HACIA UN CONCEPCIÓN HUMANISTA

October 6, 2017 | Autor: Karen Michell | Categoría: Educación, Chomsky
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LA HOJA VOLANDERA RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA

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HACIA UN CONCEPCIÓN HUMANISTA DE LA EDUCACIÓN Noam Chomsky 1939-2014

Avram Noam Chomski (nació el 7 de diciembre en Filadelfia, Estados Unidos) es reconocido mundialmente como uno de los grandes intelectuales del siglo XX. El texto que ofrecemos aquí proviene de la conferencia pronunciada por Chomski en abril de 1971 en el Trinity College de Cambridge. Entre sus últimas obras figuran: Los guardianes de la libertad (2000), Actos de agresión (2000), El beneficio es lo que cuesta (2001), El miedo a la democracia (2001), La (des) educación (2001) y Sobre democracia y educación (2003). Tuve el gran honor personal de impartir varias conferencias en memoria de Bertrand Russell en el Trinity College de Cambridge y en el tiempo que dediqué a prepararlas tuve el placer de leer y releer buena parte de su obra, escrita a lo largo de muchos años. Russell tenía bastante que decir acerca de los temas educativos que hoy son menos importantes que cuando él los planteó por vez primera. Con frecuencia hizo suyas –no sólo en el ámbito de la discusión, pues también trató de llevarlas a cabo– ideas muy interesantes y provocativas en el ámbito de la teoría y la práctica educativas. Durante los años en que se interesó por este asunto, afirmó que el objetivo fundamental de la educación consiste en suscitar y alentar cualquier im-

pulso creativo que posea el ser humano. Y esta conclusión, que él formuló de distintas maneras en el transcurso de un largo periodo, se deriva de una manera particular de entender la naturaleza humana, la cual también expresó por caminos distintos. Nace de lo que él mismo denominó una «concepción humanista», que considera al niño de igual modo que el jardinero considera a un árbol joven, esto es, como «algo con cierta naturaleza intrínseca que adquirirá forma admirable si goza del terreno, el aire y la luz apropiados». En otro momento señaló que «el terreno y la libertad necesarias para el crecimiento de un hombre resultan infinitamente más difíciles de descubrir y de obtener. […] Y el crecimiento pleno que cabe esperar no puede definirse o demostrarse; es sutil y complejo, sólo puede sentirse mediante una intuición fina y percibirse vagamente por medio de la imaginación y el respeto». Afirmaba, en consecuencia, que la educación debería guiarse por «el espíritu de reverencia» que se muestra ante «algo sagrado, indefinible, ilimitado, algo individual y extrañamente valioso: el principio que hace crecer la vida, un fragmento que plasma la lucha muda del mundo». Todo lo anterior ofrece una visión de la naturaleza de la educación que se sustenta en cierta concepción de la naturaleza del ser humano, que Russell denominó humanista. Según esta concepción, el niño tiene una naturaleza intrínseca, en la que destaca como elemento fundamental el impulso creativo. En consonancia con esa línea de pensamien-

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to, el objetivo de la educación debería consistir en ofrecer el terreno y la libertad requeridos para el crecimiento de dicho impulso creativo; en ofrecer, dicho sea de otro modo, un contexto complejo y estimulante que el niño pueda explorar de manera imaginativa y, de ese modo, despertar su impulso creativo intrínseco y así enriquecer su vida por vías que pueden ser completamente variadas y únicas. Esa visión de la educación está regida, tal como afirmó Russell, por un espíritu de reverencia y humildad: reverencia por el principio que hace crecer la vida, un principio de enorme valor, diverso, individual e indeterminado, y humildad en cuanto a los propósitos, al grado de comprensión y de compromiso que alcancen los profesionales. Puesto que estaba muy familiarizado con la ciencia moderna, Russell era también muy consciente de cuán poco sabemos en realidad acerca de los propósitos y objetivos de la vida humana. Por ello, el propósito de la educación no podía ser, desde su punto de vista, dirigir el crecimiento del niño hacia un fin específico, predeterminado, porque cual-

quier fin de este tipo debe establecerse por medios arbitrarios autoritarios; por el contrario, el propósito de la educación debe consistir en permitir que el principio que hace crecer la vida tome su propio curso individual, y en facilitar este proceso por medio de la empatía, el estímulo y el desafío, a la vez que a través del desarrollo de un contexto y un ambiente ricos y diferenciados. Esta concepción humanista de la educación implica claramente ciertos supuestos objetivos acerca de la naturaleza intrínseca del ser humano y, en particular, acerca de la importancia central que posee el impulso creativo en esa naturaleza intrínseca. Si, una vez formuladas de una manera adecuada, estas suposiciones resultan incorrectas, significará que estas conclusiones particulares respecto a la teoría y la práctica educativas no se habrán demostrado, Por el contrario, si estas suposiciones son en efecto correctas, buena parte de la práctica educativa que se lleva a cabo en Norteamérica hoy en día podrá cuestionarse racional y moralmente.

Fuente: Noam Chomski, La (des)educación, edición e introducción por Donaldo Macedo, traducción por Gonzalo G. Djembé, Editorial Crítica, Barcelona, 2001, pp. 224-226.

PROFESOR, consulta la HV en Internet. En este número:

De los profesores: “El ejercicio de la traducción” por Laura Estela Montes Vásquez (Facultad de Estudios Superiores-Acatlán y Colegio de Ciencias y Humanidades-N). De los estudiantes: “La generación de Medio Siglo” (Segunda y última parte) por Nelly Farrera González. De la HV: “Del aborrecimiento que los muchachos tienen al estudio, amor al juego y temor al castigo” por San Agustín.

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