2009 Elaboración de una colección de referencia de almidones con utilidad arqueológica. En: Entre Pasados y Presentes II. Estudios contemporáneos en Ciencias Antropológicas. T. Bourlot, et al eds. Pp. 99-112. Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de Azara
Descripción
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Elaboración de una colección de referencia de almidones con utilidad arqueológica1 Juan M. Dabezies*
Descripción del problema Este trabajo tiene como objetivo aportar datos para el desarrollo de una metodología que permita identificar vegetales a nivel micro en el registro arqueológico. Se trata de una colección de referencia de granos de almidón de vegetales con potencial económico, de acuerdo a trabajos previos que han pon‐ derado el uso de estos vegetales. Específicamente, apunta a generar herramientas concretas para realizar aná‐ lisis funcionales de piezas arqueológicas. Este tipo de enfoque transita un camino más directo hacia la funcionalidad artefactual, ya que se basa en indica‐ dores directos de uso, a diferencia de otros tipos de análisis –por ejemplo: tec‐ nológico, morfológico, etc.– que intentan determinar la función en base a indicadores indirectos. A su vez, el Análisis Funcional permite contrastar hipó‐ tesis funcionales derivadas del análisis tecnológico (Castro 1997). A partir de los ‘80 los estudios sobre funcionalidad de artefactos líticos se han centrado en el análisis de restos o impregnaciones de las sustancias trabajadas. Frecuentemente se trabaja con el análisis de distintos tipos de partículas micros‐ cópicas de origen vegetal, orgánicas o inorgánicas, que tienen valor taxonómico, ya que están determinados genéticamente –por ejemplo, silicofitolitos, gránulos de almidón, polen, etc.– (Babot 2001a, 2001b). Cuando una planta muere, sus partes orgánicas se descomponen pero este tipo de microrrestos pueden ser liberados y acumulados en un lugar próximo, con buenas expectativas de con‐ servación como componentes estables en suelos y artefactos (Mulholland y Rapp 1992; Piperno 1988). Aunque cabe destacar que las expectativas de conser‐ vación son bastante mayores cuando estos microrrestos permanecen adheridos a las superficies o en instersticios de artefactos líticos o cerámicos (Juan‐Tresse‐ rras 1990‐92), protegidos de los factores bióticos –bacterias, enzimas y hongos– y abióticos –variaciones del ph del suelo, temperatura y humedad– (Haslam 2004). 1 Este trabajo es producto de un proyecto de Iniciación a la Investigación financiado por la Comisión Sectorial de Investigación Científica (Universidad de la República, Uruguay), fondo Jóvenes Investigado‐ res (2004). * Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad de la República, Uruguay. Maes‐ trando en la Universidad Católica de Rio Grande del Sur, Brasil.
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El almidón es un hidrato de carbono que se presenta en forma de gránulos con birrefringencia, los cuales se muestran negros con una cruz de extinción blanca al ser observados con luz polarizada. Aunque se depositan en todo el cuerpo de la planta, son más comunes, abundantes y diagnósticos los denomi‐ nados almidones de reserva que se depositan en los amiloplastos –a diferencia de los almidones transitorios o de asimilación, producidos en los cloroplastos y pre‐ sentes fundamentalmente en las hojas–, que se hallan en órganos de almacena‐ miento como las semillas, raíces, tubérculos, rizomas y bulbos (Esau 1976; Haslam 2004; Mulholland y Rapp 1992). Si bien su naturaleza torna difícil la preservación por la acción bacteriana o procesos fisico‐químicos del suelo, al quedar atrapados en los intersticios de las superficies activas de piezas arqueológicas pueden evadir los procesos de des‐ composición (Haslam 2004; Piperno y Holst 1998). Su alto valor energético, sumado a la abundancia almacenada en diversos órganos vegetales en diversos vegetales, ha hecho que el almidón juegue un rol muy importante en las dietas pasadas y presentes (Haslam 2004).
El problema en la zona de estudio La zona de las Tierras Bajas de la Cuenca de la Laguna Merín, a nivel arqueo‐ lógico, se caracteriza por la presencia de los popularmente llamados Cerritos de Indios. Según los resultados arrojados hasta el momento, los primeros túmulos fueron construidos en una época de niveles de mar elevados, con condiciones extremas de circulación y tránsito. Desde el punto de vista económico‐logístico, estos túmulos ocupan lugares estratégicos con arcos de visibilidad de no menos de 180°, cercanos a ambientes de alta productividad estacional (López 1998). Según las hipótesis más difundidas, los habitantes del Holoceno Medio eran básicamente cazadores, recolectores y pescadores, con un contacto fluido con la costa oceánica, en la cual fue de suma importancia la caza de mamíferos mari‐ nos complementada con la pesca, la captura de ballenas, franciscanas, moluscos y bivalvos. En el continente, la caza se centró en cérvidos, venados y animales de menor porte (López 2001). Entre el III y el II milenio AP ocurre un descenso de las tierras inundables, liberándose terreno habitable donde se construyen nuevos túmulos. Este evento, que se da paralelamente a la reutilización de túmulos ya existentes, cambios en la dieta (amplio espectro) y aparición de la cerámica, expresa una mayor territorialidad (López 1998). La economía de amplio espectro estaría basada en un incremento en la dieta de animales de menor porte como roedo‐ res, peces, aves, armadillos, etc. Paralelamente, se habría dado una intensifica‐ ción en la explotación de recursos costeros –moluscos, peces, mamíferos marinos–, pequeños roedores y aves (López 2001). Uno de los cambios más importantes de este período es la explotación de ciertos “cultígenos clásicos para América”, como maíz (Zea mays), zapallo (Cucurbita sp), porotos (Phaseolus sp) y tubérculos (Cana sp) (Iriarte et al. 2004).
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Paralelamente a estos cambios económicos ocurre un cambio tecnológico. Se le suma a la industria de talla –puntas de proyectil, raspadores, raederas– la tec‐ nología de abrasión y pulido, como es el caso de los morteros, los cuales sugie‐ ren el procesamiento de recursos vegetales (López 2001). Surgen así elementos técnicos específicos de los sitios costeros, como ser las piedras con abrasión, las pesas de red, artefactos dentados elaborados sobre material malacológico y artefactos de molienda que podrían estar asociados a la elaboración de harinas de pescado (De Lery 1994; Schmidel 1986). Otro instrumento de abundante pre‐ sencia para la región son los rompecocos, los cuales, según algunas crónicas, podrían estar asociados al procesamiento especializado (elaboración de harina) de los frutos de Butia capitata (César 1981). La funcionalidad atribuida a este artefacto de gran dispersión en Uruguay, Brasil y Paraguay, es puesta en tela de juicio por Boretto (1970) quien afirma que atribuir la función de rompe cocos a toda piedra con hoyuelos es una posición totalmente reduccionista. Con la finalidad de dimensionar el papel de los recursos vegetales, hasta el momento reducidos al fruto de la palma Butia capitata –ya que se encontraron macrorrestos carbonizados en contextos arqueológicos–, a partir de los años ‘90 se realizaron los primeros estudios de silicofitolitos –partículas biosilíceas de origen vegetal con un alto potencial de conservación–. Estos primeros trabajos se centraron en el estudio de muestras de sedimentos y tenían como objetivo determinar la presencia/ausencia de vegetales cultivados entre estos grupos, obteniéndose como resultado la presencia de cultígenos típicos para la región, como Zea mays, Cucúrbita sp. y Phaesolus vulgaris (Olivero y Campos 2001). Pero más allá de estos cultígenos, recientemente se ha reportado la presencia de varias especies silvestres en matrices sedimentarias, como por ejemplo Canna glauca, Thypha dominguensis, Cyperus sp. y Scirpus sp. (Capdepont et al. 2005; Iriarte et al. 2004). Los antecedentes específicos más relevantes respecto al análisis de micro‐ vestigios vegetales en artefactos de molienda en la zona de estudio son el de Capdepont y colaboradores (2005) y el de Iriarte y colaboradores (2004). En el primero se estudiaron muestras provenientes de morteros y cerámicas del sitio Guardia del Monte mientras que en el segundo, diversos artefactos del sitio Los Ajos, en una zona arqueológica también adscripta a sitios del tipo Cerritos de Indios. En esta zona, los trabajos con artefactos de molienda han sido análisis más que nada de corte tecnotipológico. En los casos que se han realizado trabajos de tipo funcional, éstos se han basado en la presencia/ausencia de microrrestos en contextos arqueológicos como indicador, “indicando” o “sugiriendo” el procesa‐ miento de recursos vegetales (López 2001). En general, los que han utilizado el manejo de microrrestos vegetales –gene‐ ralmente silicofitolitos– no cuentan con colecciones de referencia de vegetales actuales –al menos publicadas– con las cuales realizar las analogías, ni tampoco existen convenciones totalmente aceptadas. Si bien a nivel de silicofitolitos ya existe bastante bilbiografía y discusiones en torno a ciertos vegetales –como por ejemplo el maíz–, la situación es bastante diferente en lo que refiere al uso de
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almidones como indicadores. Y aún más compleja es la situación cuando nos ubicamos a nivel de los recursos vegetales con potencial económico presentes a nivel local, ya que existen una importante cantidad de vegetales con este poten‐ cial (del Puerto 2003), los cuales deben ser estudiados sistemáticamente. Creemos que un trabajo de base debe ser llevado a cabo a fin de poder esta‐ blecer ciertas convenciones en el manejo arqueológico de almidones y, para la zona de estudio, continuar el trabajo de base realizado por del Puerto (2003) en la selección de vegetales con potencial económico. Con la elaboración de colec‐ ciones de referencias y de tipologías, apuntamos a lo que propone Torrence y colaboradores (2004), en cuanto a analizar diversas variables y no centrarnos exclusivamente en aquellos elementos diagnósticos. En este sentido, creemos fundamental el trabajo realizado por Korstanje y Babot (2007) en la elaboración de una colección de referencia de diversos tipos de microrestos para vegetales con importancia económica.
Materiales y métodos En este trabajo nos centramos en los almidones de reserva, ya que considera‐ mos son los más relevantes a nivel económico‐arqueológico, aunque por supuesto es de suma importancia el análisis de los almidones transitorios para una delimitación sistemática de ambos tipos de almidones. En primer lugar, se generó una lista de vegetales con potencialidad arqueoló‐ gica. Esta lista fue elaborada fundamentalmente en base al cruzamiento de datos ponderados en la tesis de del Puerto (2003) y en otras publicaciones (Cap‐ depont et al. 2005; César 1981; Iriarte et al. 2004; Montaldo 1972; Olivero y Cam‐ pos 2001;), en base a la consulta con botánicos –Ing. Agr. Eduardo Alonso, Departamento de Botánica, Facultad de Química; Lic. César Fagundez y Felipe Lezama, Sección Ecología, Facultad de Ciencias– y en base al relevamiento de usos tradicionales de ciertos vegetales en las zonas donde se obtuvieron algu‐ nas muestras. Una vez colectadas, las muestras fueron inventariadas y acondicionadas para ser herborizadas de acuerdo a lo sugerido por Gary J. Martin (2000). En ocasio‐ nes no fue posible colectar las especies exactas que se buscaban, por lo cual se colectaron especies del mismo género. Gracias a estas actividades de colecta se generó el herbario, del cual se obtienen los datos concretos que apuntan a la identificación microscópica de vegetales en el registro arqueológico. El segundo tipo de actividades que se llevaron a cabo corresponden a la con‐ fección de los preparados para observación, los cuales fueron obtenidos lavando el vegetal con agua destilada, raspando o macerando la parte almido‐ nosa del vegetal y montándola en agua sobre el porta objetos. Esta es la forma más sencilla de generar un preparado, la cual fue utilizada para testear la pre‐ sencia/ausencia de almidones en partes dudosas. Pero se trabajó con varios tipos de preparados según los objetivos de la observación. En los casos que se buscaba una mayor refringencia o movimiento para observar el grano en diver‐
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sas posiciones (Cortella y Pochettino 1994), los preparados fueron montados en glicerina tal cual sugiere T. Wallis (1968); en los casos que se dudaba en la iden‐ tificación de los granos o que se quería resaltar ciertos atributos, se agregaba lugol al preparado. Finalmente, en los casos en que se pretendía obtener un pre‐ parado definitivo totalmente sellado y fijo, se montaba con entellan, o en su defecto se montaba en glicerina y se sellaba con entellan. En aquellos casos en los cuales el vegetal presenta más de una parte almido‐ nosa (por ejemplo: rizomas, raíces, estructuras de reserva), de cada individuo colectado en campo se extraen varias muestras para montar. El tercer tipo de actividades corresponden a la observación microscópica y al fotografiado de las muestras, para generar así la base de fotomicrografías de la colección de referencia. Los preparados fueron observados con objetivo de 40X en la mayoría de los casos, aunque en ciertas ocasiones en las cuales se buscaba un mayor detalle, la observación se realizó con objetivo de 100X. Luego de un período inicial de ajuste de la técnica, se comenzó con el fotografiado de los pre‐ parados con una cámara de video Sony CCD‐IRIS adaptada al microscopio, con tarjeta digitalizadora VHXtreme. La técnica seguida para la toma de fotografías fue de barrido aleatorio por bandas del preparado. Se tomaron fotografías a 40X aunque en ocasiones a 100X. La base de datos sistemática compuesta por las fotomicrografías está rea‐ lizada a 40X. Las fotos fueron tomadas con luz normal y con luz polarizada, una con cada tipo de luz por visión de celda. La toma de fotografías estuvo acompañada por una ficha, en la cual se enumeran las imágenes y se realizan observaciones, generándose así un registro complementario de las fotomicrografías. La canti‐ dad de fotografías no fue constante ya que depende del tamaño y densidad de granos de almidón en el preparado, lo cual condiciona la cantidad de éstos por celda –o sea, por foto–. El cuarto tipo de actividades que se realizaron conciernen al análisis en base a las fotografías. En el caso de los almidones el análisis se llevó a cabo de acuerdo a criterios propuestos fundamentalmente por Babot (2004), Babot et al. (2006), Cortella y Pochettino (1994), Juan‐Tresserras (1990‐92), Therin (1998 en Lentfer 2002), Torrence (2006), Torrence et al. (2004) y Wallis (1968). En base a éstos se elaboró una lista de criterios relevantes, los cuales en algunos casos deben ser analizados críticamente. En primer lugar para llevar a cabo el análisis se ubica el grano dentro de la foto, para saber cuál se está describiendo. Para tal función se divide la fotomi‐ crografía en 4 cuadrantes y se ubica el grano aproximadamente dentro de cada uno. Luego se relevan las variables. Los atributos relevados fueron: –
Forma: descripción cualitativa (Babot 2004; Babot et al. 2006; Cortella y Pochettino 1994; Juan‐Tresserras 1990‐92; Therin 1998 en Lentfer 2002; Torrence 2006; Torrence et al. 2004; Wallis 1968). En primera instancia se reali‐ zaron dibujos de los granos observados. Luego se elaboraron once tipos, en donde se tomaron las relaciones entre largo máximo y ancho máximo para
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–
– – –
–
–
–
–
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establecer diferencias en la forma. Si obviamos estas diferencias, tendríamos solo seis tipos –ya que para la forma arriñonada no se registraron variantes significativas en la relación largo‐ancho– (ver cuadro 1). Otro aspecto signifi‐ cativo en la elaboración de los tipos, fue que el relevamiento morfométrico estuvo orientado a nivel de dos dimensiones, mientras que el morfológico a nivel de tres. Esto puede ocasionar algunos problemas con los tipos morfoló‐ gicos que se diferencian únicamente por la relación largo‐ancho, aunque cree‐ mos que esto no es igualmente útil si queremos hilar más fino. La nomenclatura seguida, si bien se basó en los autores citados líneas arriba, fun‐ damentalmente estuvo orientada por los trabajos de Babot (2004), Babot et al. (2006). Ver cuadro1. Visión: posición del grano respecto a la ubicación del hilum. Se trabajó con las categorías propuestas por Torrence (2006) y Torrence et al. (2004): céntrica (hilum central), excéntrica (hilum fuera del centro) y lateral (hilum no visible) Agregación: refiere al estado de agregación de los granos –de todas maneras siempre se analizan los granos de forma individual– (Wallis, 1968). Largo y ancho máximos: medición en micras (Cortella y Pochettino 1994; Therin 1998 en Lentfer 2002; Torrence et al. 2004; Wallis 1968). Hilum: refiere al tipo de hilum (Cortella y Pochettino 1994; Therin 1998 en Lentfer 2002; Torrence 2006; Torrence et al. 2004; Wallis 1968). Se realizó una tipología de hilums. Los tipos son: puntiforme, en ombligo, en estrella y alar‐ gado. Estrías: pequeñas fisuras presentes en el grano. Se acentúa su visibilidad al teñir con lugol (Cortella y Pochetinno 1994; Torrence 2006; Torrence et al. 2004; Wallis 1968). Se realizó una tipología en base a Wallis (1968): tangenciales al hilum, perpendiculares al hilum, perpendiculares en contacto con el hilum – estas últimas en ocasiones dificultan la identificación del tipo de hilum–. Lamella: son líneas continuas y regulares dispuestas de forma concéntrica respecto al hilum. Se relevó presencia/ausencia (Therin 1998 en Lentfer 2002; Torrence 2006; Torrence et al. 2004). Cruz de extinción: se realizó una tipología de cruces en base a Torrence (2006) y Torrence et al. (2004). Los tipos son recta, alargada recta, recta en Y, curva. Se relevó el ángulo mayor en las cruces rectas y el menor en los otros tipos de cruces. Facetas: se relevaron las facetas por grano y se diferenciaron aquellas facetas cóncavas (Torrence 2006; Torrence et al. 2004).
Se trabajó con una ficha de análisis codificada, en base a la cual se realizó el análisis cuantitativo. El objetivo de este análisis no fue solamente definir tipos diagnósticos que nos permitan identificar la especie vegetal, sino también relevar diversas características de los granos de almidón que nos permitan interrelacionar atributos sustentados estadísticamente. Para este fin se releva‐ ron variables discretas y continuas de acuerdo a los criterios que se manejan en la ficha de trabajo, las cuales son ponderadas en base a su potencial diag‐
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nóstico. Se trabajó con el software Image Tool, para realizar las mediciones microscópicas. Cuadro 1. Tipología de formas elaborada en base al universo relevado
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Resultados Se trabajó analizando muestras de un mínimo de 100 granos por especie, aplicándoles tratamientos de estadística descriptiva para su caracterización. Con la finalidad de caracterizar las formas de los granos de almidón, se realizó una tipología de formas en base a todas las formas encontradas en las muestras relevadas. Esta tipología de formas, se consideró universal para todas las espe‐ cies, de tal manera que sea posible manejar un mismo lenguaje en la compara‐ ción de formas entre las diversas especies. Cuadro 2. Atributos cualitativos relevados en el análisis de almidones Cruz
Hilum
Descrip.
Descripción
Genero y especie
n
Arachis hypogaea
100
Recta (98%)
Zea mays
249
Recta (93%)
Estrías
Perpendiculares en contacto con el (63%) hilum (13%) Excepcionalmente Puntiformes (29%) (1%) Ombligo (28%) Puntiformes
Lamella
Facetas por grano (%)
Ausente
Despreciable
Ausente
Muy bajo (2)
Estrella (20%) Oxalis articulata var articulata
100
Curva (30%)
Ausente (90%)
Ausente
Ausente
Despreciable
Generalmente no está presente
Ausente
Ausente
(2,7%)
Ausente
Presente (100%)
Ausente
Muy poco frecuentes
No
(1,2%)
No
Despreciable
Si: (30%)
Muy bajo (0,1%)
Ausente
Bajo (1%)
Alargada recta (26%) Manihot esculenta
279
Canna glauca
100
Ipomoea batatas
110
Phaseolus vulgaris
108
Vigna luteola
100
Typha dominguensi
100
Recta (62%)
Alargada recta (6%) Curva (44%) Puntiforme (92%) Alargada recta (35%) Presencia baja Alargada recta (50%). Dominan (37%) puntiformes
Alta presencia Presencia baja (50%). PerpendiRecta en Y (41%) (50%). Alargado culares en (10%) contacto con el hilum (25%) Poco presente Recta (68%) (53%). Es puntiAusente forme (43%) Ombligo (49%); es Recta (36%) Ausente probable que no esté (41%)
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Los otros atributos relevados fueron elementos fundamentales a la hora de hacer la tipología por especie. En el Cuadro 1 se presentan los tipos elaborados y sus variantes de acuerdo a las posiciones del grano. Cabe resaltar que existen tipos posibles teóricamente, pero solamente fueron considerados los casos observados en las muestras. En el Cuadro 2 y la Tabla 1 se exponen los resulta‐ dos de la caracterización. Las formas relevadas para cada especie fueron las siguientes: Arachis hypogaea: esférica (70%) y arriñonada (19%). Zea mays: esféri‐ ca (79%) y esferofacetada (19%). Oxalis articulata: ovoide (34%), oval (28%), esfé‐ rica (14%), ovalfacetada (11%), esferofacetada (8%) y piriforme larga (5%). Manihot esculenta: plano‐convexa ancha (60%) y piriforme ancha (27%). Canna glauca: ovoide ancha (56%), ovoide larga (37%) y piriforme ancha (7%). Ipomoea batatas: piriforme ancha (34%), plano‐convexa ancha (33%), esférica (25%) y oval (2%). Phaseolus vulgaris: oval (40%), esférica (25%), esferofacetada (16%), arriño‐ nada (13%) y plano‐convexa larga (3%). Vigna luteola: esférica (62%), oval (21%) y plano‐convexa ancha (16%). Typha dominguensis: esférica (38%), esferofacetada (37%), plano‐convexa ancha (17%), piriforme ancha (5%) y oval (3%). Tabla 1. Atributos morfométricos y valores respectivos relevados en el análisis de almidones Genero y especie Arachis hypogaea
Largo max (micras) %
Máx. Mín.
Ancho máx (micras)
Coef. Var .(%)
%
Máx.
Mín.
Área (micras)
Coef. Var. (%) 21,6
Coef. Var .(%)
%
Máx.
Mín.
50,1
117,3
10,86
42
8,1
13,5
4,44
22
7,4 10,86
3,42
Zea mays
12,8
46,9
4,73
30,4
11,4 20,95
3,4
26,3 123,3
409,3
12,7
49
Oxalis articulata
15,3
23,9
5,2
22,3
10,2 16,96
4,1
24,5 130,2 453,36
11
49,2
Manihot esculenta
10,4
18,5
3,5
32,6
9,1 18,49
1,3
35
83,6
300,5
7,5
65,2
Canna glauca
42,3
69,3
16,9
23,8
33,4
55,7
9,1
27,2
1166
2743
148,1
46,7
Ipomoea batatas
14,8
28,7
5,5
31,7
12,5
26,1
1,4
32,8 155,8
607,1
19,66
63,4
Phaseolus vulgaris
22,1
37,7
9,8
28,9
15,3
32,2
8,7
22,2 290,2
761,8
63,4
46
Vigna luteola
22,1
46,3
1,9
31,2
17,5
30,7
2,5
29,1 337,6
789,5
25,5
48,2
Typha dominguensis 11,3
18,7
6,3
22,1
9,9
16,2
5,3
19,3 92,25
234,8
26,1
41,4
A partir de estos datos y en base a la ponderación de atributos, fue posible establecer algunos aspectos diagnósticos para cada especie: Arachis hypogaea: Dimensiones pequeñas. Pequeñas facetas. Forma arriñonada. Volumen en már‐ genes del hilum. Zea mays: Hilum en estrella (grande en relación al grano). Hilum en ombligo (grande en relación al grano). Oxalis articulata: Cruces cur‐ vas. Manihot esculenta: Facetado con concavidades. Canna glauca: Tamaño grande. Presencia de lamella. Muesca. Ipomoea batatas: Gran abundancia de face‐ tas generalmente cóncavas. Phaseolus vulgaris: Estrías generalmente en contacto con hilum. Forma arriñonada. Vigna luteola: Alta refringencia (cruces rectas). Ocasionalmente presenta lamella. Typha dominguensis: El hilum cóncavo rodeado por bordes elevados.
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Consideraciones finales Si bien todas estas especies relevadas presentan atributos característicos, no todas las especies tienen el mismo valor diagnóstico. Incluso pueden tener diversas características particulares, pero ya sea por la baja frecuencia de pre‐ sencia de éstas por grano o por la necesidad de aparecer asociadas, no son de alto valor diagnóstico. Dentro de la muestra relevada pudimos observar especies cuyo valor diag‐ nóstico es mayor, o sea, que la posibilidad de identificar la especie a partir del grano de almidón es alta, pero existen otras en las cuales hay mayores posibili‐ dades de errar la identificación específica. Podemos referirnos a las especies Canna glauca, Phaseolus vulgaris, Manihot esculenta e Ipomoea batatas como espe‐ cies con alto valor diagnóstico, mientras que Typha dominguensis y Zea mays pue‐ den ser consideradas como especies con buen valor diagnóstico. Pero por otra parte, las restantes especies no presentan muchas posibilidades de identifica‐ ción de especie vegetal a partir del análisis de los granos de almidón, máxime si consideramos un trabajo con almidones arqueológicos. Por otra parte, en cuanto a la discusión de los atributos relevados debemos señalar que algunos de ellos fueron descartados en la consideración final por especie. En el caso de la medición del ángulo de las cruces de extinción, creemos que ésta es demasiado dependiente de la intensidad de la luz y del grado de polarización, lo cual hace que las medidas tomadas sean demasiado variables y no respeten fielmente el ángulo. Para tales medidas debe considerarse un único nivel de polarización, lo cual resulta difícil considerando las interferencias en el campo de observación y las características particulares de cada preparado. En cuanto a los tipos de formas la estrategia seguida, en la cual se realizaron tipos únicos para todas las especies, es reductora respecto a las formas reales. Creemos que debe seguirse alguna nomenclatura estandarizada para resolver estos problemas. Un caso posible a seguir es el de la Internacional Code for Phytolith Nomenclatura 1.0 (ICPN) (Madella et al. 2007), pero por supuesto debe ser adaptada.
Agradecimientos Fundamentalmente a Laura del Puerto por todo el apoyo, el tiempo que me dio y la inagotable paciencia. También a Hugo Inda, Irina Capdepont, Carola Castiñeira y Felipe Garcia Rodríguez, y en general a todas las personas de UNCIEP, que me dejaron trabajar en el laboratorio. A Jose Lopez Mazz por el apoyo continuo y sus oportunos consejos. A Pilar Babot y José Iriarte que me orientaron con consejos y material para el acabado del trabajo. A Cesar Fagun‐ dez y Felipe Lezama por el apoyo en las colectas de campo y en la ayuda en la identificación de especies.
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