2014 Confluencias entre Francisco y Alberto Methol Ferré: Iglesia, evangelización y mundo contemporáneo

September 12, 2017 | Autor: José Ramiro Podetti | Categoría: historia de la Iglesia, Teología De La Historia
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Descripción

Confluencias entre Francisco y Alberto Methol Ferré: Iglesia, evangelización y mundo contemporáneo José Ramiro Podetti Agradezco al Gran Canciller de la Facultad de Teología y Arzobispo de Montevideo, Monseñor Daniel Sturla, y a su Decano, Pbro. Dr. Antonio Bonzani, por la invitación a participar de la Semana de Teología 2014. La acepté con la esperanza de hacer algún aporte a su objetivo, desde la especial mirada de los vínculos del Papa Francisco con el pensamiento de Alberto Methol Ferré, pero con algunas dudas, por el desafío que representa exponer en una Facultad de Teología sin tener competencia específica en Teología. Mi formación es en Filosofía e Historia, y mis dedicaciones son la Historia de las Ideas y los Estudios Latinoamericanos, así que el enfoque de lo que voy a decir tendrá esos acentos. Por supuesto me animó a aceptar este reto, la cordialidad de la invitación, y también un vínculo entrañable de muchos años con Jorge Bergoglio y Alberto Methol Ferré. Hace pocos días se celebraron las III Jornadas Académicas Alberto Methol Ferré, una serie de encuentros que fundó la Universidad de Montevideo en 2010. En esta ocasión se realizaron en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, con una amplia participación de ponentes y conferencistas de México, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Argentina y Uruguay, y se inauguraron con un mensaje grabado del Secretario a cargo de la Vicepresidencia de la Pontificia Comisión para América Latina, el doctor Guzmán Carriquiry, y palabras del Obispo diocesano de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones. Además de participar de ellas, he tenido que ver con las tres ediciones de estas Jornadas, y lo menciono solamente para señalar que también me alentó a aceptar esta invitación la oportunidad de hacer presente el legado intelectual de Methol en esta casa y en el marco de la Semana de Teología. Introduciéndonos ya en el tema, los vínculos personales entre Francisco y Methol son conocidos. Su trato se inició en la década de 1970, en encuentros realizados en el Colegio Máximo de San Miguel, durante el provincialato de Bergoglio en la Compañía de Jesús, en el marco de las “semanas académicas” que organizaban las facultades de Filosofía y Teología de la Universidad del Salvador. Siendo ya arzobispo de Buenos Aires, hubo también periódicas visitas de Methol a la curia; en 2005 fui parte de uno de esos encuentros, y mantengo el recuerdo vivo de sus expresiones recíprocas de afecto, de la riqueza de su diálogo y comunión. Sé que hay aquí otros testigos de esos encuentros, y que conocen la hondura del vínculo entre ambos. Hay varios testimonios también de sus vínculos intelectuales. Por ejemplo, citas de Methol en textos pastorales durante el ejercicio episcopal de Bergoglio en la arquidiócesis de Buenos Aires, que lo llevaron también a ser el presentador único del último libro de Methol, La América Latina del siglo XXI, en Buenos Aires, el 15 de mayo de 2006. Sostuvo en esa ocasión: “Es un libro de honda metafísica. Methol Ferré es consciente de la oscuridad de la antropología moderna, y por eso recupera lo más genuino de la tradición de la antropología cristiana”.1 No 

Conferencia pronunciada en la Semana Teológica del Uruguay, Facultad de Teología, Instituto Universitario Mariano Soler, Montevideo, 22 de septiembre de 2014. 1 Metalli, A. (2013): “Iberoamérica pensada en profundidad”. Humanitas, 71 (526-531), p. 528. 1

quisiera abundar en estos datos, que en todo caso ilustran sus diálogos y trato personal, para ir a una mirada más general, que aspira a mostrar sus “confluencias” dentro de la rica y diversa vida de la Iglesia. Solo voy hacer algunas menciones. En el prólogo de Bergoglio a El bicentenario de la Independencia de los países latinoamericanos. Ayer y hoy, un libro del doctor Guzmán Carriquiry -otro notorio interlocutor y discípulo de Alberto Methol- el entonces arzobispo de Buenos Aires se remite a una cita de Methol, en la que [E]l genial pensador del Río de la Plata hace referencia a la decadencia histórica de las ideologías sobre las que se construyó la variada serie de hermenéuticas de la independencia de los países latinoamericanos: después de los límites evidentes de los tópicos liberales, abundaron interpretaciones inspiradas en los ateísmos mesiánicos y sus utopías “salvacionistas”, y hoy se inspiran en esa corriente de hedonismo nihilista en la que confluyen las crisis de los credos ideológicos.

También en un documento significativo por su amplitud de visión y su oportunidad (el Bicentenario argentino), lo citó bajo el rótulo de “querido amigo”.2 En un mensaje al Simposio “Methol Ferré, un pensamiento por la unidad”, afirmaría: [L]os acompañaré espiritualmente uniéndome en el recuerdo de ese gran hombre que tanto bien hizo a la conciencia latinoamericana y a la Iglesia. Su pensamiento agudo y creativo sabía mirar con perspectiva tanto hacia las raíces como hacia las utopías, y esto lo convertía en un hombre fiel a la 3 realidad de los pueblos. Gracias por recordarlo con un corazón agradecido.

Por otra parte, en un mensaje del 14 de septiembre de 2011, dio su consentimiento para integrar como socio fundador la Asociación Alberto Methol Ferré, constituida formalmente el 19 de septiembre de ese año en Montevideo. Son públicos y conocidos otros reconocimientos y afectuosas referencias del Papa a Methol, al punto que indujeron a que el editor de La América Latina del siglo XXI, el escritor y periodista italiano Alver Metalli, el año pasado, reeditara esa obra con el título El Papa y el Filósofo, con una introducción que actualiza algunos tópicos del libro. La edición italiana de esta obra tuvo entre sus presentadores, hace algunos meses, al filósofo italiano Massimo Borghesi, de la Universidad de Perugia, discípulo de Augusto del Noce y conocedor del pensamiento de Methol, a quien trató personal y epistolarmente desde la década de 1990. Al pasar menciono que otro filósofo italiano contemporáneo, estudioso de Del Noce desde la perspectiva de la filosofía política, Pasquale Serra, está actualmente leyendo a Methol, otra señal del interés que despierta a partir de sus vínculos con el actual Pontífice.4 Ateniéndome entonces al tema sugerido, voy a intentar mostrar las relaciones entre el Papa Francisco y Alberto Methol Ferré en términos de “confluencias”; es decir, de participación y comunión en momentos e instancias de la historia eclesial latinoamericana reciente. Son confluencias que tienen la singularidad de darse entre un pastor y un laico, y que acontecieron en el marco de algunas circunstancias y hechos significativos en la vida de la Iglesia, y en particular en la vida de la Iglesia en América Latina, y más en particular todavía, en las Iglesias del cono sur americano, durante los últimos cincuenta años. Todos ellos están íntimamente

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Bergoglio, J. (2010): Hacia un Bicentenario con justicia y solidaridad (2010-2016). Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo. 3 Bergoglio, J. (2010): Mensaje de salutación al Simposio “Methol Ferré, un pensamiento por la unidad”, Buenos Aires, Universidad de Tres de Febrero y Centro Cultural Chales Peguy, 14 de junio. 4 Debo la referencia a Alver Metalli. 2

relacionados, de modo que su distinción es un poco arbitraria, empleada más que nada por facilidades de exposición. Voy a indicar brevemente estos hechos que a mi juicio marcaron vida y pensamiento de Methol y Francisco de modo similar, para luego desarrollarlos: 1) En primer lugar, y determinante de todo lo demás: las trayectorias de ambos, más allá de las diferencias que marcan la vida ministerial de un pastor y pastoralista, y la de un laico con perfil “intelectual-político”, fueron signadas por la asunción y aplicación del Concilio Vaticano II; en general, y en particular, como responsabilidad directa, en América Latina. 2) En segundo lugar, su participación activa y protagónica en conferencias generales del episcopado latinoamericano. Se podría trazar un paralelo entre Methol y Puebla y Bergoglio y Aparecida; más allá de su conocimiento, seguimiento, participación, de y en otras conferencias, el rol de Methol en Puebla y el de Bergoglio en Aparecida aparecen como determinantes en la madurez y fructificación del servicio a la Iglesia en cada uno. 3) En tercer lugar, otro espacio de confluencias de Francisco y Methol es la producción teológica de Lucio Gera y de la llamada Escuela Argentina o Escuela del Plata en Teología. 4) Por último, creo que un cuarto componente de las confluencias entre Francisco y Methol es la asunción de América Latina como espacio histórico, cultural y teológico.

1. La asunción y aplicación del Concilio Vaticano II en América Latina Sostener que el hecho más determinante, desde el punto de vista teológico y pastoral, en la vida de Francisco y de Alberto Methol Ferré, fue el Concilio Vaticano II, parece una afirmación de Pero Grullo, pero me parece importante recordar ese hecho y tenerlo presente como referencia principal. Ciertos rasgos de nuestra actualidad, que en general se indican como emergentes hacia la década de 1990, pero que se afirman y vuelven predominantes en la primera década de este siglo y en la actual, hasta sugerir expresiones como la de “cambio de época”, parecen alejar, en el horizonte de significaciones relevantes para el presente y el futuro inmediatos, al Concilio Vaticano II. Sin embargo, su importancia fue un tópico central y reiterado en el pensamiento de Methol; en términos no solo eclesiales, sino como clave de la historia contemporánea. Creo que es conocida la interpretación que él adopta sobre una dimensión del Concilio, y que enuncia en varios textos, en el sentido de que el Concilio representó la asunción y superación de ciertos principios y valores de la Reforma y la Ilustración. Para Methol eso implicó, en cierto sentido, una reconciliación de la Iglesia con la Modernidad, pero al mismo tiempo estableció las condiciones para su efectiva superación. Por eso él consideraba que la Iglesia había abierto el camino de una auténtica y cabal “post-modernidad”, no como mera negación de la modernidad sino como su superación. Esta idea es muy rica, muy potente, e implica de modo fuerte el tipo de comprensión histórica que cultivó Methol. Voy a volver enseguida sobre esto, pero recalco que esta dimensión del 3

Concilio como asunción, reconciliación y superación de la modernidad es una clave para entender todo su pensamiento. Hablando sobre el Concilio, Methol ofrece en otro texto una reflexión interesante, que aunque no fue pensada estrictamente para las relaciones entre Iglesia y Modernidad, puede aplicarse a lo que quiero decir: “En la historia, las cosas respondidas a medias vuelven siempre. La vida solo tolera las buenas respuestas. Por eso, todo lo irresuelto exige rendición de cuentas, reclama resolución”.5 La íntima convicción de Methol es que la Iglesia recién ajustó cuentas con la Modernidad en el Concilio Vaticano II. Se entiende que a partir de esta convicción, para Methol el Concilio haya seguido presente y lleno de sentido en esta nueva inflexión de la cultura contemporánea de las últimas décadas, que por supuesto alcanzó a conocer y sobre la que reflexionó mucho. Algunos de los textos fundamentales del Concilio, como Lumen gentium y Gaudium et spes fueron fuente y referencia fundamental de su pensar hasta su muerte. Pero además el Concilio representó un momento decisivo en su vida, y lo marcó para siempre. Fue para él algo así como el acontecimiento esperado desde su juvenil conversión al catolicismo, inspirada por la lectura de Chesterton, a los veinte años. Porque esa conversión se tradujo de inmediato en una lectura voraz de Santo Tomás, del tomismo y neotomismo del siglo XX y finalmente de la llamada Nueva Teología: Henri de Lubac, Ives Congar, Jean Danielou, Urs Von Balthasar, y un largo etc. Desde entonces adoptó la idea de que el siglo XX representaba la tercera gran fructificación teológica de la Iglesia, luego de la Patrística y la Escolástica. Pero en los últimos años de la década de 1950, y a fuer de la intensificación de sus compromisos con la acción política, había tomado cierta distancia de esa “primavera teológica” que le brindó su conversión y el descubrimiento del nuevo pensamiento católico. Fueron entonces la convocatoria y preparación del Concilio los hechos que le permitieron reconectar con el sentido originario de su conversión, lo atrajeron poderosamente y lo arrojaron de lleno al ejercicio de su vocación laical. Y naturalmente su conocimiento previo de los grandes teólogos del Concilio le permitió seguir de un modo particularmente vívido, consciente y reflexivo su itinerario previo, su desenvolvimiento, sus conclusiones, y luego participar muy activamente de las alternativas variadas y complejas de su aplicación. Por su parte, a Bergoglio le tocó asumir el provincialato jesuita en años intermedios entre Medellín y Puebla, las dos Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano signadas por la aplicación del Concilio Vaticano II en América Latina. Decir eso es también aludir a que debió vivir de modo intenso los efectos y consecuencias del Concilio, con sus gozos y esperanzas pero también con sus dificultades y tropiezos, y en un contexto latinoamericano especialmente complejo, signado por las guerrillas y los regímenes militares. De modo que no dudaría en afirmar que también para Bergoglio el Concilio representó el hecho más determinante de su madurez personal e intelectual. Es decir, no estoy pensando solo en los impactos objetivos que el Concilio tuvo sobre él, como sobre cualquier persona religiosa, sino que su vida interior, su realización personal, estuvo signada por una asunción reflexiva y activa de todos los significados encerrados en las conclusiones del Concilio. 5

Methol Ferré, A. (1980): De Río a Puebla. Etapas históricas de la Iglesia en América Latina (1945-1980). Bogotá, CELAM, p. 55. 4

De modo que tampoco dudaría en afirmar que Francisco y Methol podrían considerarse “almas gemelas” desde este punto de vista; por supuesto, en comunión con muchísimas otras personas de su generación que fueron movidas –conmovidas, promovidas- por la singular experiencia de un Concilio Ecuménico. Dicho esto, es fácil comprender que el hecho que su contacto y su diálogo haya comenzado también en esos años intermedios entre Medellín y Puebla, no es un dato menor. Solo quisiera añadir, en esta primera confluencia de Methol y Bergoglio, la coincidencia de ambos en la valoración de uno de los documentos postconciliares, la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi de Paulo VI. Cualquier lector de Methol sabe la presencia sistemática de ese documento en sus textos, y en cuanto a Francisco, baste indicar que en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium está citada catorce veces. Methol, como otros autores, veía además en la inspiración de Evangelii Nuntiandi reflejos de la participación de los obispos latinoamericanos en el Sínodo Mundial de 1974. Lo que para él representaba un signo de los tiempos. Porque el Concilio Vaticano II fue obra sobre todo de los teólogos franceses y alemanes; es decir, un resultado de la experiencia y sabiduría acumuladas por las Iglesias europeas, mientras que los aportes de los obispos latinoamericanos fueron muy modestos. En todo caso, el Concilio fue ocasión, entre otras cosas y por su celebración misma, de encuentros regulares e intensos entre obispos latinoamericanos durante varios años, que ayudarían mucho a cambiar al episcopado de la región en el sentido de adquirir conciencia y visión continentales. Pero en 1974, en el Sínodo de los Obispos, se dio una presencia activa de las Iglesias latinoamericanas, testimonio de los frutos de una reflexión teológica particular en el posconcilio, inspirada en las experiencias pastorales del continente y en las modalidades y acentos que los pueblos y culturas locales han ido imprimiendo a la vida de la fe. De modo que en la visión de Methol, en Evangelii Nuntiandi aparecen ya los resultados del diálogo transatlántico, entre otros que estimuló el Concilio, que repercute inicialmente en la Conferencia General de Medellín y en distintos espacios de reflexión teológica en América Latina, vuelve luego a Roma en el marco del Sínodo de 1974, se proyecta en la exhortación apostólica postsinodal, retornando nuevamente desde el magisterio papal a la región para convertirse en el documento de referencia principal de la Conferencia de Puebla. Evangelii nuntiandi representó además un punto de maduración y equilibrio luego de los primeros años de experiencia en la aplicación del Concilio, y en América Latina representó un vértice del tránsito de Medellín a Puebla. En las palabras de Methol: El Concilio, como ya se ha explicado, llamó a terminar con las posturas defensivas y a abrirse al diálogo con el mundo moderno. Este esfuerzo de apertura fue acentuación dominante durante los años 1965 a 1975. Esto implicaba un gigantesco movimiento de revisión y cambio, generándose también zonas de confusión doctrinal, porque frente a los que se cerraban y rezagaban, estaban los 6 que transformaban la apertura en vaciamiento y disolución de la identidad cristiana y eclesial.

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Equipo de Reflexión Teológica Pastoral del CELAM (1980): Reflexiones sobre Puebla. Bogotá, CELAM, p 28. La redacción de este documento, como fue costumbre en el CELAM, pertenece al equipo. Sin embargo, en la dedicatoria de un ejemplar a su sobrino Fernando González Guyer, que se conserva en el Archivo Methol de la Universidad de Montevideo, puede leerse de puño y letra de Methol: “Trabajo que refleja el enfoque del CELAM sobre Puebla. Puedes detectar mis perspectivas entre página 24 y 46”. 5

Creo que este papel jugado por Evangelii nuntiandi representa también el tono de equilibrio con que Methol y Bergoglio transitaron por las complejidades de la aplicación del Concilio, una etapa difícil y desafiante en la vida de la Iglesia.

2. Su participación en conferencias generales del episcopado latinoamericano Señalo esto porque para ambos esa participación no fue adjetiva o circunstancial, sino que moldeó su “forma mentis”. Ambos recibieron el influjo de los debates teológicos y pastorales que enmarcaron la segunda y tercera conferencia, Medellín y Puebla; Methol comenzó a hacerse conocer como pensador católico por los años de Medellín, sobre todo a partir de sus publicaciones en la revista Víspera, y tuvo en cierto modo su apogeo en ese rol en los años de Puebla. Fue un protagonista de Puebla, colaboró en la redacción del documento final y fundó la revista Nexo para servir a la difusión y aplicación de las conclusiones de Puebla. Revista sustentada en una red de colaboradores en toda América Latina, en la que jugaron un papel relevante peritos y participantes de la Conferencia General de Puebla, como los argentinos Lucio Gera, Juan Carlos Scanonne y Gerardo Farrell, los chilenos Joaquín Alliende, Pedro Morandé y Hernán Alessandri, los brasileños Joao Martins Terra y Henrique de Lima Vaz, el paraguayo Luis Meyer o el ecuatoriano Julio Terán Dutari. Nexo fue una experiencia singular de acción católica laical, y el perfil de la revista sigue siendo un modelo de integración de Teología, Filosofía, Historia y otras disciplinas desde una perspectiva católica y moderna. Nexo cuenta con un estudio muy completo, realizado por el investigador español Javier Restán como tesis de maestría, que fue publicado por la Universidad de Montevideo en 2010. Por su parte, y más allá de los vínculos ya señalados con Medellín y Puebla, Bergoglio cumplió un papel significativo en la V Conferencia General de Aparecida y presidió la comisión redactora de su documento final. Cito el testimonio de un miembro de la Comisión Redactora: El Cardenal Bergoglio fue decisivo en la confección del documento. Con una paciente y perseverante labor de escucha y diálogo, condujo con carisma y talento el proceso de discernimiento comunitario, asumió los aportes que venían de las dieciséis subcomisiones y dirigió todo el proceso de elaboración que logró pasar de los primeros borradores al documento final. Su presencia fue constante, desde el inicio al final de cada día, revisando y corrigiendo todas las versiones de todos 7 los textos.

Finalmente, el último libro de Methol ya citado, La América Latina del siglo XXI, fue pensado y realizado como un aporte a la preparación y desarrollo de la Conferencia de Aparecida. Por supuesto que al considerar los vínculos de Methol con las conferencias generales del Episcopado latinoamericano no pueden dejar de señalarse los largos años de su actividad en el CELAM, donde integró el Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral, fue asesor de la Secretaría General y finalmente Secretario del Departamento de Laicos. Buena parte del pensar y del dialogar de Methol entre mediados de la década de 1970 y principios de la década de 1990 se realiza en y desde Bogotá tanto o más que desde Montevideo. Voy a volver enseguida sobre esto, pero esta parte de su trayectoria vital resulta consecuente con el énfasis que le dio a los significados e implicancias que las Conferencias Generales del Episcopado tuvieron para la Iglesia en América Latina y en general al proceso de continentalización de las iglesias de la 7

Galli, C. (2014): “El viento del sur, de Aparecida a Río. El proyecto misionero latinoamericano en la teología y el estilo pastoral de Francisco”. En Fernández, V. et al: De la Misión Continental (Aparecida 2007) a la Misión Universal (JMJ-Río 2013 y Evangelii Gaudium). Buenos Aires, Docencia, p. 77. 6

región. Methol interpretó la creación del CELAM y en especial el trayecto Río de Janeiro (1954) – Aparecida (2007) como la aparición de una instancia transformadora de la Iglesia en América Latina, no solo por la colegialidad episcopal sino por el cambio que significa contar con perspectiva continental para la comprensión en profundidad de la inculturación que a través de varios siglos la Iglesia alcanzó en estas tierras.

3. La producción teológica de Lucio Gera y la llamada Escuela Argentina o Escuela del Plata en Teología Un tercer componente de las confluencias de Francisco y Methol creo que es la producción teológica de Lucio Gera y la llamada Escuela Argentina o Escuela del Plata en Teología. Prefiero definirla de ese modo, que involucra distintos matices, aludidos a veces como Teología del Pueblo, Teología de la Cultura o Teología de la Religiosidad Popular, entre otras expresiones. En cualquier caso, hay allí la figura destacada de Lucio Gera; en palabras del teólogo e historiador español José Ignacio de Saranyana, “es, sin discusión, una de las figuras más relevantes del panorama teológico latinoamericano y quizá mundial”.8 En el marco, por supuesto, de otras figuras significativas, desplegadas a lo largo de tres generaciones. Una de estas figuras es Methol (el nombre de Escuela del Plata se lo dio el teólogo y poeta chileno Joaquín Alliende, sacerdote schöenstattiano, justamente para incluirlo). De hecho, para el teólogo argentino Carlos Galli, discípulo de Gera, la llamada Escuela Argentina o Escuela del Plata tiene dos grandes referentes: en lo teológico Lucio Gera y en lo histórico Alberto Methol.9 Los vínculos y el diálogo entre Gera y Methol fueron muy amplios, pese a los matices que los distinguían y los distinguen en sus perfiles y acentos. Gera fue integrante del Consejo de Redacción de Nexo y colaboró con artículos para la revista. Fue experto en las conferencias de Medellín y Puebla, en esta última junto con Methol, y ambos fueron miembros, coincidiendo en ello algunos años, del Equipo Teológico-Pastoral del CELAM. Compartió con Methol además el rasgo de que su magisterio fue más oral que escrito. Por eso durante muchos años quienes querían estudiar a Gera en profundidad debían lidiar con la enorme dispersión de sus trabajos, publicados en revistas, folletos, capítulos de libros y hasta en la prensa. Afortunadamente, desde 2006 y 2007 se cuenta con la excelente edición de sus Escritos Teológico-Pastorales, preparada por Virginia Azcuy y un grupo de colaboradores, discípulos suyos en la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina. También por fortuna estamos en el mismo camino con respecto a Methol. La Universidad de Montevideo ha recibido de la familia sus papeles y libros, con los que estamos organizando su Archivo y Biblioteca, que integrará un Centro de Documentación e Investigación que atesora otros fondos documentales y colecciones bibliográficas. Quienes han tenido oportunidad de consultar o trabajar con libros de la biblioteca de Methol saben que en muchos de sus ejemplares se encuentra un segundo archivo, por su costumbre de anotarlos. Pero el hecho es que esta labor nos permitirá, Dios mediante, que en un tiempo prudencial podamos editar 8

Saranyana, J. I. (2008): Anuario de Historia de la Iglesia, 17 (507-508). Besada, Victoria (2014): El Pueblo de Dios en América Latina. Estudio sobre la visión histórica de Alberto Methol Ferré. Tesis para optar al grado de Licenciada en Humanidades, Universidad de Montevideo, Anexos: Entrevista con Carlos Galli. 7 9

también un compendio de sus escritos teológico-históricos, para alivio de todos quienes están interesados en estudiarlo en profundidad. Las relaciones de Bergoglio con Gera y otros integrantes de la Escuela Argentina o Escuela del Plata está bastante documentada y no voy a extenderme sobre ello. Recientemente se ha ocupado del tema otro prominente integrante de esa Escuela, el padre jesuita Juan Carlos Scannone, en su colaboración para el volumen coordinado por Monseñor Víctor Fernández y el padre Carlos Galli De la Misión Continental (Aparecida 2007) a la Misión Universal (JMJ Río 2013 y Evangelii Gaudium).10 Baste señalar que a su fallecimiento, el día de San Cayetano de 2012, el entonces Arzobispo Jorge Bergoglio dispuso que sus restos fueran inhumados en la catedral de Buenos Aires. Pero quiero destacar, volviendo nuevamente a Aparecida, que allí confluyó la labor de Bergoglio, como presidente de la Comisión de Redacción del documento conclusivo, con dos discípulos connotados de Lucio Gera como los ya mencionados Carlos Galli, actual director del programa del doctorado en Teología de la Universidad Católica Argentina, y Víctor Fernández, su actual Rector, ya que ambos fueron colaboradores en su redacción. En cuanto a los temas o acentos que caracterizan a Methol dentro de la corriente a la que estamos aludiendo, pueden señalarse, empleando su propia definición al respecto, a la historia, la religiosidad popular y la cultura latinoamericana.11 Muchos podrán pensar que la amplitud, simplicidad e incluso ambigüedad de esos términos dicen poco del perfil intelectual de Methol. Pero desplegándolos un poco tal vez nos digan algo más. Creo que dentro de la libertad con que se manejó con relación a las disciplinas –muchos ven en él un adelantado del trabajo interdisciplinario- su principal foco fue la Historia, en una época de crisis de muchas historiografías de los siglos XIX y XX (por sus compromisos “nacionales”), de crisis del método histórico (por nuevas técnicas y revisión de modelos) y finalmente de crisis del relato histórico en sí. En este contexto, al que suele aludirse como la crisis de los “grandes relatos”, y que tomó de lleno a la Historia, Methol fue justamente una mente totalizante, que buscó siempre integrar los hechos en sus contextos de sentido. Como en muchas otras cosas, Methol fue un hijo de Aristóteles, mostrando predilección por el “camino del medio”. Cito: Por un lado, está el peligro hegeliano -compartido por numerosos marxistas- de convertir el contar en mero proveedor de materiales o pretexto de un tipo ideal. De tal modo, se subsume y disuelve el contar histórico en mero momento lógico. Es dejar devorar lo individual, irrepetible, original, en el seno gris de la racionalidad del modelo… se sustituye la lógica concreta de la historia por el movimiento abstracto de la lógica de los modelos… Así, se termina en un juego a priori con los conceptos, que suscita el sano espanto de los auténticos historiadores, que por lo común confunden esta tentación con la "filosofía de la historia". Por otro lado, está el peligro empirista, nominalista, contingentista, de acumulación narrativa, donde todo se pulveriza en individualidades, y donde se termina subsumiendo el discurso lógico en el "contar", deshuesando toda estructura, dejando que lo contingente arrolle toda necesidad. La anécdota consume la categoría, es más, se eleva a categoría… De tal modo, todo queda impregnado de incertidumbre salvo la tenue trama de lo fechado, y la 12 racionalidad de la historia se pierde en novela.

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Scanonne, J. C. (2014): “Aportaciones de la Teología del Pueblo a la Teología Latinoamericana”. En Fernández, De la Misión Continental…, ob. cit., p. 175 y ss. 11 Methol Ferré, A. y Metalli, A. (2006): La América Latina del siglo XXI. Buenos Aires, Edhasa, p. 75. 12 Methol Ferré, A. (1965): La dialéctica hombre-naturaleza. Montevideo, IEPAL. 8

El método histórico, más que la elaboración histórica en sí, a la que también aportó, fue el acento que Methol agregó a las reflexiones teológico-pastorales de América Latina en estos años: su convicción de que los hechos, separados de su origen y desarrollo, se vuelven ininteligibles o muy parcialmente inteligibles. Para conocer la visión histórica de Methol a grandes rasgos hay variadas y numerosas referencias; pero en el estado actual de los estudios metholianos las fuentes más recomendables son el texto del que acabo de extraer la cita, y “Vulgaridad y urgencia de la historia universal”, un artículo publicado en Víspera en 1967. Sobre las otras dos notas que el propio Methol atribuye a su pensamiento, la atención a la religiosidad popular y la cultura latinoamericana, una buena síntesis de sus aportes pueden encontrarse en dos textos publicados oportunamente por el CELAM: “Marco histórico de la religiosidad popular”,13 y “En la Modernidad: Iglesia y cultura”.14 Ambos son el fruto de la participación de Methol en encuentros convocados por el CELAM para debatir temas de la agenda teológica y pastoral. En el referido a la religiosidad popular participó también Lucio Gera. En el análisis de la religiosidad popular Methol ofrece variados elementos de juicio, que abren el fenómeno a perspectivas sorprendentes en su riqueza y profundidad. Al releerlos uno tiene la sensación de que aun falta mucho para integrar reflexiones de este tipo a la comprensión no solo religiosa sino cultural de los pueblos en América Latina. Muy afín a su método histórico, empieza por enumerar las dificultades de comprensión, y hasta las manifestaciones de hostilidad, que sufrió la piedad popular a partir del auge de la Ilustración. Incomprensión y hostilidades continuadas y ampliadas durante el siglo XIX y el siglo XX, desde las distintas expresiones del secularismo, sea liberal, positivista o marxista. Distinguía tres grandes momentos en esa desvalorización: el primero fue el de la Ilustración católica en el siglo XVIII, tuvo una revitalización y ampliación en el siglo XIX por mano del positivismo, y un tercer reflujo en el posconcilio, como una “neo-ilustración católica”, por parte de las teologías secularistas.15 Luego ofrece una historia de las manifestaciones populares de la piedad cristiana desde lo que en este texto denomina el “encuentro constituyente” de América Latina, pasando por sus remotos orígenes medievales y sus componentes indígenas y africanos, hasta la gran síntesis del Barroco. Se trataba de echar las bases teológicas para una pastoral que valorara en toda su dimensión la religiosidad popular tradicional en América Latina, que se dejara interpelar por ella. No se trataba de estimar la religiosidad popular solo como un espacio de evangelización, sino de interpretar a ese fenómeno como una clave constitutiva de la sociedad y la cultura, y que por tanto la Iglesia necesitaba comprender para asumirlo. Es decir, para integrar e integrarse a una realidad hija de la primera evangelización, más allá que a veces, por la ausencia de una acción pastoral cristiana, derivara hacia formas de culto o creencia alejados del Evangelio.

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Methol Ferré, A. (1977): “Marco histórico de la religiosidad popular”. En VV.AA., Iglesia y religiosidad popular en América Latina, Bogotá, Documento CELAM N° 29 (45-68). 14 Methol Ferré, A. (1989): “Visión histórica de los cristianos ante la cultura. En la Modernidad: Iglesia y cultura”. En VV.AA. (1989): Teología de la Cultura. Bogotá, Documentos del CELAM 114 (11-47) 15 Ver Methol, A. (1973): “Pueblo, sociedad o masa en América Latina”. En Methol Ferré, A. et al: Pueblo e Iglesia en América Latina. Bogotá, Paulinas (39-46). El volumen recoge dos conferencias pronunciadas por Methol en el marco de sus actividades para el CELAM en Bogotá. 9

Esta reflexión sobre la religiosidad popular estuvo muy vinculada a aplicaciones pastorales, en especial a la Pastoral de Santuarios, donde se destacaron entre otros los aportes de Joaquín Alliende a partir de la experiencia del Santuario de la Virgen del Carmen en Maipú (Chile), o la creación de la Peregrinación Juvenil anual al santuario de Nuestra Señora de Luján en Argentina, para citar solo dos ejemplos relevantes. Pero también alumbró toda una hermenéutica de la cultura latinoamericana, en donde la persistencia de las formas de la piedad popular, pese a los embates de los secularismos, se entendió como la continuidad de un elemento fundamental de la idiosincrasia de los pueblos latinoamericanos. Las referencias al otro documento mencionado las dejo para el último punto. Solo agrego que una preocupación constante de Methol fueron las fallas, los límites, de las hermenéuticas tradicionales sobre la cultura latinoamericana de los siglos XIX y XX. Por ejemplo, tanto las visiones de orientación liberal como las de orientación marxista, tomando ambos términos en la mayor amplitud de variantes, propusieron relatos y hermenéuticas en donde la historia realmente significativa comienza con las independencias en el siglo XIX. Los largos siglos de formación social y cultural eran resumidos en un capítulo piadoso, en el que se concedía un lugar a esas manifestaciones de “primitivismo”, “superstición”, y últimamente “genocidio”. Al mismo tiempo, la religión apenas si era integrada a estas hermenéuticas, como resabio premoderno. En este campo los aportes de Methol también son importantes, aunque como otros asuntos sufren de una gran dispersión en pequeñas publicaciones, muchas no cuidadosamente editadas. En mi opinión, en las interpretaciones de Methol sobre la cultura en América Latina está encerrada una obra que ordenada y editada sería un gran aporte a su comprensión. Suelo pensar que a la modernidad católica le sigue faltando un texto fundante de Ciencias Sociales como La ética protestante y el espíritu del capitalismo lo es para la modernidad protestante. Tal vez con el tiempo Methol pueda ser nuestro Max Weber.

4. América Latina como espacio histórico, cultural y teológico Por último, creo que un cuarto componente de las confluencias entre Francisco y Methol es América Latina como espacio histórico, cultural y teológico. En una mirada coincidente, tanto Gera como Methol, entienden que la vigencia y alcances de la comprensión de la Iglesia como “Pueblo de Dios”, animada por el Concilio, no implicaba solamente una manera más incisiva de entender la participación de los laicos dentro de la vida de la Iglesia, sino también una manera renovada de entender la inserción de la Iglesia en la historia de los pueblos particulares. No implicaba esto involucrar a la Iglesia en acciones de tipo político, convertir a la Iglesia en un servicio social, ni exceder en otros modos el ámbito de su misión evangelizadora y pastoral; es un hecho que en algunos casos eso sucedió, pero no es ésa la visión a la que aludo. La perspectiva desde la que se leyó y entendió este concepto es otra. Por un lado, se trata de ver a la Iglesia en perspectiva histórica, en el despliegue gradual que implica el cumplimiento de la misión ad gentes. Y eso implica abordar la complejidad de sus

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relaciones con los pueblos y los estados. Me remito aquí a otro texto de Methol editado por el CELAM y que corresponde a unas conferencias pronunciadas en Bogotá en 1973:16 La misión de la Iglesia implica a la vez a los pueblos y a los Estados. Esta tríada, Pueblo, Iglesia y Estado, es inseparable, y considerarlas aparte, sin su radical inserción mutua, es un error demasiado habitual, que nos lleva a los callejones sin salida de un idealismo irresponsable. Cristo envía a convertir a las naciones, pero la Iglesia no puede de por sí tomar a los Estados. ¡Singular madeja! Es pueblo pero no se confunde con los pueblos, no siendo más que en ellos. Es autoridad suprema, pero no es Estado y solo vive en los Estados, sometida a sus reglas, acatándolas, pero no haciéndolas suyas, irreductible. Parece imposible acumular más paradojas. En términos naturales, es la existencia histórica más precaria, más frágil, y sin embargo todo el sentido de la historia converge hacia ella.

En este sentido la convicción de Methol fue siempre que, como una consecuencia de los vaivenes que representaron en América Latina el paso del Regio Patronato a formas radicales de regalismo, y finalmente a la separación hostil de Iglesia y Estado, había una comprensión deficiente del misterio de la Iglesia en su manifestación terrenal e histórica. Para él era fundamental entender el concepto de “Pueblo de Dios” como aquel pueblo que no se confunde con los pueblos particulares pero a la vez no puede vivir si no es en ellos. La otra perspectiva en la que se leyó la eclesiología del “Pueblo de Dios” fue la de la inculturación, tomando prestado un concepto de la Antropología. Trasponiendo el concepto de la relación paradójica entre el “Pueblo de Dios” como pueblo universal y los pueblos particulares a la cultura, afirma Methol: La Iglesia no es de ninguna cultura, pero no puede vivir sin apropiarse de las culturas, entonces lleva en sí misma la herencia de varias culturas y esto —aunque la Iglesia trasciende toda cultura— integra inevitablemente el ser histórico concreto de la misma Iglesia. La Iglesia trasciende las culturas, pero no sólo está dentro de ellas, sino que las "arrastra" en su memoria, su ser, y debe "despojarse", "purificarse", de unas culturas, para penetrar en otras. La Iglesia es una identidad en 17 continuas metamorfosis culturales.

Las reflexiones de Methol en torno a las relaciones de cultura y fe son numerosas, es un tema que atraviesa su historia intelectual desde sus tempranas lecturas de historia y sociología de la cultura. En muchas ocasiones destacó la ausencia de sociologías de la cultura en América Latina, y multiplicó sus lecturas y esfuerzos en ese campo, como acreditan algunos textos; singularmente el ya citado La dialéctica hombre-naturaleza, de 1967, o El Pueblo Nuevo de América Latina en la Ecúmene, de 1985. Una visión compartida por Jorge Bergoglio, aunque tal vez en él se encuentre más fácilmente el acento en la opción preferencial por los pobres, otro de los matices de las visiones teológicas nacidas en el posconcilio. Pero entendiendo que tal preocupación pastoral incluía el conocimiento, respeto y salvaguarda de la cultura. Dice Bergoglio: “Los pueblos que a menudo admiramos por su cultura, son los que cultivan sus principios y leyes por siglos, aquellos para los cuales su ethos es sagrado, a pesar de tener flexibilidad frente a los tiempos cambiantes o las presiones de otros pueblos y centros de poder”.18 Obviamente la afirmación es una crítica indirecta a visiones desvalorizantes, a veces despectivas, de la propia cultura. Es decir, implica

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Methol, Pueblo e Iglesia… ob. cit. Methol Ferré, A. (1989): “En la Modernidad…” ob. cit., p. 12. 18 Bergoglio, J. (2005): Homilía en el Tedeum del 25 de Mayo. Buenos Aires. 17

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también un llamado a conocer y revalorar el ethos característico de los pueblos latinoamericanos. Desde esos puntos de vista coincidentes, la historia de América Latina, la vida de los pueblos en este continente, como en cualquier otro gran espacio de evangelización, representa para la Iglesia un gran desafío de conocimiento y comprensión. En esta mirada histórico-cultural de la vida de la Iglesia se encuentra buena parte de los aportes de Methol a la reflexión teológicopastoral en los años de Puebla. En sus palabras: El proceso de evangelización ha ido abarcando progresivamente las múltiples culturas existentes; desde sus orígenes, la Iglesia ha debido establecer diálogo con las más diversas culturas. En tanto debe predicar el evangelio a todas las naciones, la cuestión de la cultura y las culturas del hombre, es consustancial a la Iglesia. Y no de modo abstracto, sino en el seno cambiante de la historia universal, como cuestión de vida o muerte, de razón de ser.

Pero alcanzar ese diálogo, ganar ese conocimiento y esa comprensión, sin los cuales toda Pastoral resulta ciega, implicaba a su vez ganar “autoconciencia histórica” como Iglesia peregrina en este continente. En palabras de Methol: En la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979), la Iglesia asumió una nueva conciencia de sí. Tomó conciencia histórica de sí misma y de América Latina de modo simultáneo y entrelazado. Esto es una gran novedad. Es algo que no ocurría antes y se alcanzó en 19 Puebla.

Y se pregunta de inmediato por el origen y el sentido de este fenómeno, respondiendo de este modo: “Esto sólo lo podemos comprender si recorremos el itinerario de la Iglesia latinoamericana, en el contexto simultáneo de la Iglesia mundial y de América Latina, por lo menos desde el fin de la segunda guerra mundial”. El método histórico de Methol en acción. Uno de los sueños no alcanzados de Methol fue escribir una historia de la Iglesia en América Latina. En cartas suyas ese propósito aparece con frecuencia, y hacia comienzos de la década de 1980 llegó a programarse esa labor, que estimaba le llevaría dos años. Y aunque nunca dispuso de ese tiempo ni de los recursos necesarios para concentrarse en el proyecto, dejó escritos, en versiones adelantadas y provisorias, numerosos “capítulos” de esa historia en sucesivos artículos, algunos anteriores a esas fechas. Dejó también esquemas diversos –uno tripartito y otro cuatripartito- para ordenar esa historia, consideraciones metodológicas y epistemológicas y categorías de análisis, que seguramente podrán vertebrarse en una obra de conjunto en un futuro próximo. Aludo a este proyecto inconcluso como otra muestra de su insistencia en la hermenéutica de la “actualidad histórica”, una expresión que tomó del filósofo francés Gastón Fessard, tal vez uno de sus principales interlocutores filosóficos, junto con Augusto del Noce. Methol era un convencido, por ejemplo, del peso de los orígenes en el desarrollo de cualquier proceso –solía citar a Hölderlin en esto, mostrando una predilección compartida por el Papa Francisco- y atribuía, como toda la generación de Puebla, un valor singular al fenómeno de la primera evangelización americana. Para él, como para esa generación, esa evangelización fue “constituyente” de los pueblos y culturas en América Latina. Pero entonces era crítico de las visiones eclesiales que en América Latina se encerraban en las historias nacionales, perdiendo 19

Methol Ferré, A. (1980): De Río a Puebla. Etapas históricas de la Iglesia en América Latina (1945-1980). Bogotá, CELAM, p. 5. 12

la visión en conjunto de unos mismos orígenes culturales. En este punto, coincidían estrechamente en Methol su visión teológica y su visión geopolítica, a través de una común perspectiva histórica. Para él la nación era América Latina pero también creía que no se podía entender la historia de la Iglesia en el continente si se intentaba abordarla desde cada fragmento. En este caso, sostenía que no podía entenderse el proceso de “latinoamericanización” de las iglesias nacionales en el continente si no se estudiaba el pontificado de Pío XII. Y nos legó entonces un relato del itinerario Medellín-Aparecida tomando como punto de partida el Mensaje de Navidad de Pío XII de 1945. Se trataba de una fecha relevante para la historia y el mundo en general, y no es por supuesto casual que Methol reparara en esa voz de Pío XII, pronunciada sobre las ruinas materiales y espirituales de una Europa devastada por los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Recordaba entonces Pío XII el carácter supranacional de la Iglesia, un carácter paradójico, porque al mismo tiempo hacía que en ninguna parte fuera “extranjera”. Más allá del grado efectivo de realización que tuviera por entonces y hoy esta afirmación, es indiscutible su alcance desde la vocación universal de la Iglesia. Pero Methol se detiene especialmente en la descripción que hace a continuación Pío XII sobre la situación de la Iglesia hacia 1945: En otros tiempos, la vida de la Iglesia, en su aspecto visible, desplegaba su vigor preferentemente en los países de la vieja Europa, desde donde se extendía a lo que podía llamarse la periferia del mundo: hoy día se presenta, al contrario, como un intercambio de vida y energía entre todos los miembros del cuerpo místico de Cristo sobre la tierra.

Es de notar el empleo que hace aquí Pío XII del término “periferia”, que hoy retorna con Francisco, luego de que el proceso anhelado por aquel pontífice haya dado un nuevo paso a través de la presencia de un latinoamericano en la cátedra de Pedro. Pero volviendo al hilo, se preguntaba entonces Pío XII si este hecho de la interacción de todos los miembros del cuerpo místico de Cristo no revelaba el sentido de “supranacionalidad” de la Iglesia, y se respondía: Esa supranacionalidad no la hace mantenerse como suspendida en una lejanía inaccesible e intangible, por encima de las naciones; al contrario, como Cristo lo fue en medio de los hombres, la Iglesia, en la que Cristo continúa viviendo, se encuentra en medio de los pueblos. Como Cristo asumió una verdadera naturaleza humana, la Iglesia asume en plenitud todo lo que es auténticamente humano, y elevándolo, hace de ello un manantial de fuerza sobrenatural, sea cual sea el lugar y sea cual sea la forma en que lo encuentre.

Aun mencionaba el detalle de que la Iglesia “no se preocupa de las diferencias en las costumbres, en las leyes y en las instituciones; no cercena ni destruye nada de eso, sino que más bien lo conserva y a ello se adapta”. Queda claro que hay ciertamente aquí un punto de partida. En estas definiciones, y en la acción consecuente de Pio XII, vio Methol un programa que tenía en mente todo el mundo, pero donde América Latina estaba llamada a desempeñar un papel particular. El año pasado, para un curso en el Instituto de Vida Consagrada, al tratar este tema hice una comparación entre el colegio cardenalicio que eligió a Pío XII en 1939 y el que eligió a Juan XXIII en 1958; la comparación muestra el impacto de las designaciones de Pío XII en el colegio, a lo largo de su pontificado: los cardenales electores europeos descendieron de 55 a 35, mientras que los del resto del mundo casi se triplicaron, aumentando de 7 a 18 en el mismo 13

período. Si hablamos de América Latina en particular, durante el pontificado de Pío XII pasó de 2 cardenales a 9, multiplicándose por más de cuatro. Para verlo en términos porcentuales, la presencia europea en el colegio cardenalicio pasó del 89% en 1939 al 66% en 1958. Ese descenso en la proporción de cardenales europeos ha continuado, de modo que en el cónclave que eligió a Francisco representaba un poco más de la mitad, el 53%. No quisiera que nadie pensara que estos números pueden leerse en términos similares a cómo se leen estadísticas de este tipo en ciencias sociales. Sería deformar por completo el sentido de las decisiones de Pío XII y sus sucesores, que condujeron a este cambio en el colegio de cardenales, y por supuesto ocurriría lo mismo en la interpretación que propone Methol. El contexto conceptual de este cambio es pura y estrictamente teológico y tiene que ver con la vigencia y renovación permanentes de la misión ad gentes y con la catolicidad de la Iglesia. Volviendo al punto, me interesa destacar entonces que Pío XII no solo abrió esta línea de renovación del colegio cardenalicio, sino que el ritmo de esos cambios fue más intenso en los veinte años de su pontificado que en los cincuenta y cinco de sus sucesores desde Juan XXIII hasta Benedicto XVI. Otro detalle que revela la dirección trazada por Pío XII es la instalación del CELAM en Bogotá. En efecto, la I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Río de Janeiro, en 1955, le solicitó la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano como instancia de supervisión del plan de pastoral que la Conferencia General formulara; pero la solicitud contemplaba su establecimiento en Roma, y fue Pío XII quien sugirió que debía estar en América Latina, localizándose finalmente en Bogotá, donde permanece al día de hoy. En Bergoglio está también presente esta mirada sobre América Latina como espacio histórico, cultural y teológico; es una referencia casi natural de sus reflexiones. No podríamos encontrar desarrollos conceptuales análogos a los de Methol, pero tales referencias aparecen en alusiones específicas a la unidad continental, incluso con expresiones provenientes de afuera del campo eclesial como “Patria Grande”, cuando circunstancias especiales de tema o auditorio lo permiten. En la presentación de otro libro de Guzmán Carriquiry, Una apuesta por América Latina, en 2005, advirtió por ejemplo sobre la crisis de las hermenéuticas sobre el continente de un modo muy similar a Methol, y como un desafío cuya respuesta implicaba directamente a la Iglesia. Y elogió el intento de Carriquiry como “una propuesta que tiende a liberarnos de los agónicos (y artificialmente resucitados) ensayos interpretativos nacidos del pensamiento débil”.

5. Un intento de conclusión Podrían señalarse otras cosas, en dos trayectorias con tantos puntos de contacto, que relacionan a Francisco y a Methol. Algunas son circunstanciales, pero también tienen parte en la explicación de sus afinidades y su amistad. Por ejemplo, un vínculo no tan importante con la academia. Es notorio al respecto el contraste de Francisco con sus dos inmediatos antecesores; y es conocida la condición de autodidacta de Methol, que solía definirse como un “tomista silvestre, sin academia y sin seminario”. Pero quiero intentar una conclusión. Methol adoptó una idea del teólogo brasileño Henrique de Lima Vaz, referida a la existencia de “iglesias fuente” e “iglesias reflejo”. Una distinción que puede leerse en la clave más tradicional y acostumbrada de iglesias establecidas e iglesias de 14

misión. El asunto tenía que ver con su preocupación universal, su preocupación católica. Para hacer realidad el programa que él entrevió en el Mensaje de Navidad de 1945 de Pío XII, era necesario que algunas iglesias-reflejo alcanzaran su madurez como iglesias-fuente. Y creo que ese anhelo de Methol, que no alcanzó a ver desde esta orilla la asunción de su amigo Bergoglio al pontificado, puede verse hoy desde una perspectiva más amplia. Quiero decir, creo que ambos, Bergoglio y Methol, son expresión de un mismo fenómeno, del proceso histórico de la Iglesia en América Latina entre Río y Aparecida, entre 1954 y 2007. Tal vez no todos los pastores ni todos los fieles nos sentimos, consciente y reflexivamente, parte de esa irrupción de las Iglesias de la periferia que anhelaba Pío XII, pero pareciera que algunos de los hechos y circunstancias referidos hoy aquí pueden verse como signos de un curso de la Iglesia en esa dirección. En todo caso, la irrupción de un pensar teológico como el que ha sido aludido aquí, en el último medio siglo, o la asunción de un papa latinoamericano, pueden verse también como momentos de la historia del Pueblo de Dios como pueblo universal, en los que sigue desplegándose la catolicidad de su misión, la misión ad gentes. Para concluir: siempre recuerdo la evocación de los grandes “saltos” en esa misión que hizo Juan Pablo II en su discurso de apertura de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo. Recordándolos aquí, podemos hablar de un primer gran salto desde el mundo helenístico-romano -en el que nació el cristianismo- al mundo germano; un segundo gran salto desde el mundo helenístico-romano-germano al mundo eslavo, y un tercer gran salto desde el mundo europeo al mundo americano. Y seguramente no es un azar que los tres últimos papas provengan de los “mundos” que suscitaron esos tres grandes saltos: el eslavo, el germano y el latinoamericano. Muchas gracias por su atención.

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