrito el papel que le envió. Camila le respondió QUE LE HABÍA PARECIDO QUE LOTARIO LA MIRABA UN POCO MÁS DESENVUELTAMENTE QUE CUANDO ÉL ESTABA EN CASA; PERO QUE YA ESTABA DESENGAÑADA Y CREÍA QUE HABÍA SIDO IMAGINACIÓN SUYA, porque ya Lotario huía de verla y de estar con ella a solas. Díjole Anselmo que bien podía estar segura de aquella sospecha, porque él sabía que Lotario andaba enamorado de una doncella principal de la ciudad, a quien él celebraba debajo del nombre de CLORI, y que, aunque no lo estuviera, no había que temer de la verdad de Lotario y de la mucha amistad de entrambos. (16) CAMILA CAE TOTALMENTE ENAMORADA DE LOTARIO. CARACTERES DEL AMOR

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES Y, a no estar avisada Camila de Lotario de que eran FINGIDOS AQUELLOS AMORES DE CLORI, y que él se lo había dicho a Anselmo por poder ocuparse algunos ratos en las mismas alabanzas de Camila, ella sin duda cayera en la desesperada red de los celos; mas por estar ya advertida pasó aquel sobresalto sin pesadumbre. Otro día, estando los tres sobre mesa, rogó Anselmo a Lotario dijese alguna cosa de las que había compuesto a su amada Clori; que pues Camila no la conocía, seguramente podía decir lo que quisiese. (…) -Luego ¿todo aquello que los poetas enamorados dicen, es verdad? -En cuanto poetas, no la dicen -respondió Lotario-; más en cuanto enamorados, siempre quedan tan cortos como verdaderos. . (…) Sucedió en esto, que hallándose una vez, entre otras, sola Camila con su doncella, le dijo: -Corrida estoy, amiga Leonela, de ver en cuán poco he sabido estimarme, pues siquiera no hice que, con el tiempo, comprara Lotario la entera posesión que le di tan presto de mi voluntad. Temo que ha de [des]estimar mi presteza o ligereza, sin que eche de ver la fuerza que él me hizo para no poder resistirle. (…) -No corre por ti esa razón -respondió Leonela- porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela y otras anda, con éste corre y con aquél va despacio, a unos entibia y a otros abrasa, a unos hiere y a otros mata. En un mismo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mismo punto la acaba y concluye. Por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza, y a la noche la tiene rendida, porque no hay fuerza que le resista. Y, siendo así, ¿de qué te espantas, o de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo, para que Anselmo le tuviese de volver y con su presencia quedase imperfecta la obra. Porque el amor no tiene otro mejor ministro para ejecutar lo que desea que es la ocasión; de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas; y algún día te lo diré, señora, que yo también soy de carne, y de sangre moza. Cuanto más, señora Camila, que no te entregaste, ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma, viendo en ella y en sus virtudes cuán digno era Lotario de ser amado. Pues si esto es así, no te asalten la imaginación esos escrupulosos y melindrosos pensamientos, sino ASEGÚRATE QUE LOTARIO TE ESTIMA COMO TÚ LE ESTIMAS A ÉL, Y VIVE CON CONTENTO Y SATISFACCIÓN DE QUE YA QUE CAÍSTE EN EL LAZO AMOROSO, es el que te aprieta de valor y de estima. Y que no sólo tiene las cuatro SS que dicen que han de tener los buenos enamorados, sino todo un A B C entero; si no, escúchame y verás cómo te le digo de coro: El es, según yo veo y a mí me parece, agradecido, bueno, caballero, dadivoso, enamorado, firme, gallardo, honrado, ilustre, leal, mozo, noble, honesto, principal, quantioso, rico; y las SS que dicen. Y luego, tácito, verdadero. La X no le cuadra, porque es letra áspera. La Y ya está dicha. La Z, zelador de tu honra. (…) No pudo hacer otra cosa Camila sino rogar a Leonela no dijese nada de su hecho al que decía ser su amante, y que tratase sus cosas con secreto, porque no viniesen a noticia de Anselmo ni de Lotario. Leonela respondió que así lo haría; mas cumpliólo de manera, que hizo cierto el temor de Camila de que por ella había de perder su crédito. Porque la deshonesta y atrevida Leonela, después que vio que el proceder de su ama no era el que solía, atrevióse a entrar y poner dentro de casa a su amante, confiada que, aunque su señora le viese, no había de osar descubrirle. Que este daño acarrean, entre otros, los pecados de las señoras, que se hacen esclavas de sus mismas criadas, y se obligan a encubrirles sus deshonestidades y vilezas, como aconteció con Camila;

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES que, aunque vio una y muchas veces que SU LEONELA ESTABA CON SU GALÁN en un aposento de su casa, no sólo no la osaba reñir, mas dábale lugar a que lo encerrase, y quitábale todos los estorbos para que no fuese visto de su marido. Pero no los pudo quitar, que Lotario no le viese una vez salir, al romper del alba, el cual, sin conocer quién era, pensó primero que debía de ser alguna fantasma. Mas cuando le vio caminar, embozarse y encubrirse con cuidado y recato, cayó de su simple pensamiento y dio en otro, que fuera la perdición de todos, si Camila no lo remediara. Pensó Lotario que aquel hombre que había visto salir tan a deshora de casa de Anselmo no había entrado en ella por Leonela, ni aun se acordó si Leonela era en el mundo. SÓLO CREYÓ QUE CAMILA, DE LA MISMA MANERA QUE HABÍA SIDO FÁCIL Y LIGERA CON ÉL, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala, que pierde el crédito de su honra con el mismo a quien se entregó rogada y persuadida, y cree que con mayor facilidad se entrega a otros, y da infalible crédito a cualquiera sospecha que de esto le venga. Y no parece sino que le faltó a Lotario en este punto todo su buen entendimiento, y se le fueron de la memoria todos sus advertidos discursos, pues sin hacer alguno que bueno fuese, ni aun razonable, sin más ni más, antes que Anselmo se levantase, impaciente y ciego de la celosa rabia, que las entrañas le roía, muriendo por vengarse de Camila, que en ninguna cosa le había ofendido, se fue a Anselmo y le dijo: (17) LOTARIO LE DA SU VERSION DE LOS HECHOS PARA ENGAÑAR A ALSEMO -Sábete, Anselmo, que ha muchos días que he andado peleando conmigo mismo, haciéndome fuerza a no decirte lo que ya no es posible ni justo que más te encubra. SÁBETE QUE LA FORTALEZA DE CAMILA ESTÁ YA RENDIDA Y SUJETA A TODO AQUELLO QUE YO QUISIERE HACER DE ELLA, Y SI HE TARDADO EN DESCUBRIRTE ESTA VERDAD, Ha sido por ver si era algún liviano antojo suyo, o si lo hacía por probarme y ver si eran con propósito firme tratados los amores que, con tu licencia, con ella he comenzado. Creí asimismo que ella, si fuera la que debía y la que entrambos pensábamos, ya te hubiera dado cuenta de mi solicitud; pero habiendo visto que se tarda, conozco que son verdaderas las promesas que me ha dado de que, cuando otra vez hagas ausencia de tu casa, me hablará en la recámara donde está el repuesto de tus alhajas -y era la verdad que allí le solía hablar Camila-, y no quiero que precipitosamente corras a hacer alguna venganza, PUES NO ESTÁ AÚN COMETIDO EL PECADO SINO CON PENSAMIENTO, y podría ser que desde éste hasta el tiempo de ponerle por obra se mudase el de Camila, y naciese en su lugar el arrepentimiento. Y así, ya que en todo o en parte has seguido siempre mis consejos, sigue y guarda uno que ahora te diré, para que sin engaño y con medroso advertimiento te satisfagas de aquello que más vieres que te convenga. Finge que te ausentas por dos o tres días, como otras veces sueles, y haz de manera que te quedes escondido en tu recámara, pues los tapices que allí hay, y otras cosas con que te puedas encubrir, te ofrecen mucha comodidad, y entonces verás por tus mismos ojos, y yo por los míos, lo que Camila quiere; y si fuere la maldad, que se puede temer antes que esperar, con silencio, sagacidad y discreción podrás ser el verdugo de tu agravio. Absorto, suspenso y admirado quedó Anselmo con las razones de Lotario, porque le cogieron en tiempo donde menos las esperaba oír, porque ya tenía a Camila por vencedora de los fingidos asaltos de Lotario, y comenzaba a gozar la gloria del vencimiento. Callando estuvo por un buen espacio, mirando al suelo sin mover pestaña, y al cabo dijo: -Tú lo has hecho, Lotario, como yo esperaba de tu amistad; en todo he de seguir tu consejo; haz lo que quisieres, y guarda aquel secreto que ves que conviene en caso tan no pensado. Prometióselo Lotario, y, en apartándose de él, se arrepintió totalmente de cuanto le había dicho, viendo cuán neciamente había andado, pues pudiera él vengarse de Camila, y no por camino tan cruel y tan deshonrado. Maldecía su entendimiento, afeaba su ligera determinación, y no sabía qué

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES medio tomarse para deshacer lo hecho, o para darle alguna razonable salida. Al fin acordó de dar cuenta de todo a Camila, y como no faltaba lugar para poderlo hacer, aquel mismo día la halló sola, y [ella], así como vio que le podía hablar, le dijo: -Sabed, amigo Lotario, que tengo una pena en el corazón, que me le aprieta de suerte, que parece que quiere reventar en el pecho, y ha de ser maravilla si no lo hace. Pues ha llegado la desvergüenza DE LEONELA A TANTO, QUE CADA NOCHE ENCIERRA A UN GALÁN SUYO EN ESTA CASA, y se está con él hasta el día, tan a costa de mi crédito, cuanto le quedará campo abierto de juzgarlo al que le viere salir a horas tan inusitadas de mi casa; y lo que me fatiga es que no la puedo castigar ni reñir; que el ser ella secretario de nuestros tratos me ha puesto un freno en la boca para callar los suyos, y temo que de aquí ha de nacer algún mal suceso. Al principio que CAMILA ESTO DECÍA CREYÓ LOTARIO QUE ERA ARTIFICIO para desmentirle que el hombre que había visto salir era de Leonela, y no suyo; pero viéndola llorar y afligirse y pedirle remedio, vino a CREER LA VERDAD, Y, EN CREYÉNDOLA, ACABÓ DE ESTAR CONFUSO Y ARREPENTIDO DEL TODO. Pero, con todo esto, respondió a Camila que no tuviese pena, que él ordenaría remedio para atajar la insolencia de Leonela. Díjole asimismo lo que, instigado de la furiosa rabia de los celos, había dicho a Anselmo, y cómo estaba concertado de esconderse en la recámara para ver desde allí a la clara la poca lealtad que ella le guardaba. Pidióle perdón de esta locura, y consejo para poder remediarla y salir bien de tan revuelto laberinto como su mal discurso le había puesto. (18) DESCONFIANZA DE CAMILA, POR LOS MALENTENDIDOS PRODUCIDOS. ENGAÑA A ANSELMO Espantada quedó Camila de oír lo que Lotario le decía, y con mucho enojo y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinación que había tenido. Pero como naturalmente tiene la mujer ingenio presto para el bien y para el mal, más que el varón, puesto que le va faltando cuando de propósito se pone a hacer discursos, luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer irremediable negocio, y dijo a Lotario que procurase que otro día se escondiese Anselmo donde decía, porque ella pensaba sacar de su escondimiento comodidad para que desde ALLÍ EN ADELANTE LOS DOS SE GOZASEN SIN SOBRESALTO ALGUNO; y sin declararle del todo su pensamiento, le advirtió que tuviese cuidado que, en estando Anselmo escondido, él viniese cuando Leonela le llamase, y que a cuanto ella le dijese le respondiese como respondiera aunque no supiera que Anselmo le escuchaba. Porfió Lotario que le acabase de declarar su intención, porque con más seguridad y aviso guardase todo lo que viese ser necesario. -Digo -dijo Camila- que no hay más que guardar, si no fuere responderme como yo os preguntare; no queriendo Camila darle antes cuenta de lo que pensaba hacer, temerosa que no quisiese seguir el parecer que a ella tan bueno le parecía, y siguiese o buscase otros que no podrían ser tan buenos. Con esto se fue Lotario, y Anselmo, otro día, con la excusa de ir [a] aquella aldea de su amigo, se partió y volvió a esconderse; que lo pudo hacer con comodidad, porque de industria se la dieron Camila y Leonela. Escondido, pues, Anselmo, con aquel sobresalto que se puede imaginar que tendría el que esperaba ver por sus ojos hacer anatomía de las entrañas de su honra, íbase a pique de perder el sumo bien que él pensaba que tenía en su querida Camila. Seguras ya y ciertas Camila y Leonela que Anselmo estaba escondido, entraron en la recámara, y apenas hubo puesto los pies en ella Camila, cuando, dando un grande suspiro, dijo: -¡Ay, Leonela amiga!, ¿no sería mejor que antes que llegase a poner en ejecución lo que no quiero que sepas, porque no procures estorbarlo, que tomases la daga de Anselmo que te he pedido y pasases con ella este infame pecho mío? Pero no hagas tal; que no será razón que yo lleve la pena de la ajena culpa. Primero quiero saber qué es lo que vieron en mí los atrevidos y deshonestos ojos de

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES Lotario que fuese causa de darle atrevimiento a descubrirme un tan mal deseo como es el que me ha descubierto en desprecio de su amigo y en deshonra mía. Ponte, Leonela, a esa ventana y llámale; que sin duda alguna él debe de estar en la calle esperando poner en efecto su mala intención. Pero primero se pondrá la cruel cuanto honrada mía. -¡Ay, señora mía! -respondió la sagaz y advertida Leonela- y ¿qué es lo que quieres hacer con esta daga? ¿Quieres, por ventura, quitarte la vida o quitársela a Lotario? Que cualquiera de estas cosas que quieras ha de redundar en pérdida de tu crédito y fama. Mejor es que disimules tu agravio, y no des lugar a que este mal hombre entre ahora en esta casa y nos halle solas; mira, señora, que somos flacas mujeres, y él es hombre, y determinado, y como viene con aquel mal propósito, ciego y apasionado, quizá antes que tú pongas en ejecución el tuyo, hará él lo que te estaría más mal que quitarte la vida. ¡Mal haya mi señor Anselmo, que tanto mal ha querido dar a este desuellacaras en su casa! Y ya, señora, que le mates, como yo pienso que quieres hacer, ¿qué hemos de hacer de él después de muerto? -¿Qué, amiga? -respondió Camila-; dejarémosle para que Anselmo le entierre, pues será justo que tenga por descanso el trabajo que tomare en poner debajo de la tierra su misma infamia. Llámale, acaba; que todo el tiempo que tardo en tomar la debida venganza de mi agravio parece que ofendo a la lealtad que a mi esposo debo. Todo esto escuchaba Anselmo, y a cada palabra que Camila decía se le mudaban los pensamientos. Mas cuando entendió que estaba resuelta en matar a Lotario, quiso salir y descubrirse, porque tal cosa no se hiciese; pero detúvole el deseo de ver en qué paraba tanta gallardía y honesta resolución, con propósito de salir a tiempo que la estorbase. Tomóle en esto a Camila un fuerte desmayo, y, arrojándose encima de una cama que allí estaba, comenzó Leonela a llorar muy amargamente y a decir: -¡Ay, desdichada de mí, si fuese tan sin ventura, que se me muriese aquí entre mis brazos la flor de la honestidad del mundo, la corona de las buenas mujeres, el ejemplo de la castidad! -con otras cosas a éstas semejantes, que ninguno la escuchara que no la tuviera por la más lastimada y leal doncella del mundo, y a su señora por otra nueva y perseguida Penélope. Poco tardó en volver de su desmayo Camila, y al volver en sí, dijo: -¿Por qué no vas, Leonela, a llamar al más leal amigo de amigo que vio el sol o cubrió la noche? ¡Acaba, corre, aguija, camina, no se esfogue con la tardanza el fuego de la cólera que tengo, y se pase en amenazas y maldiciones la justa venganza que espero! -Ya voy a llamarle, señora mía -dijo Leonela-; mas hasme de dar primero esa daga, porque no hagas cosa, en tanto que falto, que dejes con ella que llorar toda la vida a todos los que bien te quieren. -Ve segura, Leonela amiga, que no haré -respondió Camila- porque ya que sea atrevida y simple a tu parecer en volver por mi honra, no lo he de ser tanto como aquella Lucrecia, de quien dicen que se mató sin haber cometido error alguno, y sin haber muerto primero a quien tuvo la causa de su desgracia; yo moriré, si muero, pero ha de ser vengada y satisfecha del que me ha dado ocasión de venir a este lugar a llorar sus atrevimientos, nacidos tan sin culpa mía. (19) TEATRALIZACION DEL ENGAÑO QUE CADA VEZ PARA SATISFACER MAS A ANSELMO Mucho se hizo de rogar Leonela antes que saliese a llamar a Lotario, pero en fin salió, y entretanto que volvía, quedó Camila diciendo, como que hablaba consigo misma:

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES -¡Válgame Dios! ¿No fuera más acertado haber despedido a Lotario, como otras muchas veces lo he hecho, que no ponerle en condición, como ya le he puesto, que me tenga por deshonesta y mala, siquiera este tiempo que he de tardar en desengañarle? Mejor fuera, sin duda; pero no quedara yo vengada, ni la honra de mi marido satisfecha, si tan a manos lavadas y tan a paso llano se volviera a salir de donde sus malos pensamientos le entraron. Pague el traidor con la vida lo que intentó con tan lascivo deseo. Sepa el mundo, si acaso llegare a saberlo, de que Camila no sólo guardó la lealtad a su esposo, sino que le dio venganza del que se atrevió a ofenderle. Mas, con todo, creo que fuera mejor dar cuenta de esto a Anselmo; pero ya se la apunté a dar en la carta que le escribí al aldea, y creo que el no acudir él al remedio del daño que allí le señalé, debió de ser que, de puro bueno y confiado, no quiso ni pudo creer que en el pecho de su tan firme amigo pudiese caber género de pensamiento que contra su honra fuese, ni aun yo lo creí después por muchos días, ni lo creyera jamás, si su insolencia no llegara a tanto, que las manifiestas dádivas y las largas promesas y las continuas lágrimas no me lo manifestaran. Mas ¿para qué hago yo ahora estos discursos? ¿Tiene, por ventura, una resolución gallarda necesidad de consejo alguno? No, por cierto. ¡Afuera, pues, traidores! ¡Aquí, venganzas! ¡Entre el falso, venga, llegue, muera y acabe, y suceda lo que sucediere! Limpia entré en poder del que el cielo me dio por mío; limpia he de salir de él, y, cuando mucho, saldré bañada en mi casta sangre y en la impura del más falso amigo que vio la amistad en el mundo. Y, diciendo esto, se paseaba por la sala con la daga desenvainada dando tan desconcertados y desaforados pasos y haciendo tales ademanes, que no parecía sino que le faltaba el juicio y que no era mujer delicada, sino un rufián desesperado. Todo lo miraba Anselmo, cubierto detrás de unos tapices donde se había escondido, y de todo se admiraba y ya le parecía que lo que había visto y oído era bastante satisfacción para mayores sospechas, y ya quisiera que la prueba de venir Lotario faltara, temeroso de algún mal repentino suceso; y, estando ya para manifestarse y salir, para abrazar y desengañar a su esposa, se detuvo porque vio que Leonela volvía con Lotario de la mano; y así como Camila le vio, haciendo con la daga en el suelo una gran raya delante de ella, le dijo: -Lotario, advierte lo que te digo: si a dicha te atrevieres a pasar de esta raya que ves, ni aun llegar a ella, en el punto que viere que lo intentas, en ese mismo me pasaré el pecho con esta daga que en las manos tengo, y antes que a esto me respondas palabra, quiero que otras algunas me escuches; que después responderás lo que más te agradare. Lo primero, quiero, Lotario, que me digas si conoces a Anselmo, mi marido, y en qué opinión le tienes. Y lo segundo, quiero saber también si me conoces a mí. Respóndeme a esto, y no te turbes, ni pienses mucho lo que has de responder, pues no son dificultades las que te pregunto. No era tan ignorante Lotario, que desde el primer punto que Camila le dijo que hiciese esconder a Anselmo no hubiese dado en la cuenta de lo que ella pensaba hacer, y, así, correspondió con su intención tan discretamente y tan a tiempo, que hicieran los dos pasar aquella mentira por más que cierta verdad, y, así, respondió a Camila de esta manera: -No pensé yo, hermosa Camila, que me llamabas para preguntarme cosas tan fuera de la intención con que yo aquí vengo; si lo haces por dilatarme la prometida merced, desde más lejos pudieras entretenerla, porque tanto más fatiga el bien deseado cuanto la esperanza está más cerca de poseerlo; pero porque no digas que no respondo a tus preguntas, digo que conozco a tu esposo Anselmo, y nos conocemos los dos desde nuestros más tiernos años, y no quiero decir lo que tú tan bien sabes de nuestra amistad, por [no] me hacer testigo del agravio que el amor hace que le haga: poderosa disculpa de mayores yerros. A ti te conozco y tengo en la misma posesión que él te tiene; que, a no ser así, por menos prendas que las tuyas no había yo de ir contra lo que debo a ser quien soy, y contra las santas leyes de la verdadera amistad, ahora por tan poderoso enemigo como el amor por mí rompidas y violadas.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES

-Si eso confiesas -respondió Camila- enemigo mortal de todo aquello que justamente merece ser amado, ¿con qué rostro osas parecer ante quien sabes que es el espejo donde se mira aquél en quien tú te debieras mirar, para que vieras con cuán poca ocasión le agravias? Pero ya caigo, ¡ay, desdichada de mí!, en la cuenta de quién te ha hecho tener tan poca con lo que a ti mismo debes, que debe de haber sido alguna desenvoltura mía, que no quiero llamarla deshonestidad, pues no habrá procedido de deliberada determinación, sino de algún descuido de los que las mujeres, que piensan que no tienen de quién recatarse, suelen hacer inadvertidamente. Si no, dime: ¿cuándo, ¡oh traidor!, respondí a tus ruegos con alguna palabra o señal que pudiese despertar en ti alguna sombra de esperanza de cumplir tus infames deseos? ¿Cuándo tus amorosas palabras no fueron deshechas y reprendidas de las mías con rigor y con aspereza? ¿Cuándo tus muchas promesas y mayores dádivas fueron de mí creídas ni admitidas? Pero por parecerme que alguno no puede perseverar en el intento amoroso luengo tiempo si no es sustentado de alguna esperanza, quiero atribuirme a mí la culpa de tu impertinencia, pues sin duda algún descuido mío ha sustentado tanto tiempo tu cuidado, y, así, quiero castigarme y darme la pena que tu culpa merece. Y, porque vieses que siendo conmigo tan inhumana no era posible dejar de serlo contigo, quise traerte a ser testigo del sacrificio que pienso hacer a la ofendida honra de mi tan honrado marido, agraviado de ti con el mayor cuidado que te ha sido posible, y de mí también con el poco recato que he tenido del huir la ocasión, si alguna te di, para favorecer y canonizar tus malas intenciones. Torno a decir que la sospecha que tengo que algún descuido mío engendró en ti tan desvariados pensamientos es la que más me fatiga, y la que yo más deseo castigar con mis propias manos, porque, castigándome otro verdugo, quizá sería más pública mi culpa; pero antes que esto haga, quiero matar muriendo, y llevar conmigo quien me acabe de satisfacer el deseo de la venganza que espero y tengo, viendo allá, dondequiera que fuere, la pena que da la justicia desinteresada y que no se dobla al que en términos tan desesperados me ha puesto. Y, diciendo estas razones, con una increíble FUERZA Y LIGEREZA ARREMETIÓ A LOTARIO CON LA DAGA DESENVAINADA, con tales muestras de querer enclavársela en el pecho, que casi él estuvo en duda si aquellas demostraciones eran falsas o verdaderas, porque le fue forzoso valerse de su industria y de su fuerza para estorbar que Camila no le diese; la cual tan vivamente fingía aquel extraño embuste y fealdad, que por darle color de verdad, la quiso matizar con su misma sangre; porque viendo que no podía haber a Lotario, o fingiendo que no podía, dijo: -Pues la suerte no quiere satisfacer del todo mi tan justo deseo, a lo menos no será tan poderosa, que, en parte, me quite que no le satisfaga. Y, haciendo fuerza para soltar la mano de la daga que Lotario la tenía asida, la sacó, y guiando su punta por parte que pudiese herir no profundamente, se la entró y escondió por más arriba de la islilla del lado izquierdo, junto al hombro, y luego, se dejó caer en el suelo, como desmayada. Estaban Leonela y Lotario suspensos y atónitos de tal suceso, y todavía DUDABAN DE LA VERDAD de aquel hecho, viendo a Camila tendida en tierra y bañada en su sangre; acudió Lotario con mucha presteza, despavorido y sin aliento, a sacar la daga, y, en ver la pequeña herida, salió del temor que hasta entonces tenía, y de nuevo se admiró de la sagacidad, prudencia y mucha discreción de la hermosa Camila; y por acudir con lo que a él le tocaba, comenzó a hacer una larga y triste lamentación SOBRE EL CUERPO DE CAMILA, COMO SI ESTUVIERA DIFUNTA, echándose muchas maldiciones, no sólo a él, sino al que había sido causa de haberle puesto en aquel término. Y como sabía que le escuchaba su amigo Anselmo, decía cosas que el que le oyera le tuviera mucha más lástima que a Camila, aunque por muerta la juzgara.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES Leonela la tomó en brazos y la puso en el lecho, suplicando a Lotario fuese a buscar quien secretamente a Camila curase. Pedíale asimismo consejo y parecer de lo que dirían a Anselmo de aquella herida de su señora, si acaso viniese antes que estuviese sana. Él respondió que dijesen lo que quisiesen; que él no estaba para dar consejo que de provecho fuese; sólo le dijo que procurase tomarle la sangre, porque él se iba adonde gentes no le viesen. Y con muestras de mucho dolor y sentimiento se salió de casa, y cuando se vio solo y en parte donde nadie le veía, no cesaba de hacerse cruces, maravillándose de la INDUSTRIA DE CAMILA y de los ademanes tan propios de Leonela. Consideraba cuán enterado había de quedar Anselmo de que tenía por mujer a una segunda Porcia, y DESEABA VERSE CON ÉL PARA CELEBRAR LOS DOS LA MENTIRA Y LA VERDAD MÁS DISIMULADA QUE JAMÁS PUDIERA IMAGINARSE. Leonela tomó, como se ha dicho, la sangre a su señora, que no era más de aquello que bastó para acreditar su embuste, y lavando con un poco de vino la herida, se la ató lo mejor que supo, diciendo tales razones en tanto que la curaba, que aunque no hubieran precedido otras, bastaran a hacer creer a Anselmo que TENÍA EN CAMILA UN SIMULACRO DE LA HONESTIDAD. Juntáronse a las palabras de Leonela otras de Camila, llamándose cobarde y de poco ánimo, pues le había faltado al tiempo que fuera más necesario tenerle, para quitarse la vida, que tan aborrecida tenía. Pedía consejo a su doncella si daría, o no, todo aquel suceso a su querido esposo, la cual le dijo que no se lo dijese, porque le pondría en obligación de vengarse de Lotario, lo cual no podría ser sin mucho riesgo suyo; y que la buena mujer estaba obligada a no dar ocasión a su marido a que riñese, sino a quitarle todas aquellas que le fuese posible. Respondió Camila que le parecía muy bien su parecer, y que ella le seguiría; pero que en todo caso convenía buscar qué decir a Anselmo de la causa de aquella herida, que él no podría dejar de ver; a lo que Leonela respondía que ella, ni aun burlando, no sabía mentir. -Pues yo, hermana -replicó Camila- ¿QUÉ TENGO DE SABER, QUE NO ME ATREVERÉ A FORJAR NI SUSTENTAR UNA MENTIRA SI ME FUESE EN ELLO LA VIDA? Y SI ES QUE NO HEMOS DE SABER DAR SALIDA A ESTO, MEJOR SERÁ DECIRLE LA VERDAD DESNUDA, QUE NO QUE NOS ALCANCE EN MENTIROSA CUENTA. -No tengas pena, señora; de aquí a mañana -respondió Leonela- yo pensaré qué le digamos, y quizá que por ser la herida donde es, se podrá encubrir sin que él la vea, y el cielo será servido de favorecer a nuestros tan justos y tan honrados pensamientos. Sosiégate, señora mía, y procura sosegar tu alteración, porque mi señor no te halle sobresaltada; y lo demás déjalo a mi cargo y al de Dios, que siempre acude a los buenos deseos. Atentísimo había estado Anselmo a escuchar y a ver REPRESENTAR LA TRAGEDIA DE LA MUERTE DE SU HONRA; La cual con tan extraños y eficaces afectos la representaron los personajes de ella, que pareció QUE SE HABÍAN TRANSFORMADO EN LA MISMA VERDAD DE LO QUE FINGÍAN. Deseaba mucho la noche y el tener lugar para salir de su casa, e ir a verse con su buen amigo Lotario, congratulándose con él de la margarita preciosa que había hallado en el desengaño de la bondad de su esposa. Tuvieron cuidado las dos de darle lugar y comodidad a que saliese, y él, sin perderla, salió, y luego fue a buscar a Lotario; el cual hallado, no se puede buenamente contar los abrazos que le dio, las cosas que de su contento le dijo, las alabanzas que dio a Camila. Todo lo cual escuchó Lotario sin poder dar muestras de alguna alegría; porque se le representaba a la memoria cuán engañado estaba su amigo, y cuán injustamente él le agraviaba. Y aunque Anselmo veía que Lotario no se alegraba, creyó ser la causa por haber dejado a Camila herida y haber él sido la causa. Y, así, entre otras razones, le dijo que no tuviese pena del suceso de Camila, porque, sin duda, la herida era ligera, pues quedaban de concierto de encubrírsela a él. Y que, según esto, no había de

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES qué temer, sino que de allí adelante se gozase y alegrase con él, pues por su industria y medio él se veía levantado a la más alta felicidad que acertara desearse, y quería que no fuesen otros sus entretenimientos que EN HACER VERSOS EN ALABANZA DE CAMILA, QUE LA HICIESEN ETERNA EN LA MEMORIA DE LOS SIGLOS VENIDEROS. Lotario alabó su buena determinación, y dijo que él por su parte ayudaría a levantar tan ilustre edificio. CON ESTO QUEDÓ ANSELMO EL HOMBRE MÁS SABROSAMENTE ENGAÑADO QUE PUDO HABER EN EL MUNDO; ÉL MISMO LLEVABA POR LA MANO A SU CASA, CREYENDO QUE LLEVABA EL INSTRUMENTO DE SU GLORIA, TODA LA PERDICIÓN DE SU FAMA. Recibíale Camila con rostro al parecer torcido, aunque con alma risueña. Duró este engaño algunos días, hasta que al cabo de pocos meses volvió fortuna su rueda y SALIÓ A PLAZA LA MALDAD CON TANTO ARTIFICIO HASTA ALLÍ CUBIERTA, Y A ANSELMO LE COSTÓ LA VIDA SU IMPERTINENTE CURIOSIDAD. CAPÍTULO XXXV (20) CONFIRMAN CON LA VERDAD DE LOS HECHOS EL ENGAÑO PERO APARECEN LOS PROBLEMAS (…) Sucedió, pues, que por la satisfacción que Anselmo tenía de la bondad de Camila, vivía una vida contenta y descuidada, y Camila, de industria, hacía mal rostro a Lotario, porque Anselmo entendiese al revés de la voluntad que le tenía, y para más confirmación de su hecho, pidió licencia Lotario para no venir a su casa, pues claramente se mostraba la pesadumbre que con su vista Camila recibía; mas el ENGAÑADO ANSELMO le dijo que en ninguna manera tal hiciese. Y de esta manera, por mil maneras era Anselmo el fabricador de su deshonra, creyendo que lo era de su gusto. En esto, el que tenía Leonela de verse cualificada, no de [deshonesta] con sus amores, llegó a tanto, que, sin mirar a otra cosa, se iba tras él a suelta rienda, fiada en que su señora la encubría y aun la advertía del modo que con poco recelo pudiese ponerle en ejecución. En fin, una noche sintió Anselmo pasos en el aposento de Leonela, y, queriendo entrar a ver quién los daba, sintió que le detenían la puerta, cosa que le puso más voluntad de abrirla; y tanta fuerza hizo, que la abrió, y entró dentro a tiempo que vio que un hombre saltaba por la ventana a la calle, y acudiendo con presteza a alcanzarle o conocerle, no pudo conseguir lo uno ni lo otro, porque Leonela se abrazó con él, diciéndole: Sosiégate, señor mío, y no te alborotes ni sigas al que de aquí saltó: es cosa mía, y tanto, que es mi esposo. No lo quiso creer Anselmo; antes, ciego de enojo, sacó la daga y quiso herir a Leonela, diciéndole que le dijese la verdad; si no, que la mataría. Ella, con el miedo, sin saber lo que se decía, le dijo: -No me mates, señor; que yo te diré cosas de más importancia de las que puedes imaginar. -Dilas luego -dijo Anselmo-; si no, muerta eres. -Por ahora será imposible -dijo Leonela- según estoy de turbada; déjame hasta mañana, que entonces sabrás de mí lo que te ha de admirar; y está seguro que el que saltó por esta ventana es un mancebo de esta ciudad, que me ha dado la mano de ser mi esposo. (21) CAMILA INFORMA A LOTARIO Y BUSCA SU PROTECCIÓN. Sosegóse con esto Anselmo y quiso aguardar el término que se le pedía, porque no pensaba oír cosa que contra Camila fuese, por estar de su bondad tan satisfecho y seguro; y, así, se salió del aposento y dejó encerrada en él a Leonela, diciéndole que de allí no saldría hasta que le dijese lo que tenía que decirle. Fue luego a ver a Camila y a decirle, como le dijo, todo aquello que con su doncella le había pasado, y la palabra que le había dado de decirle grandes cosas y de importancia. Si se turbó Camila o no, no hay para qué decirlo, porque fue tanto el temor que cobró, creyendo verdaderamente -y era de creer- QUE LEONELA HABÍA DE DECIR A ANSELMO TODO LO QUE SABÍA DE SU POCA FE, que no

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES tuvo ánimo para esperar si su sospecha salía falsa o no. Y aquella misma noche, cuando le pareció que Anselmo dormía, juntó las mejores joyas que tenía y algunos dineros, y, sin ser de nadie sentida, SALIÓ DE CASA Y SE FUE A LA DE LOTARIO, A QUIEN CONTÓ LO QUE PASABA, y le pidió que la pusiese en cobro, o que SE AUSENTASEN LOS DOS DONDE DE ANSELMO PUDIESEN ESTAR SEGUROS. La confusión en que Camila puso a Lotario fue tal, que no le sabía responder palabra, ni menos sabía resolverse en lo que haría. En fin, acordó de LLEVAR A CAMILA A UN MONASTERIO en quien era priora una su hermana. Consintió Camila en ello, y con la presteza que el caso pedía, la llevó Lotario y la dejó en el monasterio, y él asimismo se ausentó luego de la ciudad, sin dar parte a nadie de su ausencia. (22) ANSELMO COMIENZO A DESCUBRIR TODA LA VERDAD Y MUERE DE DOLOR Cuando amaneció, sin echar de ver Anselmo que Camila faltaba de su lado, con el deseo que tenía de saber lo que Leonela quería decirle, se levantó y fue adonde la había dejado encerrada. Abrió y entró en el aposento, pero no halló en él a Leonela; sólo halló puestas unas sábanas añudadas a la ventana, indicio y señal que por allí se había descolgado e ido. Volvió luego muy triste a decírselo a Camila, y, no hallándola en la cama ni en toda la casa, quedó asombrado. Preguntó a los criados de casa por ella, pero nadie le supo dar razón de lo que pedía. Acertó acaso, andando a buscar a Camila, que vio sus cofres abiertos, y que de ellos faltaban las más de sus joyas, y con esto acabó de caer en la cuenta de su desgracia, y en que no era Leonela la causa de su desventura. Y así como estaba, sin acabarse de vestir, triste y pensativo, fue a dar cuenta de su desdicha a su amigo Lotario; mas cuando no le halló, y sus criados le dijeron que aquella noche había faltado de casa, y había llevado consigo todos los dineros que tenía, pensó perder el juicio. Y para acabar de concluir con todo, volviéndose a su casa, no halló en ella ninguno de cuantos criados ni criadas tenía, sino la casa desierta y sola. No sabía qué pensar, qué decir, ni qué hacer, y poco a poco se le iba volviendo el juicio. Contemplábase y mirábase en un instante sin mujer, sin amigo y sin criados; desamparado, a su parecer, del cielo que le cubría, y, sobre todo, sin honra, porque en la falta de Camila vio su perdición. Resolvióse, en fin, a cabo de una gran pieza, de irse a la aldea de su amigo, donde había estado cuando dio lugar a que se maquinase toda aquella desventura. Cerró las puertas de su casa, subió a caballo, y con desmayado aliento se puso en camino; y apenas hubo andado la mitad, cuando, acosado de sus pensamientos, le fue forzoso apearse y arrendar su caballo a un árbol, a cuyo tronco se dejó caer, dando tiernos y dolorosos suspiros; y allí se estuvo hasta casi que anochecía, y aquella hora vio que venía un hombre a caballo de la ciudad, y, después de haberle saludado, le preguntó qué nuevas había en Florencia. El ciudadano respondió: -Las más extrañas que muchos días ha se han oído en ella, porque SE DICE PÚBLICAMENTE QUE LOTARIO, AQUEL GRANDE AMIGO DE ANSELMO EL RICO, QUE VIVÍA A SAN JUAN, SE LLEVÓ ESTA NOCHE A CAMILA, MUJER DE ANSELMO, el cual tampoco parece. Todo esto ha dicho una criada de Camila, que anoche la halló el gobernador descolgándose con una sábana por las ventanas de la casa de Anselmo. En efecto, no sé puntualmente cómo pasó el negocio; sólo sé que toda la ciudad está admirada de este suceso, porque no se podía esperar tal hecho de la mucha y familiar amistad de los dos, que dicen que era tanta, que los llamaban "los dos amigos". (…) Con tan desdichadas nuevas casi, casi llegó a términos Anselmo no sólo de perder el juicio, sino de acabar la vida. Levantóse como pudo, y llegó a casa de su amigo, que aún no sabía su desgracia; mas como le vio llegar amarillo, consumido y seco, entendió que de algún grave mal venía fatigado. Pidió

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES luego Anselmo que le acostasen, y que le diesen aderezo de escribir. Hízose así, y dejáronle acostado y solo, porque él así lo quiso, y aun que le cerrasen la puerta. Viéndose, pues, solo, comenzó a cargar tanto la imaginación de su desventura, que claramente conoció que se le iba acabando la vida; y, así, ordenó de dejar noticia de la causa de su extraña muerte; y comenzando a escribir, antes que acabase de poner todo lo que quería, le faltó el aliento y DEJÓ LA VIDA EN LAS MANOS DEL DOLOR QUE LE CAUSÓ SU CURIOSIDAD IMPERTINENTE. Viendo el señor de casa que era ya tarde, y que Anselmo no llamaba, acordó de entrar a saber si pasaba adelante su indisposición, y hallóle tendido boca abajo, la mitad del cuerpo en la cama y la otra mitad sobre el bufete, sobre el cual estaba con el papel escrito y abierto, y él tenía aún la pluma en la mano. Llegóse el huésped a él, habiéndole llamado primero, y trabándole por la mano, viendo que no le respondía, y hallándole frío, vio que estaba muerto. Admiróse y congojóse en gran manera, y llamó a la gente de casa para que viesen la desgracia a Anselmo sucedida; y, finalmente, leyó el papel, que conoció que de su misma mano estaba escrito, el cual contenía estas razones: "Un necio e impertinente deseo me quitó la vida. Si las nuevas de mi muerte llegaren a los oídos de Camila, sepa que yo la perdono, porque no estaba ella obligada a hacer milagros, ni yo tenía necesidad de querer que ella los hiciese; y pues yo fui el fabricador de mi deshonra, no hay para qué..." Hasta aquí escribió Anselmo, por donde se echó de ver que en aquel punto, sin poder acabar la razón, se le acabó la vida. Otro día dio aviso su amigo a los parientes de Anselmo de su muerte, los cuales ya sabían su desgracia y el monasterio donde Camila estaba, casi en el término de acompañar a su esposo en aquel forzoso viaje, no por las nuevas del muerto esposo, mas por las que supo del ausente amigo. Dícese que, aunque se vio viuda, no quiso salir del monasterio, ni menos hacer profesión de monja, hasta que, no de allí a muchos días, le vinieron nuevas que Lotario había muerto en una batalla que en aquel tiempo dio Monsiur de Lautrec al Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba en el reino de Nápoles, donde había ido a parar el tarde arrepentido amigo, lo cual sabido por Camila, hizo profesión y acabó en breves días la vida a las rigurosas manos de tristezas y melancolías. Este fue el fin que tuvieron todos, nacido de un tan desatinado principio.

QUE VERDAD HAY DETRÁS DE LA VERDAD  La curiosa historia de CERVANTES - una muy barroca historia dentro de la gran historia del QUIJOTE y sus compañeros de aventuras - muestra la imprudente actitud de ANSELMO comprometiendo a su amigo LOTARIO (en quien confía plenamente y de quien no podrá sospecha nada) y poniendo injustamente a prueba a su esposa CAMILA.  Todo el relato sucede ante los OJOS o la imaginación de ANSELMO que ve lo que quiere ver y toma como verdadero lo que él va interpretando. Las cosas no suceden a sus espaldas, sino que suceden ante sus ojos, están allí como las piedras del friso: el problema es que la mirada ve lo que quiere ver, lo que previamente interpreta. Nunca podrá ver la fidelidad o la infidelidad de CAMILA porque sólo confía en la fidelidad de su AMIGO LOTARIO.  En un primer momento ANSELMO “VE” A LOTARIO – amigo fiel – haciendo contra su voluntad todo el esfuerzo por conquistar y quebrar A CAMILA, pero en realidad su amigo no hace nada de lo prometido y construye estrategias de simulación, porque le parece innecesario e imprudente hacerlo.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES  Posteriormente ANSELMO continúa viendo el trabajo de LOTARIO por despertar el amor de CAMILA (y la infidelidad), mostrando toda la pasión que lo invade…pero aquí en lugar de VER lo que tiene ante sus ojos (el enamoramiento de ambos), sigue viendo lo que en su momento le había solicitado al amigo (ahora infiel). Es decir que cuando más preocupado está ANSELMO más fieles son su esposa y su amigo; y cuando las FELIZ Y CONTENTO se siente, mas engañado por ambos vive. “[LOTARIO] deseaba verse con ANSELMO para celebrar los dos la mentira y la verdad más disimulada que jamás pudiera imaginarse”. Atentísimo había estado Anselmo a escuchar y a ver representar (simulacro) la tragedia de la muerte de su honra; La cual con tan extraños y eficaces afectos la representaron los personajes de ella, que pareció que se habían transformado en la misma verdad de lo que fingían. Deseaba mucho la noche y el tener lugar para salir de su casa, e ir a verse con su buen amigo Lotario, congratulándose con él de la margarita preciosa que había hallado en el desengaño de la bondad de su esposa.  En este juego de simetrías y engaños: cuanto más se alegra ANSELMO de la fidelidad de su mujer, mas se alegra LOTARIO de la posibilidad de haberla conquistado. Y – al mismo tiempo- en cada encargo que recibe de ANSELMO para homenajear a CAMILA, es el homenaje del mismo LOTARIO el que se realiza, mensaje que sólo los amantes reconocen. “Con esto quedó ANSELMO el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo; él mismo llevaba por la mano a su casa, creyendo que llevaba el instrumento de su gloria, toda la perdición de su fama”.  La verdad de los hechos está siempre disponible, pero descubrirlo es un trabajo que – en el caso de ANSELMO – llega demasiado tarde y le provoca el mal que en su momento le había anticipado LOTARIO: la muerte. “Advierte que lo que aventuras a ganar es poco, y que lo que perderás será tanto, que lo dejaré en su punto, porque me faltan palabras para encarecerlo.”

BORGES JORGE LUIS: LA MUERTE Y LA BRUJULA (01) INTRODUCCION AL RELATO DE LOS MUCHOS problemas que ejercitaron la temeraria perspicacia de LÖNNROT, ninguno tan extraño —tan rigurosamente extraño, diremos— como LA PERIÓDICA SERIE DE HECHOS DE SANGRE QUE CULMINARON EN LA QUINTA DE TRISTE-LE-ROY, entre el interminable olor de los eucaliptos. Es verdad que ERIK LÖNNROT NO LOGRÓ IMPEDIR EL ÚLTIMO CRIMEN, PERO ES INDISCUTIBLE QUE LO PREVIÓ. Tampoco adivinó la identidad del infausto asesino de Yarmolinsky, pero sí la secreta morfología de la malvada serie y la participación de RED SCHARLACH, cuyo segundo apodo es Scharlach el Dandy. Ese criminal (como tantos) había jurado por su honor la muerte de Lönnrot, pero éste nunca se dejó intimidar. Lönnrot se creía un puro razonador, un Auguste Dupin, pero algo de aventurero había en él y hasta de tahur. (02) EL PRIMER CRIMEN El primer crimen ocurrió en el HÔTEL DU NORD, ese alto prisma que domina el estuario cuyas aguas tienen el color del desierto. A esa torre (que muy notoriamente reúne la aborrecida blancura de un sanatorio, la numerada divisibilidad de una cárcel y la apariencia general de una casa mala) arribó el

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES DÍA TRES DE DICIEMBRE el delegado de Podólsk al Tercer Congreso Talmúdico, DOCTOR MARCELO YARMOLINSKY, hombre de barba gris y ojos grises. Nunca sabremos si el Hôtel du Nord le agradó: lo aceptó con la antigua resignación que le había permitido tolerar tres años de guerra en los Cárpatos y tres mil años de opresión y de pogroms. Le dieron un dormitorio en el piso R, frente a la suite que no sin esplendor ocupaba el Tetraca de Galilea. Yarmolinsky cenó, postergó para el día siguiente el examen de la desconocida ciudad, ordenó en un placard sus muchos libros y sus muy pocas prendas, y antes de medianoche apagó la luz. (Así lo declaró el chauffeur del Tetrarca, que dormía en la pieza contigua.) El cuatro, a LAS 11 Y 3 MINUTOS A.M., lo llamó por teléfono un redactor de la Yidische Zaitung; el doctor Yarmolinsky no respondió; lo hallaron en su pieza, ya levemente oscura la cara, casi desnudo bajo una gran capa anacrónica. Yacía no lejos de la puerta que daba al corredor; una PUÑALADA PROFUNDA le había partido el pecho. Un par de horas después, en el mismo cuarto, entre periodistas, fotógrafos y gendarmes, el COMISARIO TREVIRANUS Y LÖNNROT debatían con serenidad el problema. —No hay que buscarle tres pies al gato —decía Treviranus, blandiendo un imperioso cigarro—. Todos sabemos que el Tetrarca de Galilea posee los mejores zafiros del mundo. Alguien, para robarlos, habrá penetrado aquí por error. Yarmolinsky se ha levantado; el ladrón ha tenido que matarlo. ¿Qué le parece? —Posible, pero no interesante —respondió Lönnrot—. Usted replicará que la realidad no tiene la menor obligación de ser interesante. Yo le replicaré que la realidad puede prescindir de esa obligación, pero no las hipótesis. En la que usted ha improvisado interviene copiosamente el azar. He aquí un rabino muerto; yo preferiría una explicación puramente rabínica, no los imaginarios percances de un imaginario ladrón. Treviranus repuso con mal humor: —No me interesan las explicaciones rabínicas; me interesa la captura del hombre que apuñaló a este DESCONOCIDO. —No tan desconocido —corrigió Lönnrot —. Aquí están sus obras completas—. Indicó en el placard una fila de altos volúmenes; una Vindicación de la cábala; un Examen de la filosofía de Robert Fludd; una traducción literal del Sepher Yezirah; una Biografía del Baal Shem; una Historia de la secta de los Hasidim; una monografía (en alemán) sobre el Tetragrámaton; otra, sobre la nomenclatura divina del Pentateuco. El comisario los miró con temor, casi con repulsión. Luego, se echó a reír. —Soy un pobre cristiano —repuso—. Llévese todos esos mamotretos, si quiere; no tengo tiempo que perder en supersticiones judías. —Quizás este crimen pertenece a la historia de las supersticiones judías —murmuró Lönnrot. —Como el cristanismo —se atrevió a completar el redactor de la Yidische Zaitung. Era miope, ateo y muy tímido. Nadie le contestó. Uno de los agentes había encontrado en la pequeña máquina de escribir una hoja de papel con esta sentencia inconclusa: “La primera letra del Nombre ha sido articulada”. LÖNNROT se abstuvo de sonreír. Bruscamente bibliófilo o hebraísta, ordenó que le hicieran un paquete con los libros del muerto y los llevó a su departamento. Indiferente a la investigación policial, se dedicó a estudiarlos. Un libro en octavo mayor le reveló las enseñanzas de Israel Baal Shem Tobh, fundador de la secta de los Piadosos; otro, las virtudes y terrores del Tetragrámaton, que es el inefable Nombre de Dios; otro, la tesis de que Dios tiene un nombre secreto, en el cual está compendiado (como en la esfera de cristal que los persas atribuyen a Alejandro de Macedonia), su

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES noveno atributo, la eternidad, es decir, el conocimiento inmediato de todas las cosas que serán, que son y que han sido en el universo. La tradición enumera noventa y nueve nombres de Dios; los hebraístas atribuyen ese imperfecto número al mágico temor de las cifras pares; los Hasidim razonan que ese hiato señala un centésimo nombre. El Nombre Absoluto. De esa erudición lo distrajo, a los pocos días, la aparición del redactor de la Yidische Zaitung. Este quería hablar del asesinato; Lönnrot prefirió hablar de los diversos nombres de Dios; el periodista declaró en tres columnas que el INVESTIGADOR ERIK LÖNNROT se había dedicado a estudiar los nombres de dios para dar con el nombre del asesino. Lönnrot, habituado a las simplificaciones del periodismo, no se indignó. Uno de esos tenderos que han descubierto que cualquier hombre se resigna a comprar cualquier libro, publicó una edición popular de la Historia de la secta de los Hasidim.

(3) EL SEGUNDO CRIMEN: EL SEGUNDO CRIMEN ocurrió la NOCHE DEL TRES DE ENERO, en el más desamparado y vacío de los huecos suburbios occidentales de la capital. Hacia el amanecer, uno de los gendarmes que vigilan a caballo esas soledades vio en el umbral de una antigua pintorería un hombre emponchado, yacente. El duro rostro estaba como enmascarado de sangre; una puñalada profunda le había rajado el pecho. En la pared, sobre los rombos amarillos y rojos, HABÍA UNAS PALABRAS EN TIZA. El gendarme las deletreó... Esa tarde, TREVIRANUS Y LÖNNROT se dirigieron a la remota escena del crimen. A izquierda y derecha del automóvil, la ciudad se desintegraba; crecía el firmamento y ya importaban poco las casas y mucho un horno de ladrillos o un álamo. Llegaron a su pobre destino: un callejón final de tapias rosadas que parecían reflejar de algún modo la desaforada puesta de sol. El muerto ya había sido identificado. Era DANIEL SIMÓ AZEVEDO, hombre de alguna fama en los antiguos arrabales del Norte, que había ascendido de carrero a guapo electoral, para degenerar después en ladrón y hasta en delator. (El singular estilo de su muerte les pareció adecuado: AZEVEDO era el último representante de una generación de bandidos que sabía el manejo del puñal, pero no del revólver.) Las palabras en tiza eran las siguientes: La segunda letra del Nombre ha sido articulada. (04) EL TERCER CRIMEN: EL TERCER CRIMEN ocurrió la noche del TRES DE FEBRERO. Poco antes de la una, el teléfono resonó en la oficina del COMISARIO TREVIRANUS. Con ávido sigilo, habló un hombre de voz gutural; dijo que se llamaba Ginzberg (o Ginsburg), y que estaba dispuesto a comunicar, por una remuneración razonable, los hechos de los dos sacrificios de AZEVEDO Y YARMOLINSKY. Una discordia de silbidos y de cornetas ahogó la voz del delator. Después, la comunicación se cortó. Sin rechazar la posibilidad de una broma (al fin, estaban en carnaval), Treviranus indagó que le habían hablado desde el Liverpool House, taberna de la Rue de Toulon —esa calle salobre en la que conviven el cosmorama y la lechería, el burdel y los vendedores de biblias. Treviranus habló con el patrón. Este (Black Finnegan, antiguo criminal irlandés, abrumado y casi anulado por la decencia) le dijo que la última

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES persona que había empleado el teléfono de la casa era un inquilino, un tal GRYPHIUS, que acababa de salir con unos amigos. Treviranus fue enseguida al Liverpool House. El patrón le comunicó lo siguiente: Hace ocho días, Gryphius había tomado pieza en los altos del bar. Era un hombre de rasgos afilados, de nebulosa barba gris, trajeado pobremente de negro; Finnegan (que destinaba esa habitación a un empleo que Treviranus adivinó) le pidió un alquiler sin duda excesivo; Gryphius inmediatamente pagó la suma estipulada. No salía casi nunca; cenaba y almorzaba en su cuarto; apenas si le conocían la cara en el bar. Esa noche, bajó a telefonear al despacho de Finnegan. Un cupé cerrado se detuvo ante la taberna. El cochero no se movió del pescante; algunos parroquianos recordaron que tenía máscara de oso. Del cupé bajaron dos arlequines; eran de reducida estatura y nadie pudo no observar que estaban muy borrachos. Entre balidos de cornetas, irrumpieron en el escritorio de Finnegan; abrazaron a Gryphius, que pareció reconocerlos, pero que les respondió con frialdad; cambiaron unas palabras en yiddish —él en voz baja, gutural, ellos con las voces falsas, agudas— y subieron a la pieza del fondo. Al cuarto de hora bajaron los tres, muy felices; Gryphius, tambaleante, parecía tan borracho como los otros. Iba, alto y vertiginoso, en el medio, entre los arlequines enmascarados. (Una de las mujeres del bar recordó los losanges amarillos, rojos y verdes.) Dos veces tropezó; dos veces lo sujetaron los arlequines. Rumbo a la dársena inmediata, de agua rectangular, los tres subieron al cupé y desaparecieron. Ya en el estribo del cupé, el último arlequín garabateó una figura obscena y una sentencia en una de las pizarras de la recova. Treviranus vio la sentencia. Era casi previsible; decía: La última de las letras del Nombre ha sido articulad Examinó, después, la piecita de Gryphius—Ginzberg. Había en el suelo una brusca estrella de sangre; en los rincones, restos de cigarrillo de marca húngara; en un armario, un libro en latín —el Philologus hebraeograecus(1739), de LEUSDEN— con varias notas manuscritas. Treviranus lo miró con indignación e hizo buscar a Lönnrot. Este, sin sacarse el sombrero, se puso a leer, mientras el comisario interrogaba a los contradictorios testigos del secuestro posible. A las cuatro salieron. En la torcida Rue de Toulon, cuando pisaban las serpentinas muertas del alba, Treviranus dijo: —¿Y si la historia de esta noche FUERA UN SIMULACRO? Erik Lönnrot sonrió y le leyó con toda gravedad un pasaje (QUE ESTABA SUBRAYADO) de la disertación trigésima tercera del Philologus: Dies Judaeorum incipit a solis occasu usque ad solis occasum diei sequentis. Esto quiere decir —agregó—, El día hebreo empieza al anochecer y dura hasta el siguiente anochecer. El otro ensayó una ironía. —¿Ese dato es el más valioso que usted ha recogido esta noche? —No. Más valiosa es UNA PALABRA que dijo Ginzberg. Los diarios de la tarde no descuidaron esas DESAPARICIONES PERIÓDICAS. La Cruz de la Espada las contrastó con la admirable disciplina y el orden del último Congreso Eremítico; Erns Palast, en El Mártir, reprobó “las demoras intolerables de un pogrom clandestino y frugal, que ha necesitado tres meses para liquidar TRES JUDÍOS”; la Yidische Zaitung rechazó la hipótesis horrorosa de un complot antisemita, “aunque muchos espíritus penetrantes no admiten otra solución del triple misterio”; el más ilustre de los pistoleros del Sur, DANDY RED SCHARLACH, juró que en su distrito nunca se producirían crímenes de ésos y acusó de culpable negligencia al COMISARIO FRANZ TREVIRANUS. (05) BUSCANDO EN DESENLACE Este recibió, la noche del PRIMERO DE MARZO, un imponente sobre sellado. Lo abrió: el sobre contenía una carta firmada BARUJ SPINOZA y un MINUCIOSO PLANO DE LA CIUDAD, arrancado notoriamente de un Baedeker. La carta profetizaba que EL TRES DE MARZO NO HABRÍA UN CUARTO

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES CRIMEN, pues la pinturería del Oeste, la taberna de la Rue de Toulon y el Hôtel du Nord eran “los vértices perfectos de un TRIÁNGULO equilátero y místico”; el plano demostraba en tinta roja la regularidad de ese triángulo. Treviranus leyó con resignación ese argumento more geometrico y mandó la carta y el plano a casa de LÖNNROT, indiscutible merecedor de tales locuras. Erik Lönnrot las estudió. LOS TRES LUGARES, en efecto, eran EQUIDISTANTES. SIMETRÍA EN EL TIEMPO (3 de diciembre, 3 de enero, 3 de febrero); simetría en el espacio también... Sintió, de pronto, que estaba por descifrar el misterio. UN COMPÁS Y UNA BRÚJULA completaron esa brusca intuición. Sonrió, pronunció la palabra TETRAGRÁMATON (de adquisición reciente) y llamó por teléfono al comisario. Le dijo: —Gracias por ese triángulo equilátero que usted anoche me mandó. ME HA PERMITIDO RESOLVER EL PROBLEMA. Mañana viernes los criminales estarán en la cárcel; podemos estar muy tranquilos. —Entonces, ¿no planean un cuarto crimen? —Precisamente, PORQUE PLANEAN UN CUARTO CRIMEN, podemos estar muy tranquilos. Lönnrot colgó el tubo. Una hora después, viajaba en un tren de los Ferrocarriles Australes, rumbo a la QUINTA ABANDONADA DE TRISTE-LE-ROY. AL SUR DE LA CIUDAD de mi cuento fluye un ciego riachuelo de aguas barrosas, infamado de curtiembres y de basuras. Del otro lado hay un suburbio donde, al amparo de un caudillo barcelonés, medran los pistoleros. Lönnrot sonrió al pensar que el más afamado —Red Scharlach— hubiera dado cualquier cosa por conocer su clandestina visita. Azevedo fue compañero de Scharlach; Lönnrot consideró la REMOTA POSIBILIDAD DE QUE LA CUARTA VÍCTIMA FUERA SCHARLACH. Después, la desechó... Virtualmente, había descifrado el problema; las meras circunstancias, la realidad (nombres, arrestos, caras, trámites judiciales y carcelarios) apenas le interesaban ahora. Quería pasear, quería descansar de tres meses de sedentaria investigación. Reflexionó que la explicación de los crímenes estaba en un triángulo anónimo y en una polvorienta palabra griega. El misterio casi le pareció cristalino; se abochornó de HABERLE DEDICADO CIEN DÍAS. El tren paró en una silenciosa estación de cargas. Lönnrot bajó. El aire de la turbia llanura era húmedo y frío. LÖNNROT ECHÓ A ANDAR POR EL CAMPO. Vio perros, vio un furgón en una vía muerta, vio el horizonte, vio un caballo plateado que bebía del agua crapulosa de un charco. Oscurecía cuando vio el mirador RECTANGULAR DE LA QUINTA DE TRISTE-LE-ROY, casi tan alto como los negros eucaliptos que lo rodeaban. Pensó que apenas un amanecer y un ocaso (un viejo resplandor en el oriente y otro en el occidente) lo separaban de la hora anhelada por los buscadores del Nombre. Una herrumbrada verja definía el perímetro irregular de la quinta. El portón principal estaba cerrado. Lönnrot, sin mucha esperanza de entrar, dio toda la vuelta. De nuevo ante el porton infranqueable, metió la mano entre los barrotes, casi maquinalmente, y dio con el pasador. El chirrido del hierro lo sorprendió. Con una pasividad laboriosa, el portón entero cedió. Lönnrot avanzó entre los eucaliptos, pisando confundidas generaciones de rotas hojas rígidas. Vista de cerca, la casa de la quinta de Triste-le-Roy abundaba en INÚTILES SIMETRÍAS Y EN REPETICIONES MANIÁTICAS: a una Diana glacial en un nicho lóbrego correspondía en un segundo nicho otra Diana; un balcón se reflejaba en otro balcón; dobles escalinatas se abrían en doble balaustrada. Lönnrot rodeó la casa como había rodeado la quinta. TODO LO EXAMINÓ: bajo el nivel de la terraza vio una estrecha persiana.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES La empujó: unos pocos escalones de mármol descendían a UN SOTANO. Lönnrot, que ya intuía las preferencias del arquitecto, adivino que en el opuesto muro del sótano había otros escalones. Los encontró, subió, alzó las manos y abrió la trampa de salida. Un resplandor lo guió a una ventana. La abrió: una luna amarilla y circular definía en el triste jardín dos fuentes cegadas. LÖNNROT EXPLORÓ LA CASA. Por ante comedores y galerías salió a patios iguales y repetidas veces al mismo patio. Subió por escaleras polvorientas a antecámaras circulares; infinitamente se multiplicó en espejos opuestos; se cansó de abrir o entreabrir ventanas que le revelaban, afuera, el mismo desolado jardín desde varias alturas y varios ángulos; adentro, muebles con fundas amarillas y arañas embaladas en tarlatán. un dormitorio lo detuvo; en ese dormitorio, una sola flor en una copa de porcelana; al primer roce los pétalos antiguos se deshicieron. En el segundo piso, en el último, la casa le pareció infinita y creciente. La casa no es tan grande, pensó. La agrandan la penumbra, la simetría, los espejos, los muchos años, mi desconocimiento, la soledad. (06) BUSCANDO EL FINAL Por una escalera espiral llegó al mirador. La luna de esa tarde atravesaba los losanges de las ventanas; eran amarillos, rojos y verdes. Lo detuvo un recuerdo asombrado y vertiginoso. DOS HOMBRES DE PEQUEÑA estatura, feroces y fornidos, se arrojaron sobre él y lo desarmaron; otro, muy alto, lo saludó con gravedad y le dijo: —Usted es muy amable. Nos ha ahorrado una noche y un día. Era RED SCHARLACH. Los hombres maniataron a Lönnrot. Este, al fin, encontró su voz. —Scharlach, ¿usted busca el Nombre Secreto? Scharlach seguía de pie, indiferente. No había participado en la breve lucha, apenas si alargó la mano para recibir el revólver de Lönnrot. Habló; Lönnrot oyó en su voz una fatigada victoria, UN ODIO DEL TAMAÑO DEL UNIVERSO, una tristeza no menor que aquel odio. —No —dijo Scharlach—. Busco algo más efímero y deleznable, BUSCO A ERIK LÖNNROT. Hace tres años, en un garito de la Rue de Toulon, usted mismo arrestó e hizo encarcelar a mi hermano. En un cupé, mis hombres me sacaron del tiroteo con una bala policial en el vientre. NUEVE DÍAS Y NUEVE NOCHES AGONICÉ EN ESTA DESOLADA QUINTA SIMÉTRICA; me arrasaba la fiebre, el odioso Jano bifronte que mira los ocasos y las auroras daban horror a mi ensueño y a mi vigilia. Llegué a abominar de mi cuerpo, llegué a sentir que dos ojos, dos manos, dos pulmones, son tan monstruosos como dos caras. Un irlandés trató de convertirme a la fe de Jesús; me repetía la sentencia de los goim: Todos los caminos llevan a Roma. De noche, mi delirio se alimentaba de esa metáfora: YO SENTÍA QUE EL MUNDO ES UN LABERINTO, del cual era imposible huir, pues todos los caminos, aunque fingieran ir al Norte o al Sur, iban realmente a Roma, que era también la cárcel cuadrangular donde agonizaba mi hermano y la quinta de Triste-le-Roy. En esas noches yo juré por el dios que ve con dos caras y por todos los dioses de la fiebre y de los espejos TEJER UN LABERINTO en torno del hombre que había encarcelado a mi hermano. Lo he tejido y es firme: los materiales son un heresiólogo muerto, una brújula, una secta del siglo XVIII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería. (07) RAZONES DE LOS TRES CRIMENES Y LA PREPARACION DEL CUARTO. EL PRIMER TÉRMINO DE LA SERIE ME FUE DADO POR EL AZAR. Yo había tramado con algunos colegas —entre ellos, Daniel Azevedo— el robo de los zafiros del Tetrarca. Azevedo nos traicionó: se emborrachó con el dinero que le habíamos adelantado y acometió la empresa el día antes. En el

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES enorme hotel se perdió; hacia las dos de la madrugada irrumpió en el dormitorio de Yarmolinsky. Este, acosado por el insomio, se había puesto a escribir. Verosímilmente, redactaba unas notas o un artículo sobre EL NOMBRE DE DIOS; HABÍA ESCRITO YA LAS PALABRAS LA PRIMERA LETRA DEL NOMBRE HA SIDO ARTICULADA. Azevedo le intimó silencio; Yarmolinsky alargó la mano hacia el timbre que despertaría todas las fuerzas del hotel; Azevedo le dio una sola puñalada en el pecho. Fue casi un movimiento reflejo; medio siglo de violencia le había enseñado que lo más fácil y seguro es matar... A los diez días yo supe por la Yidische Zaitung que usted buscaba en los escritos de Yarmolinsky la clave de la muerte de Yarmolinsky. Leí la Historia de la secta de los Hasidim; supe que el miedo reverente de pronunciar el Nombre de Dios había originado la doctrina de que ese Nombre es todopoderoso y recóndito. Supe que algunos Hasidim, en busca de ese Nombre secreto, habían llegado a cometer sacrificios humanos... Comprendí que usted conjeturaba que los Hasidim habían sacrificado al rabino; ME DEDIQUÉ A JUSTIFICAR ESA CONJETURA. Marcelo Yarmolinsky murió LA NOCHE DEL TRES DE DICIEMBRE; para el segundo “sacrificio” elegí la del TRES DE ENERO. Murió en el NORTE; para el segundo “sacrificio” nos convenía un lugar del OESTE. DANIEL AZEVEDO FUE LA VÍCTIMA NECESARIA. Merecía la muerte: era un impulsivo, un traidor; su captura podía aniquilar todo el plan. Uno de los nuestros lo apuñaló; para vincular su cadáver al anterior, yo escribí encima de los rombos de la pinturería La segunda letra del Nombre ha sido articulada. EL TERCER “CRIMEN” se produjo el tres de febrero. Fue, como Treviranus adivinó, un mero SIMULACRO. GRYPHIUS-GINZBERG-GINSBURG SOY YO; una semana interminable sobrellevé (suplementado por una tenue barba postiza) en ese perverso cubículo de la Rue de Toulon, hasta que los amigos me secuestraron. Desde el estribo del cupé, uno de ellos escribió en un pilar La última de las letras del Nombre ha sido articulada. ESA ESCRITURA DIVULGÓ QUE LA SERIE DE CRÍMENES ERA TRIPLE. Así lo entendió el público; yo, sin embargo, intercalé REPETIDOS INDICIOS para que usted, el RAZONADOR ERIK LÖNNROT, COMPRENDIERA QUE ES CUÁDRUPLE. Un prodigio en el Norte, otros en el Este y en el Oeste, RECLAMAN UN CUARTO PRODIGIO EN EL SUR; el TETRAGRÁMATON —EL NOMBRE DE DIOS, JHVH— consta de cuatro letras; los arlequines y la muestra del pinturero sugieren cuatro términos. Yo subrayé cierto pasaje en el manual de Leusden: ese pasaje manifiesta que los hebreos COMPUTABAN EL DÍA DE OCASO A OCASO; ese pasaje da a entender que las muertes ocurrieron el CUATRO DE CADA MES. Yo mandé el triángulo equilátero a Treviranus. Yo presentí que usted agregaría el punto que falta. El punto que determina UN ROMBO PERFECTO, el punto que prefija el lugar donde una exacta muerte lo espera. Todo lo he premeditado, Erik Lönnrot, para atraerlo a usted a las soledades de Triste-le-Roy.

(07) EL FINAL Y LOS LABERINTOS.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES LÖNNROT evitó los ojos de SCHARLACH. Miró los árboles y el cielo subdivididos en rombos turbiamente amarillos, verdes y rojos. Sintió un poco de frío y una tristeza impersonal, casi anónima. Ya era de noche; desde el polvoriento jardín subió el grito inútil de un pájaro. Lönnrot consideró por última vez EL PROBLEMA DE LAS MUERTES SIMÉTRICAS Y PERIÓDICAS —En su LABERINTO SOBRAN TRES LÍNEAS —dijo por fin—. Yo sé de un LABERINTO GRIEGO QUE ES UNA LÍNEA única, recta. En esa línea se han perdido tantos filósofos que bien puede perderse un mero detective., cuando en otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, en 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy. Para la otra vez que lo mate —replicó Scharlach—, le prometo ese laberinto, que consta de una sola línea recta y que es indivisible, incesante. Retrocedió unos pasos. Después, muy cuidadosamente, hizo fuego.

VERDAD, BRUJULA Y LABERINTO  También aquí la verdad se oculta detrás de los indicios que – develados – se transforman en evidencias indiscutibles. El crimen definitivo, el crimen del investigador LÖNNROT está exhibido desde los primeros renglones porque SCHARLACH se ha encargado de sembrar de evidencias cada una de las líneas de los presuntos laberintos. Y así como HASSIRI habla con representaciones en piedra para un Rey orgulloso, y LOTARIO y CAMILA lo hacen en el lenguaje del amor y el rechazo, aquí SCHARLACH habla en el lenguaje de la cábala, de las palabras, de los libros, de la razón, porque esa es la especialidad de LÖNNROT  Los signos que llevan a la cuarta muerte están a la vista, aunque pueden no ser descubiertos en una primera mirada y en una primera lectura. Como en los FRISOS hay que hacer el esfuerzo para detectar la trampa, la anormalidad que se oculta detrás de las series, los crímenes, las simetría espaciales, las fechas y los días, los puntos cardinales, las diversas figuras de los laberintos (triángulo equilátero, rombo, línea fraccionada)  LÖNNROT viaja confiado en que habrá de descubrir en el SUR el cuarto crimen y a sus autores, sin anticipar que se trata de su propia muerte (el tiro del revólver rompe con la simetría de las puñaladas de los crímenes anteriores). Y no puedo preverlo, ni imaginarlo porque su mirada está atenta en UN NUEVO CRIMEN cuya víctima tiene que guardar relaciones con las anteriores, cerrar las líneas del laberinto: el investigador no se incluye entre los investigados. De la misma manera que ANSELMO no puede ver la infidelidad de CAMILA porque no puede imaginar la infidelidad de su amigo LOTARIO. Cuando ambos caen en la verdad, ya es demasiado tarde: sólo los aguarda la muerte.  En realidad el LABERINTO puede ser triangular ya que no ha existido un TERCER CRIMEN sino que se ha tratado de un simulacro y por lo tanto el triángulo se cierra en el sur, porque de lo que se trata según SCHARLAD es de “tejer un laberinto en torno del hombre que había encarcelado a mi hermano”. No hay que hacer ingresar a la víctima a un laberinto sin salida (en realidad Triste-le-Roy lo es, porque en el juego de las simetrías ya no tiene salidas), sino de construir con LÖNNROT el laberinto, porque lo sabe capaz de trabajar con el compás y la brújula, con los planos y la razón, aunque desprovisto de la prudencia necesaria para darse cuenta. Los materiales de ese laberinto eficaz fueron “un heresiólogo muerto, una brújula, una secta del siglo XVIII, una palabra griega, un puñal, los rombos de una pinturería.”

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES  Las muertes simétricas y periódicas juegan con el número tres y con el número cuatro, orientando y desorientando al INVESTIGADOR. Los días 3 de cada mes pueden ser también los días 4, el sur representa el punto que falta para cerrar la figura necesaria, hay un libro sagrado que menciona esa cifra (el Tetragrámaton, El niombre de Dios = JHVH), hay pasajes señalados en los libros… pero sin embargo – la verdad ama ocultarse – TREVIRANUS recibe un triángulo, la última frase (La última de las letras del Nombre ha sido articulada) menciona el final de la serie, el triángulo es una figura perfecta.  ¿Cómo ocultar el crimen buscado? “SCHARLACH, como tantos, había jurado por su honor la muerte de LÖNNROT, pero éste nunca se dejó intimidar.” Era un crimen que víctima y victimario anticipaban. Un crimen declarado y buscado sólo se podía ocultar en una serie de crímenes que desafiara la razón del investigador y que no lo incluyera a priori, como un miembro de la serie: eso lo entregaría confiado en manos del ASESINO. “El punto que determina UN ROMBO PERFECTO, el punto que prefija el lugar donde una exacta muerte lo espera. Todo lo he premeditado, Erik Lönnrot, para atraerlo a usted a las soledades de Triste-le-Roy.”

OTRO RELATO INTERESANTE ES EL DE HOWARD GREEN, un médico que quiere matar a su esposa. En su diario, llega a la conclusión que para que su coartada sea perfecta, debe buscar otro culpable. Una noche su mujer descubre el diario, discute con su marido, toma un cuchillo de la cocina y, en defensa propia, lo mata. El jurado, finalmente, la declara inocente. Muchos años después de la muerte de la mujer, ciertos estudiantes de grafología demuestran que el diario del Dr. Green es una falsificación casi perfecta; descubrieron, también, que el hombre con el que ella se casó discretamente un tiempo después del incidente era un copista de obras antiguas. El diario, entonces, revelaba línea por línea lo que ellos habían hecho: mentir con la verdad, jugar con todas las cartas en la mesa. MOSCARDI = EL MITO DEL CRIMEN PEREFECTO http://guillermo-martinez.net/notas/2/3_El_mito_del_crimen_perfecto_/Moscardi

EDGARD ALAN POE: LA CARTA ROBADA

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La POLICIA DE PARIS debe resolver un caso: a un MINISTRO DEL GOBIERNO, otro MINISTRO le ha robado una CARTA comprometedora y lo extorsiona con la posibilidad de revelar su contenido. No puede hacerse pública la demanda por el carácter mismo de la carta por lo que la POLICIA interviene para poder rescatarla. Los esfuerzo por dar con la CARTA obliga a la policía ha hacer todas las revisiones e investigaciones de rigor, pero la carta no aparece y no logran ubicarlos en los lugares en los que se presume debe estar oculta. El PREFECTO DE LA POLICÍA DE PARÍS visita al astuto AUGUSTE DUPIN para solicitar su ayuda. Cuenta toda la historia y todos los esfuerzos realizados, dando todos los detalles de la búsqueda realizada y el fracaso en la búsqueda. Un mes más tarde, el mismo PREFECTO vuelve a visitar a AUGUSTE DUPIN reconociendo que no habían avanzado en la investigación, y comentando la recompensa que estaba prevista para quien diera con la CARTA ROBADA. AUGUSTE DUPIN le pide que inmediatamente confecciones el CHEQUE con los cincuenta mil francos porque él ha logrado hallar la carta robada: “En cuanto al prefecto, parecía fulminado. Durante algunos minutos fue incapaz de hablar y de moverse, mientras contemplaba a mi amigo con ojos que parecían salírsele de las órbitas y con la boca abierta. Recobrándose un tanto, tomó una pluma y, después de varias pausas y abstraídas contemplaciones, llenó y firmó un cheque por cincuenta mil francos, extendiéndolo por encima de la mesa a Dupin. Éste lo examinó cuidadosamente y lo guardo en su cartera; luego, abriendo un escritorio, sacó una carta y la entregó al prefecto. Nuestro funcionario la tomó en una convulsión de alegría, la abrió con manos trémulas, lanzó una ojeada a su contenido y luego, lanzándose vacilante hacia la puerta, desapareció bruscamente del cuarto y de la casa, sin haber pronunciado una sílaba desde el momento en que Dupin le pidió que llenara el cheque.” HE AQUÍ LAS EXPLICACIONES DE DUPIN = (1) LOS POLICIAS NO SABEN INVESTIGAR PORQUE APLICAN SUS CRITERIOS: “Las medidaseran excelentes en su género, y fueron bien ejecutadas; su defecto residía en que eran inaplicables al caso y al hombre en cuestión. Una cierta cantidad de recursos altamente ingeniosos constituyen para el prefecto una especie de LECHO DE PROCUSTO, en el cual quiere meter a la fuerza sus designios. Continuamente se equivoca por ser demasiado profundo o demasiado superficial para el caso, y más de un colegial razonaría mejor que él. Conocí a uno que tenía ocho años y cuyos triunfos en el juego de «par e impar» atraían la admiración general. El juego es muy sencillo y se juega con bolitas. Uno de los contendientes oculta en la mano cierta cantidad de bolitas y pregunta al otro: «¿Par o impar?» Si éste adivina correctamente, gana una bolita; si se equivoca, pierde una. El niño de quien hablo ganaba todas las bolitas de la escuela. Naturalmente, tenía un método de adivinación que consistía en la simple observación y en el cálculo de la astucia de sus adversarios. Supongamos que uno de éstos sea un perfecto tonto y que, levantando la mano cerrada, le pregunta: «¿Par o impar?» Nuestro colegial responde: «Impar», y pierde, pero a la segunda vez gana, por cuanto se ha dicho a sí mismo: «El tonto tenía pares la primera vez, y su astucia no va más allá de preparar impares para la segunda vez. Por lo tanto, diré impar.» Lo dice, y gana. Ahora bien, si le toca jugar con un tonto ligeramente superior al anterior, razonará en la siguiente forma: «Este muchacho sabe que la primera vez elegí impar, y en la segunda se le ocurrirá como primer impulso pasar de par a impar, pero entonces un nuevo impulso le sugerirá que la variación es demasiado sencilla, y finalmente se decidirá a poner bolitas pares como la primera vez. Por lo tanto, diré pares.» Así lo hace, y gana.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES Ahora bien, esta manera de razonar del colegial, a quien sus camaradas llaman «afortunado», ¿en qué consiste si se la analiza con cuidado?” (2) INVESTIGAR ES PONERSE EN LA MENTE DEL INVESTIGADO: “el prefecto y sus cohortes fracasan con tanta frecuencia, primero por no lograr dicha identificación y segundo por medir mal -o, mejor dicho, por no medir- el intelecto con el cual se miden. Sólo tienen en cuenta sus propias ideas ingeniosas y, al buscar alguna cosa oculta, se fijan solamente en los métodos que ellos hubieran empleado para ocultarla. Tienen mucha razón en la medida en que su propio ingenio es fiel representante del de la masa; pero, cuando la astucia del malhechor posee un carácter distinto de la suya, aquél los derrota, como es natural. Esto ocurre siempre cuando se trata de una astucia superior a la suya y, muy frecuentemente, cuando está por debajo. Los policías no admiten variación de principio en sus investigaciones; a lo sumo, si se ven apurados por algún caso insólito, o movidos por una recompensa extraordinaria, extienden o exageran sus viejas modalidades rutinarias, pero sin tocar los principios. Por ejemplo, en este asunto de D..., ¿qué se ha hecho para modificar el principio de acción? ¿Qué son esas perforaciones, esos escrutinios con el microscopio, esa división de la superficie del edificio en pulgadas cuadradas numeradas? ¿Qué representan sino la aplicación exagerada del principio o la serie de principios que rigen una búsqueda, y que se basan a su vez en una serie de nociones sobre el ingenio humano, a las cuales se ha acostumbrado el prefecto en la prolongada rutina de su tarea? ¿No ha advertido que G... da por sentado que todo hombre esconde una carta, si no exactamente en un agujero practicado en la pata de una silla, por lo menos en algún agujero o rincón sugerido por la misma línea de pensamiento que inspira la idea de esconderla en un agujero hecho en la pata de una silla? Observe asimismo que esos escondrijos rebuscados sólo se utilizan en ocasiones ordinarias, y sólo serán elegidos por inteligencias igualmente ordinarias; vale decir que en todos los casos de ocultamiento cabe presumir, en primer término, que se lo ha efectuado dentro de esas líneas; por lo tanto, su descubrimiento no depende en absoluto de la perspicacia, sino del cuidado, la paciencia y la obstinación de los buscadores; y si el caso es de importancia (o la recompensa magnifica, lo cual equivale a la misma cosa a los ojos de los policías), las cualidades aludidas no fracasan jamás. Comprenderá usted ahora lo que quiero decir cuando sostengo que si la carta robada hubiese estado escondida en cualquier parte dentro de los límites de la perquisición del prefecto (en otras palabras, si el principio rector de su ocultamiento hubiera estado comprendido dentro de los principios del prefecto) hubiera sido descubierta sin la más mínima duda. Pero nuestro funcionario ha sido mistificado por completo, y la remota fuente de su derrota yace en su suposición de que el ministro es un loco porque ha logrado renombre como poeta. Todos los locos son poetas en el pensamiento del prefecto, de donde cabe considerarlo culpable de un non distributio medii por inferir de lo anterior que todos los poetas son locos. (3) EL MINISTRO NO UTILIZA MENTALIDAD MATEMATICA, SINO POETICA Y CREATIVA: “Lo que busco indicar - es que, si el ministro hubiera sido sólo un matemático, el prefecto no se habría visto en la necesidad de extenderme este cheque. Pero sé que es tanto matemático como poeta, y mis medidas se han adaptado a sus capacidades, teniendo en cuenta las circunstancias que lo rodeaban. Sabía que es un cortesano y un audaz intrigant. Pensé que un hombre semejante no dejaría de estar al tanto de los métodos policiales ordinarios. Imposible que no anticipara (y los hechos lo han probado así) los falsos asaltos a que fue sometido. Reflexioné que igualmente habría previsto las pesquisiciones secretas en su casa. Sus frecuentes ausencias nocturnas, que el prefecto consideraba una excelente ayuda para su triunfo, me parecieron simplemente astucias destinadas a brindar oportunidades a la perquisición y convencer lo antes posible a la policía de que la carta no se hallaba en la casa, como G... terminó finalmente por creer. Me pareció asimismo que toda la serie de pensamientos que con algún trabajo acabo de exponerle y que se refieren al principio invariable de la acción policial en sus búsquedas de objetos ocultos, no podía dejar de ocurrírsele al ministro. Ello debía conducirlo inflexiblemente a desdeñar todos los escondrijos vulgares. Reflexioné que ese hombre no podía ser tan simple como para no comprender que el rincón más remoto e inaccesible

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES de su morada estaría tan abierto como el más vulgar de los armarios a los ojos, las sondas, los barrenos y los microscopios del prefecto. Vi, por último, que D... terminaría necesariamente en la simplicidad, si es que no la adoptaba por una cuestión de gusto personal. Quizá recuerde usted con qué ganas rió el prefecto cuando, en nuestra primera entrevista, sugerí que acaso el misterio lo perturbaba por su absoluta evidencia.” (4) LO MAS OCULTO ES LO QUE MAS SE VE: “Hay un juego de adivinación -continuó Dupin- que se juega con un mapa. Uno de los participantes pide al otro que encuentre una palabra dada: el nombre de una ciudad, un río, un Estado o un imperio; en suma, cualquier palabra que figure en la abigarrada y complicada superficie del mapa. Por lo regular, un novato en el juego busca confundir a su oponente proponiéndole los nombres escritos con los caracteres más pequeños, mientras que el buen jugador escogerá aquellos que se extienden con grandes letras de una parte a otra del mapa. Estos últimos, al igual que las muestras y carteles excesivamente grandes, escapan a la atención a fuerza de ser evidentes, y en esto la desatención ocular resulta análoga al descuido que lleva al intelecto a no tomar en cuenta consideraciones excesivas y palpablemente evidentes. De todos modos, es éste un asunto que se halla por encima o por debajo del entendimiento del prefecto. Jamás se le ocurrió como probable o posible que el ministro hubiera dejado la carta delante de las narices del mundo entero, a fin de impedir mejor que una parte de ese mundo pudiera verla. Cuanto más pensaba en el audaz, decidido y característico ingenio de D..., en que el documento debía hallarse siempre a mano si pretendía servirse de él para sus fines, y en la absoluta seguridad proporcionada por el prefecto de que el documento no se hallaba oculto dentro de los límites de las búsquedas ordinarias de dicho funcionario, más seguro me sentía de que, para esconder la carta, el ministro había acudido al más amplio y sagaz de los expedientes: el no ocultarla.” (5) LA CARTA ROBADA Y OCULTA A LA VISTA DE TODOS: “Compenetrado de estas ideas, me puse un par de anteojos verdes, y una hermosa mañana acudí como por casualidad a la mansión ministerial. Hallé a D... en casa, bostezando, paseándose sin hacer nada y pretendiendo hallarse en el colmo del ennui. Probablemente se trataba del más activo y enérgico de los seres vivientes, pero eso tan sólo cuando nadie lo ve. Para no ser menos, me quejé del mal estado de mi vista y de la necesidad de usar anteojos, bajo cuya protección pude observar cautelosa pero detalladamente el aposento, mientras en apariencia seguía con toda atención las palabras de mi huésped. Dediqué especial cuidado a una gran mesa-escritorio junto a la cual se sentaba D..., y en la que aparecían mezcladas algunas cartas y papeles, juntamente con un par de instrumentos musicales y unos pocos libros. Pero, después de un prolongado y atento escrutinio, no vi nada que procurara mis sospechas. Dando la vuelta al aposento, mis ojos cayeron por fin sobre un insignificante tarjetero de cartón recortado que colgaba, sujeto por una sucia cinta azul, de una pequeña perilla de bronce en mitad de la repisa de la chimenea. EN ESTE TARJETERO, QUE ESTABA DIVIDIDO EN TRES O CUATRO COMPARTIMENTOS, VI CINCO O SEIS TARJETAS DE VISITANTES Y UNA SOLA CARTA. Esta última parecía muy arrugada y manchada. Estaba rota casi por la mitad, como si a una primera intención de destruirla por inútil hubiera sucedido otra. Ostentaba un gran sello negro, con el monograma de D... muy visible, y el sobrescrito, dirigido al mismo ministro revelaba una letra menuda y femenina. LA CARTA HABÍA SIDO ARROJADA CON DESCUIDO, CASI SE DIRÍA QUE DESDEÑOSAMENTE, EN UNO DE LOS COMPARTIMENTOS SUPERIORES DEL TARJETERO”

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HECHOS Y VERDADES QUE SE OCULTAN AL MISMO TIEMPO QUE SE MUESTRAN

EJEMPLOS (1) = DE AMORES Y AMANTES CLANDESTINOS MONICA Y PABLO mantienen una relación extramatrimonial. Ambos son casados, son compañeros de trabajo, tienen matrimonios armónicos que, además, se conocen y se frecuentan como amigos. La relación amorosa de MONICA Y PABLO (verdad) debe ocultarse, porque es vivida por ellos como una aventura tramposa que nació al calor de la relación laboral y que – en un momento – se les escurrió de las manos. Se ven en momentos y en lugares que refuerzan la estrategia del ocultamiento. Pero hay un detalle curioso: desde siempre MONICA y PABLO han hecho explícitas referencias ante terceros sobre la posibilidad de una relación entre ambos: se entienden, trabajan juntos, tienen onda y compatibilidad, disponen de tiempo. No era raro que delataran o adelantaran públicamente lo que mutuamente querían hacerse. Se trataban delante de todos con una admirable libertad. Sus respectivas parejas lo consideraban parte del juego, de la confianza, porque generalmente MONICA y PABLO terminaban ponderando – como recurso estratégico y salvador - la familia que tenían y el amor que disfrutaban. Mantuvieron la costumbre cuando los hechos confirmaban los dichos. No sólo: MONICA llegaba tarde a su casa afirmando que había estado con PABLO, y PABLO argumentando que había estado con MONICA; ambos eran datos ciertos. Era una explicación aceptada que permitía despejar todas las dudas. La verdad o el simulacro de los comentarios era la mejor estrategia para mostrar (y al mismo tiempo ocultar) la verdad de los hechos. Y hasta funcionaba como un escudo proyector: si algún día fuera descubierto resultaría que cada uno por su lado dijeran: ¿acaso no lo hemos dicho desde hace quince años?

EJEMPLO (2) = EL DIA QUE LO ENCUENTRE, LO VOY A MATAR. Federico tiene un taller mecánico desde siempre, se ha cruzó sólo un par de veces con un abogado que lo demandó defendiendo a un cliente, quitándole – según lo dispuesto en el juicio – buena parte de sus ahorros de toda su vida. Federico no se cansa de decir que cuando pueda lo va a matar, que es una deuda y una promesa que tiene consigo mismo. Quisiera matarlo con su instrumento de trabajo. Sueña – y lo dice – con un accidente de tránsito: en la calle, en una ruta, en un estacionamiento, pero literalmente “quiere pasarlo por arriba”. No sólo son comentarios familiares y entre amigos, sino que se lo ha gritado al mismo interesado, que ha desestimado la amenaza. Hace un tiempo han aparecido en la zona una serie de extraños accidentes, con víctimas y lesiones diversas… Federico comenta – riéndose - que son todos, obra suya, porque está ensayando la ejecución de su obra maestra: todos lo escuchan pero nadie lo toma en serio porque han sucedido en fechas y horarios en los que habitualmente trabaja. Finalmente aparece muerto el abogado mencionado en una madrugada de domingo y en la avenida de ingreso a la ciudad, con su auto destruido y sin señales de presencia de otros vehículos. Federico se da por satisfecho. La investigación revela que el accidente ha sido producido por una maniobra del conductor, ante una eventual intervención de un tercero que no fue visto por nadie y que no dejó ninguna pista. Esta vez, a Federico se le escuchó decir simplemente: ¡Misión cumplida!

EJEMPLO (3) = LADRONES DE BANCO.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES En 1998 y en una sucursal bancaria importante con numerosos empleados, mucho movimiento de capital y de clientes se produjo el robo más cuantioso que se recuerda. Evitaré revelar algunos detalles porque los hechos no han sido esclarecidos y me fue revelado por uno de sus actores principales. El contador de la Institución era un hombre de carrera y de probada fidelidad al Banco. Cumplía esa función con eficiencia y responsabilidad, dedicación al trabajo y buen trato. Dedicaba mucho tiempo al trabajo y solía extender sin quejas y con empeño la jornada laboral. En algún momento de la historia algo sucedió en la vida del contador que lo puso en contacto con personajes extraños, ajenos a su vida. No saben darme detalles o razones de ese cambio. Lo cierto es que durante todo ese año, dos veces por semana concurrían puntualmente a las 13,15 tres cadetes o mensajeros (que se turnaban), se acercaban al mostrador de la izquierda, lugar en el que se atendían a los pedidos y reclamos personales de los clientes. Aguardaban allí sin acercarse demasiado hasta que aparecía el Contador: los saludaba, cruzaba un par de palabras y se dirigía al tesoro que estaba abierto – según ciclo programado – desde las 13,10 a las 13,25. De allí salía con sobre papel madera, de dimensiones normales. Iba hasta el mostrador y se lo entregaba al mensajero de turno, sin mediar palabras. No era rara la operación y la intervención: el tipo de sucursal y trato con los clientes habilitaba algunos trámites de manera personal. A la vista de todos y sin preguntas ni observaciones, llevó a cabo esta ceremonia cada una de las 50 semanas del año 2008: desde el martes 6 de enero hasta el martes 22 de diciembre de 1998. Nadie preguntó nunca por esas presencias y esas entregas. Los registros contables estaban en orden. Nada faltaba en ningún lugar. Cuando las autoridades del banco recibieron el telegrama de renuncia del Contador – enviado desde una extraña y muy lejana localidad fronteriza – los primeros días de enero de 1999 se sorprendieron. Pero luego entendieron que era oportuno hacer una auditoría contable para asegurar un ingreso seguro para el nuevo administrador. Les costó aceptar que había una diferencia importante que se había ido drenando en meses sucesivos: u$s 1.000.000,00. Cada semana se repartían las dos entregas de u$s 10.000,00. Y fue curioso constatar que el Contador no había podido con su genio: entre sus papeles había una carpeta mal disimulada en uno de los cajones en la que se detallaba cada entrega, junto a un nombre de referencia (el mensajero que había pasado a retirarlo) y la meticulosa procedencia de sus fondos: transferencias equivocadas, sobrantes de caja, antiguos depósitos inmovilizados por años, diversas cajas de ahorros con formatos y planes diversos, préstamos acordados que no habían sido retirados por cuestiones formales, cuentas sueltos que no habían sido registradas. Había sido la filigrana que había ido tejiendo de manera admirable y a la vista de todos.

COLOFÓN = JUEGOS DE VERDAD BORGES Y BIOY CASARES = SELECCIONES DE CUENTOS BREVES

01. ARGUMENTOS ANOTADOS POR NATHANIEL HAWTHORNE (1868) Un hombre, en la vigilia, piensa bien de otro y confía en él plenamente, pero lo inquietan sueños en que ese amigo obra como enemigo mortal. Se revela, al fin, que el carácter soñado era el verdadero. La explicación sería la percepción instintiva de la verdad. En medio de una multitud imaginar a un hombre cuyo destino y cuya vida están en poder de otro, como si los dos estuvieran en un desierto. Un hombre de fuerte voluntad ordena a otro, moralmente sujeto a él, la ejecución de un acto. El que ordena muere y el otro, hasta el fin de sus días, sigue ejecutando aquel acto.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES Un hombre rico deja en su testamento su casa a una pareja pobre. Esta se muda allí; encuentran un sirviente sombrío que el testamento les prohibe expulsar. El sirviente los atormenta; se descubre, al fin, que es el hombre que les ha legado la casa. Dos personas esperan en la calle un acontecimiento y la aparición de los principales actores. El acontecimiento ya está ocurriendo y ellos son los actores. Que un hombre escriba un cuento y compruebe que éste se desarrolla contra sus intenciones; que los personajes no obren como él quería; que ocurran hechos no previstos por él y que se acerque a una catástrofe, que él trate, en vano, de eludir. Este cuento podría prefigurar su propio destino y uno de los personajes sería él. 02. LIEHTSÉ: EL CIERVO ESCONDIDO Un leñador de Cheng se encontró en el campo con un ciervo asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, lo enterró en el bosque y lo tapó con hojas y ramas. Poco después olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un sueño. Lo contó, como si fuera su sueño, a toda la gente. Entre los oyentes hubo uno que fue a buscar el ciervo escondido y lo encontró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer: —Un leñador soñó que había matado un ciervo y olvidó dónde lo había escondido y ahora yo lo he encontrado. Ese hombre sí que es un soñador. —Tú habrás soñado que viste un leñador que había matado un ciervo. ¿Realmente crees que hubo leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero —dijo la mujer. —Aun suponiendo que encontré el ciervo por un sueño —contestó el marido—, ¿a qué preocuparse averiguando cuál de los dos soñó? Aquella noche el leñador volvió a su casa pensando todavía en el ciervo, y realmente soñó, y en el sueño soñó el lugar donde había ocultado el ciervo y también soñó quién lo había encontrado. Al alba fue a casa del otro y encontró el ciervo. Ambos discutieron y fueron al juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leñador: —Realmente mataste un ciervo y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era verdad. El otro encontró el ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa que soñó que había encontrado un ciervo que otro había matado. Luego, nadie mató al ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo mejor es que se lo repartan. El caso llegó a oídos del rey de Cheng y el rey de Cheng dijo: —Y ese juez, ¿no estará soñando que reparte un ciervo?

03. 0’ HENRY: EL SUEÑO Murray soñó un sueño. La psicología vacila cuando intenta explicar las aventuras de nuestro yo inmaterial en sus andanzas por la región del sueño, «gemelo de la muerte». Este relato no quiere ser explicativo: se limitará a registrar el sueño de Murray. Una de las fases más enigmáticas de esa vigilia del sueño es que acontecimientos que parecen abarcar meses o años ocurren en minutos o instantes. Murray aguardaba en su celda de condenado a muerte. Un foco eléctrico en el cielo raso del corredor iluminaba su mesa. En una hoja de papel blanco una hormiga coría de un lado a otro y Murray le bloqueó el camino con un sobre. La electrocutación tendría lugar a las nueve de la noche. Murray sonrió ante la agitación del más sabio de los insectos.

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DEBATE EN TORNO A LA VERDAD TEXTOS Y AUTORES En el pabellón había siete condenados a muerte. Desde que estaba allí, tres había sido conducidos: uno, enloquecido y peleando como un lobo en la trampa; otro, no menos loco, ofrendando al cielo una hipócrita devoción; el tercero, un cobarde, se desmayó y tuvieron que amarrarlo a una tabla. Se preguntó cómo responderían por él su corazón, sus piernas y su cara; porque ésta era su noche. Pensó que ya serían casi las nueve. Del otro lado del corredor, en la celda de enfrente, estaba encerrado Carpani, el siciliano que había matado a su novia y a los dos agentes que fueron a arrestarlos. Muchas veces, de celda a celda, habían jugado a la damas, gritando cada uno la jugada a su contrincante invisible. La gran voz retumbante, de indestructible calidad musical, llamó: —Y, señor Murray, ¿cómo se siente? ¿Bien? —Muy bien, Carpani —dijo Murray serenamente, dejando que la hormiga se posara en el sobre y depositándola con suavidad en el piso de piedra. —Así me gusta, señor Murray. Hombres como nosotros tenemos que saber morir como hombres. La semana que viene es mi turno. Así me gusta. Recuerde, señor Murray, yo gané el último partido de damas. Quizá volvamos a jugar otra vez. La estoica broma de Carpani, seguida por una carcajada ensordecedora, mas bien tentó a Murray; es verdad que a Carpani le quedaba todavía una semana de vida. Los encarcelados oyeron el ruido seco de los cerrojos al abrirse la puerta en el extremo del corredor. Tres hombres avanzaron hasta la celda de Murray y la abrieron. Dos eran guardias; el otro era Frank —no, ese era antes, ahora se llamaba el reverendo Francisco Winston—, amigo y vecino de sus años de miseria. —Logré que me dejaran reemplazar al capellán de la cárcel— dijo, al estrechar la mano de Murray. En la mano izquierda tenía una pequeña biblia entreabierta. Murray sonrió levemente y arregló unos libros y una lapicera en la mesa. Hubiera querido hablar, pero no sabía qué decir. Los presos llamaban a este pabellón de veintitrés metros de largo y nueve de ancho, Calle del Limbo. El guardián habitual de la Calle del Limbo, un hombre inmenso, rudo y bondadoso, sacó del bolsillo un porrón de whisky y se lo ofreció a Murray, diciendo: —Es costumbre, usted sabe. Todos lo toman para darse ánimo. No hay peligro de que se envicien. Murray bebió profundamente. —Así me gusta —dijo el guardián—. Un buen calmante y todo saldrá bien. Salieron al corredor y los condenados lo supieron. La Calle del Limbo es un mundo fuera del mundo y si le falta alguno de los sentidos, lo reemplaza con otro. Todos los condenados sabían que eran casi las nueve, que Murray iría a la silla a las nueve. Hay también, en las muchas calles del Limbo, una jerarquía del crimen. El hombre que mata abiertamente, en la pasión de la pelea, menosprecia a la rata humana, a la araña y a la serpiente. Por eso, de los siete condenados, sólo tres gritaron sus adioses a Murray, cuando se alejó por el corredor, entre los centinelas: Carpani y Marvin, que al intentar una evasión había matado a un guardia, y Bassett, el ladrón que tuvo que matar porque un inspector, en un tren, no quiso leventar las manos. Los otros cuatro guardaban un humilde silencio. Murray se maravillaba de su propia serenidad y casi indiferencia. En el cuarto de las ejecuciones había unos veinte hombres, empleados de la cárcel, periodistas y curiosos que... Aquí, en medio de una frase, el sueño quedó interrumpido por la muerte de O. HENRY. Sabemos, sin embargo, el final: Murray, acusado y convicto del asesinato de su querida, enfrenta su destino con inexplicable serenidad. Lo conducen a la silla eléctrica. Lo atan. De pronto, la cámara, los espectadores, los preparativos de la ejecución, le parecen irreales. Piensa que es víctima de un error espantoso. ¿Por qué lo han sujetado a esa silla? ¿Qué ha hecho? ¿Qué crimen ha cometido? Se despierta: a su lado están su mujer y su hijo. Comprende que el asesinato, el proceso, la sentencia de muerte, la silla eléctrica, son un sueño. Aún trémulo, besa en la frente a su mujer. En ese momento lo electrocutan. La ejecución interrumpe el sueño de Murray.

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