51. CUENTOS Y METAFORAS: ESCUELAS, SUJETOS Y EDUCADORES

July 22, 2017 | Autor: Jorge Eduardo Noro | Categoría: Educación, Metáforas
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FORMACIÓN DOCENTE / FILOSOFIA Y EDUCACION PROF. DR. JORGE EDUARDO NORO

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INSTITUCIONES, SUJETOS, EDUCADORES CUENTOS Y METAFORAS PROF. DR. JORGE EDUARDO NORO [email protected]

01. ESTACIONAMIENTO O TALLER1 A medida que la educación fue perdiendo relevancia, las instituciones educativas fueron perdiendo significado y fueron negociando su supervivencia. Como sucede en las viejas ciudades en que todo se destruye y se recicla, lo que alguna vez fue “templo del saber”, “taller de hombres”, “fabrica de ciudadanos educados”, se fue convirtiendo en un espacio vacío a la espera de una nueva construcción. Por eso muchas instituciones educativas se han convertido en playas de estacionamiento en las que los padres depositan sus hijos en horas determinadas con el único compromiso de pasar a retirarlos al concluir el turno. Como en las playas, los responsables entregan las llaves de sus vehículos o el control de sus hijos, aunque quienes trabajan allí sólo estén para cambiarlos de sitios y asegurarse mayor cantidad de lugar. A veces ofrecen servicios adicionales, pero siempre son superficiales: la limpieza, el lavado, el cuidado. Lo que interesa no es que el auto cambie, sino que esté disponible y sin riesgos – bajo control y encerrado – para regresarlo al dueño que lo pasa a retirar. Es por eso, tal vez que los padres prefieren no pedirle mayores cosas a la escuela con tal de que sus hijos estén seguros, vigilados y controlados, algunas horas por días y cinco días de la semana. Los autos, como los alumnos, pueden pasar años en la playa de estacionamiento: nada cambiará en ellos, sino que solamente acumularán años. La seguridad, como se ve, tiene sus costos: hay que admitir que los playeros (¿los docentes?) no están para remediar, agregar o prevenir: se les paga para estar, controlar la entrada y la salida, registrar, recibir y entregar la unidad. Las playas de estacionamiento suelen ser contagiosas: siempre hay más, y en algunos casos se amplían en cantidad y se extienden a todos los niveles. 2 Existe a su vez una curiosa relación con los autos y su antigüedad: a los nuevos, los dueños los cuidan con particular empeño, no tanto porque son frágiles sino porque temen por su seguridad, por su integridad y suponen que el ojo vigilante sobre lo que hacen quienes lo tienen provisoriamente a su cargo puede representar cierta garantía. A medida que pasan los años y los modelos envejecen los propietarios tienden a desentenderse de los mismos y, casi, no hacen más que reproducir rituales automáticos desconociendo en el fondo lo que realizan en su ausencia. De la misma manera 1

Alumnos de carreras docentes que trabajaron el texto, propusieron otras metáforas: ser termómetros y termostatos; ser fábrica de muebles o carpinteria artesanal; ser guarda-ropa de lugares públicos o tintorería; saber construir sobre arena o construir sobre piedra; ser arquitectos o albañiles; ser supermercados o fábricas; ser mineros que sacan los metales precioso – artesanos que los trabajan; ser fast-food o restaurante. 2 Lo que actualmente se denomina “nuevas infancias y juventudes” con caracteres sustancialmente diferentes de los de generaciones anteriores. Estas “culturas juveniles” se sientan en los bancos y pueblan las aulas de las escuelas y de las universidades con otros códigos y necesitados de nuestros procesos de alfabetización.

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que las mochilas y las instrumentos de estudios tienen una desaparición progresiva y sistemática con el correr de los años, la protección y el cuidado se desvanece con el paso de los días... y los playeros hacen (o dejan de hacer) sin mayores contemplaciones. No todas las playas de estacionamientos son iguales. Coinciden en la función (todas guardan los autos) pero difieren en el trato y en las comodidades. Algunos llaman playas de estacionamientos a un espacio en la calle pública en donde los autos se acomodan guiados por algunos encargados en guiar las maniobras. Hay poca diferencia entre dejarlos en la calle – sin cuidado – y dejarlos en estos lugares que no son más que una porción de la vía publica sometida a cierta vigilancia. Otras playas tienen muros protectores, pero funcionan a cielo abierto y la protección también es relativa: simplemente se han encargado de cercar un espacio disponible sin ofrecer mayores protecciones. En otras, el espacio es mínimo y sólo la habilidad de los playeros permite encontrar un lugar en medio de una multitud de vehículos. Están las playas construidas arquitectónicamente para esa función que suman varios pisos para poder albergar la mayor cantidad de vehículos. Y finalmente están las playas de estacionamiento de lujo: cerradas, cubiertas, con cada uno de los box pre-definido y la posibilidad de ver cada una de las unidades custodiadas y cuidadas hasta en los mínimos detalles. Cada uno puede disfrutar de una playa al gusto de sus posibilidades económicas y la cercanía geográfica. Aunque hay propietarios que optan por hacer cotidianamente un esfuerzo extraordinario para lograr la mejor playa para sus autos. Lo que necesitamos – en esos espacios vacíos – son talleres mecánicos para que se ocupe el tiempo libre y disponible de los autos en hacerles servicios permanentes. Talleres de hombres3 que los atiendan para lograr un mejor rendimiento, un presente y un futuro más confiables. En algunos momentos los prepararán para situaciones especiales: un viaje prolongado, terrenos difíciles, temperaturas riesgosas, una carrera de mucha exigencia, y cotidianamente, para las demandas de circulación de una ciudad compleja. El mecánico dispone de saberes específicos y sabe qué necesita el auto. El docente tiene saberes profesionales y entiende qué tiene que hacer con los alumnos, para que el trabajo los mejore. Porque se trata de un taller integral, en el que todo se realiza, todo se acondiciona. También aquí dejamos las llaves, confiamos en el profesional, pero la seguridad tiene otro nombre, porque les exigimos mucho más, porque creemos que solamente eso le otorga sentido a nuestro gesto de confianza....4

02. VIAJE Y AUTOPISTAS Hay otra metáfora que es muy gráfica y que ya ha sido utilizada (aunque con otros criterios de interpretación y aplicación) por algunos autores: el camino, las autopistas y las vías alternativas. (CULLEN C., 1997: 145) De alguna manera las escuelas constituyen un vínculo necesario y obligado con el mundo de la cultura, del saber, del conocimiento, en definitiva, con el mundo de la vida. Quienes consiguen acceder a la escuela y logran permanecer dignamente en ella para egresar con alguna acreditación pagan el peaje que les impone la sociedad del conocimiento. Quienes no ingresan o no logran mantenerse o definitivamente nunca, egresan y tienen serias dificultades para poder reconocer algún camino por el que puedan transitar. Como en las autopistas, los caminos alternativos están deliberadamente en mal estado, es una aventura imposible transitar por ellos y

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La expresión originalmente pertenece a COMENIO en sus escritos de 1630. Los medios nos entregaron dos noticias curiosas asociadas con la analogía: en Japón la adquisición de un chips personal le permite a los padres, en algunas escuelas, monitorear directamente la presencia y la seguridad de sus hijos en las escuelas. Y en España la innovación de un taller mecánico consistía en que colocar cámaras estratégicamente distribuidas para que los clientes pudieran ingresar al sitio virtual y observar desde sus domicilios las tareas que los especialistas le realizaban a sus vehículos. 4

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ponen en riesgo a los vehículos. Las autopistas y los peajes se convierten en una opción forzada, que incluye y excluye, que otorga comunicación y destino, o niega todas las posibilidades. 01. Sin embargo, no se trata solamente del peaje y de la presencia física de las autopistas. Porque el pago obligatorio no garantiza el estado perfecto y adecuado de la autovía: en las casillas del peaje poco o nada saben de lo que puede depararnos el camino en cuanto a los detalles de seguridad: sólo algunos carteles ofrecen frías referencias acerca de sectores riesgosos y zonas en reparación. Igualmente nada nos garantiza que el vehículo que conducimos tenga la resistencia y la habilitación técnica para trasladarnos a la meta: eso no depende de la autopista y no está incluido en el precio del peaje. Cuanto más – si por algún motivo nos detenemos o tenemos algún accidente menor – vendrán solícitos a auxiliarnos para sacarnos de la coyuntura (y, sobre todo, para liberar la autopista de eventuales obstáculos) pero nunca se harán cargo de las deficiencias del vehículo: somos nosotros los que respondemos por él. De poco o nada nos servirá tener a nuestra disposición la autopista y pagar los peajes, si finalmente no disponemos de un vehículo seguro para conducir y alcanzar nuestro destino.

02. Aunque las analogías siempre son limitadas, de alguna manera nuestras escuelas son las diversas autopistas que el sistema educativo ha construido para que los alumnos puedan arribar al mundo del saber, de la cultura y del conocimiento. (1º) No todos pueden acceder a ellas, porque no pueden o no quieren. En primer lugar por siempre hay que pagar algún tipo de peaje, y también, porque el valor de las autopistas no es un conocimiento natural, sino cultural, sino que exige su descubrimiento y la posibilidad de utilizarlas. Pero, a su vez, (2º) frecuentemente se puede observar a muchos que han intentado circular por las autovías pero las dificultades del camino, la velocidad impuesta, las normas de transito, el tipo de vehículo los obligan a abandonarlas. (3º) Para muchos de ellos, la única opción es utilizar el deteriorado camino alternativo, arriesgando más el estado del vehículo con escasa posibilidad de llegar a destino alguno: en los caminos alternativos no hay auxilio, nadie se hace cargo de los accidentes y no hay propietario o responsable a quien efectuar reclamos. Y finalmente (4º) están también los que logran pagar el peaje, sobrevivir al viaje y llegar a destino, pero la circulación por la escuela no les representa ningún tipo de beneficio o cambio: ingresan y egresan de ellas sin ninguna transformación. 03. De nosotros y de nuestras funciones específicas, desde responsabilidades diversas y complementarias, depende determinar qué escuela tenemos y qué tipo de escuela queremos construir, qué tipo de autopista queremos cimentar, qué tipo de peaje vamos a imponer o subsidiar, qué servicios pretendemos brindar y cuánto nos interesa que cada uno de los usuarios-alumnos llegue sano y salvo a destino… y, sobre todo, enriquecido realmente por el tránsito por las escuelas. Porque hay varios tipos de inclusiones y exclusiones. (1º) La más común – y no por eso menos ardua – es la exclusión de tipo social y económica. Muchos de ellos no podrían ingresar a nuestras instituciones, y si lograran hacerlo tendrían serias dificultades para mantenerse vivos en ella: con un vehículo deteriorado, con patente antigua y con un modelo casi inexistente, con una carrocería baqueteada y un motor en evidente decadencia exhiben sus imposibilidades. ¿Qué pueden hacer frente a los confortables, brillosos, arrogantes, briosos y velocísimos 0 kilómetros? Convencerse progresivamente de sus impedimentos o de las limitaciones de sus logros.

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(2º) Los que forman parte de las escuelas y circulan por la autopista, pero no logran un aprovechamiento real de la escuela, los que pasan formalmente por ella, los que zafan y aprueban pero que no alcanzan aprendizajes, los que reglamentariamente cumplen con todos las pautas, pero no logran transformaciones verdaderas. Para muchos de ellos, concluir la escuela es un pasaporte al vacío: carente de hábitos y actitudes, desprovistos de contenidos procedimentales, se exponen a un naufragio próximo en los ciclos posteriores, en los mares de la universidad o de la búsqueda de trabajo. (3º) Existe un tercer grupo de excluidos: son aquellos a quienes los aprendizajes acreditados no les permite interrogar y modificar su propia vida y han quedado al margen los verdaderos saberes que la realidad demanda para poder encontrar el propio lugar en el mundo o construir el proyecto de vida. Buenos estudiantes pueden comprometerse solamente con algunos conocimientos, sin apropiarse de las estructuras y los referentes que les permitan construir en un marco de autonomía una personalidad integral.

03. NAVEGAR

Nuestra escuela puede ser una humilde canoa que sólo puede garantizarnos un corto viaje. O una cómoda embarcación que nos conecta con el mundo entero. O una lancha de fin de semana que sólo sirve para entretenernos. O un transatlántico donde todos viajan con ropa de marrca, muy bien atendidos y seguros, rumbo al puerto elegido. O un abnegado barco pesquero que tira sus redes generosas a las aguas para salvar vidas y levantar todos los que encuentra a su paso. Uno elige en qué barco trabajar y qué hacer en él: la comodidad o el compromiso, la seguridad o los días tormentosos, el pasaje asegurado o las noches sin regreso, los pasajeros cuidadosamente elegidos o los intrusos que se han subido a la barca. Puede disfrutar tranquilamente del sol y de los camarotes de primera o enfrentar con hidalguía todas las tempestades y exponerse a los naufragios. Uno elige seguir navegando o detenerse en la orilla. No es fácil, pero es necesario y urgente. Porque la escuela sigue de pie. Será difícil, pero la peor batalla es la que nunca se libra. Y nosotros estamos al pie del cañón. Por eso somos docente de una escuela que en muchos casos sigue siendo la última frontera. COMENTARIOS • “Esta escuela puede parecer un transatlántico por fuera, por el aspecto edilicio y el prestigio que tiene en el barrio, pero por dentro cada grado es un bote que tienen que remar” • “Los padres se piensan que con solo traerlos a este escuela los alumnos van a aprender. Ayer le pregunté a una nueva alumna por que se había cambiado de escuela y contestó: en la otra no

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enseñaban y en lo que va del trabajo en clase hizo muy poco, es decir, el padre cambió de lo que a él le parecía una canoa a un crucero y piensa que ésa es la solución” • “Puede ocurrir que en un determinado año escolar se tenga que remar mucho y parezca que estemos en una canoa y al año siguiente disfrutar de una embarcación segura y confortable: las condiciones van variando”.

04. EL PUENTE

“El educador, para serlo, ha de ser un buen comunicador, es decir, ha de ser un mediador. La metáfora del puente ejemplifica a la perfección esta exigencia. El puente resulta imprescindible cuando es preciso conectar realidades previamente incomunicadas, inaccesibles la una para la otra, cuando hay que salvar obstáculos aparentemente insalvables para ponerlas en contacto. Para ser un buen educador habría que ser un puente que permita que los contenidos circulen (conocimientos, procedimientos, actitudes o valores) de una orilla a la otra. El buen educador, como un buen puente, ha de tener tres componentes: dos pilares y un arco. (1) Uno de los pilares ha de estar fuertemente fundado en una orilla, en la orilla de los contenidos que se pretenden transmitir. Si no se posee el suficiente dominio de los contenidos conceptuales, procedimentales o actitudinales, y si no está suficientemente apasionado por ello, es imposible que se puedan transmitir de manera eficaz. (2) El otro pilar ha de estar fuertemente aferrado a la otra orilla, en los receptores, en las personas a las que han de transmitirse los contenidos. Es el pilar de la sintonía. Sin un profundo conocimiento de estas personas, de sus capacidades y limitaciones, de su nivel de desarrollo mental, de su sensibilidad, de sus preocupaciones, intereses y deseos, no se pondrá conectar con ellas. Sin la capacidad de establecer una relación empática con ellas, el puente no podrá cumplir su función. (3) El tercer componente del puente es el arco, que ha de unir de manera flexible los dos pilares. Siguiendo con la aplicación de la analogía, el arco del puente equivale a la capacidad de comunicar adecuadamente los conocimientos o procedimientos, de transmitir eficazmente las actitudes y valores, de hacerlos llegar de manera fluida, comprensiva y suficientemente estimulante a los contenidos. Es el componente de la comunicación, de la pedagogía, de la capacidad didáctica. El educador – como comunicador – sólo es eficaz si se sustenta en los dos pilares y si son capaces de unirlos, de conectarlos. Sin pilares no hay puente, pero tampoco los dos pilares son suficientes para facilitar el trasvase, la comunicación.” FERRES JOAN, (2000) Educar en la cultura del espectáculo. Paidos.151-2

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Hay un juego dialéctico entre el quedarse del puente y el fluir del agua o el río, porque en realidad la educación tiene las dos cosas= fortaleza y consolidación, dinamismo y búsqueda…. Uno enseña a ser puentes y también a ser ríos…

BENÍTEZ CARRASCO: EL PUENTE

¡Qué mansa pena me da! El puente siempre se queda y el agua siempre se va EL RÍO es andar, andar hacia lo desconocido; ir entre orillas vencido y por vencido, llorar. El río es pasar, pasar y ver todo de pasada; nacer en la madrugada de un manantial transparente y morirse tristemente sobre una arena salada. El puente es como clavar voluntad y fundamento; ser piedra en vilo en el viento, ver pasar y no pasar.

EL PUENTE es como cruzar aguas que van de vencida; es darle la despedida a la vida y a la muerte y quedarse firme y fuerte sobre la muerte y la vida. Espejo tienen y hechura mi espíritu y mi flaqueza, en este puente, firmeza, y en este río, amargura. En esta doble pintura mírate, corazón mío, para luego alzar con brío y llorar amargamente, esto que tienes de puente y esto que tienes de río.

Y UN MATERIAL (CUADRO) PARA RELACIONAR METÁFORAS Y REALIDAD DOCENTE =

LOS DESAFIOS DE LA PROFESIONALIZACIÓN

DOCENTES, MAESTROS DE SABIDURÍA

 Hay un complemento necesario entre la fuerza vocacional del educador y el rigor profesional del docente. Se trata de sumar los dos ingredientes necesarios: cuerpo y alma, entrega y seriedad laboral, llama interior y solidez pedagógica.

 Es necesario ser un buen transmisor de los conocimientos, aunque es mejor convertirse en un generador de aprendizajes autónomos. No se trata de multiplicar imitadores, sino de despertar pensamientos y existencias dotadas de autonomía.

 La profesionalización del docente de cada uno de los niveles es el desafío de estos tiempos nuevos. Si el discurso pedagógico del pasado acentuó el apostolado y la vocación; si luego se desarrolló el perfil del trabajador de la educación; hoy se insiste en el rigor profesional (intelectuales críticos)

 Pero en suma el docente que deviene educador es alguien que despierta a través del conocimiento de las letras, las ciencias, el arte, el amor al saber, a la sabiduría. La sabiduría está asociada a la actitud ante la vida, las decisiones y las determinaciones ante la existencia.

 La profesión se construye con una sólida formación inicial y con múltiples estrategias de formación

 Se trata de ser un maestro, que transmite lo que estudió, pero sobre todo lo que sabe (lo que

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permanente: un itinerario de crecimiento que no termina nunca. Se alimenta de las ofertas del sistema, de los servicios de la institución, pero también o sobre todo de la propia iniciativa personal: lectura, innovación, crítica, investigación, reflexión, diálogo

es suyo) y que refuerza lo que dice con su ejemplo. Se trata de un saber que no brota sólo de un título o de un cargo, sino desde el interior; no es un saber ilustrado, sino un saber vitalmente com-probado.

 El profesional de la educación es un especialista de su quehacer en la función que desempeña: docente, directivo, auxiliar. No se improvisa, se construye y se perfecciona. Es un profesional que prestigia su profesión: su tiempo, su actividad, su saber.

 No sólo hay que trabajar en la escuela, sino que es necesario “hacer escuela”, dejar marcas, huellas... Mas allá de los andamiajes que sostienen los aprendizajes deben quedar los signos de una presencia significativa. 5

 Ingredientes necesarios de la profesionalización: (1) rigor intelectual + (2) actualizado dominio disciplinar + (3) manejo de las metodologías + (4) conocimiento psicológico de los sujetos + (5) habilidad en el manejo de los grupos + (6) competencias comunicativas básicas + (7) capacidad para enseñar y promover los aprendizajes de todos (comunidades de aprendizaje)

 Es necesario recuperar el prestigio y el reconocimiento social del quehacer, de la profesión y de la persona del educador. Estos son los tiempos en los que hay que jugarse por un perfil innovador de la escuela y de los educadores: en los momentos de crisis es cuando las redes de significación social de reconfiguran.

Sin desconocer ingenuamente las contingencias y los condicionamientos personales, familiares y laborales, se trata de lograr una verdadera calidad de vida, humana y profesional, que le permita al docente disfrutar de lo que hace, y encontrar razones y fuerza en las propias convicciones para dar lo mejor de sí en las tareas que realiza. El desempeño laboral es demasiado prolongado para que uno inmole su vida por una causa inútil, teniendo en sus manos la posibilidad de transformar en compromiso las obligaciones, y en ideales las rutinas cotidianas.

05. COMO LOS ARBOLES  No sólo somos como los árboles: somos árboles. La naturaleza imita la naturaleza. La naturaleza se reproduce en escalas diversas y cada microcosmos replica al macrocosmo.  Somos las RAICES que comienzan a crecer cuando aun somos potencialidad, casi nada: son ellas las que van dándonos fuerza, alimentados por quienes nos dieron la vida y nos aman. Allí están en ellas: las condiciones genéticas, los entornos emocionales, los traumas, las buenas o malas historias: están en lo profundo y desde allí alimentarán al árbol entero. Las raíces no son todas iguales: una se hunde en la profundidad de la tierra y buscan allí su fortaleza; otras crecen se expande en abanico y construyen una trama que otorga fortaleza; y finalmente hay raíces que se expanden lateralmente y encuentran la fuerza en quienes están a su alrededor.

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Entre las películas recomendadas para observar el temas de las MARCAS o HUELLAS en la subjetividad de los estudiantes pueden citarse. Mientras las MARCAS refieren rastros dolorosos que los educadores han dejado física, psíquica o simbólicamente en los sujetos, las segunda son presencia significativas que permiten moldear la propio personalidad: LOS CORISTAS (cuyo inicio y final pone en cuestión la presencia del educador en el rescuerdo de uno de los protagonistas), QUERIDO MAESTROS (ADIOS MISTER HOLLAND), LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS Y DESCUBRIENDO A FORESTER. En cada uno de ellos, los educadores dejan en los educandos huellas o marcas imborrables.

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 Somos el TRONCO que va creciendo con nosotros, en el día a día de la maduración y las diversas formas de educación. RAIZ + TRONCO constituyen la base de la personalidad, porque seremos lo que en definitiva hagamos de nosotros en esos lugares esenciales. Con sus formas, su grosor, su rugosidad, sus marcas, sus heridas, su historia y el paso de los años.  Somos las RAMAS que comienzan a crecer cuando nosotros le vamos dando a la vida nuestra orientación y nuestras decisiones: ellas son nuestros proyectos, nuestras decisiones, nuestros caminos. Fuertes, seguras, sólidas, o bien: titubeantes, frágiles, quebradizas… Las ramas tienden a lo alto o se lanzan hacia los costado como buscando abrazarse a los otros árboles. Se muestran orgullosas o aman crear refugios y sombras protectoras.  Somos las HOJAS que van asomando apenas asomamos los ojos a la superficie, pero se vuelven tales cuando el TRONCO se ha hecho RAMA y en ellas – dividiéndose – emergen una a una las hojas. Las palabras que decimos, las acciones, las decisiones, son los rastros de nuestra propia vida. Algunas HOJAS son perennes y no caen nunca (convicciones, ideas indestructibles) y otras echan a volar en el otoño para retornar milagrosamente el primavera. Nuestra vida misma es ese eterno renovarse que juega con la vitalidad expansiva y esos momentos (muy nuestros, muy íntimos) en que nos refugiamos para reprogramarnos.  Somos los FRUTOS que surgen de nosotros y en la relación con los demás: diversos, múltiples, variados. Cada uno con su sabor, su textura, su cantidad, su momento de maduración. Como nuestras obras, nuestras creaciones, nuestras producciones, los aportes al mundo de la cultura. Serán los FRUTOS los que abonan nuestra trascendencia, más allá de nuestras vidas.  Somos también – a veces – nuestras ESPINAS, hojas frustradas que trabajan defendiendo al árbol contra las variadas agresiones… Y somos también la SAVIA, la interacción con el medio ambiente, el agua que nutre, la tierra que sostiene. Somos nosotros y somos el contexto y las circunstancias.  Somos también el ARBOL MUERTO: el árbol viejo que finalmente muere, el árbol herido por algún fenómeno, somos el árbol talado y convertido en útil madera (fuego, mueble, casa, puente, escalera, camino), el árbol maltratado y destruido.  EDUCAR es como CULTIVAR= (1) asegurar que las RAICES crezcan sanas y seguras en la primera edad; (2) que se consolide el TRONCO cuando la educación asume un carácter más formal; (3) que ayuda a tender – una a una - las RAMAS pero que confía luego en la libertad de cada uno en la construcción de su vida: (4) que enseña a crear las HOJAS y los FRUTOS… y (5) que - como toda la naturaleza - sabe que hay un FINAL al que vemos y preparamos viviendo intensamente. Es un crecimiento silencioso, permanente, milagroso en que cada uno se construye a sí mismo (como cada árbol) aunque hay muchos que a nuestros alrededor se asocian para ayudarnos.

1° SIEMBRA TIERRA Y SEMILLAS

SEMBRAR, PLANTAR. SEMBRAR es depositar la semilla en el interior de la tierra para que se hunda en ella y fructifique. El sembrador sigue diversas técnicas para asegurarse que las semillas caen en el lugar indicado (tierra preparada), bien distribuida (sin molestarse) y en condiciones de crecer. Las semillas tienen una preparación especial, un momento especial para la

Es la tarea de la vida y de la educación. Ser sembrador y sembrar. En la vida lo que hacemos es sembrar en nosotros mismos, o admitir que los otros siembren en nosotros (cuando crecemos podemos distinguir entre quienes siembra frutos o cizaña, y rechazar críticamente lo que no

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siembra, y condiciones para lograr que se produzca el nacimiento de las nuevas plantas. SEMBRAR viene de “seminare”, de semilla, y los diccionarios definen como “esparcir semillas en un terreno preparado para que germinen y den plantas o frutos”. PLANTAR en cambio es colocar un vegetal pequeño o creador y producido en otro lugar para hacerlo crecer. Es poner o meter en tierra una planta para que viva en ella. Por eso trasplantar es pasar una planta de un lugar a otro. SEMBRAR y PLANTAR son las acciones fundamentales, esenciales, las que ponen en marcha el proceso.

ACTITUDES

2° PERIODO DE LATENCIA: INSTANCIA DE MUERTE, ESPERA Y OSCURIDAD

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nos conviene). Como educadores preparamos la semilla (para que sea la mejor), preparamos, abonamos el terreno (motivamos, entusiasmamos), esperamos las condiciones mas propicias para la siembra, nos adaptamos a las circunstancias y contextos (cada uno es como es) y confiamos en nuestro trabajo, y en el valor de la semilla, pero sobre todo confiamos en lo que cada uno puede hacer con esa semilla. Es esa confianza la que alimenta el optimismo, aunque no siempre se vean las respuestas esperadas.

TRABAJO, ENTREGA, ESFUERZO, ESPIRITU CRITICO, INTERPRETAR LOS SIGNOS Y LAS CIRCUNSTANCIAS, CONOCER, CONFIAR, CUIDAR, ABONAR La semilla habiéndose acomodado en un lugar confortable, se dispone a la instancia de LATENCIA. Nadie la ve, está absolutamente oculta y debe morir, destruirse para que pueda nacer la planta, Parece que nada sucede, pero sucede todo. La latencia se caracteriza por ser un tiempo de inactividad aparente donde la naturaleza en su conjunto recupera sus fuerzas vitales. Ese período varía según las semillas, condiciones, las plantas, las especie, y el contexto. Es tan importante el “no intervenir” durante ese tiempo, que si removiéramos la tierra donde esa semilla se ha cobijado, probablemente nunca germinaría. En este período de oscuridad y silencio uno puede pensar no hay intención de la semilla en crecer, no hay movimiento, que en la tierra no hay nada, sólo vacío.. La semilla espera inmersa precisamente allí, en el silencio y la oscuridad de la tierra, a que se presenten determinadas condiciones externas e internas para que suceda todo, porque cuando se inicie el proceso ya no se podrá

En muchos momentos de nuestra vida todo se vuelve latencia, oscuridad, silencio y espera: no hay nada que asome, nada que nos adelante el porvenir, nada que nos permita comprobar que hemos elegido el mejor camino y que el esfuerzo vale la pena. Es un período duro en que vamos construyendo los raíces de lo que finalmente nacerá, una especie de muerte que anuncia la resurrección (“que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado). Hay que saber interpretar los silencios, las esperas, las muertes. En la educación refleja el momento en el que nos retiramos, salimos de la escena, nos callamos y dejamos que la semilla sembrada o la planta trasplantada se tome su tiempo para germinal, nacer, avanzar. No siempre se dará en los plazos previstos o programados, no se dará de

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detener. Espera en cierta forma dormida pero atenta, a que salga a lus, su verdadero propósito. Todos hemos esperando por días o por semanas, que el terreno, la parcela, el campo parece mudo, muerto, quieto. No podemos hacer nada con la mirada. Sólo velar por la lluvia y evaluar las condiciones del clima. Y de pronto el milagro se va produciendo en una, en dos, en todos. Y la vida nos sorprende con toda su fuerza.

ACTITUDES

3° CRECIMIENTO ETAPA CREATIVA VIDA Y INNOVACION

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manera homogénea en todos, pero en el interior de cada uno (con su particular historia y forma de ser) suceden cosas que no podemos ver, sino cuando se ha producido el nacimiento y emerge. Pueden pasar los meses y los años, y recién allí como sembradores comprendemos que el trabajo no ha sido vano, que los frutos finalmente han llegado.

CONFIAR, ESPERAR, ACOMPAÑAR, VER E INTERPRETAR LAS SEÑALES, TENER PACIENCIA Y CONFIANZA, NO INQUIETARSE, EVITAR LOS JUICIOS ANTICIPADOS (CONDENA), VER EN EL PRESENTE EL FUTURO. El tiempo de la vida y de la creación. Es el momento de mayor apertura y de pura potencialidad. La aparición del brote en la semilla, las flores en las plantas y el crecimiento de las hojas son fenómenos típicos de la instancia creativa. La savia que comienza a circular lo pone todo en movimiento, y la semilla sale a conquistar el mundo, emerge de la oscuridad a la luz, se da conocer, deja de ser mera posibilidad para ser, existir: está allí ante nuestros ojos. Es una vida nueva y por lo tanto el proceso es caótico, imprevisible, aleatorio e incontrolable. La v ida brota y estalla por todos lados. Todo cambia en torno a la planta. Ya nada es igual: lo que esperábamos está, se muestra y quiere ser reconocido. Nacimientos solitario o nacimientos múltiples: un árbol luchando solo, o una multitud de planta que se asoman en un almácigo, en las hileras de una quinta, en la superficie de un campo. O son los brotes que irrumpen en todos lados. No estaban ayer, parece que han estallado hoy…y la planta vuelve a mostrar la vida, de manera milagrosa, adquiere una energía contagiosa y expansiva, fruto del dinamismo interior (savia) que fluye por los conductos alimentando los diversos tejidos. Este es el momento en que hay que cuidar

En la vida es el tiempo de las novedades y de las posibilidades, como su pronto se nos diera todo: un amor, un hijo futuro, un trabajo, un viaje, una oportunidad efectiva. A la larga espera, la respuesta deseada o la sorpresa: a veces aparecen “brotes” donde creíamos que no habíamos sembrado nada. Nos envuelve el entusiasmo y la vida nos sonríe: somos pura entrega y proyectos. En el proceso educativo, por su parte, el educador nota que su palabra ha prendido, que es respetado, seguido, entendido. Se comienzan a producir los cambios deseados: en los conocimientos, en el saber (o los procedimientos), en las actitudes que acompañan los encuentros. Se ha descubierto el valor, el mensaje, la propuesta. Hay un conflicto cognitivo que ha desarmado la estructura precedente (la semilla) para darle vida a la nueva estructura, al nuevo paradigma. Pero aún no hay autonomía plena, y es necesario velar por

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la tierra y abonarla, velar para que no haya plagas que la afecten, asegurar el riego, protegerla de las inclemencias del clima, acompañarla hasta que se vuelva fuerte y lo soporte todo.

ACTITUDES

4° TUTORES Y PODA MOMENTO PARA EL DOLOR Y LOS RESPALDOS PARA EL CRECIMIENTO

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las jóvenes generaciones, acompañarlos y protegerlos de las amenazas interiores y exteriores. El educador es aun una presencia necesaria.

ALEGRIA, ENTUSIASMO, AMOR A LA VIDA, AGRADECIMIENTO, DESORDEN CREATIVO, DINAMISMO CONTAGIOSO, ENTREGA.

Cuando la planta – cualquiera sea, especialmente los futuros árboles – ya se ha afirmado y comienza el camino de su crecimiento, no basta con remover la tierra y abonarla, regarla en su justa proporción, sino que es necesario sostener su crecimiento con UNA GUÍA O UN TUTOR que asegure que avanza como corresponde. Uno sabe que la planta interiormente se resiste y protesta: quisiera crecer libremente, sin tutelas, hacia cualquier lado porque el milagro de la vida le permite explotar en brotes y en rama, pero el tutor es necesario porque es quien le pone la dirección indicada. Con suavidad pero con firmeza es imprescindible sujetar y atar. Esa es la fórmula del crecimiento: darle forma y orientar el desarrollo. En su concepto básico, el ENTUTORADO consiste en ir atando y uniendo diferentes partes de las ramas al tutor. A la presencia del tutor se le agrega la TAREA DE LA PODA: es quitar para fortalecer, provocar dolor y privaciones para garantizar que la planta tenga mayor fuerza en su tronco y en sus ramas, que pueda crecer en altura. Hay ramas que sobran y aunque la planta

Para que nuestro crecimiento en la vida sea el deseado es oportuno que nos choquemos con quienes nos ponen un límite o un freno. Con amor, con autoridad o con experiencia lo que nos regalan es la posibilidad de darle una orientación a nuestra existencia. Esas personas significativas son las que operan en nosotros la poda. Limitan nuestras posibilidades para que podamos ejercer la libertad y crecer, nos marcan nuestros defectos para que los podamos corregir. Nos provocan rebelión y dolor, pero nos permiten organizar nuestra vida. Educar es – entre otras cosas – establecer los límites, marcar el rumbo, proponer el camino. El límite no sólo prohíbe, sino que sugiere, indica, ayuda. Sin sentido del límite es posible que la libertad se vuelva poco operativa porque no nos conduce a ningún lugar. Los límites marcan el terreno de

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“sufra” la poda y pierda partes de sí, sabe que de esa manera tendrá mejor vida y mayor forma y fortaleza. Sin embargo hay que tener que en el crecimiento las plantas producen cambios: sin tutor crece desordenada y sin fuerza pero si el tutor la ajusta o la ahoga puede impedir su desarrollo. Hay un justo medio entre la sobreprotección que estrangula y el descontrol que termina en abandono y descuido. Tanto el tutor como la poda deben servir para dar más vida, no para matar.

ACTITUDES

5° FRUTAS QUE MADURAN O FRUTOS QUE SE CAEN: LA HORA DE LA COSECHA Y LOS RESULTADOS

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juego, evita los desbordes, asegura la posibilidad de elegir. Con el proceso de crecimiento la educación sabe retirarse progresivamente, porque los límites no deben ahogar sino acompañar. Tanto el descuido como la sobreprotección atentan contra el desarrollo. Hay un momento en que la planta ya crece sola: y hay un momento en que los educandos deben comenzar a volar solos.

EXIGENCIA, AUTORIDAD, CONTROL, VIGILANCIA, CONSEJO, COMPAÑÍA, CUIDADO, DIALOGO Y PALABRA, CONFIANZA. Cuando el árbol ha crecido lo suficiente, cuando la planta se ha desarrollado, entonces es capaz de dar frutos, de dar de sí (y no sólo de recibir): se concreta gracias a la fecundación, a la espera, al crecimiento de las etapas anteriores. Las estaciones más cálidas son las que suelen acompañar estos procesos, aunque hay plantas que producen sus frutos todo el año o en otras estaciones. La planta crece en tamaño y en altura, y se expande para darlo todo de sí: los frutos son la expresión más cabal de su fecundidad. Sin embargo existe un tiempo para producir el fruto, por lo que la planta trabajar sin pausa para que su fruto esté listo en el momento oportuno. Siguiendo el plan maestro de la naturaleza, la planta con sus hojas ensanchadas en la primavera absorberá todo el bióxido de carbono, la humedad del aire y la luz del sol que esté a su alcance durante las horas del día. Asimismo sus raíces abrirán sus redes para captar del suelo los nutrientes que necesitan las zonas de producción para completar la maduración del fruto. Y la savia conducirá todo hacia los lugares necesarios para que los frutos vayan naciendo, ensanchándose, tomando forma, madurando, tomando el

Dar frutos: todos sabemos lo que significa dar frutos, fructificar en la vida. Es la apertura a los otros, la formación de una familia, tener hijos, trabajar, producir, crear cultura, dejar algo de nosotros en lo que hacemos. Producirnos por dentro y por fuera. Hay acciones, proyectos, obras que no llegan a madurar, y se nos caen mientras lamentamos que se pudran en el suelo… Y hay otros que se nos pasan, no llegamos a definirlo a tiempo y terminan también en el suelo. La educación busca ver estos frutos, pero no siempre logra conocerlos. Los tiempos de la educación no son previsibles, porque los frutos pueden llegar de manera inmediata, a los pocos meses, años después o cuando ya no nos veamos más. Los frutos maduros de la educación son los compromisos con uno mismo, el desarrollo objetivo y subjetivo de la cultura, el ingreso productivo Y responsable al mundo social y laboral, el saber y los conocimientos, la ciudadanía

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formato, el color, el sabor definitivos. Si los frutos se desprenden antes de la planta, serán desechados porque están verdes; si no se los consume o se lo corta a su debido tiempo, los frutos se caerán porque están demasiado maduros. Hay un momento justo, un tiempo justo para que el árbol dé sus frutos en el momento indicado.

ACTITUDES

6° INSTANCIA DESTRUCTIVA O DE REVISION: SECARSE O PERDER TODO LO QUE SOBRA

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comprometida. Son siembras que el educador realiza, pero que fructifica con el tiempo, llega a la madurez cuando ya no estamos con ellos, pero eso no le quita valor a lo que hacemos.

OPTIMISMO, CONFIANZA, CELEBRACION, ESPERANZA, PACIENCIA, FE, COSECHA, CUIDADO DE LOS FRUTOS. Con los frutos cosechados y el cambio de estación, con la llegada de los primeros fríos, los árboles y las plantas comenzarán a perder todo lo que trabajosamente fueron creando y construyendo. Llega una etapa destructiva que la planta necesita para asegurar su crecimiento y fortalecer su estructura. Ya no tiene los frutos porque se los han arrancado o se han caído, y ahora comienza a perder las hojas. Se aproxima otro período de latencia o de espera. La energía de la savia comenzará su movimiento descendente en dirección a las raíces, restando nutrientes a las extremidades de las ramas. Los frutos que han caído, se descomponen en sus partes elementales, liberando las semillas de su interior. Nuevamente aparecen las semillas ya que es la descomposición la que permite que sea visible aquello que estaba oculto. Y esas semillas esperarán o volarán para convertirse nuevamente en la aventura de la vida, repitiendo paulatinamente todos los pasos, haciendo despertar a la vida. El árbol guarda en su memoria genética cada una sus experiencias y su crecimiento como árbol le permite hacerse más firme, más seguro, dar más y mejores frutos. No vive la oscuridad y el silencio como un fracaso, sino como una oportunidad para crecer.

Cuando creemos que tenemos todo armado, organizado, conquistado y hemos construido el estado y la paz deseada, la vida nos da sorpresas y nos obliga a repensar, revisar, ajustar, aceptar fracaso, volver atrás, y comenzar a sembrar nuevamente. El mito de SISIFO levantando la piedra una y otra vez es también una analogía de la existencia humana que no tiene reposo, sino que vive en la inquietud y el trabajo de reconstrucción permanente. La educación por su parte sabe que nunca concluye: (1) porque la educación de cada uno de los sujetos o de los seres humanos es inagotable y requiere una presencia permanente. No hay años escolares, premios y promociones, sino que hay una existencia por ayudar a definir y acompañar. (2) porque la tarea del educador se compromete con generaciones que se van sucediendo unas a otras: cuando ya se ha logrado la educación y los frutos de una, asoman en el horizonte las futuras. Mientras despedimos a los parten, le damos la bienvenida a los que llegan. Hay en este ir y venir permanente (en la vida y en la educación) un aprendizaje que

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nos permite procesar y potenciar nuestra experiencia.

ACTITUDES

7° RENOVACIÓN DEL CICLO

OPTIMISMO – CONFIANZA – TRABAJO – LUCHA – VOLVER A EMPEZAR – CAPACIDAD PARA PROCESAR LOS FRACASOS Y DEBILIDADES – APRENDIZAJE CONSTANTE. Y el ciclo se repite año a año, con los mismos árboles, con distintas plantas. El universo vegetal hace el recorrido una y otra vez, porque en ese cíclico movimiento está la fuerza y el secreto de la vida, que aunque se repite siempre es absoluta creación y novedad.

06. LOS DOS SABIOS

Vida y educación son ciclos permanentes: no se repiten, pero se vuelve una y otra vez a realizar los mismos esfuerzos para alcanzar los deseados resultados. Tal vez ni los sujetos, ni los educadores, ni los esfuerzos, ni los resultados sean los mismos, pero el ciclo va y viene como en el universo natural.

+ DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA

El pueblo estaba recostado contra la montaña y rodeado por un río torrentoso y cristalino que le iba dando la forma definitiva al valle. Lejos de los centros urbanos. Lejos de todo. Sólo un camino zigzagueante y peligroso y de mano única conducía hacia el pueblo, lo atravesaba cortándolo simétricamente y se perdía rumbo a la cordillera. Todos sabían que para emprender el camino de regreso había que rodear las montañas o atravesar el río y tomar otra carretera. En este pueblo, desde hacía mucho tiempo, vivían dos personajes ilustres, dos sabios, dos amantes del saber, dos filósofos. El azar o la geografía los habían distribuido en dos puntos antagónicos, aunque en cabañas de estructuras similares. Uno vivía en el Norte y a la entrada del pueblo; el otro, en el Sur, a la salida, cuando el camino se perdía en el paisaje. Nadie, ni siquiera los habitantes más viejos e informados, sabían precisar desde cuándo estaban allí y por qué habían elegido vivir en un lugar tan alejado de todo. Pero nadie ignoraba su presencia. Los

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dos sabios vivían prácticamente sumergidos en sus propias actividades, sin mayor contacto con la comunidad. No se comunicaban entre si. Es obvio que cada uno sabía de la presencia del otro, pero por razones o circunstancias desconocidas no habían establecido nunca un diálogo. Algunos memoriosos recordaban un par de encuentros casuales, fugaces, ínfimos... y nada más. Los vecinos del lugar conocían perfectamente la ubicación de uno y de otro. Lo sabían y lo tomaban como referencia para ubicar, a su vez, algunos lugares del pueblo. Pero sobre todo, lo demostraban con orgullo cuando numerosos visitantes venían a buscarlos, a conocerlos, a hablar con ellos. Entonces, solían repetir: “¿A cuál de ellos busca?”. Cuando el visitante los miraba sorprendido, los vecinos solían marcar los dos rumbos (Norte y Sur, Entrada y Salida)... para luego entrar a detallar los caracteres de cada uno de ellos. Los sabios no tenían nombres conocidos. La geografía había sustituido su identidad, y sus caracteres habían permitido diferenciarlos claramente. Ambos practicaban la filosofía, pero eran completamente distintos. El sabio del Norte -- el de la Entrada del pueblo, con su cabaña totalmente de madera y los añosos árboles cobijando el acceso -- era seguro, firme, convincente; su voz clara, pausada y sonora acompañaba la perfección de sus enunciados y de sus respuestas. No admitía dudas, no asomaba ninguna conjetura, solo expresaba la verdad y lo hacía con la certeza que provenía del conocimiento trabajosamente adquirido, archivado, retrabajado y sistematizado. La multitud de libros y de papeles que rodeaban cada una de las habitaciones de su cabaña eran la prueba de todo este esfuerzo. Cuando alguien lo interrogaba, él escuchaba atentamente la inquietud, se tomaba el tiempo para volver a formular la pregunta (certificando si la había entendido correctamente) y luego daba a conocer la respuesta necesaria y precisa. Los interlocutores enmudecían, tomaban nota, lo reverenciaban. Cada palabra era una producción de valor trascendental e histórico. En cada encuentro se estaba produciendo una revelación. El Sabio del Sur -- el de la Salida, con su cabaña blanca y matizada de una vegetación de variados colores -- tenía otras características. También en sus habitaciones abundaban – desordenados - los libros y los papeles. Lo curioso es que muchos de ellos estaban abiertos, con referencias, marcas, señaladores, escritos. Al ingresar a la vivienda un tenía la sensación de encontrarse con un laboratorio de trabajo, sorpendiendo al filósofo en plena tarea. Se mostraba con una admirable sencillez asociada a una contextura física más frágil. El tono de su voz era sereno pero por momento titubeante, incierta. Combinaba sus palabras con largos silencios y profundas miradas. No le temía a las dudas sino que muchas veces se sumaba a ellas. Era común que respondiera a una pregunta con otra pregunta o a una de sus respuestas con varias conjeturas que la invalidaban o la relativizaban. Cuando venían a visitarlo, él los recibía con entusiasmo y gozaban escuchando a los recién llegados; formulaba observaciones, los interrogaban, les pedía que dijeran lo que ellos mismos pensaban... y al final, cuando el sol comenzaba a desarmarse entre los huecos de la montaña, expresaba algunas opiniones recordándoles que no las tomaran como definitiva, que debían seguir discutiéndolas en el camino de regreso. “¿A cuál de los dos buscan? “, era la pregunta natural de los vecinos del pueblo a los visitantes. Pero ellos no recomendaban, sino que simplemente indicaban. Los visitantes -- misteriosamente -- venían sabiendo qué tipo de sabio querían encontrar. Al sabio del Sur le causaba placer recibir grupos reducidos, informales. No distinguía en ellos niveles, antecedentes, estudios o lecturas. Estaba convencido de que la verdad -- como búsqueda permanente -- moraba en todo ser humano pero que debía despertarla y que a él le correspondía la tarea de resucitarla. No era raro que después de horas de diálogos animados, en un juego interminable de preguntas y respuestas, la conclusión emergiera de la boca de un hombre simple o de un joven inexperto. Casi siempre -- cuando esto se producía -- el Filósofo de la Salida sonreía satisfecho y ya no hablaba más. Todos interpretaban el silencio como despedida y se retiraban más ricos interiormente aunque no llevaran consigo ningún documento, ninguna respuesta.

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Al sabio del Norte le agradaban las entrevistas personales o los grandes grupos. En la primeras parecía encontrar en el interlocutor (generalmente, grabador en mano) el registro histórico de sus verdades y lo comprobaba por el interés que despertaba con sus monólogos y por el brillo de sus ojos al descubrir en sus palabras los reflejos de la verdad. Con los grupos gozaba porque sabía que podía llegar a más gente y que -- a través de ellos -- la verdad se podían volver expansiva, casi universal. Ellos también sabían por el tono de la voz cuando el encuentro finalizaba y partían orgulloso por el caudal de anotaciones, conocimientos, mensajes y verdades (casi sagradas) que habían atesorado. Curiosamente, ni los vecinos del pueblo ni los visitantes solían recurrir a los dos filósofos a la vez. Partidarios ocasionales o deliberados de uno o de otro, preferían mantenerse fieles a su estilo. No generaban bandos o antipatías sino tolerancia y respeto. El paso del tiempo, con implacable persistencia, fue diluyendo las noches y los días. En un breve período murieron los dos sabios. El filósofo del Norte murió en un tibio amanecer de octubre, rodeado por sus seguidores más consecuentes. El sabio del Sur murió en una plácida tarde estival, cuando un grupo de visitantes abandonaba la casa. A partir de entonces el pueblo, el río, la montaña, el camino se quedaron un poco huérfanos, añorando tiempos pasados. Uno y otro, prolongando una mágica simetría fueron sepultados en sendos valles: cada uno en la suave ladera de las montañas, las mismas que servían de marco a cada una de las viviendas. La casa del Filósofo de la Entrada (Norte) se convirtió rápidamente en un Centro Cultural y académicos de prestigio, al que acudían desde remotos lugares para estudiar los libros del sabios, hacer las interpretaciones, ordenar sus escritos, publicar sus obras, divulgar sus ideas, repetir sus enseñanzas. La sencilla casa del Sabio de la salida (Sur) se convirtió en una escuela. Sus libros, sus escritos y sus pertenencias fueron utilizados para continuar con el espíritu de búsqueda de su antiguo morador. Entre aquellas sabias paredes se respiraba la necesidad de no detenerse en ningún conocimiento definitivo, en multiplicar las preguntas, en relativizar el valor de las respuestas. Junto a la tumba del Sabio del Norte nació un árbol sólido y frondoso: se convirtió en un lugar de referencia para tantos visitantes que acudían a recordarlo y venerarlo; encontraban bajos sus ramas sombra, seguridad y protección. En el otro extremo, en el valle del Sur, junto a la tumba nació un árbol cargado de frutas que, sin reparar en las estaciones, se prodigaban en alimento para los visitantes. A veces, en ciertas noches de verano y en algunas frías mañanas de otoño, sobrevuela de un extremo a otro del pueblo, un espíritu inquieto preguntando y preguntando. “¿Cuál de los dos era realmente sabio? ¿Quién era realmente el filósofo y tenía la habilidad para proponer el ingreso en el terreno del pensamiento? ¿En cuál de ellos moraba el tesoro de la verdad? PROPUESTA DE REFLEXION Y TRABAJO 01. Seleccionar y marcar al menos 10 palabras o frases que puedan resultar significativas. 02. En un cuadro de doble entrada caracterizar a cada uno de los sabios y a sus seguidores. 03. Si fuera uno de los visitantes del pueblo mencionado en la historia, ¿qué sabio visitaría y por qué?

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04. La filosofía, el pensamiento, la sabiduría, ¿con cuál de los dos sabios se identifica? ¿Por qué? 05. En el propio trabajo, en la formación previa, ¿se han encontrado con ambos modelos? Describirlos.

07. LOS SOBREVIVIENTES

Yo los vi llegar un mediodía de verano. confiaron en la tierra firme, aunque presumieron que esa costa rocosa y escarpada era el continente. Nunca imaginaron que se trataba de una isla. una de esas islas que se van consolidando, desarmando y desplazándose con el paso de los años, cambiando de forma y de estructura, jugando a ser y no ser en un devenir permanente. nunca recorremos las mismas aguas, nunca pisamos la misma isla. Venían de navegar mares tormentosos y no podían resistirse a la tentación de depositar sus pies seguros en la orilla insobornable. Pero era una tierra olvidada y desconocida. Tal vez yo solamente existía en la afiebrada imaginación de algunos y necesitaba de la presencia de esos intrusos que me dieron vida: apareciendo en sus vidas yo misma adquiría verdaderamente el ser. Creo que me despertaron de un largo letargo y todos ganamos con el encuentro. Yo era, frente al mar cargado de riesgos e incertidumbres, la tierra prometida. Ellos eran, ante la soledad y la arbitraria desprotección de siglos, una tabla de salvación. Hasta ese día nunca supe a ciencia cierta que importancia real tenía. Lentamente fueron reparando en mi presencia y fueron descubriéndome: me recorrieron con la misma pasión con que desembarcaron y tuve la serena impresión de que creía haber resucitado el paraíso original: paisajes, vegetación, arroyuelos, cascadas, claros en el territorio eran vistos por primera vez, aclamados y bautizados con un envidiable sentido del asombro y de la admiración. Al desembarcar y tomar posesión del territorio se creyeron fundadores de una nueva realidad pero yo había estado allí desde siempre: generosa, consentía en dejarme atravesar con cierta indiferencia, pero sólo toleraba algunos vestigios de apropiación. Y yo me sentía bien. Por primera vez alguien – en nombre de la civilización - me daba la bienvenida, me abría las puertas y me hacía pasar a la sociedad. Había en mi un curioso juego de contradicciones: existía desde siempre, pero sentía que recuperaba el ser con esas presencias. Ellos se asomaban a mi mundo, con la total seguridad de sentirse descubridores y conquistadores; yo me asomaba a un nuevo universo para certificar mis valores y descubrir – con mi natural astucia – qué destino me cabría en el nuevo orden Porque quedaba claro que no se adaptarían a mi estructura, sino que había un orden previo que se me impondría. Recuerdo paso a paso los rituales de ingreso, de conquista, de bautismos y de apropiación.

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Pasó el tiempo y con él, imperceptiblemente, me di cuenta de que fueron explotando de mí todas las riquezas, me fueron cambiando, se adueñaron de cada uno de los rincones, me hicieron suya. Y yo aprendí a vivir solamente para ellos. Basta una acumulación de vida, aunque sea neutra y gris, para que nuestras esperanzas más firmes y nuestros deseos más intensos se desmoronen... Y llegó un momento en el que mi vida ya no soñaba, abierta, con ninguna diversidad. 6 Todos vivimos en el mismo engaño: había sido un encuentro fortuito, casual, valioso, provisorio... y habíamos imaginado que sería eterno. Ellos porque se sentían cómodos en el territorio conquistado y racionalmente organizado; yo porque disfrutaba de una vida gloriosa y de una importancia desmesurada. La estructura de mi geografía se fue modificando con el paso del tiempo: en algunos lugares se fueron adicionando territorios y en otros, el paso del agua fue robando importantes sectores. El mar mismo vivía en un cambio permanente y era muy difícil percibir esas modificaciones que nos alteraba mutuamente. No hubo un momento determinado. No fue un fría mañana de invierno o un sereno atardecer de otoño: sino que fueron la suma de los días. Se fueron alejando, descuidaron algunos sectores, silenciaron algunas voces, dejando caer resguardo, protecciones, sectores. Tuve la impresión – pobre, porque yo nuevamente me había adormecido confiada en una inconsistente fantasía – de que algo pasaba, pero que no podía ser demasiado grave. Y un día se fueron. Dejaron las instalaciones intactas, los artefactos en funcionamiento, la geografía cambiada, los árboles y la vegetación domesticados según su gusto y parecer... No se llevaron nada: otras naves vinieron a buscarlos y desaparecieron sin reconocimientos y sin explicaciones. Volví a quedarme sola. A veces creo que están deambulando de un lugar a otro, con el bullicio y la creatividad de antes, pero no es cierto: el sueño me deposita irremediablemente en la realidad. Cuando los sueños pasan, como los recuerdos, se vuelven indemostrables y remotos. Recuerdos y sueños están hechos de la misma materia... todo es recuerdo. A veces creo que nunca estuvieron. Estoy nueva y definitivamente sola. Han partido. Yo sigo sin despertar de mi desconcierto. ¡Tantos años viviendo de lo que ellos hacían y pregonaban de mí! Creo que fui perdiendo mi identidad y se me fue diluyendo en los proyectos ajenos. Tal vez sea la hora de convertirme en tierra definitivamente firme, en constituirme en una fortaleza, en encontrar vida propia, de no depender de nadie... de convertirme sencillamente en la ESCUELA que se ha atrevido a alcanzar la mayoría de edad, a hacer lo que quiere y lo que debe con una identidad definitivamente propia. Tal vez he vivido en una cómoda y segura minoría de edad sin atreverme a utilizar mis propias capacidades, carente de decisión y de ánimo para servirme creativamente de mis propias potencialidades. 7 Ahora definitivamente lo he comprendido: la mera presencia de ciertas cosas y de determinados rituales no garantiza su existencia: estoy sumergida en la precariedad y mi universo presente y futuro es una construcción permanente. Alguien – antes de partir – se atrevió a escribir en una de las rocas de la playa: “Los sobrevivientes de la que escuela del pasado deben convertirse en los constructores de la escuela que vendrá”. 6

Cfr. SAER J.J., EL ENTENADO. Algunas otras expresiones del relato han sido tomadas libremente del libro, aunque recreándolas y asociándolas a otros contextos. 7 Cfr. KANT, Filosofía de la Historia. Respuesta a la pregunta ¿qué es la ilustración? (Nova). ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propio entendimiento!

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CAMBIA, TODO CAMBIA

Cambia lo superficial Cambia también lo profundo Cambia el modo de pensar Cambia todo en este mundo Todos entendieron que había que cambiar el pueblo. Nunca pudieron precisar de dónde vino la idea original. No fue la voz de uno de los candidatos de las próximas elecciones. Tampoco surgió de los artículos de opinión del periódico local, ni de los encendidos discursos del Intendente que no desaprovechaba celebración alguna para pronunciarlos. La idea del cambio se instaló entre los vecinos que comenzaron a imaginar un pueblo diferente. No faltaban razones para proponerlo: una prolongada historia los había sostenido desde siempre, pero en los últimos tiempos la partida de muchos jóvenes, la ausencia de fuentes productivas, el trabajo escaso, el debilitamiento de los comercios tradicionales y el agotamiento de las instituciones, fueron sumando argumentos para pensar que el pueblo no tenía futuro. Todos se apropiaron de la idea pero cada uno fue construyendo con ella su propio mundo: para algunos el cambio debía venir de las autoridades municipales porque para eso habían sido elegidas y era una de las incumplidas problemas electorales; para otros, los cambios debían producirse por la directa intervención del gobierno provincial, ya que no solamente manejaba los recursos, sino que además disponía de mayor información y podía transferir alguna experiencia favorable de otras poblaciones; no faltaban los que reclamaban la intervención de técnicos de la cercana universidad ya que abundaban los especialistas y podían diseñar un pormenorizado estudio de factibilidad de transformación estructural del pueblo; algunos atrevidos comenzaron a hacer circular algunos proyectos que ellos mismos habían diseñado o que había copiado de pueblos vecinos, afirmando que estaban dispuestos a convocar a los que habían diseñados otros cambios (aunque no podían confirmar si habían tenido algún resultado favorable); algunos pensaron que lo importante era cambiar el nombre y la dirección de las calles, modificar el trazado de la plaza principal, rediseñar el arco de ingreso al pueblo, crear un himno, un escudo y una bandera que los identificara o imaginar una fiesta que convocara anualmente a los habitantes de los pueblos vecinos; finalmente hubo un grupo que en una espontánea asamblea de vecinos proclamó un cambio anárquico que cada uno lo interpretaba según su entender y conveniencia, y que debía tener como consecuencia el beneficio de todos. Sobraban palabras y faltaban acciones, mientras el tiempo se iba llevando las buenas intenciones y comenzaba a aparecer el juego de los intereses: unos querían fortalecer los vínculos con sus políticos amigos, otros pretendían darle oxígeno a las autoridades locales ahogadas por la escasez de recursos y la abundancia de problemas, algunos aspiraban a incorporarse como funcionarios de los nuevos organismos de cambio y transformación (con despacho, sellos, presupuestos y firmas autorizadas), otros imaginaban que podían brindarles oportunidades a los técnicos conocidos de otras localidades, a los que habían fracasado en otros intentos, a los teóricos que dibujaban cambios desde las cátedras de la universidad… y hasta no faltaban los que suponían que si se producía un cambio exitoso se les allanaría el camino hacia una banca en el congreso.

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El pueblo seguía igual, envuelto en la niebla de un invierno riguroso. El único cambio real era el discurso sobre el cambio: un nuevo entretenimiento que no impedía que muchos se fueran, que los negocios trabajaran poco y mal, que escaseara el trabajo y que cada uno se refugiara en la defensa de sus propios intereses. Y la discusión sobre el cambio se fue llevando el cambio mismo y casi hace naufragar al pueblo perdido y olvidado. Milagrosamente se produjo una lenta resurrección: buenos vecinos, gente de buena voluntad, ciudadanos honrados – desprovistos de cualquier interés particular y sólo interesados en el bien de todos – se convocaron, se reunieron y fueron definiendo un cambio a la medida de sus posibilidades: sustituyeron con iniciativas reales y con acciones concretas los discursos huecos; supieron que se trataba de un largo camino y de un prolongado esfuerzo… pero lentamente el pueblo entró en un cambio efectivo del que fueron contagiándose los vecinos de todos los sectores y de las más variadas clases sociales… El cambio que había partido del lugar exacto y sostenido por el consenso necesario, finalmente llegó hasta las autoridades que observaron sorprendidas las acciones de los sencillos habitantes del pueblo, capaces de hacer tanto con tan poco. Y el atrevimiento los llevó a muchos a imaginar que el cambio, en ese pueblo, podía conducir también a la transformación de las formas de representación y de gobierno, y de las prácticas políticas… Cambia el sol en su carrera Cuando la noche subsiste Cambia la planta y se viste De verde en la primavera Cambia el pelaje la fiera Cambia el cabello el anciano Y así como todo cambia Que yo cambie no es extraño Pero no cambia mi amor Por más lejo que me encuentre Ni el recuerdo ni el dolor De mi pueblo y de mi gente Lo que cambió ayer Tendrá que cambiar mañana Así como cambio yo En esta tierra lejana MERCEDES SOSA

09. RITUALES Y TRANSFORMACIONES

Era una tribu extraña y perdida en el corazón de la selva y recostada contra un río caudaloso y viboreante. Pocos son los detalles que nos han quedado de ella y escasos los restos de su cultura. Su historia se reduce a algunos cientos de años, pero con inicio y final precisos.

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Milagrosamente lo que ha sobrevivido a la destrucción y al olvido es el testimonio de uno de sus rituales. De tiempo en tiempo, los miembros de la comunidad reparaban en sus imperfecciones: la impericia en las batallas, la ineficiencia en las cacería, el fracaso en las cosechas, el deterioro en las plantaciones, los desbordes inesperados del río, las peleas y las desinteligencias en las relaciones... y convocaban rápidamente a una reunión general. Ningún miembro faltaba a la misma y ninguno podía estar ausente al ritual de la purificación y el cambio. Alguien – autoridad religiosa y política – recordaba los pasos de la purificación, exponía claramente los motivos de la misma, hacía la historia de las crisis precedentes y de los efectos obtenidos... los alentaba con sus gritos e iniciaba el proceso de conversión. Una larga caminata los llevaba al interior de la selva, a un claro natural que oficiaba del sitial sagrado: el duro esfuerzo del desplazamiento imponía una ascesis necesaria para reconquistar fuerzas y fortalecer músculos... y al mismo tiempo representaba un compromiso solidario, porque todos – con capacidades y condiciones diferentes – debían llegar. En el corazón del monte, apenas atravesado por la luz del sol – resguardando un secreto que les otorgaba identidad – se producían los siguientes pasos: por diversos medios primitivos todos comenzaban a despojarse de la “existencia vieja”, del “hombre viejo” para darle lugar a la “vida nueva”. La puntillosa observación de algunos animales los había contagiado de la necesidad de buscar y producir en cada uno de los cuerpos una realidad diferente. El recurso consistía – luego de desprenderse de la ropa - en utilizar algunos instrumentos y algunas piedras para rasurarse la barba, eliminar sus cabellos, desprenderse de sectores de la piel... El dolor que producía (y que todos soportaban con admirable solidaridad) se traducía en una especie de lamento armónico y se transformaba en canto. Cuando todos había concluido esta etapa de purificación, se postraban exhaustos y algunos encargados reunían los restos que, en el centro de la asamblea, se convertían en una inmensa hoguera. Pacientemente aguardaban que la misma se agotara y que el suelo se poblara de cenizas... Cada uno recogía con sus dos manos las tibias cenizas y con ellas regaban el suelo de la selva. Creía que solamente con los vestigios y de la vieja historia y las reliquias de la existencias viejas se podían abonar el crecimiento y el futuro. Una alegre carrera los conducía al río: todos ingresaban en sus aguas para que la fuerza de las aguas operara como cicatrizante y purificatorio. Una nueva reunión – que se prolongaba sin tiempo - en el seno de las mismas aguas le otorgaba el sentido definitivo al proceso. Las palabras de quienes dirigían el grupo permitía determinar cuáles serían los propósitos que los guiarían de allí en más. Finalmente retornaban a la aldea, se reunían con las nuevas vestimentas, cambiaban de chozas y reasignaban las funciones... Se iniciaba lo que ellos designaban como “una nueva etapa de la historia del pueblo”, con una vitalidad contagiosa e invencible. El ritual se repitió tantas veces como repararon que algo los estaba carcomiendo y les estaban restando fuerzas. Entre ellos algunos tenían la particular sensibilidad de entrever los síntomas, otros exhibían la capacidad de proclamar la necesidad del ritual, varios conducían el proceso... y todos se involucraban en el mismo. Un día la tribu desapareció: algunos suponen que – cansados de los conflictos – fueron emigrando hacia otros pueblos; hay investigadores que prueban que fueron constituyendo nuevas tribus, con la mística original de la primera; las últimas investigaciones prefieren otra explicación: comenzaron a desaparecer los atrevidos que se animaban a desnudar los problemas y la interpretar los signos, luego desaparecieron los líderes que convencían a la población y convocaban a la purificación y finalmente desaparecieron los jefes que debían conducir el ritual. Se mantuvieron las ceremonias,

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pero desapareció su contenido... y cuando la tribu convirtió su historia en una cíclica repetición de sí misma, desapareció.

10. TRANSFORMACION EN LAS PROFUNDIDADES

En el fondo del río, alejados del ruido del torrente impetuoso que recorría la superficie, sin prestarle atención a las crecidas o a las bajantes vivía una COLONIA DE PECES. Era una vida apacible, una comunidad organizada, una sociedad respetada por las otras colonias que habitaban diversos sectores del caudaloso río. Alguien -- en un pasado remoto -- había elegido ese lugar, alejándose de los ruidos de la superficie, restándole valor al entretenimiento de los grandes barcos de ultramar o de las lanchas de los fines de semana. Sabían que para muchos esa colonia estaba demasiado en el fondo del río, que no llegaba a ser suficientemente conocida o que por momentos parecía despreciar el contacto con las restantes asociaciones de peces. Les parecía, sin embargo, que algún precio había que pagar al decidirse por una estructura social medianamente organizada, una corresponsable distribución de las tareas y cierto interés en hacer las cosas serenamente bien, sin esquivar los conflictos, aunque sin alimentarse con ellos. Una vez alguien del COMANDO REGIONAL DE PECES DE LA ZONA LITORAL (C.R.P.Z.L.) convocó a una reunión a todos los Coordinadores de Colonias para discutir y bajar una serie de Directivas. Como la reunión se realizó en una zona también profunda, realmente las directivas bajaron a las profundidades para que los Líderes dispusieran de la información necesaria. A todos los sorprendió que el VOCERO del CRPZL les entregara una serie de Borradores de Trabajo y Documentos -- obviamente los peces disponían de un código de registro de las informaciones -que decidían una serie de reestructuraciones a partir del año siguiente. Les llamaba la atención que esas disposiciones fueran obligatorias y que tuvieran el mismo valor para todos. Había sucedido en tiempos pretéritos cuando el otros tipos de peces (gordos y autoritarios) los que manejaban el Comando. Cada uno de los representantes de las colonias fueron recibiendo el material, lo leyeron., escucharon comentarios y agregaron otros, discutieron lo que pudieron y luego regresaron a sus acuáticas geografías. Con la misma sensación de sorpresa, primero, y de desconfianza, después, el Coordinador reunió a los peces de la Colonia de la profundidad para brindarles información. Es cierto que algunos peces -imitando a los seres humanos -- lograban informaciones anticipadas y trascendidos... pero a todos les pareció necesario escuchar la versión original. Discutieron, opinaron, dieron a conocer sus puntos de vistas, pidieron mas precisiones, algunos pensaron en organizarse y conectarse con otros peces de diversas latitudes y profundidades... pero en suma cada uno regresó a sus sector de agua (la sociedad tenía una curiosa manera de manejar la propiedad privada) y dejó literalmente que las aguas corrieran con la secreta esperanza de que se llevara consigo la información, los borradores de trabajo, los escritos, las decisiones, la transformación. De alguna manera -- lo prometía con mucha seguridad el Coordinador -- cada uno se salvaría haciéndose cargo de tareas alternativas.

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El tiempo, insaciable, se fue llevando los días... y cuando regresaron para una nueva convocatoria, el CRPZL ya había dispuesto como se debía funcionar de allí en más... La mayoría mantuvo su función específica que consistía en purificar y preparar el agua para la comunidad de peces, pero otros tuvieron que disponer de su tiempo para clasificar diversos sectores del territorio (tarea que alguna vez habían realizado) y otros debía estudiar las profundidades y la composición química del agua (tarea que nunca habían abordado y para la que se debieron preparar apresuradamente). Algunos le discutieron al Coordinador la habilidad acuática para armar los argumentos y convencerlos... pero entendieron que todos debían subordinarse al COMANDO REGIONAL. Cuando ya se habían acostumbrado a las diversas tareas, las aguas bajaron turbias, se produjeron diversas contaminaciones y desajustes en los niveles del río y de manera sorpresiva cambiaron nuevamente las reglas de juego de la pacífica Colonia. Nuevamente bajaron directivas y cada uno debía reubicarse en la única tarea que tradicionalmente había caracterizado a la Colonia. No había lugares ni funciones para todos. Como algunos tenían más derechos, títulos, honores, antecedentes, antigüedad que otros pudieron elegir lugares y puestos de trabajo. Los que fueron quedando debieron adaptarse a las posibilidades que les ofrecían los ayudantes del Coordinador (que consultaban de manera obsesiva los documentos y los nuevos borradores de trabajo). Sorpresivamente dejaron de tener interés los estudios y las funciones que por un tiempo habían concentrado la atención y el esfuerzo de muchos miembros de la comunidad. Algunos (los más informados) decían que se podían producir cambios en el cúpula del Comando Regional. A muchos les llamó la atención una serie de cosas que los peces nunca habían padecido : ningún miembro del mentado COMANDO acostumbraba a bajar a las profundidades para dar explicaciones y justificar los ajustes; al Coordinador, el paso del tiempo o el cambio en las aguas le habían quitado las ganas de justificar las nuevas determinaciones; los peces de la Colonia comenzaron a sufrir una curiosa enfermedad hasta ese momento desconocida (aunque detectada en otras comunidades) : enfrentamientos, discusiones, luchas y estrategias para esgrimir derechos. Lo curioso llegó al final. Cuando la situación se hizo insoportable los peces hicieron reaparecer una conducta ancestral que culturalmente habían logrado eliminar. Los peces no utilizaron los salvajes recursos de los humanos para enfrentar situaciones de conflicto, prefirieron emplear su propio método: eliminarse mutuamente, comiéndose los unos a los otros.

11.

ELEGIR AL MEJOR

Aquel pueblo, en una remota geografía y en un tiempo inmemorial, pretendía tener al frente de su comunidad a personas con verdadera autoridad, pero no siempre lograban acordar lo que esperaban de cada una de ellas. Como habían decidido que los gobernantes estuvieran un tiempo pre-determinado (sin poder prolongar su gobierno o regresar a él) tenían la posibilidad de juzgar diversas prácticas y criterios para poder vivir mejor. Eran muchos, por ejemplo, los que ponderaban la gestión del CARPINTERO porque se mostraba duro e intransigente y había logrado disciplinar a la comunidad, principalmente logrando un clima de equidad y justicia. No era una figura simpática pero imponía respeto a todos y nadie podía discutir que lo que decidía beneficiaba no sólo a la

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comunidad, sino a cada uno de sus miembros. Para otros había sido fundamental el mandato del joven HERRERO porque tenía la rara habilidad de no hacerse notar y de sembrar en cada lugar y en cada persona las convicciones para obrar de manera correcta. Estaba siempre y hacía lo necesario y oportuno, pasando generalmente desapercibido. Finalmente, no faltaban los que apreciaban principalmente la labor del anciano AGRICULTOR porque había logrado unir a su experiencia y a su sabiduría la capacidad de relacionarse con todos y con cada uno para despertar en ellos la responsabilidad y el sentido de pertenencia la comunidad; prefería gobernar en contacto directo con la gente, escuchando, respondiendo y dando todas las explicaciones, pero – sobre todo – estableciendo contactos cargados de afecto y de respeto por cada uno. Próximos a la designación del nuevo gobernante, cada uno de los miembros de la sociedad soñaba con alguien que reprodujera las virtudes del modelo de autoridad preferido. A pesar de la armonía que reinaba, la comunidad entraba en ebullición cuando todos los habitantes debían elegir al responsable de la sociedad, coordinados por los antiguos gobernantes que ordenaban los mecanismos de elección. En aquella oportunidad las dificultades parecían ser mayores porque observando el desempeño y las virtudes de los antecesores costaba imaginar y decidir quién podía ser el sucesor. Fue allí cuando un hombre sabio y prudente hizo oír sus palabras: “No debemos buscar alguien que reproduzca la figura de aquellos que ya han gobernando en nuestra comunidad porque todos nos parecerán indignos o imperfectos. El elegido ha de ser alguien que deberá crecer con nuestra determinación y nuestra elección, somos nosotros los que le otorgaremos el lugar y él deberá construir su autoridad. Así ha sucedido siempre, porque en la medida en que nos construimos mutuamente, nos fortalecemos de manera recíproca”. A ninguno le extrañó, entonces, que el pueblo reunido designara al MAESTRO de la comunidad - alguien a quienes todos conocían en una tarea importante pero menor - porque entendieron que nadie nacía con las condiciones para mandar, sino con la vocación y la posibilidad de aprender de los demás y con el oído atento a las demandas de cada uno de los miembros de la comunidad y del bien de todos

12. INVITADO O INTRUSO

Supo, apenas llegó y saludó a todos, que lo consideraban un intruso. No se sorprendió porque todos – en algunas circunstancias – nos convertimos en intrusos: en una fiesta, en un lugar que no nos pertenece, en los trabajos, en la vida de las personas. Hasta la presencia de los educadores en la vida de sus alumnos es – en cierto modo – la presencia de un intruso. Pero él no había sido quien había decidido esta presencia: lo habían convocado y requirieron sus servicios. Pensó en otras circunstancias en las que hasta había escuchado esa palabra que por un momento lo paralizaba. “Intruso”, es decir, que se ha metido sin permiso, que frecuenta un ambiente que no le es propio, que ocupa – sin derechos - un puesto que no le pertenece. No dejó de sonreír en su interior porque siempre las historias habían terminado bien, pero a pesar de su seguridad no eludió el temor que le provocaban esos primeros minutos de encuentro. Pensó por un momento en una película que lo había golpeado mucho, DOGVILLE y en los padecimientos de la protagonista, una

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intrusa. Recordaba también los detalles de la venganza final. Y pensó en los mapas y en los territorios: un intruso es quien merodea un territorio que no le pertenece. Lo mejor era ponerse a trabajar para que la extraña sensación que les provocaba se diluyera. Y así lo hizo: era una fórmula que siempre funcionaba. Palabras, indicaciones, trabajos fueron creando un clima paulatinamente favorable. Al terminar la primera jornada logró que lo despidieran amablemente y no le llamó la atención al regresar – a la mañana siguiente – que ya lo llamaran por su nombre. Los intrusos nunca dejan de serlo, no bajó la guardia, pero supo que ya estaba entre ellos, que podía confiar y ellos confiarían. El esfuerzo por no defraudarlos era una determinación esencial. Por eso hizo más esfuerzo que el acostumbrado y trabajó para hacerse uno más de ellos en el limitado tiempo que habían programado. El intruso se convirtió en un compañero más: lo trataban con absoluta confianza y lo hacían partícipe de todas las actividades. A pesar del poco tiempo transcurrido ya nadie se acordaba de su condición anterior. Sólo algunos risueños comentarios daban cuenta de las impresiones iniciales. Tal vez por eso le costó tanto partir. Prefirió no anunciarlo con anticipación. Simplemente se los comunicó la última vez que cenaron juntos, celebrando la conclusión de una de las etapas del trabajo. Se quedaron un rato en silencio pero luego reaccionaron lamentando su alejamiento. Algunos le pidieron que se quedara un tiempo más, que lo necesitaban, que era una pena perderlo. Otros programaron algunos reencuentros futuros. Muchos permanecieron en silencio. El aprovechó ese momento para decirles todo lo que sentía. Era verdad que estaba cómodo entre ellos, pero había ido descubriendo todas las riquezas que había en cada uno. Precisamente entendió que debía partir, porque su presencia ocasional y provisoria era sólo una excusa para producir el cambio, para renovar el entusiasmo, para lograr cosas nuevas. El era habitante de otro territorio y, aunque en algún momento pudo compartir con ellos la confección de algunos mapas, era consciente de que cada uno es el único rey habilitado de su propia geografía. El ritual de los saludos y de las despedidas lo depositó en la terminal de ómnibus y subió al micro que lo llevaría de regreso a su lugar. Y mientras viajaba – entre-dormido, con un libro en la mano y muchas imágenes en su memoria – meditaba qué era mejor: si seguir siendo un intruso del que todos desconfiaban o ese ritual repetido que lo obligaba a circular de lugar en lugar perdiendo a los amigos ganados con cada encuentro. Cerró definitivamente el libro: era preferible no pensar.

13. LOS SUEÑOS DE LA ESCUELA

"Es tarde. Ya se han ido todos y he quedado sola. Me espera un largo fin de semana. Hace frío, llueve y es posible que me ponga melancólica. Pero esta noche, cuando las sombras han invadido cada sector de mi estructura, cuando ha quedado flotando en el aire el eco de las conversaciones y los gritos de una semana intensa... quiero bajar al corazón de mi misma para recorrerme y revisar mi pasado y mi presente.

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Pienso en mis orígenes, en la construcción que me permitió convertirme en una entidad real, en una presencia familiar en la comunidad. No voy a entrar en los detalles de los planos, los movimientos de tierra, la acumulación de materiales, el laborioso trabajo de los constructores y los obreros. Fue un estreno glorioso encontrarme con las paredes nuevas, los pisos brillosos, los techos seguros, los fundamentos sólidos, las aberturas aceitadas, el mobiliario reluciente... Me resulta difícil ver en las paredes de hoy los muros de entonces: estas paredes - descascaradas, manchadas, escritas, mil veces pintadas – son todavía sólidas pero necesitan cada vez más de cimientos confiables. Es cierto que en algunos sectores – comprobados ciertos riesgos -- hubo que rellenar grietas, agregar columnas, construir encadenados... pero en el corazón de la tierra, en un fondo oscuro y húmedo, resiste el corazón del hierro y el cemento. Las paredes protectoras no pueden arreglarse por sí mismas; no lo pudieron nunca... y menos en estos tiempos de movimientos frecuentes. Levanto la vista. Allá está techo: nadie discute su necesidad, porque es realmente lo que protege y cubre... Pero nada es para siempre... y es el que más ha sufrido cambios y transformaciones: no pudo aguantar tantas modificaciones producidas. ¿A cuántos especialistas tuvieron que llamar a lo largo de todos estos años para resolver su estado crítico? Cuando aparecí en el horizonte de la ciudad era una de las construcciones más sólidas y mi fortaleza se imponía en un paisaje de casas bajas y de construcciones sencillas. A mi alrededor el escenario fue cambiando y las casitas de entonces se transformaron en las suntuosas casas de hoy, los terrenos baldíos se convirtieron en imponentes edificios de departamentos y la tranquilidad de las calles, en el infierno de la gran ciudad. Ustedes pensarán que estoy hablando de las cosas materiales. En parte sí, en parte no. Una escuela es mucho más que una construcción. Es una de esos significantes que remiten a un significado material y a “otra cosa”... La casa es la casa, el estadio es el estadio, el banco es el banco, la cárcel es la cárcel, pero la Escuela8 es algo más: “la escuela festeja años”, “la escuela está en crisis”, “ la escuela se está renovando”... todas estas frases reflejan mucho más que lo material. Cuando me observo a mi misma y miro los pisos, los cimientos, las paredes y los techos... estoy pensando además en otras cosas; en quienes diariamente me habitan , en los que comprometen por años su existencia y su labor profesional, en los educandos a quienes acompaño en sus crecimientos. Y pienso también en los quehaceres, que imaginariamente ubico en mi estructura: allá en el techo, los conocimientos9; aquí, en mis paredes, los contenidos procedimentales10; y abajo, en los cimientos, las actitudes y los valores11 8

¿Sucede lo mismo con las Iglesias, los Tribunales, las Empresas? ¿Los lugares remiten a realidades que los contienen y los desbordan? ¿Sus usuarios utilizan la denominación para designar de manera indistinta a lo material y a lo institucional? 9 Los conocimientos(como el techo) son el paraguas protector y la razón de ser de la escuela... pero tienen una difícil tarea: proteger (hacia abajo) y afrontar (hacia arriba) todas las inclemencias del tiempo; no le podemos pedir una fortaleza y una eternidad para la que no fueron preparados; 10 Los contenidos procedimentales exhiben una consistencia que se afianza con los años y sobre su estructura – sólida o endeble – descansa el techo. A veces se desdibujan y parecen ocultarse, como si no existieran... pero las paredes que cumplen la función de delimitar y contener, también deben brindar protección, sino, ¿qué sería de la escuela? 11 En los cimientos moran los contenidos actitudinales: es lo que originalmente me dio origen y deberían seguir allí – en la oscuridad y el silencio -- dando consistencia al resto. ¿Cómo comprobarlo en el fragor de la lucha diaria y del bombardeo de problemas? Sin su acerada presencia es fácil que la pared se agriete y que los techos se desplomen. Sobran experiencias al respecto. Los hábitos y las actitudes están allí abriendo las puertas, marcando el camino, tramando las condiciones de posibilidad de todo... porque sin ellas no hay forma de construir. Esa ha sido la razón de ser de mi histórica presencia. Los hierros firmes y eternos que encadenan mi estructura en las bases, se proyectan en forma de columnas en las paredes y terminan en las vigas del techo. Hay una red (oculta) que me recorre y enlaza todo... pero yo no podría sostenerme sin los cimientos. Las actitudes claramente definidas y consolidadas se proyectan en contenidos procedimentales y se cierran en la apertura hacia los siempre dinámicos contenidos conceptuales. El universo de los

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Soy la escuela. La escuela de hoy y de siempre. La escuela material que refleja la otra escuela. Una estructura exterior que permite reconocer los secretos de mi cara oculta. La noche se ha tornado más fría. Tengo ganas de volver al interior de mí misma. Recorro los rincones de este cuerpo... y veo en las aulas, en los patios, en las amplias galerías, en los huecos de las ventanas, las historias más dispares. Las de ayer, las de hoy, las de siempre... ¡Cuántos esfuerzos para llevar adelante lo imposible! ¡Qué mezquinas y lejanas las recompensas! Casi no duermo, pero ciertas noches me sobresaltan algunos sueños. Hoy es una de esas noches. Mis pesadillas son terribles y curiosas. Me veo a mi misma como una construcción y tengo miedo de proyectar allí lo que me sucede como institución de la sociedad. Contemplo una película de escenas fugaces y sucesivas, con implacables saltos en el tiempo12... y observo un proceso paulatino y devastador sobre la escuela: un deterioro progresivo, implacable, inhumano. De pronto veo que se caen los techos a pedazos, un viento huracanado arrebata las chapas, se agrietan las lozas, una lluvia intensa perfora los cielorrasos. En medio del sueño, levanto mi mirada temerosa y veo un cielo impecable, lejano, perfecto y una escuela totalmente desprotegida. El sueño va y viene: primero aparecen, silenciosas, algunas grietas, pequeñas fisuras... y luego van cayendo los históricos ladrillos en un caos destructivo...Sobreviene una furiosa implosión o el juego de topadoras alocadas destruyendo todos los muros... Al final algo – terremoto seguramente – remueve, con sonido de película, los cimientos y dejan al desnudo los grandes abismos... Parece curioso, pero nada hace prever el desenlace: los controles en orden, las planillas correctas, los registros perfectos... y hasta las previsiones de los constructores que en sus diseños me habían imaginado para siempre. Corro de la realidad a los papeles, y de las certificaciones al desastre y no puedo reaccionar. Entonces, despierto enloquecida, me levanto de mi letargo y voy apresurada a mirarme: toco las paredes, observo la quietud y la firmeza del piso, la aparente seguridad del techo... y respiro tranquila. Todo ha sido un sueño. Pero el sobresalto llega siempre a la mañana siguiente. Recorro la estructura material, acerco mis oídos al imperceptible murmullo de los rincones, y observo que hay otra escuela, un espejo en el que necesariamente me reflejo, otra realidad en la que yo misma estoy padeciendo mi demolición. El proceso destructivo sigue los mismos pasos: primero me roban los conocimientos: los cambios tormentosos van desnaturalizando su presencia y terminan por hacerlos volar; las sustituciones son pasajeras e inservibles: un techo lejano e infinito se alza sobre la escuela, definitivamente desprotegida. Luego van perdiendo valor los contenidos procedimentales, los van carcomiendo la repetición y el aburrimiento y los desploman la inutilidad y la falta de imaginación. Finalmente se valores recorre y sostiene desde la base; los muros del saber hacer (y transferir) otorgan las estructuras, y la vastedad del conocimiento (cambiante pero sistemático, variado pero organizado, expansivo pero nucleado en torno a grandes ejes, alternante pero capaz de soportar cualquier crítica) permite constituirme definitivamente en escuela. 12 La idea de este paso del tiempo reflejado en las cosas cotidianas ha sido magistral y obsesivamente presentado por el Director británico PETER GREENAWAY en varias de sus películas (El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, Zoo, El Vientre del Arquitecto y otras) : el deterioro de las frutas y los vegetales, los cambios en los alimentos y las inevitables transformaciones en los cuerpos, principalmente en los cuerpos humanos. Su imaginación se aprecia en la meticulosa puesta en escena y en la coreografía, las tomas largas y a veces en las imágenes impenetrables. Los juegos matemáticos y las alusiones metafóricas que abundan en sus películas tienen un atractivo especial para el público de arte y ensayo. Una sucesión de fotos o filmaciones sucesivas podría reflejar estas mismas situaciones en los edificios, en las construcciones, en las personas y en las instituciones (principalmente las educativas). Esa misma idea del paso generacional del tiempo puede observarse en una memorable escena de la película La sociedad de los Poetas muertos acompañada de la frase Carpe diem!

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produce el perjuicio mayor: se deshacen las actitudes y los valores. Un estadillo y miles de acciones me van quitando lo poco que me queda, la única, definitiva posibilidad de reiniciar el proceso de reconstrucción... Y como escuela, siento que quedo vacía. Y una escuela vacía, hueca, vieja, fría no tiene ningún atractivo. A menos que me vuelvan obligatoria, me disfracen de superficiales intereses o me sostengan con otras intenciones, manifiestas u ocultas. Tal vez solamente se trate de un sueño, de una pesadilla de fin de semana o de noche de lluvia. ¡Ayúdenme a despertar por favor, ayúdenme a conocer la realidad o regálenme otro sueño: la posibilidad de llegar a ser la que era... y para siempre!.”

14.

ESTA ES MI HISTORIA

“No me pidan que les cuente la historia completa de mi existencia. Soy demasiado vieja y estimo que los pormenores de mi origen y de mis primeros pasos no pueden despertar demasiado interés para ustedes. Son datos conocidos y el consabido juegos de etimologías y de palabras que no creo que representen un atractivo para esta declaración. Quisiera iniciar este relato en el justo momento en que la sociedad y el estado (o los “poderes vigentes”, si ustedes prefieren hablar así...)me descubren y se apropian de mis funciones. Es verdad que yo había recorrido con más pena que gloria las variadas etapas de la historia misma de la humanidad occidental y que en manos de algunas instituciones había podido brindar un real servicio primero a lo sectores privilegiados(que son siempre los pudientes) y, luego, a los necesitados de las diversas clases sociales... pero hubo un momento en que repararon en mi presencia y comenzaron a tramar la manera de apropiarse de mí, de mis actividades y de los individuos que con diversas funciones me frecuentaban... A mí me llamó poderosamente la atención que después de un prolongado tiempo en que vivía en los suburbios de la sociedad y que solamente era objeto de reflexión por parte de algunos autores (criticaban mis prácticas y me imaginaban distinta, pero difícilmente se ensuciaban sus manos entre mis muros) y satíricamente representada por algunos pintores, la historia me trasladara paulatinamente al centro de la escena. Tardé en entender las razones de tanto interés. Primero me ilusioné pensando que la humanidad entera había reparado en mi valor y en mi importancia; después me alegré pensando en quienes me habitaban y pensé que se trataba de un reconocimiento a su sacrificado trabajo y a su vocacional entrega... pero finalmente la verdadera razón apareció cuando descubrí que el interés no estaba específicamente en mí, sino en la instrumentalización que de mí pudieran hacer. Yo no desconocía que desde diversas confesiones religiosas habían asociado mi presencia y las actividades con estrategias de evangelización, pero realmente la promoción realizada entre las

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clases sociales más desposeídas había sido un logro civilizatorio indiscutible. El estado, los gobernantes, los procesos revolucionarios, el juego de los poderes que lentamente se habían hecho cargo de diversas instituciones hermanas me descubrieron e imaginaron la manera de ponerme a su servicio. Por más de un siglo multiplicaron sus discusiones para redactar las leyes, poblaron de escritos los medios intelectuales, entablaron diversas polémicas para definir mi estructura, mis prácticas, los agentes responsables, los usuarios... y finalmente de la mano de un siglo que brillaba por sus luces, confiaba en el omnipotente poder de la razón, imaginaba un progreso social y económico indefinido, ensayaba numerosas obras de ingeniería social...se trazó el perfil de lo que representaría para la modernidad. Desde aquel momento aparecí asociada a las prácticas sociales más respetadas y formé parte de los discursos principistas más encendidos. Desde aquel momento, los astutos e ilustrados reyes de un absolutismo en decadencia, los revolucionarios desesperados por darle profundidad y trascendencia al movimiento social innovador y las nacientes democracias del siglo XIX fueron proclamando mi presencia, el valor de mis actividades, la preparación vocacional de mis responsables, la creciente universalidad de mis usuarios. No es extraño que a partir de allí las leyes fueran sumando caracteres que se volvieron connatural a mi presencia: gratuidad, universalidad, obligatoriedad. Me diseminaron en cada sector del territorio, me hicieron avanzada de civilización y progreso en cada rincón, me hicieron objeto de disputas ideológicas y religiosas, me convirtieron en una institución irremplazable, reiteradamente invocada y nombrada (aunque no siempre debidamente atendida) y me convertí en un símbolo y una garantía del progreso, la moralización y la lucha contra la barbarie. Con mi presencia, el estado pudo reafirmar sus estrategias de poder y ejercer un real control a partir de una inteligente organización de las estructuras sociales y de las ideas. Yo fui indirectamente la creadora de la identidad de las naciones, la que amalgamó las diversidades étnicas o que contribuyó a incorporar las oleadas inmigratorias, la que en los diversos rincones ayudó a crear a las comunidades moralmente esclarecidas, abiertas a las demandas del progreso y dispuestas a convertirse en mano de obra en la construcción del mundo presente y futuro. Es cierto que – en manos de los gobiernos y de sus funcionarios (principalmente de éstos, que muchas veces pretenden convertirse en voceros de la historia)-- fui quien plasmó las prácticas participativas de las democracias, quien divulgó los principios de las revoluciones y, (me avergüenza reconocerlo) quien sostuvo y legitimó gobiernos totalitarios e ilegítimos, contagiando a los ciudadanos de imaginarias virtudes sociales que posteriormente todos criticaron y lamentaron... Yo me sentía una reina y ejercía mi reinado... porque no se imaginaba una actividad transformadora del individuo y de los grupos sociales que no pasara por mí. Es verdad que a veces esos mismos gobiernos y los burócratas, caracterizados por la contingencia de los cargos públicos y de las palabras huecas, me utilizaban sin darme la debida atención presupuestaria o que con una práctica demasiado difundida, construían con palabras lo que no sostenían con recursos... pero quienes me habitaban y yo misma sobrevivíamos con una carga inmensurable de vocación y fuego interior... No faltaron ideas y autores que denunciando el uso sutil o descaradamente ideológico que de mi actividad hacían los poderes vigentes proponían mi absoluta eliminación con el ánimo de generar diversas estrategias de concientización de la población. Los ataques renovaron mi fortaleza... aunque en el fondo anticipaban un futuro que yo no me atreví a vislumbrar.

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Nada es para siempre. Aunque la historia me había concedido el honor de expresar cabalmente a la educación, el tiempo fue horadando mis cimientos. Yo comencé a ver signos imperceptibles en algunas manifestaciones, pero confieso que no les asigné valor. Lentamente la escena que yo ocupaba era invadida por otros y mi reinado se iba eclipsando. Nadie lo discutía, pero mi poder era cada vez más formal que real. Los mismos que durante dos siglos habían ido entregándose la posta para utilizarme fueron prescindiendo de mis servicios. Nunca me echaron, nunca me ofrecieron un retiro voluntario o me obligaron a una jubilación anticipada... pero lentamente me fueron silenciando, quitando de la pantalla, desplazando interés e inversiones, señalando mis errores y mis fracasos, discutiendo los alcances de mis esfuerzos, sobrevalorando otros medios. Fue allí cuando comprendí que podía temer por mi supervivencia; principalmente cuando me fui convirtiendo en un dique de la sociedad al que iban a parar las aguas de todos los conflictos para que mágicamente los transformara en soluciones personales y sociales. Cargada de historia, orgullosa de mis glorias antiguas, dudando de mi presente, desorientada ante tantos discursos que me cruzan, me atacan y me pretende refundar... quiero imaginar un futuro distinto. Precisamente en el momento en que el poder puede desprotegerme (¡libre, al fin!) yo quisiera encontrar refugio entre quienes realmente me han sido fieles desde siempre: los que creen en la educación, los que necesitan de ella, los que la llevan adelante con el esfuerzo de directivos y docente en el esfuerzo de todos los días... Aunque a esta altura de este monólogo parezca obvio, déjenme que me presente: Soy la Escuela. Quiero proponerles algunas pistas que puedan ayudar a convertirme realmente en una ESCUELA NUEVA, en la ESCUELA DE SIEMPRE, o simplemente en la ESCUELA... Si no recurro a Ustedes, ¿a quién voy a recurrir? ¿Acaso ustedes no están aquí precisamente porque creen en mí y quieren contribuir a re-crearme?”

15. BERTOLT BRECHT + SI LOS TIBURONES FUERAN HOMBRES

— Si los tiburones fueran hombres -preguntó al señor K. la hija pequeña de su patrona- ¿se portarían mejor con los pececitos? — Claro que sí -respondió el señor K.-. Si los tiburones fueran hombres, harían construir en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, tanto plantas como materias animales. Se preocuparían de que las cajas tuvieran siempre agua fresca y adoptarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lastimase una aleta, en seguida se la vendarían de modo que el pececito no se les muriera prematuramente a los tiburones. Para que los pececitos no se pusieran tristes habría, de cuando en cuando, grandes fiestas acuáticas, pues los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes. También habría escuelas en el interior de las cajas. En esas escuelas se enseñaría a los pececitos a entrar en las fauces de los tiburones. Estos

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necesitarían tener nociones de geografías para mejor localizar a los grandes tiburones, que andan por ahí holgazaneando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que no hay nada más grande ni más hermoso para un pececito que sacrificarse con alegría; también se les enseñaría a tener fe en los tiburones, y a creerles cuando les dijesen que ellos ya se ocupan de forjarles un hermoso porvenir. Se les daría a entender que ese porvenir que se les auguraba sólo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececillos deberían guardarse bien de las bajas pasiones, así como de cualquier inclinación materialista, egoísta o marxista. Si algún pececillo mostrase semejantes tendencias, sus compañeros deberían comunicarlo inmediatamente a los tiburones. Si los tiburones fueran hombres, se harían naturalmente la guerra entre sí para conquistar cajas y pececillos ajenos. Además, cada tiburón obligaría a sus propios pececillos a combatir en esas guerras. Cada tiburón enseñaría a sus pececillos que entre ellos y los pececillos de otros tiburones existe una enorme diferencia. Si bien todos los pececillos son mudos, proclamarían, lo cierto es que callan en idiomas muy distintos y por eso jamás logran entenderse. A cada pececillo que matase en una guerra a un par de pececillos enemigos, de esos que callan en otro idioma, se les concedería una medalla de varec y se le otorgaría además el título de héroe. Si los tiburones fueran hombres, tendrían también su arte. Habría hermosos cuadros en los que se representarían los dientes de los tiburones en colores maravillosos, y sus fauces como puros jardines de recreo en los que da gusto retozar. Los teatros del fondo del mar mostrarían a heroicos pececillos entrando entusiasmados en las fauces de los tiburones, y la música sería tan bella que, a sus sones, arrullados por los pensamientos más deliciosos, como en un ensueño, los pececillos se precipitarían en tropel, precedidos por la banda, dentro de esas fauces. Habría asimismo una religión, si los tiburones fueran hombres. Esa religión enseñaría que la verdadera vida comienza para los pececillos en el estómago de los tiburones. Además, si los tiburones fueran hombres, los pececillos dejarían de ser todos iguales como lo son ahora. Algunos ocuparían ciertos cargos, lo que los colocaría por encima de los demás. A aquellos pececillos que fueran un poco más grandes se les permitiría incluso tragarse a los más pequeños. Los tiburones verían esta práctica con agrado, pues les proporcionaría mayores bocados. Los pececillos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de mantener el orden entre los demás pececillos, y se harían maestros u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etc. En una palabra: habría por fin en el mar una cultura si los tiburones fueran hombres. BRECHT BERTOLD (1949), HISTORIAS DE ALMANAQUE, BERLÍN. 1975. BARCELONA. ALIANZA Y UN TEXTO PARA RELACIONAR EL RELATO DE BRECHT =

LOUIS ALTHUSSER IDEOLOGÍA Y APARATOS IDEOLÓGICOS DE ESTADO 1969 - 1970

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¿Por qué el aparato escolar es realmente el aparato ideológico de Estado dominante en las formaciones sociales capitalistas y cómo funciona? Por ahora nos limitaremos a decir que: (1) Todos los aparatos ideológicos de Estado, sean cuales fueren, concurren al mismo resultado: la reproducción de las relaciones de producción, es decir, las relaciones capitalistas de explotación. (2) Cada uno de ellos concurre a ese resultado único de la manera que le es propia: el aparato político sometiendo a los individuos a la ideología política de Estado, la ideología “democrática”, “indirecta” (parlamentaria) o “directa” (plebiscitaria o fascista); el aparato de información atiborrando a todos los “ciudadanos” mediante la prensa, la radio, la televisión, con dosis diarias de nacionalismo, chauvinismo, liberalismo, moralismo, etcétera. Lo mismo sucede con el aparato cultural (el rol de los deportes es de primer orden en el chauvinismo), etcétera; el aparato religioso recordando en los sermones y en otras grandes ceremonias de nacimiento, casamiento o muerte que el hombre sólo es polvo, salvo que sepa amar a sus hermanos hasta el punto de ofrecer su otra mejilla a quien le abofeteó la primera. El aparato familiar..., no insistimos más. (3) Este concierto está dominado por una partitura única, ocasionalmente perturbada por contradicciones, las de restos de las antiguas clases dominantes, las de proletarios y sus organizaciones: la partitura de la ideología de la clase actualmente dominante que integra en su música los grandes temas del humanismo de los ilustres antepasados que, antes del cristianismo, hicieron el milagro griego y después la grandeza de Roma, la ciudad eterna, y los temas del interés, particular y general, etc., nacionalismo, moralismo y economismo. (4) No obstante, un aparato ideológico de Estado cumple muy bien el rol dominante de ese concierto, aunque no se presten oídos a su música: ¡tan silenciosa es! Se trata de la Escuela. Toma a su cargo a los niños de todas las clases sociales desde el jardín de infantes, y desde el jardín de infantes les inculca —con nuevos y viejos métodos, durante muchos años, precisamente aquellos en los que el niño, atrapado entre el aparato de Estado-familia y el aparato de Estado-escuela, es más vulnerable— “habilidades” recubiertas por la ideología dominante (el idioma, el cálculo, la historia natural, las ciencias, la literatura) o, más directamente, la ideología dominante en estado puro (moral, instrucción cívica, filosofía). Hacia el sexto año, una gran masa de niños cae “en la producción”: son los obreros o los pequeños campesinos. Otra parte de la juventud escolarizable continúa: bien que mal se encamina y termina por cubrir puestos de pequeños y medianos cuadros, empleados, funcionarios pequeños y medianos, pequeño-burgueses de todo tipo. Una última parte llega a la meta, ya sea para caer en la semidesocupación intelectual, ya para proporcionar, además de los “intelectuales del trabajador colectivo”, los agentes de la explotación (capitalistas, empresarios), los agentes de la represión (militares, policías, políticos, administradores,

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etc.) y los profesionales de la ideología (sacerdotes de todo tipo, la mayoría de los cuales son “laicos” convencidos). Cada grupo está prácticamente provisto de la ideología que conviene al rol que debe cumplir en la sociedad de clases: rol de explotado (con “conciencia profesional”, “moral”, “cívica”, “nacional” y apolítica altamente “desarrollada”); rol de agente de la explotación (saber mandar y hablar a los obreros: las “relaciones humanas”); de agentes de la represión (saber mandar y hacerse obedecer “sin discutir” o saber manejar la demagogia de la retórica de los dirigentes políticos), o de profesionales de la ideología que saben tratar a las conciencias con el respeto, es decir el desprecio, el chantaje, la demagogia convenientes adaptados a los acentos de la Moral, la Virtud, la “Trascendencia”, la Nación, el rol de Francia en el Mundo, etcétera. Por supuesto, muchas de esas virtudes contrastadas (modestia, resignación,sumisión por una parte, y por otra cinismo, desprecio, altivez, seguridad, grandeza, incluso bien decir y habilidad) se enseñan también en la familia, la iglesia, el ejército, en los buenos libros, en los filmes, y hasta en los estadios. Pero ningún aparato ideológico de Estado dispone durante tantos años de la audiencia obligatoria (y, por si fuera poco, gratuita...), 5 a 6 días sobre 7 a razón de 8 horas diarias, de formación social capitalista. Ahora bien, con el aprendizaje de algunas habilidades recubiertas en la inculcación masiva de la ideología de la clase dominante, se reproduce gran parte de las relaciones de producción de una formación social capitalista, es decir, las relaciones de explotados a explotadores y de explotadores a explotados. Naturalmente, los mecanismos que producen este resultado vital para el régimen capitalista están recubiertos y disimulados por una ideología de la escuela universalmente reinante, pues ésta es una de las formas esenciales de la ideología burguesa dominante: una ideología que representa a la escuela como un medio neutro, desprovisto de ideología (puesto que es... laico), en el que maestros respetuosos de la “conciencia” y la “libertad” de los niños que les son confiados (con toda confianza) por sus “padres” (que también snlibres, es decir, propietarios de sus hijos), los encaminan hacia la libertad, la moralidad y la responsabilidad de adultos mediante su propio ejemplo, los conocimientos, la literatura y sus virtudes “liberadoras”. Pido perdón por esto a los maestros que, en condiciones espantosas, intentan volver contra la ideología, contra el sistema y contra las prácticas de que son prisioneros, las pocas armas que puedan hallar en la historia y el saber que ellos “enseñan”. Son una especie de héroes. Pero no abundan, y muchos (la mayoría) no tienen siquiera la más remota sospecha del “trabajo” que el sistema (que los rebasa y aplasta) les obliga a realizar y, peor aún, ponen todo su empeño e ingenio para cumplir con la última directiva (¡los famosos métodos nuevos!). Están tan lejos de imaginárselo que contribuyen con su devoción a mantener y alimentar, esta representación ideológica de la escuela, que la hace tan “natural” e indispensable, y hasta bienhechora, a los ojos de nuestros contemporáneos como la iglesia era “natural”, indispensable y generosa para nuestros antepasados hace algunos siglos. En realidad, la iglesia es reemplazada hoy por la escuela en su rol de aparato ideológico de Estado dominante. Está combinada con la familia, como antes lo estuvo la iglesia. Se puede afirmar entonces que la crisis, de una profundidad sin precedentes, que en el mundo sacude el sistema escolar en tantos Estados, a menudo paralela a la crisis que conmueve al sistema familiar (ya anunciada en el Manifiesto ), tiene un sentido político si se considera que la escuela (y la pareja escuela-familia_ constituye el aparato ideológico de Estado dominante. aparato que desempeña un rol determinante en la reproducción de las relaciones de producción de un modo de producción amenazado en su existencia por la lucha de clases mundial. …………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….

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¿qué se aprende en la escuela? es posible llegar hasta un punto más o menos avanzado de los estudios, pero de todas maneras se aprende a leer, escribir y contar, o sea algunas técnicas, y también otras cosas, incluso elementos (que pueden ser rudimentarios o por el contrario profundizados) de “cultura científica” o “literaria” utilizables directamente en los distintos puestos de la producción (una instrucción para los obreros, una para los técnicos, una tercera para los ingenieros, otra para los cuadros superiores, etc.). se aprenden “habilidades” (savoir-faire). pero al mismo tiempo, y junto con esas técnicas y conocimientos, en la escuela se aprenden las “reglas” del buen uso, es decir de las conveniencias que debe observar todo agente de la división del trabajo, según el puesto que está “destinado” a ocupar: reglas de moral y de conciencia cívica y profesional, lo que significa en realidad reglas del respeto a la división social-técnica del trabajo y, en definitiva, reglas del orden establecido por la dominación de clase. se aprende también a “hablar bien el idioma”, a “redactar” bien, lo que de hecho significa (para los futuros capitalistas y sus servidores) saber “dar órdenes”, es decir (solución ideal), “saber dirigirse” a los obreros, etcétera. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….. En otros términos, la escuela (y también otras instituciones del Estado, como la Iglesia, y otros aparatos como el Ejército) enseña las “habilidades” bajo formas que aseguran el sometimiento a la ideología dominante o el dominio de su “práctica”. Todos los agentes de la producción, la explotación y la represión, sin hablar de los “profesionales de la ideología” deben estar “compenetrados” en tal o cual carácter con esta ideología para cumplir “concienzudamente” con sus tareas, sea de explotados (los proletarios), de explotadores (los capitalistas), de auxiliares de la explotación (los cuadros), de grandes sacerdotes de la ideología dominante (sus “funcionarios”), etcétera.

LA ESCUELA “La escuela es... el lugar donde se hacen amigos no se trata de sitios, salas, cuartos programas, horarios, conceptos... Escuela es, sobre todo, gente, Gente que trabaja, que estudia, Que se alegra, se conoce, se estima. El director es gente, Cada funcionario es gente. La escuela será cada vez mejor En la medida en que cada uno Se comporte como colega, amigo, hermano. No es una isla rodeada de gente por todos lados. No es convivir con las personas y después descubrir Que no se tiene amistad con ninguno No se trata de ladrillos que forman paredes Indiferentes, fríos, solos. Lo importante en la escuela no es sólo estudiar, No es sólo trabajar. Es también crear lazos de amistad. Es crear un ambiente de camaradería, Es convivir, es unirse a los otros. Ahora es lógico...

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En una escuela así va a ser fácil Estudiar, trabajar, crecer, Hacer amigos, educarse Ser feliz...”

PAULO FREIRE

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