2015: Reseña de Covagonda López de \"Inteligencia comunicacional\"

August 5, 2017 | Autor: Xavier Laborda | Categoría: Communication, Rhetoric, Oratory, Book Reviews
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Descripción

Infoling. Sección de reseñas Director de esta sección: Carlos Subirats (UAB, España)

Covadonga López Alonso. Reseña de Laborda, Xavier 2014. Inteligencia comunicacional. El orador sexy. Barcelona: Plataforma Editorial. Infoling 2.86 (2015) El libro Inteligencia comunicacional. El orador sexy, de Xavier Laborda, profesor de Lingüística en la Universidad de Barcelona, cuyos trabajos de retórica e historiografía lingüística son conocidos, respetados y cita obligada en esos campos, es una valiosa síntesis de los complejos territorios de la comunicación pública como saber y arte de hablar, en la que la inteligencia comunicacional es “un bien colectivo”. El autor advierte al lector, desde el mismo pie de la portada, de que se trata de “Claves para aprender a comunicarnos con elocuencia y éxito”, es decir, al término de “sexy” no podrá atribuírsele el sentido de “que tiene atractivo físico y sexual” del DRAE, sino que, en palabras del autor “nuestro propósito como oradores es pronunciar un discurso sexy”. Siguiendo a Lluis Pastor (2008), “a pesar de que suena chocante, por sexy entendemos la atracción que despierta el acto comunicativo” (p. 135), precisando, además, que “no se trata de comunicación con intención erótica, sino de la comunicación atractiva. Es la expresión del entretenimiento” (p. 149). El peritexto editorial de la obra, con una provocativa ilustración de una roja boca abierta sobre tres dientes blancos, invita a visitar la noción de comunicación desde el poder de la emoción y de la belleza. La obra, que enlaza con acierto la fundamentación teórica con una cuidadosa didáctica expositiva, consta de una introducción, 8 capítulos, unas claves para la conclusión y una bibliografía. Además, cada uno de los capítulos finaliza con una propuesta de actividades relacionadas con los puntos nucleares tratados, actividades a las que se da la solución al final de libro (pp. 171-174). Este último apartado es también uno de los grandes valores de este texto, porque invita a la autoformación y a la autoevalución en los recursos verbales que precisa un orador, aunando con habilidad los enfoques teóricos con las propuestas prácticas, con el fin de desarrollar habilidades expresivas. Por todas estas características, esta obra es una interesante contribución a los estudios en Retórica, Pragmática y Análisis del Discurso, y hay que destacar, además, la excelente redacción del texto en un español académico, claro y conciso, en el que también abundan exposiciones pormenorizadas en algunos de los temas tratados. Voy a sintetizar brevemente las aportaciones de cada uno de sus capítulos. El primer capítulo, a modo de introducción sincrética –“Claves para comenzar: principios y relatos” (pp. 11-27)– anuncia sin ambages ni circunloquios el objetivo de la obra –“Este es un libro sobre comunicación. Nuestro propósito como oradores es pronunciar un discurso atractivo, claro y ágil. Por sexy entendemos la atracción que despierta el acto comunicativo” (p. 11)–, sintetizando con precisión los cuatro principios de la retórica: la perspectiva, las cinco habilidades del orador, la negociación y el orador sexy, principios imprescindibles, que deben ejercitarse para ser un buen orador. El segundo capítulo –“La perspectiva del comunicador”– se centra en (i) la importancia que tiene la forma de conocer y comunicar la realidad, es decir, cómo interpretamos el mundo y cómo entendemos y exponemos los acontecimientos, (ii) la manera de enseñar ese proceso comunicativo, y (iii) cómo la oratoria es fundamental para comunicar con eficacia y propiedad. Se trata de una propuesta que va más allá de lo que podría ser simplemente una técnica comunicativa, propuesta que se encuentra con demasiada

Covadonga López Alonso

frecuencia en manuales y libros de Retórica y de Análisis del Discurso. Para centrar bien la importancia de la negociación como eje de la comunicación, utiliza ejemplos como una noticia de prensa de El Periódico de mayo de 2010 y vuelve al perspicaz y astuto personaje de Nasrudín, cuyas argucias sirvieron también de ejemplo en algunos de los apartados de El anzuelo de Platón (2013) . En este capítulo, merecen un especial interés (i) el tratamiento de la ironía en el humor –con el conocido ejemplo del contrato de comunicación fracasado en la llamada a cobro revertido de Harpo Marx a su hijo Jimmy–, (ii) la importante función de la estrategia emocional, que requiere no sólo emotividad sino especialmente inteligencia, y (iii) la relación estrecha entre oratoria y retórica jurídica, con el ejemplo del percance de Alipio contado en las Confesiones de Agustín de Hipona (año 397). El tercer capítulo se abre con una interrogación epistémica –“Quién dijo ‘miedo’?”– para abordar el problema de hablar en púbico. El autor sitúa la causa del estrés en la perspectiva subjetiva en la que se aúnan identidad extrovertida e introvertida: “el orador es un actor, alguien que realiza una función discursiva en el escenario. Necesita la desenvoltura y la vivencia positiva de la persona sociable [...] pero también precisa del componente reflexivo y clarividente, propio de la vertiente introvertida de su personalidad” (p. 44). Son interesantes sus tres apartados: “Remedios para el miedo escénico”, “Oradores desmesurados” y “El estadista como orador”. En este último, el ejemplo de Manuel Azaña, que no era el clásico orador político pasional, ya que el éxito de sus discursos residía en su esfuerzo y valor cívicos, y en su claridad para centrar los problemas: “España será laica o no será”. La actividad 3 de este capítulo invita a la reflexión: “La palabra omitida”. Los dos capítulos siguientes son, a mi modo de ver, una síntesis excelente de las premisas que son necesarias para lograr una capacidad oratoria. El cuarto capítulo –“Cualidades del orador”– se apoya en los tres componentes ciceronianos –don natural, que se desarrolla con la formación y la práctica–, que pueden traducirse al binomio learning/training. Siguiendo a Phyllis Bentley (1964), propone cinco grandes cualidades: conocimiento del tema, entrega a la audiencia, calidad de la voz, fluidez expresiva y la faceta de actor: “las cinco cualidades del orador lo definen como alguien que conoce el tema del que habla, se entrega a la audiencia, emplea sus recursos vocales, muestra fluidez expresiva y reflejos actorales” (p. 64). X. Laborda presenta a continuación los cuatro grandes defectos que perjudican y bloquean al orador: guión mal preparado, nerviosismo, lenguaje enrevesado y escaso dominio del escenario. El quinto capítulo –“Cinco tareas para cinco habilidades”– aborda las cinco fases que permiten al orador lograr una buena actuación comunicativa: buscar argumentos, organizarlos, formularlos, recordarlos y pronunciarlos. Utiliza en este capítulo el ejemplo de Borges que relata en su Autobiografía de cómo superó con creces su miedo escénico. En este capítulo, además, merecen especial atención tres breves apartados: (i) –“La corona de las tareas”–, que se centra en el repertorio de los recursos persuasivos y la importancia de los géneros discursivos; (ii) “El argumentario más antiguo” y el valor de los tópicos para elaborar argumentarios; y (iii) “Manantial de la publicidad”, apartado en el que sintetiza las seis categorías aristotélicas que X. Laborda ejemplifica con eslóganes antiguos de publicidad de coches: el valor de una realidad con argumentos de cantidad, calidad, orden, existencia, esencia y persona.

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Reseña de Xavier Laborda. Inteligencia comunicacional

En el sexto capítulo –“Paso a paso”–, el autor invita al lector a revisar la capacidad oratoria a partir de dos géneros discursivos: (i) la estructura y planificación del relato a partir del cuento de Cortazar “Tema para un tapiz” con sus tres fases –introducción, desarrollo, conclusión– para explicar que “como en el cuento de Cortazar, el orador es un estratega, un general. [...] Para ello prevé las etapas de la elocución. Es decir, se ocupa de la composición o de aspectos organizativos. Se refieren a tres tareas, que son el orden de las partes, su proporción y la coherencia de la información” (p. 92); (ii) el ensayo de Montaigne sobre la reconciliación del rey Francisco I y el papa Clemente VII en 1538, en donde el ensayista utiliza con acierto innegable la agilidad y habilidades argumentativas con el juego de la imaginación. Merece un interés especial la conclusión de este capítulo y las pautas que deben seguirse para preparar un discurso breve. El capítulo séptimo –“Escritura y discurso”– pone en valor la función de la escritura. Aunque el lector pueda sentirse inicialmente extrañado ante la presencia del discurso escrito en relación con la comunicación pública, la posible paradoja queda despejada desde las primeras líneas: “la escritura es una caja de herramientas preciosa en sí misma y, también, para la comunicación oral” (p. 103). El autor recurre a ejemplos de vivencias de Stephen King, Josep Maria Espinàs y Juan José Millás para poner en valor (i) las técnicas de la expresión y la función de las palabras y sus organización, (ii) los diferentes estilos, y, muy especialmente, (iii) la importancia de la creación y del estilo personal que el autor considera que es “la magia del discurso”. El capítulo octavo –“Cortesía y negociación en la comunicación”– pone de relieve la importancia de esta cualidad comunicativa y su valor estratégico en las interacciones sociales, no sólo porque ayuda a evitar y soslayar conflictos sino, muy especialmente, por la eficacia que despierta un comportamiento cortés. El autor cita, y es de agradecer, el excelente trabajo de Eustaquio Barjau Elogio de la cortesía. El autor aborda con más detalle en cuatro apartados parámetros que son fundamentales para un buen orador: “el tuteo y otros tratamientos”, “la negociación y poder de las palabras”, con seis consejos que deben tenerse en cuenta en toda negociación (pp. 125-126), “el arte de ganar con inteligencia” o la articulación de la claridad de ideas, la proyección de una estrategia y la perspicacia psicológica y “llegar con todos”, es decir, la comunicación como fuente del bien social y, en consecuencia, la colaboración es imprescindible para alcanzar una buena negociación. El capítulo noveno –“El orador sexy”– culmina esa espera de cómo poder llegar a ser un orador “sexy”, es decir, cómo ser un buen comunicador. Para ello, vuelve con acierto a puntos tratados en los capítulos anteriores y lleva de la mano al lector por los recursos que se precisan no sólo para convencer sino, muy especialmente, para persuadir e, incluso, para emocionar a nuestro(s) interlocutor(es). Resulta especialmente interesante en este capítulo que X. Laborda clasifique de orador sexy al creador de las greguerías, ya que Gómez de la Serna, a pesar de ser una gran autoridad como orador, raras veces se ha resaltado en él ese juego de claridad y de emoción por más que ese excelso orador no sólo deleitaba al espectador sino que su capacidad comunicativa encerraba un marcado valor argumentativo y simbólico. En conclusión, marcada en negrita para no perder a lector alguno: reflexión + amenidad = sexy. El capítulo final –“Claves para concluir”– resume las clásicas cinco habilidades del proceso discursivo: (i) argumentativa, para seleccionar los conceptos necesarios; (ii) organizativa, para distribuir sabiamente los contenidos y emociones; (iii) verbal, para 3

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cuidar la corrección, claridad y belleza del discurso; (iv) memorística, para asegurar la progresión, cohesión y coherencia del tema; y (v) actuación porque “el orador se manifiesta como un actor, con dominio del escenario y de la palabra” (p. 157). Comentario final Tal como destaco en esta reseña se trata de una obra en la que se enlaza el saber y conocimientos retóricos con las herramientas que pueden activarse para lograr esa capacitación. En este sentido, es un libro extraordinariamente útil para todos aquellos que necesitan formarse en el complejo proceso de la comunicación pública y cómo alcanzar acuerdos negociados y no impuestos. Sin duda por ello, la función de la argumentación, sus modos de ponerla eficazmente en funcionamiento y sus mecanismos de negociación son el hilo conductor del libro. Bibliografía Aristóteles. 350-335 a.C. Retórica. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1990. Barjau, E. 2006. Elogio de la cortesía. Boadilla del Monte: Antonio Machado Libros Bentley, P. 1964. Public Speaking. Londres: Collins Gómez de la Serna, R. 1974. Lunario de greguerias. Valencia: Pretextos Mendieta, C. & Vela, O. 2005. Ni tu ni yo. Cómo llegar a los acuerdos. Barcelona: Graó Pastor, L. 2008. Escritura sexy. Barcelona: UOC

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