1985: Analfabetismo & tecnología. Esa es la cuestión

October 7, 2017 | Autor: Xavier Laborda | Categoría: Culture, Technological Culture
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Descripción

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¿Es verdad?, .i¿a estas alturas tenemos que aprender a escribir de nuevo?! Parece que la situación es seria: hay máquinas que escriben «inteligentemente», mientras que la mayoría de los que nos creíamos felizmente alfabetizados comprobamos estupefactos que la nuestra es una alfabetización desfasada, en liquidación. Cuando se oye decir que los novelistas (mediocres) ya no tienen cabida en el mundo de la producción literaria, uno duda entre atribuir esa especulación a la fabulación moderna o al cupo de sorpresas que nos depara lo cotidiano. Al parecer existen ordenadores que pueden crear una novela a partir de unos materiales primarios. Cuentan que, experimentando con estas máquinas en una universidad norteamericana (de la cual no dan más detalles los comunicantes, porque se enuncian como categoría o esencia platónica), un estudiante olvidó añadir a las instruccio-

nes con que reglamentaba al aparato toda indicación referida a la extensión. El resultado fue que el ordenador agotó la memoria y el papel disponible en la escritura de una novela-río. iConsumió el soporte sin dar cumplimiento a su diseño argumental! Más avisado merced a esta experiencia tan poco económica, el estudiante volvió a preparar el ordenador, esta vez sin lagunas. Esencialmente le instruyó para que proveyera una novela lo más breve posible en la que se reuniera amor, suspense, sexo, pasión y violencia -todo en apenas nada, el universo narrativo en un remoto estadio de colapso-. Y el ordenador fabricó esta novela de una sola frase: - iOh, Dios mfo! -exclamó la hermosa marquesa-, estoy embarazada y lo malo es que no sé de quién. Como la historia es una invención, podríamos añadir tranquilamente que, para

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su fortuna, la novela se editó, fue un éxito y el joven y el ordenador formaron empresa. LA FUERZA DE LA LETRA Esta fábula, por descabellada que parezca, encubre en su ficción dos verdades, una literal y otra simbólica. Si contemplamos el aspecto literal, comprobaremos que la realidad no está tan alejada de lo que se nos cuenta como despropósito, ya se piense en ámbitos de la creación literaria, ya se piense en otros. Olvidando todo simplismo metodológico, cierta creación musical es resultado de un proceso de coctelera informática. También lo pueden ser textos divulgativos, ensayos y otros géneros, de tal suerte que la transmisión social del pensamiento renovador que realizan escritores no creativos, groseros intermediarios, ya no es un oficio estable. Esta remodelación radical de las actividades humanas, más extendida que aparente, fácilmente mueve a escándalo o suscita manifestaciones de repulsa, como si de una perversión de nuestra condición se tratara. Sin embargo, no estaría de más profundizar en la lección semiótica de estos gestos estentóreos y de estos juicios apocalípticos, que nos hablan de dos fenómenos concurrentes: la frivolización de una realidad que demanda, para su comprensión, algo más que una tranquilizadora negación; y..también, la ingenuidad del olvido de la constante histórica del ser hu-

mano, esto es, como ser tecnológico, cuyo rastro en los tiempos es la implacable y progresiva ampliación de sus dominios físico y mental. No hay forma más efectiva para resquebrajar la capacidad crítica de cualquiera que negarse a entrar a conocer el objeto de su juicio. Como contrapeso, en el hueco lugar mental que guarda celosamente la negación, se acaparan mitos de toda laya. LA VERDAD DEL SIMBOLO El hombre ingresa en la Historia cuando es capaz de transmitir información. Inventa el lenguaje y otros instrumentos físicos, crea una memoria no genética y actúa en las conductas, los procedimientos y los conocimientos. Este ingreso en la Historia no es otro que la superposición de otra dimensión a la naturaleza: la social. Naturaleza o sociedad, evolución o Historia, memoria genética o cultura, comunicación no verbal o lenguaje... Estas son algunas de las disyunciones no excluyentes. Partiendo de la asunción del lenguaje, se puede trazar el vector vital que conjura al primitivo, imposible futuro del hombre. La invención de la escritura introduce un nuevo código que remodela la organización de la memoria y el ejercicio del pensamiento y, en algunas culturas, como en la griega, desencadena una inversión psicológica y social de honda repercusión democrática y filosófica. La palabra se erige

en privilegiado instrumento público del poder y en cuenco del conocimiento que se amasa dialécticamente No sin trabajos dilatados se accede en los dos últimos siglos a la generalización del uso de la escritura. La escolarización y la alfabetización generada reparten precariamente los frutos de la revolución que permite mantener almacenada información sin necesidad de la memoria viva del hombre. Y, descansando incómodamente en este logro, he aquí que un nuevo cambio, tan radical como aquel, se está operando, el de la automatización en el almacenamiento e interpretación de la escritura, de la información. La palabra se somete a procedimientos informáticos. Ello no sólo está provocando el cambio de la forma de transmisión -además de los aumentos cuantitativossino también el de las formas de representación. Y, al igual que ocurrió en la Grecia clásica, las formas del poder, del saber y del hacer no pueden ser ya las mismas que anteriormente. Lo cierto es que, a medida que las máquinas de las nuevas tecnologías escriben e interpretan la información más y mejor, nosotros perdemos pie. Nuestra alfabetización deviene decimonónica, arcaica, fósil, porque no está cualificada. Nada que objetar si lo que se busca es mantener la bandera de la inercia. Lo malo no es exactamente ser analfabeto, sino no enterarse y preferir alimentarse de mitos. -

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