2012. \"Los misioneros franciscanos Pedro Iturralde y Buenaventura Giuliani en la Misión Indígena de Laishí de Formosa. En Estudios Franciscanos, vol. 113, nº 553, pp. 193-224.

September 24, 2017 | Autor: G. Dalla-Corte Ca... | Categoría: Historia Argentina, Historia Contemporánea, Gran Chaco, Historia del Chaco
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ARTÍCULOS

LOS MISIONEROS FRANCISCANOS PEDRO ITURRALDE Y BUENAVENTURA GIULIANI EN LA MISIÓN INDÍGENA DE LAISHÍ DE FORMOSA (Argentina, primera mitad del siglo XX)1

El Gran Chaco latinoamericano incluyó históricamente el Chaco Boreal, llamado Chaco Paraguayo tras la Guerra del Chaco contra Bolivia (19321935)2, así como el Central y el Austral, ambos en el territorio nacional argentino. El Chaco Austral incluyó el Territorio Nacional del Chaco, así como fracciones de las provincias de Santiago del Estero, dos tercios orientales de Tucumán, la mitad norte de Santa Fe, un trozo del sudeste de Salta, el sector oriental de Catamarca y el extremo noreste de Córdoba. El Chaco Central, finalmente, fue conformado por el antiguo Territorio Nacional de Formosa, convertido en provincia durante el gobierno de Juan Domingo Perón, que tendría como fronteras naturales los ríos Bermejo al sur y Pilcomayo al norte.

1. La documentación utilizada en este artículo se conserva en la Biblioteca y Archivo Históricos del Convento San Carlos Borromeo de la Provincia Franciscana de San Miguel (BACSC), Diócesis de Santa Fe, San Lorenzo de la provincia de Santa Fe. Agradezco a Fr. Gustavo Rodríguez y a la bibliotecóloga Carina Arroyo por su generosidad al permitirme acceder a la documentación.También agradezco especialmente al Dr. José María Romero Baro, profesor de la Facultad de Filosofía de la Universitat de Barcelona, así como a Fr. Miquel López Bonet, Orden frailes menores Capuchinos (ofmCap), secretario de redacción. 2. Dalla-Corte Caballero, Gabriela, La guerra del Chaco. Ciudadanía, Estado y Nación en el siglo XX. La crónica fotográfica de Carlos de Sanctis, Prohistoria Ediciones-TEIAA, Rosario, 2010; reedición del libro por Editorial Intercontinental, Asunción, 2010.

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Desde finales del siglo XIX, el Gobierno Nacional argentino se hizo responsable de controlar las desconocidas Gobernaciones de Chaco y Formosa, y firmó un acuerdo con el Obispo de Santa Fe, Juan Agustín Boneo, el 23 de junio de 1896 para otorgar a los franciscanos la fundación de las misiones y reducciones destinadas a los guaycurúes. Los misioneros establecidos en el Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo asumieron la responsabilidad de establecerse en el espacio chaqueño para civilizar y evangelizar a los indígenas tobas y pilagás de la Diócesis de Santa Fe (Imagen 1). El Prefecto de Misiones Pedro Fr. Iturralde estudió y visitó el territorio formoseño3, se reunió con el Gobernador de Formosa, y examinó las necesidades y condiciones de vida de los indígenas que trabajaban en las industrias tanineras y en los ingenios azucareros establecidos en la zona chaqueña. Fue entonces cuando Fr. Iturralde propuso al gobierno nacional la fundación de colonias agrícolas indígenas, en conformidad con el artículo 100 de la Ley Nº 817 de Inmigración y Colonización, más conocida como Ley Avellaneda, que fue sancionada el 6 de octubre y promulgada el 19 de octubre de 18764. La organización de las misiones franciscanas del Territorio Nacional de Formosa contó desde el 23 de junio de 1896 con el acuerdo firmado entre el obispo de la Diócesis de Santa Fe, Juan Agustín Boneo, y el gobierno nacional, para fundar reducciones de indios en condiciones análogas a las de la zona chaqueña de la provincia de Santa Fe5. En pleno año 1898, el Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, entregó al obispo Boneo un denso informe sobre las condiciones futuras en la Diócesis santafesina. Después de haber estudiado personalmente la cuestión de “los indios del Chaco”, y de leer las obras del Comandante Baldrich y los informes del Gobernador de Formosa, Coronel José María Uriburu, Fr. Iturralde llevó adelante la defensa del establecimiento de misiones “para realizar la empresa y con garantías para asegurar el éxito”. Escribió sus reflexiones en el seno del Colegio San Carlos de Misioneros Franciscanos establecido en San Lorenzo, a sabiendas de que hasta entonces los indígenas habían sido utilizados de manera inhu-

3. BACSC, caja 2: Iturralde, Pedro (fray), “Los Indios y las Misiones, Expedición al Río Pilcomayo en 1905”, mimeo. 4. BACSC, Carta de Fr. Pedro Iturralde al Ministro del Interior de la República Argentina, Felipe Yofre, Buenos Aires, 24 de abril de 1898; Restor, Eugenio y Doeste, Arturo, Compilación de Leyes, decretos y resoluciones, recopilados y clasificados por....,prólogo del Dr. Leonardo Herrera Vegas, tomo 1, Agricultura, Ganadería, Industrias, Comercio, etc., Editorial Claridad S. A., Buenos Aires, 1942, pp. 510-518. 5. BACSC, caja 25: Reglamento Oficial de las Misiones Franciscanas Indígenas del Norte en la República Argentina, decretado por el Superior Gobierno de la Nación Argentina, 24 de agosto de 1914, Imprenta Tourneamine y Anchea, Buenos Aires, 1926. La autorización gubernamental también fue incorporada en el “Informe del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde al Obispo de Santa Fe, don Juan Agustín Boneo, Buenos Aires, sobre las Misiones Franciscanas en la Diócesis de Santa Fe”.

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Imagen 1. BACSC, identificación de las misiones y reducciones indígenas de la orden franciscana a través del mapa de la Diócesis de Santa Fe, República Argentina.

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mana con el objetivo de mantenerlos en “estado primitivo de salvajismo”. Según Fr. Iturralde, el propósito insano de los colonos blancos, es decir, de los “cristianos de la frontera”, había sido: “Continuar explotando en provecho propio esa ignorancia que no les permite apreciar su trabajo ni conocer sus derechos...Nuestro indio no es tan salvaje como se cree. Conoce las ventajas de la civilización y las aceptaría de buen grado si la experiencia se le enseñara que, la mayor parte de las veces, civilización es para él sinónimo de opresión...Obligado por las privaciones del desierto, y atraído por el halago de ciertas conveniencias y satisfacciones, que le ofrece la vida de las poblaciones fronterizas, el indio se acerca a ellas y se entrega á un rudo trabajo en cambio de una mezquina recompensa. Basta recorrer los establecimientos industriales en que se le ocupa, para conocer las injusticias con que se le trata en la mayor parte de ellos”6.

La ausencia de equidad, la avaricia, la explotación y la falta de recompensa al esfuerzo laboral de los indígenas, fueron los elementos centrales de la “civilización opresora” cuestionada por Fr. Iturralde, quien propuso imponer la “civilización cristiana, justiciera y humanitaria” entre los indígenas tobas y pilagás. Sólo las misiones franciscanas, que contaban con elementos suficientes para garantizar el éxito de la empresa, podían ayudar al indio a abrazarse y asimilarse a la vida moral, política y social vigente en Argentina: “Es necesario instruirlo y regenerarlo, enseñándole su dignidad y sus deberes, pero esto no se conseguirá sino por medio de nuestra Santa Religión. Sólo la fé y la gracia tienen el poder de ilustrar y regenerar al hombre. Predíquese al indio la primera, rectifíqueselo con la segunda, y ese indio instruido y regenerado moralmente será un elemento social que aportará valiosos elementos al progreso de aquella vasta región del Chaco y facilitará su engrandecimiento”7.

Ahora bien, en abril de 1898 el Prefecto de Misiones Fr. Pedro Iturralde comunicó al obispo Boneo que las misiones podían asegurar la estabilidad de los indígenas, siempre y cuando se fundaran lejos de las poblaciones de cristianos y contasen con establecimientos industriales para educarlos. La autoridad ejercida por los misioneros podía asegurar el éxito de los tres principios de la acción franciscana: primero, civilizar a los indios cumpliendo con los deberes constitucionales; segundo, liberarlos de las explotaciones gracias

6. BACSC,“Informe del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, San Lorenzo, al Obispo de Santa Fe, don Juan Agustín Boneo, Buenos Aires, sobre las Misiones Franciscanas en la Diócesis (de Santa Fe)”, 12 de abril de 1898. 7. BACSC,“Informe del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, San Lorenzo, al Obispo de Santa Fe, don Juan Agustín Boneo, Buenos Aires, sobre las Misiones Franciscanas en la Diócesis (de Santa Fe)”, 12 de abril de 1898.

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a una obra humanitaria y justiciera; y, tercero, facilitar a la industria los brazos necesarios para cumplir con la exigencia de la Nación de desarrollar al país. Su esperanza fue obtener el apoyo incondicional del obispo Boneo, quien lo autorizó a concertar con el gobierno nacional “los medios más adecuados para continuar esta obra grandiosa de caridad y civilización”, que serían impulsados por “los celosos e infatigables misioneros franciscanos”8. Después de visitar por segunda vez la gobernación de Formosa, Fr. Iturralde se dirigió en pleno mes de mayo de 1899 al ministro Felipe Yofre para concretar las aspiraciones de los misioneros del Colegio San Carlos sobre la fundación de misiones indígenas. Señaló que su propósito era asimilar a los indígenas a la vida nacional, enseñándoles sus deberes de ciudadanos y ejercitándolos en los diversos trabajos y cultivos propios de la región, con la esperanza de garantizar una posición social y asegurar el porvenir de sus familias. El territorio que Fr. Iturralde mencionó al ministro Yofre fue precisamente la concesión que había sido otorgada a P. Cabanius (y que en 1898 se encontraba caducada), situada unas 15 leguas al N. O. del Territorio Nacional de Formosa. En pleno mes de mayo de 1898, el Prefecto de Misiones solicitó a Yofre poder nombrar a las autoridades de las misiones, y contar en el futuro con una “ley protectora de indios” para frenar la venta de bebidas alcohólicas, de armas y municiones a los aborígenes del Territorio Nacional de Formosa, y para reglamentar las relaciones de estos últimos con los industriales de la zona a fin de reprimir los abusos sufridos. Frente a los indígenas neófitos que debían ser instruidos para dejar de ser explotados, Fr. Iturralde escribió que era posible que los misioneros contasen con medios para: “facilitar a la industria los brazos, que no pueden conseguir de los extraños, sino a costa de sacrificios y desembolsos considerables, puesto que el indio es el peón más dócil, fuerte y barato que se encuentra allí...Mi opinión personal sobre la condición actual de los indios, es que se hallan en esta dura alternativa: ó vivir miserablemente, sometidos a las explotaciones de que he hablado, ó vivir en su estado de salvajismo, cometiendo depredaciones que impiden el progreso de aquellas regiones”9.

El 25 de enero de 1900, más de un año después de recibir la carta de Fr. Iturralde proponiendo el establecimiento de una misión en el noroeste formoseño, Yofre se dirigió al Ministro de Agricultura refiriéndose “a la concesión de un área de tierra para fundar en ella el establecimiento destinado á la reducción del indio”. El gobierno nacional había concedido tempo-

8. BACSC, Carta de Juan Agustín Boneo, obispo de Santa Fe, por mandato de su excelencia Rafael Canale, secretario de visita, Buenos Aires, 22 de abril de 1898. 9. BACSC, Carta del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, San Lorenzo, al Ministro del Interior, Felipe Yofre, Buenos Aires, 31 de mayo de 1899.

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ralmente el terreno solicitado por los misioneros franciscanos a Manfredo Hertelendi. Según Yofre, correspondía al Ministerio del Interior el cumplimiento de sus atribuciones legales y, con el objetivo de que la misión mejorase sus relaciones con los indígenas, el Ministerio de Agricultura sólo debía informar si las tierras solicitadas por la orden franciscana eran fiscales: “Es menester facilitar la obra que los misioneros se proponen ejecutar al tratar de reducir al salvaje que habita en el interior del Chaco, usando de los medios pacíficos, que le hagan comprender las ventajas de la vida civilizada, y los sustraigan de las persecuciones que por razones de seguridad se llevan contra ellos. El indio del Chaco es dócil y apto para el trabajo, como lo ha comprobado su presencia en los obrajes e ingenios de esa región, en donde por lo general se ha visto mal remunerado y expuesto a exigencias que han estado lejos de consultar la equidad; y por esto es que a la par del trabajo que le produzca cuanto le sea necesario para la subsistencia, resultaría doblemente provechoso poderlo colocar en condiciones que alcance no sólo la protección de las leyes, que amparan los derechos del habitante, sino también los derechos y deberes del ciudadano10.

Paralelamente, el Ministerio del Interior elaboró el proyecto de fundación de la Misión Indígena de la Gobernación de Formosa, y lo remitió a Fr. Iturralde otorgándole la responsabilidad de administrar a la población indígena de la zona. Fr. Iturralde sugirió importantes cambios del proyecto de Felipe Yofre mediante dos largas cartas escritas el 12 de abril y el 31 de mayo del año 1900, con la finalidad de mejorar el futuro de los misioneros franciscanos que serían enviados al noroeste formoseño. Es importante reconstruir este debate entre el Ministro del Interior y el Prefecto de Misiones, ya que ambos definieron las funciones que debía llevar adelante la orden franciscana para integrar a los indígenas tobas y pilagás. Fr. Iturralde afirmó que los misioneros no sólo debían administrar la economía como señalaba Yofre, sino también la política y la vida social de los indígenas: “Se trata de asimilar a nuestra sociedad elementos que no están preparados para ello; y es necesario educar esos elementos; hay que formar el carácter de esos hombres, inculcarles hábitos de obediencia y sumisión a que no están acostumbrados, y enseñarles que el orden y el respeto a las personas y a la propiedad son la base de la sociedad, y causa del bien estar individual y del progreso de los pueblos”11.

10. BACSC, Carta del Ministro del Interior, Felipe Yofre, al Ministro de Agricultura, Buenos Aires, 25 de enero de 1900. 11. En adelante, BACSC, carta de Fr. Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, al Ministro del Interior Felipe Yofre, Buenos Aires, 7 de abril de 1900.

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Ahora bien, Fr. Iturralde temía por la ignorancia de los futuros gobernadores de formosa sobre los antecedentes legales, y considerasen que los misioneros ejercían una especie de “gobierno independiente” dentro de la nación argentina: “Todo eso no puede hacerse por medio de la imposición de una autoridad, que no comprenden, sino de las persuasiones de un gobierno paternal que poco a poco, y con amor, se les insinúe y los persuada. Además lo que es verdaderamente inconstitucional es el gobierno de los caciques que hoy impera entre los salvajes del desierto; y considero que no se opone, ni al espíritu ni a la letra de la Constitución, que el Gobierno de la Nación constituya en funcionarios públicos y delegados suyos a los misioneros que se esfuercen en suprimirlo; mucho más cuando esos misioneros no serán independientes en su gobierno, sino que dependerán del supremo Gobierno de la Nación”12.

Seguidamente, Fr. Iturralde se refirió a la extensión del terreno otorgado a la misión en Formosa, y dejó claro que en el proyecto estaba asegurada la delineación del ejido del centro urbano conformado por doscientos lotes de diez hectáreas cada uno, que debían ser entregados a cada familia indígena para ejercitarse en el trabajo. El problema surgió en el artículo 7 del proyecto, en el cual Yofre estableció que los lotes fuesen ampliados a cien hectáreas en el caso de los padres de familia que pudiesen trabajar por sí solos gracias al aprendizaje otorgado por los misioneros franciscanos: “cuando llegue este caso”, escribió el Prefecto de Misiones, “daremos á los que se distingan por su buen comportamiento y capacidad las 100 hectáreas”. Fr. Iturralde concluyó: “Estas disposiciones ofrecían serias dificultades para la práctica. En primer lugar habría que enseñar á trabajar la tierra a cada familia aisladamente en su propio lote, lo que sería muy costoso y poco eficaz; y en segundo lugar, una vez que la familia hubiese cultivado un lote de 10 hectáreas, no sería fácil inducirla a que lo abandonase por otro aunque fuese mayor y creería que trataba de explotar su trabajo y se enemistaría con la que le sucediese en el cultivo del lote que dejaba...me parece mejor que alrededor de cada pueblo se deje 2.000 hectáreas para ejido. Así los misioneros podrían enseñar á los indios a trabajar en común, su enseñanza sería más eficaz, los productos servirán para beneficio de todos; cuando los indios puedan trabajar por sí mismos no tendrán inconveniente en aceptar el lote que se le de, el terreno del ejido quedará siempre libre para le enseñanza práctica de las familias que se reduzcan”13.

12. En adelante, BACSC, carta de Fr. Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, al Ministro del Interior Felipe Yofre, Buenos Aires, 7 de abril de 1900. 13. En adelante, BACSC, carta de Fr. Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, al Ministro del Interior Felipe Yofre, Buenos Aires, 7 de abril de 1900.

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Siguiendo un método análogo al que utilizó la Compañía de Jesús en el Paraguay, Fr. Iturralde aludió a la necesidad de contar con un solar en el pueblo para reunir a los indígenas, instruirlos en lo moral y material, y hacerlos trabajar en grupo hasta que fuesen capaces de hacerlo solos. Si bien el sistema ideado por los jesuitas fue de carácter permanente, la orden franciscana podía hacer lo propio al otorgar a los misioneros el usufructo transitorio de los terrenos en beneficio de la misión. Quedaba en manos del gobierno nacional la entrega de los títulos de propiedad a los indígenas que llenasen las condiciones impuestas. De acuerdo a Fr. Iturralde, era usual que los “colonos indígenas” que habían cumplido con exceso las condiciones de la ley, tropezaran con serias dificultades para obtener sus títulos de propiedad. En muchas ocasiones, resaltó Fr. Iturralde, los aborígenes debían “gastar más de lo que vale el terreno”. El ejemplo era precisamente el ofrecido por la zona chaqueña santafesina. Gracias a la experiencia alcanzada en el seno de las reducciones indígenas del Chaco santafesino, Fr. Iturralde enumeró los inconvenientes con los que podían tropezar los misioneros en el seno del Chaco formoseño. El Prefecto de Misiones se refirió específicamente a la “indiada de San Martín Norte”, es decir, los mocovíes establecidos finalmente en Colonia Dolores14, a quienes el gobierno nacional enviaba un racionamiento de alimentos y pagaba a algunos indígenas que se habían asimilado a los oficiales del ejército. Los franciscanos no contaban entonces con mayor poder en la reducción y, al acercarse el comisario pagador y el proveedor, casi todo iba a parar a manos de los bolicheros de la zona que adelantaban las bebidas a los mocovíes. La misión debía distanciarse de la reducción para que la orden franciscana, representada por los misioneros, pudiese conservar cierto poder y autoridad en la región y frenar el “cuadro de abusos e injusticias” conformado por comerciantes, soldados de fortines, vendedores de bebidas.... Fr. Iturralde concluyó su demanda al ministro Yofre refiriéndose al sufrimiento de los indígenas mocovíes de Colonia Dolores que luchan hasta el día de hoy por la pérdida del territorio concedido a finales del siglo XIX en el norte chaqueño santafesino: “Un jefe del fortín que había en la reducción y encargado al mismo tiempo de los indios, tuvo la previsión de economizar mensualmente algunos animales de los que el gobierno destinaba para la alimentación de la indiada. De este modo llegó a tener cerca de 300 entre bueyes y novillos con los que hacía que

14. Dalla-Corte Caballero, Gabriela,“Del Cacicazgo a la Reducción. Los mocovíes del espacio del ‘Ombusal’ en la segunda mitad del siglo XIX)”, en Morales Raya, Eva, Dalla-Corte Caballero, Gabriela (et. al), La frontera argentino-paraguaya ante el espejo. Porosidad y Paisaje del Gran Chaco y del Oriente de la República del Paraguay, Publicacions de la Universitat de Barcelona, Barcelona, 2012, pp. 53-97.

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los indios trabajasen cada una de sus chacras. Pero fue, después de él, otro jefe que vendió a vil precio los animales y se quedó con el importe, esterilizando de este modo las buenas intenciones y propósitos de su antecesor. A los mismos indios el gobierno provincial les había donado 4 leguas de campo: pero cierta persona influyente arregló las cosas de tal modo que la indicada fuese despojada de aquel terreno. Los misioneros, por más esfuerzos que hicieron, no pudieron impedir semejantes abusos. Sólo consiguieron después de ocho años de gestiones que á los restos de la indiada se les diera media legua de campo; y aún hoy, después de once años, no se han conseguido las escrituras de él”15.

De acuerdo a Fr. Iturralde, en el resto de reducciones indígenas de la provincia de Santa Fe había ocurrido lo mismo que en Colonia Dolores. La mayor parte de los aborígenes de Santa Rosa perdieron sus terrenos al “empeñarlos” a los comerciantes a cambio de bebidas. Otro tanto sucedió, aunque en menor escala, en San Javier y en el Sauce. El gobierno nacional otorgó a los aborígenes de San Antonio de Obligado unos cincuenta kilómetros cuadrados de terreno, nueve carros y una gran cantidad de bueyes, hachas y arados, pero la mayor parte de estos objetos fueron utilizados por las autoridades que se aprovecharon del trabajo indígena y dejaron los recursos de los ingenios en manos de los especuladores. En Reconquista, Fr. Antonio Rossi había obtenido del gobierno nacional un total de diez arados y diez juntas de bueyes, pero el encargado de repartirlas sólo entregó dos arados y dos juntas de bueyes, quedándose con lo demás. Además, de los casi cuarenta solares concedidos a los aborígenes, sólo la mitad fue entregada a los indígenas gracias al pago de las escrituras que hizo el misionero Fr. Rossi utilizando sus ahorros. Todos estos casos producidos en el norte santafesino debían frenar la fundación de reducciones en el Territorio Nacional de Formosa, y garantizar la creación de misiones en manos de los misioneros franciscanos del Colegio San Carlos16. En relación a la misión que se fundaría en el noroeste formoseño, en el caso de que diese un destino distinto a los terrenos, volverían a ser propiedad del fisco. Los inconvenientes podían remediarse otorgando los títulos de propiedad, con la obligación de que cada familia indígena recibiese el título de propiedad de su lote después de diez años de “entrar a la misión”. El aborigen podía transferir dicho lote después de cinco años más de posesión con la esperanza de que fuesen sus hijos educados y asesorados en la escuela de la misión, quienes asesorasen a sus padres que se caracterizaban

15. BACSC, Carta del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, San Lorenzo, al Ministro del Interior, Felipe Yofre, Buenos Aires, 31 de mayo de 1899. 16. BACSC, Carta del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Iturralde, San Lorenzo, al Ministro del Interior, Felipe Yofre, Buenos Aires, 31 de mayo de 1899.

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por la falta de previsión y por la incapacidad de conocer sus propias conveniencias. Las sugerencias del Prefecto de Misiones se vincularon también a la explotación de las maderas que debía contar con la intervención del Gobernador del Territorio Nacional de Formosa. Fr. Iturralde concluyó que el gobierno nacional podía garantizar el éxito de la misión sólo si los indígenas gozaban del derecho de propiedad de sus tierras, y si el comisario militar de la misión dependía del gobernador de Formosa y de los propios misioneros franciscanos: “la experiencia nos ha enseñado que tales autoridades han sido la causa principal del poco éxito de nuestras misiones; y la razón es obvia. Los indios que llevan vida de absoluta independencia, no se someten con facilidad a una sumisión que contraría sus hábitos y modo de ser. Sólo un sistema de Gobierno paternal y lleno de consideraciones, lo persuade e induce al orden de una sociedad constituida y regular, pero un Comisario que fuese autoridad militar y política absoluta, difícilmente se amoldarían a usar esos medios persuasivos que son indispensables para cambiar el carácter costumbres y hábitos inveterados de los salvajes. Por eso creo que la acción del Comisario debe ser la de guardar el orden en la Misión, de acuerdo con los misioneros, y garantir la seguridad de la misma contra las agresiones de que pudiera ser objeto por parte de los otros indios”17.

El 10 de abril del año 1900, el presidente de la República Argentina, Julio Argentino Roca, reconoció que era necesario asumir la propuesta del Prefecto de Misiones en representación del Colegio San Carlos de Misioneros Franciscanos. El documento también fue firmado por los ministros Felipe Yofre, Amancio Alcorta, Osvaldo Magnasco, Luis M. Campo y Martín Rivadavia, que establecieron en manos del gobierno nacional el deber de: “regularizar la situación del indio de la República, para evitar que se repitan los actos de depredación cometidos recientemente por algunas tribus indígenas del Territorio de Formosa, llevando la inquietud a las poblaciones inmediatas; que la Constitución Nacional atribuye al Honorable Congreso la facultad de conservar el trato pacífico con los indios, promoviendo su conversión al catolicismo; que el artículo 100 de la ley de 19 de octubre de 1876, concordante con esa disposición, autoriza al Poder Ejecutivo para crear misiones, a fin de atraer a las tribus indígenas gradualmente a la vida civilizada; que por tanto el misionero está especialmente llamado a realizar con éxito esa obra humanitaria18.

17. BACSC, carta de Fr. Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones, al Ministro del Interior Felipe Yofre, Buenos Aires, 7 de abril de 1900. 18. BACSC, Decreto comunicado, publicado e insertado en el Registro Nacional, firmado por Julio Argentino Roca, Felipe Yofre,Amancio Alcorta, Osvaldo Magnasco, Luis M. Campo, Martín Rivadavia, Buenos Aires, 10 de abril de 1900.

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Este importante documento histórico autorizó a los misioneros franciscanos la fundación de una “misión de indios” en un terreno de 74.000 hectáreas contando con los siguientes límites: al norte, la concesión Moses, Canon y Berreta y la propiedad de F. Schieroni; al este, los campos fiscales y parte de la concesión Vigneau; al sur, los campos fiscales y la propiedad de la sucesión Vernet; y al oeste, los campos fiscales y la propiedad de M. Piñero Sorondo. La administración quedó en manos de los misioneros, bajo la dirección inmediata del Prefecto de Misiones quien se responsabilizó de mantener las relaciones necesarias con el Gobierno Nacional por intermedio del Ministerio del Interior. Las sugerencias de Fr. Iturralde fueron aceptadas. El 13 de julio de 1900 el presidente Julio Argentino Roca autorizó a la orden franciscana la creación de misiones indígenas para controlar a la población originaria. Como señaló el propio Fr. Iturralde, el cumplimiento del precepto constitucional no era otro que “la conversión del indio a la religión católica”. La acción civilizadora se había desarrollado hasta entonces en las reducciones indígenas de la zona norte de la provincia de Santa Fe19. A finales del siglo XIX llegó el momento de expandirse a las Gobernaciones o Territorios Nacionales de Chaco y Formosa. Los misioneros Vicente Caloni y Ermete Costanzi20 intentaron fundar, aunque infructuosamente, diversas Misiones de Indios en el Chaco durante las administraciones de los generales Manuel Obligado y Antonio Donovan. Poco después, el Prefecto de Misiones impulsó con éxito la redención del indio de Formosa, gracias al apoyo brindado por el Gobierno Nacional. Según Fr. Iturralde, las misiones garantizaban tanto el perfeccionamiento moral del individuo indígena, como el progreso social de los pueblos21. El misionero franciscano más destacado de la Misión San Francisco de Laishí de Formosa fue Fr. Buenaventura Giuliani, quien formó parte de una de las familias friulanas que en 1878 llegaron a la República Argentina para colonizar la zona chaqueña. Sus padres se establecieron en el norte de la provincia santafesina junto a unas treinta familias friulanas y trentinas. Las disposiciones del año 1874 dieron a los agrimensores el mandato de relevar los accidentes topográficos del terreno y la elaboración de una memoria descriptiva sobre los accidentes físicos, los productos naturales y la capacidad de la tierra para el cultivo. El objetivo de esta política era la

19. Dalla-Corte Caballero, Gabriela, Mocovíes, franciscanos y colonos de la zona chaqueña de Santa Fe (1850-2011). El liderazgo de la mocoví Dora Salteño en Colonia Dolores, Prohistoria Ediciones-TEIAA, Rosario, 2012. 20. Iturralde, Pedro, El Padre Fray Hermete Constanzi. Misionero franciscano, Buenos Aires, 1936. 21. BACSC, Carta de Fr. Pedro Iturralde al Ministro del Interior de la República Argentina, Felipe Yofre, Buenos Aires, 24 de abril de 1898.

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colonización mediante la entrega de solares, quintas y chacras a las familias inmigrantes22. El Friul fue la antigua provincia del Veneto formada por 36 ducados que los lombardos establecieron en Italia, en el extremo nordeste de la península. En 1877 unas cincuenta familias friulanas fueron reclutadas por el empresario italiano Vincenso Gaetani que creó una fábrica de carbonato de potasio en la zona cercana a Reconquista, en la Provincia de Santa Fe. El responsable de esta migración fue el Cónsul argentino Eduardo Calvari, radicado en Génova, quien el 27 de marzo de 1878 firmó el convenio con el gobierno argentino para poblar la zona chaqueña considerada “virgen”, y cumplir con el deseo de fomentar la actividad agrícola23. El 21 de marzo de 1878 el gobierno argentino apoyó a los agricultores friulanos gracias a la tarea asumida por el comisario general Carlos Calvo que se había radicado en París, quien obtuvo el decreto firmado por el Presidente Nicolás Avellaneda (1874-1880) para garantizar este proyecto. Las familias friulanas llegaron a Buenos Aires y fueron transportadas a la localidad de Resistencia en la zona del Chaco antes de que se firmara el convenio definitivo, redactado en enero de 1878. Ingresaron 50 hombres y 35 mujeres que se establecieron en la zona por entonces llamada Frontera Norte en manos de la línea de los fortines y los puestos militares que controlaban a los indígenas mocovíes. Esta iniciativa tuvo mayor éxito cuando los friulanos se trasladaron en 1879 a la Colonia Nacional Presidente Avellaneda en el vapor Pampa24, gracias al permiso del Coronel Manuel Obligado que por entonces era el comandante en jefe de la Frontera Norte de Santa Fe, Córdoba y Santiago del Estero. Fueron acompañados por Emilio Zuccheri de Carmons gracias al mandato de las autoridades friulanas. El acuerdo firmado entre el cónsul argentino y el propio gobierno argentino, este último representado por Juan Dillon y Calderón, estableció en el primer artículo que los colonos blancos debían proceder de “Italia, Suiza, Savoia y el Tirol austríaco, 300 familias de agricultores para poblar las colonias de la República”. De acuerdo a la Memoria de Inmigración del año 1878:

22. Archivo Histórico de la Provincia del Chaco (AHPCH), Informe de la Comisión Exploradora del Chaco, Tipografía y Litografía del Courrier de La Plata, Buenos Aires, 1877, p. 3. 23. Natta Maglione, José, Fomento agrícola en el Chaco (director de la estación experimental de la nación, Colonia Benítez), Establecimiento Tipográfico Juan Moro, Resistencia, Chaco, 1917. 24. Carrasco, Gabriel, El Chaco santafesino, álbum conteniendo las vistas fotográficas tomadas en marzo y abril de 1887 durante el viaje efectuado por Gabriel Carrasco, director y comisario general del censo, con motivo de los trabajos preliminares de aquella obra, s/d, 1887, imágenes fotográficas conservadas en el Museo Archivo Provincial “Julio Marc”, Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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“a las familias se les ha dado colocación...estableciéndose una nueva colonia en el Territorio Nacional del Chaco, en la margen izquierda del Arroyo del Rey, robusteciéndose la Colonia Resistencia también en el Chaco, y las de Sampacho y Caroya, teniendo en vista el fomento de los ferrocarriles nacionales, y por fin el último grupo se remitirá a Formosa, sitio designado por V.E. para la nueva capital del Chaco, o bien el Territorio Nacional de Misiones, según lo disponga V.E. cuando sea llegado el caso”.

El argumento del gobierno nacional estableció que los colonos friulanos habían recibido la información de que los terrenos eran fértiles para la inmigración y la colonización25. Así lo declaró el agente de emigración Giacomo Modesti el 18 de abril de 1879 para quien las familias llegadas a la Colonia Avellaneda declararon que el lugar era: “muy ameno y con todos los requisitos necesarios para una colonia, a casi dos cuadras de distancia tenemos un bellísimo y navegable Río Arroyo del Rey, así como bellísimos bosques con todo lo necesario para las familias, y además estamos alrededor de treinta minutos del pueblo de Reconquista, que ante cualquier necesidad que tengamos, como por ejemplo un médico o cualquier otra cosa, nos podemos dirigir; la tierra es, además muy fértil”26.

Entre 1877 y 1880 salieron 7.713 emigrantes friulanos (italianos y austríacos) que se unieron a los procedentes del Tirol Austríaco para establecerse en el espacio que por entonces era calificado como “confín del Chaco”. El Coronel Manuel Obligado (que dirigió la campaña militar de exploración del Chaco en 1879, y que posteriormente fue designado por el gobierno argentino como Gobernador del Territorio Nacional del Chaco entre 1881 y 1887), certificó el documento presentado por los colonos friulanos desembarcados en el país en enero de 1879. En este grupo que firmó el acuerdo de entrega de tierras a los friulanos se encontraba Francesco Giuliani27. Hijo de Francesco (Francisco) Giuliani, y de su esposa Margarita Pesati, Buenaventura Giuliani nació el 28 de enero de 1876 en Besagno (TrentinoAlto Adige). Mantuvo hasta su muerte su nacionalidad austríaca. Con dos años de edad, sus padres se trasladaron a la Colonia Avellaneda, así llamada 25. Gómez Langenheim, Antonio, Colonización en la República Argentina, M. Biedma, Buenos Aires, 1906. 26. Grossutti, Javier, “La emigración del friuli Venezia Giulia en Argentina y Uruguay”, Universidad de Trieste, mimeo, s/d. 27. Cracogna, Manuel, “Historia de la colonia, con sus antecedentes, fundación y evolución política y socioeconómica”, en La colonia nacional Presidente Avellaneda y su tiempo, primera parte, Municipalidad de Avellaneda, Provincia de Santa Fe, 1988; Cracogna, Manuel, “La Colonia Avellaneda, Provincia de Santa Fe, su desarrollo y evolución política y socio económica, período 1886-1970”, en La Colonia Nacional Presidente Avellaneda y su tiempo, segunda parte, Municipalidad de Avellaneda, Provincia de Santa Fe, 1997.

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en honor al presidente Nicolás Avellaneda, donde se vincularon estrechamente con los indígenas guaycurúes de la Diócesis de Santa Fe. En Avellaneda, Ventura fue educado por los misioneros franciscanos enviados desde el Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo28. En el año 1890, se dirigió a San Lorenzo junto con su amigo Jorge Cracogna, y ambos se convirtieron en novicios el 19 de octubre de 189129. A partir de entonces, Ventura decidió estudiar filosofía y teología. Cuatro años después, el 19 de octubre de 1895, emitió sus votos solemnes y perpetuos. El 26 de febrero de 1899 hizo lo propio con la ordenación sacerdotal, y en la ciudad de Rosario se dedicó a atender a los enfermos del Lazareto (HHHospital Carrasco) y del Hospicio de San Francisco Solano de los franciscanos. Según Fr. Teófilo Luque, autor de una de las más interesantes descripciones sobre Fr. Ventura, “no se registran tropiezos en su curriculum de estudios”30. En 1904 el Prefecto de Misiones Fr. Pedro Iturralde nombró a Fr. Ventura como Superior de la Reducción Indígena Mocoví llamada Colonia Dolores. Asumió la dirección de la Escuela Nº 430 ubicada a cinco kilómetros de la zona “blanca” de San Martín Norte, la cual ha funcionado desde el año 1902 hasta el día de hoy. En noviembre de 1907, el Prefecto de Misiones Fr. Pedro Iturralde lo hizo responsable de la Misión de Laishí en el centro del Territorio Nacional de Formosa, donde había que civilizar a los aborígenes tobas, convertirlos en ciudadanos argentinos, e incorporarlos a la nación en construcción (Imagen 2; Imagen 3). Para reconstruir la historia de la Misión Indígena de Laishí en manos del misionero Fr. Giuliani, en este artículo utilizamos la documentación conservada en la Biblioteca y Archivo Históricos del Convento San Carlos Borromeo (BACSC), establecido en la Provincia Franciscana de San Miguel, Diócesis de Santa Fe, San Lorenzo, provincia de Santa Fe. Como relataron los propios frailes establecidos en la Misión de Laishí, el fin principal era “la conversión del infiel al cristianismo”31. Gracias a los decretos nacionales so-

28. Roselli, Manuel, El convento de San Lorenzo y la evangelización del Chaco Santafesino, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1984; Roselli, Manuel, Historia de Reconquista, Ed. Of., Santa Fe, primera parte, 1980; Ed. Culturales Santafesinas, Reconquista, 1991, segunda parte. 29. BACSC, caja 19: Primer fascículo del Colegio de San Carlos Borromeo de San Lorenzo que transcribe el acta de fundación de la Escuela de dicho convento, 19 de diciembre de 1819. 30. BACSC, caja 2: Luque, Teófilo (Fr.), “M.R.P. Fr. Buenaventura Giuliani O.F.M.”, San Lorenzo, 22 de abril de 1979), en Libro de Crónicas Colonia Dolores, mimeo. 31. BACSC, caja 25: Reglamento Oficial de las Misiones Franciscanas Indígenas del Norte en la República Argentina, decretado por el Superior Gobierno de la Nación Argentina, 24 de agosto de 1914, Imprenta Tourneamine y Anchea, Buenos Aires, 1926. La autorización gubernamental también fue incorporada en el “Informe del Prefecto de Misiones, Fr. Pedro Itu-

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Imagen 2. BACSC, álbum 36: Fr. Buenaventura Giuliani destinado a las misiones y reducciones de la Diócesis de Santa Fe, 1 de abril de 1900.

Imagen 3. BACSC, álbum 36: Fr. Giuliani junto a su padre, Francisco Giuliani, y su madre, Margarita Pesati, en Colonia Avellaneda, zona chaqueña de la provincia de Santa Fe, República Argentina.

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bre la organización de las misiones franciscanas del Territorio Nacional de Formosa, analizamos el Diario de la Misión Laishí, que fue elaborado por el cronista Pedro Fernández. Este documento nos muestra la labor de los misioneros que acompañaron a Fr. Giuliani entre 1907 y 192032. También utilizamos el almanaque iniciado el 3 de enero de 1908 y titulado Misión Indígena de San Francisco del Laishí, Chaco Central, Puerto Aquino, que fue un registro iniciado el 3 de enero de 1908, y en el cual fueron registradas las visitas de los misioneros a la zona de Laishí33. Finalmente, nos volcamos al Diario personal que Fr. Giuliani escribió en Laishí entre 1908 y 192834, año en que se estableció nuevamente entre los mocovíes de Colonia Dolores35. Este artículo procura divulgar la actuación de los misioneros franciscanos en Laishí, en particular de Fr. Ventura, a través de la documentación conservada por la orden en la Diócesis de Santa Fe. La Misión San Francisco de Laishí, así como la Misión San Francisco Solano de Tacaaglé (también llamada Misión del Pilcomayo36), fueron los dos centros de captación de aborígenes pilagás y tobas de Formosa que, por entonces, eran utilizados en diversas estancias fundadas por los llamados “colonos blancos”. Tanto los criollos como los inmigrantes recién establecidos en Argentina fundaron empresas tanineras que aprovecharon el quebracho y el algodón, y dirigieron ingenios azucareros, utilizando siempre a los “indígenas salvajes” del Gran Chaco. La Misión de Laishí fue uno de los espacios de negociación constante entre el gobierno argentino y la orden franciscana, y la expansión territorial y empresarial en manos de los franciscanos hizo llamar a los indígenas establecidos en la misión como “colonos indígenas”. El objetivo de los misioneros era transformar la vida de los tobas y pilagás, garantizando al mismo tiempo su vida y su supervivencia en un contexto resbaladizo que amplió el control de las zonas periféricas argentinas.

rralde al Obispo de Santa Fe, don Juan Agustín Boneo, Buenos Aires, sobre las Misiones Franciscanas en la Diócesis de Santa Fe”. 32. BACSC, caja 2: “Diario de la Misión Laishí”, Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920. 33. BACSC, caja 2:“Almanaque Misión Indígena de San Francisco del Laishí, Chaco Central, Puerto Aquino, 1908”, registro iniciado el 3 de enero de 1908. 34. BACSC, caja 2: caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo. 35. Dalla-Corte Caballero, Gabriela,“Del Cacicazgo a la Reducción. Los mocovíes del espacio del ‘Ombusal’ en la segunda mitad del siglo XIX)”, en Morales, Eva, Dalla-Corte, Gabriela (et. al), La frontera argentino-paraguaya ante el espejo. Porosidad y Paisaje del Gran Chaco y del Oriente de la República del Paraguay, Publicacions UB, Barcelona, 2012, pp. 5397. 36. Dalla-Corte Caballero, Gabriela y Vázquez Recalde, Fabricio, La conquista y ocupación de la frontera del Chaco entre Argentina y Paraguay. Los indígenas tobas y pilagás y el mundo religioso en la Misión Tacaaglé del Río Pilcomayo (1900-1950), Publicacions UB, Barcelona, 2011.

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La Misión de Laishí fue establecida en el año 1901, y la orden franciscana nombró a San Miguel como patrono. Los misioneros habilitaron entonces el bautismo y la confirmación de los indígenas adultos, así como la apertura de un cementerio en el que instalaron una gran cruz de madera clavada en el centro. Contaron también con un crucifijo procedente de Barcelona, el cual fue colocado en la iglesia. Los términos “paisano” y “colono” sustituyeron directamente el concepto de “indígena” para calificar a los tobas de la Misión de Laishí. Los frailes Miguel Amundarain, Antonio Duro y Joaquín M. Ducca comenzaron a registrar formalmente a los aborígenes “no sometidos”, y describieron la huida de un grupo de tobas y su “puesta en la barra” por parte de la policía local. Fue entonces cuando Fr. Pedro Iturralde solicitó a Fr. Giuliani que abandonase temporalmente a los mocovíes de Colonia Dolores, y visitase la Misión de Laishí. El misionero permaneció varios meses del año 1907, y describió en su Diario personal la triste experiencia que vivió entre los “colonos tobas” reducidos en la misión, así como ante los “indígenas salvajes del centro” de Formosa: “Cundió la voz de que había temores de un asalto de indios ariscos (salvajes) y me causó muy mala impresión. Bastante mal imprevisión me había causado aquella vivienda de palmas... Como si de todo esto fuera todo, como una pedrada en un ojo, nos vino la noticia poco halagüeña de tal invasión. Pasamos varios días en zozobra, vigilando de noche y estando alerta de día, hasta que...los indios que estaban por venir se alejaron. Al final habían transcurrido algunos meses.Yo me había acostumbrado algo a aquellas incomodidades. Me ocupé en hacer instrucciones a los indios los días de festivo. Mi salud no estaba muy buena. Cuando de repente, por la causa de un conejo viejo, sucedió un crimen entre los mismos por indígenas. La muerte violenta de uno de ellos, se armó un pandemonio. Los mismos de la vez primera, los mismos sufrimientos con la añadidura que estos duraron mas largo tiempo. Felizmente también esto pasó; después de muchos trastornos aun de la misma policía que había venido para restablecer el orden. Lo que nunca olvidaré de Laishí es el haber pasado en él un verano caluroso, muchas veces sofocante...y que no concluía más....Todo esto en verdad no le puedo recordar sin emoción. Un año justo permanecí en San Francisco del Laishí”37.

De regreso a la Reducción Indígena de Colonia Dolores, Fr. Giuliani fue designado responsable de la Misión Indígena de Laishí. En agosto de 1908, dejó a los mocovíes en manos de Fr. Joaquín M. Ducca, y se dirigió a Laishí en el vaporcito Santiago junto a un buen grupo de indígenas mocovíes. Poco después se acercó el Prefecto de Misiones Fr. Iturralde, que hizo uso del va-

37. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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porcito Misionero. La primera responsabilidad de Fr. Ventura fue mensurar el territorio junto al ingeniero Eduardo Ferrero. Desde su ingreso a Laishí, y con la ayuda de los misioneros Miguel Amundarain y Lorenzo Murray, Fr. Giuliani se encargó del registro de las actividades de los tobas y de la entrada de 338 cabezas de vacas y bueyes (Imagen 4). Se plantaron sandías, melones y maíz, y la miel producida en la misión fue enviada siempre al Colegio Seráfico San Francisco Solano de San Lorenzo38.

Imagen 4. BACSC, álbum 36: Fr. Buenaventura Giuliani al llegar a la Misión de Laishí, a la izquierda de la foto.

38. BACSC, caja 6: Fr. Pacífico Piozzina, Colegio Seráfico San Francisco Solano de San Lorenzo, Provincia de Santa Fe, a Fr. Pablo Rossi, Laishí, 8 de agosto de 1946.

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El misionero se hizo cargo de los indígenas tobas liderados por los caciques Juancito, Caballero, Evaristo y Anastasio Caajoguí (“profeta Ginebra”), a quienes permitió colocar sus toldos en la misión. Debió aceptar las estrategias de Enrique G. Coran (o Cowan), un vecino de la misión establecido en Formosa, de religión protestante y convertido en miembro de la Sociedad Protectora de Indios, quien negoció la compra de cueros en la toldería del cacique Caballero, y entregó armas, municiones y otras mercaderías. En una oportunidad los propios indígenas de la misión robaron en los cañaverales de Laishí, abandonaron la misión, y fueron perseguidos por los soldados de los fortines cercanos39. Uno de los tobas fue asesinado, y el cacique Anastasio Caajoguí le pidió a Fr. Giuliani que los dejara incorporarse a la misión. El “movimiento indígena”, así definido por los propios misioneros, se vinculó a la “desbandada de los indios antiguos” que debían ser protegidos. Fr. Giuliani colocó postes y alambres de cables para la línea telefónica desde Curupay hasta Colonia Aquino, y desde Puerto Aquino a la Misión de San Francisco del Laishí. La línea telefónica fue inaugurada el 13 de octubre de 1910 por resolución de la Dirección General de Correos, y quedó oficialmente librada al servicio público gracias a la presencia de la banda de música de los indígenas tobas. Fundada por Fr. Giuliani y dirigida por José V. Debora, la banda de música acompañó el trabajo de los indígenas y tocó durante los bautismos de los niños y niñas tobas. Los indígenas contaron con un gramófono de origen norteamericano, que fue el primer sistema de grabación y reproducción de sonido que utilizó un disco plano (del griego, gramma: escritura; fono: sonido). El misionero se hizo cargo del aserradero, incorporó cuatro desgranadoras de maíz, y colaboró con los tobas al transportar cueros de nutria, ciervo, carpincho, ternero y avestruz hacia la capital del Territorio Nacional de Formosa. Utilizó la chata Emilia, así como los vaporcitos Santa Bárbara, Santa Clara, Santiago, Misionero y Laishí, para enviar maíz, cueros y locro (Imagen 5, Imagen 6). Los misioneros fomentaron el contacto con los fortines formoseños. Fr. Giuliani visitó especialmente el Puerto San Miguel de Curupay y la Colonia Aquino, esta última fundada por Francisco Oliver, así como la Estancia El Gato del capitán Valbuena (Fortín Solari). Visitó el Fortín Roca, Curupay, Angelito, Isla Verde y Herradura. En esta última encontró un cañón utilizado durante la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Fr. Giuliani viajaba a cada localidad para mostrar los “frutos de la evangelización” a través de los sacramentos que recibían los indios. Con el fin de “ampliar su misión evangelizadora en los caminos tortuosos formoseños”, Fr.Ventura visitó las chacras utilizando un caballo, un carruaje Tilbury, un carro, así como un

39. BACSC, caja 2: Misión de Laishí, Almanaque “Misión Indígena de San Francisco del Laishí, Chaco Central, Puerto Aquino, 1908”, registro iniciado el 3 de enero de 1908.

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Imagen 5. BACSC, caja 3: Croquis de la ubicación de la Misión de Laishí en el Territorio Nacional de Formosa, República Argentina.

Imagen 6. BACSC, álbum 36: Fr. Buenaventura Giuliani junto al ingeniero Ferrero, Misión de Laishí.

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coche Ford T elaborado en Estados Unidos en 1908, que le sirvió durante años para visitar a los guaycurúes (Imagen 7).

Imagen 7. BACSC, álbum 36: Empresa Molino Samsón y Fr. Buenaventura Giuliani con su Ford T.

Fr. Giuliani escribió su Diario en Laishí a partir del mes de mayo de 1911, para indicar sus percepciones íntimas y expresar su inconformismo entre los indígenas tobas. Según él, pese a que los aborígenes no ofrecían ningún milagro que valiese la pena describir, quería dar a conocer su historia: “tal vez anotaré algo algún día que me acuerde y tenga tiempo...lo que a cada uno le acontece en el transcurso de la vida... lo que se observa en los demás o con los demás, y lo que a cada uno le pasa en sí mismo ó consigo mismo”40.

40. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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Una de las grandes preocupaciones de Fr. Giuliani fue su propio descuido para escribir su diario. Después de más de tres años sin apuntar ni una palabra, el misionero señaló que el fracaso debía aparecer escrito para enseñar la mejor estrategia y dar otro rumbo a la vida de Laishí: “hago el propósito de incluir en mi distribución también esta asignatura que muchos llaman diario”. Con la intención de “buscar algo que valga”, escribió que se levantaba a las cuatro y media de la madrugada, y “no valía la pena por el riesgo de levantarse enfermo”. Según él, “ahora casi no me acuerdo de nuestras cosas que en tanto tiempo me han ocurrido y que podrían serme útiles en alguna circunstancia”. Con el objetivo de buscar soluciones, comenzó por la soledad que sufría en la escuela en la que enseñaba a los niños y niñas tobas, los cuales asistían cuando querían, no se integraban en el proceso de enseñanza y sólo aceptaban una educación colectiva. Las clases duraban como máximo dos horas y media y, según Fr. Giuliani, sólo podía dedicar diez minutos por niño para asegurar los diversos grados de instrucción. Sobre el método individual en la enseñanza, afirma: “yo, es cierto, conozco que he enseñando mucho a todos pero casi nada a cada uno”. Algunos estudiantes venían de lejos y él mismo consideraba que la relación con los aborígenes forzaba su decaimiento personal: “Por de pronto estoy muy cansado y no muy contento de mi trabajo, no por no haber trabajado, porque en este caso no me sentiría cansado, sino por el método. Método individual en la enseñanza...Yo, es cierto, conozco que he enseñando mucho a todos pero casi nada a cada uno. ¿Cómo se puede ser diferente, si cada alumno tiene diversa lección?... ¿Qué se puede enseñar a una criatura en doce minutos?... Hoy lo he tocado con las manos. Muy mala situación es la mía actualmente. Tener que hacer escuela solo, con las demás ocupaciones del ministerio y administración de la casa, es demasiado. Sigo como una máquina sin interrupción, me estoy acabando y no alcanzo…En estos días estaba empezando a hacerme venir mal de corazón….Es un estado violento este, y no puede darse, pues, como dicen, `Nullum violentum durabile´. Otros desempeñan muchas habeas á la vez y supongo, con fruto, yo no se cómo hacer. Por mi parte veo que no soy de esos… En fin, lo que Dios quiera” 41.

Frases tales como “me da vergüenza escribir esto”, o “espero que no lo leerá nadie”, aparecen en el diario de Fr. Giuliani quien repite los términos fatiga, desolación y tristeza ante un grupo de niños y niñas indígenas que no asistían a las clases con regularidad. Convencido de que no estaba preparado para enseñar, afirmó que estaba encomendado a Dios al no poder escapar de la enseñanza de lectura, catecismo y caligrafía. Se mostró insatisfecho por la falta de progreso de los indígenas que mostraban la “deficiencia del in-

41. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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sensato”. Afirmó que cada grado necesitaba un maestro diferente, y no una única maestra dedicada al método individual: “da lástima al ver cuánto trabaja y tan poco que enseña, cómo se aburren los alumnos, cómo están inquietos y cómo son fastidiosos”. Finalmente, reconoció cuatro principios de su acción en el espacio chaqueño. Según él, carecía de cualidades especiales, pero estaba dispuesto a cumplir con acciones en la zona chaqueña: “Vivir no es vivir, o es vivir inútilmente, 1º si no se hace nada de bueno; 2º si no se hace lo que uno está obligado a hacer; 3º no querer emprender nada por no afrontar las dificultades que acompañan a cualquiera obra; 4º si por no dejar las comodidades y por no imponerse sacrificios, se deja de hacer lo que se debe. Vivir es inmolarse en ara del cumplimiento de voluntad de Dios, costare lo que costare” 42.

La escasez de tobas en fue uno de los principios de Fr. Giuliani que a mediados de mayo de 1911 reconoció que una familia toba había migrado a Gobernador Crespo, vinculándose así con los mocovíes de la zona de Colonia Dolores. En su diario hizo referencia a sus funciones en la “Colonia de Laishí”, y expresó su oposición al “frío del corazón” de los indígenas frente a los extranjeros que venían de muy lejos. La partida de una familia toba le hizo afirmar: ¡Qué triste cosa es esto! Casi ninguna ventaja percibo de ellos y con todo parecía que algo mío se desprendía de mí”. Después de visitar la casa abandonada en la misión, escribió que “me parecía que los arbolitos de á lado estaban tristes, porque no venían más los niños a jugar á su sombra: las hojas bastante agitadas por el viento frío que soplaba, parecían manifestar inquietud; parecían llorar” 43.

Con el corazón impresionado, señaló que había abandonado a sus queridos padres y preferido ofrecer el sufrimiento a Dios: “os amo mucho, pero no extrañéis que yo no vuele á vuestro lado, porque el amor a Dios me hace amar mucho á esta pobre gente. Hoy esto lo he conocido bien. Que mal van las cosas en pequeño valle, es una loma…no sé dónde irá a concluir la cosa. Es preciso que sufra yo también esta incertidumbre aflictiva por mis muchos pecados”. Su gran crítica fue la ausencia de los niños y niñas indígenas tobas, calificados de “hijos de Adán prevaricador”, en la escuela de Laishí, ya que, además de gozar de instintos comunes, llevaban consigo “instintos salvajes” y eran “altaneros, insubordinados, cínicos, refractarios para el estudio, para el orden y las sujeciones irracionales”. Por ser muchos los inscriptos, y

42. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo. 43. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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pocos los que asistían a clase, afirmó que se sentía incapaz de “reducir a los indisciplinados y degradados”. Esta imagen se repitió en la descripción que Fr. Giuliani hizo sobre un baile iniciado el 9 de setiembre de 1911: “Desolación! Casi todos han concurrido á los bailes en estos dos días! A las funciones de la iglesia casi nadie, al baile casi todos. Y sin embargo es pecado concurrir a esas reuniones. 1º, por ser una diversión rodeada de circunstancias peligrosas para la virtud: la obscuridad de la noche, el ser en los montes; 2º, por ser gente deshonesta y viciosas las que van: sin religión y pendencieras. Una prueba es que casi siempre se pelean como lo hicieron esta misma noche que se dispersaron por miedo á los tiros de revolver a causa de una contienda de ebrios. Desolador: muchos no aprenden nada de cosas de Dios; no practican nada y no obedecen en nada al sacerdote. En alma y cuerpo entregados a la disipación. El misionero no tiene autoridad sobre ellos. Los hemos hecho dueños de los terrenos y en nada nos tienen ahora: qué error el nuestro! Cómo acabará? No lo sé. Nada los detiene, ni los avisos y amonestaciones, ni los desórdenes que siempre suceden ni el cansancio, siquiera. Hoy se murió una criatura; esta noche sigue el baile en el velatorio” 44.

Fr. Giuliani pasó varios meses sin anotar nada en su Diario. En enero de 1912 se refirió al fallecimiento de su padre Francisco Giuliani, producido el 9 de noviembre de 1911 por una afección cardíaca. Celebró en Laishí una misa de manta y escribió: “Padre querido, ¿habré tenido yo parte causante por mi larga ausencia, en tus sufrimientos y en tu todavía temprana muerte? Ah! No, no creo que vez alguna te hayas quejado de mi por haberme yo alejado de casa eran los sentimientos ya lo sé, y bien había comprendido lo justificado de los motivos… y por eso me alcanzarás de Dios, de quien espero que gozas ó gozarías pronto, que venga a darte siquiera en el cielo, alcanzarás a mi pobre madre, quien ha quedado de quien sabe en cuanto desolación y amargura, resignación amoroso a la voluntad de Dios. Bueno, en todo esto y en todo lo que todavía le quedara de sufrir en esta nueva tierra y después que te amamos nos reunamos todos en cielo. Descansa en paz, padre mío, y espérame”45.

Paralelamente, en el año 1911 Victorio Maqui, el indígena presentado como paisano de la Misión de Laishí, cometió un acto contrario a los intereses de los misioneros, los cuales describieron que el toba “se hacía Dios entre los demás colonos, engañándoles para quitarles sus ropas, caballos y cuanto pueda”. Por entonces vivía en su rancho, gozaba del uso de una de las chacras de la misión para sembrar maíz y caña de azúcar, y “causaba per-

44. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo. 45. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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juicios á los otros colonos, no sólo en los bienes naturales sino también en la conversión del infiel al cristianismo, que es el fin principal de la Misión”. Pedro Fernández, responsable del registro de las actividades de la Misión Indígena, describió las características del “insubordinado Maqui”: “Victorio Maqui se marchó al monte y siempre tramando conspiración. Todo el día se está en expectación y el Padre Buenaventura Giuliani, con otros dos particulares, salió a recorrer las chacras de la Sección 25 encontrando varios destrozos que hicieron en los cañaverales y en algunas casas de colonos... el mencionado falso Dios procura y lleva consigo todas las familias que puede”46.

El 24 de junio de 1912, Maqui regresó a la misión acompañado por los caciques Cayagaiquí, Natogochi, Bartolo Tochirí (o Tachirí, alias Carancho), así como por el hijo del cacique Natolí junto a “una gran indiada, armados de Remington Winster, los colonos dicen que también con Mauser”. Su objetivo era liderar “un malón indígena para atropellar la Misión”47. Dos días después, el cronista registró que los colonos y paisanos, es decir, los indígenas tobas, conversaron intensamente con los misioneros encabezados por Fr. Giuliani y con los empleados de Laishí. Todos ellos expresaron diferentes opiniones, pero coincidieron en que era necesario asegurar la misión. Los soldados establecidos en el Fortín Roca persiguieron a los indígenas colonos liderados por Victorio Maqui y atacaron su toldería. Los indígenas huyeron. El 10 de julio de 1912 el Teniente Montserrat llegó a la Misión de Laishí y tomó declaraciones a los aborígenes y a los pobladores “blancos” de su jurisdicción. Poco después apresaron a un buen número de tobas, entre ellos a Antonio Cabral, Cayetano y Joaquín, los cuales habían abandonado “las chacras para incorporarse a las filas de Maqui”. El cronista Fernández concluyó que los sobresaltos sufridos por la Misión no se debían a los indígenas sino a los “blancos”, tanto inmigrantes como criollos, que se habían instalado en el Territorio Nacional de Formosa: “A pesar de ser los indios los que se presentaban al atropello, eran animados y protegidos por algunos pobladores vecinos y en campo fiscal, motivados porque la Misión no toleraba las injusticias que con los paisanos colonos

46. BACSC, caja 2: “Diario de la Misión Laishí”, Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920. 47. Sobre la historia de los “malones” llevados adelante por los aborígenes guaycurúes, véase Dalla-Corte Caballero, Gabriela, “Aborígenes mocovíes, misioneros franciscanos y colonos en la zona chaqueña (1870-1910). El `último malón mocoví´ de la Diócesis de Santa Fe”. Naveg@mérica, Revista electrónica de la Asociación Española de Americanistas [en línea], n. 8, 2012.

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de la Misión cometían tales vecinos.Yo creo lo mismo, tanto por los hechos anteriores, como por conversaciones que pude observar después”48.

Fr. Giuliani controló las visitas de soldados, intelectuales, inspectores y viajeros. En virtud del crecimiento de la labor de los misioneros franciscanos de la Misión de Laishí, el gobierno nacional envió al ingeniero José Elías Niklison, por entonces inspector del Departamento Nacional del Trabajo, con el objetivo de registrar la labor de los aborígenes tobas y pilagás49. Niklison coincidió con el Conde Arturo Grossi Fonseca y con Antonio Pumelli, los cuales permanecieron un tiempo en la misión durante los seis meses que se dedicaron a cazar animales de la zona. Como ellos, Niklison permaneció durante el mes de octubre de 1914, y elaboró un extenso informe que fue publicado semanalmente por el periódico La Nación de Buenos Aires con el título Los Tobas, que fue conservado por Fr. Buenaventura Giuliani. Coincidió con Niklison en que los aborígenes tobas de la zona habían aceptado anunciar y bendecir a Dios, adorar la doctrina del rezo de la Santa Misa, y acompañar la creación católica en lejanas regiones, es decir, en el seno del Gran Chaco50. Fr. Giuliani también recibió a Juan José Silva, por entonces Gobernador de Formosa, quien llegó con un grupo de soldados a quienes el misionero les prohibió acercarse “a las mujeres de los indígenas”, las cuales trabajaban activamente en la producción de ropa para los miembros de la misión (Imagen 8). Para salvaguardar a los tobas de la misión, la orden franciscana envió a Laishí a los frailes Leonardo Bianchi, Agustín Benedelli y Agustín Bengoa, los cuales sustituyeron a los frailes Amundarain, Duro y Ducca51.

48. BACSC, caja 2: “Diario de la Misión Laishí”, Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920. 49. BACSC, caja 1: Informe sobre las condiciones de vida y trabajo en los territorios federales de Chaco y Formosa, de José Elías Niklison, Boletín del Departamento Nacional del Trabajo, Nº 32, Imprenta Pesce, Buenos Aires, 1916. 50. Tres años después de la visita a la misión, Fr. Buenaventura Giuliani invitó a José Elías Niklison para que diese una conferencia en el Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo. La conferencia tuvo lugar el 4 de noviembre de 1917. BACSC, caja 1: Conferencia de José Elías Niklison titulado “Las Misiones Franciscanas en el Chaco, Conferencia dada en el salón de actos de la Escuela de San Francisco, el día 4 de noviembre de 1917, en homenaje a la V. O.Tercera Franciscana y su digno Ministro el Sr. D. Félix Ortiz y San Pelayo”, mimeo, exposición reproducida por Fr. Pedro Iturralde, Prefecto de Misiones Franciscanas, Establecimiento Gráfico J.Weiss y Preusche, Buenos Aires, 1917; Dalla-Corte Caballero, Gabriela,“La Misión de Laishí en el Territorio Nacional de Formosa. El ingeniero José Elías Niklison, los misioneros franciscanos y los indígenas Tobas (1910-1920)”, Revista Unisinos, Brasil, 2013, en prensa. 51. Fr. Joaquín M. Ducca se estableció entre los mocovíes de Colonia Dolores, norte de la provincia de Santa Fe, entre 1908 y 1928 al sustituir a Fr. Giuliani; véase las dos obras del sobrino de Ventura, conservadas en BACSC: Giuliani, Avelino Juan (Fr.), El Cura del Laishí, s/d, 1980; Giuliani, Avelino Juan (Fr.), El padre Ventura: Fr. Buenaventura Guiliani misionero franciscano, editado por el autor y con auspicio de la Fundación Aguas de Corrientes, 2006.

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En este contexto, Fr. Ventura se entrevistó con el cacique Bartolo Tochirí para convencerlo de reducir la tribu en la misión. En pleno año 1915 el cronista Fernández escribió que “la colonia en general marcha bien y la población goza de buena salud”52.

Imagen 8. BACSC, caja 2: Mujeres tobas trabajando en la Misión de Laishí, junto a la maestra.

A inicios del año 1915 se presentó el cacique Dochiquí, alias Baralillo, que vivía en la toldería del cacique Tagoidi, alias Mayordomo, y permaneció durante varios días en la misión. Poco después, el cacique Bartolo Tochirí visitó en dos oportunidades la misión con la intención de intercambiar cuero por ropa y comida de Laishí, en especial azúcar, maíz, locro, porotos, semillas de tártago y algodón. El territorio formoseño había sido invadido por las langostas que hicieron estragos en los maizales y afectaron la cosecha de caña de azúcar. Fr. Giuliani entregó a Bartolo Tochirí un certificado en el que describió sus actividades y confirmó su buen comportamiento, y aceptó hacerse cargo de un grupo de familias tobas que decidieron permanecer en la misión para aprender a trabajar. Según el cronista Fernández, “todos los in-

52. BACSC, caja 2: “Diario de la Misión Laishí”, Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920.

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dígenas se portaron correctamente y regresan a la toldería del monte, prendados de la Misión y su vida”. Los “indios colonos del centro” de Formosa, es decir, los aborígenes salvajes que habían rechazado incorporarse a la Misión de Laishí, fueron convocados por el Juez de Paz y por el personal militar cuya intención era enrolarlos y llevarlos a otros centros y empresas de producción de azúcar. Capitaneados por los caciques Mayordomo Segundo y Bartolo Tochirí, los tobas se presentaron ante Fr. Giuliani para “conferenciar”, intercambiar plumas y cueros por cera, e incorporarse al ingenio azucarero y a los obrajes madereros de la misión (Imagen 9).

Imagen 9. BACSC, álbum 50: Ingenio azucarero en la Misión de Laishí.

En defensa de los misioneros, Estanislao Severo Zeballos se basó en las imágenes fotográficas y en los relatos de Fr. Giuliani para elaborar un importante folleto sobre los niños tobas de la Misión de Laishí53. Nicolás Fa-

53. Zeballos, Estanislao Severo, Soñando con los niños del Chaco (artículo publicado en la Revista de Derecho, Historia y Letras), Talleres Gráficos L.J. Rosso y Cía, Buenos Aires, 1918; documento entregado a Fr. Pedro Iturralde como Prefecto de Misiones y conservado en BACSC, Caja 1; también Dalla-Corte Caballero, Gabriela, “Estanislao Zeballos y sus sueños con los niños del Chaco. Huellas indígenas y franciscanas en las misiones de Laishí y Ta-

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cio, por entonces comisionado de Defensa Agrícola de la República Argentina, visitó la misión en el año 1916 con el objetivo de registrar las chacras cultivadas por los tobas que participaron en la Exposición Regional del Chaco convocada en julio de 1916. Comprobó que los niños y niñas indígenas de la Misión de Laishí asistían a la escuela, aprendían la lengua castellana, y podían ser convertidos en ciudadanos de la nación argentina (Imagen 10). Facio entregó su informe al gobierno nacional el 25 de noviembre de 1915, aseverando que la invasión de langostas había afectado a 370 hectáreas, y que los cultivos se desplegaban en 996 hectáreas distribuidas entre maíz blanco y amarillo (718 h), caña dulce (120 h), algodón (48 h), poroto (43 h), batata (40 h), mandioca (18 h), alfalfa (3 h), maní (3 h) y tabaco (2 h) (Imagen 11, Imagen 12)54. En calidad de inmigrante (“Dios habrá querido que yo viniera a hacer el religioso en América”), Fr. Giuliani solicitó viajar a Italia para conocer al resto de su familia. Retomó su Diario en octubre del año 1916 para describir el robo de objetos de la misión. Dos años después, en agosto de 1918, se

Imagen 10. BACSC, caja 3: Niños tobas en la escuela de la Misión de Laishí.

caaglé del Territorio Nacional de Formosa”, en Fernández, Sandra y Navarro, Fernando (coords.), Scribere est agere. Estanislao Zeballos en la vorágine de la modernidad argentina, la quinta pata & camino ediciones, Rosario, 2011, pp. 143-177. 54. BACSC, caja 2: “Diario de la Misión Laishí”, Cronista sin identificar (Pedro Fernández), desde 1907 a 1920.

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Imagen 11. BACSC, álbum 37: Fr. Giuliani cultivando en la Misión de Laishí.

Imagen 12. BACSC, álbum 37: Fr. Giuliani de visita en las chacras de los tobas de la Misión de Laishí.

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refirió a la fiesta de la Patrona y a la misa cantada en Laishí que desembocó en “ocho días de continua farra! Bailes y más bailes, borracheras y más borracheras: en esto se concreta la devoción de esta pobre gente”. Sorprendido por la presencia de los colonos criollos de la zona, Fr. Ventura escribió sobre la relación mantenida con los paisanos indígenas de Laishí: “Vinieron a ver bailar a los paisanos algunos criollos (señoritos y señoritas algo escopetados también) y unos colonos; más viniéndole la tentación de cambiar papel, se transformaron de espectadores en actores y entreveraron a bailar en parejas con los de su respectiva tribu. Hacía mucho viento y levanta muchísima tierra, y como hacía también bastante calor, pronto estuvieron bien cubiertos de tierra de pies a cabeza.Y así los que habían venido con la cara empolvada con talco u otros polvos, después estaban con el polvo del que había sido amasado nuestro primer padre Adán. Estos desórdenes no van solos. Hubo también señoras borrachas y señoritas que se escaparon con gente poco conocida y que ahora resulta demasiado conocida por calaveras y que en otras ocasiones se han fugado con otras señoritas, a las que han abandonado sucesivamente. ¡Mundo loco!”55.

Fr. Giuliani tuvo que confesar a enfermos indígenas, efectuar las procesiones al cementerio, dirigir a los jóvenes cantores de la capilla y dar sermones... En Escalada se relacionó con los criollos y extranjeros de la feligresía que le dieron “muy poco para el culto, creo que en esto no cumplen bien con Dios”, aunque “para vanidades saben encontrar medios, creo que los cristianos debieran dar algo”. En marzo de 1919 participó en la fiesta de carnaval en la que se enfrentó con los indígenas Marcelo Díaz, Elías Espinosa y Silvestre Troncoso. Disgustado, escribió: “No pudiendo tolerar el modo bárbaro como unos mozos mojaban a unas pobres muchachas, bastante chica una de ella, salí para echarlos, reprendiéndolos. Los insensatos, medio ebrios, uno pasado del todo, se enojaron y uno de ellos, Marcelo Díaz, que estuvo en la escuela de esta misión, a quien yo mismo admití a la primera comunión, gritando sacó el cuchillo haciendo rayas en el suelo, seguramente para pelearme. Esto enseña que con el rigor nada de bueno se puede sacar”56.

Pese a su constante intento de civilizar a los tobas y pilagás de Formosa, Fr. Giuliani regresó a la reducción indígena mocoví de Colonia Dolores en 1928, habiendo permanecido dos décadas en Laishí. En junio de 1955, con la Ley nº 14.408, la orden franciscana se retiró de la Misión Indígena en el contexto de transformación del Territorio Nacional de Formosa en provin55. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo. 56. BACSC, caja 34: Diario de Fr. Buenaventura Giuliani (original), mimeo.

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cia argentina57. Este proceso se cristalizó con la sanción de la Constitución Provincial del 23 de noviembre de 1957. Al año siguiente fue elegido el primer Gobierno Constitucional y se constituyo la primera Comisión de Fomento de San Francisco de Laishi que perdió el nombre de misión. Fr.Ventura falleció en el Convento San Carlos Borromeo en 1961 cuando el gobierno argentino ya había decidido eliminar a las antiguas misiones y reducciones, y desconocer el control de las parroquias e iglesias por parte de los franciscanos. Pese a esta transformación religiosa, el misionero Giuliani fue enterrado en la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores de San Martín Norte58, gracias al pedido que él hizo en vida al prefecto de la Diócesis de Santa Fe. La iglesia incluye en su seno una especie de museo que muestra los objetos del fraile, entre ellos su reloj, su maletín, las llaves originarias de la capilla, el salero del comedor, su farolito y algunas fotografías que él mismo tomó en la Misión de Laishí, en San Martín Norte y en Colonia Dolores. También se pueden observar los ex-votos de los sanmartinianos entregados a Fr. Giuliani, representados por pañuelos, relojes, rosarios, anillos, colgantes, y en especial un sable y su vaina del siglo XIX, es decir, todos elementos que muestran la historia de los “blancos” que se asentaron en este singular espacio ubicado a diez kilómetros de la ruta nacional. Medio siglo después de la muerte de Fr. Giuliani, los habitantes de San Martín Norte declararon el 2011 como “Año Buenaventuriano”, y celebraron los “50 años de Pascua Fr. Buenaventura Giuliani” en el seno de la Iglesia de los Dolores. La historia de la Misión de Laishí de la mano de los misioneros Pedro Iturralde y Buenaventura Giuliani, constituye una parte de la historia social durante la primera mitad del siglo XX, es decir, en el periodo en que la zona chaqueña fue incorporada junto a sus indígenas originarios a la vida nacional argentina. El cumplimiento del acuerdo firmado entre los franciscanos del Convento San Carlos Borromeo, el Obispo de la Diócesis de Santa Fe y el Gobierno Nacional nos conduce al vínculo tejido entre ambos frailes, gracias a su dedicación a los aborígenes guaycurúes y a su coincidencia sobre las estrategias a seguir en el seno de la antigua Misión de Laishí. GABRIELA DALLA-CORTE CABALLERO Universitat de Barcelona [email protected]

57. BACSC, caja 2: Folleto “Al pueblo del Territorio de Formosa”, Comisión Pro-Festejos presidido por Fr. Gregorio Pecchia, Formosa, celebración del cincuentenario de la fundación de la Misión Laishí el día 8 de julio de 1950. También BACSC, caja 2: “Discurso de circunstancia para el 50 año de la fundación de la ciudad de Laishí, Delegación General en Argentina”. 58. BACSC, Caja 26: Misiones Franciscanas, planillas trimestrales, 1902-1912, San Martín Norte, planillas 1904-1910.

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