5. Reseña. Una epistemología del sur - Boaventura de Sousa

July 25, 2017 | Autor: Christian Parra | Categoría: Latin American Studies, Historia De América Latina, Epistemología Del Sur
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Temas contemporáneos de América Latina. Universidad Nacional Autónoma de México (Semestre intercambio académico) Universidad Pedagógica Nacional. Cristian Alfredo Parra G. RESEÑA # 5. UNA EPISTEMOLOGÍA DEL SUR: LA REINVENCIÓN DEL CONOCIMIENTO Y LA EMANCIPACIÓN SOCIAL. Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno de reconocimiento y redistribución.1 El siglo XX hizo estragos en América Latina. Si bien el mal del capitalismo viene de mucho antes, es en el siglo pasado que arremetió con toda su fuerza en nuestro subcontinente; las dictaduras, el neoliberalismo y las diferentes medidas intervencionistas, hicieron que la hegemonía mundial consolidara su poderío, y se expandiera desde el extremo sur del cono, hasta el norte. Con ello, nuestros pueblos empezaron a sufrir las más bastas consecuencias de las contradicciones y atropellos del sistema: miseria, pobreza, saqueos de sus riquezas naturales, militarización y securitización de los territorios, persecución a las oposiciones, sometimiento a diferentes modelos de vida e imposición de cosmovisiones particulares (educación neoliberal, valores del consumo, ideales de mercado, referentes patriarcales, instrumentalización de los saberes, etc.) insostenibilidad de los niveles de consumo y producción, a tal punto que dichos elementos se conjugaron para desembocar, no solo en América Latina sino en todo el mundo, en lo que varios autores críticos abordan ya no como una crisis sistémica, sino como una crisis civilizatoria. A pesar de ello, América Latina ha sido cuna del nacimiento de un gran espíritu de lucha que va desde los movimientos indígenas, hasta las más diversas expresiones de resistencia actuales. El crecimiento gradual de los movimientos sociales representó “un refugio de supervivencia en la época autoritaria que sacudió a la región en la década de los sesenta, setenta y ochenta (…) A partir de estos años, en que se profundiza el modelo neoliberal en la región y la globalización dimensiona las problemáticas locales, empiezan a conformarse movimientos heterogéneos que marcarán a las realidades nacionales de América Latina” (López, 2011: p.104). Así como el siglo XX representó un momento sangriento en nuestra historia, también fue el momento en que de manera paralela a la represión se fueron consolidando y posicionando nuevos actores, que organizados bajo la forma de movimiento social, se constituyeron como elementos fundamentales de la realidad transgresiva latinoamericana; los movimientos indígenas, campesinos, obreros, sindicales, estudiantiles, juveniles, ecologistas, feministas y animalistas. Son actualmente sujetos colectivos determinantes en el devenir del subcontinente, quienes se reúnen bajo la consigna de otro mundo es posible. 1

De Sousa Santos, Boaventura. “Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno de reconocimiento y redistribución”, en una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI, CLACSO, México, 2009, pp. 225 – 268.

De esa manera, el territorio latinoamericano es el escenario de nuevas apuestas y reivindicaciones por un mundo mejor, en el cual la sustitución completa del sistema capitalista es uno de los máximos de los movimientos sociales, que busca y empieza a demostrar, que una ampliación de las luchas y la globalización de las resistencias y la contrahegemonía es posible. Esta, entre otras, es una de las ideas principales que desarrolla Boaventura de Sousa Santos en el texto del cual es objeto la presente reseña. La reinvención de nuevos paradigmas y la búsqueda de nuevas formas de reconocimiento y redistribución, como su nombre lo indica, es el eje central que articula toda una serie de elementos que Sousa plantea. La historia universal, a través de su desarrollo, se ha movido entre diferentes centros que han ostentado la hegemonía mundial. Según Hegel, en cada era un pueblo en particular está destinado a conducir la “idea universal”; primero fueron los asiáticos, luego los griegos, posteriormente los romanos, luego los Europeos y por último los Americanos. Sin embargo, esto conlleva un problema y es que América representa los reductos de Europa, que según el autor, se le reconoce como la América europea. El problema está en que es ambiguo identificar a qué actor le corresponde llevar las riendas en el presente siglo, pero sin duda, las crisis del sistema capitalista da cuenta de un nuevo momento, en el cual es América Latina quien empieza a emerger como posible actor para llevar las riendas del siglo XXI: el siglo de Nuestra América. En la actualidad, el autor plantea el surgimiento del llamado fascismo societario que consiste en una crisis de la sociedad que coexiste con los modelos pseudodemocráticos actuales, en el cual se vive una suerte de incertidumbre frente al modelo de vida capitalista, es decir, existe una crisis de expectativas de vida en tanto el sistema expulsa y excluye miles de personas. De esa amanera, se tejen relaciones sociales desiguales e insostenibles, que pueden desembocar en una crisis de gobernabilidad. Como forma de enfrentar esto, es necesario forjar un nuevo sistema de relaciones locales y transnacionales que deben emerger como globalizaciones contrahegemónicas. Aunque el término globalización se desarrolle como forma de denominar el nivel mundial y transfronterizo que alcanzó el capitalismo, se propone que dicho término debe desmitificarse y aplicarse a otros contextos, por ejemplo: la globalización de las resistencias. La globalización es entendida por el autor como “el proceso por el cual una condición o entidad local dada logra extender su alcance por todo el globo y al hacerlo, desarrolla la capacidad para designar como local a alguna entidad o condición social rival” (De Sousa, 2009: p. 30). En ese sentido, todo proceso global tiene una raíz local y, en el caso de las luchas sociales, lo ideal es que las proyecciones locales de las diferentes realidades, puedan llegar a extenderse a nivel mundial; así como existe una globalización hegemónica, la apuesta es por la construcción de una globalización contrahegemónica donde las luchas trasciendan sus fronteras. Con ello, se empieza a configurar un nuevo paradigma político de las luchas, la subpolítica transnacional, que representa un gran

avance de lucha en dos sentidos: Promueve nuevos procesos de redistribución y apunta al reconocimiento de las diversidades. Estos reconocimientos se empiezan a hacer evidentes en países como Bolivia y Ecuador, en donde al interior de esos mismos territorios se busca nuevas formas de construir políticas de reconocimiento e integración, que fomentan una real inclusión de diferentes comunidades autónomas. Así pues: La voluntad constituyente de las clases populares en las últimas décadas en el subcontinente se manifiesta en una vasta movilización social y política que configura un constitucionalismo desde abajo, protagonizado por los excluidos y sus aliados, con el objetivo de expandir el campo de lo político más allá del horizonte liberal, mediante una institucionalidad nueva (plurinacionalidad) una territorialidad nueva (autonomía asimétricas), una legalidad nueva (pluralismo jurídico), un régimen político nuevo (democracia intercultural) y nuevas subjetividades individuales y colectivas (individuos, comunidades, naciones, pueblos, nacionalidades). Estos cambios, en su conjunto, podrán garantizar a realización de políticas anticapitalistas y anticoloniales. (De Sousa, 2010: p. 85)

Dicha globalización contrahegemónica entraña diferentes dificultades, las cuales pueden empezar a ser superadas a partir de tres aspectos propuestos en el texto: Por un lado está la sociología de las ausencias, que se refiere a las formas en que se pueden rescatar elementos propios de las luchas emancipadoras, que han sido ocultadas y aplastadas por la hegemonía, y promueve procesos para entablar los vínculos existentes entre lo que puede ser una lucha local y su proyección en lo global. La segunda propuesta llamada teoría de la traducción, hace alusión a las diversas formas de reconocimiento que deben darse entre las diferentes luchas, y lleva a que se identifiquen los puntos comunes de las diferentes iniciativas sociales, con lo cual es posible superar los intentos de las teorías de la separación por fragmentar el movimiento social. Por último, está el poner en práctica nuevos manifiestos que menciona la importancia de adelantar procesos de unión, y establecimiento de agendas comunes a nivel global en varios sentidos: políticos, económicos, sociales y culturales. Así como anteriormente se menciona que ya existen avances en términos de reconocimiento, también es posible identificar apuestas de unión económica como las integraciones regionales latinoamericanas: “la integración desde el sur y para el sur tiene, por el contrario, el fundamento de forjar la más amplia cooperación, solidaridad y complementariedad entre los estados y los pueblos que, para ser tales, requieren romper sus lazos de dependencia con el imperialismo” (Moldiz, 2013: p. 110). Incluso, estos acuerdos han posibilitado otros tipos de avances en términos de unión no solo económica, sino también social y cultural, que incluso algunas instituciones como la UNESCO reconocen como una necesidad, de esa manera “lo novedoso en los planteamientos de la comisión –publicados por la UNESCO- consistió en tomar en cuenta la cultura no como un componente más de apoyo a las tareas del desarrollo, sino al revés, el desarrollo como como formando parte de un concepto amplio, comprensivo y profundo de la cultura”. (Pino, 2002: p.47).

Posteriormente, Sousa desarrolla unos planteamientos sobre el paradigma de lo que él llama el siglo americano de Nuestra América, basado en el texto de José Martí que lleva el mismo título, donde propone 4 elementos: El primero, el reconocimiento de que Nuestra América se encuentra en la antípodas de la América Europea, que se refiere al hecho de que nuestra América tiene la capacidad de remontarse a

su pasado colonizado, para hacer del presente una apuesta emancipatoria; Segundo, Nuestra América posee una realidad complejamente diversa, en donde residen muchas cosmovisiones; Tercero, el conocimiento de nuestro continente, debe representar una resignificación epistemológica del conocimiento occidental dominante, una epistemología del sur; cuarto, Nuestra América basa sus aspiraciones en sueños propios, y no busca asemejarse a la Europa-americana. Estos planteamientos, refuerzas las ideas expuestas anteriormente: no se trata solo de una multiplicidad de luchas, sino que es necesario encontrarnos y reconocernos bajo un paradigma propio de horizontes de lucha comunes, que de ninguna manera busca desdibujar las diferencias y particularidades de las luchas locales, sino que por el contrario proyecta agendas comunes. En otras palabras, el paradigma de Nuestra América nos sitúa sobre un territorio común, el cual hace parte esencial de la existencia de los pueblos latinoamericanos. Ese proyecto de Nuestra América, está acompañado por unas formas concretas de sociabilidad y desarrollo de las subjetividades, a las que el autor denomina el ethos barroco. Lo identifica con esa corriente artística porque, al igual que la misma, nace en momentos de desestabilidad de los centros hegemónicos, es decir, se abre paso en medio de las coyunturas y proyecta obras transgresivas. Así mismo debe ser en Nuestra América, transgresiva, que sus iniciativas se den como resultado de una subjetividad apasionada, que se reconozca en la diversidad, que pueda trascender las fronteras de la racionalidad instrumental y construya nuevos referentes; unos que hagan de sus actuares luchas sentipensantes y que permitan la apertura de escenarios contrahegemónicos. Se trata: Del potencial emancipador de la nueva ley “natural” barroca, concebida como una ley cosmopolita, una ley que no se basa en Dios ni en la naturaleza abstracta, sino en la cultura social y política de grupos sociales cuya vida cotidiana recibe su energía de la necesidad de transformar sus estrategias de sobrevivencia en fuente de innovación, creatividad, transgresión y subversión. (De Sousa, 2009: p. 229).

Esta subjetividad barroca genera formas de encuentro, en donde la transculturación es resultado fehaciente de ello, es decir, se crean procesos de diálogos y creación de nuevas formas de poder compartido. Las subjetividades barrocas son diversas, son alegres y transgresivas, son irreverentes y revolucionarios, son carnavalescas y cotidianas. Esto de las formas se sociabilidad y subjetividad barrocas, representan una de los aportes teóricos más valiosos que Sousa plantea en su texto, ya que identifica y hace explicito el hecho de que las nuevas formas de lucha han adquirido un componente esencial, y es el de la transformación de la subjetividad. Si el capitalismo alienta una subjetividad alienada y adormecida, en Nuestra América se promueven subjetividades vivas,

alegres, despiertas y críticas. Pleyers (2009) nos muestra de manera clara lo que significa el giro hacia la subjetividad de los nuevos movimientos sociales: Estos movimientos se construyen alrededor de la experiencia entendida en su doble sentido: la experiencia vivida y la experimentación. Por un lado, estos activistas buscan defender la autonomía de su experiencia vivida frente a la influencia de la sociedad global y de los poderes económicos en todos los aspectos de la vida, y se rebelan contra la manipulación de las necesidades y de la información. Estos movimientos son un llamado a la libertad personal contra las lógicas del poder y de la producción, del consumo y de los medios de comunicación masivos (…) por otro lado, estos activistas consideran la lucha como un proceso de experimentación creativa, por medio del cual se ponen en práctica los valores de un “mundo mejor”. Buscan construir “otro mundo” a partir de sus prácticas y experiencias alternativas: “La rebelión debe ser una rebelión práctica, debe ser la construcción de otra manera de hacer, de otra sociabilidad, de otra forma de vida. Al rechazar los modelos y planes preconcebidos para crear el mundo mejor, los activistas de la vía de la subjetividad privilegian un aprendizaje a través de la experiencia por método de prueba y error en procesos de experimentación, ya que “se hace camino al andar” y que “se aprende a caminar caminando”.

(p.146) Llegados a este punto, es posible ver el gran potencial que se identifica para América Latina bajo el paradigma de Nuestra América. Sin embargo, si bien existe un resurgir y fortalecimiento de los movimientos sociales, también han existido una serie de dificultades que no han permitido una “hegemonía de la contrahegemonía”. En su historia han ocurrido 4 cosas, según el autor, que no han permitido que se lleve a cabo un proyecto amplio de transformación: Vive en las entrañas del monstruo, en otras palabras, está a una cercanía peligrosamente compleja, que le permite a Estados Unidos arremeter de manera facial; Segundo, dicho país ha generado medidas intervencionistas durante todo el siglo XX, a tal punto que ha puesto élites locales; tercero, la contrahegemonía no ha podido volverse hegemónica; por último, no existen horizontes claros de unión. Boaventura de Sousa realiza un excelente análisis, ya que confronta continuamente los pros y los contras. Respecto a lo anterior es claro que menciona esas debilidades del movimiento social para su desarrollo total, pero también menciona las posibilidades que existe para el siglo XXI. “Nuestra América debe desterritorializarse y convertirse en la metáfora de la lucha que emprenden las víctimas de la globalización hegemónica por todas partes, sea el Norte, el Sur, Oriente u Occidente” (De Sousa, 2009: p. 255). Dentro de esas posibilidades, está el hecho de la facilidad para la movilidad internacional de personas, de tal forma que es posible tejer redes de manera más fácil; surgen constantemente pequeños grupos de resistencia antirracista, y menciona que el subcontinente posee gran potencial en términos de riquezas naturales. En resumen, se trata de las posibilidades que hay de globalizar las resistencias, y fomentar una nueva cultura política. Con base en ello, si bien el manifiesto comunista representó un gran símbolo para la unión de resistencias trabajadoras a nivel mundial, es necesario generar nuevos manifiestos que involucren Nuestra América en su complejidad, y permita expandir los horizontes de encuentro con otros en pro del proyecto de liberación. Por último, expone 5 puntos que permitirían avanzar en esos nuevos

manifiestos: Resignificación de la democracia, donde se construyan nuevas formas de gobierno plurales; buscar sistemas alternativos de producción que promuevan iniciativas anticapitalistas; el reconocimiento de multiculturalismos, autodeterminación y pluralismos jurídicos; derrocar los intentos por privatizar las ideas de Nuestra América, rechazando todo intento de imposición de propiedad intelectual y por último, construir formas de internacionalismo laboral. En conclusión, el texto de Boaventura de Sousa plantea todo un panorama del estado actual de los movimientos sociales; sus oportunidades y dificultades, realiza aportes teóricos sobre cómo entenderlos y su importancia en el siglo XXI. La lectura de este capítulo (Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno de reconocimiento y redistribución) es, en mi opinión, imprescindible para la comprensión de los nuevos movimientos sociales, de los retos a los cuales se enfrenta, y las formas en que nuestras subjetividades pueden verse involucradas.

BIBLIOGRAFÍA. 1. De Sousa Santos, Boaventura (2009). Una epistemología del sur: la reinvención del conocimiento y la emancipación social. Siglo XXI, CLACSO, México. 2. De Sousa Santos, Boaventura (2010). Refundación del estado en América Latina. Perspectivas desde una epistemología del sur. Siglo XXI, Universidad de los Andes, Siglo del Hombre, México, 2010. 3. López Castellanos, Nayar (2011). América Latina. Estado y sociedad en cuestión. Colección Estudios Latinoamericanos en la UNAM, Vol.6, UNAM, México. 4. Moldiz, Hugo (2013). América Latina y la tercera ola emancipadora. Ocean sur, México. 5. Pino Santos, Oscar (2002). Impulsemos la integración y la unidad de nuestros pueblos. AUNA, México. 6. Pleyers, Geoffrey (2009). Los movimientos sociales: de lo local a lo global. Anthropos, UAM – Azcapotzalco, México.

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