¿Es posible una integración en defensa entre Argentina, Chile y Brasil?

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¿ES POSIBLE UNA INTEGRACION EN DEFENSA DE ARGENTINA CON CHILE Y BRASIL?
Guillermo Lafferriere
Desde hace ya décadas entre nosotros se viene haciendo mención a que la Argentina carece de hipótesis de conflicto con sus vecinos. Entre ellos sobresalen dos con los que históricamente se mantuvieron planes para el caso en que una crisis reclamara el uso de la fuerza militar. Como mencionáramos esos términos no son más empleados, y por lo general el discurso político, las pocas veces que hace mención a los temas de defensa en Argentina, menciona especialmente las múltiples confluencias que existen entre nuestro país con Chile y Brasil en materia de defensa, y en general con el resto de los países de la región.
Ese discurso, no deja de tener en cuenta muchos indicios que señalan que ha habido y se mantiene una muy buena relación en términos de defensa con esos dos países; y a riesgo de posiblemente olvidar algunos antecedentes pueden en términos generales mencionarse los siguientes:
Realización de periódicas ejercitaciones militares con Brasil y Chile. Siendo las que se hacen con el primero de ellos dirigidas a cuestiones específicas de la preparación del instrumento militar contra un enemigo. En el caso de Chile, las ejercitaciones han tenido a la protección de la población civil como su punto central y la conformación de una fuerza binacional "stand by" denominada "Cruz del Sur", de nivel batallón, para su potencial despliegue en una operación de paz bajo la bandera de las Naciones Unidas.
Se cuentan por decenas los intercambios de personal militar de las tres Fuerzas Armadas que realizan cursos de todo tipo en Brasil y Chile, y en medida no menor esos países envían personal militar a realizar diferentes actividades a la Argentina.
Existen un elevado nivel de colaboración militar en todo lo relacionado a la actividad en la Antártida.

Todas estas actividades, son una muestra de lo que se ha avanzado en décadas de aproximaciones entre las políticas de defensa de Argentina con Brasil y con Chile. Sin embargo se está muy lejos de poder expresar que existe una integración entre los sistemas de defensa de esos países. Veamos algunos puntos que a nuestro juicio son importantes para tener en consideración el contexto en que la interacción en temas de defensa se da entre la Argentina, Brasil y Chile.
Tanto en el caso de Brasil como el de Chile, nos encontramos en presencia de países que por diferentes circunstancias mantienen Fuerzas Armadas que han alcanzado un importante nivel de desarrollo, tanto en lo que se refiere al equipamiento de las mismas como a los procesos de reformas necesarios para ir ajustando las mismas a las necesidades estratégicas de sus países.
La Argentina por su parte cuenta con instrumento militar que presenta un nivel de degradación extremadamente elevado, lo que torna a sus Fuerzas Armadas en organizaciones que poseen entre pobres y nulas capacidades de interactuar con sus pares de los países mencionados.
De los tres países, puede mencionarse que es la Argentina la que en términos normativos más ha avanzado en relación al establecimiento de un marco legal de la defensa. Un ejemplo es contundente: En la Argentina, la preponderancia de la figura del Jefe del Estado Mayor Conjunto está, al menos en lo que la ley determina, en línea con lo que sucede en los principales países del mundo; al mantener esa posición militar como la del principal asesor en términos militares del país; contado con un Estado Mayor Conjunto, como su elemento de trabajo y responsable de la búsqueda de la mayor interacción posible entre las diferentes Fuerzas Armadas. En los casos de Brasil y Chile, esa primacía de lo conjunto frente a las especificidades de cada fuerza es un proceso que se ha iniciado, pero dista de haberse consolidado. Muy posiblemente esto pueda deberse a que en ambos países las fuerzas mantienen todavía niveles de independencia en sus desenvolvimientos muy distintos a los que poseen sus pares de la Argentina.
Tanto en Chile como en Brasil, existe una "comunidad académica-política y militar" que discute los temas de defensa de sus países. Esa discusión, con sus diferentes visiones y enfoques políticos, enriquece no solamente la generación de un conocimiento específico en esa materia, la defensa, sino que opera como una suerte de fuente donde los gobiernos pueden nutrirse no solamente de ideas, sino de eventuales gestores de las mismas.
En la Argentina, en principio esa comunidad especializada en temas de defensa, de existir es extremadamente pequeña y en los hechos, salvo esfuerzos muy notables, no logra generar una comunidad epistemológica que logre convertirse a través del debate en una verdadera cantera del conocimiento en temas de defensa. Es muy probable que esa carencia, vaya de la mano de la nula relevancia que todos los aspectos del campo de la defensa tienen sobre la política en la Argentina. Esa situación atraviesa a toda la dirigencia política nacional, y en los hechos, salvo gestiones muy puntuales, no hay miradas sobre los temas del área que vayan más allá del control civil de las Fuerzas Armadas. Es decir, no hay una política concreta que diseñe un instrumento militar y en procura del mismo siga un camino que se pueda concretar a lo largo del tiempo.

Para una nación, el contar con vínculos en el campo de la defensa con otros actores regionales, es claramente una ventaja, ya que a través de esos lazos y la voluntad política que los sustente, se puede crear el cimiento de una estructura militar más relevante, la cual en su interacción con una política exterior que atienda a ciertos intereses comunes, pueden tornarse en herramientas indispensables para atender desafíos estratégicos a largo plazo. Creemos que hay al menos dos intereses que pueden verse favorecidos por una mayor interacción en temas de defensa de Argentina, Brasil y Chile. El primero de ellos es el control del Atlántico Sur. Es porción de océano es crítica para el desarrollo tanto de Argentina y Brasil, tanto en relación a los recursos que en ella existen, como a la vía de acceso que también es para la proyección hacia la Antártida. En este último tema, se debe incluir a Chile, pues a largo plazo, cuando el Tratado Antártico caduque o se renueve bajo estipulaciones diferentes, puede ser crítico que los tres países cuenten con una capacidad de defensa que a través de la disuasión coadyuve a la preservación de sus intereses en la Antártida.

Ahora bien, el avance hacia una integración en defensa con Brasil y Chile requiere fundamentalmente de una férrea voluntad política que favorezca ese caminos y que no se contente en alcanzar el plano declamatorio, sino que vaya más allá del mismo, fomentando el desarrollo de un instrumento militar que esté en condiciones de poder, por su capacidades, interactuar con sus pares de Brasil y Chile de una manera plena y eficiente. Esto no significa colocar al país en una carrera armamentista desaforada por equilibrar aptitudes largamente perdidas respecto a sus vecinos; sino de generar en el instrumento militar propio las condiciones para reinventar el mismo; de manera de generar en los vecinos la convicción que en un horizonte previsible, Argentina pueda aportar al ideal de una defensa común en la región mucho más importantes avances legislativos.

Los desafíos estratégicos de una nación se encuentran en el futuro, y su discernimiento es responsabilidad de las generaciones presentes. Dar por sentado que las condiciones de paz en la región se mantendrán inmutables para siempre es una muestra tanto de cierta arrogancia así como de desconocimiento de la historia. Asimismo, creer que el país puede desentenderse de los temas de defensa y descansar en que sus vecinos, por su buena voluntad, sumarán a la protección de sus propios intereses la carga de hacer lo propio con los de un vecino reacio a afrontar los costos que esa protección requiere; puede tener el respaldo en una visión innovadora de las relaciones internacionales, una que apuesta a que siempre habrá alguien dispuesto a proteger nuestros intereses de manera cuasi altruista; sin nunca reclamar nada a cambio. Ese mundo ideal, parece muy lejano de lo que por lo general la historia muestra y algo delicadamente peligroso para proyectar el destino de la nación en el futuro.

Propender a una mayor interacción en el campo de la defensa con Brasil y Chile es una salida realmente superadora de las viejas rencillas del pasado y una muestra de madurez y prudencia para afrontar el futuro. Lograrlo puede llevar mucho tiempo y no menos esfuerzos. No seguir ese camino, puede ser menos oneroso en el corto plazo, pero al mismo tiempo ser la causa de una hipoteca imposible de saldar.

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