(2009) Nuevo análisis de los artefactos líticos del complejo Ayacucho

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Descripción

Estos noventa años, han sido difíciles, llenos de aciertos y riesgos, repletos de datos acumulados y de colecciones arqueológicas casi fundacionales de la memoria material de nuestro país. No es el museo más grande del país, pero sí el más emblemático, el que permitió el nacimiento de otros museos, el que motivó los mejores y más importantes descubrimientos de la arqueología peruana. Todo esto puede resultar abrumadoramente importante en nuestra sociedad, pero no es así. Aún, después de 90 años, seguimos luchando por más recursos, mas espacio, mejores condiciones, más personal y más consideración. Esto amerita una fuerte autocrítica, con el único y tal vez, estratégico objetivo de sensibilizar conciencias oficiales, administrativas y públicas. Algo debe estar funcionando mal en la gestión del MAA para que tengamos que estar permanentemente buscando recursos, mejores condiciones, mayores oportunidades; y no es que el museo no haya producido en todo este tiempo, de más está recordar los emblemáticos trabajos de la revista Arqueología y Sociedad y las clásicas “reinauguraciones” de las exposiciones “Orígenes del Perú” e “Instrumentos musicales del antiguo Perú”, las cuales sirven para establecer un estado de la cuestión en esos temas de la arqueología peruana. Será tal vez el tipo de museo, el “Universitario”.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Evaluando las problemáticas de otros museos universitarios en el Perú y en el extranjero, nos damos con la sorpresa que son similares. Salvando ciertas distancias presupuestales, todos, sin excepción, tenemos el problema de la conexión con la población universitaria y específicamente con los estudiantes de la especialidad. Todos, de alguna forma, concentramos nuestros esfuerzos en la investigación de colecciones y en la generación de publicaciones. Todos, sin excepción, pretendemos trascender los límites de la universidad y plantear una propuesta comunicacional para toda la población en general. En este diagnóstico general de las características de un museo universitario, descubrimos un punto crucial. Todos o casi todos los museos universitarios ejercitan intensamente la opción académica, experimental, de vanguardia y renovadora de los museos de su comunidad. Somos algo así como laboratorios de experimentación de discursos museísticos y de procesos de investigación.

Centro Cultural de San Marcos Director General Federico García Hurtado Director Ejecutivo Roberto Velásquez Gutiérrez

o

Por tanto, deseo 90 años mas de museo universitario como el que hemos desarrollado estudiantes, profesores y científicos.

Rector Luis Fernando Izquierdo Vásquez Vicerrector Académico Víctor Antonio Peña Rodríguez Vicerrectora de Investigación Aurora Marrou

Año 11, N 1, enero-marzo 2009

Si las cosas son así, me retracto, sigamos en la brecha de ser museos cada vez más aguerridos, más sociales, más universitarios y más universales. Este ejercicio, no se vuelve a repetir en ninguna otra institucionalidad pública.

Carlos R. Del Águila Chávez Director

Museo de Arqueología y Antropología

Boletín

Este año, el MAA cumple 90 años de existencia. Tiempo extenso y complejo que resume, tal vez, la historia misma de la Arqueología Peruana. Periodo en el cual, generaciones de sanmarquinos pasaron por sus salas, gabinetes y proyectos, formándose y preparándose para el mundo real, para atender el patrimonio, para revalorar nuestra identidad a través de sus restos materiales.

SEGUNDA ÉPOCA

EDITORIAL

ISSN 1680-4236

Museo de Arqueología y Antropología Director Carlos Del Águila Chávez Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1 Teléfono 6197000 anexo 5216 www.ccsm-unmsm.edu.pe/arqueologia/index.htm [email protected]

Arqueología

Nuevo análisis de los artefactos líticos del (1) Complejo Ayacucho, Perú Elmo León Canales* Juan Yataco Capcha** La evidencia de la presencia humana al final del Pleistoceno en América del Sur es escasa (i.e. PreClovis), pero de gran importancia en el debate de las primeras ocupaciones humanas en América (Dillehay 1999). Uno de los datos más cruciales sobre la ocupación humana más temprana en el Área Central Andina, proviene del complejo Ayacucho, en Perú; a pesar de las opiniones difundidas sobre el confuso e incompleto reporte final publicado de estos materiales (e.g., Rick 1988: 16). Otras críticas, atañen a la falta de detalladas definiciones de cada artefacto lítico y su asociación con otros tipos conocidos de los Andes (Dillehay 1985: 196). A esto se suman dudosas muestras de carbono 14C tomadas de hueso con algunos problemas de asociación (Lynch 1974, 1990, 1981, 1983; Rick 1988: 13), ausencia de evidencia de fuego (Rick 1988: 14); y serias dudas acerca de la credibilidad de los supuestos artefactos líticos realizados por humanos procedentes del complejo Pacaicasa (Bonavia 1991: 89; Rick 1988: 13). Sin embargo, estas deficiencias no parecen presentes para la fase llamada Ayacucho. De acuerdo a Rick (1988:16), los materiales de la fase Ayacucho se encuentran en un estado diferente porque hay un número significativo de material lítico de materia prima exógena, los que probablemente fueron encontrados in situ, algunos incluso se presentan en "concentraciones", a pesar de los problemas en la manera de cómo el material fue publicado. En efecto, un estudio tafonómico podría ser en este aspecto una contribución fundamental, pero esto excede las pretensiones de este manuscrito que se ocupa exclusivamente de algunos artefactos líticos provenientes de esta fase.

En este contexto, Tom Dillehay (1988: 199) se pregunta por una detallada descripción de los artefactos líticos, la cual no se encuentra en los volúmenes originales de Pikimachay (MacNeish et al. 1980, 1983). Por esta razón, nosotros estamos llevando a cabo una exhaustiva revisión de las herramientas en piedra de la cueva de Pikimachay que se hayan en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor San Marcos (Lima–Perú), aplicando la metodología de la “cadena operatoria” (e.g., Pelegrin 1995). Es por esta razón que buscamos y examinamos una parte de la colección del Proyecto Botánico Arqueológico Ayacucho en el museo; y presentamos aquí algunos resultados preliminares. La cueva de Pikimachay esta localizada a media ladera de una montaña a 2,850 m.s.n.m. en Ayacucho, sierra central del Perú (MacNeish 1979; MacNeish et al. 1980). Los más antiguos componentes de esta cueva fueron definidos como el complejo Pacaicasa, el cual se evidencia en cuatro estratos, definidos como: “k”, “j”, “i”, y “i1”. En estas capas se encontró 96 huesos de megafauna, 73 artefactos líticos y alrededor de 100 lascas (MacNeish et al. 1983: 2). Cuatro fechados radiocarbónicos han sido tomados de huesos de perezoso y han resultado aproximadamente entre 25,000–15,000 RCYBP (Dillehay, 1985: 198). Sin embargo, las criticas anteriormente mencionadas, hacen difícil aceptar a estos antiguos niveles con la garantía del caso.2 Las dos siguientes capas superpuestas, denominadas “h1” y “h”, fueron atribuidas al complejo Ayacucho. Al parecer, por primera vez estamos frente a artefactos líti-

1 Texto publicado en Current Research in the Pleistocene, vol 25, 2008. * Georg-Foster Post-Doctoral Fellow, Alexander von Humboldt Foundation, Institut of Ancient Americanist and Ethnology,

University of Bonn, Oxfordstrasse. 15, D-53111. Bonn, Germany; e-mail: [email protected].

** Curator, Lithic Collection, Museo de Arqueología y Antropología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Parque

Universitario, Av. Nicolás de Piérola 1222, Lima 1, Peru; email: [email protected].

2 Los lectores interesados en un análisis más profundo de este problema deben de consultar la publicación original (MacNeish et al.

1979).

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Arqueología

Figura 1: Artefactos líticos del complejo Ayacucho, centro del Perú, posiblemente datan de alrededor de 17,200 – 16,560 CALYBP.

cos modificados por acción humana (cf. Rick, 1988). Estos han sido encontrados en ambos estratos. Esta fase se compone de 212 artefactos, mas de 1000 desechos de talla y 517 huesos de animales (MacNeish, et al. 1983: 3,5). La ocurrencia de termofractura en las rocas sugiere la presencia de fuego (Dillehay, 1985: 1985: 198). Una muestra de radiocarbono obtenida de los huesos de un Scelidotherium (perezoso gigante) procedente de la zona “h” fue datada en 14,150 ± 180 RCYBP (UCLA–1464). La calibración del fechado usando la curva del Hemisferio Norte (IntCal04) ha dado el resultado de 17,221–16,560 CALYBP. Aún cuando esta muestra proviene de un hueso sin modificación, una coherente concentración de artefactos hallados en asociación, le confiere una cierta credibilidad (cf. MacNeish 1979). De hecho, la fase Ayacucho, aparentemente conteniendo verdaderos artefactos líticos tallados y huesos modificados, ha sido aceptada por muchos investigadores como un componente pre-Clovis (Dillehay, 1985:199).

Considerando estas opiniones, nosotros vamos a revisar brevemente una parte de los materiales del complejo Ayacucho que hemos encontrado en la colección. A excepción de una punta de hueso, todas las piezas provienen de la zona “h” (i.e., complejo Ayacucho). Probablemente el artefacto más interesante es una preforma de punta bifacial (Figura 1F [cf. MacNeish et al. 1980:49, figura 2–1]). Esta fue encontrada en asociación con vértebras de perezoso y otros desechos a lo largo de un margen de concentración de restos (Número de catálogo Ac100 231–VIIdd). La preforma fue confeccionada probablemente a partir de una lasca de tufo volcánico. La pieza ha sido lograda posiblemente empleando, un percutor blando y haciendo uso de retoque parcial. La fractura en la parte basal parece haber sido originada por causas tecnológicas al momento de la finalización de la pieza, más que por uso. También siete artefactos unifaciales han sido localizados (cf. MacNiesh et al. 1980: 190–200). Entre ellos hay cuatro lascas modifi-

cadas de tufo volcánico. Asimismo, una lasca modificada puede ser clasificada como un cuchillo confeccionado de arenisca cuarzosa silicificada (Figura 1A), a pesar de haber sido considerada como una punta unifacial por MacNeish et al. (1980: 49, Figura 2–1) (Número de catálogo Ac100 274, 1a). Los dos negativos expuestos sobre su cara superior demuestran que este fue obtenido desde un núcleo preparado para la extracción de lascas alargadas. El “retoque” puede haberse producido debido al uso por su forma irregular. De otro lado, se ha registrado un perforador. Por la disposición de los negativos en su cara dorsal, es probable que éste provenga de una lasca de reducción bifacial (Figura 1B) (cf. MacNeish 1979: Figura 23). Este es un claro ejemplo de “economía de débitage”. Esta pieza parece estar hecha de pedernal y confeccionada por medio de percusión dura. La colección también contiene una pequeña preforma bifacial erosionada (Figura 1C, sin número de catálogo) y hecha de material metamórfico (cf. MacNeish et al. 1980:

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Arqueología 195, Figura 5–4). La orientación centrípeta de los negativos expuestos en ambas caras indica que proviene de reducción bifacial y que fue modificada por percusión dura. Este artefacto puede ser una preforma de punta bifacial. Además, se ha identificado a una punta pulida en hueso de perezoso gigante (Figura 1D) (cf. MacNeish 1979: Figura 23) y un hendidor cuya materia prima ha sido un tufo volcánico (Figura 1E) (cf. MacNeish 1979: Figura 22). La punta de hueso muestra claros trazos lineales, aquellos parecen haber sido originados durante la manufactura. Un núcleo de forma cuadrangular sobre tufo volcánico también ha sido registrado. Los desechos están conformados principalmente de lascas cuyas materias primas son basalto, cuarzo y tufo volcánico (cf. MacNeish et al. 1980: 190, 193, 198). En este caso estas piezas están rotuladas con “h” y h1”. Sus formas y el orden de los negativos sugieren que ellas son el resultado de actividades relacionadas con la reducción de núcleos y talla bifacial. Finalmente, si asumimos la validez del fechado radiocarbónico del complejo Ayacucho y estas posibles asociaciones en el mismo estrato, podríamos adelantar preliminarmente algunas características de estos talladores andinos del Pleistoceno final: Ellos produjeron intencionalmente lascas alargadas (lascas laminares) y piezas bifaciales sobre rocas de grano fino y obtuvieron el máximo provecho en el uso de la materia prima al reutilizar los desechos de talla para confeccionar nuevos artefactos. A pesar de la pequeña colección de piezas examinadas, podríamos pronosticar hallazgos interesantes cuando analicemos en detalle otras posibles colecciones del pleistoceno-final de los Andes Centrales. Agradecimiento Un agradecimiento especial al Prof. Michael R. Waters, Director, CSFA (Center for the Study of the First Americans), quien ha concedido el permiso formal de la revista Current Research in The Pleistocene, para la presente edición en español. Referencias Citadas Bonavia, D. 1991 Perú, Hombre e Historia. De los Orígenes al Siglo XV. Edubanco, Lima.

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Dillehay, T. D. 1985 A Regional Perspective of Preceramic Times in the Central Andes. Reviews in Anthropology 12(3):193–205. ——— 1999 The Late Pleistocene Cultures in South America. Evolutionary Anthropology 7(6):206–16. Lynch, T. 1974 The Antiquity of Man in South America. Quaternary Research 4:356–77. Lynch, T. F. 1981 Zonal Complementarity in the Andes: A History of the Concept. In Networks of the Past: Regional Interaction in Archaeology, edited by P. D. Francis, F. Kense, and P. G. Duke, pp. 221–31. Calgary, University of Calgary. ——— 1983 The Paleo–Indians. In Ancient South Americans, edited by J. D. Jennings, pp. 87–137. New York, Freeman. ——— 1990 Glacial–Age Man in South America? American Antiquity 55(1):12–36. MacNeish, R. S. 1979 The Early Man Remains from Pikimachay Cave, Ayacucho Basin, Highland Peru. In Pre-Llano Cultures of the Americas: Paradoxes and Possibilities, edited by R. L. Humprey and Dennis Stanford, pp. 1–47. Anthropological Society of Washington. MacNeish, R. S., R. K. Vierra, A. Nelken-Turner, and C. J. Phagan (editors) 1980 Prehistory of the Ayacucho Basin, Peru. Volume III, Nonceramic Artifacts. Robert S. Peabody Foundation for Archaeology and the University of Michigan Press, Ann Arbor. MacNeish, R. S., R. K. Vierra, A. Nelken-Turner, R. Lurie, and A. García Cook 1983 Prehistory of the Ayacucho Basin, Peru. Volume IV. The Preceramic Way of Life. Robert S. Peabody Foundation for Archaeology and the University of Michigan Press, Ann Arbor. Pelegrin, J. 1995 Technologie Lithique: Le Chatelperronien de Roc de Combe (Lot) et de la Cote (Dordogne). Cahiers du Quaternaire. CNRS Editions. Paris. Rick, J. 1988 The Character and Context of Highland Preceramic Society. In Peruvian Archaeology: An Overview of Pre-Inca Society, edited by R. W. Keatinge, pp. 3–40. Cambridge University Press, London.

Arqueología

Ayancurí, un sitio del Intermedio Tardío en Llapo, Pallasca, Ancash Nadiezhda Alva Lazo* INTRODUCCIÓN La zona sur de Pallasca (Llapo, Santa Rosa, Corongo), indudablemente ha tenido un especial significado en el establecimiento y gradual desarrollo del patrón andino de Pallasca – Ancash, en razón de su ubicación, manejo de variedad de pisos ecológicos, accesibilidad al recurso hídrico y probable ruta de comunicación. En esta región, el período Intermedio Tardío constituyó un tiempo de formación de la etnia de los Conchucos que se fortaleció en el período Horizonte Tardío y fue desapareciendo con la llegada de los colonizadores. Según datos etnográficos la etnia local se resistió a la colonización del estado inca, por lo que las influencias no llegaron hasta esta zona. Por otro lado, se sugiere que estos poblados por ser demasiado altos, fueron considerados de no mucha importancia y es por eso que los incas no se interesaron en su captación. Ayancuri probablemente funcionó como un pueblo agrícola de esta etnia, que durante el Intermedio Tardío se asentó en la cresta del cerro del mismo nombre, teniendo cierta independencia económica, con un manejo ecológico vertical. Asimismo, su distribución y extensión arquitectónica asociadas a tierras de cultivo nos hacen suponer que constituyó un pueblo de regular demografía. El presente trabajo de Prospección Arqueológica se origina a partir de la intensión de conocer el desarrollo y/o evolución de los patrones de asentamiento en la zona sur de Pallasca que es una zona que aún no tiene antecedentes de investigaciones arqueológicas a un nivel macroscópico. Sin embargo, a nivel microcósmico, la investigación consistió en un análisis comparativo de arquitectura y patrones para una cronología relativa del sitio de Ayancurí, así como un análisis espacial interno para evaluar la probable función del sitio y relación con el medio geográfico. Para la obtención de los datos se realizó una prospección, empleando como indicadores las características arquitectónicas, tomando en cuenta

datos históricos y etnográficos. Las conclusiones tienen un carácter preliminar, que constituye la primera parte de la investigación realizada como parte del curso de Prácticas Pre Profesionales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos entre los años 2005 y 2006. EL ÁREA DE ESTUDIO Entorno Geográfico Pallasca presenta un territorio interandino de pronunciados pliegues orogénicos con clima desértico y seco. De acuerdo a la clasificación de Pulgar Vidal (1941), nuestra área de estudio comprendería geográficamente las regiones quechua (2300 a 3500 m.s.n.m.), de ambiente semi-árido, clima templado a seco y cuyos suelos agrícolas producen granos y tubérculos; y suni (3500 a 4100 m.s.n.m.), de temperaturas templadofrías, clima húmedo, con abundantes precipitaciones durante el verano, la mayoría del terreno se aprovecha para el cultivo sin riego, cosechando cereales de granos pequeños. Sin embargo, el pastoreo es predominante en estos terrenos. Ubicación del Sitio Arqueológico El sitio arqueológico de Ayancuri, abarca un área de 10000m2 y se encuentra asentado en la cima del cerro del mismo nombre, ubicado al sur del distrito de Llapo, provincia de Pallasca, en Ancash, a 3480 m.s.n.m. y entre los 08° 30'42'' de latitud sur y 78° 02'19'' de longitud oeste. Limita por el este con la provincia de Corongo, hacia el oeste con el distrito de Santa Rosa, por el norte con el distrito de Tauca y por el sur con el distrito de Bambas, provincia de Corongo. (Fig. 2). ANTECEDENTES El sitio Ayancuri tiene escasas referencias etnográficas, las primeras referencias a sitios cercanos como Pashash

* Bachiller en Arqueología por la UNMSM. Actualmente es responsable del área de Museografía del Museo de Arqueología y

Antropología de San Marcos.

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Arqueología Para el Horizonte Temprano se identifican asentalas realizan Hernando Pizarro en 1553 (Espinoza, 1974 mientos pequeños en zonas elevadas (3500 – 4100 :11), el viajero Charles Wiener (Wiener, 1993 1880: m.s.n.m.) y de mayor extensión en las de menor altitud 176) y el naturalista Antonio Raimondi (Raimondi, (2500 – 3500 m.s.n.m.). En el valle de Puchca se 1874: 107), quienes hacen referencias del sitio arqueo- identifica arquitectura monumental asociada a una lógico Pashash y de regiones cercanas. cerámica de forma similar a la cerámica Chavín, de carácter local denominada Pontó. En la zona de Espinoza Soriano en su obra El Curacazgo de Conchucos se construyen edificios de planta circular y Conchucos y la visita de 1543 (Espinoza, 1974: 9-30), plataformas superpuestas, así como estructuras circulahace referencia a las crónicas del visitador Cristóbal res más pequeñas construidas con muros de contención Ponce de León al Curacazgo de Conchucos, mencionado datos sobre las parcialidades, caciques y las llactas o altos. Luego, en el período Intermedio Temprano hay mayor énfasis en estrategias microverticapueblos que conformaban este Curacazgo, entre los (Recuay) 1, los patrones se invierten, hallándose sitios de mayor les cuales figuran Llapoco (Llapo) y Ayango o Ayangore (Ayancuri) como dos llactas –de entre veintiséis– dimensión en zonas de mayor altitud, en las laderas de pertenecientes a la parcialidad de Yanamango. Según las los cerros, mientras que los asentamientos de menor crónicas a las que refiere Espinoza, Ayancuri constiuiría dimensión se ubican en las partes bajas aledañas a la una de las llactas que fueron re-ocupadas después de la zona de cultivo. En el valle del Puchca algunos asentarebelión de 1539 contra su encomendero Francisco mientos son reocupados y otros nuevos que introducen la técnica de la Pachilla en su construcción. Estos Pizarro, por los abusos tributarios cometidos. En esta disputa, se realizó una masacre que obligó a los pobladores de las llactas principales a huir y refugiarse en las alturas. Este escrito constituye una de las escasas referencias etnohistóricas del sitio. Por otro lado, investigaciones arqueológicas efectuadas por Tello en 1929, Bueno en 1973, y Terence Grieder entre 1971 y 1978 (Grieder, 1978), se han enfocado en excavaciones del sitio arqueológico de Pashash, proponiendo una continuidad ocupacional desde el período Intermedio Temprano hasta el período Horizonte Tardío. Seguidamente, Chanfreau (1984) realiza investigaciones etnográficas en la zona de Conchucos Pallasca, en la cual hace un análisis de la evolución y características de la de la arquitectura. En sus recorridos ubica y describe sitios prehispánicos los que en su mayoría corresponden al período Horizonte Tardío. Otros trabajos realizados en el Callejón de Conchucos, Huaylas y valles adyacentes, constituyen áreas con mayor información arqueológica. Se destacan los trabajos de Alexander Herrera, Bebel Ibarra y Carolina Orsini, publicados en el año 2003, los cuales logran una mayor aproximación al análisis de los patrones de asentamiento de esas zonas que describen la evolución de sus ocupaciones que van desde el período Inicial, hasta el Horizonte Tardío. De las publicaciones, creemos que es necesario explicar algunos datos concernientes a la evolución arquitectónica desde el período Horizonte Temprano hasta el período Horizonte Tardío, que resumimos a continuación. Figura 1: Plano y sectorización del asentamiento Ayarcuri.

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Arqueología

Figura 2: Ubicación del Cerro Ayancuri en cuya cúspide y laderas se ubica el asentamiento. Extraído en la Carta Nacional Hoja 18–G Santa Rosa, 1993.

asentamientos demuestran autosuficiencia evidenciada por la presencia de estructuras ceremoniales (rituales) que carecen de litoesculturas. Asimismo existe un cambio en la arquitectura funeraria que se presenta en forma de galerías. Luego, en el período Horizonte Medio encuentran estrategia de asentamiento que aprovecha todos los pisos altitudinales con zonas de producción a más elevadas (suni) y con asentamientos mayores en zonas quechua y suni, con pequeños asentamientos especializados. En el valle del Puchca describen una reducción en el número de asentamientos y reocupación de todos los asentamientos Recuay. La presencia de cerámica de otros sitios evidencia la intensificación del comercio con otros centros administrativos. En el período Intermedio Tardío los asentamientos se concentran en zonas de producción más elevadas, sobre los 3800 m.s.n.m. y con asentamientos especializados. Estos asentamientos se concentran en zonas de mayor altitud (3500 – 4100 m.s.n.m.) con frecuencia fortificados, dada su diversificación e intensificación de la producción, mientras que en la zona quechua (2500 y 3500m.s.n.m.) hay una ocupación dispersa y tenue. La diferenciación morfológica

comprende grandes asentamientos de altura y pequeños asentamientos de ladera. Asentamientos pequeños de la etnia Conchucos indican que no hubo en estas sociedades un nivel de centralización, sino que pudieron manejar enclaves o islas apartadas en ecozonas complementarias. En el valle del Puchca, Ibarra describe asentamientos en las cumbres con elementos obstructivos (murallas y zanjas) y gran cantidad de estructuras. La piedra canteada es el principal material de construcción. Varios de los sitios poseen un sector residencial y otro ceremonial, el primero con viviendas y chullpas y el segundo con plataformas circulares dispuestas a distancias regulares situadas en las partes más elevadas. Estas marcas defensivas están dispuestas en puntos estratégicos, desde donde se domina los valles permitiendo probablemente la comunicación entre ellas. Encuentra corrales asociados a los cerros o en explanadas de las cumbres. Las estructuras circulares en cumbres aisladas se han considerado ceremoniales, mientras que dentro de la marca son viviendas. Las estructuras agrícolas son andenes. En el Horizonte Tardío los asentamientos se alejan de las principales zonas de producción agrícola y se evidencia un uso

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Arqueología

indistinto de los pisos ecológicos (producción intensificada con la construcción de infraestructura de riego, caminos y tambos) reflejando una organización económica más amplia. EL ASENTAMIENTO DE AYANCURI El período Intermedio Tardío se caracteriza por la formación de señoríos o entidades socio políticas que desarrollan un patrón local. Es en esta región donde se constituye la etnia de los Conchucos, fortaleciéndose durante el período Horizonte Tardío y fue desapareciendo con la llegada de los colonizadores. Proponemos que Ayancuri fue un asentamiento desarrollado en el período Intermedio Tardío. El sitio tiene aproximadamente 10 000m2 ubicado en la cúspide del cerro del mismo nombre, con tierras de cultivo en ambas laderas y en las faldas del cerro adyacente (Huamani) que ocupan pisos quechua y suni, por lo cual proponemos el manejo vertical de la ecología. Asimismo, su distribución y extensión arquitectónica asociado a tierras de cultivo nos hacen suponer que constituyó un pueblo de regular demografía.

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DESCRIPCIONES (PACA–CA–1) El sitio de Ayancuri, constituye un asentamiento con estructuras aglutinadas, y espacios fácilmente diferenciados. Muestra una distribución no homogénea pero relativamente planificada. La diferenciación del asentamiento entre estructuras pequeñas y muros perimetrales hacia el sur supone un crecimiento del pueblo en esa dirección. La ubicación del sitio, en una parte prominente permitiría el control de tierras más bajas, probablemente zonas de cultivo. Asimismo, permitiría la comunicación con otros pueblos cercanos como el de Llapo y Santa Rosa, donde conocemos la existencia de sitios prehispánicos probablemente contemporáneos. La sectorización del sitio se realizó de acuerdo a la distribución espacial que coincidió con la morfología del asentamiento (fig. 1). Se tiene así, los siguientes sectores: SECTOR I: Sector de plazas. Amplios espacios poligonales cercados por muros de pircas con un promedio de 1m de altura y 60 cm de ancho. Dos plazas poligonales ubicadas sobre una planicie. Se encuentran recintos

Arqueología

rectangulares a los lados de esta, uno de los cuales está anexado entre las dos plazas hacia el lado oeste (60 m x 30 m aproximadamente). SECTOR II: Sector de estructuras cuadrangulares. Zona donde predomina este tipo de estructura. Construida en piedra con la técnica de la Pachilla con muros con ambas caras planas de un promedio de 50 cm de ancho. Se ubican en la zona adyacente a las plazas, parte más alta del cerro, y distribuida a lo largo de la cumbre. La consideramos el sector principal por el tipo de arquitectura y por mostrar relativa complejidad y planificación. Presenta muros largos los cuales constituyen ejes probablemente para el tránsito y formación de habitaciones pequeñas. Dentro de este sector se observa una zona libre de arquitectura pero con una serie de terrazas que conectan con la siguiente parte de estructuras cuadrangulares. Se encuentra una diferenciación en el área de recintos que se adaptan a la morfología; en las zonas más altas se ubican los recintos más grandes a modo de galerías, luego se presentan recintos medianos que pudieron constituir una zona de viviendas. En las zonas bajas se ubican estos recintos pequeños adosados a muros eje, al extremo vuelven a aparecer los recintos grandes.

SECTOR III: Zona de Corrales. Ubicadas en las partes bajas en la confluencia de las dos cúspides del cerro Ayancuri. Conformado por estructuras circulares (ovaladas) asociadas a estructuras cuadrangulares pequeñas. SECTOR IV: Zona Agrícola. A. La primera zona ubicada en la unión del cerro Huamani y Ayancuri, cerca del sector de las plazas. Compuesta por terrazas de cultivo asociado a un corral ovalado actualmente reutilizado. Cubre una área aproximada de 100 m por 50 m. B. La segunda zona, ubicada entre las cúspides del cerro Ayancuri, en la parte baja del sitio PAQA– CA–2 o Paranday. Compuesta por terrazas asociadas a pequeños corrales ovalados. SECTOR V: Sector Ceremonial. Sitio PAQA–CA–2, Paranday. Ubicado en la segunda cúspide del Cerro Ayancuri. Estructura circular (ovalada) dividida en dos partes por un muro, con estructuras de piedra en cada mitad. Circundado por aterrazamientos alrededor de toda la cúspide. Boletín año 11, enero-marzo 2009

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Arqueología Se han podido identificar siete tipos de estructuras definidas por su forma y probable función. Con la mampostería de piedras pero diferenciada por su forma, tamaño y técnica constructiva. a. Plazas.- Se encuentran en el sitio dos plazas, ambas ubicadas en una explanada: Plaza 1: Presenta forma rectangular con muros bajos de 1.20 m de altura promedio y 60 cm de ancho. Los muros fueron construidos con la técnica del pircado, empleando piedras de regular tamaño y homogéneo. En esta plaza se encuentran tres accesos: uno al extremo norte, uno al lado oeste y otro al lado este. Plaza 2: Presenta forma poligonal, predominando el patrón rectangular. Los muros y mampostería son iguales. Hacia los lados este y oeste se ubican adyacentes recintos rectangulares amplios (fig. 3). b. Estructuras cuadrangulares grandes.- Presentan forma rectangular y dispuestas a modo de galerías, es decir, intercomunicadas. Se encuentran adyacentes a la zona de las plazas y al final del asentamiento (lado sur). Presentan accesos de forma ligeramente trapezoidal y dinteles de lajas grandes con alero sobresaliente en la parte superior. La técnica constructiva es la pachilla con ambas caras planas y mampostería regular. La forma triangular de las cabeceras de los paramentos suponen la existencia de techos a dos aguas. c. Estructuras rectangulares pequeñas.- Ubicadas hacia el extremo sur, a la altura de la zona aterrazada. Conservan una altura de 1 m y 60 cm de ancho. Construidas con la técnica de pircado de similar mampostería que los muros de las plazas. Probablemente tuvieron la función de depósitos.

d. Corrales.-Construidos con la técnica del pircado, con rocas de tamaño regular, con 1 m de altura y 60 cm de ancho aproximadamente. Tienen forma circular – ovalada. e. Terrazas.- Se ubican a los lados este y oeste del sitio, adaptándose a la morfología del terreno y formando en algunos casos pequeñas plataformas. Construidos con la técnica del pircado y empleando piedras entre medianas y grandes (30 x 20 cm y 40 x 20 cm). Conservan una altura máxima de 1.70 m en el lado oeste. Sin embargo se encuentra seccionada, es decir, no limita toda el área del sitio. f. Estructuras ceremoniales.- Ubicadas en la segunda cúspide del cerro Ayancuri. Sitio Paranday. Zona reconocida a partir de la fotografía aérea. Presenta forma ovalada con una división central. En cada mitad presenta una estructura de piedra. Este sitio se encuentra circundado por una serie de aterrazamientos (fig. 4). g. Estructuras agrícolas.- Constituyen terrazas agrícolas que presentan las mismas características constructivas que los otros muros (pircado), pero de menor tamaño (80 cm promedio), empleando piedras de tamaño regular y grande. RESULTADOS PRELIMINARES De acuerdo a la distribución interna de los espacios se conservan los criterios de sectorización para la interpretación de los espacios. El sector de plazas constituye lugares amplios donde probablemente se realizaban actividades públicas o donde hubo un acceso masivo de gente, evidenciado por los tres accesos que existen a los

Figura 4: Extremo sur del asentamiento (Sector II). Al fondo, vista del sitio Paranday circundado por muros de contención formando aterrazamientos.

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Arqueología lados. La plaza 2, de menor tamaño, al encontrarse flanqueada por recintos rectangulares grandes con un acceso y cercadas pudo constituir un espacio con funciones similares en un espacio más privado. En el sector de los recintos cuadrangulares existe una clara diferenciación de estructuras tanto en tamaño y como en técnicas constructivas. Se tienen habitaciones cuadrangulares de 6 m x 8 m (en promedio) intercomunicadas entre sí formando al parecer galerías. Estos espacios habrían sido ocupados por la élite por su evidente diferenciación en técnica y tamaño comparadas con las estructuras menores ubicadas en zonas más bajas. Asimismo, la arquitectura presenta modificaciones que podrían evidenciar los distintos momentos de ocupación en el sitio. Otras estructuras cuadrangulares pequeñas se presentan alineadas al muro perimetral y muros eje al interior del asentamiento, cuyos accesos miran hacia el interior. El uso de estos recintos implica una restringida cantidad de personas al interior de los mismos, sin embargo, la cantidad de estos podrían indicar una población regular que habitaba en ellos, asimismo podrían denotar la diferenciación de grupos sociales. A pesar de tener referencias etnohistóricas de reocupación del sitio durante el período Horizonte Tardío y transición, estos mismos documentos refieren su ocupación previa como parte de la etnia de los Conchucos, quienes probablemente constituyeron el asentamiento. Las áreas agrícolas adyacentes recorridas constituyen terrazas ubicadas en las laderas, sin embargo no se descarta la utilización de las zonas bajas de ambos cerros (Ayancuri y Huamani al este) donde probablemente se ubicaron los almacenes. Por la cercanía de las tierras se puede inferir que el manejo microvertical de su economía, permitió que el asentamiento tuviera una relativa autonomía. Por otro lado, dada la escasez de estructuras relacionadas con la ganadería, es posible pensar que esta actividad no constituyó fuente importante de recursos. Sin embargo, no se descarta el uso de sitios alejados y de mayor altitud (puna) dedicados a esta actividad, como se conoce en los patrones del Callejón de Huaylas. La segunda cúspide del cerro Ayancurí (Paranday) fue considerada como espacio ceremonial dada la prominencia y su ubicación frente al cerro Huamani, considerado huaca por ser el más prominente y asociada a la extracción de oro. Presenta similitud a estructuras ceremoniales del mismo período en el Callejón de Huaylas (Herrera 2003, Ibarra 2003). BIBLIOGRAFÍA Amat Olazábal, Hernán. 2003 Huaraz y Recuay en la secuencia Cultural del Callejón de Conchucos. Valle del Mosna. En Arqueología de la Sierra de Ancash, Instituto Cultural Runa, Lima, pp. 97 – 120.

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