[315] Ernest-Charles Babut: LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV y V d.C. Madrid, 20014. Signifer Libros. 198 págs. ISBN: 978-84-16202-02-7. Traducción, estudio introductorio, apéndice epigráfico, apéndice bibliográfico e índices de Sabino Perea Yébenes

June 13, 2017 | Autor: S. Perea Yébenes | Categoría: Roman Army, Later Roman Empire, Rangordnung, Adoración imperial
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Descripción

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Monografías y Estudios de Antigüedad Griega y Romana

Se va a cumplir pronto el centenario de la muerte del autor, Ernest-Charles Babut (1875-1916), que escribió en sus últimos años varios ensayos, ahora reunidos aquí en forma de libro, sobre los oficiales del ejército romano bajoimperial. La obra, muy valiosa al día de hoy, estudia la jerarquía, el Rangordnung, de los oficiales superiores del ejército, así como la evolución de las transformaciones profundas que comenzaron con el reinado del emperador Galieno y que se consolidan con Teodosio. Puede decirse que el sistema de rangos y mandos militares sufrió una verdadera revolución, acompañada a su vez por un nuevo concepto de ejército. El emperador se rodea de cuerpos de guardia fieles, con fuertes connotaciones y obligaciones religiosas a su persona —herencia del culto imperial de los siglos anteriores—, y un compromiso o juramento de fidelidad que se escenifica en un ceremonial especial, la adoratio, la «adoración de la púrpura imperial», algo a lo que, por convencimiento, se oponían los cristianos, y que, según el autor, fue una de las causas de la Gran Persecución de Diocleciano. La presente edición española se enriquece con un estudio introductorio sobre el autor, y varios apéndices, con el propósito de actualizarla: una bibliografía complementaria, un repertorio epigráfico y una selección de fotografías.

SIGNIFER LIBROS Gran Vía, 2-2º SALAMANCA Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-02-7 PVP 20,00€

Ernest-Charles BABUT

LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV y V d.C.

SIGNIFER LIBROS

LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV y V d.C. LA ADORACIÓN DE LOS EMPERADORES Y LOS ORÍGENES DE LA PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO

ERNEST-CHARLES BABUT

LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV Y V D.C. LA ADORACIÓN DE LOS EMPERADORES Y LOS ORÍGENES DE LA PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO

Introducción, traducción y apéndices de Sabino Perea Yébenes

MADRID — SALAMANCA 2014

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SIGNIFER Monografías de Antigüedad Griega y Romana 44

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PORTADA: Missorium de Teodosio. Real Academia de la Historia, Madrid. Representa, en el centro, una escena de adoratio purpurae. A los lados, la guardia escolta a los príncipes herederos. CONTRAPORTADA: Detalle del missorium.

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte, conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

Ernest-Charles Babut (1875-1916) Publicación original: E.-Ch. Babut, «Recherches sur la garde impériale et sur le corps d’officiers de l’armée romaine aux IVe et Ve siècles», Revue Historique (Paris) tome CXIV, 1913, pp. 225-260, et tome CXVI, 1914, pp. 225-293. «L’adoration des empereurs et les origines de la persécution de Dioclétien», Revue Historique, CXXIII, 1916, pp. 225-252. © De la traducción española, introdución y apéndices: Sabino Perea Yébenes. © De la presente edición: Signifer Libros 2014. Gran Vía, 2 – 2º SALAMANCA 37001 Apdo. 52005 MADRID http://signiferlibros.com ISBN: 978-84-16202-02-7 D.L.: Imprime: Eucarprint S.L. - Peñaranda de Bracamonte, Salamanca.

A dos pasos de que Cronos nos recuerde los cien años de la muerte de Ernest Charles Babut, un hombre verdaderamente singular, este librito es un homenaje a su persona: al hombre de acción, al soldado, al intelectual erudito, librepensador, racionalista, investigador audaz, interesado por los temas religiosos y militares de la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media.



La religión y la guerra son dos formas de redimir o de destruir al hombre, la primera sublima o destruye el alma, la segunda hace del cuerpo un mito o un despojo. Reunidos en solo ser, alma y cuerpo en el hombre son paradójicos. S.P.Y.

CONTENIDO

INTRODUCCIÓN Ernest-Charles Babut, un historiador olvidado del ejército romano bajoimperial (S. Perea Yébenes) ........................................................................................................................

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Bibliografia de Ernest-Charles Babut ....................................................................................

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LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV Y V d.C ........................................................

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I. II.

La contradicción de los textos .......................................................................... 26 Que los protectores del título Cod. Theod. VI, 24, son caballeros de las scholae palatinas .................................................................... 29 III. Que los domestici del título Cod. Theod. VI, 24 son los antiguos protectores (los protectores o domestici de Amiano) ............................................................................................................. 39 IV. Que los antiguos protectores, llamados más tarde domestici eran simplemente centuriones ........................................................................... 41 V. La hipótesis de un cuerpo armado de protectores ............................................. 50 VI. Que los protectores llamados más tarde domestici eran simplemente centuriones .................................................................................. 57 VII. Que los empleos de los «protectores» o domestici eran todos antiguos empleos de los centuriones ........................................................ 65 VIII. Cómo los centuriones pasaron a ser llamados protectores ................................ 68 IX. Por qué razones los centuriones fueron inscritos en el ordo protectorum........................................................................................................ 75 X. La schola notariorum, con un nombre nuevo y con una organización nueva, no era otra cosa que el antiguo praetorium imperial .......................................................................................... 83 XI. Que hay antiguos protectores en la guardia, pero que esto servían en calidad de oficiales........................................................................................ 89 XII. Cómo los protectores vinieron a ser llamados protectores domestici ............................................................................................................ 94 XIII. Los domestici militares de los generales y los domestici civiles de los funcionarios ............................................................................................ 96 XIV. Por qué razones fue establecido el orden de los nuevos Protectores y en qué momento .......................................................................... 105

XV. La palabra protector en los Códigos, además de los dos títulos De domesticis et protectoribus, designa siempre a un centurión ........................................................................................................... 111 XVI. Conclusiones ..................................................................................................... 116

LA ADORACIÓN DE LOS EMPERADORES Y LOS ORÍGENES DE LA PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO .................................................................... 119

APÉNDICES (S. Perea Yébenes)................................................................................. 145 Bibliografía. Lecturas complementarias ................................................................... Álbum prosopográfico de los protectores et/vel domestici militares: Inscripciones ..................................................................................................... Papiros ............................................................................................................... Aparato gráfico ......................................................................................................... Índices ..............................................................................................................

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INTRODUCCIÓN

ERNEST-CHARLES BABUT, UN HISTORIADOR OLVIDADO DEL EJÉRCITO ROMANO BAJOIMPERIAL Incomprensiblemente, Ernest-Charles Babut, pasados casi cien años de su muerte, es prácticamente un historiador desconocido. Su obra es a veces citada, casi nunca con aprovechamiento; su biografía es poco o nada conocida, e incluso su nombre es tergiversado en los estudios más o menos recientes. Una excepción es el reciente estudio, verdaderamente valioso para reivindicar la obra de E.-Ch. Babut, escrito por Sylvain Jean Gabriel Sanchez, en la revista Études théologiques et religieuses, tomo 87, 2012, 219-230, publicada por el Institut protestant de théologie. Dicho trabajo se titula «Ernest-Charles Babut (1875-1916). Un spécialiste oublié du christianisme ancien». Posiblemente sin el trabajo de Sanchez yo no habría podido escribir este prólogo, o al menos no habría aportado al mismo datos biográficos tan precisos como los que ofrece este autor, y que no se encuentran en ningún otro lugar sobre nuestro personaje. Obsérvese que el título que yo he puesto a la presente introducción copia prácticamente el de Sanchez, si bien mi reivindicación de la obra de E.-Ch. Babut en el presente libro va encaminada a rescatar y a poner en valor sus estudios sobre el ejército romano de época Bajoimperial. Es cierto que la producción de Babut —que presento más adelante, aprovechándome también de la recopilación casi exhaustiva que ha realizado Sanchez— se centra principalmente en estudios religiosos. Sus tabajos maiores así lo demuestran: su Tesis sobre Le Concile de Turin, de 1904, completado por su extensa memoria (o Tesis complementaria) titulada, La plus ancienne décrétale, presentada y publicada en París ese mismo año; así como sus otras dos monografías, que tratan sobre dos personajes importantes —seguramente contradictorios— uno del cristianismo hispano, galaico, y otro del cristianismo galo: me refiero a las extensas biografías históricas sobre Prisciliano (1909) y sobre Martín de Tours (1912). Todas estas obras siguien siendo —o deberían ser— obras de referencia sobre los temas tratados y, en efecto, la obra de E.Ch. Babut como historiador del cristianismo primitivo debe ser reclamada y situada en su justo lugar. Sylvain J. G. Sanchez recuerda de modo anecdótico, pero significativo, cómo la obra y el nombre de Ernest-Charles Babut es

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“maltratado” por los investigadores: algunos investigadores alemanes se refieren a él como Ernest-Christian, y un reputadísimo investigador del cristianismo antiguo, como Jacques Fontaine se refiere a él como EdmonCharles, en la edición crítica de las obras de Sulpicio Severo1. Algunos autores españoles dicen de él que era “un pastor protestante”, confundiendo a nuestro personaje con su padre…2 Son anécdotas, pero indicativas del maltrato a que se ha sometido la memoria y la obra de Ernest-Charles Babut. Sus obras, prácticamente todas, hoy día están digitalizadas y pueden ser descargadas de un portal tan prestigioso como archive.org. Y no solo pueden ser descargadas, sino que deberían ser leídas, y desmenuzadas, al menos para quienes estudian los temas que Babut abordó en su momento, por ejemplo, el movimiento priscilianista en Hispania. Así las cosas, el presente libro ha de entenderse, en primer lugar, como una puesta en valor de la obra histórica de este hombre, al que podemos conocer un poco mejor a partir de las páginas siguientes. En segundo lugar, porque creo que su estudio sobre la Guardia imperial romana en los siglos IV y V debe ser considerado, todavía, una referencia válida. De modo absolutamente sumario, indico los hitos vitales de nuestro autor. Nace en Nîmes (23-03-1875); su padre Charles-Eduard fue una figura destacada del protestestantismo en la ciudad, donde ejerció su ministerio como pastor durante 52 años. Era el padre un hombre “bueno”, virtuoso, entregado al estudio. Casa en 1868 con Hélène Bonnet, con la que tiene diez hijos. Ernest-Charles es el quinto. Ernest muestra su pasión por el estudio, primero en Montpellier, donde cursa sus estudios de grado medio, y luego en París, donde asiste a las clases de Charles Peguy en l’École Normale Superieur. Acabados sus estudios reglamentarios, realiza un estudio o memoria sobre Sulpicio Severo y Martín de Tours bajo la dirección de Gabriel Monod3. La relación con Monod le abriría a Babut, más tarde, las puertas en la Revue Historique. El estudio gustó mucho a sus profesores, y Ernest es propuesto para realizar un trabajo de Tesis, como becario de l’École française de Rome, donde 1

SULPICE SÉVÈRE, Vie de saint Martin, J. Fontaine, éd., Paris, Éditions du Cerf, coll. «Sources chrétiennes» 133, 1967, p. 13; error reiterado en «Sources chrétiennes» 510, Paris, Cerf, 2006, p. 1. Tomo estas referencias de SANCHEZ, 2012, 219, que ha advertido este desliz que no puede deberse más que a la ignorancia o al hecho de citar a autores de segunda mano sin haber leído sus obras. 2 Padre e hijo murieron el mismo año. Ernest-Charles Babut nació el 23 de marzo de 1875, muere el 28 de febrero de 1916; su padre, Charles-Eduard Babut, nace en 1835, muere el 18 de septiembre de 1916. 3 Monod, fundador de la Revue Historique, en 1876, y director de la misma hasta la fecha de su muerte, 10 abril de 1912.

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permanece durante el curso 1899-1900. Allí se entrevista con L. Duchesne, que acepta dirigirle un trabajo sobre la historia del cristianismo. Se sabe que con el maestro tuvo muchas conversaciones, y posiblemente intercambio de opiniones no siempre coincidentes. El caso es que, sorprendentemente, Ernest no pide la renovación de la estancia en l’École, y regresa a París. Estaba delicado de salud, y parece que eso influyó en la renuncia a su estancia romana. En el trienio siguiente, 1900-1903, trabaja como becario en la fundación Thiers con el compromiso de realizar su Tesis doctoral dedicada al Concilio de Turín en el siglo V, y una tesis complementaria. Ambos trabajos son defendidos exitosamente en La Sorbonne en 1904. A pesar de la excelencia de los trabajos, parece que la universidad le cerró las puertas de momento, y se dedicó a la enseñanza en dos liceos, en Valenciennes y en Laon; pero enseguida es admitido como profesor en la Universidad de Montpellier. Y casa con su Suzanne Planchon en 1907. Parece que no fueron años fáciles para él; tuvo cuatro hijos y dos murieron muy jóvenes. Sigue empeñado en los estudios superiores, y prepara un estudio con la finalidad de obtener un diploma especial en l’École Pratique des Hautes Études. Se trata de su trabajo sobre Prisciliano y el priscilianismo hispano en el siglo IV, que acentúa su interés por los estudios heresiológicos. De nuevo en esta investigación muestra su pasión por el análisis de las fuentes y, como se ha dicho, “contra las fuentes”, con hipótesis arriesgadas y novedosas para su tiempo. En 1908, con 33 años, obtiene el premio de l’École por ese estudio: la publicación, que vio la luz enseguida, al año siguiente. Consigue inmediatamente la cátedra de Historia del Cristianismo en Montpellier, alcanzando una meta que todo investigador y docente añora en su juventud. En 1909 murió su tercer hijo, Bernard. Se refugia en el estudio; trabaja sin descanso escribiendo artículos y reseñas, al tiempo que va urdiendo su monografía sobre Martín de Tours, que alumbraría la imprenta en 1912. Retomaba, pues, la historia de este personaje que había tanteado en su memoria de fin de estudios, ahora de una forma profunda y mucho más crítica, más madura, levantando la admiración de sus colegas, algunos tan prestigiosos como Gaston Boissier, a quien el mentor de Babut, el profesor Monod, escribió diciéndole que el estudio de Babut era merecedor de una cátedra en La Sorbonne. La cátedra no llegó, pero sí un premio especial de investigación, el Gobert, otorgado por la Academia francesa. La gran capacidad de trabajo de Babut, y su gran background metodológico le ayudaron a conseguir sus éxitos. Era un apasionado de los textos. Para él, la historia está en los documentos, y hay que conocerlos y escudriñarlos, preguntarles, por el derecho y por el revés, para descubrir los hechos “tal como ocurrieron realmente”, asumiendo totalmente el lema de 9

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Leopold von Ranke, “wie es eigentlich gewesen”4. Babut puede ser considerado, con razón, un posititivista. Y lo es. Parece que leyó con aprovechamiento, llevándolo a la práctica, hasta sus plenas consecuencias, el manual de metodología histórica de Charles-Victor Langlois y de Charles Seignobos (1854-1942), Introduction aux études historiques, Paris 1898, obra reeditada varias veces, y de la que poseemos una traducción española, Introduccion a los estudios históricos, Madrid, 1913, con traducción de Domingo Vaca. Este libro, considerado la “biblia de la escuela metódica” o empirista parece que fue tambén la biblia o guía metodológica para los estudios de Ernest-Charles Babut, aunque a su padre le hubiera gustado que su quinto vástago se hubiera dedicado realmente a la Biblia sagrada. El estilo “metódico”, o mejor, la adscripción a esta metodología histórica, facilitó su buena acogida en la Revue Historique, donde se cultivaba esa línea de pensamiento, esa metodología, aplicada a todas las épocas estudiadas, no solamente para la Historia Antigua. Babut sería colaborador asiduo de la revista, gracias a sus mentores en la misma, primero Gabriel Monod, luego Christian Pfister, codirector de la Revue desde enero del año 1913. Allí Babut se encuenta cómodo. Como recuerda Sylvain J.G. Sanchez, la Revue Historique era una publicación laica y republicana, opuesta a la católica Revue des Questions historiques, de modo que «dès lors, sa coloration anticatholique apparaît lorsque les rédacteurs s’opposent à l’apostolicité des diverses Églises d’Orient et d’Occident. La revue ne se réclame d’aucune religion mais, dans la pratique, elle regroupe beaucoup de protestants libéraux, de francs-maçons et, à l’occasion, mène quelque campagne virulente contre l’Église catholique»5. Esta apuesta por la Revue Historique le llevaría a enfrentarse a su antiguo maestro de l’École Normale, Charles Péguy. Éste, socialista, independiente y católico ferviente, profundamente místico, defiente la fe católica de su infancia, sus creencias profundas, y le molestan hondamente los estudios de Babut, que parece que van a herir el corazón, los cimientos, del cristianismo antiguo, su esencia, con ese discurso reiteradamente “anticatólico” que muchos le reprochaban. Cree Péguy que el Saint Martin de Tours es una burla, una caricatura intolerable del santo patrio6. En apoyo de Babut surge la figura enorme del prestigiosísimo Victor Langlois que, bajo seudónimo, lanza ataques furibundos contra Péguy, con el fin de rehabilitar el prestigio de Babut, y poner a Martín de Tours en el lugar 4

Sobre la importancia y la vigencia del lema rankiano, vid. M.I. FINLEY, “Cómo ocurrió realmente”, en su libro Historia Antigua. Problemas metodológicos, Barcelona, Crítica, 1986, 75-103. Vid. también, sobre el metodismo histórico francés decimonónico, Ch. O. CARBONELL, Histoire et historiens. Une mutation idéologique des historiens français 18651885, Toulouse, Privat, 1976, 409-451. 5 SANCHEZ, 2012, 222. 6 Sobre esta polémica, SANCHEZ, 2012, 224-226.

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que realmente le corresponde, defendiendo a ultranza el método histórico de Babut, basado escrupulosamente en las fuentes. Así, la percepción que tuvieron entonces los historiadores de un Martín de Tours o de un Prisciliano a partir de las obras de Babut, puede considerarse verdaderamente éclatante, por no decir que subversiva. Realmente, Babut no hacía otra cosa que aplicar con rigor la metodología histórica de Langlois y Seignobos, la méthode. Todas estas discusiones académicas iban a quedar a un lado, minimizadas, cuando en julio-agosto de 1914 estallaba la Gran Guerra, y Babut pide ser alistado para combatir. Se incorpora como subteniente, y hace de intérprete para el ejército inglés. Enferma gravemente hasta el punto de tener que volver a París, donde con precaria salud sigue activo instruyendo a los reclutas. Poco más o menos restablecido, solicita volver al frente de batalla. Se le asigna un regimiento de infantería, al que se incorpora el 26 de junio de 1915. Lucha en primera fila, en las trincheras, donde «il songe à ses travaux scientifiques et envoie par la poste à sa femme quelques petites modifications à apporter sur les épreuves de son article à la revue historique concernant l’adoration des empereurs»7. El intercambio epistolar debió de ser frecuente, y muy sentimental. Ernest sabe, presiente, el peligro, y añora a su esposa, y a sus tres hijos, con mezcla de amor y de pesadumbre. Así, leemos en una carta dirigida a Suzanne8: Si mi vida, como parece, llega a su final, estoy contento pensando que nuestros hijos vivirán mucho más que yo, que comprenderán a Gluck y a Behetoven, que alimentarán su imaginación con hermosas imágenes de paisajes y de arte, y que con ellas aprendan indudablemente a amar y a ser amados […]. Nunca hay que olvidarse de enseñarles a disfrutar con ansia de la belleza y de la variedad de la naturaleza, del arte y del pensamiento. Si en algún momento han estado tentados de tomarme por un simple pedante, diles que su padre era algo más que el muñidor del Concilio de Turín.

Entre cartas de resumen vital, emociones, investigaciones y morteros pasó Ernest sus últimos meses. Y en la trinchera fue alcanzado mortalmente. La noticia llegó a sus amigos de la Revue Historique, donde se le rindió un homenaje debido de gratitud y admiración. Traduzco aquí la emocionada nota necrológica de E.-Ch. Babut, escrita por Christian Pfister (Revue Historique 122, 1916, 224-226):

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SANCHEZ, 2012, 226. Carta citada por A. MONOD, «Ernest Babut», en Anthologie des écrivains morts à la Guerre (1914-1918), Amiens, Malfère, 1924-1926, 36; reproducida por SANCHEZ, 2012, 226. 8

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En esta guerra que, día a día, va cobrándose nuevas víctimas, ha caído uno de los más fieles colaboradores de la Revue Historique, uno de esos historiadores que elevan la categoría de la ciencia francesa y va abriendo nuevas sendas para un futuro mejor. Ernest Babut ha caído muerto en las trincheras, a la edad de 41 años. Había nacido en Nîmes el 23 de marzo de 1875, en una familia de pastores protestantes donde adquirió el gusto por los estudios, al tiempo que practicaba las virtudes cristianas, según la antigua tradición. Fue un alumno brillante en el liceo y entra en 1896 en la École Normale Supérieure. Eligió la sección de Historia; sus maestros advirtieron enseguida sus excelentes cualidades, el tesón en la búsqueda de documentos y fuentes, su agudeza para interpretarlas, su originalidad, al tiempo que su gran destreza intelectual. Tras su éxito en las oposiciones, fue nombrado miembro de l’École Française de Rome y, desde entonces se dedica al estudio de la historia del cristianismo en los siglos IV y V, esa época en que el Imperio romano marchaba hacia su fin o se anunciaban las invasiones de los pueblos bárbaros. Debía explorar este periodo en todos sus recovecos y sacar conclusiones nuevas que la crítica no llegó a aceptar completamente, aunque todas se han reconocido como ingeniosas y también fecundas, ya que, poniendo en entredicho las opiniones conocidas hasta entonces, consideraba que las fuentes admitían un examen más profundo, y creía que la historia debía aprovecharse de esa mirada más concienzuda. Tras su estancia en Roma, fue durante tres años residente en la fundación Thiers (1900-1903), donde acaba su tesis de doctorado: Le Concile de Turin. Étude sur l’histoire des églises provençales au Ve siècle et sur les origines de la monarquie ecclésiastique romaine. Fue defendida en la Sorbona en el verano de 1904. Es una tesis en el verdadero sentido de la palabra, es decir, de estudios llenos de ideas propias, presentada con gran fuerza en los razonamientos, una construcción audaz y sistemática donde todas las piezas estaban rigurosamente engarzadas. En los siguientes, Babut se dedicó a la docencia en los liceos de Valenciennes y de Laon (1904-1906), luego en la Facultad de Letras de Montpellier, donde logró en 1910 la cátedra de Historia del Cristianismo. En estos años nos entrega tres preciosos libros: Priscillien et le priscillianisme (1909), donde retoma la instrucción del proceso a que fue sometido el religioso hispano, defendiendo su causa con argumentos tan poderosos y tanta elocuencia que llega a convencernos; Saint Martin de Tours (1912), libro que medita durante mucho tiempo y en el que trabaja con mucho amor, donde demuestra cómo, gracias a Sulpicio Severo, se forma la leyenda del obispo de Tours: este santo Martín, fue un hombre bastante mediocre en su vida; por la actitud deshonesta como clérigo, fue obligado a huir, buscando un refugio fuera de Tours, en Marmoutier, mal visto por el obispo de las Galias, casi cismático, a quien de golpe se le atribuyen todas las virtudes, toda una serie de milagros, hasta convertirse de hecho en «el apóstol de las Galias». Este libro, que se opone abiertamente a la hagiografía de Lecoy de la Marche, se nos presenta como una obra poderosa, y coincidimos sin reservas con sus conclusiones. Entre medias publica en distintas revistas

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una serie de artículos que acaban todos ellos con hipótesis nuevas que llevan claramente su impronta. Es necesario recordar a los lectores de la Revue Historique sus estudios sobre la lengua céltica en Galia a comienzos del siglo V (tomo 104, de 1910), y sus más recientes «Recherches sur la garde impériale et sur le corps d’officiers de l’armée romaine aux IVe et Ve siècles», (tomos 114, 1913, 225-260, 116, 1914, 225-293). Citemos también su «Note sur un manuscrit de Sulpice Sévère» aparecido en The Book of Armagh, en Dublín, 1913; su «Saint Julien de Brioude», en la Revue d’histoire et littérature religieuses, marzo de 1914, y un trabajo de historia local, «Bérenger, comte de substantion en 898», publicado en Annales du Midi, de 1914. Todavía antes de partir para el frente bélico, se puso a revisar la última versión de un artículo, que nos envió, sobre la adoración de los emperadores y los orígenes de la persecución de Diocleciano contra los cristianos. Soñaba con este artículo en las trincheras, indicando a la señora Babut algunas modificaciones ligeras o breves añadidos, como si presintiera que él ya no podría corregir las pruebas. Por desgracia, sus presentimientos no le habían engañado, y publicamos este artículo en fecha próxima a su muerte, que nos causó una emoción profunda y sinceros sentimientos de piedad, que transmitimos ahora a nuestros lectores.

Entre estas y otras meditaciones, cartas, y pequeños escritos, pasaba Ernest sus días en el frente, en primera línea de fuego. El 28 de febrero de 1916 es alcanzado en las trincheras por la explosión de un obús, en Boesinghen (Bélgica). Un joven recluta que no estaba muy lejos en ese momento nos escribió: Desde el mismo momento en que fue derribado, tuvo conciencia de la gravedad de sus heridas. Al tiempo que su capitán le hacía transportar, repetía: “¡Es tan fácil morir!”. Y luego añadió: “Pero, ¿estás completamente seguro de que he cumplido con mi deber?”. Y mientras que yo frotaba sus manos para intentar calentárselas, él empleaba todas sus fuerzas en arrancar una sonrisa.

Al llegar a la ambulancia, perdió el conocimiento; estaba en trance de muerte cuando el jefe del Estado Mayor de la división le envió la cruz de la Legión de Honor. Este general9 aseguró allí mismo que Babut había cumplido con su deber, con un verdadero heroísmo, con una abnegación total, con su deber hasta en el mismo instante de su muerte. Suzanne, ya viuda, marchó al frente como enfermera voluntaria. Tras la guerra, vivió en Montpellier con sus dos hijas. En 1919, la Revue Historique publicaba una noticia titulada «Recherches sur l’administration 9

SANCHEZ, 2012, 227 dice que el interlocutor en ese momento fue “le capitaine Castelnau”.

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mérovingienne», que era una nota manuscrita encontrada entre las pertenencias personales de Ernest-Charles, nota enviada por Suzanne a la Revue. Era un escrito sobre un papel informe; un par de páginas con ideas y anotaciones en las que invitaba a los investigadores del futuro a ahondar en las ideas de su investigación sobre la Guardia Imperial en los siglos IV y V, proyectando ese modelo de organización y de sistema de mando y ascensos a la época merovingia. Como indica Chr. Pfister en el prefacio de esa nota10, «propone (Babut) que la organización administraiva merovingia tenía precisamente sus orígenes en la organización del ejército romano. Previendo que la muerte le acechaba, escribió en las trincheras sobre un trozo de papel las conclusiones a las que desea llegar: su intención era que, faltando él, algún historiador retomase su estudio, y lo llevase más lejos, comprobando que los textos confirmasen su hipótesis». Las ideas que sintetiza Babut en esta nota verdaderamente póstuma y trágica son éstas11: La jerarquía militar romana (en el Bajo Imperio) comprende tres clases de oficiales: 1º, protectores o domestici (centenarios o ducenarios); 2º, tribunos; 3º, condes. El dux es la más alta de las dignidades de los condes. En la jerarquía merovingia, el conde tiene inmediatamente por debajo de él a los centenarios y a los vegueres12 (el vicarius romano no era otra cosa que el grado más alto de los domestici de su guarnición). El tribunado aparece solo en casos excepcionales; se conocen algunos magistrados: tribunitia dignitate. Uno de ellos, citado por Gregorio de Tours, parece ser idéntico a un veguer homónimo. En resumen, el tribunado desapareció: no hay texto que nos muestre a un conde merovingio que tenga a su disposición muchos numeri o cuerpos de tropas, mandadas cada una de ellas por un tribuno. Parece que el conde tenía solo bajo sus órdenes a un numerus, llamado ordinariamente solatium. Por otra parte, el duque es superior a los condes; tienen a muchos bajo sus órdenes. La desaparición del tribunal, la aparición del grado de conde y de duque son problemas por resolver para quien quiera explicar el paso de una jerarquía a la otra. Los emperadores que, en el transcurso del siglo IV, habían contenido bastante bien las exigencias de sus oficiales, subiéndoles el sueldo poco a poco, lo menos posible, hasta que la situación quedó desbordada en los años de crisis que comenzaron hacia el año 400. Habilitó y prodigó las dignidades, al modo de una república africana que hace generales a todos sus oficiales. Todos los tribunos habían conseguido la comitiva. Hacia el 439, el tribunus scholae es comes primi ordinis. El tribuno de un numerus ordinario es verdaderamene un conde de segundo o tercer rango. En Galia, en lugar de 10

Revue Historique, 131, 1919, p. 265. ibid., pp. 265-266. 12 Antiguos magistrados del mediodía francés. 11

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cinco o seis condes y duques (ver la Notitia), puede que haya unos cien: los condes de época de Sidonia, que eran al mismo tiempo jueces y jefes militares en una ciudad, se pueden comparar con los antiguos tribunos. El conde merovingio no es otra cosa que un simple tribuno. Así se explican: 1º, el hecho de que se multiplique su número por quince o veinte veces respecto al númeto de condes en el siglo IV; 2º, el hecho de que no disponga más que de un numerus; 3º, el hecho de que sea inferior a un duque. El duque ha conservado su rango antiguo y el mando de numerosos numeri. Cabe preguntarse también si el dux Campaniae, por ejemplo, no es el sucesor de tal o cual duque o conde de la Notitia. (Yo creo, además, que la ubicación de cada tribuno en una ciudad, entre los años 400-450, se explica por la dislocación total del servicio de provisiones y de tributos en especie, la annona militaris). »En cuanto a la dignidad tribunicia, fue otorgada a los domestici como una especie de distinción. Los decemprimi la recibieron (acepta tribunitia dignitate) mediante una ley. Otros la recibieron más tarde. Es como si nuestros jefes de batallón recibieran el título de generales (no había algo parecido a nuestros coroneles), y diéramos a estos capitanes el título de jefes de batallón. El primer oficial de cada numerus, el vicarius (que es seguramente un ducenarius), debió de llevar siempre el título de tribuno, por lo demás totalmente desprestigiado. Así, el veguer representa a la vez al antiguo tribuno y al antiguo ducenarius. (La denominación ducenarius había, creo yo, desaparecido totalmente). Quien desee volver a tomar mis estudios como punto de partida habrá de tener también en cuenta la posibilidad de que el domesticus merovingio sea un oficial de Estado Mayor; en origen, era análogo a un domesticus comitis, o ayuda de campo del general, como es el caso del domesticus de Teodorico, precisamente asimilado al primicerius notariorum o jefe de Estado Mayor del emperador.

Estos escritos últimos evidencian el interés de Babut por la metodología, por la investigación histórica, por la convicción de sus ideas y su generosidad ––no exenta de cierto sentimiento de pena–– hacia los jóvenes historiadores que, siguiendo su testigo, quisieran profundizar sobre estos aspectos institucionales merovingios que, según él, hundían sus raíces en las reformas militares romanas de los siglos IV-V en lo relativo al sistema de grados y de mandos de tropas. * El trabajo sobre la adoración de los emperadores —cuya versión española ofrecemos también en el presente volumen—, fue escrito por Babut en sus últimos meses, semanas, de vida. Trata también, aunque en menor medida, de aspectos militares, si bien, como él mismo indica, la adoratio, se 15

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exigía tanto a los altos dignatarios como a los militares. El estudio está en línea con el de la Guardia imperial, ahondando más en aspectos religiosos que en las instituciones militares. En esas páginas percibo una redacción menos precisa, cierto titubeo en las frases, una sintaxis más descuidada, que en la medida que hemos podido, sin llegar nunca a traicionar el contenido, se ha corregido en la versión española. Este artículo fue reseñado ampliamente por Maurice Besnier en el Journal des Savants, 15, 1917, pp. 379-380, resumiendo lo esencial su contenido, y poniendo el acento, en las líneas finales, sobre lo que suponían de avance para la ciencia histórica, las hipótesis del estudio de Babut: En el Imperio cristiano del siglo IV, la adoratio que imponía el ceremonial a todo oficial o dignatario de cierto rango, y que consistía en arrodillarse delante del emperador o delante de su efigie, y besar un extremo de la tela de su vestido de púrpura, tenía un sentido ambiguo: cada uno podía ver allí, según su percepción, un acto religioso o un acto puramente civil. Pero en el momento en que fue instituida por Diocleciano y Maximiano no había equívoco posible: se trataba de un acto religioso. Los dos emperadores se consideraban la encarnación de Júpiter y de Hércules; se rendía un culto verdadero a sus imágenes, que no pueden considerarse sino ídolos; el régimen que habían organizado pretendía ser, en el pleno sentido del término, una teocracia. En esta época había en la corte, y en el ejército, muchos cristianos. ¿Qué actitud tomaron? Lactancio, en sus Instituciones divinas, escritas durante la persecución de Galerio, opone la milicia de Cristo a la milicia secular; para entrar en la milicia civil había que postrarse en tierra, lo que constituía para los cristianos un gesto de apostasía. En el Compendio de la Instituciones, compuesto más tarde, tras el Edicto de Milán, este pasaje desapareció. Muchos textos del libro octavo de la Historia Eclesiástica de Eusebio, redactados o recopilados, también en este caso, tras la paz de la Iglesia, indican que «mucho tiempo antes» de la última persecución muchos cristianos sufrieron por la fe: pero en la alternativa de obedecer una ley imperial para conservar su estatuto personal o ser privados de él en caso de desobediencia, prefirieron seguir la voz de su conciencia y dejar la carrera militar. La prueba que debían superar era, indudablemente, la adoratio. Si Eusebio no lo dice expresamente, si Lactancio no la menciona en sus Instituciones, es porque ambos no querían contrariar a Constantino, que se hacía «adorar» como emperador. El hecho de mantener la adoratio pudo deberse a una de las cláusulas del acuerdo tácito establecido entre el emperador y los obispos; estos últimos no podían negar poder omnímodo al emperador, que se había convertido en su protector, que los había dejado vivir; y por tanto no podían mostrarse contrarios a esta nueva ceremonia de la adoratio y echaron un velo de silencio sobre los mártires que provocó, en plena paz religiosa, por una razón que Constantino no habría aprobado.

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De estos actos de “heroísmo” cristiano, que eran al mismo tiempo actos de rebeldía contra la disciplina militar, solamente conocemos dos casos, que han sobrevivido al silencio de los textos: el centurión Marcelo en Tingis entre el 293 y 302 y el recluta Maximiliano en Theveste, en 292, fueron condenados a muerte por haberse negado a servir al emperador. Parece que en los últimos años del siglo III muchos cristianos prefirieron dejar la Corte y el ejército y no aceptar el acto de la adoratio. Tal fue la causa principal de la persecución del 303: Diocleciano, que durante mucho tiempo había tolerado el cristianismo, vio en estos abandonos de los oficiales y las deserciones de los soldados un peligro público, que él intenta remediar mediante el uso de la fuerza. Más tarde, en 314, el concilio de Arles excomulga al soldado que abandona el ejército y abandona sus armas en tiempos de paz: se trataba de prevenir estas peligrosas prácticas en un Imperio ya de mayoría cristiana. Dos conclusiones generales surgen de esta serie de observaciones e inducciones [del estudio de Babut]: durante unos cuarenta años, hasta la víspera de la última persecución, el Imperio y la Iglesia habrían vivido en paz, y su pacto no se habría quebrado si Diocleciano no hubiera enfatizado la resistencia de los cristianos, poniéndolos en evidencia por no ceder a rendir culto a su divinidad. De su tentativa teocrática algo quedó tras la victoria del cristianismo: los obispos fueron obligados a hacer la vista gorda, y consintieron que la adoratio subsistiera, viniendo a concluir que “en el triunfo de la Iglesia tuvieron mucha importancia este tipo de ‘arreglos’”.

* Los dos ensayos de Babut reunidos aquí tratan de la guerra y de la religión en el mundo romano, dos temas que, por separado o imbricados, han interesado siempre a quien suscribe este prólogo. La razón de presentarlos aquí en versión española, y de algún modo recuperarlos de las trincheras del olvido, es por mi convencimiento de que es necesario rescatar —con la humildad y la prudencia que cada uno crea necesarias— trabajos valiosos de aquellos que nos han antecedido en la tarea de la investigación histórica. También escribieron para nosotros, para nuestra generación. El pensamiento histórico, al contrario de las máquinas o la tecnología, no envejece nunca. Puede progresar, claro, pero compulsar trabajos recientes con algunos centenarios a veces nos avisa de que nuestro progreso en muchas materias es relativo, a pesar del hallazgo de nuevos documentos, a pesar de que escribimos con máquinas inverosímiles para la gente de hace un siglo —que urdía sus discursos con plumas mojadas en tinta, escribiendo por el día, o por la noche a la luz de las candelas, ordenando sus fichas de textos en cartulinas manoseadas—, y nos servimos de bancos de datos informáticos que nos inundan de información que con frecuencia disimulan nuestra escasa 17

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formación. Por tanto, cuando menos, un respeto por nuestros abuelos en la profesión histórica. Droysen, Niebuhr, Von Ranke, Mommsen, Dessau, Von Domaszewski, Meyer…, por poner algunos ejemplos. Un respeto. Estos ensayos son los más importantes que escribió Ernest-Charles Babut al final de su vida. Son, consecuentemente, trabajos de madurez. Si bien, en el caso del capítulo sobre la adoración de los emperadores, ese buen hacer que dan muchos años de oficio al historiador fue contrarrestado, en sentido negativo en su caso por las circunstancias ya descritas de su alistamiento en el frente de guerra, desde donde iba mandando correcciones o añadidos a su texto. Por tanto, era una situación muy alejada del ambiente ideal para pensar, careciendo de una mesa de estudio y de sus fichas manuscritas sobre las fuentes…, disponiendo de poco o nulo tiempo reposado para la reflexión histórica. Si tal ensayo adolece de algún fallo, creo que podemos disculpar al autor de buen grado, poniéndonos en su lugar, cuando seguía empeñado en escribir y hacer historia al tiempo que echaba al aire los dados en su partida con la Parca. Si los ensayos de Ernest-Charles Babut sobre el rango de los oficiales de la guardia imperial romana, y el subsiguiente estudio sobre la adoración imperial, son todavía valiosos para los historiadores de nuestro tiempo, el de cien años después, el tiempo lo dirá. Yo particularmente creo que sí merece la pena leerlos y tenerlos en cuenta; y por eso emprendí la tarea de traducirlos y presentarlos al público español en forma de libro. Un siglo es mucho tiempo. Para todo. Me parece justo y necesario reunir aquí, a modo de apéndices documentales, una selección de inscripciones relativas a los proctectores y a los domestici militares, y una bibliografía complementaria a los temas tratados por Babut en el libro: por una parte, los nuevos trabajos que han abordado las reformas militares de Galieno y de Diocleciano, que ponen la base del nuevo ejército bajoimperial, al que se añaden los problemas de su “cristianización”, resueltos en buena medida por Constantino. En la línea de los ensayos de Babut, ofremos bibliografía especializada sobre los oficiales y sus rangos en época baoimperial y bizantina. Por otra parte, y como complemento al estudio sobre la adoratio purpurae, que es según Babut una de las causas mayores de la persecución anticristiana de Diocleciano, se ofrecen nuevas perspectivas sobre el asunto. En esta bibliografía algunos quizás echen en falta algunos títulos sobre el ejército romano bajoimperial, pero insisto en que solo reúno aquellos que tratan de orden de rangos, de la jerarquía, del Rangordnung de los oficiales, que es el tema estudiado en profundidad por nuestro autor a partir de los Códigos y de la documentación epigráfica, sin entrar en temas colaterales como pueden ser formas de combate,

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equipamiento, campañas militares, estrategias, etc., que quedan totalmente fuera de lugar. El suplemento documental de inscripciones y de papiros relativos a protectores y domestici (en algunos casos protectores domestici), que presentamos a modo de catálogo prosopográfico, no exhaustivo, tiene como único objetivo poner a mano del lector los textos que cita Babut, a veces de forma parcial, y añadir al elenco nuevos documentos aparecidos después. Sabino Perea Yébenes verano de 2014

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BIBLIOGRAFIA DE ERNEST-CHARLES BABUT13 MONOGRAFIAS Le Concile de Turin. Essai sur l’histoire des églises provençales au Ve siècle et sur les origines de la monarchie ecclésiastique romaine (417-450), Paris, A. Picard & fils, 1904, 313 págs. (Tesis principal). La plus ancienne décrétale (Tesis presentada en la Faculté des lettres de l’Université de Paris), Paris, Société nouvelle de librairie et d’édition, 1904, 87 págs. Tesis complementaria. Priscillien et le priscillianisme, Paris, H. Champion, coll. «Bibliothèque de l’École pratique des hautes études. Sciences historiques et philologiques n° 169», 1909, 316 págs. Saint Martin de Tours, Paris, H. Champion, 1912, 320 págs. ARTICULOS, COLABORACIONES Y RECENSIONES

«Les statues équestres du Forum», Mélanges d’Archéologie et d’Histoire de l’EFR, 20, 1900, pp. 209-222. Recensión a: A. Lavertujon, La chronique de Sulpice Sévère, livre II, Paris, Hachette, 1899, en Revue Historique, 77, 1901, pp. 150-151. Recensión a: A. Dufourcq, Etude sur les «Gesta martyrum» romains, Paris, Fontemoing, 1900, en Revue Historique, 78, 1902, pp. 370-377. «Une journée au district des Cordeliers, le 22 janvier 1790», Revue Historique, 81, 1903, pp. 279-300. «La date du concile de Turin et le développement de l’autorité pontificale au Ve siècle», Revue Historique, 88, 1905, pp. 57-82. «Sur trois lignes inédites de Sulpice Sévère», Le Moyen Âge 19, 1906, pp. 205-213. Recensión a: E. Lucius, die Anfänge des Heiligenkults in der christlichen kirche, Tubinga, 1904, en Revue Historique, 94, 1907, pp. 139-143. Recensión a: Terrot Reaveley Glover, Life and Letters in the Fourth Century, Cambridge, 1901, en Revue Historique, 96, 1908, pp. 158159. Recensión a: Paul Monceaux, Histoire littéraire de l’Afrique chrétienne depuis les origines jusqu’à l’invasion arabe, t. III «Le IVe siècle 13

Tomada de SANCHEZ, 2012, 228-230, que completa la publicada hace tiempo por E.-G. LÉONARD en los Mélanges d’Archéologie et d’Histoire de l’EFR, 38, 1920, pp. 213-214.

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d’Arnobe à Victorin», Paris, Leroux, 1905, en Revue Historique, 96, 1908, pp. 164-166. Recensión a: William K. Boyd, The Ecclesiastical Edicts of the Theodosian Code, New-York, 1905, en Revue Historique, 96, 1908, pp. 167-169. Recensión a: Louis Launay, Histoire de l’église gauloise depuis les origines jusqu’à la conquête franque (511), Paris, Picard, 1906, en Revue Historique, 96, 1908, pp. 169-170. Recensión a: John Wordsworth, The Ministry of Grace. Studies in Early Church History, with reference to Present Problems, London, 1901, en Revue Historique, 96, 1908, pp. 170-172. «Paulin de Nole, Sulpice Sévère et saint Martin. Recherches de chronologie», Annales du Midi 20, 1908, pp. 18-44. «Prémillac», Annales du Midi, 20, 1908, pp. 457-468. «L’authenticité des Canons de Sardique», Transactions of the Third International Congress of the History of religions, Oxford, Clarendon Press, 1908, t. II, pp. 345-352. Recensión a: L. Van der Essen, Etude critique et littéraire sur les «Vitae» des saints mérovingiens de l’ancienne Belgique, Louvain/Paris, 1907, en Revue Historique, 100, 1909, pp. 404-405. «Évêque du dehors», Revue critique d’Histoire et de Littérature, 68, 43/2, 1909, pp. 362-364. «Paulin de Nole et Priscillien», Revue d’Histoire et de Littérature Religieuses, n.s. 1/1910, 97-130, pp. 252-275. « Gorthonicus et le celtique en Gaule au début du Ve siècle», Revue Historique, 104, 1910, pp. 287-292. «Remarques sur les deux lettres de Pline et de Trajan relatives aux chrétiens de Bithynie», Revue d’Histoire et de Littérature Religieuses, 1/1910, pp. 289-305. «Saint Martin de Tours », Revue d’Histoire et de Littérature Religieuses, n.s. 1/1910, pp. 466-487; 513-541. «Quelques observations à propos de l’article de M. de Genouillac sur la cité de Lagash», Revue Historique, 108, 1911, pp. 49-52. «Saint Martin de Tours», Revue d’Histoire et de Littérature Religieuses, n.s. 2/1911, pp. 44-78 ; 160-182 ; 255-275; 431-463; 513-543. Recensión a: Max von Wulf, Ueber Heilige und Heiligenverehrung in den ersten christlichen Jahrhunderten, Leipzig, 1910, en Revue Historique, 108, 1911, pp. 390-391. «Léon Gabriel Pélissier. Nécrologie», Mélanges d’Archéologie et d’Histoire de l’EFR, 32, 1912, pp. 511-516.

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«Les Origines de l’Université de Montpellier (1200-1400)», en M. C. Flahault et A. Joubin, dir., Conférences sur l’histoire de Montpellier, Montpellier, Association des amis de l’université, 1912, pp. 85-110. «Saint Martin de Tours », Revue d’Histoire et de Littérature Religieuses, n.s. 3/1912, pp. 120-159; 240-278; 289-329. «Note sur un manuscrit de Sulpice Sévère», en The Book of Armagh, Dublin, 1913, pp. cclxvii-cclxxv. «Une pièce fausse dans un registre royal du XIIIe siècle», Mélangesd’histoire offerts à M. Charles Bémont par ses amis et ses élèves de l’école pratique des hautes études, Paris, F. Alcan, 1913, pp. 243-264. «Recherches sur la garde impériale et sur le corps d’officiers de l’armée romaine aux IVe et Ve siècles», Revue Historique, 114, 1913, p. 225260; 116/39, 1914, pp. 225-293. «Saint Julien de Brioude», Revue d’Histoire et de Littérature Religieuse, 5, 1914, pp. 97-116. Recensión a: L. Ricaud, Sulpice Sévère et sa villa de Primuliac à Saint Sever de Rustan, Tarbes, 1914, en Revue Historique, 117, 1914, pp. 146147. «Bérenger, comte de Substantion (ou de Mauguio) en 898», Annales du Midi, 26, 1914, pp. 226-228. «L’adoration des empereurs et les origines de la persécution de Dioclétien», Revue Historique, 123, 1916, pp. 225-252. «Recherches sur l’administration mérovingienne», Revue Historique, 131, 1919, pp. 265-266. Nota enviada a la redacción por su esposa.

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LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV y V d.C.

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ERNEST-CHARLES BABUT LA GUARDIA IMPERIAL Y EL CUERPO DE OFICIALES DEL EJÉRCITO ROMANO EN LOS SIGLOS IV y V d.C.

La historia de la guardia imperial y del cuerpo de oficiales del ejército romano posterior a la época de Diocleciano es mal conocida. Afamados investigadores han escrito, sobre este tema, trabajos oscuros sembrados de conjeturas y con demasiadas contradicciones, que el lector deja a un lado con la impresión de haber aprendido poco y de no haber entendido lo que se ha leído. Y es verdad que no faltan los textos antiguos. Los siglos IV y V nos han dejado la obra de Amiano, que es el mejor historiador militar de la literatura latina, el libro técnico de Vegecio sobre el arte de la guerra y la organización del ejército, el Código de Teodosio y la Notitia Dignitatum. También es posible sacar provecho de las inscripciones de la época, si bien son más escasas que en los siglos precedentes y pocas veces están datadas. Y finalmente contamos con noticias sueltas que proporcionan los escritores de estos siglos. Pero estos documentos han despistado a los estudiosos por su nueva jerga. Ahí encontramos términos como protectores, domestici, scholae, ducenarii, senatores, y notarii, que poseen ahora un significado militar, y seguimos encontrando términos tradicionales, e indispensables, del vocabulario del ejército, como centuriones o primi ordines. Una metodología correcta debe empezar por definir estos nuevos términos y las colectividades que designan, particularmente aquellos cuyo significado ha cambiado, determinando su significado preciso en cada época. Éste es, y poco más, el objeto del presente trabajo. El lector podrá decir, es verdad, que se han tratado cuestiones muy concretas y sin proyección, pero del mismo modo verá que sobre tal o cual tema me he extendido. Muchas confusiones aparentes de los textos se aclararán por sí solas, y el lector se encontrará probablemente en una buena disposición para formarse una idea propia sobre la organización militar que los últimos emperadores han legado a los primeros reyes bárbaros del mundo romano1. 1

Los trabajos modernos importantes que he manejado sobre este tema, son los siguientes: C. Jullian, De protectoribus et domesticis Augustorum, París 1883, y Notes sur l'armée romaine ai IVe siècle à propos des protectores Augustorum, en Annales de la Faculté des lettres de Bourdeaux, nouvelle série, t. I, 1884, p. 59. Th. Mommsen, «Protectores Augusti», en Ephemeris Epigraphica, t. V, Roma, pp. 121-141. De estos tres estudios he obtenido las noticias que sobre el tema dan los manuales o repertorios de instituciones romanas. El copioso artículo «Protectores» de M. Besnier, en el Dictionnaire de Daremberg y Saglio, aporta un plus de documentación, pero sin avances sustanciales. – Otto Seeck, Das deutsche Gefolgswesen auf römischen Boden, en Zeitschr. f. Reshtgesch., Röm. Abt. t. XVII, 1896, p. 97 (conjeturas), y Geschichte des Untergangs der griechisch-römischen Welt, t. II, Berlin, 1902, chap. I, Der Kaiser und seine Offiziere.— Una inscripción nueva ha sido publicada por H. Grégoire, Bull. Corr. Hell. 1907, p. 38 (claro ejemplo de la teoría de Mommsen sobre el cambio que se produce en la historia de los protectores). Otro estudio, de capital importancia, es el de A. von Domaszewski, Die Rangordnung des römischen Heeres, Sonderabdruk aus Bonner Jahrbücher, Heft 117, Bonn 1908. Esta obra magistral me ha servido, más que

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I. LA CONTRADICCIÓN DE LOS TEXTOS El título De domesticis et protectoribus (VI, 24) del Código de Teodosio nos da a conocer dos categorías de militares romanos que llevaban el título de protectores. La primera, jerárquicamente superior a la segunda, es la de los protectores domestici, comúnmente llamados domestici2. La segunda era la de los simples protectores, sin más especificación. El hecho de que estas dos milicias —ambas muy reconocidas y privilegiadas— sean distintas, se ha constatado a menudo, y el hecho no admite duda. La misma rúbrica De domesticis et protectoribus, del Código de Justiniano (XII, 17), evidencia a las claras que las dos palabras, domesticus y protector, no eran equivalentes. Basta leer el título VI, 24 del Código de Teodosio a partir de la ley 4, que está datada en el año 387, para asegurarnos de que los dos nombres designaban, sin duda, dos milicias diferentes. Las leyes 4 (año 387) y 7 (año 414) mencionan a los domestici ac (atque) protectores. Mediante la ley 8, del 18 de diciembre del 416, los emperadores conceden a los protectores un privilegio que los domestici tenían desde hacía tiempo, y que necesitaba ser ratificado a su favor (la citada ley 9) por la ley 8, del 17 de noviembre del 416. Las leyes 7 a 11 nos informan, además, de una prebenda concedida en ese mismo momento: los domestici por una parte, y los protectores por otra, estaban incluidos en una tabla de rangos llamada ordo o matricula3 en la que ambos podían avanzar bien por antigüedad bien por designación. El militar inscrito en cabeza de esta tabla era llamado primicerius (domesticorum o protectorum, según los casos), y los diez siguientes decemprimi. Los dos primicerios y las dos series de decemprimi llevaban el título de clarísimos y tenían el privilegio de sentarse en el Senado. Queda claro que las dos columnas de esta tabla eran distintas. Ahora bien, otros textos dan lugar a una constatación que contradicen las noticias del título VI, 24 del Código: en el uso corriente, e incluso en el lenguaje técnico del ejército, a finales del siglo IV, los términos de domestici cualquier otra, de gran ayuda. Sobre el ejército en el siglo IV, en general, es fundamental el estudio de Mommsen, Das römische Militärwesen seit Diokletian, en Hermes, t. XXIV, 1889, p 195-279. 2 Todos los textos corroboran que los títulos protector domesticus y domesticus son rigurosamente equivalentes. Ver los textos de Amiano citados más adelante en las notas 5, 6, 7 y 8, y el Cod. Theod. VI, 24 8 y 9: Devotissimis domesticis, devotissimis nuper protectores domesticis. Por tanto, en adelante no procede hacer distinciones entre domestici y protectores domestici. 3 Cod. Theod. VI, 24, 7: Ordine militiae... per matriculae ordinem.

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y de protectores eran sinónimos y designaban una sola y única categoría de personas. La obra de Amiano pertenece a la misma época que las más antiguas leyes que serán analizadas más adelante: el primero de los libros que nos ha llegado, el XIV, fue publicado poco después del 383; el libro XXV, el año 394 a más tardar; los últimos libros un poco después de la muerte de Teodosio4. Por tanto, protector y domesticus son aquí dos apelativos intercambiables. Amiano califica sucesivamente a Joviano, en las vísperas de su ascenso al trono, de protector domesticus, de domesticus y de protector5. En otro lugar, dos personajes son llamados primero protector domesticus cum collega, luego protectores6. Examinando todos los pasajes de la historia de Amiano donde se alude a los domestici7 y a los protectores8, no he logrado ver diferencia alguna de origen, de rango ni de función entre las dos series de personajes. Para Amiano, todos los domestici son protectores y todos los protectores son domestici. Ante la posibilidad de que Amiano utilice una terminología inexacta, cabe recordar que él mismo era un antiguo oficial, que había servido como protector domesticus en tiempos de Constancio, de Juliano y de Valentiniano. Conocía el ejército de su tiempo y por tanto cabe pensar que indicaría con precisión y daría sentido exacto a las expresiones técnicas del lenguaje militar. Además, otros textos le dan la razón, y nos llevan a creer, si él no dice lo contrario, que los domestici no eran diferentes a los protectores. Se sabe por una ley de 381 que los notarios imperiales, además de sus jefes de oficina, el primicerius y el secundicerius, que estaban fuera de cuadro, se dividían en dos clases: los tribuni et notarii y los domestici et notarii9. Ahora bien, una inscripción nos da a conocer a un FL. VITALIS V.C., PROTECTOR ET 10 NOTARIUS . Este Flavius Vitalis pertenece, evidentemente a nuestra segunda clase, pues el protector, como el domesticus, era inferior en rango al tribuno, 4

Real-Encyclopädie de Pauly-Wissiwa, art. Ammianus de Seeck. Amiano, XXI, 16, 20: etiam tum protector domesticus (en 361); XXV, 5, 4: domesticorum ordinis primus (en 363); XXV, 5, 8: adhuc protectorem (en 363). Tomo las citas del trabajo de Jullian, De prot., p. 17. 6 Amiano, XV, 3, 10; 11. 7 Amiano, XIV, 10, 2; XV, 3, 10; XV, 5, 22; XV, 6, 1; XVIII, 8, 11; XXI, 16, 20; XXV, 5, 4; XXV, 10, 9; XXVI, 5, 3; XXVI, 5, 14; XXVII, 10, 16; XXVIII, 6, 21; XXIX, 5, 7; XXX, 2, 11. Es decir, catorce ejemplos. 8 Amiano, XIV, 7, 9; XIV, 7, 12; XIV, 7, 19; XV, 3, 11; XVIII, 3, 5; XVIII, 5, 1; XVIII, 7, 6; XVIII, 9, 3; XIX, 9, 2; XXV, 5, 8; XXVI, 10, 1; XXIX, 3, 8; XXIX, 5, 7; XXX, 7, 2. Por tanto, catorce ejemplos. Me ocupado de comprobar si en los últimos libros de Amiano había o no un cambio en el empleo de estas palabras; mis indagaciones en este sentido han sido infructuosas. 9 Cod. Theod. VI, 10, 2, de 381. 10 CIL, XI, 830 (nº 34, Mommsen). 5

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por no hablar del rango “de tercera clase” de los notarii. Veremos más adelante que, en los cursus militares de los siglos IV y V, sendos títulos de protector y domesticus ocupan exactamente el mismo lugar. El miles pasa aquí a ser protector, allí domesticus, pues es promovido al rango de oficial superior, con el título de praepositus, de praefectus o de tribuno. Comparemos lo que dicen a este propósito los dos textos más importantes, que son como resúmenes de la organización militar del siglo IV. Amiano Marcelino, en su relato del asedio de Amida por los persas en 359, describe los oficiales que estaban al mando de la guarnición. Menciona sucesivamente: 1º, el conde (comes) que mandaba la plaza; 2º los tribunos; 3º los protectores11. Por otra parte se lee en el libro de Vegecio, compuesto hacia 43012: «Por ello el comandante... en la guerra, si le resulta posible, debe conocer por sus nombres a cada conde, a cada tribuno a cada domesticus, a cada soldado raso»13. Las tres primeras categorías citadas aquí son claramente iguales a las tres clases de oficiales de Amiano, y Vegecio llama domestici a los oficiales que Amiano llamaba protectores. Así pues, la contradicción de los textos es evidente: por una parte, los protectores no son los domestici ni sus subalternos; por otra, protectores y domestici son una sola y única categoría de personas. Por tanto, nuestros textos deben estar en lo cierto en ambos casos. La contradicción que nos llama la atención, y que se enreda en los argumentos que aquí estoy desarrollando, es sólo aparente. Quedará resuelta cuando comentemos más detenidamente el significado de las dos palabras, domesticus y protector, en los distintos documentos disponibles. Desde el principio se impone una precaución. Si los dos términos, domesticus y protector, son claramente opuestos, a partir del año 387, en el título VI, 24 del Código de Teodosio, donde aparecen, en el citado Código, yuxtapuestos de modo ambigüo. Muchas leyes mencionan a los domestici seu protectores (Cod. Theod. XII, 1, 38, del año 346), a los domestici aut 11

Amiano, XIX, 9, 2: Inter haec tamen funera direptionesque civitatis excisae, Aeliano comite et tribunis... patibulis sceleste suffixis, Iacobus et Caesius, numerarii apparitionis magistri equitum aliique protectores post terga vinctis manibus ducebantur. Jacobo y Cesio eran compañeros de armas de Amiano y pertenecían, como él mismo, al Estado Mayor de Ursicino: por tal motivo él los cita con sus nombres. 12 O. Seeck, «Die Zeit des Vegetius», Hermes t. XI, 1876, p. 61 y siguientes. El libro I parece haber sido escrito a comienzos del reinado de Valentiniano III (423-455); los otros tres más tarde, pero siempre dentro de los diez primeros años de dicho reinado. Carece de importancia aquí el hecho de que distintas partes de la obra fuera escrita diez años antes o después. 13 Vegecio, De re militari, III, 10, p. 89, 15 Lang: Sciat etiam [dux]..., si potest fieri, nominatim, quis comes, quis tribunus, quis domesticus, quis contubernalis quantum possit in bello.

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protectores (VIII, 8, 4, año 386), a los protectores aut domestici (XII, 1, 88, año 382; VII, 21, 3, año 396), y protectores vel domestici (XII, 1, 153, año 397; VII, 4, 27, año 406). Podría decirse que en los textos de las leyes las dos palabras fueron empleadas como sinónimos, del mismo modo que en la obra de Amiano14. Conviene llamar la atención sobre el hecho de que la terminología legal, sobre el punto que nos ocupa, carece de claridad o de reglas fijas. Es preciso acotar provisionalmente nuestra investigación al título De domesticis et protectoribus (VI, 24) del Código, el único que se ocupa de distinguir claramente las dos milicias. ¿Son militares los que, en este título, son llamados simples protectores y se oponen a los protectores domestici? II. QUE LOS PROTECTORES DEL TÍTULO COD. THEOD. VI, 24, SON CABALLEROS DE LAS SCHOLAE PALATINAS Disponemos de un esquema general de los oficios, servicios y cuerpos civiles y militares del Bajo Imperio: la Notitia Dignitatum. Se ha probado que la Notitia no era, como se había creído, un almanaque imperial, redactado de una sola vez y destinado al público, sino un repertorio de los despachos del primicerio de los notarios, reservado para su uso propio y mantenido al día con correcciones y enmiendas15. El ejemplar del manuscrito que ha llegado hasta nosotros pertenecía al primicerio de los notarios de Occidente; fue llevado, con los objetos de las oficinas de gobierno, desde Milán a Rávena. Allí encontramos, en la parte relativa a Occidente, mención de datos muy heterogéneos; unos remontan al reinado de Teodosio I, y otros son contemporáneos de Valentiniano III (423-455)16. En la parte relativa a Oriente, donde las oficinas de Milán o de Rávena no tenían necesidad de mantenerse informadas al día, apenas encontramos artículos que se hubieran inscrito después del reino de Teodosio17. En conjunto, la parte de Oriente es de final del siglo IV, y la parte de Occidente de 400-450. 14

Mommsen (Prot. Aug., p. 132) lo admite sólo para el texto XII, 1, 38, donde Jullian (De prot., p. 69) entiende seu en sentido disyuntivo. Resulta difícil admitir que la frase nonnulli domesticorum se consortio copularunt se refiera a dos consortia distintos. La sinonimia, aquí, es evidente a primera vista; y se podrá demostrar que es cierta. 15 O. Seeck, Die Zeit des Vegetius, en Hermes t. XI, 1876, p. 71 y siguientes. 16 En el texto Occ. VII, 36, p. 34 Böking, se cita un cuerpo de Placidi Valentiniani felicis. El único de los Valentinianos que ha llevado el nombre de Placidus es Valentiniano III. 17 Ninguno después de 397, dice Seeck. Quizás sea una afirmación muy tajante. En Oriente, como en Occidente, la antigua schola única de los domestici es reemplazada en la Notitia por las dos scholae de los domestici equites y de los domestici pedites. En otro lugar el

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Ahora bien, si los domestici figuran, como les corresponde, en cada una de las dos partes de la Noticia, los simples protectores no aparecen inscritos, al menos con este nombre, en ninguna de las dos. Resulta, por tanto, imposible que hayan sido olvidados, y olvidados dos veces. Cabe pensar, a la fuerza, que han sido inscritos con otro nombre. ¿Pero qué nombre? Este pequeño problema, cuya solución nos proporcionará constataciones útiles, ha sido examinado al mismo tiempo por Jullian en Francia y por Mommsen en Alemania. Los dos sabios han propuesto a este respecto la misma hipótesis: a saber, que los protectores del Código eran idénticos a los domestici pedites de la Noticia18. Sin embargo Jullian advirtió que su hipótesis tenía un inconveniente: dos leyes del año 416 indican que los simples protectores, en esta fecha, no eran llamados domestici. No se les puede identificar con los domestici pedites de la Noticia salvo que se cumplan algunas condiciones: 1ª de rechazar la Noticia, o al menos los dos artículos de la Notitia donde son mencionados los domestici, tras el año 416, lo que se podría admitir; 2ª suponer que, poco después del 416, los simples protectores reciben el título de domestici. Así pues, los protectores han pervivido, conservando su nombre y diferenciándose de los domestici, mucho tiempo después del año 416; una prueba de esto es la rúbrica De domesticis et protectoribus de los dos Códigos, que fueron publicados en 438 y 536, y la ley Cod. Iust. XII, 17, 2, que reproduce una constitución de 432 del Código de Teodosio19, que cita, al lado de los domestici, a los simples protectores. Aún más: sabemos que en tiempos de Justino y de Justiniano los simples protectores están ampliamente documentados. Hasta el momento presente sólo sabemos una cosa segura acerca de los protectores del título Cod. Theod. VI, 24: que eran diferentes de los domestici. Nada sería menos apropiado que identificarlos con los domestici de la Notitia; hay que buscar otra opción. propio Seeck (Pauly-Wissowa, Real-Encyclopädie, t. IV, p. 648, s.v. Comites, 25) supone que esta división ha sido inaugurada en Occidente en 409, cuando fue necesario nombrar a Ataúlfo comes domesticorum. Esta división se atestigua para Oriente unos años después, en 416 (Cod. Theod. VI, 25, 1). 18 Jullian, De prot., p. 1; Mommsen, Prot. Aug., p. 131-132, más sumario y más oscuro, complica la hipótesis, malinterpretando a Amiano XXV, 10, 9, al considerar que los protectores de infantería accedían a este puesto por promoción de rango, en tanto que el puesto de domestici a caballo se trasmitía de padres a hijos. Esta hipótesis que yo examino, muy ingeniosa, responde a la necesidad de explicar cómo los protectores pueden ser a la vez otra cosa y la misma cosa que los domestici. La coincidencia de los dos sabios en la misma hipótesis hace creer, a la fuerza, que uno de ellos se inspira en el proyecto de memoria del otro (Jullian, Notes, p. 59, n. 1). La hipótesis, de hecho, pertenecía a Panciroli, editor de la Noticia en 1593, citada por Böcking (Not. Dig., t. II, p. 397). 19 Cod. Theod. VI, 24, 11.

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Basta leer hasta el final el título VI, 24 del Código, para encontrar allí la solución al pequeño problema que nos ocupa. He aquí el resumen de conjunto de tres leyes, 8, 9 y 10, de este título: Ley 8 (17 noviembre 416). — El jefe del officium, es decir, el primicerius de los domestici y los diez domestici que le siguen en la escala, entran al Senado y toman rango de consulares. Las vacantes que se producían en el número de estos once domestici senadores sólo se suplían con promociones por antigüedad. Los senadores de este origen no estaban sujetos a las imposiciones senatoriales. Ley 9 (4 de diciembre 416). El mismo privilegio se da a los simples protectores. Ley 10 (16 marzo 427): Praeter primicerios protectorum domesticorum decem primi scholarum20, cum ad huius vocabuli dignitatem devote ac strenue militando pervenerint, statim clarissimatus honore decorati inter allectos veluti ex consularibus esse mereantur, ita ut et a senatoriis functionibus penitus habeantur inmunes nulloque extrinsecus onere praegraventur. Esta ley de 427 parece tener por único objeto fijar la interpretación de las dos leyes de 416; prescribe, según parece, que los decemprimi de los dos officia, tanto protectores como domestici, quedaran totalmente exentos de contribuciones senatoriales, incluidas las tasas y complementos. A su llegada, a estos senadores se les invitaba a satisfacer algunas cuotas de ingreso que se exigía normalmente a los senadores. El emperador dispone aquí que, en el futuro, las dos categorías de senadores quedarían exentos de la tasa de ingreso, la principal de las contribuciones senatoriales, como se deduce de las palabras penitus y nullo extrinsecus onere que aparecen en la ley nueva. De cualquier manera que se interprete la ley, parece que los decemprimi scholarum que cita no pueden ser identificados más que con los decemprimi protectorum de la ley precedente. Sin embargo, la palabra scholae en las leyes de esta época, cuando se emplea en plural sin determinativo, designa siempre a las scholae palatinae21. Por tanto, si nuestra interpretación de la ley de 427 es correcta, los simples protectores 20

Es posible que el texto esté corrompido, y quizás podría restituirse así: protectorum domesticorum decem primi et decem primi scholarum. Pero también es posible que en 427 los domestici senatores fueran todos llamados del mismo modo, promicerii; el texto sería entonces inteligible tal cual. La ley Cod. Iust. XII, 29, 2 parece demostrar, en efecto, que en el año 474, en lugar de decem primi scholarum, se decía primicerii scholarum. Lo mismo sucede en el cuerpo de los decani, en 416, que cuenta con cuatro primicerii (Cod. Theod. VI, 33, 1). 21 Cod. Theod. VII, 4, 23; VI, 13, 1; XIV, 17, 8; 10; 11; 12.

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que, en el título VI, 24 del Código de Teodosio, son opuestos a los protectores domestici, serían los hombres de las scholae o scholares22. Estas scholae eran los regimientos de caballería de la guardia imperial. La Notitia Dignitatum enumera doce, de ellas siete en Oriente23. Diez de ellas llevan, con numerales y calificativos diversos, el nombre de escuderos (scutarii), dos de ellos, con mayor precisión, armaturae. Estos cuerpos de élite, escogidos y privilegiados, eran situados al margen y por encima de todas las fuerzas armadas del Imperio. Obedecían las órdenes de los generales en jefe: los magistri de la caballería y de la infantería, y los tribunos que mandaban las unidades tenían por jefe común al Magister Officiorum24. Son nuestros simples protectores del título Cod. Theod. VI, 24 jinetes de las scholae? El texto de la ley no nos lo aclara netamente y tampoco queremos caer en el engaño. La identificación que esta ley nos sugiere se quedaría en pura conjetura si no es refrendada por otros textos. La ley Cod. Theod. VI, 24, 9, nos indica que los simples protectores del título del Cod. Theod. VI, 24 eran verdaderos guardias de escolta, encargados de asegurar la defensa personal de los príncipes25. Los relatos de los historiadores del siglo IV nos informan únicamente de las scholae como cuerpos de guardia imperial. Eran estos scholares los que servían de escolta al emperador Constante y los que, a excepción de uno solo, le abandonaron cuando los asesinos enviados por Magnencio los encontraron reunidos en Elna26. Cuando Constancio hizo su entrada triunfal en Roma en 356, los 22

Lo que se constata es que los decem primi protectorum eran idénticos a los decem primi scholarum. Esto se entendería muy bien si los protectores formasen ellos solos la clase superior de los scholares. 23 Not Dig. Or. X: Schola Scutariorum prima; Schola Scutariorum secunda; Schola Gentilium senioruM Schola Scutariorum Clibanariorum; Schola Armaturarum iuniorum; Schola Gentilim iuniorum. — Not Dig. Occ., VIII: Schola Scutariorum prima; Schola Scutariorum secunda; Schola Armaturarum seniorum; Schola Gentilium seniorum; Schola Scutariorum tertia. El nombre completo de los Gentiles era Scutarii Gentiles (Amiano, XX, 2, 5). 24 Not. Dign., en los dos mismos capítulos citados en la nota anterior. Téngase en cuenta lo que dice a propósito Mommsen en su artículo citado, Hermes, XXIV, pp. 221-225. 25 Cod. Theod. VI, 24, 9 (año 416): devotissimos protectores, qui armatam militiam subeuntes non solum defendendi corporis sui, verum etiam protegendi lateris nostri sollicitudinem patiuntur, unde etiam protectorum nomen sortiti sunt... 26 Amiano, XV, 5, 16: sed Laniogaiso... quem dum militaret candidatus solum adfuisse morituro Constanti supra rettulimus... — Amiano llama a los guardias del príncipe candidati en cuatro casos: a propósito de la muerte de Constante, de la muerte de Juliano (XXV, 3, 5), de la muerte de Valente (XXXI, 13, 14; 16; los guardias, las tres veces, habrían quebrantado la fidelidad o les habría faltado valor), de la supuesta traición de algunos scholares tras la batalla de Adrianopolis (XXXI, 15, 8). Se podría creer que esta denominación encierra cierto sesgo irónico o desfavorable. En Amiano, me parece claro que los candidati son los scutarii o incluso los scholares en general, pues Juliano no llevaba otro tipo de guardia, y no cabe

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jinetes de escolta que rodeaban su carro eran escuderos, es decir, scholares27. Tres años más tarde, en la ribera del Danubio, los sármatas le asaltaron repentinamente y a traición, Constancio salvó la vida gracias a la acción de sus escuderos28. Cuando el César Galo cayó bajo sospecha, Constancio le quitó todas las tropas de numeri, pero le dejó las scholae, pues un emperador no puede ser privado de escolta29. Juliano César, en su palacio y en el intervalo de sus campañas, tenía igualmente escuderos como escoltas30. Él los lleva consigo a Oriente, y su escolta durante la campaña persa estuvo invariablemente constituida por hombres sacados de estos escuadrones31. También fueron las tropas de scholares las que rodearon al emperador Valente en los últimos momentos de su vida, en la campo de batalla de

suponer que los emperadores utilizasen una guardia especial para los días en que realizaban sacrificios. La palabra candidatus hace referencia, sobre todo, a la tela blanca que llevaban los scholares (Claudiano, De nuptiis Honori Aug. 295, candidus exercitus; Jerónimo, ep. LX, 9: sub candendi lino, a propósito de san Martín, que servía en las scholae), y ciertamente también al rango de los suboficiales que tenían todos los caballeros. Los principales del ejército, o al menos algunos de ellos, realizaban, desde tiempos de Septimio Severo, la albata decursio (von Domaszewski, Die Rangordnung, p. 81; pero nada prueba que Galieno concediera este privilegio a todos los soldados), y se llama candidati, en el siglo III, a los principales que podían aspirar al grado de centurión (Ibid., p. 33, 42, 53). Así se explica la ley de Justino, Cod. Iust. XII, 34, 5, §4: binas militias simul compositas et sociali nexas consortio... ut in viris dicatissimis scholaribus atque candidatis fieri moris est. Había, pues, candidati en otros sitios además de scholae; pero en las scholae eran en el siglo IV, a diferencia de las otras tropas citadas, las únicas formadas en su totalidad por candidati. 27 Amiano, XV, 10, 18. Sólo se nombra a los clibanarii; pero los soldados de escolta mencionados antes, que se situaban muy cerca de la persona imperial, tenían lanzas con puntas doradas; sin embargo, sabemos que las lanzas doradas y los escudos dorados (Jullian, De prot., p. 77) eran la insignia de los protectores bizantinos, que son, como se verá, los primeros de los scutarii. Además, la schola Scutariorum prima, siendo jerárquicamente superior a la schola Clibanariorum, quizás se situaba más cerca del príncipe en los desfiles. 28 Amiano, XIX, 11, 12: Stipatores tamen pauci, dum ignis more inundantes conabatur arcere... interierunt. Ibid. 16: Mors tamen eminuit inter alios Cellae, Scutariorum tribuni, qui inter confligendi exordia... Este Cella comandaba a los stipatores, que habían cerrado filas a su lado al comienzo del combate; cabe pensar, pues, que eran también scutarii. 29 Amiano, XIV, 7, 9: solisque scholis iussit esse palatinis et protectorum cum Scutariis et Gentilibus. Más tarde volveremos sobre este texto. 30 Amiano, XIV, 10, 21: Maurus... dum inter armigeros eius militaret ac regiam custodiret. — Para Amiano, Armiger principis equivale a Scutarius. Un mismo personaje es designado por los términos: quidam inter armigeros principis militans y más tarde por las palabras: punito scutario traditore (XXXI, 10, 3; 20). De este texto se deduce que no hay más armigeri principis que los scutarii. 31 Amiano, XXIII, 3, 8, y XXIV, 3, 2: cum armigera manu; XXIV, 5, 6: vulnerato armigero qui lateri eius haerebat; XXV, 3, 5: los candidati rodean a Juliano en su último combate.

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Adrianopolis32. El historiador Zósimo tiene razón al decir, a propósito de Juliano, que los escuderos tenían como función específica escoltar a los soberanos33. Amiano, a lo largo de su obra, llama a los escuderos con el nombre de armigeri principis, y Rutilio Namaciano, en un poema compuesto en 416, designa a las scholae mediante la paráfrasis armigerae principis excubiae34. Esta palabra —excubiae— demuestra que en tiempos de Honorio, y también en época de Juliano, las scholae formaban la guardia del príncipe en tiempos de paz y en tiempos de guerra. Por tanto, la función que corresponde a los escuderos y que, según los historiadores sólo les corresponde a ellos, es la misma que la ley Cod. Theod. VI, 24, 9 atribuye a los protectores “no” domestici. Es verdad que Amiano no da jamás el nombre de protectores a los escuderos, y que los militares que él llama protectores no realizan nunca funciones de guardiasescoltas. Resulta evidente ya, y se verá más claramente después, que los protectores de Amiano no son los protectores del título VI, 24 del Código de Teodosio. Resulta mucho más apropiado ver en los simples protectores de nuestro título VI, 24 a los caballeros de las scholae, a pesar de que estos protectores parecen estar ausentes en la Notitia Dignitatum, en tanto que, en sentido contrario, los scholares faltan en el Código teodosiano. Aunque sí son, para ser sinceros, mencionados muchas veces incidentalmente35. Pero los cuerpos armados a los que se confiaba la integridad de la persona imperial gozaban seguramente, como todo el que se sitúa cerca de la persona sagrada del príncipe, de ventajas y de honores excepcionales, y sus privilegios debían ser reunidos en un título especial del Código. El título VI, 24 no concernía a las scholae; el Código les dedicaba un título específico, De scholis36. 32

Amiano, XXXI, 13, 8: desertis ab armigeris principis; Ibid., 14: cum candidatis ac spadonibus paucis; Ibid., 16: quidam de candidatis. 33 Zósimo, II, 29: ὁ τῶν περὶ τὴν αὐλὴν ἡγόυµενος τάξεων, ὅν καλοῦσι ‘Ροµαῖοι µαγίστρον... τῶν ἀµφὶ τὸν βασιλέα ταγµάτων, οὕν σκουταρίους προσαγορεύουσιν. Cf. II, 25. 34 Rutilius Namatianus, De reditu suo, I, 563-564: Officiis regerem cum tecta magister, armigerasque pii principis excubias. El magister officiorum no tiene bajo sus órdenes más cuerpos de ejército que las scholae. 35 Cod. Theod. XII, 1, 38 (del 346); XIV, 7, 8-12 (de 389-393); VII, 4, 23 (del 396); XI, 18, 1 (del 409); VI, 13, 1 (del 413); VII, 4, 34 (del 414); VI, 24, 10 (del 427). 36 El título De privilegiis scholarum existe en el Código de Justiniano (XII, 29). Pero hay que estar alerta, pues el mismo Código tiene en otra parte un título De domesticis et protectoribus (XII, 17). ¿Podría decirse que sendos títulos corresponden a dos tipos de empleo? La objeción de diluye cuando se advierte que en tiempos de Justiniano no había más que una de las siete scholae donde los caballeros fueron designados con el título de protectores.

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Los once militares inscritos a la cabeza de la lista de rangos de nuestros simples protectores disfrutaban, según la ley VI, 24, 9 (del año 416) del Código de Teodosio, de la dignidad senatorial. Sin embargo, una ley Teodosio II, datada en 441, nos indica que la primera clase de scholares era la clase de los senatores37. Dos de estos scholares de alto rango nos son conocidos por inscripciones: uno de ellos es FL. MAXIMINUS SCUTARIUS 38 SINATOR , cuyo epitafio ha sido encontrado en Nicomedia, y ...TINUS 39 SCUTARE SCOLA PRIMA SENATOR , que fue enterrado en Roma. He aquí dos escuderos que han llegado al Senado. Han dejado de ser escuderos para convertirse en senadores, y está claro que hay una relación directa entre su oficio de escuderos y su dignidad de senadores. ¿En qué época los scholares han obtenido el privilegio de entrar en el Senado a un cierto grado de avance en su carrera? ¿Han pervivido los documentos que nos informan de tal circunstancia? O bien este privilegio no se legisla en los Códigos, o bien habrá que reconocerlos en nuestra ley Cod. Theod. VI, 24, 9, en el sentido de que los scutarii senadores sean los decemprimi protectorum de esta ley. Los editores del Corpus han relacionado la inscripción de Maximinus con otras dos, la de FL. SINDIA SENATOR DE NUMERO HERULORUM SENIORUM40 y la de AMABILIS SENATOR DE NUMERO BIS-ELECTORUM41. Pero estas dos inscripciones se alejan de nuestros dos Scutarii senatores, y el caso de los dos nuevos dignatarios es distinto. No son senadores por el hecho de pertenecer a los numeri de los Hérulos y de los Bis-Electi, lo que sería inexplicable. Su situación militar, excepto su rango superior al de los domestici, es el de los personajes que se titulan domesticus de numero N., es decir de todos los domestici que sirven como oficiales de tropa. Se encuentran entre los decemprimi domesticorum, y son senadores en las condiciones establecidas en las leyes Cod. Theod. VI, 24, 7 y 8. 37 Theodosii I Leg. Nov. XXI (cf. Cod. Iust. I, 31, 3): Comitibus scholarum verberandi regradandive senatores ac ducenarios licentiam denegamos. En la rúbrica de esta ley, las palabras et domesticis eorum que presentan algunos manuscritos son una adición inepta; toda la segunda parte de la ley se refiere a las condiciones de acceso de los scholares al ordo domesticorum. 38 CIL III, 14188, bilingüe. La información que ofrece el editor, de que había en Nicomedia una fábrica de corazas (clibanaria), está fuera de lugar, ya que scutarius de ningún modo significa “director de una clibanaria”. 39 CIL VI, 32948. Esta página del Corpus muestra cómo la historia de las scholae ha sido mal estudiada. Se ha reunido, bajo la rúbrica de scholastici (término que de ningún modo se aplica a los scholares), una serie de epitafios de caballeros de la guardia y de profesores de gramática o de retórica. 40 Dessau, ILS 2796. 41 CIL VIII 17414. Véase también CIL XI 1693 (Dessau, ILS 2806): Macrobis primicerius primi Theodosianorum numeri, donde primicerius quiere decir primicerius domesticorum

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Si bien es cierto que no existe, aparte de la ley Cod. Theod. VI, 24, 10, que no es explícita, ningún texto de los siglos IV o V que asigne expresamente el título de protectores a los scholares, queda claramente atestiguado que en tiempos de Justiniano los caballeros de una de las scholae llevaban ese título. Se lee en el léxico de términos militares que Juan Lydo incluyó en su tratado Sobre las magistraturas: πριµοσκουτάριοἱ ὑπερασπισταί, οἱ νὔν λεγόµενοι προτίκτορες42. Así pues, hacia 540, se llamaría protectores a los primoscutarii, es decir, a los jinetes de la schola prima Scutariorum. El poeta Coripo no entiende de otro modo el término protectores. Describe, en su poema titulado Panegírico de Justino II, una revista de las tropas palatinas que estaban a las órdenes del magister officiorum: Acciti proceres omnes; schola quaeque palati est Iussa suis adstare locis. Iamque ordine certo Turba decanorum, cursorum in rebus agentum, Cumque palatinis stans candida turba tribunis, Et protectorum numerus, mandante magistro43. Se enumeran aquí cuatro cuerpos por su orden (ordine certo, suis locis), un orden de dignidad ascendente. Los dos primeros, decani y agentes in rebus, son cuerpos civiles44. La cándida turba comandada por tribunos palatinos situados ellos mismos por debajo del maestro de los oficios, no puede ser otra cosa que el conjunto de las scholae, que exhibían un uniforme o un manto de tela blanca, que el poeta Claudiano llamaba candidus exercitus45. Finalmente el numerus protectorum, que pertenecía, ciertamente, a las scholae (el maestro de los oficios no tenía bajo su mando ninguna otra 42 Iohan. Lydo, De Magistratibus, I. 46, p. 158 Bekker. ¿La palabra νὔν significa que el título de protector estaba reservado exclusivamente a la schola prima? Puede suceder que en el siglo V los protectores fueran repartidos entre las diversas scholae, como permite suponer la ley Cod. Iust. XII, 29, 2, datada en 474. 43 Coripo, In laudem Iustini, III, 158-162. 44 Para los decani, ver Cod. Iust. XII, 26, 1-2. En el libro XII del Código de Justiniano, De Dignitatibus, los decani vienen tras los agentes in rebus (título XX) y tras los protectores (XVII), pero antes de los scholares ordinarios (XXIX). Puede ser que el orden de desfile fuera modificado entre 534 y 570, o puede ser que Coripo haya clasificado, por una parte, los cuerpos civiles, y por otra los militares. Como no existieron nunca oficiales llamados cursores y los agentes in rebus se ocupaban del cursus publicus (Cod. Theod. VI, 29, 7; 8; etc.), habría que leer cursorum in rebus agentum. 45 Afirma San Jerónimo, Ep. 60, 9: In palatii militia, sub chlamyde et candenti lino (alusión a san Martín, que servía en las scholae). Claudiano, De nupt. Honori Aug. 295. Recordamos que en las dos partes de la Notitia Dignitatum, la Schola prima Scutariorum se sitúa a la cabeza de las scholae; tenía preferencia sobre las demás.

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tropa armada), y que, por tanto, es superior a las otras scholae, es la schola que tiene preferencia de paso sobre las otras, la schola prima Scutariorum. Cuando los revolucionarios de la sedición de Nica (532) prendieron fuego al palacio imperial, quedó destruido el gran vestíbulo llamado Calcé, y alcanzó la fachada principal del edificio que servía de caserna a los guardias. Tres historiadores que cuentan la revuelta46 mencionan el hecho. Malalas (en 570-580) escribe: «La Calcé del palacio ardió hasta el edificio de las scholae». El autor de la Crónica Pascual (en 670-680): «Lanzan el fuego al vestíbulo, hasta alcanzar el techo de bronce, y comienza a arder con el pórtico de los scholares, de los protectores y de los candidati». Teófanes, hacia 810, indica: «Dirigen el fuego al vestíbulo del palacio y a las estancias de los protectores»47. La comparación de los tres textos prueba también que los protectores formaban parte de las scholae48. A decir verdad, no es seguro que el título de protectores quedara reservado, desde comienzos del siglo V, como ocurría en tiempos de Justiniano y de Justino, a los caballeros de la schola prima Scutariorum. Una ley de los emperadores León y Zenón, datada en 474, dan a entender que los protectores estaban entonces repartidos entre las diversas scholae49. La organización de este cuerpo de la guardia pudo ser cambiado en el transcurso del siglo V50. Ahora nos basta saber que a comienzos del siglo V los militares que las leyes llamaban protectores, por oposición a los protectores domestici, eran los caballeros de las scholae. Creo yo que este punto queda bien establecido por la ley Cod. Theod. VI, 24, 10, donde decemprimi 46 Los otros, enumerados por Ch. Diehl (Justinien, Paris, 1901, p. 457, n. 2). Queda claro que las siete scholae (por tanto, 3.500 caballos) no podían todos alojarse en el edificio incendiado. 47 Malalas, XVIII, p. 474 Dindorf. Chronicon Paschale, ann. 532, p. 621 Dindorf. Teófanes, Chronographia, 157 A, t. I, p. 283 Classen. Los lazos de dependencia de los tres textos importan aquí: los tres autores son bizantinos y conocían el edificio en cuestión, y lo mencionan por su nombre corriente. 48 El autor de la Crónica Pascual parece que se equivoca al suponer que en 532 a las scholae pertenecían los protectores, los scholares propiamente dichos y los candidati. La palabra candidati se aplica en el siglo IV a todos los scholares; en el siglo VI, en texto de Coripo, una fuente indiscutible, indica que el nombre a los scholares distintos de la schola prima. En el siglo VII solamente las scholae VI y VII eran llamadas candidati seniores y candidati iuniores (Chron. Pasc. Ol. CCLV y CCLVI, p. 501-502 Dindorf). 49 Cod. Iust. XII, 29, 2: ... qui in singulis scholis militant quique post emensa stipendiorum curricula ad primiceriorum gradum pervenerint, et adorata nostrae divinitatis purpura virorum clarissimorum comitum meruerint dignitatem.... La expresión singulis scholis puede también significar que han pasado de una schola a otra, siguiendo un orden jerárquico. La ley nos indica también que en 474 los decemprimi scholarum (llamados primicerii) eran, no vv. cc. consulares, sino vv. cc. comites. 50 Su reclutamiento cambió. Anastasio (491-518) hizo que los isaurios fueran predominantes (Procopio, Hist. Arc. 6).

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scholarum sólo puede significar decemprimi protectorum. Por otra parte, comparando los títulos De domesticis et protectoribus, vemos que los términos domestici y protectores tienen verdaderamente el mismo sentido en estas dos series de leyes, donde una reproduce parcialmente a la otra. Por tanto, los protectores del título Cod. Theod. VI, 24 son tanto los caballeros de las scholae como los protectores del título Cod. Iust. XII, 1751. Hemos llegado al momento en que los soldados que servían de hecho como guardias de escolta de los príncipes habrían recibido, en ese momento, el título de protectores52. Pero este título no siempre tuvo el mismo significado. Se lee en Lactancio que el pastor Daya, sobrino de Galerio, «apenas arrancado de los bosques y los rebaños, inmediatamente fue nombrado escudero, en seguida protector, poco después tribuno y al día siguiente César»53; por tanto, hacia 293, es decir, en la época de Galerio, era posible, como en el caso de su sobrino, nombrar a uno escudero y luego protector, y quizás también en 314-320, que es cuando escribe Lactancio, protector se diferencia de scutarius, del mismo modo que tribunus de protector. No parece posible que entonces hubiera scutarii protectores, ni que hubiese jinetes en las scholae con el título de protectores antes del año 346, fecha de la ley Cod. Theod. XII, 1, 38, que enumera, como categorías distintas a esta serie de personas: 1º, los domestici seu protectores, entendiendo que ambas palabras son sinómimos; 2º, los scholares. Los protectores de 346, por tanto, no formaban parte de la scholaris militiae54.

51 No cabe duda de que los protectores del título Cod. Iust. XII, 17 no son los primoscutarii de Juan Lydo ni el numerus protectorum de Coripo, sino que se relacionan con los agentes in rebus (Cod. Iust. XII, 20). Ahora bien, la rúbrica y dos leyes (dos de cuatro) de este título remiten al título Cod. Theod. VI, 24. Además, el título De domesticis et protectoribus está, en ambos códigos, precedido del título De decurionibus et silentiariis y seguido del título De praepositis labarum. Se sabe que en los dos libros De Dignitatibus de los dos Códigos las dignidades están clasificadas siguiendo el orden preestablecido dentro de cada jerarquía. 52 Es lo que indica la ley Cod. Theod. VI, 24, 9 del año 416: unde etiam protectorum nomen sortiti sunt. 53 Lactancio, De morte persec. 19, 6: Daia vero sublatus nuper a pecoribus et silvis, statim scutarius, continuo protector, mox tribunus, postridie Caesar. 54 Cod. Theod. XII, 1, 38: Quoniam nonnulli curiis derelictis domesticorum seu protectorum se consortio copularunt, scholari etiam quidem nomem dederunt militiae aut palatinis sunt officiis adgregati... (Quedan sometidos a sus curias, a menos que no hayan servido efectivamente durante cinco años). Aquí los términos sinónimos de domesticus y protector quedan indicados por el singular consortium; además, según lo dicho antes, los protectores que no eran domestici serían los scholares, y la ley opone estos protectores a los scholares. Las disposiciones de la ley Cod. Theod. XII, 1, 38 son renovadas por la ley 88 del mismo título, datado en 382. Yo creo que en esta última ley los términos protectores aut domesticos no designan todavía más que a una sola categoría de personas.

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La ley más antigua del título Cod. Theod. VI, 24, que menciona sin contradicción a estos protectores no domestici que hemos reconocido como jinetes de las scholae, se data en el año 387. Es imposible que los scholares hayan sido llamados oficialmente protectores mucho antes de esta fecha. Amiano Marcelino, efectivamente, ignora completamente este empleo del término protectores, y no conoce más protectores que los protectores domestici55. Por consiguiente, cabe admitir que en la época en la que escribe, es decir, entre 380 y el 400, el ejército y el público no habían adquirido aún la costumbre de dar este título a los jinetes de las scholae. Podríamos preguntarnos igualmente si todas las leyes del Código Teodosiano donde el término protectores designa a los escuderos de la guardia nos han sido transmitidas en su forma original, o si el texto de las leyes más antiguas no ha sido retocado en el momento preciso de ser incluidas en el Código, adaptándola a la terminología oficial reciente. Se puede admitir aquí provisionalmente que el título de protectores (con los privilegios que les son propios) únicamente corresponde a una parte de los escuderos en tiempos de Teodosio. Para prevenir las confusiones, concedemos aquí a los simples protectores citados en Cod. Theod. VI, 24 el título de “nuevos protectores”. III. QUE LOS DOMESTICI DEL TÍTULO COD. THEOD. VI, 24 SON LOS ANTIGUOS PROTECTORES (LOS PROTECTORES O DOMESTICI DE AMIANO) Los militares que Amiano llama indistintamente protectores, protectores domestici o domestici, no eran los protectores del título Cod. Theod. VI, 24, sino, evidentemente, los protectores domestici o domestici del título, y más ampliamente en el Código56. Esta identificación está confirmada por varios textos ya citados. Vegecio llama domestici a la misma 55

En sendos pasajes de Amiano aparecen, respectivamente, un protector domesticus y un scutarius: XXVI, 5, 14: Sollicitusque super Africa, ne repente perrumperetur, Neoterium... tunc notarium ad eandem tuendam ire dispusuit, et Masaicionem domesticum protectorem... hisque scutarium adiunxit Gaudentium, olim sibi cognitum et fidelem. XXVII, 10, 16: “in hac dimicatione nostri quoque oppetiere non contemmendi, inter quos Valerianus fuit domesticorum omnium, et Natuspardo quidam scutarius, exsertus ita bellator, etc.”. Amiano no menciona más que dos scutarii, que por tanto estaban en un lugar privilegiado en el cuadro de rangos. Es fácil comprobar igualmente que, de los diversos protectores de los que habla Amiano, ninguno cumple la función de guardaespaldas. 56 Las dos palabras, protector domesticus, forman una expresión demasiado específica para evitar interpretaciones dudosas. No sucede lo mismo con el término protector, que tiene dos sentidos. Con la doble calificación la contradicción desaparece en los documentos.

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categoría de militares que Amiano, en su relato del asedio y toma de Amida, designa con el nombre de protectores. El protector et notarius de una inscripción de Módena contempla a esa clase de notarios imperiales que el Código llama domestici et notarii. En las carreras militares que nos quedan por estudiar, ambos títulos, el de protector y el de domesticus, aparecen como rigurosamente equivalentes. Un soldado del siglo IV o V que pretendiese hacer una carrera, sólo tiene dos caminos a seguir: de miles ascender a protector o domesticus (nunca sólo uno, y después el otro); de protector o domesticus asciende a tribuno (o praefectus, o praepositus); de tribuno asciende a comes. En la secuencia de este cursus, como en Amiano, domesticus y protector, son términos sinónimos. Acabamos de ver que en el texto Cod. Theod. XII, 1, 38, del año 346, las palabras protectorum seu domesticorum designaban a una sola clase de personas; el seu no es disyuntivo, sino explicativo. Tanto los domestici del Código, como los de Amiano y de las inscripciones, son todavía idénticos a los antiguos protectores del Código, aquellos que nosotros llamamos provisionalmente los protectores anteriores a Teodosio. Se encuentra en la lengua del Código este sinónimo de las palabras protector et domesticus que aparecen Amiano. Sobre el empleo de los dos apelativos, no hay desacuerdo entre Amiano, por una parte, y el Código por el otro, sino que hay contradicciones en el Código mismo. Lo que parece muy claro es que, de entre los dos sinónimos, protector et domesticus, el primero ha sido el usado desde tiempos más pretéritos. En el Código de Teodosio, los protectores son mencionados con frecuencia a partir de los años 313-315, y se conocen muchos protectores por las inscripciones del siglo III57. Los domestici sólo aparecen en el Código: en una ley de 346 que es citada tras una serie de leyes correspondientes al año 36258. A mediados del siglo IV se inició, por razones de las que ahora sólo podemos hacer una hipótesis, la costumbre de dar a los protectores el nombre de protectores domestici, que quedaría abreviado en domestici. Los 57

Cod. Theod. VII, 21,1 (313-315); VII, 20, 4 (325); VII, 22, 2 (326); VIII, 7, 2 (326?); VII, 20, 5 (328?); VII, 22, 5 (333); XII, 1, 38 (346); VII, 21, 2 (353); VII, 20, 8 (364); VIII, 5, 30 (368); XIII, 1, 7 (369). No cito aquí los textos posteriores a la subida al trono de Teodosio (379). Las inscripciones serán citadas más adelante. 58 Cod. Theod. VI, 24, 1 (362); VI, 24, 2 (362); VI, 24, 3 (364); VIII, 7, 9 (366); XII, 1, 88 (382); VIII, 5, 49 (386); VIII, 8, 4 (386); VI, 24, 4 (387); VI, 24, 5 (393); VI, 24, 6 (395); VII, 21, 3 (396); XII, 1, 153 (397), VII, 4, 27 (406); VI, 24, 7 (414); VI, 24, 8 y 9 (416); VI, 24, 11 (432); VIII, 1, 17 (433). Véase además: Cod. Iust. XII, 17, 3 (cf. Nov. XXI de Teodosio II); II, 7, 25, § 3 (519); XII, 17, 3 (después del 527). Esta secuencia de referencias, y la anterior, han sido reunidas por Mommsen, De prot. Aug., pp. 431-431. Yo he reestructurado las dos series en: protectores domestici por una parte, domestici por otra, siempre teniendo en cuenta que ambos términos son equivalentes en todos los casos.

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tres calificativos se emplearían indistintamente en tiempos de Amiano. En el siglo VI, y también en tiempos de Vegecio, únicamente se diría domesticus. El nombre de protector, devaluado en los grados inferiores, debió de ser abandonado por los propios militares de este rango cuando empezó a designar a los primeros caballeros de las scholae. IV. QUE LOS ANTIGUOS PROTECTORES, LLAMADOS MÁS TARDE DOMESTICI, ERAN SIMPLEMENTE CENTURIONES ¿Cuál era en el Estado romano la función de los protectores que enseguida fueron llamados domestici? Mommsen ha observado que ningún texto los muestra unidos en un cuerpo de combate, ni realizando junto a los emperadores la función de guardaespaldas que parece corresponder, en principio, a la denominación de su título59. Sabemos que tuvieron un sitio importante en la historia del siglo IV60. Aparecen citados veintiocho veces en la obra de Amiano y con mayor frecuencia aún en las fuentes jurídicas. Las inscripciones que nos han dejado son diez veces más numerosas que las de los scholares, y la diversidad de su origen demuestra que no había protectores en todas las partes del Imperio. Resulta especialmente chocante comprobar que los oficiales superiores y los generales del Bajo Imperio, de los que conocemos su carrera, llevan el título de protector o domesticus. Pero ignoramos a quién servían los protectores. Se supone que formaban parte de la guardia del príncipe; podemos imaginar incluso que eran la guardia del príncipe o que esta guardia era similar a aquélla de los caudillos germanos, y parece sostenerse que las instituciones militares del Bajo Imperio reposan sobre la fidelidad y el Gefolgswesen del derecho consuetudinario germano61. Pero las pruebas que se han aportado en apoyo de esta hipótesis son frágiles. Muchos estudiosos reconocen que la 59

Mommsen, Hermes, XXIV, p. 222, n. 1. Jullian, De protect., p. 52: Magna pars historiae romanae a Diocletiano protectores fuerunt. 61 La hipótesis del origen germánico de la institución ha sido propuesto, como indica Guilhiermoz (Essai sur l’origine de la noblesse en France, Paris 1902, p. 65, n. 76), por H. Brunner (Forschungen zur Gesch. des deutschen und franzörischen Rechtes, p. 76, 84-87, y Detsche Rechgeschichte, t. II, p. 99). La propuesta ha sido desarrollada por O. Seeck (Das deutsche Gefolgwesen, ya citado). Von Domaszewski, estando de acuerdo en que la institución de los protectores es muy oscura, escribe sin ambages (Die Rangordnung, p. 192): “En un mundo que se derrumba, Galieno acudió a esta fidelidad germánica, que había aprendido a admirar de sus enemigos, como único principio capaz de regenerar su ejército”. 60

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institución de los protectores sigue en la penumbra62. Olvidemos por un momento lo que estas investigaciones recientes han dicho sobre el asunto y pongámonos a examinar directamente los textos, y a leerlos como no se ha hecho hasta ahora. El primer autor que debemos consultar es Vegecio, el teórico militar del Bajo Imperio. El término protectores no se encuentra en su obra De re militari, pero sí encontramos una referencia a los domestici. La frase ya ha sido citada: Sciat etiam (dux) si potest fieri, nominatim, quis comes, quis tribubus, quis domesticus, quis contubernalis quantum possit in bello63. Está claro que para Vegecio el conjunto de los militares citados en estos cuatro órdenes —comites (condes), tribunos, domestici, tropa— representa la totalidad de un ejército. Se ha visto igualmente que Amiano, en su empeño por explicarnos las causas de la caída de la plaza fuerte de Amida, menciona sucesivamente: 1º, al conde que comandaba la plaza; 2º, a los tribunos; 3º, a los protectores64. Amiano dice también que Graciano el Viejo, padre de Teodosio, había entrado en el ejército como simple soldado, pasando luego a la dignidad de protector, luego a la de tribuno, y finalmente comes65. De este texto se deduce que el “protectorado” es una dignidad militar, en el mismo sentido que el tribunado o la comitiva. Esta palabra que designa una dignidad no equivale exactamente a nuestro término de “rango”, pues hay distintos grados en la comitiva militar66, y los tribunos son llamados unos maiores, otros minores, y entre ambos existe una diferencia jerárquica67. Además, en la frase de Vegecio, tribunus es un nombre 62

H. Grégoire, Bull. Corresp. Hell. 1907, p. 38, alude a “la espinosa cuestión de los protectores”. Von Domaszewki, Die Rangordnung, p. 198, indica: “Por primera vez habrá que aclarar la institución de los protectores”. Cabe destacar también la confusión de Mommsen sobre este asunto (cf. L. Homo, Essai sur... Aurélien, 1904, p. 206). 63 Veget. De re milit. III, 10, p. 89, 15 Lang. 64 Amiano, XIX, 9, 2. 65 Amiano, XXX, 7, 3: ...post dignitatem protectoris atque tribuni comes praefuit rei castrensi per Africam. 66 Existen, desde tiempos de Constantino, comites ordinis primi, secundi y tertii (Eusebio, Vita Constantini, IV, 1). Más tarde se documentan cuatro grados entre los comitiva (Nov. Valentiniani, VI, 3). Entre los condes militares, hay tres grados bien diferenciados. Un magister militum es también un comes (Amiano, XVIII, 8, 6; Paulino de Milán, Vita Ambrosii, 30). La comitiva es una de las mayores unidades, realmente la de mayor rango, de la carrera militar (Paulino de Nola, Ep. XXV, 8, de comitiva incipis militare). 67 Lactancio, De morte persec. 18, 10: a Diocletiano factus tribunus ordinis primi. Los tribunos de las scholae eran con diferencia los de mayor rango de los tribunos de los numeri; los tribuni et notarii eran superiores a los tribunos de las scholae (Amiano, XIV, 2, 21). En el siglo IV se conoce una causa nueva (?) de desigualdad: los tribunos nombrados por designación personal eran los tribuni maiores, los tribunos nombrados así por razón de su experiencia o veteranía, tribuni minores (Vegecio, De re milit. II, 7).

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genérico que designa a todos los oficiales de rango intermedio entre los comites y los domestici. Vegecio incluye ahí, ciertamente, a los prefectos de ala y de las legiones (o más concretamente de los destacamentos legionarios), y a los prefectos o praepositi de los numeri68. Los praepositi, en tiempos de Teodosio, estaban prácticamente asimilados a los tribunos69. Pero podría haber diferencia de grado entre los protectores. Las tres dignidades de protector (o domesticus), de tribuno y de comes marcan las tres divisiones de la carrera de un oficial: responden a las tres categorías modernas de oficiales subalternos, superiores y generales. Por debajo de ellos únicamente está la tropa (contubernales), los grados inferiores. Los oficiales subalternos, que son inferiores a los tribunos, pero situados por encima de la tropa, no aparecen jamás en Vegecio con el nombre de domestici. Resulta verdaderamente increíble que un tratado de arte militar no mencione más que una vez a los oficiales subalternos. Vegecio debe hablar de ellos y designarlos con otro término. Hay más de una razón para creer que el domesticus se utilice genéricamente para referirse a muchos grados. Este autor cita únicamente dos grados70 que responden a las condiciones indicadas: el de los centenarii, que mandan, dice él, una centuria y son los sucesores de los centuriones de otra época, y el de los ducenarii,

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En la Notitia, los cuerpos de tropas o unidades militares tienen como jefes: las cohortes, tribunos; las alas y las legiones (unidades que hay que considerar, respecto al Alto Imperio, como “divididas”), los prefectos; muchos numeri (en el sentido que tienen en el siglo IV; cf. Mommsen, Hermes, XXIV, p. 196) y quizás los cunei, tienen como comandantes a los praepositi. Estos tres tipos de oficiales superiores pertenecían a una misma clase; poseen, si no el mismo rango, la misma “dignidad” militar. 69 Cod. Theod., XII, 1, 113: Viris clarissimi ducibus tribunis praepositis; VII, 20, 3: tribunatus praepositurasque; VI, 18, 1: tribunos vel praepositos militares; (cf. Jullian, Notes, p. 74). Cuando Amiano escribe que los domestici más viejos del estado mayor de Ursicino fueron promovidos al mando de cuerpos de tropas (ad regendos numeros, XVI, 10, 21), quiere decir que fueron nombrado praepositi o tribuni. En cuanto a los prefectos, quizás todos alcanzaran el grado de tribunos. 70 Nombra también a los vicarii y los principes, III, 4: tribunorum vel vicariorum necnon etiam princiopiorum... severitate teneantur... Dux autem esse debet adtentus ut in ómnibus legionibus sive auxiliis vel vexillationibus a tribunis vicariis principiisque, si qui turbulenti vel seditiosi sin milites... pro rerum veritate cognoscat. Los vicarii son los oficiales que sustituyen a los jefes de los cuerpos de tropa; los principes son también jefes de cuerpos o de destacamentos. Lo sabemos por Amiano, XXV, 8, 16: cum tribunis principisque; XXVIII, 6, 17, un comes envía órdenes a un numerorum principis. Por el citado texto de Vegecio vemos que este personaje es, evidentemente, el jefe de cuerpos o de destacamentos que informan al general sobre el estado de ánimo de sus tropas. Los dos títulos de vicarii y de principes indican un mando temporal, no un grado.

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que mandan dos centurias71. Añade que el ducenarius de su tiempo es el sucesor del primus hastatus de antes, el cual era uno de los seis centuriones de la primera clase de su legión72. Habrá que entender que los ducenarii representan ellos solos, en las legiones y las cohortes aisladas del siglo V, a la primera clase del antiguo centurionariado, es decir a los primi ordines o centuriones de las primeras cohortes. Por tanto, los domestici de Vegecio, es decir los antiguos protectores, deben ser los centenarii y los ducenarii. Aquellos que, en efecto, no son ni contubernales73, ni tribunos o jefes de tropa, pues todo cuerpo, cohorte o numerus, tiene en todos los casos varias centurias. Los centenarii y ducenarii son situados precisamente por encima de la tropa y por debajo de los jefes de cuerpo. Y la cadena de Vegacio —quis comes, quis tribunus, quis domesticus, quis contubernalis— pretende evidentemente mostrar todos los eslabones, y significa que el general en jefe debe conocerlo sin lagunas. Los centenarii y ducenarii sólo puede tener cabida en la jerarquía así resumida en el plano de los domestici. Esta deducción queda confirmada después, de manera indirecta, por el hecho de que el cuadro de los nuevos protectores, los que no servían ya en la tropa y eran jinetes de las scholae, estaba dividido en tres clases: 1) los senatores; 2) los ducenarii; 3) los centenarii. Por su gran semejanza esta organización parece haya imitado a la de los antiguos protectores, ahora convertidos en domestici, y que además de los senadores que iban en cabeza de su formación, los antiguos protectores habían sido divididos, ellos también, en ducenarii y centenarii, como viene a indicarnos el texto de Vegecio.

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Vegecio, II, 8: Item primus hastatus duas centurias id est CC homines ducebat in acie secunda, quem nunc ducenarum vocant... Erant etiam centuriones, qui singulas centurias curabant, qui nunc centenarii vocantur. Cf. II, 13: Centuriones insuper, qui nunc centenarii vocantur. En el primero de estos textos, duas centurias es una expresión inexacta: un centurión mandaba siempre una centuria; pero los centuriones de primera clase (primi ordines u ordinarii), es decir, los centuriones de la primera cohorte de cada legión, tenían, excepto el último de ellos, centuriones de refuerzo. Se sabe que las primeras cohortes tenían cinco centurias (en lugar de seis), que contaban respectivamente 400, 200, 150, 150 y 100 hombres (von Domaszewski, Die Rangordnung, p. 28). El primus hastatus o hastatus mandaba la tercera (ibid., p. 93). Pero el error que comete Vegecio debe explicarse por el uso de su tiempo, donde el ducenarius, en efecto, mandaría dos centurias. 72 Von Domaszewski, p. 93. En cada primera cohorte hay dos primili; uno de ellos con rango superior y no sujeto a centuria alguna, un princeps, un primus hastatus (a menudo llamado hastatus sin más), un princeps posterior y un hastatus posterior in cohorte prima. 73 Tras haber hablado de las centurias y de sus jefes, Vegecio añade (II, 13): Rursus ipsae centuriae in contubernia divisae sunt, ut decem militibus... praestat decanus, qui caput contuberni est.

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En todas las carreras de los soldados del Bajo Imperio que se conocen, la dignidad de protector o de domesticus ha precedido al rango de tribuno. Se verá más adelante que no hay excepción a esta regla: el miles no puede convertirse en oficial superior si no pasa por el grado de protector o, más tarde, de domesticus. San Jerónimo enumera, en un libro escrito en 399, la serie completa de los grados que debía cumplir un tribuno de caballería cuando sus ascensos estaban ligados a su antigüedad y no se habían producido promociones por atajo74. Se notará que los grados inferiores tenían en la caballería nombres especiales: Finge aliquem tribuniciae potestatis suo vitio regradatum per singula militiae equestris officia ad tironis vocabulum devolutum: numquid ex Tribuno statim fit tiro? Non, sed ante primicerius, deinde senator, ducenarius, centenarius, biarchus, circitor, eques, dein tiro75. ¿En qué momento de su carrera el soldado que pasaba por todos estos grados era un domesticus? Vegecio nos lo indica: se era domesticus al dejar los cuadros básicos de la tropa y aún no se ha alcanzado el tribunado. Sin embargo, en ese caso, circitor y biarchus están todavía enmarcados en el cuerpo de tropa; el biarchus de caballería no era superior a un decanus de infantería. Por tanto, el centenarius, el ducenarius, el senator y el primicerius son los domestici. Y sabemos por otras fuentes que los decemprimi domesticorum llevaban el título de senadores, y que por debajo de ellos el jefe del cuadro de mandos era llamado primicerius76. Está clara,

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En efecto, uno podía ascender a tribuno por elección (per epistolam sacram), o bien por antigüedad (ex labore, Vegecio, II, 7). Esta es la segunda posibilidad de alcanzar la cabeza del cuadro de los domestici. Amiano ofrece un ejemplo (XVIII, 3-5): Valentinus ex primicerio protectorum tribunus. Aunque entre los protectores promocionados a tribunos por elección no estaban los primicerii ni necesariamente los senatores (Amiano, XVI, 10, 21). 75 San Jerónimo, Contra Ioannem Hieros. 19 (Migne, XXIII, 370). Seeck (Gesch. des Untergangs, tomo II, p. 486) cree que se trata de un oficial que habría desarrollado su carrera en «los cuerpos de tropa de protectores, domestici y scholares». El texto no dice nada de ello; se trata de un tribuno de caballería cualquiera; además no formó parte de tropa alguna de antiguos protectores o domestici. – Biarchus y circitor son dos términos extraños a la lengua militar de los siglos II y III. Parecen corresponder a los términos de duplicarius y sesquiplicarius del ejército altoimperial (von Domaszewski, Die Rangordnung, p. 51) y designan seguramente a algunos tipos de principales. El circitor posee dos caballos (Cod. Theod. VII, 22, 2); el sesquiplicarius también (Dessau, 2529). 76 Cod. Theod., VI, 24, 7, del año 414. Esta no es, ciertamente, la ley que ha instituido los privilegios de los decemprimi, sino que tiene por objeto especificar que las vacantes en el grupo de los decemprimi sólo serán completadas teniendo en cuenta el criterio de antigüedad.

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pues, la escala de domestici, a saber, en orden descendiente: senatores (un primicerius y diez decemprimi), los ducenarii y los centenarii. Es preciso ver enseguida si las inscripciones avalan las conclusiones a que hemos llegado a partir de los textos literarios. La clase superior de once senadores está representada por estas tres inscripciones: CIL, XI, 1693 (Dessau 2806): B. M. Hic requiescet in pace Macrobis primicerius primi Theodosianorum numeri, qui vexet annis pl(us) m(inus) quinquaginta tantum, depositus est sb77 idus Maias, sex(to) p. c. Basili iun v.c. ind. decima.78 Dessau 2796, Concordia: Fl. Sindia senator de numero Herulorum seniorum. CIL, VIII, 17414: Amabilis senator de numero Bis-Electorum.79 Estos tres personajes llevan, respectivamente la titulatura: el primero, primicerius, y no primicerius domesticorum; los otros simplemente senatores. Significa que los decemprimi no podían ser reconocidos con el título de domestici, pues lo normal es que se tratara de jóvenes oficiales que se codeaban con otros de rango muy inferior. Algo similar sucede actualmente en nuestro ejército: el título de suboficial era común a grados de distintas escalas. La expresión «de numero N.» que figura sobre las inscripciones de Sindia y de Amabilis, indica que no eran jefes de sus respectivos numeri, sino oficiales subalternos, o, como dice Vegecio, domestici. Las inscripciones de protectores y de domestici, además de las tres que acabamos de citar, se dividen en dos clases: la de los protectores ducenarii y la de los protectores sin epíteto. La primera fórmula es, como cabe suponer, la menos frecuente80. Un papiro del año 359, publicado por Wilcken en Hermes, XIX, 1884, p. 418, menciona a Fl. Agemundus, senator numeri auxiliarium Constantiacorum, sub Vario tribuno. 77 Es decir, VIII. 78 En 547 d.C. 79 Esta última inscripción puede ser de época bizantina, como la de Macrobis (la de Fl. Sindia es más bien del siglo V). La Not. Dign. Occ. (VII, p. 33 Boecking) cita a los Heruli seniores entre los numeri con guarnición en Italia. El título Cod. Iust., XII, 7, muestra que la legislación del V, así como la del IV, sobre los domestici, estaba todavía en vigor en tiempos de Justiniano. Debe añadirse a estas tres inscripciones el papiro del año 359 que hemos citado en la nota 76. 80 Muchas inscripciones que podrían citarse figuran en el corpus epigráfico de los protectores que Mommsen ha realizado, Ephem. Epigr. V, p. 122, nºs 19-47 (los números 118 no procede tenerlos en cuenta en este momento), p. 141, nºs 54-64, y p. 667. Hay que subrayar de este corpus los nºs 10 (cf. Dessau, nº 2090 = CIL, VI, 2256); 16 (cf. Marquardt, L’Organisation militaire des Romains, traducción francesa, p, 367, n. 6); 37, donde resulta

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CIL, III, 14165, nº 1: Aur. Vict(ori), duc(enario) prot(ectori)... Aurel. Baia duc(enarius) prot(ector), fratri pientissimo. Ibid., V, 5833 (nº 41, Mommsen): ... senui ... ducenario prot[ectori]. Ibid., XII, 2576 (nº 22, Mommsen): Aurelius Romanus protector ducenarius. Ibid., III, 6439 (nº 39, Mommsen): Raus... Atenia pro(tector) duc(enarius). Se deduce que los protectores ducenarii fueron llamados simplemente ducenarii, como los domestici senatores llevaban simplemente la titulatura de senatores sin más, y por la misma razón81: CIL, III, 14704: L. Victo(rin)o ducena(rio e)x vexill(atio(n(e) Equitum… Ibid., V, 8759, Concordia: Fl. Savinus, ducenarios de numero Batavorum seniorum. Rev. publ. ép. a. 1890, nº 147, Concordia: Fl. Fasta, duce(narius) de Batavis equ(itibus) sen(ioribus). Ibid., nº 148, Concordia: Fl. Bastemodus, ducenarius d(e) n(umero) Erulorum seni(orum). Ibid., a. 1891, nº 104, Concordia: Fl. Cascinivo ducenario ex numero armarturarum.82 improbable la restitución in pr(otectoribus). En fin, el nº 4, Bormann (CIL, XI, 4082) abandona la lectura Gallieni invicti; la inscripción no está datada y deja de ser ilustrativa. – No es seguro que alguna de nuestras cuatro inscripciones de protectores ducenarii no sea del siglo III d.C. 81 Así se explica el hecho de que no se lea jamás sobre las inscripciones la expresión domesticus ducenarius. 82 Conviene hacer una precisión sobre los ducenarii de Concordia: podría haber entre ellos oficiales de Odoacro o de los reyes godos. El título de domesticus, en el reino godo de Italia como en la Galia merovingia, había cambiado de sentido y designaba a un personaje de rango muy alto, superior al de los tribunos e incluso superior al de los condes (Cassidoro, Var. X, 11, 3, y X, 12, 2; Fustel de Coulanges, La Monarchie franque, p. 158). También hay entre las inscripciones de la Italia regia centenarios de numeri, algo que no sucede bajo el Imperio. Así los ducenarios de Odoacro y de Teodorico no llevaron jamás el título de domestici. – De los ducenarii citados por Mommsen, nºs 49-53, uno solo parece haber sido protector ducenarius, es el nº 52 (CIL, XII, 149), Iunius Marinus v.e. ex ducenario; a menos que haya sido ducenarius antes del reinado de Claudio. Es un oficial del siglo III. En los otros cuatro casos, ducenarius tiene un sentido diferente y designa quizás a un funcionario civil, o bien a un dux ducenarius. Volveré sobre este punto.

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La mayoría de las inscripciones nos permite conocer a los simples protectores y a los simples domestici. Unos y otros no pueden haber pertenecido sino a la tercera clase de su orden, que era necesariamente la más numerosa. Eran protectores centenarii. Efectivamente, sabemos por Vegecio y por San Jerónimo que había domestici centenarii, dos veces más numerosos, según parece, que los ducenarii83, y no existe (al menos hasta el siglo IV) ninguna inscripción donde los protectores o domestici sean calificados de centenarii. Parece evidente que los protectores y domestici de la tercera clase se titulaban simplemente protectores. Resulta inútil reproducir aquí todas las inscripciones de simples protectores que se han conservado. Remito al lector a la compilación de Mommsen, nºs 23 (CIL, VI, 32939), 2484, 25, 27, 28 (CIL, XIII, 3681)85, 29, 30, 31, 32 (CIL, VI, 32941), 33, 34, 35 (CIL, XIII, 3682), 37 (CIL, VI, 32943), 42, 43, 44, 45, 47, 54-64, 54 bis (CIL, VI, 32940), y 66 bis.86 Conviene añadir a esta lista las siguientes inscripciones: CIL VI, 32944: Macedonio sag(i)t(tario), scole domest(icorum) ped(i)t(um), vixit annos p.m. XXX. CIL VI, 32947: …prot(ector) do(mesticus), v(ixit) a(nnos) XL. CIL III, 12900: …atiani pr(otectoris d)omestici. CIL III 14412, nº 4: M. Bitianus prot(ector) domes(ticus). CIL XIII, 8374, Colonia (Dessau, 2784): Viatorinus protector mi(li)tavit annos triginta, occissus in barbarico iuxta Divitia a Franco, vicario Divite(n)si(um) m(emoriam posuit?). 83

Vegecio dice en efecto que el ducenarius mandaba dos centurias, el centenarius una

sola.

84 Inscripción datada en 519. Demuestra que en época de Justino todavía un oficial de tropa podía llevar el título de protector en lugar de domesticus. Pues este personaje, que servía en un numerus Martensium, no era ciertamente un nuevo protector o scholaris. Al contrario, la inscripción nº 39, datada en 478, podría referirse a un domesticus o quizás a un scholaris. 85 La restitución de Mommsen, Fl. Gabso p[ro]tector domestic[cus e]x tribu[no], está claramente equivocada. Habría que decir, indudablemente: …protector domesticus a(nnos) X, tribunus [annos…]. Desde luego, este personaje debió de ser sucesivamente centenarius y ducenarius. Aparece también en los nºs 29, 30 y 37. 86 Del corpus de Mommsen, he suprimido todos los personajes calificados como ex prot. Efectivamente, se trataría de antiguos soldados que han sido licenciados con el título de ex protectore y que nunca habrían ejercido las funciones propias del grado. Estos son los nºs 19 (CIL, III, 9861), 20, 21, 36, 40, 46 (CIL, VI, 32943). Añadir CIL, III, 14594, Fl. Martialis ex protectoribus vixit annos centum, y Rev. publ. ép., 1907, nº 48. Más adelante volveré sobre estos protectores honoríficos.

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Rev. publ. ép., 1897, nº 4: Σευῆρος Οὐαβιέλου προτ(ήκτωρ), [κ]ώµ(η)ς Καπαραζίζων. Rev. publ. ép., 1910, nº 171: Sabinianus pro(tec)tor, ortus in provincia Dardania, reg(ionis) Ulpiane Dasa, qui vixit an. L. Mommsen cita también87 los papiros de Rávena de los siglos VI-VII que mencionan a los domestici: Iohannes dom(esti)c(us) num(eri) Dac(orum) Sergius domestic(us) num(eri) Armeniorum …tinus v.c. dom(esti)c(us) num(eri) fel(icium) Let(orum?) Apolenaris v.c. dom(esti)c(us) num(eri) Inv(ictorum) Los protectores y domestici de estos textos (con la excepción siempre de aquellos cursus donde figura una promoción a un grado superior) deben contar como simples centenarii88, es decir, de simples centuriones, en tanto que los protectores ducenarii eran centuriones de primera clase, los que hasta el siglo III se denominan primi ordines. Uno de los aspectos de las inscripciones militares del Bajo Imperio que más ha llamado la atención de los eruditos es que no se encuentran los centuriones. El último epitafio de un centurión de una legión romana sería, según Seeck, de tiempos de Constantino o de Constancio Cloro89. Más tarde, y antes del final del Imperio, únicamente se encuentran los dos epitafios de un centurión o centenario de cohorte pretoriana y de un centenario de la schola gentilium90. Los investigadores han admitido al día de hoy que las cohortes y los numeri

87

Ephem. Epigr. V, p. 648. Al menos de una forma general. No me atrevería a afirmar que en una inscripción breve un ducenarius no haya sido jamás llamado protector o domesticus. ¿Es que no hay inscripciones de protectores centenarii? Más adelante veremos una serie; pero todas parecen anteriores a Constantino, y remito al estudio posterior sobre el origen de la institución. 89 Un centurión de la legión africana secunde Flavie virtutis, en Rev. publ. ép. 1890, nº 127. Ver Seeck, Gesch. Des Untergangs, t. II, p. 476. 90 CIL XIV, 231, datado en 386; XIII, 8331. Es sin duda una particularidad de las cohortes pretorianas y de las scholae que los oficiales subalternos fuesen llamados allí centenario ducenarii; volveré luego sobre este punto. Se han encontrado en el cementerio militar de Concordia (Porto Gruaro, Veneto) muchos epitafios de centenarios y de numeri; parecen todos (uno lo es sin duda alguna) de época de la Italia regia: CIL V 8740 (Dessau ILS 2798); 8745, 8758, etc. Se ha visto que en época de los godos el término domesticus había cambiado de sentido. 88

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no tenían centuriones91. Se ha argumentado que la desaparición de los centuriones es una de las causas de la decadencia militar y del hundimiento final del Imperio romano92. Por tanto, aunque Vegecio sea mal “arqueólogo”, conoce al menos el ejército de su época hasta el punto de ser él hoy la principal referencia sobre la organización militar romana; y afirma que las tropas de infantería estaban divididas en centurias, comandadas por centenarios. Amiano, que es un antiguo oficial, asegura que los agrupamientos de los distintos cuerpos de tropa se hacían por manípulos y por centurias; él mismo los ha visto formar en centurias93. Una ley de 331 menciona todavía a los centuriones94. Amiano habla una vez de un centurio, otra vez de un hastatus, es decir también un centurión95. Por lo demás, un ejército que no tenía centuriones u oficiales de un grado análogo, y donde los suboficiales tenían por superiores inmediatos a los jefes de los batallones o a los generales, no era un verdadero ejército sino una especie de rebaño. Los centuriones habrían subsistido —podrían contarse por miles hasta el siglo IV— y resulta inexplicable, a partir de ese momento, que hayan desaparecido de las inscripciones. Los textos que hemos examinado hasta el momento parecen demostrar que los centuriones, simplemente, habían cambiado de nombre, y que se les llamaba protectores y más tarde domestici. V. LA HIPÓTESIS DE UN CUERPO DE EJÉRCITO DE LOS PROTECTORES La idea de que los protectores eran simplemente los centuriones del Bajo Imperio —idea que nos ha parece que ha surgido por sí misma tras el análisis de los textos— resulta sorprendente. Es el momento de recordar que han sido investigadores experimentados quienes han leído e interpretado las inscripciones. Dan por seguro que los protectores y los domestici eran guardias de ejército, y que formaban un cuerpo armado distinto96. Antes de ir 91

Mommsen, Hermes, XXIV, p. 271. Seeck, Gesch. Des Untergangs, t. II, p. 31. 93 Amiano, XVII, 13, 25; XXI, 13, 9; XXIII, 5, 15; XXIV, 6, 9; XXV, 3, 4; XXVI, 2, 3; XXVII, 10, 10 (sobre este último texto, cf. el raro comentario de Mommsen en Hermes XXIV, p. 271, n.1). El manípulo está, sin duda, mandado por un ducenarius. 94 Cod. Theod. I, 16, 7. En cuanto a los centuriones de la ley XII, 15, 1, de 399, no son oficiales del ejército; parece que forman parte de una corporación de mancipes. 95 Amiano, XVIII, 6, 21; XX, 4, 18. 96 Trabajos ya citados de Mommsen, Jullian, Besnier, Marquard, L’Organisation militaire chez les Romains, traducción francesa de 1891, p. 366; L. Homo, Essai sur le règne de 92

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más allá y de comprobar si nuestra teoría es confirmada o desautorizada por los documentos que nos quedan por estudiar, es preciso examinar los textos en los que se fundamenta la hipótesis de la existencia de un cuerpo de protectores y de domestici. Se nos dice que los protectores no servían en los ejércitos, sino en el palacio y cerca de la persona del emperador97. Un texto evoca etsa posibilidad; se trata de un rescripto de Honorio, dirigido en 408 al comes domesticorum: Eos qui catholicae sectae sunt inimici, intra palatium militare prohibemus. Esta ley significa que había domestici sirviendo en el palacio98, pero es insostenible que no hubieran servido en otras partes. Los que contaban en los cuerpos de la residencia imperial eran llamados domestici praesentales99: este título demuestra por sí mismo que otros domestici eran empleados en las provincias, como lo demuestra el gran número de inscripciones descubiertas en todas las partes del Imperio. Se conocen muchos domestici y protectores a cuyo nombre sigue, en las inscripciones, la expresión de numero N, y en papiros de Rávena seis de estos oficiales se titulan domesticus numeri Armeniorum, numeri Invictorum, etc. Amiano habla, como veremos, de protectores que servían en los campamentos, las guarniciones, los Estados-Mayores de los generales; él mismo, durante los diez años (353-363) de su carrera de protector domesticus, en ningún momento sirvió en las residencias imperiales. Honorio no pretendía borrar del mapa a los domestici no católicos, sino excluir a estos disidentes del favor de servir en el palacio. Se ha alegado también la ley Cod. Theod. VI, 24, 8, que atribuye expresamente a los protectores la misión de proteger la vida del emperador. Pero esta ley, ya conocida por el lector, corresponde al título De domesticis et protectoribus del Código, donde la palabra protectores designa siempre a los scholares. Esta ley no concierne a los nuevos protectores y no demuestra nada respecto a los antiguos protectores o protectores domestici. Es por este texto —y por la confusión que ha introducido en la terminología legal cuando los scholares recibieron un título reservado hasta entonces a otra l’empereur Aurélien, Paris 1904, p. 206, etc. Mommsen ha expresado algunas reservas; escribe (en Hermes XXIV, p. 222, n. 1): «Los domestici y protectores son un cuerpo de oficiales y no son empleados como cuerpo de tropa». También Jullian pone ciertos reparos en sus Notes sur l’armée romaine, p. 65, y especialmente en p. 73, donde se aproxima a la solución que nosotros acabamos de presentar. A. von Domaszewski ha ido aún un poco más lejos (Die Rangordnung, p. 188) cuando indica que a finales del siglo III «todos los centuriones del ejército de Italia eran protectores». 97 Jullian, De prot., p. 24 98 No cabe duda alguna; pero también otros, como los notarii, otros que eran oficiales de la guardia, otros stratores, etc. La ley está en Cod. Theod. XVI, 5, 42. 99 Cod. Theod. VI, 24, 1; Cod. Iust., II, 7, 25, §3, y XII, 17, 4.

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categoría de militares— que es preciso rectificar los errores que los eruditos han cometido en tal sentido. Otro argumento está sacado de la propia palabra protector, y de la palabra protexit que tiene en una inscripción el sentido de protector fuit100. ¿Debemos hablar de un argumento o de una tontería? El título común a todos los generales era comes, que quiere decir «compañero de Augusto». Por lo tanto los generales no tenían otra misión que la de acompañar al emperador. Se sabe también que las tropas denominadas comitatenses no pertenecían todas ellas al comitatus o cuartel general del príncipe, ni a los cuerpos llamados palatinos en el palacio. En esta época no existe norma fija para deducir el título por la función. Los protectores podían muy bien no haber protegido al emperador, sino a los comites que le acompañaban. En cuanto al verbo protegeré, simple sustituto de protectorem ese, no prueba nada más que el nombre de protector. Se cree haber reconocido a los protectores o domestici en los bajorrelieves donde los emperadores aparecen rodeados de jinetes de escolta. Pero esto es únicamente una suposición. Los caballeros pertenecen exclusivamente a aquellos cuerpos a los que los textos atribuyen la función de escoltar a los emperadores, es decir, a las scholae, y más especialmente, sin duda, a la schola scutariorum prima. Dos pasajes de la Vida de Caracalla, atribuida a Espartiano, en la Historia Augusta, parecerían apoyar la hipótesis de la existencia de una guardia de protectores. Se lee en este libro que Caracalla sufrió un naufragio al pasar de Tracia a Asia, y «pensó que lo mejor era bajar a una barcaza con sus protectores». Y un poco más delante: «Fue asesinado a medio camino entre Carras y Edesa, en el momento en que, bajando se su montura para orinar, se encontró rodeado por los protectores que habían conspirado para matarle»101. Es seguro que la palabra protectores es, en estos dos casos, anacrónica. En tiempos de Caracalla no había militares con este título. Pero el anacronismo no hurta al texto de su valor: el autor del libro, al menos en estas dos frases102, ha dado al vocablo el sentido propio que tenía en el 100

CIL III, 6194 (nº 43 de Mommsen). Historia Augusta, XIII, 5, 8; XIII, 7, 1-2. Estos son los únicos pasajes de toda la Historia Augusta en que se encuentra el término protector. 102 Como indica Peter en su edición de este libro de la Historia Augusta, el texto parece estar trufado de interpolaciones. La segunda de estas frases repite un punto, y contradice otro, de una frase precedente (6, 6): Cum… hibernaret Hedessae atque inde Carras… venisset, … cum ad requisita naturae discessisset, … interruptus est. Por mediocre que sea el autor de esta Vida, resulta difícil pensar que escribiera, inmediatamente una detrás de otra, las frases de 6, 6 y 7, 1. Hay retoques que hacen pensar que hubo retoques o dos o más redacciones sucesivas de la Historia Augusta. Sobre los problemas que suscita esta obra, véase Schanz, Gesch. der röm. Litteratur, IV, 1, Múnich, 1904, p. 47ss. En la hipótesis más favorable, la Vida de 101

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tiempo en que fue redactado, es decir, un momento indeterminado del siglo IV, y nos interesa saber cómo lo entendía él. Parece, pues, que los protectores del pseudo Spartiano son escoltas. Tras el análisis podremos concluir que lo más probable es que, en estas dos escenas, los personajes así nombrados sean realmente centuriones. Todos los emperadores de los siglos I-III tuvieron centuriones de confianza que llevaban o ejecutaban órdenes personales103. Caracalla habría hecho de los suyos sus mejores amigos. Dice Dión: «se rodeaba de libertos, o incluso de esclavos escitas o celtas… hacía grupos de confianza y se fiaba de ellos más, según decía él mismo, que de los soldados; les asignaba grados, y el centurionariado, y los llamaba “sus leones”… Muchos de estos leones le custodiaban, algunos muy próximos a su persona»104. Serían más bien estos oficiales de confianza los que se embarcaron con él en la barcaza, y no tanto soldados de la guardia. En cuanto a la mención de los protectores en la escena de la muerte, se contextualiza en la narración del complot urdido por el prefecto del pretorio Macrino: «Los cómplices fueron Nemesianus y su hermano Apollinaris, el prefecto de la segunda legión Pártica, Recianus, y N. (?), comandante de los equites extraordinarii105; estaban compinchados con Marcius Agrippa, comandante de la flota, y un grupo de oficiales (plerique oficiales) convencidos por Martialis». Como no se precisa que hubiese algún soldado implicado en la conjura, los protectores involucrados debían de ser también oficiales. Es verdad que la frase que nos ocupa tiene todo el aire de una interpolación y debe por tanto ser interpretada aisladamente. Pero debemos pensar que el autor cuenta entre los protectores conjurados al propio asesino, que fue el strator Martialis, y que este strator Martialis era centurión106. Herodiano nos indica que «el centurión de su escolta» Martialis, tras el apuñalamiento montó a caballo y se alejó, aunque fue perseguido y atrapado Caracalla sería de época de Constantino, a quien se dedica la Vida de Geta firmada por el propio Spartiano. Pero resulta verdaderamente sorprendente que las Vidas de los dos hermanos sean del mismo autor y que en cada una de ellas no hallemos la más mínima referencia a la otra. 103 Von Domaszewski, Die Rangordnung, p. 99-105. En Tácito, los centuriones del praetorium imperial intervienen a menudo; por ejemplo, se les confían las órdenes imperiales de pena de muerte o de arresto. 104 Dión Casio, LXXVIII, 6. Cf. Von Domaszewski, ibid., p. 104-105, sobre la brillante carrera que hicieron algunos centuriones de confianza de la guardia de Caracalla. 105 Guardia bárbara creada por Caracalla, dice von Domaszewski, ibid., p. 107, donde se remite a un artículo que no he podido ver, publicado en Rheinisches Museum, LVII, p. 506. 106 Herodiano, IV, 13, 1; 6. Von Domaszewski considera al strator imperial un antiguo primipilo; el ejemplo de Martialis muestra que el título fue llevado por simples centuriones.

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por los jinetes germanos que servían como escoltas del príncipe107. El hecho de la captura inmediata del asesino indica claramente la fidelidad de los guardaespaldas, y no es probable que existiese alguna relación de complicidad con el regicida. Así pues, los dos pasajes de la Historia Augusta se explican bien, muy bien, si se le da a la palabra protectores el sentido de centuriones, y esta interpretación quedaría reforzada por el hecho de que existen razones suficientes para creer que el término designaba en el siglo IV a los centuriones. Tenemos por tanto dos autores contemporáneos de Constantino que han empleado correctamente la palabra protector en sentido de guardia de escolta. Lactancio recrimina a Maximino Daya que solo haga favores a los soldados bárbaros. Daya únicamente tenía en su escolta (fere nullus stipator), asegura él, godos procedentes de un pueblo recientemente asentado dentro de las fronteras del Imperio. His satellitibus et protectoribus cinctus Orientem ludibrio habuit. La palabra protectoribus parece que aquí no es más que un sinónimo enfático de satellitibus108. Este sentido del vocablo lo vemos también en una frase de la Astrología de Maternus: In horoscopio Mercurius et Venus constituti in diurna genitura facium scutarios vel protectores imperatorum, vel qui proprio excubitu salutem principis servent109. Evidentemente el autor ha hecho aquí una equivalencia entre protectores y scutarii. Ambos textos son, por tanto, reconciliables con la interpretación que he propuesto del término legal de protector. Supongamos que este sea prueba de que en la lengua oficial de su tiempo protector quisiese decir centurión. Sería este un significado avanzado de la palabra, que guardaría todavía su sentido etimológico de «defensor» o de «guardia». Los escuderos, que de hecho formaban parte de la guardia de los príncipes podrían decir de buena gana: «Nosotros somos los verdaderos protectores». Si bien una parte de ellos tendría que haber obtenido del gobierno imperial este título y la 107

El relato, escrito veinte años después del suceso, hacia 240, debió de tener como fuente la Vida de Caracalla de Marius Maximus; este escribió poco después del reinado de Eliogábalo (218-222), cuya Vida era la última de sus Vidas de los emperadores (Schanz, op.cit., p. 52). 108 Lactancio, De morte persecutorum, 38, 6-7. A decir verdad, había en la guardia de los emperadores (véase más adelante) oficiales que tenían el rango de protectores (centenarii y ducenarii). Es sin duda a estos oficiales, y no tanto a los simples caballeros de su guardia, a los que Daya otorgaría autoridad, como viene a decir Lactancio, por el hecho de ser hijos de las mejores familias (38, 5). Por tanto la relación entre las palabras del texto permite creer que protectoribus es un equivalente también de satellitibus. 109 Firm. Maternus, Peri matheseos, III, 12, 1. El libro fue escrito en 334-337 (Schanz, op. cit., vol. IV, 1, p. 120).

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calificación de oficiales que les corresponda, particularmente aquellos que son llamados protectores por complacencia o por énfasis. Lactancio y Maternus además, en dos pasajes que acabamos de leer, ayudan a sacar al lector de su confusión acoplando al término protectores los sinónimos satellites o scutarii. La palabra protector no era más ambigua que la palabra comes, que quería decir conde, pero que era empleada a veces con el sentido etimológico de compañero del emperador110. En consecuencia, nada demuestra que hubiera existido una guardia de protectores antes de que este título fue asignado a los primeros scholares, es decir antes de los últimos años del siglo IV o quizás incluso después. Resulta forzado deducir que en los textos vistos se pueda ver a esta guardia reunida, y que por un azar extraordinario, en todos los casos que conocemos allí donde esta tuviese que cumplir su función, fuera reemplazada por las scholae palatinae. El conjunto de antiguos protectores o de domestici es a menudo llamado schola111, palabra ambigua que designa tanto a los cuerpos de tropa en el caso de las scholae de la guardia como a los cuerpos de oficiales imperiales (por ejemplo, schola agentum in rebus, de carácter civil; o bien schola notariorum, militar), o incluso la reunión de militares de un mismo grado o de una misma función, e indica, por tanto, también el grado de estos militares112. En lugar de schola domesticorum, se dice también ordo 110

En la misma página de Lactancio, De mort. pers. 38, 5, los términos comites eius (por ejemplo referidos a Maximino) designan a los stipatores del emperador. Cualquier persona que leyera este texto no tendría la duda de que la expresión comes Augusti no fue en época de Lactancio un alto dignatario. 111 Scola única hasta el siglo V, cuando la Notitia dignitatum la muestra escindida en scola domesticorum equitum y scola domesticorum peditum. Vid. CIL III, 371: militavit in scola protectorum; Cod. Theod. VI, 24, 3: protectorum domesticorum schola comprehensos; Amiano, XXVI, 5, 3: domesticorum praefuit scholae. 112 La historia de este término militar podría ser resumido, poco más o menos, como sigue: 1º, Von Domaszewski ha demostrado (Die Religion des röm. Heeres, Tréveris, 1895, p. 78), que la palabra schola ha designado el lugar donde cada categoría de principales, de un mismo cuerpo, rendía culto a sus propios dioses. – 2º, Un primer sentido derivado ha sido: lugar de reunión, sala o “club” de algunos principales. Así CIL III, 3524 (año 229); 7631; VI, 215; VIII, 2554. - 3º, Tercer significado: colegio de principales de un mismo rango y de un mismo empleo: CIL VII, 31122; 32965, etc. Vid. R. Cagnat, en Mém. De l’Acad. des inscr. XXXVIII, 1, 1909, p. 261. – 4º, Un sentido apenas distinto del 3º es el de “graduado” promocionado en su unidad. Así, Cod. Theod. VII, 13, 19; Amiano, XXV, 10, 8: capita scholarum, los jefes de los graduados; Vegecio, II, 21, p. 54, 3 Lang, cf. p. 53, 24; Anónimo De rebus bellicis (Notitia dignitatum, edición de Panciorli, 1623, p. 28): Quod si numerosior miles de sequentibus scholis. El texto de Vegecio tiene de importante que la palabra schola designa, no los grados de los principales, sino los del centurionariado. – 5º, El sentido de «regimiento de caballería de la guardia» debe derivar del punto tercero. Efectivamente, estos regimientos eran al principio reclutados entre grupos selectos de otras tropas a caballo. Los simples scutarii eran todos principales; nosotros diríamos que tenían todos ellos el rango de suboficiales. Los cuerpos de tropa que formarían a partir de entonces no serían alae (un ala

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domesticorum113 o consortium domesticorum114, y estos términos se aplicarían incorrectamente a tropas de combate. La hipótesis de un cuerpo armado de antiguos protectores es del todo improbable, pues los textos de Vegecio y de Amiano que nos han servido de punto de partida a la presente investigación, por las inscripciones y los papiros donde un antiguo protector o un domesticus toma el título de protector de numero N., domesticus numeri N. Todos estos oficiales servían ciertamente en sub-orden en los numeri, y su función no es la de un guardia de escolta. Cabe destacar que sobre un centenar de inscripciones que nos han llegado referentes a los antiguos protectores y los domestici ninguna de ellas mencione un graduado de los regimientos. Por el contrario, he reunido doce inscripciones de militares que han servido en las scholae115: tres de ellas nos permiten conocer a un suboficial (biarchus) y dos oficiales (un centenarius y un ducenarius)116. Suponiendo que las unidades de protectores o de domestici hayan marchado al combate, ¿dónde hemos de imaginar que tienen su sitio sin oficiales ni suboficiales? Debemos continuar nuestra investigación en el punto en que nos hemos quedado. La identificación del orden de los antiguos protectores o de domestici con los cuerpos de centuriones no es ahora más que una teoría, que hemos planteado a partir de un pequeño número de textos. Es preciso comprobar si esta teoría se adecúa a aquello que los documentos nos informan sobre el lugar de los protectores en la jerarquía militar, de sus diversos empleos, y del origen de su título117.

comprendía a los tironesy a los simples jinetes) sino scholae, palabra que designaba a una agrupación de suboficiales. 113 Amiano, XXV, 5, 4: Iovianus, domesticorum ordinis primus. 114 Cod. Theod. XII, 1, 38: Domesticorum seu protectorum consortio. Amiano, XXV, 10, 9: Vitalianus domesticorum consortio iungitur. (Vitaliano, que debe haber sido uno de los enviados del ejército de Galia, es promovido a domesticus). Cf. XXVI, 6, 1: consortium comitum. Por el contrario, en el texto VIII, 1, 14: Numerariorum consortia. 115 CIL III, 14188, 142079; V, 4369, 6726; VI, 32948, 32949, 32950, 32951; XIII, 8330, 8331. Rev. des public. ép., 1891, nº 4; 1903, nº 82. 116 CIL VI, 32949: Eucaridus scut. scol. Secund. qui militavet an. p. m. XIX, biarcus, qui vixit an. p. m. XXXV. – XIII, 8331: Emeterius c(e)nt(enarius) ex numer. Gentil. qui vixit ann. quinquaginta, militavit p. m. XXV. - Rev. Public. Ép., 1891, n1 104: Fl. Cascinivo, ducenario ex numero Armaturarum, qui vixit annis XLIII et militavit an. XXIII. No se conocen otros Numeri de armaturae y de Gentiles que las dos scholae de este nombre; no se puede pensar en los laeti gentiles Suevi, en los Sarmatae gentiles, y en los Taifali gentiles de la Notitia dignitatum, que no podían ser llamados Gentiles sin más. 117 A las inscripciones citadas (véase aquí, más arriba, las págs. 46-48, hay que añadir la inscripción bizantina CIL VI, 32970: Vitaliani, primimicerii et autenta numeri (Felicum) Theodosiac(orum). Authenta, genitivo de αὐθέντῆς viene a significar jefe militar. El personaje es un oficial subalterno que hace la función de jefe de un numerus.

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VI. QUE LOS PROTECTORES LLAMADOS MÁS TARDE DOMESTICI ERAN SIMPLEMENTE CENTURIONES Muchas leyes del siglo IV suponen que los protectores formaban una categoría de oficiales y no un cuerpo de tropa: Cod. Theod. VII, 20, 4 (año 325). Los bienes de los milites y de los protectores quedarán exentos de la capitación por su parte de un valor de 4 capita118. Cod. Theod. XIII, 1, 7 (año 369). «Los antiguos militares que, durante el servicio de armas efectivo, hayan sido elevados de categoría jerárquica hasta alcanzar el grado de protectores» serán parcialmente exonerados de impuestos sobre las ventas. Los que hayan obtenido una dignidad militar más elevada no se beneficiarán más de este privilegio119. Cod. Theod. VII, 21, 1 (352-354). Resulta intolerable que los privilegios de los antiguos militares sean usurpados por personas que no han servido jamás antes en el ejército. Los certificados de ex-protectore, de expraeposito, de ex-tribuno, emitidos de buen grado, no otorgan a su titular ninguno de los privilegios de los que gozan los verdaderos licenciamientos120. Cod. Theod. VII, 21, 2 (año 353). Los simples civiles o los decuriones a los que se haya otorgado el privilegio, mediante un favor, de la «dignidad de protector» no figurarán más en los cuadros de antigüedad de los protectores. La misma regla será aplicada a aquellos que hayan obtenido, por un favor, el grado de praepositus121. Cod. Theod. VII, 22, 5 (año 333). Los hijos de los antiguos soldados y de los militares que han sido praepositi o protectores, o que han ejercido cualquier otro grado, si están físicamente incapacitados para el servicio

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Cod. Theod. VII, 20, 4: Comitatenses et ripenses milites atque protectores suum caput, patris ac matris et uxoris, si tamen eos superstites habeant, excusent... 119 Cod. Theod. XIII, 1, 7: Que in sudore bellandi stipendiorum gradu usque ad protectores meruerint... Omnes vero omnino, qui alterius nomine dignitatis emeritaeque militiae honore enmulati sunt..» 120 Cod. Theod. VII, 21, 1: Ideoque si qui ex-protectoribus vel ex-praepositis vel extribunis epistulaas reportaverint... 121 Cod. Theod. VII, 21, 2: Si quis de paganis vel decurionibus ambierit ad honores protectoriae dignitatis, nec tempus nec stipendia ei post hanc legem computanda sunt. Hoc et circa eos, qui ad praeposituras ambitu pervenerint, custodiri praecipimus.

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militar, serán inscritos en las curias122. Dos de las cinco leyes designan la cualidad de protector por una palabra —dignitas— que hemos entresacado de una frase de Amiano: post dignitatem protectoris atque tribuni. Igual que para Amiano, la dignidad de protector era análoga a la dignidad de tribuno; del mismo modo, el certificado de ex-protectore se da, en la ley VII, 21, 1, como un certificado de graduación, análogo a los certificados de ex-praeposito y de ex-tribuno. Cabe recordar que Vegecio resumía en cuatro vocablos la jerarquía militar: la tropa, los domestici, los tribunos (categoría que comprende a los praefecti y a los praepositi), y los condes. Se encuentra en las leyes VII, 20, 4, y VII, 21, 1 y VII, 21, 2, el segundo y el tercer grado. Todos estos textos legislativos se entenderían mejor si la dignidad de protector era un grado o un conjunto de grados. Las leyes VII, 20, 4 y XIII, 1, 7 suponen que un soldado no podía salir del rango cuando son promocionados al rango de protector. En efecto, cuando los soldados fijan su rango entre los milites y los protectores, se beneficiarían necesariamente de exenciones fiscales concretadas en estas dos leyes. Todos los textos relativos a la promoción de los soldados durante el Bajo Imperio confirman esta regla: o el soldado queda como miles hasta el momento de su licencia, o se convierte en protector. Recordemos la carrera de Graciano el Viejo: miles, protector, tribuno, conde123. Unos veinte años más tarde, Maximino Daya, antes de convertirse en César, fue sucesivamente scutarius, protector, tribunus124. Vitaliano, soldado de un numerus de hérulos, fue ascendido a domesticus, y, mucho después (tras haber pasado indudablemente por el tribunado) alcanza el grado de conde125. Un tal Antonio, empleado (en tanto que era miles principalis) en las oficinas del dux de Mesopotamia, fue nombrado protector 126. En la Notitia dignitatum vemos que los soldados empleados a la contabilidad de las oficinas de muchos duces, tras haber ejercido algún tiempo la función de los primeros oficiales de escribanía, eran regularmente nombrados protectores127. El 122

Veteranorum filii vel eorum qui praepositi vel protectores fuerunt, vel ceterorum qui quemlibet militiae gradum tenuerunt, etc. – Me parece que el término praepositus no tiene en esta ley de 333 el mismo sentido que tiene en las leyes emitidas a partir de 350; pero este punto no importa demasiado para el tema que estamos estudiando ahora. El praepositus es siempre un oficial; a partir del año 350 aproximadamente, es un oficial superior de rango menos elevado que un tribuno. 123 Amiano, XXX, 7, 2. 124 Lactancio, De mort. pers. 19. El scutarius es un miles candidatus. 125 Amiano, XXV, 10, 9. 126 Amiano, XVIII, 5, 1. 127 Not. Dign. Or. XXXVI – XXXIX Boeking, XXXIX – XLII Seeck. Estos son los cuatro duces de menor categoría en la jerarquía. A diferencia de los duces de mayor rango y

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ascenso que ambicionaban los soldados y que sus amigos influyentes solicitaban en su nombre, era la promoción a la dignidad de los protectores128. Las inscripciones nos permiten conocer la carrera de tres soldados que pasan a ser protectores: CIL III, 371 (Cízico), nº 29 de Mommsen, Prot. Aug.): Fl. Marcus protector, natus in Dacia provincia..., militavit in vexillatione Fesianesa annis XXIII, unde factus protector ideque (sic; = ibidem?) militavit annis (q)uin(q)ue... ... presentibus collegis suis, is est Perulam et Frontinum, Superianum, Maxentium et Ursinum129. CIL XII, 673 (Arlés; nº 30 de Mommsen): Fl. Memorio v(iro) p(erfectissimo), qui milit(avit) int(er) Iovianos annos XXVIII, prot(ector) dom(esticus) an. VI, prae(fectus) lanciaris sen(ioribus) ... rib(us) an. III, comes ripe an. I, comes Mauret(aniae) Ting(itana) ab. III, vix(it) an(nos) LXXV. CIL III, 6194 (Troesmis; nº 43 de Mommsen): Val. Thiumpus ... militavit in leg. XI Cl(audia), lectus in sacro comit(atu) lanciarius, deinde protexit annis V; missus130; pref(ectus) leg. II Hercul(iae) egit ann(os) II semise et decessit. Vix(it) ann(os) XLV, m(enses) III, d(ies) XI. Por tanto, en los ejemplos conocidos, da la impresión de que el grado de protector fuese un grado, el primer y único grado al que accede un soldado por encima del puesto de miles. No hay ningún caso de soldados del Bajo Imperio que cambiara de rango por otro tipo de promoción. Y del mismo modo, al cambiar de rango, ocurre que un soldado sea nombrado protector, también en el siglo IV131, como requisito para alcanzar grados superiores de praepositus, praefectus o tribunus. Así ocurre con las carreras de Maximino Daya, de Graciano el Viejo, de Vitaliano, de Fl. Memorio, de Val. Thiumpus. Tal fue también la vía de promoción seguida de los magistri, en su officium tienen únicamente milites principales. Volveremos sobre este punto. 128 Paulino de Nola, Ep. XXV, 8: Deinde in haec militia soletis in votis habere han officii promotionem, ut protectores efficiamini (aunque en la milicia cristiana, «de comitiva incipis militare». – Símmaco, Ep. III, 67: Huiusmodi quippe veteranis praerogativa debetur, ut illis protectorum dignitas tamquam pretium longi laboris accedat. – La expresión officii promotio no se puede aplicar al paso de un cuerpo de tropa a un cuerpo de la guardia. 129 Estos cinco colegas se agrupan en 2 + 3. Yo creo que Marcus se suma a los tres últimos y que la vexillatio, simple destacamento, contaba con dos protectores ducenarii, Perula y Frontinus, y cuatro centenarii, Fl. Marcus y los otros tres. 130 Missus quiere decir que había concluido su periodo de servicio regular, de 25 años. Tenía por tanto veinticinco años de servicio cuando fue nombrado protector. 131 En el siglo V hay, como se verá, ejemplos de oficiales clarissimi de nacimiento que hacen sus primeros años en el ejército en la guardia de tribunos.

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por los emperadores Constancio Cloro132, Valente133, por el comes Eliano, comandante del fuerte de Amida134, por el comes Gaudencio, padre de Aecio135, por el tribuno Valentino136, por los protectores que servían con Amiano Marcelino en el staff de Ursicino y, más afortunados que el propio Amiano, fueron promocionados a jefes militares de disintos numeri antes de la desgracia de su patrón137. Se pueden citar también otros casos: a Fl. Iulianus ex protectore et ex praepositi de una inscripción138 y dos oficiales conocidos por los papiros, Abinnaeus y ...arius, que de protectores pasaron a prefectos y mandaron, uno después de otro, el mismo cuerpo de caballería139. Solo conozco a un oficial de siglo IV, Maurus, en que un oficial subalterno no tiene el rango de protector previamente a ser comes. Aunque Amiano nos dice que este Maurus había sido hastatus, es decir centurión de la primera clase, equivalente, a mi juicio, a protector ducenarius140. Los hechos demuestran así que el “protectorado” ocupaba, en la jerarquía militar del Bajo Imperio, exactamente el mismo lugar que el centurionariado en el ejército altoimperial141. Un soldado del siglo III únicamente podía ascender al rango de oficial superior –prefecto de cohorte, tribuno de legión, prefecto de caballería– mediante la escala de centurionariado. Desde este grado superior de la primera clase de centuriones, es decir, de primopilo, se pasaba al tribunado y a las prefecturas. El primopilato no existía en el siglo IV142, aunque Vegecio nos 132

Excerpta Valesiana, 1: Protector primum, exin tribunus, postea praeses Dalmatiarum

fuit.

133 Socrates, Hist. Eccl. IV, 1. No he citado al emperador Joviano que, siendo primicerius protectorum, fue elevado con todo derecho a la cúpula del Imperio. 134 Amiano, XVIII, 9, 3. 135 Pauly-Wissowa, Real-Encyklopädie, art. «Gaudentius» 6. 136 Amiano, XVIII, 3, 5: Valentinus, ex primicerio protectorum tribunus. 137 Amiano, XVI, 10, 21. 138 Ephem. Epigr. V, p. 647. 139 L. Mitteis y U. Wilcken, Grundzüge und Chrestomathie der Papyruskunde, Leipzig 1912, vol. I, p. 407, y vol. II, 1, p. 550. Abinnaeus llega en 344 al término de su mando (cf. Sulpicio Severo, Vita Martín, 3, 5, transacto tribunatus sui tempore), fue reemplazado por ... arius. 140 Amiano, XXXI, 10, 21, t XX, 4, 18. El término hastatus, sin epíteto, sinónimo de primus hastatus, designaba al cuarto centurión de la primera cohorte (von Domaszewski, Die Rangordnung, p. 91). Aquí, el vocablo equivale a ducenarius (Vegecio, II, 8: Primus hastatus... quem nunc ducenarium vocant). 141 Esto no contradice la consideración que haremos después en el sentido de que los cuerpos de centuriones, al convertirse en cuerpos de protectores, ganaron en privilegios y consideración. 142 Godefroy (Codex Theodosianus, reeditado por Ritter, II, 501), seguido por Jullian, Notes, p. 66, cree que el grado de primipilo subsistía. Y remite a los textos de Cod. Iust. XII 62; Dig. XXXIV, 4, 23; Vegecio, II, 21. Pero Vegecio no habla del grado de primipilo más

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