[2015] Construir con palabras. El vocabulario artístico en el tratado de fray Lorenzo de san Nicolás

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Descripción

Lucía Lahoz Manuel Pérez Hernández (Eds.)

Lienzos del recuerdo.

Estudios en homenaje a José M.ª Martínez Frías

Índice

Nota de los editores

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Breve semblanza académica del profesor José María Martínez Frías Gonzalo M. Borrás Gualis 15

Contribuciones científicas del profesor José M.ª Martínez Frías Mariano Casas Hernández 19 Los obispos de Oviedo (siglos xi-xii) y la reutilización de la tradición en nuevos contextos históricos y litúrgicos : textos y objetos Raquel Alonso Álvarez 23 Juan Gil de Hontañón “El Mozo” Begoña Alonso Ruiz

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Un plato de Muel inédito, de la fundación La Fontana, de Rupit (Barcelona), obra del “maleguero” Joan Alpin (1600) María Isabel Álvaro Zamora 43 Sobre la catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) en el siglo xix y el dibujo de su primera planta general, obra del arquitecto diocesano Francisco de Luis y Tomás en 1884 Eduardo Azofra Agustín, Vicente E. Molina Sánchez de Castro 53 La capilla de los Santos Inocentes en la catedral Santa María de Vitoria-Gasteiz Fernando R. Bartolomé García 63 Comunidades religiosas desplazadas, patrimonio artístico trasladado. El caso del monasterio de Sigena (Huesca) Carmen Berlabé 71 Las imágenes como “Palladium” en el contexto de la Reconquista: el caso de Granada Sonia Caballero Escamilla 79 Oratorio o tribuna. La obra de Martín el Humano sobre las bóvedas de la catedral de Barcelona Eduardo Carrero Santamaría 91 Reflexiones en torno a la imagen de Arte Sacro: algunos problemas y sugerencias. Mariano Casas Hernández 105 La expedición de Francisco Jareño a Salamanca en 1853 Antonio Casaseca Casaseca 117

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Fernando I y el obispo Ordoño de Astorga: el pago por los servicios de la translatio isidoriana en el año 1063 Gregoria Cavero 135 La capilla catedralicia de Sancti Spiritus en Compostela: fundación, promotor y devociones Marta Cendón Fernández, M. Dolores Fraga Sampedro, M. Luz Ríos Rodríguez 145 Nuevas obras del Maestro de Calzada Ximo Company, Isidro Puig 171 Sobre El Greco bizantino de El Entierro del Señor de Orgaz Miguel Cortés Arrese 177 Construir con palabras. El vocabulario artístico en el tratado de fray Lorenzo de san Nicolás Félix Díaz Moreno 185 Armario regis Alfontii. La biblioteca de un rey letrado Laura Fernández Fernández 193 Unamuno y su escultor Manuel García Guatas 203 La crítica cinematográfica y el concepto de autor en España en la década de los 50 Fernando González García 211 La saeta y la espada: el mural de San Sebastián del coro del convento de Santa Clara de Salamanca Fernando Gutiérrez Baños 219 Sobre la supresión de monasterios y conventos en la ciudad de Ávila durante la guerra de independencia y las sucesivas desamortizaciones José Luis Gutiérrez Robledo 231 El Colegio Benedictino de San Vicente de Salamanca. Nuevos datos documentales 1785-1818 Lena S. Iglesias Rouco 245 El Museo Catedralicio de Salamanca. Y el Padre Cámara Jesús Ángel Jiménez García 253 Un lugar intermedio entre los juicios. La Puerta del Juicio Final de la catedral de Tudela Jorge Jiménez López 265 Influencias aragonesas en la pintura gótica Navarra durante la segunda mitad del siglo XV Mª Carmen Lacarra Ducay 277 Patronato, gusto y devoción del Arzobispo Anaya Lucía Lahoz 291 La capilla del Salvador en el claustro catedralicio salmantino, ¿evocación hierosolimitana? Reflexiones para un debate Antonio Ledesma 301 La traza del retablo de la Virgen del Sol en la iglesia de San Pedro de Ávila Mª Isabel López Fernández 315 Escenografía y discursos visuales en torno al ocio en el siglo xiii hispano: el Libro de los Juegos de Alfonso X el Sabio Mª Teresa López de Guereño Sanz 325 Arte Mudéjar - Arte Morisco: consideraciones teóricas Rafael López Guzmán 339

Amor fraterno y familia real

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Don Francisco de Sandoval y Rojas y la Villa de Lerma: La planificación urbana como expresión de poder Concepción Lopezosa Aparicio 353 Sobre el tiempo detenido (el arte moderno “sucumbe en sí mismo” y “regresa al fundamento”) José Vicente Luengo Ugidos 363 El abadengo de La Valdobla del cabildo de la catedral de Salamanca: los fueros de Mercadillo y Buenamadre José Luis Martín Martín 373 Juan Guas y su intervención en la obra de la Iglesia del Parral José Miguel Merino de Cáceres 383 El monasterio de Santa María de Jesús (Las Gordillas) de ávila: del esplendor renacentista a su abandono actual Raimundo Moreno Blanco 395 Los edificios góticos de Santa María del Castillo en Calatañazor (Soria). Secuencia e interpretación Francisco J. Moreno Martín 407 De la fascinación anatómica a la perversión en la mirada. Una visión de la ceroplástica en la obra «Las figuras de cera» de Pío Baroja. Maribel Morente Parra 417 El retablo del obispo Jaime Jimeno (1587) y el escultor Domingo Fernández de Yarza Carmen Morte García 425 Arquitectura y diseño de interiores en el ámbito de la restauración. Ejemplos recientes Laura Muñoz Pérez 435 Dionisius Dei gratia rex Portugalie et Algarbi Manuel Núñez Rodríguez 443 El discreto encanto de la progresía. Acordes y desacuerdos entre artes visuales y música pop en España entre 1960 y 1980. Dos casos de estudio: Conceptuales y progresivos e Informalismo y canción de autor. F. Javier Panera Cuevas 451 Dos nuevas pinturas del pintor italiano Virginio Monti (1852-1942) René Jesús Payo Hernanz 465 Los inventarios. Una fuente para el conocimiento del tesoro catedralicio Manuel Pérez Hernández 473 El proyecto visual de san Luis (y Blanca de Castilla): la Biblia de Cruzados, la Sainte Chapelle, las santas reliquias y las cruzadas a Tierra Santa Olga Pérez Monzón, Matilde Miquel Juan 485 La capilla de los Bustamante en Renedo de Piélagos: aportaciones a la representación de un linaje Julio J. Polo Sánchez 497 El mito entre el cine, el arte y la literatura. Greta Garbo en el arte español Antonio Portela Lopa 507 Dos ejemplos de estética nazarena en la catedral Nueva de Salamanca: el Cristo ante Pilato de Mihály Munkácsy y la Llegada al Calvario de José Echenagusía, en copias del pintor palentino D. Mariano de la Fuente Cortijo José Ramos Domingo 515

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Carlos Reyero

El joven estudiante Antonio Tovar en la Universidad de Valladolid y su interés por el Arte y la Arqueología María José Redondo Cantera 525 Amor fraterno y familia real. Luisa Fernanda de Borbón y la visualización de un oxímoron Carlos Reyero 537 La idea de belleza como núcleo formal de la autonomía artística en la edad moderna Víctor del Río García 545 Los vítores triunfales en el ámbito hispánico. Anotaciones para su historia Luis E. Rodríguez-San Pedro Bezares 553 Nuevas tecnologías al servicio del conocimiento y difusión del patrimonio medieval. Algunos ejemplos José Manuel Rodríguez Montañés 563 Evocaciones de Al-Andalus: de la valoración textual a su emulación arquitectónica. Señas de memoria e identidad en la corona de Castilla y León Juan Carlos Ruiz Souza 573 El colegio de Cuenca a la luz de un plano de 1827 Mª Nieves Rupérez Almajano, Ana Castro Santamaría 585 Identificación de dos blasones de Villamor de los Escuderos (Zamora) Santiago Samaniego Hidalgo 599 El paisaje como problema. Robert Smithson: entre la tradición del paisajismo inglés del siglo xviii y la poesía norteamericana Alberto Santamaría 609 Las basílicas brunelleschianas y la luz Diego Suárez Quevedo 619 El programa iconográfico de la librería de la catedral de Segovia. Las claves de bóveda María Dolores Teijeira 629 Darío de Regoyos (1857-1913). Varios retratos y algún autorretrato Manuel Valdés Fernández 637 Historia de los amores de Bayād y Riyād,paradigma de la iluminación hispanomusulmana Fernando Villaseñor Sebastián 647

Construir con palabras. El vocabulario artístico en el tratado de fray Lorenzo de san Nicolás Félix Díaz Moreno Universidad Complutense de Madrid

Desde las civilizaciones del creciente fértil, pasando por las singulares propuestas de griegos y romanos así como por otros grandes ciclos artísticos que nos harían desembocar en las nuevas tendencias actuales -tan sugerentes como afines a planteamientos reelaborados sobre subjetivas tensiones especulativas- el interés hacia la construcción y su plasmación han sido, entre otras evidencias, un elemento distintivo del progreso material, técnico e intelectual. La atracción ejercida sobre un lenguaje específico, que en las mayoría de los casos se transmitía de forma oral sin dejar rastro concreto que definiera claramente su significado y estableciera los parámetros precisos para su consolidación, conllevó un uso arbitrario y despreocupado que fue desdibujando contenidos y simultáneamente creando un halo de misterio que algunos atribuyeron de forma injustificada a códigos secretos de difícil interpretación salvo para unos pocos iniciados. Debido a este cúmulo de circunstancias que actuaron entrelazadas con la evidente falta de un corpus consensuado y la desaparición de los manuscritos más antiguos sobre la materia, el efecto desintegrador en las sucesivas generaciones que manifestaron algún tipo de interés al respecto se hizo patente, siendo tan solo a partir del siglo XV, pero sobre todo en la siguiente centuria, cuando comenzaron a emerger síntomas de renovación con nuevos estímulos que a pesar de su intensa búsqueda y significativas deducciones, todavía tendrían que recorrer un largo camino para ofrecer resultados tangibles. El desencadenante de tales planteamientos fue un antiguo arquitecto y su obra teórica, ambos habían quedado sepultados entre las arenas de Cronos de donde volvieron a emerger en 1416 gracias a la exhumación que en el interior de la abadía suiza de San Gall, llevó a efecto el latinista Poggio Bracciolini, este redescubrimiento y utilizamos conscientemente esta palabra, pues la obra nunca fue del todo olvidada. Así lo atestiguan los manuscritos medievales conservados que nos ofrecen una idea de esa pervivencia a pesar de que no se le prestase una atención pormenorizada y no se indagara más allá de su propia existencia. El lento pero inexorable paso del tiempo en algunos casos, la desidia en otras o el total desprecio hacia lo que se consideraba caduco o escaso de valor, hicieron que los contenidos de la obra de Vitruvio se fueran diluyendo en una maraña de lagunas, errores, equívocas interpretaciones e incongruencias; todo ello unido a la falta de textos contemporáneos al De Architectura que sirvieran para contrastar su teoría, hicieron que éste se convirtiera en un unicum, primero considerado como ineludible constatación referencial de lo que existió y posteriormente convertido en paradigma al que era imprescindible diseccionar para acercarse lo más posible a su esencia programática. Esta marcada intencionalidad resultó ser el caldo de cultivo adecuado para la revitalización de la materia y a su vez la pormenorización de sus elementos. Los estudios en nuestro país quedaron supeditados inicialmente a los análisis foráneos debido, entre otras razones, a la falta de una marcada tradición por el estudio de la Antigüedad y lo que esta implicaba; a pesar de ello, el texto continuó copiándose y transmitiéndose de forma ininterrumpida lo que podría entenderse como un valor, si bien su éxito estuvo centrado no tanto en un estudio específico de sus enseñanzas

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y calidades intrínsecas sino más como una pieza de colección debido a ese carácter de obra emblemática que debía aparecer en las bibliotecas de todos aquellos que apreciaban la cultura humanística o que veían en su posesión un símbolo de prestigio. El XVI dentro de nuestras fronteras fue prolijo en proyectos que intentaron dar a conocer, gracias en este caso a la participación de la imprenta, el texto del romano y sus derivaciones1. Aunque las aspiraciones y sus cauces fueron numerosos, los resultados quedaron ensombrecidos por múltiples propuestas cercenadas antes de ver la luz y que eclipsaron importantes reflexiones que hubieran ayudado a divulgar un género trascendente para los reinos hispanos. A estos impulsos deberíamos sumar las sustanciales empresas editoriales (frustradas o satisfactorias), destinadas a la traducción de los más insignes autores que fueron surgiendo al calor de la crítica al aludido texto2. Desde la salida de las prensas toledanas en 1526 de la edición de Diego de Sagredo, con un importante poso de las enseñanzas del romano, hasta los intentos más o menos conclusos con una irregular presencia de la teoría vitruviana (tanto para valorarla como para criticarla) figuras como Lázaro de Velasco, Francisco Villalpando, Miguel de Urrea, Francisco Lozano, Juan de Ribero, etc. reutilizaron contenidos, adoptaron fórmulas y formalizaron nuevos conceptos. En todos los casos se hicieron eco de dos realidades, que no por menos ciertas, quedaban solventadas en cada nueva disertación; la primera hacía mención a la dificultad terminológica y la oscuridad del texto, calificado frecuentemente como rudo, confuso y falto de elegancia. La otra cuestión incidía directamente en la necesidad de traducir los textos arquitectónicos por el bien del “Reino”. Tomando como referencia significativa la traducción de Miguel de Urrea en 1582 podemos comprobar como ambos supuestos se encontraban insertos entre sus folios dándole una especial preponderancia a la expresión lingüística, tanto por la adopción del romance, como por el buen uso del léxico arquitectónico, hasta tal punto que se acompañaba inclusive con un útil glosario de recomendable, cuando no de obligada consulta. Para llevar a cabo esta empresa con el mejor resultado posible utilizó alguna de las ediciones preparadas por Guillaume Philander en donde el interés por el esclarecimiento tanto de conocimientos generales como de vocablos y términos concretos resultaron de enorme significación3. Como depositario en esencia de gran número de las argumentaciones hasta aquí expuestas, el tratado de fray Lorenzo de san Nicolás (1593-1679) tomó en consideración la importante labor no solo de dar a conocer en el ámbito hispano la teoría arquitectónica más representativa escrita hasta entonces, sino de exponer, relacionar, analizar y actualizar un variado vocabulario técnico inscrito a diferentes disciplinas lo que enriquecía el discurso pero a su vez obligaba a un mayor esfuerzo por sistematizar las explicaciones con un léxico ajustado a cada realidad expositiva. El tratado Arte y vso de Architectvra, apareció en el mercado por primera vez en 1639, tras sortear incontables obstáculos provocados tanto por factores socio-económicos del periodo, como por incomprensibles polémicas

1  Sobre la recepción y circulación del tratado vitruviano en España, véase: Marías, Fernando, Bustamante, Agustín. “El Escorial y la cultura arquitectónica de su tiempo”, en El Escorial en la Biblioteca Nacional. IV Centenario del Monasterio del Escorial, Madrid, 1985, pp. 186-190. Marías, Fernando, Bustamante, Agustín. “Trattatistica teorica e vitruvianesimo nella architettura spagnola del Cinquecento”, en Les traitès d‘architecture de la Renaissance”, actas del congreso (Tours 10-11 julio 1981), Paris 1988, pp. 307-315. Marías, Fernando: “Entre modernos y el antiguo romano Vitruvio: lectores y escritores de arquitectura en la España del siglo XVI”, I Congreso Internacional Teoría y Literatura Artística en España. Siglos XVI, XVII y XVIII. Málaga 2013 (En prensa). 2  Al respecto véanse: Díaz Moreno, Félix: “Traducir la arquitectura. Causas, modelos y proyectos fallidos”. Camps, Assumpta (ed.): La traducción en las relaciones ítalo-españolas: lengua, literatura y cultura, Barcelona. Publicacions i Edicions. Universitat de Barcelona. 2012. págs. 407-421. Id. “De sillares y tinta. La difícil tarea de publicar tratados de Arquitectura”. I Congreso Internacional Teoría y Literatura artística. Málaga, 2013 (En prensa). 3  Guillaume Philander (1505-1565), fundador en 1542 de la llamada Academia Vitruviana en Roma junto al Cardenal Bernardino Maffei, el joven Vignola y Claudio Tolomei; redactó en 1544 unos comentarios a la obra de Vitruvio impresos por Andrea Dossena, la edición dedicada a Francisco I de Francia se componía únicamente de las acotaciones al texto. Habría que esperar hasta 1550 para que apareciera con el texto. En el caso de Urrrea parece que utilizó la edición de Lyon en 1552.

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con un maestro de la Corte4. Uno de los aciertos más valorados de la publicación consistía en la recopilación de heterogéneos materiales que tras su catalogación, análisis y síntesis volvía a reescribir incluyendo nuevos modelos trasvasados de su práctica constructiva. El resultado se transmitía a un público más amplio y no siempre formado, aunque no se descartaba su uso por parte de maestros experimentados. Sus pretensiones hicieron que el tratado obtuviera una acogida sobresaliente lo que a su vez dio origen a la edición de una segunda parte en 1665 en donde ampliaba los presupuestos anteriormente aludidos perfeccionándolos con nuevas enseñanzas, ejemplos y contribuciones propias realizadas en sus obras tanto civiles como religiosas5. La variedad de contenidos, la inserción de estampas explicativas y la escasez de tratados similares publicados en nuestro país, convirtieron a la obra del recoleto en un libro de amplio seguimiento y objeto de reflexión, discusión y consulta a partes iguales. La doble faceta del fraile madrileño como teórico y arquitecto práctico influyó enormemente en el resultado de sus escritos, por la primera, su continuo estudio de los tratados, cartillas, manuales, centones, etc. le otorgó una cultura enciclopédica sobre la disciplina desde variados ángulos y a veces planteamientos encontrados, de igual forma la lectura de estos textos le permitió obtener una visión más internacional en la que se descubrían los proyectos y sugerencias realizados fuera de nuestras fronteras. A su vez su conocimiento a pie de obra de las construcciones cortesanas, pero también de otros ámbitos territoriales, le reportó un vocabulario técnico que lejos de quedarse anclado en el pasado ayudó a su ampliación, puliendo y acrecentando términos y técnicas concretas de la arquitectura hispana. El intento declarado por parte de fray Lorenzo de exponer, aclarar y ejemplificar los estadios de una construcción eclesial desde sus cimientos hasta el momento de la coronación del edificio en todas y cada una de sus fases con la utilización de los materiales específicos (madera, cal, ladrillo, yeso, pizarra, etc.), enriquece el discurso y a su vez genera una vocabulario concreto definido por su propia materialización dentro de la obra. 4  ARTE Y VSO DE ARCHITECTVRA. DIRIGIDA Al Smo Patriarca S. Ioseph. Compuesto por Fr. Laurencio de S Nicolas, Agustino Descalço, Maestro de obras. [1639]. 5  SEGVNDA PARTE DEL ARTE Y VSO DE ARCHITECTURA DEDICADA AL DESAMPARO QVE PADECIO MI REDEMPTOR IESVCHRISTO las tres oras que estubo viuo enclabado en el Arbol de la Cruz. CON EL QVINTO Y SEPTIMO libros de Euclides traducidos de latín en Romance Y LAS MEDIDAS DIFICILES DE Bouedas y de las superficies y pies cubicos de Pichinas. CON LAS ORDENANZAS DE La Imperial Ciudad de Toledo aprobadas y confirmadas por la Cesarea Magd. Del Sr. Emperador Carlos V. de Gloriosa memoria. COMPVESTO POR EL P. F. LAVRENCIO DE SAN Nicolas Augustino descalzo Architecto y Maestro de obras natural de la muy noble y coronada Villa de Madrid. Petrus a Villafranca sculptor Regius sculpsit, 1663. [1665]. Tan solo dos años después y debido a la falta de ejemplares venales, se vio obligado a reeditar la primera parte de la misma impresión, que además contó con el valor añadido de ser revisada y corregida por el propio autor, su portada reza así: SEGVUNDA/ ynpresion de la primera parte del/ arte y uso de architectura. dirixida/ al patriarcha San Joseph co/ n el primer libro de ucli/ des traduçido. de latin en Roman/ çe conpuesto por el padre fr lau/ rencio. de S. nicolas. Augus/ tino descalço y maestro/ de obras y arquitexto/ natural de la muy noble i corona/ da villa de madrid año de 1667. Durante el siglo XVIII la obra fue de nuevo reeditada en sus dos partes, en 1736 bajo el cuidado de Manuel Román y en 1796 bajo la supervisión del impresor Plácido Barco.

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Así mismo su condición de religioso y su sobresaliente conocimiento de la edilicia parecieron ser la coyuntura ideal para afrontar con eficacia la elaboración de informes, inventarios o tasaciones en multitud de obras, requerido tanto por patronos (que deseaban precios ajustados con respecto al contrato) como por maestros que intentaban recuperar los sobrecostos arrastrados durante la materialización de la obra; en ambos casos confiaban en sus dotes y objetividad. Su activa participación en tales actos administrativos le reportó no solo una fama de persona ecuánime en sus dictámenes, sino también un grado de pericia y concreción real en la pormenorización de elementos constructivos más allá de sus meras características físicas. Se unieron por tanto en este autor un cúmulo de circunstancias que difícilmente confluirían en otros maestros, y ello por tanto no hizo sino reforzar la curiosidad y el éxito editorial que supuso la salida al mercado de sus escritos, al ser informaciones que servían tanto para el estudio de las materias constructivas y sus propiedades a pie de obra, como para el análisis de las fórmulas específicas empleadas en la edificación, así como las herramientas de uso tanto a nivel descriptivo como mecánico. La generación de materiales tan diversos no solo incluía los procesos más tradicionales refrendados por su uso frecuente, sino también aquellos en fase de experimentación y valoración más reciente, complementados con la inserción de planteamientos pretéritos, origen en muchas ocasiones del inicio de las disertaciones. Intentar realizar un análisis terminológico-conceptual del léxico teórico atesorado en el Arte y vso de Architectvra excede claramente los límites impuestos en esta publicación por lo que tan solo incidiremos en aquellos aspectos que ayuden a plantear un estudio de mayor calado que es el objetivo último. La perentoria necesidad de nominar nuevas realidades constructivas afines a un lenguaje cercano y multifuncional, hicieron emerger un vocabulario técnico que debía expresar esta terminología contenida en textos que por lo general se encontraban escritos en otros idiomas. La problemática surgida en cuanto a la búsqueda de expresiones que semánticamente se adaptaran y reflejaran tales circunstancias, conllevó una serie de ambigüedades, variaciones e interacciones que en algunos casos trastocaron la idea primigenia y en otros lograron consolidarse dentro del léxico arquitectónico. No resulta pues extraño que las primeras ediciones que afrontaron tal reto se encuentren cuajadas de cultismos, latinismos e italianismos6. En nuestro país un incipiente intento a este respecto se debió al ya citado Diego de Sagredo quien en 1526 sacaba al mercado su obra las Medidas del Romano que a la postre se convertiría en la primera interpretación en lengua vernácula del texto de Vitruvio. La formulación de cultismos no estaba motivada por inquietudes literarias de su autor sino por la ineludible tarea de construir un vocabulario afín al del romano y que permitiese a su vez exponer, interpretar y comprender el intrincado glosario de nuevos vocablos relacionados con basas, columnas, capiteles y molduras entre otros elementos constructivos7. Por su parte, el agustino recoleto, guardaba un grato recuerdo de este texto pues no en vano había sido su libro de instrucción en los lejanos días de su aprendizaje a la edad de trece años. El reconocimiento hacia este texto y lo que suponía, hizo que lo intercalase en la segunda parte de su tratado entre los clásicos de la materia. A este autor dedica cinco capítulos8 y en ellos extracta la teoría del burgalés donde destaca las medidas, formas y perfiles de basas, capiteles, arquitrabes, frisos, cornisas y pedestales; para ello traslada sin apenas cambios la terminología, no obstante actualiza algunos vocablos ya fueran prestados del italiano o cuyo origen era el latín9.

6  Para constatar el uso y generalización de cultismos y latinismos resultan imprescindibles: REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. ; REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CREA) [en línea]. Corpus de referencia del español actual.  . Igualmente sigue siendo insustituible: García Salinero, Fernando: Léxico de alarifes de los siglos de oro, Ed. Real Academia Española, Madrid, 1968. 7  Al respecto véase: García Gallarín, Consuelo: “Cultismos léxicos y semánticos en las Medidas del Romano (1526), de Diego de Sagredo”, Epos, XV (1999), pp. 91-111. Herráez Cubino, Guillermo: “Voces arquitectónicas del Renacimiento español: tipología de molduras en las Medidas del Romano (1526) de Diego de Sagredo”, Interlingüistica, 14 (2003), pp. 569-576. 8  Díaz Moreno, Félix: Fray Lorenzo de San Nicolás: Arte y vso de Architectvra. Edición anotada. Edición, transcripción, introducción y notas de...Instituto de Estudios Madrileños/Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2008. pp. 626-646. 9  Sigue resultando de gran utilidad el trabajo, ya clásico, de Terlingen, Juan: Los italianismos en español: desde la formación del idioma hasta principios del siglo XVII. Amsterdam: N.V.Noord-Hollandsche Uitgevers Maatschappij, 1944. En el caso de fray Lorenzo utilizó la

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Efectivamente este texto supuso un impulso cualitativo en la búsqueda y transformación de un lenguaje técnico delimitado a una lengua romance, convirtiéndose en el detonante y referente para nuevos proyectos editoriales caso de Villalpando con Serlio (1552), Francisco Lozano con Alberti (1582), Juan de Arfe y su Varia Commensuración (1585) o Patricio Cajés y la obra de Vignola (1593), entre los que tuvieron la fortuna de ser impresos. A su vez todos ellos tenían como idea recurrente rescatar la teoría de Vitruvio, en algunos casos para ponderarla y en otros para indicar sus deficiencias. Fray Lorenzo no fue ajeno a estos intentos y al igual que había ocurrido con Sagredo, analizó todos estos ejemplos incluyéndolos entre sus páginas. Cronológicamente los esfuerzos de Francisco Villalpando fueron los primeros en surtir sus efectos en la edición castellana de dos de los libros de Sebastiano Serlio. Al igual que había ocurrido anteriormente no solo se benefició de la temprana traducción impresa por Juan de Ayala en Toledo10 en 1552, sino que recurrió a otra edición que ampliase los dos libros trasladados por el zamorano, en esta ocasión la de Gian Carlo Saraceni que además de encontrarse escrita en latín incluía los cinco primeros libros del boloñés más el llamado Extraordinario11. De Sebastiano Serlio transcribió párrafos completos, pero fue incluyendo acotaciones al texto para evitar errores a la hora de desentrañar ciertos comentarios, sobre todo aquellos que incidían en las partes substanciales de los diferentes órdenes arquitectónicos. Sin lugar a dudas (pues él mismo asume su dependencia) una de las fuentes manejadas en reiteradas ocasiones y a todos los niveles, fue el tratado de Vitruvio, de él extrajo importantes enseñanzas que una vez cribadas por su particular tamiz revirtieron nuevamente en su texto, con su interpretación pretendía recuperar la claridad expositiva tantas veces negada a la obra del romano, así como a algunos de sus exégetas y traductores; a su vez aspiraba a regularizar determinados términos artísticos. Sin embargo y de forma casi especular acabó recibiendo similares calificativos por parte de estos mismos críticos12. No resultaban pues mayoría de voces específicas: “Alquitrabe” por “Architrave”; “Cornija” por “Cornixa”; Armila; Echino; Cavadura; Trochilo, Gola, Boceles, Escota, Nacela, Gradilla, Talones, Filetes, Quadros, etc. 10  TERCERO/ Y QVARTO LIBRO DE AR-/ chitectura de Sebastian Serlio Boloñes. En/ los quales se trata de las maneras de como se/ pueden adornar los hedificios con los exemplos de las antiguedades. Agora nuevamente traduzi/ do de Toscano en Romance Castellano. por/ FRANCISCO DE VILLALPANDO ARCHITECTO/ DIRIGIDO AL MVY ALTO Y MVY PODEROSO SENOR DON PHILI/ PRE PRINCIPE DE ESPANA, NVES/ TRO SEÑOR/ EN TOLEDO EN CASA DE IVAN DE AYALA./ 1552/ CON PRIVILEGIO POR DIEZ ANOS//. Sobre esta edición y la utilización de su terminología arquitectónica, véase: Paniagua Soto, Jose Ramón: Sebastiano Serlio y su influencia en la arquitectura española (la traducción de Francisco Villalpando), Madrid, 1991; Id. “El léxico español de arquitectura del siglo XVI: los italianismos en la traducción del Tratado de Arquitectura de Sebastián Serlio por Francisco de Villalpando”, Homenaje al profesor Hernández Perera, Madrid, 1993,  pp. 109-138. Id.: “El léxico español de arquitectura en el siglo XVI (I): la terminología Vitruviana en la traducción del Tratado de Arquitectura de Sebastiano Serlio por Francisco de Villalpando”. Tiempo y espacio en al arte : homenaje al profesor Antonio Bonet Correa, Vol. 1, 1994, pp.611-628 11  SEBASTIANI SERLII/ BONONIENSIS/ DE ARCHITECTVRA LIBRI QVINQVE,/ Quibus cuncta feè Architectonica facultatis mysteria docte, perspicuè,/ uberrimeq explicantur,/ A` IONNE CAROLO SARACENO ex Italica in Latinam linguam/ nunc primùn translati atque conversi./ In quibus, praeter orationis perpetuam continuatamq’; seriem, et propiae aedificiorum/ mensurae e consentaneae quoque structurarum omnium designationes/ perquàm eleganter insertae acommodatae q`; fuerunt./ Necnon extraordinarius quinquaginta portarum libellus in operis calce/ adiunctus hic demun conspicitur./[ marca tipográfica]/ VENETIIS,/ Apud Franciscum de Franciscis Senensem, &/ Joannem Chriegher. 1569//. 12  Llaguno y Amirola, Eugenio: Noticias de los arquitectos y Arquitectura de España desde su restauración, por el Excmo. Señor D..., Ilustradas y acrecentadas con notas, adiciones y documentos por D. Juan Agustín Ceán Bermúdez, censor de la Real Academia de la Historia, consiliario de la de S. Fernando, é individuo de otras de las Bellas Artes. Madrid, 1829. (Edición facsímil Ediciones

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extrañas las palabras vertidas por el propio Alberti para referirse a la terminología empleada por Vitruvio: «Allegavase a esto, que estas cosas las escrivio no adornadas, porque hablava de manera que a los latinos les pareció aver querido escrive griego, y a los griegos haver hablado latinamente: pero su modo mismo de escrivir testifica no aver sido ni griego ni latino»13. Para paliar tan ásperos reproches, además de la traducción castellana14 de Urrea de 1582, se valió de diversas ediciones de los Diez Libros de Arquitectura entre las que no faltaron aquellas que recogían las disquisiciones de comentaristas, compiladores y analistas de la obra15, destacamos aquí la mención que realiza de la edición de Cesare Cesariano (1483-1543)16, este arquitecto tuvo el honor de completar la primera traducción impresa que de la obra de Vitruvio se materializó en italiano; su importancia radicaba no solo en que se apartó del rigor filológico vigente hasta el momento que pretendía una recuperación fiel de la cultura arquitectónica antigua, sino por la traducción de sus términos a un lenguaje arquitectónico más cercano a los nuevos parámetros establecidos, lo que le valió la crítica entre otros de Lázaro de Velasco (intérprete a su vez de Vitruvio entre 1554-1564) señalando que había planificado su texto: “más para grammaticos que para officiales o doctos”. El interés despertado en la utilización de una terminología regularizada y adaptada a estos nuevos indicadores se pone de manifiesto especialmente en la obra de Miguel de Urrea, al introducir un glosario final con voces poco empleadas o de ardua significación y que no era sino una vaga reinterpretación de lo ya concebido por Philander con anterioridad17. Comprobamos por tanto que fray Lorenzo consciente de los múltiples inconvenientes que acarreaba el texto vitruviano, contrastó varias ediciones para llegar a una idea lo más ajustada posible tanto de las enseñanzas vertidas como de las acepciones lingüisticas manejadas, todo ello de cara a presentar un léxico arquitectónico fundado en la necesidad de transmitir y registrar un conocimiento técnico renovado que sirviese para asentar una cualificación profesional que se venía esbozando desde el siglo anterior. Si bien como planteamiento resultaba factible utilizar este texto como línea medular, pues no en vano era su fuente principal18, finalmente el complejo organigrama en el que se Turner. Madrid, 1977). p. 25. Menéndez Pelayo, Marcelino: Historia de las ideas estéticas en España, 1883, ed. facsímil, CSIC, Madrid, 1974, pp. 855-856. 13  Alberti, Leon Battista.: Los Diez Libros de Arquitectura, VI, pág. 160 (citamos por la traducción española de 1582, de la Ed. facsímil de Albatros, Valencia, 1977). 14  M. VITRVVIO/ POLLION DE AR/ CHITECTURA, DIVIDIDO EN/ diez libros, traduzidos de Latin en Castellano/ por Miguel de Vrrea Architecto, y sacado en su perfection/ por Iuan Gracian impressor vezino de Alcala./ DIRIGIDO A LA S. C. R. M. DEL REY DON PHE-/ lippe Segundo deste nombre nuestro Señor./ CON PRIVILEGIO./ Impresso en Alcala de Henares por Iuan Gracian./ Año M.D. LXXXII.// [1582]. 15  No debemos pasar por alto que entre las ediciones estudiadas por fray Lorenzo se encontraban aquellas que podían en un momento determinado ofrecer soluciones reflexivas ante problemas concretos ya fueran a nivel técnico como terminológico. En esta posición se encontraban: Philander, G.: M. VITRUVVII/ POLLIONIS/ DE ARCHITETVRA/ LIBRI DECEM/ AD CAESAREM/ AVGVSTVM,/ omnibus omnium editionibus longè emendatiores,/ collatis veteribus exemplis./ ACCESSERVNT,/ Gulielmi Philandri Castilionii, ciuis Romani annotationes/ castigatiores, & plus tertia parte locupletiores./ ADIECTA EST/ Epitome in omnes Georgij Agricolae de mensuris & ponde-/ ribus libros, EODEM AVTORE,/ Cum Graeco pariter & Latino indice locupletissimo./ [Marca Tipográfica]/ LVGDUNI,/ APVD IOAN. TORNAESIVM./ M. D. LII. [1552]/ Cum Priuilegio ad Sexennium. Igualmente sabemos que manejó la novedosa edición de Daniele Barbaro que ahondaba en comentarios fruto de intensas búsquedas en pos de ofrecer luz sobre aquellos pasajes más contradictorios o de difícil explicación, nos referimos a: I dieci libri dell’architettura di M. Vitruvio tradutti et comentati da Monsignor Barbaro Eletto Patriarca d’Aquileggia. Con due Tavole, l’una di tutto quello si contiene per i Capi nell’Opera, l’altra per dechiaratione di tutte le cose d’importanza. In Venegia, Per Francesco Marcolini, MDLVI (1556). Es muy posible que fray Lorenzo utilizara la edición latina publicada en Venecia en 1567. 16  Cesare Cesariano: Di Lucio Vitruvio Pollione De architectura libri dece traducti de latino in Vulgare affigurati: Comentati: & con mirando ordine insigniti; Como, Gotardus de Ponte, 1521. 17  VOCABVLARIO/ DE LOS NOMBRES OBSCV-/ ros, y difficultossos que en Vitruuio se contie-/nen, segun que los Architectos los declaran en la lengua/ Castelana, no teniendo respecto a sus princi-/pios, mas de como los entienden en los luga-/ res donde se hallan. Agora sea Griegos, o/ Latinos, agora Barbaros./. Sabemos igualmente que en esta búsqueda terminológica el recoleto consultó la obra del lexicógrafo italiano Ambrosio Calepino, cuya primera edición se remonta a 1502: Ambrosii Calepini Dictionarum, hac po-/ strema editione castigatisimum & locupletisimum factum,/ cum Adagiorum selectiorum, Italicarum, Gallicarum& Hispanicarum/ vocum additione.// s. l. s. a. 18  “Y lo que a esto me ha esforzado, es ver quantas cosas han menester los Maestros, y quan poco trabajan algunos en el aprovechamiento de sus dicipulos. Ninguno se maraville de ver, como de ordinario cito mas a Vitrubio, que a otros Autores, aviendo tanto escrito

construir con palabras

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intercalaban materias y procesos muy diversos, así como la nutrida relación de autores consultados, acabaron por desdibujar este proyecto disipando la pretendida unidad de actuación, pero obteniendo una mayor profusión de contenidos y por ende de vocabulario artístico. A este respecto podemos examinar dos modelos significativamente elocuentes en los que fray Lorenzo de san Nicolás adoptó un abierto interés que dejó traslucir en coyunturas diversas, por un lado con todo aquello que tenía concordancia con el mundo de la madera en general y de la carpintería constructiva en particular (con un más que reseñable aporte demostrativo y lexicográfico)19, y por otro con todo lo relacionado con la cantería, siendo en este caso un referente casi de consulta obligada pues los tratados de cortes de piedra y tipos de bóvedas y arcos no se prodigaron en exceso en la imprenta lo que no fue óbice para la realización de importantes estudios y tratados que desafortunadamente se quedaron a las puertas de ser editados20. Fruto de tan intenso interés por asentar y enriquecer un vocabulario artístico acorde con la evolución que se había producido en la profesión le llevaría a partir del siglo XVIII a convertirse en una fuente ineludible para estudiosos e investigadores que volcaron sus conocimientos en diccionarios y vocabularios técnicos, así como en textos de más amplio calado. Uno de los proyectos más sobresalientes a este respecto lo constituye la obra de Diego Antonio Rejón de Silva quien no solo se aproximó a la obra del recoleto sino que extractó, catalogó y ordenó un significativo número de voces para su estudio21. A juzgar por los datos que incluye en cada

desta materia, pues no es la causa el no averlos visto, sino que todo quanto ay escrito de Architectura, es deste Autor: y asi Sebastiano lo que halló fuera de los preceptos de Vitrubio, los reprueva”. Díaz Moreno, F.: Fray Lorenzo...op. cit. p.38. 19  El mundo de la madera, técnicas, materiales y procesos en: “Estructuras de madera en el tratado de arquitectura de Fray Lorenzo de San Nicolás”, La carpintería de armar: técnica y fundamentos histórico-artísticos. Coord. por Carmen González Román, Estrella Arcos von Haartman, Málaga, 2012, págs. 97-124. Cfr. Toajas Roger, María Ángeles: «Aportación a la lexicografía española de Arquitectura del Siglo de Oro: vocabulario de carpintería y de alarifes en Diego López de Arenas», en Tiempo y Espacio en el Arte, Homenaje al profesor Antonio Bonet Correa, Tomo I, Madrid, 1994. págs. 665-682. Id.: Breve compendio de la carpintería de lo blanco y tratado de alarifes, Diego López de Arenas, Visor Libros, Madrid, 1997; especialmente pp. 291-312. 20  Miró Domínguez, Aurora: “El léxico de la construcción en un tratado de cantería del siglo XVI”, en Tiempo y Espacio en el Arte, Homenaje al profesor Antonio Bonet Correa, Tomo I, Madrid, 1994. pp. 647-663. Herráez Cubino, Guillermo: El léxico de los tratados de cortes de cantería españoles del siglo XVI. Tesis Doctoral. Salamanca, 2005. Id. “Vocablos relacionados con las dovelas en los manuscritos de canteros españoles del siglo XVI”, en Cuadernos del Instituto Historia de la Lengua, 1 (2008) pp. 87-92. 21  DICCIONARIO/ DE LAS NOBLES ARTES/ PARA INSTRUCCION/ de los Aficionados, y uso de/ los Profesores./ CONTIENE TODOS LOS TERMINOS/ y frases facultativas de la Pintura, Es/ cultura, Arquitectura y Grabado, y los/ de la Albañileria ó Construccion, carpinte-/ ria de obras de fuera, Montea y Canteria/ & c. con sus respectivas autoridades sacadas de Autores Castellanos, segun el mé-/ todo del Diccionario de la Lengua Caste-/ llana compuesto por la Real Academia/ Española./ POR/ D. D. A. R. D. S./ CON LICENCIA:/ En Segovia: En la Imprenta de D. ANTONIO ESPINOSA./ Año de 1788.

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félix díaz moreno

acepción, en cuanto al capítulo del que había tomado la cita, podemos colegir que utilizó la reedición del Arte y vso de Architectvra preparada en 1736 por el impresor Manuel Román. De igual forma el Director de Matemáticas de la Real Academia de San Fernando y arquitecto ilustrado, Benito Bails en su tomo IX dedicado a la Arquitectura Civil22 publicado en 1783, incidió en repetidas ocasiones en fórmulas y terminología artística extractada de la competente erudición del recoleto, cuyo texto había franqueado el filtro de la Real Academia, siendo informado positivamente para formalizar una reedición que saldría al mercado en 1796 gracias al impresor Plácido Barco y que por tanto se convertiría nuevamente en un referente al haber sido sancionada por la aludida institución. En suma, la valoración que fray Lorenzo había manifestado a lo largo de su dilatada carrera con respecto a establecer un marco de actuación que permitiese organizar la enseñanza de una disciplina tan poliédrica como era la arquitectura, se fundamentaba no solo en el conocimiento práctico y material de sus procesos técnicos sino también en la interiorización de un lenguaje propio y específico que ayudase a establecer las nuevas bases de la arquitectura moderna. Con las palabras no se construía, pero sin ellas, su significado, su valor, sus planteamientos...el edificio quedaba incompleto, invertebrado.

22  Bails, Benito. Elementos de Matemática. Madrid, (1772-1783), Imprenta de Joachim Ibarra, 10 vols. De la Arquitectura civil. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia. 1983. Esta impresión con sobresaliente estudio crítico de Pedro Navascués Palacio, se realizó sobre la segunda edición corregida por el propio Bails en 1796.

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