2010 | «felipe gonzález vicén en alemania» (por: josé m. garcía gómez del valle, en: \'el perseguidor\', diciembre de 2010)

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Descripción

J. M. GARCÍA GÓMEZ DEL VALLE: «Felipe González Vicén en Alemania» [Artículo de periódico, en: El Perseguidor 2010]

ARTÍCULO DE PERIÓDICO «Felipe González Vicén en Alemania» por JOSÉ M. GARCÍA GÓMEZ DEL VALLE en: El Perseguidor. Suplemento cultural del periódico Diario de avisos, 4 de diciembre de 2010, pág. 5.

En una entrevista de 1986 Felipe González Vicén reconocía que su trabajo intelectual estaba vinculado fundamentalmente al pensamiento alemán, que casi toda su obra estaba «orientada o basada en fuentes alemanas». Según comentaba retrospectivamente, «lo cierto es que sólo en Alemania encontré respuesta a las inquietudes y problemas que me aquejaban». Este hecho, fácil de corroborar ojeando sus escritos, vino necesariamente determinado por su propia trayectoria vital: a principios de los años 30 realiza varias estancias de ampliación de estudios en importantes universidades alemanas; tras el estallido de la Guerra Civil emigra a Alemania, donde le acogen familiares y amigos, y donde permanecerá hasta mediados de los años 40. Tras ser readmitido como catedrático de filosofía del derecho y enviado a la Universidad de La Laguna, volverá a Alemania como profesor invitado a partir de la década de los 50. Sus primeras estancias en Alemania las relata el propio González Vicén en la introducción a sus ejercicios de oposición a cátedra de 1934. Se dirige en primer lugar a Colonia, en 1932. Allí es testigo de la polémica entre H. Kelsen y C. Schmitt, y queda impresionado por el novedoso tratamiento de los problemas jurídicos de Schmitt, que reivindica para el conocimiento del derecho una mediación de lo histórico y lo sistemático desde un punto de vista decisionista alejado del formalismo de la época. Posteriormente estudiará en

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Francfort, Marburgo y Berlín, donde profundizará en el pensamiento de Kant y del Idealismo alemán. En esas universidades, además, y de la mano de sus estudios de la filosofía clásica alemana, entra en contacto con las corrientes filosóficas más relevantes de la época: el neokantismo en los cursos de discípulos directos de H. Cohen y E. Cassirer, la ontología fundamental de M. Heidegger a través de la interpretación de la filosofía moral kantiana por parte de G. Krüger, o la ontología de N. Hartmann, siguiendo su lectura de Hegel y la filosofía del Romanticismo alemán. De este modo, según comenta el propio González Vicén, consiguió huir «del peligro de la unilateralidad». Y, de hecho, la reivindicación del carácter central de los problemas éticos y jurídicos en el pensamiento de Kant, tanto en su trabajo de cátedra de 1934 como en su obra Kant y la filosofía del Estado, depende en buena medida de su toma de contacto con tan diferentes acercamientos a la filosofía kantiana durante estos primeros años en Alemania, en la medida en que se articula contra una orientación exclusivamente epistemológica y como ensayo de superación de la lectura típicamente neokantiana. En esta época traba amistad con importantes intelectuales alemanes, aunque también es consciente de las sombras que se ciernen sobre Alemania con la llegada al poder de los nazis, una situación que describe como «de crisis profunda en todos los aspectos, de quiebra en muchos conceptos que nosotros hemos convenido a identificar con la concepción occidental de lo jurídico». Y es en este sentido que tras su estancia en Berlín en 1934 declara: «he visto las universidades desoladas y la consciencia docente y profesional de los maestros rotas en mil pedazos». Esta lucidez ante la irrupción del nazismo en el mundo universitario y cultural germano, hace si cabe más paradójico que

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González Vicén, huyendo de la persecución de los fascistas españoles, pudiera encontrar refugio en la Alemania nazi, es decir, que, expulsado de su cátedra en la Universidad de Sevilla e inhabilitado además para cualquier cargo docente por defender los valores democráticos y humanistas de la cultura europea, tuviera que presenciar la movilización total y la asimilación de la sociedad y la academia alemana bajo el nazismo. En 1937 ofrece un ciclo de conferencias en las Universidades de Marburgo y Berlín, que será la base de un libro sobre filosofía del derecho española y alemana, publicado en alemán por la editorial Mohr de Tubinga. En esa época era considerado ya en círculos académicos como «un extraordinario conocedor de la filosofía alemana» (W. Krauss). Trabaja como docente en la facultad de lenguas románicas de Berlín y publica en años siguientes artículos y

recensiones

en

prestigiosas

revistas

alemanas

que

se

centran

fundamentalmente en problemas de la cultura y la literatura española. Sin embargo, en estos estudios literarios se hace notar el bagaje filosófico adquirido en los años de formación en Alemania: en la presencia de Hegel y Kierkegaard en su confrontación con Unamuno, en la altura conceptual con que expone el problema de la figura de Don Quijote y el complejo cultural de la generación del 98, por ejemplo, o en el uso que hace de la analítica existencial de Heidegger para situar el pensamiento de Donoso Cortés. Su vinculación con Alemania, con su cultura y su literatura, con la teoría del derecho y la filosofía clásica alemana, tuvo continuidad tras su vuelta del exilio con estancias como profesor invitado, pero, sobre todo, con sus rigurosos estudios y sus magníficas traducciones. Vertió al español obras de Kant, Hegel y Nietzsche, textos literarios y de teoría del derecho, estudios históricos y

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filológicos. Podría decirse que, con ello, González Vicén consiguió acercarnos, al menos un poco, a ese mundo que despertó sus «primeros entusiasmos» filosóficos y en el cual encontró respuesta a sus inquietudes intelectuales, el de las universidades alemanas concebidas aún según el modelo de W. v. Humboldt (un mundo perdido y, al menos en su propia motivación fundacional, tan alejado de la frivolidad y el mercantilismo que en toda Europa se erige en norma para nuestros actuales centros superiores de enseñanza).

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