2015: un año de incertidumbres

September 13, 2017 | Autor: Angel Viñas Martin | Categoría: History, European Union, Historia, Historia Contemporánea, Contemporany history
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Descripción

2015: un año de incertidumbres



El año que ahora ha comenzado es muy verosímil que entre en la historia,
quizá no en la grande, grande, pero probablemente en la que constate la
acentuación de tendencias preocupantes ya existentes en nuestras
sociedades, en particular en la Unión Europea.



Hubo una época en que me tocó hacer predicciones. ¿Qué podía ocurrir en
relación con ciertos temas? En algunas de las que hice a medio plazo
acerté, más o menos, en ocasiones. En las que se referían al corto plazo
me equivoqué casi siempre. De aquella época me quedé con dos afirmaciones.
La primera se debe a un primer ministro japonés, hoy olvidado, Yasuhiro
Nakasone. Venía a decir que en política aventurarse una pulgada hacia
adelante equivalía a adentrarse en territorio desconocido. Ni que decir
tiene que Nakasone era extremadamente conservador. La segunda afirmación se
atribuye, dicen los expertos que sin razón, a otro primer ministro
conservador, esta vez británico, Harold Macmillan. Todos los mejores
planes, vino a decir, pueden estropearse por obra gracia de acontecimientos
imprevisibles. ¡Events!

Naturalmente, de seguir a la letra la metodología implícita en tales
afirmaciones podríamos cerrar la tienda. ¿Qué tendrían que ofrecer los
expertos en ciencias sociales?

De cara a 2015 podemos, al menos, estar seguros de una cosa. En nuestra
Unión Europea de todos los pecados va a haber toda una serie de procesos
electorales. Algunos serán muy importantes y podrían tener alcance
sistémico. Otros tendrán impactos más bien nacionales y de efecto más
reducido.

El próximo domingo, 25 de enero, tendrá lugar el primero: las elecciones
generales en Grecia. La prensa, estos días, está llena de artículos que
recogen las escaramuzas previas a una contienda electoral de potenciales
resultados sistémicos. Unos tratan de amedrentar a los griegos advirtiendo
contra un verosímil triunfo de Syriza (aunque no consiga la mayoría
absoluta) y sus consecuencias sobre la permanencia de Grecia en el euro.
Otros abanderan algunas de sus promesas de renegociar el lastre de la
deuda, dado que las políticas de austeridad han hundido a amplios sectores
de la población en la indigencia. De la forma en que la Unión Europea trate
los resultados de la contienda electoral dependerá la imagen que ofrezca al
resto de los países de la zona euro y más allá.

En Francia están previstas elecciones departamentales en marzo. Tras el
reciente atentado terrorista en París ¿quién sabe cuál va a ser la reacción
del electorado? Todo hacía prever prever que el xenófobo y extremista
Frente Nacional, la ultraderecha, ganará posiciones. Podemos anticipar la
habilidad con que Marine Le Pen aprovecherá esa eventual onda expansiva.
Hay comentaristas franceses que ya le conceden posibilidades en las
elecciones presidenciales. Francia, y no Grecia, puede convertirse a medio
plazo en el gran problema de la Unión Europea.

Para mayo se esperan las elecciones generales británicas. De ganar los
conservadores, y si el primer ministro David Cameron se atiene a sus
repetidas promesas, renegociará los términos de participación del Reino
Unido en la Unión Europea, aunque ello implique una modificación de los
Tratados. Cameron jugó fuerte en el pasado referéndum escocés. En esta
ocasión puede encontrarse con la horma de su zapato. Si, por otra parte, el
partido laborista se hunde en Escocia el panorama político británico
quedará completamente reconfigurado para los próximos cuatro o cinco años,
sin contar con que los perrillos de UKIP seguirán mordiendo en los talones
a los conservadores.

(Advertencia al Gobierno español, sea el que sea: una modificación de los
Tratados, equivalente a destapar la caja de los truenos, ofrece
posibilidades para llevar a la mesa muchos desiderata, algunos de interés
para el Estado español. Otros miembros actuarían de forma similar. Por
consiguiente, hay que plantear la posibilidad de que la eventual
"renegociación" termine no abriendo la caja).

Luego llega Dinamarca. Cualquiera que sea el resultado los efectos
sistémicos sobre la Unión Europea serán reducidos. Eso sí, Dinamarca ha
desempeñado en el pasado un papel de seguidor aplicado de ciertas
tendencias preocupantes como el lento desmantelamiento del Estado de
bienestar y restricciones en política de asilo e inmigración. Actualmente
su habitual Gobierno de coalición ha corregido el tiro, pero otro podría
volver a las andadas (como hacen ahora los Países Bajos y Austria)

Después viene España. Copiadora, en general, de las políticas de austeridad
que están destrozando la cohesión social en Unión Europea, todas las
lecturas son posibles. Es improbable que ninguna de ellas tenga efectos
sistémicos. Sí los tendrá, y muchos, para los sufridos ciudadanos a quienes
el Gobierno ha manipulado, mentido y demostrado que la derecha española, en
comparación con la de los años de paz republicanos, no ha aprendido
demasiado de la Historia.

Quedan elecciones parlamentarias: en principio están previstas en Polonia,
Finlandia y Portugal. No me atrevo a pronunciarme sobre sus consecuencias,
sistémicas o no. Prefiero llamar la atención sobre el protagonista de los
últimos años en la Unión y sus políticas de austeridad a ultranza:
Alemania.

En la perspectiva del largo período, es decir, desde la mitad del siglo
XIX, Alemania ha sido casi siempre uno de los grandes desestabilizadores de
Europa. Antes lo fue Francia. Las generaciones actuales han conocido,
naturalmente, otra Alemania: la hundida tras la segunda guerra mundial, la
encorvada por el lastre de los crímenes sin paralelo del nazismo, la buena
y modosita alumna más paneuropea que todos los demás europeos juntos, la
locomotora económica, la dividida territorialmente, el excitante escenario
del hundimiento del muro de Berlín y de la reunificación...

Menos atención despertaron algunos de sus golpes de efecto en la crisis de
los Balcanes, cuando empezó a mostrar de nuevo músculo diplomático. Pero
también es verdad que ni el Reino Unido ni Francia mostraron un
comportamiento que les hiciese merecedores a demasiados laureles. Hoy
Alemania combina prepotencia y una cierta retracción. Es una mezcla
peligrosa. No se limita a lo económico. Tiene efectos en el plano político
y, en particular, en el terreno de las relaciones intra-europeas.

En las últimas semanas la prensa se ha hecho eco de la xenofobia latente
que parece haber despertado Pegida (y que recuerda al Front National
francés). Recordemos incidentalmente que también el NSDAP empezó siendo
pequeño.

¿Advertencias? La combinación entre nacionalismo (de los Estados pero
también de índole subestatal) y crisis económica y social ha tenido
efectos perversos en la historia contemporánea de Europa. ¿Habremos vencido
los europeos nuestros demonios familiares? Las respuestas irán aclarándose
a lo largo de este año. Un año de incertidumbres.
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