(2012) Roger Casement en Sudamérica: El caucho, la Amazonía y el mundo Atlántico 1884-1916, Argentina: University of La Pampa.

June 30, 2017 | Autor: Angus Mitchell | Categoría: Argentina History, South America, Rubber, Roger Casement
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Descripción

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Eliggi, María Graciela Roger Casement en Sudamerica : el caucho, la Amazonia y el mundo Atlántico 1884- 1916 . - 2a ed. - Santa Rosa : Universidad Nacional de La Pampa, 2012. 145 p. ; 19x24 cm. ISBN 978-950-863-177-0 1. Estudios Culturales. 2. Lenguas Extranjeras. I. Título CDD 306

Fecha de catalogación: 30/08/2012 Editoras: María G. E liggi y Laura P. Z Izarra, Santa Rosa, La Pampa. Diseño de tapa y diagramación: María Sofía Eliggi Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de este libro por cualquier medio o procedimiento, electrónico o mecánico sin la expresa autorización de sus editores. Impreso en Argentina ISBN 978-950-863-177-0 Cumplido con lo que marca la ley 11.723 EdUNLPam - Año 2012 Cnel. Gil 353 - CP L6300DUG SANTA ROSA - La Pampa - Argentina

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Universidad Nacional de La Pampa Rector: Sergio Aldo Baudino Vice-rector: Hugo Alfredo Alfonso EdUNLPam Presidente: Jorge Cervellini Director: Rodolfo David Rodríguez Consejo Editor: María Silvia Di Liscia; Estela Torroba; Ana María Rodríguez; Alicia Kin; Edith Alvarellos de Lell; Marisa Elizalde; María Cristina Martín; Mónica Boeris; Griselda Cistac; Jorge Osmar Bonino. 5

ABRIL 17, 1915. 6

Roger Casement en Sudamérica El Caucho, la Amazonía y el Mundo Atlántico 1884-1916

Angus Mitchell

María Graciela Eliggi / Laura P. Z. Izarra (Editoras) Universidad Nacional de La Pampa, Argentina. Proyecto de Investigación “Las Américas e Irlanda: estudios culturales y traducción”, Universidad de San Pablo, Brasil Cátedra W.B. Yeats de Estudios Irlandeses

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Palabras de Mario Vargas Llosa Me parece magnífico el proyecto de editar todos los textos de Roger Casement referentes al Brasil. Además de un formidable luchador por los Derechos Humanos y defensor de los pueblos indígenas, Roger Casement fue un inteligente observador de la naturaleza, la vida social y los tipos humanos que se cruzaron en su vida tan rica y aventurera, y estoy seguro de que esa colección de textos arrojará mucha luz sobre la vida brasileña de su tiempo. Todo lo que he leído de él, incluso los informes y mensajes rutinarios de la vida consular, están llenos de observaciones sagaces y originales y revelan a un hombre de gran sensibilidad, desprejuiciado y ávido por conocer la realidad sin dejar que su visión se enturbiara por prejuicios y lugares comunes. De otro lado, él conoció lugares muy diferentes del Brasil y vivió en carne propia el mundo más primitivo y rural y el más refinado y urbano y en sus textos ese contraste aparece escrito con gran precisión, color y riqueza de anécdotas. Muchas veces sus apreciaciones sobre el Brasil fueron severas, pero la atención con que se interesó por sus problemas, su actualidad política y su vida cultural, demuestra qué profundamente se estableció entre él y el país de Euclides Da Cunha un vínculo muy fuerte. Por su parte, la experiencia brasileña enriqueció enormemente la manera de pensar y ver el mundo de Roger Casement.

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Mario Vargas Llosa (carta a Angus Mitchell)

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Prólogo de la Segunda Edición en Español El proyecto de investigación “Irlandeses en Argentina: recuperación de fuentes, traducción y crítica” que se desarrolló en la Facultad de Ciencias Humanas durantes los años 2007 a 2010 dio lugar a otro nuevo denominado “Las Américas e Irlanda: estudios culturales y traducción” que a comienzos de 2011 inició su trabajo reuniendo al equipo de investigación anterior y ampliándolo para este nuevo período 2011-2014, hecho que como directora y co-directora de ambos me complace enormemente. Como integrante de ambos proyectos he podido observar que, de manera gradual, nuestro aporte al área de estudios, ayudó a instalar en distintos ámbitos de nuestro país una nueva discusión acerca de la literatura y cultura irlandesas como tema de investigación, independientemente de la existencia de numerosos estudios previos realizados dentro del campo de la literatura inglesa. A fines de 2010, nuestra colega, amiga y asesora de proyecto, especialista en el área de Estudios Irlandeses, la Dra. Laura Izarra, me propone realizar la traducción de este libro que sirve como catálogo de la muestra fotográfica sobre la vida y actuación del multifacético irlandés Roger Casement. Casement, precursor en la defensa de los derechos de los pueblos originarios de 11

África y América, en una época en que estas causas humanitarias no eran moneda corriente, se presentó, así, como una nueva área de proyecto a desarrollar, por cierto muy interesante. La propuesta fue recibida con entusiasmo de mi parte y formalizada en febrero de 2011, fecha a partir de la cual iniciamos el proceso de traducción de la obra*. 1 La tarea resultó apasionante. Partiendo de mi desconocimiento respecto de esta figura impactante de la historia de Irlanda en su relación con el resto del mundo y, en especial, con países de América, la traducción me develó a mí y a mi colega, con la que compartimos este trabajo, una personalidad fascinante, crítica, de gran austeridad y convicciones férreas que lo llevaron a un final injusto pero sobrellevado con absoluta dignidad. Conocer a Roger Casement, fue en definitiva, no ya la realización de otra nueva traducción, sino un privilegio compartido. Compartido con Laura Izarra y gracias a su generosidad académica, con Angus Mitchell el autor de la obra, a quien tuve la oportunidad de conocer en marzo de este mismo año en la III Conferencia de SILAS que se 1 * N. del T.: Paralelamente me aboqué a la lectura de la última novela de Mario Vargas Llosa, El Sueño del Celta la que curiosamente gira en torno de la vida de Roger Casement.

llevó a cabo en sede de la Dublin City University, Dublín, Irlanda, y en la que el autor disertó acerca del viaje de Roger Casement en 1911 por el Amazonas y sus hallazgos. Respecto de la decisión compartida de cambiar el título de la obra para la versión en español a Roger Casement en Sudamérica. El Caucho, la Amazonía y el Mundo Atlántico 1884-1916, y agregar en esta segunda edición-2012- información complementaria, quisiera señalar que la posibilidad de difundir hechos de la vida y obra de Casement ante una audiencia hispano-hablante motivó la ampliación de la información por parte del autor, la que se encuentra contenida en los dos Apéndices finales. En el primero- “Roger Casement y Sudamérica” - se incorporan datos muy interesantes y reveladores no sólo de su vida en Brasil y de sus viajes por la cuenca amazónica, sino también acerca de las relaciones de Roger Casement con Argentina, su paso por este país, sus conexiones y su visión de esta tierra y su gente, entre los que encontró a muchos de sus coterráneos, exiliados irlandeses. De igual manera el segundo Apéndice –“Roger Casement e Iberoamérica”- presenta la visión de Casement respecto del modus operandi de españoles y portugueses en los procesos de conquista y colonización de nuevos territorios y establece una comparación

entre el accionar de los primeros en América y la relación de sometimiento y colonización de Irlanda por parte de Inglaterra. Por último, un comentario merece la inclusión en esta edición, de los prólogos de todas las ediciones de este Catálogo- español- portugués e ingléslos que dan cuenta de la relevancia de la vida y obra de Casement en el mundo atlántico pero también de la sólida red generada en torno a su persona, que reúne el trabajo en conjunto de investigadores irlandeses, brasileños y argentinos y sus perspectivas. En total coincidencia con lo expresado por el escritor Mario Vargas Llosa en el original en inglés, considero que esta obra no sólo “iluminará en gran medida el Brasil de su tiempo” sino que también permitirá una reflexión mayor acerca de lo acontecido en los demás países sudamericanos que comparten la cuenca amazónica y que Casement visitara en sus viajes tendientes a esclarecer las situaciones denunciadas. Espero que esta versión en español permita dar a conocer lo hecho por Roger Casement, ampliar la recepción y reflexionar acerca de cuestiones humanitarias y ambientales que, pasado un siglo, aun continúan siendo parte de la agenda de problemas a resolver en la región y en el mundo. 12

María Graciela Eliggi Traductora - Editora Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de La Pampa

Prólogo de la Edición en Portugués Roger Casement ocupó un lugar importante en la historia brasileña. Fue cónsul británico en Santos (1906-1908) y en Belén do Pará (1908-1909) y cónsul general en Río de Janeiro (1909-1913). Durante el período en el que estuvo en Brasil dejó registrados en sus informes, cartas y diarios, acontecimientos que marcarían el inicio de la modernización del país y el desarrollo de la economía atlántica. La publicación de este libro, traducido al portugués por Mariana Bolfarine a partir de la primera edición en inglés, cuyo lanzamiento se hizo en agosto de 2010 en conmemoración del centenario del primer viaje de Casement a la Amazonía, se hizo posible gracias al apoyo de la Pro-Secretaría de Cultura y Extensión de la Universidad de San Pablo. Roger Casement en Brasil: El Caucho, La Amazonía y El Mundo Atlántico, 1884-1916 busca rescatar el lugar del cónsul británico de origen irlandés en el ámbito de la historia de Brasil y divulgar su legado en el contexto más amplio de inicio de la discusión acerca de los derechos humanos y de la lucha contra la esclavitud en el mundo atlántico. La demanda del mercado global de caucho cambió la política económi13

ca, y más drásticamente, la demografía de la región amazónica. La invasión de las regiones tropicales con bosques de árboles de caucho, aún no demarcadas, provocó graves daños para las comunidades locales; a nivel diplomático, en esa época se firmaron varios tratados, a veces de manera secreta, para restituir tierras sin dueño como parte del territorio nacional. La actuación de Roger Casement relacionada con las denuncias de atrocidades cometidas en nombre de la civilización durante el reinado de Leopoldo II en el Congo y el polémico artículo de Sidney Paternoster publicado en la revista británica Truth llevaron al gobierno británico a enviar a Casement a la Amazonía con el propósito de investigar los hechos relatados por el periodista. En su artículo del 22 de septiembre de 1909, “The Devil’s Paradise: A BritishOwned Congo” (“El Paraíso del Diablo: El Congo Británico”), Paternoster describía las crueldades cometidas por una compañía británica, la Peruvian Amazon Company. En agosto de 1910, Casement viaja por primera vez al noroeste de aquella región y comprueba los crímenes contra la humanidad resultantes de la industria

de la extracción del caucho. Ese viaje, así como el de 1911, agudizó su percepción respecto del poder destructivo de los imperios. Sus investigaciones realizadas en el terriorio amazónico, en el mismo período en que se estaba construyendo el ferrocarril Madeira-Mamoré (19071912), revelaron que, súbditos de la corona, oriundos de Barbados, ayudaban a esclavizar a los indígenas. Ese hecho despertó la indignación del público en Gran Bretaña y contribuyó a “desviar las inversiones internacionales asignadas a la Amazonía hacia una economía emergente de plantaciones de árboles de caucho en el sudeste asiático” (Mitchell 15-17) Más tarde, Casement reconocería la devastadora dimensión de la participación directa o indirecta de Gran Bretaña en las violaciones a los derechos humanos cometidas en África y en América del Sur. Luego de sus denuncias, que atrajeron la atención de todo el mundo, renunció a su cargo al servicio del gobierno británico y comenzó a participar activamente del movimiento nacionalista irlandés. En 1913 ayudó a formar el grupo “Voluntarios Irlandeses”. A continuación planificó la compra de armamentos para la lucha contra el Imperio en Irlanda. Más tarde fue capturado y condenado a muerte por alta traición debido a su participación en el

Levantamiento de Pascua, insurrección republicana que tuvo lugar en 1916. Casement permaneció preso en la Prisión de Pentonville y fue ejecutado el 3 de agosto de 1916, siendo el último de los dieciseis revolucionarios en morir. Algunos historiadores que han reflexionado sobre el impacto de las campañas realizadas en contra de la capacidad destructiva del caucho notan que los escritos de Roger Casement surgen como parte integrante del discurso contemporáneo de respeto a los derechos humanos y de justicia social. La palabra “caucho” fue sinónimo de conocimiento y también de poder, y la narrativa de Casement anticipa muchos aspectos de la cultura y de la política contemporánea global. Las historias del caucho traen a la luz las políticas de la memoria y de los silencios de la historia. La política de la memoria invoca una “época de oro” en la que lujosos barcos a vapor unían los puertos de Europa Occidental y de América del Norte con Manaos e Iquitos. La historia de la Booth Steamship Company resulta relevante para comprender las actividades realizadas sobre el río Amazonas. Además, la misma política evoca también la rica arquitectura del contexto amazónico y una producción cultural dentro de la que se publicaron varios libros de relieve como el Anuário de 14

Manaus (1912-1913), o el Anuário do Pará (1908) y el Álbum do Amazonas, y se confeccionaron también mapas, en paralelo con la introducción de nuevas tecnologías como el cine y la electricidad. La fascinante diversidad botánica de la región despertó el interés de los centros internacionales de investigación y, consecuentemente, el desarrollo científico de la Amazonía, incorporándola al mapa y a los designios del Imperio. João Barbosa Rodrigues creó el Museo Botánico de Manaos en 1883, como apoyo a la princesa imperial de Brasil, Isabel de Bragança y Bourbon. En cuanto al silencio de la historia, Luiz Bitton Telles da Rocha y Rafael Cesar Costa Corrêa relatan en el Prólogo a la edición en inglés, lanzada durante el transcurso del Simposio Internacional sobre Roger Casement realizado en la Universidad Federal de Manaos que diversos periódicos locales registraron la presencia del diplomático como representante del Imperio Británico en Manaos aunque silenciaron su investigación acerca del “maltrato sufrido por las poblaciones de origen indígena [...], asuntos poco agradables para sectores de la sociedad local que se veían a sí mismos como los elegidos para participar del proceso civilizatorio de la Belle Époque” (Mitchell 2010, 11). Los investigadores amazónicos 15

también observan que, en un pasaje del diario de Casement, la descripción del flirteo entre adolescentes en una típica tarde de calor tropical en Manaos, en una plaza proyectada al estilo europeo del art nouveau, revela la mirada del extranjero magnetizado por la figura de un atlético joven del colegio D. Pedro II” (op. cit. 12), un aspecto de la sexualidad nativa escondido por las elites en la respresentación de la Amazonía de la época. La vida de Roger Casement y el valor histórico de sus documentos inspiraron también a varios escritores como Joseph Conrad, Arthur Conan Doyle, H.G. Wells y Eustácio Rivera; El Sueño del Celta, para representar las atrocidades cometidas en África y en el Putumayo. Más recientemente, el novelista irlandés John Banville escribió un guión sobre Casement en la Amazonía para un proyecto del director de cine Neil Jordan, y el escritor peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010 publicó en noviembre de ese mismo año la novela El sueño del celta, basada en la vida del polémico héroe irlandés. También se hicieron algunos documentales sobre su vida. El primero, Río Putumayo (1913), fue encomendado por Julio Cesar Arana. Consciente de que su reputación se había visto comprometida por dirigir la Peruvian

Amazon Company, Arana decidió pagar los estudios de cine del joven portugués Silvino Santos en París para que realizase un filme sobre el “éxito” de su misión civilizadora en el río Putumayo. Sin embargo, la única copia se perdió durante el viaje en barco hacia Europa y apenas sobrevivieron algunos cortes, rescatados del piso de la sala de edición. O Cineasta da Selva (1996), de Aurélio Michiles, rescata la historia de ese pionero. Otros documentales más recientes, como por ejemplo The Ghost of Roger Casement (2002), de Alan Gilsenan, y White King, Red Rubber, Black Death (2003) de Peter Bate, también revisan la historia de Roger Casement, del caucho y del Atlántico. Casement produjo innumerables escritos sobre Brasil en los que analiza la sociedad y las costumbres del país de forma perspicaz, y merece por lo tanto, más allá de las denuncias, un lugar destacado dentro de las muchas y variadas narrativas de viaje de esa época. Algunos fragmentos de esas impresiones fueron seleccionados para el apéndice de esta publicación, entre los que se destacan las descripciones de los diversos indígenas de la región y su visión sobre el episodio de la muerte de Euclides da Cunha, entre otros hechos históricos y sociales Roger Casement en Brasil: El Cau-

cho, La Amazonía y El Mundo Atlántico, 1884-1916 de Angus Mitchell, trae a la luz la presencia de Casement en las relaciones transatlánticas y latinoamericanas, enfatizando la importancia del revisionismo en la complicada política del auge del caucho en el Amazonas.

Laura P. Z. Izarra Cátedra de Estudios Irlandeses W. B. Yeats Universidad de San Pablo 16

Prólogo de la Edición en Inglés

En los años que inmediatamente precedieron a la crisis en la economía del caucho, cuando la población de Manaos oscilaba entre 60.000 y 90.000 habitantes y los miembros de su élite buscaban algo que les pudiera otorgar importancia y permanencia a sus estilos de vida, comenzaron a aparecer en varios periódicos locales, informes de noticias acerca de un cierto diplomático británico. Dicho diplomático buscaba realizar una investigación relacionada con las condiciones laborales para ver si las mismas guardaban conformidad con las normas que operaban en otros países occidentales. La averiguación tenía conexión con las prácticas laborales establecidas por los productores de caucho hacia fines de siglo. Fue en ese contexto que las historias en los periódicos locales presentaban la llegada de Roger Casement, miembro respetable del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, quien había adoptado una posición militante en defensa de las poblaciones indígenas de varias regiones tropicales, en un tiempo en el que la cuestión de la alteridad no era muy valorada en los foros occidentales. 17

Los viajes de Roger Casement a la Amazonía, hasta hace muy poco tiempo de escaso interés para la historiografía de la región, han sido siempre difíciles de asimilar tanto para la élite intelectual y como para los historiadores locales por igual, ya que, en lugar de ennoblecer de manera chauvinista la importancia de la economía del caucho, dada la riqueza que aquella generaba en cuanto a cifras de exportación o a la repercusión en la arquitectura, Casement se interesó por investigar el tratamiento al que fueron sometidos los miembros de las poblaciones indígenas insertados de modo coercitivo en la industria de la extracción del caucho, por medio de violentos procesos intimidatorios. Fue en este contexto que, los periódicos de la ciudad, informaron alrededor de 1910, la aparición del joven diplomático en Manaos como representante del Imperio Británico, omitiendo de manera conveniente cualquier mención a sujetos que podrían haber ofendido a los miembros de la sociedad local, los que aun se veían a sí mismos como los instrumentos locales del proceso civilizador de la belle époque – percepción que sería desafiada

sólo unos pocos años más tarde por la crisis en la economía de la extracción del caucho. Los viajes de Casement otorgaron un aire de modernidad a la región, no debido a su forma de vestir, que fue de gran interés para los miembros de la élite, sino debido a los temas que él abordó, que hasta ese momento no habían sido motivo de discusión en el mundo amazónico. Julio César Arana se vio obligado a producir un film (que más tarde se perdería en un naufragio durante la Primera Guerra Mundial) para defenderse de las acusaciones de explotación a miembros de las comunidades indígenas, y más adelante, los intelectuales locales mantendrían discusiones literarias concernientes a las penurias sufridas por los trabajadores del caucho. Más recientemente la publicación de los diarios de Casement arrojó luz sobre otra faceta de su modernidad-la sensualidad como una forma de dominación. La descripción del coqueteo adolescente durante una tarde de calor tropical típica de Manaos, en una plaza pública diseñada en el estilo europeo del art noveau, revela la perspectiva de un extranjero extasiado por la figura de un estudiante en el colegio secundario don Pedro II, una visión hasta ese momento oculta en la representación de la Amazonía y de su élite, en ese tiempo de

auge económico. Los viajes de Roger Casement a la Amazonía estuvieron confinados al olvido por muchos años, confundidos debido a su subsiguiente participación en la lucha por la independencia irlandesa, en el Levantamiento de Pascua de 1916, en el medio de la Gran Guerra. En su persona encontramos varias dimensiones que hacen posible convocar al pasado. Su carácter contradictorio-un irlandés pagado por la corona británica, que más tarde se convertiría en un importante defensor de la independencia irlandesa-es esencialmente moderno. Si, como sostiene Walter Benjamin, la historia de ciertos sectores y ciertos temas es una historia de los restos de la Historia, tal vez, pasados 100 años, Roger Casement nos pueda ahora permitir a nosotros traer un poco del aire fresco de la modernidad, no sólo a la historia de la Amazonía, sino también a la vida de sus habitantes. Le damos la bienvenida a esta colección de materiales sobre Roger Casement realizada por Angus Mitchell que se publica gracias a los auspicios del Simposio Internacional ‘Roger Casement: El caucho, la Amazonía y el mundo Atlántico (1884-1916)’, que se llevó a cabo en Manaos en agosto de 2010, organizado conjuntamente por la cátedra W. B. Yeats de Estudios Irlandeses de la Universidad de San Pa18

blo, la Asociación Brasileña de Estudios Irlandeses y la Universidad Federal de Manaos.

Luiz Bitton Telles da Rocha. Miembro del Comité Organizador. Rafael Cesar Costa Correa. Investigador acerca de la vida de Roger Casement en la Amazonía. Traducción al inglés Peter James Harris. 19

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Contenidos 9

Palabras de Mario Vargas Llosa Prólogo de la segunda edición en español María Graciela Eliggi

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Prólogo de la edición en portugués Laura P.Z. Izarra

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Prólogo de la edición en inglés Luiz Bitton Telles Da Rocha y Rafael César Costa Correa

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Roger Casement: El Caucho, la Amazonía y el Mundo Atlántico 1884-1916 Angus Mitchell

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Apéndice I: Roger Casement y Sudamérica

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Rastros de la correspondencia producida en Brasil

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Los indios del Putumayo

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Roger Casement en Argentina

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Apéndice II: Roger Casement e Iberoamérica

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Roger Casement

El Caucho, la Amazonía y el Mundo Atlántico 1884-1916 La monumental Bibliografía Brasiliana compilada por Rubens Borba de Moraes que termina en 1900, no hace referencia alguna a la carrera del cónsul británico Roger Casement en Brasil.1 Aún cuando en la actualidad se publicara un volumen suplementario producido y actualizado hasta el fin del milenio, cualquier especialista en bibliografías se encontraría muy presionado para encontrar un trabajo de Casement que pudiera ser incluido en el gran compendio de narrativas y textos escritos por viajeros en Brasil. Sin embargo, a pesar de esta falta de cualquier volumen fácilmente identificable, Roger Casement produjo una amplia cantidad de escritos acerca de Brasil que justifica su inclusión como un analista exigente del país y de su gente. Su nombre merece el mismo nivel de reconocimiento que se otorgó a otros viajeros y comentadores más conocidos tales como María Graham, Charles Darwin, Louis Agassiz, Margaret Mee, o Lévis Strauss. Esta breve publicación intenta recuperar el lugar de Casement 1 Moraes, Rubens Borba de. Bibliografía Brasiliana (Río de Janeiro: Librería Cosmos, 1983). Esta guía en dos volúmenes, indispensable, hace un listado y describe brevemente trabajos acerca de Brasil publicados desde 1504 hasta 1900, y trabajos de autores brasileños publicados en el extranjero antes de la independencia de Brasil en 1822.

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dentro de la historia brasileña y ubicar su legado textual en los contextos más amplios del activismo anti esclavitud en el mundo atlántico y en los discursos nacientes tanto de los derechos humanos como del activismo anticolonial del siglo XX. Durante sus tres períodos de residencia en Brasil como funcionario consular británico-en Santos (septiembre de 1906 a enero de 1908), Belén do Pará (febrero de 1908 a febrero de 1909) y como cónsul general en Río de Janeiro (marzo de 1909 a agosto de 1913) Casement fue testigo y observó varios eventos claves en el moderno surgimiento de la nación, así como también percibió de manera crítica, aspectos de la situación geopolítica y económica de Brasil dentro de la economía atlántica. En 1910 lideró una misión oficial al noroeste de la Amazonía para investigar informes de crímenes generalizados en contra de la humanidad como resultado de la industria de la extracción del caucho. El viaje profundizaría sus preocupaciones acerca de la capacidad destructiva de los imperios y del poder de modernización descontrolada. En 1911 se embarcó en un segundo viaje por el Amazonas hacia Iquitos en circunstancias muy dife-

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rentes, para intentar que se haga justicia con los perpetradores de dichas atrocidades. Sus investigaciones despertaron críticas públicas en Gran Bretaña y ayudaron a desviar la inversión internacio-

nal lejos de la Amazonía y en dirección a la emergente economía de plantaciones de caucho en el sudeste de Asia. La decisión del primer ministro británico H.H. Asquith de abrir una investigación por parte de un Comisión investigadora parlamentaria compuesta por miem-

Dibujo botánico de Hevea brasiliensis En la primera década del siglo veinte el valor de mercado del caucho extractivo alcanzó su pico máximo. Una nueva época de modernización, definida por la electricidad y el auto a motor se hizo muy dependiente de las crecientes provisiones de caucho.

bros del gobierno y la oposición, llevó la investigación a otro nivel de análisis público. Hacia mediados de 1913, cuando el informe de la Comisión fue publica25

do, las atrocidades del Putumayo habían generado un laberinto de detalles acerca de la industria de la extracción del caucho.

El valor histórico de esta gran cantidad de textos, testimonios y evidencias directa e indirectamente relacionadas con las atrocidades del Putumayo ha atraído una cantidad excepcional de compromiso intelectual y académico. Joseph Conrad, el autor de El corazón de las tinieblas, aborda por toca la historia de Casement de manera muy enigmática. Conrad y Casement habían compartido vivienda en el Congo y entre los dos hombres se había desarrollado una amistad. Conrad comparó a Casement con el misionero español y anterior de-

fensor de la vida indígena, Bartolomé de las Casas, y Casement organizó sus viajes por el río Congo y el Amazonas de manera que tienen una profunda resonancia en la novela de Conrad. Otro autor popular de la época, Arthur Conan Doyle, creador del inescrutable Sherlock Holmes, basó uno de sus perdurables libros de ficción, El Mundo Perdido, en información proporcionada por Casement referida a sus viajes por el Amazonas. En 1932, H. G. Wells incluye una sección sobre el Putumayo y la mano de obra tropical forzada, en su análisis

La reinvención de la rueda Desde la década de 1880, la demanda de caucho comenzó a crecer rápidamente, cuando un veterinario escocés, John Boyd Dunlop, diseñó el prototipo de la rueda neumática. Dunlop vivió y trabajó en Belfast pero la primera fábrica Dunlop se estableció en Dublín.

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de la sociedad industrial denominada El Trabajo, la Riqueza y la Felicidad de la Humanidad. El trabajo pionero del antropólogo Michael Taussig, Chamanismo, colonialismo y el hombre salvaje. Un estudio sobre el terror y la curación, invocó los textos producidos acerca de las atrocidades del Putumayo como una forma de cuestionar las políticas y las construcciones distorsionadas de la realidad colonial. Más recientemente, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, ha vuelto a contar la historia de Casement en su novela El Sueño del Celta. En el si-

Primeras publicidades de los neumáticos Dunlop

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glo que ha pasado desde que los crímenes del Putumayo fueron hechos públicos, la tragedia se ha convertido en una fuente, tanto de continua controversia como así también de análisis crítico del encuentro entre el mundo indígena de Sudamérica y el avance descontrolado de la modernidad. Más aún, la historia es una fuente importante que permite entender un momento central de la industria de la extracción del caucho en la Amazonía y sirve como valiosa percepción de las políticas de la memoria.

Casement en África: Antes de llegar a Brasil, Casement pasó unos 20 años sirviendo en distintos puestos coloniales en África sub-Sahara. Llegó a la desembocadura del río Congo en 1884, poco tiempo antes de la conferencia de Berlín sobre África occidental, en la cual diplomáticos y empresarios europeos y estadounidenses se reunieron para discutir el futuro del comercio y del libre comercio en África y por lo tanto iniciaron una escalada de

poder hacia las regiones del interior. La primera designación que tuvo Casement fue la de funcionario colonial de la Asociación Internacional del rey Leopoldo II de Bélgica. Una Fotografía tomada en 1886 lo muestra parado al lado de varios funcionarios de jerarquía relacionados a la empresa del Congo e indica cómo, desde un primer momento en su carrera africana, Casement estuvo vinculado a los altos círculos de poder.

Roger Casement con funcionarios de la Asociación Internacional del Congo, aprox. 1886 Desde los comienzos de su carrera en África, Roger Casement causó una buena impresión en sus administradores más antiguos. En esta foto él se ubica de pie detrás del grupo y lleva sombrero de paja.

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Sin embargo, muy pronto comenzarían a surgir sus preocupaciones acerca de la empresa africana del rey Leopoldo II de Bélgica. Casement renunció a su puesto y de ahí en más tomó ventaja de una cantidad de diferentes oportunidades disponibles para un aventurero colonial. Trabajó durante cierto tiempo como reclutador de mano de obra, agrimensor y misionero civil. En 1892 fue seleccionado por el Ministerio de Relaciones Exteriores británico y empleado como agrimensor oficial en la Oil Rivers Protectorate o Niger Coast Protectorate, en la que él desarrolló una serie de relevamientos cartográficos y realizó viajes de inteligencia en la zona de influencia del delta del Níger, entre los antiguos puertos de esclavos de Bonny y Old Calabar sobre el Atlántico. Después de otros dos años recolectando información acerca del movimiento de armas a través de Lorenzo Márquez en África

Roger Casement con Mary Kingsley en Old Calabar Roger Casement fotografiado con la africanista Mary Kingsley en la residencia consular en el antiguo puerto de esclavos de Old Calabar. Los dos libros de Kingsley acerca de sus viajes por África Occidental- Travels in West Africa y West African Studies- ejercieron influencia sobre la política del gobierno y el surgimiento de la política de gobierno indirecto. Los años en los que Casement trabajó en África Occidental lo conectaron al trasfondo histórico de la esclavitud trasatlántica y las conexiones subalternas que unían el Congo con Brasil.

oriental portuguesa, fue designado cónsul británico en esa misma región de África, un distrito consular amplio que abarcaba el área entre Angola y los territorios del Congo reclamados por Francia y Bélgica. Para ese entonces, Casement había sobrevivido catorce años en África y se había establecido dentro de los círculos de gobierno como un funcionario colonial extraordinariamente diligente y honesto. Durante los próximos cinco años viajó en todos los sentidos a través de su distrito consular, mudando su oficina de Luanda a Boma y redefiniendo y redibujando las fronteras del distrito consular británico. 29

África, no obstante, se hacía más y más inestable como resultado de la interferencia europea y de la imposición de una constante administración de mano dura. Comenzaron a circular en la zona atlántica rumores desestabilizadores acerca de “nuevas esclavitudes” que habían surgido a partir de la abolición de

la esclavitud trasatlántica2 . La administración del rey Leopoldo en el Congo alcanzó una reputación notoriamente brutal en la medida en que los habitantes indígenas de África central se vieron forzados a adaptarse a un sistema de recolección de caucho basado en el miedo, el trabajo forzado y la violencia.

Manos amputadas. La amputación deliberada de manos por parte del régimen del Estado Libre del Congo impuesta a aquellos hombres, mujeres y niños que no alcanzaban a cumplir con la cuota de caucho exigida por la compañía indignó al público y ayudó a traer apoyo para el movimiento reformista. La cámara fotográfica se convirtió en un valioso instrumento en la lucha por consolidar apoyo público a la campaña. 2 El mejor estudio sobre el Congo continúa siendo S.J.S. Cookey. Britain and the Congo Question, 1885-1913 (London: Longmans, 1968). Más recientemente, Adam Hochschild generó una polémica controversia en su racconto popular del tema en King Leopold´s Ghost: A story of greed, terror and heroism in colonial Africa (Oxford: MacMillan, 2006). Dos estudios recientes y valiosos incluyen: Kevin Grant, A Civilised Savagery: Britain and the New Slaveries in Africa, 1884-1926 (New York: Routledge, 2005); Robert Burroughs, Travel Writings and Atrocities: Eyewitness Accounts of Colonialism in the Congo, Angola and the Putumayo (New York: Routledge, 2010).

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Tortura, desfiguración y muerte eran elementos esenciales del modus operandi del Estado Libre del Congo. Los esfuerzos de unos pocos activistas, y en particular del joven periodista E. D. Morel, decididos a denunciar esta situación, hicieron que se fuera despertando

un sentimiento de indignación pública. Desde 1900 Morel comenzó a escribir artículos profundamente críticos acerca de la economía política del comercio en África Occidental y gradualmente construyó una cohorte de apoyos influyentes.3

Roger Casement con May French Sheldon La única foto identificable de Casement durante su viaje de 1903 lo muestra de regreso a Inglaterra. Su cuerpo delgado y exhausto y su apariencia fantasmal indican cuan exigente había probado ser su viaje. Él se encuentra de pie junto a la autora y aventurera May French Sheldon, que estaba en su camino hacia el Congo para compilar un informe en defensa del régimen del rey Leopoldo II.

3 Morel escribió una gran cantidad de material acerca de la política en África occidental y el Congo. Resultan de particular importancia para comprender la situación del caucho King Leopold’s Rule in Africa (New York: Funk and Wagnalls, 1905), Red Rubber: the Story of the Rubber Slave Trade Flourishing on the Congo in the Year of Grace 1906 (London: Fisher Unwin, 1906) y Wm. Roger Louis y Jean Stengers, E. D. Morel’s History of the Congo Reform Movement (Oxford: Clarendon Press, 1968).

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En 1903 el secretario de Relaciones Exteriores británico, Lord Lansdowne, le ordenó a Roger Casement, “su hombre en el lugar,” que realizara un viaje por el alto Congo para investigar la situación e informar el estado de manera oficial. Desde que se hiciera cargo de su puesto consular en el Congo en 1898, Casement había estado recopilando información de manera secreta en la cual se exponían las injusticias resultantes de la administración colonial en el bajo Congo. En la última parte de 1903 viajó a través de una cantidad de distritos del alto Congo y recopiló todo un dossier con evidencias y con los testimonios recogidos de las víctimas del régimen y también con información provista por una cantidad de misioneros que poseían amplio conocimiento de la región. Su investigación revistió, a su vez, mayor autoridad, dado que Casement había visitado muchas de esas mismas áreas al comienzo de su carrera en África y estaba en condiciones, entonces, de realizar una comparación basada en su propio conocimiento y experiencia tanto de los beneficios como de los problemas que pudieran surgir de la administración colonial. Su análisis riguroso y objetivo describía la atroz degradación tanto de personas como del medio ambiente, los que se hallaban sitiados por un régimen cuyo único objetivo era la extracción

África N° 1 (1904) El informe oficial de Roger Casement denunciando la administración en el Congo provocó agresivas desmentidas por parte del palacio real en Bruselas. Sin embargo, una investigación oficial belga enviada por el rey Leopoldo II para averiguar acerca de las acusaciones, confirmó los errores administrativos.

de la mayor cantidad de caucho posible para satisfacer una insaciable demanda por parte del mercado. Cuando Casement retorno río abajo, entendió que tendría que tomar una decisión: ser fiel a su conciencia o 32

permanecer leal a su posición oficial como representante diplomático. A pesar del costo para sí mismo, él eligió su conciencia. Al regresar a Inglaterra, Casement se dedicó a escribir su informe al Ministerio de Relaciones Exteriores y presentar su caso que revelaba las barbaridades surgidas a partir de las actividades desarrolladas por Leopoldo. El estilo de su informe era distante, objetivo, fáctico y en el mismo, los sentimien-

Alice Stopford Green estuvo en el centro de una de las más significativas redes de poder del Imperio Británico. Su casamiento con el historiador social J. R. Green le otorgó un acceso único al mundo privilegiado y selecto de Oxford y al círculo íntimo del liberalismo británico.

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tos personales fueron en gran parte ocultados. Optó por dejar que la evidencia hablara por sí misma. El informe se constituyó en una lacónica condena al sistema, exponiendo la traición a los principios humanitarios establecidos por los poderes europeos en los artículos de las leyes de Berlín (1885) y ley de Bruselas (1892). Lo que resultó evidente, sin embargo, fue la reacción moral de indignación frente a la crueldad y barbarie del régimen. Pero su análisis se basó en la observación no en el dogma. Desde su perspectiva, la reforma era posible mediante la implementación de medidas capaces de mejorar el tratamiento de los africanos y de disminuir la barbarie impuesta por el sistema. Lo que él en definitiva exigía era un sistema de “comercio limpio” y una administración mejorada por medio del dominio imparcial de la ley sustentado en garantías internacionales. Al utilizar el testimonio oral de voces africanas y en particular el de jóvenes mujeres africanas, Casement transgredió los protocolos de su tiempo y se expuso a las acusaciones de “fabricación de evidencia” y de distorsión de la verdad. La publicación del informe de Casement desató una amarga guerra de palabras. El Ministerio de Relaciones Exteriores, de alguna manera, incómodo por la vasta publicidad provocada por el informe, comenzó a

replegarse. Para entonces, Casement se había asociado a E. D. Morel y juntos fundaron la Asociación para la Reforma del Congo (CRA), un grupo activista integrado por gente de diversos partidos con la intención de luchar por la reforma en el Congo. Durante la siguiente década, la CRA desarrolló una campaña exitosa tendiente a lograr la reforma administrativa en el Congo y a defender los derechos de los indígenas respecto de la propiedad de las tierras. En la actualidad, la CRA es ampliamente considerada como un experimento exitoso de organización no gubernamental internacional, instrumento integral aun cuando controvertido, de gobierno global contemporáneo. El rey Leopoldo II contraatacó aumentando su gasto en materia de propaganda en los medios, tanto en los EE.UU. como en Europa, pagando sumas obscenas para asegurarse una publicidad positiva y convencer a los doctores para llevar adelante una campaña que proclamara el gran éxito de la empresa del Estado Libre del Congo. Hacia fines de ese año y con su carrera en África efectivamente terminada, Casement trató de acceder a una nueva posición consular en Lisboa, pero su mala salud lo impidió, así, en 1905 se retiró temporalmente del Ministerio de Relaciones

Exteriores para dedicar su energía a las dos causas más cercanas a su corazón: la reforma del Congo y la independencia irlandesa. En el verano de 1904, luego de recuperarse de su viaje al Congo, Casement profundizó su compromiso con el renacimiento cultural irlandés. Desde su niñez había manifestado su interés natural por los grandes héroes de la historia irlandesa que habían resistido la ocupación de Irlanda por parte de los ingleses. Desilusionado por los fracasos del poder imperial, tomó parte activa en la organización de un festival de las cañadas en el noreste de Ulster y desarrolló nuevas amistades y alianzas intelectuales con los miembros de un nuevo grupo de activistas cuya intención era construir una Irlanda progresista e independiente basada en los valores de igualdad social, humanidad y auto-determinación. La más duradera de aquellas amistades fue la que mantuvo con la historiadora Alice Stopford Green y con el organizador de bases Bulmer Hobson. 4 4 Alice Stopford Green es una figura verdaderamente poco reconocida, la única biografía y poco satisfactoria, que existe sobre ella es la de R.B. McDowell, Alice Stopford Green: A Passionate Historian (Dublin: Allen Figgis, 1967. Bulmer Hobson ha sido recientemente reinterpretado por Marnie Hay, Bulmer Hobson and the Nationalist Movement in Twentieth-Century Ireland (Manchester: Manchester University Press, 2009).

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Roger Casement en Brasil En septiembre de 1906 Casement partió de Inglaterra hacia Sudamérica con destino a su primer puesto en el puerto de Santos, donde sería responsable de una jurisdicción consular que abarcaba una franja de los estados de San Pablo y Paraná. Su designación coincidió con una mayor determinación por su parte de provocar la separación política y cultural de Inglaterra e Irlanda. Desde que había dejado África y entrado en licencia temporaria en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Casement se había aliado a la causa del nacionalismo avanzado en Irlanda y al movimiento Sinn Féin. Ahora estaba decidido a producir efectivamente la separación simbólica y práctica de Irlanda de su unión constitucional con Gran Bretaña. Tanto su correspondencia privada como la pública hacen una deliberada distinción nacional: ‘Recuerda que mi dirección es: Consulado de Gran Bretaña e Irlanda, Santos – no ¡Consulado Británico!’ le escribió a Alice Stopford Green cuando su barco llegó a Brasil.5 En sus comunicaciones privadas así como en las oficiales a sus colegas, amigos y familia durante sus primeros 5 Biblioteca Nacional de Irlanda, Misiva 10464 (3), Roger Casement a A. S. Green, septiembre de 1906.

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tres años en Brasil, el aspecto más perturbador de los comentarios de Casement lo constituyó su abierta y a menudo ofensiva crítica a los brasileños y su cultura. Sus biógrafos han sido rápidos en utilizar esos comentarios ad hominem, para implicar un racismo hostil arraigado en sus puntos de vista. Ha existido un rechazo por aplicar un cierto escrutinio crítico lógico respecto de los puntos de vista de Casement acerca de los conceptos de etnicidad e identidad, los que recorrieron un intrincado y fluido proceso de revisión y modificación en la medida en que su propia experiencia de administración colonial transformó sus afinidades llevándolo desde una posición de imperialista social a otra de nacionalista. Por una parte, Casement sostuvo algunos de los valores dominantes y de las formaciones discursivas que se requerían para su cargo como funcionario de relaciones exteriores, ubicándose en la cima de la jerarquía del Imperio Británico, de un agudo determinismo racial. Por otra, sus comentarios articulaban su temor por la supervivencia de la “raza” irlandesa y se derivaban del racismo científico basado en el pensamiento social darwinista de su época. Casement reconoció que el tema de la identidad nacional se refería prin-

cipalmente a la supervivencia cultural. Gran parte de sus comentarios raciales sobre Brasil y la Amazonía se desprendían de su evaluación del encuentro entre los pueblos indígenas pre-coloniales y las fuerzas del poder imperial y la modernidad. Entendió que la sociedad colonial en Brasil había sido construida sobre la base de olas de conquista y explotación: siglos de gobierno portugués, esclavitud transatlántica, la permanente guerra por la frontera con los pueblos indígenas y los interminables ciclos de extracción de los recursos naturales. Este fue el legado que él discernía en las caras de los brasileños y que provocaban sus estallidos, a menudo bastante intempestivos. La sociedad brasileña chocaba con su empatía con los ‘nativos’ indígenas aun bajo el asedio del colonialismo interno de las repúblicas sudamericanas, ya sea brasileña, peruana, colombiana o boliviana. Al principio censuró a esas mismas repúblicas por su fracaso colectivo para extender las aspiraciones iluministas de libertad, igualdad y fraternidad a los pueblos indígenas, cuyo sufrimiento no se veía aliviado de ninguna manera por el advenimiento de las repúblicas luego de las guerras de la independencia a principios del siglo diecinueve. Luego de su experiencia en el Putumayo y de rechazar la posibilidad de una reforma de arriba hacia abajo,

consideró que la resistencia organizada entre los pueblos oprimidos del mundo sería la única esperanza de facilitar un mundo más justo e igualitario. Poco después de su renuncia al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1913, Casement comparó la difícil situación de los indios sudamericanos con la de los desposeídos hablantes de la lengua irlandesa del oeste de Irlanda. La comparación resulta problemática pero bien sirve para ejemplificar su intención de crear solidaridades de resistencia dentro del mundo atlántico. Hasta no hace mucho, los años que Casement vivió en Brasil habían sido opacados por sus dos décadas en África y las trágicas complicaciones atravesadas durante el fin de sus días. Sin embargo, fue su propia formación intelectual la que condujo a su total rechazo a la hegemonía imperial y a la formulación de una corriente distinta de nacionalismo irlandés, más pluralista y tolerante. Su rechazo por lo que él consideraba los rasgos objetables de la nacionalidad brasileña ayudó a dar forma a su propio modelo para Irlanda. Su análisis de la economía política del Brasil, y su investigación acerca de la industria del caucho en la región amazónica del noroeste, junto a su amplio conocimiento de la geopolítica de la esfera atlántica, consolidaron aun más su deter36

minación por desterrar un sistema que fomentaba la división y el sufrimiento. Básicamente, su propia aspiración de concretar una Irlanda auto-suficiente e independiente conectada al comercio más amplio de Europa y el mundo atlántico surgió de su rechazo por la repugnante procura de ganancias y de la valoración de los intereses comerciales por sobre el bienestar humano. La nueva Irlanda que él imaginaba estaba basada en el afecto, en el amor y en la preocupación espiritual y estaría motivada por la defensa universal de la humanidad y el respeto por la diversidad cultural. En una carta escrita a su confidente, Alice Green, Casement reflexiona acerca de su experiencia en el Congo: Me di cuenta entonces de que estaba mirando esta tragedia con los ojos de otra raza – de una gente que alguna vez se había perseguido a sí misma, cuyos corazones se basaban en el afecto como principio básico de contacto con los suyos y cuya valoración de la vida no era algo a ser apreciado eternamente por su “precio” de mercado.6

6 Biblioteca Nacional de Irlanda. Misiva 10464 (3), Roger Casement a A.S. Green, abril de 1907.

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El comentario puede situar su conversión al anti-imperialismo y relacionarla con su viaje aguas arriba del río Congo en 1903, pero fue en Brasil donde él desarrollo estrategias más profundas de resistencia y donde su experiencia acerca de las guerras en torno al recurso del caucho lo hizo pensar en la necesidad de un cambio paradigmático en las relaciones Norte-Sur. Sus expectativas iniciales sobre Brasil se vieron rápidamente defraudadas por la monotonía mundana de su trabajo y por el alto costo de vida. A pocas semanas de su llegada escribió a los suyos desalentado por el ritmo chato y degradante de la vida en Santos. Su correspondencia describía un sentido de frustración en ascenso: sentía que su vida se desperdiciaba en la realización de deberes de ínfima importancia, tratando con marineros ebrios y permisos de matrimonio. A pesar de su insatisfacción, se las ingeniaba para mantener una corriente continua de misivas a sus amigos de Relaciones Exteriores. El más relevante de sus escritos, producido durante este primer período de funciones, fue su informe sobre el comercio en Santos en los años (190506)7. Confirmó con franqueza de qué 7 Informes diplomáticos y consulares- Brasil. Informe de los años 1905-06 sobre el Comercio en Santos. N° 3952 (Cd. 3727-35).

manera la dominación económica británica comenzaba a enfrentar una feroz oposición por parte de los alemanes. “En el papel y el cemento, Alemania ha prácticamente superado a los exportadores británicos y a todos los otros en esta parte de Brasil, y está comenzando a competir de manera sostenida en una variedad de otros artículos que en

un momento fueron ampliamente provistos por el Reino Unido.” Su informe también realizaba comentarios muy perceptivos acerca de la economía de “exportaciones invisibles” y de las importantes sumas de dinero que abandonaban el país como consecuencia de los trabajadores migrantes estacionales de Europa y Argentina.

Casement en la isla de Guarujá. Durante su estadía en Santos Casement pasó una buena cantidad de tiempo con sus amigos, los Keevils, en la isla de Guarujá.

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En un esfuerzo por atraer la atención hacia una industria manufacturera distintivamente irlandesa, Casement se refirió de modo deliberado a la importación incrementada de Guinness – cerveza negra – al país, “debido en parte a la recomendación de los médicos.” También mencionó la popularidad de algunos bienes claves producidos en Belfast, particularmente la ropa blanca- fina mantelería y ropa de cama- y los barcos a vapor. La Compañía Brasileña de Barcos a Vapor, el Lloyd Brasileiro, tenía dos barcos en construcción en Belfast, que tenían fecha de entrega el año siguiente. No obstante, él notó que todos los bienes que provenían de Gran Bretaña eran descriptos como “ingleses” y los brasileños no eran capaces de distinguir qué se fabricaba en Gran Bretaña y qué se fabricaba en Irlanda. En febrero de 1908, luego de pasar varios meses de vuelta en Europa, le fue

Informe de Santos. El informe de Casement desde Santos codificó varias referencias relativas a sus intenciones de producir una separación constitucional de Irlanda respecto del Imperio Británico.

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asignado un nuevo puesto consular en Belén do Pará, la próspera ciudad en la desembocadura del río Amazonas, con responsabilidad sobre una vasta jurisdicción consular que se extendía a través de los Estados de Gran Pará, Amazonas y Marañón. Al principio su correspondencia privada describía su preferencia por la vida en Pará en comparación con la anterior en el sur de Brasil. Su prioridad al llegar fue la necesidad urgente de poner en orden la casa consular británica, ocuparse de años de desarreglos por parte de los anteriores cónsules así como también reordenar el archivo consular por completo. Encontró la vida en Belén do Pará excesivamente cara y las cartas que enviaba a su país estaban llenas de detalles acerca del inalcanzable costo de vida. Pará estaba disfrutando del apogeo de sus años de boom económico. Las elegantes avenidas rodeadas de mangos proveían sombra a un extenso sistema de transporte

público y bajo el gobierno estatal del Dr. Augusto Montenegro, generosas obras de mejoramiento cívico transformaron a la ciudad en la más moderna metrópolis tropical en el mundo. A pesar de sus quejas, Casement produjo un informe de 62 páginas, verdaderamente informativo destinado al Ministerio de Relaciones Exteriores británico y a la Cámara de Comercio, que demostraba porqué él era un funcionario tan valorado y respetado.9 Comparado a los anteriores nueve años de informes diplomáticos y consulares, éste constituyó una pieza sustancial de trabajo que iba más allá del mero y árido análisis de cifras comerciales y de la consideración de los intereses británicos en la región. Ilustrado con un mapa plegable de la Amazonía, los contenidos del mismo incluían una

8 Durante el gobierno del Dr. Augusto Montenegro en el Estado de Pará, Belén se vio dotada en exceso de grandes programas de diseño cívico que la convirtieron en la más moderna de las ciudades tropicales del mundo. 9 Informes diplomáticos y consulares – Brasil – Informe para el año 1907 y años anteriores sobre el comercio del distrito Consular de Pará, N° 4111, series anuales (Cd. 3727-194).

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Avenida 16 de noviembre, una avenida con la sombra de palmeras en Belén do Pará.

rica mezcla de descripciones históricas y geográficas, información económica y observaciones francas sobre sociolingüística, población, aranceles aduaneros, tránsito fluvial, turismo, educación y salud pública. Era importante señalar los niveles desproporcionados de ganancias del estado federal en Brasil a partir de los intereses económicos del país en la Amazonía y qué poco se reinvirtió en la región para mejorar el bienestar social, la salud y la educación. A la luz de cambios posteriores en la economía geopolítica del caucho, sus comentarios proféticos acerca del comercio en la Amazonía contenían una 41

advertencia discreta sobre el inminente colapso de la industria de la extracción, una vez que la producción de caucho de la economía emergente de plantaciones en el sudeste de Asia pudiera satisfacer las demandas del mercado. La excesiva dependencia de la Amazonía de la extracción de caucho llevaría inexorablemente a empeorar la situación económica. Las aventuras de Casement en la Amazonía durante los tres años siguientes coincidirían directamente con este colapso. Su predicción se consolidó con la crítica reflexiva de un modelo económico que era excesivamente dependiente de la extracción de recursos.

Se hizo referencia a ciclos anteriores de la economía de la extracción. Mencionó el surgimiento y la desaparición de la industria de aceite de tortuga que había resultado en un auge menor, aunque notable en la región, en las décadas anteriores al dominio de la extracción de caucho. La matanza anual de tortugas y la exportación de su aceite para quemar en las farolas de Europa occidental habían dejado a los ríos desprovistos de tortugas y habían llevado a algunas especies de tortuga de río al borde de la extinción. Otras críticas apuntaban a la matanza generalizada y a la caza de mi-

les de ibis, y al uso efímero de su plumaje intensamente colorido por diseñadores de moda y sombrereros europeos. Esta preocupación por los peligros económicos y medioambientales de la extracción desordenada e incesante de productos y recursos de la selva era una actitud que sólo ha encontrado mayor apoyo en la actualidad, ya que los costos ecológicos de la era de la producción en masa se vuelven a calcular a la luz de la degradación planetaria.

El Archivo Nacional (UK) FO 743/22 A su llegada a Belén, Casement se horrorizó por el estado del archivo consular y escribió varios memos estableciendo pautas para la separación y seguridad de los comunicados secretos.

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El evento principal de estos meses fue un viaje para informar acerca del progreso de los trabajos del ferrocarril Madeira Mamoré. El viaje le hizo comprender a Casement las estrategias extravagantes, y a menudo alucinógenas que definían la frontera de la extracción descontrolada de caucho en la Amazonía. Informó a Londres de qué manera en Porto Velho, la mayor parte de los administradores canadienses y estadounidenses habían contraído malaria y los jornaleros traídos de Cuba no tenían las condiciones para terminar el trabajo. En referencia a sus propias experiencias para reclutar mano de obra para la construcción del ferrocarril desde Matadi a Stanley Pool en el Congo a principios de la década de 1890, había sugerido que la compañía debería “mirar hacia África o los africanos para la finalización de su trabajo.”10 Respecto de su formación intelectual, a partir de fragmentos de anotaciones que se guardan en el Archivo Nacional de Irlanda, resulta evidente que la lectura que hizo Casement de la Amazonía y de Brasil en general era variada y exhaustiva.11 Horas, días, semanas, e incluso meses pasados a bordo de embarcaciones fluviales y buques de vapor

transatlánticos le permitían disponer de mucho tiempo, cuando no escribía, para leer acerca de temas de su interés. Deliberadamente ubicó sus propios viajes dentro de las primeras tradiciones de la literatura de viajes europeos y de recopilación de información sobre la región. Su correspondencia, informes y notas se referían a trabajos de los botánicos y exploradores naturalistas de las vías fluviales de la Amazonía, cuyos escritos habían preparado, de muchas formas, el terreno para la invasión económica subsiguiente. Se sintió atraído por los abundantes informes descriptivos de Henry Walter Bates, Alfred Russel Wallace y Richard Spruce, y el estimulante trabajo de investigación, importante desde el punto de vista científico, que continuaría siendo inspirador para las futuras generaciones de etno-botánicos, en particular la de Richard Evans Schultes y Wade Davis. Otros fragmentos de archivo revelan su deferencia por la vasta tradición europea que se originara con los viajes ilustrativos de Alexander Rodrigues Ferreira, el geógrafo botánico Alexander von Humboldt, el botánico bávaro Carl Friedrich von Martius, el paleontólogo austríaco Louis Agassiz y

10 Archivos Nacionales (UK) FO 128/324, Roger Casement a Cheetham, 11 de mayo de 1908. 11 La mayoría de los informes de Casement acerca de su vida en Brasil se guardan en la Biblioteca Nacional de Irlanda en MS 13087.

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el viajero francés Barón de Santa-Anna Nery. También leyó informes menos conocidos de Henry Lister Maw, el oficial de la Marina Británica que hizo un viaje de reconocimiento por la cuenca del Amazonas en 1827, así como también un viaje de exploración por el valle del Amazonas emprendido por William Lewis Herndon con el auspicio de la Marina de los Estados Unidos. Ambos viajes ayudaron a explicar, a nivel oficial, el valor estratégico de la Amazonía tanto para los intereses británicos como para los estadounidenses en la región del Atlántico. Además, leyó con empatía y comprensión la historia de la influencia misionera en Sudamérica y tuvo conciencia de la vida y trabajo de Bartolomé de las Casas y el misionero jesuita Antonio Vieira. Varias referencias en su correspondencia defienden la “lingua geral” y los hablantes de quechua de los Andes. La política relativa a la lingüística que dio forma de manera incesante a su construcción del nacionalismo irlandés, se proyectó a la esfera sudamericana. De manera similar, su fe en la importancia que tendría un trabajo misionero en la Amazonía se haría realidad más adelante cuando él mismo organizó una misión de franciscanos irlandeses para ayudar a estabilizar las

condiciones en el Putumayo. La intención unificadora de toda su lectura sobre la Amazonía consistía en descifrar y evaluar cómo eran tratados los pueblos indígenas de la región y en determinar de qué manera los distintos ciclos de interferencia económica y política en la región habían afectado la cultura y los estilos de vida del mundo precolombino. De manera recíproca, Casement usó sus viajes como medio para mejorar la integración material irlandesa con la cultura atlántica. Durante sus dos décadas en África y de acuerdo con los hábitos de la época, había coleccionado varios objetos etnográficos, que incluyen un traje ceremonial de corteza de árbol y un gran tambor de señal (Manguaré) del Putumayo.12 Más controvertido desde el punto de vista de los paráme-

12 El archivo de antropología en el Museo Nacional de Irlanda contiene varios artefactos recolectados en el África subsahariana y en la Amazonía.

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La colección de mariposas de la Amazonía de Roger Casement que se encuentra en el Museo de Historia Natural.

tros del siglo veintiuno fue su compra y provisión de aves y animales para el Jardín Zoológico de Dublín en el Parque Phoenix. En su viaje para controlar el progreso del ferrocarril MadeiraMamoré capturó y envió un animal que describió por su nombre indio iguatí, que posiblemente era un tamandúa, relacionado al gran oso hormiguero. Una carta que data de 1911, escrita por L. C. Arbuthnot, el superintendente de la Sociedad del Jardín Zoológico, agradece a Casement por la entrega de varios

animales diferentes provenientes de la Amazonía. La lista incluía un pequeño felino de la selva tropical u ocelote (Leopardus pardalis), un coatí o cerdo hormiguero brasileño (Nasua nasua), un mono capuchino, un colorido arará y un curasao parecido a un faisán. Sin embargo, el más preciado de sus artefactos y el que perduró de sus viajes por la Amazonía13, es su colección de mariposas, recopilada bajo la indudable influencia del entomólogo Henry Walter Bates. 14

13 Ver Angus Mitchell (ed.) Sir Roger Casement’s Heart of Darkness: The 1911 Documents (Dublin: Irish Manuscripts Commission, 2003) pp. 601-2. 14 El Museo de Historia Natural de Irlanda mantiene la colección de mariposas. Para una referencia interesante sobre la colección, ver el texto de Rebecca Solnit, A Book of Migrations: some passages in Ireland (London: Verso, 1997) pp. 28-43.

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Una parte significativa de la competencia consular de Casement tanto en África como en Sudamérica consistía en informar acerca del valor económico de los productos naturales. A través de los años adquirió un conocimiento botánico considerable. Para cuando llegó a Brasil había desarrollado una gran amistad con el más distinguido botánico irlandés de la época, Augustine Henry, que había identificado cientos de plantas nuevas durante dos décadas como médico y funcionario aduanero en China central.15 Casement era conciente de la forma en que el potencial botánico de la región era un recurso que tenía un gran valor sustentable y a largo plazo tenía mayor valor que los ciclos de auge y quiebre de la economía de extracción, o la “práctica del obstruccionismo vegetal” como él la denominó. También reconocía que la riqueza botánica de la región era ilimitada y, potencialmente, una fuente infinita para la investigación científica. Relacionada con esto estaba su preocupación por los niveles de deforestación, un tema al cual se refería con regularidad en sus escritos oficiales. En dos notas sin fechar comparó la tala de los árboles de la selva tropical

del Amazonas con la historia de la deforestación de Irlanda y explicó cómo el control del hábitat era intrínseco al dominio colonial.16 La fecunda combinación del pensamiento de Casement sobre Irlanda con su experiencia de Brasil es más evidente en sus escritos sobre la mítica isla de Hy-Brasil, en los que intentó (no de manera muy convincente, debe decirse) argumentar que el origen del nombre “Brasil” es irlandés.17 En la imaginación poética irlandesa Hy-Brasil expresaba una utopía, una isla paradisíaca situada al oeste de la franja costera irlandesa. A fines del siglo, cuando el proyecto nacional irlandés comenzó a relacionar su propio pasado con una tradición atlántica más remota, el mito de Hy-Brasil adquirió prominencia entre quienes abogaban por la renovación cultural. El encanto alegórico de HyBrasil había atraído, desde el siglo dieciocho, variadas interpretaciones poéticas y escolásticas. Recientemente, el tema ha sido investigado y descripto por el autor brasileño Geraldo Cantarino en su estudio Uma Ilha chamada Brasil: O paraíso irlandés no pasado brasileiro (2004).18 Algunos de los amigos de Casement involucrados en el renacimiento

15 Sheila Pim, The Wood and the Trees: A biography of Augustine Henry (London, 1966) 16 Biblioteca Nacional de Irlanda MS13087 (31), Rough notes on the timber of the Amazon valley. 17 Para ver el texto del ensayo remitirse a la publicación en línea Irish Migration Studies in Latin America, 4:3 (julio de 2006): 157-165. 18 Geraldo Cantarino, Uma Ilha chamada Brasil: O paraíso irlandés no passado brasileiro (Rio de Janeiro: Mauad, 2004).

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la historia sudamericana de Washington Irving, William Robertson, W.H. Prescott y Robert Southey. La crítica claramente se extiende a partir de la influencia de una nueva historiografía nacional en construcción por parte de la mentora intelectual de Casement, la historiadora Alice Stopford Green. Con la publicación, en 1908, de su historia de la Irlanda medieval The Making of Ireland and its Undoing, Green expresó de forma provocativa de qué manera ciertos aspectos de la influencia

del norte, en Belfast, entre ellos Dora Sigerson Shorter y Ethna Carbery, se habían dedicado directamente al mito de Hy-Brasil, que se había vuelto parte del nuevo imaginario de Irlanda.19 Casement, no obstante, examinó el mito de Hy-Brasil para criticar la ortodoxia histórica, que a su parecer había silenciado la influencia de los antiguos sistemas de creencias irlandesas, mitos e historias en la escritura de la historia atlántica. Observando de qué manera los orígenes irlandeses de Brasil habían sido escritos a partir de los libros de historia, Casement demostró la forma en que la versión anglo-sajona del pasado había oscurecido y suprimido influencias más tempranas. Al ignorar textos escritos en irlandés, los historiadores pasaron por alto y en gran parte desecharon fuentes vitales que iluminaban la contribución hecha por el comercio irlandés y la cultura monástica a las esferas del Atlántico y del continente europeo. El argumento se encuentra bien informado con referencias críticas a los relatos populares dominantes de

El Barón de Rio Branco presidió la política exterior brasileña.

19 Dora Sigerson Shorter, ‘I have been to Hy-Brasail’, en Ballads and Poems (London: James Bowden, 1899), pp. 62-63. Ethna Carbery, The Four Winds of Eirinn: Twenty Fifth Anniversary Edition (Dublin: Gill and Son, 1927), p. 54.

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irlandesa habían sido continuamente suprimidos por estructuras de narrativa histórica más dominantes. A comienzos de 1909 Casement fue promovido a cónsul general británico en Brasil y llegó en marzo de ese año para hacerse cargo de su puesto. Durante varios meses viajó a diario en tren desde Río a la capital diplomática de Petrópolis y fue testigo de los años de decadencia de la gran administración del Ministro de Relaciones Exteriores brasileño, el Barón do Rio Branco. Sus comentarios acerca de la vida en Brasil alcanzaron un grado particular de improperios preservados en una carta informando las trágicas circunstancias de la muerte del escritor brasileño Euclydes da Cunha. 20 Las cartas enviadas a su país están llenas de acotaciones cargadas de ira respecto de las continuas evasivas del gobierno liberal en torno al tema del autogobierno para Irlanda. Reprendió a destacados hombres de estado de la época por sus negocios arteros tanto con Irlanda como con el Congo. Se dirigía continuamente a Arthur Balfour, Lord Rosebery, el primer ministro Herbert Asquith y el jefe de su propio ministerio, el Secretario de Relaciones Exteriores, Sir Edward Grey. En otros 20 de 1909.

sitios censuró al poder británico por su lucha por satisfacer su propio interés a expensas del, más amplio, bien común. En una carta particularmente visionaria, predijo el advenimiento de la guerra entre Gran Bretaña y Alemania a menos que se pusiera fin a la animosidad británica. Algunos años más tarde, una vez que su traición había sido identificada y las autoridades británicas comenzaron a indagar los detalles de su vida, en un esfuerzo por comprender sus conexiones revolucionarias y los motivos de su traición, mucho se hubieran horrorizado al descubrir de qué manera, bajo la protección de su puesto consular en Brasil, estaba redistribuyendo con discreción su salario del Ministerio de Relaciones Exteriores para sustentar iniciativas revolucionarias nacionales emergentes en Irlanda. Sus primeros tres años en Brasil también coincidieron con los años de más movimiento de la campaña para la reforma del Congo. Su correspondencia habitual con E. D. Morel se ocupaba en detalle de la más encumbrada política del Congo, cuando el envejecido rey Leopoldo II perdió su dominio del poder y trasmitió el control administrativo del Estado Libre del Congo al Parlamento belga.

Un borrador de esta carta se encuentra en la Biblioteca Nacional de Irlanda, Misiva 13087 (2), 18 de agosto

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Morel mantuvo a Casement actualizado respecto de muchos de los aspectos confidenciales de la campaña, y Casement, a cambio, le suministró ánimo y consejos, comparando su campaña contra Leopoldo con los esfuerzos de San Patricio para convertir a los irlandeses al cristianismo. Leopoldo II murió a finales de 1909 y su muerte puso fin a la fuerza principal de la campaña. En ese momento Casement buscó instrucciones alternativas para extender el trabajo de la Asociación para la Reforma del Congo a una esfera mucho mayor, donde las culturas vulnerables fueran susceptibles a las tendencias destructivas del control imperial y las fuerzas del

mercado libre. Cuando en marzo de 1910 volvió a Europa de licencia, Casement se desvió hacia el sur, en tren hacia Argentina (ya había estado antes allí cuando se encontraba en Santos). Más adelante se sabría que tenía buenos amigos entre la gran comunidad de expatriados irlandeses que vivían en Buenos Aires y sus alrededores, algunos de los cuáles apoyaban activamente la independencia irlandesa. Entre ellos se encontraba la familia Duggan, una de las más ricas y poderosas de todas las familias argentinas y fervientes partidarios de la causa nacional.

El Palacio Real de Tervuren en los alrededores de Bruselas fue construido como monumento al gobierno de Leopoldo II en el Estado Libre del Congo. En la actualidad alberga una colección invalorable de arte africano y un archivo clave sobre el África colonial.

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Investigación sobre las atrocidades en la Amazonía En 1910 Casement volvió a Inglaterra después de un año en Río de Janeiro, al tiempo que otro escándalo sobre la industria de la extracción del caucho se desataba en Londres. Un joven ingeniero ferroviario estadounidense, Walt Hardenburg, había encontrado un régimen brutal de esclavitud en el noroeste de la Amazonía, en la controvertida región fronteriza entre Perú, Colombia y Brasil. La Sociedad Protectora de los Aborígenes y Anti-esclavitud llevó la causa a nivel político y un periódico semanal, Truth, especializado en asuntos financieros, comenzó a denunciar la historia. Casement ejerció presión sobre el secretario de Relaciones Exteriores, Sir Edward Grey, para que lo enviara en una misión especial como representante del gobierno británico. En julio se embarcó Casement, acompañado de una comisión de cinco hombres seleccionados por la Peruvian Amazon Company para investigar las acusaciones. Viajaron en barco desde Inglaterra a la Amazonía, con breves paradas en Belén y Manaos, y llegaron a Iquitos, sede de las actividades de la Peruvian Amazon Company, a principios de septiembre.

El viaje de Casement por la región del Putumayo en la última mitad del año 1910 ahora se podría considerar como un momento crítico en el destino social y económico de la Amazonía. Sus observaciones diarias, pensamientos, intereses y acciones fueron diligentemente registrados en un extenso diario, publicado en 1997 como The Amazon Journal of Roger Casement.21 Durante un período de diez semanas Casement viajó con los comisionados a través del “paraíso del diablo”, cenando con peligrosos capataces, escribiendo los testimonios de los supervisores de Barbados, reclutados ocho años antes para hacer gran parte del trabajo de la compañía. Del extenso cuerpo de textos relacionados con las ganancias y las prácticas de la industria del caucho, este diario sobrevive como la ventana más transparente e instructiva con vista a los últimos años de la industria del caucho en la Amazonía, cuando el auge del mercado de la extracción del caucho se quebró. A partir de su gran experiencia investigando atrocidades similares en el Congo, Casement, con perspicacia, se infiltró en la compleja red de corrup-

21 Ver Angus Mitchell (ed.) The Amazon Journal of Roger Casement (London: Anaconda Editions & Dublin: Lilliput Press, 1997). En la introducción explico las distintas versiones de este diario y doy una explicación completa relacionada con la controversia sobre los polémicos diarios.

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ción y fraude sistémicos que se extendía desde los centros ajenos e inimputables del capital global, río arriba, hasta

las profundidades más recónditas de los tributarios del río Amazonas.

Comisión de Investigación. Casement (fotografiado a la derecha) viajó a través de las regiones del Putumayo con un grupo de cinco comisionados ingleses en representación de la Peruvian Amazon Company. La Comisión permaneció en el Putumayo hasta comienzos de 1911 y su informe posterior corroboró muchos de los muy críticos hallazgos de Casement.

Como la selva que constituye la base del diario, y que fue otra víctima de las atrocidades, The Amazon Journal es un trabajo de descripción densa. Casement adopta varias voces y formas: como representante oficial, investigador privado, irlandés empático, legislador y etnógrafo para penetrar en la red de mentiras, violencia y terror que formaba la base del dominio de la com51

pañía en la región. Su empatía por las víctimas del crimen se puede apreciar en todos los niveles de su investigación. Mientras escucha las historias y observa las actividades diarias de la compañía, desentraña gradualmente los secretos y engaños que enmascaran el régimen y contextualiza la atrocidad como parte de un continuo histórico de explotación, desatado cuando Colón pisó por

primera vez el “Nuevo Mundo”. Como complemento de lo que presenció, oyó y transcribió, Casement también tomó fotografías. De la misma manera en que su cámara demostró ser un instrumento muy útil para incitar a la gente a actuar en la campaña del Congo, ahora enfocó las lentes hacia lo que encontró en el Putumayo. A partir de referencias que hizo más tarde en la correspondencia oficial, compiló varios álbumes de fotografías que captaron tanto la trágica explotación de los indígenas como también su extraordinaria energía y fortaleza. Desafortunadamente, los álbumes no sobrevivieron, aunque un número limitado de fotografías muestran el horror de manera gráfica. A su regreso río abajo, a fines de 1910, Casement era un hombre diferente. Sus creencias en el potencial “civilizador” del Imperio Británico se habían evaporado y su fe en la modernidad y la

promesa de progreso se habían desintegrado. Para describir ese cambio usando una analogía ficticia, si Casement hubiera viajado río arriba disfrazado de Marlow para investigar el paraíso del diablo, hubiera vuelto a Europa con el cinismo de Kurtz: completamente desilusionado por las falsas promesas de “civilización” y secretamente más decidido aún a derrocar el sistema. En este momento de su carrera, esbozó dos amplias introducciones para sus informes, comparando la lucha histórica de los indígenas americanos bajo diferentes formas de gobierno colonial. Mientras que algunas líneas de razonamiento en esta perspectiva son ciertamente problemáticas, también vinculan a Casement con una larga genealogía europea de resistencia a la invasión europea de las Américas. Su nombre ahora se asociaba abiertamente con el linaje del activismo antiesclavitud y la protección aborigen que

22 Durante su investigación en el Putumayo, Casement armó álbumes de fotos que se convirtieron en instrumentos poderosos para dar sustento a su caso. Muchas de esas fotos han desaparecido pero otras han sido agregadas con el tiempo a la colección.

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se remontaba a los comienzos del siglo diecinueve. Algunas de sus opiniones, no obstante, anunciaron un activismo anti-colonial y un pensamiento postcolonial emergente, que encontraría diversas formas de articulación durante las luchas anti-coloniales del siglo veinte. En los primeros ocho meses de 1911, Casement escribió sus primeros dos informes y transcribió, con ayuda de un secretario, los testimonios de los de Barbados, que formaron el cuerpo principal de su evidencia. El informe principal entregado el día de San Patricio, el 17 de marzo de 1911, era bastante diferente de su responsabilidad inicial que había restringido su investigación a la condición de los súbditos británicos empleados por la Peruvian Amazon Company, de propiedad británica. En cambio, Casement construyó una narrativa coherente describiendo las atrocidades cometidas contra las poblaciones indígenas del Putumayo. En agosto Casement volvió al alto Amazonas. Las circunstancias precisas de su viaje son todavía un misterio. Existe evidencia para sugerir que la intención era preparar los intereses económicos británicos en la región para la caída del auge del caucho. Casement, que siempre había operado en la oscura intersección entre la 53

diplomacia, las tareas de inteligencia y la defensa discreta, estaba intentando llevar la investigación a otra fase, poniendo a prueba la ley y la justicia peruana. El arresto y condena de los principales autores de las atrocidades motivaron su regreso a la región, pero sus esfuerzos, no fueron, en gran medida, recompensados. El poder judicial local demostró ser corrupto y carecer de poder. Delincuentes conocidos caminaban libremente por las calles de Iquitos, otros habían pasado inadvertidos y desaparecido en la selva amazónica para encontrar nuevos empleos con otras compañías. Casement pasó varias incómodas semanas en Iquitos tratando de movilizar el poder judicial local y preparándose para la llegada de un nuevo cónsul británico, G. B. Michell, un viejo colega de sus días en el Congo. No perdió su tiempo y logró importantes alianzas con varias redes antiArana, conspirando para destituir del poder a la Casa de Arana. Entre ellos estaba Rómulo Paredes, que recientemente había retornado del Putumayo después de llevar a cabo una investigación oficial en nombre del gobierno peruano. Paredes le proporcionó a Casement pasajes confidenciales de su informe, que Casement con esmero tradujo del español al inglés. Sus hallazgos confirmaron las propias conclusiones de Casement

y fueron mucho más allá al presentar evidencia y testimonios recogidos directamente de las comunidades indígenas. Esto contribuyó sustancialmente al

caso, describiendo la letanía de tortura, violencia y terror organizado. Sin embargo no sirvió para mejorar la situación de las víctimas.

Hombres vestidos con trajes de corteza y cubrecabezas – balaclavas – una de las fotografías tomada por Roger Casement en el Putumayo que sobrevivió.

Un testigo clave del viaje que Casement hizo a la Amazonía en 1911 era el médico y agente de inteligencia, Herbert Spencer Dickey, que se unió a Casement en Barbados y luego lo acompañó hasta Iquitos. Dickey tenía más de una década de experiencia trabajando como médico en diferentes regiones

de Sudamérica. Su volumen de memorias Misadventures of a Tropical Médico (1929) todavía se considera como uno de los relatos más convincentes y humorísticos de la época. La descripción irónica y reprobatoria de Dickey de sus años en Sudamérica comienza con su participación en la trágica Guerra de los 54

Mil Días en Colombia y su empleo como médico por parte de la Peruvian Amazon Company, y se extiende a su trabajo ulterior como agente de inteligencia de los Estados Unidos. Hacia fines de 1930, luego de su retorno a América, Dickey fue convocado como un testigo clave en defensa de las actividades en la Amazonía, en un acontecimiento final de su intrigante historia.23 A fin de año Casement volvió a Europa vía Washington. Con el apoyo del embajador británico, James Bryce, un renombrado historiador y abogado, presentó su caso al presidente de los Estados Unidos, William Howard Taft. El Departamento de Estado estadounidense fue persuadido para ejercer presión sobre el gobierno peruano y bajo la emergente relación especial entre los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos, se llegó a un acuerdo mutuo. En julio de 1912 el gobierno británico publicó el Libro Azul, que contenía

El Proceso del Putumayo y sus secretos inauditos fue otro informe forense de la tragedia del Putumayo publicado en Lima.

23 Las memorias de Dickey están relatadas en The Misadventures of a Tropical Médico (London: The Bodley Head, 1929). Su tan completo informe acerca de sus viajes con Casement se reproduce en Sir Roger Casement’s Heart of Darkness (Dublin: Irish Manuscripts Commission, 2003). pp. 731-740.

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los informes de Casement y los testimonios de los habitantes de Barbados. A comienzos del año siguiente el gobierno estadounidense publicó un compendio igualmente exhaustivo de documentación e informes oficiales.24

Herbert Spencer Dickey, médico y explorador, viajó con Casement desde Barbados a Iquitos en 1911 y más adelante fue contratado por la Peruvian Amazon Company en el Putumayo, desde donde trabajó como informante para Casement.

A pesar de la publicación del Libro Azul a mediados de julio, cuando el interés público decayó, la investigación atrajo amplia cobertura en el mundo. A las pocas semanas el Vaticano publicó una encíclica recomendando la protección de los indígenas sudamericanos.25 La omnipresente publicidad negativa hizo que las inversiones internacionales en la industria de la extracción del caucho en la Amazonía se retiraran y se dirigieran a las plantaciones cada vez más productivas de las colonias angloholandesas en el sudeste de Asia. Los años de gran prosperidad construidos sobre las ganancias del caucho amazónico tuvieron un final repentino. Quienes pudieron afrontarlo compraron un pasaje de ida para comenzar una nueva vida en otra parte. Muchos otros quedaron varados. Todavía preocupado con lo que podría ocurrirle a los indígenas del Putumayo, Casement empezó a recaudar fondos para financiar a un grupo de misioneros franciscanos irlandeses en la región. Una de sus estrategias para recaudar dinero fue escribir un artículo para la popular publicación semanal

24 Departamento de Estado, Slavery in Peru: Message from the President of the United States, Transmitting Reports of the Secretary of State, with Accompanying papers concerning the Alleged Existence of Slavery in Peru (Washington D.C.: GOP, 1913). 25 Para hallar el mejor informe sobre el grado de participación del Vaticano ver Franceso Turvasi, Giovanni Genocchi and the Indians of South America (1911-1913), (Roma: Editrice Pontificia Universita Gregoriana, 1988).

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The Contemporary Review. 26 Esto equivalía a una defensa coherente y absoluta de la vida indígena y revela la empatía que Casement sentía hacia la cultura amerindia. Aunque el tono del artículo tenía que ajustarse a algunas de las

El Libro Azul contenía los informes y testimonios escritos por Casement durante su estadía en el Putumayo en 1910 y describía en un lenguaje objetivo y oficial el violento tratamiento que recibían las comunidades indígenas.

dice).

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expectativas de potenciales donantes, y adoptaba un lenguaje que era accesible y comprensible para el público británico, revela una comprensión bastante compleja de la tragedia histórica que sustenta el encuentro colonial en la frontera americana. Su comparación de las diferencias culturales entre los habitantes de África central y los indígenas de la Amazonía aumentó la autoridad de su enfoque. Términos como ‘clan’ y ‘tribu’ se encontraban codificados en su análisis, lo cual revelaba de qué manera su lectura de la historia irlandesa pre-colonial estaba siendo discretamente proyectada hacia otros contextos coloniales alternativos. En otro punto comentaba de qué forma el indio “era, y es, un socialista por temperamento, hábito, y, posiblemente, memoria ancestral.” Durante el verano de 1912 el sentido de ira pública en Gran Bretaña obligó al primer ministro Herbert Asquith a tomar la decisión de crear una comisión investigadora compuesta por miembros parlamentarios. Esto dio inicio al último capítulo de

Roger Casement ‘The Putumayo Indians,’ The Contemporary Review, 561, septiembre de 1912 (ver Apén-

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Caricatura, Westminster Gazette John Bull y Uncle Sam con un evidente aire de renuencia, arrestan a un controlador de esclavos.

la participación de Casement en las atrocidades del Putumayo. Hacia finales de 1912 y comienzos de 1913, y por varias semanas, se realizó en el centro de Londres una contra-interrogación de varios de los protagonistas y testigos en el caso. Casement se presentó dos veces ante la comisión de investigadores, y en una ocasión blandió un rifle Winchester en su cabeza en un gesto que intentaba llamar la atención respecto del potencial destructivo de la industria de arma-

mentos modernos. Detrás de la escena, trabajó incesantemente para mantener al presidente de la comisión, Charles Roberts, al corriente de los eventos del Putumayo ya que recibía noticias de parte de su red de informantes que todavía estaban en la Amazonía. A fin de año, con su salud quebrada por la larga campaña, abandonó Inglaterra y se dirigió a las Islas Canarias en busca del sol del invierno y de descanso. Llevó consigo un baúl de do58

cumentos relacionados con su investigación sobre el Putumayo para continuar trabajando en el caso. Mientras permanecía en el Hotel Quiney en Las Palmas, envió a Roberts el revelador periódico escrito por él mismo durante su viaje de 1910 al Putumayo y le concedió permiso para mecanografiarlo y usarlo como evidencia..27 Luego continuó viaje a Sudáfrica e hizo una breve visita a su hermano Tom en las montañas Drakensburg. Resulta apropiado que Casement haya terminado su participación en el caso de las atrocidades del Putumayo mientras viajaba hacia África por última vez. Desde fines del siglo dieciocho el radicalismo irlandés había intervenido de manera contundente en la matriz de la resistencia colonial en el Mundo Atlántico, pero nada antes o desde entonces se ha comparado con el impacto causado por la investigación de Casement de los crímenes contra la humanidad en el Congo y en la Amazonía.28

Hardenburg, The Devil’s Paradise Las atrocidades del Putumayo generaron una guerra de palabras. Aparecieron una serie de libros de activistas que buscaban exponer las actividades de la compañía y de quiénes preferían silenciar el disenso y olvidar el escándalo.

27 La correspondencia entre Casement y Roberts se preserva entre los documentos anti-esclavitud en la Casa de Rodas, Universidad de Oxford Mss Brit. Emp S22. La carta clave fue escrita el 27 de enero de 1913 desde el Hotel Quiney, en Las Palmas. 28 Un estudio reciente y muy útil es el de P.D.O’Neill y David Lloyd (eds.), The Black and Green Atlantic: CrossCurrents of the African and Irish Diasporas (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2009).

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El Final del Caso Putumayo Poco después de volver de África, Casement renunció al Ministerio de Relaciones Exteriores y se dedicó con entusiasmo a la cada vez más profunda crisis política en Irlanda. Se involucró brevemente en una campaña para aliviar la pobreza de las familias irlandesas que vivían en las zonas marginales de la costa de Connemara e hizo una comparación algo exagerada entre la lucha de estas familias y la de los indios del Putumayo. 29 Quizás resulta significativo que durante una visita al Hotel de las Islas en junio de 1913 firmó su nombre en irlandés y puso como dirección Hy-Brasil. Luego de la fundación de los Voluntarios Irlandeses en noviembre de 1913, Casement se convirtió en una de las figuras principales involucradas en campañas de reclutamiento y ayudó a establecer unidades en cada provincia de Irlanda. En mayo de 1914 se confabuló con Alice Green y algunos otros para adquirir y organizar la gestión de un envío de armas a Dublín.30 El 28 de junio de 1914, el mismo día en que el archiduque de Austria era asesinado en Sarajevo, Casement permaneció en un

sitio sagrado en la costa de Antrim y pronunció una oración a la brigada de Voluntarios Irlandeses de Antrim. Luego se fue en barco, primero a Escocia y luego a América. Durante la última semana de julio el armamento llegó con éxito a Howth. Diez días más tarde Gran Bretaña le declaró la guerra a Alemania. Para ese entonces las actividades traidoras de Casement estaban bajo

Envío de Armas a Howth. Mary Spring-Rice y Molly Childers fotografiadas a bordo del Asgard contrabandeando armas para Irlanda en julio de 1914. Casement planeó la maniobra con ayuda de la historiadora Alice Stopford Green y el escritor Erskine Childers, autor de la muy conocida novela de invasión, The Riddle of the Sands.

29 Ver Angus Mitchell, ‘An Irish Putumayo: Roger Casement’s Humanitarian Relief campaign among the Connemara Islanders, (1913-14)’ Irish Economic and Social History, Vol. 31 (2004): 41-60. 30 Ver EX. Martin, The Howth Gun-Running 1914 (Dublin: Browne and Nolan, 1964)

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la estrecha vigilancia de los agentes de inteligencia de Gran Bretaña, pero él consiguió viajar a Alemania como el representante electo de las organizaciones revolucionarias de Irlanda en los Estados Unidos. En Alemania negoció con el canciller las garantías de la independencia de Irlanda una vez finalizada la guerra. También se esforzó por reclutar una brigada irlandesa de entre los prisioneros de guerra capturados. En 1916, volvió a Irlanda a bordo de un submarino alemán y fue arrestado un Viernes Santo, el 21 de abril, en un viejo fuerte cerca de Banna Strand, en la costa sudoeste de Irlanda. Después del fracaso de los esfuerzos locales para rescatar a Casement en Tralee, éste fue trasladado a Inglaterra, interrogado por varios agentes de inteligencia británicos y encarcelado en la Torre de Londres para aguardar su destino. A pesar de sus esfuerzos por enviar noticias a Dublín y suspender la rebelión, sus deseos fueron ignorados. Durante la semana de Pascua de 1916 sitios claves estratégicos en el centro de Dublín fueron ocupados por fuerzas rebeldes de los Voluntarios Irlandeses, la fuerza de la milicia Socialista y el Ejército Ciudadano Irlandés, bajo el comando del intelectual marxista James Connolly. Los líderes de la insurrección, muchos de ellos colabora61

dores cercanos de Casement, fueron ejecutados los primeros diez días de mayo, en una exhibición de eficiente crueldad militar. La situación de Casement planteó un problema más complicado para las autoridades ya que sus redes de apoyo se extendían por todo el mundo, y mucha gente pensaba que los años que había pasado defendiendo los derechos de los indígenas y desenmascarando la violencia colonial deberían contar a su favor. Pero los elementos imperialistas y del Partido Unionista del Ulster en el gabinete británico estaban decididos a capturar a su hombre. Hacia fines de junio, Casement fue juzgado por alta traición en los Reales Tribunales de Justicia y luego de cuatro días de juicio sensacionalista fue declarado culpable y sentenciado a muerte. A pesar de los esfuerzos internacionales por presionar al gobierno británico para que le concediera el indulto, fue sumariamente ejecutado el 3 de agosto de 1916, exactamente dos años después del comienzo de la guerra. Fue el décimosexto líder irlandés ejecutado por su participación en el Levantamiento de Pascua. Lo que finalmente decidió su destino fue el descubrimiento, extraordinariamente oportuno por parte de los agentes de inteligencia británicos, de un conjunto de diarios que revelaron que Casement era un “invertido” hábito y “adicto a las más

burdas prácticas sodomitas.” 31 Después de su muerte Casement resultó ser un fastidio mayor para las autoridades de lo que había sido en vida. La lucha por su reputación y su lugar legítimo en la historia desató una guerra de palabras prolongada y a menudo enconada entre Gran Bretaña e Irlanda. En los círculos republicanos irlandeses su nombre fue agregado a la lista de honor de las mujeres y hombres que habían resistido la autoridad colonial y habían

muerto por una nación libre y unida. Mucha gente que lo había conocido bien se preguntaba cómo y por qué Casement le había dado la espalda al Imperio Británico, que le había otorgado honores y había apoyado sus campañas a favor de los oprimidos en el Congo, la Amazonía e Irlanda. A pesar de los esfuerzos por marginar, reducir o silenciar su importancia en las versiones oficiales de la historia británica, irlandesa y atlántica, su fantasma continuó reapa-

Sir John Lavery, High Treason 1916 – The Appeal of Roger Casement El pintor irlandés, Sir John Lavery, captó la tensión ceremoniosa de la apelación de Casement en una pintura histórica de significación extraordinaria para las relaciones anglo-irlandesas. (King’s Inn, Dublín) 31 El informe completo relacionando los Diarios Negros con la degeneración psicológica de Casement apareció en el memorando del Gabinete preparado por el asesor legal de la oficina central, Ernley Blackwell. Ver Archivos Nacionales (UK) HO 144/1636/311643/52&53.

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The Daily Mirror El juicio de Casement fue muy similar a los juicios llevados a cabo en la Unión Soviética durante la década de 1930 como demostración de su poderío. Su “traición” fue usada inescrupulosamente para referirse públicamente a cuestiones de identidad nacional, masculinidad, lealtad y sexualidad.

reciendo para rondar los corredores del poder diplomático. La descripción de Rusia realizada por Winston Churchill en 1939 como “un acertijo envuelto en misterio dentro de un enigma” adecuadamente podría aplicarse para entender a Roger Casement luego de su muerte. En el Putumayo, el grupo de cinco misioneros franciscanos irlandeses 2005)

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lucharon hasta 1917 para ofrecer algún grado de protección a las devastadas comunidades indígenas de la región, pero el interés en la misma se evaporó rápidamente dado que se empezó a prestar más atención a las tragedias globales resultantes de la Gran Guerra de 19141918. Arana se retiró del Putumayo y murió en el olvido en Lima en 1952.32

Ver Olvidio Lagos, Arana rey del Caucho: terror y atrocidades en el alto Amazonas (Buenos Aires: Emecé,

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W.J. Maloney, The Forged Casement Diaries (1936) La publicación de este libro en 1936 fue el primer estudio que sugirió que los denominados Diarios Negros de Roger Casement eran falsificaciones. A medida que pasaron los años esta idea ha sido compartida por muchos otros historiadores y políticos, pero el tema sigue sin resolverse.

Sin embargo, si la trágica invasión y profanación de las tierras del Putumayo cayó en el olvido, la guerra sobre la reputación de Casement se prolongó. En 1938 el poeta irlandés W.B. Yeats escribió su famoso poema The Ghost of Roger Casement – un tributo al trabajo del propagandista de Sinn Féin, W.J. Maloney, que directamente acusó a los agentes de inteligencia británicos del tiempo de guerra de falsificar diarios

para “manchar su buen nombre.” Era un estribillo evocador que todavía consigue atraer la presencia espectral de Roger Casement, que molestaría las relaciones anglo-irlandesas en cada generación subsiguiente. A pesar de los esfuerzos coordinados para limitar la trascendencia de Casement, su fantasma continúa golpeando a la puerta como un “poltergeist” atrapado en la dualidad irreconciliable de la historia anglo-irlandesa. 64

The Ghost of Roger Casement by Williams B. Yeats O what has made that sudden noise? What on the threshold stands? It never crossed the sea because John Bull and the sea are friends; But this is not the old sea Nor this the old seashore. What gave that roar of mockery, That roar in the sea’s roar? The Ghost of Roger Casement Is beating on the door. John Bull has stood for Parliament, A dog must have his day, The country thinks no end of him, For he knows how to say, At a beanfeast or a banquet, That all must hang their trust Upon the British Empire, Upon the Church of Christ. W.B. Yeats. En 1916, el premio Nóbel de literatura, W.B. Yeats escribió una carta al Ministro del Interior británico, Herbert Samuel, suplicando un indulto en defensa de Roger Casement. En 1936 escribió su poema con el estribillo evocador The Ghost of Roger Casement is beating on the door.

Roger Casement By Williams B. Yeats (After Reading The Forged Casement’s Diaries’ by Dr. Maloney) I said that Roger Casement Did what he had to do, He died upon the gallows But that is nothing new. Afraid they might be beaten Before the bench of Time They turned a trick by forgery And blackened his good name. A perjurer stood ready To prove their forgery true; They gave it out to all the world And that is something new.

For Spring-Rice had to whisper it Being the Ambassador, And writers by the score. Come Tom and Dick, come all the troop That cried it far and wide, Come from the forger and his desk, Desert the perjurer’s side; Come speak you beat in public That some amends be made To this most gallant gentleman That is in quick-lime laid. [octubre-noviembre 1936]

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The Ghost of Roger Casement Is beating on the door. John Bull has gone to India And all must pay him heed, For histories are there to prove That none of another breed Has had a like inheritance, Or sucked such milk as he, And there’s no luck about a house If it lack honesty. The Ghost of Roger Casement Is beating on the door. I poked about a village church And found his family tomb And copied out what I could read In that religious gloom; Found many a famous man there; But fame and virtue rot. Draw round, beloved and bitter men, Draw round and raise a shout; The Ghost of Roger Casement Is beating on the door. [octubre de 1936]

En 1959 el gobierno británico publicó muchos de los documentos de estado oficiales relacionados con la investigación del Putumayo hecha por Casement así como también los denominados “Diarios Negros”. Muy justificadamente los historiadores irlandeses y británicos descubrieron que los diarios en cuestión coincidían con los años 1903, 1910 y 1911, cuando Casement emprendió sus investigaciones oficiales de las atrocidades del caucho y sus acciones eran de mayor responsabilidad ante el Ministerio de Relaciones Exteriores. Tres de los cuatro diarios en cuestión estaban directamente relacionados con sus investigaciones de la Amazonía33 y pertenecen a los anales de la historia de

la Amazonía. La tempestad sobre la autenticidad de estos documentos se desató furiosamente en la década de 1950 y continuó hasta que los huesos de Casement fueron exhumados de la prisión de Pentonville y devueltos a Irlanda en 1965. En ese momento, la guerra acerca de su reputación a nivel oficial, se había silenciado en Irlanda. Durante las décadas de 1970 y 1980 una serie de biografías populares tornaron la narrativa de los diarios en el propio eje de la interpretación radical de Casement. No obstante, el argumento para determinar su autenticidad era superficial y carente de rigor académico y fue desarrollado tanto por necesidades políticas como por tendencias culturales.

The Black Diaries La disputa sobre los Diarios Negros sigue siendo la batalla más duradera en las relaciones anglo-irlandesas. Quizás una resolución satisfactoria sea imposible por la priorización de la política sobre la historia. ¿Lograrán las lecturas por parte de los intelectuales y académicos sudamericanos decidir finalmente el valor real de estos documentos? 33 Para un desarrollo más amplio de mi perspectiva ver Angus Mitchell, ‘Beneath the Hieroglyph: Recontextualizing the Black Diaries of Roger Casement’, en Irish Migrations Studies in Latin America 7:2, (Julio 2009): 253-265; ‘Against the Demon’, Dublin Review Books, Winter 2009/10, Issue 12; ‘Unframing the Black Diaries of Roger Casement,’ Brazilian Journal of Irish Studies, 11 (2009): 183-202.

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Páginas de manuscritos de los Diarios Negros, 27-29 octubre, 1910; 5-11 enero 1911.

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Un siglo después de los viajes de Casement a la Amazonía resulta evidente que sus investigaciones en el Congo y en la Amazonía, seguidas por su giro revolucionario contra el imperialismo europeo tuvieron consecuencias extraordinarias para las relaciones transatlánticas. Su posición como fundador

del discurso moderno de los derechos humanos y de las responsabilidades internacionales es rotunda y certera. A pesar de existir una larga lista de biografías, artículos y representaciones ficticias, aún queda por realizar un análisis crítico más profundo sobre su vida.

Retrato de Roger Casement por Sarah Purser (1913)

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Dublín Berlín

Madrid

Islas Canarias

Buenos Aires Mar del Plata

El Mundo Atlántico de Roger Casement.

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APÉNDICE I

Roger Casement y Sudamérica Rastros de la correspondencia producida en Brasil Roger Casement fue un corresponsal infatigable y durante sus siete años de servicio diplomático en Brasil produjo una amplia gama, sin bien dispersa, de escritos. La siguiente sección incluye extractos de cartas, informes y notas conservadas entre sus papeles en la Biblioteca Nacional de Irlanda (BNI). Esto constituye sólo una parte de la totalidad del material escrito por Casement acerca de Brasil y la Amazonía, que se encuentra depositado entre los papeles del Ministerio de Relaciones Exteriores en los Archivos Nacionales del Reino Unido en Kew. Los extractos intentan ayudar a comprender en mayor profundidad sus movimientos y estados de ánimo durante los primeros tres años de designación en Santos, Belén do Pará y Río de Janeiro. En este sentido, los mismos son reveladores en cuanto a sus redes de influencia, sus opiniones cambiantes acerca de Brasil y sus preocupaciones más amplias respecto de la región al sur del Sahara en África y de Irlanda, escritos antes de embarcarse en su investigación sobre las atrocidades del Putumayo. Su estadía en Brasil resulto ser 73

crítica para su propia evolución y transformación de imperialista a revolucionario. Lo que resulta evidente es la manera en que Casement compatibilizó su carrera oficial con una serie de causas potencialmente subversivas relativas a la independencia irlandesa. También desempeñó, detrás de escena, un rol de asesoramiento para con la Asociación para la Reforma del Congo. Su abundante correspondencia, mantenida con el secretario E. D. Morel (EDM) y conservada en la Facultad de Economía de Londres, cubre una década completa de operaciones realizadas por la Asociación para la Reforma del Congo desde 1904-13. Esto demuestra con claridad que el asesoramiento discreto proporcionado por Casement fue frecuentemente tenido en cuenta a pesar de que ello lo colocaba siempre en una situación de riesgo para mantener la confidencialidad oficial. Su amistad de toda la vida con su prima Gertrude Bannister (GB) ofrece la percepción más personal de sus sentimientos y pensamientos. No siempre habló bien de Brasil, aunque su crítica se basó siempre en razones fundadas. En sus cartas a la historiadora Alice Sto-

pford Green (ASG) discutió cuestiones relacionadas a una variedad de temas, los que incluían la historia irlandesa, la identidad nacional y África. Se incluyen también otros extractos de sus misivas a F. H. Cowper (FHC), un colega y amigo en el servicio consular, con muchos contactos en el mundo luso-brasileño. Toda esta correspondencia se encuentra en la colección de manuscritos en poder de la Biblioteca Nacional de Irlanda.

Santos: septiembre 1906junio 1907 Santos, 21 de septiembre de 1906 […] no estoy de humor para escribir- mi entorno es demasiado poco amigable, aunqu’ tengo suerte de tener un camarote para mí solo. Llegaremos a Santos el 9 de oct., a Río el 8 y al primer puerto brasileño, Bahía, el 4 de octubre. Me dicen que Pernambuco es interesante y la llaman la “Venecia” de Brasil -pero nadie baja a la playa allí, ya que le temen a los tiburones y a ser capturados entre sus fauces- creo, después del típico bote africano usado en el oeste y de las canoas del Congo no me voy a aterrorizar por los tiburones de Pernambuco. Todos mis pensamientos están realmente puestos en Irlanda- si uno pudiera ver la luz del día… Recuerda que mi dirección

es: Consulado de Gran Bretaña e Irlanda, Santos – no ¡¡Consulado Británico!! (ASG, Nile, Barco de la Marina Real, 21 de septiembre de 1906). Santos, 12 de octubre de 1906 […] Todo en Brasil es importado, incluso sus habitantes. No hay nada brasileño- nada natural, nativo e inevitable. Nadie se ve cómo si perteneciera a su entorno- todos, desde el comerciante al trabajador portuario están acá para irse. No puedo imaginar algo así como el “patriotismo” brasileño ya que ninguno de los patriotas tiene algo de este país en su sangre. La población es de todo tipo de colores- y aquí en el sur, mayoritariamente italiana. Todos vienen acá para ganar dinero y huir. Los precios de los productos son tremendos y el dinero del país fluctúa a diario en cuanto a su valor. En mi caso, esto es una cuestión muy grave- ya que mi ingreso varía con el fluctuante tipo de cambio. El país existe sobre la base de su riqueza natural- café, caucho, cacao, tabaco, algodón, etc. Importa sus productos alimenticios y su mano de obra & su oro- y siendo su propio dinero billetes, existe una constante especulación monetaria en el país. Brasil es como los EE.UU. una república de estados federados, cada 74

uno tiene su propio congreso, presidente, renta local, ejército, costumbres, etc. Pero todos se encuentran unidos por una ley nacional común, impuestos aduaneros, ejército federal, congreso y Presidente federal. Soy cónsul en dos de estos estados, San Pablo y Paraná: el primero es el más importante. Tiene una extensión de, digamos, la misma que Francia, con una población estimada de 3.000.000 de habitantes, en su mayoría italianos y en su mayoría por una temporada. La capital estatal es San Pablo, una ciudad 34 millas hacia el interior de Santos que se encuentra en las montañas a 2.800 pies sobre el nivel del mar. Existe un buen sistema de ferrocarril entre Santos y San Pablo de propiedad de una compañía británica. El viaje toma 2 ½ horas- debido a la cuesta ascendente- el tramo más empinado sube por medio de sogas. Se dice que San Pablo es la ciudad más moderna de Sudamérica. (EDM, Santos, 12 de octubre 1906). San Pablo, 7 de noviembre de 1906 […] por el momento me estoy quedando en el hotel de San Pablo- voy cada mañana y regreso de allí en el tren de las 4:30 cada tarde. Mañana voy a Guaruja a ver a Keevil, el gerente del Banco de Londres y el Río de la Plata- un hombre 75

igualmente encantador. Encuentro que la gente es muy hospitalaria y generosa por acá. Me gustan, aunq’ no me pasa lo mismo con la policía. El trabajo es absurdo. No hay nada que hacer excepto tratar con desertores, vagabundos, holgazanes y vagos…El tipo de cambio es el demonio- siempre cambiando- y por lo general para mal. Si no fuera por el tipo de cambio el sueldo estaría bien- pero las cosas son muy caras a estos valores. […] tengo un joven polizón ahora como mi sirviente, para limpiar mi uniforme- & un pequeño niño brasileño de unos 13 años como ayudante de oficina- los dos están justo ahora peleando con mi uniforme y tratando de limpiarlo para el 15 de noviembre- ese día el Presidente pasa revista de tropas del Estado en San Pablo & tengo que ir. […] La ciudad ha mejorado muchísimo, debo decir, desde cuando estabas aquí, no está tan mal & los muelles son espléndidos pero no hay ningún interés en la vida- todos están preocupados por el café y por esquivar el tipo de cambio- y ninguno de los placeres de la vida es bueno acá. Nadie te visita, por ejemplo, y pocos te sonríen o hablan. Estamos en el pico de actividad y la producción de café promete este año batir todos los records. (FHC, San Pablo, 7 de nov. 1906).

Santos, 12 de noviembre de 1906 […] Tuvimos un temporal ayer y el mar presenta mucho oleaje. He tenido mucha fiebre desde que llegamos a tierra- no el tipo de fiebre africana fuertísima, sino una fiebre brasileña, de tipo moderado y melancólico, que simplemente te quita el apetito… Acá todos se vuelven locos por el café- la exportación está ahora en auge y Santos está trabajando bajo mucha presión & enviando por mar cada semana £ 1.000.000 de café. Hay una cantidad extraordinaria de trabajo y café a despachar en un día para un lugar tan pequeño y sucio. (EDM, Santos, 12 de noviembre de 1906). Santos, 3 de diciembre de 1906 […] Gracias por “Caucho Rojo” justo a tiempo y por los demás papeles etc. que me enviaste. Los estoy distribuyendo por todas partes. No apruebo del todo el panfleto de Harris “Commerce and the Congo Crime” (“El Comercio y el Crimen del Congo”). Tiene demasiadas citas de gente que conoce tanto del Congo como de Santos. En realidad, creo honestamente que los “Misioneros” están tratando ahora de ganar dinero con la cuestión del Congo. Permanecieron callados durante años- tomaron

todo lo que las autoridades del Congo les dieron- a menudo hasta participaron de los saqueos- y cuando yo fui río arriba en 1903, muchos de ellos me miraban con secreta hostilidad- mientras que todos tenían miedo de hablar hasta que vieron que yo había quemado mis botes & desembarcado con éxito en la costa enemiga. (EDM, Santos, 3 dic. 1906). Santos, 21 de diciembre de 1906 […] Hace dos días tu amigo Warden pasó camino a B. Aires en el SS Amazon y nos encontramos a bordo de casualidad cuando tuve que ir a ver al nuevo Ministro en Argentina, Townley de Nueva York. Los diplomáticos son bastante inútiles para cualquier causa humana real. Sólo piensan en los placeres de la vida y consideran al trabajo como un aburrimiento. Vos y yo, querido Bulldog hemos cambiado cosas que todos los diplomáticos del mundo nunca hubieran tocado si nosotros no los hubiéramos forzado. Espero dar una pequeña charla sobre los asuntos del Congo el próximo domingo a la tarde en San Pablo- a 50 millas- la capital de este estado donde hay una comunidad británica más grande que en Santos. Si pudiera hacer una convocatoria amplia conseguiría más76

pero hay Cónsules belgas acá y enseguida iniciarían una campaña en mi contra. (EDM, Santos 21 de diciembre de 1906). Santos, 2 de abril de 1907 […] Estuve en Buenos Aires por unos pocos días en marzo & vi a Warden. Me envió para vos la caricatura yanki de Leopoldo que te adjunto. Una noche que cené con él, bebimos para que vos & la causa tuvieran éxito…Le estoy dando la mayor parte del último envío de papeles del Congo al obispo (anglicano) de las Islas Malvinas cuya diócesis es ¡toda Sudamérica! (EDM, Santos, 2 de abril de 1907). Santos, 20 de abril de 1907 […] Es un error para un irlandés mezclarse con los ingleses. Se ve obligado a hacer una de dos cosas- ir al paredón, si continúa siendo irlandés- o hacerse inglés. Como ves, ¡casi me convertí en uno, una vez! durante la época de la Guerra de los Boers. Había estado lejos de Irlanda por años- sin contacto con algo que resultara a mi corazón & mi mente cercano a mi tierra natal - tratando con esfuerzo de cumplir con mi deber & cada nueva obligación me hacía ostensiblemente más cercano al ideal 77

del inglés. Había aceptado el imperialismo- el dominio británico debía extenderse a cualquier precio, ya que era lo mejor para todos bajo el sol, y aquellos que se oponían a esa extensión debían verdaderamente ser “aplastados”. Yo iba en el camino correcto para ser un patriotero imperialista- aunq’ en mi corazón, muy adentro & hasta insospechado casi por mi propia persona, continuaba siendo un irlandés. Bueno, al final, la guerra me dio escrúpulos- los campos de concentración unos aun mayores- & por último cuando estaba en esos solitarios bosques del Congo en los que encontré a Leopoldo- también me encontré a mí mismo- el incorregible irlandés. Allí, misioneros religiosos británicos muy respetables me hicieron reproches. “Por qué preocuparse tanto” decían-“el estado representa la Ley & el Orden & después de todo esta gente es salvaje & debe ser reprimida con mano firme.” Cada nuevo descubrimiento que hacía acerca de lo infernal del sistema del rey Leopoldo me hacía que me reprochara a mí mismo buscando alguna guía. Yo sabía que el Ministerio de Relaciones Exteriores no entendería esto- o que si lo hacían no iniciarían acción alguna, ya que allí fue cuando me di cuenta de que estaba mirando esta tragedia con los ojos de otra raza- de gente que alguna vez habían sido perseguidos, cuyos

corazones estaban basados en el afecto como principio básico de contacto con sus semejantes y cuyo aprecio por la vida no era el de algo que debía valorase eternamente por su “precio” de mercado. Y entonces, me dije a mí mismo, allá por el río Lulanga, que como irlandés haría mi parte, sea donde fuera que esto me llevara personalmente. Desde ese entonces, cada año que pasa me confirma en mi fe en ese punto de vista. Regresé a Irlanda a principios de 1904- me puse a buscar de inmediato a La Liga gaélica- y todos mis antiguos anhelos y deseos de la niñez se abrieron a la vida nuevamente…(ASG, Santos, 20 de abril de 1907). Santos, 15 de mayo de 1907 […] Buenos Aires me gustó muchísimo- es un lugar espléndido, lleno de vida y gente y un contraste enorme en relación con la melancolía pesimista de Santos (FHC, Consulado de Gran Bretaña e Irlanda, Santos 15 de mayo de 1907). Santos, 21 de junio de 1907 […] El levantamiento de Bélgica misma en contra del leopoldismo es el mejor signo que hemos tenido hasta ahora. Personalmente no creo que se

produzca ningún cambio importante mientras Leopoldo esté vivo. Es sacrosanto en infamia y no será destronado. Se verá forzado a hacer cambios, sin duda- pero el esquema principal permanecerá cerrado en su corazón (o cerebro) y hasta que no muera continuará controlando la estructura modificada. No obstante, has trabajado para la eternidad- para una completa y eventual supresión, creo, del horroroso concepto de desgobierno que él de manera casi exitosa erigió como sistema permanente y reconocido de “administración”. África sobrevivirá a Leopoldo y a todas sus obras, y muchos millones de sus niños volverán a llenar los inmensos desiertos creados por su deplorable ambición. La antigua vida volverá al corazón de África – eso es seguro. El Hombre Negro es tan eterno como el hombre blanco y bastante más viril. ([…]EDM[…], Santos 21 de junio de 1907). Informe Consular de Santos 1905-06 […] La importación de cerveza Guinness aumenta considerablemente en Brasil, en parte debido a la recomendación de los médicos y a que se ha acordado una reducción de las tasas aduaneras basada en dicha recomendación. Sin duda, otras importaciones ir78

landesas resultan interesantes en Santos y San Pablo pero es imposible trazar el país de origen en muchos de los casos de importaciones británicas, ya que todos los productos que provienen de Gran Bretaña o Irlanda se describen en la aduana brasileña como “ingleses”. Así la cerveza negra de Dublín, las aguas minerales de Belfast (que gozan de mucho prestigio), la ropa blanca – fina mantelería y ropa de camade Belfast y los barcos construidos en Belfast, todos figuran de igual manera como de origen inglés. En ningún caso y bajo los métodos actuales de envío y facturación sería posible discriminar, a los fines de informes estadísticos, si los productos fueron manufacturados en Gran Bretaña o Irlanda. De hecho, el ingreso individual más importante- si así se lo puede llamar- en 1906 al puerto de Santos consistió en un navío, producto de la industria irlandesa. Me refiero a la “Araguaya” uno de los últimos agregados a la flota de la Royal Mail Company. La Compañía Naviera Brasileña, está encargando varios nuevos navíos en Europa y dos de éstos se están construyendo en Belfast y serán, se espera, recibidos en Brasil durante el curso de 1907. (Informe diplomático y consular sobre Santos 1905-06 Cd.3727-35).

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27 de junio de 1907 […] Tu carta de bienvenida del 7 de junio me encuentra en vísperas de empacar para abandonar este turbio, sumido en la ignorancia, y muy oscuro fondo de la cafetera. Viajo, si Dios quiere, en el S.S. Amazon de la Royal May Coy el 2 de julio y estaré, si Dios igualmente quiere, en Southampton el 20 o 21 de junio, pero tal vez me quede una semana en Lisboa ya que tengo amigos allí. …No creo para nada en el carácter nacional inglés: a modo individual hay muchas decenas de ingleses decentes- de manera colectiva son un compuesto venenoso- y nosotros los irlandeses deberíamos darnos cuenta de que, si continuamos “solicitando” cosas de ellos y apoyando a los ingleses con la esperanza de que ellos hagan “algo” por Irlanda, seremos vendidos. Completamente vendidos. Su propia visión de la vida es hacer, obtener, tener, poseer… veo este mismo proceso en ciernes aquí en Brasil- los portugueses & otros que vienen por acá rápidamente se convirtieron en “brasileños”- nadie podría definir la “nacionalidad” brasileña- y en cuanto a la raza- está compuesta de muchas y diferentes estirpes- pero hay algo aquí y los está transformando a todositalianos, portugueses, españoles, ale-

manes y negros- en gente brasileña- y el tipo que surgirá, en definitiva, se asimilará más y más a la antigua estirpe india de la tierra, aunq’ estos están próximos a ser exterminados. Irlanda, con mucho más vigor y con una concepción tradicional que nunca cesó de florecer y dar frutos debe ganar para sí todos los elementos discordantes de la invasión. (ASG, Consulado de Gran Bretaña e Irlanda, 27 de junio de 1907).

Belén de Pará: febrero de 1908-noviembre de 1908 Informe de Pará 1907 […] La ciudad de Pará es una de las más grandes ciudades ecuatoriales, situada a sólo 90 millas al sur del Ecuador. Hay en ella unas hermosas avenidas, bonitas calles comerciales y verdaderamente encantadoras plazas y jardines públicos. Visto desde cierta altura, las casas y calles casi desaparecen en un mar de verdes. La mayoría de las calles suburbanas están forestadas con plantas de mango y como estos árboles crecen rápida y exuberantemente, pronto sobrepasan la altura de la mayoría de las casas. […] Un excelente sistema de tranvías eléctricos, con extensas ramificaciones de alumbrado eléctrico, ambos

controlados por la única compañía, una empresa británica, suministran ahora a la ciudad estos medios rápidos y confortables de intercomunicación. En junio de 1908, la longitud de la línea bajo tracción eléctrica será de 35 millas cubierta por 68 tranvías. (Informe diplomático y consular de Pará 1907 Cd. 3727-194) Pará, 18 de marzo de 1908 […] Aquí estoy, ahora en Pará desde hace casi 4 semanas… me gusta mucho más Pará que Santos. Como ciudad no hay punto de comparación. Esta es una ciudad civilizada y toda la comunidad es mucho más agradable, ya sean nativos o británicos. Las calles, plazas, etc. son bonitas acá y el servicio de tranvías eléctrico excelente. La gente es por lo general más agradable que los santistas- más limpios, tranquilos, más correctos y de mejor aspecto. En términos generales uno se siente en una comunidad civilizada- en Santos había solo un puerto de cargas y nada másun agujero repugnante. Tengo una linda casa en una hermosa plaza- pero voy a tener una oficina consular en el centro desde el 1° de abril- y luego dejaré esta casa. Cuesta £20 al mes- y tengo que pagarle al empleado £ 350 al año. Son £ 590 por año sólo de oficina y empleado. El costo de todo es excesivamente alto80

tanto o más que en Santos. La gente se viste acá- todas las clases- & los trabajadores son de piel clara y ropas limpias- y las mujeres hasta más lindas, con flores en su cabello, como en Sevilla. Hay un teatro espléndido- aunque no siempre abierto, lamento decir- y algunos edificios muy lindos y jardines y plazas públicas hermosas. La comunidad británica es sociable y amigable, del tipo de los antiguos habitantes de Santos que conociste, creo, sin ningún sentimiento de superioridad o comercialismo forzado. El caucho está en baja y el comercio anda mal- pero todos parecen contentos- y las damas de la vida galante están todavía en evidencia con sus diamantes y plumas que llenan el comedor de mi hotel- el “Paz”- que como hotel es pobre y como restaurante más pobre aún. (FHC, Pará, 18 de marzo de 1908). Pará, 23 de marzo de 1908 […] ¿Te acordás del Hotel Slieve Donard en Newcastle, condado Down, Irlanda el 4 de enero de 1904? Cómo planeamos y conspiramos- & yo dije que si había que hacer de la causa del Congo una cuestión de vida, tenía que sacarse de las manos del Ministerio de Relaciones Exteriores & del Gob. y hacerse una causa de la gente- & como te dije Para este servidor, “Tu eres el hom81

bre!” Bien, has probado ser verdaderamente el hombre. (EDM, Pará 23 de marzo de 1908). Santos, 15 de mayo de 1908 […] Recibí tu alegre carta (& la foto que es excelente) al regresar a Pará luego de un breve viaje aguas arriba del todopoderoso río Amazonas, unas 1600 millas ida y otras tantas de vuelta… Personalmente no me siento bien- ni en cuerpo ni en espíritu. He estado más o menos mal desde que llegamos a tierra acá. La falta de comodidad extrema y lo inapropiado de la comida sumado a la falta de descanso me afectaron & tuve fiebre mientras navegábamos- pero mis molestias corporales nos son tan penosas como los malestares económicos de este puesto. El costo de vida acá supera tan ampliamente mi sueldo etc.- que ya no tengo nada de dinero & pronto me veré imposibilitado de pagar mis gastos… He escrito una carta de renuncia a Sir Edward Grey. […] Más bien me gusta Pará por sí misma. La gente me gusta más que los brasileños del sur. Tienen más de lo “nativo” en sus personas- color, semblante & modo de ser- más afables, amigables y tranquilos & con su piel india oscura & su cabello indio negro azulado (las más maravillosas cabezas con cabello trata-

do con un aceite del lugar que lo hace brillar a una milla de distancia) ojos muy oscuros y tiernos (no ojos negros, fríos e inclementes) & dientes blancos, son agradables a la vista y simpáticos para conversar. ¿Has visto & leído el libro de la Sra. Green- me dice que está o estuvo en proceso de edición. Temo que ella lo haya apurado. Espero que no. Parte de su trabajo es maravilloso, otras veces es pobre- muy desigual; demasiados improperios tal vez & no la suficiente explicación. Pero ella tiene un gran dominio del tema & escribe sobre Irlanda desde un profundo corazón. La tragedia de ese querido viejo país es una mucho más profunda & más atroz mi querido E.D.M. que la atroz historia del leopoldismo en el Congo. El Congo revivirá y prosperará- los millones de negros nuevamente colmarán la tierra- intacto, incorruptible- pero quién restaurará la destruida raza irlandesa, la lengua irlandesa muerta, la música irlandesa masacrada, la riqueza de la apacible naturaleza, mente amable, elevado espíritu y corazón bravío y generoso… (EDM, Santos 15 de mayo de 1908). Informe diplomático y consular de Pará de 1907 […] El crecimiento de Pará de

16.000 en 1850 a lo que pueda ser hoy130.000 o 185.000- se debe solamente al crecimiento del comercio de caucho. Todas las otras fuentes de prosperidad no son importantes en comparación con este, el producto básico de la industria amazónica. Los primeros registros de exportaciones de caucho de la cuenca amazónica que encontré registrados eran de 1830, cuando se exportó una cantidad de 156 toneladas desde Pará. El comercio se había más que duplicado en 1840, cuando se exportaron 388 toneladas, y en 1850 esta cifra ya había ascendido a 1467 toneladas. En 1857 el caucho totalizaba sólo un tercio del valor de las exportaciones totales de Pará – las cifras para el caucho fueron 139.000 libras (esterlinas) sobre un total de comercio exportable de 450.720 libras. En 1858 el caucho contribuyó 123.000 libras sobre un total de 356.000 libras de exportaciones, empleando 104 navíos de 29.493 de tonelaje total. De ahí en más, siguió un incremento sostenido de la producción de caucho hasta que el valle del Amazonas se convirtió en el centro reconocido de provisión para la creciente demanda mundial. Se estima que la cantidad de caucho utilizado anualmente en las industrias mundiales representa un valor de 25.000.000 de libras. El consumo anual durante los últimos cuatro años ha sido 82

Río de Janeiro: marzo de 1909 – marzo de 1910.

el siguiente:

Toneladas 1903… ……… 50.384 1904………… 55.275 1905………… 61.397 1906………… 65.000 (estimadas)

Río de Janeiro, 31 de marzo de 1909.

Cuando se refleja que casi la totalidad de esta gran cantidad representa una producción de fuentes no cultivadas, es legítimo especular respecto del futuro del comercio del caucho a nivel mundial, cuando el caucho cultivado comienza a jugar una parte importante en las fuentes de oferta. La América tropical contribuye el 63 por ciento del total mundial – todo caucho salvaje recolectado en pantanos y bosques de suelos vírgenes; África le sigue con el 34%, recolectado con métodos aun más primitivos en regiones aún más vírgenes; dejando a Asia la modesta contribución del 3%, pero todo esto producto de un cultivo cuidadoso, sustentado por capital y la aplicación científica de la mano de obra. El hecho de que esta inversión agrícola en Ceilán, Malaya y en otras partes, donde las plantaciones de caucho se están extendiendo sistemáticamente, pueda en los años futuros influenciar ampliamente la provisión de caucho, es algo que pienso no puede ser discutido. (Informe diplomático y consular de Pará de 1907 Cd. 3727 – 194). 83

[…] El viaje realizado por el Royal Mail S/S Amazon fue muy agradable, pero terminó en Río… El mismo día que llegué me dieron escalofríos, y luego tuve un horrible ataque de fiebre – 106° de temperatura y muchos vómitos. Igual que en el Congo. El doctor me sanó… Río es muy caro – tanto como Pará – solo que tengo mejor paga acá y también puedo vivir en un hotel – tener una casa esta fuera de todo cálculo… La vista desde mi ventana en el hotel es gloriosa – a mi derecha esta el Corcovado, un gran pico de granito que mira hacia abajo, a la ciudad de Río, aproximadamente de 3.000 pies de altura & otras innumerables montañas y sierras forestadas y debajo la playa y la bahía. (GB, Río de Janeiro, 31 de marzo de 1909). Río de Janeiro, 25 de junio de 1909 […] El presidente de Brasil murió la semana pasada y tuve que ir al funeral pintado como para la guerra. Había una multitud (GB, Río de Janeiro 25 de junio de 1909).

Río de Janeiro 29 de junio de 1909 […] La campaña en contra de los crímenes de Leopoldo no se debió a ninguna ley, influencia o al resultado de un esfuerzo político o de la política de Su Majestad el Gob. – Se debió solamente a vos en primer lugar & a mí en segundo término. Vos levantaste a los parlamentarios para que te siguieran y yo ¡levanté al Congo! Yo navegue río arriba, te acuerdas, por iniciativa propia – no como resultado de ninguna orden de ellos. Ya había partido y estaba en Stanley Pool, con todas mis medidas preparadas cuando ellos telegrafiaron sugiriendo que en vista del debate de mayo de 1903 yo podría comenzar. Así ocurrió desde el principio – ellos eran los que seguían, no los que conducían. (EDM, Río de Janeiro 29 de junio de 1909). Río de Janeiro 2 de julio de 1909. […] Hace dos semanas yo era un magnifico Pájaro de Plumaje – el presidente de Brasil murió y en el funeral aparecí junto con el Encargado de Asuntos de Su Majestad (que es un escocés decente y defensor del autogobierno) con uniforme completo - & escuché que estamos en todos los cinematógrafos de la ciudad, justo cuando dejamos el Pala-

cio para ir a nuestro vehículo. Me dijeron que estoy excelente & que me muevo con gracia con mi sombrero ladeado cuando ingreso al vehículo – pero no intentaré visitar el show. (GB, Río de Janeiro 2 de julio de 1909). 20 de septiembre de 1909. […] Trasmito aquí una serie de fotografías de los indios nativos del Estado de Espíritu Santo, una rama de la familia de los Botocudos que se encuentran entre los más degradados de los habitantes aborígenes de Brasil. Esta tribu se llama localmente Bugre, y habita mayormente la orilla izquierda del río Dulce, un gran río del Estado de Minas Gerais… Las Fotografías… ilustran un tipo de humanidad que, salvo en Brasil, no estará en contacto con la civilización moderna en ninguna otra parte, sino más bien completamente intangible. El hombre de la selva (‘bushman’) australiana puede ser citado por algunos, pero en realidad no hay paralelo, entre la posición que este ocupa, digamos, respecto del colono de Queensland, de sangre blanca y esa que ocupa el indio brasileño respecto del brasileño propiamente dicho. El hombre de la selva en Australia es un hombre aparte, con quien los europeos nunca han tenido relaciones salvo aquellas de hostili84

dad, aversión y desprecio, mientras que el indio en Brasil, es la piedra fundacional de su ciudadanía nacional. Su sangre se mezcla con la de las más altas familias en la tierra, y las características faciales que ofrecen estas fotos de los Bugres se encuentran a diario en las calles, cafés, recepciones, y hasta en los Ministerios de la capital brasileña. Sin embargo esta tribu (una de muchas) que habita una región que durante siglos ha sido colonizada por la raza europea, a solo unas pocas millas de asentamientos europeos largamente establecidos, cuya gente ha mezclado libremente su sangre con aquella de estos indios, ha retenido dentro de la perspectiva de sus “civilizadores” los rudos hábitos de una vida social que se remonta a la era más primitiva de la humanidad. En mi reciente viaje por la ribera sur del río Dulce, encontré referencias constantes en relación a esta tribu de los indios Botocudos como “solo cruzando” ese angosto río, no obstante parece no haber habido ningún intento durante los siglos de gobierno portugués y brasileño de modificar su ambiente, instruirlos o humanizar a estos pueblos primitivos. Permanecen tal como eran el primer día en que el invasor portugués pisó suelo brasileño, aunque los recién llegados se han casado libremente con miembros de esta tribu y hasta están orgullosos de 85

su conexión con ésta y otras tribus indígenas nativas. Existe entre los brasileños tan poca curiosidad intelectual (y hasta ancestral) que hasta que un fotógrafo alemán visitara recientemente Victoria, creo que no podría encontrarse una fotografía de la gente que constituye la base de un reclamo de nacionalidad separada que los brasileños manifiestan estar orgullosos de afirmar con respecto a su madre patria europea. (TNA FO 369/198 Roger Casement al Ministerio de Relaciones Exteriores, 20 de septiembre de 1909). Río de Janeiro, 2 de agosto de 1909 […] Regresé de Vitoria la noche del jueves después de 23 días de la más maravillosa ausencia de Río… Ahora estoy de vuelta en la espantosa y falsa ciudad en la que hordas de salvajes vestidos para parecer otros imitan la vida de los europeos parisinos con sus pretenciosas paparruchadas. Cómo los aborrezco y a menudo pienso en tu pobre padre cuando vino aquí desde África. No hay duda de porque renunció y huyó desesperado. (GB, Río de Janeiro, 2 de agosto de 1909). Río de Janeiro, 18 de agosto de 1909 […] La historia clásica y de los

bárbaros, los registros sagrados y divinos, la tradición de Egipto y los registros prehistóricos de la Arabia Pétrea son saqueados en busca de nombres que dignifiquen y embellezcan la existencia. Así, por ejemplo, hace unos días apareció un párrafo que daba detalles de un asalto común a un policía cometido por un trabajador portugués. El policía herido, nos dijeron, fue el soldado N° 73. “Justiniano Diocleciano Fermino de Souza Pinto” mientras que dos de sus camaradas que estando en funciones corrieron en su ayuda eran respectivamente: Hermenegildo Pompeo Octavio de Braganza y Militiades Procopio de Azervedo Barria. Todos los policías, debemos saber, eran tan negros como tu sombrero. Un caso que convulsionó a Brasil, todo, desde el presidente para abajo es el asesinato del Dr. Euclydes da Cunha, un distinguido hombre de letras e ingeniero civil, aclamado universalmente como uno de los más grandes brasileños de la época. Toda esta tragedia es increíblemente estúpida, miserable y sanguinaria. Los diarios de la mañana del lunes salieron con toda esta miserable historia en letras gigantes y desde el lunes, la prensa ha recibido miles de telegramas de condolencia y dolor provenien-

tes de todas partes de Brasil en lo que el Presidente, el Barón de Río Branco y las más destacadas personalidades de la vida política y pública del país- incluidas las Cámaras- expresaban su dolor y adelantaban su representación pública en el funeral del Dr. Euclydes da Cunha. Los diarios hablaron de su “asesinato”, el que para cualquiera que pueda leer, resulta claro que el Dr. da Cunha, lejos de haber sido asesinado fue tiroteado en defensa propia por dos jóvenes, primos de su esposa a los que él había atacado ferozmente con un revolver y a los que había herido antes de que el mayor de los dos jóvenes, luego de disparar los dos tiros a la pared a manera de advertencia, le disparó finalmente a este sanguinario y enloquecido hombre para salvar su propia vida y la de su hermano. El Dr. Euclydes murió en el momento en casa de los hermanos a la que había irrumpido con furia y dónde había comenzado a disparar sin la menor advertencia. Respecto de los muchachos, uno yace herido de peligro, con daño en su estómago y pulmón, y el otro está en una condición menos grave. La razón por la que el Dr. Cunha cometió tan horrible crimen y la de su posterior muerte es el motivo inevitable en la vida brasileña- celos a partir de una vil sospecha de su esposa alimentados por calumnias y sugerencias se86

cretas de los “amigos” espías de la casa y rumiados con resentimiento al punto de la locura por parte de este ilustre literato nacional. La dama, que tiene 38 años de edad y es madre de cuatro hijos (el más grande, de nombre Solon) tenía un afecto especial por sus dos primos, los muchachos en cuestión, que son huérfanos y estudiantes militares. Para ayudarlos en sus carreras ella les demostró su amistad y les brindó su ayuda, al principio con la abierta aprobación y apoyo de su esposo. Por último ese sentimiento de parte de su esposo degeneró en otro de grave sospecha y los muchachos dejaron la casa para instalarse modestamente a unas millas de distancia de la casa del Dr. Cunha. Fue acá, sin ninguna advertencia, que él los buscó con la intención manifiesta de “matarlos a los dos” temprano en la mañana del sábado pasado y donde encontró su muerte. Sin embargo, la prensa habla universalmente de su asesinato. La extraordinaria nomenclatura personal de la mente brasileña distingue, por supuesto, esta tragedia de alto nivel. Los dos muchachos se llaman respectivamente Dilermando de Assis y Dinorah Candida de Assis. Los nombres del último de los jóvenes, como se verá, son dos nombres de mujer- uno de ellos elegido sin duda a partir de la ópera “Norma.” 87

Dramas de esta naturaleza son de acontecimiento tan frecuente en la vida brasileña que leer acerca de los mismos se convierte en una parte aburrida de la deprimente vida diaria. La perspectiva más pervertida es la que siempre prevalece. La sospecha reemplaza a la evidencia y tanto la policía como los magistrados recogen de manera detallada los más copiosos chismes y calumnias de todas partes. Así el joven herido, Dinorah de Assis, en las horas posteriores al crimen fue sometido a una “autopsia” mental por el delegado del distrito 14 “durante toda la noche y hasta la madrugada del domingo”, aunq’ en cualquier comunidad sensata él debería haber estado al menos en manos de médicos o en cama en algún hospital. La compasión pública es para el criminal así como en otras tierras es para la víctima […] (NLI, misiva 13087 (2), Río de Janeiro, 18 de agosto de 1909). Río de Janeiro, 19 de agosto de 1909 […] Adjunto una copia del panfleto sobre la Planta de Lino brasileña “Cáñamo braziliensis Perini” que le puede interesar a la gente de Belfast. También te envío, por separado un paquete de semillas de la planta con las que tus expertos en botánica podrían experimen-

tar. Las semillas son difíciles de conseguir acá. No sé si la planta es todo lo que el Dr. Perini dice que es. Algunos de nuestros compatriotas que analizaron muestras de la planta y de las fibras se pronunciaron de manera algo hostil al respecto […] También envío unos pocos especimenes de bordados de algodón hechos por mujeres brasileñas, según me dicen, en el pequeño estado de Alagoas al norte de Río. (Biblioteca Central de Belfast, documentos de F. J. Bigger, Roger Casement a Horner, Río de Janeiro, 19 de agosto de 1909). […] me estoy quedando arriba en Petrópolis, a casi 30 millas de Río. Cruzamos la bahía en un barco a vapor, trayecto que dura 65 minutos y luego toma un poco más de una hora subir a las montañas en un horrible tren que llega a unos 2700 pies de altura donde se encuentra este pequeño asentamiento en las sierras donde reside durante todo el año el cuerpo diplomático […] Son solo 28 millas desde Río y se tardan 2 horas y 20 minutos [para llegar aquí]. Bajo a la ciudad a las 7:30 cada mañana, llego a eso de las 9:40 y regreso a las 4 en barco y llego a las 6:20 de la tarde. De modo que, cada día, paso más de 4 horas para cubrir 56 millas y el pasaje cuesta ¡12/6 por día! Esto te da una idea de lo que significa la ‘civilización’ brasileña. Acor-

date de que esta ciudad es el lugar de residencia del presidente y del gobierno brasileño durante una parte del año, y de las ‘clases altas’, y de los diplomáticos extranjeros durante todo el año. Los diarios de Río llegan por tren a eso de las 8:40 de la mañana. No se pueden comprar en cualquier negocio de Petrópolis- sólo a los vendedores en la calle y te lo cobran tres veces el valor del diario. Así el Jornal do Brasil- el Brazilian Daily Telegraph con la mayor circulación- se publica a un costo de 100 reales (aproximadamente 1 ½ peniques por ejemplar). Acá se vende, sólo a 28 millas de distancia, a 300 reales (aproximadamente 4 ½ peniques)… La compañía ferroviaria es el Ferrocarril Leopoldina- una compañía inglesa con casa central en Londres. Pagué 10/ para el traslado de un pequeño baúl desde Río a Petrópolis y luego tuve que esperar dos días a que llegara. Los “coches” son pequeños vagones casi sin lugar para equipaje de mano y nada para mis rodillas. (GB, Río de Janeiro, 1 de septiembre de 1909). […] La Entente Cordiale está detrás de todo esto, pero es porque en otro sentido Alemania está por detrás. En lugar de tratar de llegar a un acuerdo por lo general amigable con Alemania respecto de todos los puntos, que obviamente incluirían al Congo, ya hace unos años que nos hemos apartado de nues88

tro camino para eliminar a Alemania de nuestros consejos y en la medida de lo posible para nosotros de otros consejos también. Intentamos embotellar vino muy nuevo en muy viejas botellas diplomáticas y cuando exploten me cortarán las manos y tal vez una arteria. Ahora las cosas alcanzaron un estado tan fatídico que la paz entre los dos grandes poderes de Europa será muy difícil de mantener. Ambos países se están preparando para la guerra y mucho más rápido de lo que el mundo en general sospechapero el problema se encuentra más en Inglaterra que en Alemania. Ha sido un terriblemente estúpido negocio- basado en principio en los celos, el comercio, la mala voluntad y la codicia comercial y que ahora se sustenta en gran medida en el miedo, también. Los ingleses han comenzado a temerle a los alemanes, a tener miedo de la expansión alemana, del entrenamiento comercial alemán y hasta de lo flota alemana- y así la entente con Francia se convirtió cada vez más una necesidad para su arte de gobernar. Dije años atrás que la potencia con la que hacer la Entente era Alemaniaque debería haber invitado a Alemania a Marruecos o cualquier otro lugar al que hubiera querido asistir- a Brasil por poner un caso- donde su expansión no hubiera herido al Imperio Británico. Ahora el mísero esfuerzo por reprimir 89

a Alemania ha ido tan lejos que es muy difícil volver a una manera sobria de gobernar. (EDM, Río de Janeiro, 15 de septiembre de 1909). Vitoria, Espíritu Santo, 17 de noviembre de 1909 […] La casa donde estoy viviendo está posada sobre una pequeña colina sobre el mar y uno puede correr afuera y bañarse- y la paso muy bien sin siquiera un alma que moleste. La única gente que me rodea son nativos medio indígenas y seres bastante agradables. (GB, Vitoria, Espíritu Santo, 17 de noviembre de 1909). Río de Janeiro, 19 de noviembre de 1909 […] Agrego (sic) una carta para Conan Doyle* Estoy fuera de casa, de viaje y te escribo de a ratos (EDM, Río de Janeiro, 19 de noviembre de 1909). Río de Janeiro, 30 de noviembre de 1909 […] Los nativos tienen derecho de ciudadanía y es algo monstruoso que a esta altura de desarrollo civilizado cualquier ejecutivo cristiano hable de “dar” * En 1909 Arthur Conan Doyle publicó The Crime of the Congo una poderosa condena al régimen del Rey Leopoldo.

o “restablecer” lo que les era propio por derecho divino. Todo lo que el Ejecutivo tiene que hacer es impartir las leyes que salvaguarden sus derechos anteriores y así ayudar al desarrollo de modo que produzcan un bien aun más grande. Si esta regla de vida se contrasta con la teoría demoníaca y la práctica infernal de la administración belga en África Central, me parece imposible esperar de esa gente cualquier sana comprensión de sus obligaciones y de los derechos de aquellos a quienes ellos gobiernan. (EDM, Río de Janeiro, 30 de noviembre de 1909). Río de Janeiro, 25 de enero de 1910 […] Todavía me estoy recuperando aunq’ me he sentido bastante mal últimamente. El calor es terrible- 100° a la sombra en mi oficina. Subo a Petrópolis todo los días ahora, y está más fresco allí. (GB, Río de Janeiro, 25 de enero de 1910). Mar del Plata, Argentina, 21 de marzo de 1910 […] La llaman la “Brighton” de los argentinos y verdaderamente es un lugar muy de moda… Hay muchos más irlandeses aquí & la mayoría de ellos

realmente muy ricos. Son, lejos, los más exitosos de todos los inmigrantes en este maravilloso país. (GB, Mar del Plata, Argentina, 21 de marzo de 1910). Notas sobre la Madera del Valle Amazónico […] En Irlanda, tal como sabemos, la que fuera alguna vez tierra de árboles, la escasez de madera es ahora tan grande que se designó una Comisión Real en 1907 para informar acerca de los mejores medios de preservación de lo que queda de ella y de restauración de lo que ya ha sido destruido. En todos los casos, verdaderamente, las razas civilizadas de la humanidad están comenzando a darse cuenta de que las existencias de madera en la vida industrial moderna están llegando a su fin tan rápidamente como para significar una amenaza para mucha de las industrias existentes y excluir la posibilidad de desarrollo de muchas otras nuevas. La necesidad de madera y de bosques que aun no ha escuchado el sonido del hacha del leñador o el zumbido de la sierra es tan grande o más que la necesidad de nuevas fuentes de alimentos. La Tierra tiene aun abundancia de tierras no cultivadas en las que el cultivo de maíz y mandioca, trigo y banana puede incrementarse para satisfacer una demanda siempre 90

en expansión; pero las áreas forestadas aun intactas son en la actualidad peligrosamente pocas- y mientras que talar un árbol se realiza en un corto tiempo, puede que se necesite un siglo para desarrollar otro hasta alcanzar su etapa de vida útil. El proverbio japonés que dice que ninguna persona puede morir con el sentido del deber cumplido si no ha plantado un árbol, debería ser traducido e incluido en los libros de textos escolares y aplicado a la vida diaria de los occidentales. Aunq’ se dice que la palabra Brasil deriva de la cantidad de madera (palo Brasil) que este país suministraba en la Edad Media a los mercados europeos, en la actualidad la exportación de madera desde este ampliamente forestado país es infinitamente menor que la proveniente de cualquier otra región del globo en la que los árboles son muchos y los hombres pocos. No sólo esto es tan así, sino que puede decirse con cierta certeza que, a pesar de la ampliación anual del área de demanda y la intacta inmensidad de las fuentes de la oferta, Brasil, como país exportador de madera ha caído en los últimos años y probablemente ahora, envíe menos madera que hace cincuenta o sesenta años. La razón por esta indiferencia respecto de una de las más importantes fuentes de su riqueza ya ha sido expli91

cada por lo fácil que resulta producir caucho & café, y los beneficios mucho mayores que pueden obtenerse individualmente explotando estas fuentes de riqueza en comparación con el desarrollo sistemático del comercio de madera. La escasez de mano de obra, la población inadecuada, la ausencia de medios de transporte, todo tiende a cerrar en una reclusión profunda como la de la naturaleza primitiva, los vastos recovecos de los bosques amazónicos. Hasta los árboles mismos resultan desconocidos. Sus nombres y usos. La flora amazónica dista mucho de ser conocida por completo. Como una gran cantidad de especimenes no han sido clasificados o descriptos nunca, por muchos años a partir de ahora, la investigación botánica tendrá un amplio alcance dentro de un campo que es prácticamente ilimitado y en el que pueden realizarse los más curiosos descubrimientos. (The Land of the Amazons del Barón de Santana Nery, p.80). Así escribió en los últimos años un brasileño distinguido, él mismo nativo del Valle del Amazonas y alguien que junto a sus logros científicos tenía conocimiento local derivado de sus primeros años en el Estado de Amazonía […]. […] Desde los primeros tiempos encontramos que el hombre civilizado

ha sido destructor. Arrasó con los árboles así como también arrasó con los habitantes por motivos de seguridad o para cumplir los designios de la conquista. La Inquisición de Nueva España o los puritanos de Nueva Inglaterra fueron igualmente poco previsores respecto de la vida ya sea que ésta perteneciera al reino vegetal o animal. Prescott nos dice que en tiempos de los Aztecas, la meseta mejicana- en la actualidad una estepa abrasada por el sol- estaba densamente cubierta de alerces, robles, cipreses y otros árboles de zonas boscosas “la dimensión extraordinaria de algunos de los cuales, permanece hasta nuestros días, muestra que la maldición de la aridez en los últimos tiempos debe atribuirse más al hombre que a la naturaleza”. En realidad, los primeros españoles emprendieron una guerra indiscriminada contra los bosques, así como lo hicieron también nuestros ancestros puritanos, aunque con mucha menos razón. Una vez conquistado el país, ellos no tenían que temer que los sumisos y semi civilizados indios le tendieran emboscadas y no se vieron como nuestros antepasados, obligados a mantener vigilancia y guardia durante un siglo. Tal como lo hicieron los invasores españoles de Méjico con los bosques de la planicie azteca, de la misma manera los invasores ingleses en Irlanda

hicieron lo propio con los bosques de Munster y Ulster. En su caso, el instinto comercial, indudablemente aún más primitivo que el fervor religioso de los españoles, añadió un incentivo feroz a una política para sacar a la luz a los “guerrilleros irlandeses” de su guarida. La gran zona boscosa de Glanconkyne que cubría una amplia porción de los modernos condados de Tyrone y Derry, y que continuó existiendo hasta los últimos días del reinado de Isabel, constituyendo una base importante de la silvicultura irlandesa fue casi completamente destruida durante el transcurso de los dos siguientes reinos. En los días de Carlos II, sesenta años después de que el hacha de Chichester cayera por primera vez sobre sus raíces, apenas uno de los poderosos robles cuyo nombre solamente sobrevive en las muchas formas de “Derry” (trad. Doire) aplicado a ciudades o villas, aún salpica la tierra, permanece para indicar el gran bastión forestal de los O’Neils. Lough Erne es algo muy distinto a la Amazonía. Lo que el feroz español o el calculador “sajón” (ya sea que su campo de explotación sea la ira Tudor en Irlanda o la evangelización puritana con hacha y antorcha en Nueva Inglaterra) se rehusaron a perdonar a los menos violentos viajeros y colonos portugueses más que conquistadores vistos con indiferencia 92

y abandonados sin ninguna sumisión. La poderosa selva del más poderoso sistema fluvial, que fluye a través del más grande valle del mundo permanece hasta el presente casi exactamente igual a cómo se presentaron a los ojos de los primeros descubridores. […] Las tribus indígenas, es cierto, casi en su totalidad han desaparecido. Pero el proceso de extirpación ha estado relacionado con la enfermedad más que con la destrucción; y en muchos casos, la desaparición de la tribu se ha debido a la gradual mezcla de su sangre con la de sus invasores. Únicos entre las razas conquistadoras europeas, los portugueses prefirieron mezclar la raza del conquistador con la de sus siervos y sin importar lo que pudiera pensarse de esta política en las sucesivas generaciones. Aquellos que duden de su inteligencia encontrarán sustento a sus puntos de vista en la franca condena de Agassiz, él mismo un afectuoso amigo de Brasil y los brasileños. Observo que mientras que los brasileños admiran y a menudo citan sus elogios en relación a su hermoso continente, en sus cabezas nunca se hace referencia a sus consideraciones, lo que aquellos interesados en el tema pueden encontrar en la página 7. La cuestión de la fusión de la humanidad en uniones aparentemente 93

no naturales es a pesar de lo que diga Agassiz, un tema que continua abierto. No sabemos cómo surgió la rama aria ni tampoco cómo se desarrolló la caucásica- los Celtas, los teutones o cualquier otra de las distantes familias de noble cuna fueron en un principio engendradas. Puede ser que en una política liberal, el sincero y entusiasta sentido de igualdad que ha guiado a los brasileños a una mezcla de razas a tan gran escala no intentada en ningún otro lugar, hallemos un más alto impulso de humanidad, en el que se encuentre una expresión duradera de lo bueno de la humanidad, más que en la inflexible y despiadada separación entre gobernante y gobernado de la que los ingleses son y han sido los más implacables ejemplos. (NLI Misiva 13087 (31) Notas sobre la Madera en el Valle Amazónico). Orígenes de Brasil […] El nombre Brasil es probablemente la palabra más dulce que cualquier gran raza de la Tierra posee. Cómo es que este nombre musical fue asignado al gran país de Sudamérica no me interesó hasta que no llegué a Santos en el otoño de 1906. Aceptamos los nombres de los países y de lugares en la medida que los encontramos en los mapas, sin cuestionarlos, tomándolos

como una cuestión de norma, de la misma manera que aceptamos el Océano Atlántico o Asia. El nombre parece parte del país y si una mente muy inquisitiva preguntara por el origen del nombre mismo, se haría referencia a una geografía escolar, en la que el recién llegado podría encontrar un probable y común origen. Así ocurre con la palabra Brasil. La hermosa palabra que nos dicen viene de una madera-palo Brasilusada en el comercio durante la Edad Media. Ya sea que lo consultemos a un brasileño en particular, en un libro escolar o en una enciclopedia, la respuesta es invariablemente la misma- breve, no explicativa y precisa- el país recibió su nombre dada la abundancia del palo Brasil que ni bien fue descubierta, fue rápidamente exportada desde sus costas. Al principio se llamó Terra de Santa Cruz- Tierra de la Santa Cruz-por iniciativa de Cabral, su descubridor, bautismo que el Rey de Portugal, su amo, confirmó. No obstante, a pesar del reconocimiento oficial y real, el palo Brasil prevaleció sobre la madera de la verdadera cruz. Esa es en síntesis la razón universal que justifica la denominación de Brasil. Ningún escritor ha ido siquiera más allá de esta explicación: aunq’ unos pocos estuvieron en el umbral de la verdad sin siquiera saberlo. Porque no hay duda que al derivar de ese modo

el nombre Brasil, el país del palo Brasil del comercio medieval, el libro escolar, el brasileño individual, la enciclopedia y el diccionario están equivocados. […] Aunque pueda parecer extraño, Brasil le debe su nombre no a la abundancia de una cierta madera- palo Brasil- sino a Irlanda. La distinción de denominar a este gran país sudamericano, creo, pertenece a Irlanda y a una antigua creencia irlandesa tan antigua como la mente celta misma. (NLI Misiva 13087).

Los Indios del Putumayo Este artículo publicado en The Contemporary Review de septiembre de 1912, fue escrito para recaudar fondos y crear conciencia acerca del Fondo Misionero del Putumayo, una iniciativa instigada de Casement con el consentimiento del Vaticano. A principios de 1914, cuatro misioneros franciscanos irlandeses llegaron al Putumayo y establecieron dos misiones para ayudar a proteger a la población indígena. Permanecieron allí hasta 1917. […] La región del Putumayo formó hasta hace un período comparativamente reciente uno de los distritos menos conocidos de la alta Amazonía, 94

y a su estado de aislamiento puede atribuirse la supervivencia en cantidades relativamente altas de sus razas nativas. Hasta hace poco, ningún gobierno civilizado, ejerció su autoridad en la región, ni hombres civilizados se establecieron entre las variadas tribus de la misma familia que habitaban la densa selva que se extiende en una onda prácticamente ininterrumpida a través de gran parte del país entre el Putumayo y el Japurá. Estos dos ríos, ambos subiendo hacia los Andes ecuatorianos y colombianos, no muy lejos de Quito, desaguan en el Amazonas en Brasil, luego de cursos de tal vez 1.200 a 1.700 millas respectivamente. El origen de la palabra Putumayo no he podido determinar. Parecería que, en primer término, no se aplicaba al gran río que actualmente recibe ese nombre, sino a un distrito del país que se encuentra hacia el interior, en un punto en la ribera norte del Amazonas, denominado Pebas, que en sí mismo está a solo noventa millas al sur de Iquitos. La actual Pebas, es un pequeño asentamiento comercial que fue anteriormente un lugar de mayor importancia. En la actualidad, consiste de dos o tres casas pertenecientes a comerciantes peruanos que controlan la tribu indígena llamada los Yaguas (debido al nombre del río sobre el cual ellos están asentados), y 95

por medio de estos indígenas explotan el caucho salvaje de la selva interior. En registros anteriores se hace referencia al “Putumayo” como lugar, una “nación” o país al que se llega vía Pebas. Pebas misma está situada en la desembocadura de un pequeño tributario del Amazonas llamado Ampiyaco, y es probable que río arriba hubieran acontecido los primeros intentos de llegar al Putumayo por parte de los habitantes de la Montaña peruana. La Montaña es el nombre que se aplica a toda la región de la selva peruana que se extiende desde la base de los Andes orientales hasta la frontera brasileña. La tribu de los Indios Yaguas, no es estrictamente hablando, de la familia de los Putumayo pero ya que fue a través del país de esta tribu que se realizaron los primeros intentos para llegar al Putumayo desde Perú, un breve relato acerca de estos pueblos puede resultar una manera adecuada de llegar a una descripción de los habitantes del Putumayo. Los intentos de esclavizar a los indios del Putumayo parecería que existieron desde épocas tempranas, ya que existen registros de redadas esclavistas en la región que datan de 1706. Un destacamento de soldados españoles se estableció en Pebas alrededor de 1790 “para prevenir las incursiones de los es-

clavistas portugueses. Por regla, los traficantes de esclavos portugueses subían por el Japurá hasta llegar a las regiones selváticas más altas en donde los indios eran más numerosos; pero la mención en los archivos de Loreto acerca de las medidas tomadas por las autoridades españolas muestra que los traficantes habían extendido sus operaciones mucho más allá de la desembocadura del Japurá y a lo largo del curso principal del Amazonas. En un interesante registro de un viaje río (Amazonas) abajo en 1828, el teniente Henry Lister Maw, de la Marina Real que había dejado la costa del Perú en diciembre de 1827 y llegado a Pará sobre el Atlántico en abril de 1828, habla del “Putumayo” como una localidad y la sitúa vagamente en algún punto entre Iquitos y la frontera brasileña. Él cita un pasaje de un informe del por entonces Vicario de Moyobamba, dirigido a las autoridades eclesiásticas en Lima, que trataba de todos los “pueblos” asentados en la Diócesis de Maynas, y en el que el Vicario se refiere al “pueblo del Putumayo” como el punto más lejano de su jurisdicción. El Vicario escribió a Lima:

Es la línea donde termina el Gobierno antes mencionado con título y nombre de las Misiones de Maynas. Al describir a los Indios Yaguas que vio en Pebas en 1828, el Teniente Maw dice: Si, como me pareció a mí natural suponer, los súbditos o descendientes de los Incas se replegaron a la Montaña antes de la llegada de los españoles, una de estas tribus llamadas Yaguas presenta fuertes marcas de descender de aquellos, no sólo porque se diferencian de los otros indígenas, tanto como lo hacen de los europeos, sino que lo que resulta extraordinario, es que usan su cabello cortado recto sobre la frente y muy corto por detrás a la manera descripta como uno de los rasgos distintivos de los Incas, y que nunca vimos entre ninguno de los otros indígenas. Son altos, con buena figura y su tez es amarillo rojiza, apenas un poco más oscura que los Moyobambas. Su cabello es más claro que el de los indígenas comunes, y la expresión de sus caras lejos de parecer estúpida. Usan fajas de fina corteza blanca, que caen adelante y

Desconozco su Iglesia y el Estado en el que se encuentra, pero estoy seguro de que no tiene coadjutor. 96

atrás, y tienen sus cabezas y brazos ornamentados con las largas plumas del guacamayo rojo. En realidad creo que es muy poco probable dar una mejor descripción de los Yaguas que vimos en Pebas que refiriéndonos a los impresos publicados sobre los peruanos en el tiempo de la conquista española […] Antes de la revolución (el levantamiento de las colonias españolas) existía una comunicación con varias naciones que vivían a medio mes de viaje, particularmente con la nación del Putumayo cerca de Pasto. Las últimas son numerosas y antiguamente solían recolectar zarzaparrilla y cera de abejas, pero cuando comenzó la guerra revolucionaria, los españoles enviaron soldados a Pebas y los indios temían venir. El teniente Maw no asocia este “Putumayo” con el “pueblo” del Vicario de Moyobamba, ya que él se refiere de la siguiente manera al supuesto sitio del último: Poco antes de llegar a Tabatinga (la frontera brasileña) pasamos un pueblo en la orilla izquierda, cuyo nombre no pude saber de parte de los indios, pero que era, tal vez, “Putumayo”, mencionado 97

por el Vicario de Moyobamba. Trescientas millas más abajo en el Amazonas, cuando habiendo pasado la desembocadura del río Putumayo, el teniente Maw supo de él sólo por su nombre brasileño de Iça (pronunciado Isaa), y no tenía conciencia de que este era el mismo río que, más arriba es conocido por su nombre peruano de Putumayo. El teniente Maw menciona que grupos de blancos solían subir aguas arriba del Japurá en redadas en busca de esclavos, ya que ese río era considerado entonces “el distrito más favorable para cazar indios”. Él describe la modalidad de estas cacerías humanas y la descripción dada por ese entonces coincide con la de algunas partes de las aguas superiores del Amazonas en la actualidad. El Japurá baña las costas del norte del área selvática en la cual viven las varias tribus que hoy forman la “región del Putumayo”. Está claro que estas tribus fueron alguna vez numerosas y es por eso que los esclavistas desarrollaron esfuerzos continuados para aprovechar esa prolífica fuente de vida, y en esos esfuerzos para nada envidiables, los esclavistas brasileños o mejor dicho los portugueses estuvieron presentes mucho antes que aquellos de ascendencia española. Los tres cursos hídricos de la selva que desaguaban ya sea en el Putu-

mayo o en el Japurá, a lo largo de cuyos cursos se extendían los más numerosos asentamientos indígenas, llevan nombres en el mapa que indican su origen brasileño. Estos ríos son el Caraparaná y el Igaraparaná que fluyen hacia el Putumayo y el Cahuinari que fluye hacia el Japurá. Es la región irrigada por estos ríos, cada uno de los cuales constituye una corriente de varios cientos de millas de longitud, la que forma la tierra de los así llamados Indios Putumayos. Puede decirse que el distrito aproximadamente cubre unas 50.000 o 60.000 millas cuadradas, pero sólo en el curso alto y medio de estos ríos que tienen, o tenían, una gran población indígena, de modo que la porción verdaderamente habitada probablemente no excede las 25.000 millas cuadradas. La selva es aquí más saludable y comparativamente más seca y la altitud media sería de entre 600 y 900 pies sobre el nivel del mar. La población en los primeros años del último siglo fue sin lugar a dudas mayor que en la actualidad y podría muy bien haber rondado las 100.000 personas. La porción de ellos que yo visité ha sido volcada en más de un cálculo alrededor de los 50.000 en los últimos doce años, aunque a la fecha en la que estuve en el Igaraparaná, en 1910, nadie estimaba que había más de 10.000 personas en ese distrito. La disminución no

se ha debido enteramente a la muerte de los indios, producida por medios que no discutiré aquí, pero debe también atribuirse en alguna medida al éxodo de grandes grupos de fugitivos que buscaban escapar de la extracción de caucho que se les imponía hacia los territorios que se encontraban al norte del Japurá. Las diversas tribus de esta región habían permanecido prácticamente intactas hasta los últimos años del pasado siglo. Su relación con los hombres blancos había sido sólo una relación distante, una relación de salvajes visitados ocasionalmente por bandas o grupos de los llamados comerciantes que venían a comprar o cazar esclavos indios. Estas expediciones, como ya he dicho, venían principalmente de los ríos brasileños y estaban organizadas principalmente por los habitantes portugueses a lo largo del curso principal del Amazonas. La ley brasileña en ese entonces era impotente respecto de poder impedir un tráfico tan nefario. El mal, tal como era- y la magnitud del mismo ha sido testificada profusamente por los viajeros extranjeros, desde el teniente Maw hasta Alfred Russel Wallace y hasta Louis Agassiz, que escribió mucho más tardedejó a las tribus del Putumayo, quienes fueron víctimas de o aliados de, intactos en su vida doméstica y relaciones sociales. Allí donde no había buenos hom98

bres o motivos valederos entre los intrusos civilizados, fue mucho mejor que debieran permanecer como visitantes ocasionales con intenciones criminales más que establecerse entre los salvajes; su presencia podría sólo corromper aun cuando los últimos pudieran sobrevivir al contacto. Los indios de la selva amazónica tenían y tienen muchas excelentes cualidades. Aunque salvajes en su entorno, no lo eran, de hecho, en el sentido en que se entiende esta palabra- por ejemplo en África Central; y aun cuando existe el canibalismo entre los indios sudamericanos, estas tribus remotas han preservado la calidez de espíritu y la docilidad de temperamento en singular contraste con el salvajismo vigoroso del mucho más hábil africano. Si bien las tribus salvajes en la gran selva amazónica vivían y viven, en un estado constante de hostilidad con los demás, eran y son reacios al derramamiento de sangre. El salvaje africano, por el contrario, se deleita con tal práctica, ya sea en el campo de batalla o en sacrificios humanos. Para él, el propósito de matar yace en el acto mismo de matar. Para adoptar una frase zulú, cuando van a la guerra ellos “ven rojo”. No se contentan con el mero hecho de sacar a su adversario de su camino sino que desean derramar su sangre, cortar sus extremidades 99

y regodearse en su morboso triunfo. Sus armas de ofensiva y defensa son diseñadas a tal fin. Son armas de sangre. Sus inmensas lanzas con hojas de un pie de largo, sus grandes hachas de batalla y cuchillos curvos para decapitar, todos están diseñados para matar salvajemente. No es así con el indio sudamericano. Tomar la vida de un enemigo era, tal vez, una necesidad de su ambiente, y por lo tanto tenía que tener armas para ese fin, pero estas armas son, si se puede usar la palabra, los motores más suaves de muerte- la silenciosa cerbatana con el pequeño dardo de solo unas pulgadas de largo, la pequeña lanza que una mujer o un niño podía arrojar y el silencioso arco y flecha. La cerbatana es tal vez la más efectiva de estas armas. Mientras que el africano hendía la pesada hacha en el cuerpo de su adversario o lo destrozaba con su lanza, el indio tomaba de manera silenciosa la vida de su enemigo y casi sin derramar una gota de sangre. El desagrado que el derramamiento de sangre producía en los indígenas fue notado por el teniente Herndon, oficial de la Marina de los EE.UU, que en 1851 bajó por el Amazonas en canoa, y así registra esta característica de la raza en sus comentarios acerca de la gente de Chasuta, una villa indígena a orillas del Huallaga que él atravesó: He notado que los indios de este

país son reacios a derramar sangre, y parecen sentir horror ante su vista. He sabido que se apartan para evitar matar a un pollo cuando les presentan uno para tal fin. El indio que fuera atacado por Ijurra no se quejó del dolor del golpe, pero amargamente y en repetidas ocasiones lamentó que “su sangre haya sido derramada”. El teniente Herndon se refiere aquí a una tribu que ya estaba bajo la influencia de maestros cristianos, pero que, en esto, así como en otros aspectos, retenía sus instintos naturales. Él se refiere a estos indios Chasuta como a “una raza amable y tranquila; muy dóciles y muy obedientes a su sacerdote, siempre saludándolo con inclinación de rodillas y besando su mano”; sin embargo “ellos se distinguían como cazadores.” Si bien la lucha permanente prevaleció entre las tribus indígenas escondidas en la selva, resulta claro que ellos no pensaban principalmente en la guerra, porque si ese hubiera sido el caso, sus viviendas hubieran sido construidas de otra manera distinta a la utilizada. Las tribus que se encontraban en situaciones similares en África rápidamente aprendieron a fortificar sus viviendas. Las villas africanas, aun aquellas del tipo más rudimentario, están frecuente-

mente rodeadas de una sólida empalizada, trincheras y otras obras defensivas. Los indios sudamericanos, aunque eran constructores muy habilidosos y poseían una amplia gama de materiales de construcción, siempre se contentaron con viviendas que no ofrecen protección alguna en contra de posibles asaltos. Las casas de las tribus del Putumayo, por ejemplo, son, en tanto viviendas, más majestuosas y mejor construidas que la mayoría de las viviendas africanas del mismo tipo de habitantes de la selva, pero solo ofrecen refugio de la lluvia y del sol, no del enemigo. Estas viviendas están muy hábilmente construidas. Varias familias indígenas se congregan, todas ellas unidas por lazos de sangre muy cercanos, y esta reunión de parientes, llamada un “clan” puede incluir hasta, tal vez unos trescientos individuos, todos ellos viviendo bajo el mismo techo, en una gran vivienda central, presidida por un jefe hereditario. Se hace un claro en la selva y con los árboles más rectos que abundan en el bosque, se erige una majestuosa y muy espaciosa casa tribal. Los montantes son tan derechos como el mástil de un barco. La cumbrera estará por lo general a unos treinta o cuarenta pies del suelo, con un hábil y considerable despliegue para equilibrar las gruesas vigas y ajustar el peso del techo de paja. Este techo está compuesto 100

por las hojas secas y retorcidas de una pequeña palmera de los pantanos, que de modo admirable repele la lluvia y los rayos del sol. Ninguna vivienda tropical en la que hubiera estado en África es tan fresca o seca como una techada con este material. Los techos, o quinchos, de estas viviendas se extienden hasta el suelo y en algunos lugares sirven como paredes. No están diseñados como barrera en contra de intrusos sino para evitar la luz solar y la humedad y en ningún caso podrían servir de protección en contra de ataques. Las causas de conflicto entre tribus de indios vecinas se debían invariablemente, no a fines de ganancia o lucro, sino a la naturaleza de las peleas entre familias, o fundadas en disputas puramente personales. El indio no tenía ningún deseo de enriquecimiento propio a expensas de su vecino. Era y es, socialista por temperamento, hábito y posiblemente por la antigua tradición de precepto Inca y pre-incaico. Cuando una tribu atacaba a otra, la causa del conflicto era casi con seguridad una causa personal, y muy a menudo, diría, debido a una acusación de brujería, o posiblemente asociada a una cuestión de honor. Un miembro de una familia había muerto, y se dijo que el motivo de la muerte había sido la enemistad o las malas prácticas de un vecino. Como 101

cada clan no era más que una única familia, el agravio a un miembro se convertía en el dolor de todos. Mientras estaba en una estación denominada Occidente, en medio de la selva entre el Japurá y el Igaraparaná, un día de octubre de 1910, vi volar un ibis enorme, que venía desde el norte. El ave sobrevoló en círculos y luego descendió en el claro de la estación, a pocas yardas de la casa donde estábamos almorzando en la galería. Muchos indios de la selva, pertenecientes a las tribus Huitoto y Muinanes, estaban reunidos en el lugar, y estaban muy excitados por la llegada del ave y su descenso deliberado casi en el lugar donde ellos se encontraban. Con dificultad logré que no mataran al ave. Un jefe de los Muinanes, de nombre Hatima, y amigo mío, que poseía un rifle para el que yo le había dado cartuchos, rogaba que se le permitiese dispararle al ibis; pero para complacerme dejó tranquilo al ave, a la vista de toda una multitud mezcla de peruanos e indios. Luego de descansar por unos minutos y de acomodar sus plumas, nuevamente levantó vuelo, y elevándose en círculos, en poco tiempo logró gran altura, y revoloteó hacia el sur desapareciendo sobre el borde distante de la selva, en vuelo hacia el país de Huitoto pasando por el Igaraparaná. Hatima afirmó con arrepentimiento que esta

ave había sido enviada por sus enemigos, los Carijonas- una tribu pasando el Japurá- para acarrearles calamidades, y que mi intervención había colaborado con la maldad de sus enemigos. La brujería juega un rol tan importante en la vida y muerte de un indio Putumayo como en la de un Bayanzi en el Congo o un habitante embrujado en el Níger. Los indios del Putumayo consisten en algo así como seis o siete tribus diferentes que hablan lenguas diferentes, o posiblemente, dialectos completamente distintos de la misma lengua. En hábitos y costumbres son idénticos, aunque sus personalidades difieren considerablemente. Las tribus principales son los Huitotos, los Boras, los Andokes, los Muinanes, los Resígaros, los Ocainas, y los Nonuyas que habitan la región donde se han llevado a cabo las operaciones de la Peruvian Amazon Company. De éstas, los Huitotos son los más numerosos, mientras que los Resígaros no son más que un puñado. Los Huitotos son los menos robustos y corajudos de estas tribus, y por esa razón han experimentado el mayor peso en la recolección del caucho. Los Boras y los Resígaros son los más refinados desde el punto de vista físico y moral de las tribus enumeradas. Los primeros en gran parte todavía no han sido conquistados –es decir, residen en

sus remotas casas en la selva, librados de las bendiciones de la “civilización,” y son libres de cultivar sus parcelas en claros de la selva, en la paz que le permiten sus alrededores naturales. Muchos, sin embargo, se han volcado a la recolección del caucho, y han sufrido mucho en el proceso. Constituyen especímenes refinados de virilidad, como los Resígaros, erguidos y de extremidades bien proporcionadas, a menudo con rasgos muy agradables, valientes, inteligentes y capaces. Por cierto, todos estos indios son notablemente inteligentes. Su debilidad no reside en su falta de inteligencia tanto como en su predominante docilidad de mente que lleva al indio en cualquier lugar, en esa parte de Sudamérica, a rendirse ante el hombre blanco y a prestarle obediencia con demasiada facilidad y para siempre. Las causas de su comportamiento sumiso sin duda se pueden hallar en las características fundamentales de la raza india. Indudablemente fue esta cualidad lo que permitió a los soberanos incas, y a los que los precedieron, construir un imperio comunitario en la llanura de los Andes con mucha materia prima de este tipo. Soy consciente de que más de un escritor asegura que la población de los Andes tenía un origen completamente diferente del de los indios de la selva, pero 102

no comparto esta creencia. Me parece que todos los indios del Nuevo Mundo provienen de un origen común, puesto que los puntos de semejanza entre ellos son innatos e igualmente visibles en comunidades muy distanciadas, mientras que los puntos de diferencia se pueden explicar en cualquier lugar por razones de fuerza mayor y por la influencia de la alimentación, el clima y el entorno. Tanto como mi percepción me lo permite, podría decir que las tribus internadas en las grandes selvas amazónicas tenían el mismo origen que los Aymara y los Quichuas del Imperio Inca, difiriendo obviamente en muchos aspectos, debido a circunstancias externas que debieron soportar por largos períodos, pero preservando muchas características comunes, y en cuanto a su actitud ante la vida, conservando una actitud mental de tolerancia, tanto en la selva como en lo alto de la montaña. Un hecho curioso que noté durante mi breve estadía en el Putumayo sirve para respaldar esta opinión. La música, las canciones y las danzas de los indios de la selva no se basan en su vida actual, sino que se inspiran en alguna lejana y antigua fuente de inspiración. Describir estos aspectos, según fui testigo en más de una oportunidad en el corazón de la profunda selva ecuatorial, sería describir lo que el teniente Maw, escri103

biendo casi un siglo antes sobre la danza que observó en la ladera de los Andes sobre el Pacífico, denominó la “vieja danza inca de los indios.” Al pasar por las calles de Contumasa él “encontró a varios grupos dando vueltas, enmascarados, representando la vieja danza india transmitida desde la época de los Incas: la música consistía en “el antiguo tambor y una especie de pito o flauta. Cuando se detenían para bailar, lo hacían en un círculo irregular.” Esto, muy brevemente, representaría cualquiera de las danzas indias todavía celebradas a cientos, y hasta a miles de millas del emplazamiento de la civilización Inca, y tal como lo observé con frecuencia en el Putumayo. Los tambores y las flautas y los hombres enmascarados eran una parte necesaria de cada representación, y los bailarines siempre se separaban en círculos divergentes e irregulares, mientras que la canción que acompañaba estos movimientos se interpretaba usando palabras que ninguno de los hombres blancos peruanos o colombianos- que a menudo hablan la lengua natal de la tribu con extraordinaria fluidez- podían llegar a entender. Todos respondieron mis preguntas acerca de por qué mientras los indios danzaban cantaban “viejas, viejas canciones” de las que nadie conocía el origen, y cuyas letras no

tenían significado fuera de la danza. No dieron ninguna explicación –las canciones eran “muy viejas,” y se referían a algunos hechos vagos y lejanos acerca de los cuales ninguno de los blancos podía saber algo; los indios sólo decían que provenían de su pasado remoto. Cuando estudié a estos seres humanos inocentes, amigables e ingenuos me convencí más y más de que ese pasado remoto era algo completamente diferente de su entorno actual. Debo decir que andaban casi totalmente desnudos –los hombres sólo usaban una tira de corteza de un árbol, enroscada alrededor de los genitales, mientras que las mujeres, completamente desnudas, teñían su cuerpo con tinturas vegetales, y en las danzas, se pegaban pelusas y plumas con una mezcla adhesiva a las pantorrillas y algunas veces bajo las caderas. Los hombres también teñían su cuerpo con variadas tinturas nativas que pronto se lavan o desaparecen. Ambos sexos son castos y excesivamente modestos. Sus mentes están alertas, son rápidas y perceptivas –aunque no creo que receptivas- y sus temperamentos alegres y corteses. Prácticamente no tienen posesiones, y su entorno es extremadamente deprimente –una selva mórbida, densa y sombría, habitada por bestias salvajes, serpientes e insectos, y sujeta a una de las mayores

precipitaciones del mundo, a menudo acompañada de las más terribles tormentas de truenos y relámpagos como para horrorizar al corazón más resistente. Los metales no existen en ningún lugar, y hasta las piedras son muy escasas –la selva era su único fin. No tenían animales domésticos de ninguna especie, ni alimentos, ni materiales, excepto aquellos que podían provenir de los interminables bosques en los que se sumergían. Este tipo de entorno no ofrecía un futuro ni recordaba un pasado. Las estrellas y los cuerpos celestes no tenían un lugar en las vidas de esos que estaban hundidos en este oscuro infierno de árboles. A efectos prácticos, su existencia corporal estaba en el mismo nivel que la de los animales salvajes que los rodeaban, y si las bestias salvajes se sentían en la selva como en su casa, se podría pensar que los hombres salvajes experimentaban la misma sensación. Sin embargo, cuanto más se estudiaba a estos indios más claro quedaba que no eran hijos de la selva, sino hijos de otro lugar perdido en la selva –criaturas del bosque, adultos, es cierto, y considerando a la selva su único patrimonio y refugio, aunque siempre atentos a que no era su hogar. Se habían adaptado, tanto como habían podido, a su entorno, y se habían arreglado para vivir allí; pero nunca habían aceptado 104

realmente ese medio. Así, mientras sus cuerpos estaban alejados y perdidos en los árboles, sus mentes, sus recuerdos, quizás, se rehusaban a aceptar ese entorno. Nunca daban la impresión de sentirse en su hogar. Se habían rehusado a sacar el máximo provecho material de las circunstancias. Mientras que tenían un profundo conocimiento de la selva y de todo lo que ésta poseía, uno percibía que estos antiguos moradores de la selva no eran habitantes de la misma sino extraños, venidos de casualidad a un medio que no amaban, aunque lo conocían de memoria; y que sus vidas transcurrían en un lugar hereditario transitorio más que en un asentamiento permanente. Todo su entorno material era temporario –sus únicas posesiones permanentes eran las mentales, y si se me permite el término, espirituales. Mientras que la Naturaleza en su atuendo de árboles majestuosos era sombría, excesivamente ataviada y silenciosa, el indio era risueño, desnudo, y listo para cantar y bailar ante la más mínima provocación. Aunque se abstenía de proporcionarse un refugio, o un lugar duradero, o incluso de cultivar más allá de sus necesidades más inmediatas, siempre estaba listo para una danza, un juego, o para ir de cacería. Sus danzas, sus canciones, eran una parte más importante 105

de su vida que la satisfacción de sus necesidades materiales. Y sin lugar a dudas éstas hubieran estado cubiertas si hubiera concentrado sus energías para satisfacer esas necesidades, pero parecía como si el indio estuviera obsesionado por el recuerdo de otras circunstancias diferentes de las que vivía, y que la esperanza de restauración, de escapar, de encontrar una salida de la región en la que se hallaba y en la que se había perdido se interponía y sustentaba su esfuerzo permanente por hacer de esta selva accidental su tierra nativa. Todo era temporario, excepto su música, sus danzas, y sus canciones; cambiaba de posición su casa, o la morada del clan, dentro de la región sobre la cual su clan reclamaba dominio, y el claro de la selva y el jardín de yuca (o mandioca) crecía con igual facilidad en el nuevo sitio. Aunque no había salida de la selva para el cuerpo, hacia cualquier lugar donde mirara encontraba una forma de escape para su mente. A pesar de que vivía principalmente en las sombras, se deleitaba en la claridad, y aún en las cosas hermosas. Pintaba con colores vivos sus miembros desnudos, y se regocijaba en las plumas gloriosamente hermosas de las aves de la selva, y las usaba para adornarse. A sus danzas traía gráciles hojas de alguna planta, arrancadas camino hacia el lugar del encuentro, y en los movimientos de

las danzas, estos variados ramilletes de delicadas hojas se mecían obedeciendo los movimientos de sus miembros que a la vez obedecían algún culto o movimiento cuidadosamente recordado que no había recogido al borde del camino. Por lo tanto, mientras se habla del indio como un salvaje, y si observamos su entorno material, con toda razón denominado así, su mente no es la de un salvaje. Si lo medimos por sus ganancias materiales sobre su entorno y por el alcance de sus posesiones mundanas, se lo puede describir como muy primitivo, aunque no lo es de manera alguna si consideramos sus facultades mentales. Es un ser humano inteligente, hasta singularmente inteligente en algún sentido, que se encuentra por algún extraño destino perdido en la selva y forzado a residir en un entorno por el que no siente afecto verdadero. Realmente pienso que la mayoría de los indios que conocí le tenían verdadera aversión a la selva. Si hubiera levantado mi dedo y hubiera tenido la forma de transportarlos fuera de allí, tribus completas hubieran huido de los sitios donde habían vivido por tantos años gritando de alegría, para acompañar al desconocido hombre blanco a ese otro mundo que nunca habían visto, pero en verdad creo, que nunca habían olvidado. Aunque con el cuerpo desnudo, elegantes, hermosamente formados

y proporcionados, coloreados como los mismos troncos de los árboles, iban y venían como espíritus de los bosques – sus mentes eran las mentes de hombres y mujeres civilizados. Deseaban otra vida –siempre esperaban otro mundo. Y ese anhelo estaba, y está, detrás de gran parte de esa facilidad con la que el primer hombre blanco que estuvo entre ellos fue capaz de “conquistarlos”. Su sumisión no es sólo la de una mente india gentil y obediente frente a alguien mentalmente superior, sino la de una mente que ha conocido mejores cosas de las que la selva le puede ofrecer, y nunca ha dejado de tener esperanzas de alcanzar los medios para volver a ponerse en contacto con ellas. Creo que en esto también yace el secreto de la fácil aprobación por parte del indio de los consejos de los instructores religiosos. En cada lugar donde los padres jesuitas o franciscanos pudieron llegar a los indios, estos los siguieron de común acuerdo fuera de la selva, y construyeron sus casas en torno a las del “padre”, y con gran alegría se sometieron a su autoridad. Cualquier simple viajero en la Amazonía, cuyos trabajos he leído, ofrece testimonio de este rasgo recurrente. En 1851, refiriéndose a los indios de Pebas, los Yaguas, a quiénes el teniente Maw había visto en el curso de su primer viaje, el teniente Herndon, un 106

funcionario estadounidense, relata así una instancia de su apego por el buen cura que primero había llegado a ellos: La historia del asentamiento de este lugar es sorprendente, como lo muestra el apego de los indios a su pastor y a su Iglesia. Hace algunos años, el Padre José de la Rosa Alva había establecido una misión en un asentamiento de Yaguas a una distancia de aproximadamente dos días de viaje hacia el norte y este de la actual estación, que llamó Santa María, y donde generalmente residía. Los negocios lo llevaron a Pebas, e inesperadamente lo retuvieron por quince días. Los indios, al ver que no volvía, infirieron y dijeron: “Nuestro padre nos ha abandonado; dejadnos ir hacia él.” Con lo cual juntaron los bienes personales que el cura había dejado, cargaron los implementos y muebles de la Iglesia, incluso hasta las puertas, incendiaron sus casas, y se unieron al Padre en Pebas. Él los dirigió hasta la actual estación, donde construyeron viviendas y se establecieron. Aquí, los indios estaban resueltos a no “perderse en la selva” nuevamente. El ser superior que había aparecido en107

tre ellos, con principios de generosidad y buena voluntad, era mucho más para ellos que el hogar en la selva y los lugares de caza tribales. Sus pertenencias y la Iglesia que les había enseñado a venerar fueron cuidadosamente transportadas –sus propias casas fueron alegremente abandonadas a las llamas. Esta pequeña historia se podía relacionar con las de muchos lugares en las orillas principales del Amazonas, en cualquier lugar donde se había introducido la generosa y afectuosa influencia de los primeros misioneros católicos. Los jesuitas fueron excluidos de esa región por sus virtudes. Sus enseñanzas hacían “ciudadanos” a los indios, pero el hombre blanco no quería ciudadanos sino esclavos. La avaricia de los “negociantes” era más fuerte con los gobiernos de esa época que la generosidad de la Iglesia. Los jesuitas podrían haber salvado a todas las tribus indias de la baja y media Amazonía si no hubiera sido por el salvajismo avaro de los “colonizadores” portugueses. En cualquier lugar donde los franciscanos, que en Perú son en alguna medida lo que los jesuitas fueron en Brasil, han tenido formas de proteger y ayudar a los indios, llevaron a cabo el buen trabajo que el teniente Herndon y otros notaron a principios y mediados del último siglo. Donde fallaron ha sido debido al éxito del “comercio” sobre la

civilización, de la codicia sobre la cristiandad. El teniente Herndon de esta manera deja constancia de la impresión que tuvo en uno de los pequeños asentamientos franciscanos en Huallaga, muy por encima del centro comercial moderno de Iquitos, que hoy día no puede ofrecer tal espectáculo: 3 de agosto de 1851. – Fui a la Iglesia. La congregación – hombres, mujeres y niños – ascendía a unos cincuenta. Un pequeño niño indio desnudo y de piernas arqueadas, de dos o tres años y un cachorro de Ijurra, que había traído desde Lima en su montura, preocupaban a la congregación con sus trucos y retozos, aunque en general estaban atentos a sus oraciones y devotos. Disfruté sobremanera la adoración pública de Dios con estos niños rudos de la selva, y aunque ellos probablemente entendieron poco de qué se trataba, pensé que podía ver su efecto humanitario y fraternizador sobre todos ellos. ¿Es demasiado tarde para esperar que mediante la misma acción humana y fraternal, se les pueda impartir a los remotos niños perdidos y sin amigos de la selva algo de la buena voluntad y bondad de la vida cristiana, los que todavía

esperan que el verdadero hombre blanco llegue a la región del Putumayo? (The Contemporary Review, septiembre 1912) ‘The Elsewhere Empire’ en The Crime Against Europe, 1914 .34 […] El Imperio Británico no es ningún roble nórdico. Es una planta trepadora que se ha sujetado a las extremidades de otros y se ha engrandecido de una savia que no le es propia. Si buscamos una analogía en el mundo vegetal y no en el animal, debemos ir a la selva de los trópicos y no a los bosques del norte. En los grandes pantanos de la desembocadura del Amazonas, el naturalista Bates describe una monstruosa liana, el “Sipo Matador” o trepadora asesina, que mucho más adecuadamente que el roble del norte tipifica a John Bull y al lugar que se ha ganado a la luz del sol, cerca de los miembros alguna vez fuertes de Irlanda. Cuando habla de la selva cerca de Pará, Bates dice: “En estas selvas tropicales, cada planta y árbol parece estar luchando para competir con otros de su especie, luchando hacia arriba, hacia la luz y el aire – rama y hoja y tallo – sin importar sus vecinos. Se observa que las 34 N.del T. “El Imperio de Otro Lugar” en El Crimen en Contra de Europa, 1914.

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plantas parásitas se sujetan con fuerza de las otras, usándolas con imprudente indiferencia como instrumentos para su propio avance. Vivir y dejar vivir claramente no es la máxima en estas junglas. Existe una clase de planta parásita muy común cerca de Pará que exhibe esta característica de manera muy pronunciada. Se denomina “Sipo matador”, o liana asesina. Pertenece al orden de los higos, y ha sido descripta y representada por Von Martius en el Atlas Travels 35 de Spix and Martius. Observé muchos especímenes. La base de su tallo sería incapaz de soportar el peso del crecimiento superior; por lo tanto se ve obligada a apoyarse en un árbol de otra especie. En este aspecto no es esencialmente diferente de otras plantas trepadoras, pero la forma en que lo hace el matador es peculiar, y ciertamente produce una impresión desagradable. Crece cerca del árbol del que pretende sujetarse, y la madera de su tallo crece de modo que se extiende como un moho plástico sobre un lado del tronco donde se apoya. Luego extiende, de cada lado, una rama como si fuera un brazo, que crece rápidamente, y parece como si un chorro de savia fuera fluyendo y endureciéndose en el proceso. Esto se adhiere estrechamente al tronco de su víctima, y los dos 35 N. del T. Viajes.

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brazos se encuentran en el lado opuesto y se funden. Estos brazos se extienden a intervalos bastante regulares al ir elevándose, y la víctima, cuando su estrangulador está totalmente crecido, se encuentra fuertemente abrazada por un número de anillos inflexibles. Estos anillos crecen gradualmente mientras que el asesino florece, alzando su corona de follaje al cielo, mezclada con el de su vecino, y con el tiempo lo matan, ya que detienen el fluir de la savia. El extraño espectáculo sigue siendo el del parásito egoísta estrechando entre sus brazos el cuerpo sin vida y deteriorado de su víctima, que había sido una ayuda para su propio crecimiento. Sus fines se habían cumplido – había florecido y fructificado, se había reproducido y había diseminado su clase; y ahora cuando el tronco muerto se enmohece, su propio fin se aproxima; su apoyo ya no está y él también fracasa. La analogía es casi la más perfecta en la literatura, y si no la viéramos perfecta en la historia debemos despojarnos del abrazo parásito antes de que éste nos estrangule. (Roger Casement, ‘The Elsewhere Empire’ en The Crime Against Europe, 1914).

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Roger Casement en Argentina

Hace unos años, mientras participaba de unas Jornadas en una Universidad del oeste de Irlanda, se me acercó una mujer de unos setenta largos años. Su acento era declaradamente norteamericano, su apariencia inconfundiblemente irlandesa. Llevaba un sombrero de tweed de Donegal colocado en un ángulo de su cabeza y una fina gargantilla de oro surcaba la base de su cuello. Se presentó muy cortésmente y me dijo que la había fascinado escuchar la discusión acerca de las proezas de Roger Casement en Sudamérica, dado que, en sus antecedentes familiares, existía una viva memoria de Casement. Luego procedió a relatar cómo su padre, un miembro de la Hermandad Republicana Irlandesa solía llevar mensajes desde Nueva York a Buenos Aires para Casement. Escuché atentamente pero antes de que pudiera preguntarle su nombre y datos de contacto para continuar con su historia, nuestra breve conversación se vio interrumpida y, en ese instante de distracción, la mujer desapareció para no volver a verla. Su fragmento de información, sin embargo, permaneció en mi memoria por una década y alimentó una profunda curiosidad: ¿como enca111

jaba Argentina en la red transatlántica de Casement? El alcance de la influencia de Irlanda en el mundo atlántico recibió en los últimos años notable atención debido a los avances de los estudios de las diásporas y a la reconfiguración del Atlántico como una ubicación alternativa para comprender la modernidad transnacional y la contra-modernidad. El espacio que abrió la publicación en-línea Irish Migration Studies in Latin America contribuyó a crear conciencia acerca de la profunda y extensa conexión entre Irlanda y Argentina. Misioneros, mercenarios, agricultores y pobres formaron, en su conjunto, parte de ese flujo migratorio. Una vez radicados en Argentina, los miembros de la comunidad irlandesa desarrollaron actividades religiosas, militares, políticas y profesionales. La hambruna irlandesa de la papa, de la década de 1840, fue una tragedia que precipitó gran parte de este movimiento. Pero las subsiguientes olas migratorias, ocasionadas por las Guerras por la Tierra así como también por el malestar social y las penurias generalizadas de la Irlanda de fines del siglo diecinueve,

extendieron los vínculos entre los dos países. El breve contacto de Casement con Argentina pertenece a este más largo contexto histórico y a la red de luchas interconectadas por la justicia social, el activismo anti-esclavitud y la agitación anti imperialista: las otras causas en la vida de Casement relacionadas con la lucha por la independencia nacional irlandesa.

Los Viajes de Casement a Argentina Con posterioridad a su llegada a Sudamérica en 1906, Casement hizo dos viajes a Argentina. Seis meses después de hacerse cargo del puesto consular en Santos, le escribió a su colaborador en el Movimiento para la Reforma del Congo, E. D. Morel, acerca de un encuentro con William Warden: Estuve en Buenos Aires por unos pocos días en marzo & vi a Warden. Me dio la caricatura Yankee de Leopoldo para que te la enviara. Una noche cuando cené con él, bebimos por tu éxito & el de la causa… Le he dado la mayor parte del último envío de los papeles del Congo al Obispo (anglicano) de las Islas Malvinas cuya diócesis es ¡toda Sudamérica! (London

School of Economics, Documentos de ED Morel, Santos, 2 de abril de 1907) William Warden era un miembro de la comunidad de comerciantes expatriados residentes en Buenos Aires, quien se hizo amigo de Casement y se interesó por sus diversas causas y campañas 36 Parece haber sido los ojos y oídos de Casement en Argentina y llevaba el registro de los informes que aparecían en la prensa argentina acerca del movimiento para la reforma del Congo. En 1913 Warden apoyó los esfuerzos de Casement para proporcionar alivio a las comunidades afectadas por la fiebre tifus en el oeste de Irlanda. La referencia al Obispo (anglicano) de las Malvinas es también punzante y confirma cómo Casement trabajaba incansablemente para construir el perfil de la causa de la reforma del Congo entre los miembros influyentes de distintas religiones. Esto incluía tanto a los obispos católicos como a los anglicanos y a los predicadores evangélicos y noconformistas destacados. Su segundo viaje, realizado en marzo de 1910, constituyó una estadía más larga, que duró

36 Ver NLI 13073 / 16 (ii) que contiene cinco cartas de Warden a Casement.

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casi un mes. Llegó a Buenos Aires el 11 de marzo y se quedó hasta el 4 de abril, momento en el que partió rumbo a Europa, vía Montevideo, viajando en el vapor Veronese de la compañía Lamport y Holt. De la escasa y vaga información relevante respecto de esta visita, resulta evidente que Casement había reforzado sus contactos con distintas facciones de la comunidad irlandesa de Sudamérica. Hacia 1910 y a pesar de su trabajo como cónsul del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, Casement ya se había involucrado en el apoyo clandestino a individuos y organizaciones que seis años más tarde estarían en el centro de los sucesos del Levantamiento de Pascua en Irlanda. En la extensa interpretación biográfica de Casement ha habido una tendencia a situar su apoyo a la independencia irlandesa y su rol en la rebelión irlandesa como algo que surgió comparativamente más tarde y que resultó de su insatisfacción con el Imperio Británico y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Este análisis, sin embargo, ignora su más larga y profunda asociación y compromiso con la organización de aquellos que simpatizaban con la causa de la independencia irlandesa. Desde prácticamente 1904, Casement se hallaba operando junto con los elementos políticos y culturales que surgían de la lucha separatista y usaba 113

su posición oficial para crear conciencia acerca de Irlanda, donde fuera que él estuviera. Para las autoridades británicas que comenzaron a examinar su traición auto-confesa en 1914, el uso y abuso de su poder oficial para continuar la causa de la independencia irlandesa hicieron de su traición algo tanto más indefendible. Más allá de unos pocos y breves comentarios en cartas personales, hay pocas referencias que puedan ayudar a componer hasta dónde quería llegar Casement en Argentina. Si hubiera que dar credibilidad a la dama misteriosa que me habló del trabajo de su padre como correo personal, llevando mensajes de Nueva York a Buenos Aires, no sería excesivo pensar que Casement se estaba reuniendo con expatriados irlandeses a favor de la independencia de Irlanda. Más allá de las pocas referencias en las cartas, la fuente más importante que detalla sus movimientos la constituye el Diario “Negro” de la Oficina Dollard de 1910, que incluye breves anotaciones sobre sus días en Argentina. En época del juicio de Casement, aparecieron rumores de sus explícitos diarios sexuales, los que fueron utilizados inescrupulosamente por las autoridades británicas para destruir su defensa y confundir a sus seguidores. Para quienes consideran que lo narrado en el Diario Negro

es genuino, Casement pasó la mayor parte del tiempo en Buenos Aires manteniendo una relación con un hombre llamado “Ramón”. Para quienes como yo, tratan lo narrado en el Diario Negro con cautela, dudan de su autenticidad y creen que su propósito era distorsionar el significado, manipular los secretos y conflictivos mundos de Casement y destruir su personalidad, entonces la figura de Ramón es probablemente un personaje ficticio usado para desviar la atención de las actividades clandestinas de Casement, ya sea como miembro del servicio secreto oficial y “hombre en el lugar” que trabajaba para el Ministerio de Relaciones Exteriores británico o, la opción más probable, como un modo de cubrir su trabajo clandestino, generando apoyo internacional para el movimiento nacionalista irlandés. Un análisis comparativo y profundo de lo narrado en el Diario Negro revela de qué manera las descripciones sexuales concentradas y los silencios sostenidos, a menudo indican más actividades encubiertas por parte de Casement. Aún más, si los diarios fueran falsificados, entonces no sería ilógico suponer que gran parte de la información se configura en cuanto a los hechos con su movimiento, aunque las anotaciones relativas a las semanas que pasó

en Argentina en 1910 resultan sospechosamente crípticas y faltas de detalles. El extracto relevante del Diario de 1910 que refiere a sus días en Argentina ha sido anexado al final de esta introducción. Luego de desembarcar del vapor Asturias, Casement pasó los primeros cinco días en Buenos Aires, dónde se encontró nuevamente con William Warden en el Club Hurlingham. El 16 de marzo viajó en tren a Mar del Plata y permaneció allí entre el 16 y el 21 de marzo. Esto puede confirmarse con una carta que envió a su prima Gertrude Bannister escrita el día que dejó Mar del Plata. La llaman la “Brighton” de los argentinos y verdaderamente es un lugar muy de moda… Hay muchos más irlandeses aquí & la mayoría de ellos realmente muy ricos. Son, lejos, los más exitosos de todos los inmigrantes en este maravilloso país. El hecho de que él viajara el 16 de marzo y pasara el día de San Patricio en Mar del Plata es significativo. El día de San Patricio poseía una importancia simbólica y al mismo tiempo sagrada en el calendario de Casement. Su informe oficial, escrito el año siguiente, y el que 114

describía la condición de los indios del Putumayo en el noroeste de la Amazonía, fue deliberadamente fechado el 17 de marzo. En ese día, en 1914, Casement marchó por las calles de Limerick a la cabeza de un grupo de Voluntarios Irlandeses, hacia una plaza de armas en Raheen, en dónde efectuó una inspección improvisada de hombres desarmados. Por lo tanto, de esta carta a su prima podríamos deducir con seguridad que él pasó el 17 de marzo en compañía de irlandeses-argentinos que pensaban como él. La referencia a ‘muchos más irlandeses….la mayoría de ellos realmente muy ricos’ también ilumina una de sus redes en Argentina. Parece probable que su visita a Mar del Plata hubiera estado conectada al lanzamiento del periódico nacionalista Fianna, editado por el conocido activista republicano irlandés Patrick McManus. Nacido en el condado de Donegal, McManus había terminado en Argentina luego de un período de ocho años en la marina de los EE.UU. Su país adoptivo le había servido muy bien. Amasó propiedades equivalentes en tamaño al Condado de Donegal y pudo financiar varias iniciativas en apoyo al nacionalismo irlandés.37 Fue uno de los fundadores de la Liga Gaélica en Buenos Aires y en 1907 se casó con Elsa O’Rourke, una cuñada del periodista 115

William Bulfin, autor de Rambles in Eirinn un popular libro de viajes que describía un viaje por Irlanda en bicicleta. McManus también estaba conectado a Mar del Plata en dónde había asistido a la universidad y trabajado como profesor de matemáticas. Para 1910, Casement y McManus se encontraban activos en los mismos circuitos culturales que trabajaban para la independencia de Irlanda, si bien no ha salido a la luz aún, ninguna evidencia directa de su colaboración. Siguiendo la tradición de los periódicos del nacionalismo irlandés, Fianna era una publicación vehementemente anti-Imperio Británico, a la manera de United Irishman, Sinn Féin y Bean na hÉireann, otras publicaciones que contaban con el apoyo de Casement ya sea mediante el envío de artículos firmados con un seudónimo o por aportes financieros. El nombre elegido para el periódico, Fianna- palabra utilizada para describir a los míticos guerreros irlandeses- podría también sugerir la mano de Casement en acción, ya que su protegido intelectual, el cuáquero de Belfast, Bulmer Hobson fue el principal organizador de las bases del Fianna na hÉireann, fundado el 16 de agosto de 37 Rebecca Geraghty, ‘Arthur Griffith and Patrick McManus’, en Irish Migration Studies in Latin America, 7:1 (2009)

Imágenes de Fianna Vol. 1 N° 1, 17 de Marzo 1910 y Nº2, 9 de Julio de 1910.

1909 por Hobson, la condesa de Markiewicz y la activista Helena Molony.38 Este movimiento semi-militar de jóvenes, establecido para contrarrestar la creciente influencia del movimiento de Boy Scouts en Irlanda, se convirtió en un importante campo de entrenamiento para el Irish Republican Brotherhood (IRB) y más tarde para el Irish Republican Army (IRA). El hecho de que McManus eligiera llamar Fianna a su periódico podría sugerir por un lado, el contacto y por otro la afinidad con Fian-

na na hÉireann, un vínculo que muy probablemente fuera inducido por Casement y que al mismo tiempo ¿podría explicar su desvío hacia Argentina?39 A su regreso a Buenos Aires el 22 de marzo, Casement viajó en tren a Belgrano y al día siguiente fue a La Plata a almorzar en el hotel, aunque lo 38 Marnie Hay, Bulmer Hobson and the Nationalist Movement in Twentieth Century Ireland (Manchester: Manchester University Press, 2009) 39 Murray, Edmundo, ‘McManus, Patrick (18641929)’ en Irish Migration Studies in Latin America, noviembre-diciembre 2005 (www.irlandeses.org).

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narrado en el Diario Negro no es claro respecto de por qué o a quién visitó en cada lugar. Esa tarde hizo arreglos para viajar al día siguiente a un lugar llamado “San Marco” en compañía de ‘Eddy Duggan’. Esta breve referencia relaciona sus actividades con la familia Duggan, una de las más ilustres de todas las dinastías irlandesas-argentinas y una que nuevamente vinculaba a Casement con el círculo íntimo de poder en Londres. La ubicación de “San Marco” continúa siendo uno de los misterios que aún perduran en cuanto a sus movimientos en Argentina. ¿Era este, como sugirió un investigador, el nombre de una de las estancias de los Duggan, ubicada en algún lugar de las pampas cercanas a Buenos Aires? ¿O es tal vez un rendez-vous ficticio? Lo narrado en el Diario Negro es críptico y escaso en detalles y describe a “San Marco” mediante el comentario vago: ‘interesante pero muy húmedo.’ Lo que resulta claro es que en algún punto durante este viaje él pasó un tiempo con Thomas Duggan (18271913). Los Duggan formaron parte del éxodo irlandés post-hambruna. 40 Partieron inicialmente de Ballymahon, condado de Longford, y varios hijos emigraron a Argentina en la última parte del siglo diecinueve, dónde se dedicaron al comercio de lana en Buenos Aires y dónde amasaron una fortuna conside117

rable, tanto en propiedades como en negocios. Thomas Duggan, el más exitoso de los hermanos, ayudó a financiar The Buenos Aires Standard, un periódico en inglés que ejerció una influencia considerable en la perspectiva internacional de la comunidad irlandesa. Si bien el periódico se encontraba aliado editorialmente a los intereses comerciales británicos en Argentina, Thomas Duggan tenía afinidad con el nacionalismo irlandés aunque no a la manera abiertamente republicana de McManus. 41 A principios del siglo veinte, el poder de los Duggan se enfocaba cada vez más hacia los vínculos comerciales británico-argentinos. En 1905 uno de los hijos de Thomas, Alfredo, fue destinado a la embajada argentina en Londres, ciudad en la se movió dentro de los mismos círculos diplomáticos que Casement. Es muy posible que Alfredo hubiera hecho arreglos para presentar a Casement a su padre, Thomas, ya que ambos se encontraron en Argentina en 1910, no obstante, las circunstancias de ese encuentro permanecen sin aclarar. La conexión 40 http://www.irishgenealogy.com.ar/ genealogia/D/Duggan/hugh.htm 41 James Byrne, Philip Coleman and Jason King (eds.) Ireland and the Americas; culture politics and history (California: ABC-Clio, 2008) 275-276. Edmundo Murray expresa que Casement visitó a Thomas Duggan en su campo de San Antonio de Areco. Esto fue aparentemente en 1910, aunque también pudo haberlo visitado durante su viaje de 1907 a Argentina.

Casement-Duggan resulta intrigante también debido a la esposa de Alfredo, Grace Elvira Hinds, una heredera nacida en Alabama y la única hija de J. Monroe Hinds, ministro estadounidense en Brasil. Grace dio a luz a dos varones y una mujer de su matrimonio con su esposo argentino: Alfredo (nacido en 1903), Huberto (nacido en 1904) y Marcella (nacida en 1907). Luego de la muerte prematura de su esposo en Londres en 1915, a la edad de cuarenta años, Grace se casó con George Nathaniel Curzon, un antiguo virrey de la India, que se había desempeñado como subsecretario de estado del Ministerio de Relaciones Exteriores durante la gestión de Lord Salisbury, en el transcurso de la cual, casi con seguridad, debió haber entrado en contacto con Casement. Más adelante se desempeñaría como secretario de Relaciones Exteriores británico entre 1919-1924. Curzon era una de esas personalidades administrativas de estirpe pertenecientes a la élite británica, cuyas vidas están envueltas en la mística de la majestad imperial. Su nombre se vincula a la historia de Casement tanto en lo que hace a la investigación en el Congo como a la lucha por la independencia de Irlanda. Es probable que Grace asistiera a los Tribunales reales de justicia en junio y julio de 1916 para cumplir con algunos procedimientos legales durante

el juicio a Casement por alta traición. Pocos meses después de la ejecución de Casement, Curzon y Grace Duggan se casaron y los hijos del primer matrimonio de Grace con Alfredo- los nietos de emigrantes de la época de la hambruna irlandesa- se criaron en el exclusivo hogar de Lord Curzon. Grace se convirtió en la Marquesa de Kedleston y los niños gozaron del tipo de acceso y derechos conferidos a la clase alta británica.42 La notoriedad del hijo mayor y sus andanzas de rico bon viveur durante el transcurso de sus estudios universitarios en Oxford, inspiraron personajes en las novelas de Evelyn Waugh y Anthony Powell y suscitaron la atención de los columnistas de chismes. Luego de dilapidar la mayor parte de su fortuna, Alfredo pasó los últimos años de su vida y adquirió cierta reputación como autor de ficción histórica popular.43 El hijo más joven, Huberto, se desempeñó como Miembro del Parlamento conservador y, luego de la ruptura de su matrimonio, tuvo una serie de aventuras amorosas con algunas de las más glamorosas mujeres de la alta sociedad de la época, entre las que se incluían Diana Fellowes y Lady Bridget Parsons (hija 42 Marnie Hay, Bulmer Hobson and the Nationalist Movement in Twentieth Century Ireland (Manchester: Manchester University Press, 2009) 43 John Derbyshire, ‘Alfred Duggan’s Past’, New Criterion, 23:6 (2005), 28-33

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del 5° Conde de Rosse). La trayectoria de la familia Duggan en el seno de la aristocracia británica marcó la culminación de una profunda línea divisoria entre facciones dentro de la comunidad irlandesa en Argentina, la que se hizo evidente en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Los Duggan fomentaron vínculos comerciales más estrechos entre la comunidad irlandesa y los intereses comerciales británicos. Estos puntos de vista se vieron reflejados en el periódico, The Standard, una publicación decididamente pro-británica, con una decreciente adhesión por el autogobierno irlandés y la lucha nacionalista en Irlanda. Hacia 1916, toda asociación previa con Casement, fue muy probablemente considerada por los Duggan como un estigma y cualquier evidencia de relaciones con Casement o de sus muchas causas fue probablemente escondida o destruida. Otro muy conocido irlandés-argentino que probablemente estuvo en la órbita de Casement durante esos años fue William Bulfin. Conocido entre sus amigos como “Che Bono,” Bulfin emigró a Argentina y se convirtió en el editor y dueño de The Southern Cross- la voz de la comunidad irlandesa en Argentina. En 1909 Bulfin regresó a Irlanda y envió a su hijo Eamon a la escuela St Enda, la escuela progresista de lengua irlandesa 119

de Patrick Pearse. Durante su breve vida Casement desarrolló una asociación con St. Enda y en varias oportunidades fue invitado a hablar en la escuela y a entregar premios a los alumnos. Durante el aumento de la tensión de 1916, Eamon Bulfin estuvo estrechamente vinculado a Pearse y a otros nacionalistas. Luchó en el Correo Central durante el Levantamiento de Pascua y más tarde fue encarcelado en Frongoch.44 En 1919 fue designado por el anterior abogado defensor de Casement, George Gavan Duffy, como el enviado de Sinn Féin en Argentina y en la segunda reunión del gabinete Dáil, en abril de 1919, se le otorgaron £500 para gastos administrativos- una suma bastante generosa, dados los limitados recursos públicos de la época y al mismo tiempo indicativa de la importancia estratégica de Argentina durante esos primeros años de independencia.45 Cuando Casement dejó Argentina a principios de abril de 1910, su vida estaba a punto de cambiar de rumbo. Cuando regresó a Sudamérica en julio, 44 Séamas Ó Buachalla, The Letters of P.H. Pearse (Dublin: Colin Smythe, 1980); Sean O Mahony, Frongoch: University of Revolution (Dublin: FDR Teoranta, 1987). Mi agradecimiento a Brian Murphy por sus conocimientos acerca de Patrick Pearse. 45 Ver Michael Kennedy ‘“Mr Blythe, I think, hears from him occasionally’: The Experience of Irish Diplomats in Latin America, 1919-23” en Michael Kennedy y J.M. Skelly (eds) Irish Foreign Policy 1919-1966: From Independence to Internationalism (Four Courts Press, 2000)

se dirigió directamente a la Amazonía para iniciar su investigación oficial acerca de las atrocidades resultantes de la industria de la extracción del caucho. Esto dominaría sus últimos tres años como funcionario consular. Nunca regresaría a su puesto en Río de Janeiro o a Argentina. Fianna dejó de ser publicado en 1912. Ese mismo año, Arthur Griffith le escribió a Patrick McManus solicitando apoyo financiero para su periódico Sinn Féin. Y durante los próximos años, los vínculos de los nacionalistas entre Irlanda y Argentina se profundizaron, lo que resulta evidente de la lectura de las referencias al círculo de argentinos que adherían a la lucha por la independencia que aparecían en la prensa nacionalista. Sería razonable suponer que Casement se mantuvo en contacto muy cercano con varios de los que integraban ese círculo, y esto explicaría por qué, en la medida en que la conspiración revolucionaria se profundizaba en Irlanda, se necesitaba un mensajero para llevar comunicaciones secretas entre Nueva York y Buenos Aires.

Robert Bontine Cunninghame Graham: Otro individuo que ingresaría a la

órbita de Casement, profundamente asociado a Sudamérica, y particularmente a Argentina, fue el aventurero y político escocés Robert Bontine Cunninghame Graham, o “Don Roberto,” como se lo llamaba afectuosamente. Casement y Cunninghame Graham comparten conexiones y puntos de interés en común fascinantes. Ambos estaban involucrados en cuestiones de justicia social, libertades civiles y la devolución del poder. Ambos reaccionaron de distintas maneras frente a las desigualdades originadas en el poder durante su tiempo. Ambos fueron considerados aventureros idealistas y se involucraron apasionadamente en la independencia política de sus países y en otras campañas progresistas. Actuaron en los mismos círculos y tuvieron amigos en común, entre los que se incluían el dramaturgo G. Bernard Shaw, el novelista Joseph Conrad y el sindicalista John Burns. Cunninghame Graham, es a menudo denominado el “Parnell escocés” y fue un defensor acérrimo del Autogobierno irlandés, pero luego del giro de Casement en dirección a Alemania y de su exhortación de resistencia armada frente al imperio, su adhesión a la causa decayó. Robert Bontine Cunninghame Graham nació en Escocia en 1852 en el seno de una familia con tierras y estatus. Pasó los años de su juventud principal120

mente viajando, pero fue Argentina y el estilo de vida enérgico e independiente del gaucho lo que más lo atrajeron. Con una veintena de años, emprendió varios viajes épicos a caballo a través de Argentina, Paraguay y Brasil. En 1872 realizó una travesía a caballo de unas 600 millas por el río Paraná hasta las Cataratas del Iguazú, viaje que luego inspiraría su novela histórica A Vanished Arcadia sobre las primeras misiones jesuíticas. En la década de los 80 (1880), luego de heredar las propiedades ancestrales en Escocia, Cunninghame Graham se interesó por la política y bajo la influencia de un grupo emergente de intelectuales socialistas que incluía a William Morris, G. Bernard Shaw, Annie Besant y Kleir Hardie, sus simpatías giraron gradualmente hacia el socialismo. También participó de mítines de los parlamentarios del Partido irlandés, los que incluían a Charles S. Parnell y a otros luchadores por la tierra, tales como Michael Davitt, y así comenzó a repensar la cuestión de la tierra en Escocia a través del prisma de la Guerra por la Tierra en Irlanda. Obtuvo una banca como liberal en el Parlamento, en la elección de 1886, sobre la base de una plataforma absolutamente radical que abogaba por el Autogobierno escocés y el sufragio universal. En 1887, en la famosa protesta del ‘Domingo Sangriento’ en la 121

Plaza de Trafalgar en contra de la coerción en Irlanda, Cunninghame Graham fue arrestado, llevado a juicio y encarcelado en la prisión de Pentonville a causa de su encendido discurso. Casement y Cunnighame fueron presentados por su amigo común, el escritor polaco exiliado Joseph Conrad. Conrad había conocido a Casement en Matadi, en el bajo Congo en 1890, oportunidad en la que Conrad se vio inmensamente impresionado por Casement. Siete años después Conrad conoció a Cunnighame Graham y pronto se desarrolló una profunda amistad entre ambos. En 1904, cuando Casement regresó a Londres luego de realizar su investigación de la administración colonial en el alto Congo- un viaje claramente delimitado por su reciente lectura del libro El Corazón de las Tinieblas- Casement contactó a Conrad solicitándole que se una a la campaña para la reforma del Congo. Conrad se rehusó, y en cambio le sugirió a Casement que contactara a su amigo Cunninghame Graham. La carta de Conrad a Cunninghame Graham en la que le presentaba a Casement es una descripción cándida y perspicaz de un hombre que tenía en esa época muy poca exposición pública. Te envío dos cartas que tengo de un hombre llamado Casement, te comento que lo vi por primera vez en el Congo hace unos 12 años. Tal vez

hayas escuchado o visto en la prensa su nombre. Es un irlandés protestante, pío también. Pero también lo era Pizarro. Por lo demás te puedo asegurar que es una personalidad límpida. Hay un toque de Conquistador en el también; porque lo he visto emprender viaje hacia la jungla atroz, balanceando un chueco bastón como única arma, con dos bulldogs: Paddy (blanco) y Biddy (pinto) siguiéndole los talones y un muchacho de Luanda que llevaba un atado de ropas, por toda compañía. Unos meses después ocurrió que lo vi salir nuevamente, un poco más delgado y más bronceado, con su bastón, sus perros y el muchacho de Luanda y tan sereno, como si hubiera ido a dar un paseo por el parque. Luego perdimos el rastro el uno del otro. El fue, creo, cónsul b[ritán]ico en Beira, y hace no mucho parece que lo han enviado al Congo nuevamente, en una especie de misión para el Gob. br. Siempre pensé que una parte del alma de Las Casas encontró refugio en este cuerpo incansable. Las cartas te dirán el resto. Lo ayudaría pero no está en mí hacerlo. Soy sólo un pobre novelista que inventa pobres historias y que no está a la altura de

ese miserable juego; pero tu forma de escribir, perspicaz, flexible y directa, y segura, como una buena hoja toledana dirá a lo largo de la lucha si has estado dispuesto a dar uno o dos golpes. ¡Te podrá contar cosas! Cosas que he tratado de olvidar; cosas que nunca supe verdaderamente. Él ha pasado tantos años en África como yo mesescasi tantos.46 En una carta privada a Casement, Conrad le aconsejaba no dejar que la ‘reputación socialista de Graham influenciara su juicio….nunca fue otra cosa que una forma de su odio frente a toda opresión e injusticia… sus relaciones sociales van desde los duques a los parlamentarios laboristas’.47 Casement se las ingenió para obtener el apoyo de Cunninghame Grahame, tanto para su campaña para la reforma del Congo como para, más tarde, su trabajo en la Amazonía. Su nombre estaba en la lista de aquellos que asistieron al Testimonio de Morel en 1911, reunión de un grupo de 46 C.T. Watts (ed.), Joseph Conrad’s letters to R.B. Cunninghame Graham (Cambridge, Cambridge University Press, 1969), p. 149. 47 NLI, misiva 13,073 (27/ii), Joseph Conrad a Roger Casement, 29 de diciembre de 1903. Casement había garabateado en la parte de arriba de la carta ‘Rec’da el 1 de enero de 1904’.

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simpatizantes con la causa de la justicia social internacional realizada en Londres. Entre 1904 y 1916 las propias simpatías políticas de Casement también se orientaron hacia el socialismo, dado que la campaña del Congo atrajo a intelectuales de todo el mundo asociados con las ideas de reforma progresista y anti-imperialismo. Mark Twain, G. Bernard Shaw y Rosa Luxemburg fueron otras personalidades que, como Cunninghame Graham estuvieron dispuestos a prestar sus nombres para la lucha de Casement en contra de los crímenes contra la humanidad y las nuevas esclavitudes del siglo veinte. En la semana en que se publicó el Libro Azul con los informes de Casement acerca del tratamiento recibido por los indios del noroeste de la Amazonía, Cunninghame Graham escribió una carta de apoyo a lo hallado en la que vilipendiaba a la junta directiva, algunos de cuyos miembros eran respetados financistas británicos que trabajaban en el área financiera de Londres: Durante los años 1907-10, la prensa de Ecuador, de Colombia y de Brasil abundaba en relatos de atrocidades en el Putumayo. Los directores en Londres, aunque sin duda como los antiguos griegos hablaban sólo su propia lengua, deben haber estado en contacto 123

con gente por medio de una ‘lengua franca’ más o menos inteligible que venía de los países en donde se publicaron esos periódicos y de dónde obtenían su dinero manchado de sangre. Supongo que la ignorancia de los directores es algo posible, pero al mismo tiempo es sorprendente. Cuando la ignorancia significa dinero ‘es una tontería ser sabio’. 48 Pero a la luz de lo ocurrido en los últimos años de Casement, el apoyo que él percibió para Alemania, su juicio y ejecución, tanto Conrad como Cunninghame Graham le dieron la espalda al irlandés en desgracia. Los documentos de Cunninghame Graham que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Escocia desdibujan la importancia de Casement y la correspondencia Casement- Cunninghame desapareció. En 1928, Cunninghame Graham escribió un largo, bastante malicioso y curiosamente inexacto ataque a Casement en el que manifestaba vehementemente su desacuerdo con la descripción en apoyo del hombre, escrita por su amigo mu-

48 The Daily News 24 de julio de 1912. Cunninghame Graham continuó esto con otra carta del 9 de julio de1913.

tuo, el periodista Henry Nevinson. 49 La carta se publicó completa en la biografía de Cunninghame Graham de 1937 escrita por otro muy conocido aventurero europeo en Argentina, A. F. Tschiffely. Apareció un año después de la muerte de Cunninghame Graham en el Plaza Hotel de Buenos Aires, después de la visita a la casa de su amigo, el naturalista y ornitólogo, W. H. Hudson. Este póstumo colofón en el enredo ConradCasement- Cunninghame Graham no hizo más que aislar aún más a Casement en el panteón de revolucionarios irlandeses: ‘es un atropello (en mi opinión) a Owen Roe O’Neil, Tyrconnel, Wolfe Tone, Emmet, O’Connel, Parnell and Davitt, colocar a alguien como Sir Roger Casement a su misma altura. Estos hombres (la mayoría de ellos) dieron sus vidas por Irlanda, pero ¿qué es lo que hizo Casement? Nada por lo que puedo ver. Paz a sus cenizas. Que su valor lave todas sus defectos y faltas.’ Este cruel y absolutamente duro rechazo de Casement por parte de Cunninghame Graham, escrito más de diez años después de su ejecución, revela una profunda aversión a la política republicana irlandesa en Gran Bretaña, Pero también revela una ignorancia ge49 La carta se reproduce en A.F.Tschiffely, Don Roberto, The Life of R.B. Cunninghame Graham (Londres, Heinemann: 1937).

neralizada acerca de la contribución de Casement al movimiento por la independencia de Irlanda. Casement siempre operó en las sombras; siempre evitó estar en el candelero y debido a su trabajo oficial para el Ministerio de Relaciones Exteriores, era necesario ocultar su profundo compromiso con la revolución irlandesa frente a sus amistades profesionales. Durante ochenta años después de su ejecución, su vida y legado fueron discutidos en términos polémicos y controvertidos. Su nombre es posible que aun provoque fuertes reacciones de amor y odio entre aquellos cuyos puntos de vista son decididamente pro República irlandesa o pro Imperio Británico. Hace muy poco que su interpretación ingresó en un espacio menos antagonista, en el que puede ser evaluado en términos de su relevancia respecto de los distintos contextos históricos importantes en su vida.

Balder Olden Una última conexión digna de mención que vincula a Casement con el Cono Sur involucra una de las primeras y más oscuras biografías de Casement– Paradiese des Teufels (1933) – de Balder Olden (1882-1949), un intelectual con antecedentes alemanes judíos. A semanas de su publicación, el libro fue 124

agregado a la lista de libros prohibidosBibliothek Verbrannter Bücher – vedado por el partido Nazi y quemado enfrente de la Universidad Von Humboldt. El interés de Olden por Casement fue alimentado durante los cuatro años (1916-1920) que pasó como prisionero de guerra en un campo de prisioneros británico en Tanzania (África del este alemana), en dónde desarrolló una estridente perspectiva anticolonial. Luego de su liberación en 1920, Olden regresó a Berlín a trabajar como periodista y crítico. Con su hermano Rodolfo, se convirtió en un pacifista incondicional, intelectual de Weimar y uno de los primeros oponentes del régimen Nazi. Un año después de la publicación de su biografía de Casement, publicó un ataque ficcionalizado del partido Nazi traducido como Blood and Tears (Sangre y Lágrimas). Poco después y con los Nazis al poder, Olden huyó primero a Praga y luego a Francia. Por un tiempo vivió en la colonia de exiliados anti fascistas en Sanary-sur-mer, la ciudad balnearia famosa en ese tiempo por la residencia de otros escritores y artistas exiliados como Bertholt Brecht, Thomas Mann, Stefan Zweig, Arthur Koestler y Ludwig Marcuse. Luego de la ocupación de Francia por los nazis, Olden fue enviado a un campo de prisioneros en Audierne pero logró escapar. De allí tomó un 125

barco a Buenos Aires en dónde se estableció por dos años para luego fijar su residencia en Montevideo. Durante sus últimos años de vida utilizó su escritura para facilitar el asentamiento de otros exiliados. Tras un período de problemas de salud desesperantes, provocados por dos derrames cerebrales, Olden se suicidó el 24 de octubre de 1949. La biografía de Olden es uno de los muchos ejemplos del atractivo internacional suscitado por la vida y el legado de Casement. Para comprender y aceptar su vida ha sido necesario un mundo diferente. La autobiografía ficcionalizadaEl Sueño del Celta- del Premio Nóbel, Mario Vargas Llosa, puede haber presentado a Casement ante una audiencia más amplia dentro del mundo hispanohablante, pero esta interpretación algo convencional se ajusta a una representación basada en la mitología y la controversia y está delineada por la imaginación del novelista. No tiene en cuenta la larga guerra librada entre la memoria irlandesa y la historia británica acerca del legado de Casement y la evidente resistencia del estado irlandés a reconciliar la historia de Casement con su narrativa oficial del período revolucionario, lo que resultó en distorsiones y silencios palpables. Pero la perspectiva acerca de Casement está cambiando y su significado atraviesa un proceso de re-

cuperación. En la actualidad se dispone de traducciones al español del informe sobre el Congo que Casement escribiera y también de su diario de la Amazonía. Esto ya ha conducido a interpretaciones sobre la relevancia de Casement respecto de distintas configuraciones de poder y del mundo atlántico más amplio.50 El estudio realizado por el periodista argentino Ovidio Lagos sobre Julio César Arana es uno de los varios esfuerzos recientes por recuperar la colaboración de Casement en un capítulo crítico de la historia de Sudamérica.51 La investigación llevada a cabo por Casement acerca de la industria de la extracción del caucho es considerada ahora como un entronque crítico en la recopilación histórica de los derechos humanos internacionales. 52 El próximo centenario del Levantamiento de 1916 permitirá que surja una lectura de Casement diferente, la que lo coloque tanto en una perspectiva global como en la Irlanda después del Proceso de Paz. No obstante, a pesar del cambiante contexto con50 La Tragedia del Congo: GW Williams, Roger Casement, Arthur Conan Doyle y Mark Twain (La Coruña, Ediciones del Viento, 2010); Roger Casement, Diario de la Amazonía (La Coruña, Ediciones del Viento, 2011). Traducido por Sonia Fernández Ordás. 51 Ovidio Lagos, Arana Rey del Caucho: Terror y Atrocidades en el Alto Amazonas (Buenos Aires, Emece, 2005) 52 Ver Jordan Goodman, The Devil and Mr Casement: One Man’s Fight for Human Rights in South America’s Heart of Darkness (London, Verso, 2008)

temporáneo, muchos aspectos de la vida de Casement continúan siendo un misterio y mientras que esta introducción sólo trata de sacar a la luz algunos de sus movimientos en Argentina, todavía hay muchos cabos sueltos y misterios no resueltos. Lo que sí es evidente es que la comunidad irlandesa de Argentina fue parte integral de la reconfiguración de Casement de las relaciones de poder en el Atlántico, y sus breves viajes por el país seguirán siendo una fuente de intriga y de fascinación por muchos años.

Un Incidente No Resuelto En su cuento El Tema del Traidor y del Héroe (1944), Jorge Luis Borges considera el próximo centenario de un famoso (ficticio) revolucionario irlandés, Fergus Kilpatrick. Para conmemorar la ocasión, su bisnieto, Ryan, contempla la biografía de Kilpatrick. En tanto Ryan se embarca en su investigación, ingresa en un laberinto de contradicciones en el que resulta imposible distinguir qué es realidad y qué ficción- las historias, rumores y mentiras que inevitablemente se acrecientan en torno a la vida de un revolucionario ocurren en una cierta ‘forma secreta del tiempo.’ Es una temporalidad fundada en la literatura, en dónde los acontecimientos se escriben antes de que ocurran. La vida y la muer126

te de Kilpatrick dejan de ser comprensibles como historia y se van desentrañando como misterio y tragedia. Por medio de su narración, Borges sugiere cómo las historias acerca de revolucionarios sobreviven y persisten en una relación de enfrentamiento con el proceso empírico y la estructura de las historias públicas oficiales. En el transcurso de su investigación, Ryan descubre hechos desconcertantes acerca del fin de Kilpatrick que decide suprimir. Con esta idea, Borges captura la paradoja que se encuentra en el corazón de lo escrito sobre Casement, verdaderamente, en el centro de gran parte de la resistencia anti-imperial: la traición puede constituir un acto heroico. Al imaginar la biografía de Kilpatrick, Borges revela la naturaleza trans-temporal de toda resistencia revolucionaria. Los revolucionarios perduran debido a que su causa no termina nunca de realizarse. Con cada generación, resurgen la lucha en contra de la opresión y las formaciones dominantes de poder. Las revoluciones y los revolucionarios se conectan a través del tiempo y del espacio. En este sentido Fergus Kilpatrick y Roger Casement están moldeados con la misma arcilla revolucionaria. El primero es producto de la imaginación literaria y el segundo es un héroe-traidor verificable, dependiendo de la subjetividad del 127

narrador. Sus historias siguen caminos ficticios similares, articulados mediante la interpolación, los ciclos de traición y las adulteraciones literarias.53

53 Jorge Luis Borges, Collected Fictions (Penguin, 1998) traducción de Andrew Hurley, p.144.

ANEXO

El Diario Negro, 1910

Marzo Martes 8 Salí en el ‘Asturias’ para B. Aires. Viernes 11 Lleg. B Aires & en tierra al Hotel de antes. Argelino. Sábado 12 Mañana en Avenida de Mayo. Espléndidas erecciones. Ramón 7$000. 10” por lo menos. X Pulg. Domingo13 A Hurlingham a ver a Warden. Almuerzo. Vi a Ramón bajarse del tren en el Zoo & sentarse en un banco & leer – lápiz en la oreja – lo miré largamente & luego seguí a la estación. Regreso a las 10 p.m. Encontré a Ramón en el Palace atrás de un marinero con orden de embarcar. Ramón 10$000 para encontrarnos mañana. Lunes14 Ramón. En la entrada al Zoo & Ramón para desayunar en el Restaurante allí – no, fue en la Casa de Chocolate & nombre escrito en papel. Este lápiz mío .. le di 20$000.

Otra vez a la noche. Martes 15 Ramón. Desayuno en el Restaurante lleg al Plaza Hotel a las 11 p.m. Miércoles 16 Salí para Mar del Plata. Jueves 17 En Mar del Plata Viernes 18 En Mar del Plata Sábado 19 En Mar del Plata [Ramón 20$ tachado] Domingo 20 Mar del Plata Lunes 21 Regresé a Buenos Aires Martes 22 Ramón en el Zoo de nuevo y en el Bosquet después – En tren a Belgrano & vuelta. Miércoles 23 Ramón X En A La Plata & almuerzo en el Hotel allá. Me recosté después por una hora y luego a los Jardines & Té & regreso a las 5.30 en tren. En el Club & arreglé para ir a San Marco mañana. 128

ta en el tren de las 3 y llegué a B Aires a las 11 p.m. Al Hotel y a la cama.

Jueves 24 A San Marco a las 6. Tren con Eddy Duggan. Hermanos allí & jugamos Bridge. San Marco interesante pero muy húmedo.

Sábado 2 Escribí a Ramón – Retiré dinero £80 & compré boleto a L’pool en el ‘Veronese’ de Lamport & Holt. Encontré marineros de la flota & otros. En el Club con oficial del ‘Amethyst.’ 3° Domingo. Última vez Ramón en Tigre. En Hurlingham & luego a Tigre con Ramón de Belgrano. Lo vi por última vez en Belgrano. Nunca más.

Viernes 25 En San Marco Sábado 26 En San Marco Lunes 28 Ramón. En el Zoo & almuerzo & caminata a Jardines de Palermo.

Lunes 4 Dejé B. Aires en el ‘Veronese’. Escribí a Ramón desde Montevideo.

Martes 29 Ramón. Salimos para Mar del Plata pero cansado del tren nocturno – por eso me quedé. Muchos tipos. Especialmente Martínez de Entre Ríos.

Martes 5 En Montevideo. Envié carta a Ramón. Partimos a las 4 p.m.

Miércoles 30 Salí para Mar del Plata en tren diurno – vi Liebres y Pájaros – & Disfruté el Viaje. Jueves 31 Mar del Plata

Abril Viernes 1 Mar del Plata. Salí de Mar del Pla129

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APÉNDICE II

Roger Casement e Iberoamérica La extraordinaria vida y trágica muerte del revolucionario irlandés Roger Casement está tan profundamente entrelazada con la historia política y cultural del mundo iberoamericano como cualquier otra de los treinta años anteriores al estallido de la guerra mundial en 1914. En sus cruces del Atlántico, durante el apogeo de la época de los viajes transatlánticos a vapor, Casement se dirigió a los más remotos confines de los mundos hispano y luso-parlantes; a menudo de paso por la península Ibérica y deteniéndose en las Islas Canarias, Madeira, Cabo Verde y las Azores, en viaje para ocupar distintos puestos en África sub-sahariana y Sudamérica. Los diversos cargos consulares que Casement ocupó le exigieron pasar largos períodos de tiempo en África oriental y occidental portuguesa. Allí comprendió mejor los complejos vínculos diplomáticos e históricos que unían el poder europeo con África, Sudamérica y la más amplia región del Atlántico. Sus informes, diarios y escritos revelan que Casement había leído mucho acerca de las relaciones interculturales de Iberoamérica y que situaría finalmente sus intricadas investigaciones 131

en los más amplios contextos de los diversos y superpuestos sistemas imperiales y formas alternativas de esclavitud. Entre 1906 y 1913, fue cónsul británico en Brasil, dónde realizó una investigación oficial relacionada con el tratamiento de la aterrorizada población indígena, reducida a formas de esclavitud compulsivas y trabajo forzado como pago de deudas, en el marco de la economía de la extracción del caucho. Esta investigación se extendió a través de las fronteras amazónicas de Perú, Colombia, Brasil, Ecuador y Bolivia y en definitiva implicó trágicas configuraciones de poder que se originaron en intereses europeos y norteamericanos en las Américas. Este apéndice sirve de suplemento a la exhibición e intenta dar una explicación más amplia acerca de las circunstancias de la investigación de Casement en la cuenca amazónica. En diciembre de 1910, a su regreso a Europa luego de su investigación en las regiones del Putumayo, en el noroeste del Amazonas, Casement reflexionó sobre la naturaleza del sistema de trabajo forzado como pago de deudas que había descubierto, y de manera consciente, relacionó las atrocidades resultantes de

la industria extractiva del caucho con ciclos anteriores de colonización, conquista y esclavitud. Esta comparación de las guerras del caucho en el Amazonas y el Congo junto con el análisis de las distintas configuraciones de poder colonial que diferenciaba las formas de asentamiento europeo en las Américas podría servir como una introducción adecuada para poder entender las preocupaciones de Casement respecto del libre poderío de la modernidad y su potencial destructivo. Su análisis de la tragedia histórica subyacente y del poder sin límites del capital internacional en la perpetuación del ciclo de destrucción ambiental y social sinfín tienen obvia resonancia internacional de la que todos podríamos aprender. Estos dos extractos de los documentos de Roger Casement que se encuentran en la Biblioteca Nacional en Dublín, contribuyen aún más a la recuperación de la figura de un importante intelectual europeo fundamental y de un observador crítico de un momento decisivo de la historia mundial y de la globalización contemporánea. Más aún, nos confronta con uno de los crímenes en contra de la humanidad más desgarradores de la era moderna.

Misiva 13087 (31) Biblioteca Nacional de Irlanda Los crímenes del Putumayo, o como deberían llamarse, los crímenes de la cuenca amazónica, aunque a la fecha menos en cantidad que los más recientes crímenes de la cuenca del Congo, representan un delito más antiguo, duradero y fatal hacia la humanidad que aquel misterio del mal denominado Estado Libre del Congo. Los crímenes del Congo constituyeron un esfuerzo de parte del soberano europeo de retrasar el reloj; los crímenes del Putumayo muestran que, en uno de los continentes ocupados durante cuatrocientos años por dos razas europeas, el reloj se detuvo cuatro siglos atrás. En cuanto a las causas inmediatas y al origen de la infamia, ambos crímenes se parecen, y el producto es el mismo- el caucho. Pero en el caso del Congo siempre existió la esperanza, que se transformó en certeza, de una intervención civilizada; en el caso del Amazonas, esa esperanza no existe. Detrás de la explotación de la gente del Congo existió una sola y siniestra figura; pero detrás de esa figura estaba un pueblo europeo progresista y vigoroso que, una vez que conoció la verdad y ésta hizo aflorar su responsabilidad nacional, se convenció, finalmen132

te, de convertir la perversa concepción de su soberano respecto de la propiedad de personas, en formas más justas de tutelaje colonial. En el peor de los casos, la servidumbre económica es un gran paso hacia adelante en comparación con la esclavitud corporal. Más aún, desde el primer contrato en el Congo, existieron derechos que se podían invocar; y el mecanismo de la administración civilizada, eficientemente mal utilizado con fines personales egoístas, siempre podía cambiarse en el acto, de acuerdo a los fines del bienestar colectivo. El mecanismo estaba instalado y con seguridad suponía una cuestión de tomar la dirección correcta para los fines de la civilización y no para satisfacer la ambición desmedida de un sólo hombre; tarde o temprano esto sucedería con éxito. En el Congo había también muchos organismos humanitarios- misiones dirigidas por hombres capaces y visionarios (católicos y protestantes) cuyas protestas no podrían ser acalladas o reprimidas; funcionarios judiciales y muchos administradores valientes y descontentos que sabían que debía producirse un cambio y deseaban ayudar a lograrlo; cónsules extranjeros y la influencia de los estados europeos y por último la certeza de que Europa no toleraría por siempre la pretensión de uno de sus soberanos de instalar un inmenso campo de esclavos 133

cuando ya había decretado que la esclavitud debía terminar y que los hombres debían ser libres. (En una palabra, en el Congo, los recursos de la civilización no estaban acabados y la virilidad del Negro, esa indestructible virilidad que había resistido tantos y tan prolongados asaltos, seguramente triunfaría en el siglo veinte, por sobre el látigo y la cadena de presos del siglo dieciséis.) Estos elementos de esperanza constituyeron algunos de los factores que le dieron al Congo certeza de éxito por sobre los estremecedores males, consecuencia del comercio de caucho en África central. Lamentablemente ninguna de estas garantías de cambio puede encontrarse en el Amazonas. El mal, es allí más profundo y mucho más antiguo y la solución no se hace evidente en ninguna parte o es tan remota como para no poder influir en el destino de los indios esclavizados y en extinción. El fracaso de Europa y de la Doctrina Monroe Europa es impotente e irresponsable y en el lugar no hay gente civilizada o autoridad central en la que pueda despertarse un sentido del deber. No existen ni derechos derivados de tratados, ni opinión pública que puedan invocarse; ningún mecanismo de control ejecuti-

vo que pueda ponerse a funcionar en la dirección correcta; ninguna misión (o sólo el nombre de aquellas, de la misma manera que los funcionarios públicos sólo existen de nombre) ninguna presión de los estados vecinos, ni siquiera la esperanza de que la civilización europea intervenga para insistir en que el indio amazónico debe ser libre. En África, Europa importaba mucho más que todas las ganancias de la cadena de esclavos, pero en Sudamérica, Europa no existe. La opinión europea no existe allá (para los estados sudamericanos Europa es sólo un establecimiento de la banca extranjera, útil para financiar su desarrollo y a cambio obtener grandes beneficios de la transacción- puede prestarles dinero pero no debe aconsejarlos) y los Estados Unidos, con el deseo de supremacía comercial y no de liderazgo moral, no tiene nada que decir en Sudamérica que hiera las susceptibilidades de los esclavistas, por todavía unos cien años. (Y en ese momento el último indio, el predestinado descendiente de los Incas, el sobreviviente de una civilización anterior dotada con una mayor dulzura de espíritu que la que nuestra propia cultura haya podido, alguna vez, evocar, se arrojará él mismo de cara al piso, sometido por el látigo y morirá de modo que algún ambicioso “hombre blanco” pueda consumar impertinen-

tes inmoralidades en París o inaugurar una compañía respetable en Londres). La civilización comercial y su portavoz, la Doctrina Monroe, aseguran completa inmunidad a lo criminal. En estas condiciones Sudamérica se convierte en un lugar ideal. Este continente, el doble en tamaño que Europa pero con apenas la población de una pequeña isla de Gran Bretaña tiene el privilegio de repetir en el siglo veinte los métodos del siglo dieciséis, dondequiera que el actual “Conquistador” pueda encontrar nuevas razas nativas para explotar. Las ideas de Cortez y Pizarro están tan vigentes hoy, en muchas partes del valle amazónico, como cuando los primeros ibéricos desembarcaron en el Nuevo Mundo. El único acuerdo internacional que existe (si así se puede llamar a la Doctrina Monroe) es que el esclavista actual no debe de ningún modo verse obstaculizado por Europa, no sea que eso constituya una afrenta a la “libertad” americana. Comparando los procesos colonizadores de Norteamérica y Sudamérica El valle del Amazonas abarca un área completa de dos millones de millas cuadradas54 y el producto “comercial” de km2

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N. del T. aproximadamente unos 5.200.000

esta vasta región en primer lugar (y por siglos) son los indios y últimamente el caucho. Desde el descubrimiento hasta, digamos, 1850, los colonos de toda esta vasta región fueron con su espada, y luego con su fusil en mano, en procura de esclavos indios. Dentro de poco más de treinta años de la primera venida de los portugueses “más de dos millones de indios”- nos dice uno de los primeros padres jesuitas, Vieira-“fueron asesinados o muertos por malos tratos, sólo en la provincia de Maranham [sic]”. La intervención de la corona portuguesa y los esfuerzos de los Jesuitas para salvar y civilizar las numerosas tribus indígenas que se asentaban a lo largo del poderoso río fueron en vano. El “colono” portugués quería esclavos; el vicio de la explotación estaba en la sangre mediterránea. Ni los españoles ni los portugueses fueron al Nuevo Mundo para colonizar de la misma manera que lo hicieron los hombres y mujeres del norte de Europa en las tierras de Nueva Inglaterra y el valle del Misisipi. Unos fueron a fundar un pueblo, los otros en busca de personas. En ambos casos, es cierto, los indios sufrieron. Los indios Pieles Rojas derrotados por los ingleses, holandeses, franceses e irlandeses, y ante la apropiación de sus tierras por aquellos, tuvie135

ron que replegarse. El arado reemplazó al hacha de guerra. Los aborígenes fueron atacados debido a que su presencia era incompatible con el asentamiento del agricultor europeo, y en un conflicto de razas, en dónde el suelo mismo constituía el premio, el cazador de búfalos y el guerrero de los bosques desaparecieron antes que la cabaña de troncos y el cazador con trampas. El crimen de esclavizar a los conquistados no era parte del crimen de la conquista. (El inevitable avance de la más fuerte y estable civilización arrasó con la raza india cazadora- la escuela, la iglesia y la aldea de la familia blanca reemplazaron a la carpa, a la india y al perro del valiente salvaje. Hoy, allí donde los europeos del norte sometieron el bosque y dividieron la pradera, una de las más grandes naciones de la tierra reemplazó a las tribus itinerantes de Pieles Rojas. La tragedia está allí: y el corazón generoso del muchacho blanco, sino la mente más fría del hombre blanco, late aun con simpatía por los derrotados.) Pero cuando observamos el contacto de los europeos del sur, los ibéricos, con los pueblos originarios del Nuevo Mundo, encontramos una concepción absolutamente diferente respecto del rol del hombre blanco y un fin absolutamente diferente en vista, con condiciones a enfrentar, hemos de ad-

mitir, también completamente diferentes. El verdadero problema de los españoles y en menor escala de los portugueses en el Nuevo Mundo fue gobernar a las razas nativas que habían sometido. La cuestión no era colonizar los territorios conquistados; el clima mismo les impedía hacerlo, ya que la región era, en gran medida, inadecuada para la raza blanca. Fue, aún más, a diferencia de las áreas del norte por dónde los británicos y holandeses avanzaron, densamente pobladas y habitadas ya por numerosas razas, en muchos casos, muy avanzadas en el camino de la civilización. Grandes monarcas, viviendo en tranquilas ciudades embellecidas con palacios y templos entre los monumentos arquitectónicos más duraderos realizados por el hombre, gobernaban vastos conglomerados de obedientes súbditos. El puñado de piratas blancos que los destronaban y destruían esos antiguos estados y reinos no venía con sus mujeres e hijos y con sus arados para habitar y cultivar un nuevo suelo. Desde el principio, el problema para ellos fue uno de gobierno, no de colonización; distinto en los detalles pero, en principio, igual a lo que ocurrió con los ingleses en India o con los holandeses en Java. Los ibéricos no estaban a la altura de la tarea a desarrollar. Incapa-

ces de colonizar estos vastos territorios tropicales y subtropicales, y aun más incapaces de gobernar las numerosas civilizaciones nativas que allí encontraron. Sólo podían destruirlas, y sólo podían pensar en aquellos que las habían construido como bienes personales y nunca como sus iguales o ciudadanos de un estado común. El arte de gobernar, o el gobierno como tal fue algo que ellos nunca consideraron como parte de la tarea. Para justificar su egoísmo, su avaricia, los ibéricos prostituyeron su propia religión como testimonio del instinto explotador de su sangre. El predestinado indio se convirtió en un “infiele” (sic), un infiel, y así se lo equiparó a los animales, un bien de posesión personal y azotado sin el más mínimo remordimiento de conciencia. En vano, la iglesia misma, el más católico de los Soberanos, el Consejo de Indias, sus valientes y a menudo devotos misioneros protestaron y trabajaron para salvar las poblaciones de esa condena. Fue desde el principio una sangrienta confusión de los mejores luchadores de Europa por hacerse ricos- una serie de conflictos personales para esclavizar y saquear y regresar a Madrid con el botín. Un “Conquistador” sucedió a otro “Conquistador”, la cruz de la empuñadura de su espada, por momentos el testimonio de sus crímenes, la seguridad de su 136

conquista y el crucifijo de los conquistados. Pueblos enteros desaparecieron en un breve infierno de esclavitud y sufrimiento para que estos furiosos y feroces filibusteros pudieran regresar con el botín de las Indias a la Península que habían dejado como campesinos, casi hambreados, y usar una cruz de oro en memoria del Inca asesinado. La avaricia de esa sangre cartaginense, tan vastamente fusionada con los primeros ibéricos, un injerto que generó indiferencia frente al sufrimiento e insensibilidad frente al dolor que distingue a los españoles de todos los otros pueblos europeos—impulsó a nuevos Pizarros y nuevos Orellanas a avanzar hacia otras partes en busca de un El Dorado siempre inalcanzable. Menos de doscientos hombres partieron de Cartagena y río arriba, bordeando el Magdalena, escalaron las colinas y encontraron, en la elevada meseta en la que hoy yace la ciudad de Santa Fe de Bogotá un pueblo pacífico y sumamente numeroso. Del millón de indios que se estimó habitaba esta saludable meseta cuando el cargamento de piratas españoles cayó sobre ellos, no quedó ninguno en menos de cincuenta años. Y la destrucción así generada encuentra su expresión luego de trescientos cincuenta años de civilización, en el impotente estancamiento de la capital 137

de la república de Colombia, una ciudad de tal vez cien mil seres humanos inertes e improductivos. La gran isla de Española que Colón encontró en posesión de una raza numerosa y pacífica, tenía sólo dos millones de tumbas indígenas y ni un solo indio vivo sesenta años después de su desembarco. Pero la peor de todas las condenas fue la de Perú. Aquí los soberanos incas habían construido un gran estado al que gobernaban con mucha más sabiduría y humanidad que lo que podría encontrarse en cualquier otro lugar del Nuevo Mundo. Desde los tiempos de Pizarro hasta el presente, los invasores ibéricos lograron exitosamente no desarrollar ninguna teoría de gobierno que se ocupara de los pueblos sometidos, a no ser como esclavos o bienes. Uno se acostumbró a pensar que las crueldades y barbaridades registradas en la conquista del Perú cesaron hace trescientos años atrás con el exterminio de la nobleza y del soberano inca, y que, al menos con el advenimiento de la forma republicana de gobierno se habían sentado las bases de una ciudadanía unida que reuniría a españoles e indígenas en un vínculo común de ciudadanía. Pero este no fue el caso. Durante los primeros trescientos años, se puede decir que sólo desembarcaron hombres de cada sucesivo escua-

drón, y por siglos el elemento español en Perú, Bolivia y Ecuador (el territorio de los incas) permaneció siendo un puñado de blancos. Su objetivo, en la mayoría de los casos, no era establecerse en el país y trabajar sino obtener por medio del trabajo de los nativos la riqueza suficiente como para regresar a España. Las funciones de gobierno comenzaban y terminaban con la esclavización de la población nativa, ya sea que ésta se concretara a través del trabajo en las minas o en las vastas haciendas. Los nativos eran bienes muebles y contaban como parte de la propiedad que se acrecentaba para cada saqueador con la fuerza de su propio brazo derecho. Su disminución en cantidad se debió no al ingreso de las razas blancas que, por necesidad, se debían deshacer de vecinos incompatibles y ocupar sus tierras, sino a las exigencias que se les imponían y a las crueles formas de trabajo forzado a que se los sometía para enriquecer a un estado y una iglesia lejanos y a estos hombres del presente cuya mirada siempre estaba puesta en Madrid. Cincuenta años después de la conquista de Pizarro, cincuenta años de exigencias abusivas que ya se habían cobrado millones de muertes entre las poblaciones andinas, el virrey de Toledo encontró, por medio de un censo

que él había ordenado hacer, que aún tenía ocho millones de esclavos indios a su disposición. Qué cantidad ya habían sido asesinados o habían muerto bajo su atroz régimen o el de sus predecesores no puede establecerse, pero es seguro que los incas gobernaron una población trabajadora que debe de haber estado compuesta por muchos millones de seres humanos. Desde los días de la conquista de Pizarro, la disminución de la población indígena continuó de manera sostenida y, en paralelo a la disminución, se produjo su igualmente dura desmoralización. De un pasado como éste, que llegó hasta el presente mediante sucesivas etapas de degradación humana, surgieron los saqueadores que hace veinte años atrás “descubrieron” el Putumayo. Un pueblo dócil e indefenso, llamado salvaje, en realidad, porque andaban desnudos, fue detectado por unos pocos piratas colombianos y peruanos, habitando una selva llena del árbol Hevea propio del comercio moderno— el árbol salvaje del caucho de Pará. Aquí se repite una vez más la tragedia de la primera venida de los españoles a las playas del Pacífico, esta vez en una etapa aún más miserable y con actores mucho menos impresionantes. En lugar de los “cruzados” protegidos con armaduras que atormentaron 138

Tenochtitlán o pusieron de rodillas a los fuertes defensores del Cuzco, en lugar de un Guatemoczin o un Atahualpa, tenemos a un Julio Arana y a sus “jefes de zona” para detener y atrapar, para esclavizar y masacrar a los insignificantes caciques de la selva y a sus ingenuos clanes o familias escondidos en un submundo de árboles. Pero en ambos casos es el mismo instinto de avaricia que los impulsa, trabajando por medio de la esclavitud y aplicando la fuerza ilegal a sus desmedidos y codiciosos fines personales. Allí donde el antiguo español realista saqueó la civilización andina con los ojos puestos en Madrid, su moderno prototipo republicano—seguramente un tipo más miserable—saquea la selva en busca de esclavos con sus ojos puestos en Lima. ¿Quién tiene la culpa? Para enriquecerse rápido, en ambos casos, y en los dos por la esclavización rápida y aplastante de un desafortunado pueblo sometido—ésta es la explicación de la más larga, sórdida y seguramente más demoledora tragedia del contacto entre la civilización cristiana y pueblos más débiles. Pero el crimen no es sólo de los españoles y de los peruanos. ¿No tiene nuestra civilización 139

cristiana misma una parte de la culpa? ¿No tiene nuestro comercialismo moderno, nuestra manera actual de promover negocios—cuyo principio básico sería que uno de sus directores puede guardarse en su bolsillo las ganancias sin percatarse de cómo se obtuvieron— parte de culpa en esta empresa de horror y vergüenza? Los Arana “trajeron sus productos (50.000 esclavos indios) al mercado” en Londres. No, obsérvese esto, a Madrid o a Lima, pero a Londres. Y encontraron a los ingleses y a las finanzas inglesas preparados, sin reparos, para aceptar, a sus “propiedades” del Putumayo y a sus numerosos “trabajadores” nativos a simple vista, vista de la creciente producción anual de caucho. No se necesitaba nada más. El caucho estaba ahí. Cómo se lo producía, a partir de qué infierno de sufrimiento humano, nadie sabía, nadie preguntaba, nadie sospechaba. ¿Puede ser que a nadie le importara? El caucho simplemente cae de los árboles y se exuda por su propia fuerza, se transporta sólo por los anegados senderos de la selva hacia el barco a vapor que aguarda en el río y finalmente se carga sólo con destino a Europa y nadie se asombra por este prodigio. ¿Por qué culpar a los viejos Pizarros y a la indiferente y distante corte es-

pañola? Al menos ellos eran valientes y derramaron su propia sangre, los beneficiarios reales eran figuras brillantes en un escenario en el que todavía la espada era más poderosa que la palabra. Hoy, los mezquinos Pizarros de la selva Amazónica y el mercado de Iquitos traen sus productos a un mercado aún más vil, y el producto de ese desquicio se convierte de un plumazo en la evidencia más segura sobre la que se puede elaborar un Folleto. En lugar de esto, desde el principio se lo ha hecho un esclavo—por medio del látigo, forzado por extorsión, oprimido por impuestos ilegales y medios variables de trabajo forzado, a trabajar duramente, no para su propio beneficio o para el avance de su país, sino para el sólo beneficio y ventaja personal de individuos que desde siempre colocaron sus propios deseos por encima del bien común hasta que la muerte llegara como una repentina penalidad ante la debilitada fuerza y el no cumplimiento, o se adelantara rápidamente bajo la forma del hambre o la enfermedad. **** La compleja lectura que Casement hizo de las relaciones coloniales se fusionó cada vez más con su propio sentido de lo que significa ser irlandés y de las injusti-

cias surgidas de las relaciones coloniales entre Inglaterra e Irlanda. Esto resultó más que evidente, según su pensamiento, en la historia parcial y distorsionada de Irlanda, la cual, según su opinión, era una falsedad que se hallaba inmersa en el gran relato del progreso imperial británico. En este segundo extracto, de una carta escrita a su mentora, la historiadora Alice Stopford Green, Casement contempla el destino de los guanches—los habitantes Berebere originarios de las Islas Canarias, que fueron aculturados y conquistados luego de la invasión española y la ocupación de las islas. Esta reflexión sobre el destino de los guanches, facilitó su crítica acerca de la imperdonable naturaleza de la historia inglesa y su condescendiente desestimación respecto del inmenso aporte de Irlanda a la historia del Atlántico.

BNI Misiva 36204/1 Roger Casement a Alice Stopford Green, 24 de junio de 1913 Estuve leyendo tu “Old Irish World” (Viejo Mundo Irlandés) de nuevo, esta mañana con renovado placer— aunq’ cualquier placer que encuentre en el relato de la historia irlandesa, está siempre enturbiado por el dolor, resentimiento y pesar que no puedo digerir hasta que no llego al final del mismo. No puedo 140

creer que ese deseo en el que se insistió y esa completamente maliciosa política como la de Inglaterra en Irlanda, no traiga aparejada, finalmente, desastre al malhechor. Las semillas se sembraron bien profundo y puede que tome cierto tiempo hasta que surjan a la vida— pero fueron esparcidas a manos llenas y la palabra fue tan vilmente deliberada que la cosecha, creo, será segura aun cuando llegue tarde. Hay otro aspecto de la criminalidad inglesa en Irlanda que considero único entre los malhechores de la conquista, por lo menos los de los tiempos cristianos. Todos los invasores y exterminadores de la Edad Media, que trajeron aparejados procesos de destrucción más o menos similares de pueblos más débiles, lamentan hoy los actos de sus antepasados. Proclaman esos actos como crímenes—a menudo los deploran en sus historias y casi se aproximan, en general, como individuos, a expresar su arrepentimiento y pena por los conquistados y a menudo también, se avergüenzan de los actos de sus ancestros. Esto no ocurre con los ingleses en Irlanda. Los españoles en Perú, por ejemplo, todavía en el fragor de la conquista y la esclavización de los indios produjeron muchos historiadores y escritores que, ya en ese momento, vieron el mal ocasionado y lo condenaron. Hoy nin141

gún peruano de ascendencia española, al menos en el habla, deja de denunciar los crímenes de la conquista y exalta la memoria de los incas asesinados. Se siente orgulloso de llamarse a si mismo con un nombre Inca—Huascar, o Atahualpa y se identifica a sí mismo, en la medida de sus posibilidades, con el pasado de su país. Acá, en las Islas Canarias la cuestión es más marcada. Los habitantes originales, los guanches, ofrecieron una severa resistencia a los españoles todo a lo largo del siglo quince. Fueron finalmente conquistados y las islas se anexaron a España—y se dice que nadie de pura sangre guanche reconocida sobrevivió—pero debe haber mucha de ella mezclada en aquella de sus invasores. Aunq’ hoy la gente es tan española como los españoles de España, todos y cada uno denuncian los mismos actos que los colocan donde ahora están, en posesión de estas hermosas islas. No hay vez que uno se encuentre con un “canario” y mencione la palabra “guanche” que esta persona no exprese que aquellos eran un “pueblo muy noble” y que los malos tratos recibidos de los españoles constituyen algo “vergonzoso.” Es mucho más que una tradición— es un factor arraigado en la conciencia de los isleños. Aquí en la pequeña ciudad de La Palma encontré una cruz eri-

gida para conmemorar la conquista de la isla (alrededor de 1445 o eso creo) y para registrar el valor de ambos combatientes—los españoles que atacaron y ganaron y los “héroes de los guanches” que “derramaron su sangre por su tierra natal.” Ahora contrastemos éstos con los registros de la civilización inglesa en Irlanda—y dígame luego ¡qué es lo que los ingleses no se merecen! Aunqu’ llegaron a un pueblo cristiano, altamente civilizado y de gran nobleza de corazón, numeroso y artista y lleno de amor por la música, la poesía y la historia—ellos no sólo intentaron sino que efectivamente destruyeron prácticamente todo lo que encontraron, y esclavizaron a los habitantes que sobrevivieron a siglos de guerra y masacre y exterminio, pero nunca desde aquel entonces hasta el presente, como pueblo, expresaron una palabra de arrepentimiento o erigieron un simple monumento o recordatorio por aquellos a quienes habían destruido. Por el contrario, en lugar de admitir sus crímenes y de condenarlos, como los descendientes de los españoles habían hecho y dar fe del valor de aquellos que habían atacado, ellos han constantemente tratado de destruir el carácter de la raza irlandesa y jamás ni con sus palabras ni con sus actos se arrepintieron de su pasado infame. Muchas familias irlandesas vi-

nieron, en los últimos tiempos, tiempos de las Leyes Penales, a estas islas. ¡La calle principal de esta pequeña ciudad de Santa Cruz de la Palma se llama “O’Daly”! El hotel desde donde te escribo da a esta pequeña “Calle O’Daly”. En la capital de todo el grupo de islas, Santa Cruz de Tenerife, hay una “Calle Murphy”, una “Calle O’Donnell” y una “Calle Cologan” (por O’Callaghan). En Orotava, el marqués de Candía, uno de los potentados de la isla de Tenerife es un Cullen—y algunas de las familias más nobles que existen son de ascendencia irlandesa católica. De modo que aun en estas pequeñas islas del Atlántico encontramos la semilla que se fue esparciendo. Así, también en tiempos remotos llegó aquí Brendan el Navegante— eso dicen—y fue la memoria del viaje de Brendan lo que guió a Colón hacia el oeste. La historia de Brendan nunca ocupó su justo lugar en la historia. ¡Si Brendan hubiera sido un obispo o santo inglés cómo hubiera, desde entonces, resonado el mundo con su viaje! El nuevo mundo se hubiera convertido, por prerrogativa de Brendan, en un mundo británico por descubrimiento así como por ocupación. Cuando las primeras expediciones estaban siendo equipadas en Europa para “explorar” las Canarias—un noble llamado de la Cerda obtuvo la concesión 142

del Papa Clemente VI de las “Islas Fortunatas” —como se llamaba a las Canarias por una antigua tradición. Esto fue en 1344. El “embajador inglés”, nos dice, muy indignado que interpuso una protesta declarando que ¡el término “Islas Fortunatas” pertenecía a Gran Bretaña! ¡No había ningún otro isleño feliz! Aún en su ignorancia vemos a John Bull55 en casa hace cinco siglos, como hoy, convencido de que sólo él tiene todo lo que es bueno y correcto, apropiándose los adjetivos de valía así como ya le había echado mano a todas las tierras de valor. ¡Qué gente tan decidida! —decidida a quedar bien en la opinión de la gente, aun cuando los están robando. **** A la luz de estos dos pasajes sobre diferentes facetas de las relaciones transatlánticas iberoamericanas, resulta evidente que tanto en el campo intelectual como en el de la acción, Casement realizó una contribución singular tendiente a construir conexiones cronológicas y espaciales que reunieran las temporalidades históricas. Esto lo ha colocado y con justicia, en el panteón de los intelectuales poscoloniales involucrados en la defensa de los derechos indígenas, y 55 N. del T.: John Bull: expresión utilizada para referirse a Gran Bretaña y/o a Inglaterra.

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ampliamente justifica la comparación que Joseph Conrad establece entre Casement y el misionero del siglo dieciséis Bartolomé de las Casas. Pero a pesar de su validez, tal comparación puede imponer demasiada distancia entre Casement como personalidad histórica y su relevancia contemporánea. En definitiva, las aspiraciones de Casement en su giro revolucionario tendían a un cambio paradigmático en las relaciones humanas que dejara atrás la explotación y la dominación y que apuntara a formas de asociación basadas en la compasión, empatía y entendimiento mutuo. Es por esto que su mensaje continúa siendo relevante y está vigente en la actualidad.

Agradecimientos Universidad Nacional de La Pampa Embajada de Irlanda en Argentina Cátedra W.B.Yeats de Estudios Irlandeses de la Universidad de San Pablo Exposición Roger Casement en Sudamérica, 2012 Laura P.Z. Izarra y Angus Mitchell (Curadores)

Agradecimientos especiales a: National Portrait Gallery National Library of Ireland National Archives (UK) Irish Manuscripts Commission Dr. Mathew Stout (cartografía) Natural History Museum (Dublin) Library of the Wellcome Institute Museum of Tervuren (Archivos de África en Bélgica)

Exhibición Roger Casement en Brasil Angus Mitchell- Curador- Coordinador del Simposio sobre Roger Casement Laura P. Z. Izarra- editora- Coordinadora del Simposio sobre Roger Casement Luiz Bitton Telles da Rocha- Director del Museo Amazónico de la UFAM - Coordinador del Simposio sobre Roger Casement Mariana Bolfarine- traductora de la versión en portugués

Créditos de las Imágenes Tapa: El Mundo Atlántico de Roger Casement, Irish Manuscripts Commission. Dr. Matthew Stout (Cartografía). Bosquejo en lápiz de Roger Casement realizado por William Rothenstein (1911). (National Portrait Gallery, Londres) Guarda de inicio: postal del puerto de Manaos, editada por 1900. En Gerodetti, João Emilio y Carlos Cornejo. Lembranças do Brasil. As Capitais Brasileiras nos Cartões-Postais e Álbums de Lembranças. São Paulo: Solaris, Edições Culturais, 2005, p. 255. Guarda final: Ferrocarril Madeira- Mamoré. En Gerodetti, João Emilio y Carlos Cornejo. As Ferrovias do Brasil nos Cartões-Postais e Álbums de Lembranças. São Paulo: Solaris, Edições Culturais, 2005, p. 250. Fotografía de Roger Casement (17 de abril de 1915): Roger Casement en Berlín tomada de Diaries of Sir Roger Casement: His Mission to Germany and the Findlay Affair (Munich: Arche Publishing, 1922) Catalogación de la publicación original. Servicio de Biblioteca y Documentación, Facultad de Filosofía, Letras y ciencias Humanas de la Universidad de San Pablo. M681 Mitchell, Angus. Roger Casement in Brazil: Rubber, the Amazon and the Atlantic World, 1884-1916/ Angus Mitchell- São Paulo: Humanitas, 2010. ISBN 978-85-7732-139-1 91 p. 1. Brasil. 2. Amazonía. I. Título. CDD 330.9811.-

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