2014 La construcción de templos en el sur de la provincia de Tucumán durante la segunda mitad del siglo XIX

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Descripción

Aportes para la historia de la Diócesis de la Santísima Concepción. Tucumán I Jornadas de Historia de la Diócesis de la Santísima Concepción Sara Graciela Amenta Coordinadora

Editorial UNSTA Tucumán, 2014

Aportes para la historia de la Diócesis de la Santísima Concepción / Sara Graciela Amenta ... [et.al.] ; coordinado por Sara Graciela Amenta. - 1a ed. Tucumán : Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. UNSTA, 2014. 218 p. : il. ; 23x16 cm. ISBN 978-987-1662-55-5 1. Historia de la Iglesia. I. Amenta, Sara Graciela II. Amenta, Sara Graciela, coord. CDD 270.09 Fecha de catalogación: 10/12/2014

Primera edición: diciembre de 2014 Editorial UNSTA Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino Diseño de Tapa: Gabriela L. de Zuccarelli Diagramación: Carla María Passarell Foto de Tapa: Ángel Jorgieff Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en San Miguel de Tucumán Argentina

La construcción de templos en el sur de la provincia de Tucumán durante la segunda mitad del siglo XIX

La construcción de templos en el sur de la provincia de Tucumán durante la segunda mitad del siglo XIX Esteban Abalo Introducción El presente trabajo se propone analizar la forma en que se llevó adelante la edificación, reparación o reconstrucción de templos durante la segunda mitad del siglo XIX en Tucumán, centrando la investigación en la zona sur de la provincia, es decir, en los departamentos que actualmente pertenecen a la Diócesis de Concepción. En ese entonces el sur tucumano, como el resto de la provincia, pertenecía a la Vicaría Foránea de Tucumán dependiente de la diócesis de Salta. El interés se centra particularmente en analizar la incidencia y las formas de participación de la feligresía, el clero y el Estado provincial en este proceso, y la naturaleza de las relaciones establecidas entre estos actores. El recorte temporal responde a que fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando en la provincia, y específicamente en la región sur, comenzó el proceso de “reconstrucción” de la Iglesia. Se trató de un período donde las estructuras de la institución, que se habían visto profundamente deterioradas en la primera mitad del siglo por el ciclo de revolución y guerras de independencia, fueron recomponiéndose a partir del aporte de los actores anteriormente mencionados apoyados a su vez en una nueva coyuntura política nacional y un nuevo contexto económico provincial. Para comenzar se analizarán las actividades que con el fin descripto realizaba la feligresía de las distintas localidades, para luego establecer relaciones entre ésta, el clero y el gobierno provincial. Los feligreses Las comisiones La forma en que la feligresía se organizaba para contribuir con la construcción del templo de su localidad era a partir de las comisiones, también denominadas 67

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comisiones pro-templo. Se trata de cuerpos colegiados de vecinos de al menos tres integrantes, uno de los cuáles oficiaba como presidente. El presidente de la comisión podía ser un laico, pero solía ocurrir también que esa posición fuera ocupada por el párroco del lugar. En cuanto a los objetivos para los cuáles eran creadas las comisiones, eran bien claros: recaudar fondos para dar inicio a la construcción de una iglesia; hacer un seguimiento del trabajo durante la obra o aportar fondos para su finalización o para una eventual reconstrucción o refacción1. La iniciativa para que estas comisiones se formaran podía provenir tanto de la feligresía como del propio gobierno provincial. A continuación un ejemplo de una solicitud por parte de los vecinos de Aguilares en la década de 1890 para que se forme una comisión: “se sirva nombrar una comision de los vecinos mas caracterisados de esta localidad con facultades de recabar el poder que se encuentran las suscripciones antedichas y de hacer recolección de mas fondos para efectuar el aludido trabajo”2. En 1892 el Departamento de Gobierno decretaba el nombramiento en comisión de cinco vecinos de Villa Alberdi ya que la comunidad había solicitado al gobierno que así se hiciera para poder proceder a recolectar fondos para la construcción del templo3. Lo que siempre quedaba en manos del Estado provincial era hacer efectivo el nombramiento de los miembros de una comisión, los cuáles eran notificados de su designación como presidente, vice-presidente, tesorero o vocal. Aunque lo más común era que se aceptara la comisión del gobierno4, también podía suceder que La naturaleza asociativa de la feligresía durante la segunda mitad del siglo XIX fue analizada también para Buenos Aires por Miranda Lida: “[los vecinos] se asociaban en distintas organizaciones y comisiones vecinales –efímeras las más de las veces– con el simple propósito de construir un templo para el barrio, pueblo o localidad; y una vez construido, se organizaban nuevamente ya sea para ornamentarlo, mantenerlo en su debida o simplemente llevar a cabo las diversas funciones religiosas con el debido decoro”. Lida (2006: 54) 2 Sección Administrativa (SA), Volumen (V) 187, Foja (f).103, Archivo Histórico de Tucumán (AHT). La respuesta del gobierno fue afirmativa y con fecha 21 de Mayo de 1890 se expidió un decreto nombrando en comisión a los vecinos Enrique Passarell, Romualdo Arbella y José Segura. SA, V187, f253, AHT. 3 SA, V196, f.211, AHT. 4 Un ejemplo de una nota de aceptación de nombramiento: “Es en mi poder su estimada del 16 del presente y adjunto un decreto Sor. Gobdor. por la qe quedo enterado el haber sido nombrado presidente de la comisión nombrada pa recolectar suscripciones pa fomentar el trabajo de la Iglesia qe se debe 1

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los vecinos la rechazaran, o que se hiciera renuncia de la comisión una vez aceptada5. Es muy común encontrar cartas de renuncia y nuevos nombramientos para miembros de comisiones durante el período de su existencia. Las excusas tenían que ver generalmente con la falta de tiempo o de capacidades para desarrollar las tareas encomendadas. Esta “inestabilidad” de las comisiones les daba a las mismas un carácter muy dinámico, que hacía que con el transcurso de los años fueran muchas las personas involucradas, así como también las sujetaba a los vaivenes políticos locales y provinciales. Se señaló anteriormente que, entre los objetivos de las comisiones era fundamental el de conseguir fondos para la edificación, refacción o finalización de las obras. Esa tarea permite un primer acercamiento a las vinculaciones que establecían estas comisiones con el Estado provincial ya que una forma de obtener recursos era la de solicitar subsidios al Gobierno. En la construcción de la capilla de Monteagudo en la década de 1880, estando avanzada ya la obra gracias a un inicial aporte estatal de $1000 y a las suscripciones levantadas entre los vecinos, se hizo necesario hacia fin de esa década que se volviera a solicitar el apoyo del gobierno de la provincia: “Como presidenta de la Sociedad encargada de la recoleccion de fondos para la terminacion de la Iglecia que se construye en Monteagudo vengo nuevamente ante V.E. a solicitar un concurso á objeto de poder dar cima al loable proposito en que está empeñado el vecindario de esa localidad”6. La comisión encargada de la obra de ese templo, había intentado antes obtener un subsidio del gobierno nacional, como lo atestigua una comunicación de esa comisión al gobernador de Tucumán Miguel Nougués en julio de 1882: construir en esta nueba villa. Sin mirar en mis pesadas atenciones, no he trepidado en aceptar esta onrosa comición...”. La Cocha, 24 de noviembre de 1872. SA, V119, f.332, AHT. 5 Fue el caso de Romualdo Arbella, quien el 29 de mayo de 1890 comunicaba al Ministro de Gobierno su “renuncia indeclinable” con motivo de “mis muchas ocupaciones y [por] tener que ausentarme por un tiempo de esta localidad”. SA, V189, f.292, AHT. Unos meses después hubo que nombrar otra comisión para Aguilares ya que a la renuncia de Arbella se sumaron la de Passarell y la un vocal, y la muerte de otro de los vocales. SA, V189, f.294, AHT. Otros casos: en Monteagudo en julio de 1884. SA, V162, f.478, AHT; en Concepción a fines del año 1893. SA, V201, f.61, AHT. En Villa Alberdi el gobierno tuvo que proceder al nombramiento de otra comisión ya que “la comisión nombrada por este gobierno (...) se encuentra disuelta por ausencia de la mayoría de sus miembros”. 13 de octubre de 1897. SA, V263, f.163, AHT 6 11 de octubre de 1888. SA, V181, 290, AHT. 69

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“Tenemos el honor de remitir á V.E. una solisitud dirigida al Exmo Sr Presidente de la República, pidiendo, se sirva, presentarla al H. Congreso de la Nación para que vote alguna cantidad para ayuda del costo de las obras de la capilla que se costea en esta villa”7. Si bien se cuenta con los datos sobre el resultado de la solicitud realizada por la comisión de Monteagudo, los pedidos de ayuda al Gobierno Nacional tuvieron en ocasiones una respuesta afirmativa. Así sucedió en el caso de la capilla de Santa Ana en 1873 cuando recibió la cantidad de $5008. Otra forma de solicitar estos subsidios era pedir ser tenidos en cuenta en el presupuesto provincial para el año entrante. Fue lo que hicieron los vecinos de Bella Vista en el año 1894, quienes, con la finalidad de poder concluir la obra del templo de la localidad, peticionaron al Ministro de Gobierno que: “nos tenga presentes al tratarse del presupuesto de gastos del año entrante, para poder inaugurar dicho templo el 19 de marzo, festividad de San José”9. Claro que, después de estas solicitudes y una vez recibidos los aportes, debían cumplirse ciertas reglas de protocolo, como agradecer al gobierno provincial. La forma usual de agradecer era la de otorgar al Gobernador el título honorífico de Padrino del templo con el cual el gobierno hubiese contribuido. Así sucedió por ejemplo en Monteros a comienzos de la década de 1890 cuando el gobernador Próspero García fuera invitado como Padrino de la bendición del Altar mayor y Tabernáculo10. Este agradecimiento cumplía en general una triple función: por un lado el agradecimiento en sí, como una forma de conservar el vínculo establecido; por otro lado era una manera de comprometer al gobierno con el desarrollo futuro de la obra; por último, invitar al gobernador como padrino de la obra, podía traer otros beneficios adicionales: “Al mismo tiempo la comision, solicita tambien de V.E. su

SA, V154, f.18, AHT. La comunicación del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública dando cuenta al gobierno provincial de este subsidio está fechado el 15 de enero de 1873. SA, V120, f.46, AHT. 9 SA, V208, f175-176, AHT. El presupuesto del año 1893 fue prorrogado para los años 1894 y 1895 con lo cual no apareció en este último ningún aporte para el templo de Bella Vista, como fue solicitado. No tenemos constancia, de cualquier manera, si se hizo algún tipo de contribución por parte del Estado. En agosto de 1897 la obra de la iglesia continuaba, aunque, aseguraba la comisión, estaba pronta a terminarse. SA, V235, f.66-67, AHT. 10 15 de junio de 1892. SA, V196, f.95, AHT. 7 8

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asistencia con la banda de música gratis. Honor que el pueblo de Monteros espera de V.E. y que le sera eternamente grato”11. Las suscripciones En el apartado anterior se mencionó como una tarea esencial de las comisiones, el recaudar fondos para la construcción de los templos. Esto se hacía mediante las suscripciones. Las suscripciones eran la forma usual que tenían los feligreses de participar en la construcción del templo de su localidad, ya que se trataba de compromisos que tomaban los vecinos mediante los cuales aseguraban el pago de un monto determinado de dinero para contribuir con la obra de la iglesia. Estas suscripciones representaban una primera instancia, ya que luego se debía proceder al cobro del importe en cuestión. Pero mediante las suscripciones se podía tener una idea aproximada del volumen de dinero con el que se contaría para la obra. Algunos ejemplos de suscripciones levantadas en las localidades del sur tucumano en la época: Monteagudo (1882)12, Medinas (1884)13, Aguilares (1890)14, Concepción (1891)15 y Bella Vista (1893)16. A continuación se analiza una suscripción para intentar comprender su funcionamiento. La misma fue levantada en Graneros en 1882 para la construcción del templo parroquial y en este caso los montos comprometidos por los feligreses oscilaban entre $1 y $50, siendo 16 los nombres de vecinos que aparecían en el listado. La cifra total de la suscripción era de $589, a la cual, si se le quitan los $200 prometidos por el párroco y los $100 resultado de una suscripción “en localidades vecinas”, arroja un total de $289, a razón de algo más de $18 por vecino17. La contribución para la misma obra por parte del Gobierno de Tucumán fue de $166,67,

La respuesta del Gobernador fue afirmativa poniéndose a disposición de la Comisión la Banda de Música de la provincia para la fecha indicada. SA, V196, f.95, AHT. La palabra “gratis” aparece subrayada en el original. 12 Compilación ordenada de leyes, decretos y mensajes del período constitucional de la provincia de Tucumán que comienza en el año 1852, Volumen X:318. 13 Compilación, Volumen X:155. 14 Compilación, Volumen XVI:278. 15 Compilación, Volumen XVI: 80. 16 Compilación, Volumen XVII:52. 17 SA, V152, f.50, AHT. 11

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con lo cual el aporte vecinal junto con el del párroco se torna más que significativo ya que representa el 78% de lo necesario para iniciar la obra. Pero las suscripciones, pese a haber demostrado bastante éxito en la concreción de las obras, presentaban también algunos inconvenientes. Por un lado el intervalo de tiempo que mediaba entre la realización de la suscripción y la entrega efectiva del dinero provocaba que algunas veces se produjeran arrepentimientos. También la dilación en que entraban los trabajos de edificación de un templo o el surgimiento de enconos y enfrentamientos entre vecinos provocaban que los suscriptores intentaran recuperar el dinero aportado. Un ejemplo de esto lo aporta el caso de la comisión formada en Aguilares en 1890 donde su presidenta comunicaba al Ministro de Gobierno que si bien había conseguido reunir la suma de casi dos mil pesos en efectivo e igual cantidad a cobrar: “ya varios vecinos se ha[n] presentado con el recibo que les dí pidiendo la devolución de dichos fondos”18. Las Donaciones La feligresía también aportaba para la construcción de los templos de otras formas. Por ejemplo mediante la donación de terrenos en los cuáles se emplazaría la obra. En Aguilares, en 1875, un vecino había sido comisionado por el gobernador de la provincia en su visita “á los Departos del Sud” para conseguir la donación de “un terreno pa plaza y dos sitios, el uno pa la casa escuela q. se debe construir, y el otro con el fin de edificar un templo”19. Si bien el vecino informaba del éxito de la empresa y conminaba al gobierno a cumplir con su parte, es decir, con el envío del “agrimensor para que haga la delineación correspondiente como me lo prometió el Sor. Gobernador”20, parece ser que hubo algún tipo de contratiempo ya que unos años después, en Agosto de 1886, el Gobernador de la provincia nombraba por decreto a una comisión que estaría encargada de “peticionar de los vecinos propietarios de los terrenos circunvecinos de la referida plaza, los sitios necesarios para una Iglesia, una Escuela, y para Oficina del Juzgado, Comisaría y Cárcel Pública”. Es decir que la gestión de las donaciones no había resultado fructífera. Teniendo en cuenta este retraso se hace comprensible que para 1890 la obra de la 18 19 20

SA, V187, f.348-349, AHT. SA, V127, f.135, AHT. SA, V127, f.135, AHT.

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iglesia estuviera todavía por comenzarse, como lo testifica la nota del Departamento Topográfico que se analizará más adelante. A continuación se va a examinar la actuación de otra figura relevante en el proceso de construcción de templos: los párrocos. Los párrocos La intensa participación de la sociedad en la erección o refacción del templo de su localidad a la que se acaba de hacer mención, podía también ser, en algunas ocasiones, impulsada, dirigida o acompañada por el párroco local. Éste podía encargarse tanto de la organización de las colectas pro-templo como también, en su carácter de letrado, actuar como representante de la feligresía ante el gobierno provincial o como garante de la honestidad y la viabilidad de la empresa. A partir de un par de ejemplos se va a ilustrar la forma en que intervenían los párrocos. Miguel Román Medinas es una rica fuente de información ya que entabló durante algunos años una fluida comunicación con el gobierno provincial a raíz de la construcción del templo de su localidad. El 5 de Noviembre de 1877el párroco remitía una nota al gobierno provincial donde alegaba que la obra del templo se hallaba detenida porque la buena voluntad de los fieles estaba paralizada por la crisis económica21. Para solucionar este inconveniente el párroco pedía autorización para realizar una rifa (llamada rifa de cédulas o cedulillas). La respuesta del Poder Ejecutivo fue negativa ya que se consideraba a los juegos de azar, entre los que incluían las rifas de cedulillas, causa de relajo en los hábitos regulares del trabajo. Lo interesante es que a continuación el gobierno daba una explicación de cuál debería ser, en su criterio, la fuente de la cual debían provenir los recursos para los templos: ”el presente caso se trata de la obra de un templo cuya fuente de recursos debe tener como principal origen la piedad de los fieles, etc.”22. El párroco volvió a insistir en sus pedidos unos años después, y de este nuevo intercambio epistolar entre el párroco y el gobierno se desprende más información que resulta relevante analizar. Por un lado, por lo dilatado de este intercambio epistolar se deduce que la construcción de los templos podía demorarse durante décadas, debido sobre todo a la dificultad para contar con sumas grandes de dinero de forma continua. Por ese motivo la edificación solía tomar un ritmo muy gradual que se condecía con las posibilidades de cooperación de la feligresía. La 21 22

SA, V133, f192-193, AHT. SA, V133, f193, AHT. La bastardilla es mia. 73

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obra, en este caso, pudo comenzarse gracias a un aporte cuantioso de un particular (la familia Mendes) que ascendió a $1000 siendo que el total de la obra, calculado por el párroco, podía insumir hasta $15000. Por otra parte las comunicaciones que el gobierno provincial remitía al párroco pidiendo información sobre el avance de la obra nos habla de una supervisión que el Estado provincial ejercía y que consistía en la solicitud de informes de avances y plazos estipulados para la concreción de las distintas etapas de la obra y para su finalización. Por otro lado el Estado solía poner como condición para realizar un aporte –aunque como se vio anteriormente no era excluyente–, que ya existiera una suma recaudada entre la feligresía interesada en la construcción del templo. También servía como “garantía” que existiera el terreno en el cual se emplazaría el templo o la donación de materiales necesarios para dar inicio a la obra. En Concepción, otro sacerdote que también se comprometió fuertemente con la edificación del templo de la localidad, fue Luciano Ojeda, vicepárroco, quien solicitaba en la Navidad de 1881 al gobernador de la provincia, como “hijo í servidor del Estado í de la Iglesia”23 una limosna para el templo a su cargo. Y continuaba: “Ruego í pido a V.E. se digne darme una limosna para dotarla siquiera de lo mas presiso para el culto, í para algunas reformas de indispensable necesidad, qe exige la existente población”24. También solía suceder que tanto los fieles como los párrocos solicitaran al gobierno provincial no ya una suma de dinero para la obra sino algunos materiales faltantes: José D. del Campo, cura de Monteros en agosto de 1865 solicitaba al Ministro de Gobierno “doce fanegas, segun el calculo del maestro de cal amarilla y cuatro o sinco blanca, la primera p.a devolver la q.e me han prestado p.a el trabajo hecho y p.a continuar hasta la conclucion y la segunda p.a el blanqueo de esta obra [la sede de la Vicaría pedánea] y el frente de la Iglesia con sus dos torres”25. El Estado provincial Como se pudo percibir a partir de lo que se viene mencionando, otra figura relevante para comprender cómo se lograba la construcción de los templos era el 23 24 25

SA, V150, f769, AHT. SA; V98, f122, AHT. SA; V98, f122, AHT.

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Estado provincial. A continuación se dará cuenta de algunas de las formas en que el gobierno cooperaba con la feligresía y los párrocos para cumplimentar las obras. El Estado provincial administrando el espacio público En la localidad de Simoca, el proceso mediante el cual se obtuvieron los fondos que hicieron posible la construcción del templo, aporta un ejemplo de la complementariedad entre los actores mencionados. A mediados de 1858 los vecinos de Simoca, encabezados por el párroco, elevaron un pedido al gobernador Marcos Paz para que se les conceda un terreno de propiedad pública, para que con el producto de su venta se pueda emprender la construcción de una capilla en el lugar26. La Legislatura respondió afirmativamente al pedido y se autorizó la venta27. El análisis de este caso resulta útil ya que a través de él se pueden apreciar en funcionamiento la iniciativa de la feligresía; el rol del párroco quien actuó como mediador entre la comunidad y el poder ejecutivo provincial; y la apelación al gobierno provincial que resultó en un aporte de la Legislatura que puso a disposición de la feligresía el terreno en cuestión. La obra finalmente pudo llevarse a cabo, y el templo, cuya “edificación estuvo a cargo del presbítero Juan Silvestre Reina” pudo ser habilitado para el culto en abril de 1861. En la homilía, pronunciada en ocasión de la inauguración del templo por el pbro. José D. del Campo, se hacía referencia al papel que había tenido la comunidad local en la obra: “Llegó por fin, señores, el momento feliz en que estas sagradas paredes, levantadas sobre los cimientos de vuestra caridad se consagran al servicio de Dios y al vuestro” (Páez de la Torre, 1993: 119). En otras ocasiones lo que se solicitaba al gobierno era la cesión del terreno en el cual se emplazaría el templo: “Para iniciar los trabajos precisamos que el Exmo Gobierno ceda el terreno sobrante que posee al costado del Cabildo (...) para edificar en él la Iglesia”28. La creciente injerencia del aparato estatal provincial A medida que se avanza en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX, se comienza a percibir cómo el crecimiento del aparato burocrático estatal le per26 27 28

Compilación, Volumen II: 148. Compilación, Volumen II: 148-149. Villa Alberdi, 19 de octubre de 1897, SA, V236, f223, AHT. 75

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mitió a los gobiernos provinciales una injerencia cada vez mayor en los asuntos públicos, por ejemplo en lo tocante a la edificación de templos. Una de las cuestiones que se empezó a atender fue brindar legitimidad a lo actuado en pos de la obra de una iglesia. En el caso de la Villa de Sueldos, en 1871, el gobernador Uladislao Frías, decretaba que los terrenos con cuya venta se solventarían los gastos para la construcción del templo debían ser publicados y protocolizados por el gobierno para que se vieran resguardados los derechos de los compradores. Para completar su participación, el gobierno comunicó a la Vicaría Foránea de Tucumán cuáles eran los terrenos destinados para la obra29. Avanzando hacia mediados de la década siguiente, el Estado comenzó a ser capaz de involucrarse en la decisión sobre cómo debían construirse los templos y quién debía llevar adelante la obra. Lo hizo a partir de una nueva herramienta del aparato estatal: el Departamento Topográfico30. En 1884 ante la necesidad de refaccionar el templo de Simoca, el Departamento Topográfico rechazó el presupuesto que la comunidad y su párroco De la Zerda, le habían remitido al gobierno provincial para su aprobación y, a pedido del gobernador Benjamín Paz, formuló un plano y elaboró un nuevo presupuesto para la obra31. El gobierno provincial decidió llevar adelante la obra basándose en el proyecto presentado por los agrimensores oficiales para lo cual se disponía que se saque “a licitación la construcción de la mencionada obra”32. Al mencionado rechazo del presupuesto presentado por la comunidad, se sumó este “sacar a licitación” el proyecto de la obra, lo cual también está marcando un límite para la capacidad de las comunidades de autogestionar la construcción de templos como lo venían haciendo. A partir de allí sería el Estado el responsable de evaluar a los oferentes y de decidir, en última instancia, quiénes tendrían a su cargo la obra. La hipótesis que quiero plantear propone comprender que el proceso de crecimiento de aparato burocrático y técnico del Estado provincial, fue acompañado por una retracción de los niveles de autogestión de las comunidades locales, que comenzaban a verse impedidas de llevar adelante por sí mismas la construcción de un templo. El rol estatal, que había delegado estas responsabilidades en la feligresía y que en una primera instancia se limitaba a rubricar y “legalizar” lo actuado por 29 30 31 32

Compilación, Volumen IV: 284-285. Fue creado en el año 1858 por el gobernador Marcos Paz. SA, V163, f.19, AHT. SA; V163, f.20, AHT.

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los vecinos, en pos de la construcción de un templo destinando una parte de lo requerido para su construcción; fue transformándose hacia fines de la centuria en un rol ejecutor, que respondía a las necesidades planteadas por los feligreses en cuanto a la edificación y refacción de templos poniendo en funcionamiento las estructuras y el personal dependientes del Estado para llevar adelante las obras. Otras funciones del Ejecutivo provincial A continuación se mencionarán, someramente, algunas otras formas en las cuales el gobierno provincial podía comprometerse con la edificación de templos. Por un lado la incorporación de agrimensores profesionales dependientes del Departamento Topográfico provincial, hizo cada vez más exclusiva la injerencia del Estado en la decisión sobre los lugares de emplazamiento de edificios públicos -incluyendo obviamente a la Iglesia- en el trazado de una nueva localidad. También la administración y ejecución de los subsidios del gobierno nacional eran responsabilidad del gobierno provincial a través de su ministro de gobierno. Éste organismo del poder ejecutivo, que era responsable de administrar lo relativo a la construcción de templos en la provincia, también se vio llamado a brindar su aparato administrativo para hacer efectivos los subsidios del gobierno nacional. Los aportes de la Nación para los templos en Tucumán fueron escasos y generalmente respondían a una necesidad puntual. Vaya como ejemplo el caso del monto de $800 destinado a los templos de campaña en la provincia de Tucumán en el año 1872, del que sabemos que se distribuyó entre algunas iglesias, tocando por ejemplo al templo de Medinas un total de $11933. Algunas de las actividades de las comisiones pro templo también necesitaban de licencias por parte del estado provincial. Por ejemplo la realización de campañas para conseguir limosnas para el templo: templo de Graneros en 1872 “impulsado de la necesidad de ber cuanto antes reparada esta iglesia parroquial me dirijo a S.E. suplicando se digne otorgar licencia pa qe se recolecten algunas limosnas a fin de hacernos ayudar en el trabajo qe se debe emprender”34. SA, V119, f370, AHT. El mismo aporte de $119 fue recibido también por la comisión para la obra de la iglesia de Monteros en el mismo año. SA, V119, f.358, AHT. 34 SA, V118, f242, AHT. 33

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Y como en muchas ocasiones la recolección de limosnas obligaba al traslado de las comisiones, sus integrantes solían solicitarle al gobierno pasajes de tren. Por ejemplo Catalina Aráoz de García, presidenta de la comisión para la construcción del templo de Concepción solicitaba en julio de 1896 al Ministro de Gobierno: “dos pasajes de ida y vuelta, a fin de que, la comisión que presido pueda trasladarse á las poblaciones de: Aguilares, Santa Ana, Villa Alberdi y La Madrid, para recolectar fondos a beneficio de la Iglesia de esta localidad”35. A veces, para dar el visto bueno a estas limosnas y otorgar efectivamente los pasajes el gobierno hacía averiguaciones a través de los párrocos sobre la veracidad de la colecta. Carlos Juangorena, párroco de Chicligasta certificaba ante el jefe de policía que efectivamente él había encomendado a determinadas personas para recolectar limosnas para el templo de Santa Cruz en las localidades de Sandovales, San Pedro, costa del Río Seco, Belicha y Concepción durante la primera mitad del año 187336. En otras ocasiones las limosnas podían solicitarse en localidades lejanas, fuera del área de influencia de la parroquia en cuestión: “Teniendo necesidad la Comisión de la “Obra del Templo” mandar á Buenos Aires al Presidente de la misma el cura párroco D. Reyes Diaz á objeto de recolectar limosnas con el fin de ayudar á la compostura y refaccion de la Iglesia de esta villa”37. Y a continuación la comisión solicitaba el pasaje a Buenos Aires por el cuál se remitió esta carta al gobierno provincial: “un pasaje gratis de ida y vuelta de Tucuman á la Capital Federal”38. Por último, el gobierno provincial era también el responsable de autorizar que los fondos que habían sido recolectados por las comisiones entre la feligresía pudieran ser utilizados para la compra de material o el pago a los implicados en la SA, V225, f.343, AHT. SA, V121, f.380, AHT. En este caso los resultados obtenidos por el párroco fueron mas bien escasos: $7,50 en Sandovales, $9 en San Pedro, $28 entre costa del Río Seco y Belicha y $72 en Concepción, colecta ésta última realizada en persona por el párroco. 37 17 de agosto de 1891, SA, V192, 47, AHT 38 SA, V192, 47, AHT. 35 36

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obra del templo, como sucedió por ejemplo en el caso de la capilla de Villa Alberdi: “Esta comisión precisa ser autorizada para invertir los fondos recolectados y los que se recolecten en la compra de los materiales indispensables para dar principio al trabajo tan pronto como sea posible”39. El Estado provincial “concurre” a la construcción de los templos Para finalizar se hará mención a los aportes que el estado provincial de Tucumán destinó a la construcción de templos en el Sur de la provincia durante la segunda mitad del siglo XIX40. Aporte que resultó, dentro de los presupuestos provinciales, muy significativo41. Ante la solicitud que solían hacer las comisiones de “concurso” –es decir aporte monetario– por parte del gobierno provincial, la respuesta del gobierno solía ser afirmativa, aunque mediaban ciertas condiciones que es interesante que sean tenidas en cuenta. En el caso de la iglesia parroquial de Monteros el decreto, con fecha 22 de mayo de 1882, afirmaba: “Habiéndose levantado una suscripción en la Villa de Monteros para la construcción de la Iglesia Parroquial de ese Departamento, y habiendo solicitado la Comisión que se ha nombrado con este objeto, el concurso del gobierno. El Gobernador de la Provincia Decreta: Art 1º: Concédese a la mencionada Comisión, con el objeto que se indica en el precedente considerando, la suma de 666$ 66 centavos fuertes de la Provincia, los que se imputarán al inciso 9º del artículo 13”42. Lo que en general condicionaba que el aporte del gobierno se hiciera efectivo, era que la feligresía demostrara la voluntad de hacerse cargo de parte del costo de la obra, lo cual debía traducirse en la existencia del terreno, de los materiales o una parte de ellos, y/o de una suma de dinero recolectada en suscripciones.

SA, V236, f.223, AHT. Sobre la injerencia del Estado tucumano en la construcción de templos en la provincia, Abalo (2012) 41 La importancia de estos aportes en el contexto del presupuesto provincial puede verse en Abalo (2013) 42 Compilación, Volumen VIII, p. 346. Bastardilla en el original. 39 40

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Cuando una localidad cumplía con esas condiciones podían proceder a hacer al gobierno la solicitud para que contribuyera tanto con un aporte económico como con el soporte técnico para la edificación. En Chicligasta, los vecinos dirigieron una misiva al gobierno, fechada el 8 de septiembre de 1892, aclarando que los recursos obtenidos por la comisión eran escasos, ya que de los $1200 que insumiría la obra, según lo presupuestado, solo se habían recaudado $600 mediante la suscripción. Con dicha suma, se aclaraba, se daría inicio a la obra, pero se pedía al gobierno su colaboración para poder continuarla43. La respuesta del gobierno fue afirmativa e inmediata, ya que el día 14 del mismo mes se firmaba la aprobación de una suma de $600 por parte del Departamento de Gobierno de la provincia. Lo mismo aconteció en la localidad de Graneros en 1882, cuando el Cura párroco de la localidad, Parmenión Ibañez, solicitaba al Ministro de Gobierno Sisto Terán un aporte del gobierno provincial para poder continuar con la obra del templo a la cual se había dado inicio veinte días atrás. El caso de Graneros es interesante ya que el párroco Ibañez añadía como prueba de la viabilidad de la obra la lista de los contribuyentes por suscripción. Ante esta evidencia, el 27 de junio -exactamente un mes después de fechada la solicitud del párroco- el gobierno provincial emitía un decreto mediante el cual se otorgaban a la obra “ciento sesenta y seis pesos con sesenta y siete centavos fuertes”44. Esos 166 pesos representan una cifra limitada con relación a lo que solían insumir esas obras. Pero el accionar posterior del gobierno provincial hace ver que los aportes se continuaban a través del tiempo. Para esta misma obra se aportaron $500 en 189645 y $1000 en 189746. Es decir que en el lapso de dos años el gobierno de la provincia había concurrido a la obra del templo de Graneros con $1500, mucho más que los $166 destinados al mismo fin en 1882. En otras situaciones el aporte del estado era sencillamente imprescindible para el inicio de una obra y a diferencia de las suscripciones o de la “buena voluntad” de los fieles, poseía la ventaja de que era percibido en forma íntegra, lo cual permitía a la comisión realizar, por ejemplo, una gran compra de materiales. Lo precedente

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SA, V192, f163-165, AHT SA, V153, f189-190, AHT. SA, V222, f126, AHT. Compilación, Volumen XXI: 72 y ss.

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sucedió en la obra de la capilla de Monteagudo durante los primeros meses de 1886 donde gracias a un aporte de $1000 por parte del gobierno provincial “… se ha comprado la teja, asegurado todo lo enmaderado, comprado los tirantes de fierro, trabajado las tres puertas, mayor y colaterales, costeado 14.000 ladrillos, trabajado la sacristía y levantado las murallas hasta la altura que deben llebar47”. También recibieron $1000 de parte del gobierno provincial los miembros de la comisión encargada de la obra del templo de Monteros en 1882 quienes explicitaban en una misiva la importancia que esa suma revestía para la obra: “esta suma, agregada á la que el pueblo católico del Departamento ha contribuido; forma una base importante para el comienzo de dichos trabajos”48. Como se puede apreciar en los ejemplos precedentes, en muchos casos la construcción de templos en el sur de la provincia de Tucumán dependía económicamente de los aportes que pudiera realizar el gobierno provincial, pero resultaban fundamentales también la iniciativa y los fondos de la propia feligresía, que era la responsable no sólo de recolectar el dinero de la vecindad, sino también de gestionar los recursos económicos y técnicos por parte del Estado provincial para poder continuar o dar fin a la obra49. Conclusión Me propongo ahora trazar unos sencillos lineamientos que permitan hacer una síntesis sobre la forma en que se procedía a la construcción de templos en el sur de la provincia entre mediados y fines del siglo XIX. Se ha visto que la realización de las obras se debía al accionar de tres actores -la feligresía, los párrocos y frailes, y el gobierno provincial- que actuaban con un cierto grado de complementariedad.

SA, V170, f73, AHT. SA, V153, f272, AHT 49 En otras ocasiones el gobierno era llamado a cooperar, mediante una suma limitada de dinero, con una refacción o restauración de una parte de un templo. Así sucedió en Monteros donde el 16 de septiembre de 1896 el gobierno provincial decretaba una suma de $200 “con destino á las obras de refaccion de la Sacristia de la Iglesia de Monteros”. SA, V226, f250, AHT. 47 48

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Un primer elemento que resulta claro es la gran incidencia de los propios feligreses en la edificación de los templos. Las comisiones resultaron asociaciones vecinales que se mostraron muy efectivas en su tarea de impulsar la construcción de templos mediante la realización de suscripciones, limosnas, campañas para conseguir materiales, y sobre todo, gestionando ante los gobiernos provincial y nacional el aporte financiero para poder llevar adelante las obras. En cuanto al rol desempeñado por el Estado provincial, creo que es importante tener en cuenta el desplazamiento que se fue produciendo desde mediados hasta fines del medio siglo analizado. Mientras que en un principio la organización necesaria para la construcción de los templos recaía de forma casi exclusiva en la feligresía -que era la responsable de organizar las comisiones, recolectar los fondos, conseguir los presupuestos, elegir el más conveniente de esos presupuestos, elevar informes al Estado provincial, etc.- hacia finales de la centuria fue el incipiente aparato estatal el que estaba llamado a cumplir cada vez más tareas dentro del proceso de construcción de templos. Sobre todo se debe prestar atención a la injerencia que tomó el Departamento Topográfico que pasó a ser responsable en gran parte no sólo de decidir el emplazamiento de una obra, sino también de planificar su construcción, establecer las bases para las licitaciones de las obras, decidir la mejor opción y firmar el contrato de construcción. Por otro lado, también me interesa analizar la figura de estas comisiones protemplo dentro de la lógica de la construcción estatal en la provincia. En este sentido, creo que las comisiones reflejan una delegación de tareas que el Estado provincial fue haciendo en algunos actores de la sociedad civil, no como una forma de desligarse de esos compromisos sino reconociendo las limitaciones que el aparato administrativo provincial presentaba a mediados del siglo XIX. Creo que se trataba de una delimitación de los ámbitos de influencia que respondía a una lógica absolutamente instrumental. Se trataba de involucrar a parte de la ciudadanía en “tareas hasta entonces descuidadas o desarrolladas demasiado precariamente” (Di Stefano, 2002: 93) La formación de comisiones fue, en última instancia, una primera forma que encontró el gobierno provincial para ejercer un control sobre el proceso de construcción, refacción o remodelación de templos en la provincia. Lo que demuestra el avance del último cuarto del siglo, es que cuando la construcción del aparato burocrático estatal lo permitió, los gobiernos provinciales comenzaron a recapturar esas funciones delegadas otrora en las comisiones.

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Fuentes Fuentes inéditas • Archivo Histórico de Tucumán, Sección Administrativa, Volúmenes: 98, 118, 119, 120, 121, 127, 133, 150, 152, 153, 154, 162, 163, 170, 181, 187, 189, 192, 196, 201, 208, 222, 225, 235, 236, 263. Fuentes editas • Compilación ordenada de leyes, decretos y mensajes del período constitucional de la provincia de Tucumán que comienza en el año 1852. • Volúmenes II, IV compilados por Cordeiro, R. y Viale, C. (1915-1917) • Volúmenes VIII, X, XVI, XVII, XXI compilados por Sánchez Loria, R. y Del Moral, E. (1917-1920) Bibliografía citada Abalo, Esteban (2013) “Las asignaciones para el culto en el presupuesto de la provincia de Tucumán (1852-1897), en Boletín Americanista, año LXIII. 1, Universidad de Barcelona, Barcelona, pp. 121-142 — (2012) “Construir la Iglesia: clero, feligresía y Estado provincial ante la edificación de templos en la Vicaría foránea de Tucumán (1852-1897)”, en Revista Bicentenario, Vol. 11, núm. 2, Santiago de Chile, pp. 5-26 Di Stefano, Roberto (2002) “Orígenes del movimiento asociativo: de las cofradías coloniales al auge mutualista” en Roberto Di Stefano, Hilda Sábato, et. al. De las cofradías a las organizaciones de la sociedad civil. Historia de la iniciativa asociativa en Argentina (1776-1990), Buenos Aires, Gadis. Lida, Miranda (2006) “Prensa católica y sociedad en la construcción de la Iglesia argentina en la segunda mitad del siglo XIX, en Anuario de Estudios Americanos, 63. 1, enero-junio, Sevilla, pp. 51-75 Páez de la Torre, Carlos (et. al.) (1993) Iglesias de Tucumán: historia, arquitectura, arte, Buenos Aires, Fundación Banco de Boston.

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