3.1. Origen y desarrollo de la ciudad prerromana en el alto Duratón: Sepúlveda celtibérica, la gran desconocida.

August 25, 2017 | Autor: Jose Ignacio Gallego | Categoría: Celtiberian History, Archaeology of Roman Hispania, Celtiberian, Hispania romana, Celtiberos
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3. CONFLOENTA: DE LA SEPÚLVEDA CELTIBÉRICA A LA CIVITAS y EL MUNICIPIVM DE DURATÓN

3.1. Origen y desarrollo de la ciudad prerromana en el alto Duratón. Sepúlveda celtibérica, la gran desconocida La provincia de Segovia es uno de los espacios más desconocidos de la Protohistoria peninsular (Fig. 17), y en especial dentro del área de extensión de los grupos celtíberos, habida cuenta de los avances en la investigación realizados en los últimos dos decenios en otras áreas incluidas en éste.355 Esto no quiere decir que haya sido un terreno baldío en cuanto a las intervenciones arqueológicas. Sin embargo, sí que nos indica que existe una clara desconexión entre el panorama de la práctica de campo cotidiana y el mundo académico, elemento observado no sólo en nuestro territorio, sino en todo el ámbito de la Arqueología del interior peninsular. El caso de Sepúlveda y los grandes centros del alto Duratón, Los Sampedros en San Miguel de Bernuy y Morros de San Juan en Sebúlcor, es paradigmático en este sentido. Sin embargo, a partir de los últimos datos de que disponemos, podemos iniciar una revalorización básica de estos yacimientos, en especial del que subyace bajo los cimientos de la actual Sepúlveda. Si iniciamos esta revisión en la valoración cronoestratigráfica del sitio de Sepúlveda a partir de las evidencias materiales publicadas hasta ahora y las recogidas en el Inventario Arqueológico de la Provincia de Segovia, sabemos que se conoce aquí al menos la existencia de una fase asociable al Celtibérico Antiguo, correspondiente a tipos cerámicos arcaicos de tradición soteña, en conexión con el territorio vallisoletano o cerámicas con decoración impresa con conexiones evidentes con los castros sorianos.356 Disponemos también de diversos fragmentos con decoraciones correspondientes al estilo Cogotas II, tanto con peine inciso como impreso. Este conjunto material, al que se suma ya el reconocido en Los Sampedros, adquiere especial significación, como parece lógico por otra parte, en la transición hacia los siglos finales del último milenio antes de la Era, y el uso generalizado del torno. Los distintos autores nos ofrecen en Sepúlveda un amplio repertorio que establece un abanico temporal desde siglo V a. C. hasta producciones del siglo II a. C. siendo los mayores volúmenes los que nos hablan del abanico temporal entre los siglos IV-III hasta el II a.C. Las cerámicas incisas a peine de Los Sampedros por el momento parecen aportar la cronología más antigua del sitio, en el s. IV a.C. (al que puede corresponder un puñal de hierro tipo Monte Bernorio), en espera de que la reevaluación de materiales a mano muy descontextualizado recuperados en superficie, puedan ser adscritos sin reticencias al menos a momentos de transición entre el Celtibérico Antiguo y el Celtibérico Pleno.357 En cualquier caso, como en el alto Riaza,358 los materiales de momentos del Celtibérico Antiguo que señalan la ocupación de los asentamientos de Sepúlveda y Los Sampedros, así como los del resto de los documentados en el alto Duratón (Laguna Chica en Cantalejo, La Mata en Sebúlcor y Pico Los Lirios, El Castillo, San Frutos y La Mesilla en Carrascal del río, todos en las Hoces), se vinculan a los del alto Duero-alto Jalón, al igual que los valles altos del Cega, Pirón y Eresma (señalado por la primera ocupación de Segovia), dato que señala la integración de este territorio en el ámbito cultural celtibérico, que es fronterizo con el de los grupos del Soto formativo propios del medio Duero, presentes al Norte de la Serrezuela y a partir del área de Cuéllar, en el Cega medio, en el espacio donde eclosionarán los grupos vacceos.

355. Panorama general del mundo celtibérico: Lorrio 2005; Burillo 2007. 356. Barrio 1991; Municio 1997; Blanco 1998; Gallego 2002 357. Barrio 1999: 87-89. 358. López Ambite 2012.

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La continuidad desde el Celtibérico Antiguo en el alto Duratón queda marcada por la creciente jerarquización del poblamiento, donde se produce la concentración de la población, con resultados al menos reconocidos desde fines del s. IV a.C., en tres lugares, dos con ocupación del Hierro I, Sepúlveda y Los Sampedros, y el tercero, Morros de San Juan, con fases de ocupación inicial todavía siquiera por concretar en líneas generales. Estos lugares absorben los Límite provincial de Segovia grupos locales, algunos (Laguna ChiOppida Hierro II ca y Los Castillos) desaparecen por Asentamientos Hierro II abandono estructural o por procedimientos agregativos o expeditivos, a favor del reforzamiento demográfico y sociopolítico de los primeros. El Figura 17. Poblamiento de la II Edad del Hierro en el territorio de la actual resto de asentamientos reconocidos, provincia de Segovia. con ocupación desde el Celtibérico Antiguo, se convierten en pequeños núcleos dependientes de los primeros, de acuerdo con la construcción de un modelo de poblamiento en el que se seguirá jerarquizando buena parte del territorio, en conexión con la colonización de nuevas áreas para aprovechamiento de campiñas y pastos, un proceso generalizado en toda la Meseta Oriental, que se asocia igualmente a la intensificación de las actividades productivas y la imposición de mecanismos de racionalización de producción e intercambios.359 Estos cambios están hablando del establecimiento de una estructura organizativa urbana, que implica la aparición de la ciudad en el alto Duratón, polarizada en tres núcleos: Sepúlveda, Los Sampedros y Morros de San Juan. Todo apunta a que la génesis de estas ciudades fue resultado de transformaciones graduales de larga duración, con progresivos hitos de transformación respecto de la organización preurbana, mejor que resultado de hechos fundacionales concretos más avanzados, en el s. III a.C., como han propuesto otros autores para la región en general. La cultura material y el proceso evaluado señala igualmente que estas tres ciudades se integran dentro del ámbito cultural del populus de los arévacos, grupo celtibérico bien definido como tal desde el s. IV a.C., que ocupó el alto Duero (donde encontramos ciudades como Numantia y Vxama), el reborde septentrional del Sistema Central entre el Caracena y el Eresma (con ciudades como Termes y Segovia), y la cabecera del río Esqueva (donde se situaban, entre otras, Clunia y la Segobriga del Duero). No obstante, desconocemos cuál fue el nombre antiguo de las tres ciudades del alto Duratón, aunque se sospecha (pero no está claro) que Sepúlveda fue la ciudad de Colenda, citada por Apiano para acontecimientos de inicios del s. I a.C. (sobre esta cuestión, ver capítulo 3.3.). La Sepúlveda protohistórica se ha intentado delimitar en varias ocasiones. Distintos autores han aportado diferentes informaciones parciales que pudieran acotar un espacio discreto, que se ocultaba bajo los restos de una estructura medieval que hacía muy dificultoso el rastreo del hábitat celtibérico, ocupando el amplio cerro de Somosierra, espigón fluvial sobre al abrupto roquedo calizo que emerge en la confluencia de los ríos Duratón y Caslilla (Figs. 18 y 19). La acción erosiva de estos cauces ha perforado la base geológica hasta generar esta auténtica fortaleza natural, prácticamente inexpugnable si se complementa con potentes fábricas de murallas, como se muestra en la Edad Media en el lugar, defensas con las que sin duda hubo de estar dotado el asentamiento celtibérico, al menos en su etapa urbana, aunque de ésta por el momento no tenemos datos. Tan solo el extremo oriental ofrece un mejor acceso, desde la vaguada hoy ocupada por la Plaza Mayor de la villa, que conecta el cerro con el promontorio de La Picota, donde todos los indicios apuntan a que se localiza una necrópolis de incineración, fácilmente asociable al poblado. En cualquier caso, se trata 10

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359. Jimeno – Arlegui 1995; Barrio 1999; Heras 2000; Gallego 2002; Martínez Caballero – Mangas 2005; Jimeno 2011; López Ambite 2012; Martínez Caballero – Gallego - López 2012.

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de una posición estratégica, tanto en parámetros de defensa militar, como de aprovechamiento del medio, pues en Sepúlveda se establece el contacto entre las amplias campiñas onduladas del alto Duratón y la cabecera del río Bercimuel, y el Macizo de Sepúlveda, terreno aprovechables como pastizales, que da acceso también al piedemonte de la Serrezuela. La posición de Sepúlveda era también estratégica en relación con los caminos regionales, al quedar como puerta del valle del Duero junto al paso de Somosierra, y estación del Figura 18. Sepúlveda celtibérica. Área de ocupación del oppidum prerromano y eje paralelo a la dorsal del Sistema localización de la necrópolis de La Picota. Central por el Norte, que une las tierras salmantinas y extremeñas con el alto Duero, utilizado también como corredor pecuario por el ganado trashumante en época protohistórica. Sin embargo, la dispersión de restos que el cerro de Somosierra nos ofrece, donde se desarrolla la ciudad celtibérica, nos hace más que evidente esta presencia humana en época prerromana. El espacio habitado del cerro, por tanto, ha sido siempre uno de los elementos más escurridizos en Figura 19. Vista aérea de Sepúlveda, con el cerro de Somosierra a la izquierda, tanto a la historia de la investigasitio de la ciudad celtibérica de Sepúlveda, y el cerro de La Picota en la parte ción. Barrio en su tesis publicada inferior derecha, el cerro de La Picota, sitio de la necrópolis (separada de la en 1999 apunta para la Sepúlveda ciudad arévaca por la vaguada donde hoy se coloca la Plaza Mayor de la villa). protohistórica un tamaño de unas 3 o 4 Has., en contradicción con las 8 hectáreas que apunta Blanco García. Los datos hasta el momento no eran concluyentes en modo alguno, dado que todos basábamos nuestras conclusiones en la percepción de la aparición de determinados hallazgos en superficie, así como en la comparación con el conjunto de yacimientos que se documentan en el entorno de Sepúlveda, y que se corresponden con un tipo de sitio de pequeña o mediana entidad, aunque esto es discutible en algunos casos, y sobre todo en estadios avanzados del último milenio a.n.E., tal y como comprobaremos más adelante. Sin embargo, una vez más serán las intervenciones arqueológicas de urgencia las que determinen la verdadera extensión de un yacimiento, en este caso, de la Sepúlveda protohistórica, al menos en su momento de máxima expansión. Así, en varios puntos concretos del cerro de Somosierra se han efectuado actuaciones específicas que nos aportan valiosa información sobre su ocupación. En concreto destacamos las siguientes: a) En la Calle Subida a la Picota, 4 se documentan varios niveles excavados sobre el suelo geológico. En una de las catas se observan un par de huellas de poste, sin que se signifiquen mayores informaciones al no tener materiales cerámicos directamente asociados.360

360. Barahona 2000.

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b) En la Calle San Millán, 3. El equipo de arqueólogos localiza varios depósitos muy arrasados de la “Edad del Hierro”. Este hallazgo determina la extensión del hábitat hacia los extremos orientales del cerro de Somosierra. En el sondeo 1 se documentan cerámicas de tipo celtibérico, mezcladas con restos calcinados de adobe.361 c) En la Calle Hoces del Duratón sin número se documentan niveles de cenizas muy potentes y habitación excavada en la roca de tipo semirrupestre.362 Si bien Marqués indica que es de adscripción cultural indeterminada, y no presenta recogida de ningún tipo de materiales en la excavación. Sin embargo, una revisión lógica del informe nos sugiere que la denominada UE 5, es una estructura rectangular, de 3,4 x 3,7 m2, con una profundidad estable (horizontal), sobre la inclinación del terreno. Hay restos de quema (UE 3), que señala como restos de material de ignición y una de amortización inicial que significa como UE4 de cronología indeterminada. d) En las obras previas a la construcción de la Urbanización Virgen de la Peña se documentaron diferentes evidencias de presencia habitacional de época celtibérica en el extremo más oriental del cerro de Somosierra. Las zanjas A-6, B-1 y B-2, por lo menos, recogen estructuras, tanto positivas (muros de mampostería) como negativas (hoyos y silos de diferente tamaño y magnitud) cuyos materiales asociados se corresponden claramente con esta fase. Además estos elementos indican a priori un proceso de incendio que acabó con la presencia habitada en esta parte del cerro (y probablemente en todo él), hasta su posterior reocupación en época medieval.363 A estos datos sumamos el reconocimiento de materiales tardoceltibéricos documentados en los cimientos del lienzo 2-3 de la muralla medieval, junto al Postiguillo.364A partir de los datos que tenemos referentes a los estudios de investigación, asociados ahora a estas evidencias obtenidas en excavación, podemos entender como a partir de un momento indeterminado en torno a los siglos IV- III a.C., el hábitat específico del cerro de Somosierra, cuyo espacio original debía ser con toda probabilidad bastante más reducido, dada la ausencia de materiales antiguos en las excavaciones citadas,365 se distribuye por todo el espacio del citado cerro, llegando a ocupar de forma efectiva (si bien no podemos garantizar que uniforme) la práctica totalidad de las 25 hectáreas que componen la superficie del sitio. Pese a estas evidencias, y debido a la limitación de estas exploraciones, lo desconocemos todo sobre la organización interna de la ciudad y componentes estructurales y urbanísticos (viviendas, calles, murallas etc.). Esta situación, sin embargo, no es algo novedoso, ni mucho menos en tanto a los asentamientos arévacos de la provincia de Segovia. De hecho conocemos otros dos casos evidentes de crecimiento poblacional que gestionaría el espacio habitado en un modo similar, como son la propia Segovia o el cerro de La Sota de Torreiglesias.366. Las características específicas del uso de la arquitectura semirupestre para la construcción de las viviendas en la Sepúlveda celtibérica, tal y como se ha documentado, primero como hipótesis,367 y que se ha corroborado en excavación a posteriori, imposibilitan continuos procesos de reestructuración del hábitat existente, obligando a la creación de espacios externos, aunque vecinos, para adoptar posibles procesos de crecimiento poblacional. Este proceso es el que determina la creación de los barrios extramuros en Segovia o en Torreiglesias, y con seguridad tiene que ver con caracterizaciones de los modelos de relación intragrupal de la sociedad arévaca, al menos para buena parte de este territorio.368 En cuanto a las cerámicas supuestamente tardoceltibéricas de Sepúlveda, fechadas en torno al siglo I a.C., este aspecto habría de ser francamente revisado, a la vista de los últimos datos sobre la datación de las cerámicas pintadas asociables a

361. Obregón – Cáceres – Martín 2011. 362. Marqués 2006. 363. Marcos – Del Caño 2008. 364. Martín – Zamora – Aymerich 1990. 365. Estos materiales, como indicábamos con anterioridad, sí se documentan en otras zonas del cerro, indicando una clara constricción del hábitat inicial del periodo Celtibérico Antiguo. 366. Santiago – Martínez 2010; Gallego 2014; Martínez et alii e. p. 367. Barrio 1999; Gallego 2001. 368. Gallego 2014; Martínez et alii e. p.

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las estratigrafías de Numancia.369 No podemos descartar que estos tipos radiquen en producciones propias de mediados o finales del propio siglo II a.C. En cuanto a la relación necrópolis–poblado, ésta es físicamente muy evidente. Su aparición fortuita en torno a 1947 en el cerro anexo de La Picota, concluye con toda lógica el conjunto de los espacios fuertemente antropizados por parte de los habitantes de la Sepúlveda protohistórica. Su relación física con el poblado, así como el acceso al agua o su intervisibilidad resultan más que evidentes. En cuanto a sus materiales, abundan en este potencial auge del poblado en torno a los siglos IV – III a.C., por la datación tradicional de sus espadas, fragmentos cerámicos, así como la presencia de una fíbula anular hispánica con puente nabiforme.370 Si bien, dos fíbulas de pie vuelto, conservadas en una colección particular, muestran la vinculación del uso de la necrópolis, y por tanto, de la ocupación del cerro de Somosierra, en momentos protourbanos. Actualmente a estos conjuntos hemos de añadir un puñal biglobular, fruto de un hallazgo casual, actualmente en estudio por parte del Museo de Segovia. El panorama en las ciudades de Los Sampedros y Morros de San Juan es más desalentador, pues de estos lugares no disponemos de datos procedentes de excavación. De hecho, el yacimiento de Morros de San Juan solo ha sido reconocido con su categoría urbana protohistórica muy recientemente, desde los trabajos de prospección para la elaboración del Inventario Arqueológico de la Provincia, por lo que su verdadera función jerárquica en el modelo de poblamiento del alto Duratón durante la Protohistoria solo ha siso recogida recientemente.371 Los Sampedros, cuya ocupación alcanza las 7,6 ha de extensión, evoca la posición en espigón fluvial de Sepúlveda, aunque ahora sobre una horquilla fluvial del Duratón, al Norte de San Miguel de Bernuy (Fig. 23), protegida también por un vallejo que forma el arroyo del Hocino que vierte sus aguas en aquél, por lo que era lugar bien defendible si su extremo oriental quedaba cerrado por oportunas murallas de fábrica (parece intuirse un muro, de difícil datación). Las fases de ocupación protohistóricas quedan muy desdibujadas para su análisis mediante prospección por la ocupación también romana y medieval del sitio, que sucederán a la anterior sin solución de continuidad, ahora sin carácter urbano. Al sur de la ciudad, a 1 km, se dispone la necrópolis de Los Algarrobales, sobre una pequeña loma junto a la vega del Duratón, conocida solo por hallazgos superficiales. En las inmediaciones de Los Sampedros se disponen dos núcleos satélites, La Coronilla, al otro lado del Duratón, y Valdecarros, éste de amplias dimensiones, dato que nos lleva a plantearnos si nos encontramos en Valdecarros una prolongación del propio espacio urbano de Los Sampedros, ahora enfrente y al otro lado del río, sobre la loma asomada al cauce del Duratón, siguiendo el esquema que se ha señalado sobre el Cerro de la Sota, oppidum que se expandirá, tras superar el lugar fortificado primigenio, ocupando el vecino cerro de El Castrejón, pauta que se ha asociado a esquemas neolocales de residencia postmarital, dadas las restricciones espaciales del lugar principal original. Similar esquema sobre localización del asentamiento y sobre las limitaciones para su evaluación Límite provincial de Segovia Teselación de Voronoi encontramos en Morros de San Oppida Hierro II Juan (Figs. 23 y 26). Esta ciudad, Asentamientos Hierro II de gran envergadura (aunque su extensión es difícil de valorar, por la superposición de la aldea medieval Figura 20. Control del territorio de los oppida de Segovia. de Hontanar, que hace del lugar un 10

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369. Jimeno et alii 2012. 370. Molinero 1952; Gil Farrés 1952 y 1954. 371. Martínez Caballero 2010b; Martínez Caballero – Gallego – López e p.

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sitio arqueológico que globalmente supera las 100 has de extensión), se asienta sobre los promontorios en los que acaba el llano que se asomado a los meandros río San Juan, poco antes de que este curso vierta sus aguas al Duratón. Las posibilidades de defensa natural de este asentamiento son más limitadas, pues todo el flanco septentrional y occidental del yacimiento forma parte de ese llano, que enlaza directamente con la vecina localidad de Sebúlcor. Por el momento, solo ha sido bien reconocidos materiales en superficie por prospección, en relación con la ocupación final del asentamiento, en los ss. III y I a.C. Con este lugar se asocian los cercanos asentamientos satélites de La Mata, y en frente, al otro lado del río San Juan, Las Empozaderas, donde parece ubicarse la necrópolis. Sobre la relación de estos asentamientos y el territorio (Fig. 20), podemos entender algunas cuestiones diferenciales que pueden resultar de amplio interés. Es evidente la clara asociación de Sepúlveda con el conjunto de sitios del eje fluvial S–N estructurado por la cuenca del Duratón. En distintas direcciones, y de manera diacrónica, es clara la relación geográfica con los pequeños asentamientos de La Mesilla, Pico Los Lirios y San Frutos (con la duda no resuelta sobre la cronología del asentamiento de San Julián, evidente para las fases más antiguas de la protohistoria, si bien no tanto para un momento avanzado del periodo). Lo es así mismo con el asentamiento de Morros de San Juan, cuya extensión supuesta a partir de los datos del Inventario, o con el propio asentamiento de Duratón, cuyas primeras evidencias fehacientes de materiales correspondientes al mundo celtibérico quedaron atestiguadas a partir de los recientes trabajos de prospección y excavación del sitio. Datos básicos de Vecindad: Sepúlveda Celtibérico Pleno Km Distancia media

3,301265

Distancia esperada

6,742452

Distancia esperada corregida con efecto borde

7,275207

Varianza 345,045871 Varianza corregida con efecto borde

481,893534

Índice de vecino más próximo

0,49

Índice de vecino más próximo corregido

0,454

Este dato de proximidad se corrobora mediante los índices estadísticos de vecindad comparada con el resto de los asentamientos del periodo Celtibérico Pleno de la provincia de Segovia. Como podemos observar en la tabla, la distancia media de Sepúlveda a los elementos más cercanos de su entorno es de poco más de tres kilómetros, mientras que los datos similares para el territorio segoviano en general (distancia esperada corregida con efecto borde), sobrepasa los siete kilómetros. Este hecho se debe a dos factores claros, que son la densidad de sitios arqueológicos en el entorno del eje Duratón–Sepúlveda, en primer lugar, y en segundo lugar a la clara dualidad de modelo de distribución territorial del hábitat entre el mundo vacceo y el territorio arévaco.372 La configuración específica del territorio político de los oppida se puede valorar con cierta claridad a partir de los datos que nos ofrece la teselación de Voronoi (Fig. 20). En cuanto a los datos de cultivos y aprovechamientos, el terreno que tienen a disposición los habitantes tanto de Sepúlveda (Fig. 21) como los Los Sampedros y Morros de San Juan, es variado, y ofrece distintas opciones para su explotación económica. Tanto los llanos como las cuestas anexas se han explotado tradicionalmente para el cultivo de cereal. Así mismo los vallejos, valles, vegas y cañones favorecen la explotación parcial de pequeños huertos de regadío, así como la disposición de especies forestales de ribera. En los espacios más llanos hay prados grandes para el pasto ganadero (macizo de Sepúlveda, en especial), así como evidencias de monte y bosque mediterráneo que permite el ramoneo y el pasto en montanera, además de la cercanía evidente de la Serrezuela y el piedemonte de Somosierra (para Sepúlveda), lo que favorece la presencia de ganado lanar, además de condicionar el mo-

372. Gallego 2002; Martínez et alii e. p.

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vimiento de gentes por el territorio, lo que podría explicar en cierta medida la importancia del sitio a lo largo de diferentes momentos históricos. Creemos accesorio comentar la importancia del agua como recurso estratégico para la existencia de poblaciones de las características de las que nos ocupan (las tres colgadas sobre el principal cauce del territorio). Esto es realmente evidente para cualquier población humana sea cual sea su tamaño. Sí es cierto que en el caso que nos ocupa esta agua ha sido de especial importancia, no tanto como recurso, pero sí como elemento relacionado con el ámbito religioso, ya en un mundo romano del que no tenemos evidencia alguna de habitación en el cerro de Somosierra, con una más que probable raigambre en época celtibérica. Con toda seguridad, la desaparición de Sepúlveda, y probablemente también del oppidum de Morros de San Juan, supuso el crecimiento poblacional del núcleo romano de Los Mercados (Duratón), a 8 kilómetros río arriba. No creo que, como señala Blanco, la Figura 21. Usos del suelo en torno al oppidum de Sepúlveda. desocupación de Sepúlveda obedezca a un “proceso lento de abandono”.373 La presencia de adobes calcinados por toda la extensión del cerro de Somosierra nos señala más bien en una dirección completamente opuesta. Los materiales tardíos (un as acuñado en Obulco a finales del siglo II a.C. y cerámica con decoración tardoceltibérica) no apuntan nada en cuanto a la velocidad del proceso, sino más bien a su cronología. A todas luces es probable que la Sepúlveda protohistórica desaparezca, tal y como la conocemos, a principios del siglo I a.C., al igual que Morros de San Juan, y con muchas probabilidades de que este proceso tenga mucho que ver con las operaciones romanas en el territorio, que obligasen al desplazamiento de su población a la vecina Duratón, que se configuraría en seguida como un ente político y territorial de primera magnitud en el ya evidente territorio romano que era la actual provincia de Segovia. Por su parte, Los Sampedros no se desocupará, pero posiblemente restringirá su ocupación, por razones de estrategia de aprovechamiento del medio, y quedará como un vicus adscrito a Duratón. Las actuaciones romanas de reordenación del territorio tras su conquista, entre 98 y 95 a.C., serán de gran alcance, como vamos a comprobar en los capítulos sucesivos.

3.2. El alto valle del Duratón, territorio de frontera en el siglo II a.C. La llegada de las fuerzas romanas al valle del medio del Ebro y a los territorios situados inmediatamente al Sur del Sistema Central generó la creación de una frontera, en la que se situaban tanto las comunidades anexionadas al imperio republicano, cuyos territorios habían sido transformados en ager publicus, propiedad del Estado romano, como otros territorios autónomos en los que se habían establecido acuerdos de sumisión

373. Blanco 1998; id. 2006.

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