1848, venta de tierras o de cómo se crea un municipio. El caso de Caldas, Antioquia

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Descripción

1848, VENTA DE TIERRAS O DE CÓMO SE CREA UN MUNICIPIO EL CASO DE CALDAS, ANTIOQUIA CENEDITH HERRERA ATEHORTÚA♣

Resumen El municipio de Caldas, Antioquia, tuvo un origen particular. Parte del Pueblo de Indios de Nuestra Señora de Chiquinquirá de la Estrella, llegado el siglo XIX, virtud a varias leyes, sus tierras fueron adquiridas por terceros. El pequeño caserío fue trasladado de lugar y, paso a paso, fue cambiando de rostro hasta transformarse en un municipio medianamente urbanizado, proceso en el que fue vital el interés del Concejo Municipal. La ponencia toma, entonces, como fuente de primera mano, los documentos producidos por la Corporación en el periodo comprendido entre 1848 y 1918, así como documentos del Archivo Alcaldía Municipal de Caldas, del Archivo Casa de la Cultura de Caldas y del Archivo Histórico de Antioquia, que evidencian el comienzo de una parte de la historia urbana local.

FUNDACIONES Se llegan los hombres a un lugar cualquiera de la tierra Desde antes (desde los árboles antiguos) y fundan allí su morada e inventan con el barro de su propio camino los muros y los tejados de sus austeras moradas y fundan allí la vida y trazan las calles al borde de sus casas […]. FERNANDO HERRERA GÓMEZ, Sanguinas, 2002



Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Coordinador del Área de Patrimonio y Cátedra Local de la Casa de la Cultura de Caldas, Antioquia, institución en donde desarrolla investigaciones sobre historia local. Coautor del libro “En vidrio, loza, montes, puente y río”. Caldas, Antioquia, historia en movimiento, Medellín, Litografía Dinámica, 2006. Ponente en el Encuentro Latinoamericano de Estudiantes de Historia (Universidad Nacional de Colombia-ICANH, Villa de Leyva, Boyacá, 2001); I y II Foro de Estudiantes de Historia (Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 2002-2003), y en el II Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia (Universidad de Antioquia, 2002).

A partir de la promulgación de la Ley de enajenación de tierras por parte de los indígenas, dictada por la Cámara Provincial de Antioquia en 1848, se hizo posible que los herederos de los antiguos pobladores de Caldas vendieran sus tierras a terceros, avecindados en otros distritos del sur del Valle de Aburrá. Ese año, el caserío de La Valeria, fue elevado a la categoría de Distrito, ya no dependiente de La Estrella, con “independencia” para levantar parroquia y Cabildo Municipal. Ahora bien, dicha Ley se relacionaba con una serie de disposiciones que el nuevo gobierno, instaurado después de la Independencia, dictó para “ordenar” la política relacionada con la población indígena de la recién fundada república. Otras leyes que recogían su mismo espíritu fueron la Ley 54 de 11 de octubre de 1821, que suprimió el tributo y decidió el reparto de las tierras comunales, entre los indígenas pertenecientes a los resguardos; la Ley 192 de 3 de agosto de 1824, que dictaba “los medios de reducir a civilización los indios salvajes”; la Ley 724 de marzo 6 de 1832, que reglamentó el repartimiento de los resguardos indígenas y eximió a los naturales del pago de “contribución personal” al gobierno nacionalI; Ley que fue complementada por la 878 de junio 2 de 1834, que propuso el reparto de los resguardos de indígenas e hizo referencia a que a los naturales se les consideraría como “pobres de solemnidad” y seguiría vigente el “ministerio” de Protectores de los indígenas, “[…] siempre que éstos tuviesen que sostener sus derechos a los resguardos que se les hubiesen distribuido. El destino de Protector lo servirán en los Cantones los Personeros públicos y los Fiscales ante los Tribunales”. La Ley 878 dispuso que

I

El trasfondo de esa ley tenía que ver con la presión que ejercían los grupos que tenían el poder económico y político en ese entonces, para que se extinguieran en su totalidad los pueblos de indios y se repartieran, entre esos mismos grupos, las tierras baldías.

[…] Para que el repartimiento se hiciese con más facilidad, se encargó a las Cámaras de Provincia que, oídos los informes de los Gobernadores, quienes debían recibir los de los jefes políticos, reglamentase la ejecución de las Leyes de 1821 y 1832 en la parte en que tratan de la distribución de los resguardos. Las Cámaras en sus reglamentos debían observar lo dispuesto por dichas leyes y las reglas que contiene la de 1834. Notaremos que éstas no hacen variación sino respecto del modo de repartir las porciones de tierra correspondientes a los indígenas y que de éstos los que no hubiesen tributado o no estuviesen tributando, no tenían derecho a resguardos1.

Pero fue sólo hasta 1848 que el gobierno nacional volvió sobre el punto que aunaba todas las leyes anteriores, que no era otro que el reparto de las tierras baldías. Así, el 29 de abril de ese año se expidió la Ley sobre cesión de tierras baldías2. Roque Mejía, quien donó las tierras para trasladar el antiguo caserío de La Valeria al lugar que ocupa hoy el Parque Santander, pudo haber sido beneficiado tanto por la Ley de enajenación de tierras por parte de los indígenas, como por la Ley sobre cesión de tierras baldías; aunque otra tesis apunta a que Mejía heredó tierras de manos de un pariente suyo, “corregidor de naturales” del Pueblo de Indios de Nuestra Señora de Chiquinquirá de La Estrella. Si esta última es cierta, entonces, al mejor estilo de la época de la Colonia, después de la Independencia, la práctica se acata pero no se cumple seguía influyendo el comportamiento de la joven república, esto con relación a las leyes dictadas por los gobiernos local y nacional. Pero la venta de tierras tiene que ver específicamente con terrenos ubicados en sitios que hoy conforman la zona rural de Caldas; con relación a esto, es bien importante la documentación que conserva el Archivo Histórico de Antioquia, en el Fondo Notaría de Caldas. Allí se compilan contratos de compraventa entre “naturales”, léase indígenas, o sus descendientes, y “vecinos” de Caldas u otros Distritos cercanos a este último, que siguen las formas jurídicas y las normas políticas vigentes para la Provincia de Antioquia en 1848.

Dichos contratos se hacían ante el Juez Parroquial de Caldas, su secretario, un perito, quien ya había comprobado la validez de los linderos del terreno que se estaba negociando, y uno o dos testigos. Todos los contratos invocaban “[…] la ley de la Honorable Cámara Provincial [de Antioquia] de enajenación de tierras por parte de los indígenas”3. Los terrenos objeto de los contratos se ubicaban, la gran mayoría, en “los parajes” de La Salada, El Cano y Sinifaná. Ejemplo de lo que se acaba de anotar, es el contrato entre Juan José, Fermín, José Atanacio, Micaela y Antonia Vélez -herederos de la indígena Lina Maldonado, avecindados en el Distrito de Caldas-, y Luis Bustamante –también de Caldas-, firmado el 8 de enero de 1849, ante el Juez Parroquial Francisco Bustamante. Los Vélez vendieron a L. Bustamante una propiedad ubicada en El Cano, cuyos linderos comprendían: “[…] por pie con Luis Vélez, hasta el camino; por el otro costado hasta la cañada; de aquí á encontrar con otro que sale de trabesca [sic]: también con agua, hasta donde se remata; i de aquí por linea recta pasando por el filo a lindar con Antonio Vélez, i con este a lindar al alto del reventón”4. Las ventas que no invocaban la Ley de enajenación, no se diferenciaban mucho de los contratos que sí lo hacían, como lo comprueba el firmado por Rafael y Francisco Vélez -vecinos de Caldas-, y Vicente Vélez –de Caldas- y Valerio Calle –de Envigado-, el 24 de marzo de 1851, ante el Juez Parroquial Vicente Morales Contreras. Los hermanos Vélez hacían la venta atendiendo a “[…] una media acción i derecho que a Rafael le corresponde por muerte de su finado padre Gregorio Vélez […]”5, lo que indica que se trataba de una herencia. El terreno se encontraba en el paraje de La Salada y estaba delimitado

[…] Por un costado linda con terreno de José Miguel Vélez hasta donde se encuentra una Cordillera lindero del terreno de Gregorio Correa, i Bautista Ramirez, i por la dicha Cordillera hasta la derecera del nacimiento de la quebrada de Sinifana, esta abajo hasta donde se encuentra el terreno del señor Miguel Mario Rest[re]po i con este por el pie hasta encontr[ar] [roto] el terreno de José M[roto] hasta encontrar en el constado primer lindero […]6.

El mismo año en que se hizo esa venta, la Jefatura Política de Medellín, en cabeza de Juan Francisco Posada, en un intento por organizar el recién creado Distrito de Caldas, escribía al Alcalde local que

[…] Se nota un poco de abandono en las autoridades locales p[ar]a el arreglo de los mendigos, pues se vé que demandan limosnas hombres robustos i actos p[ar]a trabajar. Por tanto he resuelto prevenir á u[sted] que proceda inmediatamente á hacer reconocer por peritos á todos los individuos que en ese distrito se encuentren como mendigos, espedirá la correspondiente licencia á los q[u]e resulten merecer la limosna, i a los q[u]e no sean acreedores á ella les prevendrá q[u]e no buelvan á mendigar, i si insistieren les seguirá el competente juicio de vagancia. U[sted] me avisará del resultado de esta orden. […] Por tanto prevengo a u[sted] que cuando llegue á ese distrito un forastero, lo llame inmediatamente, le pregunte el destino que lo lleva allí, i si dentro de tercero dia despues de la llegada no se ocuparen les seguirá el juicio de vagancia7.

Tal vez esa carta sea una pista para indagar el porqué hoy día Caldas sigue siendo un lugar frecuentado por los mendigos y un municipio en el que la caridad es una práctica común. Pero volvamos al asunto que nos ocupa. Los contratos de compraventa de tierras de los indígenas, así como la gran mayoría que no las incluían, estaban enmarcados dentro de los límites señalados por la Cámara Provincial de Antioquia, en la Ordenanza que creó el Distrito de Caldas, es decir, hacían parte de la nueva jurisdicción; pese a que, cuando ya medianamente empezaban a asentarse algunos habitantes, los delitos, sobre todo los relacionados con “juegos prohibidos”, fuesen pan de cada día en esas zonas del nuevo Distrito, al estar alejadas del control político y judicial. Sin embargo, como en la época de la Colonia, la acusación de los vecinos –otra forma del chisme-, hacía caer a los “viciosos”

en manos de las autoridades8. Además, en lugares como estos era común que se asentaran, bien fuera permanentemente o de paso, vagos y pordioseros, ya no cobijados por la “pobreza de solemnidad”, condición establecida por la legislación española de la Colonia y que entró en decadencia con la llegada de la república9. Pero regresemos sobre el punto inicial. 1848 significó el comienzo de Caldas como una nueva municipalidad y con el traslado del caserío de La Valeria, ubicado en el sitio de Tres Aguas, al hoy Parque SantanderII, se encargó el trazado de las calles y de la plaza principal a los hermanos envigadeños Nicanor y Pedro A. Restrepo, lo que hizo posible que el paisaje “[…] cubierto de fresco prado [en] que sobraban los guayabos, los chizcos [sic] y los mortiños […]”10, empezara a dejar sus rasgos de poblado rural. Ahora bien, sólo a partir de 1873 se tendría una idea “clara” del territorio municipal, al menos de parte de la Administración local de la época. Ese año, el Corregidor de Caldas, Francisco Correa, envió al Prefecto del Departamento del Centro, un “croquis o mapa del Distrito”, en el que se especificaban los límites, haciendo eco de la Ordenanza que lo creaba en 1848, al especificar los nombres de los lugares que hacían parte de la jurisdicción de Caldas:

Del punto llamado “Puente Tierra”, en donde la quebrada “Cano”, desemboca en el río “Aburrá”; quebrada arriba a sus nacimientos; de allí tomada la cordillera conocida con el mismo nombre hasta la parte más allá, y siguiendo por ésta a linde con el Distrito de la Estrella, hasta tomar el filo del “Roble”; por este filo, a linde con el Distrito de Amagá, hasta caer a la quebrada de la “Paja”; esta abajo hasta un II

El parque del Distrito de Caldas, se inauguró el 12 de octubre de 1923, gracias al concurso de la “Junta del Parque”, dirigida por Paulo E. Restrepo, quien además fue el encargado del diseño de las obras. La “Junta del Parque” fue creada por Acuerdo No. 31 de 31 de julio de 1922. Por “Acuerdo No. 5 de febrero de 1940, por el cual se dispone la conmemoración del centenario de la muerte del General Francisco de Paula Santander”, se determinó que, “[…] del 6 de mayo próximo, en adelante se llamará “PARQUE SANTANDER” al que está situado en la plaza principal de este Distrito”. Véase ACMC, Acuerdos, Tomo 14, Año 1922-1923 y Tomo 25A, Año 1934-1943.

punto llamado el “Salto”; de allí tomando de la quebrada “Maní” para arriba a buscar la cañada del “Tigre”, de allí tomando la cuchilla de “Sinifaná”, línea recta hasta caer a la quebrada del mismo nombre; esta arriba a linde con Fredonia hasta sus nacimientos; de allí tomando la cordillera de “Chamuscados”, lindero con el Distrito de Santa Bárbara, línea recta, tomando el Camino Real hasta el alto de “San Miguel”; de allí tomando la cordillera de “Morrogil” [sic] para abajo a llegar al alto de “santa Isabel”, de allí tomando la cordillera llamada del “Valle”, y siguiendo por ésta a linde con el Distrito de Envigado, hasta hallar las montañas de la “Tablaza”, linderos con el Distrito de la Estrella; de aquí a caer al punto llamado “Puente Tierra” que llega al río “Aburrá”, primer lindero […]11.

1. Croquis del Distrito de Caldas en 1873 FUENTE: Archivo Fotográfico Casa de la Cultura

En dicho croquis se especifican los nombres de las quebradas y los altos del Distrito, así como se dibujan el “Camino del Estado”, que comunicaba a Caldas con Medellín y con los Distritos del Suroeste antioqueño y el Occidente colombiano, y el “Camino público que conduce para Amagá”. Sin necesidad de hacer una observación

detallada del mapa, se aprecia claramente que era poca el área urbana, un indicio más para afirmar que el joven Distrito tenía fuertes rasgos de poblado rural.

2. Aspecto de la Plaza Principal de Caldas, tomado desde el costado norte, ca. 1890 Fotógrafo sin identificar FUENTE: Archivo Fotográfico Casa de la Cultura

Caldas sólo comenzaría a dejar atrás esos rasgos, claro que a pequeña escala, a partir del Acuerdo No. 4, dictado por el Concejo Municipal el 28 de marzo de 1910, documento que buscaba que el municipio, que venía con un aumento poblacional considerable, fuese conocido por sus habitantes y por aquellos que lo visitaban, así como ordenar la construcción de nuevas edificaciones. La Corporación Municipal determinó entonces que:

[…] La población del distrito de Caldas será formada para en lo sucesivo de un plano compuesto de carreras numeradas de Norte a Sur y de calles de Oriente a

Occidente, para la cual se decretan obras de utilidad pública la apertura y prolongación de las calles y carreras que enseguida se espresan: Calles. 1ª La “Epifanio Mejía”, que principiando en la carrera número primero, y en una línea recta atraviesa por propiedades de Arcadio Correa y de herederos de Ramón Ochoa, va á dar su término a la quebrada “Valeria” con una anchura, por lo menos, de diez metros. 2ª La “Murillo Toro”, que principiando en la carrera número primero, y en una línea recta, atravesando por propiedad de Félix Posada, vá á dar su término á la quebrada la “Valeria”. 3ª La de Bolívar, que saliendo de la quebrada “Valeria” va hasta el camino que gira para Angelópolis, con una anchura igual a la que actualmente tiene la parte de la calle en servicio. 4ª La de Colombia, decretada ya por el Acuerdo No. 3 de 27 de enero del corriente año, espedido por el Concejo Municipal. 5ª La de Córdoba, que principiando en el río Aburrá y en línea recta pasando por la esquina de la casa del señor Eduardo Posada, vá á dar su término en la calle que gira para Amagá. 6ª La de Girardot, que principiando en la carrera número primero, en una línea recta, vá á dar la calle que gira para Amagá. 7ª La de Uribe Ángel, que principiando en la carrera número primero, en línea recta, pasando por la esquina de la casa quinta del señor Miguel Mesa O., vá á dar su término al camino que gira para Amagá. 8ª La de Félix de Restrepo, que principiando en la carrera número primero y tomando una línea recta de oriente a occidente, vá á dar su término en la carrera número cuatro; y, 9ª La de Gutiérrez González, que principiando en la carrera número primero y tomando una recta de oriente a occidente, pasando por la manga del señor Fabián Posada, vá á dar su término en la carrera número cuatro. Carreras. 1º Carrera número primero. La que principiando en el río Aburrá, con una recta de norte a sur, y pasando por terrenos de Francisco Correa, Marco Mejía, Agapito Vélez y Eduardo Posada, vá á dar término a la quebrada “Chuscalita”. 2º Carrera número segunda. La que principiando en el río Aburrá, en una línea recta, de norte a sur, vá á dar término al cementerio. 3º Carrera número tercero. La que principiando en el puente de la “Valeria” en una línea recta de norte a sur, vá á dar su término al cementerio. 4º Carrera número cuatro. La que principiando en la calle vieja de Amagá y en una línea recta de norte a sur, pasando por terrenos de Demetrio Ochoa, vá á dar su término a la calle de Gutiérrez González. 5º Carrera número quinto. La que principiando en la calle vieja de Amagá y siguiendo en línea recta de norte a sur, pasando por terrenos del señor Epifanio Montoya U., vá á dar su término en la calle de Félix de Restrepo; y, 6º Carrera número sexto. La que principiando en la calle vieja de Amagá y en una línea recta de norte a sur, pasando por terrenos del señor Epifanio Montoya U. y por cerca del tejar del señor Belisario Montoya, vá á dar su término en la calle de Félix de Restrepo12.

Nuevos datos sobre el progreso material del Distrito de Caldas aparecen consignados en el informe, que dirigía el Concejo Municipal al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, fechado el 18 de marzo de 1918:

[…] De cuatro años para acá el desarrollo y progreso del M[unci]pio ha sido notorio. Paulatinamente se ha ido desarrollando con nuevas vías de comunicación en el área de la población y para las veredas más ricas y habitadas. Un moderno alcantarillado público recoge el agua sucia de la mayor parte del vecindario. El alumbrado público es una red que día por día se extiende hasta los campos y casas quintas más vecinas, y multiplica la renta del Distrito. Hay dos imprentas funcionando donde se editan Preludios y El Esfuerzo, que salen semanalmente, ajenos en todo a la política. La agricultura ha venido ensanchando aunque lentamente. Las empresas, tales como las dos Refundiciones, la Locería, la Vidriería, la Fábrica de Clavos, Trilladora etc. etc., han seguido en curso regular a pesar de los prejuicios que directamente les ha ocasionado a algunos el conflicto europeo [la Primera Guerra Mundial]; mas no se ha visto últimamente en ellas progreso alguno digno de mención. El comercio ha adquirido notable adelanto en estos últimos días a pesar de la crisis monetaria general13.

El informe incluye, además, el valor y una ligera descripción de las propiedades del Municipio:

[…] a) Una magnífica casa consistorial provista de buena agua potable, donde funcionan las varias Oficinas del M[unci]pio, con un vl. aproximado de $ 2.000, oro. b) Tres cómodos locales para las Escuelas de la cabecera, entre ellos la Escuela Modelo de reciente y moderna construcción, las cuales representan un vl. aproximado de $ 9.500, oro. c) Un magnífico edificio para la escuela en la vereda de Sinifaná, de construcción moderna y reciente, con un vl. aproximado de $ 1.000, oro. d) Dos edificios para el sacrificio de ganado mayor y menor, éste último de moderna construcción, que valen, aproximadamente $ 1.000, oro. e) Un hermoso y moderno edificio donde funciona la Planta Eléctrica, con sus demás accesorios para la luz, apreciado en la suma de $ 15.000, oro. f) Un local, a unas ciento veinte varas de la plaza principal para Coso o encierro de animales que vagan libremente por la población, con un vl. aproximado de $ 400, oro.

g) Una hermosa localidad para la nueva plaza, distante tres cuadras de la principal, con un valor aproximado de $ 3.000, oro14III.

Para la misma época en que fue elaborado y presentado el informe, el Gobierno Nacional decidió levantar un censo poblacional, encargando a cada Municipio el que se organizase una “Junta Municipal del Censo”. La Junta del Distrito de Caldas estuvo presidida por el Alcalde Salvador Díez e integrada por Miguel María Ochoa, Apolonio Correa, Bonifacio Ángel y Eduardo Ochoa S. El primer paso a seguir por la Junta fue “[…] la fijación de los linderos de las ocho veredas en que la Iglesia tiene dividido el Distrito para el remate de diezmos […]”15; dichas veredas eran El Cano, El Roble, La Salina, Sinifaná, La Salada, Río Arriba, La Miel y Centro. Lo más interesante de este documento aparece en la delimitación de la “parte urbana del Distrito”:

[…] De la casa del señor Bernardino González, a la carrilera; por ésta, hasta donde la atraviesa el camino viejo de Angelópolis; por este camino hasta la Planta Eléctrica; de aquí, bajando por la calle nueva para Angelópolis, hasta el vértice de los linderos de predios de Gregorio Bermúdez y herederos de Nicolás Montoya; de aquí, por toda la acequia del agua para el pueblo, hasta salir a la calle denominada de La Locería, a la portada de la manga llamada de “D. Rodrigo”; de aquí, de para arriba, por la calle camino viejo para Amagá, hasta frente a la casa de [en blanco] inclusive; de aquí, para abajo hasta encontrar, costeando la casa de José Bermúdez, una callecita de servidumbre; por ésta hasta salir a la manga de Leoncio Correa; de aquí, de para abajo, en línea recta, pasando por el corresdor [sic] de la casa de Jacinto Vélez, hasta la carrilera, cerca al cobertizo; de aquí, carrilera arriba, hasta encontrar una calle de servidumbre que sale al carretero, un poco más arriba de la casa denominada de Las Ángeles; de aquí al Cementerio; de éste bajando por la calle que lo costea en el lado norte, hasta salir al río; y de aquí, río abajo, hasta frente a la casa del seño[r] González, punto de partida16. III

La Escuela Modelo es hoy la Institución Educativa José María Bernal, Sección Joaquín Aristizábal. La Planta Eléctrica estaba ubicada en lo que hoy es el Barrio La Planta. El último punto se refería a la “Plazuela de la Estación”, que luego se llamó “Plaza de La Libertad”. Por Acuerdo No. 8 de 13 de abril de 1937, se cambió el nombre de “Plaza de La Libertad” a “Plaza Olaya Herrera”, como homenaje que el Concejo Municipal rindió al Ex-presidente, quien falleció en Roma, siendo Embajador de la República, en ese mismo año. Hoy la “Plaza” se conoce popularmente como “Parque de la Locería”. Según los datos consignados en el informe, para 1918 la población del Distrito de Caldas llegaba a 6.000 habitantes. Véase al respecto, ACMC, Acuerdos, Tomo 25A, Año 1934-1943.

Dicha delimitación comprueba que la parte urbana de Caldas no había crecido mucho desde que el poblado había cambiado de sitio. 1848, para volver al punto inicial, significó el comienzo de una nueva vida municipal y, recordando tal vez un acto que se repitió una y otra vez con las fundaciones españolas en el Nuevo Mundo, se trazó la plaza principal y se vendieron las parcelas a los habitantes con más dinero, así como se destinó un local para levantar la capilla; acto que, desde lo simbólico, marcaba el poder terrenal, representado en el dinero, y el poder espiritual, divino si así se quiere, representado en la Iglesia. El otro poder, el político, estuvo deambulando por varios locales alquilados por las administraciones municipales, hasta que en 1948, época en la que se conmemoraron los primeros cien años de la creación del Distrito de Caldas, éste encontró lugar en la que fuera la casa de habitación de Bonifacio Ángel, sitio donde hoy funciona el Palacio Municipal “Jorge Eliécer Gaitán”.

3. Palacio “Jorge Eliécer Gaitán” a finales de 1940. Fotógrafo sin identificar FUENTE: Archivo Fotográfico Casa de la Cultura

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1

Correa, Ramón. “Legislación sobre indígenas”. En: Archivo Concejo Municipal de Caldas (ACMC), Leyes, Tomo 3, 1829-1835. Codificación Nacional de todas las leyes de Colombia desde el año de 1821, hecha conforme a la ley 13 de 1912, por la Sala de Negocios Generales del Consejo del Estado, Tomo V, Años de 1833, 1834 y 1835. Bogotá, Imprenta Nacional, 1925, p. XIV. 2 Sobre las leyes citadas véase ACMC, Leyes, Tomo 1, 1821-1835, pp. 116-118 y 402-404; Tomo 3, 18291835, pp. 344-345 y 349-352; Tomo 7, 1848-1851, p. 64. En estos tomos aparece, ordenada por años, la Codificación Nacional…, Op. cit., Bogotá, Imprenta Nacional, 1928. Una información más completa sobre el asunto aparece en Correa, Legislación…, Op. cit. 3 Archivo Histórico de Antioquia, Notaría de Caldas, Leg. 1, año de 1849, 2 hojas sin foliar. La fórmula se repite en todos los contratos de compraventa de tierras que involucran propiedades de indígenas o de sus descendientes. 4 Ibíd. 5 Ibíd., Leg. 2, Año 1851, f. 1r. 6 Ibíd., fs. 1r-1v. Vale anotar que el especificar los linderos en cada contrato era una necesidad vital, puesto que, en teoría, evitaba problemas posteriores entre vecinos de una propiedad. 7 Archivo Casa de la Cultura Caldas, Comunicaciones, Año 1851, fs. 12-12v. La persecución a la vagancia era una práctica común desde la época de los reformadores borbónicos y se mantuvo a flote en la recién fundada república. Al respecto véase Jurado Jurado, Juan Carlos. Vagos, pobres y mendigos. Control social en Antioquia, 1750-1850. Trabajo de Grado para optar al título de Historiador, Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, 1992. 8 Véase el “Sumario por juegos prohibidos”, iniciado por la Corregiduría de Caldas en 1865, en el que se sindicaron más de veintitrés reos, procedentes de varios Distritos cercanos a Caldas, quienes jugaban con apuestas en parajes ubicados en las tierras a las que se hace referencia. Archivo Alcaldía Municipal de Caldas (AAMC), Corregiduría de Caldas, Año 1849-1951, Leg. 2, 1865, 11 hojas sin foliar. Todavía a comienzos de siglo XX, este delito era practicado en el Distrito; véase ibíd., Alcaldía, Año 1901, “Sumario por juegos prohividos [sic] en “La Salada”, 4 hojas sin foliar, y “Sumario por juegos prohibidos contra Jesús Estrada y otros”, 2 hojas sin foliar, y Alcaldía, Año 1907, “Sumario. Juegos prohibidos. Sindicados- Daniel Soto, Manuel González, Félix Chaverra, Pedro Bermúdez, Lisandro Mesa, Isidoro Osorio, Julio Arango, José María Arango, Manuel María Restrepo, Antonio Gallo, Horacio Correa, Julio Ochoa J., Eduardo Soto, Pedro Nel Estrada, Pablo González, Ignacio Bolívar, 1907”, 8 hojas sin foliar; “Sumario. Juegos Prohibidos. SindicadosDaniel Soto, Manuel González, Félix Chaverra, Pedro Bermúdez, José Bermúdez, Lisandro Mesa, 1907”, 4 hojas sin foliar, y “Sumario. Juegos Prohibidos. Sindicados- Luis E. Gómez, Manuel Velilla, Manuel Vélez, Pascacio Velilla, Marco Álvarez, 1907”, 2 hojas sin foliar. 9 Véase “Juicio por vagancia contra Manuel Espinosa, 1872”, AAMC, Corregiduría de Caldas, fs. 1-31. Un aspecto más general del asunto se encuentra en Jurado Jurado, Op. cit. 10 Posada Saldarriaga, Graciela, Leonor Arango Correa y Emilia Estrada. Monografía de Caldas (inédito). Caldas, Antioquia, 1943, p. 1. 11 Citado en Vargas, Jesús (Recopilación y estudio). Municipio de Caldas, Valle de Aburrá, Departamento de Antioquia. Medellín, Asamblea Departamental de Antioquia, 1989, p. 41. 12 ACMC, Acuerdos, Tomo 3A, Año 1888-1913, sin foliar. 13 Ibíd., Actas, posesiones, Tomo 9, Año 1916-1918, f. 29v. Cursivas agregadas. El informe fue elaborado por una comisión integrada por Carlos A. Vélez M., Carlos E. Vanegas y Eliseo Barreneche. 14 Ibíd., f. 29r. Subrayado en el documento. 15 Libro de actas de la Junta municipal del Censo de 1918, en ACMC, Actas, posesiones, Tomo 9, Año 19161918, 45 hojas sin foliar, h. 4. 16 Ibíd., h. 2.

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