1808. Estalla la Guerra de la Independencia. EN CLAVES SANTILLANA

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Descripción

CLAVES Panorama: La Guerra de la Independencia Los Protagonistas Las batallas de 1808 Documentos de una época Goya: La mirada contemporánea La mirada actual 10 cuestiones sobre la guerra

1808 ESTALLA LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

La Guerra de la Independencia

Claves

Panorama: La Guerra de la Independencia

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a Guerra de la Independencia fue el conflicto que enfrentó a España y a Francia entre 1808 y 1814. Cabe inscribirla dentro de un período bélico más grande, las guerras napoleónicas, y en ese contexto se produjo la intervención inglesa en apoyo de Portugal y España. El conflicto español ha dado lugar a muchos mitos que es bueno revisar para buscar la verdad de los hechos. Los mitos de la Guerra de la Independencia fueron el fruto del nacionalismo, del patriotismo, de la épica del momento, que precisaba de héroes, de mártires y de grandes hazañas. La guerra alimentó el odio fanático más cruel e inhumano. Fue una guerra de guerras; una guerra total, sangrienta, dura y cruel. En este período de tiempo, los llamados patriotas lucharon de todas las formas posibles contra la Francia de Napoleón para evitar ser conquistados y defender a su rey, a su patria y a su religión. Palabras mágicas utilizadas por todos para enfervorizar a los españoles en su lucha. Fruto de la mística patriótica fueron las guerrillas y su relevante papel contra los invasores. Pero cada uno pensaba en una patria, en un rey, en una religión y en unos intereses muy distintos.

LOS ORÍGENES DEL CONFLICTO El punto de partida de la guerra fue el inicio del bloqueo continental impulsado por Napoleón (1806), por el que Reino Unido quedaba comercialmente aislado del continente. El único país que se negó a aceptar esa situación fue Portugal, muy vinculado al Reino Unido desde antiguo. Esto llevó a Napoleón a firmar el 27 de octubre de 1807 el Tratado de Fontainebleau con España. Era un pacto en el que se contemplaba la invasión de Portugal por un ejército franco-español y su reparto entre Francia y España. Como resultado de Fontainebleau, un ejército francés, dirigido por el mariscal Junot penetra en España el 18 de octubre de 1807, siguiendo la ruta de Vitoria, Burgos, Valladolid, Salamanca y Plasencia. El 30 de noviembre entran en Lisboa, mientras la dinastía de Braganza sale de Portugal hacia Brasil. Esto debería haber terminado el asunto, pero Napoleón pensaba que España sería tan fácil de controlar como Portugal, y las disensiones en la corte española entre los partidarios de Godoy y del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, convencieron al emperador de que el trono español estaba a su alcance. Por este motivo, entraron en España 70.000



hombres más dirigidos por los mariscales Moncey y Dupont, y por el general Duhesme, que en febrero de 1808 ocuparon Barcelona y Pamplona, y en marzo San Sebastián, Burgos y Valladolid, mientras el mariscal Murat se dirigió a Madrid. Godoy intentó sacar a los reyes del país, pero fue detenido por el Motín de Aranjuez, el 17 de marzo de 1808, organizado por el príncipe Fernando para hacerse con la Corona. Carlos IV abdicó en su hijo y destituyó a Godoy el 21 de marzo. El 23 de marzo entró en Madrid el mariscal Murat, siendo recibido como un héroe. Murat, siguiendo órdenes de Napoleón consiguió atraer a Fernando VII a una entrevista en Bayona, mientras quedaba en Madrid una Junta de Regencia dirigida por Antonio Pascual de Borbón, tío del rey. EL DESARROLLO DE LA GUERRA El Dos de Mayo de 1808 marcó un hito sin duda. Parte del pueblo madrileño se levantó contra los franceses para evitar la salida del infante Francisco hacia Bayona. El levantamiento se generalizó conforme se conocían las abdicaciones de Bayona, por las que la familia real española cedió el trono a José I, hermano de Napoleón. Así se iniciaba la guerra. Por todas partes surgieron Juntas que, ante el vacío de poder, asumieron la soberanía en nombre del rey Fernando VII. Más tarde, la delegaron en la Junta Central hasta el nombramiento de la Regencia. La guerra, en principio, no fue revolucionaria. Frente a Napoleón se defendió la tradición, pero fue un momento propicio para convocar Cortes, elaborar una Constitución y promulgarla en 1812. El rey dejaba de ser absoluto para sujetarse a las leyes. Mientras, la guerra se desarrollaba con ventaja francesa. La victoria española en Bailén (1808) fue un espejismo. El mismo Napoleón vino a luchar a España, donde llegó a tener más de 250.0000 soldados. El ejército anglo-hispano no tomó realmente la iniciativa hasta 1812 con la victoria de Los Arapiles, seguida, en 1813, de las de Vitoria y San Marcial. En marzo de 1813 José I abandonaba Madrid y con él sus seguidores que, como afrancesados, fueron considerados traidores. En abril se firmaba la paz. Fernando VII regresó en 1814 como rey. Abolió la Constitución y quedó como rey absoluto. ¡Malos tiempos y mal rey!



La Guerra de la Independencia

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Protagonistas 6

1. Manuel Godoy y Álvarez de Faria nació en Badajoz (1767-1851). Entró a servir en la Guardia de Corps y allí la fortuna le sonrió muy pronto, pues ni más ni menos que el rey Carlos IV le nombró Secretario de Estado (primer ministro) en 179. Su meteórica carrera no conoció límites, acaparando los máximos honores. Tan feliz estaba el rey que le concedió en matrimonio a su prima Teresa, emparentando así con la familia real. No fue querido. Corrieron muchos rumores sobre él y la reina. Se atrajo el odio de la nobleza, del clero y del pueblo, pero sobre todo del príncipe de Asturias y de su partido fernandino que, tras varias conjuras, acabaron con él. Su política exterior, caracterizada por la alianza con Francia, tuvo sus luces y sombras, lo mismo que la interior. Gozó de excesivo poder, tanto que actuaba como un verdadero rey. Murió en el exilio en Francia.

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7. Francisco Javier Castaños Aragorri (1758-185) nació en Madrid y estudió en el Seminario de Nobles de la ciudad. A los diez años fue nombrado capitán por Carlos III, eso sí, en atención a los méritos de su padre. Pero ya desde niño vivió la carrera militar con intensidad. Combatió a franceses e ingleses hasta que en 1808 la Junta de Sevilla le encomendó el ejército de Andalucía, confiriéndole el grado de Capitán General. Fue así como se enfrentó a los franceses mandados por Dupont en Bailén, a los que derrotó el 19 de julio. La victoria se celebró como si fuera el final de la guerra; por ejemplo, José I huyó de Madrid. En 1810 fue nombrado presidente de la Junta Superior Militar y también de la primera Regencia del reino. Su larga vida le permitió desempeñar todos los cargos militares y políticos. Posteriormente, fue tutor de Isabel II.

2. Joachim Murat, (1767-1815) duque de Berg, cuñado y mano derecha de Napoleón, fue el encargado de ocupar España en 1808. El  de marzo llegaba a Madrid, tras conocer el motín de Aranjuez. Al día siguiente entraba en la capital el nuevo rey Fernando VII entre el clamor y el entusiasmo popular. Tanto Murat como el embajador francés lo ignoraron. Quedaba clara la política de Napoleón ante la nueva situación española. El Duque actuó torpemente y con prepotencia, ganándose el odio de pueblo de Madrid. Se demostró el día 1 de mayo cuando fue insultado en la Puerta del Sol. Los ánimos estaban exaltados y el día  reprimió dura y cruelmente el motín popular, como recogió Goya en sus cuadros. Tal vez, en su fuero interno esperaba ser nombrado rey de España. Pero los planes de Napoleón eran otros. Trajo a su hermano de Nápoles como rey de España y nombró a su cuñado rey napolitano. Todo quedaba en familia.

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4. Luis Daoíz Torres (1767-180) nació en Sevilla. Ingresó joven en la Academia de Segovia. Luchó tanto contra los franceses (1794) como contra los ingleses (1797). En enero de 1808 fue destinado a Madrid. Allí conoció a Pedro Velarde Santillán (1779-180) nacido en Muriedos (Cantabria). Velarde era pues más joven, pero ambos se entendieron bien y parece que se confabularon y prepararon la rebelión contra los franceses, conocida como la Confabulación de los artilleros. Al producirse los acontecimientos del día  no dudaron en ponerse de parte de los amotinados madrileños, desobedeciendo las órdenes del Gobierno que mantenía al Ejército acuartelado. Daoíz y Velarde entregaron armas al pueblo y organizaron la defensa del parque de artillería de Monteleón con pocos hombres. Ambos murieron en la refriega. El teniente Ruiz fue malherido, escapó a Badajoz donde poco después falleció. La mística nacionalista los proclamó héroes y mártires de la libertad.

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8. Agustina Zaragoza Doménech (Agustina de Aragón) había nacido en Barcelona (17861857). Se casó con Joan Roca, un sargento de caballería. No se sabe muy bien por qué, tal vez siguiendo a su marido, Agustina se encontraba en Zaragoza los primeros días de julio de 1808 cuando la ciudad sufría su primer asedio francés.Y fue allí en el Portillo donde, al ver morir a unos artilleros, tomando la mecha de manos de alguno de los muertos siguió disparando. Debió ser ayudada. Fue hecha prisionera pero logró huir y anduvo por diversos frentes. Se le concedió el grado de alférez de infantería y Fernando VII la recibió en audiencia. En 1819 volvía a Barcelona con su marido, que murió en 18. Se trasladó a Almería donde se casó con un médico, Juan Cobos, de tendencias carlistas, con quien tuvo una hija. Esta se encargó de escribir la historia de su madre: LailustreheroínadeZaragoza, editada en 1859. Agustina se trasladó más tarde a Ceuta donde murió.

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3. Manuela Malasaña contaba quince años cuando sucedió el motín del Dos de Mayo. Su figura se mitificó muy pronto elevándola al rango de heroína. Así dio nombre a un barrio de Madrid, el mismo en que vivía. Las versiones sobre su actuación son dispares. Lo único seguro fue el hecho de su muerte, pero no quedan claras las circunstancias. Para unos murió mientras ayudaba a su padre a cargar el arma con la que disparaba contra los franceses. Para otros murió en la calle asesinada por unos soldados franceses que le encontraron unas tijeras cuando regresaba del taller de costura. ¡Y eso era un arma según el bando de Murat! Finalmente, hay quien sostiene que fue detenida por unos soldados, hecha prisionera y, más tarde ejecutada, siendo enterrada en el Hospital de la Buena Dicha.

5. José Bonaparte nació en Córcega (1768-1844). Fue el mayor de los hermanos y siguió la trayectoria política de Napoleón, al que sirvió. En 1806 fue coronado rey de Nápoles, pero al producirse las abdicaciones de Bayona, la Corona española quedó en manos de Napoleón quien la cedió a José, siendo coronado rey de España como José I. Hizo su entrada en Madrid el 0 de julio ante la indiferencia de la gente. No tuvo ni apoyos ni admiradores y los festejos de su proclamación del día 5 fueron deslucidos. Notó su soledad y así se lo manifestó a su hermano. La derrota francesa en Bailén precipitó su salida de Madrid instalándose en Vitoria. Volvería a la capital del reino de la mano de Napoleón. Su debilidad política fue patente ante su hermano y ante los militares. En España contó con el apoyo de los afrancesados, pero no del pueblo que lo ridiculizó en coplas y caricaturas.

6. Arthur Wellesley (1769-185) fue nombrado por el gobierno inglés para dirigir el cuerpo expedicionario que se envió a la península Ibérica para luchar contra Napoleón. Previamente algunas Juntas Provinciales se habían dirigido a las autoridades inglesas pidiendo ayuda, armas, dinero, hombres para defenderse de los invasores franceses. Las relaciones con los españoles no fueron buenas, ni con los militares ni con las Cortes, a las que consideraba demasiado revolucionarias. No obstante, estas le nombraron en 181 comandante en jefe del ejército español tras sus victorias en Ciudad Rodrigo y en Los Arapiles. En cuestiones militares era bueno, ordenado y eficaz, por eso criticaba a los combatientes españoles. Consiguió victorias importantes y fue condecorado en España y en Inglaterra, donde se le concedió el título de duque de Wellington. Su victoria más importante fue la deWaterloo (1815), donde venció definitivamente a Napoleón. Fernando VII le colmó de magníficos regalos.

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9. Juan Martín nació en Castrillo del Duero (Valladolid), de ahí el sobrenombre de El Empecinado (1775-185). Participó en la guerra contra la Francia revolucionaria, alistándose voluntario. El general Ricardos le honró con su confianza. En 1808, ante los desmanes franceses, formó su propia partida para luchar contra el ejército invasor. No obstante, también participó en acciones esporádicas con el ejército regular. Llegó a reunir una partida de 5.000 hombres y cosechó victorias importantes frente a los franceses en zonas de Castilla. Su partida fue temida. Se le concedieron los grados de capitán y de brigadier. Al acabar la guerra, se enfrentó con Fernando VII, exigiéndole el restablecimiento de la Constitución de 181. No le hizo caso y le desterró. En 180 Martín se unió al alzamiento liberal contra Fernando VII. Por ello fue ajusticiado en 18. 10. José Palafox (1775-1847) nació en Zaragoza. Era hijo del tercer marqués de Lazán y se crió en la Corte. En 179 ingresó en los Reales Guardias de Corps. Estaba en Aranjuez en el momento del motín y se puso de parte de FernandoVII. Posteriormente, acompañó al rey hacia su secuestro de Bayona. Cuando llegaron las noticias del  de mayo Palafox huyó a Zaragoza, donde entró en contacto con la Junta de Defensa de Aragón. El 4 de mayo Zaragoza se alzó contra Napoleón. Al día siguiente, Palafox se asomó al balcón del palacio de las Lunas, donde pronunció el grito, ¡Viva Fernando VII! El día 6, fue nombrado Capitán General de Aragón y, a partir de entonces, lideró la resistencia de la ciudad en los asedios a los que la sometió el ejército francés. El  de enero de 1809 Zaragoza capituló y Palafox fue encarcelado en el castillo-prisión deVincennes, de donde salió en 181, cuando se firmó la paz. FernandoVII no premió su fidelidad. Aunque le restauró en sus funciones de Capitán General de Aragón, a partir de 180 le quitó todos los honores y cargos, por sus simpatías liberales.

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11. Jerónimo Merino Cobo (1769-1844) nació en Villoviado (Burgos). Fue conocido como El Cura Merino. Efectivamente había estudiado en Burgos y fue nombrado cura de su pueblo natal. Allí le sorprendió la entrada de los franceses que, parece ser, cometieron todo tipo de tropelías con él y sus paisanos. Incluso fue encarcelado. Escapó y con un puñado de hombres se echó al monte. Sus actividades guerrilleras fueron muy famosas y llegó a ser general y gobernador de Burgos. Pero no menos famosa fue su crueldad con los franceses. Acabada la guerra FernandoVII le nombró canónigo de Palencia. En 180 tomó las armas de nuevo contra los liberales y se unió a los Cien mil Hijos de San Luis. Al morir Fernando VII siguió a su hermano Carlos y tras el Convenio de Vergara se exilió a Francia.

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Las batallas de 1808 EL DOS DE MAYO La noche del 29 de abril llegaron a Madrid las noticias de los sucesos de Bayona, pronto adornadas y exageradas por múltiples panfletos que enardecían a los madrileños a no olvidar el ejemplo de Numancia y les exhortaban a tomar las armas. Fueron los franceses los que acabaron provocando el levantamiento. El 1 de mayo exigieron a la Junta de Regencia la salida del resto de la familia real, debiendo permanecer sólo en España don Antonio Pascual, el presidente de la Junta, y Luis María de Borbón, arzobispo de Toledo y primo del rey. Aunque el pueblo esperaba que la Junta se negaría, esta aceptó sin resistencia. El Dos de Mayo las calles aparecieron llenas de una turba de ciudadanos que aguardaban nerviosos los acontecimientos que deparase el

Soldados franceses con sus banderas a lo largo de la calle de San Bernardo, en Madrid

día. Desde las 7 de la mañana esperaban dos carruajes. El primero salió a las 8 y media de la mañana, llevando a la Reina de Eturia, hermana de Fernando VII y apoyo de Godoy, por lo que fue visto con indiferencia. Pero el otro era el carruaje de Francisco de Paula, el hijo pequeño de Carlos IV y el favorito de los madrileños, la situación se desbordó. Un grupo intentó hablar con los guardias de Corps y con don Antonio Pascual, para impedir la marcha del infante, pero sin éxito. Finalmente, al grito de ¡Traición! Y ¡A las armas!, la población atacó con piedras a los soldados franceses que realizaban la tarea, y obligaron al vehículo a dar la vuelta. Murat no había previsto semejante reacción. El batallón de granaderos de la Guardia Imperial, con dos piezas de artillería, respondió con una docena de descargas que deja-

Fondo difuso para resaltar el primer plano

Mirada de horror del soldado que intenta defenderse desesperadamente. Pierde su espada

El autor pinta el asalto de Malasaña contra un soldado francés al que le clava su navaja

La posición del caballo y del soldado hablan del furor del ataque de Malasaña

Manuela yace en el suelo muerta, lo que provoca la ira de su padre. El pintor recoge una de las versiones de la muerte: Manuela cargaba la escopeta con que su padre disparaba al enemigo

Firma del autor

Malasaña y su hija, pintado por E. Álvarez Dumont en 1887. Recreación idealizada del episodio que convirtió en heroína romántica de la causa nacional a la madrileña Manuela Malasaña, asesinada por los franceses durante el levantamiento del Dos de Mayo.

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ron algunos muertos y heridos en la plaza, y obligaron al resto a huir. Con ello el Gran Duque de Berg pensaba que la situación estaba controlada, pero el levantamiento no había hecho sino empezar. Atraídos por el ruido de los combates, pronto acudió una turba de civiles armados con escopetas, picas, y muchos de ellos simplemente con sus navajas. Atacaron y mataron a cuantos soldados franceses aislados encontraron, por estar fuera de servicio o de camino hacia sus acuartelamientos. También atacaron con dureza a las tropas de Murat, aproximadamente 1.000 soldados de la Guardia Imperial durante la primera hora, que tuvieron que soportar el ataque de casi 10.000 civiles. Pasado ese tiempo, las brigadas de infantería de Lefranc y Dufour, acampadas en la montaña del Príncipe Pío, los dragones de Privé, acampados en el Retiro, y la brigada de coraceros de Caulaincourt, acampada en la puerta de Toledo, empezaron a acudir en su ayuda. El combate se trasladó hacia la Puerta del Sol, donde a las 11 de la mañana se produjo el gran choque en el que participó una unidad de la Guardia Imperial de Napoleón, los mamelucos. El combate derivó en masacre y los madrileños huyeron por las calles aledañas, mientras continuaban combatiendo. En aquella época, estaban acuartelados en Madrid cerca de 3.000 soldados españoles que recibieron la orden de no apoyar a los insurgentes, a pesar del evidente deseo de los soldados por hacerlo. Los únicos miembros del ejército regular que apoyaron el Dos de Mayo fueron tres oficiales del Cuartel de Monteleón, en la actual Plaza del Dos de Mayo, los capitales Luis Daoíz y Pedro Velarde, junto con el teniente Jacinto Ruíz, mandando a unos 33 soldados y a unos 500 civiles, resistieron dos asaltos en el cuartel, provocando las mayores bajas del día a las tropas francesas. En torno a las 2 de la tarde se produjo el tercer asalto, en el que los franceses tomaron el cuartel y dieron muerte a sus defensores, acabando con el levantamiento. Como respuesta, Murat emitió un draconiano edicto que permitía capturar y condenar a muerte a cualquier sospechoso de

haber participado en los combates, o de tener en casa o de llevar objetos que pudieran ser considerados armas. Los prisioneros fueron conducidos a diferentes edificios de Madrid, principalmente el hospital del Buen Suceso, en la Puerta del Sol. Al día siguiente fueron fusilados al menos cien de ellos en las tapias del Retiro, en el Paseo del Prado, donde hoy se alza el monumento que recuerda la jornada. También en las tapias de Jesús de Medinaceli, y en menor medida en la Montaña del Príncipe Pío. Resulta difícil saber cuántas personas murieron ese día, por el carácter irregular de los combates y los muertos provocados por los fusilamientos del día siguiente. Toreno estima en torno a 1.000 muertos en total, de los cuales 800 serían españoles y el resto franceses, la mayor parte caídos en el asalto al Cuartel de Monteleón. Pérez de Guzmán hace una lista de 409 muertos españoles. Los sucesos del Dos de Mayo, ampliados por el apasionado bando de Andrés Torrejón, alcalde de Móstoles, se difundieron por toda España, y fueron el punto de partida para la Guerra de la Independencia.

Cuartel del Conde Duque

Parque de Artillería de Monteleón

Puerta del Sol Cuartel de San Mateo

Cuartel de San Gil Palacio Real

Edificios públicos y palacios Cuarteles Enfrentamientos

Plaza de La Cebada

Lefranc Groichy Mousnier

Cárcel de Corte

Real Casa de Correos

Grupo de madrileños que se abalanzan sobre los franceses Papel heróico de la mujer

TROPAS FRANCESAS

Fréderic Coraceros

Lucha cuerpo a cuerpo

Pintura al aire libre, recoge la atmósfera de la lucha y la unión de civiles y militares

El capitán Daoíz, herido en el muslo, se apoya sobre el cañón sujetando el sable. Con la otra mano arenga a los soldados y al pueblo

Cañones sacados del parque

Sacrificio de la mujeres en el motín El suelo cubierto de cadáveres habla del cruel enfrentamiento

Otro oficial cae herido

El dos de Mayo, pintado por Sorolla en 1884. Representa la defensa del parque de Artillería de Monteleón por parte de Daoíz y Velarde.

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La Guerra de la Independencia

(Mouton)

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(4º de Galicia)

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Medina de Rioseco

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alto del páramo esta caballería atacando el flanco permitió a los batallones de Sabathier tomar las alturas,obligando a retroceder a los españoles, ya mostrando signos de desorden. Como un efecto dominó todo el frente hasta el ala derecha fue también retrocediendo lentamente. El Ejército de Galicia se desbandó en torno a las 11 de la mañana. La primera y segunda división francesa, junto con la caballería, fueron poco a poco terminando de derrotar a todos los batallones españoles en la llanura de la meseta. A las 12 de la mañana se inició el contraataque de la 4ª división de Galicia, la única intacta que le quedaba a Blake, que no pudo cambiar la suerte de la batalla. A las 3 de la tarde entraban en el pueblo de Medina de Rioseco las tropas francesas, sin perseguir al ejército español. Los franceses se lanzaron a un violento saqueo. Los franceses tuvieron entre 500 y 1.000 bajas, entre muertos, heridos y capturados, menos de un 6% del total del ejército, mientras que en el ejército español las bajas fueron de unos 3.000 soldados, un 12% del total.

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Toda la población participó activamente en la resistencia contra la toma de Zaragoza. Los soldados franceses, sin costumbre en este tipo de guerra se vieron sorprendidos e incapaces de conseguir sus objetivos.

a León

EL PRIMER SITIO DE ZARAGOZA El avance de los franceses por el Valle del Ebro fue arrollador en su comienzo, Logroño fue ocupado sin problemas, el improvisado ejército español fue estrepitosamente derrotado en Tudela, Mallén y Alagón, y sus tropas dispersas, se refugiaron en Zaragoza para intentar obstaculizar la invasión. La capital aragonesa tenía ciertas ventajas para la defensa, ya que contaba con unas sólidas murallas y con el Ebro como protección, además de tener una configuración urbana con calles estrechas y edificios muy juntos que dificultaba una conquista rápida. El general francés Lefevbre optó por un ataque frontal convencido de una fácil victoria. Sin embargo, la ciudad resistió con verdadero arrojo las acometidas francesas, ya que toda la población se unió a la defensa. Vista la imposibilidad de llevar a cabo sus planes, Lefevbre esperó refuerzos y volvió a atacar ya con unas fuerzas notablemente mejoradas. Entraron en la ciudad, pero una vez dentro se vieron envueltos en un conflicto que no esperaban. La ciudad no estaba dispuesta a rendirse ni con los soldados franceses en sus calles, por lo que estos se vieron obligados a tomar casa por casa haciendo frente a una resistencia feroz de toda la población, sin diferencias de origen, sexo o edad. Las tropas napoleónicas, habituadas a combatir contra ejércitos profesionales no sabían como actuar el una lucha de guerrilla urbana. De esta forma cuando llegaron las noticias de la derrota de Bailén, optaron por desalojar la ciudad y retirarse a Vitoria.

(Ejército

En España se fueron proclamando en diferentes regiones las Juntas Provinciales, que rechazaban el poder francés y que asumían el poder en nombre de Fernando VII, al que consideraban prisionero. Estas juntas iniciaron la reorganización del ejército español y empezaron a reclutar voluntarios que formarán nuevas unidades, muy entusiastas, pero de escasa consistencia. Al haber perdido al rey y carecer de una entidad estatal, los españoles no tenían una estrategia única y común, aunque buscaron volver a ocupar Madrid para reorganizar el Estado y expulsar a los franceses, para lo que se necesitaba amenazar su línea de comunicaciones con Francia, la ruta Madrid-Burgos-Vitoria-Francia.

tre los dos un espacio de casi 3 km de distancia que los franceses supieron explotar muy bien. El porqué de la descoordinación entre ambos ejércitos, aparte de la enemistad entre sus dos generales, en parte provocada por la rivalidad entre las Juntas Provinciales. En total, ambos ejércitos reunían unos 23.850 hombres y 20 cañones. Mientras que los generales españoles no tenían otro plan más que mantenerse a la defensiva, Bessières tenía claros sus objetivos. La división de Mouton contendría al Ejército de Castilla esperándolo en frente, mientras la primera y segunda división, junto con la caballería, intentarían desalojar al Ejército de Galicia de las alturas para luego bajar por el flanco del de Castilla y aniquilar estas tropas. Los franceses tenían 14.200 hombres y 40 cañones. Las hostilidades comenzaron en torno a las 8 de la mañana. La caballería del general Lassalle avanzó a las 10 de la mañana por las lomas que suben al páramo por el norte. El Ejército de Galicia empezó a retroceder. El efecto desmoralizador que produjo en los españoles el ver en lo

Se

Como consecuencia de los hechos del  de Mayo, se inició la guerra entre las tropas invasoras y los españoles. Los franceses habían introducido en la Península 5 Cuerpos de Ejército y la Guardia Imperial, a los que se añadirán a lo largo del verano otros 48.000 soldados, hasta totalizar unos 165.000 hombres. La estrategia francesa buscaba el control de la ruta de comunicación con Francia (Burgos, Vitoria), y de Madrid y acabar con la rebelión de de las principales ciudades de la Península (Sevilla, Cádiz, Lisboa, Barcelona, Valencia y Zaragoza). Para cumplir este plan, Una gran fuerza de reserva se quedaría en Madrid, mientras que el general Dupont avanzaría hacia Córdoba y Sevilla, el mariscal Moncey ocuparía Valencia y Cartagena, y el mariscal Bessières se ocupaba de mantener las líneas de comunicación en el norte y destacaba fuerzas para controlar Santander y Zaragoza.

LA BATALLA DE MEDINA DE RÍOSECO (14-VII-1808) El principal contingente de tropas que amenazaba la ruta Madrid-Francia era el autonombrado Ejército de Castilla, dirigido por el Capitán General Gregorio de la Cuesta, compuesto principalmente de reclutas. Éste llamó en su auxilio al Ejército de Galicia, dirigido por el Teniente General Joaquín Blake, formado por un grueso de tropas regulares reforzado por voluntarios. Para hacer frente a esta amenaza directa a la línea principal de abastecimiento y comunicaciones del ejercito francés, Napoleón había desplegado el Cuerpo de Observación de los Pirineos Occidentales, al mando del mariscal Bessières, reforzado por una división de reserva de la Guardia Imperial. Las tropas de Bessières atacaron ya el 12 de junio a Cuesta en Cabezón, un primer choque en el que los 5.000 reclutas del Ejército de Castilla fueron puestos en fuga en menos de una hora, lo que dejaba claro que las tropas voluntarias necesitaban entrenamiento. El 6 de julio se produjo la reunión de los ejércitos de Galicia y Castilla en Benavente. Se acordó entonces avanzar hacia Valladolid para recuperar esta importante ciudad y amenazar desde allí la ruta de comunicaciones francesa. Bessières, informado por sus exploradores de los movimientos españoles, reunió entre el 10 y 12 de julio su ejercito en los alrededores de Palencia y avanzó hacia Medina de Rioseco para cortar la retirada a las tropas españolas que ya se acercaban a Valladolid. El día 13 de julio se detectó a los franceses avanzando hacia Rioseco, lo que provocó el precipitado regreso del Ejército de Galicia que ya estaba a las puertas de Valladolid y su reunión con el Ejército de Castilla. Las tropas españolas se desplegaron delante del pueblo, formando el Ejército de Galicia en el Páramo de Valdelascuevas, y el de Castilla en el camino que va de Villanueva a Medina, dejando en-

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LA PRIMERA CAMPAÑA DE 1808:VERANO. INVASIÓNY RETIRADA FRANCESA

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Ejércitos españoles

Ejércitos franceses

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Infantería

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La Guerra de la Independencia

LA BATALLA DE BAILÉN De acuerdo con las instrucciones de Napoleón, Dupont penetró en Andalucía con 13.000 hombres, continuó hacia Córdoba, donde se enfrentó a un ejército de campesinos compuesto por 12.000 voluntarios civiles y 1.400 soldados regulares. En este primer combate de la guerra, el 8 de junio de 1808, los españoles sufrieron una gran derrota. Dupont rechazó la capitulación de la ciudad y sus tropas la saquearon. De ella obtuvo un cuantioso botín, que a la postre sería causa de su desgracia. Dupont era consciente de que carecía de tropas como para llegar a Sevilla, y mucho menos a Cádiz, por lo que decidió volver a Andújar, a la espera de refuerzos, ya que le informaron de que el Teniente General Castaños había reunido un ejército regu-

lar de 34.000 hombres y marchaba contra él desde el sur. Desde Madrid le enviaron al general Vedel con 6.000 soldados de infantería y 600 de caballería. Pronto recibió otros 2.000 hombres al mando del general Gobert. Sin embargo, Dupont se mantuvo en sus posiciones, sin saber si avanzar o retroceder. Por su parte, Francisco Javier Castaños conocía la posición francesa y su debilidad, por lo que su objetivo era aislar y rendir a las tropas francesas de Andújar. Para ello intentó cruzar el Guadalquivir por tres puntos. El 14 de julio se iniciaron las operaciones. Dupont intentó evitar el cruce del río por los españoles, pero se mantuvo inmóvil en Andújar. El día 16, una de las columnas españolas al mando de Teodoro Reding cruzó el río por Mengíbar. Los fran-

ceses se retiraron a Bailén, quedando las tropas de Dupont en una situación prácticamente desesperada para retirarse hacia Despeñaperros. Dupont envió órdenes a las tropas de Vedel, que protegían la ruta de Despeñaperros, que atacasen a Reding en Bailén. Vedel, sin embargo, se había desplazado hacia La Carolina, donde había recibido noticias de un ataque español que él pensaba que eran las tropas de Reding. Cuando el 18 de julio llegó a La Carolina, descubrió que eran tropas guerrilleras, y que había cometido un grave error estratégico. En efecto, las tropas de Reding se habían recuperado en Mengíbar del combate anterior y el día 17 habían reanudado la marcha. Se les unieron la segunda columna española al mando de Coupigny y entraron en Bailén, que había quedado desocupado.

El autor recoge la rendición de los franceses ante Castaños en Bailén (19 de julio de 1808)

El cuadro parece querer imitar Las Lanzas de Velázquez

La victoria fue festejada como el triunfo definitivo sobre los franceses Contrasta la actitud distinta de Castaños y de Dupont, así como de la tropa

Las águilas imperiales están colocadas en actitud de derrota El general Castaños aparece como un caballero, cortés ante el enemigo vencido

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La batalla de Bailén, obra de Casado del Alisal, 1864. Esta pintura romántica fue criticada por algunos porque consideraban que no tenía suficiente carácter de reivindicación nacional.

(División de Reding)

Cerro Zumacar Grande

(Pannetier) (Convoy francés) (Dupré)

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Artillería

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Artillería

Botín del saqueo de Córdoba

Toda la población participó activamente en la resistencia contra la toma de Zaragoza. Los soldados franceses, sin costumbre en este tipo de guerra se vieron sorprendidos e incapaces de conseguir sus objetivos.

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Caballería

BAILÉN

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Infantería

Caballería

Cerro del Ahorcado

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Ejércitos franceses

Infantería

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Ejércitos españoles

(Privé)

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(División Vedel)

El día 19, al amanecer, empezaron a aparecer las tropas de Dupont, que había decidido por fin moverse de Andújar. Reding situó sus tropas (14.000 hombres y 20 cañones) en una línea bastante sólida al oeste de la ciudad. Los franceses (10.000 hombres y 18 cañones) cometieron el enésimo error de la campaña, y el general Chabert, al mando de la vanguardia, inició un ataque con sus escasas tropas que fue fácilmente desbaratado. Dupont, ralentizado por el convoy del saqueo de Córdoba y temeroso de la persecución de Castaños, de nuevo lanzó a sus tropas a medida que iban llegando, sin concederles descanso, por lo que los españoles consiguieron rechazar otros dos ataques. A las doce y media, desesperado, Dupont lanzó un último ataque que casi consigue su objetivo, pero que finalmente terminó como los anteriores. La llegada de la tercera columna española al mando de Castaños supuso la rendición de las tropas francesas. Cayeron prisioneros 20.000 soldados franceses en total. Los términos de la capitulación estipulaban que todas las tropas serían embarcadas de regreso a Francia, pero sólo se hizo esto con Dupont y sus generales, del resto no volvieron a su patria ni siquiera la mitad, ya que fueron llevados a la isla de La Cabrera y tenidos allí en condiciones infrahumanas. La derrota provocó la cólera de Napoleón, pero la victoria de Bailén tuvo consecuencias peores para los franceses: provocó la salida de José Bonaparte de Madrid apenas una semana después de haber entrado en ella, y alentó a los españoles, que desde entonces pensaron que la victoria era posible.

Uniformes de infantería y artillería del ejército

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La Guerra de la Independencia

LA SEGUNDA CAMPAÑA DE 1808: OTOÑO. LA CAMPAÑA DE NAPOLEÓN La estrategia española se define el 5 de septiembre, cuando se reúne en Madrid el Consejo de Guerra que estará formado por los principales jefes militares. Las tropas españolas se van a dividir en tres ejércitos principales: el Ejército de la Izquierda, al mando de Blake; El Ejército del Centro, al mando de Castaños, y el Ejército de Aragón, dirigido por José Palafox. Junto a estas unidades había otros ejércitos menores: el Ejército de la Derecha, que sólo operaba en Cataluña; el Ejército de Extremadura, que se situaba en Burgos como nexo de unión entre Castaños y Blake, y en Madrid se estaba construyendo un Ejército de Reserva. El plan español pretendía destruir a las tropas francesas avanzando por las alas, para posteriormente destruir las tropas atrapadas en el embolsamiento, repitiendo los principios de Bailén. Por su parte, Napoléon se tomó muy en serio la segunda campaña de 1808. Para ello modificó la estructura de l’Armée de Espagne, organizando ocho cuerpos de ejército. Entre septiembre y octubre se reunieron en la frontera pirenaica cerca de 00.000 soldados franceses. El plan francés tenía como objetivo no sólo avanzar y tomar Madrid, sino conseguir la completa aniquilación de los ejércitos españoles en campaña, para evitar futuros problemas para el rey José. Sabiendo que el Ejército de la Izquierda y del Centro estaban separados por unos 50 km, su planteamiento era dejar avanzar ambas alas descoordinadas todo lo que pudieran, y en ese momento atacarles frontalmente y derrotarles por separado. Asegurados ambos flancos de amenazas, Napoleón avanzaría con el centro del ejército hacia Madrid y ocuparía la capital. Los cuerpos de reserva garantizarían las comunicaciones con Francia.

LA BATALLA DE TUDELA (23-XI-1808) Tras las victorias francesas de Gamonal y Espinosa, el 10 y 11 de noviembre de 1808, el Ejército de la Izquierda fue vencido y Napoleón se volvió contra el Ejército del Centro de Castaños, con 26.000 infantes y 3.000 caballos. Frente a él se dispusieron dos cuerpos franceses con 34.000 hombres. Castaños pidió ayuda a José Palafox, al mando del Ejército de Aragón, que le cedió 16.000 hombres al mando de Juan O’Neille. Éste se movió muy lentamente, debido a desavenencias sobre el mando de Castaños, por lo que llegó a sus posiciones con muy poca ventaja. Castaños pretendía defender una línea NE-SW de más de 11 km de longitud, junto a la ciudad de Tudela, algo que estaba fuera de la capacidad de sus tropas, especialmente estando faltas de 1

coordinación en el mando. Después de una serie de desafortunadas marchas y contramarchas, la línea española cubría a los sumo 2/3 del espacio previsto, apoyando las tropas en Tudela. En el despliegue español se encontraba aislada en Cascante una división entera, los 7.500 hombres del general de la Peña, con un espacio vacío entre esta unidad y el despliegue principal de más de 3 km. El mismo error de separar dos formaciones que se cometió en Medina de Ríoseco se repitió en Tudela. El Mariscal Lannes hizo un reconocimiento de las posiciones españolas y atacó Tudela. En esta primera fase, que duró hasta las 10 de la mañana, los españoles mantuvieron las posiciones. Durante el combate Castaños había dado orden al general de la Peña para que cerrase el espacio que le separaba del resto del despliegue español, pero

éste se mantuvo inmóvil durante toda la batalla. Los franceses localizaron enseguida el enorme espacio que se detectaba en el despliegue español. Las tropas francesas aprovecharon este espacio para que su caballería cruzase el Ebro, seguida con rapidez por las tropas de infantería de Grandjean, y acometiese a las tropas españolas por la espalda. Las tropas españolas, viéndose atacadas de frente y de flanco, acabaron retrocediendo con bastante orden, aunque al final se desbandaron. Las bajas de los españoles en esta jornada llegaron a 4.000, de ellos 1.000 prisioneros, y 27 cañones. Por parte francesa las bajas ascendieron a 557 hombres, de los que 303 pertenecían a un solo regimiento, el 117º, encargado de asaltar en Cerro de Santa Bárbara. Tudela y Cascante debieron sufrir un saqueo similar al de otras ciudades españolas.

EL SEGUNDO SITIO DE ZARAGOZA Tras la batalla de Tudela los franceses obtuvieron paso libre hacia el sur y se dirigieron a Zaragoza. El segundo sitio de Zaragoza fue diferente del primero esencialmente por la presencia esta vez de un nutrido contingente de tropas profesionales al mando de Palafox (30.000 soldados) a los que se unieron 15.000 voluntarios. Las tropas francesas de asedio casi alcanzaban las 40.000 unidades entre infantería y caballería, y estaban comandadas por los mariscales Moncey y Mortier. Con grandes pérdidas consiguieron cerrar el cerco a la ciudad e impedir la salida de los defensores y la llegada de suministros. Inmediatamente conseguido este obje-

tivo comenzaron la construcción de puentes sobre los ríos Ebro y Huerva.Y el siguiente paso fue acabar con las fortalezas exteriores en el convento de San José, el reducto del Pilar y la Aljafería. El ataque frustrado del día 24 de diciembre al convento de San José, dejó claro que la rendición de Zaragoza sería difícil y larga. El 29 se desató una epidemia que se mantuvo todo el tiempo que duró la lucha, y que junto con el cañoneo continuo supuso una pérdidas aproximadas de 100 defensores por día. Además, el 17 de enero se acabaron el pan y la carne. El 28 de enero comenzó el asalto definitivo, luchando casa por casa, desde el primer piso hasta los tejados. Los barrios de la Magdalena y Santa Engracia

fueron los más castigados. La Magdalena resistió hasta el 1 de febrero y Santa Engracia cayó dos días después. Para el 18 de ese mes el Arrabal había caído y los defensores se habían quedado sin víveres sólidos, sólo les quedaba agua de arroz. El día 19 el general Palafox, contagiado de fiebres, tuvo que entregar el mando y se formó una junta de defensa para coordinar la resistencia. Aunque ya era evidente que todo estaba perdido. El 20 de febrero, la junta capituló, en contra de la opinión de Palafox. Al día siguiente los franceses ocuparon toda la ciudad. Las tropas invasoras saquearon el tesoro del Pilar y comenzaron una fuerte represión.

" !Que guerra! !Que hombres! Un sitio en cada calle; una mina bajo cada casa. !Verse obligado a matar a tantos hombres, o mejor, a tantos furiosos! Aquella guerra es horrible: se lo he escrito al emperador; la victoria da pena..." Mariscal Lannes; presente en el segundo asedio.

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La Guerra de la Independencia

Documentos de una época Documento 1. EL AMBIENTE ANTES DE LA GUERRA Antonio Alcalá Galiano recuerda los acontecimientos de 1808 que desembocaron en la Guerra de la Independencia. En este caso alude al Príncipe de la Paz y al odio con que era mirado sin olvidar la debilidad de Carlos IV. Veíase el Gobierno en general aborrecido y despreciado. Lo mereció sin duda; pero tal vez excedía, en punto tal, lo sentido a lo merecido. No alcanzaba el odio al Rey, pero sí el desprecio, haciéndole favor la voz popular en cuanto a las intenciones que le suponía, pero teniendo en poco su carácter. El aborrecimiento a la Reina llegaba a un extremo increíble, solo igualado por el en que se miraba al Príncipe de la Paz, su privado y valido, reputado con bastante, pero no con completa razón, el verdadero monarca. Al revés, el Príncipe de Asturias, después Fernando VII, era no solo un mito, sino varios, figurándose gentes de diversas y contrarias opiniones en su persona imaginada todas las prendas que en un monarca futuro deseaban. No faltaban en España quienes soñasen en una monarquía de las llamadas constitucionales. Republicanos había ya muy pocos [...]. Pero la conversión en imperio de la República francesa había dividido a los que, dándole culto, aspiraban a tomarla por mo-

delo. Muchos se adherían a Napoleón, como representante de la revolución, en su dictadura, ya consular, ya imperial; otros, mirándole como destructor de la libertad, le abominaban. Estos últimos eran cortísimos en número, y podría decir, porque yo, niño y joven, me contaba entre ellos, pasando por lo que en Cádiz, y aun aquí en Madrid era conocido con el nombre de mameluco, el cual, no sé por qué, servía de apodo a los enemigos a la sazón de nuestro poderoso y glorioso aliado. Lo general de las gentes admiraba y aplaudía al ínclito emperador francés, conquistador y legislador, así como supuesto protector de España. No está de más añadir que entre el clero, y aun entre los frailes, gozaba Napoleón de alto y favorable concepto.

Antonio ALCALÁ GALIANO, Obras escogidas

Documento 2. EL DOS DE MAYO Testigo presencial de los hechos fue el conde de Toreno, aunque luego, como suele suceder con las memorias, ideologizó en exceso los acontecimientos desde una perspectiva liberal para alimentar el mito de la revolución española. Amaneció, en fin, el  de Mayo, día de amarga recordación, de luto y desconsuelo, cuya dolorosa imagen nunca se borrará de nuestro afligido y contristado pecho. Un présago e inexplicable desasosiego pronosticaba tan aciago acontecimiento, o ya por aquel presentir oscuro que a veces antecede a las grandes tribulaciones de nuestra alma, o ya más bien por la esparcida voz de la partida de los infantes. Esta voz, y la suma inquietud excitada por la falta de correos de Francia, habían llamado desde muy temprano a la plazuela de Palacio numeroso concurso de hombres y mujeres del pueblo. [...] Por instantes crecía el enojo y la ira [...]. Siguiose un general susurro, y al grito de una mujerzuela: Que nos los llevan fue embestido Mr. Lagrange por todas partes [...]. La tropa francesa [...] en vez de contener el alboroto en su origen, sin previo aviso ni determinación anterior, hizo una descarga sobre los indefensos corrillos, causando así una general dispersión, y con ella un levantamiento en toda la capital, porque derramándose con celeridad hasta los más distantes barrios los prófugos de palacio, cundió con ellos el terror y el miedo, y en un instante y como por encanto se sublevó la población entera. Acudieron todos a buscar armas [...]. La tropa española permanecía en sus cuarteles por orden de la Junta y del capitán general D. Fran-

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cisco Javier Negrete, furiosa y encolerizada, mas retenida por la disciplina. Entre tanto, paisanos [...] se precipitaron al parque de artillería, en el barrio de las Maravillas, para sacar los cañones y resistir con más ventajas. [...] D. Pedro Velarde y D. Luis Daoiz abrieron las puertas del parque, sacaron tres cañones y se dispusieron a rechazar al enemigo, sostenidos por los paisanos y un piquete de infantería, a las órdenes del oficial Ruiz. No satisfechos los invasores con la sangre derramada por la noche, continuaron todavía en la mañana siguiente pasando por las armas a algunos de los arrestados la víspera, para cuya ejecución destinaron el cercado de la casa del Príncipe Pío. [...]

Documento 3. LA REPRESIÓN TRAS EL 2 DE MAYO Ante la situación provocada por el amotinamiento de los madrileños para impedir la salida hacia Bayona de los Infantes, Murat, lugarteniente de Napoleón en España, reaccionó de la forma más violenta despreciando al populacho rebelde y, sin tener en cuenta al gobierno español, vengó la sangre francesa derramada. Orden del día. Soldados: Mal aconsejado el populacho de Madrid se ha levantado y ha cometido asesinatos. Bien sé que los españoles que merecen el nombre de tales han lamentado tamaños desórdenes, y estoy muy distante de confundir con ellos a unos miserables que solo respiran robos y delitos. Pero la sangre francesa vertida clama venganza. Por lo tanto mando lo siguiente: Art. I: Esta noche convocará el general Grouchy la comisión militar. Art. II: Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas. Art. III: La Junta de Gobierno va a mandar desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los moradores de la Corte, que pasado el tiempo prescrito para la ejecución de esta resolución, anden con armas, o las conserven en su casa sin licencia especial, serán arcabuceados. Art. IV: Todo corrillo, que pase de ocho personas, se reputará de sediciosos y se disparará a fusilazos. Art. V: Toda villa o aldea donde sea asesinado un francés será incendiada. Art. VI: Los amos responderán de sus criados, los empresarios de fábricas de sus oficiales, los padres de los hijos, y los prelados de conventos de sus religiosos. Art. VII: Los autores de libelos impresos o manuscritos que provoquen a la sedición, los que los distribuyeren o vendieren, se reputarán agentes de Inglaterra y como tales serán pasados por las armas. Dado en nuestro cuartel general de Madrid, a  de mayo de 1808. Firmado: Joaquín Por mandato de S.A.I y R., el Jefe del Estado Mayor y general: Belliard.

Gaceta de Madrid, viernes 6 de mayo de 1808

Documento 4. EL ODIO A LOS FRANCESES El creciente odio a todo lo francés se manifestó de muchas maneras. Una de ella fue en forma de catecismo. Napoleón, Murat, Godoy y los afrancesados, traidores a su patria, son objeto de sus más acerados dardos al tiempo que se señalan los medios para vencerles. -Dime, hijo, ¿qué eres tú? -Soy español, por la gracia de Dios. -¿Qué quiere decir español? -Hombre de Bien. -¿Cuántas obligaciones tiene un español? -Tres: ser cristiano y defender la patria y el rey. -¿Quién es nuestro rey? -Fernando VII. -¿Con qué ardor debe ser amado? -Con el más vivo y cual merecen sus virtudes y sus desgracias. -¿Quién es el enemigo de nuestra felicidad? -El emperador de los franceses. -¿Quién es ese hombre? -Un malvado, un ambicioso, principio de todos los males, fin de todos los bienes y compuesto y depósito de todos los vicios. -¿Cuántas naturalezas tiene? -Dos, una diabólica y otra humana. -¿Cuántos emperadores hay? -Uno verdadero en tres personas engañosas. -¿Cuáles son? -Napoleón, Murat y Godoy. -¿Es más malvado el uno que el otro? -No, padre: los tres son iguales. -De qué origen proviene Napoleón? -Del pecado. -¿Y Murat? -De Napoleón. -¿Y Godoy? -De la intriga de los dos. -¿Qué es lo que caracteriza al primero? -El orgullo y el despotismo. -¿Y al segundo? -El robo y la crueldad. -¿Y al tercero? -La lascivia, la traición y la ignorancia.

Catecismo civil, 1808

Aquel día fue origen del levantamiento de España contra los franceses, contribuyendo a ello en gran concurso de forasteros que había en la capital con motivo del advenimiento de Fernando VII al trono.

Conde de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y revolución de España 15

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Documento 5. NAPOLEÓN LLEGA A ESPAÑA Tras la derrota en Bailén en julio y la resistencia en ciudades como Valencia o Zaragoza, Napoleón decidió emplearse a fondo. Poniéndose al frente de su ejército penetró en España con la intención de reconquistar Madrid de donde había huido José I. Penetró pues en España al frente de un aguerrido ejército y seguido de su hermano José y de sus más ilustres generales; y aunque el Gobierno español procuró salir a disputarle el paso con los pocos y discordes elementos de que disponía, estos fueron arrollados, como no podía menos, ante tan formidable acometida: dispersas y destruidas delante de Burgos las escasas fuerzas al mando del joven e inexperto Conde de Bellveder [...], salvadas las gargantas de Somosierra con el arrojo e intrepidez con que había salvado los Alpes en la primera guerra de Italia, en medio del estupor y aturdimiento del Gobierno español, se presentó el día 1 de diciembre a las puertas de Madrid, intimándola su rendición. La situación del Gobierno, o más bien de las autoridades de Madrid (porque la Junta Central había abandonado Aranjuez precipitadamente), ante tan formidable apresto de tormenta próxima a des-

Documento 6. UNA JOTA PATRIÓTICA La defensa de la religión se convirtió en unos de los elementos principales de la guerra. Patrones y patronas celestiales se convirtieron en protectores del pueblo español. Se les encomendó la victoria y la salvación de la patria: la Virgen del Pilar, de los Desamparados, de Atocha, el apóstol Santiago, etc. La Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa que quiere ser capitana de la tropa aragonesa. Cruzan silbando las balas, en el Ebro caen las bombas, y en las orillas, cantando, las hembras lavan la ropa. Zaragoza la bombean, la bombean los franceses; la Virgen del Pilar dice: no temáis, aragoneses. Aunque vengan más franceses que arenas tiene la mar, no moverán de su sitio a la Virgen del Pilar. Virgen del Pilar hermosa, no temáis a los tiranos, mientras haya en Zaragoza valientes zaragozanos. 16

cargar, y también ante la insensata temeridad del pueblo, que sin conocer ni medir la extensión del peligro que se le echaba encima, resolvía denodadamente acometer una imposible resistencia; la situación, repito, de las autoridades de Madrid era la más comprometida y fatal. De un lado las intimidaciones perentorias del Emperador, que les ordenaba la rendición; por otro, las vociferaciones y febril entusiasmo de la muchedumbre; la absoluta escasez de fuerzas propiamente militares, que no llegaban a 400 hombres; la presión de las masas del paisanaje, que acusándoles de traición y cobardía, les pedían armas y municiones para defender un pueblo abierto, extenso y absolutamente virgen en esta clase de conflictos.

Ramón de Mesonero Romanos, Memorias de un setentón

Documento 7. COPLAS Y CANCIONES El pueblo inventó coplas y canciones alusivas a la guerra con el fin de desprestigiar al enemigo y aumentar su propia estima. Fueron infinitas las alusiones a los hermanos Napoleón. “A la guerra, a la guerra, españoles. ¡Muera Napoleón y viva el rey Fernando, la Patria y la Religión!

Documento 8. PROCLAMA DE LA JUNTA GENERAL DEL PRINCIPADO Asturianos leales y amados compatriotas, vuestros primeros votos ya están cumplidos. El Principado, en desempeño de aquellos deberes que más interesan al hombre, ya ha declarado formalmente la guerra a Napoleón. ¿Os amedrenta acaso tamaña resolución? Mas, ¿qué otro partido podía ni debía tomar? ¿Se hallará uno entre todos nosotros que prefiera la muerte vil e ignominiosa de la esclavitud a morir en el campo del honor con las armas en la mano, defendiendo nuestro infeliz Monarca, nuestros hogares, nuestros hijos y esposas? Si en el mismo momento en que esas tropas de bandidos estaban recibiendo los mayores obsequios y favores de los habitantes de Madrid, han asesinado fríamente más de dos mil personas sin otro motivo que haber defendido sus hermanos insultados, ¿qué pudiéramos esperar de ellos después que nos hubiesen dominado? Su perfidia con nuestro Rey y toda su familia, engañándole para hacerle pasar a Francia bajo la palabra de un eterno armisticio, para encadenarlos a todos, no tiene igual en la historia. Su conducta con toda la Nación es más inicua que la que debíamos

de esperar de una horda de hotentotes. Han profanado nuestros templos, han insultado nuestra religión, han faltado a toda la fe prometida, y no hay derecho alguno que no hubiesen hollado. ¡Al arma, al arma, Asturianos! No nos olvidemos que Asturias en otra irrupción, sin duda menos injusta, ha restaurado la Monarquía. Aspiremos a igual gloria en la presente época. Sepamos que jamás nos pudo dominar nación alguna extranjera por más esfuerzos que ha hecho. Invoquemos al Dios de los Ejércitos; pongamos por intercesora a Nuestra Señora de las Batallas, cuya imagen se venera en el antiquísimo templo de Covadonga, y seguros de que no puede abandonarnos en causa tan justa corramos a aniquilar y arrojar de nuestra Península nación tan pérfida y tan execrable. Así os lo pide en nombre de vuestros Representantes el Procurador General del principado.-

Álvaro Flórez Estrada. Mayo 1808

Documento 9. UNA GUERRA MUY COSTOSA La contienda comportó grandes pérdidas. Según Josep Fontana la guerra dejó el país esquilmado, la hacienda quebrada (sus ingresos cayeron de 1.500 millones de reales anuales a menos de 650 millones), un Gobierno inestable y una gran pérdida demográfica: sobre 10,5 millones de habitantes, costó entre 15.000 y 75.000 vidas (entre los que murieron y los que no nacieron). A las cifras hay

que añadir entre 50.000 y 500.000 personas fallecidas por el hambre y las epidemias. Ricardo García Cárcel señala que el desgaste demográfico de la guerra “fue terrible: más de medio millón de muertos. Los franceses perdieron unos 00.000 hombres. Los ingleses, unos 60.000. Los españoles, unos 50.000 al menos”.

Al arma, al arma, ciudadanos, triunfante gloriosa la nación y antes morir que ser esclavos del infernal Napoleón. Napoleón primero ¡Ay infeliz de ti si nuestro rey Fernando no regresa a Madrid! Napoleón altivo tus orgullos han de acabar, pues tus iniquidades no puedes ocultar. ¡Viva España! ¡Inglaterra! ¡Portugal, vivan! y de toda Europa laurel reciban pues su estandarte de independencia armaron a Bonaparte. Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz al hombre y para estar bien en paz mueran los Napoleones. España de la guerra tremola su pendón contra el poder infame del gran Napoleón.

Clío, enero 2008

De su faja reparte trozos a modo de escarapela. En una caña pone otro junto con un retrato de Fernando VII y una imagen de la Virgen de los Desamparados

El cuadro recoge el fervor popular

Vicente Doménech, en Valencia: “ Un pobre palleter le declara la guerra a Napoleón. ¡Viva Fernando VII y mueran los traidores !”

Presencia que representa a la sociedad valenciana, especialmente el pueblo bajo

Poco después se constituiría la Junta y se declararía la guerra a Napoleón

Papel clave de algunos religiosos

El grito de El Palleter declarando la guerra a Napoleón, obra de Sorolla, 1884.

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Refleja el terror de la muerte

El fanal forma eje con la torre y divide los dos bandos enfrentados

Escena de media noche. Contrasta la luz del farol con la oscuridad

Los franceses fusilan a los amotinados del día dos en la montaña del Príncipe Pío, cerca del palacio de Oriente. Represión y venganza

Llama la atención el personaje central sobre el que se dispara. Destaca su camisa blanca que irradia luz. Brazos en alto, forma de cruz. El individuo ante la muerte

El cuadro recoge los muertos, los que están muriendo y la espera de los que van a morir. No hay esperanza

Un fraile representa al clero. Nadie está libre

Francisco de Goya Si alguna figura encarna los distintos significados de la Guerra de la Independencia esta es, sin duda, la del pintor Francisco de Goya. Su ideología ilustrada le hacía tener simpatía a lo francés. Pero renunció a ganar 250.000 reales a fin de no trabajar para los invasores. En muchas obras –algunos óleos y la serie de grabados los Desastres de la guerra-, dejó una crónica de los hechos y comportamientos más relevantes del conflicto, con una mirada lúcida, dolorosa y sombría.

Los fusilamientos del Tres de Mayo, obra de Goya, 1814. Este es posiblemente el cuadro más famoso de Goya y uno de los hitos de la pintura universal, en él se inmortaliza la represión francesa que siguió a los acontecimientos del Dos de Mayo en Madrid.

Obra de Goya que sufrió varias modificaciones Enfrentamiento entre madrileños y el ejército francés

Ojos desorbitados por la rabia

Mamelucos con turbante y bombachas

Al fondo edificios de la Puerta del Sol. Escenario: Carrera de San Jerónimo

Ira, indignación, rabia y valor popular. Goya quiere representar al PUEBLO y su espontaneidad

Hasta los caballos parecen aterrados

Desigualdad del armamento

Pueblo que suple con el coraje la ausencia de armas. Mientras con una mano sujeta al caballo, con la otra lo hiere de muerte

Expresividad del cuadro y de las figuras. Cromatismo intencionado Mameluco cosido a puñaladas

Genios alados que tocan las trompetas de la victoria señalando al óvalo donde aparece DOS DE MAYO

Matrona: alegoría de la villa de Madrid; vestida de blanco con manto rojo y coronada

Antes figuraron el retrato de José I y la palabra CONSTITUCIÓN

Alusión al glorioso levantamiento de los madrileños contra Napoleón

Dirige la mano izquierda hacia el oválo

Genios que sostienen el óvalo Escudo coronado con el oso y el madroño en su interior, símbolos de la ciudad

Perro a los pies: símbolo de la fidelidad

La muerte por la muerte: la irracionalidad de la guerra y del ser humano

Dos de mayo o Carga de los mamelucos, obra de Goya, 1814. Este cuadro retrata uno de los episodios más famosos del Dos de Mayo en Madrid, la carga de la caballería francesa contra la población sublevada de la capital.

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Alegoría del Dos de Mayo, obra de Goya, 1810. Goya, que era afín a las ideas ilustradas, al principio sintió simpatía por los franceses y por José Bonaparte, pero tras la represión del levantamiento del Dos de Mayo, se opuso a la ocupación.

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La Guerra de la Independencia

El pueblo asiste al espectáculo complacido

Goya pinta la guerra asimétrica o guerrilla La guerrilla, compuesta por un heterogéneo grupo de personas, se mitificó en exceso

En medio del monte que conocen bien

Preparados para el transporte Guerrilleros preparando pólvora

Papel de las mujeres en la guerra

Pobreza de medios de lucha para enfrentarse a un poderoso ejército

La crueldad de la guerra o la degradación de la persona estuvo en ambos bandos Incluso se aprecia la presencia de un clérigo que no interviene

La expresión más baja de la condición humana

No queda claro a quién se refiere. Puede tratarse de un traidor, de un francés o del marqués de Perales

Fabricación de pólvora, obra de Goya, hacia 1814. La obra del pintor durante el período de invasión francesa se centró en describir escenas del conflicto y cómo éste afectaba a la vida de los españoles. Desastre nº. 28 de los Desastres de la Guerra de Goya titulado Populacho. Entre 1810 y 1815 Goya realizó esta serie de 8 grabados para denunciar las tragedias y desmanes de la guerra. No sabemos si Goya ironiza un poco sobre el aspecto militar, ya que durante toda la guerra Fernando estuvo en Valençay ajeno a los problemas de los españoles y a la guerra que defendió sus derechos

Reos sometidos a garrote vil

Viste uniforme militar de gala. Sobre su pecho la banda de Carlos III y el Toisón de Oro Tiendas de campaña al fondo

Caballos en primer plano tras el rey

Apoyado sobre su espada

Fernando VII, obra de Goya, 1814. Cuadro encargado a Goya por la Escuela de Ingenieros de Caminos.

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Alusión a la arbitraria justicia francesa y a su sed de venganza.

Sobre sus pechos la razón de su muerte De algunos cuellos cuelga el arma que originó la sentencia: poseer un arma

En sus manos y en sus gorros la cruz. Han muerto reconfortados por la fe.

Exposición pública para ejemplo de los demás. Público que no se ve, pero está ahí delante

Desastre nº. 35. No se puede saber por qué. ¿Por qué mueren?

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La mirada actual

10 cuestiones sobre la guerra

Contamos con suficientes recursos sobre la Guerra de la Independencia para que todos y cada uno encuentren aquello que les puede acercar a los hechos históricos y recrearlos. Para ello damos algunas ideas.

La figura de Manuel Godoy Ha sido muy controvertida y se le ha considerado en gran medida responsable de la Guerra de la Independencia. Fue muy odiado y poco querido. Alcanzó el máximo poder al que podía llegar. Siguiendo el documento 1 y otras lecturas, ¿Fue Godoy un personaje odiable o se le denigró en exceso para enaltecer a su rival el Príncipe de Asturias?

LIBROS DE HISTORIA ARTOLA, MIGUEL, La España de Fernando VII. Vol. 25 de la Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1968. Reedición 1999. CANALES, CARLOS, Breve historia de la Guerra de la Independencia, Madrid, Nowtilus, 2007 DUFOUR, GÉRARD, La Guerra de la Independencia, Madrid, Historia 16, 1999. ESDAILE, CHARLES, La guerra de la Independencia. Una nueva historia, Barcelona, Crítica, 2004

NOVELAS, MEMORIAS... ALCALÁ GALIANO, ANTONIO, Recuerdos de un anciano, Espasa Calpe, 2004. CORRAL, JOSÉ LUIS, ¡Independencia!, Barcelona, Edhasa, 2005 MESONERO ROMANOS, RAMÓN DE, Memorias de un setentón, Tebas, Madrid, 1975 PÉREZ GALDÓS, Episodios Nacionales. Esta magna serie está compuesta por 46 novelas históricas, que recogen la historia de España entre 1805 y 1880. Las siguientes novelas se sitúan en la Guerra de la Independencia: Del 19 de marzo al 2 de mayo, Bailén, Napoleón en Chamartín, Zaragoza, Gerona, Cádiz, Juan Martín el Empecinado y La batalla de Los Arapiles. PÉREZ REVERTE, ARTURO, Un día de cólera, Madrid, Alfaguara, 2007

FRESER, RONALD, La maldita guerra de España, Barcelona, Crítica, 2007 CINE GARCÍA CÁRCEL, RICARDO, El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de la Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007 LA PARRA LÓPEZ, EMILIO, Manuel Godoy. La aventura del poder, Barcelona, Tusquets, 2002 LOVETT, J.G.H., La Guerra de la Independencia y el nacimiento de la España contemporánea, Barcelona, Península, 1975 MARTÍNEZ, F., La Guerra de la Independencia, Madrid, Silex Ediciones, 2007 MOLINER, ANTONIO, (Ed.), La Guerra de la Independencia en España (1808-1814), Barcelona, Nabla, 2007 MORALES MOYA, ANTONIO, Ilustración. La Guerra de la Independencia y las Cortes de Cádiz: la Constitución de 1812, vol. 30 de la Historia de España de Menéndez Pidal, Madrid, Espasa Calpe, 1998 VVAA, Sombras de Mayo. Mitos y memorias de la Guerra de la Independencia en España (1808-1908), Madrid, Casa de Velázquez, 2007 

Hay películas de la época franquista con un gran contenido romántico-nacionalista: Agustina de Aragón, de JUAN DE ORDUÑA, año 1950. Carmen de Ronda, de TULIO DOMINCHELI, año 1959. Venta de Vargas, de ENRIQUE C. SALABERRY, año 1958. Otras, más actuales, dan una visión distinta: Los fantasmas de Goya, de MILOS FORMAN, año 2006. Los guerrilleros, de PEDRO L. RAMÍREZ, año 1999. El Dos de Mayo, de JOSÉ LUIS GARCI, año 2008. ENLACES DE INTERNET www.kalipedia.com/especial/bicentenario-guerraindependencia www.asocne.org. Asociación Española napoleónica. www.losarapiles.com. Página dedicada a la batalla de Los Arapiles. www.1808-1814.org. Página bastante completa sobre el 2 de mayo y el desarrollo posterior de la guerra. Permite acceder a personajes y aspectos propios de la guerra en su sentido más amplio: batallas, monumentos, biografías, etc. Proporciona abundantes enlaces para acercarse a la información más deseada. www.peninsularwar.es

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Fernando VII De él se fabricó una imagen adecuada a las necesidades y esperanzas del pueblo español en momentos de crisis. Se mitificó su figura sin apenas conocer sus virtudes. Fue El Deseado y por él se luchó. Pero también resultó un felón y mal rey. ¿Qué semblanza puedes hacer de él? Lee los documentos y examina los cuadros de Goya.

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La guerra, ¿una revolución? Muchos hablaron y hablan de la Guerra de la Independencia como una revolución. El levantamiento contra Napoleón se hizo sobre todo en nombre del rey, de la patria y de la religión. Hay documentos que expresan bien este sentimiento. Así pues, ¿crees que cambiaron muchas cosas o todo se mantuvo casi igual? Haz un balance de los cambios y las permanencias.

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Napoleón, de héroe a tirano Antonio Alcalá Galiano presenta un Napoleón admirado y respetado por los españoles. Poco después la estima se transformaba en odio, insultos y descalificaciones. ¿Puedes explicar las razones de un cambio tan radical?

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¿Cuál fue el papel de la guerrilla? Goya pintó un cuadro sobre la guerrilla. En él recoge una realidad de la Guerra de la Independencia. Ante el fracaso del Ejército y sus problemas, muchos españoles, por una u otra razón, formaron partidas para luchar por libre contra los franceses. Fue una guerra asimétrica, no regular. ¿Realmente fue tan importante su papel o se mitificó para ensalzar al pueblo?

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La mirada de Goya Entre los cuadros que recoge este dossier hay dos imágenes de los Desastres de la guerra. Con ellos Goya denunciaba la crueldad, la fiereza e inhumanidad de la guerra en cualquier bando en que se milite. ¿Tal vez fue poco patriota? ¿Fue realista y atento a los sufrimientos de las personas?

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La Constitución de 1812 Desde 1810 los diputados a Cortes elaboraron una Constitución en Cádiz. Se promulgó en 1812 y, entre otros principios, recogía la soberanía nacional. ¿Cómo afectaba a Fernando VII y a sus derechos a la Corona de España? ¿Cómo lo solucionó a su regreso en 1814?

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Los afrancesados Algunos españoles, una élite importante, colaboraron con el gobierno de José I. Entre ellos unos habían trabajado con Godoy, otros incluso con el breve gobierno de Fernando VII entre el motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona. Todos, salvo los aprovechados, fueron amantes de su patria, de la que tenían una visión distinta a los que se levantaron contra Napoleón. En modo alguno fueron traidores. ¿Puedes explicar las ideas de alguno de ellos y por qué adoptaron esta postura?

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Los mitos Mujeres como Agustina de Aragón o Manuela Malasaña fueron elevadas a la categoría de heroínas por su actitud valiente frente a los franceses. No obstante, también cabe pensar que sus acciones fueron valoradas en exceso porque así convenía. ¿Conoces alguna otra mujer más que destacara en la guerra? ¿Y otros personajes varones cuya acción también se mitificó?

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La memoria actual ¿Qué recuerdo conservamos de la Guerra de la Independencia, cuál es la memoria de la guerra? Toma un callejero de tu localidad y busca si alguna calle tiene el nombre de personajes o acontecimientos relacionados con la Guerra de la Independencia. Si tu localidad o alguna próxima fue escenario de la guerra, localiza en un plano los principales lugares en los que se desarrolló esta. ¿Se sigue recordando la Guerra de la Independencia en fiestas, conmemoraciones, monumentos, canciones...?



ÍNDICE DE CONTENIDOS Panorama…….................................p. 2 • Contexto • Espacio • Tiempo Personajes……................................p. 4 • Godoy • Murat • Malasaña • Daoíz y Velarde • José Bonaparte • Wellington • Castaños • Agustina de Aragón • El Empecinado • Palafox • El cura Merino Las batallas de 1808…….................p. 6 • El Dos de Mayo • El primer sitio de Zaragoza • Medina de Rioseco • Bailén • Tudela • Segundo sitio de Zaragoza Documentos de una época …….....p. 14 Goya, la mirada contemporánea…p. 18 La mirada actual.................……......p. 22 • Libros de Historia • Novelas, memorias… • Cine • Enlaces de Internet 10 cuestiones sobre la guerra…….p. 23

Dirección de arte: José Crespo Proyecto gráfico: Carlos Soto / Semiótica Equipo de diseño: Jorge Gómez Tovar Coordinación de ilustración: Carlos Aguilera Dirección técnica: Ángel García Cartografía: Jose Luis Gil Mapas: David Ramírez Corrección: XXXXXXXXXX Documentación y selección de fotografía: Nieves Marinas Dirección editorial: Teresa Grence Edición: David Ramírez Fotografía: GARCÍA PELAYO/Juancho/MUSEO NACIONAL DEL PRADO, DEPOSITADO EN EL MUSEO DE ZARAGOZA/COLECCIÓN ARTECLIO, PAMPLONA; Elías López Palacios. Centro de Fomento de Nuevas Iniciativas; F. Po; M. G. Vicente; Michele di Piccione; ORONOZ; ALBUM/Erich Lessing, akg-images; COVER/Oronoz, Gotor; BIBLIOTECA NACIONAL, MADRID/Laboratorio Biblioteca Nacional; Fundación Lázaro Galdiano; J. Gómez; MUSEO DEL ERMITAGE, SAN PETERSBURGO; MUSEO MUNICIPAL, MADRID; MUSEO NACIONAL DEL PRADO; REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO, MADRID; ARCHIVO SANTILLANA © 008 by Santillana Educación, S. L. Torrelaguna, 60. 804 Madrid PRINTED IN SPAIN Impreso en España por XXXXXXXXXX ISBN: XXXXXXXXXXXXXX CP: 1046 Depósito legal: XXXXXXXXX

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