2000. \"Espacio criollo y espacio colonial...\". En: De súbditos del Rey a ciudadanos de la Nación, CIAL, Univ. Jaume I, Castellón, pp. 339-367. Coautor José Luis Luzón.

September 24, 2017 | Autor: G. Dalla-Corte Ca... | Categoría: Historia de América
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Descripción

CoHecció «Humanitats» Núm.l

DE SÚBDITOS DEL REY A CIUDADANOS DE LA NACIÓN (Actas del 1 Congreso Internacional Nueva España y las Antillas) CENTRO DE INVESTIGACIONES DE AMÉRICA LATINA (COMP.)

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SUMARIO

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME l. Dades catalogratiques CONGRESO INTERNACIONAL NUEVA ESPAÑA Y LAS ANTILLAS (ler : 1997 : Castelló De súbditos del rey a ciudadanos de la nación : actas del 1 Congreso Internacional Nueva España y las Antillas 1Centro de Investigaciones de América Latina (comp.). - Castelló de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I, D.L. 2000 p.: il.; cm.- (Humanitats; 1) Bibliografía ISBN 84-8021-301-9 l. Mexic-Civilització-S. XV-XX-Congressos. 2. Antilles-Civilització-S. XVXX-Congressos. l. Universitat Jaume I (Castelló). Publicacions de la Universitat Jaume I, ed. II. Centro de Investigaciones de América Latina, comp. III. Títol. IV. Serie 930.85(72)"15/19"(063) 930.85(729)" 15/19"(063)

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Presentación ............................................ 9

LA ESTRATEGIA DE LA MONARQUÍA La imagen de las Antillas. Entre el mito y el tópico .................................. 19

FRANCISCO JAVIER PIZARRO:

El papel de las ciudades en la organización del territorio centroamericano ............. 39

VICENT ÜRTELLS CHABRERA:

El espacio de los españoles americanos en la ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XVIII ............................... .49

GusTAVO GERARDO GARZA MERODIO:

Algunos aspectos de la urbanística oaxaqueña .................. 63

Mª RosARIO DE FÁTIMA HALcóN ÁLVAREZ-ÜSSORIO:

© Del text: Els autors, 2000 © De la present edició: Publicacions de la Universitat Jaume 1, 2000

Edita: Publicacions de la Universitat Jaume I. Servei de Comunicació i Publicacions Campus del Riu Sec. Edifici Rectoral i Serveis Centrals. 12071 Castelló de la Plana Tel. 964 72 88 19. Fax 964 72 88 32 e-mail: [email protected] http://sic.uji.es/publ

Fluctuaciones de la política colonial española de Carlos !JI a Isabel!! ...................... 75

LuiS NAVARRO GARCÍA:

Las consecuencias de la praxis constitucional: América en la constitución de 1837 ....... .93

MANUEL CHUST CALERO:

La política agraria de España en Cuba y la institucionalización de la enseñanza superior, 1880-1892 ............................... 115

LEIDA FERNÁNDEZ PRIETO:

ISBN: 84-8021-301-9 Imprimeix: Castelló d'impressió Diposit legal: CS-21-2000

FOTOCOPIAR LLIBRES

NOÉSLEGAL

IMILCY BALBOA NAVARRO: Repartos de baldíos y realengos. La política de rehabilitación tras la Guerra de los Diez Años .... 129

6

SUMARIO

EL ESPACIO DE LOS CRIOLLOS Guadalupe. Rescate criollo de la cultura novohispana .... _. ................................ 151

PAULA MuEs ÜRTS:

7

SUMARIO

Cádiz y el ayuntamiento constitucional en los pueblos indígenas de la Nueva España, 1820-1825 ......................305

MOISÉS GUZMÁN PÉREZ:

Propaganda y actitudes ante la independencia cubana: los Tercios Vascongados (1869) ............................... 325

ÓsCAR ÁLVAREZ GILA y JosÉ Mª. TÁPIZ FERNÁNDEZ:

Mecanismos barrocos de autoafirmación criolla en la Nueva España ............. 163

JAVIER GóMEZ MARTÍNEZ:

Espacios y estrategias de la integración. El linaje catalán de los Alsina desde el Caribe al Río de la Plata ......................... 177

GABRIELLA DALLA CoRTE:

Notas para el estudio del estanco del tabaco en Cuba en el siglo XVIII .................. 205

Espacio criollo y espacio colonial. Los voluntarios y la batalla de La Habana en la Guerra de los Diez Años .............. 339

JOSÉ LUIS LUZÓN Y GABRIELLA DALLA CORTE:

DORIA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ:

JosÉ A. PIQUERAS ARENAS:

Disputar el mercado sin ganar la nación. El comercio de importación cubano al final de la colonia ..................................... 217

DESPUES DE LA INDEPENDENCIA ¿Cómo analizan los historiadores cubanos dentro del contexto «republicano» las relaciones surgidas al calor del98 entre Cuba y Estados Unidos? .... 369

CARMEN ALMODÓVAR MuÑoz:

Relaciones artístico-comerciales tras la independencia. La importación de la cerámica valenciana ....................................... 387

JoAN FELIU FRANCH:

LA MOVILIZACIÓN DE LOS CIUDADANOS México, 1810-1821: movilización del criollo y pasividad indígena ...................... 241

MANUEL FERRER MUÑOZ:

El indio ante la independencia en los escritos de El Pensador Mexicano ... 257

MANUEL FERRER MUÑOZ Y MARÍA BONO LóPEZ:

La construcción de la imagen del Héroe en la prensa insurgente ....................... 273

SALVADOR BROSETA PERALES:

Los campesinos del sur de México durante y después de la Guerra de la Independencia ...... 285

EDUARDO MIRANDA ARRIETA:

Ciudadanos y sufragio universal. 1870-1907 .............................. 397

ANNA ALCALDE VILLANUEVA:

ESPACIO CRIOLLO Y ESPACIO COLONIAL. LOS VOLUNTARIOS Y LA BATALLA DE LA HABANA EN LA GUERRA DE LOS DIEZ AÑOS JOSÉ LUIS LUZÓN GABRIELA DALLA CORTE Universidad Nacional de Rosario- Universitat de Barcelona

CUBA HACIA 1868 Desde el punto de vista económico, la Cuba colonial decimonónica presentaba características de gran simplicidad. Su riqueza se basaba en la producción azucarera realizada por mano de obra esclava; las vegas de tabaco apenas contrapunteaban el monocultivo cañero. Más compleja era la estructura social. Sus aproximadamente millón y medio de habitantes pueden clasificarse según su status jurídico en ciudadanos libres, libertos y esclavos; había además dos sectores intermedios: los emancipados y los contratados. Pueden también ser divididos según su pertenencia étnica, en negros, mulatos, chinos, indios yucatecos, aunque predominaban los blancos con algo más de la mitad del total. En cuanto a su lugar de nacimiento, los españoles se repartían en canarios y peninsulares; los extranjeros provenían de Europa y Estados Unidos; la población negra era originaria de África (negros bozales o «de nación») y nacida en Cuba (denominados «negros criollos»). El occidente de la Isla, que comprendía las provincias de La Habana, Matanzas y Pinar del Río, tenía la densidad poblacional más alta y era la más desarrollada. El Censo levantado en el año 1861 muestra lamayor proporción de población blanca en el área occidental, unas 322.820 personas que se repartían entre peninsulares y canarios, y donde los mestizos y negros libres sólo llegaban a 24.096 individuos. Su población masculina era mayor que la femenina, hecho que nos indica el alto por-

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centaje de célibes y el escaso desarrollo de la estructura familiar en la zona. En estas zonas residían mayormente los peninsulares que habían emigrado a Cuba y se dedicaban al comercio de importación y exportación como patronos y dependientes. También se ocupaban al comercio interno de la Isla, al por mayor y al por menor. Sólo algunas actividades industriales y artesanales se combinaban con aquellas funciones económicas y con la construcción, la pesca y el transporte. Occidente llevaba el pulso de la Isla, particularmente con la industria azucarera y la enorme población esclava. El Departamento Oriental, por su parte, sólo tenía un 20% de esclavos, presentando un universo bastante diferente por su numerosa población de color (negros y mulatos libres) y una cierta difuminación del prejuicio de procedencia étnica. Contenía las provincias de Oriente y Camaguey, estancadas económicamente y al margen del gran desarrollo azucarero de plantación de Occidente. Contaba con una clase media que iba cobrando conciencia política y agresiva actitud frente al dominio colonial español. Desde un recorte político, dos tendencias principales se articulaban en torno a la relación de Cuba con España. Los «integristas» del Partido español eran partidarios de la unidad con la Metrópoli bajo un régimen colonial. Los «separatistas» clamaban por la independencia y la creación de una nación cubana. Bastante minoritario era el grupo constituido por los «autonomistas» que solicitaban para Cuba un estatus próximo al de las provincias españolas con un poder de decisión local más fuerte. Estas opciones políticas nucleaban fundamentalmente al grupo de los «blancos» que residían preferentemente en la ciudad de La Habana. 1 Los libres de cplor se sumaban a una u "otra tendencia, aunque en Oriente, zona en la que estalló la rebelión del año 1868, estaban más próximos a los separatistas.

Entre los distintos grupos existían fuertes contradicciones sociales, políticas y económicas que se manifestaron violentamente durante la Guerra de los Diez años, iniciada con la insurrección de Carlos Manuel de Céspedes ellO de octubre de 1868 en su ingenio La Demajagua. La rebelión trastocó al conjunto de la economía y al universo mental de la población de Cuba; pero especialmente atemorizó a la administración pública. Lersundi, por entonces Capitán General de Cuba residente en La Habana, ordenó que su exigua fuerza de operaciones fuera enviada a Oriente al mando de Valmaseda para reprimir la insurrección. En consecuencia la sede del poder político y económico, la ciudad de La Habana, quedó desguarnecida. Para compensar este vacío de poder militar, las fuerzas ultramarinas rearmaron a grupos milicianos utilizando una vieja institución, las Compañías de Vecinos creadas en el siglo XVI con el objeto de defender la Isla de los ataques de los piratas. Se trataba de Cuerpos de Voluntarios que habían sido reorganizados en 1852 por el General Gutiérrez de la Concha con la misión de asegurar«[ ... ] la defensa del territorio, la protección de los intereses públicos y el sostenimiento del orden público[ ... ]». 2 Esos Cuerpos pasaron a estar integrados particularmente por españoles recientemente inmigrados a la isla que trabajaban como obreros o empleados en niveles bajos de los servicios. Los Voluntarios protagonizaron el enfrentamiento por el control de la ciudad de La Habana, principalmente durante los dos primeros años de la Guerra, 1868 y 1869. La situación fue extremadamente compleja, pues el conflicto no fue sólo de voluntarios contra los insurgentes o laborantes, como denominaban a los independentistas urbanos, sino contra todo grupo o persona cubana o española que no apoyara la relación colonial. Así pues, la Batalla de La Habana fue un acontecimiento a dos bandas: españoles contra españoles y contra cubanos. Los más fuertemente

1. LuzóN, José Luis; BAILA, José; SARDAÑA, Francisco. , en Revista de Geografía, vol. XXIV, Barcelona, 1990, pp. 69-84.

2. DE LA CoNCHA, José. Memorias sobre el estado político, gobierno y administración de la Isla de Cuba, por el teniente general Don José de la Concha, Establecimiento tipográfico de D. José Trunillo, Madrid, 1853.

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armados eran las milicias de Voluntarios. De la victoria o de la derrota de la insurgencia en la capital dependía el éxito o el fracaso de la aventura emancipadora. Tanto la rebelión como la respuesta ideada desde La Habana constituyen hechos originales de Cuba, que no logró su independencia hasta fines del siglo XIX y gracias a otro conflicto bélico el conflicto de 1895 a 1898. La Guerra de los Diez Años cul' la firma de un armisticio y mostró la importancia que tenía minó con para el gobierno colonial el controlar la ciudad de La Habana mediante las fuerzas disponibles, acrecentadas numéricamente por la inmigración española que se había producido desde aproximadamente 1830. Los Voluntarios se convirtieron en el pivote del poder constituido en una ciudad como La Habana, dominada espacialmente por la población blanca española. En esta ponencia nos proponemos dos objetivos de tipo analítico. En primer lugar, analizar la composición social de los varones que formarían parte de esas milicias voluntarias y que fueron militarizados para defender la plaza y, con ella, el dominio colonial. En segundo lugar, estudiar las características peculiares que asumió la defensa de La Habana y el control del espacio político. Partimos del supuesto de que el hecho de que los Voluntarios constituyeran la población civil popular de La Habana favoreció el desarrollo de un conflicto original en la historia colonial americana. En lugar de desatarse una lucha bélica frontal tuvo lugar lo que denominaremos «guerra de nervios» o de «recursos», representada magistralmente por varios contemporáneos. Nuestra intención es abordar un conflicto que se nos presenta como fundamental para entender la tardía independencia de Cuba en el apasionado contexto político americano.

11. LA POBLACIÓN EN LA HABANA

La población cubana se dedicaba en 1868 a la agricultura y a pocas industrias; estaba formada por hacendados y fabricantes de azúcar, ganaderos, cultivadores de tabaco y café, y controlaba la instrucción y el

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funcionamiento jurídico al dominar las profesiones liberales. 3 Los grupos criollos ocupaban una posición económica de importancia, especialmente en el Departamento de Oriente donde se desató la rebelión de 1868. EllO de octubre de 1868 se inició el alzamiento en el Departamento Oriental de Cuba, de la mano de Carlos Manuel de Céspedes, un abogado que en su juventud vivió durante algunos años en la encendida España de la primera mitad del siglo XIX que sufrió el derrocamiento la Reina Isabel y el cuestionamiento de la legitimidad del sistema monárquico. Diez días después, el 20 de octubre, los revolucionarios cubanos habían tomado la ciudad de Bayamo, que era la segunda en importancia en la zona oriental de la isla. Posiblemente gran parte del resentimiento se produjo entre los productores cubanos y los comercializadores peninsulares que, además, controlaban el poder político. Los peninsulares, para oponerse, alegaban que Jos cubanos controlaban demasiada riqueza, mientras que los nativos afirmaban que debían desatar a Cuba de los lazos que la unían a España. Estados Unidos ya presionaba por entonces en un proyecto liberalizador que afectaba a todo el continente americano. Frente a la insurrección estallada en La Demajagua y al temor de que La Habana cayera en manos rebeldes, las medidas represivas no tardarían en llegar. Pero sus sostenedores habrían de enfrentarse con la cruda realidad de la existencia de una fuerza militar desguarnecida. Las cifras estimativas para mediados de siglo son de 11092 hombres entre voluntarios de infantería y de caballería. Las fuerzas regulares hacia 1868 sólo sumaban unos 7.000 varones, aún cuando las finanzas estatales presupuestaban fondos para mantener a 22.000 militares. Frente a esta escasez de efectivos la población civil fue puesta en acción sorpresivamente, aún a cota de movilizar a una plebe que podía írsele al gobierno de las manos. El aumento de las fuerzas de los batallones de voluntarios de comercio se dio en las principales ciudades cubanas y en 3.

GUERRA, Ramiro.

Habana,

1972,p. 189.

Guerra de los diez años,

Editorial de Ciencias Sociales, La

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la Habana, donde residía el poder central. Antes de estallar la rebelión su impÓrtancia militar era pequeña, de escasa organización, y de existencia casi nominal. Según Ramiro Guerra, los movilizados eran «[ ... ] la población peninsular de Cuba -más de 80.000 personas, hombres célibes, adultos y con alguna experiencia militar la gran mayoría[ ... ]». 4 El Censo de Voluntarios dio cuenta del elevado número de 87 compañías sueltas, además de la existencia de once batallones de ocho compañías, once batallones de seis compañías y siete batallones de cuatro. Hacia 1868 podían contabilizarse unos 52.050 voluntarios, 5 elevado número que indica la índole del conflicto y su extensión. ¿Quiénes eran los Voluntarios? Se trató de una población movilizada que reprodujo las concepciones de procedencia étnica y social que primaban en la sociedad colonial cubana. Primero fueron enrolados los dependientes de comercio, obreros tabacaleros y demás empleados de empresas productoras y de servicios urbanos controlados por los intereses peninsulares, quienes vivían en condiciones económicas más humildes que muchos de los rebeldes. El Estado apeló, además, a la contratación de mercenarios (y vulgares delincuentes) entre los grupos marginales de la sociedad blanca que tenían experiencia militar. La identificación que los nucleaba estaba determinada por la causa de la «tierra natal» y la necesariedad del mantenimiento de un espacio geográfico y económico como el cubano para sostener las economías españolas. No en vano los voluntarios formaban cuerpos «de comercio». Esta es una de las explicaciones que encuentra Ramiro Guerra para analizar el grupo de Voluntarios que se opusieron a los insurrectos, que habría surgido « ... de todas las poblaciones de la Isla donde existían núcleos algo numerosos de población peninsular... » dedicada principalmente a la actividad mercantil. 6 Gran importancia comercial tenían las zonas norteñas del Estado Español en esos años, y en 1869 llegaron a Cuba los Batallons de Voluntaris Catalans, y poco des-

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pués los de las provincias vascongadas.? De esa manera, el insurrecto se enfrentó no sólo con las fuerzas regulares sino con la población peninsular de Cuba que se dedicaba, básicamente, a la comercialización. Repetimos que no en vano los cuerpos de Voluntarios eran «del comercio». Según Llofriu «... en La Habana varios jóvenes pertenecientes al comercio se disponían a salir al campo para reunirse con el ejército y combatir a los enemigos de España. El patriotismo de algunos comerciantes, llegó hasta el punto de que muchos dependientes de los establecimientos siguieran cobrando su sueldo, aunque salieran con la columna de operaciones ... ». 8 Quienes se pusieron al frente de las filas de voluntarios como jefes y oficiales, fueron los que poseían propiedades y negocios en Cuba. Eran quienes empleaban a los dependientes y trabajadores reclutados en forma «irregular» no profesional. Pero esta visión resta agencia a los sujetos y los coloca sólo como una masa indiferenciada sin intereses propios. El hecho de que los voluntarios hayan entrado en una guerra de este tipo no desmerece el hecho de que hubiesen tenido, colectiva o individualmente, causas personales de rencor. Muchos de ellos, además, recibieron una paga por su participación militar. Todos sabemos que el ejército o la milicia constituyen una especie de mercado laboral potencial que ocupa a una población marginal al menos temporariamente. La sustitución poblacional fue evidenciada también por Araiztegui quien en 1869 contabilizó 192.000 blancos varones de más de 16 años, un 55% de los cuales eran peninsulares y canarios. Es por esto que Luzón puede afirmar que hacia mediados del siglo xrx La Habana era la ciudad de los blancos, en la que los negros habían sido reemplazados numéricamente y en tanto mano de obra. 9 7. Estos nuevos batallones enganchados en España para ir a combatir a la isla, fueron algunas veces confundidos con los organizados a partir de la población española que vivía en la propia Cuba. 8. LLOFRIU SAGRERA, Eleuterio. Historia de la insurrección y guerra de la Isla de Cuba, Ed. Imprenta de la Galería Literaria, Madrid, 1870, p .. 472. 9. LuzóN, José Luis; BAILA, José; SARDAÑA, Francisco. , en Boletín Americanista, n" 41, Barcelona, 1991, p. 139

4. GuERRA, Ramiro. Op. cit. p. 187. 5. 1701 jefes y oficiales. 37779 varones en tropa; 28 jefes y oficiales de Marina y 525 varones de tropa. Artillería: 82 jefes y oficiales. 6. GUERRA, Ramiro. Op. cit. p 187.

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Los negros y mulatos, esclavos y libres, eran de fiabilidad dudosa. El hombre de color comenzó a ser percibido como un potencial peligro para el orden económico y social luego de la conspiración de «La Escalera» en 1846. Pero debió esperar a la eliminación paulatina del sistema esclavista como fundamento de las formas de producción en Cuba, para desaparecer como una fuerza de trabajo básica y como grupo social de presión en la ciudad de La Habana. 10 Al dejar de ser imprescindibles como mano de obra, incluso el General Concha se mostraba partidario de adoptar medidas contra los libertos y esclavos urbanos, porque eran fuente de desorden por el permanente estado festivo en que se manifestaban por las calles de la ciudad de La Habana. Los negros empezaban a estar desocupados, reemplazados por los sectores populares españoles que llegaban a la isla y se radicaban en la urbe. Pero la percepción sobre los hombres de color no era homogénea. Unos defendían su honestidad, otros consideraban que debían ser disciplinados y reprimidos. La inmigración blanca (peninsular y canaria) de varones célibes dio como resultado el refortalecimiento del «Partido español», más adepto a la causa de la integridad nacional, a la unión de España con Cuba. El grupo había asentado las bases de la formación de un sector popular urbano que había sustituido en buena parte a la población de color (pardos y morenos). 11 Eran los dependientes, los carretoneros, los empleados de bodegas, tiendas, almacenes y no formaban parte de la intelectualidad del país. Según Guerra, constituían un «material inflamable», fácil instrumento de sus jefes. 12 El autor reitera en varios párrafos de su libro el hecho de la manipulación y afirma que el poder público utilizó en su propio beneficio las frustraciones de amplios sectores de una población perteneciente al «proletariado urbano» para dar cuerpo, justamente, al Cuerpo de Voluntarios. En 1844 se disolvieron los batallones de pardos y morenos, disminuyendo su espacio social. Según 10. LuzóN, José Luis y otros. , op. cit., p 140. 11. Ibídem. . Correo de Cuba dell5 de diciembre de 1869. Año n" 1, n" l.

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La primera fuente de información proviene de los escritos de uno de los estudiantes de Medicina que se salvó de la sentencia de muerte a la que fueron condenados otros ocho jóvenes universitarios en 1871. El testigo sufrió seis años de presidio por el poder político a instancias de los Cuerpos de Voluntarios. 22 La segunda es un libro redactado como defensa propia por el Obispo de La Habana Jacinto María, publicado también en Madrid en el mismo año de la aparición de la descarga del estudiante. El Obispo había sido expulsado de la ciudad por los Voluntarios poco después de la salida del Capitán Dulce. 23 La tercera es una publicación editada en 1783 por Justo Zaragoza, funcionario del gobierno español en Cuba y sostenedor del modelo colonial hasta sus últimas consecuencias. 24 La cuarta y última es la Memoria presentada por quien fue Capitán General de Cuba, Gutiérrez de la Concha, editada en 1875. 25 La profanación de la tumba de un periodista español por varios estudiantes de medicina es uno de los vértices de esta historia en la que se combina la arbitrariedad jurídica y la vindicta pública en una especie de guerra generalizada y sin control. El libro del estudiante condenado a presidio por seis años está dedicado a la memoria de Anacleto Bermúdez, Carlos Augusto de La torre, Pascual Rodríguez y Pérez, Carlos Verdugo, Alonso Alvarez de la Campa, Ángel Laborde, José de Marcos Medina y Eladio González y Toledo, asesinados por los Voluntarios de La Habana el día 27 de noviembre de 1871. El joven relata que el día 22 de noviembre de 1871 un numeroso grupo d~ alumnos del primer año de me-

22. Los voluntarios de La Habana en el acontecimiento de los Estudiantes de Medicina, por uno de ellos condenado a 6 años de presidio, Imprenta de Segundo Martínez, Madrid, 1873. 23. MARIA, Jacinto. Los voluntarios de Cuba y el Obispo de La Habana o Historia de ciertos sucesos que deben referirse ahora y no después y los refiere el mismo Obispo, Senador del Reyno, Jacinto María, Imprenta a cargo de D. A Pérez Dubrull, Madrid, 1871. 24. ZARAGOZA, Justo. Op. cit. 25. DE LA CoNCHA, José. Memoria sobre la Guerra de la Isla de Cuba y sobre su estado político y económico desde abril de 1874 hasta marzo de 1875, por el Capitán General de Ejército, Marqués de La habana, Establecimiento Tipográfico de R. Labajos, Madrid, 1875.

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dicina de la Universidad de La Habana decidió jugar con un carro en el que habían conducido los cadáveres al cementerio General, contiguo a la Facultad. Los estudiantes montaron en el carro y pasearon por la plaza y«[ ... ] y un niño de 14 años de semblante risueño y agradable, Alonso Alvarez de la Campa, tomó una flor del cementerio[ ... ]». Dos días después volvieron todos a la Universidad, donde encontraron al Gobernador Político Dionisia López Roberts que «[ ... ] se hallaba en el pequeño fuerte conocido por Batería de la Reina, donde una fuerza voluntaria presta diariamente la guardia[ ... ]». Según el testigo, los Voluntarios aprovecharon el acontecimiento para enfervecer los ánimos de la población. El Gobernador quería ser acreedor del «cariño de los leales» y«[ ... ] todos sabíamos que en Cuba se castigaba hasta la intención, que se deportaba sin formación de causa; todos nos acordábamos ... de el Louvre, y la noche de Villanueva, y la de Al dama y todos los horribles días de enero, y la calzada del Monte, y el barrio de Jesús María y tantos y tantos asesinatos que yo no quiero confundir con los insurrectos quemados y las mujeres violadas y los miembros mutilados por los Voluntarios del interior[ ... ]». 26 El Capitán del Quinto Batallón de Voluntarios apareció en las clases de los estudiantes y acusó a los jóvenes de profanar el cadáver de Gonzalo Castañón. Este había dirigido el periódico La Voz de Cuba y pretendía «exterminar» el espíritu separatista cubano comenzando sus escritos con frases como «¡sangre y fuego!». Según el estudiante,«[ ... ] no sin habilidad funesta iba tiñendo de color político aquellos pueriles actos del día 22[ ... ]»,27 y los 45 alumnos fueron llevados presos por los Voluntarios que expandieron la noticia en la ciudad provocando un tumulto: «[ ... ]el número crecía, nuevas compañías llegaban á cada momento y con ellas la común peticion de muerte que los animaba. Mas de una vez quisieron salvar la puerta para llegar hasta nosotros[ ... ] noche fue toda aquella de estrépito y espanto. Tocaban á rebato las campanas de la cárcel. 26. Los voluntarios de La Habana. Op. cit. p. 13. 27. Ibídem, p. 17.

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Recorrían en coches las cornetas las calles de la afligida ciudad; dividíase la multitud en grupos en todos los alrededores de la cárcel[ ... ] á los gritos que pedían nuestras vidas se formó una inmensa agrupación[ ... ] rumor sordo[ ... ]». 28 Acusados de la profanación, los jóvenes sufrieron de parte del Estado un juicio precipitado que tuvo como resultado la absolución. Pero los Voluntarios del comercio pasaron por alto las instituciones oficiales de justicia y al ejército regular, y llamaron a un nuevo Consejo de guerra que presidió José Gener y Batet, un catalán propietario de la gran tabaquería Gener. 29 3.000 voluntarios ocuparon la Plaza de Armas y se designó un Consejo con fuerzas militares que se decían «españolistas». Seleccionaron a un quinto de los jóvenes por sorteo y ocho de ellos fueron destinados a la pena capital. Figuraba entre ellos el niño Alonso, de 14 años, que era hijo de un jefe de voluntarios que había costeado la formación del Batallón. Otros once estudiantes fueron condenados a presidio público de seis años; diez y nueve jóvenes fueron penados a cuatro años de cárcel. Y cuatro fueron recluidos seis meses. Los Voluntarios incautaron también los bienes de los incoados. Hechos de vindicta popular como éste se repitieron en otros casos en que la insatisfacción de la población y el temor generalizado acompañaron al enardecimiento de las masas. A fines de marzo de 1869, mientras la multitud contemplaba el embarque de los presos deportados a Fernando Poo, un joven mulato robó un bolso de dinero, acto criminal por el que pasó a ser acusado masivamente de alborotador y de dar gritos contra España. Justo Zaragoza relata que el gentío de los muelles pretendió arrasar el cuartel para matar al preso, acto vindicativo popular. Incluso el General Dulce debió acudir para disminuir el alboroto y su estrategia fue consultar a los Voluntarios sobre qué debía hacerse con el mulato. La sentencia fue categórica y el joven fue fusilado por un pelotón de Voluntarios. 30 Dulce no informó a Madrid sobre este fusila28. Ibídem, p. 33. 29. ZARAGOZA, Justo. Op. cit. p. 240. 30. Ibídem, pp. 330/335.

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miento, pero la participación de las milicias se convirtió en poco tiempo en una fuerza más en las perspectivas decisionales de los poderes políticos constituidos. Este rol de los Voluntarios es negado, sin embargo, por quienes sufrieron con su arbitrariedad, como el Obispo de La Habana, Jacinto María. Este publicó una defensa luego de que en 1871 los Voluntarios le negaran la entrada a la ciudad aprovechando la caída política y pública del Capitán Dulce. 31 La Memoria del Obispo nos permite analizar dos elementos. Por un lado la presencia de la Iglesia; y por el otro el tipo de guerra, denominada «de recursos», «de nervios», o «del rumor». El Obispo había sido uno de los más interesados en formar los Cuerpos de Voluntarios, solicitando a diversas Congregaciones aportes en dinero para alistar fuerzas. 32 Entre los contribuyentes figuran el Cabildo (que aportó ellO%), los Jesuitas (el sexto), la Congregación San Vicente de Paul (un sexto); la Congregación San Felipe Neri (360 escudos); la Congregación de San Francisco (17 escudos por mes); y la Congregación de Santo Domingo (28 pesos). Pero al mismo tiempo que apoyaba la represión, solicitaba al Capitán General clemencia y amnistía por los deportados a Fernando Póo. 33 Entre esos deportados que habían apoyado la insurrección figuraban sacerdotes y miembros de las «clases altas»: «[ ... ]la gran mayoría de los que son deportados hoy por asuntos políticos son hombres educados con finura, acostumbrasdos a una vida regulada, a tener buena mesa, buena cama, a verse asistidos con esmero[ ... ]», afirmaba Jacinto María pidiendo además por los párrocos de San Cristóbal, Pedro No lasco Alberra y el cura párroco de Candelaria, Manuel Ceara.34 Los aspectos más interesantes de la defensa del Obispo se vinculan a la descripción del tipo de guerra desatada en La Habana gracias, especialmente, a la participación de los Voluntarios y a la militarización 31. MARIA, Jacinto. Op. cit. 32. Ibídem, Documento nº 2, 16/02/1869. 33. Ibídem, Documento nº 3, 15/03/1869 34. Ibídem, Documento nº 4, 10/02/1869

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de la sociedad civil. Según María, la guerra que vivía Cuba era de una «naturaleza» diferente y una de las principales consecuencias era«[ ... ] la desconfianza que suelen tener mutuamente los combatientes de cada bando. Sobre todo, cuando algun reves de armas; cuando la lucha se prolonga. Cuando se adoptan medios de conciliación ó se trata á los que militan en la bandera opuesta, sobre todo si es menos numerosa y menos fuerte, al momento suele decirse que hay inteligencias secretas, manejos ocultos, y hasta traiciones[ ... ]». La arbitrariedad y desconfianza se originó gracias a las concesiones dadas por el General Dulce«[ ... ] de cuyos sentimientos de españolismo no es posible dudar[ ... ]» se apresura a informar María quien, además, informa que Dulce «[ ... ] dictó en enero de 1869 algunas providencias, con las cuales creyó que iba a traer a los insurrectos[ ... ] esta zizaña empezó á estar como incubándose en los corazones de los voluntarios[ ... ]». 35 El Obispo reconoce en algunos párrafos el descontrol con el que actuaban los Voluntarios poco después de ser colocados por los poderes instituidos como ejes del dominio en la ciudad. La zizaña a la que se refería el Obispo se originaba por la utilización de «libelos» por parte de la población cubana. Describe que luego de ser expulsado Dulce, personas que no se identificaron habían iniciado una campaña contra su persona, fijando en las esquinas de la ciudad «alocuciones» como«[ ... ] Voluntarios, habéis echado de la Isla al primer insurrecto; os falta echar al segundo: este es el Obispo, que vino á esta convenido con Dulce para vender la isla a los insurrectos. Vosotros no debéis permitir que la planta inmunda de ese hombre contamine este suelo clásico de la lealtad: á culatazos debe salir de la isla[ ... ]». Los ejemplares circulaban en un gran número, contabilizándose hasta más de 400, desparramados en las plazas y recogidos por los serenos. Este índice señala la importancia de la lectura como medio de comunicación entre las personas, fenómeno señalado también por Gutiérrez de la Concha al hablar de la amplitud de los impresos, escritos y folletos a los que acusaba de «per35. Ibídem, pp. 130-131.

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turbadores» porque promovían desórdenes sociales. Pero el Obispo afirmaba que esos panfletos no eran producidos por «Verdaderos españoles» (a los que se homologaba con los Voluntarios) sino oír quienes querían la venganza y la violencia. Este grupo de «díscolos» metían lo que María describe como «zizaña» en la población civil y lo hacían gracias a la recepción de una paga. Hacia fines de 1869 el Obispo salió de Cuba para dirigirse al Concilio Vaticano. Un telegrama enviado a Cuba en abril de 1870 informaba de su regreso y de su intención de pisar tierra. Hacia el13 de abril la noticia de su regreso se había difundido y habían aparecido «rumores y pasquines» por toda La Habana. Esos pasquines divulgaban noticias como«[ ... ] Voluntarios: el obispo entrará a nuestra ciudad sobre nuestros cadáveres[ ... ]». 36 En este contexto de intrigas en el que se lo acusaba de no jurar la Constitución, el Obispo no pudo desembarcar por la oposición de los propios Voluntarios, y decidió alojarse en una fragata estadounidense, el Vapor Missouri. El capitán General, Conde de Valmaceda, envió un telegrama a La Habana el 14 de abril de 1870 solicitando a su segundo que«[ ... ] siento la situación en que se encuentra el Prelado. Reuna VE. Jos jefes de Voluntarios. Si opinan por el desembarco, que se verifique. De no, manifieste VE. al Prelado las circunstancias en que me encuentro[ ... ]»Y Los funcionarios públicos se encontraban por ese entonces copados por Jos propios grupos militares que habían necesitado formar para sostenerse en el poder. Los Jefes voluntarios deliberaron esa noche. Siete de los diez se opusieron al desembarco, generando en la opinión del Obispo el cuestionamiento al hecho de que la ley de las armas tuviese más fuerza que la ley divina que él representaba. Informó luego a España que era una prueba de los males de la sociedad moderna: el comunismo, el socialismo, la democracia, la internacionalidad, la soberanía nacional. Criticaba los dogmas sociales que pautaban que la nación era dueña y propietaria de 36. Ibídem, pp. 132, 133, 144, 147. 37. Ibídem, p. 153.

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los bienes de la iglesia y se oponía a la representación del pueblo aludiendo a la díada «Dios y mi Reina». A pesar de la oposición de los españoles Voluntarios, el Obispo informó luego en España que no eran ellos quienes se habían opuesto a su entrada, sosteniendo«( ... ) quien lea esto, advertirá que ni una solapalabra hay sobre voluntarios[ ... } rechazamos esta injuria». La confusión se originaba por la existencia de una guerra del rumor basada en pasquines, según María: «[ ... ) Sabemos positivamente que existen logias secretas en Cuba( ... ] los voluntarios son por lo general amantes de la Religión católica y celosos de nuestra nacionalidad: los puede haber indiferentes en el cumplimiento de sus deberes como cristianos, ó tibios en la práctica de ellos; pero, enemigos de la religión!; Enemigos del Obispo!, conspiradores cotra él! Eso no (... ]los han sorprendido los hermanos, los adeptos de las logias, los revoltosos, los voluntariosos, los conspiradores [... )». 38 Buena parte del éxito de la actuación de los Voluntarios dependió del desarrollo de lo que Ramiro Guerra designa como «guerra de nervios», estrategia también utilizada por los cubanos rebeldes. 39 Según el autor el conflicto bélico se desarrolló de dos maneras: espontáneamente ; con premeditación. La primera forma se manifestó en la ostentación de sentimientos separatistas mediante el uso del cabello suelto y atado con cintas azules, el uso de adornos con pequeñas estrellas de cinco puntas, la composición y el canto popular que aludían a la libertad y la independencia. La segunda forma fue organizada por la Junta Revolucionaria de la Habana y por clubes de la insurrección y grupos politizados que comenzaron a ser denominados «laborantes» por los integristas que eran defensores de la integridad de España. Los laborantes hacían circular hojas y proclamas con el objetivo de incitar el espíritu revolucionario, una especie de «odio político» en términos del españolista Justo Zaragoza. La estrategia osciló entre la oposición a la

38. Ibídem, p. 309. 39. GUERRA, Ramiro. Op. cit. p. 154.

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dominación, y la aclaración de que se luchaba contra el poder metropolitano pero no contra la población española. La población hacía correr noticias y versiones. Esta práctica es lo que se ha dado en llamar últimamente la guerra de rumores, que en situaciones de confusión puede generar un gran temor en la población y provocar efectos mucho más agudos que una lucha frontal, tal como ha demostrado desde la literatura Gabriel García Márquez. Parte de esa información procedía del extranjero (Estados Unidos) o del campo revolucionario, refiriendo a victorias y a los progresos de la insurrección. \ La guerra de rumores provoca una inseguridad sólo homologable a la incertidumbre que puede generar la ausencia de un sistema jurídico codificado y la implementación de prácticas judiciales arbitrarias. 4o La arbitrariedad e inseguridad propias de una guerra civil constituyen la oposición al derecho de gentes, al Derecho internacional. En medio de la insurrección, los insurrectos fueron puestos fuera de la ley, calificados de criminales de la peor especie y sustraídos al juicio de los tribunales ordinarios. Se los sometió a comisiones militares y a consejos de guerra. Los jefes españoles sometieron a los insurrectos a medidas de represalia y castigo, se destruyeron sus propiedades ... Las provocaciones, espontáneas o no, iban dirigidas a los integristas y a la población que se manifestaba a su favor, entre ellos los Voluntarios. Estos grupos también dedicaron buena parte del esfuerzo personal y económico a la guerra de recursos locales y del rumor. E. P. Thompson señala estas prácticas como uno de los mecanismos de mayor temor de la población que quedaba indefensa frente al abuso. 41 Contra la oposición regular y de línea, la violencia anónima se abre paso trayendo la ilegalidad y arbitrariedad. El ocultamiento del lugar que ocuparon los Voluntarios en este proceso también aparece entre los escritos del funcionario Justo Zaragoza, que brinda una de las imágenes más ricas de La Habana por esos años 1

40. BouRDIEU, Pi erre. Cosas dichas, Gedisa Editorial, Primera Edición 1988, Buenos Aires. 41. THOMPSON, E. P. Costumbres en común, Edit. Crítica, Barcelona, 1991, p. 84.

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y la importancia de los elementos imaginarios y simbólicos para dar cuerpo a un grupo. Las causas que llevan a los agentes, en términos de Bourdieu, 42 a actuar individualmente en un proceso político que luego parecería contener un interés único y universal, no siempre se originan en la posición económica o en una mayor o menos identificación «étnica». E. P. Thompson se encargó hace varios años al hablar de la formación histórica de la clase obrera en Inglaterra, de advertirnos que el interés se «forma» en el proceso histórico 43 y que adquiere características propias en su transcurso. Una de las condiciones de la homogeneización de intereses y la constitución de un grupo que lucha por un objetivo determinado está condicionada por la utilización de representaciones y de imágenes que los identifican con la causa común. El desarrollo del conflicto en las ciudades, en las calles, entre la población que vivía en la Isla, hace que Ramiro Guerra hable de una especie de «guerra civil», 44 hipótesis rechazada por Zaragoza que, en todo caso, instrumenta conceptos como «odio político» entre cubanos y españoles, estos últimos calificados como
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