1La programación es el instrumento de planificación de la actividad docente

September 10, 2017 | Autor: Almudena Alegría | Categoría: Teacher Education
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Descripción




La Programación Didáctica: contextualización y justificación




La presente programación es el instrumento de planificación de la actividad docente, a desarrollar en el Instituto de Educación Secundaria "Benjamín de Tudela". Hace referencia al Currículo de Bachillerato y a la materia de Historia del Arte, según Decreto Foral 62/2002, de 25 de marzo, por el que se establece la estructura y el currículo del Bachillerato en la Comunidad Foral de Navarra.
El contenido de esta programación se ha estructurado en tres áreas fundamentales, tratadas dimensionalmente de lo más general a lo más concreto.
En la primera, referida a su contextualización y a su justificación, comentaré en primer lugar, los rasgos que definen el modelo de Bachillerato, según la LOGSE, y las modificaciones que supone en la planificación y en la práctica docente. Igualmente, expongo en este primer bloque, algunas nociones sobre la Historia del Arte, como "ciencia escolar", atendiendo a lo que tiene de particular frente a las demás Ciencias Sociales, y señalando su escasa presencia en el conjunto de la Enseñanza a pesar de su "potencial didáctico". Finalmente, en esta introducción incluyo algunas anotaciones sobre las características más significativas del alumnado, desde el punto de vista de la psicología y la pedagogía, y que se refieren sobre todo a su desarrollo cognitivo, a los procesos de consolidación del pensamiento lógico-formal, y en definitiva, a la complejidad de esta etapa en la vida del alumnado. Evidentemente, será uno de los principales elementos en el planteamiento de esta programación y en el desarrollo de la actividad en el aula.
La segunda parte recoge algunos datos sobre el centro elegido para concretar la programación, el Instituto de Educación Secundaria "Benjamín de Tudela", y sobre su contexto socio-cultural, es decir, la Ribera navarra. Serán referentes básicos ya que esta propuesta, debe adaptarse, tanto al Proyecto Educativo del centro, como a las necesidades de la comunidad a la que va dirigida. En este sentido, he intentado, en la medida de lo posible, trabajar aquellos contenidos de la Historia del Arte en relación al entorno del alumno, ya sea en el ámbito de la Comunidad Foral, como en el ámbito más concreto de la Ribera.
Para terminar, en esta tercera parte se desarrolla la Programación propiamente dicha, con una introducción a los elementos que deben concretar las líneas generales recogidas en el Proyecto Curricular: los objetivos, los contenidos y los criterios de evaluación; la distribución temporal de los contenidos básicos y de desarrollo; las decisiones metodológicas; los criterios de promoción, las actividades de recuperación y las de refuerzo para lograrla; la concreción de las orientaciones para la inclusión de los temas transversales; las medidas de atención a la diversidad; los materiales y recursos didácticos que se utilizarán y las actividades complementarias y extraescolares.
Con esta parte, se alcanza el último nivel de concreción curricular, al que llegamos teniendo en cuenta las características de la etapa, del alumno y de la materia, el contexto socio-cultural del centro, y finalmente las particularidades de los alumnos que forman cada uno de los grupos.
El Bachillerato
La LOGSE define el Bachillerato, como una etapa educativa postobligatoria, incluida en la Educación Secundaria. Se cursa, en régimen ordinario presencial, generalmente entre los 16 y los 18 años, y cada curso, puede repetirse una sola vez. Una vez conseguida la evaluación positiva de todas las materias, el alumno obtiene el título de Bachiller que, lo faculta para acceder a la Formación Profesional de Grado Superior, a Estudios Universitarios y a Estudios Superiores de Enseñanzas Artísticas.
El Decreto Foral, 2/2002, estructura esta etapa en dos cursos académicos, que se desdoblan, a su vez, en cuatro modalidades, cada una con materias específicas: a) Artes; b) Humanidades y Ciencias Sociales; c) Ciencias de la Naturaleza y de la Salud; y c) Tecnología.
A su vez, cada modalidad puede organizarse en itinerarios específicos, formados por materias comunes, propias de cada modalidad, y materias optativas. Las primeras contribuyen a la formación general del alumnado, le ayudan a madurar y desarrollan las capacidades necesarias para "...desempeñar sus funciones sociales con responsabilidad y competencia". Las materias de modalidad le ofrecen una formación más específica, según sus intereses y necesidades. Y por último, las materias optativas refuerzan su formación específica.
La nueva organización del currículo, se distingue sustancialmente de la anterior: se propone superar el aprendizaje básicamente memorístico, que durante mucho tiempo se ha asociado al área de las Ciencias Sociales; otorga al alumnado una mayor participación en el proceso de enseñanza–aprendizaje; rechaza la concepción del Bachillerato únicamente como etapa preparatoria para las enseñanzas universitarias, e introduce un importante giro, tanto en su metodología como en sus fines primeros. La LOGSE dota al Bachillerato de una triple finalidad: a) que los alumnos y alumnas adquieran madurez intelectual y humana; b) proporcionarles conocimientos y destrezas que les permitan desarrollar funciones sociales e incorporarse a la vida activa con responsabilidad y competencia; c) capacitarles para acceder a la educación superior.
Es evidente la importancia que la Educación Secundaria otorga a la formación cívica y ética. De ahí que el currículo incorpore un conjunto de actitudes, valores y normas, y determinados contenidos de carácter transversal, así como, aspectos educativos como la paz y la solidaridad, la salud, el aprecio y el respeto por el medio ambiente y por el patrimonio, la defensa de la dignidad humana, la educación sexual y afectiva, la educación del consumidor o la educación vial. De esta manera, la educación social y cívica y la educación moral capacitarán al alumno para actuar con autonomía, responsabilidad y respeto.
De la triple finalidad que se le atribuye, se desprende también su carácter propedéutico o preparatorio, de ahí su alto nivel de rendimiento y de exigencia, ya que debe dotar al alumno de una sólida formación intelectual y académica. De ahí, también, la introducción de una metodología que, siendo coherente con los planteamientos de la etapa anterior, contribuya a que el alumnado pueda profundizar en los conocimientos adquiridos, y sea capaz de expresarlos y aplicarlos con mayor rigor crítico. Prevalecerán los enfoques que favorezcan el trabajo individual y en grupo, o el dominio de las técnicas y de los hábitos de investigación propios de las diferentes disciplinas, y deben, por último, propiciar la autonomía de criterios y opiniones personales. En definitiva, prepara a los estudiantes de Bachillerato para afrontar con éxito las Enseñanzas Superiores, aunque siempre sin abandonar el marco de diversidad en el aula.
Pero además de preparar para acceder a estudios superiores, el Bachillerato puede entenderse también como una etapa de carácter terminal, ya que tiene valor educativo por sí mismo: ofrece un nivel superior de calificación, ampliando las capacidades del alumnado, tanto desde el punto de vista laboral, como desde el punto de vista del enriquecimiento personal.
Por último podemos señalar que, en el Bachillerato, se equilibran la compresividad y la diversidad. La primera porque ofrece la garantía de que todos los alumnos tengan acceso a una misma base, como expresan los Objetivos Generales de la Etapa, comunes a todas las modalidades. Y diversidad por la necesidad de ajustar la respuesta educativa a las circunstancias particulares del alumnado (intereses, aptitudes o posibilidades). Ambas se reflejan, no solo en la propia estructura del Bachillerato, (organizada en modalidades e itinerarios), sino también en la organización de cada materia, que contará a su vez con unos objetivos, unos contenidos y criterios de evaluación mínimos y de ampliación.
Aspectos evolutivos
Ámbitos de desarrollo
El Bachillerato coincide con una etapa de la evolución del adolescente, en la que tienen lugar importantes transformaciones fisiológicas y morfológicas, así como cambios en las esferas cognitiva, social, afectiva o personal, que marcan su transición a la vida adulta. Es incuestionable la importancia que tiene, para la planificación de la actividad docente, conocer determinados aspectos psicológicos y evolutivos de esta etapa. Por otro lado, no debemos olvidar que los cambios que afectan a los alumnos y alumnas, en este momento, cobran un significado diferente según el contexto en que ocurren (género, clase social, cultura, etc.).
Entre otros rasgos, psicólogos y pedagogos señalan que, en esta etapa, el ámbito de desarrollo de la autonomía personal y la inserción social aparecen estrechamente vinculados. Por un lado, en los alumnos y alumnas, se produce en este momento, una mayor integración social en el grupo-clase (y en los demás grupos con los que se relacione) es decir su inserción en una "cultura de edad", con sus particulares hábitos y valores. Y al mismo tiempo, por otro lado, tienden a individualizarse y diferenciarse, creando su propia imagen y afirmando su personalidad. Según los estudiosos, es el momento en el que debe completarse la socialización del alumnado, en base a su educación para una convivencia democrática y para el acceso a los significados sociales.
En el ámbito cognitivo se producen también importantes cambios intelectuales, tales como la consolidación del pensamiento de carácter abstracto, que trabaja con operaciones lógico-formales y permite la resolución de problemas complejos (El pensamiento formal es un razonamiento de carácter hipotético-deductivo y sustituye, como punto de partida del pensamiento, a los objetos por los enunciados verbales).
Por otro lado, el lenguaje tiene en esta etapa un papel muy importante como instrumento regulador del pensamiento y del comportamiento. De esta manera, el dominio de otros códigos (los propios de las distintas disciplinas), contribuye tanto al desarrollo del pensamiento formal, como a la capacidad de expresión y comunicación que necesitan para que se produzca la integración social y la inserción en la cultura de edad mencionadas anteriormente. A su vez, si se propicia un clima de participación democrática, tanto en el entorno escolar como en el familiar, es muy posible que el alumno se habitúe al diálogo como forma de resolución del conflicto.
Gracias al desarrollo del pensamiento formal, pueden adquirir nuevas habilidades, asumir otros papeles sociales y adoptar valores morales superiores. La capacidad para trabajar con hipótesis (no con la realidad concreta y empíricamente observable) y de operar en el mundo de lo posible, le permiten distanciarse de la realidad y desarrollar una actitud crítica. Con estas habilidades, el alumno amplía sus intereses y razona sobre una amplia gama de cuestiones y muy especialmente sobre problemas de índole psicológica, social, moral e incluso filosófica.
De esta manera, el desarrollo cognitivo propicia su adhesión a un conjunto de valores y creencias (aspecto ideológico) y a un conjunto de metas educacionales y ocupacionales (elección vocacional).
La Historia del Arte en el Bachillerato
Con la estructura actual del Bachillerato, la materia de Historia del Arte se imparte en las modalidades de Artes y de Humanidades y Ciencias Sociales. Aunque en principio, contenidos y objetivos educativos son los mismos en ambas opciones (han de estudiarse de forma integrada técnicas, análisis e interpretación formal y localización espacio-temporal de los estilos) pueden establecerse algunas diferencias. Por ejemplo, en la modalidad de Artes, podemos desarrollar con más profundidad los aspectos materiales de la obra, ya que el conocimiento de técnicas, procesos de ejecución, etc., será muy útil para los alumnos que se dirijan hacia estudios superiores de Bellas Artes. Mientras que, en la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales, lo referido a la materialidad tiene menos interés, y se insiste más en los aspectos propios de la Historia del arte como disciplina histórica.
La Historia del Arte se presenta, en el Bachillerato como disciplina autónoma, con unos objetivos específicos y con una metodología propia. Su objeto de estudio es la obra de arte, considerada en su totalidad, es decir en su doble naturaleza histórica (documento) y estética (hecho artístico). La estudia, además, no como hecho aislado sino como hecho inmerso en un tiempo y en un espacio.
Desde el punto de vista didáctico, esto supone utilizar categorías ya conocidas por los alumnos. Categorías propias de las Ciencias Sociales, como "tiempo" o "espacio", a las que la Historia del Arte dota de un significado particular. Para el historiador del arte el "tiempo artístico" no tiene, obligatoriamente, que coincidir con el natural: obras similares tienen cronologías distintas según el ámbito geográfico del que nos ocupemos. Del mismo modo, el "espacio artístico" (ámbito de influencia de un determinado centro de producción, de un artista o de un estilo), tampoco coincide siempre con el espacio geográfico sino que puede variar por motivos distintos motivos. Por ejemplo, se puede introducir un estilo o una tipología por la movilidad de gentes y de artistas a través de rutas determinadas, o para vincularse a su centro de creación por motivos políticos.
Esto puede suponer en principio cierta dificultad para los alumnos, ya que las coordenadas cronológicas y espaciales no enmarcan exactamente el hecho artístico. Pero lo cierto es que pocas veces resulta significativo que sepan datar o localizar las obras con exactitud, sino que generalmente, basta con considerar realidades más amplias: "contexto cultural", o "estilo". Son conceptos más flexibles, que facilitan la organización y el agrupamiento de las distintas creaciones, distinguiendo rasgos comunes o particularidades, y estableciendo relaciones con su ámbito geográfico, con personajes importantes o con acontecimientos concretos, que le ayudarán a comprender la obra, tal como he comentado, en su globalidad.
También aparece constantemente la noción de cambio, y tampoco se puede aplicar al hecho artístico con el mismo sentido que a los hechos históricos. El cambio estilístico depende tanto del contexto histórico como de la propia dinámica orgánica de los estilos y de los caracteres internos del propio hecho artístico. Es el resultado expresivo de la correlación entre la psicología social y la individual y tiene un carácter esencialmente arbitrario y utilitario, por lo que es imprescindible el estudio de la obra de arte en su contexto socio-cultural, como punto de partida para su análisis y para su comprensión.
En este sentido, la enseñanza de la Historia del Arte a través de sus manifestaciones concretas ha de tener en cuenta un doble referente. El primero, de carácter histórico y cultural, que como acabo de comentar, alude al conocimiento del contexto espacial-temporal en el que surgen y se desarrollan las obras y las corrientes artísticas. Y el segundo, de carácter técnico y metodológico que pone de manifiesto la complejidad de factores que intervienen en la obra de arte, lo específico de cada uno de los lenguajes artísticos y la condición abierta de las distintas creaciones. Y pone de manifiesto también, que esta diversidad da lugar a múltiples miradas y a diferentes lecturas, y con ellas, a la necesidad de utilizar, con criterio integrador y complementario, distintas metodologías de análisis e interpretación de la obra de arte, algo que además, se contempla en el currículo como objetivo tanto de etapa como de la propia materia.
Como punto de partida del acercamiento del alumno a la obra de arte, es necesario potenciar en el alumnado la capacidad de observación y percepción de la obra de arte, un proceso activo aparentemente simple, orientado a la educación de la mirada. Al mismo tiempo conviene motivar un adecuado nivel de información y documentación sobre las obras analizadas como base de su conocimiento, integrando fuentes escritas y gráficas.
Como explicaré al hablar de la metodología en la programación didáctica, esta primera aproximación a la obra de arte, que se orienta a ver, reconocer y valorar la materialidad de las formas artísticas como un lenguaje específico, es la lectura formal. Nos permitirá clasificar las obras según los distintos estilos, y conocidos sus rasgos principales, descubrir sus procesos y técnicas de creación, la función o funciones para las que fueron creadas así como su significado plástico y estético. Así, el uso equilibrado de los demás enfoques evitará los excesos de clasificación, demasiado comunes en esta materia: la metodología sociológica por ejemplo, evidencia la relación entre el artista, su obra y el contexto o medio social que la motiva (clientes y sistemas de patronazgo, intermediarios, demanda y consumo de arte, corrientes artísticas y grupos sociales, etc.), mientras que la perspectiva iconológica, partiendo del análisis iconográfico, indaga en el significado o significados simbólicos de la obra de arte, como expresión de los valores y mentalidades.
Observación y percepción, análisis e interpretación, deben encontrar su proyección en la expresión y comunicación de la experiencia del arte a través de un discurso que integre, junto con la claridad del método expositivo, el adecuado uso de la terminología específica y la creatividad personal del alumnado.
Interés educativo
La presencia de la Historia del Arte, queda limitada a dos de las modalidades del Bachillerato. Este hecho, así como su planteamiento durante la ESO, como un capítulo dentro de la Historia General, nos dan idea de la escasa importancia que recibe en el conjunto de la Enseñanza. Sin embargo, no resulta difícil exponer algunas consideraciones que manifiestan su valor formativo, tanto con carácter general para todos los ciudadanos, como para los que van a cursar una formación artística específica.
Podemos empezar señalando que el lenguaje artístico posee una estructura propia y múltiples códigos que hacen posible la transmisión y la recepción de unos determinados contenidos. Desde este punto de vista, el estudio de la Historia del Arte, es en parte, el de un lenguaje, en el que se analizan las nociones estéticas de cada uno de los elementos plásticos, los valores semánticos o la evolución de sus significados. Como lenguaje, además, es fácil destacar la importancia del arte como transmisor insustituible de emociones, valores y pensamientos complejos.
Desde la perspectiva de arte como lenguaje, se desprende su interés para una sociedad, en la que los medios de comunicación lanzan constantemente de imágenes de todo tipo. Conscientes o no, es evidente que condicionan nuestros gustos, nuestra sensibilidad, nuestras señas de identidad, e incluso nuestras necesidades. Su incidencia en nuestro alumnado, es todavía mayor ya que se encuentran en una etapa del desarrollo en la que, entre otros procesos, se está definiendo su personalidad o están adoptando nuevos valores. Esta podría ser una justificación más que suficiente: desde la perspectiva reflexiva y crítica de las Ciencias Sociales, la Historia del Arte ofrece al alumnado los medios para la comprensión y la decodificación de un lenguaje visual, cada vez más elaborado y complejo, y que desde la sociedad de consumo, y con las nuevas tecnologías, está cada vez más presente en su vida. Le ofrece los mecanismos para leer "lo visual": lo que pretenden, lo que representan, su incidencia, etc., en un ámbito mucho más amplio que el del arte.
Así, por un lado, los hará más capaces de enfrentarse al consumo, a la publicidad, a las modas, o a la información que reciben en general, favoreciendo con ello el desarrollo de una personalidad más autónoma y mucho más crítica. Y por otro lado, igual que en el análisis de las obras de arte, todas estas imágenes pueden entenderse como el reflejo de determinados circunstancias sociales, económicas, políticas, etc., que definen la sociedad y el momento en el que han sido creadas. Entendida así, la Historia del Arte, se convierte en un instrumento que ayudará a los alumnos a analizar y a comprender el mundo actual, facilitando su integración en él, tal como se recoge en los objetivos generales del Bachillerato.
El segundo de los factores que hacen importante la enseñanza de esta materia es su contribución a la formación personal del alumno. El estudio y la comprensión del hecho artístico le ofrecen la posibilidad de disfrutar de las diferentes manifestaciones artísticas, de participar de la experiencia estética o de comprender los procesos de creación. A partir del componente subjetivo (ideas, reacciones, sensaciones, sentimientos…) del proceso creativo y de la observación y comprensión del arte, puede desarrollar su capacidad de percibir, su sensibilidad e incluso su creatividad.
Igualmente hay que señalar la importancia que las manifestaciones artísticas, y las culturales en general, están adquiriendo en los últimos años. Primero como parte de nuestro "Patrimonio cultural", de aquello que va conformando nuestro carácter a través de los siglos y va diferenciando a las sociedades y a las gentes. Un bagaje, que condiciona en buena parte nuestros gustos, actitudes o mentalidades. En segundo lugar, el Patrimonio, entendido en su forma más amplia (manifestaciones artísticas, paisajes, bailes, gastronomía, tradiciones, etc.) se está convirtiendo en un recurso que ofrece interesantes oportunidades para el desarrollo de determinadas áreas. Basta recordar en este sentido, que la conservación y divulgación de este patrimonio, es actualmente un indicador del desarrollo. Y hemos de recordar, que después de Italia, España es el segundo país en volumen y calidad de su patrimonio histórico. Para poder conservar y transmitir, e incluso desde un punto de vista estrictamente económico, para "aprovechar" este recurso, se hace necesario que se reconozca su valor, es decir, que se incluya en el proceso de enseñanza.
Por último, las distintas manifestaciones artísticas tienen un incuestionable valor en su dimensión de documento histórico. A través de la imagen, de sus características, significados o funciones, y también a partir de la materialidad de la obra (materiales, técnicas…), podemos reconstruir aspectos que difícilmente comunica el documento histórico: podemos definir mejor sentimientos, mentalidades, principios morales o religiosos, intenciones concepciones estéticas, gustos o modas,... Y no nos proporciona solamente información sobre el momento de su creación sino que, además, el currículum de cada obra nos informará de las diferentes etapas históricas que ha atravesado (a través de intervenciones que ha sufrido, cambios de función y ubicación, juicios e interpretaciones, e incluso las intervenciones sufridas o su propio deterioro).
La metodología de la Historia del Arte en el Bachillerato
Incluir en la programación un breve comentario sobre la metodología particular de la Historia del Arte, me parece interesante ya que su conocimiento se establece como objetivo, tanto del Bachillerato como de la materia. En coherencia con los nuevos enfoques de la enseñanza en esta etapa, menos académicos y con mayor desarrollo práctico, el currículo subraya la necesidad de introducir al alumno en "las diferentes metodologías para el estudio de la obra de arte, que motiven su conocimiento racional y desarrollen la sensibilidad y la creatividad". (DF. 62/2002 de 22 de abril)
Se deduce del texto que debemos favorecer que los alumnos comprendan la complejidad y riqueza de sentidos que se integran en la obra de arte: de ella podemos extraer informaciones sobre el pasado, nos acerca a las estructuras sociales o al pensamiento, puede abordarse su estudio a partir de las técnicas y los materiales, o podemos considerarla, en tanto que "arte", simplemente como algo que produce en el espectador, determinadas sensaciones o sentimientos. Cualquiera de los enfoques tendría validez y los métodos propios de la Historia del Arte, no son sino el desarrollo de alguno de los elementos que constituyen la totalidad de la obra, ya sea la forma, su relación con la sociedad, sus significados. Es por esto, que en la actualidad se insiste en la necesidad de hacer confluir los diferentes métodos y las diferentes especialidades en una interpretación global.
La Historia del Arte, se empieza a desarrollar como disciplina autónoma, a partir de finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX, siguiendo los pasos de la Historiografía, va introduciendo nuevas perspectivas y nuevos enfoques metodológicos, algunos de los cuales, en lo esencial, siguen vigentes en nuestros días.
No se trata de convertir a los alumnos en especialistas, ni de trabajar en profundidad con enfoques propios de la investigación científica.
Un trabajo de este tipo, no haría sino dificultar el proceso de enseñanza-aprendizaje, convirtiéndose, más que en un instrumento, en un obstáculo para el alumno. Pero si que podemos aplicar de forma simplificada, algunos de los principios metodológicos, como aproximación a los métodos de trabajo de las Enseñanzas Superiores, e incluso como instrumento para desarrollar determinados contenidos.
Método formalista. Forma y arte
El "método formalista", está fundamentado en la identificación entre forma y arte, y se centra en el análisis exhaustivo de los componentes formales de la obra y en la evolución del lenguaje artístico. Destacan como métodos o técnicas de trabajo la descripción y la comparación estilística de las formas.
Aunque en ocasiones se ha considerado un método excesivamente técnico y poco significativo para comprender la realidad de la obra de arte, lo cierto es que es uno de los que menor dificultad ofrece al alumno y que se hace necesario para una primera aproximación a la obra de arte.
Método iconológico. Formas y significados.
La Iconología se interesa por la evolución de los temas y su fin es desentrañar el significado último de las obras, entendidas como expresión especialmente significativa de una determinada cultura. Su principal representante, Edwin Panofsky, profundiza en las conexiones entre forma y contenido, entendido éste como aquello que la obra de arte delata pero no exhibe. El contenido no es el "asunto", sino que refiere los supuestos de que parte el artista y que son para su época, obvios, pero que la historia posterior tiene que esforzarse en recuperar. Panofsky plantea tres pasos para la comprensión de la obra de arte, a partir de sus componentes: forma (materia), idea (es el "asunto" en las artes visuales) y contenido (su significado).
Nivel preiconológico: Identificación de lo representado y de su potencia expresiva a partir de la observación basándose únicamente en la experiencia cotidiana.
Nivel iconográfico: Fijación e identificación precisa del tema, analizando los posibles elementos simbólicos que, combinados a partir de unas determinadas relaciones convencionales, son propios de una cultura concreta.
Nivel iconológico: Determinación del significado último de la obra, tanto de lo explícitamente expresado como de los conceptos, ideas y valores de la cultura de la que participa, confrontándola con las otras fuentes y documentos figurativos o escritos con que se relaciona y que permiten una comprensión amplia y contextualizada del objeto artístico.

Método sociológico. Arte y sociedad
Analiza los factores materiales e ideológicos que inciden en la producción artística, provocando los distintos cambios de gusto a lo largo de la historia. Destacan, además, la importancia del promotor o comitente y la posición social del artista o su papel, como trasgresor de algunas facetas de la norma social.
A partir de la Sociología del Arte, la evolución de las manifestaciones artísticas por las diferencias sociales y económicas, y por tanto por la visión o filosofía de cada grupo ante la vida. De esta manera, el arte se entiende como un modo de satisfacer las necesidades de clase, y se interpreta como la traducción de su ideología, de su visión general de la vida, mientras que el artista se convierte en un instrumento al servicio del público, cuyos gustos e intereses condicionan sus creaciones. Así, podemos interpretar una obra de arte con las repuestas a determinadas cuestiones: ¿Por qué se hace el Arte?; ¿Para quién se hace?; ¿Quién lo hace? Y ¿Cómo se hace?".
Método psicológico. Arte y artista
Las aportaciones de la psicología al análisis de algunas obras de arte, casi siempre se ha centrado al estudio de artistas cuya propia vida era "a priori" un centro de interés desde el punto de vista de la psicología.
Método estructuralista. Arte y lenguaje
El estructuralismo explica la obra de arte como expresión de un determinado lenguaje y por su capacidad de interpretación global de los fenómenos de comunicación o de creación cultural. Se puede sintetizar, como explica Pierre Francastel en la comprensión de la obra de arte en tanto que "… un sistema de organización de experiencias vividas y expresadas a través de la representación. Por lo tanto la obra de Arte es una información, un producto, una creación que nos ofrece datos en función de los cuales se puede elaborar una historia. En este sentido la Obra de Arte debe estudiarse como fenómeno estético, como hecho técnico, como producto de la psicología colectiva e individual, y como testimonio sociológico".

La metodología de la Historia del Arte en la actualidad
En la actualidad, se ha continuado en la línea globalizadora que proponía el método estructuralista, liberándose del esquematismo lingüístico. Se insiste en la necesidad de hacer confluir los diferentes métodos y las diferentes especialidades, en una interpretación global de la obra de arte como expresión cultural y polisémica. Lo que al mismo tiempo ha llevado a renovarse a los métodos de más larga tradición en la materia como es el formalista y que, en la actualidad, abunda en las fuentes de inspiración del artista y del arte haciéndose más contextualista, especialmente gracias al nuevo formalismo norteamericano. Al mismo tiempo la coincidencia con la aparición de estudios históricos más diversificados, como la historia de las mentalidades historia de los marginados, historia de la vida cotidiana... etc., ha permitido redescubrir en la obra de arte la capacidad de integrar estas facetas de la Historia total, resaltándose su papel como documento histórico polisémico e integrador. Igualmente se valora especialmente su capacidad didáctica de actualizar y hacer presente sus valores educativos.





















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Contextualización y justificación de la Programación Didáctica









Las enseñanzas de esta etapa se regirán por lo dispuesto en el Decreto Foral 62/2002, de 25 de marzo, por el que se establece la estructura y el currículo del Bachillerato y en la Orden Foral 151/2004, de 15 de junio, por la que se desarrolla la estructura del Bachillerato, se regula su organización, se fija su horario y se aprueba el currículo de materias optativas correspondientes al mismo, hasta la implantación de la nueva ordenación del bachillerato, establecido por la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo de Educación.
Decreto Foral 25/1997 aprueba el Reglamento Orgánico de los Institutos de Educación Secundaria en el ámbito territorial de la Comunidad Foral de Navarra, Art. 60.
El método formalista es uno de los que se consolida más tempranamente, ya en el siglo XVIII, en el seno de la Escuela de Viena y de su principal teórico Henrich Wölfflin, que desarrolla la metodología formalista en su obra "Conceptos fundamentales para la Historia del Arte".( Madrid, Espasa Calpe, 1970.)
PANOFSKY, E.: El significado de las Artes Visuales. Madrid, 1991, Alianza.
Entre sus autores más destacados destacan: Frederick Antal, Arnold Hauser, o Francis Haskel
(ANTAL, F., El Mundo Florentino y su ambiente social. Madrid, Guadarrama, 198; HAUSER, A., Teoría del Arte. Madrid, Guadarrama, 1951; Haskel, F., Patronos y pintores. Un estudio de la relación entre el arte italiano y la sociedad". Madrid, Cátedra, 1984;

FRANCASTEL, P., Sociología del Arte. Madrid, Alianza. 1975.


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