2013 Astuhuamán, César Tras los pasos perdidos de Julio C. Tello, 1909-1919, in H. Tantaleán and C. Astuhuamán (eds.). Historia de la arqueología en el Perú del siglo XX, 483-507. Lima: Institut français d\'études andines - IFEA; Institute of Andean Research – IAR.

June 9, 2017 | Autor: Cesar Astuhuaman | Categoría: History of Archaeology
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Descripción

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Historia de la Arqueología en el Perú del siglo XX

Lima, diciembre de 2013

Henry Tantaleán & César Astuhuamán (Eds.)

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2013-16273 Ley 26905 - Biblioteca Nacional del Perú ISBN: 978-9972-623-83-7

Derechos de la primera edición, diciembre de 2013

© Instituto Francés de Estudios Andinos, UMIFRE 17, CNRS/MAE Av. Arequipa 4595, Lima 18 - Perú Teléf.: (51 1) 447 60 70 Fax: (51 1) 445 76 50 E-mail: [email protected] Pág. Web: http://www.ifeanet.org Este volumen corresponde al tomo 34 de la colección Actes & Mémoires de l’Institut Français d’Études Andines (ISSN 1816-1278) ©

Institute of Andean Research, New York

Imprenta Tarea Asociación Gráfica Educativa Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña

Foto de la carátula: Reconstrucción del lado oeste del Ushnu, Huánuco Pampa, agosto de 1965 Foto: Craig Morris, cortesía de la División de Antropología, American Museum of Natural History Composición de la carátula: Iván Larco Cuidado de la edición: Anne-Marie Brougère, Vanessa Ponce de León

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Índice

Prólogo 11 Thomas C. Patterson Una introducción a la historia de la arqueología en el Perú del siglo XX 17 Henry Tantaleán & César W. Astuhuamán Gonzáles

Parte I. Etapas o periodos de la arqueología en el Perú en el siglo xx 29 Richard E. Daggett Un panorama de la arqueología peruana: 1896-1930

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Ann H. Peters, Luis Alberto Ayarza Julio C. Tello y el desarrollo de los estudios andinos en los Estados Unidos: intercambios e influencias (1915-1950) 43 Richard L. Burger Un panorama de la arqueología peruana (1976-1986) Henry Tantaleán Una perspectiva sanmarquina de la arqueología en el Perú de los años 1990

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Luis Jaime Castillo Butters 110 años de arqueología Mochica: cambios paradigmáticos y nuevas perspectivas 157

Parte II. Teorías y métodos arqueológicos en el Perú del siglo xx 207 Jorge E. Silva S. Teoría y método en la arqueología del Perú: primera mitad del siglo XX 209 Gabriel Ramón Joffré La Escuela de Berkeley y los Andes precoloniales: génesis del método (1944-1965) 237 John W. Rick El rol de procesualismo en la arqueología peruana en la segunda mitad del siglo XX 253 Luis Guillermo Lumbreras La arqueología marxista en el Perú. Reflexiones sobre una teoría social 277 Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse Una aproximación posprocesual en la arqueología del Perú: Garth Bawden y el fenómeno mochica 289

Parte III. Las misiones científicas y/o investigaciones extranjeras en el Perú del siglo XX 301 Danièle Lavallée La arqueología francesa en el Perú

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Elmo León Canales Un siglo de investigación arqueológica alemana en el Perú: arqueología pionera e interdisciplinaria 333 Yuji Seki La búsqueda del origen de la civilización por la expedición japonesa: época dirigida por Seiichi Izumi 361 Giuseppe Orefici La arqueología italiana en el Perú

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Colin McEwan, Bill Sillar La arqueología británica en el Perú en los siglos XIX y XX

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Racso Fernández Ortega, Anderson Calzada Escalona La relación de los investigadores cubanos con la arqueología peruana (1953-2008) 443

Parte IV. Personajes de la arqueología en el Perú del siglo xx 469 Peter Kaulicke Entre el Perú antiguo y el Perú moderno: los trabajos de Uhle en el Perú y su impacto 471 César W. Astuhuamán Gonzáles Tras los pasos perdidos de Julio C. Tello, 1909-1919

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Henry Tantaleán, Miguel Aguilar Díaz La etapa cusqueña de Luis E. Valcárcel y la arqueología del Altiplano andino 509 Pedro Novoa Bellota Una aproximación a la obra de Rebeca Carrión Cachot entre 1947 y 1960 529 Monica Barnes John Victor Murra, arqueólogo accidental: de Cerro Narrío a Huánuco Pampa 551 Gustavo G. Politis Desde Huánuco a La Plata: Augusto Cardich y su contribución a la arqueología del poblamiento de los Andes peruanos y de la Patagonia argentina 575 Epílogo 601 Margarita Díaz-Andreu Últimas reflexiones y nuevas propuestas 603 Sobre los autores

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Tras los pasos perdidos de Julio C. Tello, 1909-1919

Tras los pasos perdidos de Julio C. Tello, 1909-1919 César W. Astuhuamán Gonzáles

Julio C. Tello nos es familiar con los temas de Chavín, Paracas, Moche, Museos, Orígenes de la Civilización Andina, Chavín la Cultura Matriz, Etnografía, Arqueología Indígena; pero esta es la imagen del Tello maduro, en la plenitud de su obra. En este trabajo nos interesa abordar la etapa del joven Julio C. Tello, y tenemos dos objetivos al hacerlo; primero, aproximarnos a la biografía, real, de Julio C. Tello; además, entender la formación de posgrado de Julio C. Tello, sus primeras expediciones científicas, y las implicancias futuras que ello tuvo en su obra. Para la realización de esta investigación hemos recurrido a la revisión de documentos publicados (biografías oficiales) e inéditos (correspondencia y documentos administrativos); estos últimos han sido consultados en el Archivo Tello de la UNMSM y en los archivos de la Universidad de Harvard, del Instituto Iberoamericano (Berlín), y el de la Universidad de Londres. Asimismo, se ha realizado trabajo de campo (reconocimiento) para identificar los lugares descritos en los documentos consultados. Hemos elegido algunos hechos relevantes en la biografía del joven Tello; empezamos con su tesis acerca de la antigüedad de la sífilis en el Perú (1909); seguimos con sus años de becario en Estados Unidos y Europa (1909-1911); continuamos con su participación en las primeras expediciones (1913-

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1916); luego, destacamos sus primeras obras; y, finalmente, concluimos con la importancia de los años formativos de Julio César Tello Rojas y su transformación en Julio C. Tello, considerado años más tarde como el Padre de la Arqueología Peruana.

1. La antigüedad de la sífilis en el Perú (1909) A comienzos de marzo de 1900, Tello ingresó a la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor de San Marcos, y hacia fines de marzo de 1902, fue promovido a la Facultad de Medicina de San Fernando. Luego, a inicios de mayo de 1906, Tello, alumno ya del quinto año de Medicina, ofreció una conferencia titulada «La craniectomía en el Perú Prehistórico». A mediados de mayo de 1907, luego de ganar la plaza por concurso, Tello empezó su internado en el Hospital Dos de Mayo de Lima (Tello, 1906); se dedicó también a terminar su investigación para graduarse con tesis (Mejia, 1948: 8-9; Daggett, 1992: 3-5). El 16 de noviembre de 1908, Julio C. Tello sustentó exitosamente su tesis «La antigüedad de la sífilis en el Perú», para optar el grado de Bachiller, la misma que fue aprobada por aclamación, distinción otorgada excepcionalmente. En una carta del 12 de marzo de 1909, Ricardo Palma escribe al respecto: … La tesis de Tello es la primera, en los tres siglos de existencia que lleva la Universidad de Lima, que se aprueba por aclamación. (Palma & Rodríguez, 2006 [1909]: 57).

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Su tesis, que tenía por objetivo conocer las motivaciones que ocasionaron las trepanaciones craneanas, es un trabajo pionero de los estudios interdisciplinarios, pues integra información arqueológica, etnohistórica, médica y antropológica. Tello contrastó dicha información con su hipótesis:

Figura 1 – El joven Julio César Tello Rojas Foto: Archivo Tello. Universidad Nacional Mayor de San Marcos

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la sífilis sería autóctona y una de las causas de las trepanaciones (Espejo, 1959: 10, 28-40). Se dispuso la publicación de su tesis por acuerdo de la Facultad de Medicina; la misma que también solicitó al gobierno nacional que comprase la colección de quince mil cráneos en propiedad de Tello, reunida durante varios años, con el propósito de crear el Museo de Anatomía y Patología. La mayor parte de esta colección sería adquirida por la Universidad de Harvard en 1911 (Espejo, 1959: 28-29; Mejía, 1964: 77; Miró, 1969: 23, 170; Daggett, 1992: 3, 13). En la dedicatoria de la tesis, Tello le agradece a Don Ricardo Palma por el ejemplo y los consejos que contribuyeron a la formación de su carácter, y por la valiosa ayuda brindada (Espejo, 1959: 22). Palma fue la persona que más influyó en la formación universitaria de Tello, a quien consideraba un «… hijo de la dicha…» (Miró, 1969: 168). Es precisamente en su tesis de 1908, donde Tello planteó la siguiente disyuntiva «… O la sífilis es exótica, importada de un lugar americano más ó menos, distante ó de otro continente, ó es autóctona de nuestro suelo.» (Tello, 1909: 176-177), la cual retomará en sus trabajos de 1921 y 1929, al plantear el problema de los orígenes de la Civilización Andina, estableciendo un paralelo entre ambas. En enero de 1909, Tello asistió a una cena en honor a los recién graduados, en especial a García Calderón, quien había publicado El Perú Contemporáneo en 1907 (García Calderón, 2001 [1907]. En la reunión, Don Ricardo Palma declaró que los homenajeados, Tello y Riva Agüero, eran los mejores de su generación, posteriormente denominada del Novecientos. Todos ellos seguirían rumbos distintos y asumirían diferentes posiciones frente a los indígenas y el pasado prehispánico (Tealdo, 1942: 75; Espejo, 1959: 40; Flores Galindo, 1987: 227, 237-239; Castillo & Moscoso 2002: 166, 181). A fines de abril de 1909, Tello recibió el grado de Médico y Cirujano, y por un tiempo tuvo su consultorio y ejerció la profesión, pero vivía en un modesto apartamento en la calle Chillón n.° 145 (Mejía, 1967: viii; Espejo, 1959: 50). En el primer semestre de 1909, se publicó su tesis como un libro (Tello, 1909; Mejía, 1967: viii). Convertido en una celebridad por sus méritos, Tello fue premiado durante las Fiestas Patrias con una medalla de oro por la Municipalidad de Lima, siendo alcalde Billinghurst, debido a la excelencia de su grado académico (Miró, 1969: 23). El 21 de agosto, una resolución suprema del gobierno de Leguía, a solicitud de la Facultad de Medicina, le otorgó una beca de perfeccionamiento por dos años para estudiar Antropología en la Universidad de Harvard; aunque primero Tello tuvo que decidir entre

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Francia y Estados Unidos (Lohtrop, 1948: 51; Espejo, 1959: 50; Mejía, 1967: vi). Así, luego de renunciar a sus dos trabajos, en la biblioteca y el hospital, partió el 14 de setiembre rumbo a Nueva York vía Panamá a bordo del vapor Loa (Mejía, 1964: 80; Mejía, 1967: viii; Miró, 1969: 39). En 1910, el Gobierno de Perú lo nombró su representante ad honorem ante la Junta de la Asociación de Cirujanos del Ejército de los Estados Unidos de América, con sede en Richmond, Virginia (Mejía, 1948: 30). A fines de ese año fue elegido miembro de la Asociación de Antropología Americana (Mac Curdy, 1911: 100), y participó en los encuentros anuales de 1910 y 1911.

2. El becario Julio C. Tello (1909-1911) Desde octubre de 1909, Tello fue alumno becario en la Escuela de Graduados de la Universidad de Harvard, en la Facultad de Artes y Ciencias (ver fig.  2). Esto le permitió completar la beca del gobierno peruano «… para que perfeccione sus estudios antropológicos…» (Palma & Rodríguez, [1909] 2006: 86), pues Harvard asumió los costos de la enseñanza. En el Departamento de Antropología participó, según Mejía, en los cursos de Antropología General y Americana, Arqueología, Etnología, Sociología y Lingüística (Mejía, 1967: viii-ix); aunque contrastando el certificado de notas de Tello con la relación de cursos que se enseñaron entre 1909 y 1911 es más probable que haya participado en los cursos de Arqueología Americana y Etnografía (Dixon), Lenguajes Indios Americanos (Dixon), Etnografía General (Dixon), Somatología (Farabee), y Arqueología y Etnografía de México (Tozzer), entre otros. En el certificado de notas de Tello figura que durante el primer año (1909-1910) él participó en un curso de Zoología y cuatro de Antropología; en el segundo año (1910-1911), en cuatro cursos de Antropología. Sin embargo, no se especifican los nombres de los mismos, y de la relación de cursos y participantes se deduce que en varios de ellos solo hubo uno o dos alumnos.

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El Departamento de Antropología de la Universidad de Harvard se fundó en 1886 y formó a muchos antropólogos. En aquellos años era notable el crecimiento de la profesionalización en Arqueología en Estados Unidos. La Antropología norteamericana estaba fuertemente influenciada por los planteamientos difusionistas, el particularismo histórico y el concepto de cultura de Franz Boas. Este formó a dos generaciones de antropólogos en la Universidad de Columbia y era opositor de las teorías racistas. Boas consideraba que la principal tarea de la Antropología era recolectar y sistematizar la

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Figura 2 – Plano del campus de la Universidad de Harvard a comienzos del siglo XX, observar el Museo Peabody y el Museo Universitario hacia la derecha

información acerca de las culturas, y luego teorizar; también, que existían cuatro campos de aproximación y especialización: Lingüística, Antropología Física, Arqueología y Antropología Cultural (Eriksen & Nielsen, 2001: 3941). El planteamiento boasiano de reunir la mayor cantidad de información en el campo y solo después plantear conclusiones y teorías, influiría mucho en Tello (Carrión, 1948: 20-21). En Harvard, el idioma inglés (Lothrop, 1948: 51) y el exigente nivel académico fueron, inicialmente, sus principales dificultades, las cuales superó gradualmente en los cursos en los que participó. Tello extrañaba mucho su tierra natal, tal como lo expresa Ricardo Palma en una carta del 7 de octubre de 1909: «... En su carta se revela nostálgico como los puneños que van a París. Vamos a ver si se aclimata y connaturaliza...” (Miró, 1969: 45), y en otra del 17 de noviembre, Palma escribe: «… Tello se muere de nostalgia…»

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(Miró, 1969: 60). Finalmente, él superó sus problemas, así lo comenta Palma en una carta del 10 de enero de 1911: Recibí una carta muy interesante de Tello sobre sus adelantos en los estudios universitarios. (Miró, 1969: 143) Fueron maestros de Tello mientras estudió en Harvard, William Farabee, especialista en la Amazonía peruana y metales; Alfred Tozzer, especialista en Arqueología mesoamericana; y Roland Dixon, quien planteaba que el movimiento poblacional explicaba el cambio en el registro arqueológico; además lo ayudó a mejorar su inglés, por lo cual Tello siempre lo recordó con gratitud (Espejo, 1959: 51; Mejía, 1967: ix; Ravines, 1989: 115; Trigger, 1989). Mientras estudió en Estados Unidos, el interés de Tello continuó orientándose hacia el estudio de restos óseos humanos, la lingüística y los museos. Viajó por el país; asistió a certamenes académicos; visitó museos, en especial los que tenían colecciones de material óseo provenientes del Perú. Tello, ya menos nostálgico, tuvo muy gratos momentos mientras estudió en Harvard, participaba en las tertulias semanales organizadas por las familias de sus profesores, según relata en una carta, fechada el 5 de diciembre de 1909, enviada al tradicionalista Ricardo Palma: Entre más de mil personas que Figura 3 – Julio C. Tello el día de su graduación como se reunen, japoneses, chinos, Master of Arts en la Universidad de Harvard alemanes, latinos, yankees y Foto: Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia sudamericanos, todos se tratan con cariño verdaderamente democrático, y las niñas se acercaban a mí con una naturalidad y llaneza como si me conocieran de mucho tiempo. He pasado, como muy pocas veces en mi vida, ratos verdaderamente de expansión. (Miró, 1969: 71)

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A fines de junio de 1911, Tello obtuvo el grado de Master of Arts con especialización en Antropología (Mejía, 1948: 10; Espejo, 1959: 51-52; Mejía, 1967: ix); en 1911 solo hubo dos graduados en Master of Arts (fig. 3).

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Tello esperaba continuar con sus estudios de doctorado en filosofia en la Universidad de Harvard e incluso planificó su viaje a Alemania desde enero de 1911 para aprender el idioma alemán, tal como consta en su formulario de postulación para obtener un grado en Artes, y en un reporte de Tozzer de mayo de 1911 en el que recomienda la obtención de su grado. A comienzos de setiembre de 1911, previa intermediación de Ricardo Palma (Miró, 1969: 161-162, 164-166, 168), el gobierno de Leguía le otorgó a Tello otra beca para estudiar Antropología en Europa. Partió de Nueva York a Alemania a mediados de setiembre, para asistir a los cursos de Antropología General a cargo de Felix von Luschan, experto en Antropología Física, en la Universidad de Berlín, y estudiar las colecciones peruanas del Museo Etnográfico (Mejía, 1967: ix) (ver fig. 4). Luego, viajó a Inglaterra para participar en el XVIII Congreso Internacional de Americanistas, que se desarrolló en Londres, para el cual el gobierno peruano le encargó presentar una ponencia y lo nombró su delegado ad honorem, junto a Ricardo Palma (hijo) y Sir Clements Markham (Palma, 2006 [1913]:

Figura 4 – El Museo Etnográfico de Berlín, a la derecha, a comienzos del siglo XX Foto: Landesarchiv, Berlín

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293; Espejo, 1959: 52; Mejía, 1964: 81-82). En mayo de 1912, expuso en dicho congreso su ponencia «Trepanaciones prehistóricas entre los Yauyos de Perú» (ver fig. 5). Tello informó que parte de su colección de restos óseos se encontraba depositada en el Museo Warren de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (Tello, 1912: 76). Durante el debate que siguió a la ponencia, Tello fue felicitado por el Dr. Ales Hrdlicka, del Smithsonian Institution, quien había estudiado el material de aquel en Harvard (Editor, 1912: xxxix; Espejo, 1959: 66; Daggett, 1992: 3, 13). Figura 5 – Ponencia de Tello en 1912 «Trepanaciones prehistóricas entre los Yauyos de Perú»

Tello conoció las principales universidades, museos y bibliotecas de Inglaterra y Europa, aprendiendo de su organización y funcionamiento. Luego del congreso viajó a Francia para estudiar las colecciones óseas de los museos (Tello, 1913). Tello regresó a Londres, donde permaneció entre setiembre y diciembre de 1912, frecuentando el centro académico conformado por la Universidad de Londres, el Museo y la Biblioteca Británica (Mejía, 1967: ix); también visitó Cambridge y Oxford (Carrion, 1947: 3). En la biblioteca del Museo Británico, Tello trascribió varias crónicas y documentos coloniales acerca de los incas y el Perú (Valcárcel, 1966: 86-87).

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Gobernaba Inglaterra Jorge V, quien manejaba el más grande imperio colonial de esos tiempos; Londres destacaba como cosmopolita (White, 2001: 7-9, 103). Tello se enamoró y casó con Olive Mabel Cheeseman, el 20 de noviembre de 1912, en el distrito de Brentford, condado de Middlesex (Lothrop, 1948: 51; Mejía, 1948: 10; Espejo, 1959: 52). Cuando se casaron, él tenía 31 y ella 18; vivían en The Avenue n.° 29, Ealing, en el oeste de Londres, según consta en su certificado de matrimonio. Con su esposa

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tendría tres hijas, Grace, Elena y Rosa. Para ese entonces, Julio Tello Dueñas, primogénito de Julio César, ya había nacido, de otro compromiso que tuvo Tello anteriormente. Un mes después de casarse, y gracias a la ayuda del Profesor Putnam (director emérito del Museo Peabody de la Universidad de Harvard), Tello y su esposa se embarcaron hacia Lima (Lothrop, 1948: 51; Mejía, 1964: 83; Mejía, 1967: ix). La destacada trayectoria universitaria de Tello se debió a diversos factores, principalmente a su esfuerzo, perseverancia y a una constructiva ambición, pues venció muchos obstáculos de orden social y económico; estos rasgos de su personalidad le ayudarían a lograr sus objetivos (Rowe, 1954: 24-25; Espejo, 1959; Mejía, 1967: vi). Pero también a una serie de afortunadas coincidencias, al tomar las decisiones acertadas y conocer a personas indicadas. La sólida formación universitaria de Tello en el Perú y en el extranjero, su origen andino, su fuerte carácter e intuiciones geniales, le permitirían perseverar en los años futuros, en medio de la adversidad, y ser fiel a su vocación de investigador (Mejía, 1967: ix, xiv-xv; Jave, 1981: 31). Estudiar becado en el extranjero le permitió a Tello dominar otros idiomas, conocer otras realidades y culturas; establecer contactos e insertarse en los círculos académicos internacionales, y principalmente, aprender Antropología. Aprendió acerca de las recientes problemáticas teóricas y metodológicas de su especialidad; los primeros homínidos y su ubicación en la secuencia evolutiva, el poblamiento de América, las investigaciones acerca de la religión, la procedencia de las poblaciones a partir de sus diferencias físicas, entre otros temas (Duckworth, 1913: 147-155; Marett, 1913: 155-162). Todo ello le permitiría posteriormente situar sus problemas de investigación en contextos más amplios y debatir con otros científicos. También conoció las instituciones académicas y sus grandes proyectos de exploración, y valoró la importancia de la cooperación entre la investigación antropológica, las universidades, el gobierno y los museos para obtener resultados (Marett, 1913: 159); pero también observó en el Viejo Mundo, los excesos a los que podía llegar la exacerbación de los nacionalismos, y que condujeron a sangrientos conflictos armados (Kohl & Fawcett, 1995; Diaz-Andreu & Champion, 1996).

3. Las primeras expediciones (1913-1916) En la primera década del siglo XX, los estudios arqueológicos en el Perú estaban iniciándose, destacando los trabajos de Uhle. Los principales problemas eran

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la falta de instituciones debidamente organizadas, la escasez de investigadores nacionales, el saqueo del patrimonio cultural y la falta de apoyo económico por parte del Estado (Mejía, 1967: ix-x). Luego de la renuncia de Uhle a la dirección del Museo Nacional de Historia (1907-1911), ubicado en el antiguo Palacio de la Exposición (Rowe, 1954: 12-13), una comisión se hizo cargo y, a comienzos de marzo de 1912, el historiador Gutiérrez de Quintanilla fue nombrado director interino (Tello & Mejía, 1967: 78). Luego de arribar al Callao la segunda quincena de enero de 1913, Tello tramitó ante el gobierno peruano el integrar, como investigador adjunto, la Expedición Antropológica del Museo Nacional de Washington. Fue comisionado por el Ministerio de Fomento mediante un permiso oficial emitido a fines de enero. La expedición dirigida por Hrdlicka se realizó en febrero, y consistió en una exploración en Huarochirí y los valles de Huaura, Chancay, Chillón, Rímac, Lurín, Chilca y Mala (Tello, 1913; Hrdlicka, 1914; Mejía, 1948; Mejía, 1967: xvii; Daggett, 1992: 1-8). Las principales razones de Hrdlicka para venir al Perú en 1913 eran recolectar restos óseos para una exposición internacional, y continuar sus investigaciones acerca del poblamiento americano iniciadas en 1910. Los objetivos de la expedición fueron determinar la relación antropológica entre el hombre de la sierra y el de la costa, observar la distribución del tipo costeño, caracterizar al tipo de población del grupo Nasca, y ampliar las investigaciones escritas con relación a la patología andina y precolombina (Daggett, 1992: 2-3). Ricardo Palma escribe acerca de los primeros meses de Tello en Lima, en una carta del 12 de abril de 1913: … no ejerce su profesión de médico y vive consagrado por completo al estudio de antiguallas. (Palma, 2006 [1913]: 293)

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Hrdlicka inició la exploración en Cajamarquilla, Chosica y Matucana (Daggett, 1992: 5). En las proximidades de San Damián (Huarochirí) recolectaron restos óseos en los sitios de Pueblo Viejo, Ulculla y Cinco Cerros. Tello acompañó a la expedición en Huarochirí, pero no prosiguió con ellos hacia el Sur. Es probable que él y Hrdlicka tuvieran problemas derivados de sus fuertes personalidades y sus diferentes relaciones con las comunidades locales. Hrdlicka no quedó satisfecho con el trabajo del joven Tello (1992: 7: 7), a pesar de su manejo de idiomas, su conocimiento de la Arqueología de la región y su gente, así como del material óseo. Otra posibilidad por la que Tello habría desistido de continuar con la expedición de Hrdlicka, es porque debía regresar a Lima para obtener un puesto en el Museo Nacional de Historia

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y reunirse con su familia. Superando sus diferencias en la expedición de 1913, ambos científicos manifestaron posteriormente su mutua admiración profesional (Daggett, 1992: 8). Respecto al destino de los materiales recuperados durante la expedición de 1913, una parte de los restos óseos recolectados fue exhibida y estudiada en California, integrando después el Museo del Hombre, en San Diego. Otra parte permaneció en Washington D. C., en el Smithsonian Institution, y el Museo Nacional (Lothrop, 1948: 51; Rogers, citado en Daggett, 1992: 12). Pero la mayor parte se quedó en el Perú, y fueron la base para la posterior creación del Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos, destacando los cráneos trepanados y los huesos largos con huellas de enfermedades (Carrión, 1947: 5). A fines de marzo de 1913, Tello solicitó al gobierno de Billinghurst la creación de una sección de Arqueología en el Museo Nacional de Historia, con la finalidad de detener el vandalismo que afectaba a los monumentos prehispánicos, petición que fue aceptada en junio (Tello & Mejía, 1967: 82-83). En 1912, Guillermo Billinghurst había sido elegido Presidente de la República y gobernaría hasta 1914, representando las exigencias populares y a los sectores progresistas de la clase dominante (Davies, 1974: 44; Cotler, 1988: 171). A mediados de julio de 1913, Tello propuso en el informe «Presente y Futuro del Museo Nacional» que dicho museo fuese reorganizado con base científica bajo la forma de un museo nacional de Arqueología. Esto condujo a comienzos de diciembre de 1913, y con el apoyo de Billinghurst, a la creación de un independiente Museo de Arqueología y Antropología, con Tello como director (Tello & Mejía, 1967: 84-95). Este hecho acrecentó el conflicto con Gutiérrez de Quintanilla, debido a la autonomía y creciente poder de Tello (Gutiérrez, 1922; Mejía, 1967; xix; Tello & Mejía, 1967: 82-84; Silverman, 1996: 9-10). De esta época también datan las polémicas periodísticas entre Horacio Urteaga y Tello (e.g. Tello, 1914), acerca de las disciplinas encargadas de estudiar los sitios prehispánicos de la Nación, en concreto los de Lima. Debido a los conflictos internos existentes en el museo, a la falta de apoyo económico del nuevo gobierno, y a los sentimientos antinorteamericanos imperantes en el país, Tello renunció a su puesto de director a mediados de marzo de 1915, tras el golpe de estado de Benavides en 1914 y la elección de Pardo como presidente (1915-1919) (Tello & Mejía, 1967: 96-100; Davies, 1974: 44; Cotler, 1988: 176; Castillo & Moscoso, 2002: 168). Gutiérrez de Quintanilla continuaría siendo director del Museo de Historia Nacional

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hasta 1935, y se convirtió en uno de los más fuertes adversarios de Tello durante muchos años. Quintanilla era la expresión de la minoritaria élite costeña dominante, para quien el museo debía enfatizar el Arte y la Historia, mientras que Tello proponía que estuviera centrado en la Arqueología y la Antropología. A partir de la presencia emergente de los migrantes en las ciudades, la clase obrera y las nuevas corrientes ideológicas, las instituciones culturales y el Estado fueron cuestionados en su concepción, organización y utilidad a la sociedad (Jave, 1981: 15-16). En las primeras décadas del siglo XX comenzó a desarrollarse el indigenismo en los círculos intelectuales limeños y provincianos. Tello participó activamente de este movimiento en sus inicios al integrar la Asociación Pro-Indígena, de la cual se alejaría en 1922 por discrepancias metodológicas, teóricas y políticas con sus principales exponentes. Tello consideraba que no era un problema étnico sino sociopolítico y económico derivado de la conquista europea (Tello & Mejía, 1967: 51; Shady, 1997: 4; Castillo & Moscoso, 2002: 167, 179180; Arroyo, 2003). Aunque heredó apellidos hispanos, Tello tenía rasgos indígenas, que han quedado descritos por Rebeca Carrión: ... rostro curtido por el sol de las alturas, frente de profundo pensador, mirada honda y triste, nariz de águila, mentón altivo y rebelde cabellera... (1948: 7) El fenómeno más importante en la cultura peruana del siglo XX fue el aumento de la toma de conciencia acerca de los indígenas entre los intelectuales, científicos y políticos. Sin embargo, siendo una actitud que invitaba a encontrar la esencia del país en el mundo andino, el indigenismo no fue un movimiento cohesionado (Flores Galindo, 1987: 241-248, 266267, 280). Entre 1914 y 1915, hasta el fallecimiento del Profesor Putnam, del Museo Peabody, Tello mantuvo una estrecha relación con la Universidad de Harvard, y desarrolló actividades de recolección de artefactos arqueológicos y etnográficos, los cuales enviaba periódicamente al Museo Peabody, tal como una carta del 13 de octubre de 1914 lo atestigua (fig. 6).

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En 1915, Tello exploró el sur del Perú con el auspicio de Victoria Aguirre, de Argentina, y el Profesor Putnam, y respaldado por los delegados de la Asociación Pro-Indígena en la región (Castillo & Moscoso, 2002: 167, 170171). Realizó exploraciones en Puno, Cuzco y Tiahuanaco entre abril y julio de 1915 (Palma, 2006 [1915]: 325, 330); luego, excavaciones en los valles

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Figura 6 – Carta del 13 de octubre de 1914 de Julio C. Tello a Profesor Putnam

de Chala, Atico, Sabandia, Yauca, Acarí, Río Grande de Nasca, Ica, Pisco y Chincha. Principalmente registró tumbas y cementerios Nazca (Tello, 1959: 44-47; Mejía, 1964: 87-91; Mejía, 1967: xvii); estudió la colección de cerámica Nazca de Enrique Fracchia (conformada por dos mil cuatrocientos artefactos) y compró una colección de textiles por encargo. Los artefactos recuperados durante esta expedición integraron posteriormente el Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Carrión, 1947: 5-6; Lothrop, 1948: 51; Mejía, 1967: xviii; Daggett, 1992). Gran parte de los materiales de Nazca se encuentra actualmente en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard, y se puede consultar online (ver fig. 7). También en 1915, Tello publicó diversos artículos periodísticos acerca de la Arqueología de Lima y trepanaciones craneanas en diarios de la capital, como era usual en esos tiempos, ante la falta de revistas especializadas (Espejo, 1948b: 14; Valcárcel, 1966: 87).

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Figura 7 – Lista de materiales de Nazca; se encuentra actualmente en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard

A fines de diciembre de 1915, asistió como representante del Perú, y con apoyo de la Fundación Carnegie, al XIX Congreso Internacional de Americanistas desarrollado en Washington D.C., donde presentó una ponencia y exhibió los materiales recolectados en su exploración en el sur del Perú (Hodge, 1917: xviii, lii; Palma, 2006 [1916]: 339). En enero de 1916, Tello expuso su ponencia «Los antiguos cementerios del valle de Nasca» en el II Congreso Científico Panamericano, que se realizó en Washington D.C., y también ayudó a realizar algunas transacciones con el Museo de Bellas Artes de Boston (Tello, 1917; Gutiérrez de Quintanilla, 1922: 134-137; Daggett, 1992: 8). Hrdlicka asistió al certamen y elogió su trabajo (Tello, 1917: 291). A inicios de abril de 1916, Tello fue nombrado Socio Correspondiente de la Academia Nacional de Historia de Colombia (Mejía, 1948: 30); y a mediados de año, exploró diversos sitios arqueológicos en los valles del Santa, Virú, Moche, Chicama, Jequetepeque y Lambayeque, en la costa norte (Mejía, 1964: 93).

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En el mes de julio de 1916, Tello se unió en Piura a la Expedición Peruana de la Universidad de Harvard, auspiciada por el Museo de Zoología Comparativa

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y la Escuela de Medicina Tropical de dicha universidad. La expedición fue dirigida por el Dr. William Moss. Tello fue el antropólogo de esta exploración, a la cual se había comprometido en apoyar en su reciente viaje a Estados Unidos. El principal objetivo de la Expedición de 1916 fue «… realizar un reconocimiento zoológico y antropológico de una de las regiones menos conocidas del país...» (Noble, citado en Daggett, 1992: 8). Sus integrantes tenían diversos intereses, desde el arqueológico y antropológico hasta la investigación de los grupos sanguíneos y las enfermedades tropicales, además de recolectar especímenes de reptiles, serpientes, anfibios y aves (Noble, citado en Daggett, 1992: 8-9). En una de sus últimas referencias a Tello, Ricardo Palma escribió el 13 octubre de 1916: ... está ahora en viaje de exploración por las montañas en misión de varios profesores enviados por la Universidad de Harvard... (Palma 2006 [1916]: 354) Integrando la expedición de 1916, Tello exploró la costa piurana, las provincias de Huancabamba, Ayabaca y Jaén; registró cerámica monocroma con decoración incisa (Mejía, 1967: xv), que después consideraría una de las primeras evidencias de cerámica Chavín. De Huancabamba, la expedición partió hacia Tabaconas, y de allí a Perico, donde estableció otra base de operaciones. Tello realizó investigaciones etnográficas y lingüísticas acerca de los aguaruna (Daggett, 1992: 16, nota 27). Prosiguieron a Tutemberos (Amazonas) y Bellavista; descendieron luego a la costa por Querocotillo, Huambos, Chongoyape y llegaron finalmente a Chiclayo a mediados de octubre donde se alojaron en el antiguo Hotel Royal. La reconstrucción del itinerario que siguió la expedición de 1916 se puede realizar a partir de las publicaciones de Moss y Noble (Daggett, 1992); de la relación de una parte de los materiales arqueológicos recolectados y enviados al Museo Peabody de la Universidad de Harvard; y de los siete cuadernos de campo de Tello, de 1916 (ver fig. 8). La expedición llegó a Sullana a fines de julio de 1916 y luego partió hacia Huancabamba. Durante la travesía, Tello describe las colecciones y sitios arqueológicos, también los problemas logísticos derivados de la conducción del proyecto. Al llegar a su primer destino, a mediados de agosto, establecieron su primera base de operaciones en una casona de Huancabamba y exploraron los alrededores durante casi un mes en un radio de 40 km. Tello registró evidencias arqueológicas en una cueva de cerro El Burro, Baño del Inca (Caxas), laguna Warinja, Sondor, Huancabamba y cerro Pariakaka (Astuhuamán & Daggett, 2005); recolectó

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aproximadamente siete fardos funerarios del cerro El Burro, cubiertos de textiles con diseños Inca y Chancay o Chimú. Del cerro San Antonio, al norte de Huancabamba, Tello también recuperó fardos funerarios, vestimentas y utensilios (Ramírez, 1966: 34). En base a los asentamientos y cementerios reportados, él planteó la fuerte presencia Inca en la región. En la laguna Shimbe, en las Huarinjas, registró las prácticas y rituales curanderiles, así como las creencias acerca de las deidades que moran en los cerros y lagunas, en lo que podría considerarse uno de los primeros registros de Antropología médica y etnografía religiosa. Así, gran parte de los materiales reunidos por Tello durante las expediciones de 1913, 1914, 1915 y 1916, también integraron el Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Carrión, 1947: Figura 8 – Libreta de campo de Julio C. Tello, 1916 5; Mejía, 1948: 19; Daggett, 1992: 11, 16). Sin embargo, la mayor parte del material arqueológico fue enviado a los Estados Unidos, especialmente al Museo Peabody de la Universidad de Harvard, donde permanecen en perfectas condiciones de conservación hasta la actualidad, tal como lo pude registrar en 2006 (ver fig. 9); además se puede consultar en línea (http://pmem.unix.fas.harvard. edu:8080/peabody/). Suponemos que las condiciones del permiso del gobierno así lo estipulaban, pues la legislación peruana sobre antigüedades (patrimonio arqueológico), vigente entre 1911 y 1921, y promulgada por el presidente Leguía en agosto de 1911 (un mes después del redescubrimiento de Machu Picchu por Hiram Bingham), en el artículo 4º indica: ... queda prohibida absolutamente la exportación de ellas, cualquiera que sea su clase y condición, excepto el caso de duplicado...

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Bajo el amparo de dicha ley, Uhle, a fines de 1911, ya como Director del Museo Nacional de Historia, reunió y exportó una colección de objetos arqueológicos de representativos estilos prehispánicos al Museo Paulista, pasando por alto las restricciones existentes para las exportaciones de antigüedades, por ser un pedido oficial del gobierno de Brasil y, en aquellos tiempos, una expresión de cortesía internacional (Rowe, 1954: 14, nota 2). También Hiram Bingham, a fines de octubre de 1912, mediante un decreto

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Figura 9 – Restos del fardo funerario («momia») 65 almacenado en el Museo Peabody de la Universidad de Harvard, procedente de Huancabamba, recolectado por la expedición de 1916 Foto: César Astuhuamán

supremo, exportó los objetos duplicados excavados en Machu Picchu y otros sitios del Cuzco a los Estados Unidos, donde permanecen hasta el presente en el Museo Peabody de Historia Natural de la Universidad de Yale. Sin embargo, el Gobierno del Perú se reservó el derecho de exigir la devolución de los objetos únicos y los duplicados extraídos (Ravines, 1989: 22), tal como recientemente ha sucedido. Las primeras investigaciones de Tello estuvieron principalmente relacionadas a restos óseos humanos. Reunió la información necesaria para la elaboración de su tesis doctoral, la cual seguiría la misma orientación de su tesis de bachillerato. Es necesario contrastar la información de los cuadernos de campo de Tello durante su participación en las primeras expediciones, con los materiales depositados en los museos del Perú y Estados Unidos, con la finalidad de conocer su gradual proceso de aprendizaje en las tareas de dirección y registro arqueológico, que le permitirían tener la experiencia y madurez para dirigir grandes proyectos. En enero de 1917, a pedido de los pobladores de su tierra, Tello inició su campaña para obtener un escaño en la Cámara de Diputados por Huarochirí, compitiendo contra un poderoso personaje de Lima. Integró el Partido Nacional-Democrático, formado por el joven Riva-Agüero, al que se unió por

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solidaridad generacional y por el ideal de buscar una renovación de la clase política, antes que por una aproximación ideológica. Ganó la elección en junio y fue el único miembro electo de su partido. Destacó por ser independiente y progresista (Mejía, 1964: 94-96; Jave, 1981: 18-22). Como diputado, Tello presentó un proyecto de ley acerca del control técnico y administrativo del Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Jave, 1981: 16).

4. Las primeras obras En 1918, Tello comenzó a dar clases de Arqueología en la Universidad de San Marcos. A mediados de julio se graduó como Doctor en Ciencias Naturales en la Facultad de Ciencias. El título de su tesis fue «El uso de las cabezas humanas artificialmente momificadas y su representación en el antiguo arte peruano» (ver fig. 10), la cual daría a conocer en la Revista Universitaria (Tello, 1918; Espejo, 1948b: 14; Santisteban, 1956: 20; Espejo, 1959: 20-21).

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Luego de 1919, Tello continuó publicando sus primeras obras. Así en 1921, Tello publicó Introducción a la Historia Antigua del Perú, una síntesis de los resultados de la expedición de 1919 e importante trabajo teórico donde describe por primera vez a Chavín como una civilización avanzada con orígenes amazónicos, y cuyos primeros indicios ya había observado en la expedición de 1916 y en varias colecciones. Planteó la naturaleza autóctona y no importada de la civilización peruana, la cual se Figura 10 – Portada de la tesis doctoral de Julio extendería de oriente hacia occidente, C. Tello, 1918 de la montaña a la costa, diferenciando además entre las culturas Chavín y Huaylas. Las ideas de Tello eran opuestas a los planteamientos de Uhle, desarrollados entre 1904 y 1917, acerca de las

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conexiones entre las culturas de América Central y Sudamérica (Tello, 1921; Lothrop, 1948: 51; Carrión, 1948: 11-12; Rowe, 1954: 21; Mejía, 1967: xxi). Las ideas de Uhle y anteriores propuestas difusionistas, habían sido bien acogidas por el minoritario grupo étnico dominante para justificar su supuesta superioridad y procedencia foránea, y plantear que históricamente los indígenas eran dependientes y sin capacidad de crear civilización propia; que eran, además, un problema para el desarrollo del país, el cual era necesario solucionar. La dominación estaba cargada de un fuerte componente étnico (Cotler, 1988: 235-236; Lumbreras, 1997: 7). También el racismo ideológico estuvo presente en la literatura entre 1907 y 1919, a través de los intelectuales oligárquicos (Flores Galindo, 1987: 238-239). En 1922, Tello realizó una exploración arqueológica y una investigación de etnografía religiosa en San Pedro de Casta, Huarochirí, cuyos resultados fueron publicados con el titulo de Wallallo el año siguiente en la revista Inca, por el Museo de Arqueología de la Universidad (Espejo, 1948a: 21-22; Mejía, 1967: xvii). Cuando niño, Tello había escuchado los relatos acerca de las antiguas deidades de la región, Pariacaca y Wallallo. Allí conoció los lugares donde se desarrollaron sus hazañas, descritas en el manuscrito del siglo XVII; aprendió las costumbres de su comunidad; entendió la importancia de la naturaleza en los ciclos agropecuarios, y que era una entidad viviente y animada (Tello & Mejía, 1979: 36). En el artículo en torno a Wallallo, una de las principales deidades de la sierra de Lima, se integra armoniosamente la información arqueológica, la etnohistórica y la etnográfica (Tello & Miranda, 1923; Arroyo, 2003). Propone que los asentamientos prehispánicos de la zona estaban dispuestos alrededor de cerros (moradas de los apus), y todos ellos en torno al templo de Wallallo, ubicado en Marcahuasi. Los asentamientos de la zona de San Pedro de Casta eran controlados por el asentamiento importante del Templo de Wallallo, en Markawasi. El patrón de asentamiento era caracterizado por ser nucleado alrededor de cerros importantes (apus): Kuri Pata, Soxta Kuri, Koway Kuri, Puku Wanka Kuri, Pokle Kuri y Kairi Achin Kuri. En trabajos posteriores, editados póstumamente (Tello & Mejía, 1979; Tello et al., 1999), Tello reconstruye el sistema religioso, el panteón de dioses y héroes del centro andino. En 1923, Tello publicó su inconcluso artículo «Wira Kocha», también en la revista Inca, valioso desde un punto de vista teórico y metodológico: integra diferentes fuentes de información acerca de la más importante deidad andina (Wira Kocha), analiza el aspecto iconográfico y adopta una perspectiva que hoy podría ser considerada estructuralista. Tello planteó que los grandes

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estilos artísticos de los Andes Centrales fueron la representación de las ideas religiosas en torno al dios felino y que la estructura de los mitos que analizó era esencialmente la misma. Así, los antiguos peruanos habrían compartido un común panteón de dioses (Silverman, 1996: 10-11). Tello publicó su importante trabajo de 1929, Antiguo Perú; Primera Época (ver figura 11). En él presentó los problemas para explicar la presencia de una alta civilización aborigen en los Andes. Planteó la hipótesis que las culturas peruanas fueron el producto del desenvolvimiento y diferenciación de culturas primitivas llegadas al territorio andino en estado rudimentario. Es en esta obra que Tello vuelve a las preguntas de investigación de su tesis de 1908, veinte años después de su publicación en 1909, estableciendo un paralelo entre la sífilis y la civilización al plantear el problema de los orígenes de la Civilización Andina: … cabría averiguar: 1.- Si las culturas peruanas son el producto de las modificaciones o degeneraciones de altas culturas inmigradas, es decir si son exóticas; o bien 2.- Si las culturas peruanas son el producto del desenvolvimiento y diferenciación de culturas primitivas llegadas al Perú en estado rudimentario, es decir si son autóctonas. (Tello, 1929: 17)

Figura 11 – Portada de la obra Antiguo Perú, Primera Época, 1929

En este mismo trabajo, Tello (1929) destacó la propagación del culto al dios jaguar o Wiracocha, sosteniendo que esta deidad es la que da unidad y fisonomía propia a la civilización peruana, siendo las religiones el factor integrador de las diversas sociedades andinas antiguas y actuales (Campana, [s.d.]).

5. La importancia de los años formativos de Julio C. Tello

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La década comprendida entre 1909 y 1919 es importante para entender la biografía de Tello ya que al ser esta una etapa de expediciones organizadas por universidades norteamericanas hacia el Perú, y de competencias por la hegemonia, especialmente entre Harvard y Yale, se pueden entender mejor

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las estrechas relaciones de Tello con la Universidad de Harvard. Asimismo, la formación internacional de posgrado que recibió Julio C. Tello fue influenciada por los planteamientos difusionistas y migracionistas de su tiempo, durante el predominio de la arqueología histórico cultural. Sin embargo, el planteamiento de la naturaleza autóctona de la Civilización Andina y la existencia de una ‘cultura matriz’ permanecen como un legado teórico en la arqueología andina. El vínculo mostrado entre la tesis de 1908 y la obra de 1929 nos permite ver que las preguntas centrales de investigación en torno a la civilización andina estuvieron constantes en Julio C. Tello durante más de dos décadas. Destaca también la participación de Tello en sus primeras expediciones, lo que le permitió reunir información acerca de restos óseos humanos (cráneos) para la elaboración de su tesis doctoral (1918). Fue durante su participación en estas expediciones que se desarrolló el gradual proceso de aprendizaje de Julio C. Tello en las tareas de dirección y trabajo de campo, lo cual es evidente a partir de 1919 con la expedición a Ancash. Los materiales arqueológicos recolectados durante ellas se encuentran depositados, principalmente, en museos de Estados Unidos y el Perú. Los temas que Tello aborda en sus primeras obras se centran en las religiones andinas; las deidades, los paisajes sagrados y los cultos a los ancestros serán una constante en la producción de Tello. Finalmente, la imagen del hombre que se hizo a sí mismo y los logros de Tello, queda mejor entendida, por su activa participación política, el apoyo que recibió de Don Ricardo Palma ante la elite limeña e internacional, y el apoyo que obtuvo de los gobiernos de turno. Es en este contexto que Tello transitará en los años venideros por los complicados caminos que vinculan a los arqueólogos con los políticos en la escena nacional.

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