2012: LA MUJER EN EL III MILENIO A. C. A TRAVÉS DE LAS MANIFESTACIONES FUNERARIAS: UN EJEMPLO EN TERRITORIO MADRILEÑO

June 16, 2017 | Autor: P. Ríos Mendoza | Categoría: Funerary Archaeology, Gender Archaeology
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Colección Estudios 145

La Arqueología funeraria desde una perspectiva de género II Jornadas Internacionales de Arqueología y Género en la UAM

Lourdes Prados Torreira (Ed.) Clara López Ruiz y Javier Parra Camacho (Coords.)

Colección Estudios 145

La Arqueología funeraria desde una perspectiva de género II Jornadas Internacionales de Arqueología y Género en la UAM

Lourdes Prados Torreira (Ed.) Clara López Ruiz y Javier Parra Camacho (Coords.)

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© Ediciones UAM, 2012 © Los/as respectivos/as autores/as Ediciones Universidad Autónoma de Madrid Campus de Cantoblanco C/ Einstein, 1 28049 Madrid Tel. 914974233 (Fax 914975169) http://www.uam.es/publicaciones [email protected] ISBN: 978-84-8344-218-0 Diseño y maquetación: Miguel A. Tejedor López Depósito legal: Printed in Spain - Impreso en España

ÍNDICE Prólogo ..........................................................................................................7 Lourdes Prados Torreira Muerte y género en la Prehistoria española...........................................21 Sandra Montón Subías La mujer en el III milenio a. C. a través de las manifestaciones funerarias: un ejemplo en territorio madrileño....................................39 Concepción Blasco Bosqued y Patricia Ríos Mendoza Mujeres e identidad: el cuerpo y su contribución a la construcción de identidades en el mundo argárico.......................55 Eva Alarcón García y Margarita Sánchez Romero El género de los objetos. Variaciones sobre orfebrería argárica........79 Alicia Perea Evocaciones a la maternidad y la lactancia en las ofrendas funerarias del Egipto faraónico................................................................99 Mª José López Grande La muerte visita la casa: mujeres, cuidados y memorias familiares en los rituales funerarios fenicio-púnicos........................123 Ana Delgado Hervás y Meritxell Ferrer Martín Las estelas diademadas, representaciones de jefaturas femeninas en el Bronce Final..................................................................157 Luis Berrocal-Rangel Mujeres en las necrópolis tartesias........................................................179 María Belén La tumba de la Casa del Carpio (Belvís de la Jara, Toledo). Un enterramiento femenino de época orientalizante........................201 Juan Pereira Sieso

The Vix Princess Redux: a retrospective on European Iron Age gender and mortuary studies..................................................................215 Bettina Arnold Si las muertas hablaran… Una aproximación a los contextos funerarios de la Cultura Ibérica.............................................................233 Lourdes Prados Torreira Identidades de género y prácticas sociales en el registro funerario ibérico. La necrópolis de El Cigarralejo..............................257 Carmen Rísquez Cuenca y Antonia García Luque Mujeres y plantas en el imaginario ibérico de la muerte..................277 Isabel Izquierdo Peraile La representación de la muerte en la cerámica ibérica pintada y el universo masculino...........................................................................299 Juan A. Santos Velasco Mujeres, amazonas, tumbas y armas: una aproximación transcultural...............................................................................................317 Fernando Quesada Sanz Gender and funerary practices during the Scandinavian Iron Ages.....................................................................................................365 Liv Helga Dommasnes La infancia en época visigoda: su reflejo en las necrópolis madrileñas..................................................................................................385 Ana Grací Castañeda y Javier Parra Camacho Participantes...............................................................................................411

LA MUJER EN EL III MILENIO A. C. A TRAVÉS DE LAS MANIFESTACIONES FUNERARIAS: UN EJEMPLO EN TERRITORIO MADRILEÑO1 Concepción Blasco Bosqued y Patricia Ríos Mendoza2 Universidad Autónoma de Madrid Resumen: El trabajo que presentamos ofrece una revisión de los conjuntos funerarios del yacimiento calcolítico de Camino de las Yeseras (Madrid) desde el punto de vista de una interpretación social y en especial de los datos que se desprenden de los enterramientos femeninos individuales y colectivos relacionados con sus actividades cotidianas y su significado social, tanto entre los grupos campaniformes como entre los no campaniformes. Palabras Claves: Calcolítico, Madrid, arqueología funeraria, sociedad, mujer. Abstract: The paper here presented gives a review over the funerary remains in Camino de las Yeseras (Madrid) calcolithic site, from a social point of view and specially the data we get from female single burials and colective ones related with everyday activities and its social meaning, in beaker groups as in non beaker ones. Key Words: Calcolithic, Madrid, funerary archaeology, society, women. Aunque es verdad que “tumbas y ritos constituyen un muy particular lenguaje, todo un complicado juego de símbolos que reflejan en gran medida la estructura del mundo de los vivos” (Delibes, 1995: 1 Trabajo financiado por los proyectos y contratos de investigación: Economía y sociedad durante el Calcolítico de la Meseta: el yacimiento de Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid). Recursos minerales y actividades, I+D HUM2007-6405, dirigido por Javier Baena; Materiales y recursos arqueobiológicos durante el III Milenio a. C. en la Coumunidad de Madrid, CCG08-UAM/HUM 4061, dirigido por Corina Liesau; Poblamiento de Madrid en el III Milenio a. C. Comunidad de Madrid, Dir. Gral. de Patrimonio Histórico: 1635/2007/00, dirigido por Concepción Blasco; Patrimonio Arqueológico y Documental de la Comunidad de Madrid (PADCAM), financiado por la Comunidad de Madrid y dirigido por Concepción Blasco. 2 Correos electrónicos: [email protected] y [email protected] 39

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63), no es menos cierto que la información que nos ofrecen tienen una importante carga de manipulación por parte de los allegados que participan en el sepelio y ceremoniales que lo acompañan. Como contrapartida, los conjuntos funerarios ofrecen contextos poco o nada alterados de los que es posible extraer información muy valiosa. Es por ello por lo que la arqueología de la muerte es uno de los enfoques que más relevancia ha tenido en los últimos años, sin embargo estamos todavía lejos de extraer toda la información que ofrece debido a la dependencia de analíticas muy variadas y costosas para las que pocas veces se encuentran financiaciones suficientes y también porque desborda el largo proceso de investigación que requiere el encaje de los datos que ofrecen ciencias interdisciplinares y laboratorios de características muy distintas. Pese a todas estas limitaciones, las recientes excavaciones en el yacimiento de recintos de fosos de Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid), han aportado un considerable volumen de enterramientos ‑poco más de cincuenta cuerpos‑ que es el más importante de la región de Madrid para todo el tercer milenio a. C. (Blasco et alii, 2009). Además, la asociación de estos contextos a otras evidencias domésticas y simbólicas a lo largo de una dilatada ocupación permite contrastar informaciones que resultan complementarias. Dentro del marco cronológico obtenido las dataciones y características de los enterramientos a las que se adscriben han posibilitado diferenciar dos etapas en las prácticas funerarias, la primera de ellas corresponde a un lapso temporal aproximado de unos 400 años que cubre entre el 2700 y el 2300/2200 cal. B.C. y la segunda de similar duración, abarca, en términos muy laxos, entre el 2200 y el 1740 cal. B.C. La primera fase está representada fundamentalmente por enterramientos múltiples que en ningún caso contienen más de diez inhumaciones. Por el contrario, en la segunda los enterramientos individuales son mayoritarios, si bien en un determinado tipo de tumbas se observa la acumulación sucesiva de cuerpos que se reducen y arrinconan en el momento en el que se produce otro enterramiento, colocando al último inhumado en el centro de la cámara y diferenciándolo claramente de los osarios preexistentes.

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En las cinco fosas de enterramientos colectivos, destaca el perfil de la población enterrada entre la que hay un claro predominio de la población infantil y juvenil con un total de dieciocho individuos lo que representa alrededor del 50%, un porcentaje que seguramente no debería estar muy alejado de lo que fue la mortandad real en estas primeras etapas de la vida (figura 1). A ellos se suman diecisiete adultos, once mujeres y cinco varones y, un alofiso que no se ha podido sexar (véase figura 1).

Figura 1. Gráfico de los enterramientos colectivos en relación al sexo y edad de los individuos inhumados.

Por el contrario, en el caso de los adultos el perfil de la población enterrada evidencia que la muestra no es representativa de la composición del grupo al ser las mujeres claramente mayoritarias respecto a los hombres (véase figura 1). Esta composición se separa incluso resulta opuesta a la que encontramos en otros yacimientos más o menos sincrónicos del sur peninsular como Marroquíes o Valencina de la Concepción donde, “no toda la población tiene acceso durante la Edad del Cobre al enterramiento colectivo… [pues] quedan fuera especialmente mujeres y niños” (Cámara, 2001: 58). Asimismo el perfil de la población adulta enterrada en Camino de las Yeseras se aleja también de otros enterramientos múltiples en fosa geográficamente más próximos, concretamente en el valle del Amblés (Ávila), donde los individuos adultos enterrados son mayoritaria o exclusivamente

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varones, es el caso de la fosa 1 del Tomillar con tres varones y dos alofisos (juvenil e infantil respectivamente) (Fabián, 1995: 51) o el enterramiento 1 del Cerro de la Cabeza donde se inhumaron cinco varones y una mujer (Fabián, 2006: 308). Por el contrario, al igual que en Camino de las Yeseras, no siempre en este tipo de enterramientos múltiples en silo dominan los varones, es el caso del fondo 15 del polideportivo de Martos donde se inhumó un grupo familiar (Cámara, 2001: 54) en el que dos de los cuerpos pertenecen a dos mujeres adultas de alrededor de veinticinco años cuya presencia se ha relacionado “con la transmisión de la línea genealógica... por línea femenina, lo que se ha denominado matrilinealidad” (Cámara, 2001: 56). Una explicación que podría dar sentido a la composición de algunos de las asociaciones de inhumaciones femeninas de las tumbas de Camino de las Yeseras, concretamente a una de ellas en la que se depositaron los cuerpos de dos mujeres de unos veinte y veinticinco años junto a dos infantiles de seis meses y dos años (figura 2a). Es posible también que esta idea fuera la causa de la incorporación de un cráneo femenino, perteneciente a una mujer de unos dieciocho años a un enterramiento en el que se habían depositado los restos de ocho infantiles y un juvenil (figura 2b). También la necesidad de mantener la unidad familiar podría haber estado detrás de un tercer enterramiento múltiple de Camino de las Yeseras, donde se asocian dos adultos (uno de ellos varón) a cuatro infantiles y un juvenil (figura 2e). Aunque no se ha podido sexar el cuerpo del segundo adulto, pensamos que pueda corresponder a una mujer, en cuyo caso estaríamos ante un grupo familiar cuya muerte sobrevino de manera simultánea o en un espacio temporal muy corto cuya causa desconocemos, aunque no puede descartarse que algunos de los fallecimientos se produjeran de manera violenta pues entre los restos óseos se encontraron siete puntas de flecha si bien ninguna de ellas había impactado en los esqueletos. Más difícil nos resulta interpretar la asociación en otro de los enterramientos de Camino de las Yeseras de seis mujeres de alrededor de veinte a veinticinco años (figura 2c). Indudablemente las motivaciones que produjeron este depósito de cuerpos de manera simultánea no parecen estar en relación con el núcleo familiar. Pero el fallecimiento

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de este grupo de mujeres en un espacio de tiempo muy corto provocó su inhumación simultánea y la celebración de su muerte con un ritual común en el que se hizo expresa referencia a la relación de estas féminas con la actividad agraria y con la transformación y preparación de los alimentos y más concretamente con la molienda.

Figura 2. Vista general de los enterramientos colectivos documentados en Camino de las Yeseras durante el proceso de excavación (Foto: Argea Consultores, S.L.).

En efecto, el depósito de esta tumba se inició con la colocación de una piedra de molino y algunas vasijas, una de ellas contenía espigas de cereal (caña y frutos), posiblemente trigo, según han revelado los análisis de fitolitos realizado a partir de los restos identificados en el sedimento existente en el interior de uno de los recipientes3. En rela3 Cabanes (2007): informe inédito.

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ción con estas ofrendas “podemos considerar que el molino, el haz de trigo y los recipientes para el almacenaje y consumo conforman un conjunto coherente vinculado a la existencia de prácticas funerarias en las que son importantes las ofrendas relacionadas con el consumo y los excedentes agrícolas, claves de la vida campesina, simbolizando riqueza y abundancia económica, estrechamente ligados a la celebración de la fertilidad de la tierra y a una concepción del tránsito al más allá en la que son necesarios los alimentos. Pero sobre todo, debemos interpretarlos como una manifestación evidente del carácter agrícola de estas comunidades, lejos de las concepciones tradicionales que les atribuían un carácter eminentemente ganadero y una agricultura de roza itinerante” (Gómez y Aliaga, en prensa) y aunque en los otros enterramientos con molinos no se ha detectado la presencia de cereal, es probable que pudieran haberse realizado ofrendas similares. La presencia de muelas como elemento de ajuar la hemos documentado también en el enterramiento que contiene los cuerpos de ocho infantiles y un juvenil. Al igual que en el caso de las seis mujeres, el depósito se inició con la entrega de dos grandes fragmentos de molinos, un enser cotidiano utilizado en los ajuares como objeto simbólico que refuerza la idea de que, además de su estrecha relación con la actividad femenina de la molienda, también es un símbolo vinculado a la actividad agraria y a la importancia de los cultivos y, en general de la dieta de vegetales entre estos grupos del III milenio a. C. Estas ofrendas y su significado son complementados con los escasos datos que se han podido extraer sobre algunas de las actividades de las mujeres a partir de los restos esqueléticos menos deteriorados. En ellos se han identificado enfermedades degenerativas que generalmente aparecen a partir de los cuarenta años (Campillo, 2001). En concreto presentan alteraciones artrósicas en las extremidades superiores, “esta evidencia en brazos, y especialmente en hombros y codo o en la columna vertebral, podría corresponderse con un tipo de actividad predominantemente agrícola y ganadera” (Trancho et alii, 2010: 11) o como ya se ha apuntado, por algunas de las tareas domésticas más habituales destinadas a la preparación de los alimentos como son la molienda y trituración de cereales y otras especies vegetales, cereales, bellotas, etc. (figura 3).

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Figura 3. Detalle de las patologías producidas por ejercicio físico intenso en brazos y carillas de acuclillamiento (Gómez, 2008: 42-43, fotos 26-28).

Desgraciadamente los restos óseos no siempre estaban en buen estado de conservación para obtener datos acerca de la envergadura de las paleopatologías o el cálculo de edad, no obstante tenemos algunos indicios que resultan de interés, en primer lugar la edad de la muerte, en siete de las mujeres sobrevino entre veinte y treinta años, y en las otras dos en las que se ha podido determinar ocurrió en torno a los dieciocho y entre treinta y treinta y cinco respectivamente, no habiéndose recuperado ninguna que pueda ser considerada madura (véase figura 2). Estos rangos de edad en las defunciones hablan de una elevada mortalidad en la edad fértil, pero en ningún caso se ha podido precisar las posibles causas de su muerte y su sincronía con el parto. Entre los once cuerpos solo se ha podido estimar la estatura en cinco de ellos, de los cuales, tres se aproximan a 1’50 metros (148, 149 y 152 centímetros), mientras que otras dos superan esta media alcanzando los 157 y 162 centímetros respectivamente.

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En la segunda etapa, a partir de las dos últimas centurias del tercer milenio, cambia el panorama de las manifestaciones funerarias de Camino de las Yeseras al generalizarse los enterramientos individuales y por la práctica de dos tipos de rituales diferenciados: las inhumaciones en fosas simples y sin ajuar y las inhumaciones agrupadas en estructuras negativas más amplias ¿panteones? que acogen a posibles grupos familiares cuyos miembros poseen ajuares que incorporan vasos campaniformes. Estos enterramientos se practican en covachas o hipogeos abiertos en los zócalos. No obstante creemos que no se trata de un proceso súbito sino que existe un período de tránsito en que debieron de convivir características de ambos horizontes. Un buen ejemplo de ello es el enterramiento individual de una mujer en una fosa simple (figura 4a-c), con una cronología (2460-2190 cal. B.C.) similar al último de los enterramientos múltiples el de las seis mujeres y a otros enterramientos múltiples (Blasco y Ríos, 2005-2006). Su relación con algunas de las inhumaciones colectivas se manifiesta en el ajuar constituido únicamente por un molino de pórfido cuyo desgaste indica un prolongado uso por ambas caras, lo que provocó un importante adelgazamiento de su zona central (figura 4d). Esta donación vuelve a asociar una vez más a la mujer con la actividad y los rituales vinculados a la agricultura y a su papel protagonista en las sociedades del III milenio a. C. Circunstancia que se ve corroborada por presentar las mismas patologías artrósicas que las féminas enterradas en fosas colectivas e igualmente tiene fuertes inserciones musculares en brazos (figura 4e) así como carillas de acuclillamiento que obedecen a un tipo de actividades cotidianas muy similar a las ya comentadas. En suma, en esta inhumación conviven las mismas manifestaciones simbólicas e idénticas patologías que presentan sus coetáneas localizadas en enterramientos múltiples, aun cuando la deposición individual en fosa simple participa de lo que es habitual en la fase avanzada. No sabemos si estamos ante una mujer con un significado especial, que estaría avalado por la posesión de un molino de piedra poco común y que ello le hizo merecedora de una inhumación en solitario o fue un hecho puntual, quizás debido a las circunstancias de su muerte.

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Figura 4. Enterramiento individual en fosa simple de una mujer (a-c) con detalle de las patologías producidas por actividad física reiterada (e), y fragmento de molino de pórfido único elemento de ajuar (d).

En la segunda etapa las mujeres están en proporciones similares a los varones en los enterramientos sin ajuar en fosa simple, ya que se han exhumado dos enterramientos femeninos y otros tantos masculinos. Uno de ellos es el incorporado a una de las fosas que en su base contenía ya un enterramiento múltiple perteneciente a la etapa anterior y del que le separan unos ochenta años, de 3981 + 30 B.P. a 3905 + 35 B.P. respectivamente (véase figura 2a). El esqueleto presenta similares patologías artrósicas y fuertes inserciones musculares en brazos así como carillas de acuclillamiento tanto en la tibia como en las falanges proximales de los pies, lo cual indicaría que posiblemente buena parte de la actividad manipuladora la harían en esta posición (Gómez Pérez, 2008: 30) (figura 3) de manera que obedecen a un tipo de actividades cotidianas muy similar a las desarrolladas por las mujeres depositadas en fosas colectivas, lo que indica que las mujeres que se entierran en este tipo de tumbas siguen desempeñando un papel similar y sus trabajos comportan actividades físicas parecidas a las desarrolladas en las generaciones anteriores, aun cuando no sean objeto de ningún tipo de enseres como ajuar. Entre las patologías orales de todas estas mujeres hay, en algún caso, indicios de enfermedades peridontales y sarro, causados posi-

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blemente por la acción bacteriana favorecida por la escasa higiene. También se han apreciado algunos descascarillados del esmalte lo que indica la ingesta de una dieta poco refinada. De forma puntual se ha observado desgaste por el reiterado mantenimiento en la boca de un palillo u otro instrumento o rotura de un diente por posible traumatismo. Son problemas que afectan de manera general a las poblaciones de la mayoría de los grupos de nuestra Prehistoria. Pero quizás el aspecto más novedoso sea la constatación de que en esta etapa existen, en un mismo yacimiento, dos fórmulas de enterramiento diferenciadas y sincrónicas que afectan a todos los sectores de la población: varones, mujeres y niños, lo que parece indicar que hay una convivencia de grupos familiares con tradiciones distintas, la de quienes mantienen enterramientos tradicionales, en fosas simples para inhumaciones individuales a las que no se les entrega ningún tipo de ajuar, ya mencionadas y las que poseen ajuares que incluyen cerámicas campaniformes. Estas últimas practican rituales más complejos entre los que se incluye una disposición de las tumbas agregadas en subestructuras que acogen a un pequeño número de ellas, posiblemente pertenecientes a determinados miembros de un mismo grupo familiar. Pero además existe una manifiesta voluntad de marcar diferencias entre los miembros de cada uno de los distintos grupos o, más exactamente, hay una intencionalidad de destacar a uno de los miembros del grupo, una circunstancia que, de momento solo se ha documentado en Camino de las Yeseras. Estas características se alejan de la visión convencional de tumbas individuales relativamente homogéneas y evidencian un panorama plural, como ya se intuía en otros hallazgos recientes del valle del Tajo (Bueno et alii, 2005; Benítez et alii, 2009) y se confirma con los hallazgos de Camino de las Yeseras y otros complejos funerarios recientemente conocidos en territorio madrileño. La primera cuestión que se plantea es determinar el porcentaje de la población que tiene acceso a la cerámica campaniforme y cuáles son los “méritos” de quienes la poseen. No menos importante es conocer qué sector o sectores de la población se entierra con este tipo de recipientes y en qué medida afecta por igual a varones, mujeres y niños. Por último, si tenemos en cuenta que, al menos en el caso de

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Camino de las Yeseras, solo los que poseen cerámica campaniforme poseen ajuar, ¿se puede identificar a estos individuos como pertenecientes a la élite? o ¿estamos exclusivamente ante unas comunidades con un ritual que se diferencia, entre otros gestos, por acompañar a sus difuntos con recipientes utilizados en el consumo de sustancias que se ingieren durante las exequias? De momento los datos con los que contamos no son suficientes para acercarnos a todas estas cuestiones, sobre todo teniendo en cuenta que no todos los yacimientos presentan rituales similares de donde se deriva que estamos ante grupos muy plurales cuya información no siempre es contrastable. Si nos atenemos exclusivamente a la documentación que se deriva de Camino de las Yeseras, se constata que los enterramientos con campaniforme pertenecen a varones, mujeres y niños lo que significa que, si se trata de grupos familiares pertenecientes a un estatus elevado, esta condición se adquiere desde la cuna y no por méritos propios. Otra cosa es el papel que los distintos componentes del grupo familiar juegan dentro de la sociedad. Desgraciadamente la mayoría de las tumbas más ricas aparecen violadas, no sabemos si como consecuencia de expolios rituales en los que participan los miembros de la comunidad o fruto de acciones individuales o de unos pocos dirigidas al saqueo y obtención de determinados objetos ya sea por su valor intrínseco, ya sea por su valor simbólico. Esta práctica nos ha privado de algunos datos valiosos relacionados con los personajes que ostentan el poder. De momento, la única tumba singular que permanecía intacta pertenece a un varón joven de entre dieciocho y veinte años, coincidiendo con lo que se conoce de otras tumbas singulares como es la de Fuente Olmedo (Delibes y Martín Valls, 1995). La importancia y prestigio de estos varones se intuye por unos ajuares funerarios que incluyen joyas de oro y de marfil y la cubrición del cuerpo con cinabrio, materias y objetos que están presentes en enterramientos campaniformes singulares pero se sale de la norma al no incorporar armas en el acompañamiento fúnebre, sustituidas, en el conjunto intacto de Camino de las Yeseras por la donación de una cazuela con representaciones simbólicas de ciervos, como si se quisiera expresar una forma distinta de liderazgo, basada quizás en una autoridad de carácter religioso y no coercitivo.

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Por el contrario, ni en Camino de las Yeseras, ni en otros enterramientos con campaniformes existen tumbas femeninas con ajuares excepcionales que permitan suponer cierta relevancia social, no obstante, en este yacimiento su presencia entre quienes poseen ajuares campaniformes es indudable, de hecho la mayoría de las tumbas que acompañan a estos “jefes” están ocupadas por mujeres (figuras 5 y 6), quizás por ser miembros de su misma familia, una circunstancia que se refuerza en algunos casos por su asociación a niños lo que avalaría una vez más la idea, antes apuntada, del papel femenino en la continuidad de la línea sucesoria, asunto especialmente importante entre los grupos que ostentan el poder.

Figura 5. a) Enterramiento femenino en covacha con ajuar de cerámica campaniforme (Foto: Argea Consultores, S.L.); b) Vista cenital del cráneo femenino con deformación intencionada por presión.

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Figura 6. Enterramiento femenino en covacha con ajuar de cerámica campaniforme (Foto: Gestión de Patrimonio Cultural, S.L.).

Estos personajes no se libran de padecer las habituales patologías orales: hipoplasia, producida por estrés en edad infantil y caries, sin embargo no existen indicios de que tuvieron una actividad física tan reiterada y dura como el resto de las mujeres enterradas en fosas colectivas o en fosa simple sin campaniforme ya que en ellas no se han detectado inserciones musculares en clavículas u otras patologías que avalen un movimiento reiterado de los brazos. Por otra parte, una de estas mujeres presenta una intencionada deformación cráneana, consecuencia de haber tenido fuertemente oprimidas la frente y la parte posterior del cráneo, quizás con fines meramente estéticos (figura 5b). Esta mujer fue inhumada con sumo cuidado, colocando una “almohada” de hierba para mantener la cabeza elevada (véase figura 5a), según se desprende por los fitolitos de gramíneas detectados en la analítica del sedimento (Cabanes, 2007). Ausencia de patologías vinculadas a trabajos duros y prácticas estéticas parecen indicar que estamos ante personajes de cierta relevancia. Pese a todo el ajuar de todas ellas es ostensiblemente más mo-

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desto que el del varón principal ya que se reduce a uno y excepcionalmente a dos recipientes campaniformes, en general, cuencos con una decoración relativamente simple, en estos ajuares falta, por tanto el metal, los adornos inorgánicos y las materias exóticas, aunque no se descartan ofrendas vegetales. Conclusiones En suma, Camino de las Yeseras nos ofrece un excelente escenario para asomarnos a las sociedades plurales del III milenio a. C., donde las mujeres juegan un papel fundamental, en cuanto agente activo de primer orden en el contexto de unas sociedades agrarias, tanto por su intervención protagonista en las actividades agrícolas, como en su papel de garante de la continuidad sucesoria. Salvada la infancia, donde la mortandad pudo ser del 50%, las que alcanzaban la edad adulta, su mortandad se producía, de forma masiva entre los veinte y los treinta años, una edad a la que llegaban con un importante deterioro manifestado en problemas artrósicos que posiblemente limitaba sus movimientos, unos padecimientos que, en principio no parece que afectan por igual a las mujeres vinculadas a los líderes campaniformes. Por otra parte a través de estos enterramientos podemos acercarnos al importante papel de la mujer en las sociedades calcolíticas peninsulares “por su capacidad productiva y reproductiva primero” (Cámara, 2001: 170), aspectos que quedan perfectamente reflejados en los enterramientos, su papel en la producción a través de las entregas de molinos y cereales y también por las patologías que padecen, mientras que su vinculación a la reproducción transciende por la reiterada asociación a niños ¿muertes sincrónicas? o ¿inhumaciones diacrónicas que buscan el mantenimiento de la vinculación materno-filial más allá de la muerte?

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