(2012) Argumentos Trascendentales [Transcendental Arguments], Revista de Filosofía, Universidad Iberoamericana, 132: 7-16, Enero-Junio. (ISSN 01853481)

July 24, 2017 | Autor: David Suárez-Rivero | Categoría: Charles Taylor, G.W.F. Hegel, Phenomenology of Spirit
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Revista de Filosofía (Universidad Iberoamericana) 132: 7-16, 20127

Argumentos Trascendentales 1 David Suárez Rivero Departamento de Filosofía Universidad Nacional de Costa Rica I Saul Kripke publica en 1982 su controversial libro Wittgenstein on Rules and Private Language. 2 La controversia de este texto yace no sólo en ofrecer una interpretación distinta a la establecida 3 de las Philosophical Investigations (PI, 1953) de Ludwig Wittgenstein, sino en mostrar que éste último defiende un escepticismo semántico, proporcionando también una solución escéptica a la polémica discusión de seguir una regla. Diez años antes, en 1972, Charles Taylor publica su controversial artículo “The Opening Arguments of the Phenomenology” (OAP).4 Al igual que el libro de Kripke, la controversia de este texto reside en ofrecer no sólo una interpretación distinta a la establecida 5 en el libro The Phenomenology of Spirit (PS, 1977) 6 de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, sino en mostrar que éste último proporciona argumentos trascendentales para defender, 1

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Agradezco a Pablo Lazo el apoyo que me brindó para que este Dossier sobre el artículo de Charles Taylor llegara a su publicación en la Revista de Filosofía de la UIA. Asimismo, agradezco a Robert Stern, Gustavo Macedo y, una vez más, a Pablo Lazo no sólo por contribuir con un artículo, sino por motivarme a continuar y llevar a su fin este proyecto. Agradezco también a Hiromi Furukawa sus comentarios y sugerencia a una versión previa de esta presentación. Finalmente, agradezco al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) su apoyo económico, el cual me brindo tiempo para consolidar este proyecto. S. Kripke, Wittgenstein on Rules and Private Language. And Elementary Exposition, Oxford: Basil Blackwell, 1982. Cfr. G. P. Baker y P. M. S. Hacker, Scepticism, Rules and Language, Oxford: Basil Blackwell, 1984. Ch. Taylor, “The opening arguments of the Phenomenology”, en A. MacIntyre (ed.), Hegel: A Collection of Critical Essays, New York: Doubleday, 1972, pp.151-187 Cfr. E. Bloch, Sujeto-Objeto: El pensamiento de Hegel, W. Roses (trad.), México: FCE, 1983; J. Hyppolite, Génesis y estructura de la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel, F. Fernández Buey (trad.), Barcelona: Península, 1998; R. Valls Plana, Del yo al nosotros. Lectura de la Fenomenología del Espíritu, Barcelona: PPU, 1994. G. W. F., Hegel, The Phenomenology of Spirit, A. V. Miller (trad.), Oxford: Oxford University Press, 1977.

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entre otras tesis, que no puede haber conocimiento sin lenguaje. La relevancia de los textos de Kripke y Taylor es, así, ofrecer una nueva interpretación de PI y OAP; una interpretación distinta a la ortodoxa y polémica, al grado de haber un sinnúmero de escritos filosóficos respondiendo favorable o negativamente a ellos. 7 En el presente Dossier, se retoma la discusión que suscitó el artículo de Taylor en los años setenta -aquélla que sostiene que los primeros argumentos de PS son argumentos trascendentales-. La motivación de esto se debe a dos razones: (i) se pretende mostrar la importancia actual del artículo OAP, continuando con el proyecto de traducir al castellano la interpretación hegeliana de Taylor;8 y (ii) se quiere presentar en la revista una discusión reciente de si es legítimo atribuir a los primeros pasajes del libro de Hegel dichos argumentos trascendentales por las consecuencias filosóficas que conlleva en el sistema hegeliano. Para comenzar la discusión que establecen los diferentes filósofos en el presente Dossier, vale la pena primero presentar el artículo de Taylor no sólo reconstruyendo los principales argumentos que ofrece en OAP, sino mostrando en qué consiste un argumento trascendental. En esta reconstrucción, muchas veces seguiré literalmente a Taylor, pero otras me distanciaré de su discurso, generando argumentos propios para entender de una mejor manera los argumentos de Taylor. Iniciemos, pues, con nuestro proyecto.

II Un argumento trascendental consiste en lo siguiente: ante cierto hecho innegable, se muestra que, para ser posible, ha de darse necesariamente 7

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Para el caso del texto de Kripke, confróntese los siguientes dos textos: C. McGinn, Wittgestein on Meaning, Oxford: Basil Blackwell, 1984; M. Gómez-Torrente, “El Wittgenstein de Kripke y la analogía entre reglas y fundamentos”, en Diánoia, vol. L, no. 55, México, UNAM-FCE, 2005. Para el caso de Taylor, confróntese los siguientes dos textos: R. Pippin, Hegel’s Idealism The Satisfactions of Selfconsciousness, Cambridge: Cambridge University Press, 1989; S. Houlgate, The Opening of Hegel’s Logic. From Being to Infinity, IN: West Lafayette-Purdue University Press, 2006. Cfr. Ch. Taylor, Hegel, F. Castro Merrifield, C. Mendiola Mejía, P. Lazo Briones (trads.), Barcelona-México: Anthropos-UIA-UNM, 2010.

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cierta condición. Por ejemplo, para la gestación de embriones en seres humanos se requiere la unión de un óvulo y un espermatozoide. Sin el óvulo, el espermatozoide y su reunión no es posible alguna gestación. Esto se puede formular de la manera siguiente: para que sea posible B – e. g., la gestación de embriones–, necesariamente ha de darse A –e. g., la unión entre un óvulo y un espermatozoide–. Si no se da A, no es posible que se dé B. Con esta clase de argumentos, defiende Taylor, Hegel inicia los primeros pasajes de PS. ¿Cuáles son las razones, sin embargo, que Taylor ofrece para apoyar esto? En lo siguiente, las desarrollaré brevemente. Son tres razones las que apoyan la idea, mantiene Taylor, de que los primeros argumentos de PS pueden leerse como argumentos trascendentales. La primera de ellas es que cierto argumento de Hegel, el que se encuentra en el apartado de la “Certeza Sensible”, se le parece a un argumento que proporciona Wittgenstein en los pasajes centrales de PI, el cual es, sin duda alguna, asegura Taylor, un argumento trascendental, a saber: para tener conocimiento de algo, el hablante debe ser capaz de expresarlo (PS, p. 155). Esto es: si no puede expresar aquello que dice conocer, es imposible que se le atribuya al hablante conocimiento alguno. Ciertamente, ésta es una objeción en PI al teórico que sostiene que es posible un conocimiento privado de las sensaciones, a las cuales el sujeto de la primera persona del singular tiene acceso privilegiado. Pero como las sensaciones tienden a desaparecer, el hablante puede asociar un signo, digamos “E”, a su sensación, digamos x, y tener un lenguaje privado de sensaciones que nadie más pueda entender. Este teórico se olvida, sin embargo, argumenta Wittgenstein, de que, para asociar un signo (el signo “E”) a una sensación (la sensación x) ha de haber cierto criterio de corrección que regule cuándo una sensación x cae bajo el dominio del signo “E”. Pero este criterio de corrección ha de ser público, de lo contrario, cualquier sensación que no sea x podría ser asociada con el signo “E”. De allí que no pueda haber un lenguaje privado de sensaciones, dado que todo lenguaje ha de regirse por criterios públicos. Pero si esto es así, todo conocimiento de sensaciones, las cuales son de acceso privilegiado para el sujeto de la primera persona y las cuales tienden a desaparecer, ha de poder conceptualizarse en un lenguaje público y, de allí, poder expresarse. Aunque el propósito de Hegel en la

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“Certeza Sensible” no es desmantelar al teórico del lenguaje privado, como es el propósito de Wittgenstein en los pasajes centrales de PI, el que no pueda haber conocimiento sin poder ser expresado es la afinidad que comparte Hegel con Wittgenstein. La segunda razón que ofrece Taylor para leer los primeros pasajes de PS como argumentos trascendentales es el rechazo, compartido por Kant y otros filósofos, como Merleau-Ponty, al modelo dualista del conocimiento cartesiano/empirista. Hegel mismo comienza su apartado de la “Certeza Sensible”, argumenta Taylor, examinando, y después rechazando fuertemente, una noción de experiencia como mera receptividad y como preconceptual (OAP, p. 156). Esta experiencia que realiza la conciencia –el protagonista de PS–, asegura Hegel, ni es receptiva ni es preconceptual. La conciencia misma es activa y conceptualiza todo aquello que se le presenta a sus sentidos. Esto es: Hegel traza lo indudable de la experiencia, a saber, cómo aquélla que ha de ser conceptualizada para, por decirlo de una manera figurada, salvarla del reino del olvido. Y para ello, Hegel, como otros filósofos que repudian el dualismo, ofrece argumentos trascendentales. Pero la razón más poderosa que proporciona Taylor para leer los primeros pasajes de PS como argumentos trascendentales yace en la estructura dialéctica que propone Hegel para la ciencia de la experiencia de la conciencia. En esta ciencia, cierto parámetro (yardstick) -inherente a la experiencia de la conciencia y a la de los procesos naturales del mundo en general- impulsa al protagonista de PS a recorrer una serie de figuras, mostrando en cada una de ellas la falsedad de su creencia, iniciando en la “conciencia natural” -o “conciencia precientífica”- y finalizando en la “conciencia científica”. Dicho de manera distinta: este recorrido de figuras que experimenta la conciencia es impulsado no por un factor externo, sino interno a ella, a saber, cierto parámetro que contiene su experiencia misma (OAP, p. 158). Puesto que la conciencia inicia con una creencia en la “Certeza Sensible” -la creencia de que lo más rico y lo más verdadero es aquello que se le presenta-, su parámetro hace que se dé cuenta de la unilateralidad de su creencia, abandonando esa figura y pasando a recorrer una nueva, en la cual se mostrará, una vez más, la falsedad de su creencia, hasta llegar a ser conciencia científica. Es decir, Hegel inicia el proceso de la conciencia -el que va

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de conciencia natural a conciencia científica- con cierta característica indudable de la experiencia. A través del recorrido de la conciencia, se muestra la incompatibilidad de ciertos modelos de conciencia con la característica primordial. Ello hace que la conciencia abandone la figura por una nueva. Pero en esta nueva figura hay una nueva característica indudable de la experiencia con la cual entra en conflicto la conciencia, continuando con el recorrido a la conciencia científica. Esto claramente, argumenta Taylor, es un argumento trascendental (OAP, p. 160), en el cual se evidencia cierta característica sin la cual la experiencia sería imposible. Para poner un ejemplo, en la “Certeza Sensible” se parte de la idea de que la conciencia es una conciencia lingüística. El sujeto de esa figura asegura, sin embargo, lo contrario. Pero es en su experiencia que se sabe conciencia lingüística, pasando a otro momento y a otro hasta saberse conciencia científica. Son estas tres razones las que proporciona Taylor para mostrar que no es descabellado leer los primeros pasajes de PS como argumentos trascendentales. A continuación, presentaré cada uno de los tres argumentos trascendentales que atribuye a Hegel en su lectura de PS.

III Ciertamente, asegura Taylor, en la “Certeza Sensible” se encuentra el primer argumento trascendental. Su conclusión, como ya he mencionado, es compartida por Wittgenstein, a saber, si realmente es conocimiento, entonces, el hablante debe poder expresarlo (OAP, p. 162). Claramente, argumenta Taylor, el propósito de Hegel y Wittgenstein, ante la conclusión de este argumento, es distinto: mientras que la intención de Wittgenstein es mostrar un coherentismo semántico -i. e., que las palabras del lenguaje sólo tienen significado dentro de una red de relaciones con otras palabras, la intención de Hegel es mostrar que no puede haber un conocimiento directo de particulares, sino que éste ha de estar mediado por conceptos (OAP, p. 163). Detengámonos, brevemente, en el argumento de Hegel. El argumento que proporciona Hegel, señala Taylor, es un argumento epistemológico. La conclusión de este argumento es la siguiente: todo conocimiento ha de estar mediado por conceptos. Aunque Taylor no lo

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argumenta de tal modo, son tres las principales razones que apoyan a esta conclusión, dos de carácter ontológico y otra de carácter ontológicolingüístico, a saber: (i) los particulares –e. g., ahora que escribo esta oración o cuando señalo por la noche a la luna y le digo a Laia, mi compañera de piso en Barcelona, allí está la luna– están destinados, por su propia naturaleza, a transcurrir, a desaparecer –e. g., ahora que escribo esta oración es ya otro ahora en el que escribí la primera, pero ambos han transcurrido para no volver-; (ii) los conceptos –e. g., los demostrativos ahora y allí– son permanentes –e. g., aun cuando se han ido los dos primeros ahora en el que escribí ciertas oraciones, el ahora de la oración “ahora que escribo esta oración” permanece–; (iii) los particulares, para que permanezcan, han de ser recogidos por los conceptos –i. e., el ahora y el allí fácticos han de ser expresados lingüísticamente– (OAP, pp. 163-1679). Si Laia, como es el caso del protagonista de la “Certeza Sensible”, quisiera tener conocimiento del ahora y del allí particulares que se le presentan a sus sensaciones, no podría, dado que, por la premisa (i), están destinados a desaparecer. Laia sólo podría tener conocimiento de esos particulares, por las premisas (ii) y (iii), conceptualizándolos. De allí que Laia, como se da cuenta el protagonista de la “Certeza Sensible” al final de la sección, sólo pueda tener conocimiento de algo si puede expresarlo. Éste es el primer argumento trascendental que encuentra Taylor en PS.

IV Laia, mi compañera de piso en Barcelona, podría objetar que, en el intento de aprehender objetos particulares –e. g., en mi intento de aprehender el momento, el ahora en que escribo estas oraciones– con el lenguaje no se puede lograr. Esto se debe, Laia podría argumentar, a que, para hacerlo, habría que hacer una lista infinita de descripciones, dada la riqueza en propiedades de los particulares –e. g., ahora que escribo estas oraciones es sombrío, frio, húmedo y nevado, hay un olor a tierra mojada, es silencioso y tranquilo, etcétera–. Pero con esta lista, Laia concluiría, sería imposible aprehender los objetos particulares mismos, dada su vasta condición natural en propiedades. De allí que ninguna lista de propiedades

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pueda caracterizar exhaustivamente al particular y, por ello, superar la dualidad entre el objeto y sus propiedades (OAP, pp. 168-169). En efecto, el objeto se muestra dual: como particular y como un sin número de propiedades. Esto no indica, no obstante, que con el lenguaje no se pueda caracterizar. Hegel proporciona, argumenta Taylor, dos argumentos para mostrar que, en su dualidad, el protagonista de PS no sólo percibe al objeto como tal, sino que puede caracterizarlo usando conceptos. Veamos a continuación cada uno de ellos. Aunque Taylor no lo expresa de la siguiente forma, el primer argumento trascendental que proporciona Hegel es un argumento lingüístico-ontológico. Su conclusión es la siguiente: no se puede operar con conceptos de propiedad sin atribuirlos a particulares y, vice versa, no se puede operar con particulares sin aplicarles algunos conceptos de propiedad (OAP, p. 169, 172). Por razones de comprensión, dividiré esta conclusión, que Taylor atribuye a Hegel, en dos conclusiones diferentes aunque complementarias. A la primera la llamaré conclusión ontológica: (CO) No se puede operar con propiedades sin atribuirlas a particulares y, vice versa, no se puede operar con particulares sin aplicarles propiedades.

A la segunda la llamaré conclusión lingüista: (CL) No se puede operar con conceptos de propiedades (predicados o términos generales) sin atribuirlos a conceptos de particulares (nombres o términos singulares) y, vice versa, no se puede operar con conceptos de particulares (nombres o términos singulares) sin aplicarles conceptos de propiedades (predicados o términos generales).

Taylor considera, implícitamente, que (CL) se desprende de (CO). Veámoslo a continuación. Las razones con las que Hegel podría apoyar (CO) son las siguientes: (i) hay diferentes tipos de propiedades –e. g., el librero que tengo a lado de mi ventana es de roble, su color es café, es sólido, tiene forma rectangular y goza de diferentes compartimentos–; (ii) las propiedades pertenecen a los objetos, no están aisladas –e. g., a mi librero le pertenecen todas las propiedades anteriores: ser de roble, café, sólido,

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etcétera–; (iii) en los objetos coexisten, contraponiéndose, diferentes propiedades –e. g., en mi librero coexisten la materia del roble, el color café, su solidez, etcétera, pero la solidez de mi librero se distingue de su color café y su color café se diferencia de su solidez, etcétera–; (iv) pero las propiedades de los objetos no son el objeto –e. g., el ser de roble, el color café, la solidez no son mi librero–; (v) aun cuando las propiedades de los objetos no son el objeto, éste no podría existir sin las primeras –e. g., mi librero no podría existir sin ser de roble, ni ser sólido, ni rectangular, etcétera–. De (i), (ii) y (iii) se sigue que no se puede operar con propiedades sin atribuirlas a particulares. Y de (iv) y (v) se sigue que no se puede operar con particulares sin aplicarles propiedades. El objeto, argumenta el Hegel de Taylor, es un particular donde coexisten propiedades; sin ambos, no podría existir como tal. Ahora bien, puesto que el objeto es un particular con una vasta cantidad de propiedades, al momento de caracterizarlo, han de usarse, como reflejo de la particularidad del objeto y sus propiedades, nombres –e. g., “librero”, “silla”, “árbol”, etcétera– y descripciones –e. g., “sólido”, “café”, “rectangular”, etcétera– conjuntamente; sin éstos sería imposible decir algo del objeto. Por ejemplo, al momento de dirigirme a mi librero, en mi intento de caracterizarlo, lo he de nombrar y describir, lo he de llamar “librero” y lo he de describir como un objeto “hecho de roble”, “de constitución sólida” y “de color café”, etcétera. Sin estas descripciones y sin el nombre asociado a las primeras sería imposible caracterizar a mi librero como tal. Por ello es que, al momento de caracterizar objetos, cuando nos dirigimos a ellos, no podemos operar con predicados sin atribuirlos a nombres y, vice versa, no podemos operar con nombres sin aplicarles predicados. La razón de ello se debe a la condición natural del objeto, la cual se refleja en el lenguaje al momento de caracterizarlo. Por tal razón, aunque infinita la lista de descripciones que se pueda hacer de los particulares, el protagonista de PS se da cuenta, al final de la sección, de que no es más que usando nombres y descripciones, asociados unos con otros, como logrará caracterizar la particularidad del objeto, dado que éste se muestra, y así lo percibe el protagonista, argumenta Taylor, como un particular con una pluralidad de propiedades. Esto es, la particularidad del objeto no se le escapa al protagonista de PS en su pluralidad de propiedades, sino que en esta

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pluralidad de propiedades se muestra la particularidad del objeto. Usando nombres y descripciones conjuntamente es como el protagonista de PS logrará caracterizar la dualidad del objeto y, con ello, aprehenderlo. Se preguntará, sin embargo, ¿qué es lo que hace que el objeto se mantenga, en su pluralidad de propiedades, como una unidad? La respuesta, argumenta Hegel, es la fuerza (Kraft) interna al objeto. De esta idea, se desprende el tercer argumento trascendental que encuentra Taylor en los primeros pasajes de PS. Su conclusión es la siguiente: el protagonista de PS no podría tener la experiencia que tiene de los objetos como propiedades a menos que estos objetos sean aprehendidos como el lugar de propiedades y relaciones causales (OAP, p. 174). Esto es, la fuerza interna al objeto es la que constituye al objeto como una unidad de relaciones causales entre sus propiedades; es esta fuerza la que hace que el objeto, en su pluralidad, se constituya como particular. Pero es esta fuerza interna al objeto la que hace también que el protagonista de PS perciba al objeto y lo logre caracterizar lingüísticamente como tal en su diversidad, como particular, como una unidad diversa en propiedades (OAP, p. 181).

V Son éstos los tres argumentos trascendentales que encuentra Taylor en los primeros pasajes de PS, a saber: el de la “Certeza Sensible” –aquél que afirma que no puede haber conocimiento sensible a menos de que pueda ser expresado–; el de la “Percepción” –en el cual se argumenta que no se puede operar con conceptos de propiedad sin atribuirlos a particulares y, vice versa, no se puede operar con particulares sin aplicarles algunos conceptos de propiedad–; y el del “Entendimiento” – donde se concluye que el protagonista de PS no podría tener la experiencia que tiene de los objetos como propiedades a menos que estos objetos sean aprehendidos como el lugar de propiedades y relaciones causales–. Con estos tres argumentos trascendentales, argumenta Taylor, Hegel inicia su Fenomenología. Pero también con estos tres argumentos trascendentales, Hegel critica el modelo cartesiano/empirista de la mente. Sobran, sin embargo, las preguntas siguientes: ¿pueden calificarse los

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argumentos que proporciona Hegel en contra del modelo cartesiano/ empirista como argumentos trascendentales? Si efectivamente es el caso, ¿qué ventajas tiene leer dichos argumentos como tales? Si no es el caso, ¿cuáles son los inconvenientes de leer dichos argumentos como trascendentales? A estas preguntas, como dije ya al inicio de esta presentación, han respondido muchos filósofos. A ellas tratarán de responder, con sus artículos, Robert Stern, Gustavo Macedo y Pablo Lazo en este Dossier sobre el artículo de Taylor.

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