Las villas \"nuevas\" de Canarias (1402-1526)

September 20, 2017 | Autor: E. Aznar Vallejo | Categoría: Medieval History, Medieval Studies, Urban History, Atlantic World, Architectural History, Atlantic history
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Descripción

Boletín Arkeolan, 14, 2006, pp: 393-420

Las villas “nuevas” de Canarias (1402-1526)

Eduardo Aznar Alejandro Larraz

Centro de Estudios Medievales y Renacentistas - CEMYR Universidad de La Laguna

Eduardo Aznar, Alejandro Larraz

1. Introducción. a.- Aspectos previos1: La creación de las villas nuevas canarias se encuentra íntimamente ligada al proceso de colonización del Archipiélago. El mismo se desarrolló durante el siglo XV y las primeras décadas del siglo XVI. Su desarrollo permite distinguir dos etapas, denominadas “Época señorial” (1402-1477) y “Época realenga” (1478-1526). La denominación de las mismas refleja el poder predominante en cada momento, aunque la división entre ellas responde también al distinto grado de desarrollo alcanzado. Éste es favorable a la etapa realenga, que se beneficia de la recuperación demográfica, política y económica de los países europeos, así como de la incorporación de las islas con mayores posibilidades materiales y humanas. Durante la etapa señorial se realizó la conquista de Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, efectuada entre 1402 y 1405. También se produjo, a partir de mediados de siglo, la incorporación de La Gomera, aunque en este caso no se hizo mediante victoria militar sino por instalación de un poder superior, cimentado inicialmente en el apoyo de uno de los bandos indígenas. Durante la etapa realenga se ganaron las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife, en el período comprendido entre 1478 y 1496. Los resultados de la colonización fueron diferentes en las distintas islas y en el interior de cada una de ellas. Las islas realengas albergaban unas tres cuartas partes de los habitantes del Archipiélago. Dentro de ellas, la población se concentraba en las zonas más expuestas a los vientos alisios, por ser las de mejores condiciones agrícolas. Las restantes comarcas estaban muy poco habitadas y en ellas predominaba la población aborigen. Las islas de señorío se enfrenta desde fines del siglo XV, a una situación que a lo largo de los siglos se convertiría en endémica: la atracción que sobre sus menguadas poblaciones ejercían las llamadas islas mayores. En la porción oriental del señorío, par-

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Para una síntesis del proceso de conquista y colonización de Canarias, véase, en Fundamentos medievales de los particularismos hispánicos. IX Congreso de Estudios Medievales 2003. Fundación Sánchez-Albornoz. Madrid, 2005. pp. 207-211.

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te del vacío generado por dicha emigración se cubrió por la llegada de mano de obra berberisca, con la consiguiente singularización de su población. Las islas más pobladas eran también las que contaban con una mayor complejidad social, fruto de un elenco más amplio de pobladores y de un distinto criterio de jerarquización. La aplicación de este último suponía la existencia de grupos intermedios en el escalafón social, inexistentes en la polarizada sociedad señorial, y de nuevos criterios de estratificación, no limitados a la posesión de bienes inmuebles. Dichas islas contaban además con mayor potencial agrario y comercial, lo que se traducía en mayor riqueza y dinamismo. El régimen administrativo también separaba a ambos grupos de islas y no sólo por la impronta real o señorial en cada uno de ellos, ya que los vecinos de las islas menores se veían sometidos a un régimen fiscal más oneroso y contaban con menor peso político en el conjunto de la región. El objeto de este trabajo es realizar un análisis de conjunto del proceso de fundación de poblaciones en las Islas Canarias durante el siglo XV, periodo en el que se produce la conquista y repoblación europea del Archipiélago. Dicho análisis contempla la comparación con el proceso de creación de Villas Nuevas, característico de los cinco últimos siglos de la Reconquista de la Península Ibérica. Para ello, se expone la génesis e intención que motiva dichas fundaciones, así como la descripción de las tipologías urbanas resultantes. b.- Villas “nuevas”: La definición comúnmente admitida de villa nueva es la de una creación urbana nacida de un impulso externo, allí donde no existe población o donde se desea transformar la preexistente por razones económicas o políticas. El concepto de villa nueva implica también un cierto nivel administrativo y urbanístico. La aplicación de estas ideas al caso canario no se puede hacer de forma automática y exige una serie de precisiones. En las culturas aborígenes canarias la constitución de núcleos de población se encontraba en general muy poco desarrollada, aunque la situación difería de unas islas a otras. Además, los núcleos existentes estaban organizados en función de necesidades muy diferentes. Esto hace que apenas existan ejemplos de reutilización de ciudades, si exceptuamos la isla de Gran Canaria. En ésta, los

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principales ejemplos son las dos “capitales” aborígenes: Telde y Gáldar2. El primero es una clara muestra de yuxtaposición de núcleos castellanos y canarios. El segundo parece un caso de superposición de elementos europeos sobre otros indígenas, que terminan por difuminarse. En cualquier caso, el principio rector es siempre el mismo: creación de una aglomeración capaz de responder a las nuevas necesidades de la organización social del espacio. Eran éstas: órganos de gobierno político y religioso, instituciones para encauzar las actividades económicas y escenarios que representasen el nuevo orden social y su jerarquización. Las poblaciones así creadas estaban pensadas como lugares de aculturación, donde los diferentes grupos se veían forzados a adaptarse a la nueva situación, culturalmente europea y políticamente castellana. De lo anterior se desprende el carácter novedoso de las ciudades canarias. Ahora bien, las dificultades e incógnitas del proceso colonizador hacen que carezcan de un plan rector cerrado, lo que crea dificultades a la hora de determinar la fecha exacta de fundación, el marco administrativo concreto, el plan urbanístico, etc. Este hecho separa a la “villas nuevas” canarias del modelo tradicional, al conferirles un carácter evolutivo. Tal circunstancia no las eximía, sin embargo, del propósito de alcanzar los objetivos prefijados, que eran los propios de modelo castellano. En cuanto al nivel administrativo y urbanístico exigible a una villa nueva, hemos de hacer otra matización, nacida igualmente del carácter de la colonización canaria. La lejanía, la fragmentación del territorio y su escasa humanización hacen que los resultados obtenidos se mantengan en niveles discretos. Esta apreciación general admite, sin embargo, una graduación que separa las islas señoriales (Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera), ocupadas a comienzos del siglo XV y con un escaso desarrollo económico-social, y las islas realengas (Gran Canaria, La Palma y Tenerife), colonizadas a fines de dicho siglo y con un mayor nivel de desarrollo.

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Un análisis reciente sobre la Isla de Gran Canaria y la configuración urbana de Gáldar y Telde en los siglos inmediatamente anteriores a la Conquista puede verse en Onrubia Pintado, Jorge: La isla de los “Guanartemes”: territorio, sociedad y poder en la Gran Canaria indígena; (siglos XIV-XV). Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas, 2003.

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c. Villas-capitales: Por las circunstancias antedichas, nuestro estudio se limita a las Villas-Capitales de cada isla, que son las que alcanzan un cierto nivel político y urbanístico. Las funciones ejercidas por estas aglomeraciones crean una serie de elementos definitorios de las villas-capitales y, por ende, de las “villas nuevas” canarias. En el plano político, el primero de dichos elementos es la existencia de las casas capitulares, donde se desarrollan las reuniones del concejo, se imparte justicia y se conserva la documentación y los símbolos (rollo, pendón) de la urbe. La capitalidad civil se ve completada por la eclesiástica, dado que dichas villas son sede del beneficio principal o único de la isla. También son residencia del vicario insular, encargado de la administración de la justicia eclesiástica; y de la cilla, lugar de almacenamiento y gestión de las rentas decimales. La primacía política se veía incrementada por la económica y social. En primer lugar por el número y la calidad de la población avencindada. Se trata siempre del principal núcleo insular. En las Islas de Realengo concentraban casi la mitad de la población. En ellas se asientan la aristocracia y el artesanado que faltan en otros lugares. En sus cercanías, se concentraba la mayor parte de las instalaciones fabriles, obras públicas y equipamientos de carácter insular (carnicerías y pescadería municipal, pósito, mancebía, corral del concejo, conducción de agua, etc.). Fruto de su mayor desarrollo e importancia, son los únicos núcleos en contar con una traza urbana propiamente dicha, impulsada y regulada por las ordenanzas. La conservación de éstas permite conocer los materiales utilizados en las viviendas, la disposición de los solares, la ubicación y utilización de los espacios públicos, la escasa importancia de los elementos defensivos y la vinculación de los mismos a la prevención de desembarcos, etc. Aunque existió una villa-capital por isla, el catálogo sólo recoge seis fichas. La exclusión corresponde a la Isla de El Hierro, de cuya capital carecemos de datos cartográficos y documentales que permitan reconstruir su etapa fundacional, como se comentará en su lugar. En el caso de Lanzarote, se ha optado por mantener la primitiva capital insular, San Marcial de El Rubicón, en detrimento de la que lo fue por siglos, Teguise; a pesar de que de la primera sólo se

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conserven vestigios arqueológicos. Ello se explica por su importancia histórica pues, no en vano, se trata de la primera ciudad europea de Canarias y del conjunto de la expansión europea por el Atlántico. Además, se trata de un yacimiento de gran valor informativo, dado que se conoce la fecha de fundación (1402) y la que marca el final del proceso de abandono del asentamiento, con el traslado de la sede episcopal a Gran Canaria (1485). d.- Los elementos descripitivos (Ficha y Cartografía): La ficha utilizada contiene algunas modificaciones respecto al modelo propuesto por la organización del congreso. Se trata de una adaptación a las singularidades del caso canario que venimos comentando. Por ello, los campos: “Fecha de fundación”, “Nombre del fundador” y “Carta Puebla” han sido sustituidos respectivamente por los siguientes: “Fundación”, “Títulos y privilegios” y “Ámbito territorial y jurisdiccional”.

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Martín Rodríguez, F.G., La primera imagen de Canarias. Los dibujos de Leonardo Torriani. Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 1986. Mendoza y Salazar, Lope de, Discurso y Plantas de las las Yslas de Canaria. Edición y estudio de Aznar Vallejo, E. y Bello León, J.M. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas, 1999. Riviere, Antonio: Descripción Geográfica de las Islas Canarias (1740-1743). Edición y estudio de Tous Meliá,

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Las fichas del catálogo van acompañadas por muestras cartográficas históricas y actuales. En el primer caso, el punto de partida son los planos del ingeniero cremonés Leornardo Torriani que visitó las Islas en el último cuarto del siglo XVI, al servicio de Felipe II. Su temprana fecha y su calidad los convierten en pieza fundamental del estudio realizado. También se han utilizado respresentaciones tomadas de otros cartógrafos, caso de Lope de Mendoza y Salazar o de Antonio de Riviere3, o directamente obtenidas de los fondos del Archivo General de Indias. Esta información gráfica se ha confrontado con cartografía reciente (Años 1996 y 2002; Escalas: 1:1000 y 1:5000; Formatos DGN y DWG4) y con fotografía aérea con objeto de localizar y señalar las pervivencias en planta e identificar las líneas de evolución cronológica. El resultado final se recoge en el siguiente cuadro resumen y en el Mapa del Archipiélago, que muestra la ubicación de la villas seleccionadas:

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Juan. Museo Militar Regional de Canarias. Sta. Cruz de Tenerife, 1997. Para la cartografía se han usado los pliegos correspondientes de GRAFCAN – Cartográfica de Canarias S.A. Para la foto aérea se han utilizado los vuelos de 2004 propiedad de Coderch, Estudio de Urbanismo y Arquitectura S.L. A éstos últimos y especialmente a la arquitecto Dña. Carmen González Hernández, autora de las representaciones cartográficas, queremos expresar nuestro sincero agradecimiento.

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2.- Los Resultados: Villas “nuevas” de Canarias. Ficha Nº 1: San Marcial del Rubicón (Lanzarote) DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: No existe población, sólo vestigios arqueológicos. DENOMINACIÓN HISTÓRICA: Castillo de El Rubicón (1402) y Ciudad de San Marcial de El Rubicón (1404) FECHA DE FUNDACIÓN: 1402, asentamiento mediante pacto con los indígenas de los conquistadores franceses y construcción de un “castillo”. En 1404 dicho castrum es elevado al rango de civitas para convertirse en sede episcopal (Bula de Benedicto XIII de 7 de julio). PRECEDENTES: No existe ninguna referencia a la existencia de un poblado aborigen anterior a la llegada de los europeos. No obstante, existen evidencias arqueológicas del desarrollo de actividades ganaderas y cultuales.

mento la única residencia señorial en las Islas era el Castillo de El Rubicón y, por tanto, era la cabeza administrativa del territorio conquistado. La mencionada conversión en sede episcopal significó la capitalidad eclesiástica sobre las Islas conquistadas y sin conquistar hasta su posterior traslado a Gran Canaria en 1485. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: Concedido el título de Ciudad en 1404. ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: Desde el punto de vista administrativo, San Marcial fue sede del gobierno insular hasta su sustitución en esta función por la villa de Teguise a mediados del siglo XV. Este hecho se constata en la toma de posesión de la Isla en 1455 por parte del Gobernador Adrián de Benavente que se produce en ésta última población tal como recoge la Pesquisa de Cabitos5 al señalar que el concejo se encontraba reunido en la Iglesia de Santa María.

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CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: Entre finales de 1402 y principios de 1403, Jean de Bethencourt obtiene de Juan II de Castilla, mediante pleito homenaje, el Señorío del Archipiélago. En ese mo-

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Información sobre cuyo es el derecho de la isla de lanzarote, y conquista de Canarias, hecha por comisión de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel (Pesquisa de Cabitos). Estudio, transcripción y notas de E. Aznar Vallejo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1990.

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Desde el punto de vista eclesiástico, San Marcial de El Rubicón mantiene su papel como cabeza del único obispado del Archipiélago hasta 1485, cuando éste se traslada a Gran Canaria. El culto a San Marcial, patrono Insular, perdura en el lugar con intervalos hasta que en 1631 el Obispo Cámara y Murga6 ordena su traslado “dos leguas al interior”, lo que supone primero el establecimiento de su culto en Maciot y, más tarde, en Femés. Durante todo este período, el asentamiento era también centro rector del tercio sur de Lanzarote, zona que constituía la Dehesa de Tagaciago, al sur de Los Ajaches. Con posterioridad, este protagonismo lo adquirirán las Casas de Maciot. BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: Los elementos constitutivos fundamentales del núcleo se organizan en torno a un eje central que se corresponde con el amplio cauce del barranco en su tramo final previo a su desembocadura en la playa. De esta manera, la torre-fortaleza se construye en un promontorio situado en la margen derecha de dicho barranco, mientras que la iglesiacatedral se ubica en un pequeño llano en la margen izquierda, a cuyas espaldas se encuentra un área reservada para enterramientos. El barranco actúa como canalizador de las circulaciones desde la playa, utilizada como puerto natural, y un estrechamiento a cierta distancia hacia el interior que se erige en un cerramiento natural del área en la que se ubica el asentamiento. En el lecho del mismo y a escasa distancia de los dos elementos citados, se encuentran varios pozos ejecutados en cantería y resueltos mediante diferentes técnicas constructivas. Dichos pozos utilizan un sistema de captación de agua mediante capilaridad que es una adaptación del sistema habitualmente utilizado por los aborígenes. En ambos már-

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Constituciones sinodales del Obispado de la Gran Canaria y su Santa Iglesia con su primera fundación y traslación, vidas sumarias de sus obispos, y breue, relacion de todas las siete islas. Imprenta de Juan González. Madrid, 1631. Puede consultarse en http://bdigital.ulpgc.es/mdc/

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genes del mismo lecho se encuentran restos de construcciones europeas de entre las que ha sido posible identificar una zona fabril, con restos de un horno y almacenes someramente excavados en la roca en la margen izquierda y otras que parecen fondos de cabañas de planta cuadrada en la derecha. Se han identificado igualmente vestigios de viviendas claramente aborígenes (planta circular y muros de piedra seca), en el tramo final del promontorio de la margen izquierda, a continuación de la zona ocupada por la iglesia7. ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: Pozo de San Marcial, constituido por dos cámaras de planta rectangular dispuestas en L y cubiertas con una bóveda de medio cañón y precedidas por un arco de medio punto al que se accede a través de una escalinata de cantería. En la primera de ellas se abre un brocal de sección cilíndrica. Pozo de La Cruz, constituido por una cámara de planta rectangular, también precedida de una escalinata aunque de menor entidad que el caso anterior, y cubierto por una falsa bóveda de cantería. En su interior se han identificado grabados incisos de factura aborigen que representan podomorfos y el símbolo de la Diosa Tanit. Esto último se ha interpretado como muestra de la coexistencia entre europeos e indígenas durante los primeros tiempos del asentamiento, lo cual es corroborado por las fuentes escritas. Torre de San Marcial. Solamente quedan algunos restos de la cimentación y arranque de algunos muros; se trata de una construcción de planta cuadrada elaborada en sillería y mampostería. Solar de la Iglesia-Catedral, señalado por una cruz cuyo basamento se realizó utilizando algunos sillares del antiguo edificio.

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Tejera Gaspar, A. y Aznar Vallejo, E., San Marcial de Rubicón. La primera ciudad europea de Canarias. Artemisa Ediciones SL. La Laguna-Tenerife, 2004.

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Fig. 1.San Marcial del Rubicón. Imagen aérea 2004.

Fig. 2.Levantamiento del yacimiento arqueológico en 1986-1988

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FICHA Nº 2. Sta. María de Betancuria DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: Santa María de Betancuria DENOMINACIÓN HISTÓRICA: Santa María de Betancuria FECHA DE FUNDACIÓN: 1404, el asentamiento nace vinculado a la construcción de una torre de conquista denominada Val Tarajal, que no ha sido localizada con seguridad hasta la fecha. PRECEDENTES: No hay constancia de la reutilización de asentamientos aborígenes, si bien la zona reunía las condiciones ecológicas adecuadas para el tipo de vida de éstos. CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: Tras la conquista de Fuerteventura, desarrollada entre 1403 y comienzos de 1405, Jean de Bethencourt, en su calidad de Señor del Archipiélago, reutiliza una construcción defensiva levantada por Gadifer de La Salle, su ex compañero en la empresa, para ubicar la residencia señorial que da lugar al primer poblamiento europeo de la Isla, el cual ostenta la capitalidad administrativa8. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: Le corresponde el título de Villa en su calidad de capital insular siguiendo el antiguo principio de “Villa y Tierra”. A pesar de haber sido sede de un efímero Obispado de Fuerteventura, nunca usó el título de ciudad que en derecho le hubiese correspondido. ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: En el plano administrativo, Betancuria fue cabecera del gobierno insular hasta su sustitución en esta función por la Villa de La Oliva a mediados del Siglo XVIII. Desde el punto de vista eclesiástico, en ella se le-

vantó la primera y, durante mucho tiempo, única parroquia de la Isla que, entre 1424 y 1430, fue constituida como sede del efímero Obispado de Fuerteventura cuyo ámbito se reducía a los límites de la Isla9. En las proximidades de la villa se ubicaba el Convento Franciscano de San Buenaventura, que durante los tres primeros cuartos del siglo XV fue la sede canaria de la Vicaría Franciscana y base de las labores misionales en todo el Archipiélago10. BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: Ubicada en el sector central de la Isla y siguiendo el patrón de asentamiento común a la conquista francesa de Lanzarote y la propia Fuerteventura, la actual villa se desarrolla a partir de la posición fortificada y construcciones aledañas denominada por la Crónica de la Conquista “Torre de Val Tarajal”, primitivo emplazamiento señorial compuesto por la citada torre, una pequeña ermita, un perímetro defensivo y otras edificaciones en su entorno inmediato. La villa, como antes el emplazamiento descrito, se ubica en una pequeña colina que domina el cauce del barranco, quedando bajo su control el curso de agua y las vías naturales de comunicación con el exterior, incluído el paso hacia un puerto de mar. La elección de un lugar tan hacia el interior de la isla se justifica por sus excelentes condiciones ecológicas. La villa se funda en un pequeño altozano situado en la ribera derecha del Barranco de Río de Palmas. Las primeras edificaciones se distribuyeron en una plataforma de suave pendiente ubicada a la derecha del templo, dominando el cauce del citado barranco. Partiendo de este núcleo original, la villa crecerá ocupando ambos márgenes del curso de agua y siguiendo su recorrido como eje de desarrollo. ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: - Iglesia se Santa María de Betancuria. - Convento de San Buenaventura (Iglesia conventual y Cueva de San Diego).

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Aznar Vallejo, E., Corbella, D., Pico, B. y Tejera, A., Le Canarien. Retrato de dos mundos. Instituto de Estudios Canarios, La Laguna-Tenerife, 2007.

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Wölfel, D. J., , en Investigación y Progreso, Tomo VIII, Madrid, 1934, pp. 83-89. Rumeu de Armas, A., , Revista de Indias, 109-110. Sevilla, 1967. Pp. 286-311.

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Fig. 3.- Vista aérea del casco de Betancuria y reconstrucción de la trama urbana original sobre cartografía actual.

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FICHA Nº 3. San Sebastián de La Gomera DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: Villa de San Sebastián de La Gomera DENOMINACIÓN HISTÓRICA: Villa de San Sebastián de La Gomera FECHA DE FUNDACIÓN: Tradicionalmente se acepta el año 1445, cuando se construye la Torre Señorial PRECEDENTES: No hay constancia de la existencia de asentamientos aborígenes en la zona. El lugar se escoge por sus excelentes cualidades como puerto natural y la facilidad de acceso desde él hacia el interior de la Isla. El uso del mismo por lo europeos se constata desde los inicios de los contactos con los naturales. CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: La construcción de la primera torre está ligada al establecimiento de un pacto entre los señores y el “bando” aborigen de Ipalán. Dicho pacto se ampliará posteriormente y de manera paulatina al resto de “bandos” indígenas, culminándose este proceso hacia la década de los setenta del siglo XV, momento en que el asentamiento se convierte en capital administrativa de la Isla, posición que ocupa hasta la actualidad. En 1484, al producirse la división en el Señorío, las islas de La Gomera y El Hierro pasan a constituir una unidad bajo el mando de Fernán Peraza “el joven”, quedando por dilucidar si San Sebastián ejercía también un papel rector sobre esta última Isla. Consta, en cualquier caso, que es la única residencia señorial y centro administrativo para ambas. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: Le corresponde el título de Villa en su calidad de capital insular siguiendo el citado principio de “Villa y Tierra”.

BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: La villa se ubica en el margen izquierdo de la desembocadura de un valle de suave pendiente flanqueado por dos cordilleras y cruzado por varios barrancos. El asentamiento original se desarrolla en el extremo Este, protegido por la vecina cresta y a la ribera de uno de dichos barrancos. Advirtiendo que la línea de costa se ha desplazado notablemente hacia el Sur, la villa original ocupaba desde la playa hasta la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de La Asunción, mediante una trama ortogonal que formaba una manzana principal constituida por viviendas de una planta con huertas interiores colindantes. En su extremo Norte, entre dicha manzana y la Iglesia se ubicaba un espacio abierto que actuaba como plaza, mientras que en el otro extremo las casas daban directamente a la playa. A ambos lados de esta manzana se ubicaba una hilera de casas de una altura y planta sencilla. Como prolongación del viario, de la Iglesia partía un camino que conectaba el núcleo con la ermita de San Sebastián. Al otro lado del barranco y a corta distancia del núcleo poblado se sitúa la torre señorial que da origen al asentamiento. En el conjunto de la desembocadura del valle, dicha torre ocupa una posición estratégica central, teniendo bajo su control el desembarcadero y la principal vía de acceso hacia el interior de la Isla. La potencia defensiva de su edificación se veía acrecentada por hallarse entre dos barrancos que le daban una posición ventajosa en el territorio. ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: Pozo de la Aguada, situado en la antigua Aduana Señorial, que según la tradición fue usado en el primer viaje colombino. Iglesia de Ntra. Sra. de La Asunción. Ermita de San Sebastián. Torre “del Conde”.

ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: Desde el punto de vista administrativo, San Sebastián ha sido sede del gobierno insular hasta nuestros días. Desde el punto de vista eclesiástico, San Sebastián fue sede de la primera y, durante mucho tiempo, única parroquia de la Isla.

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Fig. 4.- San Sebastián de La Gomera según Leonardo Torriani, 1586

Fig. 5.- Casco de San Sebastián de La Gomera, Foto Aérea (2003)

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Fig. 6.- Distribución interior de la manzana original de la Villa de San Sebastián (anónimosin fecha)11

Fig. 7.- Reconstrucción de la trama original sobre cartografía actual

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Apud. La Gomera a través de la cartografía 15881899. Ed. de Juan Tous Meliá. Museo Militar Regional de Canarias. Sta. Cruz de Tenerife, 1998.

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FICHA Nº 4. Real de Las Palmas DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria DENOMINACIÓN HISTÓRICA: En orígen Real de Las Palmas, luego Villa del Real de Las Palmas o de las Tres Palmas y, posteriormente Ciudad de Las Palmas. FECHA DE FUNDACIÓN: 24 de junio de 1478. PRECEDENTES: Hacia mediados del siglo XIV misioneros mallorquines establecieron un asentamiento en la actual zona de Santa Catalina, el cual no prosperó. Dicho asentamiento se encontraba a medio camino entre el posterior núcleo fundacional de la villa y su principal puerto, llamado “de Las Isletas”. CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: Concluida la conquista en 1483, el Gobernador Pedro de Vera organiza el primer Concejo mediante el nombramiento de Regidores12. En 20 de diciembre de 1494 se concede Fuero propio a la Isla13. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: En 1506 Fernando el Católico concedió a Las Palmas de Gran Canaria y a la Isla su escudo de armas. Carlos V le concedió el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad Real de Las Palmas14. ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: La villa se constituye como capital administrativa de la Isla, al ser sede del concejo insular y, también, de una de las tres zonas de repartimiento de tierras. Desde 1485 la villa es además capital reli-

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En 1489 se cita por primera vez la existencia de un alcalde. Documentos Canarios en el Registro del sello: 1476-1517. Transcripción y edición por E. Aznar Vallejo. Fontes Rerum Canariarum nº 30. Madrid, 1981. Doc. nº 127 de 17-I-1489. Véase también Abreu Galindo, Fr. Juan de: Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria, Edición y estudio de A. Cioranescu. Goya Ediciones. Sta. Cruz de Tenerife, 1977. Capítulo. XXVI, p. 239. Libro rojo de Gran Canaria o Gran libro de provisiones y Reales Cédulas. Introducción por Pedro Cullén del Castillo; presentación por Francisco Morales Padrón; revisión, ordenación e índices por Manuel Lobo Cabrera. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas, 1995. Doc. 4 – RC de 20-XII-1494. Abreu Galindo, Fr. Juan de: Historia de… Cap. XXVI, p. 242.

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giosa, al residir en ella el Obispado CanarienseRubicense cuyo ámbito de influencia es el conjunto del Archipiélago. Por último, es cabeza de uno de los tres beneficios eclesiásticos en que en origen se divide la Isla. BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: Los primeros solares para casas se reparten en el margen derecho del tramo final del Barranco de Guiniguada, lugar donde se ubicaba el Campamento militar o Real que da orígen a la población. El primitivo caserío se construye en el entorno de una capilla levantada por los conquistadores, bajo la advocación de Santa Ana y que la tradición identifica con la actual Iglesia de San Antonio Abad. Este núcleo, situado en una loma de suave pendiente, se denominará La Vegueta. En pocos años, la población prosperará y ocupará la otra margen del Barranco, aprovechando las condiciones del terreno. De esta manera surge el barrio de Triana, denominado así por analogía con la ciudad de Sevilla, de la que proceden buena parte de los habitantes. Esta expansión hacia el Este se explica, además, por la intención de acercar la población al primer puerto de la ciudad de cuyo uso se tiene constancia; “la Caleta” o puerto de San Telmo, después llamado “de Las Palmas”. Más allá comenzaba una zona prácticamente despoblada de lo que da fe la ubicación del lazareto, documentado desde 1510. No obstante, en la misma dirección aunque a una distancia considerable se encontraba un puerto exterior, el denominado “de Las Isletas”, de excelentes condiciones naturales para el fondeo. Hacia este último tenderá a crecer la ciudad de manera continuada en los siglos siguientes. Las características del terreno determinaron la evolución en planta de ambos núcleos, de tal forma que en el primero, la orografía dificultó la existencia de una trama ortogonal aunque es evidente el esfuerzo por conseguirla, como evidencia el entorno de la Plaza Mayor en la que se ubican la Catedral y las Casas Consistoriales. En el segundo, desde un primer momento se diseña una cuadrícula casi perfecta, cuyo eje principal es la calle Mayor de Triana que, en los siglos siguientes, se prolongará y guiará la mencionada expansión hacia el Puerto.

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ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: - Iglesia de San Antón. - Catedral de Santa Ana. - Conjunto de las casas-palacio de Vegueta, con especial mención al Palacio Episcopal y a los edificios orginales de la denominada “Casa de Colón”.

- Casas del siglo XV-XVI en la Calle Mayor de Triana y su entorno. - Castillo de La Luz.

Fig. 8.- Vista de conjunto del Real de Las Palmas y el Puerto de La Luz en el siglo XVII y en la actualidad, señalándose en este último caso los lugares significativos en el proceso de fundación.

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Fig. 9.- Planta del Real de Las Palmas a finales del siglo XVI y pervivencia de la trama original en la actualidad.

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FICHA Nº 5. Santa Cruz de La Palma

DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: Ciudad de Santa Cruz de La Palma DENOMINACIÓN HISTÓRICA: Ciudad de Santa Cruz de La Palma (Villa de Apurón) FECHA DE FUNDACIÓN: 3 de mayo de 1493 PRECEDENTES: En el proceso de conquista de la Isla, la zona no pertencía a los bandos de paces y, por tanto, no era lugar de relaciones con los europeos. A pesar de ello y dada sus cualidades geográficas el conquistador decide localizar allí la capital. En su término no hay poblados indígenas importantes, si bien en sus cercanías se encuentra la Cueva de Caría, que algunas fuentes señalan como lugar de reunión de los indígenas y que, según la tradición, fue utilizada por los castellanos para celebrar las primeras reuniones del recién creado Concejo15. CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: Concluida la conquista en 1493 el Gobernador Alonso Fernández de Lugo organiza el primer Concejo mediante el nombramiento de Regidores. Esta institución y su homónima de Tenerife compartirán el mismo Corregidor, es decir el propio Fernández de Lugo. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: Villa desde su origen y título de ciudad en 154216. ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: La villa se constituye como capital administrativa de la Isla, al ser sede del concejo que tiene ámbito insular, aunque su Gobernador es conjunto con Tenerife. A su vez, la villa es la capital religiosa, al ser sede de la primera parroquia y, también, del primer Beneficio erigido en la misma del que no se escindirán otros hasta 1533.

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BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: La población se sitúa en un tramo de costa que pronto adquiere una fuerte pendiente. El núcleo original se desarrolla entre dos elementos fundamentales. En su extremo Sur, el incipiente puerto, presidido por la Torre de San Miguel, baluarte de planta exagonal del que ya se tiene noticia en 1515. Esta torre custodiaba el arranque del muelle cuyas obras se inician en 1521. En el extremo Norte la Iglesia Matriz y otros edificios señalados, lindantes con la desembocadura del Barranco de Dolores. Entre estos límites, la población se dispone siguiendo un eje longitudinal paralelo a la costa, teniendo como elementos fundamentales del viario la propia línea de playa y, paralelamente en su trasera, la “Calle Real” que actúa como vía principal de comunicación y desarrollo urbano. El resultado final es una trama ortogonal continua formada por varias manzanas consecutivas de viviendas con patios y huertas interiores colindantes. Hacia el Norte, y más allá del barranco, existía a cierta distancia un establecimiento franciscano -origen del Convento de la Inmaculada Concepción- que dará lugar con el tiempo a la prolongación del núcleo fundacional, siguiendo los mismos ejes de desarrollo y unos patrones urbanos similares.

ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: - Iglesia de El Salvador. - Casas consistoriales. - Convento de San Francisco. - Calle Real y sus casas tradicionales. - Palacio de Salazar. - Casas balconadas de la Avenida Marítima.

Lorenzo Rodríguez, Juan B.: Noticias para la Historia de La Palma. San Cristóbal de La Laguna-Santa Cruz de La Palma, 1987. I, p. 138. Idem. p. 147.

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Fig 10.- Planta de la Santa Cruz de La Palma a finales del siglo XVI y reconstrucción de la trama original sobre cartografía actual

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Fig 11.- Viario de Santa Cruz de La Palma en 1770. Archivo General de Indias, Mapas y Planos. Europa y África, nº 24

FICHA Nº 6. San Cristóbal de La Laguna DENOMINACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN: Ciudad de San Cristóbal de La Laguna DENOMINACIÓN HISTÓRICA: Villa de San Cristóbal de La Laguna FECHA DE FUNDACIÓN: Corpus Crhisti de 1496. Fecha de carácter simbólico que hace referencia al primer acto público celebrado en el nuevo asentamiento. PRECEDENTES: Existencia del “Real de San Miguel” en el lugar denominado Gracia, el cual se sitúa en el término de la futura villa y se documenta desde el 8 de septiembre de 149517. Creemos que al mismo se refieren, tanto la mención de 26 de enero de 1496 a “la villa que se fase”18, como la Aznar Vallejo, E.: . XII Coloquio de Historia Canario-Americana (1996). Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas, 1998. p. 374 18 Rumeu de Armas, A., La Conquista de Tenerife. Apéndice nº 21. Instituto de Estudios Canarios, La LagunaTenerife, 2006 (2ª).

declaración de Francisco de Corvalán en 1506 en la que afirma que “quedó en la laguna con cierta gente en guarda della”. Tal convicción nace de que ambas referencias son anteriores a las últimas operaciones de conquista y sólo tras la conclusión de éstas se pudo fundar la primitiva villa de San Cristóbal19. CONSTITUCIÓN ADMINISTRATIVA: Creación por el Gobernador Alonso Fernández de Lugo del Concejo de la Isla, cuya cabeza era la villa de San Cristóbal. El primer acuerdo conservado data del 9 de julio de 1497. TÍTULOS Y PRIVILEGIOS: Concedido escudo de armas en 1510 (RC de Juana I de Castilla de 23 de marzo). El Concejo se arrogó el título de ciudad en 1521 (Acuerdo del Cabildo de 21-VII) lo que no fue confirmado por Carlos I hasta 1531

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A. de Viana, La Conquista de Tenerife (Ed. de A. Cioranescu). Cabildo Insular. Sta. Cruz de Tenerife, 1971, II, pp. 268-269.

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(RC de 20 de enero). Obtuvo el título de “Noble” tres años después (RC de 8 de septiembre de 1534). ÁMBITO TERRITORIAL Y JURISDICCIONAL: La villa se constituye como capital administrativa de la Isla, al ser sede del concejo que tiene ámbito insular. A su vez, la villa es la capital religiosa, al ser sede de la Vicaría de Tenerife y, también, del primer Beneficio erigido en la misma. BREVE DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO URBANO: Inicialmente existen dos núcleos separados y autónomos denominados Villa de Arriba al Norte y Villa de Abajo al Sur, separados por un terreno en parte baldío y en parte ocupado por construcciones dispersas, incluido el corral del concejo. En 1500, el concejo acordó la prohibición de futuros desarrollos de la Villa de Arriba como fórmula de potenciar el crecimiento de la Villa de Abajo (Acuerdos 24-IV-1500). Para ello ordenó construir “desde el hospital de Santo Espíritu hasta el lugar de abajo”. El desarrollo de éste último se acelera y para 1503 ya existen indicios de una trama urbana incipiente cuyo centro es la “plaza de la villa” (Acuerdos 11-VII-1503). A diferencia de lo que tradicionalmente se ha pensado, la nueva villa no se constituyó en sentido Norte-Sur, sino que la población se desarrolla mediante una trama cuadrangular en sentido Oeste-Este. Se aprovechó, así, la zona más llana y con mejores condiciones comprendida entre el declive del terreno que precede al Barranco de Cha Marta (hoy cubierto) al Oeste, el límite de la dehesa en la zona del convento de San Miguel de Las Victorias al Este, el llamado al Sur y el mencionado hospital y la ribera de la laguna al Norte. Con posterioridad, este núcleo crece en dirección Oeste y Norte, en éste último caso apoyado en la creación de la se-

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gunda Parroquia, la de Los Remedios. Este proceso no adquiere una intencionalidad política manifiesta hasta el momento en que el Concejo decide, ante el crecimiento del caserío y acorde con su voluntad de obtener el título de ciudad, ordenar su desarrollo. Esta voluntad queda plasmada en el Acuerdo de 11 de enero de 1516 por el que se decide poner “límites a hasta donde la ciudad ha de llegar, dentro de los cuales límites se pueble y haga la ciudad y de allí fuera no se dé solar ni hagan casa”. En esta ordenación, la nueva Iglesia de Los Remedios tendrá una posición central y el espacio ocupado permitió consolidar una retícula ortogonal de vías y solares para casas. El rápido crecimiento de la ciudad hará que estos límites sean sobrepasados y finalmente la villa de arriba sea absorbida, consolidándose entonces sí el eje Norte-Sur. Este hecho se apoya en la existencia de una red viaria que conectaba la villa con el Norte de la Isla. ELEMENTOS EMBLEMÁTICOS: - Políticos: las Casas del Concejo. - Religiosos: dos parroquias (Ntra. Sra. de La Concepción y Virgen de Los Remedios), dos ermitas (San Miguel y San Cristóbal) y tres conventos (San Miguel de Las Victorias (franciscano), Santo Espíritu (agustino), Santo Domingo (dominico). - Asistenciales: Hospital de Dolores y Hospital de San Sebastián. - Sociales: casonas nobiliarias (Casa de Lercaro, Palacio de Nava, Casa de Anchieta, Palacio Salazar, etc..) Casas de mercaderes (Casa Bigot, Casa Mustelier). - Urbanos: Plaza de El Adelantado (plaza de abajo). Plaza de El Cristo (cuyo solar ocupa parte de la antigua dehesa). Plaza de La Concepción. Plaza de Los Remedios. Plaza de La Junta Suprema (antiguamente “juego de los bolos”, una de las riberas de la laguna).

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Fig. 12.- Plano de situación de los diferentes emplazamientos que dan origen a la Villa de San Cristóbal y vista aérea actual.

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Fig. 13.- Plano de la Villa de San Cristóbal en 1586, levantado por Leonardo Torriani.

Fig. 14.- Vista aérea de la trama urbana de la “Villa de Abajo” y su representación sobre cartografía actual.

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3. Desarrollo de un ejemplo paradigmático. San Cristóbal de La Laguna

Fig. 15.- La ciudad de San Cristóbal de La Laguna, en 1814.

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Los casos seleccionados presentan un desigual desarrollo urbanístico. Entre las islas señoriales destaca San Sebastián de La Gomera, cuya trama es sencilla pero clara, gracias a las buenas condiciones del terreno donde se ubica. Las islas realengas en su conjunto presentan un mayor desarrollo, fruto de un proceso de colonización más dinámico y con mayores pretensiones en la ordenación del espacio. Entre ellas sobresalen Las Palmas de Gran Canaria y San Cristóbal de La Laguna. Ésta última ha conservado lo sustancial de su legado documental, por lo que cuenta con mayores medios para su estudio. Por eso nos fijaremos en el caso de La Laguna. a.- Análisis Histórico20 La Villa de San Cristóbal de La Laguna es el mejor ejemplo del carácter evolutivo de los emplazamientos ligados al proceso de colonización. Inicialmente prevalecen en él los valores defensivos, tanto durante la fase de la conquista (Real de San Miguel en Gracia) como en el período inmediatamente posterior a la misma (establecimiento en el “mogote” que dominaba la laguna y que constituye el germen de la Villa de Arriba). A continuación, se abren camino los valores de tipo residencial. Esto lleva a ocupar la zona llana, con mejores condiciones para la edificación, lo que se traducirá en la aparición de la Villa de Abajo. Otro tanto cabe decir del proceso de urbanización, que pasa de ser espontáneo a reglado. Este extremo es visible en primer lugar en la prohibición y, más tarde, marginación de la Villa de Arriba. En su lugar se proyecta un nuevo núcleo regido por la ortogonalidad, visible en la propia normativa del cabildo “que las calles vayan derechas” y por la regularidad. Ésta última se obtuvo mediante el entrecruzamiento de vías en sentido Oeste-Este y Nor-

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El presente análisis es una reflexión fundamentada en trabajos anteriores, entre los que cabe citar: Aznar Vallejo, E: La integración de las Islas Canarias a la Corona de Castilla (1478-1526). Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas, 1992; Larraz Mora, A.: La vida cotidiana en Tenerife a raíz de la Conquista. La vivienda, Tipología y sistemas constructivos. Memoria de Licenciatura inédita. Universidad de La Laguna. 1996 y Aznar Vallejo, E.: . Anuario de Estudios Atlánticos, nº 54-I, pp. 169-205.

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te-Sur, dando como resultado una trama relativamente uniforme y constituida por manzanas de proporciones semejantes. Sin embargo, la separación de los dos núcleos no se mantuvo en el tiempo. A pesar de la hostilidad de las autoridades hacia la Villa de Arriba, la presencia de la Iglesia de La Concepción y la fuerza de las cosas hicieron que dicho núcleo no desapareciera. Asegurada su coexistencia, la proximidad de ambos poblados y la lógica de las comunicaciones insulares tendieron a unirlos, imponiendo la definitiva fisonomía de la ciudad. Hay que tener en cuenta que San Cristóbal de La Laguna se encuentra en el punto de unión de las dos vertientes de la Isla, de tal suerte que desde la Villa de Arriba partían los caminos que comunicaban con los principales pagos del norte (“Camino de la Villa de La Orotava”, “de Tacoronte” y “de Tegueste”), mientras que desde la Villa de Abajo salían las vías que se dirigían al puerto de la Ciudad (Santa Cruz) y a Candelaria, cabecera de la comunicación con el Sur. La segunda nota del proceso de “normalización” es su preocupación por la dignificación del caserío, visible en la promoción de las casas tejadas en detrimento de las pajizas, demolición de obras clandestinas, mantenimiento de las calles expeditas y derribo de los elementos que las ocupaban ilegalmente, obligación de construir de acuerdo con una técnica y modelo dados, regulación de los muladares y mancebías, apertura de nuevas calles, etc. La tercera vía para el ennoblecimiento de la población fue la promoción de las obras públicas. Entre éstas, ocupan un lugar destacado las “Casas del Concejo”, que servían de consistorio, audiencia de los alcaldes, cárcel y pósito. Hasta 1512 se utilizaron para tales fines algunas iglesias, residencias de las autoridades y edificios alquilados. A partir de esa fecha se levantan edificaciones mediocres que no dan paso hasta 1541 a un edificio con la suficiente entidad y calidad. Éste último es el que constituye el núcleo del actual palacio municipal. En el plano económico, las principales obras públicas fueron las carnicerías municipales y la red de abastecimiento de aguas. Las primeras comenzaron siendo iniciativas particulares pero sometidas a las normas de los diputados concejiles. Con el tiempo se pasó a la construcción directa por parte del Cabildo, que en 1522 las estableció en el

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que habría de ser su emplazamiento hasta casi nuestros días: la Plaza del Mercado, en la esquina del barranco al que dan nombre. En el segundo caso, el medio tradicional de aprovisionamiento había sido la propia laguna, cuya agua se condujo a un pilar próximo al Convento de San Francisco. A este caudal vino a sumarse el agua de los pozos, dos de los cuales fueron construidos por el Cabildo, uno en la Villa de Arriba y otro en la Villa de Abajo. Ambos recursos prestaban un servicio deficiente, especialmente en verano, por lo que se decidió conducir a la ciudad los caudales de la Sierra del Obispo (actual Monte de Las Mercedes) y del arroyo de Tegueste, distantes ambos varios kilómetros de la población. En esta obra se trabajó desde 1511 pero los cambios técnicos (tan pronto se adoptaba el sistema de canales de madera sobre esteos, como el de “atanores” de barro en tierra o bajo de ella) y dificultades financieras retrasaron su conclusión. Hasta 1523 el agua no llega a la plaza principal, trabajándose a partir de entonces en su conducción a las plazas de Los Remedios y de La Concepción. El Concejo también participó en el levantamiento de iglesias, conventos y otros edificios religiosos. Su primera preocupación fue la Parroquia de La Concepción, iglesia matriz y lugar de enterramiento de los conquistadores, para la que solicitó el título de concatedral. Este interés desapareció pronto, al compás de su política de promoción de la Villa de Abajo. Por esta razón se volcó con la nueva Parroquia de Los Remedios a la que cedió terrenos, estableció las trazas de la iglesia y su plaza, nombró mayordomo de la fábrica a alguno de sus miembros, obtuvo “recepturía” del obispo para recaudar limosnas y solicitó la ayuda de la Corona. El Regimiento y sus miembros participaron también en la creación de las primeras ermitas de la población: San Miguel, San Cristóbal, Nuestra Señora de Gracia y San Lázaro. Y lo mismo hicieron con los conventos de la época fundacional: San Francisco, Espíritu Santo y Santo Domingo; y con los hospitales de dicha época: San Sebastián y Nuestra Señora de Los Dolores. La trama urbana también servía al desarrollo de un proceso de “socialización”que no tenía parangón en otros lugares de la Isla. El mismo se producía

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en las calles públicas o reales y en las plazas. Su primera manifestación, aparte de las desarrolladas en las instituciones laicas y eclesiásticas, es el mercado ubicado en la plaza mayor y en las calles aledañas, como la de “la caza”, aunque en determinados momentos se autorizó la venta en la plaza de la Villa de Arriba. Las relaciones establecidas en este ámbito se prolongaban en las puertas de los vendedores autorizados (regatones, trecemeras), en la carnicería municipal, en los mesones, y en los obradores de los artesanos, que inicialmente no se concentraban en un único lugar, aunque existía la tendencia a hacerlo. Otra muestra del proceso de socialización eran las manifestaciones públicas, organizadas por el concejo y en las que participaba el conjunto de la población. Unas tenían mayor carácter oficial, ligadas a las buenas o malas nuevas referentes a los reyes o al reino; y otras mayor ambiente popular, unidas a las fiestas del calendario. Entre las primeras se contaban las exequias por los monarcas fallecidos, el alzamiento de pendones por los nuevos reyes, las bodas reales, las victorias militares o la incorporación de la Isla. Entre las fiestas anuales destacaban Corpus Christi, San Juan y Santiago. Para las conmemoraciones fúnebres los actos organizados eran ceremonias religiosas, ropas de luto para los miembros del regimiento y prohibición de expresiones de alegría. En las celebraciones festivas las ceremonias consistían en cultos y procesiones, ornatos de calles y plazas, luminarias de noche, juegos de cañas y sortijas, danzas de espadas, bailes, etc. Tanto unas como otras eran sufragadas con los bienes de propios, excepto las de Corpus Christi que se costeaban mediante repartimiento entre los vecinos a través de los mayordomos de los “oficios”. La villa-capital contaba, además, con servicios públicos que faltaban en otros núcleos de población. Sin duda, el de mayor repercusión social era el de la enseñanza, pues el lector de gramática debía ocuparse del conjunto de los hijos de los vecinos, tanto de la villa como de otras poblaciones, para los que se proyectó levantar una residencia. También se contaba con médico y boticario, cuyos servicios se orientaban prioritariamente a los regidores y sus familiares, si bien su presencia constituía una garantía sanitaria para el conjunto de la población.

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La ordenación del espacio, tanto interior como exterior, marcó la fisonomía de la naciente población y condicionó su ulterior desarrollo. En primer lugar, por la política de reparto de solares y por la organización interna de éstos. Respecto del primer punto, hay que decir que no existió una norma única de repartimiento, aunque hubo una tendencia a crear lotes rectangulares, en los que el fondo del solar equivalía aproximadamente al doble del frente. Sus dimensiones oscilaban pero la media se situaba en los 15 x 30 metros. En cuanto al segundo, la superficie edificada suponía en torno a 1/3 del total del solar. La vivienda ocupaba todo el frente, disponiéndose a continuación el corral y el huerto, sobre los que crecerán posteriormente los patios. La suma de los solares de una calle y de la que se encontraba a sus espaldas constituían manzanas que tendían a la regularidad. La regulación del entorno también influyó en el devenir de la población. La necesidad de asegurar el abastecimiento de sus vecinos se tradujo en la promoción del mercado local, mediante la incentivación de los precios autorizados, y la puesta en cultivo de nuevas zonas agrícolas. Para esto último, se parcelaron tierras de pan llevar en el Rodeo Alto, se creó un pago de viñas en San Lázaro y se rodeó a la población de dehesa.

b.- Lectura Contemporánea El casco histórico de San Cristóbal de La Laguna, declarado Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad, es un instrumento perfecto para adentrarse en el conocimiento de la Historia insular, dado su gran poder de evocación. Ahora bien, para que el conocimiento así generado sea cabal conviene establecer una serie de presupuestos. El primero de ellos es que la ciudad histórica no es la suma de elementos singulares (iglesias, palacios, fuentes…) sino el resultado de la acción de un colectivo humano que produjo la “ordenación social del espacio”. Este término, debido al profesor García de Cortázar, hace mención a la relación dialéctica de tres elementos: un espacio, una sociedad y una organización del primero por la segunda. En el caso de La Laguna, dichos elementos presentan pecu-

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liaridades que hay que tener en cuenta. El espacio sobre el que se va a actuar se encontraba virgen, dada la ausencia de asentamientos aborígenes previos y el escaso efecto transformador de una ganadería transhumante. La población encargada de la transformación del medio era una sociedad en formación, fruto de la mezcla de diversos contingentes europeos y de los procesos de aculturación con los grupos africanos. Por último, los principios organizativos aunque inspirados en los existentes en la metrópoli, sufrieron una serie de adaptaciones que permiten hablar de una “sociedad de frontera”. El resultado final será la creación de un concejo, con autoridad sobre toda la isla, que se dota de diversos elementos de representación, especialmente las casas consistoriales. Dicho establecimiento será además cabecera de un beneficio eclesiástico, dividido en las parroquias y dotado de conventos e iglesias menores. La urbe así creada reunirá la mayor parte de la población insular y el grueso de dos grupos característicos: la aristocracia y el artesanado. También será centro de la vida económica, por lo que se dotará de instalaciones y atraerá a productores y mercaderes. El segundo punto que hay que considerar para abordar correctamente el estudio de la ciudad es la necesidad de huir de las falsas continuidades históricas. Aunque la villa fue fundada a finales del siglo XV y esta etapa inicial tuvo amplia repercusión en el futuro de la misma, no todos los elementos que constituyen su patrimonio proceden de aquella época. El legado histórico debe ser interpretado como un palimsesto en el que cada época ha ido dejando su huella, mediante la conservación, la destrucción o la transformación de la herencia recibida. Existen elementos, como el viario, proclives a la permanencia; pero otros, caso de la disposición interna de la vivienda, la proporción de la superficie edificada, etc., que han conocido una notable evolución que es preciso conocer. Frente a la visión estática o “esencialista” se impone la contemplación dinámica. La concepción de la ciudad como un ente vivo que responde a las necesidades de una sociedad es un elemento clave a la hora de conservar y hacer útiles los centros históricos. No basta preservar fachadas que configuren un “ambiente tradicional” o edificios singulares sacados de su contexto. Es preciso dar

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vida a la ciudad, cuidando de que las necesarias transformaciones no impidan la lectura retrospectiva. Las viviendas han sufrido adaptaciones desde el siglo XV al XIX, perfectamente visibles mediante la arqueología de la arquitectura. Ese proceso debe continuar, evitando limitar la restauración al “continente” y extendiéndola al “contenido”. Antes que colmatarse con nuevas construcciones, los antiguos huertos interiores pueden transformarse en pequeñas plazas. Como así ocurrió durante la Ilustración, al convertirse algunos de ellos en jardines de tertulia literaria. Por la misma razón, la circulación de vehículos debe adecuarse a las dimensiones históricas de las vías y bus-

carse fórmulas (redes de aparcamientos, transportes alternativos) que aúnen comodidad de los vecinos y humanización del entorno. La ciudad así recuperada puede ser mostrada mediante explicaciones generales o temáticas (núcleo administrativo, económico y religioso, elementos constructivos). También puede ser utilizada como escenario de manifestaciones culturales (representaciones, conciertos, mercados), utilizando para ello no sólo sus edificios sino también el conjunto de su caserío. La actividad así generada la hará interesante para sus habitantes y para sus visitantes, al tiempo que impulsará su conservación.

Fig. 16.- Vista de Santa Cruz de La Palma. Inicios del S. XVIII. Apud José María Pinto de La Rosa, Apuntes para la Historia de las antiguas Fortificaciones de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1996.

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