[322] «Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar», en: G. Bravo y R. González Salinero (eds.), Poder central y poder local. Dos realidades paralelas en la órbita política romana, Signifer Libros, Madrid, 2015, pp. 203-234.

July 1, 2017 | Autor: S. Perea Yébenes | Categoría: Septimius Severus, Ulpianus jurista, Colonias romanas, Colonias romananas en Oriente
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Descripción

Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

EN PORTADA: Foro romano.

SIGNIFER LIBROS Gran Vía, 2-2º SALAMANCA Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-05-8 PVP. 35,00 €

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

No parecen haber existido dudas en la historiografía tradicional acerca del carácter fuertemente centralista del Estado romano, tanto en época republicana como imperial. Sin cuestionar la realidad histórica de las bases estructurales que permiten confirmar en gran medida esta visión, resulta imprescindible analizar cómo se percibía, se asumía o, en otros casos, se escamoteaba, el poder central en la periferia del mundo romano y en el ámbito provincial y local. ¿Qué tipo de relaciones imperaba entre los poderes centrales y locales en el mundo romano a lo largo de sus diferentes períodos históricos? ¿Qué grado de concomitancia, de sumisión o de desconfianza, pudo haber existido, según los momentos y los lugares, entre el epicentro del poder y la estructura tentacular que caracterizaba a la órbita política romana? Para dar respuesta a estas preguntas será forzoso entender la categoría conceptual de “órbita política” en un sentido amplio en relación con los diferentes mecanismos y estructuras del poder establecido, de modo que podamos acercarnos a las diferentes variables de dicho poder en sus vertientes administrativa, económica, jurídica o religiosa, siempre que guarden relación (incluso antagónica o contestataria) con la oficialidad estatal.

Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana

Monografías y Estudios de la Antigüedad Griega y Romana

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL: DOS REALIDADES PARALELAS EN LA ÓRBITA POLÍTICA ROMANA

Actas del XII Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos

SIGNIFER vLibros

Gonzalo Bravo Raúl González Salinero (editores)

PODER CENTRAL Y PODER LOCAL Dos realidades paralelas en la órbita política romana

MADRID – SALAMANCA 2015

SIGNIFER LIBROS SIGNIFER Monografías de Antigüedad Griega y Romana 45

SIGNIFER Libros

EN PORTADA: Vista del Foro Romano

ACTAS DEL XII COLOQUIO DE LA ASOCIACIÓN INTERDISCIPLINAR DE ESTUDIOS ROMANOS, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID LOS DÍAS 19-21 DE NOVIEMBRE DE 2014

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© De la presente edición: Signifer Libros 2015 Gran Vía, 2, 2ºA. SALAMANCA 37001 Apto. 52005 MADRID 28080 ISBN: 978-84-16202-05-8 D.L.: S.242-2015 Diseño de páginas interiores: Luis Palop Imprime: Eucarprint S.L. – Peñaranda de Bracamonte, SALAMANCA.

Índice

Gonzalo Bravo y Raúl González Salinero Introducción��������������������������������������������������������������������������������������������������������11

Sobre fuentes y su interpretación José d’Encarnação Roma y Lusitania: ¿dos poderes paralelos?��������������������������������������������������������19 Fernando Fernández Palacios Controlando a los brittunculi en el norte britano: poder local y poder central en las Tabulae Vindolandenses�������������������������������31

El poder en las ciudades Alfonso López Pulido El gobierno de las ciudades griegas como ficción política................................. 51 Marta González Herrero Evidencias del intervencionismo del poder central en la integración del extranjero en las ciudades romanas....................................... 69 Mauricio Pastor Muñoz y Héctor F. Pastor Andrés Poder político y social de los aediles en los municipios de la Bética................ 81

Índice

En Italia y las provincias Enrique Hernández Prieto Hispania: 206-197 a. C.: ¿dentro o fuera de Roma?........................................ 107 Juan Luis Posadas La recluta ad tumultum como respuesta equivocada ante la rebelión de Espartaco en el año 73 a. C................................................ 123 Alejandro Díaz Fernández Dum populus senatusque Romanus uellet? La capacidad de decisión de los mandos provinciales en el marco de la política romana (227-49 a. C.).................................................................................................... 135 Alejandro Fornell Muñoz Intervención del Estado romano en la producción y comercialización del aceite bético................................................................. 153 Enrique Gozalbes Cravioto Procurator conlocutus cum principe gentis: sobre las relaciones del gobernador provincial con poblaciones de la Mauretania Tingitana................ 169

En la Roma imperial Pilar Fernández Uriel Domiciano, el administrador eficiente.............................................................. 189 Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar........................................... 203

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Índice

En la Roma tardía Gonzalo Bravo Gobierno central y autonomía local: ¿dos poderes antitéticos en el Occidente tardorromano?.................................. 237 Francisco Javier Guzmán Armario Urbes y poder central en la Antigüedad Tardía: los casos de Alejandría, Antioquía y Constantinopla....................................... 251 Raúl González Salinero Indisciplina y resistencia a la autoridad romana en la Iglesia dálmata: Gregorio Magno y la sede episcopal de Salona................................................ 263

Comunicaciones Helena Gozalbes García Iconografía monetaria en las colonias romanas de Hispania: ¿aspiraciones locales o expresión del poder romano-central?.......................... 285 David Soria Molina Arabia Petraea, de reino cliente a provincia romana (63 a. C.-106 d. C.)........................................................................................... 313 José Ortiz Córdoba Vespasiano y los saborenses: el traslado al llano de la ciudad de Sabora....................................................... 331 Diego Mateo Escámez de Vera La lex Narbonensis y la centralización del culto imperial en época Flavia.................................................................... 355

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Índice

Carles Lillo Botella Patriarcas y emperadores: judaísmo y poder político tras la destrucción del Segundo Templo........................................................... 375 Héctor Valiente García del Carpio Los confines del Imperio: Olbia del Ponto y el mundo romano entre los siglos I y IV d. C. .................... 395 Begoña Fernández Rojo Advertencias de un «anónimo» al emperador: causas de la aparición del De rebus bellicis..................................................... 409 Elisabet Seijo Ibáñez El desafío del poder local al poder central: la disputa entre el obispo Ambrosio de Milán y la emperatriz Justina............. 423 Nerea Fernández Cadenas Las relaciones entre los vándalos y el Imperio romano de Occidente: ¿política destructiva o diplomática? El caso de las damas imperiales............. 443 Agnès Poles Belvis El patronato imperial y episcopal en la relación entre poderes: el caso de Porfirio de Gaza y sus embajadas a Constantinopla........................ 453

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Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar Sabino Perea Yébenes Universidad de Murcia

En un texto importantísimo para entender la proyección del poder central (imperial) en las provincias orientales y en sus ciudades, Dig. 50, 15, 1, el gran jurista Ulpiano1, nacido en la colonia romana de Tiro (Tyriorum colonia, unde mihi origo est), nos da noticia de la concesión del ius italicum a algunas colonias romanas de las provincias de la Europa oriental (Dacia) y de Asia Menor. A algunas ciudades citadas en el pasaje, les fue concedido este privilegio por Trajano (es el caso de la colonia Zernensium, Dierna, en Dacia) o por Adriano (es el caso de Berytus), pero el resto de colonias mencionadas en el texto recibieron este estatuto privilegiado por parte de Septimio Severo (imperator noster) como premio a su fidelidad en la guerra civil de 193-197. En otros casos tal honor les fue concedido y/o ratificado por Caracalla. El gran número de casos, así como la importancia de las ciudades mencionadas, indican que en Roma se urdió y llevó a cabo un plan político de fidelización de importantes ciudades a la persona de Septimio Severo y a su dinastía, basado en la recalificación al alza de sus estatutos jurídicos. 1 Considerado el «pionero de los derechos humanos». Así subtitula Tony Honoré (1982, reed. 2002) su magnífica biografía sobre este personaje. La idea humanística central de la jurisprudencia ulpianea queda resumidas en el lema recogido en Iust. Inst. I, 1, 3: Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere («Los preceptos del derecho son: vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo que es suyo»). De origen tirio, fue probablemente discípulo del jurista Papiniano y maestro de Modestino (Dig. 47, 2, 52, 20). Su carrera pública fue paralela a la de su rival Paulo. Fue asesor de su maestro Papiniano cuando éste desempeñó la prefectura del pretorio. En tiempos de Septimio Severo debía compaginar la función de asesor áulico del emperador con la dirección de la oficina judicial imperial, desde 205 a 209: «Paulo y Ulpiano… formaron parte del consejo de Papiniano e inmediatamente después de haber ejercido el uno la secretaría de las memorias y el otro la de los informes, fueron nombrados enseguida prefectos» (Pesc. Nigr. 7.4). Tras el homicidio de Papiniano, en 212 y la persecución contra los simpatizantes de Geta, decidió retirarse a la vida privada, época en la cual redactó la mayor parte de sus obras jurídicas, dedicándose especialmente a componer comentarios dogmáticos complejos y monografías de divulgación. Durante el gobierno de Heliogábalo, Ulpiano, que ostentó el puesto de praefectus annonae, propuso reducir los privilegios concedidos por este emperador a los pretorianos, lo que le granjeó la antipatía, o más bien una enemistad no disimulada, con el elemento militar de la Urbe. Fue exiliado de Roma, escapando a los cuchillos (Cod. Iust. 8, 37, 4). Heliogábalo destituyó de sus cargos a Ulpiano, que salvó la vida de milagro, como leemos en la Vita Heliog. 16.4: «Cesó en sus cargos al jurisconsulto Ulpiano, porque era un hombre honesto (Ulpianum iuris consultum ut bonum virum), y al retórico Sabino, al que había nombrado profesor del César. Por cierto, éste fue asesinado, mientras que Ulpiano quedó a salvo (Ulpianus vero reservatus). Rehabilitado por Alejandro Severo, actuó primero como asesor áulico, y luego fue nombrado prefecto pretorio en 222 (Alex. Sev. 15, 6; 26, 5). Murió en el 228 a las puertas del palacio imperial en medio de un tumulto de ciudadanos y de soldados. Estas líneas biográficas indican a las claras que Ulpiano es un jurista y un político del régimen severiano, excelente conocedor de la época y de sus avatares políticos y administrativos.

G. Bravo y R. González Salinero (eds.), Poder central y poder local: dos realidades paralelas en la órbita política romana, Signifer Libros, Madrid, 2015 [ISBN: 978-84-16202-05-8], pp. 203-234.

Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar

Esta «explosión colonial» en Oriente bajo los Severos tiene raíz en los acontecimientos de la guerra civil que llevaron al trono a Septimio Severo. Por tanto, para la comprensión de los hechos, hemos de remontarnos necesariamente a los acontecimientos del primer semestre del año 193, que aporta la clave político-militar necesaria para entender la creación de una verdadera red de colonias honorarias con ius italicum en el rico Oriente romano. I. El final de una dinastía y de una época El 31 de diciembre del año 192 moría en emperador Cómodo. Esa fecha marca el final de una época ―el esplendor del siglo de oro antonino2―, y el final de la paz interior. Aquella lucha multifronte que tuvo lugar el 69, en el ocaso de la dinastía julio-claudia, tendría una segunda edición ahora tras la muerte de Cómodo, que sumió a Roma en una guerra civil entre los años 193 y 197, un periodo presidido por la acción política y militar de Septimio Severo, general triunfante y fundador de una nueva dinastía. En esta ocasión la guerra civil también tuvo como escenario el oriente romano. Apenas conocida la muerte de Cómodo, los implicados en el asesinato nombraron sucesor a P. Helvius Pertinax3, que compartía también el honor del consulado con el propio Cómodo ese año 192. Su llegada al trono fue bien recibida, especialmente por los itálicos, pero a su gobierno y a su vida solo le quedaban tres meses. Moría asesinado el 28 de marzo del 193 por los pretorianos4. De entre los pretendientes al trono, los pretorianos eligen a Didio Juliano, un senador de acreditada estirpe5, y experimentado general6, que agradeció a los soldados su nombramiento con un donativum extraordinario que le garantizaba su fidelidad. Lejos de estar cerrado el problema sucesorio, la «fiesta» no había hecho otra cosa que empezar. Los fuertes ejércitos provinciales reaccionaron enseguida contra la decisión de los pretorianos y contra su recién nombrado emperador. Tres viri militares miraban ahora al trono de Roma, apoyados por sus legionarios: el legado de Panonia, Septimio Severo, el legado de Siria Pescenio Nigro, y el legado de Britania, Clodio Albino. Juliano creyó que el más peligroso era Severo; de ahí que instara al senado a declarar hostis a Severo en el mes de mayo7. La Historia Augusta indica que 2 Sobre este año y los preludios de la guerra, vid. las síntesis de Gascó, 1988, pp. 31-39; y especialmente Birley, 1971, pp. 144-171 (= 2012, pp. 139-163). 3 Hizo su carrera militar como ecuestre (hasta el año 171), y carrera política como senador, promocionado como adlectus inter pretorios (Pflaum, I, 1960, pp. 451-454, nº 179; y sobre todo, Devijver, 1988), ejerciendo su primer puesto con el nuevo rango, hacia 171-171) como legado de la legión I Adiutrix. Sobre este emperador, remito a la Vita incluida en la Historia Augusta, que ha de leerse con las anotaciones de Werner, 1933. Para algunos aspectos de su reinado, Garzón Blanco, 1990. 4 Sobre el papel de los pretorianos en este acontecimiento, Perea Yébenes, 2006, 73-88. Vid. la Vita incluida en la Historia Augusta. 5 SHA, Did. Jul. 1, 5-9. Chastagnol, 1994, p. 278 y 281 (stemmata). 6 Chastagnol, 1994, p. 283; Kienast, 2004, p. 154. 7 Daguet-Gagei, 2000, pp. 198-201.

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«cuando Severo se enteró de que le habían enviado la embajada por resolución unánime del senado, primero se llenó de temor, pero después sobornó a los legados y consiguió que hablaran al ejército en su favor y que se pasaran a su partido»8. Juliano entonces trama una trampa: llama a Severo a Roma ofreciéndole la reconciliación y hacerle copartícipe del Imperio. La idea de Juliano no era otra que asesinar a Severo9. Este burló a los asesinos10 y mandó un mensaje a los pretorianos con una consigna taxativa: debían abandonar a Juliano o darle muerte, vel deserendi vel occidendi11. Y así sucedió. Juliano moría en el palacio el 2 de junio. Otro reinado efímero12 con final truculento en pocos meses. Severo había sido proclamado augustus por sus tropas fieles en el campamento de Carnuntum, el 9 de abril del 193: Imperator Caes. L. Septimius Severus Pertinax, Augustus, proconsul13. Pero su objetivo era Roma, y hacia allí dirigió su potente ejército, en una felicissima expeditio Urbica. Cuando se tuvo noticia en Roma de que Severo se encaminaba a la capital con su ejército14, una comisión de cien senadores salió apresuradamente a su encuentro ―que tuvo lugar en Terni15― para mostrarle sus felicitaciones y su fidelidad16. Inmediatamente, y aún de camino a Roma, Severo nombra prefecto pretorio a un hombre de confianza, Flavio Juvenal. Llega a sus oídos la noticia de que las legiones de Siria han proclamado emperador a Pescenio Nigro, pero logra interceptar las misivas que aquél mandó a Roma, impidiendo que sus intenciones fueran desconocidas por el pueblo y que su escrito no llegase a ser leído en la curia17. Al tiempo, cursa una orden a su hombre de confianza, y compatriota lepcitano, Fulvio Plautiano, para que aprese a los hijos de Nigro. Al tiempo que viaja, sopesa la posibilidad de que el otro aspirante al trono, el citado legado de Britania, Clodio Albino, cruzase el Canal de la Mancha con sus tropas. Severo, sintiéndose más cercano a la Urbe, y seguro de su éxito, ofrece a Albino la promesa de la sucesión ―que este aceptó― sustanciándose con la adquisición del título de César18, que adquiere aquí el sentido de imperator in pectore. 8

SHA, Sev. 5, 6. SHA, Sev. 5, 7-8. 10 Hrd. II, 13. 11 SHA, Sev. 5, 9. 12 De, exactamente, dos meses y cinco días: vixit annis quinquaginta sex mensibus quattuor; imperavit mensibus duobus diebus quinque (SHA, Did. Iul. 9, 3). 13 La celebración del aniversario del dies imperii de Severo fue incluida en el calendario militar de Dura Europos: V idus apriles ob imperivm di[v]i pii Severi (Feriale Duranum 2.3). Parsi, 1963, pp. 166-168; Kienast, 2004, p. 156. 14 Un relato del viaje lo encontramos en Hrd. II, 11. Daguet-Gagei, 2000, pp. 201-204. 15 Este ejército se movió con extraordinaria rapidez: el día 1 de junio estaba en Interamna/Terni que está a la distancia de 683 millas romanas de Carnuntum. Como sabemos que la revuelta, o golpe de Estado, como indica sin tapujos Birley (1969, pp. 247-280) ocurrió el 13 de abril, y calculando que los preparativos de la expedición pudieron tardar unos 10-15 días, resulta que esa distancia fue cubierta en 34 días a razón de 20 millas romanas al día. Vid. Platnauer, 1918, pp. 60-61 (con cálculos aproximados); Harrer, 1920, p. 156. 16 SHA, Sev. 6, 1: Occiso Iuliano cum Severus in castris et tentioriis quasi per hostium veniens adhuc maneret, centum senatores legatos ad eum senatus misit ad gratulandum rogandumque. 17 SHA, Sev. 6, 7-8. 18 Daguet-Gagei, 2000, pp. 229-231 9

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Estas decisiones de fuerza y de inteligencia militar indican el firme propósito de Severo de llegar a la Urbe con sus tropas, y no admitir la competencia de otros generales aspirantes. Los movimientos contra Nigro indican, de hecho, una declaración de guerra hacia éste. Apenas entra Severo en Roma, el 9 de junio de 193, recibe la appellatio imperatoris19 y toma medidas urgentes de estrategia militar y política20. Le interesa mostrar que tiene el control y la fidelitas del ejército: 1. «Ordenó que los pretorianos salieran a recibirle desarmados, y con túnicas subarmales; y tal como estaban, los convocó al tribunal, rodeándoles por todas partes de hombres armados» (praetorianos cum subarmalibus inermes sibi iussit occurere. Eosdem sic ad tribunal vocavit armatis undique circumdatis)21. 2. «Después de que entró en Roma armado, subió también al Capitolio con una escolta de soldados armados. Desde allí se dirigió con la misma indumentaria al Palacio, haciendo que llevaran delante los estandartes que había arrebatado a los pretorianos, no enhiestos, sino vueltos hacia abajo» (Ingressus deinde Romam armatus cum armatis militibus Capitolium ascendit. Inde in Palatium eodem habitu perrexit praelatis signis, quae praetorianis ademerat, supinis, non erectis)22. 3. «Después, los soldados se establecieron por toda la Ciudad en los templos, en los pórticos y en las estancias de la corte, como si fueran posadas, con lo que la entrada de Severo en Roma fue odiosa y terrible, puesto que los soldados se apoderaban de las cosas sin comprarlas, amenazando con la destrucción de la Ciudad» (Tota deinde urbe milites in templis, in porticibus, in aedibus Palatinis quasi in stabulis manserunt, fuitque ingressus Severi odiosus atque terribilis, cum milites inempta diriperent vastationem urbi minantes)23. 4. «Al día siguiente, Severo vino al senado escoltado no sólo por soldados armados, sino también por sus amigos» (alia die armatis stipatus non solum militibus, sed etiam amicis in senatum venit)24. 5. Mientras está hablando en el Senado, tiene noticia de un motín de los soldados, que le exigen un praemium extraordinario, de 10.000 sestercios por cabeza, por haber acompañado a Severo hasta el corazón de Roma, siguiendo el ejemplo de Octaviano (milites per seditionem dena milia poposcerunt a senatu exemplo eorum, qui Augustum Octavianum Romam deduxerant tantumque acceperant)25. 19

SHA, Did. Iul. 8, 7; Cass. Dio 74, 17. Sobre el romanus adventus de Severo, Daguet-Gagei, 2000, pp. 204-208. 21 SHA, Sev. 6, 11. 22 SHA, Sev. 7, 1; Hrd. II, 14, 5. El acto supone de hecho la supresión de las cohortes pretorianas y el traspaso de sus funciones a un cuerpo de guardia étnica de escoltas (corporis custodes), elegidos entre los hombres más aguerridos de las legiones de Panonia, Tracia y Mesia, que formaron la «guardia pretoriana» de Severo. 23 SHA, Sev. 7, 2-3. 24 SHA, Sev. 7, 4. 25 SHA, Sev. 7, 6. 20

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Severo intentó disuadirlos, sin éxito, y se vio obligado a darles una gratificación (tamen mitigatos addita liberalitate dimisit). Estas medidas militares, que hemos presentado siguiendo el hilo del relato de la Historia Augusta, fueron complementadas por otras de tipo religioso, judicial y político de gran calado26, como también podemos leer en Casio Dión y en Herodiano, II, 14. Interesa indicar que Severo, proclamado emperador en Carnuntum, tras haber pronunciado un discurso vibrante a sus soldados27, y como tal fue aceptado en Roma por el Senado, en junio de 193. Era el emperador legal. El cuarto en los últimos seis meses. Septimio Severo tenía dos serios competidores para alcanzar el trono de Roma. A uno de ellos Clodio Albino, lo había sido neutralizado en sus acciones con falsas promesas28. El otro, Pescenio Nigro, en cambio, estaba dispuesto para la guerra respaldado por un gran ejército y el apoyo de muchas ciudades griegas en las que mandó que se acuñasen monedas que le anunciaban como imperator invictus y que proclamaban su augusta aeternitas. El primer gran choque de guerra civil lo protagonizan, en Oriente, Nigro y Severo. Ambos contendientes recelaban uno del otro. Estos dos hombres, que antes fueron amigos29, ahora se temían. Y con razón. Tanto Severo como Nigro eran dos militares de carrera, bien curtidos; habían mandado tropas auxiliares y habían ejercido el mando supremo de las legiones o gobiernos provinciales. Dejando a un lado los puestos administrativos, Severo había sido quizás tribunus militum30, y luego legatus proconsulis prov. Africae (173/4), legatus leg. IV Scythicae en Siria (182/3?), legatus Aug. pro praet. prov. Galliae Lugdunensis (186-189), procos. Siciliae (189/90), cos. suffectus (190), legatus Aug. pro praet. prov. Pannoniae Superioris (191-193)31. Herodiano describe a Severo con los tópicos de un político y militar exitoso: «Era entusiasta y bien dotado para las tareas de gobierno y, acostumbrado a una vida dura y agitada, resistía fácilmente las fatigas. Era, además, perspicaz en la reflexión y rápido en la ejecución de sus proyectos» (Hrd. II, 9, 2). Aunque poco después, en una descripción menos tópica y en una circunstancia más complicada, dice de él que era «impulsivo en todas sus acciones y de temperamento colérico» (III, 6, 1). Por su parte, Nigro había ejercido los puestos de praefectus cohortibus con Marco Aurelio32, tribunus militum, y quizás dux con Cómodo33; adlectus inter praetorios en 180, 26 Como fue especialmente la reivindicación de la memoria de Pértinax, de quien Severo se sentía heredero legítimo en el trono de Roma (Hrd. II, 10, 1). En su memoria creó una fratría de Helviani, y presidió unas exequias fúnebres en su honor. Añadió el nombre de Pertinax a su onomástica oficial (SHA, Sev. 8, 8; Hrd. II, 10, 1), «aunque después decidió que se le suprimiera este nombre, pensando que constituía un mal presagio» (SHA, Sev. 8, 9). 27 Hrd. II, 10, 2-9. 28 Hrd. II, 15, 3-5. 29 SHA, Pesc. Nig. 3, 3-5. 30 Si seguimos a Eutropio, VIII, 18; aunque la Historia Augusta, Sev. 2, 2, dice que omitió este puesto, omisso tribunatu militari. 31 Kienast, 2004, p. 156. 32 SHA, Pesc. Nig. 4, 2. 33 SHA, Pesc. Nig. 1, 5 y 4.

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y quizás de nuevo en 193; lucha contra los sármatas en Dacia en 183, cos. suffectus los años 183 y 191; mando supremo de los ejércitos de Galia hasta su repliegue, hacia 18334, legatus Aug. pro praet. prov. Syriae (191-193) 35. Casi al mismo tiempo (a mediados o finales de abril de 193)36, o acaso un poco después (primera semana de mayo de ese año)37 de que las tropas de Severo le proclamaban en Carnuntum, Pescenio Nigro era aclamado en Siria por sus soldados, un ejército impresionante formado por nueve legiones y un gran número de tropas auxiliares38. Era Nigro un hombre metódico, que sabía mantener disciplinados a sus soldados39. Y en política no era menos eficaz40. La mayoría de las ciudades de Siria le profesaban respeto41. Hasta que llegaron a la región las legiones de Severo y sólo las poleis más fieles ―como es el caso de Antioquía― permanecieron a su lado. II. Guerra civil en Oriente (julio de 193-noviembre de 194) La guerra librada en Siria por Severo y Nigro por el trono de Roma está narrada con detalle por Herodiano, III, 1-4 y SHA, Sev. 8, 6-17; así como Pesc. Nig. 5, 2-8, en un relato más breve de los acontecimientos, con demasiado adorno literario. Estos textos se completan con fragmentos de los epítomes conservados de la Historia romana de Casio Dión, especialmente el libro 7442. Tras permanecer apenas un mes en Roma, Severo inicia, el 9 de julio la profectio hacia el Este, saliendo al encuentro de Nigro, «para poner en orden la situación de Oriente», ipse autem profisceretur ad conponendum orientis statum43. Apenas Nigro supo 34

SHA, Pesc. Nigr. 3, 3-4. Kienast, 2004, p. 159. 36 La convocatoria de las tropas de Nigro y la contio en la que les explica sus planes, está narrada por Herodiano, II, 8, 1-6. 37 Chastagnol, 1994, p. 345. 38 Más tarde Septimio Severo otorgaría al municipium Aelium Carnuntum (privilegio municipal concedido por Adriano en 132), el rango de colonia, con el nombre de Colonia Septimia Carnuntum. Esta práctica de premiar a las ciudades fieles con la mejora de su estatuto ciudadano es la que aplicará en el emperador en Oriente. 39 Herodiano habla de las entrevistas que mantuvo Nigro en su casa con muchos oficiales de su ejército («a los jefes de las legiones, a los tribunos militares y a los soldados más distinguidos»), comunicándoles sus planes para alcanzar el trono de Roma, buscando su apoyo e invitándoles a participar en la empresa (Hrd. II, 7, 7-8). 40 Hrd. II, 7, 9-10, habla de la benevolencia de Nigro hacia los sirios, con los que se reunía a menudo a celebrar fiestas para ganarse su simpatías, particularmente los de Antioquía, «la ciudad más próspera e importante». En esta ciudad Nigro celebraba fiestas con frecuencia para aumentar su popularidad. Y allí, indica Herodiano, «era, naturalmente, muy respetado». 41 SHA, Pesc. Nigr. 3, 6-12. 42 Que sigo según el texto griego y la versión de Cary, 1955. No existe versión española del libro 74 de Dión. 43 SHA, Pesc. Nig. 5, 3. Sobre las guerra de Severo contra Nigro, remito a las excelentes síntesis de Magie, 1950, pp. 669-675; Gascó, 1988, pp. 41-49; y especialmente Birley, 1971, pp. 172-188 (= 2012, pp. 165-181). Aunque escritas hace tiempo, siguien siendo interesantísimas las consideraciones que hace algunos autores subre la revuelta de Nigro y su guerra cotra Severo: Harrer, 1915, pp. 78-86; Id., 1920, pp. 155-168; Platnauer, 1918, pp. 74-198. Hasebroek, 1921, pp. 50-81. 35

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que Severo estaba haciendo preparativos para marchar a Asia44, tomó rápidas y eficaces medidas para asegurarse la fidelidad de las ciudades de Asia y de Egipto, cerciorándose de la neutralidad de los armenios, y ganando el apoyo de los príncipes y jefes árabes. Su actividad diplomática logró alianzas al otro lado del Tigris: la ciudad de Hatra le envió arqueros, y Adiabene se mostró fiel a su causa, lo que comportaba además el apoyo de algunas tribus independientes45. Habiendo reunido Severo a sus generales, les ordenó que empezasen a organizar la resistencia en Tracia, Macedonia y Grecia, que estaban controladas por Nigro gracias a su espada. Severo mandó cortar el cuello a numerosos ciudadanos ilustres que simpatizaban con Nigro, interfectis multis inlustribus viris46 y envió una legión a África para asegurar el aprovisionamiento de grano a Roma. Con esta acción pretendía ganarse el favor del pueblo y hacer la competencia a Nigro y a Albino, que habían desplegado un potente programa de propaganda política acuñando en 193 varias series con la leyenda Saeculo frugifero y Cereri frugifera47. Tras un mes de marcha, las legiones de Severo alcanzan la Propóntide y toman Perinto48, ciudad ocupada por Nigro. Este le propuso el reparto del poder, ad participatum imperii Severum vocans49; Severo no aceptó y le planteó, sin más, el exilio, tutum exilium promitteret50. Fracasado el acuerdo, Nigro emprende la huída hacia Bizancio y Severo le declara «enemigo público», hostis est appellatus. El ejército de Severo se ve reforzado con la llegada de las tropas estacionadas en Panonia y Mesia, que llegan a Tracia51. El resultado es inmediato: la ciudad de Bizancio queda sitiada ―y como tal ciudad asediada resistió hasta los últimos meses del 19552― y el ejército de Severo, bajo el mando de 44

Hrd. II, 14-15. SHA, Sev. 9; Hrd. III, 1: «Embajadores de todos aquellos pueblos fueron despachados hacia Antioquía como si fueran a presentarse ante el legítimo emperador. Los sátrapas y reyes del otro lado del Tigris y del Éufrates le enviaron mensajes de felicitación y le prometieron su ayuda, si fuera precisa. Nigro les contestó con espléndidos regalos, pero, a la vez que les daba las gracias por sus promesas de apoyo, les decía que no necesitaba aliados» (Hrd. II, 8, 7-8). Los príncipes de Edesa y de Hatra apoyan a Nigro (M. Sartre, 2001, p. 635-636). Muerto Nigro, el vencedor, Severo, sin embargo, no consideró a Hatra como un objetivo peligroso que debiera ser atacado o destruido. Según Herodiano (Hrd. III, 9, 2-7), Severo asedia Hatra tras haber aceptado la rendición del rey de Armenia y antes de marchar contra Ctesifonte. Por el contrario, Casio Dión (74, 10, 11) sitúa primero el asedio de Hatra y luego el de Ctesifonte, caído el 28 de abril de 198. (Sartre, 2001, p. 636 y 637 n. 136 con las referencias bibliográficas que discuten estos aspectos, especialmente Rabin, 1975, 419-441; Campbell, 1986, pp. 51-58). Sobre la historia política de esta ciudad, Drijvers, 1977. 46 SHA, Pesc. Nig. 5, 6. 47 Las alusiones a la providencia alimenticia en las monedas es un recurso frecuente en los aspirantes al trono en la guerra civil de 193-197. Garzón Blanco, 1990, ha estudiado la importancia de las monedas de Pértinax, pp. 49-85, y su importancia como propaganda política en estos años conflictivos. En particular sobre la leyenda monetaria «Saeculo Frugifero», Garzón Blanco, 1990, pp. 77-78. 48 Severo entra en Roma (Cass. Dio 74, 1); se dirige al senado y a la plebe (74, 2). Discurso sobre los orígenes míticos o divinos de Severo; prodigios que anuncian su poder (74, 3); honra la memoria de Pértinax con unos funerales adecuados (74, 4; cf. Daguet-Gagei, 2000, pp. 211-214); elogio de la personalidad de Pértinax y discurso contra Nigro (74, 5). Severo marcha a Oriente en busca de Nigro 74, 6). 49 SHA, Pesc. Nig. 5, 6. 50 SHA, Pesc. Nig. 5, 8. También en Historia Augusta, Sev. 5.15: promisit sane Nigro tutum exilium. 51 Daguet-Gagei, 2000, pp. 226-229 52 Cass. Dio 74, 10-14. Dión dedica mucho espacio al asedio y resistencia de Bizancio, en detrimento de otros episodios de esta guerra. No obstante hay que recordar que lo que queda del libro 74 de Dión es un epítome bizantino (de 45

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Tiberio Claudio Cándido, consiguió cruzar el estrecho y derrotar en las proximidades de Cízico a Aselio Emiliano, el experto y capaz general de Nigro53. Muerto Emiliano54, las tropas se repliegan a Bitinia, encontrando el apoyo de la ciudad de Nicea, al tiempo que Nicomedia, que hasta entonces estaba a favor de Nigro, se declaraba partidaria de Severo. Una nueva batalla tuvo lugar entre Cio y Nicea, y la presencia de Nigro no pudo evitar que de nuevo Cándido obtuviera la victoria en diciembre del 193 o muy al comienzo del siguiente año, obligando a Nigro a retirarse hacia el Sur con objeto de recomponer su ejército y buscar un nuevo frente más próximo a Siria55. Pero la victoria del general de Severo fue enseguida objeto de la propaganda oficial, obteniendo esta publicidad ecos en algunas ciudades, que se veían abocadas a posicionarse a favor o en contra de uno u otro contendiente, reavivando antiguas rivalidades, como indica Herodiano para este preciso momento: Cuando la noticia de la victoria de Severo se difundió, inmediatamente la discordia y las diferencias de opinión invadieron todas las ciudades de aquellas provincias orientales, no tanto por una cierta aversión o simpatía hacia los emperadores que estaban en guerra, como por la enconada rivalidad entre las ciudades y con vistas a la ruina y sometimiento de los conciudadanos. Éste es el antiguo mal de los griegos, quienes, peleando siempre unos contra otros y queriendo destruir a los que parecían sobresalir, arruinaron Grecia. Las ciudades griegas, ciertamente, se debilitaron en sus enfrentamientos entre sí y resultaron fácil presa para los macedonios y para el dominio de Roma. Y este mismo mal de envidia y rencor ha pasado a nuestras ciudades más prósperas. Así pues, en Bitinia, inmediatamente después de la batalla de Cízico, los de Nicomedia tomaron partido por Severo y le enviaron embajadores con el mensaje de que acogerían al ejército y la promesa de suministrarles de todo. Pero los de Nicea, a causa de su odio hacia los de Nicomedia, decidieron lo contrario y acogieron a las tropas de Nigro, tanto a los fugitivos que acudían a ellos como a las fuerzas enviadas por Nigro para defender Bitinia (Herodiano, II, 2, 7-9; traducción de Torres Esbarranch).

Septimio Severo represalió a Nicea por el apoyo que había prestado a las tropas de Nigro, y recompensó a Nicomedia. Así aquella perdió los títulos por los que desde antiguo venía compitiendo con su vecina, y ésta obtuvo nuevos títulos con los que engalanar la Xiphilino), y es normal encontrar en el resumen el protagonismo de la ciudad de Bizancio. 53 Hrd. II, 2, 1; Cass. Dio 74, 6, 2-6: ὁ Αἰμιλιανὸς δὲ περὶ Κύζικον συμβαλών τισι τῶν στρατηγῶν τῶν τοῦ Σεουήρου ἡττήθη πρὸς αὐτῶν καὶ ἐσφάγη. καὶ μετὰ ταῦτα μεταξὺ τῶν στενῶν τῆς τε Νικαίας καὶ τῆς Κίου πόλεμος αὐτοῖς μέγας γίνεται καὶ πολύτροπος· οἱ μὲν γὰρ ἐν τῷ πεδίῳ συστάδην ἐμάχοντο, οἱ δὲ τοὺς λόφους καταλαβόντες ἐξ ὑπερδεξίων ἔβαλλον καὶ ἠκόντιζον ἐς τοὺς ἐναντίους, οἱ δὲ καὶ ἀπὸ τῆς λίμνης ἐς πλοῖα ἐμβεβηκότες τοῖς πολεμίοις ἐπετοξάζοντο. κατ’ ἀρχὰς μὲν οὖν ἐνίκων οἱ Σεουήρειοι, ὑπὸ τῷ Κανδίδῳ ταττόμενοι, καὶ τοῖς χωρίοις ὅθεν ἐμάχοντο, ὑπερδεξίοις οὖσι, λεονεκτοῦντες· μετὰ δὲ αὐτοῦ τοῦ Νίγρου ἐπιφανέντος παλινδίωξις γίνεται καὶ νίκη τῶν Νιγρείων. ἔπειτα τοῦ Κανδίδου τῶν σημειοφόρων ἐπιλαμβανομένου, καὶ στρέφοντος αὐτοὺς ἀντιπροσώπους τοῖς πολεμίοις, τοῖς τε στρατιώταις τὴν φυγὴν ὀνειδίζοντος, αἰσχυνθέντες οἱ περὶ αὐτὸν ὑπέστρεψαν καὶ τῶν ἐναντίων ἀντεπεκράτησαν. κἂν πανωλεθρίᾳ τούτους διέφθειραν, εἰ μὴ ἡ πόλις ἐγγὺς ἦν καὶ νὺξ σκοτεινὴ ἐγένετο. 54 SHA, Sev. 8, 16. 55 Daguet-Gagei, 2000, pp. 232-233.

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QUADI Vindobona Carnuntum

SARMATAE

MARCOMANI COSTOBOCI

MO INF ESIA ER IOR

DACIA UM Aquincum Apuium PANNONIA INFERIOR Sarmizegetusa R RIO Sirmium Hister PE SU Singidunum Serdica DALMATIA Philippopolis RIC

NO

Artaxata

ARMENIA BITHYNIA Y PONTUS Tig IA THRACIA Bizantium Chalcedon S ris E R Nicomedia Perintus MO ERIO CAPPADOCIA P Nisibis Roma Nicaea SU MACEDONIA Edessa MESOPOTAMIA Cyzicus Capua GALATIA Carrhae PARTII ASIA Pergamun Brundisium Tarsus Issos Hatra EPIRUS Ctesiphon Smyrna CILICIA Eup Antiochia Athenae hrate s Seleucia LYCIA Y Laodicea Corinthus SYRIA Ephesus PAMPHILIA ACHAIA Sicilia Palmyra CYPRUS Emesa Tyrus CRETA SYRIA PALESTINA

Leptis Magna AFRICA

Cyrene CYRENAICA

Alexandria Memphis

Pelusium

Petra

ARABIA

AEGYPTUS

ciudad y humillar a la rival56. Nicea, al igual que otras ciudades que se posicionaron en el bando que finalmente fue el perdedor, pronto buscaron iniciativas tendentes a recuperar sus privilegios, pero estos no llegaron o al menos fueron retardados, como el caso de Antioquía que sólo con Caracalla recupera la capitalidad de la Syria-Coele57. La guerra civil no hizo sino agravar ―elevándolas a categoría política― las rencillas o envidias que existían entre las ciudades por simple competencia de prestigio o fama58. Estas rivalidades le parecían absurdas a muchos intelectuales, como Dión Crisóstomo, nacido en Nicea, o Elio Arístides, o al mismo Casio Dión. El signo de la guerra inclinó a muchas ciudades a la causa severiana, uniéndose casi todas contra Nigro. Éste buscó alianzas con las ciudades de Tiro y Laodicea; ambas, favorables a Severo, rechazaron la oferta, sufriendo consecuentemente el saqueo. El ejército de Sep56

Oriente romano en época de Septimio Severo

Gascó, 1988, pp. 45-46. Millar, 1990, pp. 41-42. 58 Sobre esta rivalidad (en algunos casos secular) entre las ciudades griegas de Oriente, vid. Gascó, 1990, passim. 57

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timio Severo, al mando del cual se encontraba ahora Publio Cornelio Anulino, marchó hacia el Sur a través de Galacia y el Sudeste de Capadocia dirigiéndose a Siria. En esta marcha, las comunidades salían al encuentro del emperador para mostrarle su apoyo, y consecuentemente indicándoles sus intenciones de deshacerse de los partidarios de Nigro, que fueron, en efecto, objeto de represalias, tanto por parte de Severo como por parte de sus conciudadanos. Nigro se retiró a la capital, Antioquía, que renovó su fidelidad a su gobernador. Una vez franqueados los desfiladeros del Tauro por las tropas de Cornelio Anulino, se libró batalla en la primavera del 194 (a finales de marzo), en Issos59, lugar que remembranza alejandrina, cercano a las llamadas «Puertas Cilicias»60. Y en efecto, como indica Gascó61, «a los contemporáneos no se les pudo escapar el hecho paradójico de que el escenario de la derrota de Nigro, que proclamaba ser un nuevo Alejandro62, fuera el mismo en el que Alejandro Magno había derrotado a Darío»63. Allí chocaron dos ejércitos colosales: las nueve legiones de Nigro y las doce de Severo al mando Anulino. La masacre del ejército de Nigro, con más de 20.000 muertos en el campo de batalla, καὶ φθόρον δὴ τοῦτον πλεῖστον ἐν τῷδε τῷ πολέμῳ συνέβη γενέσθαι· δύο γὰρ μυριάδες τῶν μετὰ τοῦ Νίγρου διώλοντο64, supuso un punto de inflexión. Nigro, consciente de que tenía perdida la guerra, logró regresar con sus tropas mermadas, con numerosos heridos, a Antioquía. Durante el verano del 194 Nigro meditó la estrategia de sus inminentes pasos militares, que parecían abocarle a un callejón sin salida. Con la mayor parte de las ciudades de Asia en su contra, tuvo la idea de alcanzar el otro lado del Éufrates, donde buscaba la ayuda del rey parto Vologeses. Este movimiento de huida fue advertido por los soldados de Severo, que alcanzaron a Nigro antes de que este cruzara la frontera. Poco después, en agosto o septiembre, «inició la lucha por segunda vez persistiendo en su propósito, pero fue derrotado y herido en los alrededores de una laguna, junto a Cízico, mientras intentaba huir. Y en estas condiciones fue llevado ante Severo, recibiendo inmediatamente la muerte», si ab armis recederet, persistens iterum pugnavit et victus est atque Cyzicum circa paludem fugiens sauciatus et sic ad Severum adductus atque statim mortuus65. Como colofón de su fatal destino, indica el biógrafo de la Historia Augusta: «su cabeza fue enviada a Roma después de haber sido paseada clavada en una pica, sus hijos y su esposa fueron asesinados, sus bienes patrimoniales confiscados y toda su familia extinguida», huius caput circumlatum pilo Romam missum, filii occisi necat uxor, patrimonium 59 Para los detalles y la discusión de las fuentes sobre esta batalla es fundamental el estudio de Platnauer, 1918, pp. 146-153. 60 Cass. Dio 74, 7: μετὰ δὲ ταῦτα ἐν Ἰσσῷ πρὸς ταῖς καλουμέναις πύλαις μεγίστη γίνεται μάχη, τῷ μὲν Σεουηρείῳ στρατεύματι Οὐαλεριανοῦ τε καὶ Ἀνυλλίνου ἐπιστατούντων, Νίγρου δὲ αὐτοῦ τοῖς οἰκείοις παρόντος τάγμασι καὶ συντάσσοντος ἐς τὸν πόλεμον. ἡ δὲ ἐσβολὴ αὕτη, αἱ Κιλίκειοι πύλαι, διὰ τὴν στενότητα οὕτω προσαγορεύονται. 61 Gascó, 1988, p. 47. 62 Cass. Dio 74, 6,2ª. 63 SHA, Sev. 9, 9-11. Herodiano omite este episodio militar. 64 Cass. Dio 74, 8, 1. Daguet-Gagei, 2000, pp. 238-241. 65 SHA, Pesc. Nig. 5, 7.

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publicatum, familia omnia extincta66. Severo emitió una damnatio memoriae sobre Nigro para borrar su recuerdo. Siguiendo el relato de la Vita Severi (9, 3-8), el vencedor de la guerra enseguida envió un escrito al senado [...] anunciándole su victoria y no castigó con la muerte a ninguno de los senadores que habían seguido el partido de Nigro, salvo a uno. Se irritó mucho con los habitantes de Antioquía porque se habían reído de él cuando era administrador en Oriente y porque habían ayudado a Nigro, incluso después de su derrota. Finalmente les quitó muchas de sus prerrogativas. También privó del derecho de ciudadanía a los habitantes de Neapolis de Palestina, porque se habían mantenido en pie de guerra durante mucho tiempo apoyando a Nigro. Castigó con crueldad a un buen número de ciudadanos que habían seguido a Nigro, exceptuando a los que pertenecían al estamento senatorial. Infligió también diversas afrentas y multas a muchas de las ciudades que habían abrazado su causa. Ordenó la muerte de los senadores que habían luchado con Nigro como generales o como tribunos. Después llevó a cabo múltiples operaciones próximas a Arabia, una vez sometidos los partos al arbitrio de Roma, así como los adiabenos, pueblo que en su totalidad había tenido los mismos sentimientos que Pescenio. Y, por estas acciones, cuando volvió a Roma se le concedieron los honores del triunfo y el título de Arábico, Adiabénico y Pártico. Pero rechazó el honor del triunfo para que no se pensara que celebraba una victoria o tenida contra sus conciudadanos. Rehusó también el título de Pártico para no irritar a los partos.

Acabamos de ver cómo Severo, todavía en Asia y aún calientes las espadas, tomó muy pronto medidas contra algunas ciudades que habían sido leales a Nigro. A muchos ciudadanos «no senadores», los pasó a cuchillo. Y es que, en efecto, muchas ciudades se vieron mezcladas en el conflicto, viéndose obligadas a tomar parte por alguno de los generales contendientes, en una guerra en la que no podían permanecer neutrales. Casio Dión indica que Severo, «en lo relativo a ciudades y ciudadanos, castigó a unos y premió a otros; no mató a ningún senador romano, pero privó a la mayoría de ellos de su propiedad y fueron desterrados a las islas. Era implacable en la recaudación de fondos; exigía exactamente cuatro veces la cantidad que alguna de las personas o de los pueblos habían dado a Nigro, ya lo hubieran hecho voluntariamente o por obligación», ὅτι ὁ Σεουῆρος τὰς πόλεις τούς τε ἰδιώτας τοὺς μὲν ἐκόλαζε τοὺς δὲ ἠμείβετο, τῶν δὲ δὴ βουλευτῶν τῶν Ῥωμαίων ἀπέκτεινε μὲν οὐδένα, τοὺς δὲ δὴ πλείους τὰς οὐσίας ἀφείλετο καὶ ἐς νήσους κατέκλεισεν. ἠργυρολόγησέ τε δεινῶς· τά τε γὰρ ἄλλα καὶ ὅσα τῷ Νίγρῳ καὶ ἰδιῶταί τινες καὶ δῆμοι, οὐχ ὅτι ἑκούσιοι ἀλλὰ καὶ ἀναγκαστοί, ἐδεδώκεσαν, τετραπλάσια ἐπεσέπραξεν67. Aprovechando su presencia en Oriente, Severo, con parte de su gran ejército, realizó varias expediciones para restablecer el imperium de Roma en la zona, pero sobre todo 66

SHA, Pesc. Nig. 6, 1. Aunque la Vita Severi 9, 2, indica que, tras la muerte de Nigro, «envió al destierro con su madre a los hijos de Nigro» (filios Nigri post hoc… in exilium cum matre misit). 67 Cass. Dio 74, 8, 4, 1-5.

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para incorporar, ahora bajo su mando, a las legiones de Nigro en un empeño común exterior. Se liberaron plazas fuertes tomadas por las tribus árabes del desierto sirio, y se pacificó la Adiabene, que había sido leal a Nigro. Estas victorias le procuraron a Severo un prestigio militar y político gigantesco: recibió tres salutaciones imperatorias, y aunque rechazó los honores del desfile triunfal, incorporó a su onomástica oficial los cognomina devictarum68, y en memoria de sus gestas se erigió un magnífico arco triunfal en el foro de Roma con relieves alusivos a estas guerras. Durante las mismas ya se había ocupado, en concreto tras su quinta aclamación, de publicitar su deseo de que su hijo primogénito, L. Septimio Basiano, tomase su nuevo nombre de Marco Aurelio Antonino, así como su voluntad de asociarlo al trono, como sucesor suyo, concediéndole el título oficial de César. Así mostraba claramente sus aspiraciones de legitimación sucesoria, pero también mandaba a Clodio Albino el mensaje de un cambio de rumbo en la política de Roma, y que el pacto de amistad, o mejor de no agresión mutua establecido en la primavera del 193, quedaba derogado. La promesa de Severo de asociar a Albino al trono era, en este momento, papel mojado69. III. Ciudades enfrentadas. Colonias romanas en las provincias sirias En el texto que acabo de citar, Vita Severi 9, 3-8, he enfatizado con cursivas las frases relativas a las represalias tomadas por Severo contra algunas ciudades, especialmente contra Antioquía70. El texto indica que Severo, irritadísimo con las gentes de Antioquía, les quitó muchos de sus privilegios: Antiochensibus iratior fuit… Denique multa his ademit (Sev. 9.4). Un caso semejante fue el de Neapolis in Palestina, que tuvo similar represalia política por parte del vencedor: «También privó del derecho de ciudadanía a los habitantes de Neápolis de Palestina71, porque se habían mantenido en pie de guerra durante mucho tiempo apoyando a Nigro»: Neapolitanis etiam Palaestinensibus ius civitatis tulit, quod pro Nigro diu in armis fuerunt (Sev. 9.5). No fueron las únicas, pues leemos en SHA, Sev. 3, que «infligió también diversas afrentas y multas a muchas de las ciudades que habían abrazado la causa» (de Nigro): Multas etiam civitates eiusdem partis iniuriis adfecit et damnis. 68 Atque ob hoc reversus triumpho delato appellatus est Arabicus Adiabenicus Parthicus, SHA. Sev. 9, 10. Birley precisa que en su forma completa, los títulos son Parthicus Arabicus y Parthicus Adiabenus, para resaltar que los pueblos que se habían rendido eran vasallos de los partos. Al parecer, Septimio rechazó el título de Pártico por sí solo ―según Birley― para no ofender al rey de Partia (Birley, 2012, p. 175). 69 El enfrentamiento entre Septimio Severo y Albino por el trono de Roma, esta vez en Occidente, y que concluye con la batalla de Lyon en febrero de 197 (decidiéndose así el final de la guerra civil, iniciada cuatro años antes), es materia que queda fuera de este estudio. 70 Sobre Antioquía romana: Will, 1988, pp. 127-137; Idem, 1997, pp. 99-113. 71 Picón y Cascón, en su traducción española de la Historia Augusta consideran que se trata de Jerusalén (Picón y Cascón, 1989, 236 n. 14); sin embargo Chastagnol traduce ad locum, «Naplouse, en Palestine» sin más aclaraciones (Chastagnol, 1994, 321). Se trata de la Neapolis fundada por Vespasiano en el año 72 en el lugar Mabartha (Plin. N.H. V, 69) o Mamortha (Sartre, 2001, p. 644).

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Por el contrario, otras ciudades apoyaron a Severo: Nicea72, Laodicea, Tiro y Samaria (Sebasté) se encuentran entre las más activas. Si queremos conocer cuáles eran las ciudades que fueron beneficiadas por Severo, por su apoyo en la guerra contra Nigro, hemos de aferrarnos como fuente óptima a un texto del jurista Ulpiano, Domitius Ulpianus. El texto, de época de Caracalla, sintetiza el panorama colonial en Oriente (la Europa grecófona y Asia), profundamente transformado por Septimio Severo, tras su victoria contra Nigro, que fue luego remachado y ampliado por Caracalla. Este es el importante texto de Ulpiano: Sciendum est esse quasdam colonias iuris italici, ut est in Syria Phoenice splendidissima Tyriorum colonia, unde mihi origo est, nobilis regionibus, serie saeculorum antiquissima, armipotens, foederis quod cum romanis percussit tenacissima: huic enim divus Severus et imperator noster ob egregiam in rem publicam imperiumque romanum insignem fidem ius italicum dedit: 50.15.1.1 Sed et Berytensis colonia in eadem provincia Augusti beneficiis gratiosa et (ut divus Hadrianus in quadam oratione ait) Augustana colonia, quae ius italicum habet. 50.15.1.2 Est et Heliupolitana, quae a divo Severo per belli civilis occasionem italicae coloniae rem publicam accepit. 50.15.1.3 Est et Laodicena colonia in Syria Coele, cui divus Severus ius italicum ob belli civilis merita concessit. Ptolemaeensium enim colonia, quae inter Phoenicen et Palaestinam sita est, nihil praeter nomen coloniae habet. 50.15.1.4 Sed et Emisenae civitati Phoenices imperator noster ius coloniae dedit iurisque italici eam fecit. 50.15.1.5 Est et Palmyrena civitas in provincia Phoenice prope barbaras gentes et nationes collocata. 50.15.1.6 In Palaestina duae fuerunt coloniae, Caesariensis et Aelia capitolina, sed neutra ius italicum habet. 50.15.1.7 Divus quoque Severus in Sebastenam civitatem coloniam deduxit. 50.15.1.8 In Dacia quoque Zernensium colonia a divo Traiano deducta iuris italici est. 50.15.1.9 Zarmizegetusa quoque eiusdem iuris est: item Napocensis colonia et Apulensis et Patavissensium vicus, qui a divo Severo ius coloniae impetravit. 50.15.1.10 Est et in Bithynia Apamena et in Ponto Sinopensis. 50.15.1.11 Est et in Cilicia Selinus et Traianopolis. (pr.)

(Dig. 50.15.1: Ulpianus, de censibus 1)

Traducción73: 1. Debe saberse que hay algunas colonias de derecho itálico, como la muy brillante colonia de Tiro en la Siria Fenicia, que es mi ciudad de origen, noble en aquellas regiones, muy 72

Lugar de nacimiento, y de retiro, del senador y escritor Casio Dión. Vid. Gascó, 1988, pp. 9-29. Traducción tomada en Álvaro D’Ors y otros, 1975, ad locum, con las siguientes correcciones importantes: en todo el texto se traduce impropiamente, media docena de veces, las expresiones divus Severus o divo Severo como «Severo el de consagrada memoria». La paráfrasis altera la literalidad y el significado de la palabra. Hoy día no hay por qué ruborirzarse por el hecho de considerar a Severo, como a otros emperadores, personajes «divinizados» o «divinos», una circunstancia tan bien conocida que no necesita ser defendida, sino respetada. En 50.15.1.4, Emisenae civitate Phoenices, D’Ors traduce «Emizena, ciudad de Fenicia», cuando debe entenderse claramente Hemesa o Emesa. También corregimos algunos topónimos de la traducción citada: Sarmizegetusa (y no Sarmizegutsa); Apulum en vez de Apulo, Patavium en vez de Patavisa; Potaissa en vez de Potaisa; Sínope en lugar de Sinope, y Selinunte en vez de Selinonte. La expresión Selinus et Traianopolis ha sido corregida así: Selinus et Traianopolis, siguiendo a Jones, 1998, p. 440 n. 37. Se trata de la misma ciudad. 73

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antigua por sus muchos siglos, poderosa por sus armas, muy leal en la alianza que hizo con Roma: el divino Severo y nuestro emperador le dieron el derecho itálico en premio a su egregia e insigne fidelidad con la ciudad de Roma y su imperio. (1) También tiene el derecho itálico la colonia de Beritó, en la misma provincia, agraciada por los beneficios de Augusto y, como dice el divino Adriano, en uno de sus discursos en el senado, colonia «Augustana». (2) Está también Heliopolis que recibió del divino Severo la condición de colonia itálica, con ocasión de la guerra civil. (3) También, la colonia Laodicea en Siria Coele, a la que el mismo emperador concedió el derecho itálico por sus méritos en la guerra civil; porque la colonia de Ptolemaida, que está entre Fenicia y Palestina sólo tiene el título de colonia. (4) Pero a Hemesa, ciudad de Fenicia, nuestro emperador le dio el derecho de colonia y la hizo de derecho itálico. (5) Está también la ciudad de Palmira en la provincia de Fenicia, situada en los límites de los pueblos y naciones bárbaros. (6) En Palestina hubo dos colonias, Cesariense y Elia Capitolina, pero ninguna de las dos tiene el derecho itálico. (7) El divino Severo también dedujo una colonia en Sebasté. (8) En Dacia, también es de derecho itálico la colonia de Zerna , deducida por el divino Trajano. (9) También es de derecho itálico Sarmizegetusa, y las colonias de Napoca y de Apulum, y el pueblo de Patavisa , que consiguió del divino Severo el derecho de colonia. (10) Está en Bitinia Apamea < en Propóntida>, y en el Ponto, Sínope. (11) En Cilicia, Selinunte, también llamada Traianopolis.

En todos los territorios conquistados por los romanos éstos crearon colonias. La guerra civil iniciada en 193 no fue «de conquista», como de hecho no lo es ninguna guerra civil romana librada en territorios provinciales. Pero Severo, como si su adventus orientalis hubiera sido una conquista en lugar de una guerra fratricida, llevó a cabo un programa intenso de municipalización y de creación de ciudades «a la romana», bien ex novo, bien ampliando y recalificando el estatuto jurídico de otras poblaciones de época helenística74. Tras la victoria de Severo sobre Nigro, en 194 d. C. Siria quedó dividida en dos provincias75, con los nombres de Syria-Coele y Fenicia, que les da Dión76. La Syria-Coele, al norte, con Laodicea del Mar y la Comagene, provincia consular, tenía por capital a Antioquía desde el 20077. Al sur, Tiro era la capital de la Syria-Phoenice, que englobaba el 74

Tenemos noticias de la fundación de varias ciudades en la región de Siria-Palestina. Sobre la difusión de las poleis en Siria, a partir de Pompeyo Magno, y la creación de colonias por Augusto, vid. Sartre, 2001, pp. 640-649. Séforis, en Galilea, obtuvo el rango de ciudad en 67-68, fecha en la que se documentan sus primeras monedas, con el nombre efímero de Irenepolis, nombre honorífico que reconocía la colaboración de sus habitantes a la causa romana en la guerra de 66-70 (Sartre, 2001, p. 644-645). En la frontera de Palestina, pero en el lado de la Transjordania, fue fundada una Capitolias en 97-98 por Nerva o Trajano (Lenzen y Knauf, 1987, pp. 21-46; Sartre, 2001, p. 644). 75 Rey-Coquais, 1978. Honoré, 1982 (reed. 2002), p. 11: «Septimius divided Syria into two. He deprived Antioch of its status as capital of the much-truncated Syria Coele, and made Tyre capital of the newly founded Syria Phoenice. Many of his supporters came from these provinces. Phoenice extended to the north to include Emesa and Palmyra. It became the seat of the council (κοινόν) of Syria and of the High Priest of Phoenicia (φοινικάρχης)». 76 Cass. Dio 53.12; 55.23; 79.7. 77 En la enumeración que hace Ulpiano, en época de Caracalla, de las colonias romanas de las provincias orientales el jurista distingue tres provincias sirias: la Syria Coele, la Syria Phoenice y la Syria Palaestina. (Ulp. Dig. pr. §3.5.6; 50,

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Provincia

Colonia

tipo

Referencia

Zerna/Dinerna (Zernensium colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 8 (Ulpiano)

Sarmizegetusa (Sarmizegetusa colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 9 (Ulpiano)

Napoca (colonia Napocensis)

colonia

Dig. 50, 15, 9 (Ulpiano)

Apulum (colonia Apulum)

colonia

Dig. 50, 15, 9 (Ulpiano)

Patavium – Potaissa (Patavissensium vicus)

colonia

Dig. 50, 15, 9 (Ulpiano)

Bithynia

Apamea (Apamena civitas)

colonia

Dig. 50, 15, 10 (Ulpiano)

Cilicia

Selinunte (Selinus civitas) – Traianopolis (¿colonia?)

colonia

Dig. 50, 15, 11 (Ulpiano)

Caesarea (Caesariensis colonia)

colonia

Dig. 50, 15, 6 (Ulpiano)

Jerusalén (Aelia Capitolina colonia)

colonia

Dig. 50, 15, 6 (Ulpiano)

Sebasté (Sebastena civitas)

colonia

Dig. 50, 15, 7 (Ulpiano)

Hemesa (Emisena colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 4 (Ulpiano)

Palmira (Palmyrena civitas)

colonia?

Dig. 50, 15, 5 (Ulpiano)

Pontus

Sínope (Sinopensis civitas)

colonia

Dig. 50, 15, 10 (Ulpiano)

sita inter Phoenicen et Palaestinam

Ptolemaida (Ptolemaeensium colonia)

colonia

Dig. 50, 15, 3 (Ulpiano)

Syria Coele

Laodicea (Laodicena colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 3 (Ulpiano)

Tiro (Tyriorum colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, pr. (Ulpiano)

Berytus (Berytensis colonia; colonia Augustana)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 1 (Ulpiano)

Heliopolis (Heliupolitana colonia)

colonia iure italico

Dig. 50, 15, 2 (Ulpiano)

Dacia

Palaestina

Phoenice

Syria Phoenice

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sur de la antigua provincia de Siria. La nueva provincia fue confiada a un antiguo pretor. Esta reestructuración provincial fue acompañada de una modificación de las fronteras78: fueron separadas de Siria las regiones más meridionales (Traconítida, Auraníntida) para unirlas a Arabia, lo que disminuía todavía más la importancia de Siria. El conjunto del Haurán, étnica y culturalmente homogéneo, se encontraba en su totalidad situado bajo la administración del gobernador de Arabia. En 195, coincidiendo con la primera expeditio mesopotamica de Severo, se creó la provincia de Osrhoene, confiada a un procurador y desprovista de legiones. También fue recalificado el estatuto del principado de Edesa, aunque Abgar VIII (177-211) siguió conservando su autoridad. Y las legiones I y II Parthicae fueron estacionadas en Singara y en Nisibis, al este de la Osrhoene, más allá de Khabur y al norte del Éufrates, en territorio de la nueva provincia de Mesopotamia79. La política de Caracalla en Oriente fue un intento de estabilizar las fronteras: la gran expedición de Caracalla entre los años 213-21780 fue acompañada de grandes trabajos de reparación de la red viaria, como evidencian los miliarios encontrados. Estas obras indudablemente eran muy del agrado de los provinciales. Los movimientos del ejército indican la importancia de estas obras y de su vinculación con las ciudades: en 213-214 el emperador invita a Roma al rey Abgar IX de Edesa y le apresa; en enero de 214 Edesa se convierte en colonia romana81; en los primeros meses de 214 Caracalla inv Hammond el ultimo día ita a Roma al rey de Armenia e, igual que a Abgar, le toma preso junto a su familia; en la primavera pone rumbo a Oriente para comenzar la guerra pártica; desde el invierno de 214-215 hasta el 4 de abril de 215 está en Nicomedia; en 215, en Antioquía; Vologeses rehúsa la guerra; marcha a Alejandría, donde provoca revueltas y matanzas; a comienzos del 216 regresa a Antioquía; antes del mes de mayo ya está en guerra contra Artabán V, y realiza una incursión de rapiña en Adiabene; en el invierno del 216-217 vuelve a Edesa. En la primavera regresa al teatro bélico, pero encontró la muerte en el camino hacia Carrhae el 8 de abril de 21782, cuatro días después de haber cumplido sus 29 años, traicionado por los militares de confianza y su guardia personal. Los Severos fundaron una Lucia Septimia Eleutheropolis en 199-200 en Bet Guvrin, antigua Βήτογαβρις en la llanura de Shephelah, próxima a Marisa, en Judea83. LyddaDiospolis recibió el rango de ciudad antes de 20184. Sobre el lugar de la antigua población de Batnai de Anthemusia se fundó, en tiempos de los Severos, la ciudad de Marcopolis85. También se crearon muchas colonias y, como se ha indicado, fue revisado al alza el estatuto de algunas ciudades, que fueron privilegiadas con el ius italicum, como hemos 15). Sobre la ciudad y su historia, Downwey, 1961 (=1963 ; 1974); Lassus, 1977. 78 Sartre, 2001, p. 614. 79 Sartre, 2001, p. 617 y 635. 80 Mariq, 1957, pp. 297-305. 81 Cass. Dio 78 , 12, 1. 82 Cass. Dio 78, 5, 4; SHA, Vita M. Aur. Ant. (Carac.) 6, 6. 83 Citada en CIL III, 14155. 84 Sartre, 2001, p. 645 85 Gnoli, 1999, pp. 341-344; Sartre, 2001, p. 645.

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visto en el importante texto de Ulpiano que nos sirve para hacer las siguientes reflexiones. La siguiente tabla es un resumen de Digesto 50.15.1: Provincia

Colonia

tipo

Referencia

Zerna/Dinerna (Zernensium colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.8

Sarmizegetusa (Sarmizegetusa colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.9

Napoca (colonia Napocensis)

colonia

Dig. 50.15.1.9

Apulum (colonia Apulum)

colonia

Dig. 50.15.1.9

Patavium – Potaissa (Patavissensium vicus)

colonia

Dig. 50.15.1.9

Bithynia

Apamea (Apamena civitas)

colonia

Dig. 50.15.1.10

Cilicia

Selinunte (Selinus civitas) – Traianopolis (¿colonia?)

colonia

Dig. 50.15.1.11

Caesarea (Caesariensis colonia)

colonia

Dig. 50.15.1.6

Jerusalén (Aelia Capitolina colonia)

colonia

Dig. 50.15.1.6

Sebasté (Sebastena civitas)

colonia

Dig. 50.15.1.7

Hemesa (Emisena colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.4

Palmira (Palmyrena civitas)

colonia?

Dig. 50.15.1.5

Pontus

Sínope (Sinopensis civitas)

colonia

Dig. 50.15.1.10

sita inter Phoenicen et Palaestinam

Ptolemaida (Ptolemaeensium colonia)

colonia

Dig. 50.15.1.3

Syria Coele

Laodicea (Laodicena colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.3

Tiro (Tyriorum colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.pr.

Berytus (Berytensis colonia; colonia Augustana)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.1

Heliopolis (Heliupolitana colonia)

colonia iure italico

Dig. 50.15.1.2

Dacia

Palaestina

Phoenice

Syria Phoenice

Al trasladar estas ciudades mencionadas en el texto de Ulpiano a un mapa, comprobamos inmediatamente que su situación traza un itinerario que va desde Occidente a Oriente: el camino que hicieron los ejércitos de Severo en busca de los de Nigro y, ya en Asia, la red de ciudades que apoyaron su causa. 219

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Visto el elenco, conviene llamar la atención sobre algunas circunstancias86: a. Ninguna de las colonias citadas en el texto de Ulpiano es una creación ex nihilo. b. Sólo en la colonia de Sebasté87 Severo instaló a los veteranos a los que correspondía licenciar al término de este episodio oriental de la guerra civil: Divus quoque Severus in Sebastenam civitatem coloniam deduxit (Dig.50.15.1.7). Quizás hubo deductio de veteranos en Tiro, pero en número pequeño, y no bien demostrada. c. No se indica siempre que estas ciudades hubieran sido promocionadas al rango privilegiado de colonia iure italico. Sí ocurre esto en unos pocos casos en los que tal privilegio se concede en época de Severo o de Caracalla. Así sucede con Tiro88 (Dig. 50, 15, pr) por su fidelidad (ob egregiam in rem publicam imperiumque romanum insignem fidem ius italicum dedit); Heliopolis89, por su 86 Aprovecho esta clasificación para poner al pie de página algunas noticias significativas sobre estas ciudades/ colonias. 87 La ciudad fue segregada de los dominios judíos por Pompeyo Magno (Josefo, Ant. XIV, 4, 4 [75]; Bello, I, 7, 7 [156]. Fue reconstruida por Gabinio Josefo, Ant. XIV, 5, 3 [88]; Bello, I, 8, 4 [166]. Augusto dio la ciudad a Herodes, Josefo, Ant. XV, 7, 3 [217]; Bello, I, 20, 3 [396], que asentó a seis mil colonos, algunos de ellos soldados romanos licenciados. La ciudad fue remozada, sus defensas fueron mejoradas; y se construyó un templo en honor de Augusto. En honor del este emperador, que había recibido recientemente el nombre de Augusto, Herodes dio a la ciudad el nombre de Σεβαστή (Josefo, Ant. XV, 8, 5 [392]; Bello, I, 21, 2 [403]; Estrabón, XVI, 2, 34: ἣν Ἡρώδης Σεβαστὴν ἐπωνόμασεν. Chronicon Paschale, p. 344 Dindorf: ἣν ὕστερον Ἡρώδης ἀλλόφυλος βασιλεύσας Ἰουδαίων ἀναστήσας Σεβαστὴν ὠνόμασεν. Esteb. Biz., s.v. Σεβαστήν ... ἕστι δε καὶ ἐν τῇ Σαμαρειτίδι πολίχνιον. Filón, Legat. 395, ἐπώνυμον τοῦ προπάππου Σεβαστήν, ἵνα ἀνατεθεῖεν ἐν τῷ Σεβαστείῳ). Una semblanza histórica de Samaría-Sebasté, en Schürer, 1985, pp. 220-225). Con su población mayoritariamente pagana, siempre se mostró favorable a los romanos, como en el mismo momento de la muerte de Herodes (Josefo, Ant. XVII, 10, 9 [289]; Bello, II, 5, 1 [69]. Eus. Demonstr. evang., VII, 1, 100: ὁ δὲ τοῦ πλήθους τῶν Ἰουδαίων ἐν τῇ καλουμένῃ Σαμαρείᾳ πόλει τῆς Παλαιστίνης, ἣν Σεβαστὴν οἱ καθ’ ἡμᾶς ὀνομάζουσιν). Acogió a una guarnición romana; por ese motivo, al estallar la revolución del 66, fue atacada duramente por los judíos (Josefo, Bello, II, 18, 1 [460]. En esta guerra, la región samaritana, al contrario que su capital, se alió con los judíos; se juntaron en el Monte Garizim planeando un ataque contra los romanos, pero fueron exterminados por un destacamento enviado por Vespasiano, según el relato de Josefo, Bello, III, 7, 21 [307-315]). En efecto, Septimio Severo la convirtió en colonia romana (Dig. 50.15.1.7: Divus quoque Severus in Sebastenam civitatem coloniam deduxit), aunque en este caso ello no redundó en una mayor prosperidad. A partir del siglo IV parece haber caído claramente en declive. Amiano Marcelino no la cita entre las ciudades importantes de Palestina (Am. XIV, 8, 11, que sin embargo nombra a Neapolis como ciudad próspera: Ultima Syriarum est Palaestina per intervalla magna protenta, cultis abundans terris et nitidis et civitates habens quasdam egregias, nullam nulli cedentem sed sibi vicissim velut ad perpendiculum aemulas: Caesaream, quam ad honorem Octaviani principis exaedificavit Herodes, et Eleutheropolim et Neapolim itidemque Ascalonem Gazam aevo superiore exstructas). Eusebio se refiere a Sebasté como «una ciudad modesta», ταύτην λέγουσιν εἶναι Σεβαστήν, τὴν νῦν πολίχνην τῆς Παλαιστίνης (Eus. Onomasticon, 154 Klostermann). 88 Algunos años después del 198 Severo califica a Tiro como colonia romana y quizás sitúa allí a algunos veteranos de la legión III Gallica. La «nueva ciudad» recibe el título de Colonia Septimia Severa metropolis (Chehab, 1962. Sobre Tiro colonial, Sartre, 2001, pp. 727-728). Ulpiano, en el texto mencionado antes indica, en una frase con cierto tinte poético (raro en un texto jurídico) que tal privilegio se debió a que era ciudad «noble en aquellas regiones, muy antigua por sus muchos siglos, poderosa por sus armas y muy leal en la alianza que hizo con Roma», ob egregiam in rem publicam imperiumque Romanum insignem fidem. Los privilegios que conlleva el ius italicum conciernen al grado de autonomía como ciudad libre, pero especialmente a la rendición de tributos a Roma, pues quedaba exenta del tributum capitis y del tributum soli. 89 Heliopolitana colonia, Heliopolis-Baalbek. Sobre la ciudad, Ragette, 1988; von Ess y Weber, 1980. Fue famosa por su santuario de Júpiter Heliopolitano (Baal), templo que fue reconstruido, sobre su planta primitiva helenística, y consagrado expresamente a Júpiter en tiempos de Nerón, y ampliado con un patio espectacular en tiempo de Trajano. Recibe en tiempos de Septimio Severo el ius Italicum (Dig. 50, 1.§2; 50, 15.); Jones, 1989, p. 465, n. 85. Es llamada Colonia Iulia Augusta Felix Heliopolitana (CIL III, 202). Y poco después, durante el reinado de Caracalla, va a alcanzar su esplendor arquitectónico, su monumentalización definitiva. Sobre el urbanismo, el arte, y la monumentalización de la

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concurso en la guerra civil, per belli civilis occasionem (Dig. 50, 15, 2); por el mismo motivo, ob belli civilis, Laodicea de Fenicia (Λαοδικεία ἡ τοῦ Φοινίκη), y Emesa de Fenicia90 (Dig. 50, 15, 1, 4). Parece ser también el caso de la civitas de Palmira91, situada en el desierto del reino nabateo, prope barbaras gentes et nationes collocata (Dig. 50, 15, 1, 5). d. Promoción de vicus a colonia normal. Únicamente se menciona el caso de Potaissa92: Patavissensium vicus, qui a divo Severo ius coloniae impetravit (Dig. 50, 15, 1, 9). e. En los casos que no hay promoción severiana, sólo encontramos un motivo por el que se citen en este pasaje otras colonias, cualquiera que sea su rango: el hecho de haber permanecido fieles a Severo, apoyándole ―o bien, al menos, mostrándose neutrales― en la guerra civil desarrollada desde abril del 193 hasta noviembre de 194, en todos los lugares donde luchó Severo, pasaron sus ejército, o lucharon sus generales, en el itinerario y escenarios de Carnuntum-Roma-Dacia-Propóntide y Bitinia-Cilicia-Siria. En tal sentido, se citan las siguientes ciudades: e.1. colonias italico iure a las que se respeta su estatuto (sin democión): en Dacia, Sarmizegetusa93 y colonia Zerniensium-Dierna94 (Dig. 50, 15, 1, ciudad, Stierling, 1987, pp. 101-120. Caracalla instituye unos juegos en honor de Júpiter Heliopolitano, para difundir su culto por el mundo romano. No hay que olvidar que en Roma, en el Janículo, había un santuario consagrado a la tríada de Heliópolis. 90 Emisa (Ἠμισσα), Emisena colonia, situada en la margen derecha del Orontes, formaba parte del distrito de Apamea, en Siria, como indica Plinio (NH. V, 15,19), vid. Seyrig, 1959. Ocupa los lugares limítrofes del desierto «más allá de Palmira» (NH. V, 15, 26). Destaca por su magnífico templo dedicado al Sol, del que sería sacerdote Bassianus (luego llamado Heliogábalo). La ciudad fue privilegiada por su relación con la rama femenina de la casa imperial severiana. Caracalla, que es también un Bassianus (éste fue su primer nombre), acuñan monedas de la ciudad que representan en el reversos el templo del Sol hemeseno. Este mismo emperador es el que le concede el ius Italicum (Dig. 50, 15, 1). En el Bajo Imperio devendría capital de la Phoenicia Libanesia. 91 Ciudad caravanera del desierto. Descripción, maravillas y economía de la ciudad de Palmira, en el siglo I: Plin. NH. V, 15, 26. Sobre la ciudad, Burns, 1998, pp. 170-183. Para el arte, Browning, 1979, y sobre todo Stierlin, 1987, pp. 125-166. La ciudad adquiere en época de Caracalla el estatuto de colonia iuris Italici (Dig. 50, 1, 5; 50, 15). También desde el punto de vista estratégico, Palmira adquirió una extraordinaria importancia en época severiana, en la guerra que estos emperadores mantuvieron contra los partos. Alejandro Severo se encontraba en Palmira en 231 al comienzo de la campaña parta, junto a su general máximo, Rutilius Crispinus (CIG 4483). 92 Desde el 169-170 acoge al campamento permanente de la legión V Macedonica, con extensas zonas de canabae en su entorno, que reciben el estatuto municipal con Septimio Severo apenas éste llega al trono como recompensa a los legionarios que habían combatido fielmente a su lado. El mismo emperador asciende el rango de la ciudad, al de colonia iure italico. Vid. Ardevan y Zerbini, 2007, pp. 144-146. 93 Fue colonia romana desde su fundación trajanea (Colonia Ulpia Traiana Augusta Dacica Sarmizegetusa) sobre el lugar donde tenía el campamento la legión V Macedonica, donde se ubican como colonos los veteranos de las Guerras Dácicas de Trajano. La deductio la llevó a cabo Decimus Terentius Scaurianus, tras la constitución de la nueva provincia en 106, quizás en 108-109. Defendida por sólidas murallas, es el principal núcleo urbano de Dacia, su centro religioso y administrativo. La ciudad apoyó a Severo en su marcha a Roma y su regreso hacia Oriente cuando iba en busca de Nigro, y le confirma sus privilegios originales de colonia italico iure. Es la capital provincial después de la pacificación trajanea. Cf. Eutr. Brev. VIII, 6, 2: Idem de Dacia facere conatum amici deterruerunt, ne multi cives Romani barbaris traderentur, propterea quia Traianus victa Dacia ex toto orbe Romano infinitas eo copias hominum transtulerat ad agros et urbes colendas. Dacia enim diuturno bello Decibali viris fuerat exhausta. Sobre la colonia, Glodariu et al., 1992, pp. 56-68; Ardevan y Zerbini, 2007, pp. 46-47, 124, 131, 133, 135. 94 Ciudad situada en la orilla del Danubio, al principio del corredor montañoso hacia Tibiscum y Sarmizegetusa. Sobre la ciudad, Ardevan y Zerbini, 2007, pp. 140-142.

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Sabino Perea Yébenes Los Severos en Oriente y su programa colonial, a propósito de Ulpiano, Digesto, 50, 15, 1: la perspectiva militar

8-9); Beirut en Fenicia/Líbano95 (Dig. 50, 15, 1). e.2.

colonias simples a las que se respeta su estatuto (sin promoción ni democión): En Dacia, Napoca96 y Apulum97 (Dig. 50, 15, 1, 9); Apamea en Bitinia98 y Sínope en el Ponto99 (Dig. 50, 15, 1, 10); Selinunte-Traianopolis100 en Cilicia (Dig. 50, 15, 1, 11); Ptolemaida101 (Dig. 50, 15, 1), inter Phoenicen et Palaestinam sita. Y en Palestina, dos colonias, Caesarea Maritima102, denominada Caesariensis en el texto de Ulpiano, y Aelia

95 Berytensis colonia; colonia Augustana; Βηρῦτός, Berytus, Berytus colonia, quae Felix Iulia appellatur (Plin. NH. 5, 20, 17, § 78; Tac. Hist. 2, 81). Sobre la ciudad, vid. Lauffray, 1977, pp. 135-163; Mouterde, 199; Mouterde y Lauffray, 1952; Honoré (1982, reed. 2002), p. 10); Jones, 1989, p. 465, n. 85. La fundación de colonias romana comienza por Berytus colonia iuris Italici, cuando Augusto envía el año 14 a.C., cuando Augusto envía veteranos de la legión V Macedonica y de la VIII Augusta. El nombre que aparece en las monedas e inscripciones es Colonia Iulia Augusta Felix Berytus (CIL III, 161, 165, 166, 6041). A la fundación augustea remite retrospectivamente el texto de Ulpiano Dig. 50, 1.1 (Vid. también Eusebio, Chron., p. 143 Schoene; Strab. XIV, 6, 3; XVI, 2, 18-22; Nonno, Dionys. XLI, 367, 396; XLIII, 130). En época severiana, Berytus ratifica su estatuto privilegiado, y allí se instala, hacia el año 200 una escuela de derecho romano muy famosa (Totius Orbis descriptio, 1080: Berytus civitas valde deliciosa et auditoria legum habens, per quam omnia romanorum iudicia stare videntur. A esta academia jurídica alude Gregorio Taumaturgo, que escribe hacia 239, en su In Origenem oratio panegirica, 5.64-65: Ἐπεὶ γὰρ ἐξεπαιδευόμην ἑκὼν καὶ ἄκων τοὺς νόμους τούσδε, δεσμοὶ μέν πως ἤδη κατεβέβληντο, καὶ αἰτία καὶ ἀφορμὴ τῆς ἐπὶ τάδε ὁδοῦ ἡ τῶν Βηρυτίων πόλις· ἡ δὲ οὐ μακρὰν ἀπέχουσα τῶν ἐνταῦθα πόλις Ῥωμαϊκωτέρα πως, καὶ τῶν νόμων τούτων εἶναι πιστευθεῖσα παιδευτήριον. Ibid. 5.94 εἰ ἐπὶ τὴν Βηρυτίων ἔλθοιμεν πόλιν, ἐκεῖ τὸ τῶν νόμων μάθημα ἐκπονήσαντες. Sobre esta escuela de derecho, el trabajo fundamental es el Collinet, 1923). El prestigio de esta escuela duró tres siglos: Justiniano I reconoció a la escuela como una de las tres facultades de derecho oficiales del Imperio. Como consecuencia de un desastroso terremoto en el año 551, los estudiantes fueron trasladados a la ciudad de Sidón). La ciudad es reconocida por su puerto y su buen vino (Achilles Tat. Leuc. et Clitoph. 2.316: ὡς γὰρ ἐπὶ τοῦ Βηρυτίων λιμένος ἤλθομεν, ἀναγόμενον σκάφος εὕρομεν, ἄρτι τὰ πρυμνήσια μέλλον ἀπολύειν). 96 Napoca, moderna Cluj. Posee un tejido urbano reconocible ya en 108. Marco Aurelio le otorga el rango colonial, y recibe el título de Colonia Aurelia; Septimio Severo le concede el ius Italicum. Desde este momento y durante todo el siglo III se monumentaliza espectacularmente. Vid. Ardevan y Zerbini, 2007, pp. 146-148. 97 Es el conglomerado urbano más importante de Dacia, que se corresponde con la medieval y actual Alba Iulia. Situada en el centro estratégico de Dacia, acogió a la legión XIII Gemina y sus canabae. Adquiere el rango de colonia con Cómodo. Sobre la ciudad, Ardevan y Zerbini, 2007, pp. 135-138. 98 Apamea Bitia o Apamea-Myrleia. No confundir con la Apamea de Frigia o la Apamea de Siria junto al Orontes. La Apamea de Cilicia se encuentra entre las ciudades que apoyaron a Severo en su guerra contra Nigro (Sartre, 1991, p. 197), tal como indica Dión de Prusa, Orat. 40, a propósito de la toma de partido de su ciudad natal y de Apamea. Ver también, acerca del papel ejercido en el conflicto por Nicea y Nicomedia, Dión de Prusa, Orat. 38. 99 Colonia Iulia Felix Sinopensis, fundada en el 46-45 a. C. (Strab. XII, 546; Plin. NH. VI, 6; Plin. el Joven, Ep. X, 91; Ulp. Dig. 50, 5, 1, 10). 100 Situada en Cilicia Trachaea. Ulpiano es la única fuente que cita el rango colonial de Selinunte: Selinus et Traianopolis, «Selinunte también llamada Traianopolis», siguiendo la interpretación de Jones, 1989, p. 440, n. 37. La ciudad no emite monedas coloniales aunque es verdad que llevan grabado el nombre de Trajano, ΝΕΡ. ΤΡΑΙ, Νερ. Τραι, que encuentra explicación en el hecho de que este emperador encontrase allí la muerte, como indica Casio Dión, 68, 33, 3: ἐγένετο μὲν γὰρ καὶ ἀπόπληκτος, ὥστε καὶ τοῦ σώματός τι παρεθῆναι, τὸ δ’ ὅλον ὑδρωπίασε. καὶ ἐς Σελινοῦντα τῆς Κιλικίας ἐλθών, ἣν δὴ καὶ Τραϊανούπολιν καλοῦμεν, ἐξαίφνης ἀπέψυξε, μοναρχή σας ἔτη δεκαεννέα καὶ μῆνας ἓξ ἡμέρας τε πεντεκαίδεκα («También sufrió una apoplejía, que le paralizó una parte del cuerpo, y todo él enfermó de hidropesía. Así, al llegar a Selinunte de Cilicia, la ciudad que ahora llamamos Traianopolis, exhaló de repente su alma, tras haber sido emperador 19 años, 6 mese y 15 días»). Ahora bien, ¿qué emperador le otorgó a la ciudad el rango colonial explicitado en el texto de Ulpiano? 101 Colonia Claudia Stabilis Germanica Felix Ptolemais. Sobre la ciudad, Applebaum, 1989, pp. 70-96. El epíteto Germanica se refiere posiblemente al viaje de Germánico a Oriente. Sobre la colonia, Millar, 1990, pp. 24-26.).- Creada en época de Claudio (Plin. NH. V, 75, iuxta colonia Claudi Caesaris Ptolemais, quae quondam Acce), donde se instalaron colonos de varias legiones, cuyos numerales aparecen en las monedas, VI, IX, X, XI. 102 Caesarea (Turris Stratonis), según Plinio (NH. V, 69), Stratonis Turris, eadem Caesarea ab Herode rege condita,

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Capitolina (Jerusalén)103, neutra ius italicum habet (Dig. 50, 15, 1, 6). Vemos, por tanto, diversas situaciones y variado abanico estatutario. En ningún caso las colonias son colonias «nuevas» con deductiones militares. Por tanto, para entender el texto de Ulpiano, conviene hacer una reflexión general acerca del sentido que tienen las colonias. Los objetivos fundacionales de las colonias, siguiendo a Maurice Sartre104, son: 1. Establecer en ellas a veteranos e itálicos que no tienen tierras. Esta circunstancia es difícil de deteminar en la mayoría de las colonias romanas en Oriente, aunque para la época severiana parece que tal circunstrancia se dio en las colonias de Tiro, Sidón, Damasco y Cesarea del Líbano, según la hipótesis de E. Dąbrowa105. 2. Crear clientelas. Esto puede ser válido el último siglo de la República, aunque más adelante el concepto de clientela militar podría cambiarse, matizándolo mucho, por el de adeptos o aliados políticos. 3. Vigilancia y control. Ya los antiguos esribieron sobre esta razón práctica: los veteranos, aunque ahora agricultures y ciudadanos licenciados, estaban o debían estar dispuestos a volver a empuñar las armas en caso de necesidad, como una especie de ejército reservista. En tal sentido se expresa Apiano al referirse a los veteranos de Sila106, o en sentido general Cicerón en De lege agraria, II, 73: ut esse non oppida Italiae, sed propugnacula imperi. Y en un sentido parecido se expresa Sículo Flaco, De cond. agrorum, edición de Thulin, Corpus nunc colonia Prima Flavia a Vespasiano Imperatore deducta (Ulp. Dig. 50.8.§7; 50, 15). El nombre oficial, que aparece en las inscripciones y monedas es Colonia prima Flavia Augusta Caesariensis. Sobre Caesarea Maritima: Levine, 1975; Ringel, 1975; Holum y Holfehlder, 1988; Raban y Holum, 1996; Sartre, 2001, pp. 728-729. La colonia no fue premiada con el privilegio del ius italicum por los Severos, como tampoco lo fue, en la misma región Tiberias/Tiberíades. Las noticias sobre el estatuto colonial de Tiberíades es problemático: una fuente poco fiable, y tardía, como Rabí Judá, en el Talmud de Babilonia (TB Av. Zar. 10a), indica que fue colonia Antoniana, por tanto de Caracalla, aunque quizás corresponda a Heliogábalo (Meshorer, 1986, p. 96; Sartre, «Colonies», 2001, p. 118). Nicopolis/Emaús. El nombre Nicopolis sugiere un origen militar, aunque nunca recibió el estatuto de colonia romana, a pesar de que tras su fundación en el 71 se instalaran allí 800 veteranos legionarios que lucharon en la Guerra Judía (Josefo, Bello VI, 6; Cf. Sozomen., Hist. Eccl. V, 21). Emaús-Nicopolis tomó el nombre de Antoninopolis con Elagábalo en 221. Esta ciudad tiene la particularidad de que Septimio Severo y Caracalla permitieron a los judíos entrar en las curias municipales como magistrados y a hacer donaciones evergéticas a favor de la ciudad sin tener que abjurar de los principios de la Torah (Sartre, 2001, p. 645). 103 Jerusalén, con Hadriano, en el 135, recibe la aportación de colonos griegos (Cass. Dio 49.12; Eusebio, Hist. eccl. IV, 6), constituyendo de hecho una nueva ciudad «fondée sur les ruines de Jérusalem au tout débur de la révolte de Bar Kokhba» (Sartre, 2001, p. 647; Millar, 1990, pp. 28-30). La villa tomó pronto el aspecto de una ciudad romana, con población estimada entre 10.000 - 15.000 habitantes. Con todo, Jerusalén carecía de su antiguo esplendor, y, como todas las ciudades romanas de la época, era una ciudad de culto politeista. Los rabinos, celosos de su antigua tradición, proclaman escandalizados que Jerusalén «provee ahora de ídolos (paganos) al mundo entero» (Sifré Dt. 32, 17, 118; texto citado por Belayche, 1999, p. 126, y por Sartre, 2001, p. 647). Severo respeta el estatuto colonial hadrianeo, pero no premia a la ciudad, como tampoco a Cesarea, con el ius italicum. El posicionamiento de los hierosolimitanos a favor de Nigro aguzó el odio contra los samaritanos, que sí apoyaron a Severo, aunque esta última tenía, desde época de Tito, unas exenciones fiscales similares a la que se obtienen con el estatuto de ius italicum, como se recuerda en Dig. 50, 15, 8 (Paulus 2 de cens.) 104 Sartre, 2001, pp. 119-126. 105 Dąbrowa, 2001, pp. 73-85; Sartre, 2001, pp. 119-121. 106 App. BC, I, 96.

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agrimensorum Romanorum, 99, para quien las colonias se fundan vel ad ipsos priores municipiorum populos coercendos, vel ad hostium incursus repellendos. Tal parece que podía ser una de las razones de la instalación de veteranos en Berytus, amenazada frecuentemente por rapiñas de los bandidos árabes itureos. Rey-Coquais describe el territorio colonial de Berytus como un eje de entrada desde el Mediterráno a la Siria del interior, cortando en dos el país de los itureos todavía peligrosamente rebeldes)107. La realidad es que no se documentan acciones de los veteranos contra los bandidos, que debieron ser repelidos por tropas en activo108. En caso de necesidad el legado de Siria enviar a un oficial ecuestre al mando de un grupo de soldados para remediar la situación, como se colige del texto CIL III, 6687. Por tanto, el papel de los veteranos en tanto militares activos está claramente sobrevalorado. Además, como indica con acierto Maurice Sartre109 en una colonia, la comunidad tiene mecanismos propios para, en caso de emergencia, hacer un reclutamiento de ciudadanos. Roma contaba con este apoyo militar, ocasional, surgido de la iniciativa ciudadana siempre, naturalmente, que quedara garancizada la fidelidad a Roma. 4. Honrar. En este punto es preciso indicar una premisa necesaria. No todas las colonias romanas surgen ex deductio. Este modelo es válido, sobre todo, para la época republicana, es decir el periodo de expansión de Roma por las provincias circunmediterráneas, momentos en que coindide la licencia masiva de soldados con la carectía de tierra en Italia, dándose la circunstancia añadida de que estas colonias se sitúan en territorios recién conquistados o «en construcción» dentro del orbe romano. Se entendrá mejor esta idea si recordamos los casos hispanos de Emerita Augusta, Caesaraugusta o Ilici. En época imperial se dan muchos casos, la mauyoría, en que no hay deductiones, sino que el rango colonial se le otorga a la ciudad como premio, y con un sentido honorífico. Pues bien, podemos comprobar que casi todas las colonias romanas severianas en Oriente son «colonias honoríficas», es decir, que no conllevan necesariamente el establecimiento de contingentes significativos de veteranos, ni estos consituyen su primera generación de ciudadanos. Por tanto, en estas colonias «nuevas», pero no «ex novo», no existen rituales de fundación, como la representación del sulcus primigenius al dorso de las monedas. A pesar de esa falta de pedrigree sobre el modelo colonial tradicional, las ciudades importantes aspiraban a adquitir el rango colonial, y, si fuera necesario, a disputársdelo a otras ciudades competidoras. Si nos fijamos en las colonias severianas, encontramos claramente definida esta rivalidad entre las ciudades griegas respecto al concflicto de guerra civil de los años 193-194. Laodicea y Tiro tomaron muy pronto la decisión de apoyar a Septimio Severo contra 107

Rey-Coquais, 1978, p. 51 Sartre, 2001, p.123. 109 Sartre, 2001, p. 124. 108

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Pescenio Nigro, y Heliopolis-Baalbek fue premiada con una promociὀn colonal por haber hecho caer a la ciudad de Berytus, que apoyaba a Nigro110. No sabemos por qué Sidón no se beneficia de la misma promoción, ya que sufrió el asedio de las tropas de Nigro111. En cambio, Antioquía fue castigada por su apoyo a este último, y hubo de esperar a la muerte de Severo para recuperar su prestigio. Una vez acabada la guerra, restablecida la paz y la normalidad ciuadana, las ciudades muestran su respeto al nuevo emperador, y éste acepta de buen grado el gesto de amistad y concordia, que se sustancia en gestos mutuos de piedad, como vemos en esta carta dirigida por Septimio Severo a los habitantes de Aezani en Frigia, a finales del 195112, donde se lee113: Imperator, César, hijo de Marco Antonino Pío Germánico, sarmático hermano del divino Cómodo, nieto del divino Antonino, hijo a su vez del divino Adriano, descendiente del divino Trajano y del divino Nerva, Lucio Septimio Severo Pío Pértinax Augusto Arábico Adiabénico, sumo sacerdote, por tercera vez cera vez con la potestad tribunicia, imperator por octava vez, cónsul por segunda, padre de la patria: A los magistrados y al consejo de los aezanitas, salud (Αἰζανιτῶν τοῖς ἄρχουσι καὶ τῇ βουλῇ καὶ τῷ δήμῳ χαίρειν). He tenido noticias evidentes gracias al decreto de la satisfacción que sentís por mis éxitos y por el ascenso con buena fortuna de mi hijo Marco Aurelio Antonino a la esperanza del Imperio ya compartirlo con su padre. También he sabido que habéis celebrado un festival público y que habéis hecho sacrificios de acción de gracias a los dioses, siendo la ciudad reputada y partidaria desde antiguo del Imperio de Roma. Así, cuando supe que la noticia de la victoria venía acompañada de vuestro decreto con el testimonio de mi éxito, os envié una carta para que estuviera con vuestros dioses patrios. (Τὴν ἐδονὴν ἥν ἐπὶ τοῖς κατωρθωμένοις ἔχετε καὶ ἐπὶ τῷ τὸν υιόν μου Μᾶρκον Αὑρήλιον Ἀντωνεῖνον ἐπιβαίνειν ἀγαθῇ τῶν τῆς ἀρχῆς ἐλπίδων καὶ τετάρχαι μ[ετὰ] τοῦ πατρὸς, φανερώτατα ἔρνων δι[ὰ] τοῦ ψηφίσματος καὶ ἥσθην ὅτ[ι δημ]οσίαν ἠγάγετε ἑορτὴν καὶ ἔθυ[σατε τ]οῖς θεοῖς θυσίας χαριστ[ερ]ίους, [πό]λις ὄντες ἔνδοξος καὶ ἐκ παλαίο[υ Ῥω]μαίων χρήσιμος˙ τὴν νείκ[ην δὲ] ὡς εἶδον ἐπὶ μαρτυρίᾳ τῶν κατωρθων[έ]νων ἐλθοῦσαν μετὰ τοῦ ψερίσματος, ἀπέμψα τὸ [γ]ρ[ά]μμα ὑμεῖν παρὰ τοῖς ἐνχωρίοις θεοῖς ἐσ[ό]μενον). Actúan como legados: Claudio Campano Flaviano, Claudio Apolinaris Aureliano, Filótimo el hijo de Menofílo, Claudio Pasítechno, Beizo el hijo de Demetrio, Aurelio Cátilo, Menófilo hijo de Filipo, Filipo hijo de Menófilo. (IGR IV, 566)

El principal beneficio del ius italicum es la exención total de tributos. Del mismo modo que las colonias creadas ex novo por veteranos, también la «colonias honorarias» 110

Hrd. III, 3, 3. Hrd. III, 3, 6. Sobre Sidón en época romana, Poidebard y Lauffary, 1951, y especialmente para su papel en los episodios bélicos de época severiana, Ziegler, 1978, pp. 493-514. 112 Según Birley, 1971, p. 187 (= 2012, p. 179). 113 Traducción de Gascó, 1988, p. 49. Una versión incompleta de este texto puede leerse en Birley 1971, p. 187 (= 2012, pp. 179-180). 111

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gozarían de este privilegio imperial. Parece una anomalía jurídica el hecho de que gozase de tal privilegio una ciudad en la que los itálicos eran minoría. Parece que la primera colonia que tuvo tal privilegio fue Cesarea Marítima, en la costa Palestina, donde Vespasiano colonos Caesarienses fecit eximiéndoles de la capitatio; beneficio que complementó Tito con la exención tributaria interpretado como una inmunidad propia de las ciudades con derecho itálico: Divus Vespasianus Caesarienses colonos fecit non adiecto, ut et iuris Italici essent, sed tributum his remisit capitis; sed divus Titus etiam solo immune factum interpretatus est. Similes his capitulenses esse videntur114. Por tanto, en los siglos I y II el ius italicum en las colonias de Oriente debía tener el sentido de indicar su origen o carácter itálico, como sucede también con Antioquía y Berytus. El paso que se da en época severiana (con Septimio Severo y Caracalla) es «sustancialmente anómalo», sobre todo con el primero. Aunque la razón de la concesión de privilegios extraordinarios y honoríficos a las ciudades mencionadas en Dig.50.15.1 tiene explicación, como se ha indicado: son una recompensa por la fidelidad mantenida por estas urbes hacia Severo en su guerra contra Nigro. La ratificación y extensión de privilegios, en el mismo sentido, realizada por Caracalla no necesita ser justiciada causa belli. La promulgación y puesta en marcha de la Constitutio Antoniniana facilitaría las cosas. Y bastaba encontrar una razón política, o una simple simpatía afectiva para conceder privilegios iure italico a otras ciudades. En otros casos, la honrosa causa que sirvió para elevar a algunas ciudades al rango de colonia son singulares. Por ejemplo, ser la patria de algunas personas destacadas de la familia imperial, como es el caso Emesa, en el Líbano, que recibió el estatuto colonial por Caracalla en honor de su madre, nacida allí.115 Otras razones podían ser su antigüedad o prestigio, como ocurre con Damasco116 o Palmira, a la que Caracalla otorga el estatuto colonial en el año 212117 o Edesa (en 213), o por su importancia estratégica en la provincia: Heliogábalo promociona a Sidón118, Arca-Cesarea en el Líbano119 y Petra, en 221-222120. Bosra fue promocionada a colonia por Severo Alejandro121. Las ciudades acumulan nombres y sobrenombres honoríficos, a imitación de los propios emperadores que suman a su onomástica oficial varios supercognomina honoríficos. Para las ciuades, el nombre oficial indica su prestigio. Emesa, Antioquía, Petra y Palmira reciben posteriormente el sobretítulo honorífico de metrocolonia122. El estatuto de una ciudad podía modificarse a instancias de los ciudadanos, que elevaban su petición al emperador a través de sus órganos de gobierno, especialmente de 114

Dig. 50, 15, 8; Paulus 2 de cens. Ulp. Dig. 50, 15, 1,4; Millar, 1990, p. 41. 116 Watzinger y Wulzinger, 1921; Sack, 1988. 117 Ulp. Dig. 50, 15, 1, 5; Millar, 1990, pp. 42-46. 118 Millar, 1990, pp. 50-51. 119 Millar, 1990, p. 51. 120 Millar, 1990, pp. 51-52. Sobre Petra, Browning, 1973. Para el arte, recomiendo especialmente el trabajo de Stierlin, 1987, pp. 47-74 121 Millar, 1990, p. 52. Sobre la ciudad, remito a la síntesis de Burns, 1998, pp. 65-72. 122 Sartre, 2001, p. 708. 115

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la boulé. Aprovechando la visita de los emperadores, mandaban legaciones de hombres notables, senatoriales en muchos casos, para pedir al emperador que aliviase la presión económica que Roma ejercía sobre estas ciudades liberae, aliadas, amigas. Y una buena opción era solicitar su ascenso al rango de colonia, y si ya lo era, su promoción al grado óptimo de colonia iure italico. El mecanismo lo indica un texto rabínico referido a las guerras mantenidas por Severo y Nigro en Oriente: los habitantes de las ciudades mandaban legaciones al emperador para pedir que les concediese el rango de colonia; y lo hacían cuando venían de combatir contra sus enemigos en confianza de que, en estas circunstancias, su petición sería mejor acogida123. Es decir, ofrecían su fidelidad y su apoyo logístico a cambio de la revisión al alza de su estatuto cívico. Hay que mencionar en la zona a otras colonias que no fueron fundadas por veteranos, pero que acogieron regularmente a fuertes contingentes legionarios, como son Nisibis, Singara, Resaina y Carrahae, todas ellas en la nueva (y provisoria) provincia de Mesopotamia. Por otro lado sorprende que ciudades muy importantes de Siria como Gerasa, Apamea, Philadelphia o Cyrrhus no figuren en la lista de colonias romanas. El honor de la emulación que buscan muchas ciudades respecto a Roma ―que de alguna manera buscar ser un reflejo de la Urbe―, lo resume así un famoso texto de Aulo Gelio: (Al contrario de los municipios), las colonias no tienen otras cargas: no han nacido fuera de la ciudad; no tienen, por decirlo, así, raíces profundas; más bien son retoños de la Urbe, antes que ciudades independientes, y están sujetas a todas las leyes de Roma. No obstante estas cargas y servidumbres, se han considerado preferibles las colonias a los municipios, a causa de la grandeza y majestad de Roma, de la que son como una imagen (cuius istae coloniae quasi effigies parva simulacraque esse quaedam videntur)124.

Es verdad que el término «romanización» está actualmente muy desprestigiado, pero quizás haya que reivindicarlo, con los correspondientes matices, al refererirnos a la impregnación de la cultura romana en Oriente. Las colonias de Oriente que recibieron el título colonial honorífico, o como premio a su posicionamiento en la guerra; no necesita aprender modelos políticos romanos, como si fuesen naciones bárbaras, ni tampoco modelos econónimos. Menos aún modelos culturales. El término «romanización» que pueder ser reivindicado en estos casos se refiere a la adaptación de modelos políticos, económicos o religiosos occidentales («romanos»), que se exportan al Oriente griego. Los límites de esta impregnación los establecen cada una de las ciudades y no es impuesto por el poder central. Por tanto, aquella idea de que las colonias son un reflejo o espejo de Roma, es menos cierta en las ciudades griegas. Teóricamente, una colonia, cualquiera que sea su rango, significa la «trasplantación» de grupos humanos a la nueva ciudad, gentes de Roma o de Italia que conservan sus 123

Sifre Deut. 26, p.40 (ed. L. Finkelstein), citado por Goodman, 1983, p. 140, y Sartre, 2001, p. 126. Gell. Noct. Att. XVI, 13, 9: Quae tamen condicio, cum sit magis obnexia et minus libera, potior tamen et praestabilior existimatur propter amplitudinem maiestatemque popoli Romani, cuius istae coloniae quasi effigies parva simulacraque esse quaedam videntur... 124

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derechos jurídicos como si estuviesen en Italia. La realidad es que solo las colonias con ius italicum garantizan tales derechos. El principal de ellos es la exención total de rendir tributos a la Urbe. Los textos y la epigrafía demuestran que cada colonia es un caso singular. Tales exenciones de impuestos rigen para las colonias ex nihilo de veteranos asentados fuera de su patria, sin embargo se otorga escasamente este privilegio a las colonias «honorarias» griegas. El hecho tiene explicación: las colonias militares ex nihilo cuentan con una población militar a la que no se puede gravar con impuestos. En una ciudad que está formándose como comunidad, una presión fiscal agobiante significaría su final al cabo de una generación. En cambio, a una gran ciudad griega a la que se otorga el ius italicum, con su riqueza y sus grandes familias que tributan regularmente, la aplicación de la exención tributaria, supondría una enorme merma en la recaudación y captación de recursos. Tenía que haber, por tanto, otras razones por la que las ciudades compiten por obtener tal etiqueta de colonia italico iure. Y una de esas razones podría ser «la identidad». En estas ciudades, más que en ninguna otra, cualquiera que sea su régimen fiscal, existe un modus vivendi romano, se rigen por leyes romanas sobre la base del derecho romano, admiten el uso del latín como lengua oficial, y emiten monedas con leyenda latina. Muchas de ellas gozan además del privilegio del ius connubii, que facilita la relaciones personales ―legalizándolas― especialmente entre los incolae, que pueden modificar (mejorándola) su condición social mediante el matrimonio125. Otro aspecto «identitario» que cabe indicar en las colonias severianas de Oriente es su programa arquitectónico. A veces la construcción de edificios públicos es tan activa que lleva a transformar el paisaje urbano. Así ocurre en Samaría-Sebaste, Tiro, Apamea, Palmira o Bosra, donde se construyen calles flanqueadas de columnas monumentales, pórticos o arcos honoríficos, que vienen a ser signos ostentosos, pero verdaderamente espectaculares y hermosos, del nuevo estatuto de la ciudad, un reflejo de su poder. El sentido de la ciudad como espacio de representación quedaba ahora reforzado en estas «pequeñas Romas» monumentalizadas con el mejor arte misceláneo (y hasta promiscuo, podríamos decir), donde convergen lo romano, lo griego y lo oriental. Y, para concluir, esto es lo más importante: que las ciudades griegas de Oriente nunca renunciaron totalmente a su identidad helena, a su secular cultura, para cambiarla por un modus vivendi exclusivamente romano. Una colonia de Asia Menor nada tiene que ver con una colonia del occidente romano. Pensemos por ejemplo en la gran Emerita Augusta. Vista desde Oriente bien podía pasar a los ojos de los asiáticos como una nueva ciudad destinada a albergar unos miles de soldados veteranos ignorantes ahora dedicados a la agricultura. Y debía de ser así, al menos en sus comienzos. Al contrario, las nuevas colonias de Oriente, al menos éstas que hemos acordado nominar como «honorarias», tenían detrás una historia secular, o heroica (como Tiro, asediada y conquistada por Alejandro), cuando alcanzan el rango colonial; pero sobre todo tenían una cultura infinitamente superior, con escuelas de jurisprudencia o de filosofía, algo impensable en nuestras colonias militares del Occidente romano. 125

Sobre estas cuestiones, Sartre, 2001, p. 136.

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Y pensemos finalmente en una cosa: que estas colonias iure italico de época severiana, al recibir este privilegio jurídico, se beneficiaron por ello de la exención de tributos. Pero, en reciprocidad, quizás fue de mayor el beneficio que estas ciudades aportaron a la gloria del emperador y del imperio romano: hombres de letras, juristas, prestigio cultural, esplendor arquitectónico, muestras de fidelidad política y de pietas; a lo que cabe añadir el establecimiento de una zona de seguridad y defensa de la frontera oriental, que facilitaba el tránsito de mercancías y del elemento humano entre Oriente y Occidente, así como el compromiso por parte de estas ciudades de usar el latín como muestra de lealtad y deferencia hacia los amos del mundo; unos dueños políticos y militares que no anularon la primacía cultural de estas ciudades y alimentaron su crecimiento artístico. El esplendor de las ciudades romanas de Oriente es percibido todavía hoy cuando el viajero las visita, y observa boquiabierto su riqueza y su fastuosa arquitectura126. *** Estas reflexiones acerca de las colonias «honoríficas» de Dacia o Oriente ―honor concedido por Septimio Severo, primero, y luego por los demás emperadores de la misma dinastía― creo que ilustran perfectamente la relación entre poder central, es decir, Roma, y las provincias. Las colonias citadas en el pasaje de Ulpiano Dig. 50.15.1, indican una progresión en la concesión de privilegios cívicos a una serie de ciudades mencionadas en el texto, desde la época de Augusto, hasta Caracalla. Es significativo el hecho de que sea Caracalla quien da un impulso casi definitivo a la concesión del ius italicum a muchas ciudades de Oriente. Estas recalificaciones cívicas pueden tener relación con la Constitutio Antoniniana. Ambos hechos tienen un profundo significado social y jurídico, para las ciudades en muchos casos, o para los individuos en el caso de la Constitutio, pero además, la extensión de ius italicum y la concesión de la ciudadanía general a todos los habitantes del Imperio tienen un común trasfondo e interés: el económico-tributario. Mediante el procedimiento de concesión del ius italicum las ciudades quedaban exentas de tributos; en tanto que, mediante la Constitutio, muchos ciudadanos se incorporaban, de un plumazo, como contribuyentes, al sistema recaudatorio del fiscus imperial. Son dos caras de la misma moneda; pero muy distintas. Por eso, si cabe, la concesión del ius italicum a las ciudades en tiempos de Caracalla no es un privilegio cualquiera, sino un súper privilegio que comporta una súper immunitas. En todos los casos, la otorgación de estatutos privilegiados a ciudades provinciales no sigue un regla común, en el hecho, muy relevante, de que tales ciudades ―unas veces un simple vicus o municipio; otras veces una civitas libera, como ocurre en muchos casos en importantes ciudades de Asia― han servido a los intereses políticos y/o militares de determinado emperador, que las gratifica, así, con una recalificación al alza de su estatuto ciudadano, ya sea a colonia «simple», o a colonia iure italico, con los beneficios fiscales 126 Como sucede también con las ciudades romanas del norte de África, excelentemente conservadas, con su extraordinaria monumentalización de época severiana, como Leptis Magna, patria de Severo (cui civitas Lepti, según SHA, Sev. 1, 2), ciudad portuaria que pretendió rivalizar con Cartago y Alejandría.

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que tal cambio supone en todos los casos. Resulta evidente la interdependencia entre el centro, Roma, y la periferia, sobre todo en términos económicos. Pero esa dependencia, como hemos visto, se agudiza en tiempos críticos, como lo son, por antonomasia, los conflictos bélicos. Y entre éstos todavía revisten mayor importancia las guerras civiles, que jalonaron muchos periodos de la historia de Roma, principalmente a finales de la República, y que fueron, también, triste colofón del final de varias dinastías, como la julio-claudia y la antonina. Así, hemos visto que en el bienio 193-194, cuando la guerra entre Septimio Severo y Pescenio Nigro se dirime mediante las armas a cara y cruz por alcanzar el trono de Roma, las ciudades provinciales adquirieron un rol fundamental, alineándose en uno u otro bando, apostando por uno u otro candidato. Acabado el conflicto oriental a finales del 194, las ciudades que fueron fieles a Nigro, gobernador de Siria, perdedor de la guerra, fueron castigadas; las que echaron el órdago de jugar a favor de Severo, fueron premiadas con un nuevo estatuto privilegiado. El rango de las ciudades que permanecieron neutrales, quedó como estaba. El importante texto de Ulpiano que hemos estudiado ofrece una foto fija de las ciudades y colonias que apoyaron en la guerra a Severo y a Caracalla; aquellas ciudades «lejanas» sin cuyo concurso decisivo posiblemente Severo nunca habría alcanzado la púrpura. Bibliografía Angeli Bertinelli, M. G., «I Romani oltre l’Eufrate nel II secolo d. e. Le province di Assiria, di Mesopotamia e di Osroene», Aufstieg und Niedengang der Römischen Welt, New York/Berlin, 1976, II, 9, 1, pp. 3-45. Applebaum, S., «The Roman Colony of Ptolemaïs-Ake and Its Territory», en Judaea in Hellenistic and Roman Times, Leiden, 1989, pp. 70-96. Ardevan, R. y Zerbini, L., La Dacia romana, Rubbettino, Soveria-Mannelli, 2007. Belayche, N., Les Cultes païens dans la Palaestina romana, Paris, 1999. Birley, A. R., «The Coup d’Etat of the Year 193», Bonner Jahrbücher 169, 1969, pp. 247-280. —, Septimius Severus. The African Emperor, Routledge, London/New York, 1971 [traducción española, Septimio Severo, el emperador africano, Gredos, Madrid, 2012]. Browning, I., Palmyra, London, Chatto & Windus, 1979. ―, Petra, Chatto /Windus, London, 1973. Burns, R., Monuments de Syrie. Guide Historique, Damas, 1998. Butcher, K., Roman Syria and the Near East, London/Los Angeles, 2003. Campbell, B., «The Severan Dinast», en The Cambridge Ancient History, Second Edition, vol. XII. The Crisis of Empire, 193-337, Cambridge University Press, Cambridge, 2008, pp. 1-27. Campbell, D. B., «What Happened at Hatra? The Problem of the Severan Siege Occupation», en Ph. Freeman y D. Kennedy (eds.), The Defence of the Roman and Byzantine East, Oxford, 1986, pp. 51-58. 230

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