27. La guerra de los títulos

September 23, 2017 | Autor: Ernesto Goiricelaya | Categoría: Social History
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Descripción

Cosas de Alde Zaharra 27

La guerra de los títulos De todos es sabido que el escudo de la Ciudad tiene una orla con los títulos de MUY NOBLE, MUY LEAL, MUY VALEROSA Y MUY SIEMPRE FIEL CIUDAD DE HONDARRIBIA, hoy oficialmente en euskera HONDARRIBIKO HIRI OSO PRESTU, OSO LEIAL, OSO ADORETSU ETA BETI OSO ZINTZOA. Pero esto de los títulos no siempre resultó asunto fácil. El XVII fue un siglo barroco con una marcada tendencia hacia lo solemne, trascendente y decorativo que lo impregnó todo. El boato que adornaba a una comunidad no podía ser una excepción, así que pocas cosas eran más importantes que los títulos y privilegios. Dos temas que fueron una fuente constante de disputas y pleitos entre la villa -y luego ciudad- de Fuenterrabía, y la Provincia de Guipúzcoa. En el siglo XVII se realizaban en Gipuzkoa dos juntas generales cada año, una en invierno y otra en verano. Cada junta estaba presidida por el Corregidor o, en su ausencia, por el alcalde de la villa donde se celebraba. Cada localidad se sentaba y votaba siguiendo un orden preestablecido que provenía del sistema fogueral tradicional, basado fundamentalmente en la importancia y la aportación económica de cada población. A Hondarribia le correspondía sentarse la séptima a la derecha del Corregidor o el alcalde, en el asiento número 14. Y las votaciones se llevaban a cabo según este mismo orden, de forma que Hondarribia era la población número 14 en el orden de votación. Guipúzcoa había recibido real cédula de Enrique IV para ser tratada de NOBLE Y LEAL en 1466, con una sanción de diez mil maravedís para quienes no la trataran así. Esto de los títulos no planteó mayores problemas hasta que la villa de San Sebastián recibió su cédula de Carlos V en 1522 para recibir el mismo tratamiento. La Provincia reaccionó airadamente y pidió que se derogara esta real cédula otorgada a San Sebastián. No era "justo ni regular que un miembro particular de ella tuviese el mismo título que toda la provincia". Para los procuradores era tanto como decir que los méritos y servicios al rey de la villa donostiarra eran iguales a la suma de los méritos y servicios del conjunto de todas las localidades de Guipúzcoa, San Sebastián incluida. Una parte no podía ser igual al todo en el que estaba integrada. No estaba mal llevada la argumentación. El Consejo del rey no aceptó derogar una cédula ya emitida, así que los procuradores de la Provincia decidieron en junta en 1523 que las villas que la componían se titulasen como máximo de NOBLES y LEALES. Decidieron solicitar al rey que añadiera el MUY a la Provincia y prohibir, para evitar problemas en el futuro, que las villas que la componían pudieran utilizar este superlativo. El emperador atendió la petición y nombró a Guipúzcoa MUY NOBLE Y MUY LEAL en 1525. Con esto acabó el primer asalto en el combate por los títulos. Pero en 1542 un escrito del Supremo Consejo de Estado del Emperador daba a Fuenterrabía el tratamiento de MUY NOBLE Y LEAL. No era propiamente una cédula real de nombramiento, sino que el Consejo daba este tratamiento a la villa en el encabezamiento de la carta. Un tratamiento que se siguió repitiendo en los escritos posteriores, hasta que el Regimiento de Fuenterrabía decidió tomar cartas en el asunto. Entregó los escritos al Doctor Torre -del que no tenemos más datos- para que "diese su parezer del titulo que podia tomar de ellos esta villa". El Doctor Torre respondió que la villa podía utilizar estos nuevos títulos, y basándose en este dictamen el Regimiento decidió en 1598 que "de aquí adelante a la dicha villa se yntitule MUY NOBLE Y LEAL y que los escrivanos de la dicha villa lo asienten en sus autos". 1

Las juntas de la Provincia mostrando su disconformidad con esta decisión no consintieron que Fuenterrabía utilizara estos títulos, y en las juntas generales de Tolosa en 1622 se ratificó el acuerdo de que las villas de Guipúzcoa no podían pasar de NOBLE Y LEAL. Fuenterrabía protestó, pero las cosas quedaron así. Hasta que en 1632 la villa hondarribiarra decidió dar un puñetazo en la mesa, y envió a sus procuradores a juntas con un poder en el que se afirmaba que representaban a la MUY NOBLE Y MUY LEAL villa de Fuenterrabía. La Provincia los expulsó de la junta, con el aviso de que no volverían a ser admitidos hasta que no desaparecieran estos títulos del encabezamiento del escrito. Y llegó el año de 1638. El año en el que tantas cosas iban a cambiar. Tras sesenta y nueve días de asedio, once mil cañonazos y cuatrocientas bombas, las tropas de Condé se retiraron. El feliz suceso tuvo un extraordinario eco en todos los reinos, y sobre Fuenterrabía cayó una lluvia de elogios, mercedes y privilegios.

Retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares pintado por Diego de Velázquez en 1638. Si bien para algunos autores estaría pintado en 1634, para la mayoría el cuadro representa la carga contra los franceses en Fuenterrabía. Aunque entre las patas del caballo pueden observarse algunas escenas del combate, y el monte puede recordar algo a Jaizkibel, hay que tener en cuenta que Velázquez no conocía aún la ciudad. Lo que no es muy relevante porque el propio Conde-Duque -que siempre se atribuyó esta victoria- tampoco estuvo presente en le batalla.

Nada más tener conocimiento de la victoria el Conde-Duque de Olivares se adelantó tratando a la villa de MUY NOBLE, MUY LEAL Y MUY VALEROSA y afirmando que el rey le haría tan grandes mercedes que serían mayores que las que la propia villa habría podido incluso imaginar, “las quales solicitaré yo con mucho gusto, (…) que nada quisiera sino haber nacido hijo de esa Villa”. Y el 15 de septiembre Felipe IV enviaba a la villa su agradecimiento comunicando que "así lo manifestaré, haciéndoos grandes mercedes; y si bien tengo resuelto algunas, me diréis las que se os ofrecieren, que sean de mayor conveniencia vuestra, para que tome resolución en ellas". Consecuentemente la villa hizo llegar al rey una lista con 23 peticiones, entre las que se contaban la reparación de la fortaleza y los daños sufridos durante el asedio; peticiones económicas para los vecinos, y sobre todo para los impedidos, viudas y huérfanos que había provocado la guerra; privilegios y mercedes para el desarrollo de la población; y que se le despachase a Fuenterrabía el título de MUY VALEROSA. Pero entre las peticiones había otras que hicieron poner el grito en el cielo a la Provincia. Fuenterrabía solicitaba que el rey emitiera una real cédula para que la villa "en las juntas de la provincia tuviese el primer asiento y voto". Todo un cañonazo a la línea de flotación de los fueros, normas, usos y costumbres de la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa. 2

Aunque muchas de estas mercedes no se cumplieron, la relacionadas con los títulos no se hicieron esperar, y así el rey otorgaba en 1639 los títulos de MUY LEAL y MUY VALEROSA CIUDAD, con sanción de cincuenta mil maravedís para quienes no le dieran este tratamiento. Las tornas habían cambiado. Ahora los títulos estaban avalados por una real cédula clara y explícita, contra la que no cabía oposición. Pero no por eso iban a terminar las disputas entra la ahora ciudad y la Provincia. La primera razón, que salta a la vista rápidamente, es que en la cédula no figuraba el título de MUY NOBLE. Fuenterrabía quería que se le diera el tratamiento reflejado en todos sus títulos. Pero ahora quería también algunas cosas más: quería sentarse en el asiento número 1 de la provincia, a la derecha del corregidor o del alcalde de la villa donde se celebraba la junta; quería tener el último voto de calidad tras el resto de villas, alcaldías y valles de Guipúzcoa; y que, por su condición de ciudad y sus títulos, el resto de la provincia la tratase de SEÑORÍA. La Provincia tuvo que plegarse porque la ciudad hondarribiarra contaba entonces con el apoyo del rey. El 16 de marzo de 1650 los representantes de la Provincia y los de la ciudad firmaron un acuerdo en el que se aceptaban los temas de los títulos, el asiento y el voto. Pero no el del tratamiento de Señoría que no constaba que el rey le hubiera dado. Acordaron consultar con dos abogados de Madrid y aceptar su dictamen. El 16 de abril de aquel año los licenciados Eugenio de Ribera y Antonio de Salas emitieron su veredicto: el tratamiento de Señoría estaba reservado para las ciudades cabezas de los reinos, y para las villas y ciudades con voto en Cortes. Por lo tanto "á Fuenterrabia no se le pueden ni deben dar, porque no concurren en ella las qualidades de ser Cabeza de Reyno, ni tener voto en Cortes". Pero Fuenterrabía no aceptó el laudo. Según Martín López de Justiz y Burgoa, la villa tenía en 1390 "asiento, voz y voto en la Cortes de la Corona (...), y esto siendo villa". Y además el Almirante de Castilla, tras el sitio de 1638 "de parte de Su Majestad la dio el parabién tratándola de Señoría, como de entonces acá la suelen tratar todos sin disputa ni duda alguna". Justiz acababa afirmando que Fuenterrabía "puede defender por debido a tanto estado y honor el de Señoría, hoy tan estilado para con cualquier ciudad".

Fuenterrabía en 1640

Así que empezaba otro pleito. De Fuenterrabía partió rápidamente hacia Madrid Miguel de Tellaechea. La ciudad le hacía un encargo muy claro: "Procure con toda brevedad se obtenga el privilegio. Y aquel sea con palabras de mayor significación, atención y ponderación que ser pueda. Y si fuere posible que goce de las preeminencias, honores y prerrogativas que las ciudades cabezas de partido o de voto en Cortes con título de Señoría que sería en este tiempo de particular afirmación y blasón". Don Miguel se movió rápido, y el 23 de abril ya contestaba desde Madrid que "no sería razón que teniendo como tuvo voto en Cortes siendo Villa (...) fuese ahora menos privilegiada siendo Ciudad", y responsabilizaba de la situación a los "émulos malintencionados de la Provincia de Guipúzcoa". El 10 de agosto Miguel de Tellaechea escribía exponiendo que estaba encontrando "algunos embarazos en el punto que Vuesamerced me propone tocante a las preeminencias, honores y prerrogativas que desea tener como las demás Ciudades cabezas de partido, añadiendo el título de Señoría. Este último punto se puede pedir con algún desenfado, más lo otro con algún embarazo", porque "si el año de 1638 los que vinieron en nombre de Vuesamerced a estas Cortes hubieran pedido, esto y mucho más se les hubiera dado. Pero ahora a sangre fría alegar los servicios que se dieron, no sé que sea de provecho. Más no obstante todo esto se procurará poner en práctica". En este mismo escrito avisaba que todo el proceso había sido detenido por los representantes de la Provincia de Guipúzcoa, que otra vez alegaban que Fuenterrabía no podía tener "mayores honras de Su Majestad que la Provincia". 3

El 7 de septiembre la ciudad le contestaba animándole y afeando el comportamiento de la Provincia, a la vez que le enviaba varios documentos originales de gran valor. Le avisaba de que el canónigo irundarra Don Felipe de Arbelaiz estaba en Madrid representando los intereses de la Provincia; que no se fiara, y que tuviera un cuidado extremo con aquellos documentos. Hasta el punto de que, siempre que se moviera, cuidara de "traer consigo los memoriales y en ausencia de Vuesamerced encargarle el cuidado a algún amigo". A pesar de la oposición de la Provincia las cosas no iban mal en el Consejo de Castilla, y Miguel de Tellaechea esperaba un resultado positivo del pleito. El 4 de octubre de aquel año de 1650 una real cédula de Felipe IV afirmaba que "he tenido por bien de hacerla e intitularla, como por la presente lo hago e instituyo, MUY NOBLE CIUDAD, para que de aquí adelante lo sea, y se llame e intitule MUY NOBLE, MUY LEAL Y MUY VALEROSA CIUDAD". A pesar de la oposición de la Provincia se había conseguido que una cédula real apoyara las pretensiones de la ciudad de Fuenterrabía en cuanto a los títulos que podía exhibir y que el resto de poblaciones debían darle. Don Miguel de Tellaechea había hecho su trabajo. El tratamiento de SEÑORÍA quedó perdido en un espeso silencio administrativo en el Consejo de Castilla y en la propia ciudad. Simplemente no se volvió a hablar de ello.

La orla del escudo en una ilustración realizada entre 1686 y 1699. Hay escudos anteriores, pero sin orla. Según Florentino Portu (1987), "es el documento que se considera el más antiguo que se ha podido hallar".

Todo el proceso había costado a la ciudad la nada desdeñable cantidad de 5.262 reales de vellón. Hay que tener en cuenta que en aquella época la Corona obtenía dinero rápido vendiendo cargos en la administración. Al principio se vendieron cargos menores (regidores, escribanos, etc.), pero se acabaron vendiendo altos cargos en los propios Consejos de rey. Esto llevó a una situación de corrupción descarada, porque aquellos funcionarios que habían pagado por su cargo estaban prestos a utilizar cualquier ocasión que les permitiera recuperar lo invertido. Así que el bueno de Tellaechea tuvo que abrir su bolsa múltiples veces. El que no cobraba por su trabajo cobraba por sus favores, y el que no hacía nada cobraba precisamente por eso...por no hacer nada y no molestar. Las detalladas cuentas que presentó Don Miguel a la Ciudad muestran que tuvo que pagar a todos los oficiales, incluidos los porteros y alguaciles, a veces para localizar "a la parte contraria que andava escondiendosse". El 28 de febrero de 1651 Don Miguel de Tellaechea dio por terminado su trabajo en Madrid y volvió a Hondarribia. Pero tuvo que volver rápidamente otra vez. Las juntas generales, reunidas en Tolosa en abril de 1651, habían dado un paso más en esta guerra por los privilegios y títulos. No admitían aquellos privilegios que situaban a la ciudad hondarribiarra por encima del resto de Guipúzcoa. El acuerdo tomado expulsaba a Fuenterrabía de la juntas de la Provincia. Y, probablemente en una decisión aún más dura para la ciudad, el acuerdo entregaba su plaza en las Juntas a la Universidad de Irún. Expulsar a Fuenterrabía y admitir a Irún, que entonces estaba bajo su jurisdicción y con la que vivía en un pleito continuo, fue vivido como una auténtica bofetada en la ciudad hondarribiarra. Las dos poblaciones bidasotarras mantenían también su particular combate en esta guerra por los títulos, porque Irún afirmaba que le correspondía el de NOBLE Y LEAL UNIVERSIDAD que Fuenterrabía no admitía, porque era tanto como admitir su existencia como población totalmente independiente. Don Miguel de Tellaechea tuvo que iniciar un nuevo pleito contra la Provincia y contra Irún. Esta situación no se resolvió hasta las juntas de Elgoibar de mayo de 1653, en las que Fuenterrabía recuperó su asiento y abandonó la asamblea la Universidad de Irún, a cambio de que la ciudad cediera en sus pretensiones sobre el asiento principal y el orden de votación. 4

Parecía que empezaba así un período de calma relativa en esta guerra por los títulos. Pero la Provincia no pudo resistirse a meterle el dedo en el ojo una vez más a la ciudad. Las juntas de Azpeitia de 1656 decidieron "que la Provincia honrase a Irún en sus comunicaciones con el título de NOBLE Y LEAL UNIVERSIDAD, y que Fuenterrabía le diese igual tratamiento". No era, por supuesto, una cédula real, así que Hondarribia no se sintió obligada a cumplir aquel mandato. Pero seguro que a la ciudad le dolió el ojo durante un tiempo.

Detalle del escudo que se encuentra sobre la puerta de Santa María desde 1879. A izquierda y derecha de la corona puede leerse "AÑO 1694", y en la orla LA M.N. M.L. Y M.B. CIVDAD DE FUENTERRAVIA

Tuvo que pasar un siglo y medio más para que Carlos IV otorgara en Aranjuez el título de MUY SIEMPRE FIEL a la ciudad de Fuenterrabía. Es curioso observar que cuando el rey dicta su real orden en 1799 "a quienes en qualquiera manera pueda competer y competa, guarden, cumplan y observen, hagan guardar, cumplir y observar a vos la mencionada Ciudad de Fuenterrabía el título de Muy Siempre Fiel", se dirige esta vez de forma explícita "a la Junta, procuradores, caballeros, escuderos e hijos-dalgo de las otras Ciudad, Villas y Lugares de la Muy Noble y Muy Leal Provincia de Guipúzcoa". Los escritos del Consejo del rey no solían dar puntadas sin hilo, así que una alusión tan clara a la Provincia más parecía una orden tajante suavizada por el protocolo. La Provincia pareció captar la intención del escrito, porque tardó menos de un mes en reconocer a la ciudad el nuevo título aunque, eso sí, añadiendo la coletilla de "sin perjuicio de nuestros Fueros y con la calidad de que se observe el convenio que tenemos hecho con la Ciudad en diez y seis de Marzo de mil seiscientos cinquenta". Y aquí estaba la trampa, porque el acuerdo de 1650 decía que "la probinzia quando le escriviere en su nombre use de estos [títulos] segun la pareciere". El "segun la pareciere" había enfadado mucho a Miguel de Tellaechea 150 años antes, que ya había avisado de que ese punto "no siendo conforme a justizia y que ha parecido floxedad (...), a mi entender y al de algunos no ha parecido bien antes asi mal, porque (...) con su intención que es mala, tomarían motivo para no proceder como deben y así convendrá mucho que si alguna vez escribiere a Vuesamerced y no pusiere todos los títulos se le de en el rostro con su carta, enmendando y añadiendo los títulos". Enfadado sí que estaba. Tan enfadado que, si en aquella época las poblaciones solían referirse a Gipuzkoa como "la Madre", Tellaechea la llamaba "madrastra". El último título recibido no fue para la ciudad sino para el ayuntamiento. Frente a los títulos exhibidos por la ciudad, el ayuntamiento sólo tenía el tratamiento de ILUSTRE. Así que en 1881 el ayuntamiento escribía al Ministro de la Gobernación solicitando que "con el debido respeto, ruego se sirva conceder un timbre de gloria más a la M.N. M.L. M.V. y M.S.F. Ciudad de Fuenterrabía, permitiendo que su Ayuntamiento use del tratamiento de Excelencia". En 1901 la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, en nombre de su hijo Alfonso XIII, concedió al 5

Ayuntamiento de Hondarribia el tratamiento de EXCELENCIA. Pero la época barroca había quedado muy atrás, y estas cosas tenían ya un valor muy relativo. Y, sobre todo, ya no generaban los conflictos que habían provocado en el pasado. El último paso de esta historia de los títulos y tratamientos se produjo el 17 de noviembre de 1980 cuando el Ayuntamiento de Hondarribia, atendiendo a un informe solicitado a Euskaltzaindia, decidió que el escudo y los sellos de Hondarribia cambiaran oficialmente su leyenda según "corresponde al texto euskeriko, que constituye traducción literal del originario, y del siguiente tenor: “HONDARRIBIKO HIRI OSO PRESTU, OSO LEIAL, OSO ADORETSU ETA BETI OSO ZINTZOA” (Muy Noble, Muy Leal, Muy Valerosa y Muy siempre Fiel Ciudad de Fuenterrabía)”. Esta decisión se hizo efectiva en el escudo y los sellos de la ciudad a partir de 1988.

Sello presente en los documentos actuales del Ayuntamiento de Hondarribia

Tetxu HARRESI, 25 de noviembre de 2014

Fuentes: Palafox, J. (1639), Sitio y socorro de Fuente-Rabía y sucesos del año de mil y seiscientos y treinta y ocho. Escritos de orden de Su Magestad, Cat.o del Barrio, Madrid Privilegios y mercedes. Diferencias con la Diputación (1650-1651), Archivo Histórico de Hondarribia B-1-I-3-4 Martinez de Isasti, L. (1850), Compendio historial de la M.N. y M.L. Provincia de Guipuzcoa, Baroja, San Sebastián (escrito originalmente en 1626) Gorosabel, P. (1862), Diccionario histórico-geográfico-descriptivo de los pueblos, valles, partidos, alcaldías y uniones de Guipúzcoa, Gurruchaga, Tolosa Gorosabel, A. (1867), Nueva recopilación de los Fueros, privilegios, buenos usos y costumbres, leyes y órdenes de la M.N. y M.L. Provincia de Guipuzcoa, Diputación de Guipúzcoa, Tolosa (reimpresión del original de 1696) Gorosabel, P. (1899-1901), Noticia de las cosas memorables de Guipuzcoa,ó descripción de la provincia y de sus habitadores(...),López, Tolosa Múgica, S. (1918), Geografía General del País Vasco Navarro. Guipuzcoa, Martín, Barcelona Portu, F. (1989), Hondarribia: Notas históricas y curiosidades, Ayuntamiento de Hondarribia, Hondarribia Céspedes, V. (2011), Evolución de las armas de Fuenterrabía a través de los sellos, Hidalguía, nº 346-347

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