2006: A las puertas del hogar. Madres, Niños y Damas de Caridad en el Hogar de Huérfanos de Rosario, 1879-1920. Prohistoria Ediciones, Rosario.

Share Embed


Descripción

1

2

GABRIELA DALLA CORTE PAOLA PIACENZA

A las puertas del Hogar Madres, niños y Damas de caridad en el Hogar del Huérfano de Rosario (1870-1920)

prohistoria ediciones ISBN 987-1304-07-2 Rosario, 2006

3

Este libro ha recibido el auspicio de

DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SECRETARÍA DE CULTURA Y EDUCACIÓN MUNICIPALIDAD DE ROSARIO

4

GABRIELA DALLA CORTE PAOLA PIACENZA

A las puertas del Hogar Madres, niños y Damas de caridad en el Hogar del Huérfano de Rosario (1870-1920)

prohistoria ediciones ISBN 987-1304-07-2 Rosario, 2006

5

Dalla Corte, Gabriela y Piacenza, Paola A las puertas del Hogar: madres, niños y Damas de Caridad en el Hogar del Huérfano de Rosario (1870-1920) 1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2006. 128 p. ; 29.7 x 21 cm. (Crónicas Urbanas / dirigida por Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte ; 4) ISBN 987-1304-07-2 1. Hogar del Huérfano de Rosario-Historia. I Piacenza, Paola Adriana - II. Título CDD 361.982 24 Fecha de catalogación: 02/06/2006

colección Crónicas Urbanas — 4 ISSN 1668-5369 dirigida por Sandra Fernández y Gabriela Dalla Corte

Composición y diseño: Liliana Aguilar Diseño de Tapa: El Regreso de Mostaza Ilustración de Tapa: Puerta del Hogar del Huérfano de Rosario, Laprida 2129. Fotografía y composición artística de la imagen de tapa, gentileza de Susana Mattanó. TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723 © Gabriela Dalla Corte - Paola Piacenza © prohistoria ediciones Montevideo 555 (S2000BRK) ROSARIO, República Argentina Email: [email protected] URL: www.prohistoria.com.ar Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, gráfico, magnético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sin expresa autorización del editor y las autoras. Esta primera edición, con una tirada de 1500 ejemplares, se terminó de imprimir en talleres gráficos Cromografica, Rosario, el 30 de julio de 2006. ISBN-10: 987-1304-07-2 ISBN-13: 978-987-1304-07-3

Impreso en la Argentina – Printed in Argentina

6

ÍNDICE

Introducción .......................................................................................................................... 11

La creación del actual Hogar del Huérfano de Rosario ..................................................... 14

Los bebés y sus señales de identidad ................................................................................... 23

Los hijos de los inmigrantes ante el torno del Hospicio ..................................................... 28

Las señales: identidades en espera ........................................................................................ 33

Carta de mamá: el mensaje escrito como señal .................................................................... 41

“Volver a casa”: las devoluciones de bebés y la entrega en adopción ................................ 52

Reflexiones finales ................................................................................................................. 59

Imágenes de las Señales ......................................................................................................... 63

7

8

Este libro ha sido posible gracias al generoso apoyo de diversas instituciones y personas cuyo concurso queremos reconocer. Por recibirnos en el Hogar del Huérfano de Rosario, y permitirnos consultar en diversas ocasiones en los últimos quince años el fondo documental de la sociedad Damas de Protección al Huérfano y del Hogar, agradecemos a su actual directora, María Eugenia Saccone, así como a Marcela Cepeda de Travella, ex directora de la institución, y a Marta Brok. A Darío Barriera, Sandra Fernández, Gustavo Álvarez, Marcelo Ulloque, Elvira Scalona, Marité Migliónico, Zulma Caballero y Adriana García reconocemos su continuado aliento. A Laura Totino agradecemos su colaboración con los textos en italiano y a Susana Mattanó, la imagen que compuso especialmente para la tapa de este volumen. En el año 2004, Laura Vilches percibió la importancia de nuestra investigación y mostró gran interés por compartirla con los lectores de La Capital como parte de la historia de los rosarinos. Osvaldo Aguirre también consideró importante divulgar nuestra pesquisa sobre el Hogar en el suplemento Señales de la cultura del mencionado diario. Algunos resultados previos han sido editados en diversas publicaciones que aparecen citadas en este trabajo el cual, finalmente, es deudor del apoyo que hemos obtenido de Marcelo y Miguel Milano y de Prohistoria Ediciones. Agradecemos a Valeria Gennaro Lerda, Lucía Lionetti, Alejandro Tortolero, Mirta Zaida Lobato y Chiara Vangelista por su apoyo en la publicación de aquellos resultados previos. Dedicamos finalmente estas páginas a todas las personas que pasaron parte de su vida en la institución, y a quienes creen que el presente de la ciudad de Rosario y de su gente es fruto de un pasado no tan lejano sobre el que la historia del antiguo Hospicio de Huérfanos y Expósitos tiene mucho que contarnos. Esperamos que esta visión que ofrecemos a caballo entre la historia y los textos, llegue a un amplio público de nuestra ciudad.

Gabriela Dalla Corte - Paola Piacenza Rosario y Barcelona, mayo de 2006

9

10

Sra. Presidenta de las Damas de Caridad. Pte. Distinguida Señora. Esta infeliz criatura que queda depositada en esta hospitalaria asilo, va Bautizado con el nombre de Hipólito Boch, hijo legítimo y lleva por seña un real en plata partido. Esta señal debe permanecer colgada en el cuello, á fin de que no haya dificultad al ser recojido por si algun dia su desdichada madre puede volverlo al hogar del que con dolor de su corazón ha tenido que sacarlo y privarlo de sus caricias. Espero de la buena caridad de este establecimiento tenga toda clase de compasion, por ese ver desgraciado que nació con el signo fatal de la desgracia. Lo deposito en esta hospitalaria casa, porque el estado de mi pobreza me obliga á ello, por tener dos criaturas mas, y tengo que trabajar para poderlos mantener. Con este motivo ruego encarecidamente tenga compasion de esta infeliz criatura que en tan corta edad se vé privada de las caricias maternas. Una desdichada madre, Rosario 19 de Setiembre. Caja de “señales” conservada en el Archivo de las Damas de Caridad y del Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario.

H

ipólito fue uno de los miles de niños que encontraron refugio en el Hogar de Huérfanos de Rosario entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. A Hipólito, como a otros chicos, le tocó nacer en una época de cambios importantes para sus padres y para el país que lo recibía. Lo que a los ojos de su madre era “el signo fatal de la desgracia”, no era otra cosa que la consecuencia de los movimientos migratorios europeos a la Argentina, de las políticas de un Estado Nacional no siempre interesado por la suerte que corría la población, y de las transformaciones recientes del mercado laboral. Una asociación privada, las Damas de Caridad –que posteriormente asumiría el nombre de Damas de Protección al Huérfano– fue creada en ese contexto para hacerse cargo de los bebés que comenzaron a aparecer tirados en las calles o que quedaban huérfanos. Según escribió una de las mujeres que abandonó a su niño en 1891, las Damas debían “hacerle de madre”: Hoy 12 de Junio 1891 nació esta criatura baron, que llamarase Juan, por ser hoy dia de Juan Sabejon [...] Cuando su madre, hoy impotente para alimentarlo y cuidarlo, pueda recojerlo del piadoso ospicio al que lo confia lo hará exibiendo un documento de igual tenor del presente.

11

Rogamos que cuiden de este documento para reconocer à Juan el dia que la madre valla por él. Dios lo ampare, y apiade el corazón de las que deban hacerle de madre!. Rosario Junio 12/1891.1 Por ese entonces, Rosario era una de las ciudades portuarias más importantes del Cono Sur.2 Convertida en polo de atracción y de desarrollo, recibió un elevado número de inmigrantes que cumplirían un rol fundamental, tanto en la constitución social urbana como en el diseño del mercado laboral local.3 Como sabemos, la Argentina recibió aproximadamente seis millones de personas entre 1851 y 1930;4 la inserción de estos inmigrantes en el mercado de trabajo fue compleja y el Estado no siempre pudo dar cuenta de esta nueva realidad que, a la larga, construiría la identidad social y política de una Argentina transformada. Rosario y su entorno fue una de las regiones más afectadas por este proceso.5 Las prácticas culturales de aquellos inmigrantes constituyen un problema de esencial importancia para pensar este período de organización nacional fundado en el lema “gobernar es poblar” que, pese a su claridad y optimismo, exigió la resolución de problemas inéditos, aunque no siempre con

1

2

3

4

5

La documentación procede del archivo de la Sociedad Damas de Caridad (SDC) y del antiguo Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario (AHHE), actual Hogar del Huérfano. Al citar el contenido de las “señales” (estas últimas conservadas en un archivo específico compuesto de cajas metálicas de la marca Bagley) mantenemos el idioma, la ortografía y la sintaxis de los textos originales. Véase el excelente trabajo de SANDRA FERNÁNDEZ, Los burgueses rosarinos en el espejo de la modernidad. Prácticas, representaciones e identidad. Rosario a comienzos del siglo XX, Tesis de doctorado, UNR, Rosario, 2006; también JUAN ÁLVAREZ, Historia de Rosario (1689-1939), Buenos Aires, 1943; en particular referimos a la colección Nueva Historia de Santa Fe, dirigida por DARÍO BARRIERA (2006) en la cual, de la mano de autores y autoras como Griselda Tarragó, Juan Nobile, Oscar Videla, Marta Bonaudo, Sandra Fernández, Diego Roldán y Gabriela Águila, entre otros y otras, se refleja el recorrido histórico de la provincia y la región hasta la actualidad. Véase el relato de PIERRE DENIS, La valorización del país, la República Argentina-1920, estudio preliminar, traducción y notas de Elena M. Chiozza, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1987. CHIARA VANGELISTA, Dal vecchio al nuovo Continente, L´immigrazione in America Latina, Paravia Scriptorium, Torino, 1997, p. 163; véase el interesante trabajo de MARÍA LILIANA DA ORDEN, Inmigración española, familia y movilidad social en la Argentina moderna, una mirada desde Mar del Plata (1890-1930), Biblos, Buenos Aires, 2005. Véase el ya clásico trabajo de EZEQUIEL GALLO, La Pampa Gringa, la colonización agrícola en Santa Fe (1870-1895), Edhasa, Buenos Aires, 2004 [1983]. 12

demasiado éxito.6 Uno de esos conflictos fue el abandono de niños y de niñas por parte de mujeres recién llegadas al país que carecían de una red social que pudiese hacerse cargo de ellas y de su prole en el momento en que debían incorporarse al mercado de trabajo. Las mujeres recién llegadas justificaron su decisión de abandonar transitoria o definitivamente a sus niños y niñas en una institución de asilo argumentando la pobreza en la que vivían. Acudieron al Hospicio de Huérfanos y Expósitos, y a las Damas de Caridad que lo dirigían, para resolver el cuidado y la crianza de sus bebés.7 Sobre esta historia, prácticamente desconocida, trata este libro. De la mano de las Damas de Caridad, los niños y niñas pobres empezaron a ser depositados en el Hospicio de Huérfanos y Expósitos, entidad que a mediados del siglo XX asumiría el nombre con que la conocemos actualmente: Hogar del Huérfano. El Hogar, una de las instituciones más emblemáticas de la ciudad, conserva las cartas de las madres así como los objetos que aquéllas dejaron junto a sus bebés, además de la documentación que generó la asociación benéfica que se ha encargado de sostener el asilo hasta el día de hoy. Las cartas y los objetos fueron denominados “señales” por las Damas de Caridad, e hicieron las veces de “documentos de 6

7

Sobre el peso de la inmigración en el país, véase JUAN CARLOS MOYA, Primos y extranjeros. La inmigración española en Buenos Aires, 1850-1930, Emecé, Buenos Aires, 2004; ANA JOFRE CABELLO (COORD.) La teoría de las redes sociales y las migraciones de españoles a la Argentina (1860-1960), Al Margen, La Plata, 2000; ÁNGEL DUARTE, La República del emigrante. La cultura política de los españoles en Argentina (1875-1910), Milenio, Lleida, 1998; BLANCA SÁNCHEZ ALONSO, Las causas de la emigración española, 18801930, Alianza, Madrid, 1995; ALEJANDRO FERNÁNDEZ Y JUAN CARLOS MOYA (EDS.) La inmigración española en Argentina, Biblos, Buenos Aires, 1999; XOSÉ M. NÚÑEZ SEIXAS, “Historiografía española reciente sobre migraciones ultramarinas: un balance y algunas perspectivas”, en Revista Estudios migratorios latinoamericanos, Núm. 48, agosto 2001, pp. 269-298; FERNANDO DEVOTO, Historia de la inmigración en la Argentina, con un apéndice sobre la inmigración limítrofe por Roberto Benencia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2003; del mismo autor, “El revés de la trama: políticas migratorias y prácticas administrativas en la Argentina (1919–1949)”, en Desarrollo Económico, Revista de Ciencias Sociales, Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), Núm. 162, vol. 41, Buenos Aires, julio-setiembre de 2001, pp. 281-304, y “Para una historia de las migraciones españolas e italianas a las regiones americanas sudatlánticas”, en MARCELLO CARMAGNANI; ALICIA FERNÁNDEZ CHÁVEZ Y RUGGIERO ROMANO (COORD.) Para una historia de América III, Los Nudos (2), FCE, El Colegio de México, México, 1999, pp. 190220. GABRIELA DALLA CORTE, “Donne italiane e abbandono infantile nell’Archivo de los Senales (Rosario, Argentina, nel secolo XIX)”, en VALERIA G ENNARO LERDA Y ROBERTO MACCARINI (A CURA), Oltre l´Atlantico. Ruoli di donne nelle società del Canada e delle Americhe, Center for Euro-Atlantic Studies, Universidad de Génova, Italia, Selene Edizioni, Milano, 2004, pp. 143-177. 13

identidad” de las criaturas depositadas y de los huérfanos. Durante los años a los cuales hace referencia este trabajo, esto es, el periodo que va de 1870 a 1920, la mayoría de las mujeres que recurrieron al Hospicio de Huérfanos y Expósitos fueron italianas y españolas recién llegadas al país que enfrentaron su condición de madres, paradójicamente, en la escena del abandono. Ese abandono fue en ocasiones temporal, pero en otras oportunidades fue de carácter permanente. La memoria histórica del funcionamiento de esta institución, del significado de la actuación pública femenina, y de la articulación entre mujeres inmigrantes y nativas, se ha conservado en diversos documentos que ayudan a entender el rol jurídico, cultural, religioso y social de la señal. Se trata de los registros de ingresos y salidas de niños y niñas, los libros de pago de amas de leche, las actas de las reuniones de las Damas de Caridad que se encargaban de garantizar el funcionamiento del Hospicio, y la correspondencia privada de la asociación. Sin embargo, son las “señales” las que constituyen el corpus documental de este estudio ya que aparecen como un espacio cultural privilegiado para la comprensión de los sentimientos, pesares y anhelos femeninos. De los cientos de señales conservadas en cajitas de galletas de la marca Bagley, en este libro reproducimos una pequeña selección con la finalidad de observar de cerca su construcción como artefactos sociales. En tanto históricos, estos artefactos estuvieron sometidos tanto a las exigencias de la sociedad como a las restricciones culturales y religiosas de la época en que fueron constituidos. Esperamos que las señales sean leídas en estos términos: como producto de una época lejana pero todavía presente en Rosario y en la Argentina. En general, estamos acostumbrados a pensar la Argentina aluvional a partir de ciertas imágenes ya muy consolidadas a través del tiempo como la de la convivencia en el conventillo, los nuevos nombres propios fruto de los matrimonios “mixtos” y hasta las huellas del cocoliche en el idioma de los argentinos. El funcionamiento del Hospicio de Huérfanos y Expósitos que aquí descubrimos nos revela un nuevo escenario y unos actores insospechados del que hoy, después de más de cien años, es un destino común: niños y niñas de múltiples procedencias reunidos por el desamparo bajo un mismo techo, forjando, por primera vez, y en forma inadvertida, el rostro diverso de la Argentina presente.

La creación del actual Hogar del Huérfano de Rosario Fundada el 11 de diciembre de 1869 en la casa de Blanca M. de Villegas, la sociedad Damas de Caridad fue en Rosario una de las asociaciones 14

filantrópicas más importantes y coexistió en el tiempo con otra entidad formada por mujeres de la elite local, la Sociedad de Beneficencia. La primera comisión directiva fue conformada por María de los Ángeles Rodríguez de Rosas como presidenta; Felisa Jordán de Zeballos, la madre de Estanislao Zeballos, como secretaria; Blanca M. de Villegas en el puesto de tesorera, y con dos consejeros: el canónigo Martín A. Piñero y Fermín Rodríguez.8 Durante los primeros diez años, las Damas de Caridad se reunieron en sus casas particulares y, para garantizar el funcionamiento de la asociación, adquirieron un libro mayor, un libro diario, un libro de socias, un bibliorato, libretas del Banco Español de cuentas corrientes y plazo fijo, un libro de actas de asambleas, y un libro copiador. Al principio, las tareas asumidas por la asociación fueron verdaderamente diversas: en la segunda reunión, María de los Angeles Rodríguez de Rosas informó al resto de las socias que se había “presentado una muger pidiendo proteccion á la sociedad”; todas coincidieron en comenzar su andadura concediéndole dinero. Una mujer les pidió ayuda “para sacar una hija a los Indios” y recibió diez pesos.9 En la tercera reunión, la tesorera planteó “la nececidad de atender con los recursos de la sociedad á una viuda francesa que se hallaba en la indigencia i fue resuelto se le pasasen los alimentos hasta que pudiera trabajar”.10 La presidenta preguntó entonces si podían “disponer de algunos fondos a favor de los desgraciados que piden protección” mientras advertía, aunque sin mostrar sorpresa, que en el futuro iban a tener que socorrer particularmente a las viudas y madres solteras o solas, quienes aparecen en los libros de actas bajo el calificativo de “pobres mujeres”.11 Reunidas a finales de 1871, las Damas de Caridad discutieron y sancionaron el reglamento de la asociación benéfica. El documento estableció la capacidad de la entidad privada para adquirir bienes en calidad de persona jurídica, de acuerdo a las formalidades del artículo 16, Titulo 1º, Libro 1 del Código Civil. Fue a partir de entonces cuando los niños y las niñas se convirtieron en la opción más importante para las Damas, advertidas del creciente número de criaturas que aparecían en los zaguanes de las casas de 8 9

10

11

AHHE, Libro de Actas de la SDC (1901-1910), acta del 16 de agosto de 1904. AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), actas del 13 de septiembre de 1870, del 23 de agosto de 1870 y del 25 de agosto de 1872. AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), actas del 23 de mayo y del 27 de junio de 1870. AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), actas del 11 y del 30 de julio de 1870. 15

las familias más pudientes (como fue, por ejemplo, el caso de Carlos Casado del Alisal), y en los atrios y puertas de las iglesias de la ciudad, cuando no abandonados en plena calle apenas nacidos. La asociación benéfica, mientras tanto, nunca dejó de quejarse del hecho de que “los Poderes se han ido desligando” de las criaturas en riesgo, “porque otras tareas superiores los han reclamado en absoluto”.12 A caballo entre la delegación y la asunción de una atribución pública, las Damas tomaron algunas decisiones: en primer lugar, optaron por volcar todos los esfuerzos a la niñez en riesgo; en segundo lugar, encomendaron su cuidado a la Congregación religiosa de las Hermanas del Huerto; en tercer lugar, se pusieron bajo el patrocinio de San Cayetano; y, finalmente, fundaron un establecimiento para alojar tanto a los bebés que quedaban huérfanos como a los que eran abandonados por sus familiares. Siguiendo una larga tradición histórica –consolidada en Occidente en un apellido tan gráfico como estigmatizante del que pronto se distanciaron, como veremos en este libro–, la asociación denominó “expósitos” a las criaturas arrojadas del ámbito privado y familiar, es decir, expuestas a lo público.13 [ver imágenes 1 y 2] Para hacer frente al crecimiento numérico de los niños y niñas abandonados por sus padres –situación en parte provocada por la masiva inmigración sufrida por la ciudad de Rosario en las tres últimas décadas del siglo XIX– en el año 1871 Juan Antonio Rosas, el esposo de la presidenta de las Damas de Caridad, donó un terreno extramuros para construir un gran edificio. Las Damas se apresuraron a diseñar los planos del nuevo Hospicio de Huérfanos y Expósitos en un área periférica que, pocos años después, fue totalmente absorbida por el crecimiento urbano. La asociación benéfica se fue convirtiendo lentamente en un importante espacio de sociabilidad14 que permitió, a su vez, la construcción de los grupos políticos de la época.15 Pese a que su actividad en el espacio público era considerada 12

13

14

15

AHHE, Caja de documentos (1891-1896), Reseña-Memoria explicativa de la SDC, 1889, mimeo. AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), acta del 11 de noviembre de 1871; Libro de Actas de la SDC (1910-1930), acta del 9 de junio de 1910. Sobre este concepto véase MICHEL BERTRAND, «De la familia a la red de sociabilidad», Revista Mexicana de Sociología, vol. 61, Núm. 2, abril-junio, 1999, pp. 107-135; también PILAR GARCÍA JORDÁN Y GABRIELA DALLA CORTE, “Mujeres y sociabilidad política en la construcción de los estados nacionales (1870-1900)”, en GUADALUPE GÓMEZ-FERRER, GABRIELA CANO, DORA BARRANCOS Y ASUNCIÓN LAVRIN, (COORD.), Historia de las Mujeres en España e Hispanoamérica, del Siglo XIX a los umbrales del XX, Tomo III, Cátedra, Madrid, 2006, pp. 559-583. MARTA BONAUDO Y ELIDA SONZOGNI, “Redes parentales y facciones en la política santafesina, 1850-1900”, en Siglo XIX, Revista de Historia, 2ª época, Núm. 11, enero-junio, 1992, pp. 16

como una simple y lineal extensión de la maternidad (de lo individual a lo social),16 las Damas de Caridad se constituyeron como un organismo privado asistencial de intervención en ámbitos que el régimen político dejó en sus manos.17 Quizás por esto, cuatro años antes de la apertura oficial de la Hospicio, Justina Rodríguez de Álvarez escribió a la madre de Estanislao Zeballos diciéndole, significativamente, que el establecimiento, construido para albergar a los huérfanos y niños desamparados, sería de “satisfacción pública”. 18 En sus primeros años la sociedad benéfica pudo desarrollar sus actividades gracias a las donaciones de los rosarinos y a la protección, según palabras de las socias, “de los que hacen de la caridad su religión y consideran un deber ofrecer en ausilio (sic) de los que sufren y padecen”. La construcción del asilo muy pronto obtuvo el apoyo del Consulado italiano y de la Sociedad Filantrópica Italiana Roma. Ambas entidades, como también hicieron las sociedades Filantrópica Suiza y la de Socorros Argentinos, donaron dinero en diversas oportunidades. Uno de los actores que más apoyó al Hospicio fue Ovidio Lagos, director del diario La Capital. Desde entonces, la asociación reclamó al gobierno, a veces sin éxito, la concesión de ayudas y subvenciones para llevar adelante sus tareas públicas, como hizo con el gobernador provincial, Servando Bayo, a quien le pidieron protección porque el Hospicio representaba, según sus palabras, “el progreso y la cultura”.19 Las Damas inauguraron el edificio del Hospicio de Huérfanos y Expósitos en abril de 1879. La madrina del asilo destinado exclusivamente a la infancia resultó ser María Ángeles Rodríguez de Rosas mientras el gobernador provincial de ese momento, Simón de Iriondo, fue designado padrino. En

16

17

18

19

74-110; sin referirse al peso de las familias de notables en la estructura política, véase NATALIO BOTANA Y EZEQUIEL GALLO, De la República posible a la República verdadera, 18801910, Ariel, Buenos Aires, 1997. BROOKE A. ACKERLY, Political theory and feminist social criticism, Cambridge University Press, Cambridge, 2000. ELIZABETH JELIN (COMP.) Family, Household and Gender Relations in Latin America, Kegan Paul International-Unesco, 1991; ASUNCIÓN LAVRIN (COMP.), Latin American Women. Historical Perspectives, Westport, Connecticut, 1978; MARTA BONAUDO, “Cuando las tuteladas tutelan y participan. La Sociedad Damas de Caridad (1869-1894)”, en MARTA BONAUDO (DIR.) Imaginarios y prácticas de un orden burgués. Rosario, 18501930, Tomo 2, Prohistoria, Rosario, 2006 (en prensa). AHHE, Borrador y Copiador de cartas de la SDC (1872-1886), carta de la vicepresidenta Justina R. de Álvarez a Felisa Jordán de Zeballos, Buenos Aires, 15 de abril de 1875; Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), acta del 24 de julio de 1871. AHHE, Borrador y Copiador de cartas de la SDC (1872-1886), carta de las Damas de Caridad a Servando Bayo, 08 de junio de 1875; carta del 25 de julio de 1875. 17

sus alocuciones, las Damas argumentaron que no buscaban beneficiar “á la desgracia y á la mujer-madre pecadora” sino “la salvación de su inculpable fruto”. Con el argumento de que “es una línea la que separa el baldón de la desventura” y de que se dirigían de lleno a los sectores populares, caló hondo el hecho de que su ámbito exclusivo sería, desde entonces, “el socorro del desvalido y la educación del huérfano”. Para definir estas atribuciones en la ciudad de Rosario, la presidenta de la asociación intercambió una intensa correspondencia con la presidenta de la Sociedad de Beneficencia rosarina, Ángela N. de Cullen.20 Carlos Casado del Alisal, importante empresario de origen español establecido en Rosario,21 también donó dinero a nombre de su hija Casilda y de la Hermandad de la Cruz Roja, por él presidida, ayudando así a tejer una red institucional y asociativa de apoyo al asilo. En el agradecimiento a Carlos Casado, la presidenta de las Damas agregó que el Hospicio tenía en 1880, apenas abiertas sus puertas: …más de treinta párbulos a mas del personal indispensable á un establecimiento de esta clase. Los recursos con que esta Sociedad cuenta son bien exiguos, en virtud que aun no se cuenta con ninguna subvencion de los Gobiernos Nacional y Provincial, y menos de esta Municipalidad. La suscripción pública no pasa de 40$ mensuales; y con motivo de las circunstancias porque ha pasado esta población, en los meses pasados, que eran los designados por la Sociedad para rifas y bazares, hacen que los recursos de esta Sociedad vayan escaseando de un modo notable. Y teniendo conocimiento que esa Asociación que V. tan dignamente preside se halla provista de recursos para atender en una escala mayor á las víctimas que hubieran caído en la rebelión que felizmente terminó yá, he sido autorizada por la Comision Directiva de la Sociedad, para que me dirija á V. con el fin de que teniendo en vista las necesidades que dejo expuestas, y las demás á la penetración de V. no se le ocultarán, se digne tenerlas presentes y coincido sea aparte dedicar al 20

21

AHHE, Borrador y Copiador de cartas de la SDC (1872-1886), carta de Manuela Posse de Ledesma, presidenta, Francisca E. de Rodríguez, secretaria, al gobernador Simón de Iriondo, 15 de marzo de 1879 y 23 de marzo de 1879; carta al Reverendo Señor Obispo Diocesano, José María Gelabert y Crespo, 1879; carta de María de los Ángeles Rodríguez de Rosas, 23 de marzo de 1879; carta de Justina M. de Pereyra, secretaria interina, a la presidenta de la Sociedad de Beneficencia, Ángela N. de Cullen, Rosario, 25 de octubre de 1875. Sobre Casado véase GABRIELA DALLA CORTE, “Asociaciones y redes sociales en la organización del Estado nacional en la Argentina: una reflexión a partir de tres estudios de casos”, Encuentro de la Red Internacional de Estudios comparados en Historia EuropaAmérica Latina Marc Bloch, Tandil, 2006, mimeo. 18

Hospicio de Huérfanos la parte de los útiles y recursos que queden sin empleo por esa Hermandad.22 De este modo, las Damas de Caridad quedaron prácticamente como únicas responsables de los huérfanos y expósitos de familias que migraban a la ciudad; inclusive se hicieron cargo de criaturas de las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Al mismo tiempo, optaron por colocar a las criaturas que llegaban al Hospicio bajo el amparo de San Vicente de Paul alegando dos razones: primero, la existencia de otras instituciones similares que reconocían a ese santo como su protector; y, segundo, la conveniencia de adoptar otra protección que no fuese la de San Cayetano. A partir de entonces, el apellido de los niños y niñas que ingresaban al Hospicio, y que lograban salir por propio pie sin pasar por el trámite de recuperación de su familia o por la adopción, fue, precisamente, el de “de Paul”. Entre las actividades que el Estado delegó en las Damas de Caridad figura la lactancia para mantener con vida a los bebés pequeños a cambio de una pequeña subvención mensual. Desde el primer momento en que el asilo abrió sus puertas, las Damas contrataron a innumerables amas de leche que se empleaban para dar de mamar a las criaturas abandonadas y huérfanas a cambio de un salario. La originalidad de esta estrategia radica en que los niños y niñas eran enviados durante meses a las casas de las nodrizas donde, por un tiempo, conseguían insertarse en la privacidad y la intimidad de una familia sustituta. Una Comisión de Damas visitaba todos los meses a los niños y las niñas, así como a las nodrizas, para asegurarse de que todos ellos estaban bien de salud y de que las amas cumplían con la tarea encomendada.23 La sociedad benéfica afrontó prácticamente sola esta tarea ya que cuando el gobierno enviaba niños para que fuesen criados en el Hospicio, las Damas sólo recibían $15 por cada uno de ellos, mientras el ama de leche cobraba, sólo por amamantar a cada criatura, entre $6 y $8 mensuales.24 La manera que eligieron las Damas de Caridad para llevar la contabilidad de los pagos efectuados a las nodrizas nos permite saber la cantidad 22

23

24

AHHE, Borrador y Copiador de cartas de la SDC (1872-1886), carta de María de los Ángeles Rodríguez de Rosas, presidenta, Francisca E. de Rodríguez, secretaria, a Carlos Casado, presidente de la Hermandad de la Cruz Roja, 12 de julio de 1880; también carta de Tomasa de Guillón, presidenta interina, y Francisca E. de Rodríguez, secretaria, a Carmen G. de Marquardt, 26 de marzo de 1880. MARY LOUISE PRATT, “Women, Literature, and National Brotherhood”, en EMILIE BERGMANN ET AL. (ED.) Women, Culture, and Politics in Latina America/Seminar on Femenism and Culture in Latin America, University of California Press, Berkeley, 1990. AHHE, Libro de Actas de la SDC (1901-1910), acta del 12 de mayo de 1903. 19

de niños y niñas que estaban en las casas particulares de las amas, la cantidad de dinero que la asociación benéfica destinaba a la lactancia durante el tiempo de supervivencia de los bebés, y la identidad de las mujeres que sirvieron sistemáticamente a la institución y ayudaron, en consecuencia, a la supervivencia de cientos de criaturas que pasaron por el Hospicio de Huérfanos y Expósitos, actual Hogar del Huérfano. Como ejemplo, hemos elegido un registro del año 1882: A la nodriza Felisa Bustos entregado por saldo de los meses Sbre. y Obre. $16, Idem Rosario Rodríguez $16, Idem Asunción Acosta $16, Idem Concepción Zeballos $16, Idem Francisca Frontiel $16, Idem Cástula Albin $16, Idem Gerónima Suares $16, Idem Jesús Lami $16, Idem Julia Perez $16, Idem Celestina Echevarría $16, Idem Fidelma Alvarez, suman $ 146. A la nodriza Sebastiana Brizuela por su saldo correspondiente a los meses de Sbre. y Obre. $16, Por días de crianza de otra expósita $ 2, A la nodriza Jesús Cabrera por saldo del mes de Sbre. $ 8, Y por parte del mes de Obre. $6,5, A la nodriza Remigia Fasol por dos días de crianza, $ 0,50, A la nodriza Filomena Carpio por saldo de unos días de crianza, $ 1,75, A la nodriza Flora Giménez por saldo del mes de Sbre. $ 8, Suman $ 42,75, Suma Total, $ 218,75, Recibido de la Sra. Presidenta, $ 224, Rosario, Noviembre 10 de 1882. Socias en Comisión Juliana C. de Zeballos; Fidela O. de Somoza Vicepresidenta, María de los Angeles Rodríguez de Rosas, Blanca Villegas, Secretaria Interina”25 [ver imagen 3] Las Damas y las nodrizas no estaban solas. Las Hermanas del Huerto fueron las elegidas para llevar adelante la recepción de criaturas y para 25

AHHE, Diario de los gastos de amas del Hospicio de Huérfanos y Expósitos (18801887). 20

asegurar su crianza. Para ello, las Damas se dirigieron a la Madre Provincial de las Hijas de María de la ciudad de Montevideo y le solicitaron el envío de algunas Hermanas de Caridad. En 1880 llegaron a Rosario las primeras novicias mientras Domingo del Campo asumía como médico del Hospicio.26 Las religiosas permitieron la integración entre lo privado y lo público, y se encargaron inclusive de educar en el Hospicio a los niños y niñas que sobrevivían los duros primeros meses de su vida (tengamos en cuenta que en algunos años falleció hasta el 70% de la población infantil asilada).27 Las Damas de Caridad articularon en el espacio del Hospicio su propia gestión con la de las religiosas y con las mujeres y hombres de sectores populares que llevaban a sus bebés; siempre fueron apoyadas por consejeros varones que, a su vez, participaban activamente en el espacio decisional local y regional. Es indudable que el asilo sirvió para limitar el número de infanticidios en la ciudad de Rosario, un tema de gran importancia en la reflexión del aparato político, judicial y policial a finales del siglo XIX y principios de la siguiente centuria.28 Pero también conjugó una variopinta realidad femenina formada por mujeres inmigrantes, mujeres pobres de Rosario, mujeres de elite, nodrizas contratadas que habían perdido a sus propios hijos, religiosas... El Hospicio fue una de las herramientas de integración de los inmigrantes y de los sectores pobres de la Argentina que llegaban a la ciudad, y fue dejado en manos de mujeres para dar apoyo a otras mujeres que se veían obligadas a abandonar a sus criaturas allí.

26

27

28

AHHE, Borrador y Copiador de cartas de la SDC (1872-1886), carta de Manuela Posse de Ledesma, presidenta, y Francisca E. de Rodríguez, secretaria, a la Madre Provincial de las Hijas de María, Montevideo, 12 de julio de 1879; carta de las Damas de Caridad a la Madre Provincial de las Hijas de María, María Luisa Poloni, Montevideo, 21 de junio de 1881. GABRIELA DALLA CORTE Y PAOLA PIACENZA, “Cartas marcadas: mujeres, identidad e inmigración en la Argentina, 1880-1920”, Revista Signos Históricos, Núm. 13, Departamento de Filosofía de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana, enero-junio de 2005, pp. 71-93. Este libro que el lector tiene ahora entre manos es deudor en parte de las reflexiones que hicimos en este trabajo publicado en México. KRISTIN RUGGIERO, “Honor, Maternity and the Disciplining of Women: Infanticide in late Colonial Nineteenth Century Buenos Aires”, Hispanic American Historical Review, 72, Núm. 3, 1992, pp. 353-373. 21

En 1884 la asociación presentó un informe a la Oficina de Estadística General santafesina afirmando que su personal estaba compuesto por cuatro Hermanas de la Caridad, un presbítero incorporado el año anterior, y un peón, además de una comisión inspectora compuesta de dos socias encargadas de vigilar y atender las necesidades diarias. Un médico de la ciudad prestaba también su asistencia sin remuneración alguna. De esta manera se aseguraba el funcionamiento diario pero sin conseguir satisfacer las crecientes necesidades originadas por el aumento desorbitado de bebés que empezaron a ser “arrojados” al torno y a las puertas del Hospicio a medida que aumentaba la población de Rosario. El relato puntual que las Damas hicieron al presidente de la oficina de Estadística General de Santa Fe en mayo de 1884 nos muestra hasta qué punto el asilo se vio claramente desbordado por el crecimiento urbano, al tiempo que la asociación optaba por entregar en adopción a los bebés que llegaban sin “señales”, para tener así plazas disponibles para nuevos ingresos. La existencia y proveimiento de los niños és la siguiente. En abril de 1883 el Hospicio contava con 38 niños entre huérfanos y expósitos en los dos años transcurridos há habido una entrada de 42 niños: de los 80 que suman esta y aquella cantidad, se han colocado cuatro en poder de buenas personas, que han satisfecho previamente los requisitos establecidos por el Reglamento, han sido devueltos tres a las madres que, arrepentidas del mal paso que dieron, han suplicado por ellos, y han fallecido diez y ocho. Hay pues 58 niños existentes contando tanto los que se encuentran en el Hospicio, como los que se hallan en poder de las nodrizas. 29 En ese año las Damas decidieron reformar el reglamento interno: el inciso 4º del artículo 57 del nuevo reglamento reguló la enseñanza de oficios y estableció que el dinero que los niños y niñas pudiesen ganar trabajando mientras estaban en el Hospicio fuese guardado en una cuenta abierta a nombre de las criaturas en una entidad bancaria de la provincia de Santa Fe. Una de las socias asumió la tarea de recoger periódicamente los ahorros de los niños y niñas, y de depositarlos en una caja de ahorro bancaria hasta que los huérfanos y expósitos cumpliesen los catorce años de edad. Estos cambios fueron aprobados por unanimidad bajo la presidencia de 29

AHHE, Borrador y Copiador de cartas enviadas por la SDC (1872-1886), carta de Justina de Pereyra, presidenta, Elvira de López, secretaria, al presidente de la Oficina de Estadística General, Santa Fe, 13 de mayo de 1884. 22

Fidela Ortíz de Somoza. De acuerdo con la nueva normativa, las Damas establecieron también su derecho a exigir a los padres adoptivos la donación de 100$ para el expósito, dinero que debía quedar en poder de la asociación benéfica en concepto de dote hasta que el niño o la niña alcanzara la mayoría de edad. Cuando el joven fallecía antes de esa fecha, el dinero, así como los intereses devengados, quedaban en beneficio del Hospicio. Pero si lograba sobrevivir, recibía estos fondos para abrirse paso en la vida.

Los bebés y sus señales de identidad Diez años después de la inauguración del asilo, la asociación benéfica reconoció en una Memoria anual que “los huérfanos primero y los expósitos después constituyeron el objetivo de aquel grupo de damas, que dispersas ó agrupadas pero siempre generosas, iban tras el vagido y el lamento llevados por la piedad, á salvar una existencia y endulzar una agonía”. En relación a los huérfanos, las Damas dijeron que: La Sociedad los busca y los recoje donde los encuentra y constantemente los recibe cuando son llevados á su puerta para guarecerlos del peligro, la vagancia ó el hambre. Varias de nosotras habeis intercedido por criaturas huérfanas de padre ó madre y al punto habeis sido satisfechas, encargados á vosotras mismas de hacer la averiguación y el beneficio. La prensa es también un auxiliar con sus continuas denuncias de seres desamparados y las mismas esposas ó maridos viudos se encargan de facilitarnos la tarea llevándonos sus hijos por tener ellos que recojerse en el Hospital ó reconocerse débiles para la pesada carga.30 Las religiosas tuvieron a su cargo la educación de los niños y niñas de mayor edad. El Consejo Nacional de Educación donó dinero que sirvió para la construcción de una parte de la Escuela del Sagrado Corazón de Jesús que funcionaba en el Hospicio y que era coordinada por las religiosas. Los salones de la escuela se inauguraron el 15 de julio de 1888 y fueron apadrinados por el presidente argentino y su esposa, y por el gobernador de la provincia, José Gálvez, y la socia Lina de Máspoli. En el transcurso del acto todos reconocieron casi de manera premonitoria que, cuando estuviese definitivamente terminado, el asilo llegaría a ser una de las instituciones más importantes de la ciudad de Rosario: 30

En lo que sigue se utiliza la referencia AHHE, Caja de documentos (1891-1896), Reseña-Memoria explicativa de la SDC, 1889, mimeo. 23

Los habitantes todos de esta ciudad sentirán la muy justa vanidad del obrero que dá cima á la obra, pues de ellos es y á ellos pertenece el triunfo. Y si la ayuda popular colocó ladrillo por ladrillo, sea también de ella el alto mérito de haber salvado con sus limosnas tanta existencia y tanta honra, acciones que solo premia Dios envolviendo á los pueblos que las cometen en auras de salud, prosperidad y gloria como envolvió á los pueblos pecadores. La escuela fue sostenida prácticamente sin subvención alguna por parte del gobierno y en muy pocos meses asumió una tarea más: aceptar gratuitamente a niñas del barrio que pasaron a denominarse “alumnas externas”. La memoria de la asociación benéfica del año 1889 deja constancia de que la presidenta había recibido la escuela: …con cuarenta y tres niños y al final de mi Administración él cuenta ciento veintiuno, entre huérfanos y expósitos y niñas de la vecindad. Hoy llega nuestra institución de enseñanza á sumar ciento siete educandas, divididas así: Huérfanas y Expósitas 30; Alumnas Externas 90; las materias de la escuela del Sagrado Corazón de Jesús son las siguientes: lectura, escritura, idioma nacional, historia sagrada, religión, geografía, aritmética, dibujo y cartografía, geometría, moral y urbanidad, historia natural, historia argentina, historia universal, historia antigua comprendiendo la griega, elementos de física y química, instrucción cívica, pedagogía, idiomas francés e italiano, labor: confección de todas clases; bordados con seda, felipilla y oro á elección. Esta Escuela se halla bajo la dirección de tres hermanas de Caridad que con laudable y paciente celo cumplen á nuestra satisfacción su cometido. Como veis, los ramos de enseñanza llenan el programa del Concejo de Educación de la Provincia, viniendo a ser por esto una Escuela Pública. Y lo es por el número de alumnas que recibe y los beneficios que presta al vecindario, ayudando á costearse con las mínimas cobranzas que se ha visto obligada a establecer á medida que sus necesidades han ido en aumento. Ante estas y los resultados que dá es de esperar que el Concejo de Educación de la Provincia disponga favorecernos con una subvención especial [...] la Escuela de Niñas se distingue por la sección labores, en la que se hacen trabajos de mérito artístico y se prepara la delicadeza femenina á la utilidad doméstica. No son pocas de estas obras las destinadas á las Rifas que la Sociedad celebra periódicamente. En cuanto á los huérfanos, los mayores, como ya os lo dije, serán colocados internos en Colegios de la Caridad á expensas del erario de la Sociedad; los menores son generalmente atendidos por el Sacerdote D. Do24

mingo Sorni en su casa particular, donde les dá elementales lecciones de instrucción primaria. A pesar de la amplia capacidad de decisión de las Damas de Caridad a la hora de vincularse con las criaturas, lentamente el papel del Defensor de Menores empezó a tomar fuerza a la hora de determinar el destino de los niños y niñas huérfanos y abandonados por sus familiares. Esto ocurrió con Petrona Soria y con Felisa Sánchez, la primera remitida por el Defensor al Dr. Calixto Lassaga y la segunda a su propia familia.31 Aunque los poderes públicos fueron consolidando sus atribuciones en ocasiones superponiéndose con las Damas de Caridad, en general utilizaron los servicios de la asociación benéfica privada para descargar algunas funciones básicas. Durante la epidemia de cólera de 1886, por ejemplo, el Jefe Político pidió a las Damas que denunciasen a “todos los menores que ha consecuencia de la peste imperante quedaron en la horfandad” (sic). Agregó en su carta que: Como es indudable que entre los huérfanos de que se dará cuenta habrá algunos de muy tierna edad é indigentes, desearía saber si este ministerio podría contar con el beneficio amparo que el Asilo de Huérfanos tan habilmente rejenteado por la Sociedad que Ud. preside, ofrecer a tantos otros niños que por causas diferentes se encuentran en igualdad de condiciones para participar de los sentimientos filantrópicos allí dispensados. Aunque desgraciadamente para los que pierden sus padres, llega el momento propicio para la Sociedad humanitaria que Ud. preside de atender á un mayor numero de niños la protección y el cuidado, agregando a la pagina envidiable de los servicios prestados, una obra de sublime caridad.32 Una carta similar llegó el 4 de diciembre de 1886, esta vez escrita por el presidente de la Sociedad de Niños Desvalidos, Ovidio Lagos, quien pidió el ingreso en el Hospicio de …dos niños de un ó dos años de edad, que quedando separados en la horfandad, que me son entregados por la Comisión Popular. Aunque esos niños sean huerfanos de padres, que sucumbieron de la epidemia, se hallan en buen estado de salud, y para aquellos que en el caso que 31

32

AHHE, Copiador de cartas recibidas (1886-1893), carta de Santiago R. Gallegos, Defensor de Menores a la SDC, 16 de marzo de 1887. AHHE, Copiador de cartas recibidas (1886-1893), carta de Santiago R. Gallegos a la SDC, 25 de noviembre de 1886. 25

estuviesen contaminados por el mal, en el Departamento aislado de ese Asilo se podría hacer efectivo la asistencia. Señora presidenta, convencido que nuestras Asociaciones están llamadas a prestar en esta situación afligente un rol importante en el orden de la Caridad Cristiana, suplico a Ud. la protección de ese Hospicio, para los niños que empiesan a vivir, para aquellas infortunadas criaturas que aun se conserban en el periodo de la lactancia. La Sociedad de Niños Desvalidos contribuiría por cada una de las criaturas que pone bajo el amparo de esa Institución con lo que la equidad y las necesidades de ese Establecimiento, reclaman para casos extraordinarios.33 El temor a que el contagio hiciese estragos entre los asilados en el Hospicio forzó en ocasiones a las Damas a rechazar el ingreso de criaturas enfermas. Podríamos citar varios casos pero quizá uno de los más significativos tuvo como protagonistas a los huérfanos Alcides, Aldina, Adelia y Silvia Stabalista, quienes con los números 818, 819, 820 y 821 ingresaron al Hospicio en marzo de 1919 pero “fueron inmediatamente devueltos a la familia pues estaban enfermos de coqueluche”. Este dato nos está mostrando, a su vez, otra realidad: si bien el Hospicio surgió para hacerse cargo de los huérfanos, muy pronto se vio superado por el ingreso masivo de los niños expósitos. Todos quedaban a cargo de la Madre Superiora hasta que eran entregados en adopción o devueltos a su familia, pero en el caso de los expósitos debemos diferenciar los que iban “expuestos” de manera transitoria de los que llegaban sin ninguna esperanza de retorno al ámbito familiar. Esta diferencia surgía a través de la señal que es el instrumento que intersecta todo este entramado que venimos describiendo. La “señal”, palabra que en el contexto europeo fue suplida por la de “cédula”, aparece en ocasiones en las cartas escritas por los italianos bajo el nombre de “billete”. Invariablemente, las señales hablan de la pobreza, de la necesidad y del desamparo como causas del abandono de los bebés. La mayoría de ellas fueron obra de padres inmigrantes, españoles, ingleses, franceses e italianos, que buscaron en el Hospicio de Huérfanos y Expósitos un lugar transitorio o definitivo para sus hijos, y han sido conservadas hasta la actualidad en cajas metálicas de galletas de los productos alimenticios de la marca Bagley [ver imágenes 4 y 5].

33

AHHE, Copiador de cartas recibidas (1886-1893), carta de Ovidio Lagos a la SDC, 25 de noviembre de 1886. 26

Precisamente, la señal ayudó a las Damas y a las religiosas a determinar qué niños iban a parar definitivamente al Hospicio (huérfanos y expósitos) y cuáles podían ser reclamados por sus familiares (expósitos transitorios). El depósito transitorio no es demasiado conocido pero diversas referencias documentales nos muestran esta original función del asilo; las actas de reuniones de las Damas de Caridad rebozan de datos tales como “Antonio Viola de la estación Camilo Aldao avisa que no puede dar más que $100 por su hija; L. Loza que vive en la calle Cochabamba 835 recomienda á Rosa Vidal que desea poner en el Hospicio á su hija Cristina pagando una pensión; Celestina Bresso de Leones pregunta si puede mandar la mensualidad de su hija por giro postal.”34 Como hemos visto, las criaturas dejadas en el torno del Hospicio no estaban solas. Junto a ellas las madres depositaban un objeto o un mensaje escrito que funcionaba como una señal de identificación para garantizar la recuperación de las criaturas cuando les fuera posible volver. ¿Cuál fue el significado de la señal? La hipótesis principal de este libro es que la señal articuló la decisión del abandono por parte de los familiares, la recepción de los bebés por parte de las religiosas, y la política de la entrega en adopción que tomaron las Damas de Caridad. Como veremos, las señales permitieron sostener “identidades en espera”. Las señales eran cartas y objetos que las madres inmigrantes, así como las de la ciudad y de la zona, dejaban junto a sus hijos en el torno y en la puerta del Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario. Dichas señales servían para identificar y recuperar a las criaturas más tarde, es decir, cuando mejorasen las condiciones sociales y económicas de la familia. La señal aparece como un acto fundamentalmente público pero que remite al ámbito privado, y cumplió una lógica muy determinada tanto en la actuación pública de las Damas como en la actuación privada de las nodrizas. Su contenido es de muy distinto carácter pero en todos los casos servía como despedida y también para identificar y para establecer la verdadera identidad de los bebés en el supuesto caso de que fuesen recuperados por sus familiares. No se trataba de objetos personales que llevaran los bebés, como ropas y escarpines, sino de elementos que los familiares dejaban conscientemente para establecer un diálogo ritualizado, jurídico, con la institución. Así aparece en la carta que las Damas enviaron al Jefe de Policía del Departamento, Manuel Cilveti: 34

AHHE, Libro de Actas de la SDC (1910-1930), acta del 14 de diciembre de 1910. 27

he recibido su nota fha. 31 de Julio por la que me pide informe si el día 17 de Noviembre de 1890 de 71/2 a 8 de la noche, fue depositado en el Asilo de Huérfanos a cargo de la Sociedad Damas de Caridad un niño con un pequeño atado de ropa y algunas otras piezas más detallándolas con precisión á fin de individualizar el expresado niño. En contestación le diré que según me informa la Hermana encargada del Asilo se recibió por el torno a las 8 de la noche de la indicada fecha un niño de pocos días, blanco, á quien no se le encontró ninguna señal. Tenia puesta una camisita de bramante, un pañal de bombasí, dos mantillas de franela, una faja blanca de algodón, traía un lío que contenía un vestido blanco, tres mantillas y una faja. El niño se bautizó el dieciocho de Noviembre de 1890.35 [ver imágenes 6 y 7]

Los hijos de los inmigrantes ante el torno del Hospicio Laniña quiciera nombrarla Maria Martina que anacido el dia 30 de Enero ala 9 y 10, R. Mehaga el favore. El Hospicio de Huérfanos y Expósitos entró de lleno en las estrategias de instalación en la Argentina de los inmigrantes, mayoritariamente italianos y españoles. “Non ti abbandono O Figlio mio, Ti cerchero, Se lo permetto Iddio”, o “2 Di Ottobre 1899, Este bambino se va reclamada, La pegidó”, son ejemplos de señales que se conservan en el precioso archivo del Hospicio y que muestra un complejo proceso de integración a la realidad cambiante de la ciudad de Rosario y un difícil proceso de adaptación a la nueva vida en la Argentina. Particularmente en los primeros años de funcionamiento del Hospicio, que coinciden con el mayor auge de la inmigración masiva, los mensajes escritos en italiano tienen una presencia hegemónica en el archivo de señales que diseñaron y construyeron las Damas de Caridad: “Il presente ninito nacio il 2 Otubre 1879 e se ruega que se le ponga il nobre Angela e geva poi Sena un medio retrato e in tregato il dia 5 Otubre 1879”; o “De la Biva Il Signor Antonio Ciancio va per allevare una nena all´ospizio per nome Adelina Serafina Ciancio sua legittima figlia e che per aver persa la madre di parto gli convene di far cosi firma. Antonios Cancio”, junto a una postal

35

AHHE, Copiador de cartas recibidas (1886-1893), carta de las Damas de Caridad al Jefe de Policía del Departamento, Manuel Cilveti, 4 de agosto de 1891. 28

y una cinta negra cosida a un trozo de tela rosa con las iniciales bordadas: A.S.C.”. A caballo entre el castellano y el italiano, un bebé fue dejado en el torno del Hospicio –instrumento de piedra y madera, hoy desaparecido, que garantizó el anonimato de los padres que abandonaban a sus bebés– con el mensaje: “Rosario 23 Abril 1899. Señora Sivarina Eschievi, ija legittima de Juana Eschievi, le entrego por el portador un cico baron, nacido el dia 18 de Abril del corente. Por propio nombre del cico que se le ponga Carlo Eschivi, Reserbando, que el plazo, de un año la propia madre lo chiere sacar dell´ospicio pagando el corriente que decir la Señora Madre lo saluto a este S.S.S. Sepacia Eschievi”. [ver imágenes 8 y 9] No siempre los inmigrantes podían echar mano de un mensaje escrito para elaborar su señal; cuando eran analfabetos, en muchas ocasiones hacían uso de los símbolos nacionales de sus países de origen, aunque también vemos un creciente número de señales, a medida que pasan los años, conformadas por símbolos argentinos, tales como la bandera y el escudo nacionales. La combinación entre mensaje escrito y objeto simbólico aparece en el caso de una bandera italiana que acompañó la nota “es nacida el beinte y uno 2 ble, Agosto el nombre cellama Anastacia”. Entre las señales encontramos también una cinta con una medalla y el mensaje “este niño nasio el dia 25 Settembre ala 8 antimeridiane del año 1903. A. G., Rosario de Santa Fe del 1903”. O la señal de Inocencia, una niña registrada con el número 2009 en el año 1910, que conjugó el escudo argentino de un billete postal con la imagen de otra postal de la colección Reutlinger. [ver imágenes 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16 y 17] El creciente número de cartas escritas en italiano muestra la importancia que los inmigrantes de esa nacionalidad concedieron al Hospicio convirtiéndolo, al mismo tiempo, en un organismo receptor de huérfanos y de criaturas que debían encontrar un lugar para quedarse durante el tiempo en que sus padres encontraban trabajo. “Questo bambino maschio e nato il giorno 5 ottobre dell´ano 1890, non e batezato, María Lovaldi, Rosario S. Fe, 5 ottobre 1890”, fue la señal dejada junto al cuerpo de un bebé abandonado de manera definitiva. También “Questa bambina e nata il giorno 30 Genajo ore 2 antine del 1900. D.M., Rosario 30 Genajo 1900”. En ocasiones se identifica a la criatura a través de sus rasgos físicos: “Itagliana enato. Almese di gluglio ilgiorno atto y alle are quatro imedio pomeridiana non e ricequto ilbattesimo mi parenno il piacere di meterli nome nelbattesimo, Mario, Felicita Faustina Cañada de Gomez collorcinco nella orechia drita

29

gliricomando di tenerla come por un anno quando pero prenderla qu paro unrigallo”. Las situaciones concretas en que se encontraban las madres aparecen en cada una de las señales mostrándonos un abanico muy amplio de necesidades. También aquellas situaciones aparecen descritas en las cartas que la asociación benéfica dirigió a diversas entidadese de la ciudad como la que envió en 1986 al cónsul italiano T. Bertola. En la misiva, las Damas se dieron por enteradas de que “la mujer Luisa Giaronelli de Cicarelli condenada a prisión por el Sr. Juez del Crimen, tiene en su poder un varoncito de 3 años por cuya suerte se interesa ese consulado, sin haber podido encontrar una familia que se haga cargo del mismo. En contestacion, me es grato manifestarle al Sr. Consul que no hay inconveniente en que la Sociedad se haga cargo del niño pero los Estatutos determinan que en estos casos se pague una pension desde que la misma no tiene recursos propios.”36 La pobreza o la muerte de la madre es una de las causas más alegadas para justificar el depósito de bebés en el torno. Pero también encontramos una señal en la que se menciona como causa del abandono la propia muerte de la criatura: “Li 28 Giurgni 1900. Natto li 17 Maggio non e Battesato sono pregure il Ser. Di metere per nome Carlo Giuseppe viene consegnato qui perche è Morto, Sua Madre”. Otras notas breves insisten en que las Damas bautizasen a las criaturas con el nombre elegido por sus familiares: Si pone il nobre di Romeu Nicolás. Nascio il dia 17 Enego del 1890, se lo quidano bieno he pronto lo dichittaranno. 1 de agoto, Petrona Dominisiana, no seta batesada. Li faccio sapere che nen no e battessata li perrete nome Maria Elisabetta Lucia. Señora Madre de Caridad. Este chicco que se [...] Acristianada de Nombre Baldassare Ijo de Perfetta Lopes, que se perdida, come un mes. Rosario di Santa Fe 4 Noviembre /90. Vivia a la Calle Bonordine entre San Luis y Rioja. Entre las señales del año 1890 aparece una carta con el siguiente mensaje en el sobre: “Entrano nella notte, Del tres giugno al quattro battesatto il 36

AHHE, Libro de Actas de la SDC (1893-1914), reproducción de la carta enviada por las Damas al cónsul de Italia T. Bertola, de 21 de noviembre de 1896. 30

giorno cinque per nome suo Ernesto José, 1890”; en la carta figura una descripción detallada de los rasgos físicos y de la vestimenta: Gentilissima Señora. Il mio nene é nascido 1º Junio. Lié puesto nell´ospedal la noce del 3 al 4 Junio. Condizione. La pelle o piel colorada, o rosso. Il pelo castagno. Il frente ancio, o alto. L´osocho azul, o grigi. L´asoreca cica, o piccola. La naris media. I parmi. Tenia una camisa sin dobladigio. Un pagio di flanel blanco. Una fascia blanca, 9 pagio di bramat, sin dobladigio, nella caveza un paigicolo blanco e stava viluppado sin un sciablo da medo Luto Senora Gui le prometto di aser il posible, di aserlo educar el mas che si puede. La saluto, Sono sua madre Fessia Teresa, Rosario 11 ottobre 1890. La adaptación a la ciudad de acogida llevó a los recién llegados a colocarse, quizás inconscientemente, bajo el amparo de la protección religiosa y benéfica local. Una carta en la que dice “La Madre Nome Falco Maria las ica nata el 21 agosto alle 7 en puento Della Maguena” fue dejada junto a una cinta y un trozo de tela que lleva cosida la imagen de la Virgen de Rosario. La virgen está acompañada del niño Jesús, y el trozo de tela incluye, en castellano y en italiano, el siguiente mensaje: “Niño del Rosario, tened piedad de Nosotros. Abiate pieta di noi”. Por la información que aparece en el sobre, sabemos que se trata de Anastasia Falco de Paul, nacida el 21 de agosto de 1896, el mismo día en que fue abandonada en el Hospicio de Rosario. El contenido de esta señal es similar a este otro. “La Madre della dicha Deste Junia dava a la [...] Maria Nicholasiu. Il giorno 6 Marzo 1896”. Es decir, se trata de mensajes que denotan un profundo amor, un sentimiento de desazón materno al dejar a las criaturas en el Hospicio para poder trabajar. La posibilidad de volver al Hospicio para restablecer el vínculo materno a través del “reclamo” es una de las condiciones del propio abandono infantil, como puede verse en la siguiente señal: Rosario 3 Giugno 1896. Signora Superiora dell´Ospizio degli Orfani, Presente, Per un caso eccezionale deposito questa bambina sotto il manto della sua caritá pregandola voglia aveva ja bontá di attenderla per pochi mesi fino a che la di lei madre venga a reclamarla. Debbo fargli presente che la bambina é stata battezzata nella chiesa di Santa Rosa sotto il nome di Giovanna Battista Pogolotti. Chi verra á reclamarla sará Guiseppina Pogolotti o la madrina Giovanna Miller pagando l´importo dovuto e per questo segnale gli sará presentata una copia equale a questa della stessa calligrafia. Pogolotti Giuseppina, Giovanna Miller.

31

El tema del bautismo entre los hijos de italianos tiene una gran presencia en el archivo de señales. Papelitos sueltos y hojas percutidas contienen los siguientes mensajes: Questa figlia é nata ai 21 Febbraio 1891. Non é ancora battezzata. Emma. Questo bambino di sesso maschile e nato il giorno 7 di Ottobre alle de 8 Anti e non e batezato, M. 7 Ottobre del 1891. Questo fanciollo e Nato li 21 Aprile 1891 alle ore 9/30 minuti posmeridiane. Nón è stato battezzato per nome gli mettere Giovanni. Di Nazione Italiano della parte del Piamonte. Aprile del 91, El Fantile Nato el 21 Corrente alle ore 9 ½ P. Nazionalitá Italiana Piamontesa. Non estato Battezato. Gli metterano per nome Giovanni. En términos numéricos, los españoles e italianos se llevan la palma en el uso que hicieron del Hospicio, pero hubo otras comunidades de extranjeros que se vieron afectadas por la llegada al mundo de bebés que no encontraron una acogida inmediata en sus familias, o por criaturas que quedaban huérfanas. Algunas criaturas entraron a pedido del capellán irlandés de la Capilla de San Patricio quien en una ocasión solicitó “la admisión libre de cargo en el Hospicio de Huérfanos, de la niña huérfana de padre, María Bond, cuya madre con otra criatura menor están reducidas á causa de enfermedad, de subsistir de la caridad pública. La niña María tiene siete años de edad y seria una verdadera obra de misericordia recojerla en el instituto dirigido por esa benemérita sociedad.”37 La comunidad británica también fue auxiliada por el Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario: Señora Superiora del Hospicio de Huérfanos. Hoy deposito esta niña en vuestro auxilio, y le suplico tenga la bondad de encargarla mucho a la ama que le sea dada, y lo más pronto posible vendran los padres á reclamarla. La niña no esta cristiana, nació hoy a las doce. Se llamará Florencia Roger. Los padres son inglés. Sin más saludo a V. y soy S.S.S., J.M.

37

AHHE, Libro de Actas de la SDC (1893-1914), acta del 08 de agosto de 1896; Caja de Documentos (1891-1896), carta de la Capilla de San Patricio, Rosario, a Corina B. de Muñoz, presidenta, 19 de julio de 1896. 32

La representación consular en Rosario se hizo cargo de encontrar refugio a los bebés que quedaban huérfanos o en situación de “exposición”, pero cuando era el Consulado el que mediaba de manera directa entre las familias y las Damas, estaba obligado a pagar por los servicios que estas últimas brindaban en el Hospicio a los inmigrantes en su conjunto. Las asociaciones francesas radicadas en la ciudad eran plenamente conscientes de que el Hospicio se hacía cargo de niños y niñas de padres franceses. Por ello el vicepresidente de la Comisión de Fiestas Francesas, Luis Visit, envió en 1897 cincuenta bonos que la colectividad había obtenido de las fiestas de la caridad, y que fueron distribuidos entre todos los niños del Asilo.38 En una oportunidad la sociedad benéfica aceptó hacerse cargo durante dos años de “tres niños sin madre, hijos de Berthou Iria, siendo estos niños uno de ellos de 5 años, otro de 2 y el menor de 9 meses”, pero aclaró que “los Estatutos determinan en estos casos se pague una módica pensión por contar nuestra Sociedad con muy pocos recursos.”39

Las señales: identidades en espera La señal fue el hilo conductor de la gestión del Hospicio de Huérfanos y Expósitos y restituyó un vínculo perdido entre madres e hijos, entre familiares y bebés, a través de la asociación benéfica. Su funcionalidad queda reflejada en la memoria histórica de las Damas de Caridad: Las precauciones consignadas en el Reglamento Interno del Asilo se adoptan fielmente para llegar a un resultado feliz. Recogido un niño se recogen á la vez los documentos o reliquias con que algunas madres los exponen, reservándola con cuidado en el Archivo, como signo de filiación que sirve á la Sociedad para devolver en el futuro aquellos seres, cuando el arrepentimiento vence la vergüenza de sus padres. Desde el libro bautismal hasta los preceptos de la higiene infantil, todo es llevado estricta y ordenadamente.40 Las Damas y las religiosas fueron las encargadas de conservar esos objetos y esos mensajes que en el caso de los inmigrantes sirven para entender el papel jugado por la institución para garantizar su asentamiento en un país 38

39

40

AHHE, Libro de Actas de la SDC (1893-1914), carta de las Damas de Caridad al vicepresidente de la Comisión de Fiestas Francesas, Luis Visit, 15 de julio de 1897. AHHE, Libro de Actas de la SDC (1893-1914), carta de las Damas de Caridad al Consulado de Francia, Santa Fe, 03 de diciembre de 1896 y 26 de mayo de 1898. AHHE, Caja de Documentos (1891-1896), Reseña-Memoria explicativa de la SDC, 1889, mimeo. 33

extraño y que ofrecía por entonces un mercado de trabajo no demasiado confortable. “Questo bambino e nato il giorno 8 Marzo ale ore 9 antimeridiane non é batezzato M.F. Rosario 8 Marzo 1895”, fue uno de los tantos mensajes que dejaron las madres para dar a sus hijos inmigrantes, aunque nacidos en la Argentina, alguna identidad rápidamente perdida. La elección del apellido De Paul –por San Vicente de Paul– fue, como vimos, otra de las formas en que estos niños pasaron a engrosar el conjunto de los nuevos ciudadanos de la Argentina. Ser colocado bajo la protección de dicho Santo fue también una de las protecciones más aludidas por los inmigrantes, como fue el caso de los franceses, que se identificaron con esta elección. “Chere Señor Je voul prie de Lui Luis ponner le nom de Gabriel. Sa naul donne un Sanvenner del 2 orphelin que trava Saint Vincen de Paul Salul pon de notre Dame a parel il cora Reglame 4 8bre. 1892”; “Cette petite enfant n´ha eti pas recibi el batime, 29 Junio 1880”. [ver imagen 18] En estas señales se reescribía una historia muy antigua: en latín, la palabra “tessera” significaba “dado”; designaba pequeños cubos de mármol, vidrio, piedras preciosas que se usaban en juegos de azar. La palabra era polisémica porque también, en el ámbito militar, nombraba el “santo y seña” y, por lo mismo, en general, era usada para designar cualquier tipo de contraseña. Finalmente, la “tessera” romana tuvo un tercer sentido que parece derivar de su circulación entre el secreto y el azar y es que la “tessera” era la prenda indicada para sellar un pacto. Las partes contrayentes partían una pieza – por ejemplo, de cerámica– y conservaban, cada una, una parte como señal del compromiso asumido. En todo caso, se trata de un espacio social donde se han expresado y confrontado los intereses, principios, valores, prioridades no sólo de las mujeres, sino también de otras fuerzas claves del universo femenino en cada momento histórico, en particular de la familia. Vistas así, las señales aparecen como historia, pero como historia codificada, con un lenguaje entendible por todos en el momento en el cual fueron producidas, y en un mundo en el que, debe asumirse, había asuntos de los cuales las mujeres han podido hablar y otros de los que no.41 [ver imágenes 19, 20, 21, 22, 23 y 24] “No tiene madre es juerfano, no esta bautisado nacio en Biju el 1º del mes”, es la carta que tenía Dioniso de Paul el 8 de octubre de 1901 el día en que fue dejado en el Hogar. La señal es de una naturaleza similar a la 41

Sobre estos silenciamientos, CYNTHIA JEFFRESS LITTLE, “Moral Reform and Feminism: A Case Study”, Journal Inter-American Studies and World Affairs, 17, Núm. 4, noviembre, 1975, pp. 386-397. 34

del siguiente mensaje: “Este nene baron nasio el dia 23 Noviembre del año 1901 alas oras 3 de mañana, M.G.”, y a la señal “Este niño baron ha nasido il giorno 19 de Abril ala ora 3 antime ne, del año 1901, M.L. Rosario 19 Abril del año 1901”. Se trata de una información puntual, meramente descriptiva, pero, en general, el interés por asegurar la protección de Dios está presente en la mayor parte de las señales: una medalla junto a una cinta color marrón claro y una nota “Este niño a nacido en Santa Fé el día 13 Setiembre 1901 ha recibido l´agua bajo el nombre Emilio hijo de doña Luisa Clara”, representa el deseo de enviar al Hospicio a las criaturas previamente protegidas por el bautismo. Encontramos otros casos similares: Il dia 25 de Setiembre de 1901 ahnacsido un nino che lo cristiane al´ospisio e che le ponga el nombne de Maniel. Rosario 5 de Setiembre de 1901. Setiembre 14 de 1901, Este niño no esta cristiana. Se llamará el Santo del día se recomienda mucho los cuidados. Dentro de poco se hirá por el. En ese sentido, las señales, así como las recuperaciones de los bebés, constituyen elementos centrales para comprender los silencios cambiantes de la cultura. El folletín del siglo XIX escribió una segunda parte de esta historia cuando hizo de la “tessera” la clave de revelación de un misterio –amoroso, policial– y, especialmente, una “seña de identidad”.42 El reencuentro o reconocimiento de los seres a través del tiempo y la distancia se realizaba a través de señales, cicatrices y marcas de la infancia que eran evidencias innegables de una identidad puesta en discusión por confusión o por engaño. La “tessera” aparece, por ejemplo, en una de las obras teatrales más famosas de Roberto Arlt, Trescientos millones, en la cual el personaje de la sirvienta se reencuentra con su hija cuando al descubrir su espalda encuentra una crucecita que le había hecho la partera al nacer: “Hija mía... tantos años... queridita”, dice la madre. “Yo sabía que tenía que llegar este día”, contesta la hija recuperada. Las señales designan por contigüidad a la madre ausente. [ver imágenes 25, 26, 27, 28, 29 y 30]. Como todo signo, se inscriben en la paradoja de la representación según la cual los signos están ahí para designar algo –otra cosa– que ya no está. Asistimos a la escena de una comunicación mutilada por la separación que sólo podrá “completarse” en ocasión del reencuentro. 42

Cfr. NICOLÁS ROSA (DIR), Moral y enfermedad. Un sociograma de época (1890-1916), Laborde Editor, Rosario, 2004. 35

Ahora bien, mientras esto no ocurra, las señales “velan” por el niño o la niña abandonada ofreciéndoles un origen y, de este modo, el rudimento de una identidad. Por lo mismo, la comunicación o, más precisamente, el vínculo, resiste a las inclemencias del presente adverso por obra de la sola presencia del objeto o imagen. Y esto es particularmente cierto en las señales que nos ocupan aquí; las que privadas de alguna forma de mensaje verbal tienen la persistencia incuestionable de las cosas. Mudas; estas señales-objeto y señales icónicas testimonian una filiación y se constituyen –en el mismo acto– en índices de la madre. La riqueza peculiar de esta suerte de señales radica en su singular potencia significante que se ríe de las posibilidades expresivas de la palabra. En muchos casos ni siquiera se tratará de un objeto “completo” o “acabado”, no sólo desde la perspectiva de la incompletud de la “tessera” a la que hacíamos referencia, sino desde su propia condición. La mayoría son restos, fragmentos, trozos deshilvanados, gastados, usados. Así, Pura C. de Paul, registrada con el número 659, llegó con un trozo de tela azul cosido a una cinta blanca junto con un trozo de papel en el que aparece impreso el nombre de Enrique J. Rodríguez y la ciudad: Rosario. En algunos casos, las señales constan de un pequeño papel, cortado a mano, en el que aparece el nombre de la criatura y la fecha de nacimiento, junto al número de registro otorgado por las religiosas y, obligatoriamente, el apellido “De Paul” con el que eran bautizados los huérfanos y los expósitos. Este fue el caso de Florentina de Paul, depositada en el Hospicio el 17 de octubre de 1895 solamente con un trozo de papel sin mensaje. La “pobreza” material de esta señal contrasta en forma espectacular con la riqueza semántica que cobra en la situación del abandono. Es el caso singular de un rosario en el que la cruz ausente es la “presencia” ineludible de la madre; para la mirada; para el recuerdo. [ver imágenes 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39 y 40] Los objetos se vuelven significantes arrancados de su contexto “natural” de uso; los fragmentos se resignifican en el seno de una totalidad virtual a la que remiten metonímicamente: en las cintas de colores patrios (españoles, italianos, argentinos) se repone una nacionalidad; en los trapos y cintas de colores elegidos arbitrariamente, quizás, la profesión de costurera de la madre. En este contexto, un caso singular es la señal de otro de los bebés. Se trata de un pagaré de la Cochería (tanatorio) “La Sanlorenzina”, servicio fúnebre ubicado en la calle Balcarce esquina Urquiza, que se dedicaba en la época a fabricar cajones y carruajes y a alquilar caballos por día y por mes. En el pagaré parece resumirse toda una historia: la de una madre, la 36

de un parto, la de la muerte de la madre, la de la orfandad del hijo, así como su exposición y abandono final. Propiedad de Antonio Poggi, la Cochería sirvió para construir el escenario familiar: en lápiz dice “Rinaldi Andrea da 2 ½ Entre Rio fra 3 de Febbrero e 9 de Julio”, posiblemente la dirección de la mujer muerta. En 1914 un sobre de la cochería fúnebre italiana de Vicente Pozzi, establecida en San José de la Esquina, hizo las veces de señal al igual que la libreta de familia, exclusiva para nacimientos, del Registro Civil del año 1911, que acompañó a otra criatura en su ingreso al Hospicio. [ver imágenes 41, 42, 43, 44 y 45] Incluimos el caso del pagaré entre las señales-objeto porque, si bien se trata de un mensaje verbal, no es una carta o esquela como las que veremos en el apartado siguiente. Aquí el mensaje verbal está subordinado a la naturaleza del objeto en cuestión como es el caso, también, de las tarjetas de las parteras. Una de esas comadronas, Rosa G. de Passaro, que aparece en la señal con la información de que era una partera aprobada por la Universidad de Nápoles y por la Ciencia Médica de Buenos Aires, atendió a “Emilio Santiago Chincher, edad 8 meses, bautizado”, según reza el mensaje escrito a mano en el reverso de dicha tarjeta. En ocasiones las criaturas eran abandonadas con un sobre –así llegó Laura de Paul al Hospicio de Huérfanos y Expósitos– en el que adentro iba una tarjeta cortada por la mitad donde constaba escrito el nombre de la partera A.de Mazza y en el reverso el mensaje gracias al cual sabemos sólo la fecha de nacimiento de Laura, el 16 de noviembre de 1895. Estas tarjetas personales son más que el mero soporte de un mensaje porque significan, en tanto fechan el nacimiento o la muerte. “Felicita Cimadora, partera aprobada”, por ejemplo, es la información que figura en una señal que, originariamente, servía como tarjeta de presentación de la partera que atendió a la madre de Silvestra cuando ésta vino al mundo el 23 de marzo de 1891. Detrás de la tarjeta su madre escribió: “Rosario 29 Marzo 1891 a las 7 ½ a.m. nasió Felicita contrasegna percal azul, con segna la partera”. [ver imágenes 46, 47, 48 y 49] La pobreza de los objetos depositados junto al cuerpo de los niños y niñas es redundante respecto de la indigencia de las madres; sin embargo, y tributando nuevamente las paradojas, estos objetos resistieron el paso del tiempo y cumplieron con su cometido porque fueron “atesorados” por las monjas y las Damas de Caridad en latas de galletitas que se convirtieron en insospechados cofres de seguridad. La luminosa precariedad de estos objetos se vuelve extrema en el caso de objetos fungibles tales como 37

cartones, trapos, cintas o fotografías que contaban con menos chance de pervivencia que el metal de las medallas. Las cintas, en general, tenían la función de sujetar un objeto aunque, en ocasiones, cumplían el rol extremo de señal. El caso paradigmático es el de una rosa de tela que tiene la particularidad de reunir, en sí misma, la “serie” del tiempo que corrompe pero, también, la idea de permanencia (una rosa de tela; no una rosa “real”) que se inscribe en la “serie” del recuerdo y lo perenne. Asimismo, la rosa ha sido la alegoría tradicional para la representación de la mujer y de la virgen por lo que también “habla” acerca de la mujer-madre profana y bendita. [ver imágenes 50, 51 y 52] La señal de Ludovico Gabriel, depositado el 4 de octubre de 1892, fue un trozo de papel con números, probablemente de la lotería. La elección es única, no hay otro caso del mismo tipo aunque un niño fue depositado en 1904 junto con un billete de lotería y un mensaje escrito en el que aparecieron explicitadas las razones de su abandono: el niño no este bautizado y se quiere que se le empongan los nombres que la medallita dice adicionandole las iniciales y fecha de su nacimiento. El pendiente que lleva puesto que no se le quite así como la medallita. Dentro de estos datos van incluidas diez pesas para el niño y un punto de la Lotería de San Luis para que se rife entre los niños y niñas de esa santa casa. ¿Qué hay en la elección de un número de lotería? En un sentido directo, resulta difícil de comprender cuál puede ser el origen del niño o la esfera de actividad de la madre para que, en lo inmediato, disponga de este tipo de objeto. En un sentido metafórico, no podemos soslayar lo que dice la referencia al azar: la mala jugada que el destino le ha reservado a Ludovico Gabriel al iniciar su vida. El otro caso en el que la señal son números (aunque en el marco de cuentas y no de un juego de azar) es el de la cédula de Eulalia Marietta nacida el 13 de febrero de 1892, cuya señal consiste en una hoja con cálculos numéricos detrás de la cual figura la inscripción que dejaron las Hermanas del Huerto señalando el nombre y la fecha de nacimiento de la niña. Los naipes, finalmente, constituyen otra forma de aparición de números en este contexto de definición de identidades. [ver imágenes 53 y 54] Si la inmediatez –y acaso la premura– seguramente ha primado en la elección de los objetos fungibles, ¿qué especulaciones habrán precedido a la 38

elección de los objetos duraderos? Estos últimos son, sin duda, artefactos que podríamos calificar de motivados: hay un deseo, una idea, una adhesión precisa en estas elecciones. Podemos imaginar algunas posibilidades en el caso de aquellos objetos simbólicos, tanto los de carácter cívico (las banderas o escarapelas) como los religiosos. Aquí el sentido está confesado o exhibido porque hay una subjetividad que se está construyendo en la elección y que alienta la esperanza de convertir su condición en heredad para su hijo. Por ejemplo, en la siguiente carta la madre explica los motivos de la elección de la señal en el marco de la invocación religiosa, y su deseo de que el bebé sea protegido por nuestra Señora del Carmen: Una pobre madre imposibilitada para criar su hijo nacido en la ciudad del Rosario el día Miércoles 30 de Sbre. á las 12 del dia del año 1891 lo coloca al amparo de la caridad cristiana rogando se sirvan protejerlo hasta tanto me sea posible hacerme cargo de él. El niño lleva al cuello un escapulario de nuestra Señora del Carmen cuya protección invoco; ha sido partido por la mitad conservando la otra mitad para que sea entregado á la persona que lo presentare. Es mi voluntad se bautice con el nombre de José Gerónimo. Agradezco á la Sociedad Damas de Caridad los cuidados i protección que presentarán á mi pobre hijito la que encomiendo á V. de nombre de Luis nuestro Salvador i la virgen nuestra. Gran parte de las señales son medallas de vírgenes y santos. En ellas, la iconografía religiosa se impone al soporte material. Así lo demuestra, por ejemplo, la señal de Úrsula de Paul, abandonada el 21 de diciembre de 1896, quien llega al Hospicio con media medalla con la imagen de la virgen y el niño Jesús en brazos, unida a una cinta. La virgen madre repone, una vez más, la figura de la madre ausente. La imagen religiosa se asocia con la madre en una relación de anverso y reverso: Señora Madre: Entrego este niñito con mi mayor dolor y ruego a Vd. Que le aga bautisar agradeciendole le pusiera de nombre Pedro Angel y pidiendo a Dios le de salud y vida para algun dia poder volverlo a tener le entrego con una medallita que tiene la Virgen de Lujan y al otro lado mis iniciales C.G. (fecha de nacimiento el veinte de mayo de mil novecientos veinticuatro, C.G.)”. [ver imágenes 55, 56, 57, 58, 59, 60 y 61; el texto transcripto corresponde a la imagen 57] Un caso particular es el de las fotografías porque, en tanto objetos, están definidas como recuerdo por su propia naturaleza. Fotos de la madre o 39

del padre son bastante recurrentes en el archivo de señales, aunque también se conservan retratos de los bebés realizados antes de ser abandonados en el Hospicio: Anselmo, por ejemplo, fue dejado por su madre en 1891 con una fotografía, cortada en dos, en la cual aparece él mismo de bebé. En este caso, no sólo se produce una suerte de tributo a la infancia y a la inocencia del hijo abandonado, sino que podemos presuponer que la conservación de las dos mitades de la fotografía es indicio del deseo materno de recuperar el lazo tras aportar una “contraseña”. [ver imágenes 62, 63, 64, 65, 66 y 67] Las señales duplicadas, conservadas en las cajitas Bagley, testimonian que en algún momento los familiares volvieron a la institución para reclamar a la criatura y dejaron allí el objeto y la carta que servía como “contraseña” para establecer la identidad del bebé. La recuperación de bebés se producía aportando una contraseña que consistía en una señal idéntica o un fragmento de la señal originaria. Es el caso de veinticuatro cuentas de un rosario y dos padrenuestros, acompañados de una nota con la promesa de volver a buscar la criatura en un año, conservada junto a otras veinticuatro cuentas y dos padrenuestros. En la decisión de la madre había primado la idea de conservar la identidad del hijo abandonado por sobre la protección divina presupuesta por el rosario completo con su correspondiente crucifijo. La carta decía que “A la Senora Presidenta el nene que entrego pido lo traten vien que dentro de un año [...] A nacido á las diez deldia catorce de avril del año 1892 ceva allamar Rumula la rropa que lleva es la cigente. Llebarà beinte y cuatro cuentas co lo ca das 2 padrenuestros”. Otra señal con idéntica función está conformada por una nota en la que la madre escribió “Gentilissima Signora. Li Mandiamo qui un bambino però non é ancor cristiano. Il pensiero nostro é de prenderlo subito appena ci stia bene la madre. Li prego grandemente di tener consenato questo biglietto che si sena per ricordo, che noi ne conserviamo molto iguale. Tu tanto sini e mui affettuosi salute es mi dico. Jesica Teresa Rosario 3 Giugnio 1890”. En el dorso de la señal la Madre Superiora agregó que se trataba de “José Ernesto, nº 298, Junio 3 de 1890”, e incluyó en un sobre el escrito idéntico que su madre presentó tiempo después para recuperar su criatura. [ver grupo de imágenes 68] La representación icónica, por su relación de semejanza con la realidad, es un modo más acabado de expresión que los sentidos proliferantes, sin anclaje, de la presencia solitaria de los objetos. Así, en el mismo registro que supone el testimonio fotográfico, el niño número 627 llamado Alejo 40

de Paul, ingresado al Hospicio el 9 de julio de 1895, llevó consigo un trozo cuadrado de tela atado a una cinta celeste en el que aparece pintado un corazón color púrpura. El dibujo elegido no es casual: estamos no sólo ante el Corazón de Jesús, sino también frente a “corazones rotos” o “partidos” por el abandono del hijo. Así lo testimonia la madre de Cristina de Paul, una niña que ingresa el 21 de mayo de 1895 con el número 618 y para quien su madre eligió como señal media estampita con la imagen de Jesucristo, que fue cortada en dos de una manera muy singular ya que a la imagen le falta el costado del corazón. Esto se repite en el caso de otro bebé abandonado en 1895: la señal consiste en media tarjeta con la imagen de Jesucristo mirando al infinito pero sin la parte que corresponde a su corazón. Este trozo seguramente fue conservado como contraseña por la persona que dejó al bebé en el Hospicio. Detrás de la imagen consta que la criatura “nació el 14 de Otubre 1895”. [ver imágenes 69, 70 y 71] Podríamos, finalmente, esbozar un tercer dominio que ostenta un cierto lujo y, si se quiere, alguna forma de banalidad: las alhajas. Es el caso de María, dejada en el Hospicio el 20 de Febrero de 1895, que llegó con diversos objetos de adorno femeninos y una medalla; o el pendiente de oro, que fue la señal de Severino de Paul abandonado el 11 de enero de 1908. Estas prendas “brillan” también en el horizonte de la miseria, de la pobreza y de la desesperación. Se trata de pequeños adornos de relativa sencillez que parecen remitir menos a su condición ornamental que a una historia personal. En realidad, nos retrotraen al registro de la intimidad vulnerada. Uno de los ornamentos es un escapulario y una cinta color blanca al que las Hermanas del Huerto agregaron una nota escrita en la que apuntaron el nombre de Ascensión de Paul, nacida el 13 de mayo de 1896. La función del escapulario es la de, justamente, servir a la conservación y, por lo tanto, resulta ajustado a los fines de la “preservación” del vínculo en el que se resignifica. Esa es una de las razones por las cuales conservamos el cabello, los dientes de leche o las fotografías de nuestros seres queridos. [ver imágenes 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78 y 79]

Carta de mamá: el mensaje escrito como señal En cualquier carta hay una dualidad contradictoria: una firma y una palabra que se ofrece y está presente pero para disimular una ausencia: la de la voz; la de un cuerpo. Las cartas –en ocasiones breves esquelas– que las madres que abandonaban a sus bebés dejaban junto a ellos en el torno del 41

Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario hacia fines del siglo XIX y principios del XX, cumplen literalmente con esa condición: las cartas, junto con las señales, nombran el abandono. Son su huella. Están ahí para decir que mamá ya no está pero no porque sea una “madre ingrata”. El relato de Ramona es posiblemente el más patético: Rosario 2 Octubre 1899. Esta niña nació el día 1º de Octubre á las horas 8 p.m. da una madre sirviente muy jovene. Ella no tiene marido, sin madre y sin padre ó si lo tiene ella no lo conoce. Estre pobre infeliz ruega á Ustedes de bautizarla con el nombre de Rondinela, para reconocerla, si á Dios le gusto, algun dia y abrazarla... Saluda atentamente á Ustedes la sin apellido, Ramona. La carta de Ramona es el resumen más perfecto de lo que estas cartas dicen: la referencia a su precaria situación económica (“sirviente muy jovene”); su indigencia afectiva (“no tiene marido, sin madre y sin padre”) y, en buena medida, ella misma como producto del abandono. Si tiene padre, dice Ramona en tercera persona, “ella no lo conoce”. Su única identidad es la de ser “madre” y “sirviente”: carece de cualquier otro dato de filiación (“la sin apellido”). A esta “pobre infeliz”, como se presenta a sí misma ante las Damas de Caridad, sólo le ha quedado la ilusión de abrazar a su hija, sólo si cuenta con la simpatía de Dios: “si á Dios le gusto, algun día”. En general, las cartas acompañan a las señales como un modo de reafirmar la filiación que se pretende conservar. En la mayoría, se puede leer el miedo a que el pacto con la institución no sea cumplido o de que se produzca algún error de atribución y de identificación que impida la recuperación del bebé: “Para que cuando pueda retirar mi hijo sepa que el mismo que retiro es mío; ruego V.S. sirvase ponerle la seña que aquí adjunto. Cuando podré cumplire con mi deber. S.S.S. Lazzari Aquile”. [ver imágenes 80, 81 y 82] En otros casos, la necesidad de recurrir a la palabra toma un carácter explicativo de la decisión de abandonar a los niños. En este sentido, es otra de las formas sustitutas de la tutela a que las madres renuncian en el acto del abandono. ¿Cómo cuidar de sus hijos a la distancia? ¿Cómo reparar sus ausencias? La angustia del abandono, resuelta en la recomendación, toma más formas de las que la imaginación pudiera haber previsto: Rosario 10 de Noviembre de 1897. Esta criatura ha nacido el día 3 de Noviembre de 1892 ya está cristiana, tiene por nombre María Victoria, ademas lleva por señal, la mitad de un escapulario del cora42

zón de Jesus y una señal en la espalda derecha, se la recomiendo mucho por que entre poco tiempo la vendré abuscar; ademas la madrina cada mes le traerá un poco de ropa. M.V. En el mensaje que acompaña una imagen de San José con el niño, cortada por dos costados de manera muy particular, se aprecia el compromiso del dativo de interés: “A quí le dejo esta niñita que nació el 4 de Marzo á la 1 p.m.. tendran la amabilida de ponerle ette nombre María Antonio se la recomiendo mucho pronto posible vindre a buscarla á quí le dejo una seña lo que falta de ete Santo lo tengo en mi poder. Esperando que me la atenderan bien”. La certeza del desamparo de sus hijos hace que se refieran a ellos con distintos epítetos sumamente diversos que refieren a la inocencia y a la desgracia: Querida Elmana Aquí le entrego Esta inosente que porque Hube desampada podra imadra A que dado una Señora que la cuidado Asta ora. Madre Misericordiosa. Le remitimos este angel hijo de la Desgracia y le damos el nobre Alfredo y Gorge que Dios le dea su gracia y felicidad. El señal es una faja Blanco y la capa azul con una cinta colorada. Su Madre Clara 1895 diciembre 23 Rosario. Ija de una sirviente desgraziada Nacida doi 10 Marzo de 1900 a las horas 10 a.m. Una pobre madre, haviendo tenido esa desgracia, careciendo de medios de sussistencia para ella y su hijo, espera de la caridad nunca desmentida de ese asilo, se sirva recoger en su seno á esa desventurada criatura que algun dia sus parientes lo recojerán para lo cual se les pide encarecidamente no pierdan este papel. Por nombre, Carmelo, nacido el 16 de Julio de 1901 á las 3 p.m., día Martes. Por Dios y por María Santísima os ruego cuideis de mi hijita que se llama María N. R. la que entregareis á la persona que presente un papel escrito igual al presente. Espero y confío en el Todopoderoso me sea permitido sacarla pronto. Entre tanto confío á Uds. Hermanas lo que tengo de más querido en la tierra. M. N. R., Setiembre 5 de 1903. [ver imágenes 83 y 84; el resaltado es nuestro] Siendo las cartas un medio de comunicación diferida, en estos casos la distancia se multiplica porque, en su mayoría, se escriben con la complici43

dad de un tercero. Este tercero es el que “sabe escribir” y el que conoce el procedimiento y el ritual que se debe seguir para llegar a buen puerto en el Hospicio de Huérfanos y Expósitos. Abogados, parteras, religiosos y religiosas, cónsules, policías, comerciantes y allegados más o menos alfabetizados son los que, en general, interceden frente a la letra desconocida para dar cuenta de los deseos de las madres respecto del destino de sus hijos. En ocasiones, son incluso los responsables de dejar a los niños en el torno o a las puertas del Hospicio: Rosario marzo 16 de 1897. Señora superiora del Asilo de Huerfanos. Pido a Vd. Se sirva dar entrada en ese establecimiento á una niña de pecho, que ha sido encontrada en la vía pública la noche anterior lo que ha sido arrojada por la autora de sus días. Saluda a V. atte, C. Rosas, Policía de Rosario. Certifico que el dia 27 de abril pasado, ha asistido en sus ultimos momentos á la señorita Angelina Scontera, domiciliada en la Estación Perez, que fallecio de fiebre puerperal, dejando una criatura de ocho días de edad, sin padre y sin recursos, Rosario Mayo 1 de 1897. [nota en un papel oficial del Dr. Nasse, de la calle San Lorenzo 386 y 586]. Señora Madre Superiora. El portador de la presente le entregará a Ud. un huerfano de padre y madre, ha sido criado desde que tenia un dia por una Señora caritativa y por espresa promesa que hizo haber si Dios la sanaba de una enfermedad que hacía cinco años padecía, su resolución al hacer esta obra piadosa era llena de fé, y lo ha hecho criar seis meses en su misma casa con leche de vaca, mas ahora dispuso antes de morir se pusiera en el Asilo de Huerfanos, porque confiaba que seria cuidada con esmero, y yo cumpliendo su ultima voluntad remito al huérfano pues no ha quedado mas deudo que el esposo y nunca podrá cuidarlo o hacerlo cuidar bien. Se llama Pedro Zambrano, bautizado en la capilla Santa Rosa, tiene pariente en Buenos Ayres que creo vendrán á recogerlo. Sin mas ruego a Ud. me disculpe. En otros casos, falla la sintaxis y hasta el sentido se ve complejizado por una escritura ajena a cualquier normativa ortográfica. Estamos frente a mujeres afectadas por una indigencia múltiple: económica, cultural, afectiva. En muchos casos estamos frente a hijos “legítimos” y sólo en muy contados casos de entre los cientos de señales es posible encontrar alguna referencia a la condición de “hijo natural”, como ocurrió en 1909 con Elena F. [ver imagen 85] 44

A través de un tercero o con una escritura vacilante, entonces, pobres mujeres pobres –valga la redundancia– se construyen como madres, paradójicamente, en la escena del abandono. No es casual que firmen “la Madre” –con mayúsculas– o que elijan dirigir la misiva a sus hijos para explicarles su situación: “Querida hija la necesidad me obliga salvarte a qui. Nunca jamas me olvidaré de ti”, es posiblemente una de las señales, configurada mediante una carta, más enternecedoras y gráficas de las que se conservan en las cajitas de galletas Bagley. Entre los mensajes escritos se destaca la presencia de medio poema dejado en 1892 como señal de Marietta. En el poema se explica que “Los padres tienen en su poder la mitad de este papel por el que reconoceran algun dia á esta criatura”. El fragmento que se conservó del escrito, que servía como señal para identificación, dice lo siguiente: Setie [...] 18 [...] / Para ti escribo este/ Si te hiero en él/ Que tu no tuviste/ De Este pobre co/ Y si un dia en tu/ Encuentras algun/ Sufrelo por el mu/ Que me hiciste sin [...] ”. El mensaje parece ser un poema de amor dirigido a alguien (presumiblemente un hombre) que ha abandonado a la madre de la niña depositada en el Hospicio. El texto presunto es producto del despecho que, como en los otros casos, nos enfrenta a una situación de abandono que podríamos llamar “exponencial”: son madres abandonadas, por un hombre o por la buena fortuna, que se ven obligadas, a su vez, a abandonar a sus hijos e hijas. En el reverso de la nota aparece una información censurada, reprimida y suprimida por la propia madre: dice que “en la calle de Maggio i nato una figlia femina” que responde al nombre de Marietta y que no está “cristianada”. Una posible reconstrucción del poema diría: “Para ti escribo este (poema) / Si te hiero en él/ (disculpame)/ Que tu no tuviste (consideración) / De este pobre co (razón) / Y si un dia en tu (vida) / 45

Encuentras algun (dolor) / Sufrelo por el mu(cho) / que me hiciste sin (pensarlo/considerarlo/protegerme/querer). La familia ha cumplido con diversas misiones, entre ellas garantizar la reproducción biológica, asegurar la continuación de la estructura de clases, regular la relación entre los sexos...43 Las exigencias aplicadas a las mujeres coincidieron en parte con este modelo,44 pero el abandono infantil, en general, parece quedar a las puertas de cualquier explicación sobre el rol materno y sobre el papel reproductor de la familia. El sentido común y las instituciones suelen condenar a estas mujeres que vemos aparecer en el Hospicio de Huérfanos y Expósitos. La pregunta que surge aún hoy es ¿qué clase de madre es la que abandona a su prole? A pesar de ello, estas mujeres insisten en las cartas en la necesidad que obliga, en las condiciones que exigen dejar a sus bebés para ser buenas madres; para cumplir con ellos, aunque parezca paradójico, abandonándolos.45 En 1895, una de ellas deja junto a su bebé una carta con media medalla y un cordón formado por pequeñas sogas. Se dirige a las religiosas diciendo: A la hermana directora del Orfanatorio de Rosario, 19 Diciembre 1895. No pudiendo sin comprometer mi honor criar a mi hijo, lo confio a la piedad de este benefico hospicio hasta que yo pueda retirarlo para no dejarlo jamas. Por tanto lo recomiendo á la caridad de las hermanas y le pido que lo bautizan con el nombre de ‘Jacobo Carlo Manuel´ y le conservan la mitad de la medalla que puerta al pesquezo, mientra yo conservare la otra mitad como signo de reconocimiento. Nació el día diez y nueve del año milochociento noventa y cinco. Que Dios bendito, y la caridad de los Cristianos lo protejan amen. La Madre. [ver imagen 86] Frente a la desgracia se solicita la gracia del Hospicio y de Dios. Frente al “pecado” del abandono, la expiación de la salvaguarda. Frente a la desgracia, la gracia de un nombre propio que se empeñan en elegir una y otra vez. En efecto, en la mayoría de las cartas las madres indican el nombre con el que los bebés entregados deben ser bautizados. Con la elección del nom43

44

45

SUSANA TORRADO, Historia de la familia en la Argentina moderna (1870-2000), De la Flor, Buenos Aires, 2003; ELIZABETH JELIN, Pan y afectos, la transformación de las familias, FCE, Buenos Aires, 1998. Véase FERNANDA GIL LOZANO (COMP.), Historia de las mujeres en Argentina, siglo XX, Alfaguara, Buenos Aires, 2000. GABRIELA DALLA CORTE Y PAOLA PIACENZA, “Cartas marcadas…”, cit. 46

bre dan a sus hijos la palabra que les fuera negada: la palabra escrita (y con ella los códigos de una cultura que no las incluye) y la palabra como acción; están tomando una mínima decisión; ellas a las que la necesidad les negó la posibilidad de elegir. El bautismo funciona en las cartas como otra instancia de cobijo: los niños son depositados bajo la protección de las Damas de Caridad y, también, bajo la tutela de Dios. Las madres consignan la situación del niño o niña argumentando que “está bautizado” o “cristianado”. En su defecto, agregan que “va infiel”. Las cartas que acompañan a los niños expósitos nos ofrecen un catálogo completo de mujeres en desgracia: pobres, locas, muertas o enfermas no pueden hacerse cargo de sus hijos. Sin embargo, sus esquelas están ahí para dar testimonio desesperado de la única opción de la que disponen aunque, al acudir a ella, pierdan a sus niños. Estas mujeres han sido abandonadas por sus maridos o parejas; o son viudas: Rosario de S. Fé 24 Agosto 1894. Una pobre madre que se encuentra mui distante de su casa y cuando pensava de volverse con su creatura ha vuelto ha caer mui inferma, y no tiene leche ni plata, ni nada en este momento, no es conocida en esta Ciudad. Por no dejar morir de necesidad esta pobre creatura la recomanda por segunda ves a la piedad de las buenas ermanas de este Ospicio de caridad, que se la cuiden por algun tiempo que spera volver ha buscarla se Dios le dá vida, pagando todo lo que necesita pagar. Una pobre viuda. Esta niña nació el 12 de Agosto 1893 ba infiel y quiere que se le ponga Clara Medina, su padre se llama Medina, y su madre Ni Romero Me beo obligada aponerla en la cuna por que su padre me á abandonado. Se recomienda el cuidado. S.S.S., N. Romero, Nicanora. El abandono se revela aquí como un gesto de amor generoso antes que como pecado o indiferencia. Ante la certeza de no poder, optan por ofrecerle a sus hijos la protección de otros que están en condiciones de ofrecerle amparo. Las Hermanas de la Caridad y luego las Damas cuidan de que se cumpla con el sacramento, junto a los corazones de Jesús que aparecen en diversas señales. Esta niña no es cristiana se desea ponerle nombre (Elvira Susana) Nació el día 15 Diciembre de 1897 a las 3 pm. Se recomienda sus cuidados, al mismo tiempo que se le adjunta esta señal por tener los padres intenciones de sacarla cuanto antes las circunstancias lo permitan, Rosario, 15 Diciembre 1897. [ver imagen 87 y 88] 47

Es importante precisar las formas que asume el desamparo en las vidas de estas mujeres que entregan a sus hijos porque, si bien en la mayoría de los casos el desamparo es de naturaleza económica, en algunos otros se suma la fragilidad de una red familiar en ocasiones inexistente o las dificultades y condicionantes de orden social. La legislación liberal de finales del siglo XIX proporcionó un nuevo orden legal basado en el matrimonio civil al cual se integraron los inmigrantes, en su gran mayoría católicos. Esta situación no excluyó la existencia del concubinato y de los nacimientos de niños calificados de “hijos naturales”.46 En las señales del Hospicio de Huérfanos y Expósitos rosarino aparecen algunos casos de muchachas jóvenes y solteras que fueron obligadas por sus familias a abandonar a sus hijos con tal de esquivar la posible deshonra fruto del embarazo extramatrimonial. Se registran cartas en las que se indica esta situación o el hecho de que el niño era “rico” y pertenecía “a buena familia”. En una carta incompleta se dice que la criatura “pertenese a vuena familia. Esta cristiano sellama Angelito cuando tenga un año el padre lo sacara tengo recurso para sacarlo. No lleba mas ropa por no saber si lean miten [por admiten]”. El niño que aparece con el registro número 403, Roque, que fuera depositado el 18 de diciembre de 1891, llegó con una carta a la que iba unida una cinta de color bordó. La carta informaba de la holgada situación económica de sus padres: a la Sra. Madre encargada del Hospicio de Huerfanos. Confío este niño al cuidado del asilo por no serme posible criarlo en mi casa. Sus padres son bastante ricos y se les suplica que lo atiendan lo mejor posible en todo. Ba enfermo y nesecita de un médico que le resete algo. Cuando halla cumplido dos años será sacado del asilo y se abonará los gastos que huviese echo. Sus padres son de la primera sociedad. Se le dará una cantidad de dinero á mas de pagar los gastos, al Hospicio. Nació el 14 de octubre de 1891 y es bautisado con el nombre de Roque. Guardese este papel para cuando baja á sacar este niño, lo mismo que todo lo que él lleve. Diciembre 18 de 1891. La honra es mencionada en otras señales puntuales: Rosario de Sat. Fé, Marzo 10 del 89. Señora Superiora del Hospicio de Huerfanos, Anoche 9 del Corriente alas 10 de la noche fue puesto en esa casa un niño baron que se ruega a V. se digne guardar por dos años pidiendole sea para el lo que pueda en lugar de sus desgraciados 46

JOSÉ LUIS MORENO, Historia de la familia en el Río de la Plata, Sudamericana, Buenos Aires, 2004. 48

padres que no pueden hasta entonces recompensarle por guardar la honra de una familia respetable. Para evitar ser confundido con otro por señal lleba mantilla de franela blanca ondeada beteada con genero de algodón. [en un costado dice] Unica señal para V. engtregando otro papel igual á este. Este niño na el 20 de Junio de 1900 va infiel y quiere que se le ponga Francisco su padre es Francisco Dorronzoro su madre es Carmen Vera. Lo pongo en la cuna porque mis padres me obligan cuando sea libre si lo puedo sacar lo sacaré. [ver imagen 89] Los libros de actas de las Damas de Caridad dan cuenta de un intenso movimiento de ingreso y de egreso de los niños. Los chicos dejan el Hospicio porque son dados en adopción pero también porque sus madres, padres u otros familiares vuelven a retirarlos. En este sentido, en las cartas que actúan como señales, se advierte la urgencia del presente que conmina al abandono pero, además, la ilusión del reencuentro. Un dato lingüístico en la escritura precaria de los textos así lo confirma; como decíamos, los textos fallan todo el tiempo desde el punto de vista de su redacción pero hay un “error” que se destaca notoriamente: la conjugación de los verbos. Por señas hasta dos años se presento la madre a sacarlo si Dios permite. Lo hago por la gran necesidad. De nombre le pone Amable Lopez y Lopez, nacido el 9 de Dbre. de 1905, Pueblo de Campaña de Alcorta, M. Más allá de la dificultad gramatical inherente que pueda presentarse aún en casos de escritores alfabetizados, las madres que abandonan yerran particularmente al conjugar el futuro. Se lee en una de las cartas “cuando lo voy a recoger será compensada” y en otra “cuando podré me acordaré de mi hija”. En el primer caso, “voy a recoger” está conjugado en el modo indicativo –el de la certidumbre– cuando correspondería el subjuntivo –el modo de la probabilidad. En el segundo caso, ocurre lo mismo: “podré” es el futuro imperfecto del indicativo del verbo “poder” que sitúa una acción en un futuro indeterminado, pero posible. En este caso, gramaticalmente, también correspondería el subjuntivo, que es el modo que se define como “contrario a la realidad” en el sentido de las condiciones actuales de posibilidad de la realidad en cuestión. En un tercer caso, la imagen de futuro es más concreta, aunque sujeta a una amarga condición: “pero dentro de dos años si vive la chica la vendrá 49

a reclamar”. La imposibilidad del presente introduce una representación de futuro que o bien asume la forma del deseo –“y es el deseo de la pobre madre, á obtener algun dia esta su hijita”– o del compromiso: en un acta de asamblea de las Damas del año 1908 se asienta que una madre, por intermedio del cura rector de San José, dice no estar en condiciones de abonar la pensión de los hijos que tiene en el Hospicio pero pide la consideren “y que en cuanto trabaje (está enferma ella y su esposo) dará lo que pueda por sus hijos porque no quiere perder los derechos de madre”. La mamá de Florentina escribe el 17 de octubre de 1895: “Lo pongo ha este chico porque no tengo con que mantenerlo por eso es que lo pongo. La madre se llama Juana Rodrigues hasta que trabaje ba sin agua de bautismo”. En la repetición final (“lo pongo”) se escucha algo más que una explicación. La madre está respondiendo a la acusación tácita –de la sociedad, del sentido común, de otras madres “justas” o buenas. La redundancia prácticamente en eco reclama clemencia: no tienen, no pueden; se confiesan “débiles para la pesada carga”, como declara la Reseña-Memoria de la Sociedad de Damas de Caridad de 1889. La mezcla del cocoliche no impide que la madre de María se excuse por “la libertad” que se toma al dejar a su hija y se lamente de su poca salud en la esperanza de cumplir finalmente sus deberes: “entre poco tiempo satisfará a mi deber con V.D”: Señora Madre del Ospizio Rosario 17 Octubre del corriente. Ruego a V.D. de recibirme esta, muchacha; porque yo, me encuentro, indispuesta, para socorrer a esta povra criatura; por mi poca salud: que despues yo satisfara a V.D. a mi deber o dever [...] me perdonara a tanta libertad que yo me tomo; ma la necesidad mi obliga a encomidarla a V.D. ma espero que entre poco tiempo satisfará a mi deber con V.D. Sin más saludo a V.D. y con la Espranza de darle grazias, tengo el bien de saludarla y dicirme de V.D. S.S.S. P.B. el día que la cristianará le pondrá el nombre de María. El “pecado” del abandono dificulta el lugar de enunciación de las madres que dudan entre reclamar cuidado y protección para sus hijos y no sentirse autorizadas a nada. Si la mamá de María pedía disculpas, la madre de Pedro dice: “creo tener derecho á sacarlo” y la de Rebecca María “pordios sesu madre”. Sra Madre. El niño no está bautizado nació el 31 de Enero a la una de la mañana como señal lleva una imagen de plata al cullo, lo deposito en esa Santa Casa porque mis recursos no me permiten criarlo 50

y creo tener derecho á sacarlo cuando me encuentre en mejor posicion. Es hijo natural, J.C. [en un costado de la carta dice] Desearia que al bautizarlo lo hicieran bajo el nombre de Pedro. Julio 17 del 1899, Señora Madre lepido porcaridad Cememiren estacreatura selopido pordios sesu Madre padesere lo mas pronto cepuede firmo yo Anselma Zanel mearan el favor de bautisarla con este nombre, Rebecca Maria. La madre de Adolfo, que firma “una madre desgrasida (sic)”, ofrece como prueba de su honestidad la expresión de deseo de trabajar, cuando sane, para restituir la relación madre-hijo. Esta restitución del vínculo podía delegarse en un familiar o a un tercero (un vecino, una familia amiga, etc.) a través de la entrega de la señal. Diciembre 2, Señora Madre, Muy Señora mía: El día 29 de noviembre a las 10 de la noche, entregaron al portero del hospicio un niño que llevaba por seña una tarjeta cortada por la mitad ondulada y un papel que llevaba poco mas ó menos estas palabras. (Este niño no se entregue solo que á la persona que lleve un carton que combine con el que lleva el niño es bautisado con el nombre de Adolfo). Yo la madre del niño soy muy pobre y enferma por ese motivo me veo obligada á poner mi hijo bajo el amparo de la caridad si Dios quiere espero trabajar en cuanto sane para mandar algo para que puedan atender bien como veo que por mi sola no podre atender a las nesecidades de mi hijo vere a alguna familia para que me ayuden y lo vayan aver de vez en cuando y me envien sus notisias. Si en caso yo llegara a morir dejaré la seña y algun escrito por si acaso quieran aserme la caridad de retirarlo que espero de la bondad de Ud. se lo entregaran. Mi deceo és que lo cuiden bien que al retirar el niño seran recompensados sus cuidados y yo se lo agradecere eternamente. Sin mas se despide de Ud. una madre desgrasida. El destinatario de la señal es invariablemente la comunidad femenina formada por religiosas y Damas de Caridad, a su vez estas últimas responsables directas del papel cumplido por las amas de leche. La señal no está dirigida al bebé porque su función es jurídica: es el instrumento que permite determinar la identidad del bebé en caso de recuperación por parte de los familiares; es la herramienta parcialmente codificada por los usos y costumbres populares (a caballo entre las creencias religiosas y las prácticas de la beneficencia) y por una larguísima tradición que muchos de los 51

inmigrantes que llegaban al país arrastraban consigo antes de subir a los barcos que los traerían a la Argentina. La señal es, en suma, el eslabón de un mundo complejo que une jurídicamente a la madre con las personas a las que ella decidía trasladar temporalmente el cuidado y la salvaguarda de su niña o de su niño. Por ese motivo, los objetos y cartas no fueron entregadas ni a los expósitos y huérfanos que tuvieron la suerte de “ir con señal”, ni a los familiares que fueron a recuperarlos y presentaron una señal duplicada como intrumento probatorio de su identidad. El psicoanálisis ha enseñado que toda carta es una carta de amor porque el amor no se dice, a menos que se interponga una distancia. Estas cartas son cartas de amor porque suplen la caricia y el cobijo de madres forzadas a permanecer lejos, al menos, temporariamente. Quizás por ello, las Damas no quisieron que el Hospicio fuese identificado como un espacio hospitalario, sino como un lugar que pudiese descomprimir una situación económica delicada en los hogares pobres.47 [ver imagen 90]

“Volver a casa”: las devoluciones de bebés y la entrega en adopción Las señales –inclusive las señales dobles, como hemos visto más arriba– quedaron en el actual Hogar del Huérfano para ser “leídas” e “interpretadas” quizás como parte de un pasado prácticamente desconocido de la construcción de la Argentina cosmopolita y receptora de inmigrantes. Posiblemente sea ésta la razón por la cual algunas cartas se enuncian en primera persona, entregando así la autoría de la elaboración del mensaje al niño y a la niña en lugar de presentar a estos últimos como sus destinatarios. Las destinatarias de las señales son, en realidad, las mujeres que durante décadas asumieron una función a medias entre lo privado y lo público, en parte delegadas por los gobiernos locales para hacerse cargo de bebés huérfanos y abandonados en Santa Fe, y en parte asumiendo la necesidad de mujeres que debían trabajar y de familias en apuros: Mimadre Me arroja Ami y Ladibina caridad Me Resibe Aquí y Soi Nasidco el 6 de Julio de 1891 i Soi Acristianado El 21 de Agosto con el Nombre de Luciano. Mi padrino Mersedes Lopes Mimadre Me pone Aquí por Berse En Lanesesidad y Obligacion de Colocarse y con Su Trubajo Socorrerme como Dios Le Allude desde Lafecha 24 de Sptbre de 1891. 47

Véase para el caso europeo, ELENA MAZA ZORRILLA, Pobreza y beneficencia en la España contemporánea (1808-1936), Ariel, Barcelona, 1999; BRONISLAW GEREMEK, La Piedad y la horca: historia de la miseria y de la caridad en Europa, Alianza, Madrid, 1998. 52

Como hemos visto, los registros de niños del Hospicio de Huérfanos y Expósitos consignan tanto los huérfanos como las criaturas que habían sido depositadas de manera permanente o transitoria por sus padres.48 Los registros completan la información que el archivo de señales trasluce parcialmente acerca del destino de las criaturas y, lo más importante, están estructurados a partir de la existencia o inexistencia de la señal. Las Damas de Caridad y la Congregación del Huerto utilizaron dichos registros para hacer un seguimiento completo de la vida de los bebés hasta que salían del asilo. La muerte en muchos casos, el regreso de las madres que querían recuperar a sus niños en muchos otros, la entrega en adopción y la salida por propio pie cuando los expósitos llegaban a la mayoría de edad, son las situaciones, a veces cargadas de dramatismo, relatadas en las cortas biografías individuales de niños y niñas que pasaron muchos años de sus vidas en el Hospicio. Los huérfanos y los expósitos tenían un estatus diferente a la hora de ser entregados en adopción; su suerte dependía, en realidad, de la existencia de una señal al momento de entrar en la institución a través del torno o de la puerta. Como hemos visto, las señales solían consignar el deseo de los padres de regresar al asilo para recuperar a sus hijos e hijas, lo cual impedía – al menos durante un tiempo– la entrega de los expósitos en adopción plena a otra familia. Ese vínculo, en ocasiones, era restablecido a partir de la presentación de una señal gemela a la dejada con el bebé, o a través de la descripción del momento exacto –el día, el mes, la hora– en que aquel bebé había sido dejado en el torno del Hospicio, generalmente aprovechando la oscuridad de la noche. En ocasiones las señales brindan una información parcial que sólo puede interpretarse a través de indicios: en una hoja arrancada del almanaque el mismo día del nacimiento del bebé, y que aparece como señal en el archivo del Hogar del Huérfano, el tiempo está determinado claramente para remitir metonímicamente a la totalidad virtual. Pero también, y esto es posiblemente lo más significativo de la señal, para dar de manera indirecta datos acerca de la nacionalidad de los padres del bebé. La hoja proviene de un almanaque español que recuerda que el mismo día del año 1811 fueron abolidos los derechos feudales por las Cortes españolas. [ver imagen 91] 48

HHE, Registro de ingresos y egresos de niños del Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario (1870-1900); Libro de salidas de niños (30 de agosto de 1918 al 02 de febrero de 1928); Libro de Expósitos Núm. 3 del Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario (1907-1921); Diario de los gastos de amas de lecho del Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario (1880-1887). 53

En 1897, en virtud de la determinación ritual de la señal, se produjo un cambio muy importante en la tradición de la entrega de niños en adopción inaugurada por las Damas de Caridad y en la devolución de bebés reclamados por sus familiares. La asociación se sintió verdaderamente presionada por el crecimiento del número de niños y niñas abandonados y en la asamblea extraordinaria de mayo de ese año se acordó entregar de inmediato a las criaturas que llegasen al Hospicio “sin señales”.49 La señal se convirtió así en un elemento esencial del funcionamiento institucional y jurídico de la asociación benéfica, presentándonos estos artefactos no sólo como productos culturales sino también como el elemento central en la toma de decisión para definir el futuro de los miles de niños que ingresaron al Hospicio. María de Paul, una niña que fue depositada el 29 de junio de 1900, llegó con la siguiente nota que luego sirvió a las Damas de Caridad como “señal” de identificación de su identidad pero también como advertencia de que la niña no debía ser dada en adopción: Muy Reverenda Madre Superiora. La señora portadora de la presente, pondrá en sus manos la pobrecita criatura de quien le habló el Domingo 24 de Junio. No es que quiera desprenderme de ella, no, la dejo encomendada á la caridad del Dios que la formó. Luego que me sea posible iré por ella y agradeceré sus maternales cuidados. Quiero correr yo con los gastos ue su estadía en ese asilo ocasione y para ello tendrá V. la bondad de pasarme una notita por lo menos una vez al mes diciéndome de su estado, gastos y todo lo que S.R. juzgare oportuno. No está bautizada; desearía se la llamara María. Ruégole tenga la amabilidad de contestar á esta y decirme si se cuidará de ella en la forma que propongo que es la que propense cuando tuve la satisfacción de hablar con S.R. repito, costeraré sus gastos; no bien pueda iré por ella quedando a Vds. enteramente agradecido. Nada les envío sino algunos pocos piezas de ropa, pero enseguida irá más que mandé hacer y yo enviaré con todo lo que S.R. me pida y yo pueda. Si para el bautizo necesita el apellido ó por cualquier anotación puede dársele el mío, que soy quien se hará cargo de ella. Sin más saluda atentamente á S.R. agradeciéndoles en nombre de la pequeñita María cuando Vds. Harán por ella. Alfredo Federico Argüelles, P.D. Cuando S.R. se digne dirigirse á mí bastará lo haga con mi nombre añadiendo Bell-Ville, Córdoba.

49

AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), acta del 14 de mayo de 1897. 54

La relación entre la madre y el bebé sólo podía recuperarse tras cumplir una serie de rituales jurídicos, como aceptar ante las Damas de Caridad que era bueno el estado de salud de la criatura “reclamada y recuperada”. El 31 de agosto de 1918 Serafina L. de Bay aceptó firmar un documento que acreditaba que “con esta fecha recibo á mi hijo José Bay en estado de salud”, mientras que el niño Gregorio Cifuentes fue recuperado por su padre, Chitolín, “con estado de salud”. Pedro Anisini, por ejemplo, acreditó que “con esta fecha recibo á mis hijas Fortuna y Angelita en estado de perfecta salud”. Amelia Argenton retiró en agosto de 1918 a su hija María después de firmar la nota que decía que la niña estaba en perfecto estado de salud. En similar situación se encontró Antonia Almada que recibió a su hija Rosa “en estado de salud”, o José Moralejo que retiró a sus dos hijos, Eulalia y Gerardo Moralejo, a finales de 1918. Muchas de las madres que fueron a buscar a sus hijos e hijas al Hospicio de Huérfanos y Expósitos fueron incapaces de firmar el documento que les entregaron las Damas. Inés Gallegos, que era analfabeta, retiró a su hija María Socorro tras pedirle a José Fernández que firmase por ella. Lo mismo ocurrió con Matrona Luzenko que retiró a su hijo Juan gracias a que Casimiro Lases aceptó firmar en su lugar; o con Catalina Ledesma, que recuperó a Wenceslao con la rúbrica de Capani Nazareno. El analfabetismo condicionó la elección de las señales: las expósitas Julieta y Elida, ingresadas con los números 2189 y 2190 el 17 de diciembre de 1912, sólo llevaron consigo una señal idéntica: un crucifijo y una medalla cada una. [ver imagen 92] El hecho de figurar como huérfano no suponía que las criaturas estuviesen desamparadas por el grupo familiar. Tíos y abuelos reclamaron sus criaturas ante las Damas en algunas ocasiones. Clemencia Rosscharst, por ejemplo, retiró a su nieto Alfredo Von Landeghein “para llevarlo a su padre” a Europa tras saber que el niño, registrado con el número 746, estaba en el Hospicio en calidad de huérfano de madre. Concepción Bragás retiró a su sobrino Joaquín en perfecto estado de salud a inicios de 1919. Juan Montenegro retiró a Severino Falongo en perfecto estado de salud en diciembre de 1919 y las Damas escribieron que “este Sr. trajo un comprobante del Juez de Menores de Sta. Fe y una recomendación del S. Cardarelli para que se entregaran el chico que es de su familia”. Por lo general, la exposición de la criatura en el Hospicio duraba varios años, aunque hemos encontrado casos de niños que no permanecieron en la institución más que una noche. El 30 de diciembre de 1919 una mujer, posiblemente arrepentida de haber abandonado a su bebé en el asilo, firmó 55

un documento que le dieron las Damas de Caridad en el que consta que “en esta fecha recibo a mi hijo Fernando Augusto en el mismo estado de salud en que lo traje ayer”. Las Damas calculaban el periodo de permanencia de los niños y niñas en el Hospicio y exigían una retribución económica antes de proceder a satisfacer el “reclamo” que hacían los familiares. Juan Durán, por ejemplo, recuperó a su hija Dolores en 1919 después de abonar las mensualidades que le correspondían por la estancia de la niña en la institución. Andrés Bautista Mota, por su parte, tuvo que demostrar que carecía de fondos y pudo retirar a su hija Margarita Bautista en perfecto estado de salud no sin antes firmar una nota que decía que no había “abonado ni un céntimo por la crianza”. Con la “recuperación” se cerraba un ciclo que había comenzado con el abandono. La restitución de los niños y niñas a sus hogares no sólo estuvo garantizada por las normas del Hospicio sino también porque las mujeres involucradas en la crianza de los expósitos y de los huérfanos realizaron un gran esfuerzo para salvaguardar su integridad física. En gran parte de los casos, quienes recuperaban a sus hijos e hijas eran los padres que habían perdido a sus esposas y que no se habían visto con fuerzas para hacer frente a la crianza del bebé: Con este recibo a mi hijo Mauricio de Paul, de 2 años y 2 meses, en perfecto estado de salud, Abril 30 de 1920, Inocencio T. Con esta fecha recibo a mi hijo Cayetano Chirinchioni de 5 meses de edad, Rosario, Mayo 1 de 1920 a ruego del Sr. Chirinchoni, Adela Parreca. Podríamos pensar que desde el momento en que la criatura ingresaba en calidad de expósita se abría el proceso de la adopción, pero no es así. Numerosos niños fueron devueltos a sus familiares tras constatar su identidad a través de diversos métodos: el relato de las circunstancias en que las madres dejaron el bebé en el asilo, la descripción de la ropa que llevaba la criatura al momento de ser abandonada en el torno, o la entrega de una “señal” similar a la del expósito. Tras constatar la veracidad del vínculo de parentesco alegado en la reclamación, los familiares estaban obligados a entregar una suma de dinero a la institución, salvo que su situación económica fuese claramente precaria. El dinero era depositado en una institución bancaria a nombre del niño y le era entregado cuando llegaba a la mayoría de edad, situación que nos muestra al Hospicio como una institución bastante cercana a una “guardería” actual. 56

La decisión de entregar al bebé se producía si era dejado en el torno “sin señal”, o cuando dicha señal mostraba la voluntad de los familiares de desprenderse totalmente de la criatura. En ambos casos, sin embargo, las Damas esperaban meses y hasta años antes de autorizar la adopción. La asociación prefirió siempre entregar las criaturas en adopción plena, aunque no siempre se estableciese el vínculo filial. Celma F. de Lavallen, por ejemplo, firmó el Libro de Salidas del Hospicio de Huérfanos confirmando que se quedaba con Deodato de Paul sólo para “criarlo y educarlo”. Luis Rabia fue entregado a José Almada y a su esposa María, vecinos de Carcarañá, “en perfecto estado de salud, para tenerlo y educarlo convenientemente”. Isolina C. de Piñero se quedó con la expósita Alejandrina de Paul de siete años de edad “para cuidar de su educación é instrucción, con el interés de hija”. Muchos de esos niños y niñas habían perdido a sus madres en el momento del parto. [ver imagen 93] Durante la época en estudio, la adopción se acordaba mediante un contrato firmado entre las Damas y los padres adoptivos. 50 El mecanismo de la adopción se iniciaba con la investigación de la condición económica, social, moral y religiosa de las parejas que solicitaban un expósito o un huérfano. Se registraba a los testigos así como los relatos de algunos vecinos de aquellas parejas. La pesquisa era mayor cuando la solicitud venía de una mujer o de un varón solos, como fue el caso de José Chiusmmiento que pudo quedarse con Genaro de Paul “para tenerlo desde hoy como hijo” tras haber demostrado durante varios meses su capacidad para criarlo. Las personas que adoptaban bebés del Hospicio estaban obligadas a informar a las Damas acerca de las incidencias, tales como la mudanza a otra provincia, la enfermedad de los niños y niñas adoptados, o su muerte. Rodolfo Pighui, por ejemplo, adoptó a Julio Luis Guzmán de Paul en marzo de 1919, firmó el documento que certificaba que estaba “en perfecto estado de salud”, y en setiembre de 1928 comunicó a las Damas de Caridad que el bebé había fallecido. El control del destino de huérfanos y expósitos entregados en adopción llegó hasta la mayoría de edad. Como vemos, los padres adoptivos estaban obligados a informar a las Damas del estado de salud de sus hijos adoptivos y no podían llevárselos fuera del país. De este modo, la vigilancia ejercida por las Damas traspasó claramente los muros del Hospicio.51 50

51

HHE, Libro de Contratos de adopción de niños del Hospicio de Huérfanos (12 de abril de 1904 a 15 de agosto de 1906). AHHE, Libro de Actas de asambleas de la SDC (1869-1967), acta del 26 de agosto de 1893. 57

Con los años, los habitantes de pueblos y colonias que se iban fundando al compás del crecimiento económico de la región también recurrieron al Hospicio de Huérfanos y Expósitos para adoptar alguna criatura. Pavón Arriba, Arroyo Seco, Carcarañá, Maciel, fueron los destinos de muchos bebés del asilo porque seguramente el boca a boca funcionaba como el mejor sistema de información entre los habitantes de esas localidades. Las familias que adoptaban tenían el derecho de probar durante un tiempo la experiencia de la maternidad y de la paternidad. Leopoldo de Paul fue devuelto en junio de 1920 tras haber pasado ocho meses en casa de sus padres adoptivos. En mayo de 1920 María Quiaragua aceptó firmar el documento que decía que “Ramón Rodríguez de 9 años de edad, y en perfecto estado de salud, lo recibo para adoptarlo como hijo”, aunque decidió devolverlo dos años después. Estos pocos casos no deben hacernos olvidar que gran parte de los niños y niñas que fueron adoptados por familias rosarinas ingresaron como miembros de pleno derecho y perdieron, al mismo tiempo, el apellido de Paul con el que habían sido bautizados el mismo día en que aparecieron en el torno del asilo. Este fue el caso de Bonifacio de Paul adoptado por M. Teresa Capellini en 1919. El 31 de agosto de 1918, por ejemplo, Carmen B. de S. rubricó que “con esta fecha recibo á la niña Soledad Danelia para dotarla como hija, en estado de salud, de veinti y cinco meses de edad”. A. Catelli dijo que adoptaba a María Josefa de Paul “para criarla como hija en perfecto estado de salud”. La expósita Irene de Paul, registrada con el número 2369, fue entregada a Antonio O. de Guerrero “en perfecto estado de salud para criarla como hija”. Antonio Tenailla firmó en lugar de Juan Dubois en ese mismo mes para poder recibir condicionalmente “a Ramón Lorenzo de Paul para adoptarlo como hijo en estado de salud de dos años tres meses”. Hay numerosos casos de adopciones efectuadas por matrimonios que decidían adoptar a un niño y una niña que no tenían entre ellos ningún vínculo de parentesco. Rosa Lanza, por ejemplo, adoptó en 1919 a Dominga y Enrique “en pefecto estado de salud para tenerlos como hijos”. José Cerqueira y su esposa Juana adoptaron como hijos a Eduardo de Paul y Waldina de Paul, que tampoco eran hermanos, a finales del año 1918. Las Damas y las religiosas aceptaron en muy contadas ocasiones entregar los expósitos a sus amas de leche. En general, se trató de bebés cuyos padres no habían cumplido la promesa de volver a reclamarlos. En el Libro de Salidas de niños consta que en agosto de 1918 “Rosa Natalicia Do queda desde la fecha en poder del ama Andrea Dubois por no haberse presentado el padre de la criatura”. Concepción de Paul, registrada con el 58

número 2652, fue entregada de manera definitiva a su ama y a su esposo Francisco Buch después de que la pareja dejase claro que hasta entonces sólo la habían criado, pero que desde ahora la querían “para tenerla en adelante como hija”. El expósito 1788, Pedro de Paul, “estuvo un tiempo en el Colegio San José de los P.P.Salecianos, y que fue retirado de allí con fecha 24 de Mayo (de 1919) y entregado al ama Carmen Ruiz, huyó del poder de esta Sra. el 5 de Junio de 1919, y encontrado en la comisaría 6º el comisario de la misma, pocos días después decidió conservarlo para su cuidado, anotado hoy Junio 30 de 1919”.

Reflexiones finales Desde su apertura en 1879, hasta el año 1920, aproximadamente, el Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario funcionó como un espacio de depósito transitorio, un hecho poco conocido pero que, de alguna manera, transformó el sentido originario de la institución e hizo de la señal el instrumento fundamental de la articulación entre las mujeres involucradas en esta experiencia. Los numerosos mensajes escritos en italiano de las dos últimas décadas del siglo XIX y de la primera del XX, fueron disminuyendo a partir de la primera posguerra, al compás de la reducción del flujo migratorio a la Argentina y de la desaparición de la señal como mecanismo de identificación. El archivo de señales dejó así de cumplir la importante atribución de articular las relaciones sociales y jurídicas entre Damas, nodrizas, madres, familiares, religiosas y familias adoptivas. Los objetos cosidos o prendidos con alfileres a la ropa de las criaturas, y que hacían las veces de su “seña” de identidad, dejaron de acompañar los cuerpos de los bebés. Este cambio impactó de lleno en el funcionamiento del Hospicio de Huérfanos y Expósitos, no por el declive demográfico en la institución, sino porque la recepción de los niños pasó a realizarse preferentemente en la puerta y mediante la exigencia de establecer un contacto directo con los padres que optaban por recurrir a las Damas y a las religiosas. Al mismo tiempo, las Damas de Caridad vieron reducidas sus atribuciones para decidir el destino de las criaturas entregadas en adopción, y pasaron a dedicar gran parte de sus esfuerzos a garantizar la supervivencia económica del Hogar. A pesar de estos cambios, la asociación benéfica nunca dejó de controlar la lactancia y la crianza de las criaturas que estaban a su cargo ni perdieron interés por el destino que les esperaba a los cientos de niños y niñas que pasaron por el asilo.52 A partir de la Primera 52

HHE, Libros de pago de mensualidades de las nodrizas del Hospicio de Huérfanos, correspondientes a los años 1893-1896, 1899, 1914-1917, 1922-1927. 59

Guerra Mundial, los niños y niñas ingresados al Hospicio fueron mayoritariamente hijos de argentinos pobres. Cuando se revisa la bibliografía existente sobre el proceso migratorio argentino de principios de siglo XX y sobre los problemas que tuvo que afrontar el Estado durante la incorporación de la nueva fuerza de trabajo, es sintomático encontrar que la mayor parte de las reflexiones se centren en “asuntos de hombres”.53 El estudio de la construcción de la nación argentina ha abordado sólo tangencialmente las relaciones de género como algo relevante en el diseño estatal, económico y social.54 El liberalismo que acompañó la construcción del Estado nacional latinoamericano, como sostiene Catherine MacKinnon, ha dejado a las mujeres “para la sociedad civil, que para ellas ha parecido más fielmente un estado de naturaleza”.55 De hecho, la organización social de las mujeres en torno al espacio asistencial ha sido en ocasiones percibida precisamente como la adaptación de las mujeres a su lugar tradicional, natural, vinculado a la maternidad.56 En otros casos, su participación en ámbitos institucionalizados se ha visto como parte del control social.57 Por lo general, la referencia a las 53

54

55

56

57

LEA FLETCHER (COMP.), Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX, Feminaria, Buenos Aires, 1994; PILAR GONZALBO AIZPURU Y BERTA ARES QUEIJA (COMP.), Las mujeres en la construcción de las sociedades iberoamericanas, CSIC-El Colegio de México, SevillaMéxico, 2004. Véase el estudio comparativo de SUSANA MENÉNDEZ Y BARBARA POTTHAST (COORD.), Mujer y Familia en América Latina, siglos XVIII-XX, Cuadernos de Historia Latinoamericana Núm. 4, AHILA, Málaga, 1996, y BARBARA POTTHAST Y EUGENIA SCARZANELLA (EDS.) Mujeres y Naciones en América Latina, Problemas de inclusión y exclusión, Biblioteca IberoAmericana, Madrid, 2001. CATHERINE MACKINNON, Hacia una teoría feminista del Estado, Cátedra, Madrid, 1995, pp. 283-284; MARÍA DOLORES RAMOS Y MARÍA TERESA VERA (COORDS.) Discursos, realidades, utopías. La construcción del sujeto femenino en los siglos XIX y XX, Anthropos, Barcelona, 2002; desde la perspectiva del estudio de la familia, véase DARÍO BARRIERA Y GABRIELA DALLA CORTE, “Fuentes para los estudios de la familia: pinceladas y consideraciones transatlánticas desde la historia social”, en DARÍO BARRIERA Y GABRIELA DALLA CORTE (COORD.), Espacios de Familia ¿Tejidos de lealtades o campos de confrontación? España y América, siglos XVI-XX, Jitanjáfora, Morelia, 2003, pp. 7-34. JUNE NASH, Important Women in Public and Profesional Life in Latin America, Pan American Union, Washington D.C., 1969; también véase DONNA GUY, “La verdadera historia de la Sociedad de Beneficencia”, en BARBARA POTTHAST Y EUGENIA SCARZANELLA (EDS.) Mujeres y naciones en América Latina, Problemas de inclusión y exclusión, Bibliotheca Iberoamericana, Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2001, pp. 253-270. Como ejemplo parcial de esta tesis véase el interesante libro de MARÍA SILVIA DI LISCIA Y ERNESTO BOHOSLAVSKY (ED), Instituciones y formas de control social en América Latina (1840-1940), Prometeo, Buenos Aires, 2005. 60

mujeres está limitada a la esfera del mundo privado y de la intimidad,58 o su vinculación con la esfera estatal está dada por su supuesta peligrosidad:59 baste recordar a las histéricas que tanto preocuparon a José Ingenieros o a las prostitutas que atraviesan la literatura de la época o a las que hicieron, por ejemplo, famosa a la propia ciudad de Rosario hasta ganar el mote de “La Chicago argentina”.60 Quizás por ello, este libro no pretende contar una historia como sentimiento y como expresión del amor,61 sino que intenta descubrir –en el contexto de la ruptura y de la interrupción de un vínculo amoroso entre dos generaciones– la diversa actuación de las mujeres en la configuración de la ciudad de Rosario y de la Argentina cosmopolita. Las señales dejadas junto a los bebés en el torno o en la puerta del Hospicio de Huérfanos y Expósitos permiten comprobar que, en el mismo momento en que estaba en juego la construcción de la tan remanida identidad nacional, se producía un juego complejo.62 A partir de la presencia de un grupo de mujeres inmigrantes, enfrentadas a una situación de extrema necesidad que aparece relatada en cada una de las señales, surge otro grupo de mujeres de los sectores más desahogados y pudientes de la ciudad, que asumió la difícil tarea de dar respuesta a las demandas de las primeras, no siempre satisfechas por el Estado. Esas mujeres, a su vez, se relacionaron estrechamente con otras jóvenes pobres que vendieron su leche y sus cuidados permitiendo la supervivencia de los bebés, y con un grupo de religiosas que, entre muchas otras actividades, colaboraron en la preservación del archivo de señales de la destrucción y del paso del tiempo. Una coyuntura muy especial, pero de carácter estructural, las reunió con fines y motivos tan diversos como enfrentados, pero que, a los efectos, constituye una fuerza en la que se escribe el destino de parte de las futuras generaciones que se reconocerán a sí mismas como “argentinas”.

58

59

60 61

62

Véase BONNIE S. ANDERSON Y JUDITH P. ZINSSER, Historia de las Mujeres: una historia propia, vol. 2, Barcelona, Crítica, 1991, en particular el apéndice “Historia de las Mujeres en España” a cargo del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. DONNA GUY, Sex & danger in Buenos Aires: prostitution, family, and nation in Argentina, University of Nebraska Press, Lincoln, 1991. GABRIELA DALLA CORTE Y PAOLA PIACENZA, “Cartas marcadas…”, cit. Para acercarnos a esta propuesta, véase CARLOS MAYO, Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense, Biblos, Buenos Aires, 2004. GABRIELA DALLA CORTE, “Un archivo de señales en la exposición infantil: Derecho consuetudinario e imaginario popular”, en Mora, Núm. 4, Buenos Aires, 1998, pp. 83-93. 61

Desde la Ley de Patronato hasta las leyes de adopción de la actualidad, la entrega en adopción ha formado parte de la historia de la niñez en nuestro país como corolario, en general, de la existencia de la pobreza, de la exclusión y de la necesidad.63 Lo original de la experiencia infantil relatada en este libro es la presencia de usos y costumbres que, en parte, precedieron a la legislación y a los discursos institucionalizados sobre el destino de niños y niñas abandonados y patronados. También sobre el cimiento de la orfandad, de la adopción y de la actividad pública femenina se construyó la condición de “argentino”. Algunas señales reforzaron esta filiación nacional a través del uso de objetos simbólicos tales como escudos y banderas, como hemos visto antes. Pero hay dos señales que elegimos para cerrar este libro ya que en ellas el sentimiento de pertenencia a un país de los “recién llegados” se conjuga con la retórica de una nación que ostenta sus colores y rostros heroicos: Pueyrredón, Moreno y San Martín “celebran” la independencia argentina el día en que se escribe el destino de Luis Humilde. [ver imágenes 94, 95 y 96] En este proceso, las mujeres jugaron un papel específico en el que la pobreza y la necesidad estuvieron presentes mucho más que el honor o la dignidad mancillada. Las cartas estaban echadas... y marcadas.

63

MARÍA FELICITAS ELÍAS, La adopción de niños como cuestión social, Tramas Sociales, Buenos Aires, 2004. 62

Imágenes de las Señales Fotografías: Gabriela Dalla Corte

63

64

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.