2013. \"La ampliación de la Nación argentina. Tobas y pilagás en la Misión Indígena Laishí de Formosa\". En P. García Jordán (ed.), La articulación del Estado en América Latina. La construcción social, económica, política y simbólica de la nación, Publicacions UB, Barcelona, pp. 183-205.

September 24, 2017 | Autor: G. Dalla-Corte Ca... | Categoría: Historia de América, Historia Argentina, Historia Contemporánea
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La ampliación de la Nación Argentina. Tobas y Pilagás en la Misión Indígena Laishí de Formosa1

Gabriela Dalla-Corte Caballero Universitat de Barcelona

1. Introducción En el año 1899 el gobierno nacional argentino solicitó al arzobispado de Buenos Aires el envío de sacerdotes para fundar misiones en los desérticos territorios del Chaco central y austral. El por entonces presidente Julio Argentino Roca, interesado en la ampliación y control de las fronteras argentinas (Fotheringham, 1909), autorizó a los misioneros franciscanos del convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo, la fundación de dos misiones indígenas en el norte del río Bermejo, es decir, en el Territorio Nacional de Formosa, que a mediados del siglo XX se convertiría en Provincia.2 Gracias al acuerdo general de ministros registrado el 10 de abril de 1900, la Congregación de Misioneros Franciscanos de la Diócesis de Santa Fe fue autorizada para fundar la Misión Indígena de Nuestro Padre San Francisco de Asís del Laishí,

1. Este trabajo se presenta en la fase conclusiva del proyecto de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación de España, HAR2009-07094, aunque su versión definitiva se realiza en la fase inicial del proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad, HAR201234095. Ambos se desarrollan en el seno del TEIAA (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por el Comissionat per a Universitats i Recerca del DIUE de la Generalitat de Catalunya. 2. Biblioteca y Archivo Históricos de la Provincia Franciscana de San Miguel, Museo Conventual San Carlos Borromeo de San Lorenzo de la Provincia de Santa Fe en la República Argentina (en adelante BACSC), caja 23: Misión Laishí, Copia con el procedimiento anterior al carbónico, del expediente sobre la fundación de la Misión en Formosa por los Misioneros Franciscanos de San Carlos, dirigida al Obispo Boneo, San Lorenzo, 1899, 217 págs.

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así llamada en honor al Santo Patrono y al cacique toba Laishí, en la margen del Riacho Salado.3 Paralelamente fue creada la Misión Indígena de San Francisco Solano de Tacaaglé al costado del río Pilcomayo, en lo que hoy es el departamento Pilagá de la frontera con Paraguay (Dalla-Corte Caballero y Vázquez Recalde, 2011). En ambos casos el objetivo era atraer a los indígenas guaycurúes (tobas y pilagás) a la civilización nacional, integrándolos a la religión católica y al trabajo, un proyecto similar al de los misioneros oblatos en el río Pilcomayo pero del lado paraguayo (Fritz, 1999). Dicho proyecto se basó en la Constitución Nacional que en 1853 otorgó al Honorable Congreso de la Nación la facultad de «conservar el trato pacífico con los indios, promoviendo su conversión al catolicismo». De acuerdo con el artículo 100 de la Ley Nacional de 19 de octubre de 1876, que coincidió con la disposición constitucional, el Poder Ejecutivo fue autorizado para crear misiones a fin de «atraer a las tribus indígenas gradualmente a la vida civilizada» (Caloni, 1884; Lagos, 1998).4 El 14 de enero de 1901, el prefecto fray Pedro Iturralde llegó a la concesión formoseña en compañía del fraile Celso Ghío y de varios peones, muchos de ellos de origen indígena. Como él mismo relató, el objetivo era fundar una misión sobre el río (riacho) Salado, «donde nos esperaban diez familias indígenas con 37 personas que habíamos enviado adelante». En el informe enviado a la gobernación el 1 de febrero de ese año 1901, fray Iturralde relató que el espacio concedido se encontraba ocupado por la empresa Senés, Borras, Pardo y Cano, así como por el delegado de la gobernación de Formosa, Oscar Solberg, quien todavía conservaba sus animales como «hacienda», así como un destacamento de la Policía que incluía un rancho y un corral. El fraile solicitó al gobierno nacional que adoptase «las medidas que estime oportunas» para poder tomar posesión definitiva.5

3. BACSC, caja 2: Ministerio del Interior, folleto del Reglamento del 10 de abril de 1900 «autorizando a los Misioneros Franciscanos del Colegio de San Carlos a fundar una Misión de Indios en Formosa, Buenos Aires, abril 10 de 1900». También BACSC, caja 25: Reglamento Oficial de las Misiones Franciscanas Indígenas del Norte en la República Argentina, decretado por el Superior Gobierno de la Nación Argentina con fecha 24 de agosto de 1914, Imprenta Tourneamine y Anchea, 1926. 4. BACSC, caja 2: «Copia autorización del Ministerio del Interior a fundar misión en Formosa: Ministerio del Interior autorizando a los misioneros franciscanos del Colegio San Carlos a fundar una misión de indios en Formosa, Buenos Aires, 10 de abril de 1900», Misión de Laishí, Territorio Nacional de Formosa, firmada por los responsables, presidente Julio Argentino Roca, junto a Felipe Yofré, A. Alcorta, O. Magnasco, Luis María Campos y M. Rivadavia. El documento completo se encuentra en BACSC, caja 25: Reglamento Oficial de las Misiones Franciscanas Indígenas del Norte en la República Argentina, decretado por el Superior Gobierno de la Nación Argentina con fecha 24 de agosto de 1914, Imprenta Tourneamine y Anchea, 1926. La autorización gubernamental también fue incorporada en el «Informe del Prefecto de Misiones, Fray Pedro Iturralde al Obispo de Santa Fe, don Juan Agustín Boneo, Buenos Aires, sobre las Misiones Franciscanas en la Diócesis de Santa Fe» (reproducido en Dalla-Corte Caballero y Vázquez Recalde, 2011: 51-67). 5. BACSC, caja 2: carta del Gobernador Interino Ricardo Freyre y del Secretario Interino de la Gobernación, Luis Castro, Formosa, al Prefecto de Misiones del Colegio de San Carlos, fray

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Siguiendo el decreto del 10 de abril de 1900, el 25 de marzo de 1901 el prefecto de Misiones, fray Pedro Iturralde, tomó posesión del terreno formoseño gracias a 90 indígenas tobas y pilagás distribuidos en 24 familias. Fue entonces cuando, desde Buenos Aires, se designó a Pedro Leiva como comisario delegado del gobierno en la Misión de Indios de Formosa, a cargo del Fondo de Tierras creado por la ley núm. 812 de 19 de octubre de 1876. La Misión de Laishí recibió un terreno de aproximadamente 74.000 hectáreas, ubicadas a 20 leguas al sur de la ciudad de Formosa. En ellas fray Iturralde hizo construir los «ranchos» de los aborígenes con los materiales típicos de la zona, especialmente con palmas, así como una capilla, una casa para los misioneros franciscanos y una escuela para niños y niñas indígenas reducidos. La Misión se desplegó gracias a las notas presentadas por el misionero, quien desde el 25 de mayo de 1901 contó con el Acta de Fundación de la Misión Indígena firmada por la Orden de Frailes Menores de San Lorenzo.6 La capilla y la casa de la Misión fueron inauguradas el 4 de octubre de 1901 durante un acto de celebración al que asistieron «todos los indios de Laishí», tal como describieron la actividad los propios misioneros. La erección de la capilla y la casa fue legitimada tras la firma de fray Iturralde en representación del Sumo Pontífice de la Iglesia católica, el papa León XIII; el presidente de la República Argentina, Julio Argentino Roca; el obispo diocesano, Juan A. Boneo; el comisario delegado del gobierno en la misión, Pedro Leiva, en representación de Felipe Yofré; el comisario inspector Benito Herrera, en representación del gobernador del Territorio de Formosa, el general Lorenzo Wintter; el tesorero de la gobernación, Emilio Otero, en representación del ingeniero Octavio S. Pico; Oscar Solberg, quien actuó como padrino de la bendición de la imagen de san Francisco de Asís en representación de Miguel Piñeiro Sorondo; el alférez Waldino Quijano, en representación del coronel José María Uriburu; el misionero fray Celso Ghío, en representación de

Pedro Iturralde, 5 de febrero de 1901. BACSC, caja 2: carta de Oscar Solberg, Laishí, a Ricardo Freyre, Formosa, 7 de febrero de 1901. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, a Gobernador Interino Ricardo Freyre, Formosa, 15 de marzo de 1901. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, Formosa, al Gobernador Interino Ricardo Freyre, 1 de febrero de 1901. 6. BACSC, caja 2: Acta del Delegado de la Gobernación Oscar Solberg; del Prefecto de Misiones fray Pedro Iturralde; de fray Celso Ghio; Luis González de Leyva; José del R. Borda; Ignacio Ferrira; Vicente Stefani; Rufino Gabilán. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, San Francisco de Laishí, a Felipe Yofré, Ministro del Interior, Buenos Aires, 26 de marzo de 1901. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, San Francisco de Laishí, a Gobernador Interino Ricardo Freyre, Formosa, 26 de marzo de 1901. BACSC, caja 2: «Nombramiento de Pedro Leiva como Comisario Delegado en la Misión de los Padres Franciscanos en Formosa, Buenos Aires, 22 de marzo de 1901», con aprobación de Julio Argentino Roca y de Felipe Yofré. BACSC, caja 2: carta de Luis Espechi, Ministerio del Interior, Buenos Aires, al Padre Director del Colegio San Carlos, fray Pedro Iturralde, 30 de marzo de 1901.

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Santiago Rodríguez; y el misionero fray Miguel Amondarain, en representación de Francisco Alfonso.7 En pocos años, la misión incluyó un ingenio de azúcar, una usina eléctrica, herrerías, un aserradero, talleres mecánicos, una estación meteorológica, un Registro Civil, una chacra experimental de enseñanza agrícola, correo y telégrafo. Se incorporó también una pequeña flota naviera de embarcaciones y remolques en el Riacho Salado, con puerto en Curupay, así como una banda de música formada por jóvenes tobas y pilagás (Dalla-Corte Caballero, 2012).8 Fray Miguel Amondarain construyó un puente de quebracho y urunday para establecer el puerto, sitio conocido como Puente Viejo. Allí se embarcaban las chatas y los vaporcitos para transportar los productos del Ingenio Azucarero de Laishí, como ocurrió en tantos otros sitios del Gran Chaco argentino (Girbal Blacha, 2006, 2011). El ingenio fue construido como centro industrial con una estructura de ladrillos, madera y chapas, y funcionó hasta mediados del siglo XX. Allí, los trabajadores tobas y pilagás produjeron azúcar, harina de maíz, maíz pisado, miel de caña, cigarros, dedicándose paralelamente al obraje y a la carpintería. Este artículo describe el espacio formoseño de la zona de frontera entre Argentina y Paraguay, que fue ocupado por los misioneros franciscanos durante la primera mitad del siglo XX; el rol ejercido por los frailes Pedro Iturralde, Buenaventura Giuliani y Pablo Rossi; y la estrategia gestada por la Misión Indígena Laishí en el proceso de «nacionalización» de los aborígenes tobas y pilagás con la aceptación de los caciques indígenas. La documentación utilizada se conserva en la Biblioteca y Archivo Históricos de la Provincia Franciscana de San Miguel, ubicado en el Museo Conventual San Carlos Borromeo de San Lorenzo (en adelante BACSC) de la Provincia de Santa Fe en la República Argentina.9

2. El espacio formoseño de la Misión de Laishí La Misión Indígena de Nuestro Padre San Francisco de Asís ocupó la zona del Riacho Salado, e incorporó el término Laishí utilizado por los tobas para definir el lugar de pertenencia o de dominio en la zona formoseña, en el marco de la importancia que gozaban entonces los caciques (Nacuzzi, 2011). El nombre Laishí perteneció a un cacique toba, así reconocido por los pro-

7. BACSC, caja 2: «Acta de fundación de la Capilla de la Misión de Laishí del 4 de octubre de 1901». 8. BACSC, caja 2: «Misión de San Francisco de Asís de Laishí, Informe», mimeo. Esta banda se desempeñó en las provincias de Santa Fe, Corrientes y Buenos Aires. 9. BACSC, Catálogo núm. 1: relevamiento del archivo del Convento, fray Américo A. Tonda, San Lorenzo, Rosario, 17 de diciembre de 1977. Agradezco a fray Gustavo Rodríguez, provincial franciscano, así como a la bibliotecóloga Carina Arroyo, por su apoyo para llevar adelante la investigación.

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pios misioneros, los cuales a principios del siglo XX contactaron con los aborígenes que habitaban el territorio otorgado a la Orden franciscana. La finalidad era impulsar las colonias indígenas, así llamadas por los propios frailes, que fueron destinadas a la expansión económica nacional e internacional. Quedaba por definir el espacio ocupado y, en especial, la ubicación del centro urbano de la misión. Siguiendo el artículo 4.º del decreto del gobierno nacional de 10 de abril de 1900, fray Pedro Iturralde se dirigió al gobernador Lorenzo Wintter (sustituto desde 1901 del gobernador interino Ricardo Freyre), y le solicitó que aprobara la ocupación del terreno frente a la Laguna de los Patos, es decir, a dos leguas y media al noroeste del Fortín Esterito. Para los misioneros franciscanos, el lugar reunía «todas las condiciones necesarias para el fin que está destinado, pues el terreno es elevado, el campo abierto con aguadas permanentes, excelentes para la agricultura y ganadería». Ante el gobernador de Formosa, que debía controlar la «frontera movible con el indígena», fray Pedro Iturralde entregó un escrito del director de Tierras y Colonias, que se encontraba de visita en la misión, y del delegado de la gobernación, Oscar Solberg, quien intervino en la toma de posesión del terreno.10 Posteriormente justificó el gasto de 10.000 $ m/n (pesos moneda nacional argentina), precisamente la mitad del total establecido por la Tesorería General del gobierno nacional en el artículo 18 del decreto de 10 de abril de 1900.11 Para garantizar el control de los indígenas, en 1904 la misión entregó 12.000 $ m/n al estanciero Miguel Piñeiro Sorondo para apoderarse de su aserradero construido en la zona de la Orden franciscana.12 La Misión de Laishí quedó entonces limitada por las propiedades de Oswald Schafer Diedrichs; la Reserva Fiscal; Colonia Formosa; así como las propiedades de Vernet, Santiago Cosorno, Pedro Gorreta, Miguel Cano, Margarita de Vigneau y los sucesores de Rafael Chivai. Basándose en estos datos, el plano de la Misión Indígena se confeccionó en el año 1905, precisamente en el momen-

10. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, Misión Indígena Laishí, al Gobernador de Formosa, Lorenzo Wintter, Formosa, 5 de junio de 1901. BACSC, caja 2: carta de Gobernador de Formosa, Lorenzo Wintter, Secretario Vicente Posadas, a fray Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, 9 de junio de 1901. 11. BACSC, caja 2: dos cartas de Fray Pedro Iturralde, San Francisco de Laishí, a Felipe Yofré, Ministro del Interior, Buenos Aires, 10 de agosto de 1901. BACSC, caja 2: carta de fray Pedro Iturralde, San Francisco de Laishí, a Felipe Yofré, Ministro del Interior, Buenos Aires, 24 de agosto de 1901. 12. BACSC, caja 2: «Compra de maquinarias, galpones, carros, utensilios, madera aserrada de la Misión de San Francisco del Laishí», Buenos Aires, 15 de enero de 1904. BACSC, caja 2: Documento de la compra de fray Pedro Iturralde en el Chaco Central (Misión de San Francisco del Laishí), Prefecto de Misiones Franciscanas del Convento de San Lorenzo, 11 de marzo de 1904 y 25 de mayo de 1904. Cabe señalar que el último pagaré quedó a cargo de fray Miguel Amondarain en el año 1906.

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to en que el gobernador del Territorio Nacional de Formosa, Lucas Luna Olmos, legalizó el nombre Laishí.13 Gracias a disímiles bocetos y planos que fueron confeccionados por diversos viajeros, misioneros o ingenieros, podemos observar la ubicación de los grupos aborígenes desde Laishí hasta la provincia de Salta, entre el río Pilcomayo y el río Bermejo, una zona fronteriza y desconocida que los interesados deseaban incorporar al territorio nacional argentino (Cárlsen, 1871; Seelstrang, 1877; Gordillo, 2000). En uno de los croquis se exteriorizó la cercanía de la Misión de Laishí a los ríos Paraguay y Bermejo y a la capital del Territorio de Formosa, pasando por las estancias y tierras del Pilagá y la colonia Ituzaingó, así como el espacio fiscal cuyo interés era garantizar el comercio con los países limítrofes, especialmente con Paraguay (Pillado, 1910).14 El Plano Provisorio ubicó la misión al costado de la llamada «Zona de Expansión», y conservó el trazado de la ruta núm. 11 a El Colorado, todo ello en el límite del Riacho Salado, así como la cercanía del monte Ralo al sur. Observamos la ubicación de los campos Segovia y Fernández tocando el Rodeo Lloma Porá en la zona del Riacho Lindo; así como el Rodeo Estancia Vieja, las chacras Pinki y Mosquecia y el Piquete Plantel, todos ellos rodeando a la colonia indígena. El registro de la fundación de pueblos cercanos a la Misión de Laishí tuvo que esperar a las visitas efectuadas por los propios misioneros desde inicios del siglo XX (Niklison, 1990 [1916], 2009; Gómez Langenheim, 1906). Los frailes ubicaron el camino iniciado en Tatané hacia Angelito, Esterito, Puerto Fernández, Presidente Irigoyen, así como la Compañía Villafañe (con sus caminos secundarios hacia la colonia El Olvido e Ituzaingó, en este caso hacia Estero Gallego, en el norte). Hacia el sur, desde Tatané, los misioneros especificaron las localidades de Riacho Lindo y Tres Mojones, y dedicaron parte de su tiempo y de su «diario personal» a describir sitios tales como Herradura, Tierra Blanca, Santa Ana, Curupay, las estan-

13. BACSC, caja 10: «Territorio de Formosa, ubicación tierras de las Misiones franciscanas, escala 1-500.000», en carpeta Ilustraciones Laishí, Mapas del Río Pilcomayo, Territorio de Formosa y Diócesis de Santa Fe, Exploración 1905-1906, Mapas. BACSC, caja 2: «Plano de la Misión Indígena San Francisco del Laishí, año 1905», incluye el mapa de la Misión Indígena en la Gobernación de Formosa con las chacras y el ejido. BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: «Territorio de Formosa, Referencia de Obras en Construcción, Caminos en Conservación, Trazados definitivos, Futuras rutas que completarán el plan, Obras Licitadas (en que) no hubo interesados», s./d. BACSC, caja 2: carta de Ricardo Freyre y J. García Cuerva, Formosa, al Prefecto de Misiones del Colegio de San Carlos, fray Pedro Iturralde (Gobernación), 5 de enero de 1901. BACSC, álbum 28: «Expedición al Pilcomayo, Informe presentado al Ministro del Interior, Dr. Rafael Castillo, por el Gobernador del Territorio de Formosa, Lucas Luna Olmos, año 1904». El Informe de Luna Olmos fue publicado en el año 1948 por el jefe de Policía de Formosa, Jorge Alberto Elordi. 14. BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: Croquis, mimeo, s./d; Croquis plastificado, s./d.; «Terreno Fiscal de la Misión Indígena de Laishí».

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Figura 1

Fuente: BACSC, caja 3: Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: «Croquis Trazado Ruta 11, Puerto Zapallar, Formosa, Misión Indígena Laishí». 

cias Tres Pocitos de Manuel Peña y Tres Marías, El Angelito, el Fortín Solari, Chuqui Cué, la Colonia Aquino (de Francisco Oliver), las estancias en la zona de El Colorado, las chacras de El Quebrachal, la estancia Santa Marina (de Alejandro Cano) y la estancia El Gato (del capitán Valbuena).15 Finalmente, la Misión Indígena quedó ubicada en la zona de la ruta núm. 11, junto a la Compañía Argentina de Quebracho; el territorio reservado para la colonia Agrícola Ganadera; la colonia General Guido; la colonia Mixta Ituzaingó; las estancias y tierras del Pilagá; la empresa G. Cavallón y otros; las colonias Pastoril Miguel Azcuénaga y El Colorado; así como las propiedades de Martín Farías, Gustavo Diedrichs y A. P. de Benincasa (véase figura 1).

15. BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: «Formosa, Pueblo San Francisco de Laishí, Plano Provisorio. Los números subrayados corresponden a la mensura del Ingeniero Octavio S. Pico». BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: «Croquis de la Jurisdicción de la Parroquia San Francisco de Asís de Laishí, Formosa», en lápiz y papel, s./d. BACSC, caja 2: «Diario de la Misión Laishí», Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920.

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Los planos urbanos, por su parte, situaron 19 lotes en la costa del Eío (Riacho) Salado destinados a la sala de primeros auxilios y la farmacia (manzana 32); el destacamento forestal (47); la fonda (48); el hotel (49); el aserradero y la panadería (50); la comisaría de Policía (51); la misión o casa de los Padres (56); la plaza (57); dos almacenes y varias casas de empleados (54, 55, 58, 73); el colegio de las Hermanas Franciscanas, posteriormente Asilo Santa Clara (74); la quinta de los Padres Misioneros (75); así como un centro telefónico y la casa del Comisario (76).16 Ahora bien, una de las mensuras más destacadas quedó en manos del ingeniero Octavio S. Pico, quien además fotografió a buena parte de los tobas y pilagás que aceptaron integrarse en la Misión Indígena entre 1900 y 1901, y las reveló en el Asilo de Huérfanos de Buenos Aires. Pico dejó constancia de «un grupo de indios reducidos» junto a unas «indias que fueron las primeras que se incorporaron a la Misión», y se fotografió junto a fray L. Murray en La Picada que conducía a la Misión de Laishí desde el Salado.17 Es indudable que el control del territorio limítrofe por parte de los estados nacionales paraguayo, boliviano y argentino, tuvo consecuencias en la organización empresarial y en los procesos de ocupación del espacio formoseño. Por entonces se crearon diversas comisarías y subcomisarías en el Territorio de Formosa con la intención de reforzar el control de las poblaciones indígenas. La visita que el gobernador Lucas Luna Olmos hizo en la zona de Laishí en el año 1904 le permitió elaborar un interesante informe destinado al entonces ministro del Interior, Joaquín V. González.18 En dicho informe, Luna Olmos se refirió al número de familias indígenas existentes, algunas de ellas establecidas en las misiones fundadas por los misioneros franciscanos en Formosa (Laishí y Tacaaglé) y en el Chaco (Nueva Pompeya). También identificó a los grupos pilagás, así como a los anagachies, a los que describió como «indígenas salvajes y en cruza de tobas y pilagás», que estaban en proceso de incorporarse al «trabajo civilizado». Según el gobernador, la Mi-

16. BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: Diseño «Plano del Pueblo de la Misión Indígena de San Francisco de Laishí, E. Sluz», Buenos Aires, 1909. BACSC, caja 3, Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: Diseño de la distribución de las manzanas de la Misión de Laishí, s./d. 17. BACSC, caja 3: «Plano del Pueblo Misión Indígena de San Francisco de Laishí, Territorio de Formosa, 17 de abril de 1909, Buenos Aires, Octavio S. Pico». También BACSC, caja 5: 1) «Laishí, Octavio S. Pico, mayo 1904»; 2) «A los 4 meses de iniciada, Grupo de indios reducidos, mayo de 1901, Octavio S. Pico»; 3) «Mayo 1901, Casa de la misión a los 2 meses de fundada, la carpa servía de capilla»; 4) «Picada de 500 m que conduce desde el Río Salado a la misión, Octavio S. Pico y Reverendo Padre Murray, mayo 1904»; 5) «Un paisaje del Río Salado, Laishí, Octavio S. Pico, 1901»; 6) «Grupo de indias, las primeras que se incorporaron a la Misión, Octavio S. Pico, mayo 1901». 18 El ministro Joaquín B. González designó también a Juan Bialet Massé (1968), quien después de una inteligente exploración en Argentina escribió el Informe sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos de siglo (Lagos, Fleitas, Bovy, 2007).

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sión Indígena Laishí contaba con treinta familias indígenas que ocupaban lotes de 50 m2 cada uno, con su rancho de palma y con la pequeña extensión de tierra adjudicada, cultivada por ellos mismos. Luna Olmos describió a los aborígenes anagachies, sotegais, karaits, tobas y pilagás que trabajaban en diversos ingenios, además de dedicarse a la caza y a la pesca (Bialet Massé, 1985 [1904]). Su condición de salvajes hizo que el gobernador sugiriese que «habría que batirlos para reducirlos». Resulta significativo observar la actitud negativa de Luna Olmos ante las misiones fundadas en Formosa.19 En su interpretación sobre la situación de la Misión de Laishí frente a la de Tacaaglé, más conocida como Misión del Pilcomayo, el gobernador concluyó que fray Iturralde era el responsable de su éxito: Esta Misión, que si bien es cierto tampoco responde acabadamente a los propósitos de su creación, está en mejor pié de organización que la del Pilcomayo, ya sea porque esté mejor situada que aquella, á corta distancia del Río Paraguay, con buen camino carretero, ó porque está al frente de ella un fraile inteligente, activo, emprendedor, que ha sabido ubicarla mejor y darle una organización distinta con mejor administración. Y en efecto, la Misión del Laishí, así llamada por darle el mismo nombre con que los indios inmortalizaron al célebre cacique Laischi, indio tenorio muerto en aquel paraje en una aventura amorosa —dando su nombre á toda esa hermosa región, que dominara en absoluto con su tribu— está ubicada en terrenos altos, con buenos y abundantes pastos, espléndidas aguadas, bosques de una variedad infinita de maderas, tierra fertilísima, que todo lo produce con exhuberancia y muy apta, en grandes extensiones, para el cultivo del algodón.20

En cuanto a la posesión de las tierras en la Misión de Laishí, el gobierno formoseño llevó adelante la mensura del campo y colonia agrícola, y entregó a un grupo de tobas y pilagás las chacras de 25 hectáreas en enero del año 1909, con el objetivo de que tomaran posesión. Dos años después, otro grupo se desplazó para arar y sembrar chacras, y construir las casas con techo de zinc y teja de palma, así como un corral para los bueyes. Fueron beneficiados con una remesa de 50 arados y 50 rastros, una desgranadora y un carro. Fray Pedro Iturralde decidió entonces informar al gobierno nacional sobre la situación de los aborígenes de Laishí para fomentar el apoyo institucional a los misioneros franciscanos, en particular a fray Buenaventura Giuliani.21 El 24 de agosto de 1914 fue aprobado el Reglamento de la Misión

19. BACS, caja 2: «Datos históricos sobre la Misión franciscana San Francisco del Laishí», mimeo. 20. BACSC, álbum 28: «Expedición al Pilcomayo, Informe presentado al Ministro del Interior, Dr. Rafael Castillo, por el Gobernador del Territorio de Formosa, Lucas Luna Olmos, año 1904». El Informe de Luna Olmos fue publicado en el año 1948 por el jefe de Policía de Formosa, Jorge Alberto Elordi. 21. Archivo General de la Nación (AGN): Pedro Iturralde, Fr., «Informe sobre la inspección a las Misiones de San Francisco Laishí y Nueva Pompeya», Comisaría General de Misiones Franciscanas, Ministerio del Interior, Buenos Aires, 1911.

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de San Francisco de Laishí, que también se aplicó en la Misión de Nueva Pompeya del Chaco desde inicios de 1916.22

3. Fray Buenaventura Giuliani y la nacionalización de los aborígenes tobas y pilagás Quien definió a los tobas y pilagás de la Misión de Laishí como «colonos indígenas» fue el propio fray Giuliani, que se hizo responsable de los indígenas entre el año 1908 y el año 1928. El informe presentado por fray Giuliani al gobernador del Territorio de Formosa en 1912 deja constancia de la enseñanza de música para una banda de adolescentes tobas y pilagás, así como de las actividades en la ganadería y la agricultura, el uso de alambrados y corrales, la adquisición de maquinaria estadounidense para la fabricación de azúcar, y la enseñanza de labranza, siembra y recolección a través de un maestro inspector de chacras. Fray Giuliani consideraba necesario «conservar el orden y evitar la holgazanería, el juego, la vagancia y otros vicios a que están inclinados los tobas», precisamente para asegurar la capacidad laboral de los indígenas en la zona chaqueña (García Pulido, 1977). Fray Giuliani denunció también a los «adversarios», es decir, a las «tribus salvajes del desierto» que perseguían a los «colonos indígenas» de la Misión de Laishí. Según el misionero, se trataba de aborígenes de espíritu bajo y servil que proponían, sin honestidad, «sacar los indios, haciéndoles abandonar su verdadero porvenir con grandes perjuicios y sobre todo brindándoles el alcohol, entorpeciendo en gran parte dicho progreso». Ese progreso había sido visible al contabilizar en la Misión de Laishí, en plena década de 1910, unas 130 familias tobas que contaban con 250 chacras sembradas. Uno de los tobas, Juan Cañagoyí, había conseguido plantar 17 naranjos para exportar frutas, y vendido en 1912 unas mil naranjas a $ 10 m/n. De acuerdo con fray Giuliani, Juan Cañagoyí era uno de los más destacados «colonos indígenas de la Misión». Precisamente en el marco de la «colonización» y de la «nacionalización» formoseña (Gordillo, 2006), el misionero escribió al gobernador del Territorio Nacional de Formosa: [A] todo individuo desde los catorce años más o menos, y después de suficientemente instruido en el trabajo, le entrega la Misión una chacra de 25 hectáreas y todas las herramientas necesarias para cultivarla, vigilándola y cuidando de que la labre y siembre a su debido tiempo [...] Como la Misión lucha con la falta de recursos, al entregarle la chacra a un colono, lo junta con otro el que le da la chacra limítrofe si es posible, y formando los dos una sociedad voluntaria con un solo arado, una rastra y dos yuntas de bueyes, se ayudan mutuamente, trabajando primero la del uno y después la del otro. Si los individuos no son muy diligentes, cosa rara de conseguir al principio, poco pueden adelantar como se comprende fácilmente. Además cuando la Misión los cita, deben

22. BACSC, caja 1: «Misiones y Reducciones», Boletín de la Dirección General de Territorios Nacionales (Publicación Mensual), enero de 1916, núm. 6, Buenos Aires, Imprenta y Encuadernación de la Policía, págs. 24-35.

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suspender sus faenas agrícolas y acudir al trabajo que se les señala. Esto consiste en acarreos de productos al puerto, traer mercaderías necesarias, trabajar en la hacienda, hacer transporte del camión [...] Tienen además comida a discreción del producto de su misma chacra y el racionamiento diario que todavía les pasa la Misión consistente en los siguientes artículos: 450 gramos de carne, 70 de yerba mate, 500 de maíz o locro, sal, tabaco, etc., por cada individuo, incluso las mujeres ancianas y enfermas, pues como la Misión no busca el lucro sino la civilización, les pasa racionamiento a cualquiera que se inscriba aunque se trate de un inválido.23

Fray Giuliani se refirió a las cuatro dificultades principales que sufría la orden franciscana en la Misión de Laishí. En primer lugar, la falta de recursos que por entonces perjudicaba a 270 familias tobas y pilagás. En segundo lugar, la libre venta o distribución de alcohol. En tercer lugar, la «vida salvaje del indio» en los establecimientos. Y, finalmente, la libre vagancia de los aborígenes que sabían dónde se distribuía o vendía el licor y abandonaban temporal o definitivamente la Misión. La formación de centros de población, según fray Giuliani, dependía del trabajo constante y seguro de los indígenas. Las «cuadrillas» que se desplazaban unas veinte leguas, a pie, para adquirir licor, perjudicaban la relación de los tobas con los vigilantes o con los inspectores que los buscaban en la zona. Sobre esta base, el misionero afirmó que los tobas justificaban su abandono de la Misión diciendo que se encontraban «visitando un poco mi hermano». El indio alcoholista es incorregible [...] hace cualquier sacrificio, y abandona cualquier comodidad donde no pueda adquirirlo. Los tobas son todos aficionados a las bebidas hasta el punto que con un poco de aguardiente con agua basta para contentarlos y hacerles hacer cualquier trabajo; siendo por otra parte tan grande la enajenación mental que les produce el alcohol que con cincuenta o cien gramos basta para hacerles perder completamente el juicio y dejarlos inútiles por muchas horas. El envenenamiento que produce el alcohol en el indio es mucho mayor que en el blanco, aunque tome menos que éste.

En coincidencia con Estanislao Severo Zeballos, que visitó Laishí en 1916 (Zeballos, 1918), fray Giuliani se dirigió contra los «colonos blancos» que ocupaban las tierras fiscales próximas a la Misión. Según él, dichos «colonos blancos» entregaban a los «colonos indígenas», a esas «pobres gentes», un poco de caña de azúcar a cambio de maíz, hortalizas, mandioca, porotos, gallinas, huevos y herramientas de labranza entregadas por el misionero. Como relató el propio fray Giuliani, el comisario se vio obligado a secuestrar un arado que un «blanco» había captado a cambio de un poco de licor, y él mismo intentó recuperar veinte bolsas que los tobas habían llevado en un

23. En adelante, BACSC, caja 1: «Fragmentos Históricos, Trabajos de los Padres Misioneros Franciscanos de la República Argentina, Informe del Superior de la Misión de San Francisco de Asís en Laishí, fray Ventura Giuliani, al Gobernador del Territorio Nacional de Formosa, Señor Juan José Silva, Chaco Central, 27 de mayo de 1912», Imprenta Colegio Argentino, Corrientes, 1934. El folleto incluye la imagen fotográfica titulada «Cañaveral y algodonal en la Misión Laishí, con los Reverendos Padres J. Pacifici y su secretario J. Zanetti y el Superior de la Misión, Reverendo Padre Ventura Giuliani».

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carro, por la noche, a un establecimiento ubicado en los territorios fiscales. La única solución, según el misionero, era frenar la venta de alcohol a los indígenas con el objetivo de eliminar la «vida salvaje», una vida que no era protegida ni por el pueblo ni por las autoridades: El indio que es por naturaleza nómada y que precisamente porque se contenta con poco lo admiten sin control en cualquier establecimiento; que nadie le pregunta siquiera de dónde viene, donde vá, por qué cambia de un lado para otro, etc., etc., vaga continuamente por todas partes, siendo suficiente a veces cualquier cuento o promesa para que los principiantes en la agricultura abandonen trabajo y herramientas y se trasladen a otro punto, donde les contaron ganarían más, emigrando de noche para no ser visto de nadie, perjudicando así grandemente a la Misión, que le dió herramientas, animales, enseñanza, semillas y manutención. Sería necesario que se les obligase a cumplir con los compromisos asumidos voluntariamente al pedir chacras y útiles, como se obliga a cualquier otro ciudadano cuando se precisa por medio de la autoridad judicial y policial. Pero es costumbre recibida en el territorio, de no hacerles caso; y el indio hace lo que quiere sin que la policía se preocupe de él [...] los blancos con tal de sacar provecho de sus trabajos los embrutecen escandalosamente con el alcohol y bajo este principio los aceptan sin escrúpulo entre sus peones.

Ahora bien, la descripción que el propio misionero fray Giuliani hiciera de sus mandatos implementados desde el año 1908, lo muestran como un ser agresivo que intentaba modificar las costumbres tradicionales, en particular en el momento de la muerte de los indígenas. La religión católica era, según el misionero, la civilización de los indios salvajes, viciosos por su manera de despedirse de los aborígenes originarios del «desierto» (Wright, 1998), particularmente el entierro de indígenas enfermos; viciosos por la estrategia implementada por los «blancos» para emborrachar a los tobas y utilizarlos con libertad en las chacras; y viciosos también por la práctica del infanticidio, que debía ser reprimida por la autoridad policial. Para fray Giuliani no podía admitirse la práctica de los tobas de enterrar a sus enfermos: Desde que me hice cargo de esta Misión, una de mis principales preocupaciones fué, como ni antecesor, insistir en la obligación de hacerlos inscribir en el Registro Civil como se obliga a cualquier habitante de la República, insistiendo sobre todo en la obligación de denunciar los nacimientos y defunciones. Determiné un cargué un lugar para cementerio; amenacé con castigos a cualquiera que diese sepultura a cadáveres fuera de él; y como conocí que es costumbre de los tobas de enterrar al enfermo vivo cuando no hay más esperanza de sanarlo, ordené que no se sepultase a nadie sin que antes revise yo mismo el pretendido cadáver, o por lo menos un vigilante que debe presenciar además la forma en que se entierra. Con estas medidas conseguí anotar en el Registro muchos nacimientos, algunos matrimonios y que en la Misión no se entierra ningún indio vivo. Pero en cambio pude constatar que para eludir la obligación del Registro Civil y poder enterrar los muertos, según sus costumbres, transportan clandestinamente los enfermos graves a esa Capital, a las tolderías del potrero donde viven y mueren con todas sus costumbres salvajes del desierto sin que les falte además los vicios más bajos de los civilizados [...] tienen los tobas otra costumbre tan bárbara y hasta si se quiere mucho más, el infanticidio. Es costumbre, o más bien una Ley, a su modo de ver muy justa, la de matar el niño que nace de una mujer cuyo marido la abandonó, basándose en que el recién nacido no tiene padre que le dé de comer y mirándolo además como venganza contra el padre matando su próle; para llevar a cabo esta acción se reúnen las ancianas parientes de la parturienta, cuando ésta está por salir de cuidado y en cuanto nace la criatura, la entierran haciéndole el hoyo en el mismo toldo, y si tienen esperanza que el padre vuelva a hacerse cargo del hijo y de la madre, lo dejan tres o cuatro días más concluyendo tan bárbara acción en caso negativo. Así como es frecuente el divorcio a cambio de mujeres, así

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también es frecuente el infanticidio donde no se vigila y se castiga entre ellos, los maridos que abandonan mujeres encintas. ¡Cuántos infanticidios a orillas de Formosa sin que las autoridades lo sepan siquiera! Tanto el entierro de moribundos como el infanticidio son hechos tan salvajes que el solo oírlos horroriza a cualquier hombre civilizado. ¿Cómo podrá seguirse tolerando que se continúen cometiendo como costumbre por una agrupación de habitantes de la Nación Argentina y a orillas de la Capital de un territorio? El pronto remedio se impone. La rigurosa imposición del Registro Civil por medio de la autoridad policial como el enrolamiento y conscripción obligatorios darían buen resultado y con el tiempo concluirían con estas costumbres salvajes.

La descripción que el responsable misionero hiciera ante el gobernador en pleno año 1912 nos permite detectar la repetición del conflicto que en 1905 dicho misionero tuvo en San Javier del Chaco santafesino (Dalla-Corte Caballero, 2012). En 1912 fray Giuliani detectó que los «indios salvajes» no establecidos en la misión aprovechaban la tradicional «chicha» para llevarse consigo a los «colonos tobas» de la Misión de Laishí. El misionero informó que las «indiadas» de las colonias Benítez, Margarita, Rolón y Tirol habían organizado, gracias a sus «adivinos», un levantamiento contra los «doesis» (es decir, los «cristianos») que «no eran de su raza». Según fray Giuliani, podía volver a repetirse la triste historia de San Javier de 1905, y la de la reserva de Guaycolec del año 1910, esta última ubicada en la zona oriental del entonces Territorio Nacional de Formosa. Los «adivinos», según el misionero, se dirigían a los «indios»: Además de amenazarles sinó les seguían, les prometían como cosa segura la soñada reconquista del territorio de la raza blanca como obra de Dios, terminando como todos sabemos, con la masacre de los siete individuos de las carpas avanzadas del ferrocarril, y la matanza de indios del «Guaycolec» en febrero de 1910, donde peleando a favor de sus ideales con un piquete del 9 de Caballería, murieron más de doscientos indios, internándose los demás de la junta en el desierto completamente diseminados. Después de estos hechos habían quedado en la Misión sólo setenta familias con chacra y diez o quince todavía sin ella.

Por entonces, fray Giuliani se refirió a los «levantamientos de indios» que tenían más proporciones en los establecimientos productivos que los que habían efectuado durante la vida «salvaje». Según el misionero, los «indios trabajadores» habían conseguido triplicar su salario, pero consideraban necesario luchar contra la «raza blanca», que era invasora de su territorio. El «odio mortal» que sentían por los blancos tenía una razón evidente: según fray Giuliani, el indio se estaba dando perfecta cuenta de que, pese a ganar más dinero, no dejaba de ser indio. Es decir, no era dueño de nada mientras que sus patrones se enriquecían con su trabajo. Fray Giuliani aconsejó encerrar a los «indios locos» en un manicomio, y a los «indios criminales» en la cárcel, pero limitando al ejército que perseguía y asesinaba a los indígenas inocentes. Según el misionero era necesario dividir la «raza india» y proteger a los que trabajaban para cumplir con el objetivo de las misiones, que era civilizar al indígena por medio de la instrucción, favorecer el trabajo, obtener la felicidad temporal en la posesión de un hogar, y especialmente conseguir el respeto de los indígenas a las Leyes argentinas:

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Si cae enfermo, nadie le ayuda sino sus mismos compañeros, y por fin, que por más que le prometan y paguen, su situación es siempre igual, no pasando de ser la bestia de carga de la raza blanca. ¿Cuál será el remedio? ¿Sujetarlos por la fuerza y hacerlos trabajar como un esclavo? ¿Hacerlos matar? Ni uno ni otro podemos admitir por ser contrario a la civilización y ser ambos procedimientos rechazados completamente por la sociedad moderna. El remedio debe ser según la razón. Los indios se levantan indignados por la esclavitud en que se están viendo envolver y guiados y exitados por locos y criminales. Proporcióneles el gobierno lo necesario para que la raza toba y demás indígenas puedan llegar a ser propietarios; déseles tierra, herramientas, manutención, etc., como se les proporcionó en otro tiempo a los colonos extranjeros con la condición que lo paguen más tarde, aunque sea [...] Es un error de la sociedad pensar que los indios sean todos buenos e infelices. Abundan entre ellos los malos y los ladrones y criminales incorregibles como en todas las razas humanas [...] Un loco creyéndose Dios reúne gente de todas partes anunciándoles la resurrección de sus muertos para ayudarles en las peleas de independencia y en la destrucción de la raza blanca, y asegurándoles que no necesitan trabajar porque pronto Dios les ha de entregar las cuantiosas riquezas de los extranjeros.

4. El peso de la tierra chaqueña: la ciencia y los «mil hombres» Durante muchos años, fray Giuliani intervino con la finalidad de establecer la definición legal de cada uno de los franciscanos que por entonces se encontraban en la zona chaqueña de la diócesis de Santa Fe. La frase de que «la obediencia es un voto» sirvió en todas las cartas de los franciscanos convocados, para establecer el destino de los misioneros involucrados en misiones y pueblos en los que podían realizar actividades. Ocurrió, a pedido de Giuliani desde la Misión Indígena San Francisco de Asís de Laishí, el reconocimiento de uno de ellos recientemente fallecido, fray Manuel Eirín, que durante años había actuado en las misiones del Chaco santafesino. En función de la normativa, todos los misioneros debieron ofrecer tres misas.24 Fray Santiago Barilaro, el prefecto de Misiones Indígenas Franciscanas, designó a fray Giuliani y lo apoyó cuando el Departamento Nacional de Higiene del Instituto Bacteriológico de Buenos Aires le comunicó su avance gracias a un tarro con arañas y serpientes «lachesis alternatus, ammodytoides y neuwiedi, crotalus terrificus» y serpientes no venenosas. Gracias al ferrocarril de Gobernador Crespo, fray Giuliani envió a la capital argentina hacia 1927 un tarro con tres culebras del género «xenodon merremii, sin ponzoñas». Fue compensado solo con una ampolla de suero antiofídico. Sus servicios de observación fueron compensados con dinero proveniente de la delegación administrativa de la Dirección de Meteorología del Ministerio de Agricultura de la Nación, radicada en Buenos Aires, una actividad que tanto

24. BACSC, caja 33: carta de fray Ambrosio Pighín, San Lorenzo, a fray Alfredo, San Martín Norte, 1 de diciembre de 1919; BACSC, caja 33: carta de fray B. Giuliani, Laishí, a los RR.FF. y Hermanos Misioneros de la Prefectura de Misiones Franciscanas de la República Argentina, sin fecha.

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fray Giuliani como fray José S. Zurflüh llevaron adelante desde el año 1914, gracias al control de las misiones de Laishí y Tacaaglé.25 El control de la producción de azúcar y el aprovechamiento de las maderas fueron objetivos centrales de fray Giuliani. Ya en 1907 la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata se puso en contacto con los franciscanos, representados por fray Mauricio Gastaldi, para organizar el museo de maderas del país. El objetivo era ligarse a los franciscanos pidiéndoles «pequeños trazos de maderas de esa región con el nombre indígena que se las conoce, debiendo abonar la Facultad el importe del flete».26 Fray Giuliani conservó este proyecto implementado por la Dirección de Economía Rural y Estadística de Buenos Aires y apoyó la investigación de la «semilla de algodón».27 También se encargó de educar a las niñas y mujeres tobas y pilagás en el trabajo manual en los talleres —véase figura 2—. La «nacionalización» de los indígenas (Pereira, 2008) fue la base de la labor de los misioneros que fotografiaron a los indígenas con la bandera argentina como señal de la integración aborigen en la construcción del Estado nacional argentino —véase figura 3—. La diligente propuesta agrícola de fray Giuliani hizo que el gobierno nacional argentino lo nombrase «Corresponsal Especial Agrícola ad honórem» de la Dirección de Economía Rural y Estadística. Las cartas enviadas a fray Giuliani se debían a la guía de encomienda de los frutos de la especie Bixa orellana, vulgarmente semillas de «Urucú», «Achiete» o «Rocú», en rama con frutos o semillas. La industrialización lo vinculó con los pilagás y tobas de las misiones de Laishí y de Tacaaglé. El envío de correspondencia del Laboratorio de Química de la Dirección de Laboratorios del Ministerio de Agricultura muestra el interés que ha generado el estudio de las plantas medicinales desde inicios del siglo XX (Chifa, 2004; Frazier, 1986). Analizadas las semillas, el resultado fue que no eran inferiores a las que se importaban originariamente del Paraguay en cuanto a la cantidad de extractos que suministraban, y por consiguiente era posible su utilización industrial. Por esas épocas de 1927, la Misión de Laishí enviaba unos 100 kg de semillas a Buenos Aires para industrializar las semillas de «Rocú». Desde

25. BACSC, caja 34: carta de fray Santiago Barilaro, prefecto de misiones indígenas franciscanas, designación de fray Ventura Giuliani como superior y cura conversor de la misión de San Martín Norte, San Lorenzo, 3 de noviembre de 1927; Departamento Nacional de Higiene del Instituto Bacteriológico de Buenos Aires, a fray B. Giuliani, San Martín Norte, 27 de mayo de 1927; BACSC, caja 34: carta de la Delegación Administrativa de la Dirección de Meteorología del Ministerio de Agricultura de la Nación, Buenos Aires, a fray B. Giuliani, San Martín Norte, 26 de julio de 1927. 26. BACSC, caja 34: carta de fray B. Giuliani, San Martín Norte y Colonia Dolores, al padre Mauricio Gastaldi, Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, 27 de setiembre de 1907. 27. BACSC, caja 34: carta de fray B. Giuliani, Laishí, a Dirección de Economía Rural y Estadística, Buenos Aires, 12 de agosto de 1927.

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Figura 2

Fuente: BACSC, caja 6: «Trabajo de niñas y mujeres tobas ejecutando trabajos manuales en el patio de los talleres de la Misión Laishí, 18 de setiembre del año 1924».

Figura 3

Fuente: BACSC, caja 3: Niños tobas y pilagás de la Escuela de la Misión Indígena de Laishí con la bandera nacional argentina.

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la capital santafesina le fueron enviados a fray Giuliani tarros de «cyanogas» gracias al ferrocarril de Gobernador Crespo. La Dirección del Ministerio de Agricultura remitió el ejemplar del Almanaque Agrícola del Ministerio, afirmando que las tareas de fray Giuliani fueron verdaderamente eficaces a nivel nacional. Por eso fue aprovechado por la División Algodonera ubicada en Resistencia Chaco para hacerle llegar a Gobernador Crespo o a San Martín Norte diversas semillas de algodón para los indígenas y colonos de la zona.28 Fray Giuliani intentó controlar los gusanos «isora» que dilapidaban las sementeras de lino y apestaban los campos ocupados, y pidió «a Dios que desaparezca el gusano». Se trasladó a la propiedad de Juan Basualdo Pighín gracias al auto de la familia, y celebró misa con otras familias de colonos «para pedir a Dios su bendición sobre los sembrados». Hizo lo propio en el Campo de Mántaras junto con fray Leonardo, «para maldecir el gusano que come el lino. De paso recorrió varias chacras de Ovejita con el mismo fin. Durante el día llegaron otros de La Penca y Colonia Silva con el mismo fin. Todos los linos están llenos de la plaga del gusano Layarta que hace mucho daño. El fray Leonardo no sale a maldecir los gusanos, como sería su gusto, por carecer de facultad [...] la familia Gregoret de La Penca vinieron a llevar a fray Giuliani para exorcizar al gusano del lino». El misionero mantuvo correspondencia con la familia de Guillermo Cainelli, que vivía en Malabrigo, así como con empresarios de la zona, entre ellos el dueño de La Fidelidad, que producía alimentos tales como ajíes picantes, pimientos morrones, chauchas de Yacarandá o Palo Mataco en pleno Chaco, madera de Palo Santo... También con el establecimiento ganadero La Blanca, ubicado en el km 104 del ferrocarril de la zona de San Javier. En los contactos empresariales figuran cartas sobre la actividad política de algunos grupos, así como las campañas «anticatólicas» de una gran mayoría de italianos radicados en esa zona chaqueña santafesina. Como hicieran algunas empresas, el propio fray Giuliani decidió no vincularse personalmente a algunos propietarios de tierras.29 En el año 1923 fray Giuliani se retiró durante un tiempo a la reducción mocoví de Colonia Dolores, y dejó a fray José F. Zurflüh como responsable de la Misión de Laishí. El misionero le relató sus impresiones en la visita que hizo a las zonas aledañas a la misión. Entre las características indígenas, fray Zurflüh

28. BACSC, caja 34: carta de Manuel Parco, Dirección de Economía Rural y Estadística, Buenos Aires, a fray B. Giuliani, Misión de Laishí, 20 de setiembre de 1927; carta de Mauricio Wassner, Ministerio de Agricultura de la Nación, Secretario de la División Algodonera, a fray B. Giuliani, Gobernador Crespo, 21 de setiembre de 1927; carta de Cecilio E. Tribodi, Dirección de Economía Rural y Estadística, División de Defensa Agrícola, a fray B. Giuliani, Misión de Laishí, 19 de octubre de 1927. 29. BACSC, caja 34: Gaceta Algodonera, Reconquista, a fray B. Giuliani, Laishí, noviembre de 1926; carta de C. R. Silvio Greca, Establecimiento Ganadero La Blanca, San Javier, a fray B. Giuliani, 31 de enero de 1928; carta del Dirección del Ministerio de Agricultura, Almanaque Agrícola del Ministerio, a fray B. Giuliani, Gobernador Crespo, febrero de 1928.

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afirmó que era usual encontrar que los colonos dejaban las chacras de las zonas cercanas a las misiones. En una zona de obraje, afirmó: Lo peor que allí sucede es que consiguieron atraer indios de todas partes haciendo enorme propaganda, enviando comisarios también hasta aquí, y distribuyendo muchos uniformes viejos de policía, que los indios reciben sucesivas veces, cambiándo de nombre y los regalan a sus parientes y los venden a los peones de las estancias. En esta zona, la mayoría está uniformada con pantalones de montar y chaquetillas de la policía de la capital. De esta misión se han ido muchos indios abandonando sus chacras aradas, y como algunos de ellos sospechaba que yo podía reclamar de esa propaganda ilegal, se susurraba entre los indios que si yo me presentaba a la reducción me pondrían preso. Por eso mismo hice lo posible por llegar hasta allá. De esa Misión Laishí, también hay una partida de indios; oí que me llamaban por mi nombre y vinieron algunos a saludarme pero no me acuerdo como se llaman.30

Por entonces se impuso en la República Argentina la planta «mil hombres» (aristolochia macroura, nombre científico del griego aristos, excelente, y locheia, parto), que procede de los claros de la selva y montes que bordean los ríos y arroyos de los territorios de Brasil, Paraguay y el nordeste de la República Argentina (Chaco, Corrientes, Misiones y Santa Fe). Se trata precisamente de una enredadera, así mencionada por fray Zurflüh en 1936, de carácter perenne. Son flores castaño rojizas que se utilizan también como yerba y florecen en primavera. Sus propiedades medicinales se encuentran en los tallos y las hojas, que se utilizan como antirreumático o antiséptico de uso externo. Se trata de un nombre común que coexiste con «buche de pavo», «flor de patito», «charruga», «jarinha», «Ipé-mi», «Isipó», según las zonas. El término más habitual es «charrúa», y su conservación forma parte de la cultura chaqueña (Gordillo, 2005). En una ocasión fray Iturralde solicitó a fray Rossi el envío de «los mil hombres» utilizados en términos medicinales: «le pido que me haga la caridad de enviarme una buena cantidad á San Lorenzo, por encomienda postal; pues me hace falta para mí y para otros [...] Espero que me hará este servicio, que le agradeceré mucho». El propio fray Zurflüh le rogó a fray Rossi que le enviara yerba o enredadera «mil hombres» con la esperanza de que algún día «Dios se acuerde también de nosotros». Los misioneros y novicios del Colegio de San Carlos, a cargo de fray Teófilo Luque, probaron las cañas de azúcar, la miel y los «mil hombres» enviados desde Laishí.31 Para el Estado era esencial controlar la «nacionalización» de sus habitantes.

30. BACSC, caja 34: carta de fray José F. Zurflüh, Laishí, a fray Ventura Giuliani, San Martín Norte, 10 de agosto de 1923. 31. BACSC, caja 6: carta de fray Pedro Iturralde, Buenos Aires, a fray Pablo Rossi, Laishí, 10 de mayo de 1930, 25 de setiembre de 1930. BACSC, caja 6: carta de fray José F. Zurflüh, Tacaaglé, a fray Pablo Rossi, Laishí, setiembre de 1920. BACSC, caja 6: carta de fray José F. Zurflüh, Misión Franciscana Tacaaglé (Pilcomayo), a fray Pablo Rossi, Laishí, 8 de enero de 1936. BACSC, caja 6: carta de fray Teófilo Luque, Colegio seráfico San Francisco Solano, San Lorenzo, Provincia de Santa Fe, a fray Pablo Rossi, Laishí, 22 de setiembre de 1937; 22 de julio de 1938; 14 de noviembre de 1938.

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Los «colonos blancos», así denominados por los propios misioneros franciscanos, fueron el corolario del nuevo ambiente económico calificado de «moderno», que, paralelamente, dirigió su atención a áreas hasta entonces poco codiciadas. Este mecanismo transformó la cultura de los aborígenes guaycurúes de la zona (Wright, 2008). El Gran Chaco ayudó al diseño de los estados argentino, paraguayo y boliviano, y fue el origen de las desavenencias de los dos últimos en la primera mitad del siglo XX. Por ello, el 15 de junio de 1927 el Comisionado Especial de Registro Civil solicitó a fray Buenaventura Giuliani la información de los nacimientos, matrimonios y defunciones de los habitantes de la zona, cumpliendo con el artículo 2 de la Ley Nacional núm. 3703. El objetivo del gobierno nacional era controlar el territorio, conocer las condiciones de vida de la población indígena de la frontera con Paraguay, y frenar el posible conflicto bélico en la zona del Chaco Boreal con los países limítrofes, en particular con Bolivia, en plena década de 1920 (Dalla-Corte Caballero, 2010).32 Condicionado por el reclamo gubernamental, fray Giuliani legalizó todos los bautismos que hizo en la iglesia de San Francisco de Asís de la Misión Indígena entre 1908 y 1926, así como los que llevaron adelante los misioneros José F. Zurflüh, José Collalunga, Jorge Loschi, Pablo Rossi, E. Tomassini, Ludovico Casali y Osvaldo Burella en diversos sitios de Laishí.33 Los misioneros Collalunga y Casali bautizaron también en el galpón San Miguel de Curupay. Fray Segundo Bilbao, finalmente, hizo lo propio en la zona de la Colonia Aquino, así como en los kilómetros 94, 133, 144, 185 y 213 del río Bermejo.34 Las familias interesadas en bautizar a las criaturas provinieron también de La Estación de la Misión Indígena Laishí; El Arbito; Bahía Negra (Costa del

32. Biblioteca del Pavelló de la República, Universitat de Barcelona (UB), Revista Comercial Iberoamericana Mercurio, «España y América» de Mariano Viada, XXXII, 22 de setiembre de 1932 y 6 de octubre de 1932. 33. BACSC, caja 3: Croquis y Planos de la Misión Indígena Laishí: «Croquis del Templo de la Misión Franciscana Laishí, Gobernación de Formosa, marcando específicamente el presbiterio, el coro, el atrio y la sacristía». En 1924 fray Giuliani fue convocado con urgencia al convento San Carlos Borromeo, de San Lorenzo, para mantener el orden en las misiones. Su ausencia fue garantizada por el resto de misioneros. BACSC, caja 6: carta de fray Luna, Rosario, al Prefecto de Misiones, fray Ventura Giuliani, San Francisco del Laishí, Correspondencia recibida años 1924-1958. 34. BACSC, caja 2: Misión de Laishí, «Índice del Libro 1º de Bautismos de esta Vicaría Parroquial de San Francisco de Asís de Laishí, Acta de bautismos de los años 1910 a 1926». Declaración: el abajo firmante certifica que las copias de bautismos que anteceden, son copias auténticas del original, asentadas en el Libro Primero de Bautismos, donde la foja 1 a la 55, del Archivo a mi cargo y que remito á norma del canon 470 párrafo 3º del derecho canónico, en fe a lo cual firmo y sello el presente en esta Vicaría Parroquial de San Francisco de Asís de Laishí, á los 20 días del mes de mayo de 1927, fray Ventura Giuliani, Parroquia San Antonio de Asís en la Misión Indígena Laishí, Formosa. Cabe señalar que hacia 1931, fray Segundo Bilbao se encontraba en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Formosa; BACSC, caja 6: carta de fray Segundo Bilbao, Formosa, a fray Pablo Rossi, Laishí, 22 de julio de 1931.

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Salado); Centro del Río Salado; Posta San Ramón; La Posta; Campo Fiscal; La Creencia (o Cresucia); Puerto El Ouchí; La Picada; San Antonio; San Isidro; Colonia El Gato; San Cayetano; departamento Pirané (Pirá-né); Comisaría Irigoyen; Presidente Irigoyen; Rincón Ñandú; Laguna Anta; Herradura; Angelito; El Pindó; El Arbolito; Tres Pitos; El Olvido; El Ombú; Baya Negra; La Lucrecia; Margarita Belén; Costa Riacho Lindo; Campo Oliver; Pacura; Rincón Ñandú; Curupay; La Costa del Mbiguá; Colonia Aquino; Buena Vista del departamento Pilagás; Boca Ramírez; El Paraíso (Formosa); Formosa; Río Bermejo km 94, km 109, km 133, km 133 núm. B, km 144, km 170, km 172, km 180, km 185 y km 213. También la localidad del Presidente Uriburu en el Territorio Nacional del Chaco, la localidad paraguaya de San José, y la aclaración del domicilio de uno de los niños en «El Paraguay». En cuanto a los niños y niñas bautizados, fray Giuliani registró un total de 469 bautismos (241 niñas frente a 228 varones) en presencia de sus padres (un total de 195); 317 de los bautizados (68%) fueron registrados como «naturales» frente a los «legítimos» (32%) . De todos ellos, solo 3 figuran como reconocidos por el Registro Civil. Ahora bien, del total de 467 madres registradas (100%), sabemos que 302 eran de Paraguay, 151 de origen argentino (Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones), 2 uruguayas, 3 españolas, 3 rusas y 1 checoslovaca. Respecto al origen paterno, 121 provenían de Paraguay, 63 aparecen como argentinos, y se suman 3 españoles, 3 rusos, 2 austríacos, 1 uruguayo, 1 checoslovaco y 1 alemán. Finalmente, los 469 niños y niñas bautizados contaron con 391 madrinas mujeres y 396 padrinos varones, los cuales se repetían en cada pueblo al que se dirigieron los misioneros en la zona de lo que hoy es el departamento de Laishí, en el Gran Chaco (Huret, 1911).

5. Reflexiones finales En el año 1980 se reconoció que los nombres de pueblos y parajes de Formosa tenían una data muy reciente, propia del siglo XX, así como diversos orígenes o «estratos». Dichos nombres fueron impuestos por los fundadores o por el poder público; otros eran anónimos, de extracción popular y tenían que ver con la toponimia del lugar, como ocurrió en el Chaco Boreal (Nordenskiöld, 1912). Otros nombres se corresponden con las colonias agrícolas, los establecimientos ganaderos, las construcciones comerciales o industriales, así como con fortines y postas militares. También con las misiones religiosas franciscanas. Los topónimos de raigambre indígena se fueron transformando debido a la influencia de los idiomas «dominantes», en especial el español, que desplazó o modificó los vocablos de los aborígenes (Burmeister, 1899; Gandía, 1929). El nombre de San Francisco del Laishí es verdaderamente nuevo y corresponde a la fundación de la misión, junto con la de Tacaaglé, gracias al decreto de 10 de abril de 1900 por el cual el gobierno nacional autorizó a los

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franciscanos a fundar las misiones indígenas formoseñas. En 1962 el gobierno provincial dictó el decreto núm. 1220, que en su artículo 1.º aprobó en forma oficial y definitiva la denominación de San Francisco de Asís del Laishí. Con el tiempo se suprimió «de Asís», y la Misión Indígena terminó siendo conocida como Misión Laishí, situación similar a la Misión San Francisco Solano de Tacaaglé, también fundada en el año 1900, que se hizo popular como Misión Tacaaglé.35 Hoy día, la Misión Laishí se encuentra situada en el departamento Laishí, ubicado en la zona sur de la provincia de Formosa, a 63 km de la capital, sobre la asfaltada Ruta Provincial núm. 1, y la Ruta Provincial núm. 5, sin asfalto. El 24 de agosto de 1914 se redactó el nuevo «Reglamento de la Misión de San Francisco de Laishí en la Gobernación de Formosa», derogando el decreto de 10 de abril de 1900, al tiempo que el gobierno nacional decidió reducir el territorio entregado a los misioneros franciscanos a inicios del siglo XX.36 Para los sectores dirigentes, propietarios y comerciantes, supuso la regulación de entidades asociativas y corporativas que permitieron su hegemonía en ámbitos tales como el financiero, el bancario y el político. El movimiento asociativo fue así uno de los elementos centrales de la penetración estatal y del control de los recursos naturales. En la expansión de la frontera (Teruel, Lacarrieu, Jerez, 2002; Teruel, 2005; Lucaioli y Nacuzzi, 2010), los gobiernos nacionales se consolidaron con el apoyo de redes familiares y, en el último tercio del siglo XIX, de las burocracias gubernamentales (Oszlak, 1982; Quijada, 2011). Una nueva filosofía sociopolítica positivista, a su vez, cimentó este cambio, así como la integración del inversor extranjero.

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35. BACSC, caja 2: carta del director de Cultura, Departamento Patrimonio Histórico, Dirección de Cultura, Ministerio de Gobierno, al Dr. Armando De Vita y Lacerza, Formosa, 23 de mayo de 1980. También, BACSC, caja 2: «Acerca del nombre San Francisco de Laishí», Departamento de Patrimonio Histórico, Dirección de Cultura, Subsecretaría de Educación y Cultura, Ministerio de Gobierno, 21 de enero de 1980, como respuesta al pedido de Fernando Casals (Casals, 1966). 36. BACSC, caja 25: «Reglamento Oficial de las Misiones Franciscanas Indígenas del Norte en la República Argentina, decretado por el Superior Gobierno de la Nación Argentina con fecha 24 de agosto de 1914». BACSC, caja 2: «Copia facilitada gentilmente por el Secretario General de la Intervención a la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios, Edmundo Vozzi, Buenos Aires, 26 de febrero de 1945».

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